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Perspectiva mundial

Quiénes somos como iglesia Nuestro lugar en este momento de la historia

En este momento de crisis global es importante que tengamos una comprensión clara de nuestra identidad y propósito. Este artículo es para un momento como el que vivimos. Es un resumen del boletín ExecutiveCommittee.adventist.org/ newsletter. —Ted N. C. Wilson, presidente de la Asociación General

E

¿

s nuestra iglesia tan solo una iglesia más? ¿Qué nos distingue del resto del cristianismo? ¿Qué justifica nuestra existencia? Dios responde esas preguntas. Nos ve en el contexto del gran conflicto: «Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable» (1 Ped. 2:9). Esta declaración define nuestra identidad y propósito. ¿Pero no puede el resto del mundo cristiano afirmar lo mismo? En parte sí, pero no en su totalidad. Ese pequeño margen hace toda la diferencia. LA DIFERENCIA

Somos una iglesia que presenta toda la verdad. Muchas iglesias llevan a las personas a Cristo. Pero si se excluyen las grandes verdades para esta 16

Junio 2020 AdventistWorld.org

hora, es un evangelio incompleto. La Biblia siempre debería ser presentada en forma completa. El engaño implica mezclar la verdad con el error y, más sutilmente, no decir toda la verdad. Podemos guardarnos de esto si repasamos los orígenes, la identidad, el mensaje, el compromiso y la misión desde nuestros hogares, púlpitos y salones de clase. No somos simplemente otra iglesia. Somos el movimiento final que Dios levantó en un momento profético, con un mensaje profético centrado en Cristo y su gracia, para restaurar toda la verdad y preparar al mundo para su regreso. «Los adventistas del séptimo día han sido elegidos por Dios como pueblo especial, separado del mundo –escribió Elena White–. Con el gran instrumento de la verdad, los ha sacado de la cantera del mundo y los ha relacionado consigo […]. Les ha encargado que proclamen al mundo la mayor suma de verdad que se haya confiado alguna vez a seres mortales, las advertencias más solemnes y terribles que Dios haya enviado alguna vez a los hombres».1 El apóstol Pablo dijo que la iglesia es «columna y defensa de la verdad» (1 Tim. 3:15). Por esa razón, Dios llamó a Israel (Deut. 7:6-9; 14:2; Isa. 60:1-3) para que fuera su pueblo especial. No les dejó elegir cómo vivir, adorar o evangelizar, sino que les dio instrucciones específicas. Desafortunadamente, el Israel antiguo falló, pero el plan de Dios no. En el momento profético preciso, algo inmenso sucedió en el cielo. Fue algo «tan esencial para el plan de la salvación como lo fue su muerte en la cruz»2: Dios abrió los libros. El mundo tenía que saber. UN CERTIFICADO DE NACIMIENTO PROFÉTICO

Ese Dios levantó a un pueblo de en medio del chasco –profetizado por Jesús en su visión a Juan hace siglos (Apoc. 10:5-11)– a una encomienda Fotografía: Robert Weidemann


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