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NARRACIÓN ORAL EN BIBLIOTECAS 1

MÁS ALLÁ DE LA ANIMACIÓN A LA LECTURA


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El AEDO es la revista de AEDA, la asociación de profesionales de la narración oral en España, cuyos miembros son: Alberto Sebastián, Ana Apika, Ana Griott, Beatriz Aguado, Bego Alabazan, Carles García Domingo, Carlos Alba, Carmen Légolas, Carolina Barreira, Charo Pita, Cristina Temprano, Cristina Verbena, Dani Muñoz, Demetrio Aldeguer, Elia Tralará, Erica González Miguel, Estibi Mínguez, Estrella Escriña, Eugenia Manzanera, Félix Albo, Filiberto Chamorro, Héctor Urién, Inés Bengoa, Isabel Bolívar, Jennifer Ramsay, Laura Escuela, Lur Korta, Manuel Légolas, Mariano Lasheras, Mario Caballero, Mario Cosculluela, Marta Ortiz, Pablo Albo, Paula Carbonell, Pep Bruno, Raquel López, Sandra Cerezo, Sherezade Bardají, Sonia Carmona, Tania Muñoz y Virginia Imaz.

El AEDO #8 ha sido coordinado por Elia Tralará y realizado por el grupo de revista de la comisión de contenidos de AEDA, cuyos integrantes son: Laura Escuela, Carolina Barreira, Filiberto Chamorro, Cristina Temprano, Carlos Alba, Elia Tralará y Ana Griott.

Revisión y corrección de textos: Ana Griott Maquetación: Pep Bruno Imagen de cubierta: © Noemí Villamuza

D.L.: GU-206/2011

Todos los derechos reservados

Los artículos que contiene esta revista son propiedad de sus respectivos autores. AEDA no se solidariza ni responsabiliza por la exactitud y verosimilitud de las opiniones vertidas por los autores de los artículos. La Comisión de Contenidos de AEDA agradece a todos y todas los/as compañeros/as narradores/as y al personal bibliotecario que nos han ayudado a encontrar respuestas y contactos y que se han detenido a contarnos su percepción sobre la narración oral y las bibliotecas.

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Narraciรณn oral en bibliotecas Mรกs allรก de la animaciรณn a la lectura

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Índice I. INTRODUCCIÓN Editorial. Biblioteca: la casa de la palabra, ya sea escrita o dicha Elia Tralará Manual de instrucciones para leer esta revista El equipo de EL AEDO #8

II. ANTECEDENTES 1. Oralidad y animación a la lectura en bibliotecas: La hora del cuento Cristina Temprano

III. SESIONES INFANTILES Y FAMILIARES 2. Las joyas de la corona, los niños y niñas de más de 3 años Elia Tralará 3. Cuando los niños grandes sí vienen a escuchar cuentos Manuel Hernández, bibliotecario de la Biblioteca Pública de Villamayor (Salamanca) 4. Normas de comportamiento y recomendaciones para la superviviencia Pablo Albo

IV. SESIONES PARA BEBÉS 5. Los bebés llegan a las bibliotecas Laura Escuela

V. SESIONES PARA ADOLESCENTES 6. Cuatro de cada cinco bibliotecas públicas no realiza sesiones para adolescentes Carlos Alba 7. Narración oral y jóvenes, un cuento complicado: la experiencia de la mejor Biblioteca Pública de Purchena (Almería) Manolo Sola, bibliotecario de la Biblioteca Pública de Purchena 4


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8. Cuentos en la edad del pavo, o el animal adolescente también disfruta escuchando historias Jesús Buiza y Anabel Gandullo

VI. SESIONES PARA PÚBLICO ADULTO 9. Un público al que cuesta atraer Filiberto Chamorro 10. Dos Hermanas, dos formas de abordar la narración oral para adultos Filiberto Chamorro 11. Bajo el manto de los cuentos María del Carmen Gómez, directora de la Biblioteca de Dos Hermanas (Sevilla) 12. Las mil y una en la Biblioteca de Montequinto La Cháchara: Ángeles Fernández y Marco Flecha 13. Los cuentos (para adultos) son cosa de todos Héctor Urién

VII. SESIONES INCLUSIVAS 14. Narración oral inclusiva para personas con diversidad funcional Laura Escuela 15. Un viatge sensorial (un viaje sensorial) Elisabeth Ulibarri

VIII. LA HORA DEL CUENTO EN OTRAS LENGUAS 16. Contar cuentos es establecer vínculos de comunicación Pep Durán 17. Imagine Inés Bengoa 18. Lo mío con el gallego es una historia de amor Marta Ortiz

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19. Storytelling en bibliotecas Estibi Mínguez

IX. BIBLIOTECAS ESCOLARES 20. Las bibliotecas gallegas, un puerto seguro para la narración oral Cristina Novoa, asesora técnica docente de Bibliotecas Escolares en la Consellería de Educación de la Xunta de Galicia 21. Sueños lectores compartidos. O de cómo hacer lectores en un entorno desfavorecido con una herramienta poderosa Eva Leal Scasso, maestra de Educación Infantil y Primaria y bibliotecaria escolar del CEIP, SES, AA La Paz (Albacete)

X. OTRAS EXPERIENCIAS 22. Narración oral y bibliotecas rurales. Así se ven las cosas desde la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña (Madrid) Óscar M. Ortego Agustín, bibliotecario de la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña 23. Herencia de las palabras Ana Fernández-Conde Diez, técnico de la Biblioteca de Herencia (Ciudad Real) 24. Audacia en la programación de la narración oral Álvaro Pérez, bibliotecario de la Biblioteca de Yebes-Valdeluz (Guadalajara) 25. Catorce años de “Campaña de Animación a la lectura” en pequeños municipios segovianos Elia Tralará 26. La magia se diluye Ana Isabel Arjol Padrino, bibliotecaria de Nuez de Ebro y secretaria de ABIMAR (Asociación de Bibliotecarios Municipales de Aragón)

XI. LO QUE ESPERAN LAS BIBLIOTECAS DE LOS/AS NARRADORES/AS 27. Qué esperan las bibliotecas de los/as narradores/as orales profesionales Carolina Barreira López (Lili Cuentacuentos)

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I. INTRODUCCIÓN

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Editorial Biblioteca: la casa de la palabra, ya sea escrita o dicha

¡Ya era hora de dedicar nuestra revista anual a las bibliotecas!, pensamos en la Comisión de Contenidos de AEDA, pues me atrevería a afirmar que todos los miembros de la Asociación que publica esta revista digital pasamos media vida en las bibliotecas, ya sea contando, realizando actividades afines como talleres o buscando materiales para nuestras sesiones. El idilio entre los cuentos contados de viva voz y las bibliotecas comenzó a fraguarse en España hace unas tres décadas, con las sesiones destinadas al público infantil y/o familiar, extendiéndose el concepto posteriormente a otros públicos (bebés, adolescentes, público con diversidad funcional...), con desiguales resultados, eso sí. Desde entonces la narración oral parece haber estado bajo el paraguas del fomento lector, que aparentemente da sentido y justificación para que los cuentos contados tengan su pequeña parcela y su pequeña asignación presupuestaria –no pasemos por alto este detalle– dentro de las actividades dinamizadoras de las bibliotecas. Pero a menudo nos preguntamos si contar cuentos anima a leer. Hay varios artículos interesantes que abordan este tema desde distintos puntos de vista, cuyos enlaces encontraréis al final de este editorial. Quien lea estos textos o este AEDO #8 verá que no existe unanimidad en la respuesta, pero ¿acaso importa tanto que el cuento lleve al libro? ¿No tiene la palabra dicha suficiente entidad como para tener que subordinarse a los resultados del número de préstamos o de carnés que se realizan en la biblioteca los días que hay sesión? La mayoría de profesionales de la narración oral y buena parte del personal de bibliotecas piensa que sí, que claro que la narración oral es “autosuficiente”. Si bien se requiere cierta amplitud de miras para sostener esta opinión, para ver que animar a leer no es el único, puede que ni siquiera el principal, cometido de los cuentos contados. De ahí el subtítulo de este AEDO #8: “Más allá de la animación a la lectura”. De todos los artículos citados que hablan de este asunto, me gustaría destacar el que Pablo Albo publicó en el número 11 de la revista Narradors i narració (2005), precisamente por hacer 8


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una defensa feroz del valor de la palabra dicha, independientemente de su posible relación con lo escrito. Comenzaba diciendo: «Soy de la opinión de que los cuentos están hasta las narices de ser utilizados para esto o para aquello. Especialmente los cuentos orales (…). Esos que dicen “Déjate de monsergas y disfrútame”». Seguidamente, reivindicaba el lugar que por propios méritos le corresponde a la narración oral, desvinculándolos de cualquier propósito didáctico: «… Como si los buenos cuentos orales no fueran enriquecedores en sí mismos si no vienen de un libro o no llevan a él. Como si la literatura infantil no fuera deudora de los esquemas que inventó y transmitió la tradición oral». Y se pregunta por qué esa infravaloración de la palabra hablada respecto a la escrita: «¿Por qué siempre se destaca la riqueza literaria de lo escrito y nunca la ventaja expresiva de lo hablado, ni su valor humano ni su cercanía?». Pablo Albo no eludía una cuestión comprometida: ¿por qué entonces deberían desarrollarse los cuentos contados en las bibliotecas? Ni la respuesta: entiendo las bibliotecas como lugares donde encontrar la palabra y no solo la escrita. (…) No debe haber sesiones de cuentos para que la gente lea. Debe haber sesiones de cuentos para que la gente escuche. Y, sobre todo, debe haber sesiones de cuentos porque debe haber sesiones de cuentos», sentenciaba. Y en otro momento del artículo recurría como argumentación a una pregunta retórica: «¿No habíamos quedado en que las bibliotecas no eran almacenes de libros, sino lugares donde se encuentra viva la cultura? ¿No es la narración un medio de transmisión de ideas y sentimientos? Si lo es, debe tener su lugar en la biblioteca, no como cartel indicador “hacia los libros”, sino con estantería propia». Conviene recordar que el hecho de que la narración oral tenga entidad propia no significa que no anime a leer. Sin necesidad de analizar estadísticas, cualquier profesional de este oficio habrá comprobado que, si en una sesión simplemente muestra los libros que utiliza y los tiene a mano, al finalizar es más que probable que algún niño o niña se acerque con curiosidad a hojear, a ver las ilustraciones e incluso a leer. Aun así, para los amantes de lo cuantitativo, hemos recopilado algunos datos interesantes a este respecto, a través de una encuesta online que han contestado 226 bibliotecas de toda España. Entre otras cuestiones, se ha preguntado qué efectos positivos (en caso de que los haya) concretos tienen los cuentos contados en bibliotecas. Las respuestas más repetidas han sido «mejora en la imagen de la biblioteca» (83,1%), «un mayor número de usuarios acuden a la biblioteca» (77,5%) y, en tercer lugar, un «incremento de los préstamos» (62,4%). Visto lo cual, podríamos concluir que la narración oral, según los bibliotecarios y bibliotecarias, anima a los usuarios a acercarse a la biblioteca, a conocerla, a mejorar la percepción que poseen de estos espacios públicos, e incluso, a llevarse libros en préstamo, que se supone van a leer. Sí. Parece que de aquí se desprende que la 9


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narración oral anima a leer, pero, por encima de los porcentajes, están muchos otros beneficios que no se pueden cuantificar. El primero, el placer de escuchar historias.

Pablo Albo, «¿Y si escuchar cuentos no animara a leer?», Narradors i narració, n.º 11 (2005). Alberto Sebastián, «Contar cuentos y animación a la lectura», Revista de Literatura Infantil y Juvenil Peonza, n.º 106-107 (octubre 2013) y posteriormente en la web de AEDA. Pep Bruno, «Contar cuentos y animar a leer: el ejemplo de Las Rozas». Carles García Domingo, «La narración oral y la animación lectora». Gustavo Martín Garzo, «Instrucciones para enseñar a leer a un niño», suplemento cultural Blanco y negro del ABC, 17 de abril de 2003. Elia Tralará Coordinadora de El AEDO #8

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Manual de instrucciones para leer El AEDO #8

¿Necesita quien vaya a leer este número de la revista anual de AEDA un manual de instrucciones? Tal vez no, pero sí una breve explicación sobre la manera en la que hemos concebido esta publicación y un resumen de la misma. Toda ella está articulada siguiendo el esquema de una encuesta online que hemos realizado en bibliotecas de toda España y cuyos resultados se van desgranando a lo largo y ancho de El AEDO #8. El análisis e interpretación de estos datos, sin pretensión de rigor científico, ni mucho menos, nos ofrece, sin embargo, una instantánea del panorama de la narración oral en las bibliotecas españolas, que se completa con artículos de profesionales de la narración oral y de las bibliotecas que cuentan experiencias concretas o reflexionan sobre el tema. La encuesta online, realizada a través de la herramienta Google Forms, se envió en octubre de 2018 a un total de 7.733 bibliotecas repartidas por todo el territorio peninsular, Canarias, Baleares y las Ciudades Autónomas. De los cuestionarios mandados, se visualizaron 942 y obtuvimos 225 respuestas de bibliotecas públicas de todo el Estado. En realidad, algunas más, pero se trataba de entidades especializadas que, por sus características, no programan este tipo de actividades y, por lo tanto, esta pequeña investigación no estaba enfocada a ellas. El proceso comenzó elaborando un cuestionario con preguntas que la Comisión de Revista de AEDA considerábamos relevantes para tomar el pulso del panorama de la narración oral en bibliotecas en España. Algunas de estas eran cerradas y otras muchas, abiertas y, por ende, más complicadas de analizar. Las conclusiones e interpretaciones que el equipo de El AEDO #8 hemos obtenido a partir de las contestaciones de las bibliotecas, reiteramos, no tienen validez científica (somos narradores y narradoras, no estadistas), pero sí creemos que nos ayudan a tomar el pulso a la situación de la programación de narración oral en las bibliotecas españolas. Vamos con un breve resumen de los resultados, que posteriormente aparecerán desmenuzados en los distintos artículos de esta publicación. Para empezar, preguntamos a las bibliotecas públicas si realizaban actividades relacionadas con la narración oral y, si era así, qué tipo de actividades. De 225 bibliotecas que atendieron a nuestro requerimiento, el 95% afirmó realizar sesiones de cuentos y un 39% formación relacionada con narración oral. Algunas también

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mencionaron lectura de libros, recitales y otras actividades más o menos emparentadas con la animación lectora. La inmensa mayoría de las bibliotecas afirma que son los presupuestos municipales los que sostienen estas dinamizaciones, sobre todo en el caso de que se contraten profesionales, cosa que no siempre sucede. A veces los cuentos son contados por el propio personal y se concibe como parte de su trabajo. Va en su sueldo, vaya. Y en otras ocasiones lo llevan a cargo voluntarios, a coste cero, obviamente. También se mencionan las diputaciones provinciales o las comunidades autónomas como entidades financiadoras de estas actividades, aunque en mucho menor medida que los ayuntamientos. Así mismo consultamos sobre las programaciones para diferentes tipos de público (bebés, niños y niñas mayores de 3 años, adolescentes, público adulto, personas con necesidades especiales…), cómo se realiza, con qué frecuencia, si es a cargo de profesionales de la narración oral o no, fortalezas y debilidades de la actividad, etc. Asuntos que aparecen desglosados en sus correspondientes apartados. Nos interesaba también conocer otras cuestiones como qué esperan las bibliotecas de los narradores orales profesionales, el impacto que creen que tienen estas actividades, por qué medios las publicitan, etc. En los siguientes gráficos podemos comprobar que, sin duda, la actividad estrella relacionada con narración oral en las bibliotecas es la llamada tradicionalmente «hora del cuento», para niños y niñas mayores de 3 años, acompañados, o no, de adultos. Más del 87% de las encuestadas lo realiza, recurriendo a profesionales o no, como veremos en el apartado dedicado a esta franja de edad. Algo más de la mitad de las consultadas dice organizar actividades destinadas a adultos y el mismo porcentaje, a bebés. Mientras que los grandes olvidados son los adolescentes, pues solo una de cada cinco bibliotecas españolas destina recursos a preparar actividades relacionadas con la narración oral para este público. En el capítulo donde hablamos de ello, se da tanta importancia a las razones por las que sí se programa para adolescentes, como a los motivos que hace que una amplia mayoría de bibliotecas sean reticentes a hacerlo.

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Otra respuesta destacable que podemos examinar, antes de sumergirnos de lleno en este AEDO #8, es la valoración del impacto que la narración oral tiene sobre los usuarios de la biblioteca, siendo 5 la puntuación máxima. Como podemos comprobar en el gráfico, la valoración del impacto de la narración oral, por parte del personal de bibliotecas, es muy positiva. Siendo puntuada con nota alta por una amplia mayoría. Esto se traduce en afluencia (77%), mejora de la imagen de la biblioteca (83%), aumento del número de préstamos (62%), etc., como se mencionaba en el editorial de esta publicación.

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En cuanto a qué esperan las bibliotecas de los profesionales de los cuentos, las respuestas más repetidas han sido la capacidad de adaptación y la profesionalidad. En este último aspecto algunas destacan el tener un repertorio de calidad y adecuado al público, competencias y conocimiento en la materia, puntualidad e «ilusión por su trabajo». Este aspecto está mucho más desarrollado en el artículo número 27 de este número. Por último, hay que destacar que la forma actual que las bibliotecas tienen de publicitar las sesiones de cuentos contados es sobre todo online. A través de redes sociales, de webs e incluso un buen puñado se vale del whatsapp. Se utilizan también otros medidos más convencionales como cartelería, prensa o radio, pero en menor medida. Les invitamos a adentrarse más en profundidad en estos temas leyendo la totalidad de la revista, que, además de datos, incluye artículos y reflexiones interesantes de bibliotecarios y bibliotecarias y profesionales de la narración. También les conminamos a que, en caso de que consideren que podría mejorarse o incluirse cualquier otro dato en el cuestionario o en la revista, nos escriban a revista.aeda@narracionoral.es y lo tendremos en cuenta para futuras publicaciones.

El equipo de EL AEDO #8

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II. ANTECEDENTES

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1. Oralidad y animación a la lectura en bibliotecas: La hora del cuento

Si bien en los ancestros de la nueva narración oral se encuentran los lejanos contadores de historias que adquirían su repertorio por transmisión oral teniendo en la palabra dicha su única herramienta, lo cierto es que las bibliotecas y la literatura, los libros, han contribuido significativamente al desarrollo de los nuevos narradores orales. En bibliotecas y escuelas de los países escandinavos primero, y en Estados Unidos después, se comenzó a contar cuentos para atraer a los niños hacia los libros, además de como herramienta educativa y de cohesión social. Estamos hablando de «La hora del cuento», surgida a finales del siglo XIX en los países escandinavos, extendiéndose después a Estados Unidos, algunos países de América Latina, Inglaterra, Francia, y España, a donde llegó en los años 30 del siglo XX. Narrar tendrá en este contexto un objetivo claro: la lectura; y unos destinatarios muy específicos: los niños. La oralidad y el folklore fueron puestos en valor por las corrientes pedagógicas innovadoras de la España de aquellos años 30. Esto supuso que en algunas escuelas se contaran historias a los niños y se les enseñara a narrar. Bravo-Villasante asegura en su prólogo a Fortún (1991): «La hora del cuento era una de las novedades de la pedagogía de aquel tiempo» (pág. 19). Fortún, escritora española exiliada en Argentina, trabajó como bibliotecaria en Buenos Aires, donde una vez por semana contaba cuentos en La hora del cuento. Antes de dejar España ya había contado a niños tanto en la intimidad como en las Bibliotecas Infantiles de Madrid, además de impartir, dentro de las clases de Biblioteconomía que se daban en la Residencia de Señoritas de la capital, las lecciones dedicadas a la narración de cuentos, labor que comenzó en 1933. En 1946 escribió, basándose en su propia experiencia y en la de las narradoras 18


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norteamericanas, Pues señor... Cómo debe contarse el cuento y Cuentos para ser contados, un manual que en su reedición de 1991 seguía estando de plena vigencia, siendo todavía una referencia en nuestros días. Considerada como una precursora de la práctica de la narración de cuentos, fue también una exitosa escritora. Sus libros tenían mucho de oralidad tanto por su modo de escribir como por el uso continuo del folklore, pues cuentos, coplas y cantares están muy presentes en su obra.

Otras pioneras en España Se tiene noticia de que, en Barcelona, Concepción Carreras instauró la práctica de la narración de cuentos en la biblioteca de la Santa Creu, en los años cuarenta del pasado siglo. Poco después, la voz de Montserrat del Amo llenó las bibliotecas populares de Madrid. Del Amo (1964) afirmaba:

La narración oral aproxima al niño en cierto modo al misterio de la creación literaria, por medio de la palabra hablada, con una viveza que ningún otro sistema de comunicación –libro impreso, proyección fija o animada, disco o cinta magnetofónica– sería capaz de producirle. (pág. 7).

Escritora y narradora, consideraba que el medio más idóneo para darle vida a la biblioteca, y para promover el gusto por la lectura, era el momento de La hora del cuento, que según ella misma explica, consiste en un espacio de tiempo, de regularidad periódica, dentro de la propia biblioteca, destinado a la narración oral de cuentos. Para llevarla a cabo no sirve cualquier sala o habitáculo, el lugar resulta importante porque se trata de atraer la atención hacia los libros, y para ello, lo ideal es estar rodeados de ellos, poder remitir en cualquier momento al niño a los libros. Contar cuentos se instaló en las bibliotecas con una clara visión de su principal objetivo: animar a leer, aunque también se tuvo en cuenta el valor de la escucha de historias sin más:

La hora del cuento tendrá distintos efectos en los niños que asisten a ella: En los más pequeños servirá para abrir nuevos cauces a su fantasía, en los medianos actuará como un estímulo inmediato a la lectura, mientras que ayudará a los mayores a definir sus propios gustos y aficiones, afinando su sensibilidad y madurando su juicio, pero en todas las edades servirá de enlace entre la vida personal de cada niño y el contenido de los libros. (Del Amo, 1964, pág. 5). 19


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Montserrat del Amo. Salón del Libro Infantil de Madrid 2014. Fuente: web de La domadora de cuentos

Contagiar la afición a la lectura El empeño por acercar al niño a la lectura venía justificado por un argumento de plena actualidad: una cosa es aprender a leer y otra bien distinta comprender lo leído, más aún, disfrutar leyendo. Ya en aquel momento la narradora señalaba el afán de las familias de que los pequeños aprendieran a leer cuanto antes y el posterior olvido de iniciarlos en la afición a la leer, una vez que estos adquirían la mecánica de la lectura y estaban listos para la escuela. El libro, más allá de servir al niño en el aprendizaje de conocimientos, puede ser una fuente de enriquecimiento, de placer, pero según Del Amo (1964):

Nadie le anima a usarlo para su goce y satisfacción personal, ofreciéndole libros apropiados a su edad, que afinen sus sentimientos, y le permitan el cultivo libre de su inteligencia, para facilitar de ese modo su apertura al mundo que les rodea, y su plena incorporación a la vida social (pág. 1).

Han pasado más de cincuenta años desde entonces, pero esta situación continúa reproduciéndose. Hoy, la gran mayoría de los niños vive el aprendizaje de la lectura como un ejercicio aburrido, complejo, alejado de ese teórico placer que podría procurarles. Los pequeños encuentran una diversión inmediata en sus modos de juego actuales, muy dirigidos en general hacia la tecnología, y una dificultad en el desciframiento de la palabra escrita. A comienzos de este siglo 20


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XXI, el interés por empujar suavemente a los niños hacia la literatura contándoles cuentos sigue vigente, pero ¿funciona? ¿Es realmente la narración de cuentos un camino a la literatura escrita? Responder no resulta fácil, pues no hay un solo factor que propicie la adquisición del gusto por leer, tampoco es objetivo de estas páginas ahondar en esta cuestión. Infinidad de libros, manuales y estudios académicos se han ocupado de escribir sobre posibles técnicas y estrategias para despertar la afición a la lectura, pero, que sepamos, ninguno aporta respuestas cuantitativas a estas preguntas. Para Garralón (2001), experta en literatura infantil y juvenil: «El primer contacto del niño con los cuentos y la poesía se produce gracias a la palabra» (pág. 11). Según Garzón Céspedes (1995), la oralidad es el «camino natural para formar al futuro lector» (pág. 135), pues con ella no solo se está poniendo en marcha su imaginación, sino también las ganas de conocer el mundo, que el niño podrá satisfacer por sí mismo, a través de la lectura. Muchos aficionados al cuento afirman que no olvidamos a las personas que nos contaron cuentos. Al respecto, Sanfilippo (2005) cita una significativa aseveración pronunciada por Paul Valery durante una conferencia: «El primer contacto con la literatura y el contacto más completo, se experimenta cuando, de niños, les pedimos a los adultos que nos cuenten historias» (pág. 19). El interés por la lectura se transmite de manera directa. Cuando en el seno de la familia hay libros, cuando se lee en casa, hay más posibilidades de sentirse atraído por los libros. Del Amo (1964) decía:

Es que las cosas verdaderamente importantes de la vida necesitan el calor y la atención h u m a n a s , d e l esfuerzo personal y la dedicación de un individuo, para que vivan, se trasmitan y crezcan. Por eso en la memoria de todos los aficionados a la lectura se guarda con agradecimiento el nombre concreto de la persona que les inició en el mundo de los libros (págs. 2-3).

Animar a leer es una tarea lenta, compleja, que requiere de diversas acciones y de un contacto humano próximo y cálido. La narración de cuentos puede influir positivamente en este proceso, pero no actúa como una fórmula mágica. Tras muchas sesiones de cuentos exitosas, los niños se marchan de la biblioteca contentos, pero sin coger un libro de las estanterías. A veces los ojean, los abren y cierran, trastean con ellos sin detenerse en ninguno, sin elegir uno para llevar a casa. Manipular los libros es un primer paso para sentir ganas de leerlos, desde luego, pero para que se despierte el deseo de la lectura hace falta algo más. La intervención de la familia será muy importante, pero influirá también su vida escolar, su entorno social y, por supuesto, su universo 21


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personal. También es cierto que entre los niños más aficionados a escuchar historias, hay muchos buenos lectores. Dejando a un lado la efectividad en términos cuantitativos de La hora del cuento para animar a leer, no cabe duda de que da vida a la biblioteca y propicia el acercamiento de nuevos usuarios, además de alimentar el imaginario de los escuchantes de cuentos, despertar su fantasía, revitalizar la tradición oral, dar a conocer obras literarias... En definitiva, con La hora del cuento las bibliotecas ofrecen a la sociedad todos los beneficios de escuchar historias, poniendo a disposición además, cientos de libros para quien, tras la narración, desee sumergirse en uno. Su vigencia es indudable.

Estrella Ortiz. Años 80

Narración oral y bibliotecas a partir de los años 80 Montserrat del Amo comenzó a contar en los años 50 en las bibliotecas populares de Madrid, donde se continuó promoviendo La hora del cuento durante las siguientes décadas. Fue en los ochenta cuando se extiende por todo el estado, con el auge de la literatura infantil y juvenil y los 22


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nuevos tiempos que corren en el país. Las bibliotecas –se fundan muchas en esta época, o se renuevan las ya existentes– quieren dar a conocer la variedad y riqueza de los títulos que llegan a sus estanterías, de modo que la aún débil hora del cuento se extiende e instala en muchas de ellas. El interés por la animación a la lectura generó el nacimiento de colectivos que organizaban diversas actividades, entre ellas, sesiones de cuentos, tal es el caso del Colectivo Fábula, por ejemplo. Otros maestros, escritores y artistas escénicos aterrizaron en los cuentos contados desde este creciente ánimo de conducir a los niños hacia la lectura. Es importante observar que el vínculo entre estos narradores y los libros, la escritura, la animación a la lectura, es muy estrecho. El hecho de contar en estos contextos partía del libro o remitía a él. La práctica de la narración de cuentos como acto oral –herencia de los antiguos narradores– y la cultura escrita mantenían, pues, una íntima relación. Se contaba en eventos relacionados con los libros: ferias, salones, bibliotecas, animación a la lectura. El libro y el contar caminaban de la mano. Son los años ochenta, una década en la que, como señala Bruno (2011) en su estudio, no había una noción clara de qué era contar cuentos, y aún menos del hecho de pagar por ello. Escuelas, bibliotecas y los propios narradores, «empezaban a ser parte de un oficio que nacía y muchos de ellos no eran conscientes de ello» (Bruno, 2011, párr. 15). Blanca Calvo –creadora, junto a Estrella Ortiz y Eva Ortiz, del Maratón de Cuentos de Guadalaja– cuenta que todo comenzó desde un sentido utilitario. A principios de los ochenta era directora de la Biblioteca Pública del Estado, y en aquella época: «Llegaban cientos de libros maravillosos que había que divulgar y poner en manos de los niños .(...) la función de empezar a contar era hacer ver que existían esos libros maravillosos». Uno de los puntos de partida aconteció cuando, en la Biblioteca, el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil organizó unas jornadas de literatura en las que participó Pep Durán contando cuentos, quien en ese momento era uno de los pioneros. Su trabajo –que fascinó e inspiró a muchos narradores que surgieron en aquel tiempo– despertó la idea de crear un personaje que contara cuentos a los niños de Guadalajara. Así nació la bruja Rotundifolia encarnada por Estrella Ortiz, hoy con calle propia en la ciudad. Después, en el año 1992, siendo Blanca Calvo alcaldesa, creyó necesario organizar una feria del libro, con motivo del Día del Libro, pues nunca se había hecho una. Para dar forma al programa de actos que acompañara la feria, convocó a Estrella Ortiz y Eva Ortiz, y puesto que tras los encuentros de literatura infantil que se habían realizado hasta la fecha en la BPM habían comprobado el valor del cuento, tuvieron claro que la narración oral estaría presente. Buscando qué actividades realizar, se les ocurrió la idea del primer maratón: pasar 24 horas contando cuentos para lograr que la ciudad 23


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entrara en el Libro Guinness de los Récords. La iniciativa no estuvo exenta de miradas críticas, pero contó también con el apoyo de un buen número de personalidades locales del mundo de la política y de la cultura. A día de hoy, el Maratón de los Cuentos le ha dado a una ciudad pequeña, sin una belleza muy espectacular, una personalidad, un motivo de orgullo, una seña de identidad. Tanto es así que en el estudio del nuevo plan de urbanismo se prevé reflejar que Guadalajara es la ciudad de los cuentos mediante diversas acciones que se están estudiando. Esa década de los 90 que vió nacer al Maratón de Guadalajara, supuso el inicio de programas estables de La hora del cuento en muchas bibliotecas de todo el país, hecho que aumentó la demanda de narradores, propiciando que algunos llegaran a tener trabajo suficiente como para convertir la narración de cuentos en su profesión. En los colegios, el mercado editorial agradece la compra de libros ofreciendo sesiones de cuentos, la LIJ sigue creciendo y se fundan nuevas editoriales especializadas, también librerías, la demanda de cuentos contados relacionados con los libros sigue creciendo.

Primer Maratón de Cuentos de Guadalajara (1992). Fuente: web del Maratón

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La hora del cuento en otros países En la vecina Francia, la narración en las bibliotecas siguiendo el modelo escandinavo, comenzó alrededor de los años 20 del siglo pasado, con el impulso de Marguerite Gruny y Mathilde Leriche en la biblioteca La hora feliz. Durante los años 40, fueron apareciendo en la escuela ciertas corrientes de pensamiento que pusieron en marcha nuevas relaciones entre la cultura popular y la educación. Joffre Dumazedier será uno de sus impulsores, así como las redes Peuples et Culture (Pueblos y Cultura). La llegada al país de las teorías de Bruno Bettelheim a principios de los setenta, despertaron el interés por el uso pedagógico y terapéutico del cuento. Con el impulso de Geneviève Patte, las bibliotecas herederas de La hora feliz hicieron sitio a la narración y a los nuevos narradores, estableciendo un vínculo entre los libros y la literatura oral. Volviendo la mirada hacia el continente americano, una mujer será clave en la relación entre oralidad y bibliotecas: María Teresa Freire de Andrade, directora de la Biblioteca Nacional José Martí y de la Red Nacional de Bibliotecas Públicas. Freire está considerada como la fundadora de la bibliotecología cubana, además de como una figura importante de la cultura de la isla. En el año 1947 impartió un curso sobre “El arte de contar cuentos” y publicó, siguiendo la experiencia escandinava, un artículo acerca de la importancia de La hora del cuento. La Biblioteca Nacional fue la primera institución en realizar esta actividad en Cuba, y para llevarla a cabo, María Teresa Freire y uno de sus asesores, el poeta Eliseo Diego, formaron a muchos narradores de cuentos infantiles. Navarro, una de las narradoras más importantes de Cuba, en su prólogo a El vuelo de la flecha (2012), cuenta:

Si la Doctora Freyre fue como antecedente, una suerte de chispa para encender el fuego del arte de contar cuentos en Cuba, Eliseo fue la llama que nutrió la hoguera de alcances impredecibles por entonces. (...) Llegó con sus clases, conferencias y conversatorios, adonde quiera que fuera reclamada su monumental sabiduría: bibliotecarias públicas y escolares, maestros, asistentes de círculos infantiles, directivos de instituciones culturales y docentes, planes especiales, entre otros, y en muy diversos sitios de la isla (pág. 11).

María del Carmen Garcini se unió a ambos en la coordinación de aquel movimiento y, al referirse a su papel dentro del mismo, Navarro (2012) asegura:

(...) Fue ella protagonista clave (...) por haber sentado entre nosotros las bases teóricas y técnicas del arte de 25


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contar cuentos de viva voz. Su contribución ha quedado plasmada en la Colección Textos para Narradores. Gracias a su quehacer investigativo, realizó innumerables búsquedas, traducciones, lecturas y estudios sobre el tema, que la dotaron de sólidos conocimientos (...) para revisar y escribir artículos teóricos y para ejercer como docente en los seminarios impartidos entre 1963 y 1966, desde el departamento de literatura y narraciones infantiles, inicialmente llamado Filológico de Narraciones (pág. 13).

Además del importante trabajo realizado por este equipo hay que decir que los cuentos estaban presentes en Cuba tanto en las voces de abuelas y madres, como en las escuelas. Claro ejemplo es Haydée Arteaga conocida como La señora de los cuentos, y para muchos la narradora oral cubana más emblemática. Comenzó a contar en 1935 dentro de los proyectos comunitarios en los que trabajaba y no ha dejado de hacerlo a lo largo de su larga vida. Conoció el cuento a través de su abuela Teresita, y aunque entró en contacto con Freire, Diego y Garcini colaborando con ellos en muchas ocasiones, creó y mantuvo sus propios espacios dedicados a la infancia y a los cuentos. Por otra parte, se sabe que Ruth Sawyer, autora de influyentes textos sobre el arte de contar, estuvo en La Habana en 1900 enseñando a contar a maestras de preescolar, hecho que nos permite suponer que ya en aquellos años, hubo una interesante influencia e intercambio ente Cuba y la corriente escandinava implantada en Estados Unidos.

Bibliotecas: un lugar donde contar, escuchar y leer Desde luego, hay una estrecha relación entre la animación a la lectura y el florecimiento de la narración oral, y también entre la afición a la lectura y el gusto por contar y escuchar cuentos. Por eso se puede decir que la corriente escandinava ha tenido mucho que ver en el renacimiento de la narración oral. La hora del cuento generó el nacimiento de muchos narradores, de cuya experiencia surgieron algunos de los primeros libros metodológicos que fueron dando cuerpo teórico a la práctica del moderno narrador de cuentos en el contexto bibliotecario o escolar. El cuento pone en marcha los mecanismos de nuestro inconsciente, asegura el psicoanálisis. La lectura también. El cuento responde a las preguntas existenciales que nos atraviesan, ¿la lectura?, por supuesto. Petit (1999) en el curso de sus investigaciones en bibliotecas de barrios parisinos desfavorecidos con mayoría de población inmigrante, recogió valiosos testimonios de jóvenes usuarios. Son tan emocionantes que merece la pena hacerse eco de alguno de ellos:

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Ridha, 22 años, hijo de inmigrantes argelinos: Cuando era chico, cada uno de los libros era una alternativa, una posibilidad en encontrar salidas, soluciones a problemas, y cada uno era una persona, una individualidad a la cual podía conocer en el mundo (...). La biblioteca ideal es una biblioteca que hace soñar a los niños, que no les impone ideas o imágenes o historias, sino que les muestra posibilidades, alternativas. (...) Leer historias simplemente, tal vez por el puro placer de contar, mostrar que se puede soñar y que hay salidas y que no todo está inmóvil. Que uno inventa su vida, que es posible inventarse la vida (pág. 30).

Las bibliotecas, esos maravillosos cofres de tesoros, permiten el acceso libre y gratuito al inmenso catálogo de títulos que atesoran, y con La hora del cuento ofrecen el disfrute de los cuentos narrados, de la palabra compartida. Ojalá cada una de ellas sea vivida como ese lugar donde soñar, donde todo puede ser posible, donde las preguntas encuentran respuestas, sea entre las páginas de un buen libro o en los ecos de una voz narradora. Cristina Temprano

Este artículo ha sido realizado a partir de los contenidos incluidos en mi tesis doctoral: El sentido de los cuentos en el modelaje cultural y educativo de los ciudadanos: su análisis en la posmodernidad de las primeras décadas del tercer milenio. Universidad Complutense de Madrid, 2017.

Bibliografía citada Amo del, M. (1964). La hora del cuento. Madrid, España: Servicio Nacional de Lectura. Bruno, P. (2011). Una historia de la profesionalización de la narración oral en España [Artículo en u n a w e b ] . P e p B r u n o . R e c u p e r a d o d e h t t p : / / w w w. p e p b r u n o . c o m / i n d e x . p h p ? option=com_content&view=category&lay out=blog&id=44&Itemid=68&lang=es Fortún, E. (1991). Pues señor... Cómo debe contarse el cuento y Cuentos para ser contados. Barcelona, España: José J. de Olañeta, Editor. 27


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Garralón, A. (2001). Historia portátil de la literatura infantil. Madrid, España: Grupo Anaya. Garzón Céspedes, F. (1995). Teoría y técnica de la narración oral escénica. Madrid, España: Laura Avilés, D.L. Petit, M. (1999). Nuevos acercamientos a los jóvenes y la lectura. Ciudad de México, México: Fondo de Cultura Económica. Sanfilippo, M. (2005). El renacimiento de la narración oral en Italia y en España (tesis doctoral). Universidad Nacional de Educación a Distancia, España. Sawyer, R. (2012). La narración de cuentos: un arte popular. En J. Lozada Guevara. (Ed.), El vuelo de la flecha (106-117). La Habana, Cuba: Babieca Editores.

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III. SESIONES INFANTILES Y FAMILIARES

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2. Las joyas de la corona: niños y niñas de más de 3 años

La narración oral para público infantil de más de 3-4 años, hasta aproximadamente 8-9 (acompañados casi siempre de personas adultas), es, sin duda, la más veterana y extendida de las modalidades de cuentos contados en las bibliotecas españolas. Por eso, la mayoría de quienes han contestado el cuestionario online citado en el epígrafe «Manual de instrucciones para leer esta revista» describen actividades de cuentos para esta franja de edad, ya sea a cargo del propio personal de la biblioteca o de profesionales cuenteros. Destacan, ante todo, la buena acogida que la narración oral tiene, siendo en muchas de las bibliotecas, una actividad con altísima demanda. En total, se han recopilado 196 respuestas de entidades repartidas geográficamente por toda España. Los datos reflejan que, en casi todas las bibliotecas, los cuentos contados llevan presentes años e incluso décadas, siendo una actividad consolidada, muy bien valorada por el público y a la que se intenta, siempre que los presupuestos lo permiten, otorgar una periodicidad razonable. Desde la Red de Bibliotecas Municipales de Salamanca aseguran que comenzaron con las sesiones de cuentos en 1983, cuando abrió la primera biblioteca municipal. Y en la Biblioteca Pública de Requena (Valencia), en 1985, coincidiendo con la creación de la Feria del Libro. Son dos de las pioneras, pero son muchas las que superan las dos décadas implicadas en los cuentos contados. La frecuencia con la que se realiza esta actividad está sujeta a un factor determinante: el presupuesto, especialmente si quien lo realiza es un/a profesional. Por eso se solventa a veces únicamente con la buena voluntad del bibliotecario o bibliotecaria e incluso voluntarios/as (padres y madres, maestros, abuelos, miembros de asociaciones varias...). En estos últimos casos, el cuentacuentos se puede llegar a realizar semanalmente, mientras que cuando se contrata a narradores o narradoras, la periodicidad, aunque existen excepciones quincenales, suele ser, como máximo, mensual, como en la Red de Bibliotecas Municipales de Oviedo o en las Bibliotecas de Arganda del Rey (Madrid), por poner solo dos ejemplos. Ambas delegan las sesiones de narración a profesionales. 30


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Otras bibliotecas únicamente recurren a especialistas en días o fechas señaladas: Semana del Libro, Navidad, Halloween, el Día del Árbol, etc. Es decir, 3 o 4 veces al año. Y es bastante frecuente decantarse por una fórmula mixta. Es decir, que cuando hay dinero, cuentan los profesionales. Cuando no, los bibliotecarios/as o contadores amateurs. Resulta digno de mención que, de las casi 200 bibliotecas que han respondido a este apartado, más de la mitad declara contratar profesionales, frente a un 10% en las que estas actividades son llevadas a cabo únicamente por bibliotecarios/as o voluntarios/as. El resto no especifica quién o quiénes las realizan.

Ana Apika. Biblioteca de San Juan, Santurtzi (Vizcaya)

Nada como un/a profesional Precisamente en aquellas bibliotecas que combinan en sus programaciones la presencia de narradores profesionales y aficionados/as tal vez es donde los bibliotecarios/as más reconocimiento otorgan al trabajo de los primeros. En la Biblioteca de Navarra, en Pamplona, donde narran cuentos los/as voluntarios/as todos los miércoles, en tres idiomas (castellano, euskera e inglés) exponen: «Algunos voluntarios/as no son muy buenos contando (…). Otros lo hacen genial y encima, al ser 31


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padres y madres, transmiten una experiencia muy positiva para los niños/as de la biblioteca. En otras ocasiones vienen profesionales (…). Un profesional tiene un trabajo detrás que se hace notar bastante. La calidad narrativa es mucho mayor». En la Biblioteca Canyadó i Casagemes-Joan Argenté de Badalona (Barcelona) casi siempre el personal es quien lleva a cabo este tipo de actividades. «No somos profesionales, y se nota cuando viene un profesional a hacer una hora del cuento y todos/as nos quedamos embelesados/ as», revelan. Mientras que en la BP Silo del Conocimiento de Villarrobledo (Toledo) los bibliotecarios/as, encargados de la narración oral, exponen sus dificultades para encontrar «cuentos interesantes que contar. Se publica mucho libro infantil, pero cuando lees muchos, compruebas que es muy complicado enganchar a los niños a la historia», y le sigue la autocrítica: «También puede ser por mi falta de experiencia, claro». En otras bibliotecas, mencionan otras épocas a la hora de comparar. Así, en la Biblioteca Iván de Vargas, de titularidad municipal, en Madrid, donde se realizan dos cuentacuentos al mes a cargo de profesionales afirman que «Por experiencias pasadas, los cuentacuentos tienen éxito si quienes los realizan son profesionales». Conviene aclarar al respecto que el Ayuntamiento de Madrid, tras unos años de «sequía» en los que los cuentos estaban a cargo de aficionados/as o cualquiera que se prestara a contar por un puñado de euros, retomó recientemente la contratación de especialistas. A la hora de plantearse con qué narradores/as profesionales van a contar a lo largo de la temporada, que suele coincidir con el año escolar, casi siempre se opta por la variedad, aunque alguno o alguna que haya gustado especialmente, repita. Y como no, el coste también es un factor decisivo en ocasiones, como destacan en la Biblioteca San Basilio, de Murcia: «Procuramos no repetir contador de una sesión a otra, pero unos funcionan mejor que otros. Como nuestro presupuesto es escaso, a veces no podemos acceder a los mejores». Hay excepciones a esta regla de buscar estilos narrativos variados. Hasta fechas recientes, la Biblioteca Central de Coslada (Madrid) contaba con una narradora en nómina por parte del Ayuntamiento. En otras, como la de Rego da Balsa, de Carballo (A Coruña), todas las sesiones las realiza desde hace tres años una misma compañía.

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Gran demanda y valoración positiva La encuesta refleja claramente una valoración muy positiva y alta demanda de las sesiones de cuentos por parte del público. Conviene tener en cuenta que son actividades gratuitas. Por ello, son muchas bibliotecas las que reparten invitaciones o funcionan mediante un sistema de reserva previa, especialmente si la actividad se va a celebrar en una sala pequeña, que normalmente es la sala infantil de la propia biblioteca, de aforo reducido, que suelen oscilar entre las 15 y 80 personas. Para aumentar la capacidad, a veces se habilitan otros espacios como salones de actos anexos, que suelen superar el centenar de plazas, e incluso llegar a 300 o 400. Se gana en cantidad, pero sin duda, suponen una mayor distancia entre narrador y público y mayor esfuerzo para que las historias lleguen. La temporada de cuentos en bibliotecas suele coincidir con el curso escolar, pero en un puñado de ellas se alarga e incluye la temporada estival. En esos casos, el auditorio suele ser al aire libre: algún patio, plaza e incluso la piscina. Si bien los llenos y la alta participación son la tónica general, hay varias bibliotecas que resaltan que ha bajado la afluencia o que la respuesta del público no es la esperada. Desde la Biblioteca Municipal de Teror, en Gran Canaria, donde realizan 3 o 4 cuentacuentos al año y, sin especificar motivos, exponen: «En general, es una actividad que al que viene le suele gustar y sale satisfecho. No obstante, a pesar del esfuerzo que realizamos por atraer público, a veces nos cuesta tener suficientes personas». Otros/as colegas sí lo achacan a un mayor número de actividades extraescolares, mayor oferta de actividades similares en el entorno o cambio de hábitos de ocio en las familias con una presencia cada vez más potente de las pantallas y dispositivos electrónicos. Casi todas las bibliotecas encuestadas hablan de «sesiones familiares» más que «infantiles», es decir, actividades abiertas en las que un adulto (al menos) acompaña al niño/a. En algún caso, por deseo de los progenitores, no tanto de los responsables de la biblioteca, como queda patente en contestaciones como la Berako Herri Ligurutegia de Bera (Navarra): «Hemos batallado para que fuera únicamente para niños y niñas (sin adultos), pero hemos tenido quejas y al final hemos optado por dar prioridad a los niños respetando el aforo máximo. Es decir, que no se queden personas adultas en la sesión si hay niños que se han quedado sin poder entrar». En la Biblioteca Pública Municipal de Martos (Jaén) ocurre algo similar, otorgando prioridad a los pequeños/as. En la Biblioteca de Villamayor (Salamanca) han implantado desde hace unos años una fórmula con la que todo el mundo parece estar satisfecho. La han bautizado como «Desparejados» 33


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y consiste en celebrar de manera simultánea sesiones únicamente infantiles y sesiones solo para adultos. De modo que mientras los retoños disfrutan de sus cuentos, los padres, en otra sala, hacen lo propio. El programa se celebra una o dos veces al trimestre. Para ello disponen de dos buenos espacios y presupuesto suficiente, obviamente, pues ambas las llevan a cabo profesionales. En bibliotecas como la Miguel Artigas, de Astillero (Cantabria) se combinan las propiamente infantiles con las familiares, de las que dicen «son actividades gratuitas que muchos adultos no valoran y respetan, por lo que muchas veces es preferible que se dediquen solo a los niños».

Erica González, Biblioteca de San Telmo (Palencia)

Educar a los mayores Aunque a estas alturas pueda parecer increíble, junto con la escasez del presupuesto, esta es la principal queja de los bibliotecarios/as españoles: el comportamiento de las personas adultas en las sesiones destinadas a público infantil. Lo que pone de manifiesto que, a pesar de ser actividades consolidadas, mantenidas en el tiempo, demandadas y con unos receptores fidelizados, sigue siendo imprescindible incidir en la labor de educación y sensibilización. 34


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Por un lado, hay bibliotecas que lamentan que los padres y madres, que son quienes acompañan normalmente a los niños/as, no controlen más a sus hijos/as. Un ejemplo es la Biblioteca Pública de Santiago Ánxel Casal, de Santiago de Compostela, donde todos los sábados por la mañana hay un cuentacuentos a cargo de un profesional: «Tenemos un problema con algunos adultos que acompañan a los menores y es que la consideran una actividad de patio y no entienden que, si el niño o niña llora más de lo razonable o está corriendo por la sala, deben salir, porque hay una persona que está haciendo su trabajo y otras que quieren atender». Por otro lado, y este comentario se repite más aún, los responsables de las bibliotecas españolas expresan su disconformidad, cuando no indignación, con las interferencias que provienen de los propios adultos «que se comportan peor que los niños», aseguran en la BPM de Cariñena (Zaragoza). «No siempre respetan las condiciones necesarias de silencio y atención», opinan en la Biblioteca Municipal de Lorca (Murcia). Y el discurso puede ser aún más tajante y pormenorizado, como el que llega de la Biblioteca Municipal Camilo José Cela de Hoyo de Manzanares (Madrid): «Son los adultos los que hablan, usan el móvil, dan de merendar a sus pequeños y no entienden el objetivo de crear el hábito de escuchar y dejarse llevar por las historias que nos narran».

Sesiones concertadas con colegios Hasta ahora, hemos hablado de las sesiones de narración abiertas al público, pero, entre las actividades relacionadas con la narración oral que realizan las bibliotecas españolas, existen otras coordinadas con los centros educativos de la zona (normalmente en horario lectivo). En la Red de Bibliotecas Municipales de Bilbao o en otras como la de Alagón (Zaragoza) o Mendavía (Navarra), los niños y niñas acompañados de sus docentes visitan la biblioteca para escuchar cuentos. En la pequeña localidad de Pazos de Borbén (Pontevedra), que cuenta con 3.000 habitantes, dicen no realizar actividades en horarios de tarde «porque los padres no traen a los niños a las mismas». De este modo, solamente organiza actividades de narración oral «en colaboración con el único colegio público de la localidad, en la que estudian prácticamente el 100% de los menores en edad escolar hasta finalizar la ESO. Por supuesto, tienen muy buena acogida y se realizan en la sala de lectura de la biblioteca, en el auditorio del ayuntamiento y, en algunas ocasiones, en las instalaciones escolares». Como ya se ha mencionado, las sesiones de narración oral infantiles o familiares, 35


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especialmente las llevadas a cabo por cuenteros/as profesionales, son muy apreciadas, tanto por el público como por los empleados/as de las bibliotecas, quienes coinciden en subrayar que es un excelente medio para dar a conocer la biblioteca entre nuevos usuarios, fidelizar, acercar la literatura a niños y niñas, crear vínculos con las familias del entorno y contribuir a insuflar vida a un espacio que, en el caso de pequeñas poblaciones, a veces se convierte en el único referente cultural. Son actividades que históricamente y también en la actualidad se han enmarcado dentro de lo que se ha llamado «animación a la lectura». Esa animosidad o afición de los niños y niñas a los libros tiene su reflejo cuantitativo en la cantidad de carnés o préstamos realizados por la biblioteca. Es en este punto donde encontramos una patente división de opiniones entre las instituciones consultadas. Las hay que sí piensan que las sesiones repercuten en el número de títulos que los usuarios se llevan a casa, como la BP Octavi Viader i Margarit, de Sant Feliu de Guixols, en Girona, la de Fuente del Álamo, de Murcia, o la BPM de Guardamar de Segura (Alicante): «Los días de actividades, al acudir muchos usuarios a la biblioteca, el préstamo suele ser mayor que otros». En cambio, no parece suceder lo mismo en otras como la Biblioteca Lázaro Carreter de Villanueva de la Cañada (Madrid), donde explican que «después de tantos años (15), las estadísticas nos dicen que sigue habiendo familias que vienen al cuentacuentos para disfrutar de un espectáculo gratuito pero no son socias de la biblioteca. Por más que mostramos los cuentos narrados, los cuentacuentos no hacen que suba el número de préstamos o de carnés». Lo mismo ocurre en la BPM de Barx (Valencia): «...no repercute en un incremento sustancial de préstamo de libros», revelan.

Los dichosos presupuestos La reivindicación por excelencia, junto con la del buen comportamiento de los mayores, es la de solicitar más recursos. Curiosamente, solo una biblioteca de todas las encuestadas considera «excesivo» el precio de las sesiones de los profesionales. La reclamación apunta, por tanto, a las instituciones que financian las actividades. De una parte, reclaman un mayor esfuerzo económico para contratar profesionales o hacerlo con la frecuencia deseada, así como más personal para atender mejor al público y para lograr un óptimo desarrollo de las actividades. Por otro, contar con espacios que tengan las mejores 36


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condiciones posibles para la celebración de La Hora del Cuento. Y atendiendo a que las bibliotecas encuestadas son entes públicos y no cobran entrada al público, la dependencia de asignaciones municipales, autonómicas, estatales o subvenciones de distinto tipo, es total. En la Biblioteca de Alfamén (Zaragoza) explican que las sesiones de narración oral las realizan «...cuando el Ayuntamiento destina presupuesto (cada 2 o 3 meses) y cuando llegan de la Diputación Provincial de Zaragoza las campañas de Animación a la Lectura de Otoño y Primavera. Este 2018 se han suprimido» (ver nuestro artículo «La magia se diluye»). En tanto que la BPM Orgaz (Toledo) afirma que existe «falta de medios e inversiones en actividades, ausencia de espacios adecuados para realizarlas y el total desinterés y apoyo por parte de los responsables políticos». Es bastante habitual, además, que no exista un recinto independiente que aísle el espacio de la sesión del resto de la biblioteca. Algunas optan por suspender el resto de servicios durante el cuentacuentos y otras no pueden permitírselo, pues solo abren unas horas al día. «Si no hay personal de refuerzo, no se puede atender al préstamo/devolución de libros», afirman en la BM Antonio Machado, Andújar (Jaén), donde también subrayan que el espacio no es el ideal. Son muy numerosas las bibliotecas que en la encuesta se quejan de que las salas asignadas se quedan pequeñas para la demanda existente en las actividades de narración oral.

Baja la edad Otros comentarios recurrentes, tanto en la encuesta como en las bibliotecas que visitamos los narradores/as, son los referidos a la edad, cada vez más reducida, de los menores que acuden a la hora del cuento. Aunque se suele establecer y anunciar que los niños y niñas que acudan deben superar los 3 o 4 años, lo más común es que haya menores de esa edad e incluso bebés, con los inconvenientes que eso acarrea tanto para el narrador/a, que probablemente haya diseñado la sesión (repertorio, recursos y duración) para más mayores; como para la biblioteca y el satisfactorio transcurrir de la actividad. Así expresan el sentir general en varias bibliotecas, como la BPM Estepa (Sevilla). «La edad es de 3 años en adelante, pero normalmente vienen niños más pequeños, ya que acuden acompañando a sus hermanos más mayores y sus papás»; la Biblioteca M.ª Dolores García Sánchez, de La Vall de Uixó (Castellón):« El público asistente es cada vez más joven y se pierden 37


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los usuarios de más de 7 u 8 años»; o la Biblioteca Miguel Artigas, El Astillero (Cantabria): «Los que verdaderamente ya escuchan mejor, a partir de seis años, ya no acuden con asiduidad, a no ser que sea cuento con un taller asociado».

Carlos Alba. Biblioteca de Pumarín (Oviedo)

Para las bibliotecas es complicado controlar las edades del público, como subrayan los responsables de la BPM Luis Rius, Tarancón (Cuenca), que creen que el desajuste de edades de los pequeños es un inconveniente: «Nos hemos dado cuenta, hablándolo con los narradores, de que hay un público que se pierde la actividad porque las diferencias de edad son grandes». En esta misma línea se manifiesta la BP San Jorge, de Pamplona: «A veces las diferentes edades de los niños hacen difícil seleccionar el cuento apropiado para captar la atención de todos». (Ver nuestro artículo «Cuando los niños grandes sí vienen a escuchar cuentos».)

Algunas sesiones diferentes Exceptuando País Vasco, Navarra, Cataluña y Galicia, donde es muy frecuente que las sesiones 38


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infantiles se realicen en la lengua del territorio, en el resto de España todavía no es un fenómeno excesivamente común que se narre en alguna lengua que no sea castellano. Solo un puñado de bibliotecas, refleja la encuesta, ceden el espacio al inglés u otros idiomas. En este sentido, merece mención especial la Biblioteca de La Puebla de Alfidén (Zaragoza) con una curiosa iniciativa de integración: «Nos ha dado muy buen resultado organizar sesiones de cuentos en distintos idiomas, contando con familias del municipio. El programa se llama “Babel de cuentos”» (ver nuestro artículo «Storytelling»). A tenor de las contestaciones, se ve que hay bibliotecas en las que los cuentos contados se acompañan de otras actividades, especialmente cuando no narra un profesional. De esta manera, parece común que después de contar se realice alguna manualidad relacionada; pero hemos encontrado iniciativas que van desde los «cuentos con chocolate», en los que los progenitores cuentan y después se realiza una merienda para todos; a la proyección de una película de animación tras la contada; o el acompañamiento de profesional de la narración por un ilustrador. Sea como sea, cierto es que los cuentos contados para niños forman ya parte del ADN de las bibliotecas desde hace décadas. Sin embargo, parece que el camino por recorrer aún es largo y peliagudo. Y si bien la acogida de las sesiones de cuentos a cargo de profesionales se podría calificar de excelente y nadie discute el impacto positivo que tiene en otros aspectos, es cierto que aún está en tela de juicio que los cuentos narrados tengan incidencia directa en los índices de lectura. Tal vez, como señala el editorial de esta revista, haya que mirar más allá del corto plazo y de los números. Las bases ya están asentadas. Ahora las principales asignaturas pendientes son atraer también a niños/as mayores y adolescente a escuchar relatos; que las instituciones entiendan que es una inversión necesaria a futuro; y sensibilizar a los padres, madres y adultos que acompañan a los niños para que entiendan que una sesión de cuentos contados no es una actividad de patio ni un espectáculo gratuito, sino un espacio para la escucha, la transmisión de conocimientos y valores y, sobre todo, para el disfrute de la palabra. Elia Tralará

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3. Cuando los niños grandes sí vienen a escuchar cuentos

Hace un tiempo leí con interés un artículo publicado por Laura Escuela titulado «¿Por qué no vienen niños grandes a escuchar cuentos?». Planteaba, entre otras cuestiones, que los narradores debían adaptarse al público de las sesiones familiares, pero qué se debería hacer cuando después de mucho tiempo eso se convierte en dejar de contar cuentos a niños mayores a menos que vayas a un colegio. Al mismo tiempo, y de manera reiterada, la mayoría de los narradores que visitan la Biblioteca Pública de Villamayor se sorprenden, ya que la media de edad de asistencia a las sesiones familiares de narración oral que disfrutamos se sitúa cerca de los 7 años. Al parecer este hecho es más la excepción que la regla en los distintos centros que visitan.

Nelson Calderón en la Biblioteca de Villamayor (Salamanca)

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Imagino que no hay fórmulas universales para lograr el equilibrio de edades en las sesiones familiares de narración oral, pero el abandono de determinadas franjas de edad creo que, en parte, tiene que ver con cierta dejación de funciones en la que hemos caído las bibliotecarias y los bibliotecarios, programadores y responsables de salas desde la época en la que se inició esta crisis económica tan grave que nos afecta como instituciones culturales. Me refiero a la última década. Como consecuencia de esta gravísima crisis aplicamos, en términos generales, una ecuación simplista a la situación que se nos presentaba: si no disponemos de los recursos financieros necesarios para el mantenimiento de una programación, o de una programación similar a la que disfrutábamos, ensanchamos la base de asistencia a los mismos relajando los controles de acceso y las recomendaciones por edades de los distintos espectáculos. Centrándome en el ámbito bibliotecario para establecer una analogía, ya que es en el que desarrollo mi labor profesional, sería algo así como si ante la falta de presupuesto para la adquisición de fondos bibliográficos destinados al público adolescente o adulto les ofreciésemos a estos usuarios como única opción leer libros destinados a primeros lectores o incluso prelectores. El resultado sería evidente: esos adultos o adolescentes dejarían de venir a las bibliotecas a prestar libros. En el mejor de los casos los buscarían en otros espacios y en el peor se perderían como lectores dentro de la abundante oferta de entretenimiento pasivo que se les ofrece. Parto de la base de lo frágil que es el terreno en el que nos movemos, de que no hay una foto fija que defina qué es lo más adecuado para retener a ese tipo de público tan deseado por los narradores, y que de lo que presumo que disfrutamos por ahora aquí (narradores y responsables de esta biblioteca) mañana puede diluirse. Sin embargo, hemos iniciado un nuevo curso y seguimos en la misma línea de asistencia, tanto de público adulto como de edad media infantil. ¿Por qué?

Selección y condiciones Hay dos cuestiones distintas para afrontar esta pregunta desde un espacio pequeño como el nuestro. La primera hace referencia a la selección de los narradores, y la segunda a las condiciones de acceso a los espectáculos que establecemos. Es decir, cuestiones relacionadas con el fondo del espectáculo y con la forma del mismo. Con el envoltorio. La primera, las cuestiones relacionadas con el fondo del espectáculo, atañen a los propios profesionales que desarrollan la actividad y a los que se les supone, y exige, profesionalidad y calidad. Bajo esta premisa las familias siempre se acercarán a disfrutar de un espectáculo en el que, 41


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al igual que en el teatro, el directo es la mejor demostración de que por parte del narrador no hay ni trampa ni cartón en lo que cuenta. Cada espectáculo es único y esa unicidad es la que le otorga la magia que favorece la presencia del público. Si cuidas la selección, favoreces la asistencia. En relación a la segunda, en cuanto a la forma, no hemos abdicado, ni en los momentos en los que la falta de financiación para el mantenimiento de las programaciones llegó a ser alarmante, de esa responsabilidad que se nos supone de formación de nuevos públicos. Siguiendo con la analogía que antes exponía, en las bibliotecas, durante esta crisis social y cultural, ningún bibliotecario ni bibliotecaria ha dejado de lado su responsabilidad de crear nuevos públicos lectores. Es nuestra función y la ejercemos. Y sobre todo nos la creemos. Si no lo hemos dejado en un ámbito, tampoco deberíamos haberlo dejado en el otro. De esta manera en la Biblioteca establecimos desde el inicio de las programaciones, hace más de 15 años, un ritual que seguimos cumpliendo y que cuenta, por esa perseverancia en el tiempo, con la complicidad de las familias usuarias, mediante el que obligamos a la retirada de invitaciones, establecemos un sistema de control de asistencia a los espectáculos, marcamos de forma estricta las edades y aforos para cada tipo de espectáculo, damos siempre la bienvenida y agradecemos la presencia de todos, pero en el que llegado el caso «no es no». Acostumbrados como estamos a que en las Bibliotecas siempre nos reciban con un sí, o con un «vamos a ver» o «vamos a intentarlo», sé que nos cuesta decir que no. Y en este ámbito de la narración, del respeto a nuestros usuarios y usuarias y a los propios espectáculos que seleccionamos, decir «no» a un padre o una madre que insiste en asistir con su hijo a una sesión no destinada a la franja de edad correspondiente debería ser parte de ese proceso de creación de nuevos públicos al que también nos debemos con 42


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la misma vocación con la que creamos nuevos públicos lectores recomendando y seleccionando lecturas adecuadas según franjas de edad. En unas actividades absolutamente necesarias en las bibliotecas públicas garantizar que cada espectáculo esté destinado a su público, y que así se sientan protagonistas de los mismos, es una de esas garantías para recuperar determinadas edades y afianzar a las que nos acompañan. Contribuiríamos así a escuchar cada vez menos ese «Nosotros no contamos para los niños grandes porque ellos no vienen, y ellos no vienen porque no les contamos». Manuel Hernández Bibliotecario de la Biblioteca Pública de Villamayor (Salamanca) Villamayor es un municipio muy cercano a la ciudad Salamanca, con una población en torno a los 7.000 habitantes, donde se realizan actividades de animación a la lectura desde hace 15 años

Paula Carballeira en la Biblioteca de Villamayor (Salamanca)

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4. Normas de comportamiento y recomendaciones para la supervivencia

1 Prohibido lanzar flechas o dagas al espectador de delante 
 (por muy feo que este sea) aprovechando su embeleso. El hecho de que no estén envenenadas no es excusa.

Lo mismo para clavar espadas o puñales, aunque sea poco.

Si el niño o niña se pone muy nervioso o nerviosa con la prohibición, negociaremos.

2 Procuren no miccionar en la sala durante la representación o, por lo menos, en la medida que su fisiología se lo permita, dirijan el caudal hacia la pared, no hacia el resto de espectadores, para atenuar las distracciones.

Lo mismo para aguas mayores.

3. Antes de escupir, 44


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observe si hay carteles que lo prohíban. De no ser así dirija el esputo hacia una zona lo más libre de personas que vea. (A no ser que sean de esas que no paran de hablar.)

4 Está recomendado no entrar a la sala, y en lo posible a la biblioteca, con animales salvajes, por mucho cariño que se les tenga. Especialmente los carnívoros. Aunque sean bonitos.

Ni para escuchar un cuento y sacarlos, que luego no los sacáis y se producen reclamaciones por devoración de piernas, brazos y eso.

5 Evitar, si se puede, accionar artefactos explosivos, ya sean de fabricación casera o marca registrada.

6 Aparcar fuera de la sala (no dentro) si se encuentra estacionamiento gratuito alternativo.

7 Si la niña no tiene otro momento 45


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para practicar trombón, procuraremos que toque bajito. Lo mismo para el resto de instrumentos de viento madera o viento metal.

Esta recomendación es aplicable también a los instrumentos de cuerda o percusión.

Lo mismo para el niño.

8 No aprovechar la semipenumbra de la sala ni la sensación de impunidad que otorga la masa para vaciar los ceniceros del coche en el suelo.

9 No lanzar narradores, narradoras ni otros objetos contundentes por la ventana sin mirar primero si pasa alguien por debajo (podríamos lastimar a alguien inocente). 
 10 No introducir de tapadillo sustancias radioactivas, gases venenosos, virus mortales contagiosos u otras sustancias, materias o entes que pudieran resultar molestos.

11 Venir con la batería del marcapasos recargada de casa.

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Comprobar al salir que no llevan consigo sillas, puertas, losetas del suelo, ladrillos de la sala, columnas que parezcan importantes para el sostenimiento del edificio ni otro tipo de elementos que puedan resultar imprescindibles en lo sucesivo.

13 Si usted es de esos que aprovecha para dejar el chiquillo y echar un café tranquilamente, recuerde recogerlo luego o aportar dinero para su sustento, por lo menos hasta que alcance la mayoría de edad.

Pablo Albo

Pablo Albo, Biblioteca El Carmel Juan Marse. Festival Munt de Mots (Barcelona). Fotografía de Alekos

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IV. SESIONES PARA BEBÉS

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5. Los bebés llegan a las bibliotecas

Las sesiones de Bebecuentos, sesiones de cuentos dirigidas a niños y niñas entre 0 y 36 meses y sus familias, comenzaron tímidamente hace aproximadamente veinte años en Bibliotecas de diferentes puntos del país, aunque se han desarrollado especialmente durante los últimos cinco años en la mayoría de ellas. Suelen ser sesiones de cuentos, poemas y canciones a través de fórmulas de tradición oral (canciones tradicionales, nanas, juegos de mano o falda, etc.), de libros y objetos de diferente tipo. En estas sesiones la persona que cuenta prepara su repertorio, en ocasiones de forma temática, utilizando los elementos que considere y, entre 20 y 40 minutos, despliega su arte ante un número de usuarios determinado (normalmente sobre las 20 familias), que se colocan de una forma específica (a veces en moqueta en el suelo, en semicírculo, en gradas o como el espacio lo permita).

Rincón de lectura en la casa de la narradora Paloma Balandis

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Los bebés llegan a las bibliotecas cuando el personal bibliotecario entiende que también son usuarios, no futuros usuarios sino usuarios en sí mismos, y es preciso destinar presupuesto a comprar fondos, preparar un espacio y realizar actividades para ellos. Programar este tipo de sesiones en las bibliotecas abre una propuesta cultural necesaria ante un público que normalmente no reciben atención en las programaciones. Las instituciones públicas suelen afanarse en desplegar acciones dirigidas a niños y niñas mayores de tres años y son pocas las que llegan a los más pequeños/as. De ahí que en muchos lugares las sesiones de cuentos para bebés se hayan convertido en una de las pocas acciones relacionadas con la cultura a las que las familias pueden acudir, y cuenten con tal demanda que estén obligando a las instituciones a destinar mayor partida económica a esta actividad. Son muchas las ventajas de estas sesiones. Por un lado, se generan nuevos y jovencísimos usuarios en las bibliotecas. Por otro, se posibilita el acercamiento y «educación como público» de los que luego serán los asistentes a las sesiones programadas para mayores de 3 años. Aparte de esto, fomentan la creación y potenciación de lazos afectivos en torno al libro y la oralidad entre las personas adultas y el bebé, e inicia o amplía el contacto de padres y madres con la tradición oral y con libros destinados a esta franja de edad. Como consecuencia de ello, se amplía el préstamo de libros dirigidos a ellos/as y son actividades que se convierten también en un potenciador del encuentro social entre familias en similares circunstancias. Para la adquisición de la competencia lingüística por parte de los pequeños usuarios, es una actividad fantástica, ya que el lenguaje verbal es un vehículo importante de comunicación y desarrollo emocional y cognitivo, que en este caso se favorece de una manera placentera. A partir del cuestionario realizado a las bibliotecas, vamos a intentar esbozar un mapa de la realidad de los Bebecuentos en España. Esta aproximación se basará en las respuestas recibidas, de ningún modo pretender ser un estudio científico y realmente representativo, pero tal vez sirva para hacernos una idea de cómo se encuentra el panorama en las distintas Comunidades Autónomas.

Aproximación a un mapa de Bebecuentos en las bibliotecas de España

En el cuestionario enviado a bibliotecas de toda España, a la pregunta: «¿Llevan a cabo sesiones de Bebecuentos en su biblioteca?», un 57 % de las bibliotecas respondieron que sí (ver gráfico en página 13 de este mismo número de El Aedo). A continuación, viajaremos, Comunidad por Comunidad, comentando brevemente cuál es el 51


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estado de la programación para bebés en bibliotecas, según las respuestas recibidas y el contacto con narradores/as profesionales de los distintos lugares. Advertimos que en este artículo seguramente no están todas las que son, pero sí son todas las que están. Comenzaremos nuestro viaje por ANDALUCÍA, donde son siete las bibliotecas que respondieron. Las acciones dirigidas a los bebés en las bibliotecas que respondieron suelen consistir mayoritariamente en recibir visitas de alumnado de los centros infantiles y es el propio personal bibliotecario quien les cuenta historias. Algunas bibliotecas cuentan con zona de Bebeteca para que las familias puedan leer a los más pequeños. Son aproximadamente cuatro los profesionales de narración que se están dedicando en activo a las sesiones de cuentos para bebés y trabajan de forma puntual cuando surgen programaciones para ello. A través de uno de ellos, Diego Magdaleno, hemos sabido que la Biblioteca de Coria del Río (Sevilla) lleva a cabo una programación estable, una vez al mes, de sesiones para bebés. Aparte de esta, existen otras en las que también se ha programado, pero de forma puntual, con intenciones de estabilizar la programación y pendientes del presupuesto que pueda destinarse a ello. Subimos ahora a ARAGÓN, donde son doce las bibliotecas de las que tenemos noticia. Al igual que sucede en Andalucía, la mayoría suele recibir a los centros infantiles y contarles cuentos, sin programación estable realizada por profesionales en su mayoría, salvo La Puebla de Alfindén, en el que se llevan a cabo unas tres sesiones al año desde 2007, dentro del Festival Alfinnarra. Aparte del cuestionario, hemos estado indagando a través de narradores y narradoras de la Comunidad y hemos conocido la experiencia de Albano Hernández, bibliotecario de la Biblioteca Municipal José Antonio Rey del Corral de Zaragoza, que nos cuenta que hace cinco años comenzó el ciclo destinado a bebés y familias «Primeras historias» en dicha biblioteca, actividad financiada por la Junta Municipal. Cada ciclo dura tres meses: enero, febrero y marzo, y consiste en sesiones de narración oral para bebés de 6 meses a tres años acompañados de madres y padres. Se realiza una sesión cada uno de esos meses y pueden acudir 12 familias. Cuentan con mucha demanda pero no se realizan más por cuestiones presupuestarias. A estos ciclos han acudido como narradores/as profesionales, Cristina Verbena, Charraire, Magda Labarga, Carmen con Guantes, Lu de Lürdes, Maricuela, Céline Rainoird, la PAI. Dentro de las bibliotecas municipales de Zaragoza, fue la primera que programó Narración Oral para bebés. Desde el año pasado, otras tres bibliotecas de la red se han sumado con sus propias programaciones para bebés, que tienen vocación de estabilidad: Manuel Alvar, Santa Orosia y Fernando Lázaro Carreter. De forma puntual se han llevado a cabo también otras acciones, aunque 52


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aún no de forma estable. Albano considera que estas acciones tienen gran valor: «Es una actividad que fideliza como lectores y usuarios de las bibliotecas a los pequeños desde la más temprana edad, y también a sus familias. Además, crea un vínculo con el mundo de la lectura y con las bibliotecas desde lo afectivo, y esos son los vínculos más fuertes». Por último, quisiéramos comentar que las bibliotecas cuentan con un «Rincón Peque», sección especializada para prelectores, así como un apartado muy rico de libros sobre crianza destinados a madres y padres.

Magda Labarga contando en el proyecto «Primeras historias», de la BM José Antonio Rey del Corral (Zaragoza).

Seguimos hacia el noroeste y nos vamos a ASTURIAS, donde hemos conocido algunas experiencias que llevan más de 20 años en activo. Nos respondieron tres bibliotecas, desde Red de Bibliotecas de Oviedo, Llanera (Oviedo) y Biblioteca La Calzada (Gijón). En todas se cuenta con una programación estable, así que hemos querido ampliar un poco la información: En Gijón, desde la Biblioteca de La Calzada, Ana López, bibliotecaria, nos cuenta que se realizan sesiones de Bebecuentos desde el año 2007 hasta el 2016. Se empezó con una sesión al mes 53


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el primer año y se aumentó a dos sesiones (mañana y tarde). Lo realiza una cuentacuentos profesional. Está destinado a niños y niñas hasta 3 años acompañados de un adulto. El aforo es de 15 plazas máximo (15 bebés + 15 adultos). Tuvo una gran acogida y continúa teniéndola. En el 2017 se sustituye por una actividad de formación lectora con madres/padres y bebés. Se realiza siempre en el espacio de la biblioteca, en la sala infantil. Una narradora que trabaja en Gijón nos cuenta, por su lado, que las contrataciones para las bibliotecas funcionan a través de licitaciones públicas y es una empresa la que contrata a los narradores y narradoras, de forma que el caché dista bastante de ser el adecuado para este tipo de funciones y dificulta, obviamente, la contratación de profesionales de la narración. Por otro lado, desde Oviedo nos responde Chelo Veiga, coordinadora de Bibliotecas Municipales de Oviedo. Nos cuenta: «La primera Bebeteca se creó que 1995 en la Biblioteca José M.ª Laso Prieto (Ventanielles), la primera en nuestra ciudad y en Asturias. Ya desde ese año empezamos a contar cuentos y trabajar con centros infantiles de 3 a 6 y de escuelas de 0 a 3, donde trabajábamos cuentos, libros de información y además también impartíamos talleres a las familias sobre la importancia de leer desde las primeras edades. A partir de aquí, años después, se van creando otros espacios para bebés y se ve la necesidad de programar de forma habitual Bebecuentos. Normalmente son sesiones de cuentos sin más, una vez al mes, aunque algunas veces se han podido hacer talleres más seguidos, una vez a la semana, (a mí personalmente esto me gusta más). Creo recordar que se empezó en 2010 con estas sesiones más periódicas. Las sesiones las financia la Red de Bibliotecas con presupuesto municipal, y se hacen en las bibliotecas si se cuenta con espacio infantil o en salas de los centros sociales donde están ubicadas nuestras bibliotecas. Se contrata a especialistas en narración». También en Llanera nos cuenta su bibliotecaria que se realizan sesiones una vez al mes para un máximo de 25 bebés con su acompañante. Nos damos ahora un paseo por los archipiélagos. En las ISLAS BALEARES nos responden de la biblioteca de Santa Maria del Camí (Mallorca) que las sesiones se realizan de forma esporádica, tanto a cargo del personal de la biblioteca como de profesionales, para alrededor de 20 bebés.

Desde las ISLAS CANARIAS nos responden siete bibliotecas. Haremos un repaso por las dos provincias de la Comunidad. En Santa Cruz de Tenerife las sesiones de cuentos para bebés se han expandido y creado especialmente durante los últimos cuatro años a través del trabajo de Isabel Bolívar y Laura Escuela (narradoras orales). Sin embargo, ya en 2009 se programaban sesiones para 54


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bebés en la Biblioteca Pública del Estado de Santa Cruz de Tenerife, que, como en muchas otras actividades, ha mostrado ser pionera gracias a la pasión y entrega de su bibliotecaria: Asunción Arrocha. Esos primeros talleres los llevó a cabo una profesional de la oralidad, títeres y música, Aitana Guevara, dividiendo las edades de 0 a 1 año y de 1 a 3 años, durante los años 2009 y 2010, de forma bimensual. Posteriormente, en 2011, Beatriz Montero llevaría a cabo un proyecto de 5 sesiones con las mismas familias trabajando el cuento con los bebés. En 2013 Laura Escuela realiza dos sesiones puntuales en el mes de mayo y en 2014 Isabel Bolívar realiza talleres de narración, libros y artes plásticas para familias en noviembre y en diciembre, cuatro sesiones para 15 familias cada mes. Ese mismo año 2014, a Laura Escuela le aceptan en el Ayuntamiento de La Laguna (Tenerife) el proyecto de programar de forma estable, dos veces al mes, Bebecuentos en la Biblioteca para un aforo de 15 bebés y máximo dos acompañantes. Durante el año 2014 se llevan a cabo con normalidad y a mediados de 2015, debido a una ampliación de la difusión a través de redes sociales y prensa, comienza a tener mucho éxito y a contar con llenos absolutos en las sesiones y listas de espera. Esta programación se expande a la Biblioteca Municipal Central (TEA) de Santa Cruz de Tenerife, que se interesa por la actividad y que comienza programando diez sesiones durante el último cuatrimestre del año 2015. La difusión en los medios es amplia y a partir de entonces las listas de espera para la actividad se llenan. A estas alturas, teniendo en cuenta la demanda y la confusión de una biblioteca con otra en la misma ciudad, la Biblioteca Pública del Estado comienza a programar también de forma regular, dos sesiones al mes. El año de 2016 es un año de expansión y estabilización de la actividad: se unen otros Ayuntamientos a programar Bebecuentos: Ayuntamiento de Candelaria, Ayuntamiento de Los Realejos (desde el Festival Érase y otras programaciones llevadas a cabo por Juan Carlos Toste). También se unen las dos Bibliotecas del municipio de El Rosario, programando un mes (una vez) en una y otro mes en la otra, salvo los meses de verano. Más adelante se une la Red de Bibliotecas de Arona (una al año en cada biblioteca durante 2016 y dos al año en cada una durante 2017) y también la Biblioteca de Adeje (una al trimestre). En las islas periféricas de la provincia: La Palma, El Hierro y La Gomera, las programaciones estables no existen, pero se han establecido sesiones puntuales, normalmente fuera de las bibliotecas. Laura Escuela e Isabel Bolívar han desarrollado dos proyectos a nivel autonómico dependientes del Gobierno de Canarias que pretenden acercar los libros a los bebés y sus familias en las bibliotecas. Por un lado, el proyecto EXPRESARTE PASITO A PASITO, libros, narración y 55


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artes plásticas para bebés (talleres de 4 sesiones para 15 familias) y por otro el de BEBETECA VIAJERA, que pretende crear en cada isla un rincón especializado para bebés en bibliotecas que no cuenten con tal espacio, así como desarrollar un pequeño taller y una sesión de Bebecuentos en la misma. El proyecto EXPRESARTE PASITO A PASITO se desarrolló en las islas de Gran Canaria y Tenerife (en las Bibliotecas Públicas del Estado) durante los años 2016 y 2017. Durante 2018, la BEBETECA VIAJERA.

Laura Escuela e Isabel Bolívar en la Biblioteca Municial Central (TEA)

En la provincia de Las Palmas comenzamos hablando de Gran Canaria: en esta isla las sesiones comienzan en 2015 en la Biblioteca Insular de Las Palmas con excelente acogida, se llevan a cabo dos veces al mes. También la Biblioteca de Telde comienza a programar en 2015 sesiones de cuentos y otras actividades para bebés. Las llevan a cabo una vez al mes durante el curso escolar. Por otro lado, desde el año 2016 se realizan en la Biblioteca de Arucas una vez al mes dentro del programa llamado “Arrorró de cuentos” con un aforo límite de 30 personas entre niños y adultos. Tiene lugar en el salón de actos de la biblioteca. 56


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Las narradoras de las que tenemos constancia que cuentan para bebés en esta isla son Yolanda Ortega, Aurora Armas, María Buenadicha, el colectivo Llenos de Luna y Cristina Martín Sanz (Badabadum). Si damos un salto hasta Lanzarote, vemos que fue en 2015 cuando la Red de Bibliotecas Municipales de Arrecife comenzó a programar de forma puntual este tipo de sesiones. Actualmente la programación es estable, de unas 8 sesiones anuales. Cristina Temprano cuenta en esta biblioteca y en otras dos bibliotecas de la isla ese año. Aun así, en el año 2013 ya se programan sesiones para bebés en el Festival Palabras al Vuelo y así cada año. Tanto en esta isla como en Fuerteventura (donde los Bebecuentos también se han realizado de forma puntual los últimos dos o tres años) se observa intención de estabilidad en la programación de la Biblioteca Insular.

Cristina Temprano en su primera sesión de Bebecuentos.

Desde el Atlántico subimos al Mar Cantábrico para visitar CANTABRIA, donde han sido 57


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tres las bibliotecas que han respondido. En ellas se han llevado a cabo algunas acciones puntuales, pero no cuentan con programación estable en este sentido. Sin embargo, nos ha llamado mucho la atención el proyecto «Un bebé, un libro» por parte de la Biblioteca de Corrales de Buelna. Aunque no es específico sobre Narración Oral, sí pretende acercar los bebés a los libros y a la oralidad por parte de las familias, de modo que hemos entrevistado a Ana Ara Escagedo, su bibliotecaria, para saber más. Esto nos cuenta: El proyecto nace en 2016 para concienciar a los adultos de la importancia de contar cuentos. Consiste en regalar a los bebés, cuando nacen, una canastilla con un libro de tela, el carnet de la biblioteca y una sencilla guía sobre la importancia de contar cuentos a los bebés. No es un regalo para el bebé sino para el adulto. Cuando los padres y madres inscriben al bebé en el Juzgado de Paz, este nos hace llegar los datos de los nacimientos y preparamos las entregas. Se realizan dos entregas de canastillas al año: por un lado, los nacidos de enero a junio y, por otro, los de julio a diciembre. Se les cita por carta para que acudan a la Biblioteca un día concreto a una hora concreta para recoger el regalo. El primer año no acudieron muchos. Si había 20 nacidos ese semestre, acudieron solo 8. Sin embargo, ahora ya no falta nadie. Cuando llegan a la Biblioteca, les damos una breve charla sobre la importancia de contarles cuentos, sobre el hecho de que el primer contacto entre los libros y los niños/as lo van a mediar ellos. Y ofrecemos la biblioteca como un espacio de encuentro. Al acto de entrega de las canastillas acude la alcaldesa y el concejal, y son ellos quienes les dan el regalo. Esta experiencia se está llevando a cabo en dos bibliotecas más: Mazcuerras y Sarón.

Noticia en Diario Montañés, extraída del propio diario digital. 58


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Bajamos hasta CASTILLA LA MANCHA, donde han sido siete las bibliotecas que han respondido. En Cabanillas del Campo (Guadalajara) nos cuenta su bibliotecaria que existen las Bebetecas y Pequetecas. Llevan a cabo acciones dirigidas a los bebés con frecuencia semanal. Estas actividades las realiza la Asociación Cultural La Caperuza Roja y tienen muy buena acogida en el municipio al tener una población joven. El aforo máximo por sesión es de 15 bebés con acompañamiento de un adulto y se desarrollan en la sala de actividades de la Biblioteca Municipal. En Yebes (Guadalajara) nos comenta su bibliotecario que hasta este año se venían realizando talleres de animación a la lectura para estas edades a cargo de la Asociación La Caperuza Roja, pero pasan a realizarse a cargo de una asociación llamada Arteaula. De forma puntual, se contratan sesiones de animación a la lectura específicas a cargo de profesionales que cuentan con estimulación sensorial, canciones y sencillas historias adaptada a ellos/as. Los talleres se realizan en una sala específica para talleres y las sesiones en el escenario de la biblioteca que puede alojar a más gente. Tienen una acogida estupenda, puesto que hay muchos niños en este tramo en nuestro municipio. El aforo máximo de los talleres está fijado en 12 bebés. Para las sesiones no cierran aforo pero suelen venir entre 30 y 40 pequeños/as. En Novés (Toledo) y en Tarancón (Cuenca) se llevan a cabo Bebecuentos una vez al mes por parte de la propia bibliotecaria. En Novés a grupos de unos diez bebés y se hace desde hace 15 años. En Tarancón, a los niños y niñas que vienen de los centros infantiles. En Villaseca de la Sagra (Toledo) nos cuenta su bibliotecaria que generalmente se realizan sesiones de cuentacuentos y/o teatro en pequeño formato específico para bebés desde aproximadamente 5 años. La acogida es máxima. Las sesiones se llenan teniendo un aforo de entre 50 y 60 personas. Suelen hacerlo los sábados por la mañana a partir de las 12:00 una o dos veces al mes, dependiendo del resto de la programación de la biblioteca, en una única sesión, dado que son un pueblo de 1700 habitantes y no hay bebés suficientes para llenar dos sesiones. Seguimos entre castillas y vamos a CASTILLA Y LEÓN, donde hemos recibido catorce respuestas. La biblioteca Torrente Ballester (Salamanca) es la que nos consta, de todas las que han respondido de España, como la que más años lleva acercando los bebés a las Bibliotecas. Comienza en 1999 y se han desarrollado estas actividades desde entonces, aunque no siempre con la misma frecuencia. Esos primeros años se llevaban a cabo sesiones para menores de 6 años entre las que estaban incluidos los bebés. Sin embargo, es en 2005 la primera vez que se programan cuentos específicamente para bebés. El primer narrador del que tenemos constancia que cuenta para bebés en España es Fernando Saldaña, que en 2005 cuenta en la Torrente Ballester.

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Noticia en periódico cedida por Fernando Saldaña.

En esta biblioteca se programan Bebecuentos actualmente una vez a la semana. En las demás bibliotecas municipales, una vez al mes. Tienen distinta acogida en las distintas bibliotecas, pero, en general, es muy buena. Sobre el espacio en que se realizan, en la Torrente Ballester cuentan con una sala especial para el desarrollo de actividades de narración oral. En el resto de las bibliotecas, se hacen en la sala infantil. El aforo máximo es de 70 personas incluyendo una persona adulta por cada niño/a. Las sesiones las realizan narradores y narradoras de Salamanca. En la Biblioteca de Villamayor (Salamanca) se realizan desde hace unos diez años de manera semanal ya que se intercala una semana animación a la lectura para bebés y una semana Bebecuentos, con un aforo máximo de 15 familias, un adulto acompañando a cada bebé, y normalmente se genera una lista de reserva para prever bajas de última hora. Se realizan en el espacio de la propia Biblioteca en una sala habilitada para este tipo de actividades. En Valladolid, nos cuentan desde la Biblioteca de Alaejos que las sesiones de Bebecuentos por parte de profesionales se realiza desde hace dos años y suelen llevarse a cabo una vez al año en torno al Día del Libro. La actividad ha tenido gran acogida y se ha realizado en la biblioteca sin aforo máximo ya que se trata de un municipio pequeño. Desde la Biblioteca de Cabrerizos, su bibliotecario nos cuenta que tienen una 60


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programación estable desde hace dos años y que hace un Bebecuentos al mes realizado por personas que se dedican profesionalmente a ello y que tienen lugar en una sala destinada específicamente a estas actividades. Las Bibliotecas de Zamora y Palencia responden que programan puntualmente contratando narradores/as profesionales. También en León desde el 2015 se suelen organizar dos Bebecuentos al año. Lo realizan en la propia biblioteca y limitan el aforo a 20-30 familias. Han tenido muy buena acogida puesto que no existe mucha oferta de este tipo en la ciudad. Otras bibliotecas que han respondido no suelen contratar profesionales externos y es el propio personal bibliotecario quien se encarga de ofrecer a los más pequeños actividades: en la Biblioteca de Montemayor de Pililla (Valladolid) niños y niñas del centro infantil acuden a la biblioteca una o dos veces al año. La sesión la realiza la bibliotecaria, normalmente para unos 9 pequeños/as que vienen acompañados por la responsable del centro infantil y alguna mamá. Esta actividad se viene haciendo desde hace 30 años. En la Biblioteca de Tordesillas (Valladolid) desde hace unos 12 años programan actividades dos veces al mes para unas 80 personas. En Olmedo también realiza la actividad el personal bibliotecario una vez al año para niños y niñas de la escuela infantil. De manera similar se organizan en Campaspero desde hace 10 años. Ambas, localidades vallisoletanas. En Cuéllar (Segovia) nos cuentan que han hecho algún proyecto piloto de sesiones de Bebecuentos contando con grupos de narradores/contadores pero han sido sesiones puntuales porque no tienen presupuesto. Por su parte, la Biblioteca de Segovia distingue entre talleres mensuales realizados por una compañera bibliotecaria con cuentos, canciones y manualidades de las sesiones llevadas a cabo por profesionales de la narración, que han sido programadas de forma puntual, una al año. Subimos ahora a tierras del noroeste. En CATALUÑA son dieciséis las bibliotecas que responden. La mayoría cuenta con una programación estable de Bebecuentos, una vez al mes o una vez cada dos meses, como en Sant Feliú de Guixols (Girona), donde programan a profesionales desde hace aproximadamente ocho años. Sesiones que destacan por tener muy buena acogida y donde se acoge unas 30 familias, dentro de la propia biblioteca. En esta Comunidad nos vamos a detener más debido a que tiene mucho peso el proyecto Nascut Per Llegir. Para saber en qué consiste, hemos investigado un poco y entrevistado a su coordinadora: Marta Roig. Contamos también con la experiencia de la narradora Silvia Domínguez cuando trabajó como dinamizadora en una biblioteca de Lérida.

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Proyecto Nascut per llegir (Nacidos para leer, Bibliotecas de Cataluña) En la página web de este proyecto, http://www.cobdc.org/nascutsperllegir/, podemos encontrar la siguiente información: Nascut per llegir es una iniciativa que nace en 2002 de un grupo de trabajo de profesionales relacionados con la literatura infantil y las bibliotecas. La existencia de este proyecto llega en forma de noticia de una publicación italiana, y ante el entusiasmo que despierta el proyecto italiano Nati per leggere, rápidamente se empieza a tirar del hilo y a trabajar la idea de llevarlo a cabo en España. Con la convicción de que había que abrir el proyecto a todos los colectivos que trabajan en torno a los niños y la lectura, Nascuts per llegir se presenta en el Colegio Oficial de Bibliotecarios-Documentalistas de Cataluña (Colegi Oficial de Bibliotecaris-Documentalistes de Catalunya), el Consejo del Libro para Niños y Jóvenes (Consell Catalá del Llibre per a Infants i Joves), en la Sección de Atención Primaria de la Sociedad Catalana de Pediatría (Societat Catalana de Pediatria), la Asociación Catalana de Enfermería Pediátrica (Associació Catalana d´Infermeria Pediátrica) y la Asociación Catalana de Comadronas (Associació Catalana de Llevadores). Todas ellos apuestan por el proyecto y se empieza a trabajar para hacer realidad el Nacidos para leer en Cataluña. Es un proyecto que promueve el gusto por la lectura en niños/as de 0 a 3 años, estableciendo un vínculo afectivo entre adultos y pequeños alrededor del libro. Con esta fuerte implicación se quiere dar un contenido consensuado y estructurado, avalado por instituciones que trabajan con infancia tomando la lectura en voz alta como un vehículo fundamental para el desarrollo integral del niño o niña. Es también un buen camino para abordar de forma integral e interdisciplinaria la salud del niño y su familia. El concepto de salud ya no es solamente la ausencia o no de enfermedad. La OMS define salud como un estado de bienestar físico, mental y social, para podemos ampliar esta definición con la que acordó el Congreso de Médicos y Biólogos de Lengua Catalana que entendía la salud como «un modo de vivir gozoso, solidario y autónomo». La Declaración de Otawa nos aporta un paso más: salud es también: «la capacidad de respuesta, con un espíritu de autorresponsabilidad y autodeterminación».

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Los bibliotecarios y los profesionales del mundo del libro pueden aportar el grado de conocimiento, los espacios y los recursos bibliográficos necesarios para trabajar conjuntamente esta visión de salud con los pediatras, enfermeras pediátricas y comadronas.

Objetivos de nascut per llegir Ayudar a establecer un vínculo afectivo entre adultos y pequeña infancia a través de la lectura. Movilizar a la comunidad que tiene cuidado de los niños para que no solo los proteja de las enfermedades y de la violencia, sino que promueva la vez el desarrollo afectivo y cognitivo adecuado de los pequeños. Promover el gusto por la lectura desde el primer año de vida, el trabajo conjunto de bibliotecas, pediatras y otros agentes del mundo de la lectura y del niño. Involucrar y formar a la familia en la actividad lectora con el objetivo de que dispongan de recursos para fomentar la relación que se establece cuando los padres leen cuentos a sus hijos. Fomentar el trabajo interdisciplinar entre los profesionales del ámbito de la pequeña infancia para que puedan combinar sus realidades en un proyecto al que las instituciones y las entidades puedan adherirse bajo unos ejes comunes. Crear nuevas estrategias de acercamiento a la lectura que identifiquen la realidad social catalana, sus diferentes problemáticas y permitan compartir experiencias y adaptarlas. Implicar a las instituciones catalanas que trabajan con infancia para que apoyen el proyecto, lo asuman y se involucren en el desarrollo de estrategias que permitan un crecimiento evaluable y serio del hábito de la lectura en los niños, desde su nacimiento. Desarrollar un trabajo integrador que contemple la pequeña infancia y las familias de diferentes culturas.

Se llevó a cabo en 40 municipios de Cataluña: Abrera, Amposta, Andorra, Balaguer, Barcelona, Blanes, Castell-Platja D´Aro, Castelló d´Empúries, Cerdanyola del Vallès, Esplugues del Llobregat, Figueres, Gav, La Seu d'Urgell, Manresa, Montmeló, Montornes del Valles, Móra d ´Ebre, Palafrugell, Ripoll, Ripollet, Roses, Rubí, Sta. Coloma de Farners, Taradell, Terrassa, Tiana, Tona, Torredembarra, Vendrell, Vic, Vidreres, Viella, Vila-seca y Vilassar de Mar. Como comentaba anteriormente, hemos entrevistado brevemente a Marta Roig, coordinadora del proyecto, y nos ha contado algunas cosas relacionadas con el mismo: 63


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Marta, cuéntanos cómo comienza el proyecto. Sobre el año 2005-2006 se comienza a implementar en los municipios con la participación de los ayuntamientos, las bibliotecas públicas y los centros de atención primaria (CAP), inspirado en el programa italiano y las otras iniciativas paralelas. Una de las patas del programa permitía acompañar a las familias de 0 a 3 años llevando a cabo sesiones compartidas de papás, mamás y bebés en la biblioteca. Empieza ese año con unos 20 municipios estableciéndose un binomio entre las bibliotecas y los Centros de atención primaria (CAP). Se trabajaba con el personal de salud: comadronas, enfermeras de pediatría y demás. Desde el CAP se aconsejaba la lectura como herramienta para favorecer el desarrollo integral del bebé, a partir de unas recetas de lectura que se entregaban en distintas revisiones pediátricas y se animaba a las familias a acercarse a la biblioteca para hacer el carné de lector al bebé, conocer las actividades que se llevaban a cabo y recoger un pequeño obsequio, de modo que las familias y los bebés llegaban a las bibliotecas a través de los centros de salud. ¿Cómo funcionaba el catálogo de actividades en las bibliotecas? Al principio las bibliotecas programaban a quien les parecía. Luego creamos un catálogo de actividades dirigidas especialmente a público de 0 a 3 años. Recibíamos fichas y vídeos de la gente que quería trabajar. El catálogo que se configuraba con las actividades seleccionadas tenía distintas categorías y los profesionales podían presentar propuestas para cada una de ellas. En todas, la oralidad estaba presente, pero con un protagonismo distinto y combinada con otros elementos importantes en esa etapa. Algunas propuestas mezclaban oralidad con masaje, otras con la música (palabras e instrumentos), espectáculos de pequeño formato con objetos o títeres, con elementos de juego o elementos sensoriales, etc. Y también sesiones donde la palabra era la protagonista de una forma más desnuda. Al principio había poca gente que hiciera cosas para 0 a 3 años y costaba bastante encontrar propuestas de calidad. De esta primera fase salieron algunos profesionales para estas edades que lo hacían casi todo, pero hacia 2009, cuando ya se llevaba unos años trabajando, hubo un overbooking de gente que hacía cosas para 0-3 años y no siempre eran de calidad. Segmentábamos mucho las propuestas en el catálogo. Para bebés hasta un año, de uno a dos años y para mayores de dos. Establecíamos unas condiciones para las bibliotecas, con el fin de garantizar el buen funcionamiento de las propuestas. Como norma general, había un límite de participantes que ponía cada biblioteca y/o profesional en función de la dimensión del espacio y la naturaleza de la propuesta. Se intentaba buscar un espacio que fuera neutro, distinto al de la sala infantil para conseguir concentración de los bebés y tranquilidad del conductor de la actividad. En esa etapa cualquier cosa es motivo de distracción, como sabemos. Por nuestra parte, como equipo de coordinación, nos reuníamos una vez al año con todos los miembros del catálogo para sentar las bases de funcionamiento de las sesiones e intercambiar sugerencias de mejora, evaluar el curso anterior, presentar cambios, etc.

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¿Entonces en Cataluña los bebés comienzan a llegar a las bibliotecas gracias a este proyecto? No había proyectos específicos para 0-3 de abasto autonómico. Había bibliotecas que habían empezado a programar para bebés, pero eran casos más bien aislados. Bibliotecas como Can Butjosa, en Parets del Vallès, por ejemplo, fue una de las pioneras. Lo que hace el Nascut es instaurar la programación para bebés como algo natural y estable. La biblioteca escogía, del catálogo, lo que le parecía. Tenían la libertad de contratar fuera del catálogo también. Eran actividades que estaban aseguradas porque yo ya las había visto, conocía la compañía, la propuesta. Había un precio fijado y se facturaba a la biblioteca/ayuntamiento. Lo que hacía el programa era obligar al ayuntamiento de cada municipio a destinar presupuesto al proyecto para la producción de material, para el pago del caché y mantener la programación. Debía sostener una programación periódica para bebés. Los ayuntamientos firmaban el convenio y se comprometían a reservar ese presupuesto. Para formar parte, los ayuntamientos tenían que firmar en convenio por un mínimo de 3 años, reservar la partida presupuestaria anual pactada y pagar la cuota anual de participación. Además, en Barcelona y Gerona las Diputaciones subvencionaban a las bibliotecas participantes para ayudar en la compra de fondos o la producción de material. ¿Fueron muchos los materiales que se crearon para acercar la literatura infantil especializada para bebés a profesionales de las bibliotecas, de la salud, y a las familias? Sí, se crearon guías monográficas, guías mensuales, recomendaciones y recetas de lectura para que el personal sanitario tuviera un soporte para el contenido que ofrecían a las familias. También contábamos con etiquetas para señalizar los libros recomendados por Nascut Per Llegir. Y si no existía, se creaba en la biblioteca un rincón de libros y revistas sobre temas específicos de maternidad y paternidad. También se

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habilitaba una pequeña biblioteca en las salas de espera de los centros de atención primaria. Por otro lado, se encargó a Gloòria Gorchs, una de las mamás del proyecto, bibliotecaria y especialista en promoción de la lectura, un catálogo de talleres que podían hacer los propios bibliotecarios con las familias. Se quería fomentar que el bibliotecario/a fuera alguien de referencia para las familias, que sintieran confianza con ellos como profesionales. Aparte de las actividades externas, era ideal que ellos tuvieran siempre presencia en estas actividades. Se les recomendaba acompañar siempre al profesional que venía a hacer la actividad a la biblioteca y se les sugería que también se lanzaran a dinamizar algún espacio con las familias. ¿Se sigue desarrollando el proyecto en la actualidad? En mayo de 2011 la Generalitat notifica que la subvención que estaba prevista no es posible hacerla efectiva, que solo se puede abonar lo que se debe de 2010. Nos encontramos en plena crisis en ese momento y se paraliza el proyecto de forma brusca y de golpe. En algunos municipios, sin embargo, continúan implementándolo. La ausencia de coordinación tiene efectos en la expansión, la exploración de líneas estratégicas de trabajo que quedaron pendientes de explorar, en la comunicación, edición de material y los servicios del programa en sí. Desde entonces es así. Hay municipios que continúan coordinándose entre bibliotecas y CAP, que siguen destinando presupuesto. Pero sin coordinación y sin espacios de encuentro entre ellos, eso sí. Y claro está, algunos municipios han caído. Sin embargo, más allá de que continúe el proyecto, con la coordinación con el centro de salud y demás, es bonito ver que hoy no hay biblioteca que no se plantee no atender a los bebés como usuarios, con sus necesidades específicas que deben ser atendidas y con una programación específica para ello. Esa mirada quedó a pesar de que acabara la coordinación del proyecto. No hay biblioteca sin un espacio o un rincón para pequeños lectores de 0 a 3. Actualmente no tenemos datos del estado del proyecto. La última memoria contaba que unas 14.000 familias habían pasado por el proyecto. Y revelaba algunas cifras que ayudan a comprender su dimensión: Más de 14.000 familias vinculadas al Nascuts per Llegir. El 45% de les familias informadas en los CAP llegaron a la biblioteca (y de estas el 60% desconocían la biblioteca o no eran usuarias). 1.800 actividades programadas. Un 77,5% de les familias que llegaron a la biblioteca incorporaron en la su cotidianidad un ratito de lectura diario. 188.817 préstamos de materiales de pequeños lectores. 106.405 préstamos de materiales de los rincones de mamás y papás. Ahora lo que nos encontramos es que los pequeños son de los usuarios más habituales en las salas. Las familias quieren hacer muchas cosas para sus bebés y están ocupando todas las propuestas. Esto supone un nuevo reto: ¿cómo podemos fidelizar estos usuarios y mantenerlos activos a lo largo de toda su infancia y adolescencia? Muchas gracias, Marta.

A continuación, Silvia Domínguez, dinamizadora y narradora interna de la Biblioteca Generau de 66


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Vielha (Lleida) durante 8 años, nos cuenta su intensa experiencia narrando a bebés una vez por semana en un espacio

dedicado

específicamente para ellos.

La biblioteca Generau de Vielha comenzó a apostar por la animación lectora para bebés en el año 2005 de la mano del proyecto Nascut per llegir (NPL), que dejó de funcionar en 2009 y decidimos seguir con nuestro propio proyecto de Bebeteca en colaboración con la pediatra local. Imagen: Silvia Domínguez y grupo de participantes en los Bebecuentos, en la Biblioteca Generau de Vielha (Lleida). Cedida por la propia Silvia.

Cuando me incorporé como dinamizadora de la sala infantil, en el año 2007, las familias con bebés que acudían a la biblioteca lo hacían esporádicamente, venían por la tarde acompañando a los

hermanos mayores o puntualmente para algún cuentacuentos que ofrecía NPL, que se limitaban a uno o dos al año, por lo que no existía una asistencia continuada y/o frecuente de usuarios de 0 a 3 años. El fondo de la Bebeteca era amplio y variado, pero no tenía mucho movimiento. Cuando hablaba con las familias sobre los cuentos y la Bebeteca, a menudo escuchaba: «Es pequeño aún para los cuentos», «no los escucha», «no los mira», «no me atiende», «no lo entiende». Detecté entonces que, por lo general, las personas adultas que acompañaban a estos bebés no tenían o no recordaban las herramientas necesarias para jugar con los cuentos. Se me ocurrió ofrecer una actividad lúdica a través de los libros en la que papás y mamás, junto a sus bebés, pudieran disfrutar de cuentos, poesía, retahílas, canciones, juegos de falda y en ocasiones, algunas actividades creativas. Los adultos podían rescatar y compartir los recuerdos de su infancia cuando les contaban, así como aprender nuevos recursos para llevarse a casa. La actividad de Bebecuentos se llamó «A gatas por la biblioteca» y se realizaba cada miércoles durante la mañana. Primero llegaban los bebés y libremente gateaban por la biblioteca curioseando el espacio, era entonces un momento de explorar, descubrir y relacionarse. Al cabo de un rato comenzaban los Bebecuentos con una duración aproximada de 40 minutos. Una sesión llena de sorpresas y estímulos para todos los sentidos. La actividad se realizó de manera constante una vez por semana durante 8 años y fue un éxito absoluto. Se convirtió en una cita ineludible, un lugar de encuentro. Varias generaciones de bebés pasaron 67


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por ella, y continuaron con el paso del tiempo asistiendo a los cuentos en familia, talleres y clubes de lectura. Al ser una población pequeña se formaban grupos de bebés que acudían de forma regular cada semana y en ocasiones se sumaban turistas y visitantes. Asistían una media de 12 bebés. Esto provocó que las familias y bebés se conocieran más entre ellas y establecieran amistad y cohesión de grupo. Los bebés sentían la Bebeteca como un lugar suyo por el que moverse cómodamente. Las sesiones de Bebecuentos solían ser temáticas: los animales, nuestro cuerpo, las estaciones del año, el mar, el bosque, los transportes, los alimentos, etc., de forma que los cuentos, las poesías, las canciones, seguían un hilo conductor en torno al tema elegido. Historias breves, sencillas, visuales, dinámicas, emotivas hacían que la Bebeteca se convirtiera en un lugar indispensable y cada semana se llevaban los carritos cargados de libros. El fondo de la Bebeteca tenía mucho movimiento, así como los libros sobre crianza, muchos de los cuales eran recomendados y comentados por la pediatra en una actividad coordinada conjuntamente y que se realizaba en la biblioteca una vez al mes: «Libres entà creisher» (en aranés: Libros para crecer). Los Bebecuentos eran diseñados, elaborados y realizados por mí misma. Como dinamizadora de la biblioteca infantil realizaba y programaba actividades en torno a los libros que dieran cobertura a toda la población infantil de 0 a 12 años y vistas escolares. Puntualmente, un par de veces al año, se programaban actividades para las diferentes franjas de edad realizadas por profesionales externos a la biblioteca. Realicé también sesiones en colaboración con Aina Camp, musicoterapeuta para parejas embarazadas. Durante un mes y medio, un día a la semana, acompañamos a 8 parejas embarazadas. Ella aportaba la música y yo los cuentos y entre las dos ofrecimos sesiones de una hora y media de dinámicas e historias. Así, algunos bebés estuvieron llegando a la biblioteca desde que se encontraban en la barriga.

En GALICIA fueron once las Bibliotecas que respondieron. En estas se llevan a cabo Bebencontros. De las que han respondido, la que más años lleva programando para bebés es la de Oleiros. Su bibliotecaria nos cuenta que se realizan desde hace unos 15 años aproximadamente. Actualmente tienen frecuencia quincenal, aunque durante unos años se realizaron semanalmente, contando con dos sesiones de cuentos al mismo tiempo y en distintas salas. Unas para mayores de tres años y otra para menores de tres. Sin embargo, se tuvieron que hacer quincenales por motivos presupuestarios. Las personas que cuentan son contadores/as profesionales contratados/as. Las sesiones tienen muy buena acogida y se llevan a cabo en la sala infantil de la biblioteca. En Caldas de Reis y Meis, Pontevedra, tienen lugar desde hace 12 años. En las bibliotecas de A Coruña, Mercedes Conchado, directora de una de ellas, nos cuenta que se llevan a cabo sesiones de cuentos para bebés en la Bebeteca de la Biblioteca Fórum desde el año 2011. El aforo para la sesión de 0-21 meses es de 6 bebés acompañados de sus madres y padres y para la sesión 13-24 meses, de 7 bebés acompañados de su madres y padres. Se programan una vez al mes y tienen tan buena acogida que las plazas se agotan a las pocas horas de salir las 68


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inscripciones en la web de las bibliotecas. Describen así los Bebencontros: En las bibliotecas disponemos de espacios mágicos de encuentro, las Bebetecas, donde bebés y familias disfrutan de historias en un lugar tranquilo y relajante, así, de este modo, el bebé irá poco a poco reconociendo el espacio como suyo, y los cuentos con sus formas, colores, texturas y sonidos como algo familiar y cotidiano que va a formar parte de su rutina diaria. En estos espacios realizamos los Bebencontros, demandados y esperados por las familias, donde bibliotecarias y bibliotecarios intentamos con cariño y esmero, sorprender, entusiasmar, ilusionar y emocionar a los más pequeños a través de los cuentos. Que amen las historias que se esconden en los cuentos es la única forma de que aprendan a amar los libros.

En Lugo su bibliotecaria nos cuenta que programan especialmente cuentos con música como hilo conductor, tratando temas y rutinas adaptadas para los más pequeños/as. Sesiones relajadas con la música y voz del animador, donde la fantasía y la ilusión son las protagonistas. Se realiza desde el año 2010 una sesión al mes con un animador y aforo limitado a 15 bebés con la familia. Se realiza en la ludoteca de la Biblioteca. Se unió un poco más tarde, hace cinco años, la Biblioteca de Ourense, que los realiza dos veces al mes (excepto en julio y agosto). Se cubren las plazas (25 con inscripción previa). Se llevan a cabo en la sala infantil, aunque durante la celebración de la actividad la cierran al público (1 hora). Las realizan diversos narradores especializados en esas edades. De la Comunidad de MADRID han respondido dieciocho. De todas ellas, ocho realizan una sesión una vez al mes. El resto, una al trimestre o al cuatrimestre. La media de aforo es unas 15 familias, todas las actividades tienen muy buena acogida, y se llevan a cabo normalmente en las Bebetecas o salas específicas para actividades. Las bibliotecas que han respondido cuentan con esta programación desde hace menos de cuatro años. En NAVARRA han respondido seis. En esta Comunidad las acciones suelen ser puntuales, una o dos veces al año. En algunos casos las realiza el personal bibliotecario, como en Mendavia. En otros casos (Iruñea y Noáin), una especialista en cuentos y masaje ha llevado a cabo las sesiones, o la academia Kids&Us en Tudela. Todas con muy buena acogida. No tenemos constancia de profesionales de la Narración Oral que trabajen para bebés en Navarra. Bajamos a MURCIA, desde donde recibimos la respuesta de Lorca. Desde allí nos cuentan que llevan unos años haciendo Bebecuentos en la Biblioteca Infantil y tienen en ciernes el proyecto de crear un espacio específico para bebés. Subimos hasta el PAÍS VASCO, donde contamos con cinco respuestas. De ellas nos ha llamado especialmente la atención la biblioteca de Iurreta, que lleva programando sesiones de 69


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Bebecuentos desde hace 17 años. Abrieron la biblioteca hace 18 y desde el principio entendieron que era necesario atender a este grupo de edad, de modo que desde entonces, una vez al mes, programan sesiones de cuentos dirigidas a los más pequeños. Desde el principio se contrató a gente profesional mediante subvención que otorgaba el Gobierno Vasco. Luego esa partida fue anual y todos los meses había una programación estable de cuentacuentos para todas las franjas de edad. Aparte de esto, cuentan con un club de lectura para bebés que guía también un profesional externo desde hace 8 años. Más al este, desde la COMUNIDAD VALENCIANA son catorce bibliotecas son las que responden. En la mayor parte de ellas las sesiones se realizan de forma esporádica y si tienen programación estable, es una vez al trimestre o una vez al año. Las realizan tanto el personal bibliotecario como profesionales de la narración y se hacen desde hace cuatro años. La biblioteca más antigua que hemos encontrado programando para bebés es la de Vall d`uxo en Castellón, donde se realizan acciones destinadas a los bebés desde hace 10 años con aforo limitado a 10 niños por sesión. Se trata de un taller (no específicamente sesiones de Bebecuentos, aunque el taller las incluye) que consta de 5 sesiones a las que acuden las familias y se realiza en la sala infantil de la biblioteca adecuando un espacio para la actividad que está pensada para bebés de 15 a 24 meses. Hablamos con su bibliotecaria, que nos cuenta que desde que comienza a ampliar las edades a las que se dirigen en las programaciones de la biblioteca, piensan en los bebés y deciden presentar un proyecto a la concejalía de cultura, que es quien financia la actividad, contratando a una empresa especializada que dinamiza el taller. Se crean guías de lectura y se les hace el carné de la biblioteca.

CONCLUSIONES Para concluir este artículo sobre la llegada de los bebés a las Bibliotecas y su distribución por el país, podemos comentar que la mayor parte de las bibliotecas que responden cuentan con un espacio destinado a los bebés. Una Bebeteca o Pequeteca, no ya una sala exclusiva sino, mayormente, un rincón destinado a libros para esta franja de edad. En la mayoría de ellas se llevan a cabo las actividades en la propia biblioteca infantil, aunque otras cuentan con salas específicas destinadas al efecto. Depende del tamaño y la asiduidad de programación. La periodicidad de las sesiones varía desde una al año a una a la semana y el tipo de actividad destinada a bebés distingue talleres y sesiones de cuentos. Estas se llevan a cabo exclusivamente por narradores/as profesionales en algunas comunidades y en otras por el personal 70


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bibliotecario y, puntualmente, por narradores/as. Absolutamente todas coinciden en la fantástica acogida que tiene esta propuesta, precisamente debido a la falta de actividades culturales destinadas a esta franja de edad. También coinciden en que no realizan más por cuestiones de presupuesto, pero saben que, si se destinara más partida económica a esta franja de edad, la actividad contaría con apoyo absoluto por parte de los usuarios. Para terminar, a modo de esquema, hacemos un pequeño ranking con las cuestiones más llamativas: Comunidades con propuestas estables y asentadas: Cataluña, Madrid, Asturias, Canarias, Murcia, Castilla La Mancha, Castilla y León, Galicia. Comunidades con programación esporádica o puntual: Baleares, Cantabria, Comunidad Valenciana. Comunidades donde las sesiones las llevan a cabo principalmente personal bibliotecario: Andalucía, Comunidad Valenciana, Aragón. Bibliotecas con más años en programación para bebés: Torrente Ballester en Castilla y León, Iurreta en País Vasco y Oleiros en Galicia. Laura Escuela

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V. SESIONES PARA ADOLESCENTES

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6. Cuatro de cada cinco bibliotecas públicas no realiza sesiones para adolescentes

De las bibliotecas que respondieron a la pregunta de si organizan sesiones para adolescentes, hallamos que en 174 no lo hacen (un 78 %), mientras que en 49 de ellas sí se hace (21,97). Dicho de otra manera: casi en 4 de cada 5 bibliotecas en las que se organizan sesiones de cuentos no se hace nada destinado a público adolescente. De las 49 que hacen este tipo de actividades, 15 solo las realizan en campaña escolar, con el fin de asegurarse una participación mínima.

Cuando la biblioteca no organiza sesiones de cuentos para adolescentes Las razones más frecuentes que se aducen tienen como eje común la poca implicación que este segmento de edad muestra en las actividades organizadas por la biblioteca en general, y en particular por las sesiones de cuentos. Algunos especifican que después de intentarlo y ver la poca acogida que tuvo la actividad, decidieron dejar de hacerla (un argumento de peso en estos casos es la poca rentabilidad que ofrece el dinero invertido en una actividad que no tiene «éxito»), mientras que en no pocas ocasiones se comenta que los adolescentes prefieren otro tipo de actividad cuando acuden a la biblioteca, como clubes de lectura o talleres de cómic. Se detallan a continuación algunos de los argumentos utilizados en la encuesta: «acogida escasa», «actividad poco demandada», «público difícil de atraer», «público poco perceptivo a la biblioteca», «no hemos recibido propuestas», «no nos lo hemos planteado», «no hemos detectado demanda», «realizamos en 2015 pero no conseguimos atraer a este público», «no vendrían a un cuentacuentos. Este nombre ya los apartaría de por sí», «público difícil», «no ha habido respuesta», «nunca nos lo hemos planteado». También tenemos un sorprendente «no llegan propuestas». En un lugar se intentó, pero «no ha venido nadie». Hay quien contesta: «no nos lo hemos planteado», y también: «buena pregunta, no lo sé». En dos bibliotecas destacan que «faltan libros y textos adecuados para esta edad», y en otra 74


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diagnostican: «Se consideran muy mayores». También hay dos que ponen sobre la mesa el problema del despoblamiento rural: no pueden hacer estas actividades porque los niños cursan los estudios secundarios (ESO) en otra localidad y se desvinculan de la suya (Argoños –Cantabria– y Albelda –Huesca–). Desde no pocas bibliotecas destaca el argumento económico: falta presupuesto para hacer sesiones para adolescentes porque se prefiere invertir en actividades que tienen más seguimiento por parte del público. Se habla en alguna ocasión de que, dado el poco número de asistentes, seguir organizando estas sesiones sería un «despilfarro». En Caldas de Reis (Pontevedra) explican por qué no suelen organizar estas sesiones: «Básicamente por poco dinero y mucho miedo. Preferimos invertir en un público que va a venir. Tenemos miedo a programar y que no venga nadie».

Pep bruno, Biblioteca Manuel Alvar (Zaragoza)

Se argumenta en tres bibliotecas que no han encontrado narradores que cuenten para adolescentes, así como que ningún narrador/as les ha ofertado una sesión de tales características. Desde Sant Joan de Vilatorrada (Barcelona) nos dicen: «No conocemos a profesionales que tengan 75


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ningún espectáculo para dicha edad». También se comentan en alguna ocasión que en la propia biblioteca les falta personal cualificado para enfrentarse a ese tipo de público, considerándose el propio bibliotecario como falto de formación para ello. Por último, cabe resaltar la experiencia de Lorca (Murcia) «durante un tiempo se hizo en cafeterías de la ciudad, se dejó por falta de presupuesto».

Cuando la biblioteca sí organiza sesiones de cuentos para adolescentes En las bibliotecas que sí organizan sesiones de cuentos para esta franja de edad destacan la buena acogida que tienen los mismos y que los adolescentes no se esperaban que les fuera a gustar tanto, a pesar de que la asistencia en raras ocasiones es masiva. De hecho, en no pocas bibliotecas se indica que intentaron organizar estas sesiones alguna vez, y desistieron por falta de asistencia. Este punto llevó a varias de ellas (aproximadamente un 30% de las que realizan la actividad) a organizar las sesiones en horario escolar, con el fin de garantizar una asistencia mínima. Siempre realizan la actividad narradores profesionales. Entre las bibliotecarias encuestadas se cita a Almudena Francés, Pablo Albo y Pep Bruno. Se destacan a continuación algunas de las respuestas que pueden resultar interesantes de cara a evaluar estrategias para una mayor implicación de este segmento de edad, y de las propias bibliotecas, en la organización de sesiones para adolescentes. Desde la Biblioteca Municipal de Val de San Vicente (Pesués, Cantabria) organizan estas sesiones una o dos veces al año: «Los puntos fuertes son la satisfacción del público que asiste. El débil, la dificultad de la edad en la adolescencia. También la incertidumbre de poder dar continuidad a esta actividad por agotar el presupuesto». Desde Oleiros (A Coruña) comentan: «Se realizan desde hace unos 20 años aproximadamente, pero sin una frecuencia fija porque para los adolescentes tienen mejor acogida los talleres de ilustración, de cómic, de divulgación científica, etc.» Después indica que se ofrecen las sesiones a los Institutos del concejo, para rematar: «En cambio, tiene peor acogida cuando las hacemos fuera de horario escolar. Aunque les gusta escuchar las narraciones orales de relatos de Poe y de otros escritores/as, no vienen tantos porque en principio consideran que es una actividad para niñ@s más pequeñ@s. Al asistir salen muy contentos/as pero es más difícil atraerlos». En Corrales de Buelna (Cantabria) hacen dos o tres sesiones al año «con una respuesta 76


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formidable por parte de los jóvenes (acuden unos 50 de entre 14 y 17 años). El punto fuerte es si el narrador sabe conectar bien con ellos y les hace pasar un rato divertido, que a veces no se esperan a priori».

Raquel López, Biblioteca La Rotonda (Alicante)

En la respuesta dada en la biblioteca de Simat de la Valldigna (Valencia) encontramos una especie de resumen de los factores presentes en este tipo de sesiones: «Las actividades son muy variadas, contando siempre con profesionales de la narración (desde narraciones temáticas, pasando por cuentos acompañados con música, lecturas dramatizadas...). A pesar de que a los adolescentes les cuesta mucho asistir, suelen ser sesiones muy gratificantes (…). La asistencia no suele ser muy masiva, pero a la vez suele ser fiel, cosa que está muy bien. Sigo pensando que no contar con un presupuesto digno para realizar una programación estable cada año es muy importante». Para finalizar, habría que destacar unas cuantas experiencias que no son narración oral pero de alguna manera estarían relacionadas con ella. En Aldeamayor de San Martín (Valladolid) 77


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organizan un taller de lectura en voz alta, y en Barcelona un club de lectura juvenil. Más curiosa resulta la experiencia de Errentería (Guipúzcoa): «Más que un cuentacuentos, son lecturas en voz alta por parte de la dinamizadora de un libro previamente seleccionado. Se puso en marcha hace 3 años, por el momento no hay cupo, pues la demanda está en torno a las 10-12 solicitudes. En ocasiones se acompaña de un pequeño picoteo relacionado con la temática del libro (chocolate, dátiles, bizcocho, panecillos, frutas...). Reforzar la escucha, la entonación, el dejarte leer, la compresión del texto son los atractivos. La actividad en sí no creemos que tenga puntos débiles, más bien la saturación de actividades de los adolescentes les impide tomar parte en estas iniciativas que tienen muy buena acogida». Carlos Alba

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7. Narración oral y jóvenes, un cuento complicado: la experiencia de la mejor Biblioteca Pública de Purchena (Almería)

Doy comienzo a este artículo metiéndome en un jardín: la narración oral no anima a leer. Antes de que comiencen los abucheos y los improperios permítame, buen lector o lectora, que les cuente, sí que les cuente, esta afirmación. Una o varias sesiones de narración oral, comúnmente conocidas como sesiones de cuentacuentos, por sí solas, de forma aislada, no tienen la capacidad de animar a leer a los receptores de dicha sesión, sean de la edad o del perfil que sean. Esta sesión o sesiones podrán resultar placenteras, divertidas y muy entretenidas, dependiendo de la calidad del narrador, por supuesto, pero difícilmente podrán convencer a alguien que no sea buen lector en ese momento de comenzar una nueva etapa en su vida devorando libros. ¡Problema resuelto si así fuera! Esto es así, creo –y seguro que ya nos vamos entendiendo–, porque la animación a la lectura es un proceso continuado en el que participan varios actores, que pueden ir desde los padres a bibliotecarios, pasando por narradores y docentes, y que, por medio de diferentes herramientas, pueden dar como resultado –o no– el fomento de la lectura entre los destinatarios de dicho proceso. ¿O no? Pues sí. El porqué alguien puede acabar siendo un buen lector –o no– es un misterio aún más complicado que encontrar el Grial. Dicho esto, solo nos queda seguir intentándolo y, de vez en cuando, obtener algún que otro pequeño éxito. Por último, y antes de empezar a contaros nuestra experiencia sobre narración oral con jóvenes (con seguridad lo que más puede interesar en este breve artículo), dejadme que os refiera que no encontraréis a continuación teorías de animación a la lectura sobre cómo la narración oral puede, o no, animar a leer a los jóvenes. Para ello existen magníficos y espléndidos estudios teóricos a los que me remito. Sí afirmaré, sin embargo, que la formación y los conocimientos teóricos de los animadores a la lectura son básicos y fundamentales, especialmente cuando la narración oral es, en mi opinión, una de las más importantes, si no la más importante, de las técnicas o actividades de animación a la lectura, siempre y cuando formen parte de un proceso 79


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continuado y sostenido en el tiempo, como afirmábamos al inicio de este artículo.

Narración oral y jóvenes en la Biblioteca Pública de Purchena Cuando el autor de este artículo finalizó sus estudios… Ya comencé el relato en tercera persona. Les pido disculpas. Mejor cambio a primera persona. Es más personal. No les voy a contar a partir de este momento ningún cuento. Todo es realidad, pura y alegre realidad. Finalizados mis estudios de Biblioteconomía, allá por la Edad Media, tuve la fortuna, la dicha (eso creía y aún sigo creyendo) de hacerme cargo poco después de la gestión de la Biblioteca Pública de Purchena la cual, por otra parte, se encontraba cerrada hacía bastantes meses. Siempre entendí, incluso durante mis estudios, que una biblioteca podía ser, además de lo que todos entendemos por biblioteca desde un punto de vista clásico, un espacio no solo de lectura y libros, sino también de todo aquello que podía tener relación con los libros y la lectura: espacio de cultura, aprendizaje, convivencia, paz, encuentro, colaboración, cooperación y, además, debía intentar ir siempre a la vanguardia en las innovaciones. Por ello, tras abrir las puertas de la biblioteca nuevamente, desde el principio tuve la idea, la certeza, que la biblioteca debía estar repleta de actividades, darle vida, hacerla centro de actividades y corazón de la vida cultural de un pequeño pueblo como es Purchena. Inmediatamente Alejandra, miembro del club de lectura juvenil, narra un cuento de terror a pequeños y mayores

me puse en contacto con escritores, narradores, ilustradores, maestros, voluntarios locales y comenzamos a ofrecer actividades culturales de todo tipo. Ofrecí, además, 80


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el espacio para reuniones de asociaciones culturales, exposiciones…, y comencé a organizar sesiones de cuentos, cursos y talleres culturales y sociales. Además, la convertí en Centro de Información Juvenil, reconocido por el Instituto Andaluz de la Juventud (en la actualidad además pertenecemos a la Red Eurodesk, la más importante red de centros de información juvenil a nivel europeo). En relación con la narración oral, y dentro de las posibilidades presupuestarias, empezamos a promover periódicamente sesiones de cuentos –la famosa hora del cuento, por ejemplo–, para niños exclusivamente. Comencé incluso, también por esas limitaciones monetarias propias de las bibliotecas (o sea que no tenía un duro), a contar cuentos a los más pequeños para ahorrar presupuesto y me lancé al fabuloso mundo del kamishibai (del que aún sigo enganchado). Transcurrido un tiempo detecté que todas estas actividades puntuales, habían servido, servían y sirven para visibilizar la biblioteca; pusieron la biblioteca en el pequeño mapa de la localidad donde está ubicada y comenzó a ocupar un importante lugar en el municipio como un espacio de encuentro, aprendizaje y cultura. Pero, desgraciadamente, pude constatar que todas estas actividades, aun siendo necesarias, no servían para animar a leer, para fomentar la lectura entre los más pequeños o los jóvenes. Inicié entonces mi formación teórica; me hice con libros de animación y fomento a la lectura, asistí a cursos y llegué a la conclusión de la que les hablaba con anterioridad: la animación a la lectura es un proceso continuado que poco tiene que ver con la programación de actividades puntuales. El punto de inflexión en mi humilde labor como animador a la lectura fue la creación de un primer club de lectura juvenil alrededor del año 1991. Con ese grupo –formado mayoritariamente por chicas– pude comprobar, ya en la práctica, que una actividad continuada era mucho más efectiva. Cada semana te reunías con el grupo y ya no solo para el habitual debate e intercambio de opiniones sobre un texto elegido previamente propio de clubes de lectura. A esa metodología clásica (no en mi caso ya que utilizo una metodología muy participativa mediante dinámicas y juegos) de los clubes de lectura sumamos otras actividades de forma paralela que venían a complementar dicho club: encuentro con escritores, narradores e ilustradores, actividades en familia con padres y madres, visitas a lugares literarios, proyecciones de películas, programas europeos de intercambio juvenil basados en la lectura… A partir de entonces siempre ha habido al menos un club de lectura juvenil en la biblioteca de Purchena. En la actualidad contamos con tres. 81


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Siempre me han interesado las actividades con jóvenes, entre otras cosas y en lo que se refiere al fomento de la lectura, porque es un segmento de la población bastante olvidado. Se suele hacer especialmente animación con los más pequeños, pero no con adolescentes. Prueba de ello es que en la actualidad no existen demasiados clubes de lectura juveniles en las bibliotecas públicas. Quizás dentro de la educación formal, en los institutos, resulte más fácil crear clubes de lectura, pero, en este caso si así fuese, salvo que las participación de los alumnos fuese voluntaria, no estaríamos hablando de animación a la lectura propiamente dicha. Tras este primer club de lectura juvenil que creamos en 1991 han venido otros dos clubes juveniles más y hemos ido sumando otras actividades: encuentros virtuales con autores aprovechando las videoconferencias y, muy reseñable y sobre lo que vamos a hablar a continuación, sesiones de narración oral en las que los jóvenes participantes han acabado siendo protagonistas.

Los protagonistas Los jóvenes, en relación con la narración oral, son o pueden ser muy reacios en un principio, por la creencia muy extendida entre ellos de que escuchar cuentos es propio de niños pequeños. Cambiar esa percepción lleva un tiempo y se hace necesaria la participación de narradores que lleguen a este difícil público y los hay, y muy Narración de cuentos dramatizados entre miembros de clubes de lectura. Proyecto europeo.

buenos, como he podido comprobar en todos estos años. Y aquí viene el «secreto», que es, ¡atención!, nada más y nada menos, convertir a los chicos y chicas en

protagonistas (este consejo va también para los narradores). No lo sabían, ¿verdad? A partir de ese cambio de percepción sobre la narración oral y el placer que empezaban a sentir durante las sesiones, los jóvenes participantes de nuestros clubes se decidieron a contar cuentos a otros niños 82


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más pequeños. Para ello realizamos talleres y cursos de narración oral impartidos por geniales narradores profesionales. Estos narradores deben tener una especial preparación y dedicación al público juvenil, del que deben conocer sus intereses y características. No se trata tan solo de contarles cuentos sino de convertirlos en protagonistas, como decíamos más arriba. De esta forma el joven participante en uno de nuestros clubes de lectura juveniles no solo lee para sí mismo o para poder participar en el club, sino que leía y lee, así mismo, para poder contar cuentos, se convierte en actor o actriz. De esta forma, ya no solo animamos a leer a los jóvenes del club, sino que estos con su ejemplo, a su vez, pueden animar a otros jóvenes y niños que los escuchan narrando o leyendo cuentos.

Alba Moreno, miembro del club de lectura juvenil, narrando un cuento de terror.

Como ejemplo de esa narración o lectura de cuentos a otros jóvenes o niños por parte de los miembros de los clubes de lectura juveniles de la localidad, tenemos una actividad que se ha convertido en tradicional en nuestra biblioteca: la sesión que realizan estos jóvenes narradores en la noche de Todos los Santos, la noche de Halloween, en la que, disfrazados para la ocasión, leen de forma expresiva y narran cuentos de terror a los más pequeños como podéis constatar en alguna de 83


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las imágenes que ilustran este artículo. Esta actividades han llevado a otras, como la publicación de la Joven Antología de Microrrelatos jóvenes, formada por microrrelatos escritos por los propios miembros de los clubes de lectura de Purchena, edición que ha sido subvencionada en 2017 por el Instituto Andaluz de la Juventud y que puede descargarse también en versión libro electrónico. Los jóvenes lectores, los jóvenes narradores, se han convertido en jóvenes escritores de microrrelatos y han acabado leyendo sus propias microcreaciones literarias a otros jóvenes. Y en otra vuelta de tuerca se van a crear, se están editando ya, podcasts con esos microrrelatos, leídos por los propios autores, para difundirlos por la red en un proyecto que ha subvencionado nuevamente el Instituto Andaluz de la Juventud en la convocatoria de 2018. Como puedes observar, querido lector, amada lectora, el proceso es continuado, sostenido; no ha sido, ni es, de momento, una actividad puntual, una campaña de animación a la lectura que empieza con fuerza, con un gran presupuesto inicial para difundirlo, para vender un plan o programa de lectura y, al cabo del tiempo, se difumina, desaparece. Esa fugacidad, posiblemente, en las campañas de animación a la lectura se deba, entre otras razones, a que no se apoyan inicialmente, ni mucho menos durante el posterior proceso, en los profesionales adecuados que están en continuo contacto con los lectores en general, con los jóvenes en particular, como pueden ser bibliotecarios, narradores y educadores especializados en animación a la lectura. Interesa más la foto inicial que la continuidad del proceso. Y todos sabemos quién suele aparecer en esas imágenes preliminares. Pan y libros.

Manolo Sola Bibliotecario de la mejor Biblioteca Pública de Purchena desde hace muchos años en un pequeño reino (1.700 habitantes, aproximadamente) junto al río Almanzora, a 91 km. de Almería capital. La Biblioteca Pública de Purchena ha obtenido el Premio Biblioteca y Compromiso Social 2017.

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8. Cuentos en la edad del pavo, o el animal adolescente también disfruta escuchando historias

Hace ya unos diez años comenzamos a ser partícipes de uno de los proyectos que más nos ha enriquecido en nuestra trayectoria profesional y personal. Empezamos siendo monitores de animación a la lectura dentro del Proyecto de Prevención de Adicciones de la Delegación de Juventud del Ayuntamiento de Dos Hermanas (Sevilla), acercando la lectura y las actividades en torno a esta a los jóvenes de entre 13 y 16 años (1.º a 4.º de ESO). La narración oral llegó años más tarde a las bibliotecas escolares de los centros, donde pudimos demostrar, independientemente de que se tratase de un público cautivo, el valor de los cuentos y la aceptación que tienen entre este colectivo. Era un proyecto que ya tenía unos años de rodaje, gracias a Jaime García Malo, y al que nosotros nos incorporamos con mucha ilusión, ya que nos ponía en contacto directo con todo el alumnado de educación secundaria de un municipio, con más de 23 centros educativos de educación secundaria. En 2012 ya no solo éramos los monitores del proyecto, sino que pasamos a ser los gestores de este. No solo hacíamos las actividades, sino que también las diseñábamos, organizábamos las visitas con los centros educativos y peleábamos con políticos y técnicos del ayuntamiento por la supervivencia de este proyecto, que se había hecho tan necesario en la población y en la juventud, que incluso el profesorado de los centros lo reclamaban año tras año. En estos diez años hemos compaginado e intentado que se nutran con nuestra labor como narradores orales, lo que ha hecho que el proyecto se haya ido llenando de más contenido, mayor dinamismo y más variedad de herramientas para acercar la lectura a los jóvenes. En todo este tiempo han pasado muchas cosas y ha habido cambios. Hemos presentado libros de poesía, terror, misterio, humor, clásicos de la literatura, acoso escolar, drogas o diferentes culturas, pero el esquema del proyecto siempre ha sido el mismo o ha tenido pequeñas variaciones. Visitamos los centros en un primer contacto en el que nos damos a conocer a nosotros y a los libros, 85


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y meses después el alumnado nos visita a nosotros en un centro cultural, normalmente habiendo leído los libros para poner el broche final a la actividad. Los resultados de este proyecto siempre han sido muy positivos: buena acogida por parte del alumnado y profesorado, facilidades del Ayuntamiento en todo lo referidos a espacios y organización de este, una media de un 70% de lectura y la consecución del objetivo de acercar la lectura a la adolescencia como algo ameno con lo que poder reflexionar y aprender ante la vida. Hemos de dejar claro que en estos años la narración oral no ha estado presente en dicho proyecto, excepto por la narración puntual de algún cuento en algunas sesiones, con el fin de llenar de contenido las mismas. Pero todo cambió en 2015. Por recortes presupuestarios y cambios en la visión de la consecución de objetivos por parte de los entes políticos, nos propusieron reducir el proyecto a menos alumnado, dejar de lado la animación lectora y trabajar con los jóvenes desde otra perspectiva. En aquel momento vimos el cielo abierto, era nuestro momento de proponer una nueva visión, de trabajar con la narración oral para los adolescentes, solo y exclusivamente narración. Pero había un problema… había que enmarcarlo todo en la prevención de adicciones y, si de algo hemos huido siempre, es de la “narración oral para”. Había que ponerse manos a la obra, y así nació un nuevo proyecto llamado «Cuentos adictivos», que nos dio la oportunidad de contar historias a todo el alumnado de 1.º de ESO de casi 23 centros escolares de un mismo municipio.

Ese extraño proyecto Y sí, ese curso nos tocó cambiar, enfocar el trabajo hacia otra línea. Si bien anteriormente se había dado por hecho que utilizando la animación a la lectura para trabajar la prevención de adicciones conseguíamos el objetivo principal del programa, que era presentar la lectura a los y las participantes como una forma más de ocio y cultura a su alcance que pudiese alejarles de las adicciones, ahora, con el nuevo proyecto nos tocaba justificar de alguna manera por qué usábamos la narración oral para tocar el tema las adicciones. Ni nosotros sabíamos muy ciertamente qué responder a esto, solo sabíamos que se llamaría «Cuentos adictivos» y consistiría en la narración de cuentos a lo largo de varias semanas por los centros de secundaria del municipio. La biblioteca de cada centro sería el escenario y a ella acudirían grupos de 1.º de la ESO con un máximo de 50 asistentes, a ser posible en horas de lengua y acompañados por su profesor o profesora. Hasta aquí 86


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les pareció interesante a quienes nos pedían este trabajo, pero igualmente, y como otras muchas entidades, desconocían un poco el asunto y el oficio de la narración y les surgía un «¿esto qué es?» y un «¿dime por qué?». Al fin y al cabo, les entendíamos, era la primera vez que en este programa se iban a contar cuentos y no sabían qué iba a salir de ahí, necesitaban algo que les convenciera, aunque a nosotros, por la parte que nos tocaba, nos pareciera y nos siga pareciendo que el narrar y escuchar historias es un acontecimiento que se da y no necesita justificación alguna.

Jesús Buiza, IES Olivar de la Motilla (Sevilla)

Aquel proyecto ya estaba gestado, tenía nombre y le iban saliendo partes, y lo queríamos parir, pero, aun así, había que darle un sentido a su nacimiento. Se nos ocurrían muchas cosas que reflejamos en la parte de justificación del proyecto escrito. Queríamos trabajar valores y condiciones del ser humano como la autoestima y la autovaloración, como la capacidad de decir no y tomar decisiones propias, como la superación y el ingenio unido a ella. Lo queríamos hacer porque, tras varios años de experiencia narrando para público adolescente, habíamos comprendido que los cuentos calan en la percepción y la personalidad de los oyentes, más aun si están en edad joven, pues les lleva a posicionarse rápidamente. Sabíamos que la narración de historias es un arma sutil y a la vez poderosa para mostrar realidades tras un lenguaje elaborado, pero que tiene un fondo sencillo y unos resultados claros. Teníamos claro que cuando un niño o una niña, o un o una adolescente, escucha historias, averigua qué le estamos queriendo decir y en ellos y ellas se dan reacciones y de una especial manera surge un aprendizaje que se queda y en muchos casos permanece para siempre. Era con estos argumentos, sumados al simple disfrute de la escucha, con los que queríamos convencer a quienes nos habían pedido el trabajo para que considerasen los cuentos como una 87


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herramienta sumamente potente para crear conciencia, posicionarse y actuar frente a cualquier tema, y por qué no frente a la prevención de adicciones. Pero no era fácil, pusimos ahínco en que aceptaran el proyecto porque con él se cumplían los objetivos que nos pedían, hasta nosotros mismos quisimos creerlo y lo defendimos a capa y espada como valiente caballero de cuento.

El cuento es lo que cuenta Y como suele suceder, los cuentos nos dieron la razón. No necesitábamos justificaciones, ni buscar los motivos del cuento en relación con el tema que queríamos trabajar. Cuentos populares que hablaran de adicciones no había, ni los queríamos. Pero no hacía falta. Cuando se puso en marcha el proyecto, toda justificación desapareció, ahora solo existía el cuento, el cuento en contacto con los jóvenes. El resultado era maravilloso y solo había que ver las reacciones del alumnado y escuchar el debate que se creaba en torno a la historia. A veces no había ni que redirigir a los chicos y a las chicas, ellos mismos sabían sacar un aprendizaje de la historia,

La sala antes de los Cuentos adictivos

ver matices en los personajes y enlazar con sus vidas y las realidades actuales. Y ¿qué decir del profesorado?, para su beneficio e interés, esperaban como todos los años ese lote de libros con el que poder trabajar en la hora de lectura, pero quedaron sorprendidos cuando vieron que aquella vez llevábamos narración y que los cuentos atrapaban a su clase y a ellos 88


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mismos. Algunos tímidos y otros entusiasmados se acercaban al final de la sesión a darnos un sincero «gracias». Por ello el cuento es lo que contaba, lo que importaba, ni la temática ni los objetivos didácticos fueron útiles en la cercanía y el trabajo directo con alumnos y profesores, era el cuento. Al año siguiente, aquellos oyentes aún se acordaban de las historias «tú viniste el año pasado y nos contaste un cuento que decía…». No necesitábamos más, estaba claro, el cuento era lo que contaba.

¿Y si les damos la palabra? Volvimos a la animación lectora, por eso de que al final los entes políticos decidieron respetar la naturaleza inicial del proyecto, pero se nos quedó una luz encendida tras aquella experiencia y el trabajo de narración oral que seguimos haciendo con adolescentes de diferentes lugares. Era un estupendo vehículo para acercarnos a ellos y a ellas y mostrarles que los cuentos existen y que también son para ellos, que muchos tienen que ver más de lo que parece con situaciones cotidianas y personales que viven, y otros simplemente llevan a otros mundos. Que los cuentos no se acabaron cuando dejaron de ser niños y niñas, y que hay toda una tradición oral que desconocen y no debe morir por que les llenará de miedo, de amor, de risa, de picardía, de cosas viejas y populares que no conocerán de otro modo posiblemente. Por todo ello reivindicamos la presencia de programas específicos de narración oral en los centros de educación secundaria, como actividad cultural que es y no solo usándola como medio didáctico. Reivindicamos que las delegaciones de educación, cultura o juventud, así como otros entes, investiguen y reconozcan los múltiples beneficios que la escucha de cuentos y su compartir crean en el imaginario colectivo, y sobre todo en el de los jóvenes. Además, el sector adolescente es un campo en barbecho en cuanto a las actividades que se les ofrecen, y por ejemplo la narración oral para ellos y ellas resulta un sector olvidado, o se dirige a niños y niñas o damos un salto de un par de generaciones a adultos, ¿pero qué hay de los y las adolescentes y su derecho a escuchar cuentos?, pues ni siquiera saben que lo tienen. Es por eso que queremos instar a profesorado, padres y madres, y a los propios y las propias adolescentes, a los bibliotecarios y a las bibliotecarias, a todo aquel y toda aquella que tenga contacto con la educación, la cultura y el ocio para este sector de población, que pidan cuentos, 89


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bien porque los necesitan, bien porque la curiosidad les pique, pero sobre todo que lo hagan porque un universo de historias fascinantes que no conocen les espera tras una voz, tras unos ojos, tras un alma y unos movimientos, que les mostrarĂĄn que el mundo es extenso y los cuentos, maravillosos a cualquier edad. Anabel Gandullo y JesĂşs Buiza

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VI. SESIONES PARA PÚBLICO ADULTO

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9. Un público al que cuesta atraer

Es un hecho por todos aceptado que la narración oral para adultos no es tan popular ni tan frecuente en las bibliotecas españolas como la destinada al público infantil. De las 225 bibliotecas que han respondido a nuestra encuesta, 118 tiene narración oral para público adulto, esto es un poco más del 50%. Las que han dicho que no programan para este segmento de público (107 en total) dan como primera razón de no hacerlo la falta de presupuesto. En este punto, me gustaría reseñar que de las 107 bibliotecas que no programan narración para público adulto, 85 dependen directamente de presupuestos municipales (ayuntamientos). La segunda razón que señalan es la poca repercusión y aceptación en el público. Esta conclusión la relacionan directamente con la «poca asistencia». La siguiente razón por importancia es que valoran más otras actividades para ese público (presentaciones de libros, clubes de lectura, recitales...). Por último, hay un mínimo número de bibliotecas que declaran no programar narración oral para público adulto por falta de propuestas por parte de los profesionales de la narración y solo tres de las bibliotecas que no programan, no lo hacen por rechazo expreso del personal de la biblioteca. En las bibliotecas que sí programan narración oral para público adulto, hay que destacar que lo más común en cuanto a la frecuencia de programación es 2-3 veces en el año, y hacen una valoración muy positiva de la actividad a pesar de la «poca asistencia». Después, la frecuencia más establecida es la de una vez al mes. De entre todas las bibliotecas que nos han ofrecido su experiencia, hay que reseñar que siete de ellas tienen programación estable desde hace más de 10 años y están relacionadas con eventos, días especiales, festivales, etc. En general, las sesiones para esta franja de público están relacionadas con cuentos eróticos, con el vino y las sesiones «golfas». Aparecen también, en gran parte de estas bibliotecas, actividades organizadas y realizadas por colectivos, asociaciones, compañías de personas aficionadas al teatro, etc., de ahí que, de esas 118 bibliotecas, 22 hablan de «profesionales» al referirse a las personas que van a narrar en las programaciones. Las demás hablan de «voluntarios», «gente que se ofrece», o no dicen nada. Reseño algunas respuestas ofrecidas que creo pueden ser bastante ilustradoras de la situación de la narración oral para personas adultas en las bibliotecas: Cuentos eróticos con vino es la actividad estrella [para los adultos] de la biblioteca, se celebra una vez al año 92


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y en torno a cien personas se han dado cita estas tres ediciones para saborear el vino escuchando los cuentos en la biblioteca. (Biblioteca de Tabaiba, El Rosario, Tenerife.)

Alberto Sebastián. Biblioteca de Camargo (Cantabria)

Hay una actividad de cuentacuentos para adultos cooperativa, donde cuenta cualquier persona aficionada; se llama El Club de los Cuentistas y lleva funcionando más de 20 años. Además, un par de veces al año contratamos a un cuentista profesional para completar dicha programación. ( Red de bibliotecas de Getxo, Vizcaya.)

Se realiza una vez al mes, la realizan narradores diferentes, tiene buena acogida, el aforo máximo es de 100 personas y tenemos dos espacios para ello. (Biblioteca Miguel Delibes de San Vicente Raspeig, Alicante.)

A lo largo del año se realizan varias sesiones de narración oral para público adulto. Lo realizan profesionales de la narración. Tienen buena acogida, aunque la participación no despega de los 20-30 asistentes. Todos salen contentos de las sesiones… (BPM Francisco Gómez Porro, Villarrubia de los Ojos, Ciudad Real.)

Solo alguna vez se han realizado sesiones para personas adultas, no llegamos ni a una al año (una cada dos, etc.). La limitación es el dinero, porque las hacen profesionales y como dependemos de subvenciones priorizamos al público infantil. La acogida ha sido buena, pero la participación desigual. (Agència de Lectura Municipal de Manuel, Valencia.) 93


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Solemos realizar sesiones para adultos desde hace muchísimo tiempo. Y a lo largo de estos años se ha contado en espacios muy diversos: Casa de la Cultura, bares, plazas, mercado, en el exterior una ermita en medio de la huerta, en un monasterio del siglo XIII... Sigo pensando que tener una programación estable es fundamental. (BPM Simat de la Valldigna, Valencia.)

Se realizan dos o tres veces al año, en el Salón de Actos de la Casa de Cultura, a cargo de cuentacuentos profesionales. Suele tener buena acogida, siendo ese su punto fuerte, aunque no siempre contamos con el presupuesto necesario, este es su punto débil. (Biblioteca Miguel Artigas. Monreal del Campo.)

Filiberto Chamorro

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10. Dos Hermanas, dos formas de abordar la narración oral para adultos

En Andalucía hay una localidad. En esa localidad hay dos bibliotecas y en esas bibliotecas hay un personal muy profesional, pero, sobre todo, afectivo y cariñoso con las personas usuarias y con su trabajo. Desde hace más de tres décadas, ese personal de las bibliotecas de la localidad de Dos Hermanas, en Sevilla, ha ofrecido una acogida privilegiada a la narración oral y, con ella, a narradores y narradoras que se han hecho, han crecido y se han consagrado como profesionales al abrigo de las historias, de los libros, de los diferentes edificios que han acogido en tantos años a dos bibliotecas, dos corazones que han latido acompasados, como Dos Hermanas, en el amor a la literatura, a los libros, a los cuentos, a la narración y a la población de esta localidad de la provincia de Sevilla, en Andalucía. Dos bibliotecas con duendes, los Biblos, que llevan varias generaciones acumulando historias contadas entre las estanterías. Tanto es así que niños y niñas que se sentaban a escuchar ahora traen a sus propios hijos e hijas, e incluso hay algunos que hoy «viven del cuento» como profesionales de la narración. Así son estas bibliotecas que, con el apoyo de su ayuntamiento, se han convertido en un hogar para la narración oral. Un Hogar cálido, cariñoso y hospitalario para quien quiere contar y, por supuesto, para quien quiere escuchar. A continuación, os dejo con las palabras de personas muy vinculadas a las dos bibliotecas de Dos Hermanas: María del Carmen Gómez, directora de la Biblioteca Pedro Laín Entralgo y La Cháchara, colectivo encargado de programar las sesiones para público adulto en la Biblioteca Miguel Delibes. Filiberto Chamorro Dos Hermanas es un municipio perteneciente a la provincia de Sevilla que cuenta con 130.000 habitantes, aproximadamente y una población mayoritariamente joven en comparación con otras ciudades españolas. En las últimas décadas ha sufrido un considerable aumento demográfico debido a su cercanía a la capital y el desarrollo industrial.

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11. Bajo el manto de los cuentos

No concibo la biblioteca de Dos Hermanas sin las historias, no solo las que contienen los libros, también las que nos traen las personas que usan nuestros servicios y las que nos ofrecen los narradores profesionales que cada semana vienen a contar cuentos. Desde inicios de los emblemáticos años ochenta, cada jueves se han contado cuentos a los niños, aunque la actividad ha ido cambiando de nombre: hora del cuento, club de padres cuentacuentos, cuentacuentos de los jueves, pero se ha mantenido, básicamente, fiel a su esencia: transmitir mediante la palabra hablada historias. Me encanta aparcar por un rato presupuestos, informes y facturas y escaparme a la sala infantil para sentir el verdadero significado de mi profesión bajo el manto de los cuentos, a veces

Diego Magdaleno 96


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tropiezo con la mirada cómplice de algunos padres que, siendo niños, ya disfrutaron de los cuentos. ¡Qué lujo recibir a segundas generaciones que se mantienen fieles a esta llamada! Hace unos pocos años, nos planteamos organizar sesiones para adultos, no fue complicado conseguir los presupuestos ya que los compañeros de la biblioteca de Montequinto nos habían abierto el camino, queríamos algo claramente diferente a las sesiones de los niños, así es que decidimos llevar a cabo la actividad fuera de la biblioteca, añadiendo a la narración el plus del lugar elegido. Por ello, elaboramos un programa anual de sesiones de cuentos para adultos en las que distintos narradores nos vienen ofreciendo lo mejor de su repertorio en sesiones itinerantes por distintos lugares de la ciudad. Estos lugares suelen elegirse atendiendo a factores como la época del año, la temática de los cuentos, los requisitos del narrador, etc. Pero todos ellos guardan una constante: son lugares con encanto, escenarios que ya de por sí resultan lo suficientemente atractivos como para que actúen como reclamo, bien por su valor histórico, su belleza, su valor artístico o simplemente porque en el mismo se ofrece un buen vino. Son valores añadidos a la propia actividad. Así, a lo largo de estos años, las sesiones de cuentos para adultos se han venido desarrollando en lugares como: la capilla de Santa Ana, el parque de la Alquería, la casa de la escritora Antonia Díaz, una antigua taberna, la sala de lectura ya cerrada al público y de noche, el palacio de Alpériz, la ermita de Cuarto, una vinoteca, una antigua hacienda, una sala de exposiciones o una cafetería Jhon Ardila

con una rica merienda. A veces, acompañamos las sesiones con una pequeña charla histórica sobre el lugar, otras

con música, otras con un aperitivo, pero siempre, siempre con un buen repertorio de cuentos que suele tener un hilo temático: cuentos clásicos, eróticos, del Quijote, leyendas, de otros países, de mujeres, cuentos para reír, para sentir miedo y todos para disfrutar de la palabra hablada, de los 97


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gestos del narrador, de las modulaciones de su voz y de su maestría a la hora de transmitir historias. Para cada sesión no admitimos más de cincuenta personas, con un número mayor se rompería la magia de la cercanía. Las sesiones se llenan a los dos días de anunciarlas, nos consta que algunas personas se quedan con las ganas de asistir, problema que intentaremos solucionar aumentando el número de sesiones. El público adulto respondió inicialmente con timidez a esta iniciativa, llevaba tantos años asociada a los niños que encontramos cierta reticencia a la hora de que acudieran, pero la actividad resultó tan atractiva y enriquecedora que en poco tiempo consiguió fidelizar a los asistentes y atraer a otras personas a través del boca a boca. Actualmente es tan alta la respuesta que algunas personas se

Pepe Pérez

quedan en lista de espera. También resulta altamente gratificante para los organizadores, en un sistema empeñado en convertirnos en meros gestores de trámites puramente administrativos: planificar y disfrutar una sesión de cuentos para adultos es volver a sentir el latido de lo auténticamente nuestro, un recordatorio de lo que, según el manifiesto de la Unesco, entraría en las misiones de la biblioteca pública: «Brindando posibilidades para un desarrollo personal creativo, estimulando la imaginación, sensibilizando respecto al patrimonio cultural, prestando apoyo a la tradición oral». En nuestra biblioteca creemos en la narración oral como paraguas protector de un mundo global en donde la imaginación individual baja peldaños de manera preocupante, con los cuentos contribuimos a la siembra de semillas para alimentar la imaginación y creamos puentes entre personas a través de la palabra hablada, y sentimos la pertenencia a un grupo de personas, que confían en las palabras que forman bellas historias, felices y a salvo bajo el manto de los cuentos.

M. Carmen Gómez Valera Directora de la Biblioteca Pedro Laín Entralgo, de Dos Hermanas

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12. Las mil y una en la Biblioteca de Montequinto

En la Biblioteca de Montequinto, algunos viernes del año están marcados a fuego en el calendario. Un fuego que hace crepitar las historias contadas y encender la imaginación de las personas adultas que se reúnen a escuchar y disfrutar. Para los que han empezado como público desde el inicio, pareciera que esta actividad llevara en Montequinto toda la vida y muy desencaminados no están, ya que las noches de cuentos para adultos están muy ligadas en sus orígenes al proyecto de los cuentos familiares que la biblioteca viene desarrollando desde hace 23 años. En el «Érase una vez» está el persistente trabajo que se han propuesto con el objetivo de «crear y consolidar el hábito de la lectura en los niños desde los primeros años». Porque en la biblioteca han visto que la literatura oral (cuentos, poesías, canciones, adivinanzas) cumple la función esencial de poner a la niñez en contacto con los libros y

La Cháchara 99


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es desde esa premisa que se sigue una línea de trabajo, con actividades por las que ya han pasado varios narradores y narradoras de distinto estilo y diversa voz. Justamente, gracias al proyecto de cuentacuentos familiar, llegaron Ángeles Fernández y Marco Flecha, de La Cháchara, a formar parte activa, tanto del ciclo de cuentos como de otras acciones promovidas por la biblioteca, hasta que después de tres años intensos de trabajo, decidieron ceder la posta de la programación familiar y al mismo tiempo presentar una propuesta que introduzca la narración oral para adultos en la programación habitual del centro.

Ocho temporadas contadas Las Mil y Una, la temporada de cuentos para adultos, comenzó en febrero de 2011 como un proyecto compartido entre La Cháchara y la biblioteca, en el que la agrupación cultural se encarga de la producción artística y la biblioteca de la gestión logística y la convocatoria, además de gestionar los recursos para el pago a los artistas. En estas ocho temporadas han pasado narradores orales de muchas nacionalidades y comunidades autónomas de España, en funciones que han ido acrecentando el interés por la palabra contada y, si bien al principio fue una novedad, hoy el espacio de narración oral para adultos ya es un hábito, con un público fiel y entusiasta. En cada relato, cada

Carolina Rueda 100


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función, la magia de la palabra contada anima y hace reflexionar, encontrarse y disfrutar a la gente. De esta manera, se ha configurado un hilo narrativo marcado por la diversidad de estilos y de culturas, como una manera de viajar por esos universos geográficos y literarios, haciendo un repaso por la tradición oral de los pueblos y las joyas literarias hechas repertorio. Con la idea de seguir sembrando historias y mantener un espacio vivo de encuentro en torno a los cuentos contados, sigue la programación y la estrecha colaboración organizativa, como un modelo sostenible y que ha dado un gran impulso a esta manifestación cultural, convirtiendo a la Biblioteca de Montequinto en la primera en su género en mantener una programación estable de cuentos para adultos en Andalucía. La Cháchara: Ángeles Fernández y Marco Flecha Narradores orales y encargados de programar las sesiones de adultos en la Biblioteca de Montequinto en Dos Hermanas.

Sandra Cerezo

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13. Los cuentos (para adultos) son cosa de todos

En Madrid se ha dado un fenómeno de generosidad de los que pocas veces sabemos agradecer en su justa medida. Sé que ocurre en muchos lugares, que los cuentos han crecido entre la complicidad de los que organizan y los artistas que ejecutan, pero estos casos me pillan cerca, se mantuvieron firmes al contagio cercano de una idea nociva para nuestro oficio y conviene hablar de ellos al tiempo que se agradece. La idea nociva de la que hablo es la desconfianza en las sesiones de cuentos para adultos que crecía entre las bibliotecas de Madrid, las de Madrid capital y las de los municipios madrileños. Las sesiones, en muchos casos, estaban marcadas por una asistencia de público a la baja, en comparación con las exitosas, a veces demasiado, sesiones infantiles. Esa baja afluencia significó una cierta depresión en lo inevitable (la idea «tóxica», por decirlo así): el público adulto no está interesado en los espectáculos de narración. La depresión propiciada en la idea desesperanzada –«nada que hacer»–, desemboca en lo paliativo del descuido de publicidad, horarios y demás, y en la desconfianza de los responsables políticos, que terminan suprimiendo las sesiones, en el más absoluto silencio. Muerte programada, silenciosa, se llamaba eso en ciencia. Apoptosis. Sin embargo, ha habido bibliotecas que, como un pelotón de Spengler, como aldeas de Asterix, resistieron firmemente a la invasión del desánimo. Algunas confiando sin variar nada en que la cosa remontaría y que son ciclos, como la biblioteca de Pozuelo de Alarcón. Otras, como el caso de Colmenar Viejo o Tres Cantos, buscando alternativas en los horarios, sacrificando sus propias horas libres para poder ofrecer a la ciudadanía la posibilidad de escuchar cuentos para adultos: un viernes por la noche al mes dedican estas personas de su tiempo libre a este asunto, con una generosidad encomiable. A ellos les gustan los cuentos, podrían escucharlos dentro de su horario de trabajo, sin necesidad de alargarlo, pero los aman tanto que quieren que brillen. Saben que los cuentos de viva voz saben mejor cuando son compartidos, y se sienten artífices en parte de su brillo en escena, y tienen razón: cuando las cosas funcionan bien es mérito de todos. Otras bibliotecas, como Hoyo de Manzanares, usan, siempre que pueden, el sistema de los cuentos desparejados, que la biblioteca de Villamayor, en Salamanca, lleva usando desde 2008. Se trata de hacer coincidir la sesión infantil con la de adultos, que debe terminar un ratito antes, con el 102


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objetivo de que los adultos puedan disfrutar de una función mientras los pequeños gozan de la suya. Este mecanismo es más lioso para la biblioteca, pero, de nuevo, en el afán porque las cosas salgan mejor y dar el mejor servicio posible a la ciudadanía, el personal de la biblioteca se las arregla para que pueda ser posible este desgranamiento escénico.

Margalida Alberti, Biblioteca Lope de Vega de Tres Cantos (Madrid)

En todos los casos que cito –Pozuelo, Colmenar, Tres Cantos y Hoyo– el factor común es la decidida implicación de las bibliotecarias responsables. Las cuatro están siempre que pueden presentes en las funciones de adultos, las ven y las disfrutan como una más, intercambian pareceres con el público, los conocen… hacen que la velada sea lo más humana posible. Además, al estar al quite, son conscientes de las derivas naturales, la calidad de los profesionales que contratan y los cambios necesarios en cada momento. Es cierto que los cuentos son cosa de todos. Gracias.

Héctor Urién

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VII. SESIONES INCLUSIVAS

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14. Narración oral inclusiva para personas con diversidad funcional

La programación de narración oral y de cualquier otro tipo de actividad cultural y educativa debería ser para todos, pero siempre hay grupos que sufren riesgo de exclusión de muchos tipos de actividades porque no son accesibles, porque no les tienen en cuenta, porque hay una serie de características que habría que adaptar para que pudieran contar con igualdad de oportunidades ante ellas. Los grupos de personas con discapacidad o diversidad funcional se encuentran entre ellos y es mucha la cantidad de niños y niñas que no acuden a las actividades porque, por ejemplo, son sordas y necesitan un intérprete de lengua de signos con el que no cuentan, o necesitan una serie de guías y apoyos visuales para seguir y poder comprender lo que está sucediendo, o, sin ir más lejos, precisan una rampa de acceso a la biblioteca donde se lleva a cabo la sesión y no la tienen. Es por eso que queríamos dedicar unas páginas de esta edición de la revista a recordar la importancia de que pueda incluirse a todo tipo de personas en las programaciones para que estas sean realmente para todos y todas. En una primera parte del capítulo hablaré sobre algunas experiencias llevadas a cabo en Bibliotecas con público con diversidad funcional o discapacidad y en una segunda parte compartiremos un artículo escrito por Elizabeth Ulibarri sobre un proyecto para personas con pluridiscapacidad llevado a cabo en bibliotecas. Comenzamos hablando de la Fundación Biblioteca Social, una institución sin ánimo de lucro que se constituye en el año 2014 y cuyo objetivo es colaborar con las bibliotecas públicas en proyectos que llevan a cabo dirigidos a los sectores más vulnerables de la sociedad, entre los que se encuentran las personas con discapacidad. Cada año convocan un premio anual llamado «Biblioteca pública y compromiso social». Una de las Bibliotecas que ya hemos nombrado en varias ocasiones: Biblioteca de Villamayor (Salamanca) lleva un proyecto llamado «Punto capaz: discapacidad y animación a la lectura» en colaboración con Aspace Salamanca, a través del cual desarrollan actividades en la biblioteca dirigidas a personas con pluridiscapacidad. La Fundación Biblioteca Social les nombró finalistas a la tercera edición del premio anual debido a la labor social y literaria del proyecto. Consiguieron también el premio María Moliner por dicho proyecto, a través del cual personas con diversidad funcional acuden a la biblioteca, trabajan en talleres temáticos durante varios meses con 106


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sus monitores y el bibliotecario y finalmente acuden a una sesión de narración oral en la Biblioteca.

Imagen extraída de www.villamayor.es/noticias

Por otro lado, contamos con una experiencia específica de sesión de cuentos inclusiva que se llevó a cabo en febrero de este año 2018 en la Biblioteca Central de Rivas-Vaciamadrid con una iniciativa propuesta por Ediciones Ekaré y en la que colaboraron los narradores Tato Ruiz y Trinidad Moreno, así como la especialista en literatura infantil Carolina Lesa Brown. Visitando su página web podemos encontrar este post en el que hablan de la experiencia:

http://edicionesekare.blogspot.com/2018/04/oir-con-la-mirada-sesion-de-cuentos.html En él nos cuentan que la biblioteca fue el lugar de encuentro de dos lugares ancestrales: la oralidad y los gestos.

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La sesión con Tato no solo nos trasladó hacia ese placer prehistórico, sino que amplió sus fronteras hacia otro lugar donde aprendimos a mirar al otro. Aquella tarde, al son del cuatro, los cuentos se oyeron, pero también se vieron, se palparon, se transformaron en imágenes, para que las personas sordas o con diversidad funcional pudieran iniciar el mismo viaje. Para ir juntos, dejamos que los niños que lo necesitaban entraran antes para conocer el espacio y hablar con el narrador. También, preparamos una anticipación en pictogramas sobre quién era Tato, qué haría y qué se esperaba del público. La pared también participó: se estrenó como contenedor de paneles en el que Tato indicaba, a través de pictos, qué venía después. Pero él no estuvo solo en el escenario: a su lado, Trinidad traducía en lengua de signos los maravillosos cuentos y canciones que salían de su voz. Incluso, nos enseñó que sus alegres movimientos respondían al carácter del narrador.

Se trató de una experiencia puntual pero resulta inspiradora y sería fantástico que las bibliotecas comenzaran a incluir en sus programaciones sesiones de cuentos inclusivas para personas con tipos específicos de discapacidad o grupos variados. Por ejemplo, sesiones de cuentos para personas sordas con intérpretes de lengua de signos, o sesiones de cuentos con apoyos visuales para personas con autismo que los necesitaran. Entendemos que cualquier actividad debería ser para todos, pero este tipo de público siempre queda afuera y es preciso una igualdad de oportunidades también en el acceso a la cultura, para responder a los derechos como ciudadano y a los derechos de la infancia. Este tipo de acciones pasan por la formación de los narradores y narradoras en este ámbito y a este respecto contamos con la iniciativa de la Biblioteca Insular de Gran Canaria, que promovió 108


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un taller de formación a cargo del narrador y psicólogo Néstor Bolaños y de la narradora y psicopedagoga Laura Escuela y se tituló «Narración y Diversidad. Herramientas para una Narración Oral Inclusiva». La biblioteca planteó este taller ante la necesidad de llevar a cabo en la Biblioteca actividades de narración oral inclusivas, de modo que los narradores/as de la isla se formaran para poder participar en la minimización y/o eliminación de las barreras que encuentran personas con diversidad funcional a la hora de disfrutar de las sesiones. Al respecto, Laura y Néstor nos cuentan: Muchos narradores y narradoras no han tenido la oportunidad de contar a personas sordas con apoyo de intérprete de lengua de signos, o a un grupo de personas con discapacidad intelectual, visual, física o del Trastorno del Espectro Autista. Queríamos aprovechar nuestra experiencia contando a estos grupos y la de otros compañeros de profesión, por lo que pasamos a estos un cuestionario previo para conocer sus experiencias y las adaptaciones que suelen llevar a cabo. Tras la recogida de información, confirmamos que todos y todas estamos en el mismo camino y que las adaptaciones son parecidas, aunque también verificamos que muchos no han vivido la experiencia o que lo han hecho sabiendo que hay mucho que se puede mejorar. Investigamos, preguntamos a gente que trabaja en el mundo del arte y la cultura junto con personas con diversidad funcional, nos contaron, nos recomendaron. Entre nuestros conocimientos previos y lo que pudimos investigar, creamos el programa de contenidos tocando muchos puntos relativos a la discapacidad y también, obviamente, a la narración oral. Queríamos un taller práctico y que cada persona participante lo terminase teniendo un cuento preparado para contar y con ideas claras de cómo adaptarlo a público con capacidades diferentes. Con este objetivo claro, preparamos los contenidos en torno a los conceptos de Inclusión e integración, terminología adecuada relacionada con la diversidad funcional/discapacidad, características posibles de público con diferentes tipos de discapacidad, concepto de narración oral, sus componentes, su valor pedagógico y artístico, y, finalmente, posibles adaptaciones que se llevarían a cabo para público con cada tipo concreto de discapacidad. Por último, selección y modificación del repertorio en función de ello. 109


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A raíz de esta experiencia crearon una Guía de adaptaciones, abierta y en construcción, para contar a personas con distintos tipos de discapacidad (auditiva, visual, física, intelectual y, aparte, Trastorno del Espectro Autista). La Guía puede verse aquí: https://issuu.com/lauraescuela4/docs/narraci__oral_y_diversidad

Laura Escuela

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15. Un viatge sensorial (un viaje sensorial) www.unviatgesensorial.wordpress.com

Es un proyecto de narración inclusiva que quiere acercar el ocio cultural del territorio a las personas afectadas por pluridiscapacidad o autismo. Esta propuesta de narración inclusiva nació en el año 2005 a petición de Jesús Simón, el director de la escuela de educación especial ESCLAT de Barcelona. Hace 13 años el director de la escuela de educación especial se acercó a la biblioteca de Can Roses, la que tenía cerca de la escuela, y les aseguró que sus alumnos/as, un grupo de entre quince y veinte personas, todas ellas afectadas por algún tipo de pluridiscapacidad, tenían, sin duda, la capacidad y el derecho de disfrutar de una sesión de narración de cuentos profesional. La bibliotecaria escucho y atendió. Tuve mucha suerte, me lo pidieron a mí. Así sucedió ese primer encuentro entre la narración profesional y la pluridiscapacidad. 13 años son muchos, es un camino largo hacia una Ítaca que ahora ya está bien definida, pero que de entrada era poco más que ir avanzando en medio de una nebulosa a pasitos pequeños sin poder ver un horizonte definido ni un objetivo claro, aprendiendo, solo aprendiendo de los chicos y chicas del público y de los terapeutas y monitores que les acompañaban. Hacia el 2011 una persona del IMD (Institut Municipal de Persones amb Discapacitat de Barcelona), que estaba buscando alguna oferta cultual dirigida a las personas con pluridiscapacidad ya hacía algún tiempo y que no encontraba nada, me pidió que ese trabajo que estaba realizando en exclusiva para los alumnos de la escuela Esclat saltara al espacio público para cubrir esa necesidad de ocio inclusivo en uno de los eventos más importantes de Barcelona, las fiestas de Gràcia, probablemente la fiesta más compleja y multitudinaria de Barcelona. Fue una experiencia tremendamente estresante que, contra todo pronóstico, funcionó, y fue este el punto de inflexión. No podía fingir que no lo había visto, no podía fingir que no había visto dentro de la biblioteca un grupo mixto de niños/as con y sin afectaciones que se integró, se entendió y se respetó. Fue un regalo, un regalo para todos los que compartimos ese momento casi mágico en la biblioteca de la Vila de Gràcia. En ese momento sentí que aquello iba a cambiar mi vida, porque aquello tenía que ayudar a cambiar también la vida de mi ciudad; en ese momento sentí como si hubiera una enorme rueda de hierro clavada en el suelo que teníamos que hacer girar. 111


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El objetivo se definió de golpe y sin fisuras, era necesario que cayeran las barreras culturales a las cuales estaban sometidas las personas con pluridiscapacidad que no podían descifrar los códigos convencionales de la oferta lúdico-cultural de nuestro territorio, estas personas tenían derecho a que se normalizara una oferta codificada de tal modo que se les hiciera accesible, y las bibliotecas, que son espacios valientes, que tienden a ir siempre un paso por delante, que son, así mismo, espacios tranquilos y seguros, son, sin duda, un excelente lugar donde iniciar este camino. Por suerte, pude contar, desde el inicio, con la complicidad de algunas bibliotecas que apostaron por el proyecto sin ningún reparo. Durante ese año le pedí a ANIN (Associació de Narradors i Narradores) que me ayudaran a montar un grupo, hicimos una formación en ella, acompañada por Chema, un terapeuta de la escuela ESCLAT, en la que sencillamente intenté explicar y traspasar mi experiencia. Funcionó muy bien y de repente ya éramos 5 personas las que podíamos ofrecer esta propuesta a las bibliotecas. La experiencia tuvo sus momentos más álgidos y los más bajos, pero poco a poco se fue empezando a consolidar una programación inclusiva en algunas bibliotecas, se iba despertando el interés y nos convertimos en un referente para aquellos espacios que deseaban o desean ofrecer actividades inclusivas en sus programaciones. En el año 2016 se celebró en Barcelona la jornada «Biblioteques i inclusió» en la que participaron bibliotecas de toda Cataluña. Gracias a la biblioteca Josep Janés del Hospitalet de Llobregat, pude participar en esta jornada como ponente y presentar en ella el proyecto de narración inclusiva. Fue una excelente plataforma para mostrar este proyecto que ayudó a que muchas bibliotecas se interesaran por él y que algunas de ellas nos tuvieran en cuenta en el momento de programar sus actividades. La perseverancia tiene un premio, y aquí estamos, a finales de 2018, con un segundo grupo de narradores tan geniales como el primero dispuesto también a trabajar para ofrecer este producto y seguir creciendo, cada vez hay más bibliotecas interesadas, más inputs que van llegando. Confío en que este año 2018 sea un segundo punto de inflexión, la Generalitat de Catalunya apoyó el proyecto ofreciéndolo a través de un programa cultural a más de 30 bibliotecas del territorio y está teniendo una gran aceptación. A esta extensa oferta hay que sumar las programaciones de bibliotecas que se han ido consolidando a lo largo de estos años, son estas bibliotecas ya consolidadas las que más trabajan para conseguir normalizar este tipo de oferta y creo que juntos hacemos un gran equipo, cada uno desde su lugar y mirando hacia un objetivo común bien definido y sólido, sin duda, llegaremos a nuestra Ítaca. No puedo cerrar este artículo sin agradecer a ANIN y al IMD su apoyo siempre 112


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incondicional y su confianza; a las narradoras que se lanzaron a esta aventura conmigo en cuanto se lo pedí: Mon Mas, Susana Navó, Mercè Rubí y Patricia McGill; a Jessica Llano, bailarina, a Enric Lluc, traductor de lengua de signos, y a Oscar Igual y Paco Peñaranda, músicos, que no cuentan cuentos pero que me acompañan con su arte siempre que los necesito; a los nuevos narradores que quieren sumarse al proyecto y que ahora están trabajando sus propuesta para poder ofrecerlas en breve. Quiero agradecer a las bibliotecas que ya hace un tiempo que están disfrutando de este viaje sensorial, que se van fidelizando y que nos tienen en cuenta en sus programaciones. Todos juntos, poco a poco, vamos consiguiendo abrir los espacios de ocio cultural también a estas personas que forman parte de nuestra sociedad, pero que durante mucho tiempo han sido los grandes olvidados; personas con limitaciones que les impiden poder conectar con la cultura convencional, pero con grandes capacidades sensoriales, emocionales y empáticas, que les permiten conectar maravillosamente con el arte si esta codificado para ellos. Ellos nos pueden invitar a todos los artistas escénicos de este país a trabajar desde sus códigos, no nos equivoquemos, no somos nosotros los únicos que aportamos, estas personas con diversidad funcional son una fuente inagotable de riqueza, son personas que nos ofrecen un prisma desde el cual trabajar, desde el cual comunicar a través del arte que rompe con muchas de nuestras limitaciones y nos abren horizontes que, yo al menos, no había podido ni soñar antes de conocerlos. Por todo ello,

Elisabeth Ulibarri

muchas gracias a todos, también a todas aquellas personas, con o sin afectaciones, que poquito a poco, me enseñaron el camino para poder

llegar a ellos. Elisabeth Ulibarri

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VIII. LA HORA DEL CUENTO EN OTRAS LENGUAS

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16. Contar cuentos es establecer vínculos de comunicación

Para comunicar se deben utilizar códigos reconocibles por ambos sujetos, emisor y receptor. Por lo que la lengua empleada en la comunicación es básica, el idioma juega un papel muy importante en la comunicación. En Catalunya tenemos dos lenguas oficiales, somos bilingües. Dominamos los dos idiomas, el catalán y el castellano. Depende del lugar de nacimiento, de la familia en la que creces, se utiliza una u otra lengua, o las dos. El entorno social es importante para comunicarse, la calle, los amigos, el trabajo, el barrio, el pueblo, la Ciudad, la comarca, y también las tradiciones culturales que has ido incorporando en el transcurrir de la vida. Contar cuentos y escuchar cuentos es una forma de comunicación con uno mismo. Los cuentos permiten reconocer las preguntes que tiene el que escucha, conscientes e inconscientes, y a través de los conflictos narrados encontrarse con respuestas que pueden incorporarse al vivir. Mi experiencia en contar cuentos tiene que ver con la animación a la lectura, ya que encontré la forma de crear lectores jóvenes para poder ejercer mi profesión de librero. Todo sucede de una manera casual (?), pero me di cuenta de que, si contaba los libros álbumes a los clientes, estos solían comprarlos. Por ello propuse enlaces con las escuelas, para constituir las bibliotecas de aula. Preparaba una maleta de libros, los adecuados al nivel de lectura del aula, de acuerdo con su profesor/a, llegaba al aula y contaba cuentos incluyendo los libros que transportaba, luego de una sesión de una hora dejaba la maleta llena de libros para que fueran descubiertos por los alumnos. Los libros escogidos para llenar la maleta eran de ambas lenguas, lo importante era el contenido, la forma literaria, la ilustración…. La escuela catalana utiliza la inmersión lingüística en la enseñanza a través de la lengua (el catalán) por lo que mis sesiones siempre han sido en catalán. También en las bibliotecas la lengua utilizada para contar es el catalán. Puedo introducir textos de los libros que leo en español, pero el catalán es la lengua vinculante. Esta política educativa está funcionando muy bien para integrar a la inmigración de distintas culturas que llegan a Catalunya.

¿Se pueden escuchar narraciones en español? En las bibliotecas escolares la lectura es en catalán y en español, hay espacio y tiempo para transitar 116


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por ambas lenguas, dependerá del ambiente social fuera de la escuela que se utilice una u otra para comunicarse.

En las bibliotecas públicas los fondos de libros se ofrecen en ambas lenguas, aunque la narración de la hora del cuento sea generalmente en catalán. Se introducen narraciones en español, según los barrios donde está ubicada la biblioteca y según los usuarios. Por lo que la demanda institucional selecciona los días en que se narrará con una lengua o con otra. En mi caso, en Catalunya, siempre me han pedido en la lengua que utilizo con preferencia, mi lengua materna es el catalán. Cuando cuento fuera de mi país utilizo el español, con acento catalán (es tal como me sale) y explico que yo pienso y estructuro la

Pep Durán

comunicación en catalán y la traduzco en el instante, por lo que hay giros y frases del lenguaje que no las pronuncio correctamente.

¿Cómo hacer para poder narrar en español en las bibliotecas de Catalunya? Se trataría de poder ofrecer a las instituciones bibliotecarias una particularidad en contenido y forma de tal manera que despierte a los responsables de la programación el interés que puede tener para los usuarios esta narración concreta. La narración oral es importante porque conecta con lo más profundo del ser, la manera en que ha construido su capacidad de comunicarse a través de la lengua. Con ella se llega a vincularse con la tradición, la cultura, los mitos del origen, la realidad social y el sentir que forma parte del entorno social que le proporciona el presente. Hacerlo en catalán y en español es una manera de encontrar el espacio común en el presente social de cada barrio, pueblo, ciudad y comarca de Catalunya. No hay una sola forma, se trata de observar en el presente, el entorno social y actuar, 117


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narrando, con la lengua que consiga una comunicación con el conjunto y con cada una de las personas que escuchan. La narración oral tiene la capacidad de enlazar culturas y apoyar las políticas de integración de una comunidad. Mi experiencia personal es la de integrar en la narración oral las dos lenguas con los posibles errores de pronunciación, asumiéndolos como parte del origen de mi educación lingüística. El público que escucha lo recibe con normalidad ya que se expresa desde la verdad del que cuenta en el presente.

Pep Durán

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17. Imagine You may say I'm a dreamer.
 But I'm not the only one.

Imagine un mundo sin fronteras. Un mundo en el que fuéramos iguales. En el que habláramos el mismo idioma.

Ríos, montañas, mares, barrancos y acantilados fueron las primeras fronteras naturales. ¿Se imagina un mundo sin ellos? Y un mundo en el que fuéramos iguales… ¿Iguales a quién? ¿A qué? ¿Todos mesas? ¿Todos sillas? ¿Todos loros, perros, elefantes, humanos, lapiceros? Hubo quien pensó que podríamos entendernos hablando el mismo idioma, pero todavía está esperanto que se use. Sin fronteras. Todos iguales. Un idioma común. Estas ideas que, a priori, parece que nos liberan, nos hermanan y nos hacen mejores, solo niegan la evidencia: la diversidad nos enriquece. Bien lo sabe Mamá Ratona que, estando una mañana barriendo en la puerta de su casa, rodeada de sus cinco ratoncitos, ve aparecer un gato pardo enorme, de mirada amenazante. Mamá Ratona se planta ante él, protegiendo a su prole, y muy decidida abre la boca y exclama: «¡Guau, guau, guau, guau!». El gato huye despavorido. Entonces, Mamá Ratona dice a sus pequeñuelos: «Niños, para que veáis lo importante que es aprender idiomas». Desde luego que hablar idiomas puede salvarnos la vida. No solo eso, también nos sirve de puente para salvar la distancia entre «fronteras» y nos acerca al otro en su forma de entender el mundo. Porque ¿qué es una lengua si no una forma de interpretar el misterio que nos rodea? Por suerte, son muchas las formas de leerlo, tantas como personas lo habitamos y, si no existen tantas lenguas como personas, hay tantas como comunidades. Porque hablar no es solo una forma de ver, también es una forma de estar, de relacionarnos. Contar historias es también una forma de ver el mundo a través de los ojos del otro, una forma de oírlo en la boca del otro, y así, desde tiempos inmemoriales, nos miramos y escuchamos, mutuamente. Estos dos elementos son comunes a todos los seres humanos, a saber: la utilización del lenguaje y las historias contadas. 119


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Inés Bengoa, Biblioteca Municipal de Altzaga, Erandio (Vizcaya)

Y si esto es así en otras latitudes, no lo es menos en la tierra que me vio pacer (que no nacer, pero eso ya es otra historia). Hacemos zoom sobre el Planeta Azul, nos fijamos en el norte de la Península Ibérica, y aquí, entre montañas, bosques, ríos y llanuras se encuentra una zona poblada y repoblada por multitud de culturas (visigodos, romanos, vascones, árabes, francos, judíos) que en el idioma euskérico se conoce como Euskal Herria (o Pueblo del Euskera), lengua que los romanos llamaron lingua navarrorum, los árabes al-basquiya, y de la que decían que era «incomprensible». Claro que entonces no había planes de inmersión lingüística, y eso de entenderse era más complicado. Hoy no lo sería menos si no pusiéramos de nuestra parte, pero para eso están las instituciones, asociaciones, centros educativos y bibliotecas, entre otros. Deteniéndonos en las bibliotecas –espacio de preservación y divulgación de la lectura, el estudio, la cultura y, durante las últimas décadas, la narración oral– han realizado una labor muy importante, tanto en Navarra como en el País Vasco, en el uso y difusión del euskera. Un idioma está más o menos vivo según el número de personas que lo hablan, y para poder hablarlo con naturalidad son necesarios espacios que lo permitan, alienten y promuevan. La biblioteca se ha convertido, durante las últimas décadas, en un hábitat favorable para la utilización del euskera en las sesiones de narración oral. En País Vasco, casi el cien por cien de las sesiones de cuentos 120


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dedicadas a público infantil se ofertan en euskera, ya que es, junto con el castellano, idioma oficial de la comunidad, y todos los niños y niñas lo hablan (si no es en casa, sí en el colegio). En Navarra, la situación es diferente ya que, aun siendo idioma oficial de la Comunidad Foral, no se habla por igual en todas las zonas, y la programación de cuentos debe adecuarse a cada lugar. Para quien no conozca la realidad lingüística de Navarra, un pequeño resumen. La Ley Foral del Vascuence de 1986 (Ley Foral del Euskera, desde 2017) divide Navarra en tres zonas: Zona vascófona. Área en la que el euskera es lengua viva y tradicional de comunicación de sus habitantes. En 2012 suponía un 12% de la población navarra. Zona mixta. Área en la que, a pesar de ser de predominio castellanoparlante y no ser el euskera en ella lengua de comunicación y expresión de una parte significativa de la población, sí que lo había sido hasta un pasado reciente (Cuenca de Pamplona, Valle de Roncal y Valle de Salazar, Estella), y además existía una minoría relevante de hablantes de esta lengua, pudiéndose considerar al euskera, por tanto, lengua tradicional de ese territorio. En 2012 suponía un 63% de la población navarra. Zona no vascófona. Área territorial en la que el euskera no se había hablado nunca (Comarca de Tudela) o en la que el euskera había dejado de hablarse hacía muchos siglos (como la zona norte de la Ribera Alta de Navarra y la mayor parte de la Zona Media) y en la que, por tanto, el castellano había sido la única lengua tradicional de comunicación. En 2012 suponía un 27,8% de la población navarra. (Datos recogidos de la página web: https://bit.ly/2RtuB95) Así pues, teniendo en cuenta esta realidad lingüística, creo que es importante tener en cuenta ciertos criterios a la hora de programar sesiones de cuentos en euskera. En zonas vascófonas se puede programar sin ningún tipo de límite (únicamente con las condiciones razonables para que la sesión de cuentos sea lo más satisfactoria posible). En zonas mixtas (castellano y vascoparlantes) es importante hacer doble programación. Es decir, programar en castellano por un lado y en euskera por otro. No tratar de abarcar los dos idiomas en una sesión, porque, si no, puede pasar esto. En zonas mixtas, hay que procurar poner un límite de edad (a partir de), o programar solo para edades concretas, ya que es probable que en edades tempranas solo utilicen el idioma en el colegio y todavía no tengan fluidez en el uso y entendimiento de la lengua. Por ello, es recomendable programar por edades. Si esto ya es importante de normal, lo es más cuando se trata de una lengua no materna. En cualquier caso, y aunque sea el cuento un vehículo idóneo para el aprendizaje o 121


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naturalización de un idioma, no debemos olvidar que las sesiones de cuentos tienen valor por sí mismas. No necesitan ser herramienta de nada, ni servir para nada más. Contamos y escuchamos cuentos por el mero hecho de disfrutar. Y el mayor disfrute se da cuando narrador y oyente saben que, aquí y ahora, están compartiendo mirada a través de la misma ventana. Esta es, señoras y señores, la mirada que tiende puentes, escala montañas, surca mares y sobrevuela barrancos y acantilados. Esta es la mirada que elimina fronteras, que nos hace iguales y que nos permite sentir que hablamos el mismo idioma. Inés Bengoa

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18. Lo mío con el gallego es una historia de amor

Para realizar este artículo sobre la narración oral en bibliotecas desde el punto de vista lingüístico, pedí colaboración a una narradora gallega que creo que es una gran transmisora de la riqueza lingüística y cultural de Galicia, María da Pontragha. María opina que «la biblioteca es un lugar para vencer las desigualdades, para fomentar el cariño a la cultura y las letras y para darnos un acceso igualitario al saber. Con esta base y conociendo la situación de desequilibrio sociolingüístico que se vive en Galicia, deberían enfocarse estos lugares como apoyos clave a la normalización del idioma en desventaja e invisibilizado por las instituciones: el gallego. La situación de esta lengua, en estos momentos, es bastante crítica. En las edades más tempranas avanza la desaparición y desarraigo del idioma muy velozmente. No sería la primera vez que, en medio de una sesión, un niño o una niña, te hace la pregunta ¿por qué hablas en gallego?». María añade: «Mis sesiones de cuentos siempre se desarrollan en el idioma propio. En primer lugar, porque es mi lengua materna y esto provoca que sea capaz de transmitir con todo el esplendor la emoción de lo que estoy contando. Y en segundo, porque lo considero necesario por la situación política y social que estamos viviendo. La narración oral es una forma de acercar el idioma a la gente y ayudar a dignificarlo. Cuando vas a una biblioteca estás rodeada de libros que puedes leer, pero no es lo mismo que escuchar una voz. El narrador o la narradora oral es un libro que habla y que da vida al idioma, aporta el calor y la pasión a lo contado. Usa otras estructuras lingüísticas, otros giros y otra intensidad, para evocar una forma de narrar que al que escucha le resulta familiar, aunque venga desde otro punto del planeta». Por último, María da Pontragha explica: «Desde mi perspectiva, comprender el mundo de una forma concreta te obliga a crear una forma singular de explicarlo, y viceversa. Y dado que la identidad y el acervo cultural de una comunidad se construyen teniendo como base el idioma, todas las bibliotecas deberían de tener entre sus tesoros una sección de libros vivos y orales. Sería necesario y maravilloso».

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Tras estas reflexiones de María da Pontragha quería compartir mi visión sobre la situación de la narración oral en bibliotecas, desde la riqueza lingüística, pero con un punto de partida diferente, porque, en mi caso, no soy originaria de Galicia, pero me dedico a la narración oral desde que vivo en Galicia y he abrazado el idioma gallego como lengua para mis contadas. Creo que la biblioteca es la casa de los libros, la entrada a un sinfín de mundos, de ficciones, de sueños. La biblioteca es también un espacio de lectura, de reflexión, de estudio, de ocio. Es lugar de descubrimiento y encuentro entre las personas de diferentes edades. Además de todo esto, las bibliotecas han pasado a ser uno de los lugares habituales donde se realizan sesiones de narración oral. El cuento contado suele ocupar un lugar importante en las bibliotecas y esto hace que para los narradores sea también en cierto modo como nuestra casa. Las sesiones de cuentos que yo realizo en Galicia siempre fueron en lugares muy diversos. Muchas de mis sesiones son a dos voces y con música en directo. Visitamos bibliotecas con este tipo de espectáculos, incluso para público adulto. Pero es cierto que, desde hace ya unos años, la falta de presupuesto hizo que se programasen sobre todo sesiones de una sola persona, y por eso hace unos cinco años emprendí la aventura de contar también en solitario. Desde entonces las bibliotecas suelen ser un lugar donde cuento habitualmente para público familiar. Mis sesiones de cuentos en Galicia siempre se desarrollan en gallego. Empecé a contar y a aprender a hablar en gallego al mismo tiempo. Llevo doce años en Galicia, nací y viví la mayor par-

124 Marta Ortiz. Biblioteca Pública Municipal de Moaña (Pontevedra)


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te del tiempo en Cataluña. Al principio de vivir en Galicia contaba en castellano, pues aún no sabía hablar en gallego con la competencia suficiente como para hacerlo ante el público. Pero pronto sentí la necesidad de contar en gallego y me esforcé por hacerlo de la forma más digna. Contar en una lengua que no es la propia es un proceso, un viaje hacia dentro de una misma, a veces difícil, otras hermoso y, además, en mi caso, es también un compromiso con la cultura, las personas y la tierra que elegí para vivir

Una lengua en desventaja Tal como decía María da Pontragha, la situación de desequilibrio sociolingüístico que se vive en Galicia es enorme. El gallego es una lengua invisibilizada por el poder y las instituciones. La desigualdad palpable y el desprestigio feroz al que se ve sometida hace que muchas personas de familias que hablaron gallego generación tras generación, dejen de hacerlo, sobre todo a los niños, cortando así ese lazo tan importante que les une a su cultura. Por supuesto que hay muchísimas personas que llevan toda su vida manteniendo la lengua y la cultura gallegas y luchando por ella de diversas maneras. Pero el claro desequilibrio sociolingüístico es palpable y, en mi opinión, hace que tengas que tomar partido. Como narradora oral que vive y trabaja en Galicia me siento con esa responsabilidad y mi posición está clara: mi compromiso con el gallego es absoluto. Cuando cuentas en gallego estás diciendo muchas cosas. Dices que te parece importante y hermosa una lengua y que abrazas toda su cultura. Dices también que, aunque no sea tu lengua materna, aunque cometas errores, puedes aprender y que merece la pena el esfuerzo. Tu voluntad debe ser firme porque el camino está plagado de obstáculos. Una de las cosas que más me costaba al principio era no cambiar al castellano cuando la mayor parte de los niños se dirigían a mi en castellano al acabar la sesión. Incluso en alguna ocasión, algunos niños me llegaban a decir que no me entendían porque hablaba en gallego. Algunas veces cuento en las sesiones que provengo de otro lugar y que aprendí gallego hace unos años. Normalmente el público lo recibe con cierta sorpresa, otros con naturalidad, otros con gratitud. Para mí merece la pena el esfuerzo, intento ganarle terreno a la espontaneidad día a día, hablo en gallego todo lo que puedo en mi vida cotidiana para conseguir fluidez y estrechar el lazo que me une a esta lengua maravillosa. Como decía María Victoria Moreno «o meu co galego é unha historia de amor». Marta Ortiz 
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19. Storytelling en bibliotecas

Este artículo que versa sobre la narración en inglés de cuentos en las bibliotecas públicas es fruto de una reflexión que Laura Escuela y yo mismo creíamos necesaria. Para elaborarlo he contado con la ayuda de Tánia Muñoz, Demetrio Aldeguer, Jennifer Ramsay, Patricia McGill, Sonia Carmona y la propia Laura Escuela. Todos ellos y ellas narradores y narradoras que cuentan cuentos en inglés y que han colaborado respondiendo a una serie de preguntas que pretendían indagar ligeramente en una realidad cada vez más frecuente en bibliotecas de diferentes puntos de España: la inclusión de las sesiones de cuentos en inglés en la programación cultural de las mismas. La audiencia que normalmente acude a oír cuentos en inglés a una biblioteca está formada por niños y niñas de entre 3 y 10 años que van con sus padres y madres. Los niños y niñas suelen saber que van a oír cuentos en inglés y su nivel del idioma es muy variado, lo cual representa un reto para la persona que narra. Los niños y niñas asisten animados por unos familiares que pueden saber o no inglés, pero que están interesados en que sus hijos e hijas aprendan el idioma. Hoy en día está instalada en nuestra sociedad la creencia de que en la infancia se debe aprender y dominar el inglés cuanto antes y a toda costa. Las familias acuden a oír cuentos en inglés con la esperanza de aprender o al menos reforzar su inglés. Esto podría hacernos caer en la tentación de convertir nuestras sesiones de Storytelling en meras clases de esta lengua. Como apunta Tánia, podría hacernos caer en el «utilitarismo» que lleva a algunos programadores a contratar nuestras sesiones de Storytelling. Nosotros y nosotras aprovechamos esas oportunidades sabiendo que les estamos ofreciendo a los niños y niñas una situación real en la que estar en contacto, aunque sea durante lo que dura una sesión, con el idioma, entendiendo que estamos ofreciendo a nuestros oyentes una experiencia artística de calidad. Narrar a una audiencia en un idioma que no es el suyo es bastante diferente a hacerlo en su lengua materna. Todos los que narramos en inglés somos conscientes de ello y solemos apoyarnos en algún material visual, libro álbum o algún objeto más o menos estático que ayude a los niños y niñas a conectar con nosotros y los cuentos que les narramos. Al fin y al cabo, asistir a una sesión de narración de entre 30 minutos y una hora en una lengua que no es la tuya no es fácil y entendemos que debemos ayudar a la audiencia a disfrutar al máximo de la escucha. 126


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Estibi Míguez, Biblioteca Pública Municipal Cardenal Mendoza (Alcalá de Henares)

Nuestra meta, en palaras de Demetrio es «el disfrute de los cuentos, libros y literatura sea en el idioma que sea». La narración es el centro de nuestras sesiones y no debemos ni queremos caer en lo meramente didáctico abandonando la diversión y el disfrute de las historias en sí. Como muy bien dice Patricia: «Aprender un idioma, para mí, es relacionarse con él, poner en juego afectos, momentos memorables. Y eso es lo que se debería buscar con estas sesiones. Deberían facilitar la relación con el idioma por la vía del afecto, del juego, de la identificación, de la confrontación». Laura nos recuerda que: «Nuestras sesiones ofrecen un acercamiento cultural a la lengua extranjera. A través de las historias y canciones arraigadas en un sitio se conoce también el sitio». La demanda de actividades en inglés de todo tipo ha hecho que las bibliotecas públicas empiecen a programar sesiones de narración en inglés. Es verdad que algunas bibliotecas llevan años haciéndolo de forma regular, pero esas son las menos. Hoy en día son muchas más las que se animan hacerlo, aunque sea de manera esporádica. De la mano de esta demanda hay bibliotecas que programan como narración en inglés lo que realmente son obras de teatro, dramatizaciones, talleres o incluso pintacaras, que desvirtúan la profesión de la narración. A esta situación hacemos frente insistiendo en lo que diferencia a la narración de esas otras actividades apoyándonos en nuestra profesionalidad y saber hacer. Leyendo las respuestas de mis compañeros y compañeras me doy cuenta de que todos tenemos más o menos las mismas inquietudes y que nos enfrentamos a los mismos «problemas»: 127


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programadores que confunden lo didáctico con la narración, personal bibliotecario reticente, padres y madres en ocasiones más interesados en el inglés que sus propios hijos e hijas, y diferencias claras ente lo que espera cada parte implicada en la narración (biblioteca, audiencia y narrador o narradora). Ante todo esto, Sonia pide amplitud de miras a las partes implicadas. Percibo también que compartimos inquietudes con el resto de los narradores y narradoras: cada vez se reduce más el rango de edad de las audiencias, se nota falta de valoración de la narración como expresión cultural, y existe dificultad de abrir nuevos espacios a la narración, y además nos encontramos con el problema del intrusismo laboral. En fin: narremos en inglés. Narremos cuentos en inglés. Narremos cuentos en inglés para el disfrute de nuestras audiencias. Narremos cuentos en inglés para el disfrute de nuestras audiencias y poder acercar a las mismas a otras culturas, idioma incluido. Estibi Mínguez

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IX. BIBLIOTECAS ESCOLARES

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20. Las bibliotecas escolares en Galicia, puertos seguros para la narración oral

El programa de Bibliotecas Escolares de Galicia nace en 2003 con la creación de una «Asesoría de bibliotecas escolares». Es una iniciativa de la administración educativa gallega que pretende la renovación de las bibliotecas de los centros de niveles no universitarios y su adaptación a las necesidades educativas y sociales del mundo actual. A través de este programa se estimula la actualización de las bibliotecas dotando con recursos extraordinarios (destinados a la renovación de fondos, mobiliario y equipamiento) a los centros que se comprometen a poner en marcha y mantener, a través de una organización de los recursos humanos necesarios, un modelo de biblioteca escolar acorde con las directrices internacionales y la legislación educativa vigente a nivel estatal y a nivel autonómico. Son también requisitos la existencia de un presupuesto «ordinario», dentro de los gastos de funcionamiento del centro; una gestión y organización bien orientada de la colección; la planificación de actividades relacionadas con el fomento de la lectura; la educación en información; el apoyo al tratamiento del currículo; la extensión cultural, y la implicación de las familias. Los centros deben contar con un equipo de apoyo a la biblioteca, coordinado por un «responsable de la biblioteca escolar». Los integrantes del equipo de los centros integrados en el denominado «Plan de mellora de bibliotecas escolares» reciben formación específica, con carácter anual, y asesoramiento personalizado. Son también incorporados a un foro a través del que se mantienen en contacto con el resto de las bibliotecas del programa. Estos centros tienen prioridad, a su vez, para participar en otros programas más recientes, como «Radio na biblio» o «Biblioteca creativa», destinados a ampliar las posibilidades de la biblioteca hacia su configuración como «centro creativo de aprendizajes».

Plan LÍA Este Programa de Bibliotecas Escolares está inscrito, desde 2010, en el denominado Plan LÍA de bibliotecas escolares (Lectura, Información y Aprendizaje), de la Consellería de Educación de la Xunta de Galicia, que vive ya su segunda fase para el periodo 2016-2020, y que aglutina todas las iniciativas de la administración educativa gallega relacionadas con las bibliotecas escolares y el fomento de la lectura en el ámbito educativo. Desde la Asesoría de bibliotecas escolares, se diseñan, 130


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proponen, gestionan y difunden todas las acciones incluidas en este Plan LÍA y, en colaboración con el Servicio de Formación del Profesorado, se diseñan y organizan actividades formativas de carácter anual vinculadas a los distintos programas. Todas estas iniciativas se financian a cargo de los presupuestos de la Comunidad Autónoma en exclusiva, aunque en el período 2005-2011 hubo participación de la Administración educativa central, a través de un programa específico de la Dirección General de Cooperación Territorial.

En este año 2018 el Plan de mellora de bibliotecas escolares está presente en 655 centros públicos (y al menos en 16 centros concertados), lo que supone más del 65% de los centros públicos gallegos, tomados en su conjunto; algo más del 70% del alumnado resulta beneficiado por la existencia de una biblioteca escolar renovada mínimamente y en estado de actualización continuado, con un nivel de actividad más que aceptable en más del 80% de los casos, observándose un nivel de excelencia en el 45% de las bibliotecas (por las mejoras realizadas, el nivel de actividad anual, la calidad de las propuestas, los avances metodológicos que han propiciado en el conjunto del centro, la cultura de la evaluación desarrollada y la implicación de las 131


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comunidades educativas).

El nacimiento de las primeras bibliotecas escolares Pero anteriormente a la creación de la Asesoría de bibliotecas escolares, hace ahora quince años, existían en Galicia bibliotecas escolares. Fueron profesores y profesoras vinculados a los movimientos de renovación pedagógica los que dieron vida a bibliotecas (a veces inexistentes, otras veces en estado vegetativo), simplemente porque las necesitaban para poder trabajar con su alumnado más allá de los libros de texto y para ofrecerles la oportunidad de conocer y disfrutar de literatura infantil y juvenil de calidad o de los clásicos, más allá de las lecturas marcadas por los currículos vigentes. Los recursos para aquellas bibliotecas pioneras salían de los presupuestos para el funcionamiento de los centros, exclusivamente, y las actividades bebían en gran parte, de lo que se hacía en las bibliotecas públicas más dinámicas. Poco a poco se fue definiendo un modelo más útil y centrado en las necesidades concretas de los centros educativos y en los años noventa del siglo anterior había ya, dispersas por toda Galicia, un buen puñado de bibliotecas escolares que hoy llamamos pioneras, y que fueron la base para el modelo que la Consellería ha ido extendiendo a través de sus programas en los últimos años, amparada, a su vez, por las directrices internacionales (Manifesto de IFLA-UNESCO para la biblioteca escolar, publicado en 1999) y ya, más recientemente, por la propia legislación educativa a nivel estatal. Esas primeras bibliotecas activas y rompedoras, fueron dinamizadas al amor de la lumbre de dos cuestiones básicas, el deseo de incorporar al alumnado al mundo de la tradición oral en gallego y la necesidad de contar con textos orales y escritos de referencia para el trabajo en las aulas de lengua (gallega y española), pero también para las actividades relacionadas con la lectura y la escritura y para la creación de hábitos de lectura. Así, la narración oral, los textos de tradición oral, tuvieron una presencia potente desde el principio de la recuperación de las bibliotecas escolares en nuestra comunidad, vinculadas mayoritariamente a los objetivos de normalización lingüística, también desde la biblioteca.

La narración oral en las bibliotecas escolares Una de las actividades de fomento de la lectura presente en las bibliotecas escolares, desde que empiezan a despertar, es la narración oral. Asociada en un principio a las sesiones de cuentacuentos que las editoriales facilitaban como compensación por la adquisición de lotes de libros para la biblioteca, a medida que los presupuestos de las bibliotecas fueron ampliándose, las bibliotecas 132


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acogieron a narradores profesionales en ocasiones especiales como el Día de la Biblioteca, el Día del Libro o el Día das Letras Galegas. También el impulso de proyectos temáticos coordinados por la biblioteca escolar, con carácter transversal y en el que participa todo el centro y una planificación de actividades con carácter anual que incluye la mejora de habilidades de comunicación lingüística, entre ellas la escucha y la mejora de la expresión oral, ha llevado a las bibliotecas a incorporar la narración oral como una de sus prioridades. Cuando los equipos docentes se organizan y pueden abrir las bibliotecas en horario extraescolar, la «hora del cuento» a cargo, en principio, de profesores de la biblioteca o de madres y abuelas, es una de las propuestas más presentes. Poco a poco han ido incorporándose los abuelos, las madres y los padres, especialmente en la etapa de infantil (pero también de los primeros años de primaria), en las llamadas actividades de lectura compartida, que incluyen lectura expresiva y narración oral.

a) Voluntarios de lectura Pero el gran cambio de los últimos años ha sido la creación de grupos de alumnos y alumnas voluntarios o ayudantes de la biblioteca escolar, tanto en centros de primaria como de secundaria. 133


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El programa denominado «Bibliotecas Escolares Solidarias» incluye varias iniciativas a través de las que se invita a alumnado y familias a colaborar con la biblioteca a través de distintas actividades. Al alumnado de 5.º y 6.º de primaria se le invita a participar como Voluntarios de lectura, participando como ayudantes de la biblioteca en un grupo organizado con formación, distribución de tareas y supervisión del profesorado del equipo de biblioteca. Entre las actividades posibles está la organización y realización de actividades de fomento de la lectura dentro y fuera del centro. Así se han ido creando grupos de alumnado voluntario que realizan actividades de lectura compartida y de narración de cuentos en el propio centro (a alumnado de niveles inferiores), o fuera del centro, en escuelas infantiles o centros de mayores del entorno más próximo. Estas actividades, que inicialmente tienen un carácter puntual, se van sistematizando poco a poco y existe un buen número de centros en los que el alumnado voluntario realiza la Hora del cuento en los recreos para alumnado de otros cursos, con periodicidad semanal.

b) Acompañamiento lector Otra práctica muy común es el «acompañamiento lector» o apadrinamiento/amadrinamiento lector, que implica el que un alumno lee o cuenta a otro una historia o un libro seleccionado previamente. Estos grupos de voluntarios de lectura utilizan con mucha frecuencia el kamishibai para sus sesiones de narración, utilizando cuentos tradicionales o de autor, o creando sus propias historias. En secundaria, los grupos de alumnado voluntario de la biblioteca escolar que participan en este programa también incluyen frecuentemente, entre sus actividades, el acompañamiento lector o las lecturas compartidas, acudiendo a centros de primaria o a escuelas infantiles de su localidad, con cierta periodicidad o de forma puntual. De la misma forma que en primaria, se están empezando a ver experiencias de grupos de voluntarios de biblioteca que realizan visitas o crean vínculos de colaboración con centros de mayores de su entorno más próximo. A través de este programa también se estimula la incorporación de «familias voluntarias» a la actividad de la biblioteca escolar y son cada vez más las bibliotecas que incluyen actividades de lectura compartida y Hora del cuento en sus programaciones contando con familias que preparan sus sesiones de narración y lectura expresiva con sus propios hijos e hijas y acuden, de forma planificada, a la biblioteca en sesiones integradas de forma natural en el horario lectivo del centro.

c) Personas-libro o libros vivientes Algunas bibliotecas comienzan a incorporar los «libros vivientes», esas personas del entorno más 134


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próximo que tienen una historia vital para compartir y que puede servir de modelo, de pista, de estímulo, para los más jóvenes. Es un camino para explorar todavía en la biblioteca escolar pero ya comienzan a verse algunos ejemplos esporádicos. Hasta el momento, lo más común son esas «quedadas» con los abuelos, en el contexto de un proyecto temático, que vienen a la biblioteca para hablar de cómo era la vida cuando ellos eran jóvenes o cómo fueron sus trabajos, o cómo vivieron la emigración, por ejemplo. Algunas de esas sesiones están grabadas por el propio alumnado y constituyen documentos de gran potencial educativo.

d) Radio a biblio Uno de los programas que, dentro del ámbito de las bibliotecas escolares, se ha puesto a andar muy recientemente y que ya está dando excelentes resultados es «Radio na biblio», que propone la creación de laboratorios de radio vinculados a la biblioteca escolar. Creado en el curso 2017/2018, por el momento hay 20 centros integrados en este programa, pero ya nos ofrecen ejemplos de uso que nos hacen ser muy optimistas. Y sí, en sus programas, en los podcasts grabados, hay ya narración de cuentos, entrevistas a mayores de la comunidad educativa y a personas relevantes por su trabajo, relacionado con alguno de los temas de investigación que se está llevando a cabo en el centro. La palabra toma la biblioteca y el centro a través de la emisora de radio y el alumnado encuentra en ella otra oportunidad para aprender y desarrollar todo su potencial lingüístico, desarrollar su creatividad y acercarse a los textos orales en actividades significativas y gratas. 135


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La narración oral y la lectura expresiva, los cuentos y textos de tradición oral y los cuentos de autor, tienen un lugar de acogida en la biblioteca, en sus programaciones y contribuyen a la consecución de sus objetivos. Su presencia es fundamental a la hora de desarrollar en el alumnado habilidades de escucha, de atención y, especialmente, a la hora de vincular afectivamente al alumnado con la palabra; contribuye a despertar el amor por el lenguaje, ayudan a crear y consolidar el hábito de utilizar correctamente el lenguaje y la práctica de un uso correcto y ajustado a cada ocasión comunicativa. Todos podemos y debemos contar. Cuentan los profesores y profesoras, cuentan los alumnos y las alumnas, los abuelos, los padres y las madres también cuentan, y la directora y el conserje y el personal de cocina… Todos tienen historias para contar y todos pueden aprender a contar historias y a seleccionar historias de la tradición literaria y de los creadores actuales. Y cuando a través de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos, de la administración local o de la biblioteca pública existe la posibilidad de que un profesional nos regale con una contada, cuando la biblioteca puede contratar una sesión de cuentos a alguno de los muchos profesionales de la narración oral de nuestro país, entonces hacemos fiesta y disfrutamos como nunca, y aprendemos de sus técnicas y saboreamos las historias que nos traen de acá y de allá, de sus viajes, de sus lecturas o de su imaginación. La palabra, la narración, la oralidad tienen en las bibliotecas amarre de por vida. ¡A navegar!

Cristina Novoa asesora técnica docente de Bibliotecas Escolares en Consellería de Educación. Xunta de Galicia

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21. Sueños lectores compartidos. O de cómo hacer lectores en un entorno desfavorecido con una herramienta poderosa

Os quiero contar la agradecida historia de la Biblioteca Escolar del colegio La Paz, que el pasado día 24 de octubre cumplió 12 años. Son los que lleva existiendo el proyecto de Comunidades de Aprendizaje en el barrio de La Milagrosa, situado a las afueras de la ciudad de Albacete. Dicho barrio se encuentra en riesgo de exclusión social y se apostó por un modelo de educación donde todos los agentes sociales intervienen de manera muy directa tanto en la toma de decisiones como en las actuaciones educativas de éxito que se realizan dentro de las aulas. Nuestra forma de organizarnos nos permite dar una respuesta más realista a las necesidades del centro y de nuestro alumnado y por eso nuestra biblioteca escolar tiene una importancia vital en la vida del centro.

Nuestra comisión de biblioteca está formada por profesorado de todas las etapas educativas y de diferentes especialidades que garantizan que todas las propuestas que nacen desde el plan lector del centro lleguen a todas las aulas independientemente de la materia que se imparta. Dicho plan lector

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contiene varias líneas de trabajo y una de ellas, que es la que os quiero contar con más detalle, tiene como objetivo desarrollar la expresión oral como vehículo de comunicación. Dadas las carencias del entorno en el que nos encontramos, este objetivo se convirtió para nosotros en una prioridad. En el contexto en el que me encuentro, los objetivos y metas planteados en relación con la lectura requieren unas acciones muy dinámicas, donde «la palabra tiene un protagonismo para que el alumnado se sienta libre y la haga suya» (Freire, Pedagogía del oprimido, 1970 pág.13). Potenciar la narración oral, por lo tanto, es una práctica que tiene objetivos diferentes si la realiza el maestro o el alumnado y es la voluntad de mi comisión facilitar este tipo de prácticas que siempre se evalúan con éxito rotundo. Entre estas prácticas, dentro del horario lectivo se ofrece la biblioteca escolar como un recurso más priorizando sesiones para cada aula donde pueden realizar las actividades de fomento de la lectura y escritura, y dentro de esta oferta, se añade el periodo de recreo, como un espacio más de ocio y tiempo libre, además del patio de recreo. Es en este momento de relajación cuando la responsable de la biblioteca junto con su alumnado ayudante de 5.º y 6.º de Primaria llevan a cabo la narración oral como actividad placentera y de disfrute. Es el momento de recordar los cuentos que nos leían la maestra de Educación Infantil y que nunca se olvidan, pues fue este su primer acercamiento a la literatura y al disfrute del cuento narrado con apoyo de álbum ilustrado o sin él. En la biblioteca podemos cogerlos, hojearlos libremente o llevárnoslos a casa en préstamo. El docente también nos puede contar o nos puede ofrecer lecturas nuevas que desconocemos. En este entorno cabe destacar la afición que tienen hacia la rima y la poesía contada y cantada, siendo uno de sus pasatiempos favorito; ponerles música o ritmo a los poemas de Gloria Fuertes o Antonio Rubio es un arte en sus manos, y el alumnado de muy diversa edad se junta para cantar y bailar.

Una de nuestras actuaciones estrella son las tertulias literarias dialógicas Biblioteca escolar abierta en el recreo

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donde «Las mejores obras literarias universales aportan conocimiento, mejora del vocabulario, mayor comprensión de la situación histórica, mejor calidad de la literatura, y en definitiva los que marcan historia en las diferentes culturas, constituyéndose referentes culturales de primer orden para comprender y reflexionar sobre el mundo» (Flecha, 1997). Esta actividad se lleva a cabo una vez a la semana y en Educación Infantil y 1.º ciclo de Primaria, el texto debe ser contado con anterioridad en el aula por los adultos que van a participar en ella. De esta forma, los modelos lectores se amplían pues las familias y el voluntariado pasa a tener gran protagonismo. Los lotes de que disponemos para llevarlas a cabo son en su mayoría de la editorial Kalandraka por su fidelidad con el texto original y la buena ilustración que les acompaña, que también puede contribuir en las aportaciones que hace el alumnado. Estas tertulias se pueden hacer en cualquier sitio y la plaza del barrio, donde todo el mundo pueda verla y participar, y es de lo más agradecido.

Tertulia dialógica literaria de barrio

Otras de las propuestas que llevamos a cabo son los proyectos que tienen temas muy variados y siempre tienen un componente de oralidad, y que se deciden con anterioridad. Para ello, un grupo de Bibliotecarios Escolares en Red de Albacete se reúne cada mes de mayo con la idea de unir esfuerzos, compartir ideas y materiales elaborados por los docentes. Este grupo de profesionales siempre ha primado la utilización en las aulas de LIJ de calidad, así como los 139


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referentes que guían nuestras selecciones. En consecuencia, este año, por ejemplo, estamos recordando a Carmen Bravo Villasante, en el centenario de su nacimiento (1918-2018). Fue una gran investigadora y recopiladora de la tradición oral de muchos países. El proyecto que estamos llevando a cabo pretende que el alumnado conozca y sea capaz de transmitir todas las narraciones, poemas, fórmulas y retahílas de juego, adivinanzas y trabalenguas en su vida diaria, que Carmen recogió en multitud de libros y que a día de hoy se encuentran en la Biblioteca Universitaria del campus de Cuenca de la UCLM. También pretendemos que el alumnado sea capaz de estructurar su pensamiento lógico para poder organizar la información y de argumentar y tener un discurso coherente. Por la tanto, nuestra radio escolar es otra herramienta de éxito porque el alumnado de todas las edades puede participar aportando lo aprendido en el aula.

6. Radio escolar con alumnado de 6º de Primaria

Estos proyectos nos han llevado a experiencias muy diversas a lo largo de los años, descubriendo autores muy diversos y llenando la biblioteca de libros de ficción y de información de lo más variado. Lo importante de estos proyectos es que los libros narrados son de escritores muy 140


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cercanos y cuando se realizan encuentros de autor o eventos de narración oral en la ciudad de Albacete siempre participamos. Y es que conocer a estos autores de los libros con los que han creado unos vínculos emocionales muy fuertes es todo un acontecimiento, y les parece tan emocionante como si conocieran al futbolista más famoso del momento. La implicación de estos con nosotros también es impresionante, sabiendo que su labor en este contexto es más importante que en cualquier otro.

Referencias bibliográficas Freire, Pedagogía del oprimido, 1970. Flecha, http://utopiadream.info/ca/actuaciones-de-exito/tertulias-literarias-dialogicas/tertuliasliterarias-dialogicas-tld/,1997. https://bibliotecasescolaresenredalbacete.blogspot.com/

Eva Leal Scasso maestra de Educación Infantil y Primaria y bibliotecaria escolar del CEIP, SES, AA LA PAZ (Albacete)

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X. OTRAS EXPERIENCIAS

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22. Así se ven las cosas desde la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña (Madrid) Los seres humanos llevamos algún tiempo contando historias. Lo hacemos de forma oral desde hace al menos doce o quince mil años. Por supuesto, lo hacemos desde mucho antes del desarrollo de la escritura, de existir bibliotecas y desde aquellos tiempos en los que la palabra se entregaba únicamente al aire. Pues bien, aquellos tiempos son todavía nuestros tiempos y el aire continúa lleno de historias. Resulta sencillo imaginar aquella vieja caverna en la que una frágil humanidad liberaba sus miedos al abrigo de una hoguera. El grupo proporcionaba la seguridad suficiente para alumbrar historias. Las dudas, los miedos, la idea de lo trascendente, lo desconocido y todo el saber acumulado se conjuraban en aquellas primeras bibliotecas. La palabra y el gesto saltaban libres. Tan libres como lo son ahora en una pequeña biblioteca de pueblo. Nuestra caverna se llama Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña (Madrid). Aquí habita la palabra escrita, pero también la más vieja pulsión de la humanidad: la necesidad de contar y que nos cuenten historias de forma oral. La nuestra es una pequeña biblioteca. Con una población de 7.500 habitantes, Morata de Tajuña sigue representando un contexto favorable para el uso de la cultura oral en el espacio de relaciones que no deja de ser una pequeña biblioteca pública. Aquí todavía se llama a la gente por su nombre y lo oral ocupa lugar más allá de la eventual visita de un cuentacuentos. Contar historias, hacerlo en una biblioteca –aun a riesgo de alterar en alguna medida el pulso de este servicio público– es algo tan necesario como natural. Está en el ADN de la institución. Lo oral no puede ser contemplado aquí como algo excepcional. Excepcional es que le toque a uno la lotería. Por eso, no nos conformamos con la fórmula que entiende la oralidad en la biblioteca como un hecho aislado, puntual y siempre condicionado a la presencia de un profesional de la narración oral. «¡Esta tarde: Cuentacuentos en la biblioteca!» No, el uso de la oralidad en las bibliotecas no debería asociarse con un simple entretenimiento infantil, con espectadores pasivos y algún que otro padre mirando la pantalla de su teléfono móvil. Y, sin embargo, ocurre algunas veces. En conexión con lo anterior, lo visto y vivido en nuestra biblioteca en los último años nos permite llamar la atención sobre la necesidad de contemplar la narración oral como una forma de lectura y, de paso, como una invitación a penetrar en las historias que las bibliotecas atesoran en forma de libro. Leer escuchando, mirando, interpretando el gesto y la palabra equivale así a situar la

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palabra escrita en un contexto mucho más humano, más sugerente, más permeable a las pasiones, las alegrías y los miedos que nos acompañan desde la noche de los tiempos. El uso del idioma se ve reforzado, la palabra se inflama, la gestualidad recupera una dimensión en estos días casi del todo arrinconada en lo cotidiano. En una palabra: leer se convierte en algo social y recupera su lugar en el actual marco de relaciones de los seres humanos. No hay caverna, pero hay biblioteca. Con el cuento, cuando es narrado de forma oral en una biblioteca, se potencian las habilidades sociales y se refuerza el lazo afectivo que une a la gente con su biblioteca, la de su pueblo o la de su barrio. Los usuarios no adoptan el papel de espectadores sino el de lectores, porque eso exactamente es lo que hacemos al aceptar el viejo juego que supone dejarse conducir por la palabra para construir la imagen mental de aquello que se quiere contar. Es por eso por lo que conviene reivindicar el uso de lo oral más allá de la puntual presencia en la biblioteca de un narrador profesional. En Morata de Tajuña sabemos que la narración oral no puede ser entendida como un mero pasatiempos. Nos resistimos a pensar solo en una actividad puntual y aislada del resto de la biblioteca. Preferimos pensar en la cantidad de resortes mentales que se activan en cada sesión de Cuentacuentos; pero también cada vez que nos preguntan por aquel cuento, cada vez que se nos recomienda o recomendamos un libro, todo eso es oralidad y se ejercita todos los días a uno y otro lado del mostrador de la biblioteca. Se nos pide que tracemos el itinerario que, a nuestro parecer, debe terminar por conectar el hecho de la narración oral con el papel a desempeñar por una pequeña biblioteca de pueblo. Pues bien, el recorrido es el que a continuación se detalla y se concreta en tres ámbitos diferentes: el de la educación, el del contacto entre generaciones y el ámbito de las relaciones sociales. La biblioteca pública juega un papel importante en el desarrollo de la narración oral en estas tres esferas.

En el ámbito de la educación: La narración oral en la biblioteca como instrumento para trabajar la animación a la lectura

La narración oral está presente en el trabajo de animación a la lectura que se realiza en la Biblioteca de Morata de Tajuña como una parte fundamental en el desarrollo del convenio que desde 2008 se lleva a cabo en colaboración con el centro de educación infantil y primaria de la localidad. El cuento, los coloquios y las lecturas comentadas figuran entre los instrumentos que se emplean en las sesiones que la biblioteca diseña y ejecuta pensando en alumnos desde tres años hasta 6º de E. Primaria. A lo largo del curso pasado se desarrollaron en nuestra biblioteca un total de 64 estrategias 145


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de animación a la lectura cuya metodología y evaluación se incluyen en la memoria anual del proyecto. A lo largo de los últimos ocho años, nuestra biblioteca ha venido apostando por la narración oral como herramienta para el fomento de la lectura en la infancia. La narración de cuentos, los coloquios, la lectura expresiva y las lecturas comentadas han estado en el centro de nuestro trabajo de animación a la lectura con escolares del centro de Educación Infantil y Primaria de la localidad. De paso, la oralidad se ha revelado para nosotros como una herramienta eficaz a la hora de fortalecer el vínculo afectivo que nos conecta con la comunidad a la que servimos.

El bibliotecario, Óscar Ortego, narrando cuentos a los niños y niñas.

En la esfera familiar: La oralidad al servicio del contacto entre generaciones Es en el ámbito familiar en el que la biblioteca pública puede y debe emplear la narración oral y ponerla al servicio de las relaciones entre generaciones. Cumpliría aquí nuestra institución un papel primordial al revelarse como foro valido para el desarrollo de un nuevo marco para las relaciones en comunidades pequeñas. La biblioteca pública funcionaría así como lugar de encuentro y de 146


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transmisión de valores y vivencias vinculados con el patrimonio oral de una pequeña comunidad. La biblioteca rural funcionaría como potenciadora de las relaciones entre generaciones. Es precisamente en este ámbito en el que nosotros inscribimos la iniciativa que llamamos: «Los padres también cuentan». ¡Si quieres contar, contamos contigo! Este bien podría ser el eslogan y la invitación que, de manera permanente, viene lanzando nuestra biblioteca desde marzo de 2012. Tanto la sensibilidad de algunos padres del municipio como el deseo de incrementar el grado de participación activa de los usuarios de nuestra biblioteca dan como resultado la creación del Grupo de Contadores Infantiles y Cultura Oral de la Biblioteca de Morata de Tajuña. El 15 de marzo de 2012 se celebra el primer encuentro. Desde entonces, muchas han sido las historias que han llenado el aire de nuestra biblioteca en tardes para recordar. Además, nuestras «contadas» han trascendido los muros de la biblioteca para, en ocasiones, trasladarse a la noche más estrellada, a lo más profundo del bosque o a las orillas del río Tajuña, junto al único molino de agua todavía en funcionamiento en todo el territorio de la Comunidad de Madrid. Desde 2012, buscamos padres, madres, abuelos… con ganas de contar un cuento, compartir un recuerdo personal o transmitir una vivencia a nuestros hijos en un ambiente íntimo y familiar.
 La biblioteca de Morata quiere impulsar la participación activa de nuestra comunidad de usuarios. Es este un grupo abierto (algo así como el Club de Lectura que desde hace tiempo funciona en nuestra Biblioteca). La gente puede entrar y salir del grupo libremente. Nuestras sesiones están sujetas a un calendario anual que se encuentra a vuestra disposición en la biblioteca. Cada cual «cuenta» cuando le apetece. Eso sí, para celebrar una de nuestras «contadas» es necesario contar con al menos tres voluntarios para contar. Por lo general, las sesiones se celebran en la Biblioteca, pero NUNCA en horas de máxima afluencia para evitar que se conviertan en un acto masivo o un «aparcamiento de niños». Se trata de que asistan aquellas familias que de verdad les apetezca acercarse y participar de forma activa. No somos cuentacuentos profesionales. Solo se pretende poner en contacto a un grupo de personas voluntarias que se coordina desde la Biblioteca. Cada sesión se trabaja previamente en la Biblioteca. Insistimos en que, más que cuentacuentos, lo que aquí se intenta es consolidar un grupo de cultura oral capaz de retomar el hilo de la transmisión oral en un entorno rural todavía propicio para las relaciones y bajo el paraguas de la biblioteca pública. En nuestro caso, la iniciativa nació en los peores años de crisis económica. Justo cuando más severamente sufríamos los efectos de los recortes que tanto daño han hecho a las pequeñas bibliotecas. Es importante señalar este extremo porque, con «Los padres también cuentan» lo que se 147


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pretendía no era llenar un hueco o mitigar las carencias de aquellos años en los que apenas se invertía dinero en el desarrollo de actividades en una pequeña biblioteca como la nuestra. Nada de eso. Entonces, como ahora, se trataba de abrir una nueva vía para la participación activa, las relaciones entre generaciones, la promoción de la lectura, el ocio creativo y la recuperación de ancestrales fórmulas de transmisión oral. Es por esto por lo que nuestros encuentros se han venido celebrando siempre en un ambiente más o menos íntimo y familiar… Así ha de ser. De otro modo solo conseguiríamos hacer lo mismo que un cuentacuentos profesional pero peor hecho. Tampoco se trata únicamente de entretener… Lo nuestro no es un espectáculo más o menos amateur. Esto es una cosa nuestra, de padres a hijos, de abuelos a nietos. Para que nuestros pequeños vean que los mayores también somos capaces de juntarnos para algo más que para ver un partido de futbol. Queremos darnos el gusto ver sus caras mientras contamos una historia. Pretendemos ejercitar la oralidad en un mundo en el que la gente no se da ni los buenos días; reforzar el vínculo con nuestra biblioteca (y con todas las bibliotecas), para que la falta de dinerito no sea nunca la excusa fácil para dejar de hacer aquello que no cuesta dinero pero tiene un inmenso valor, para transmitir a los pequeños el valor de la amistad y el peso de las cosas hechas... sí... ¡por amor al arte!

Una madre contando en la biblioteca.

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En el ámbito social: El papel de la biblioteca como potenciadora de un marco de relaciones basado en la palabra
 En la esfera de lo social, la Biblioteca de Morata de Tajuña viene desarrollando en los últimos cuatro años el proyecto que denominamos «el bosque de las palabras». Se trata de una nueva invitación a explorar los beneficios que reportan las relaciones sociales cimentadas en el hecho de la transmisión oral. Esta vez extramuros de la propia biblioteca, en el bosque y en el paraje que en su día bautizamos como “El bosque de las palabras”. Nuestro bosque se alimenta de palabras. Por eso, una vez al año y coincidiendo con la celebración del Día de la Narración Oral, la biblioteca vuelve a lanzar la invitación de costumbre: ¡Si quieres contar, contamos contigo! Se trata ahora de contar cualquier tipo de historia, cuento, poema o vivencia relacionados con los bosques. El entorno no puede ser más adecuado. Juntos, familias enteras, se dan cita una vez al año para plantar un árbol (uno por familia) y contar historias que nos hablan de árboles, naturaleza, leyendas y criaturas del bosque. Con el tiempo, y agradeciendo la coincidencia en el calendario, no solo celebramos el Día de la Narración Oral, de paso la actividad sirve para festejar el Día de la Poesía y el Día Forestal Mundial. Desde la Biblioteca de Morata de Tajuña apostamos de forma decidida por acciones como la que plantea «El bosque de las palabras». La transmisión oral se vive aquí de forma natural, abierta y comunitaria. La palabra ocupa el centro de este espacio público, vecinal, cercano, íntimo y no profesional.

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En una palabra, la biblioteca pública debe trabajar por la defensa de la oralidad como canal de transmisión de cultura. Es esta una buena receta que garantiza el refuerzo de los vínculos sociales y afectivos entre generaciones; en especial dentro de una pequeña comunidad. En Morata de Tajuña creemos además que la narración oral fomenta la participación activa de usuarios adultos en las actividades de la biblioteca, fomentando la lectura y ayudando a entender la biblioteca rural como un espacio cultural vivo y abierto a la participación. Nos resistimos a ser vistos únicamente como un simple servicio de préstamo de libros. Preferimos el aroma de la clorofila y lo anteponemos al viejo olor de la biblioteca triste y nactalínica de antaño. El uso de la oralidad nos ha proporcionado mayor cercanía a nuestros usuarios. Hemos querido parecernos a aquella caverna milenaria en la que todavía invocábamos nuestros miedos en la noche de los tiempos. El uso de la palabra oral nos ha hecho recuperar parte de la esencia que nunca debería ausentarse en este templo de la palabra que llamamos biblioteca pública; lo hemos hecho con naturalidad y siguiendo la vieja receta heredada de nuestros ancestros. De no ser así, ¿qué sentido tendría vivir en un mundo en el que se diera definitivamente la espalda a la palabra? Óscar M. Ortego Agustín bibliotecario de la Biblioteca Municipal de Morata de Tajuña Morata de Tajuña es una población de 7.500 habitantes , situada en el Valle del Río Tajuña, a unos 40 kms al sur de Madrid

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23. Herencia de las palabras ¿Qué es aquello que nos une a lo largo del tiempo, que nos identifica como colectivo y comunidad, que nos diferencia a los humanos de otros seres vivos? ¿Qué es lo que nos permite establecer relaciones entre ciudadanos y comunicarnos? ¿Qué es lo que perpetúa lo que fuimos, nos enseña de dónde venimos, nos describe cómo somos? Las palabras. Las palabras nos unen, nos identifican, nos nombran. Gracias a las palabras escribimos el pasado e inventamos el futuro. Gracias a las palabras construimos identidades, comunicamos ideas y pensamientos, evolucionamos. Gracias a las palabras, reconstruimos lo vivido, la historia de otras generaciones, nuestra propia historia. Y ¿cuál es la casa de las palabras, el sitio que guarda las historias tejidas por las palabras? La biblioteca. Y desde este espacio queremos darle el valor y la relevancia que se merecen, la trascendencia e importancia que tienen, hasta el punto de que se conviertan en un sello de identidad del municipio y transformen la localidad en la «Herencia de las palabras».

Momi Ogalla

151 Guti

Alicia Bululù


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Y con este objetivo, desde la Biblioteca Pública Municipal Miguel de Cervantes de Herencia (Ciudad Real), hemos desarrollado un ambicioso proyecto que ha sido merecedor de uno de los premios gordos del concurso nacional de Proyectos de Animación a la Lectura María Moliner 2018. Un proyecto cuyo eje vertebrador ha sido la palabra en sus distintas manifestaciones. Por ello, la narración oral, la palabra heredada, ha tenido un peso importante en el mismo. Las historias transmitidas de boca a oído, unas veces desde la experiencia profesional de narradores orales como Yoshi Hioki y sus cuentos japoneses con los que nos deleitó en la XII Gala del Lector, o la risa irreverente de Momi Ogalla, que amenizó el XV Maratón de Cuentos, o las maravillosas historias de «Antes, al anochecer», cuentos del mundo de la boca de Alicia Bululú, o las «Historias del filandar» con las que Guti te transporta a tiempos pasados. En otras ocasiones, los cuentos, las historias, son narradas por los padres y madres, niños y niñas, abuelos, tíos y familiares, vecinos de aquí y de allí en cada sesión de Cuentos con pan y chocolate y en el maratón de cuentos. Y nos llevamos las palabras a casa y al cole gracias al Pipiripao de Félix Albo duranto una sesión de Pipiripao

Félix Albo, fiesta familiar y colectiva alrededor de los libros en la que se practica la lectura, la observación y el deleite del

álbum ilustrado. Y las palabras se despliegan ante los ojos curiosos de niños y niñas en sus visitas a la biblioteca, gracias al personal bibliotecario, que con pocos recursos, pero con mucha imaginación dan lo mejor de sí mismas en forma de cuentacuentos. Y así, entre actividad y actividad, las palabras se abren hueco, se hacen importantes, toman protagonismo entre las calles de este bonito pueblo manchego, convirtiéndolo de este modo en Herencia de las palabras. Ana Fernández-Conde Diez técnico B.P.M. Miguel de Cervantes de Herencia (Ciudad Real) Esta Biblioteca ha sido merecedora de uno de los premios principales del concurso nacional de Proyectos de Animación a la Lectura María Moliner 2018. Herencia es un municipio de la provincia de Ciudad Real que en la actualidad ronda los 8.500 habitantes.

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24. Audacia en la programación de la narración oral

En el equipo de la Red de Bibliotecas de Yebes/Valdeluz, compuesto por el concejal de Cultura, actualmente un plan de empleo contratado al 100% por el Ayuntamiento, becarios que anualmente vienen a realizar las prácticas del módulo de animación sociocultural y yo mismo, nos consideramos algo audaces, ni mucho ni poco, solo algo. El firmante cree firmemente (valga la aliteración) en la Declaración de la Unesco de 1994 sobre la Biblioteca Pública, cuando dice: «La biblioteca pública es un centro de información que facilita a los usuarios todo tipo de datos y conocimientos». En realidad, lo suscribo punto a punto y coma a coma pero hay algunas frases dichas allí en 1994, cuando se llevaban los pantalones campana y se escuchaba Celtas Cortos y Roxette, que son especialmente inspiradoras: «Ni los fondos ni los servicios han de estar sujetos a forma alguna de censura ideológica, política o

El bibliotecario Álvaro Pérez en los Cuentos con chocolate. 153


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religiosa, ni a presiones comerciales». Pues eso, audacia pura. Abre tu mente y abre las puertas de la biblioteca. Desde nuestra Red de Bibliotecas de Yebes/Valdeluz, situada a 8 km. de la capital de la provincia de Guadalajara, programamos algunas actividades con títulos tan sugerentes (o eso creemos) como «Parque de atracciones literario», «Astronautas lectores» o «La increíble Liga de los Libros». Ninguna de ellas relacionadas de pleno con la narración oral. Pero es que ya hemos dicho que lo nuestro es la audacia.

Maricuela en el Bicicuento.

En las actividades relacionadas más íntimamente con la narración oral quizás seamos algo más conservadores, menos audaces. Y es que la narración oral –tal y como a mí me la han transmitido en el seno de la Biblioteca de Guadalajara, donde escuchaba, con pecas en mis narices infantiles, a Estrella Ortiz o a Pep Bruno– respira tradición, tiempo sosegado, voz a medias o a enteras para crear un ambiente mágico. El Maratón es mucho maratón. Pero bueno, seguimos teniendo de espíritu audaz, a fin de cuentas. Por ello programamos actividades de narración oral tales como el «Bicicuento», los «Cuentos con chocolate», o «El Maratón de Cuentos Viajero». Para los que nos movemos en el ámbito bibliotecario estas actividades ya están ampliamente consolidadas, testadas. Digamos que son de una audacia relativa. Describiremos brevemente algunas de ellas: 154


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–Bicicuento: Actividad de narración oral donde se aúna deporte y cultura. Una ruta por parajes naturales singulares de nuestro municipio en los que, bajo una encina milenaria o la orilla del Lago de Valdeluz, Elia Tralará o Maricuela han narrado sus historias. Se entregan dorsales, se cuenta con la colaboración del Club Ciclista Municipal y acabamos con chuches. –Cuentos con chocolate: De sobra conocidos por mucha gente del sector. Sesión de narración oral desarrollada por voluntarios donde, previo trabajo en la intimidad del hogar, los padres voluntarios narran los cuentos, álbumes o historias. En ocasiones se completa la actividad con alguna manualidad. Y se corona con la merienda típica de nuestras abuelas: pan con chocolate. –Maratón de cuentos viajero: Llevamos ya seis ediciones, las que el firmante lleva al mando de este barco, en la que colaboramos con la maravillosa actividad de Guadalajara, que en su caso cumple 27 primaveras en el presente año. Cita ya consolidada, por tanto, donde se dan cita niños, adultos, colectivos y asociaciones destacabas del municipio en torno a un escenario decorado en función del tema marcado por la capital. Una narradora o narrador profesional acude a dar calidad a los relatos: Magda Labarga, Charo Jaular, Raquel Queizás o Charo Pita han desfilado por nuestro escenario. Cada año mejora en público, número de narradores, calidad de las narraciones, escenografía. Desde hace 3 años se complementa con un Maratón de Ilustración, donde artistas voluntarios ilustran los cuentos narrados. Por último, se celebra una mini feria del libro y la artesanía. –Talleres de animación a la lectura oral: Impartidos por la Asociación Caperuza Roja, de Guadalajara, con más de 15 años de experiencia. Actualmente tenemos 4 grupos: uno de bebeteca, con niños de 0 a 3 años; dos grupos de 3 a 5 años, y uno de 6 a 8 años. Un total de 43 niños acuden semanalmente a las instalaciones de la biblioteca. Dependiendo del perfil de edad del usuario la actividad se amolda: las bebetecas, donde acuden lógicamente los bebés con sus padres, se basan en las canciones populares, la estimulación sensorial y suponen un primer contacto con el mundo de los cuentos y la biblioteca. Los restantes grupos, con adaptaciones lógicas, se basan más en el formato club de lectura infantil, cobrando en todos los casos peso la narración oral a cargo de las monitoras profesionales y complementándose en muchos casos con el desarrollo de la creatividad libre y el espíritu estético. –Apadrinamiento lector: Actividad vinculada al Plan Lector Municipal y bajo el auspicio del Centro Escolar del Municipio. Escolares de 5.º y 6.º curso «apadrinan» a los escolares del ciclo de Infantil. Los «padrinos» toman libros de la biblioteca, de especial calidad artística y literaria, y un día fijado para el apadrinamiento se reúnen con sus apadrinados, les narran el cuento que 155


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previamente han trabajado en el aula y el hogar. Los peques les obsequian con breves poesías y trabajos plásticos relacionados con el libro elegido. Pura magia son las fotos que se generan en estas jornadas. –Sesiones de narración oral en efemérides: Con motivo de distintos hitos del calendario se contratan u organizan sesiones de narración oral. En ocasiones a cargo de profesionales y otras gestionadas, humildemente, por el personal de la biblioteca. El Día del Libro, el Día de la Familia, el Día del Niño, Halloween, Navidades… ¡¡¡Nos apuntamos a todo!!! Eso es la audacia. Hemos narrado en la calle, en una carpa que tenemos en el exterior, en negocios de hostelería, en el hospital psiquiátrico del municipio… Por descontado en la Biblioteca. A veces se complementa con talleres plásticos.

Charo Jaular en el Maratón de Cuentos de Yebes Valdeluz

–Sesiones de narración oral para adultos: Me apetece ponerlo a parte, porque de un tiempo a esta parte ha cobrado entidad propia. Pep Bruno y sus cuentos del Decamerón, Marta Marco en un restaurante local o el último Maratón para adultos celebrado a las 22:00 del 9 de junio (¡¡¡fresco lo vendo oiga!!!) con intervenciones espontáneas y la gran Charo Pita haciendo doblete de sesión por la mañana y la noche. Volveremos a la carga en breve porque funciona bien, cuando nuestros usuarios, padres jóvenes en su mayoría, consiguen liberarse de sus vástagos. 156


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Podríamos seguir, pero no queremos aburrir. Enumeramos algunas otras, menos vinculadas con la narración oral en su estado pleno, pero creemos propuestas audaces que reúnen algo de sus esencias: Recitales poéticos, amenizados con orquestas de jazz, donde la palabra rimada es protagonista. El Coro de Valdeluz deleitándonos con letras narradas y, lógicamente, musicalizadas. O conciertos, donde artistas nos narran sus letras cargadas de poesía y ritmo. Bueno, que nos apuntamos a un bombardeo. Con una mente abierta pero sin dejar de mirar ese Decálogo que nos manda cada vez que contratamos a Pep sobre las recomendaciones para contar cuentos en condiciones. ¡¡¡Lo que pida oiga!!! Audaces, esperamos mucho tiempo. Aquí nos tienen, en Valdeluz y Yebes para compartir nuestro entusiasmo. Álvaro Pérez bibliotecario de la Biblioteca Municipal de Yebes-Valdeluz Valdeluz es una localidad española perteneciente al término municipal guadalajareño de Yebes, en Castilla-La Mancha. Tiene su origen en un Programa de Actuación Urbanística (PAU) que se puso en marcha en 2003. Es decir, es una ciudad creada desde cero. En julio de 2006 se procedió a la primera entrega de viviendas a los nuevos vecinos. A fecha de 2016 la urbanización acogía a 2469 vecinos y la población de Yebes en la actualidad es de 3700 habitantes censados.

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25. Catorce años de Campaña de Animación a la Lectura en pequeños municipios segovianos

¿Cómo mantener vivas las bibliotecas de pequeños municipios con una población escasa, poco habituada a encuentros culturales periódicos y, casi siempre, presupuestos raquíticos? Haciendo «encaje de bolillos», que de eso saben mucho los responsables de las bibliotecas rurales. A menudo, se las ingenian, con grandes dosis de voluntad, para lograr atraer público sin grandes dispendios. En otras ocasiones, las instituciones se unen y todo es más fácil. Así sucede en algunos núcleos poblacionales de Castilla y León, donde la Junta colabora con las Diputaciones Provinciales para realizar anualmente la Campaña de Animación a la Lectura para público infantil, en municipios que superan los 2.000 habitantes. En la práctica, basta con que ronden los 1000 censados, confiesa Alberto Huertas, director del Centro Coordinador de Bibliotecas de la Diputación Provincial de Segovia, desde donde se lleva a cabo la planificación y ejecución de la campaña para 19 localidades. Al parecer, estos centros funcionan de modo diferente en cada una de las nueve provincias. En Segovia, que es el territorio del que hablaremos, depende de la sección provincial de Cultura. Explica Huertas que «en los últimos diez años, la Junta ha destinado 144.308 euros al Centro Coordinador de Bibliotecas de Segovia, para la compra de libros, que debe suponer al menos la mitad de la inversión, y otras actuaciones». 158


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En la actualidad, la otra mitad se dedica a la mencionada Campaña de Animación a la Lectura, que este 2018 ha llegado a 19 pueblos de la provincia y unos 4.700 usuarios, todos menores. A los adultos no les está permitida la entrada. El programa se articula a través de 10 grupos o solistas que han realizado 174 actuaciones, entre talleres, sesiones de narración e incluso pequeñas representaciones teatrales, con el fin de alentar a los niños y niñas del pueblo a leer. Entre los pueblos beneficiarios están los más poblados de Segovia, como Cuéllar, con 9.500 habitantes; y también otros como Fuentepelayo, que no alcanza los 1000. Las acciones se llevan a cabo desde el mes de marzo a diciembre, cada año desde hace catorce. El Centro Coordinador de Bibliotecas elige cada enero a los grupos o solistas candidatos a participar, atendiendo a «criterios de calidad y económicos», revela Huertas. El pasado año, fue el primero en el que Cultura, que es quien marca las normas legales, exigió que los narradores/as o grupos participantes en la campaña tuviesen vínculos con Segovia. Según el responsable del centro, sucede porque «todo el mundo alrededor lo está pidiendo y al final se ha hecho aquí también. Es una política proteccionista que todo el mundo asume».

Algo más que un lugar donde se expenden libros y pelis Cada biblioteca tiene una o dos actuaciones al mes y se convierten en uno de los centros dinamizadores de la vida cultural del pueblo. Para Fuencisla Álvaro, encargada de la biblioteca del Real Sitio de La Granja de San Ildefonso, «la campaña siempre ha sido bien recibida. Supuso un cambio muy agradable. Los niños y niñas han ido creciendo y viendo que la biblioteca no solo es un sitio donde se expenden libros y pelis». Y añade: «muchos se han ido acercando a la biblioteca a través de la campaña. Es otra manera de engancharles, a través de los cuentacuentos». Y parece que el objetivo se ha cumplido, pues ese fue el que se marcaron al diseñar esta campaña, explica Huertas: «La función tradicional es la de realizar préstamos para la lectura y queríamos que además fuese un lugar de dinamización. Sobre todo en pueblos pequeños». La de La Granja es solo una de las 19 bibliotecas participantes, pero el sentir general de las bibliotecarias y bibliotecarios del resto de pueblos coincide, según Alberto Huertas: «Siempre han sido muy receptivos, muy implicados y con mucha dedicación, incluso aquellos que no están muy bien considerados por sus ayuntamientos, en cuanto a condiciones de trabajo». Recoger resultados cuantitativos es una tarea ardua: «Es difícil conocer estadísticas. Lo que sabemos es que los préstamos se han mantenido en el tiempo, a pesar de que la población de estas localidades ha disminuido a lo largo de estos catorce años», asevera Alberto Huertas. La Campaña de Animación a la Lectura que se lleva a cabo desde la Diputación Provincial 159


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de Segovia supone, pues, un acicate y un soplo de aire fresco para los niños y niñas que viven en zonas rurales de la provincia, si bien, conviene no olvidar que, a pesar del esfuerzo, siguen siendo muchos los pequeños/as a los que estas acciones no llegan.

Otra niña de pueblo más Yo, quien firma este artículo, Elia Tralará, crecí en un pueblo muy pequeño de la provincia de Segovia y nunca, durante mi etapa escolar ni tampoco en la adolescencia, tuve oportunidad de escuchar a un cuentacuentos. En el ámbito escénico, me refiero. No en el cotidiano, aclaro, ya que en mi familia existían y existen grandes narradores naturales. Fue en la etapa adulta cuando descubrí

Elia Tralará. Biblioteca de Valmanzano (Segovia)

fascinada la narración oral. Y no fue hasta años después del descubrimiento que empecé a dedicarme a ella de modo profesional. Luego el azar, o qué sé yo, me convirtió hace seis años en una de las narradoras participantes en la Campaña de Animación a la Lectura de la Diputación de Segovia. Y desde entonces, visito las bibliotecas de los pequeños municipios de la provincia. Son muchos kilómetros y mucho tiempo para llegar a estos 19 pueblos (visito cada uno de ellos, una vez al año), en ocasiones bastante distantes de mi lugar de residencia, por carreteras secundarias. Pero nunca he dudado de que el esfuerzo valiese la pena, ante todo por el aspecto humano. Año tras año, se ha forjado una relación cordial, e incluso de cierta amistad con las bibliotecarias (son mayoría absoluta) y algún bibliotecario. Me cuentan sus problemas, las dificultades que encuentran para realizar su labor: que se les ha estropeado la estufa, que alguien ha donado una partida de libros y les faltan estanterías, o que han pedido un espejo para el baño, pero todavía no lo tienen. Pero si algo me satisface es comenzar a contar las historias y ver que me suenan ya las caras de casi todos los niños y niñas, que hay un público fiel que acude a escucharme de año en año, que interacciona y que al finalizar la sesión, casi siempre están dispuestos a contarme o a cantarme. Si 160


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ya la naturaleza infantil lleva implícita la espontaneidad y la inocencia, en los pueblos creo que estas características se muestran en su máximo esplendor. Y entonces es cuando me imagino, con esa edad, cómo habría sido una más de ellos; una niña que juega en la calle y que espera ansiosa la llegada de alguien que cuenta historias y se deja contar. Y siento que hay una vinculación emocional con estas bibliotecas rurales, con esos paisajes tan similares a los de mi infancia, y con esos niños y niñas que son los que yo un día fui. Elia Tralará

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26. La magia se diluye A estas alturas ¿quién ignora los beneficios de contar cuentos a los niños? Si se realiza una rápida búsqueda por internet o se lee algún manual de psicología o pedagogía, la conclusión es unánime y los motivos son numerosos: ayudan a gestionar las emociones, sirven para explicar conceptos morales, estimulan la imaginación, desarrollan la atención, la memoria, la fantasía, la creatividad, el lenguaje, pero también sirven para trabajar la escucha, la expresión no verbal, la compresión… Todo esto es verdad y todavía se podría ampliar la lista para convencer a los adultos de que empleen unos minutos al día en dicha actividad. En esta larga lista, sin embargo, echo en falta un aspecto imprescindible en todo acto de narración: la magia. Sí, has leído bien, la magia. No la magia de chistera, de varitas, de adivinar cartas ni nada que se le parezca. LA MAGIA, con mayúsculas. Intentaré explicarme. El día en que en nuestra biblioteca se programa una actividad de cuentacuentos, sin duda, el aire huele a magia. La persona que traspasa el portal seguramente no sabría cómo explicarlo, pero en el ambiente se percibe expectación a raudales, una alegría diferente a la habitual. Por supuesto los muebles han cambiado de sitio, hay más gente de pie, han aparecido elementos de decoración nuevos… Y, al preguntar qué ocurre, lo entiende, ¡hay cuentacuentos! No importa si el público al que está dirigido es infantil o adulto, porque los padres se van a quedar sí o sí; reclaman su sitio, aunque sea en un rinconcito del final de la sala porque, no vamos a engañarnos, también a los mayores nos encanta que 162


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nos cuenten historias. La persona encargada de la función comienza y, conforme van pasando los minutos, percibimos que el alboroto de los niños se ha apaciguado, los pequeños están quietos y sus mandíbulas empiezan a descolgarse, a la vez que sus ojos se hacen cada vez más grandes. Los padres, enfrascados hasta hace unos momentos en las pantallas de sus teléfonos móviles, han levantado la vista y empiezan a sonreír. Unos minutos más y ya han recogido el teléfono en el bolso o en el bolsillo y… la MAGIA ha empezado a surtir efecto. Ya no importa la edad del oyente, da igual si eres un niño o un adulto, la historia te ha atrapado y respondes a las preguntas que se lanzan, te ríes, levantas la mano para participar, quieres ser una princesa, una bruja o un león, tocas palmas, cantas y, sobre todo, te diviertes. MAGIA, MAGIA, MAGIA. Al terminar la sesión todos los asistentes abandonan sus asientos con una sonrisa que tardará en borrarse, tu alma está un poco más ligera y te has olvidado de todo durante un buen rato. Y la MAGIA puede durar mucho. Hace años nos visitó un cuentacuentos que, en el punto álgido de una historia, hizo que el libro que estaba utilizando ardiese. ¡Increíble! ¡Magia! Les dijo a los niños que estaba embrujado y que tenía que llevárselo para desencantarlo con un hechizo, ¡y los niños que asistieron siguen preguntando hoy en día si ya lo ha devuelto a la biblioteca! Pero también pequeños y grandes se acuerdan de que Boni tiene un palo que suena como la lluvia; que Pep contó unas historias alucinantes de miedo; que María tiene un delantal del que no dejan de salir cuentos, o que Cristina puede contar cuentos a oscuras. El impacto que una sesión de cuentacuentos tiene en el público no puede preverse ni medirse, pero los que hemos asistido a alguna sabemos lo que ha significado para nosotros. Si esto fuera un cuento, ya tendríamos nuestro final feliz; pero, como en toda buena historia, en esta también encontramos un conflicto y un malvado.

Un malvado que quiere matar la magia En nuestra historia, el malvado pretende matar la magia de la biblioteca es un Oswaldo PAI

personaje listo, taimado, que no da la cara, que no hace ruido, que no llama la atención,

pero que está consiguiendo que la magia se vaya diluyendo sin que nos demos cuenta de cómo ni cuándo se ha perdido. Los bibliotecarios sí que lo han notado y luchan por conseguir que sobreviva 163


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con todos los medios a su alcance, pero, a veces, nos sentimos solos en el empeño. Ellos tienen muchas ideas, iniciativas, ganas… pero no siempre disponen de los recursos suficientes y, cuando debería entrar en escena el hada madrina que salvara al protagonista, esta no aparece por ninguna parte. De un tiempo a esta parte los bibliotecarios somos conscientes de que en los últimos años contamos con menos ayudas por parte de la Administración, que debería ser un apoyo fundamental en nuestra labor. Administración central, autonómica, comarcal, provincial o municipal, cada uno que coja su porción de culpa, que para todos hay en mayor o menor medida.

En la provincia de Zaragoza hay ayuntamientos que no destinan ni un euro de su presupuesto a la biblioteca de su municipio. La Diputación Provincial ha incluido el antiguo Plan de fomento de bibliotecas públicas en su nuevo Plan Unificado de Subvenciones (PLUS), con lo que ha conseguido que las subvenciones que llegaban a las bibliotecas se haya reducido en una cuarta parte. El Gobierno de Aragón transfirió las competencias en materia de bibliotecas a las Comarcas y las Comarcas (salvo muy contadas y honrosas excepciones) no ejercen esas competencias. Este año, además, nos hemos quedado sin la Campaña de Animación a la lectura que organizaba dicha Diputación Provincial y que traía a las bibliotecas municipales (en primavera y otoño) una ración de MAGIA en forma de cuentacuentos y actividades infantiles, lo que ha dejado a muchas bibliotecas pequeñas sin presupuesto y sin programación cultural. Conclusión: este cuento que podría ser bonito, alegre y optimista lleva trazas de convertirse en la historia de Robinsón Crusoe, con las bibliotecas como pobres náufragas en islas cada vez más pequeñas, lejanas y aisladas. ¿Podremos recuperar la magia? ¿Conseguiremos encontrar de nuevo a nuestra hada madrina? Solo el tiempo lo dirá.

Ana Isabel Arjol Padrino bibliotecaria de la Biblioteca de Nuez de Ebro y secretaria de ABIMAR (Asoc. Bibliotecarios Municipales de Aragón) Nuez de Ebro es un municipio de la provincia de Zaragoza, situado a 20km. al sureste de la capital. Cuenta con una población de aproximadamente 800 habitantes.

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XI. LO QUE ESPERAN LAS BIBLIOTECAS DE LOS/AS NARRADORES/AS

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27. Qué esperan las bibliotecas de los/as narradores/as orales profesionales

Una de las actividades, quizás la más antigua, que vincula a los narradores orales con las bibliotecas es La hora del cuento, actividad que se realiza de forma periódica para que niños, jóvenes y adultos puedan disfrutar de la narración oral de cuentos. Aprovechemos la ocasión para recordar que esta actividad tiene su origen en Inglaterra y en los países Nórdicos, y que llega a España en los años 30. Durante todos estos años se ha mantenido el éxito de la actividad y hoy en día las bibliotecas la validan como estrategia altamente efectiva para animar a leer a los más pequeños. A día de hoy sería posible afirmar que cada día de la semana, especialmente de lunes a sábados, en más de alguna biblioteca de España, se está realizando La hora del cuento. Sabemos que este espacio destinado a la narración oral es atendido por narradores profesionales en su mayoría, pero que también, en muchas ocasiones por falta de recursos, es atendido por el propio personal de bibliotecas o narradores voluntarios. Es posible encontrar libros y manuales para aprender a contar cuentos, así como también libros que recogen cuentos tradicionales, populares y modernos. Pero, con todo este material… ¿perciben las bibliotecas la diferencia cuando la sesión la realiza un narrador profesional? ¿Tienen las bibliotecas ciertos criterios con el que evalúan el bien hacer de los narradores profesionales? En definitiva, ¿Qué esperan de nosotros? Buscando referencias sobre lo que las bibliotecas esperan de nosotros, encontramos un librito muy interesante: La hora del cuento en las bibliotecas, del escritor, narrador y mediador de la lectura Joan de Boer.1 Resulta atractivo revisar el capítulo dedicado a la «Organización de la Hora del Cuento», donde se considera como primer punto importante para el éxito de la actividad contar con un narrador profesional. El libro, en la página 34, sugiere una pauta de observación general, para evaluar el trabajo de los narradores, con los siguientes tres criterios: –Nos gusta / no nos gusta –Tiene buena /mala calidad artística –Sabe/ no sabe captar la atención del público.

1

Boer Joan de, La hora del cuento en las bibliotecas, Editorial UOC, Barcelona, 2017.

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El libro, ya en sus páginas finales, entrega los tips para La Hora Del Cuento Ideal: a saber: –Contar con la presencia de los mejores narradores profesionales. Y sugiere que para dar con ellos lo mejor es verlos en directo durante sus espectáculos. Pone en valor, además, las recomendaciones que pueden hacer otras bibliotecas de narradores que han visto y la valoración que pueden hacer otros narradores al recomendar a compañeros de profesión. Considera útil también la información que puedan dar las redes sociales e internet, señalando «Hoy en día, la gente talentosa puede pasar más inadvertida en el mundo físico que en el virtual. Si el trabajo de un narrador es de calidad, probablemente su nombre será fácil de localizar en internet bajo la información de numerosas programaciones de la hora de cuento» (pág. 38).

¿Qué esperan de los narradores profesionales las bibliotecas? Intentando identificar aquello que las bibliotecas esperan de nosotros, hemos incluido la siguiente pregunta como parte del cuestionario del que ya os hemos hablado y que se ha aplicado a numerosas bibliotecas de todo el país: ¿Qué le pide a un narrador o narradora profesional cuando va a realizar una sesión a su biblioteca? La pregunta fue respondida por 218 bibliotecas, de las cuales el 100% realiza actividades de cuentacuentos, y dentro de ellas más del 70% afirma contratar narradores profesionales para algunas de sus actividades. El 30% restante realiza las actividades sin presupuesto, y por lo tanto las realiza el propio personal de biblioteca y, en algunos casos, con apoyo de voluntarios. A continuación, analizamos las respuestas recibidas, las que se han organizado en 7 puntos, que nacen en función de la información recabada. Están ordenados de mayor a menor, según cantidad de bibliotecas que menciona el concepto, con datos en cifras en nota al pie de página. ¿Qué le pide a un narrador o narradora profesional cuando va a realizar una sesión a su biblioteca? 167


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Profesionalidad Las bibliotecas nos piden en primer lugar, un 90% lo menciona, la profesionalidad en nuestro hacer. Si bien es cierto muchas solo enuncian el concepto, hay algunas que se encargan de comentarnos lo que entienden por profesionalidad en un narrador. Por ejemplo, la Biblioteca Ateneo Calzada de Gijón pide Profesionalidad y aclara lo que espera indicando: “Técnica, conocimiento de la literatura infantil, empatía, capacidad de comunicación con el grupo y entendimiento en cuanto a la finalidad de la biblioteca pública. Se busca como objetivo la animación lectora, no un mero entretenimiento de los participantes en la actividad». Así también la Biblioteca de Teguise, en Lanzarote, especifica: «Profesionalidad: una sesión bien preparada, de contenido interesante y acorde a la edad propuesta; aptitudes para afrontar las situaciones no siempre agradables que se dan durante las sesiones por la escasa cultura que hay respecto al consumo de estas actividades por parte de los asistentes». Para la Biblioteca Central Rialeda, Oleiros, un narrador demuestra su profesionalidad cuando llega a tiempo y lleva las obras bien preparadas. Y, junto con esto, «…que sepa atraer al público y que si un niño o niña lo interrumpe sea capaz de continuar». Por su parte, la Red de Bibliotecas Municipales de Fuenlabrada (Madrid) suma a lo señalado anteriormente: «Profesionalidad: rigor y puntualidad». Y agrega aspectos técnicos: «Agilidad y eficiencia en los trámites de presupuesto y facturación que requerimos». La Biblioteca Pública Ánxel Casal, de Santiago de Compostela, aporta su visión en torno a los conocimientos que se esperan de un narrador profesional: «Que conozcan el mundo de la literatura infantil y juvenil, que sepan transmitir muy bien y, sobre todo, que entiendan a este público y sean capaces de mantener su atención». La Biblioteca Municipal de Arucas se refiere al repertorio y a la forma de abordarlo: «Que sea profesional, con todo lo que esto implica. Fundamentalmente, que las historias estén bien escogidas. Que tenga bien preparada la sesión y se adapte al perfil y a la respuesta del público concreto de cada una de ellas». Sobre el repertorio, la Biblioteca Central Rialeda, Oleiros, nos precisa: «Que tenga calidad narrativa (hay muchísima diferencia entre unos y otros)». Y la Biblioteca Pública Municipal Manuel Vázquez Montalbán, de Madrid, nos recuerda que la profesionalidad no solo la da un buen texto sino también el «Ritmo narrativo, habilidades de comunicación/narrativas, buscando en definitiva que el público salga con una sensación positiva de la sesión». Con todo lo anterior, no podemos dejar de considerar el comentario de la Biblioteca Pública 168


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Municipal de Ribadavia, que comenta: «La profesionalidad se nota, y es que hay mucho intrusismo en este sector».

Filiberto Chamorro, Biblioteca Provincial de Sevilla Infanta Elena

Ganarse al público Otro aspecto que aflora cuando les preguntamos a las bibliotecas que esperan de los narradores profesionales es la Interacción con el público (70 bibliotecas). La gran mayoría de las bibliotecas se refieren a la importancia de mantener la atención del público y para ello esperan que el narrador sea: empático, seductor, que enganche, que tenga recursos para atrapar, que cautive, que logre conexión, que sea divertido, que busque involucrar al público y que les dé espacio de participación. Como muy bien señala la Biblioteca Pública Puente la Reina, en Navarra, es importante que el narrador tenga recursos para mantener la atención de las criaturas, algo que es muy complicado a veces.

Sobre el punto, la Biblioteca de Alagón, señala: «Que sepan llegar al público, transmitirle emoción, variedad a lo largo de la misma sesión e incluso que el público pueda participar y se sienta 169


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identificado». Y la Biblioteca de Arganda del Rey le da valor a la experiencia, sin duda necesaria: «Experiencia, para que sea capaz de enfrentarse a la diversidad de público con la que se puede encontrar. Profesionalidad». Y la Biblioteca del Cabanyal, Casa de la Reina, Valencia: «Que cautive al público, lo que implica normalmente múltiples recursos, y que los contenidos sean interesantes/apropiados».

Capacidad de adaptación Otro punto, similar al anterior pero con matices, es la capacidad de adaptación (37 bibliotecas) que se espera de los narradores. Se espera que el narrador se adapte, primeramente, al público. Este puede ser de edades muy variadas en una misma sesión o de edades diferentes a las acordadas, o puede ser mayor en número. También, se espera adaptación a los espacios, ya que no en todas las bibliotecas existe un espacio destinado exclusivamente a la narración, por lo que pueden ser pequeños, muy grandes, con acústicas regulares, sin la intimidad deseada, fríos, calurosos y una serie de pequeñas variables que pueden resultar ocasionales y que, muchas veces, no dependen de la biblioteca. Un último enunciado sobre la adaptación es la que se nos solicita en relación a los adultos: adaptarnos a que muchos adultos son menos educados y pueden conversar durante la sesión o mirar el móvil, o generar situaciones conflictivas. La Biblioteca Pública del Estado, Huelva, especifica: «que sepa amoldarse a un público heterogéneo con horquillas de edad muy dispares en las sesiones abiertas del ciclo Sábados de cuento»; mientras que la Biblioteca Municipal Miguel de Cervantes, Algete, avisa: «Capacidad de adaptación a las circunstancias de cada sesión, por ejemplo la edad predominante de los niños, y niños especialmente movidos». Un importante número de bibliotecas confían en el narrador y se dejan asesorar por ellos (20 bibliotecas). La Biblioteca Municipal Guillermo Arce, Los Corrales de Buelna, Cantabria, afirma que «Prácticamente todos los narradores que han estado en nuestra biblioteca son unos enormes profesionales, así que no les tengo que pedir nada especial. Realizan su trabajo de forma maravillosa conectando con el público, y haciendo que este disfrute al escuchar sus cuentos e historias». 170


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Mientras que la Biblioteca Central del Ayuntamiento de Barakaldo comenta: «No le suelo pedir nada porque suelen ser gente muy experimentada que saben realizar muy bien su profesión».

Puntualidad Un aspecto que ha de considerarse es que son varias bibliotecas las que esperan de los narradores puntualidad (19 bibliotecas). La puntualidad puede medirse no solo en el horario de llegada a la actividad, sino también en cumplir con los plazos señalados para terminar la misma. Como señala, por ejemplo, la Biblioteca Pública Municipal Buenavista de Madrid, quien espera como primera cosa: «Puntualidad, y cumplimiento del horario previsto para la actividad». Y así también Biblioteca Pública Municipal de Cariñena, que acotan que lo único que esperan de los narradores profesionales es: «Puntualidad y profesionalidad». Hay bibliotecas que esperan que la duración de la actividad sea coherente con la edad de los destinatarios, de tal forma que las sesiones para los más pequeños serán mucho más breves que para los adultos. la Biblioteca Fuente Álamo, de Murcia, comenta: «Hablo con el profesional sobre la actividad y la duración, ya prefiero que no sea muy densa». La respuesta de la Biblioteca Municipal de Coca es: «No espero nada de los narradores, pero, si tuviera que responder algo, sería puntualidad, pero no es muy común porque las veces que ha habido este tipo de actividades, los narradores han sido bastante puntuales». Nos hace afirmar que la puntualidad es sin duda un factor asociado a la profesionalidad que no debemos descuidar.

Repertorio Ha sido muy grato confirmar que muchas bibliotecas esperan de los narradores un repertorio con contenido literario de calidad (19 bibliotecas). Algunas respuestas son muy claras: La Biblioteca Municipal H.C. Andersen, de Mejorada del Campo, espera de una sesión de narración oral «Que no sea un acto lúdico-festivo, que contenga un fondo literario de calidad y anime a la lectura». Y la Biblioteca Municipal Pedro de Lorenzo, de Soto del Real, agrega: «Que, independientemente del tipo de propuesta, fomente el valor de la lectura y el amor por los libros entre el público». Hay ocasiones en que las bibliotecas requieren un repertorio específico o de alguna temática, tal como lo indica la Biblioteca Pública San Jorge de Pamplona, «Respecto a su trabajo, esperamos una cuidada selección. También en ocasiones hemos pedido que se ciñan a un tema concreto». Hablando de libros… hay bibliotecas que esperan que los narradores envíen el listado de títulos que conforman la sesión y que durante ella se haga mención de los mismos, especialmente en las sesiones infantiles familiares, buscando despertar el hábito lector y favorecer la petición de 171


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libros una vez finalizada la misma, tal como lo comenta la Biblioteca Municipal Camilo José Cela, de Hoyo de Manzanares: «Me gusta conocer la bibliografía con la que van a contar, para poder tener los libros en sala». Así también lo deja en claro la Red de Bibliotecas Municipales Bilbao que espera «Que se haga mención al libro o libros en los que basa su actuación…».

Algunas bibliotecas esperan conocer nuevos títulos para incorporarlos a su fondo cuando ello sea posible, de ahí el interés en conocer los datos de los títulos utilizados, como indica la Biblioteca Municipal Adrián Alemán de Armas, de La Laguna: «También se solicitan los títulos con los que trabaja para poder comprar, en la medida de nuestras posibilidades, los libros de las sesiones».

Lili Cuentacuentos, Biblioteca Pablo Neruda de Arganda del Rey (Madrid)

Puesta en escena Cada vez son más las bibliotecas que esperan una puesta en escena (8 bibliotecas) en la hora del cuento. No nos olvidemos de que la narración oral está reconocida como una manifestación escénica, por lo que esta consideración no podía estar ausente. Entenderemos por puesta en escena, de acuerdo a las respuestas, todos aquellos detalles que tienen una relación directa con el escenario 172


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o espacio escénico donde se va a desarrollar la sesión: iluminación, sonido, utilería o elementos que maneja el narrador, elementos que arropen o decoren el espacio (telón, escenografía...). Se incorporará también aquí el vestuario. Sobre la puesta en escena, las bibliotecas esperan autonomía por parte del narrador: que lleve sus materiales y atrezzo, y que estos sean de calidad. Así también que la puesta en escena tenga un sentido estético y armónico… es decir: que sea bonito; especialmente en las sesiones de bebés y en las infantiles-familiares. Sobre ello, la Red de Bibliotecas Municipales, Salamanca, comenta: «Aparte, naturalmente, de la calidad (de lo que se cuenta y de cómo se cuenta), me gusta que cuiden la puesta en escena: luz, sonido, utilería, estética». Y en la Biblioteca Publica San Jorge, de Navarra, indican: «Respecto a su trabajo, esperamos una cuidada selección, y buena puesta en escena…». Nos ha parecido interesante que la Biblioteca Pública de Fasnia, en Tenerife, sugiera que la ropa adecuada para un narrador es un vestuario neutro, específicamente, «ropa de color negro».

Conclusiones Después de revisar las 219 respuestas, creemos posible afirmar que el profesional que las bibliotecas esperan debería: •

Capturar la atención del público y ser capaz de adaptarse a las variables y dificultades que se puedan presentar.

Llevar una sesión preparada y cuidada. Con contenido literario e interesante, acorde a la edad. Con un repertorio variado y con materiales originales.

Creer la historia que cuenta, transmitir emoción, capturar la atención el público y saber estar en escena. Poseer una buena dicción, claridad al narrar, fluidez, ritmo y riqueza de lenguaje.

Disfrutar con lo que hace y ser amable con el público.

Tener rapidez y eficacia en el envío de presupuestos, facturas, y dossier con la información. Enviar carteles y afiches de la sesión contratada. La información recogida permite afirmar también que el precio de las sesiones no es lo que

prima. Solo un mínimo porcentaje de bibliotecas mencionó el valor de las sesiones como un factor que esperan. Al inicio de este documento nos preguntábamos si las bibliotecas reconocen la diferencia cuando les visita un narrador profesional, y podemos concluir que la respuesta es afirmativa: Es 173


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posible apreciar la diferencia entre narradores voluntarios y narradores profesionales, como lo señala la Biblioteca Pública de Artajona, de Navarra: «Como las sesiones ordinarias las hacen personas voluntarias, cuando viene un profesional se nota la diferencia: tiene más aplomo, está menos nervioso, conoce las narraciones tan bien que puede incorporar/no incorporar las improvisaciones de los peques... Indudablemente se nota la profesionalidad, las tablas que tiene: cómo manejar el grupo de peques, elegir las narraciones teniendo en cuenta a los asistentes...». Hasta aquí nuestro análisis. Ahora nos retiramos a cumplir con nuestro oficio y con aquello que tan bien definen y esperan en las bibliotecas, especialmente en la Biblioteca Iruñea, de Navarra, y en la de Alaejos, Valladolid, respectivamente: «Qué el narrador que nos visita nos transmita la esencia y que haga gala de sus saberes en la materia». Y «Que sea capaz de vivir sus historias para poder transmitirlas de forma que el público se las crea y pueda vivirlas también».

Carolina Barreira López (Lili Cuentacuentos)

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