revista 041 [1]

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octubre noviembre diciembre

[041] 1 Editor responsable Colegio de Arquitectos, Distrito 2, Av. Belgrano 650, 2000 Rosario Director Marcelo Perazzo Co Director Marcelo Villafañe Comité Editor Marcelo Barrale Edgardo Bagnasco José María Marchetti Colaboradores Marcelo Barrale Pablo Beitía Adrián Caballero Gerardo Caballero Guillermina Chachques Emilio Farruggia Manuel Fernández de Luco Ayax Grandi Rafael Iglesia Alfredo Llusá Oscar Madoery Eduardo Maestripieri Rubén Palumbo Claudio Vekstein Diseño Cosgaya, Diseño. Liliana Agnellini Pablo Cosgaya Marcela Romero Fotografía Andrea Ostera Impresión Borsellino Impresos

...¿qué es, ¿qué ha de ser una revista de arquitectura? ¿qué ha de ser, además, una revista de arquitectura vinculada a un colegio profesional? Esta historia será la de una serie de intentos, de tentativas de responder a esta pregunta por parte de personas concretas. Y será también, de alguna manera, la historia de una pregunta imposible de responder. Porque la propia pluralidad y provisionalidad de las respuestas que puede dar cualquier revista de arquitectura, demuestran el carácter intrinsecamente contradictorio del proyecto, mientras ponen de manifiesto, por otro lado, el hecho de que siempre valdrá la pena intentarlo. Proyecto contradictorio puesto que a lo largo de las páginas de cualquier revista de arquitectura de cualquier época, se constata que entre la propia arquitectura y los discursos que la divulgan, que la muestran, que la re-visitan, hay siempre un corte, una fractura, que va en detrimento de la integridad de la primera. Pero la tentativa vale la pena, porque la presencia de discursos paralelos, de carácter literario, de interpretaciones fotográficas, de representaciones gráficas, ha sido siempre consustancial al hecho o fenómeno arquitectónico. Planos, fotografías, textos: todo ello forma parte de las revistas de arquitectura y también de la arquitectura misma. Pero, ¿qué hay que decir de la ciudad y sus edificios? ¿cómo seleccionarlos? ¿cómo compaginarlos? ¿cómo mostrarlos? ¿cuáles hay que mostrar? ¿cuáles no…? Atendiendo a estas preguntas, 041 Revista de Arquitectura y Urbanismo se entiende como una publicación cuyo reto será el de intentar promocionar la correcta difusión del hacer arquitectónico desde un necesario posicionamiento crítico, que procure en cada momento una doble función: la de dar a conocer la producción local, dentro y fuera de nuestras fronteras, y la de canalizar en nuestro ámbito, aquellas propuestas y debates más innovadores producidos en el orden regional, nacional e internacional. El lector podrá calibrar no solo la producción arquitectónica referente a una «problemática acordada», sino también la relación entre ésta y las distintas corrientes del pensamiento que inciden sobre la disciplina y la realidad social y técnica del contexto. Una revista informativa, pero al mismo tiempo crítica respecto a la información que ofrece. Una publicación que nos insufle una dosis de libertad en el espíritu, a menudo reprimido. Una publicación de riesgo, que tendrá como valor fundamental, el no convertirse en un archivo momificado de imágenes o escritos, sino el de radiografiar no tan solo una disciplina o un «hacer», sino un estrato abierto de conceptos y relaciones contemporáneas. Una publicación que defina una visión alejada de las modas, de las verdades absolutas e irrefutables; que exponga los matices, que anime a leer entre líneas, entre imágenes, entre planos. Hacer el trabajo por sí mismo por el placer discreto e impreciso que deja. Dar el propio trabajo como un presente, para ser descubierto, estableciendo un diálogo sin gestos, íntimo con quien lo reciba, lo cate, lo aprecie...

Marcelo Perazzo Director de 041


[041] Revista de Arquitectura y Urbanismo

Revista del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe, Distrito 2, Rosario.

Presidente Jorge H. Pozzi Vicepresidente Edgardo Bagnasco Secretario Emilio Farruggia Tesorero Daniel Weisburd Vocales titulares Marcelo Barrale Luis C. Reggiardo José Florio José M. Marchetti Vocales suplentes Guillermina Chachques Marcos Bertino Javier Garahan Roberto Isern Jueces del Tribunal de Ética y Disciplina Titular Roberto Shiira Suplente Norma Giorgietti Miembro de la Comisión Revisora de Cuentas Alberto Traverso Vocales del Colegio Distrital al Directorio Superior Provincial Titular Elisa Kessler Suplente Enrique Arjol Comité Editor Marcelo Barrale Edgardo Bagnasco José M. Marchetti Las notas publicadas con la firma de su autor no representan necesariamente la opinión de la institución. La inserción de publicidad no implica vinculación con las empresas anunciantes, y la edición no se siente obligada a la defensa de los intereses particulares de las mismas.

Cuando hace unos años imaginamos la preparación de una revista de arquitectura desde Rosario, registrábamos la persistencia local de una profesionalidad ausente de palabra y prescindente de los discursos y las identidades que la reflexionen, la expliquen y la extiendan. Destacados profesores en las décadas agitadas o exitosos amigos en la actualidad supieron confiar su talento a íntimas selecciones perceptivas y pacientes recursos gráficos, ratificando, finalmente, que la construcción de la resultante edilicia tenía más de técnica proyectual que de horizonte conceptual. Estos procedimientos tan funcionales a la cuna académica rosarina resultaron ser parte de una conducta muy extendida y puesta al descubierto por las críticas que a fines de los 70 atacaron la ambigüedad cultural de una modernidad ya reducida a estilo. Más allá de las opiniones que se tenga sobre aquellas proposiciones no puede dudarse que la situación intelectual de la arquitectura no es la misma de hace 20 años y es claro que han sido activados los dispositivos reflexivos de esta especialidad. En este sentido, la literatura arquitectónica actual persiste en sostener la sustanciación cultural de las producciones y es habitual encontrar arquitectos ocupados en contextualizar estética y filosóficamente su labor. Finalmente tampoco puede dudarse que desde estas reconsideraciones la arquitectura ha recuperado su participación en la escena cultural contemporánea y, por supuesto, su capacidad propositiva y representacional. La iniciativa editorial que presentamos busca un lugar en esta escena y, por lo mismo, desde ella espera las miradas y los requerimientos. No será esta revista el catálogo indiferente, desapasionado, en el que los esfuerzos quedan reiteradamente agrisados por complacer a unos y otros. Cuando la pensamos le reconocimos, con fondo de promesa, su facultad de obrar arquitectura si arriesga en la parcialidad de las selecciones y las reflexiones, y, aunque ellas no son tan estables como el silencio discreto de la indiferencia, vemos nuestro rastro en estos cambios de tiempo ante los que casi nunca hemos sido neutrales y, sobre todo, discretos. No queremos ocultar nuestra satisfacción por ser parte de esta realización editorial de arquitectura, seguros de que deben ser los arquitectos quienes se ocupen de su saber y su oficio, y convencidos de destinar a ello alguna parte de sus ahorros colectivos, es nuestra esperanza que, más allá de las distintas huellas que siga la Institución en su historia futura, 041 Revista de Arquitectura y Urbanismo no desaparezca jamás. Emilio Farruggia Secretario Distrito 2, CAPSF. Octubre 1997

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Sumario 4

Nota de tapa

Jorge Scrimaglio Obras y proyectos

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SCRMGL Observación sobre replicantes y suplicantes

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Comentarios

[041] Revista de arquitectura y urbanismo

Claudio Vekstein

Marcelo Villafañe Emilio Farruggia Gerardo Caballero Ayax Grandi Eduardo Maestripieri Rafael Iglesia Alfredo Llusá

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Pablo Beitía

32

Fay Jones

36

Políticas urbanas

46

Cartas

Museo de Xul Solar Pentimento Rafael Iglesia

Thorncrown Chapel Gerardo Caballero

Colegio de Arquitectos de la Provincia de Santa Fe Distrito 2

Jorge Scrimaglio Obras y proyectos

Rubén Palumbo Adrián Caballero Manuel Fernández de Luco Oscar Madoery

1] 1997 Pablo Beitía Museo de Xul Solar Fay Jones Thorncrown Chapel Políticas urbanas Cartas Julio Vanzo / Lucio Fontana

Foto de tapa Andrea Ostera Fragmento Casa Siri, Jorge Scrimaglio.

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Julio Vanzo Lucio Fontana


Fotos Andrea Ostera


Jorge Scrimaglio Obras

Casa del actor Norberto Alorda Casa Fiorilli Casa Rafael Evaristo Di Paolo Casa Siri


Casa del actor Norberto Alorda Emplazamiento Lavalle 880, Rosario, Argentina. Proyecto y construcci贸n 1968/1973

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Casa Fiorilli Emplazamiento Moreno 331, Arroyo Seco, Argentina. Proyecto y construcci贸n 1985/1987

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Casa Rafael Evaristo Di Paolo Emplazamiento Belgrano 413, Arroyo Seco, Argentina. Proyecto y construcci贸n 1980/1982

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Casa Siri Emplazamiento General Lagos, Argentina. En construcci贸n 1990

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Texto y fotos Claudio Vekstein

SCRMGL Observación sobre replicantes y suplicantes

La sigla que registra este texto en mi ordenador, casi pareciera ser la clave que pronunciada frente a la enigmática figura de barro cocido, desentrañara de pronto el sentido... No menos asombroso, hasta un tanto descabellado, aunque no del todo casual (y sin querer ejercer conjuro alguno tampoco), pudiera resultar acercar entre sí estas dos secuencias de imágenes, como si del encuentro un tanto forzado de seres semejantes —aunque no demasiado parecidos— se tratara, que permitiera a cada uno de ellos, al menos por repulsión, ir hallando extrañas diferencias en el otro: empezando por algún cierto carácter rural de ambos paisajes, la primera serie tomada recorriendo Chandigarh en el año 92, gente trabajando la tierra junto al Parlamento en el Capitolio, por detrás y luego la Torre de las Sombras surgida de la Fosa de la Meditación; la segunda, de la vaca atada, hace algunas semanas visitando la localidad de General Lagos, cerca de Rosario. Sin que quepa con esto sugerir tampoco la más mínima hipótesis de suponer propósito alguno de el segundo habiendo querido propagar irónicamente ideas que podrán quizás ser el estricto reverso de sus preferidas, o tanto menos imaginarlo ensayando su resignada transcripción, vale la pena sin embargo apreciar algunas de las afinidades, aún a riesgo de ejercer, como seguramente hasta ahora, la mayor de las incomprensiones. Más aún, si pudiéramos hasta obviar también —al menos por un momento—, el en apariencia ineludible deber de distinguir entre el supuesto valor telúrico y sublime, de agregado elemental del mampuesto de ladrillo frente al moldeado de hormigón (ya que bien cabrá suponer al fin que ambos han sido construidos casi con los mismos encofrados), que rompiera en ese instante el hechizo (no sólo en el sentido de lo que embelesa y arrebata nuestros sentidos, sino en el más vernáculo indígena americanista, de cosa hecha a mano, como los muebles hechizos), resulta de cualquier modo evidente el relativo alto contraste característico de aquello que podríamos precisar en principio como lenguaje (en sentido no verbal, claro): del desenvuelto y avanzado, por momentos desenfadadamente sofisticado e hiperarticulado —hasta cuidadamente fragmentario e inconcluso— uso virtuoso en uno, al más arcaico, por momentos anacrónico o casi deliberadamente balbuceante en el otro. Extendiendo un poco la primera, de las infatigables operaciones y determinaciones posibles sobre el material —llegando por medio de una extraordinaria abstracción nominalista constructivo/procedimental a anular cualquier posible sentido, pero volviéndose así completamente expresiva— hasta los más concretos y fértiles momentos del apabullante y frondoso experimento LCRBSR, esto es, superponiendo a la eterna variabilidad de múltiples rostros del mismo tejido en la Villa Shodan, el encaje urbano preciso de la Casa Curutchet, podría suceder entonces que apareciera ante nosotros asombrosamente algo de la segunda: noten si no tanto el anclaje del brise-soleil en la fachada existente —que ya no existe ni como tal en la primera—, el retiro superior con el techo alto —integrado en la segunda—, y de allí a la proliferación desenfrenada e incondicional del tejido músculo/modular (incluso respecto de la medianera), y su repetición indeterminada en clave expresiva —de artista viva cortando en el aire— que logra de algún modo configurar constructivamente la verdadera trama espacial extensa abstracta... Y lo verdaderamente desconcertante y paradójico, en la aparición de la implacable retícula, es que pudiera anunciar entre otras cosas, según afirma de ellas Rosalind Krauss, «por un lado la voluntad de silencio del arte moderno, su hostilidad respecto de la narración, el discurso, a la vez que su antinaturalismo, su carácter antimimético y antirreal (...) lo que descubrimos como uno de sus caracteres más modernos es también su capacidad paradigmática o modélica de lo antievolutivo, antinarrativo y antihistórico». Y allí parece decir ya algo del caso, porque por el otro «es también el curioso testimonio que nos ofrece, ante la completa escisión producida entre lo sagrado y lo seglar, que el artista intentó tomar en la retícula partido por ambos». Como ventana múltiple ambivalente, la obra se presenta así siempre esquizofrénica, de un lado, como fragmento en sí de un tejido infinitamente mayor fuera del marco, forzando el reconocimiento del mundo exterior a él, pero a la vez como representación centrípeta de lo que separa la obra de arte del mundo, como entidad orgánica autónoma, que es la naturaleza convencional del propio arte. «El poder mítico de la retícula está en hacernos creer que nos movemos en el ámbito del materialismo (ciencia, lógica), a la vez que nos permite dar rienda suelta a nuestra fe (ilusión, ficción): Mondrian y Malevich no hablan nunca de lo concreto o la materia, hablan del Ser, el Espíritu, lo Universal». Pareciéramos así destinados a oscilar por siempre, dentro de un mismo objeto hermetizado, de la última post-historia a la pre-historia casi sin soluciones de continuidad, no logrando disolver aún ninguna de sus paradojas ni resolver ninguna de sus contradicciones o enigmas. O si extendemos también un poco la segunda, a los posteriores close-up tomados por el amigo Walter Taylor en la misma visita, penetrando pausadamente por sus fisuras desde las puntas deshilachadas que quedan como por algún motivo irresuelto inacabadas, de la ya desconcertante jaula al posible laberinto espacial —no sin cierta necesaria transfiguración interpretativa de nuestra parte—, podríamos hallar entonces algo de las tortuosas arcaicas búsquedas surgidas incluso de nuestro propio paisaje, por ejemplo las muy peculiares experiencias plásticas de los así llamados suplicantes (también orantes, sin duda por la altamente expresiva posición de los supuestos brazos levantados hacia la cabeza en actitud de aparente súplica), desconcertante grupo de figuras de aproximadamente 30 cm. de alto, esculpidas en piedra con rasgos antropozoomorfos —provenientes de la provincia de Catamarca, Cultura Alamito, que se hallan actualmente en el Museo de Ciencias

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Naturales de la Universidad Nacional de la Plata—. Pareciendo haberse suprimido voluntariamente en ellos casi todo el volumen del cuerpo, y dejado sólo además de los amplios espacios vacíos, una posible cabeza, el sexo y lo que parecen ser las extremidades —no sabiéndose bien aún si estas ramas laterales son pues las extremidades simplificadas o los límites ideales de un cuerpo ausente—, se describe de manera novedosísima dentro de la escultura, al menos en la llamada primitiva, la aparición de posibles dintornos —como invención de espacios internos, aunque sin implicar rasgo alguno de habitabilidad—, frente a la de los simples contornos acostumbrados hasta entonces en la escultura, experiencia que desarrollarán al extremo ya más contemporáneamente artistas como el americano Henry Moore, o el español Chillida, donde atrapar sombra y luz. Podrían también asimilarse con las misteriosas inaccesibles cresterías caladas de las construcciones mayas occidentales, como especialmente las del Templo del Sol en el Centro Ceremonial de Palenque, en una de las primeras estribaciones de la Sierra de Chiapas cuerpos vaciados de corazón..? O verse allí también algo de los enormes macizos texturales de Sesostris Vitullo. Y lo que podría corresponderle pues por el otro lado como posible anunciada tensión, serían quizás los perfectamente tramados mecanismos de descomposición al absurdo, ensayados entre otros por el artista Sol LeWitt sobre jaulas espaciales y estructuras modulares, las cientoveintidós blanco-inmaculadas Variaciones de Cubos Abiertos Incompletos, resueltos replicantes que, creyéndose al fin liberados como objetos de una casi inexorable necesidad de descripción del universo, no logran al fin evitar el intento de representar ahora el supuesto Entendimiento en sí, ilustrando algo así como la verdadera apariencia del pensamiento, o el momento cognitivo como tal y sus geniales mecanismos de acción. Como de hecho es que también resultan estas extraordinarias estructuras tan absurdas e incomprensibles al final, reflejo de una extraña obstinación, es que son también máquinas desconectadas al fin de la razón —ya no sólo del recuerdo—, lo que implica que sus operaciones no garanticen aún racionalidad alguna al arte, salvo la que resulta como en todos los casos, de su propia lógica interna. Como explica el propio LeWitt, «las ideas irracionales deben seguirse absoluta y lógicamente». La logicidad inmanente de la obra, que no responde ya a los parámetros que pretende imponerle el pensamiento discursivo (ya que es al fin guiada por el propio fundamento estético, que es mediación crítico/reflexiva del espíritu), su particular proceder lógico, es necesariamente extralógico, y aunque le sirva y alcance para alcanzar su propia objetividad, extrae conclusiones sin concepto ni juicio (se dice así que la matemática, por su carácter formal, tampoco es conceptual en definitiva, y como el arte, no emite juicio alguno de existencia, por lo que podría tener también esencia estética...) Asumiendo aún las condiciones representacionales del lenguaje, pero no el sentido unidireccional en que la filosofía clásica otorga a cada elemento un valor único, sino algo mas carente de dirección —en el que pueda ingresar también por decir lo sagrado—, se constituye pues el laberinto de lo que antes era la Idea. Y eso que llamamos aquí también abstracción, no sería pues el estadio superior piagetiano consecuencia del progreso o evolución triunfante de la supuesta racionalidad—que tomaría como modelo el desarrollo cognitivo humano— dentro del arte, ni alcanzaría para liberarnos como pura inteligibilidad de las demandas de la realidad perceptiva (como ocurre tan bien quizás en Brancusi, al que le cabe todo el arte moderno y el primitivo). No habiéndose así liberado aún por completo del universo simbólico que trata necesariamente de dar forma constructiva y perceptible a lo imperceptible, pero incluyendo la posibilidad de lo inteligible sin pretender que sea quizás demostración de ningún enunciado o teorema, o traducción literal o alegórica de lo trascendente, cualquier posible interpretación de estos objetos requeriría de nosotros algo más que repetir como siempre que son todos objetos relacionados con los ritos de fertilidad, o la muerte... (aunque también quepa que no sean nada) «Al retirarse de objetos empíricos, la lógica del arte adquiere un carácter como de sombra, firme y flojo a la vez», nos muestra allí T.W. Adorno. Volviendo entonces, mientras dentro de la Torre de las Sombras no hay más que sombras —nunca completas, claro— y un banco, nada más, entre el Palacio de Asambleas y el de Justicia —junto a algunos signos vinculados según se cuenta a los ritos hindúes de fertilidad—, en la ampliación de la casa no hay por el momento tampoco nada, más que un pequeño cuarto cerrado que pertenecía antes a la terraza, aunque sin acceso ni salida exterior (donde podría perfectamente según alguna antigua leyenda habitar el monstruoso Golem de barro...—recordemos los sonoros monosílabos del índice del libro de Meyrink: Traum, Tag, Prag, Punsch, Nacht, Spuk, Licht, Angst, etc.—, sino desde y hacia el interior de la casa, y sin modo alguno de acceso al enorme espacio más que trepando dificultosamente desde los techados cercanos de chapa. Lo que si hay, al menos en ambos casos, es el muy evidente, y por eso inquietante, aunque a la vez aliviador, cortocircuito respecto de las líneas de la necesidad real empírica. Las dos secuencias cierran otra vez en sendos paisajes, una tratando de recoger el inmenso Himalaya, la otra huyendo en todas las posibles infinitas direcciones del atardecer pampeano. Ambos demasiado vastos, como para intentar retenerlos con el solo poderoso imán estético de las obras; pero aún así, en su sensible caja de resonancias, deja atrapados como puede algunos huecos de esa espléndida sin razón aparente, que construyen también un propio hermético, iracundo, umbrío programa: aunque pudiendo parecerse con esto al menos contemporáneo de los hombres, debiera poder ser SCRMGL uno de los tantos posibles infinitos y extraños nombres de nuestra arquitectura.

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SCRMGL] Observaci贸n sobre replicantes y suplicantes



En una arquitectura

Rafael Iglesia

Casa Garibay

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codificada todos sus elementos tienen una naturaleza interna o propiedades intrínsecas que lo hacen ser tales. Es decir, una ventana es siempre una ventana, una puerta es una puerta, un techo, un techo. Cada uno de ellos es un sujeto del enunciado dotado de un significado relativo: y esos significados relativos se convinan en un sujeto de la enunciación. En la arquitectura de Scrimaglio, por lo contrario, lo que se pone en juego no son estos elementos, sino ladrillos, simples unidades aritméticas cuya función es anónima, colectiva, de tercera persona. «El» ladrillo es un elemento no subjetivado que no tiene propiedades intrínsecas sino de situación: «él» puede ser piso, techo, escalera, ventana, eventualmente muro, de acuerdo al lugar que ocupe en el espacio. En esta escacés de recursos, la obra encuentra su riqueza y su unidad en la multiplicidad, puesto que en ella lo uno es uno y todos a un tiempo. «El» —el insistente ladrillo— construye, rompe, cubre, bordea, sube, baja, sostiene, retiene, soporta, se ausenta, desaparece, sin alterar la unidad. Pero la unidad real mínima no es el ladrillo en sí, sino más exactamente su comportamiento en el tejido —en el texto— que como un punto solo entrelazado con los otros, donde el detalle es indistinguible del conjunto, es decir, podríamos basarnos en la excepción, para construir el sistema. «El» —el ladrillo— es de esos personajes —puede ser el héroe o el mayordomo— que aparecen y desaparecen en la trama, sólo cuando es necesario para que se cumpla el destino. «El» —Scrimaglio— es como el escritor que busca en la etimología el sentido oculto de las palabras; va al origen y si dice puerta, dice porta, paso, análogo de poro, poros que encuentra en las pieles que teje; no dice ventana, dice abertura y las hace dentro de esta trama tal como ella se lo propone, esto es, las realiza como los espacios que dejan los puntos entre sí, espacios por los que se constituyen a su vez. Esta búsqueda de la originalidad no termina en el hallazgo de lo novedoso, sino en el encuentro del origen no sólo de los elementos que los que crea, sino en el origen de sí; a propósito de ello. Bioy Casares cuenta que al principio pretendía ser original en sus textos hasta que se dió cuenta que siendo uno mismo era original, ya que todos somos únicos. Su negativa a subordinarse a argumentos jerárquicos procede de la misma renuncia a privilegiar un elemento sobre otro. El resultado no es un caos, sino que constituye un modelo dialéctico que construye y destruye las pautas del texto, sin promover el engaño pero tampoco imponiendo la verdad aunque esta se adivine, necesitando siempre de la complicidad del lector atento para accionar la máquina célibe. Esta actitud —la de Scrimaglio— es la que hace de la arquitectura un lugar de pensamiento, lugar al que no se puede entrar impunemente, donde no hay garantías, pero donde una vez que se entra


Alfredo Llusá

Recuerdo el material

dominante en la capilla de la casa de calle Buenos Aires al 900: madera en forma de tirantillos con la luz mostrando los claroscuros dejados por la superposición de los mismos y las esquinas del altar formando trazas libres. Eran los comienzos de los años sesenta y todo lo realizado por arquitectos o estudiantes, era visitado para luego, en interminables noches de charlas, ser repasado el objeto hasta el cansancio. Pero por qué J.S., docente de un taller que no era el nuestro, amable interlocutor de charlas informales, pero no amigo de noches de vino y guitarra? Simplemente, era un constructor de arquitecturas, al decir de Eduardo Sacriste tenía autoridad moral, puesto que sabía hacer con sus manos aquello pensado como forma, aún aquella casa en las barrancas de Granadero Baigorria, aparecida en el transcurso de una caminata que era una transcripción de lenguaje de Mies, paños vidriados entre perfilería de hierro, al paraje local. Otra vez el uso del material impactaba a quien observara la obra. Un quiosco de venta de apuntes en el pasillo de la vieja Facultad en Avenida Pellegrini volvía a mostrarnos su sensibilidad de modelador, en este caso de pequeños espacios, sin estridencias, trabajando la madera en el entrepiso y paredes tanto como la tela de los almohadones y la alfombra del piso, con calidez. ¿Por qué pienso en estas tres obras para comentar?. Por haber sido una etapa importante y necesaria para todos nosotros los estudiantes de ese entonces, la de mostrar cómo construir una idea de arquitectura. Mencionaría que nuestras imágenes eran entonces tomadas de los maestros europeos y americanos, así como de algunos arquitectos porteños y locales. De allí que J.S. fuera un exponente de lo nuevo en contra del academicismo rechazado y nunca adoptado. Cabría la pregunta entonces si nuestro arquitecto era un transgresor o un sereno constructor de cosas posibles. La capilla era una narración hecha con madera y luz. La casa de Baigorria, un ensayo sobre la poética de Mies. El quiosco para venta de apuntes, una apertura al oficio que luego, a través de años, fue aguzando en búsquedas persistentes en donde el material y el particular trabajo de la luz sobre los mismos fue ecuación permanente. Me inclino a pensar entonces en un constructor de formas sin parentescos estilísticos, que en múltiples obras ha mostrado su paulatino desprendimiento de algunas adhesiones wrightianas. La casa Garibay en Fisherton obra que ví construir en alguno de sus tramos, me sirve para concluir estos breves conceptos: cuando hace poco ví transparencias de los exteriores me dí cuenta que las mismas transformaban ese fragmento de la obra en una escultura, porque en esta obra el exterior está en un juego imposible de mostrar sin ser parte del lugar; me estoy refiriendo al Pasaje de las pérgolas de hormigón armado que salen disparadas desde la casa en busca de un apoyo inexistente, arrojando dibujos de sombras en pisos y muros. Es lógico, el fotógrafo recorta los episodios, la imaginación del observador hace el resto, y allí puedo llegar nuevamente a J S., tenaz constructor de ideas, conocedor profundo del oficio del arquitecto, que pese a ser en este momento alguien relegado de las publicaciones sigue siendo una presencia ejemplar para viejos y jóvenes arquitectos. Que esto sirva para revalorizar los esfuerzos realizados por quienes, como J.S., nos invitaban a producir sueños para luego construirlos.

Capilla del Espíritu Santo

Casa Yapeyú 525

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Iglesia San Antonio Gianelli

Casa Fongi

Eduardo Maestripieri

Apuntes de viaje: Scrimaglio.

(1) Jorge Enrique Scrimaglio, «Los principios de la arquitectura de la realidad viviente», Megafón, Revista interdisciplinaria de estudios latinoamericanos, N° 6, diciembre de 1977, pág. 145 y ss. (2) Ibídem.

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Encuentro metafísico entre arquitectura, barranca, llanura y río, Rosario, cobija en sus calles y manzanas la fascinación por una

cultura urbana rica y solidaria. La ciudad se resiste a la ausencia y al desarraigo. Exhibe en la persistencia de formas y rituales urbanos la huella intangible de quien habita con fervor la ciudad. En Scrimaglio encontramos la voluntad de un construir y habitar solidario. Su obra no es condescendiente con la gran ciudad a la que denuncia como sus maestros, Sacriste y Wright. Reconoce sus leyes, sus ritmos y métrica como en las casas Alorda y Siri, pero no se deja fascinar por prácticas de emulación cada vez más frecuentes, ni por fáciles concesiones al sitio y a sus formas preeminentes. Algunas de sus obras, resultan auténticas «invenciones espaciales» capaces de encauzar la complejidad ambiental de naturaleza telúrica o cultural. Obras «límite» que cuando se encuentran son reconocibles por su claridad constructiva y por su alto valor poético. Para Scrimaglio, la técnica, es un modo de hacer visible lo inefable, oculto y verdadero. En él, esta perspectiva. Evoca y recupera la originalidad de lo moderno: «La técnica constructiva es la herramienta que materializa una idea poética —arquitectura— nacida en el corazón y definida en la mente. Es como la prolongación del brazo del hombre, por ello donde está la técnica deben sentirse el brazo y el alma que están detrás para animarla. Y recíprocamente, la técnica es realidad inspiradora de todo proceso creativo constructivo en el cual la voluntad de forma y el ingenio constructivo establecen el intercambio necesario para generar la obra1». Este obrar en Scrimaglio, se manifiesta de manera inquietante y sugestiva en la ampliación de la casa Siri, una pequeña vivienda en General Lagos, en las afueras de Rosario. Un cubo virtual que por su relación con el sitio, asume valores que representan con su presencia inacabada, el íntimo secreto del lugar, su desvelamiento. Esta casa lleva sobre sí misma, misteriosamente revelada, la fuerza del lugar que precede a la formación de la ciudad. Engarzada en la tierra, donde se encuentran horizonte y llanura, se eleva como un árbol abstracto invocando a la pampa y la ciudad: «...Técnica y arte en toda cultura madura y dotada de instinto vital llegan a ser una sola cosa, de la misma manera como son una sola cosa la funcionalidad estructural y la belleza, en un árbol o en cualquier otra creación de la naturaleza2». De vez en cuando se encuentran algunas de estas piedras semipreciosas, capaces de hacernos remontar al objetivo último, el principio primero y trascendente de hacer arquitectura. Ese principio que precisamente por ser tal no tiene pasado ni futuro y resuelve en sí mismo el problema del tiempo que todo proyecto lleva como destino histórico; como caja mágica que contiene el tiempo que ella misma produce.


Es como si se tomara

un ladrillo y no se hiciera una pared.

No hay muros pero sí transparencias No hay ventanas pero sí luz No hay escala pero sí relaciones

Gerardo Caballero

El resultado es la magnífica manipulación de un mismo elemento. El deseo de crear un vacío determina la técnica constructiva. Un verdadero ejercicio de arquitectura.

Casa Lombardi

Casa Ramacciotti

Ayax Grandi

En los últimos años gran parte

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Iglesia Santa María de la Asunción

de las energías de Jorge Scrimaglio se han concentrado en una férrea defensa de la preservación de la Reserva Natural de Granadero Baigorria frente al (o los) proyectos de explotación turística o náutica impulsados desde otros sectores de dicho medio. Esta tarea que parece haberlo condenado a un devenir aún más solitario e individual, discurre casi ignorada en el ámbito de la sociedad rosarina, tal como ocurriera con buena parte de su magnífica obra arquitéctonica. En una de sus últimas entrevistas para la televisión norteamericana cierto famoso periodista le pregunto a Frank Ll. Wright: ¿Cuál es el futuro de la Arquitectura? ¿Qué le recomienda a los jóvenes arquitectos? Y la respuesta del maestro fue aproximadamente la siguiente: ¡Qué se vayan a vivir a cuevas! ¡Qué no se destruya más la naturaleza! Irónica resolución de la paradoja siempre presente en la experiencia arquitectónica de Wright y Scrimaglio mismo, si bien es posible intentar «aliar» la arquitectura y la naturaleza del sitio, es imposible, en cambio una «construcción natural». ¿Cómo construir aún la arquitectura más sensible sin afectar mínimamente el sitio, su entorno, —el estado natural de las cosas—? Del mismo modo ¿es posible explotar turística o recreativamente el ámbito de la «Reserva Natural» sin alterar su esencia? Sin intentar emitir juicio sobre la pertinencia y el alcance de las propuestas encontradas, y habiendo sido antiguo alumno y colaborador de Scrimaglio, creo que la defensa de la reserva puede ser la lucha de un hombre íntegro pero inflexible contra lo que entiende como destrucción de un ámbito natural más o menos inviolado, y la preservación de un sitio al que asume casi como propio


Desde su aparición con aquel (en el que solía vivir) y que considera como una parte inseparable

Marcelo Villafañe

de su propia experiencia de vida.

Casa Luchessi

Casa Prieto

Emilio Farruggia

Jorge Scrimaglio compone

una conducta estética cuanto menos inédita y compleja que abre una y otra pregunta. Desde que advertimos la pericia cautivante que muestra su obra nos preguntamos por qué permaneció oculta y extraña, extramuro del círculo profesional y académico contemporáneo a su autor. Podrá decirse que es un personaje controvertido, ríspido, tozudo y solitario que lo distancia socialmente y, seguramente, será parte de la respuesta. Pero la misma naturaleza desentendida de este arquitecto, sus obras y sus rastros, por su fuerte contraste con muchas otras producciones ilumina una escena de anemia reflexiva y cultural. Scrimaglio se nos presenta como la marcha antimoderna, que acompaña, cuestionando sin decirlo, la rutina periférica de la cultura arquitectónica local. Parece tener la virtud, o la desgracia, de incomodarnos con la diferencia..., con esto que en el mundo de lo mismo adquiere una insoportable gravidez. Desde dentro de tradiciones fuertes y asumidas, Jorge Scrimaglio presenta evasiones recurrentes que resuenan a predica antimoderna, a desvinculación, casi ruptura, con el sistema cultural, económico y político que sustenta la arquitectura contemporánea. Evita sin concesiones toda tentación a diseñar, sean partes, el interior o el exterior. Propone obras de concepción única, irrepetibles, intuitivas que redescubren la sensibilidad artística y valorizan el horizonte poético reservados a producciones descreídas por el pensamiento funcional más difundido. Finalmente, reclama consumos de materiales y esfuerzos técnicos casi irracionales para la economía doméstica de sus encomiendas.

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Casa Fattore


Jorge Enrique Scrimaglio, nace en Rosario en 1937. Estudia en la Escuela de Arquitectura de Rosario. Obtiene el título de Arquitecto en 1961. Participa del curso de verano en Tucumán, dictado por el Profesor Eduardo Sacriste. Profesor contratado desde 1969 a 1970 en la Facultad de Arquitectura de Mendoza, dirigida por el Arquitecto Enrico Tedeschi. Sus obras han sido frecuentemente exhibidas y publicadas. Actualmente vive y ejerce la profesión en Rosario.

Jorge Scrimaglio Casa Maiz

Obras construidas 1957/1959 Casa Yapeyú 1625, Reserva Natural, Granadero Baigorria, Santa Fe. 1960 Librería del AUCM, Facultad de Ciencias Matemáticas, Rosario. (Desmantelada) 1961/1962 Capilla del Espíritu Santo, Hogar Univ. Femenino, Buenos Aires 957, Rosario. 1964/1971 Casa del Ing. José L. Garibay, García del Cossio 549, Fisherton, Rosario. 1966 Casa del Dr. Manuel de Vita, David Peña 151, Bº La Florida, Rosario. (Ampliación ala Oeste) 1966/1973 Iglesia San Antonio Gianelli, Esmeralda 2840, Bº Tablada, Rosario. 1967/1976 Casa del Sr. E. Fongi, Bulevar Oroño 3018, Rosario. 1967 Stand al aire libre para la Asociación Emaus, Exposición Rural de Rosario. 1968 Casa del Dr. Roberto Ramacciotti, San Martín 350, Arroyo Seco, Santa Fe. 1968/1973 Casa del actor Norberto Alorda, Lavalle 880, Rosario. 1970/1973 Casa Lombardi, Lisandro de la Torre entre Independencia y Juarez Celman, Arroyo Seco. Iglesia S. María de la Asunción, Arroyo Seco. (Restauración y remodelación) Casa Huck

1971/1972 Casa del Sr. Armando Luchessi, Moreno 644, Arroyo Seco. (Remodelación interior) 1973 Casa del escritor Ferdinando Ricci, Gral. Lagos, Santa Fe. 1974 Casa del Sr. Julio C. Agnoli, Pje. Piñero García 2657. (Remodelación inconclusa) 1975 Casa del Sr. Enrique Prieto, Corrientes entre Libertad e Independencia, Firmat. (En construcción) 1976 Casa Colombini, Arroyo Seco.

Estación YPF

1980 Casa de Héctor Huck y Estela Ciarello, 3 de febrero 5024, Rosario. (Reciclaje) Casa de Rafael Evaristo Di Paolo, Belgrano 413, Arroyo Seco. Casa Fattore y Sala de Exposiciones, Galvez 440, Arroyo Seco. 1982 Casa Maiz, Country Spirandelli en Fisherton, Rosario. 1983 Estación YPF, San Martín y Juan B. Justo, Arroyo Seco. 1985 Casa Fiorilli, Moreno 331, Arroyo Seco. Casa Paolini, calle Baigorria, Arroyo Seco.

Casa Paolini

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1990 Casa Siri, General Lagos. (En construcción)


Texto Rafael Iglesia, documentación gráfica Pablo Beitía. Fotos Pablo Beitía y Martín Nicoletti

Pablo Beitía

Museo de Xul Solar

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Pentimento


Entré al Museo Xul Solar

y experimenté la misma sensación que seguramente habrá tenido aquel personaje de Akira Kurosawa en el film «Los sueños», caminando entre los girasoles de Van Gogh, espantando a los pájaros. Aquí no sólo se confunde el límite entre sujeto y objeto; los tiempos, los espacios se transforman. Aquí el observador no interpreta, produce el acontecimiento mismo de la obra de arte. Lo inesperado de la situación provoca dudas: ¿cuándo es cuando? ¿Dónde es donde? Creo que el Museo Xul Solar es un pentimento, término que designa a esas figuras que el artista ha cubierto pero que, con el transcurso del tiempo, se han vuelto visibles a través de las capas superpuestas de pintura. Entonces, cabe preguntarse: ¿quién hizo el Museo Xul Solar? Este Museo es un pentimento que Xul nos dejó escondido en su hogar, en su solar y que Pablo Beitía des-cubre en una asombrosa operación haciéndonos sentir la contracara de aquella experiencia del personaje de Kurosawa, operación en la que la obra trasciende los límites de la tela y viene más acá para apropiarse de un espacio que le es ajeno, involucrando al espectador (Borges nos ofrece una versión si se quiere más modesta, de esta intención de desbordar el cerco del marco: en Sobre los Clásicos, menciona que Xul solía «reconstruir» los hexagramas del I Ching con palillos o fósforos, es decir, los arrancaba de la superficie de la escritura para colocarlos como un objeto entre otros que habitan el mundo). Una vez más, la montaña va a Mahoma, y es en este sentido en que me atrevo a afirmar que en este Museo la obra de arte no es ya un objeto pre-existente, acabado, sólo accesible desde la distancia que impone la mirada, sino que está siendo, acontece arrebatando al visitante hacia su corazón, aguijoneándolo con múltiples sensaciones. Signo de los tiempos que nos toca vivir: las cosas alejándose de las palabras que las pronuncian; las cosas viniendo hacia nosotros, trasponiendo espacios y tiempos. Para decirlo claro: quien entre al Museo Xul Solar se empantanará en su paleta, en sus colores.

«Palacio Almi», Xul Solar, 1932. Acuarela 40x55 cm

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Pablo Tomás Beitía es arquitecto egresado de la Universidad de Buenos Aires en 1978. Miembro fundador de la Fundación Pan Klub Museo Xul Solar. Durante 1980/82 ejerce actividad docente en la Universidad de Morón, Facultad de Arquitectura, cátedra Diseño Arquitectónico 3. En la Universidad del Salvador, Escuela de Artes del Teatro, cátedra Plástica y Arquitectura Escénica. Profesor asociado en Escenotécnica 1, 2 y 3 entre 1980 y 95. Profesor Titular de Visión 2 entre 1988/94. En la Universidad de Belgrano, cátedra Diseño Arquitectónico de la Facultad de Arquitectura entre 1980/84. En la UBA, cátedra Diseño Arquitectónico 3, Facultad de Arquitectura entre 1982/85. Profesor Adjunto en Diseño Arquitectónico 4 entre 1986/91. Estudio profesional en Buenos Aires desde 1977.


planta piso alto vivienda Xul solar planta piso alto vivienda Xul solar

planta piso bajo



Textos, croquis y fotos Gerardo Caballero

Fay Jones

Thorncrown Chapel

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Fay Jones decide tempranamente

que el edificio deberá construirse con elementos pequeños, capaces de ser transportados por dos personas por entre los árboles, que pudieran incluso, ensamblarse allí mismo, evitando así el uso de maquinarias y de esta manera preservar la fragilidad del lugar. De esta decisión inicial, pensada para una condición de adaptación física muy concreta con el emplazamiento, el proyecto, una vez construido entabla una relación mas inconmensurable con el lugar. Una visita es necesaria. Veamos, evidentemente primero se observa el edificio, se sacan las fotos de rigor, se aprecia la estructura que ha sido diseñada en un ejercicio de repetición y simetría y cuyas proporciones evocan el interior gótico de la Sainte Chapelle de París. Las fuerzas exteriores de los contrafuertes de mampostería invaden ahora el interior de la capilla en formas de tijeras de madera, la claridad del diseño y su construcción se hacen visibles. La piedra en el piso y en los laterales sirve para ocultar los conductos de aire acondicionado que impulsan el aire a través de ranuras en las juntas de las piedras y evitar las rejillas, el vidrio se coloca entre la estructura sin marcos, un detalle más, todos los tornillos empleados en la construcción tienen sus ranuras en posicion horizontal, menos uno, según Fay Jones. Ahora que hemos visto casi todo nos sentamos en el interior a descansar y comienza una percepción de relaciones mas ambiguas del edificio con el lugar. La claridad de la estructura construye una grilla romboidal compleja que trasciende el interior e invade el exterior diluyéndose entre los árboles. Las luces interiores en cruz abandonan su orden lineal y se multiplican en reflejos por entre el bosque iniciando un proceso de disolución del edificio en el lugar. Querer captar esto en un dibujo y corporizarlo es casi imposible, un acto de desesperación, los límites precisos se han borrado y el edificio se ha re-construido en un juego de elementos intangibles que lo han invadido todo, una re-presentación de fragmentos que se han pegado en el lugar.

Al marcharnos de Eureka Springs y camino a Fayeteville1, recorremos el paisaje que Fay Jones tan bien conoce y ahora que la imagen de la capilla ha desaparecido casi totalmente, la aparición fugaz de unos galpones rurales entre los árboles de las montañas Ozark nos traen un vago recuerdo. (1) Fayeteville es un pequeño pueblo de Arkansas donde vive y trabaja Fay Jones.

Fay Jones nace el 31 de enero de 1921 en Pine Bluff. Estudia Ingeniería Civil en la Universidad de Arkansas por dos años y medio. En enero de 1943 se casa con Mary Elizabeth (Gus) Knox. En 1945 ingresa en la Escuela de Arquitectura de Arkansas, Fayeteville. Conoce a F. L. Wright en 1949. Enseña en Rice University en Houston. Enseña en University de Oklahoma desde 1951 a 1953. Visita el Taliesien en 1953. En 1953 es nombrado Profesor en University de Arkansas, en Fayeteville donde vive actualmente. Decano de University de Arkansas en 1974. Obtiene los siguientes premios: La Thorncrown Chapel (1981), la Casa Reed (1987) y el Pinecote Pavilion recibieron el Premio Nacional de la AIA (American Institute of Architecture). En 1980 el Premio de la Academia de Roma. En 1985 recibe el premio como Profesor Distinguido. En 1990 recibe la Medalla de Oro de la AIA.

Eureka Springs, Arkansas.1980 33]


Thorncrown Chapel

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secci贸n transversal

secci贸n longitudinal

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Los desafíos contemporáneos de la gestión urbanística en la región de Rosario

Políticas urbanas Iniciamos la sección dedicada

Fotos provistas por Manuel Fernández de Luco

a temas urbanos. Hemos debatido largas horas sobre la necesidad de los arquitectos de conocer la realidad sobre la que actuamos, sus factores condicionantes, las tendencias de cambio, la existencia de los hechos físicos relevantes de la ciudad y la enorme posibilidad de modificarlos a partir de nuestra acción. Tenemos algo en común, nos preocupa el objeto arquitectónico pero también el problema de la gran escala y el modelo de territorio. Hoy como rosarinos nos sentimos partícipes de un debate postergado y fundamental para el quehacer ciudadano: dilucidar cuál es el rol protagónico de nuestra ciudad en el contexto actual; en una economía de mercado, inmersa en un proceso de globalización, en un mundo de acelerados cambios tecnológicos, de actividades altamente especializadas, exigente y competitivo. A partir de conocer estas apreciaciones, de formular nuestras certezas, de analizar realidades y posibilidades surgirán nuevas alternativas. ¿Nos acercamos a un modelo de ciudad cabecera de región, con ofertas tentadoras de servicios, universidad y centros de capacitación representativos y modernos, ofertas culturales a tono con las expectativas del mundo actual? ¿Se perfila una ciudad cuyas actividades se derivarán de su posible rol de gran nudo intercambiador de transportes en las nuevas opciones del Mercosur, Hidrovía y ruta transoceánica de por medio? Es un momento histórico para Rosario, un desafío que debemos asumir. Los técnicos en la producción de propuestas, los gobernantes plasmando las mismas en la realidad a partir de una fuerte decisión de los niveles correspondientes que interpreten el mandato ciudadano. Amalgamar propuestas tras la acción continua, descentralizando el accionar, con real participación de los verdaderos actores de la ciudad en todo su espectro es el único camino viable para lograr resultados concretos. En el aspecto puramente disciplinar urbanístico, Rosario tiene una verdadera tradición en la formulación de planes y en la conformación de organismos de planificación. Hemos heredado con orgullo la enseñanza de dos urbanistas, ya fallecidos, verdaderamente «modernos», que se desempeñaron en las décadas del 50, 60 y 70. En efecto, el Agrimensor Alberto Montes y el Arquitecto Oscar Mongsfeld desarrollaron su actividad con ética profesional, coherencia ideológica y decisión política, tanto en la formulación del Plan Rosario el primero y en la Prefectura Gran Rosario el segundo, gestiones que la dictadura militar a partir del año 76, se ocupó de desmantelar y desvirtuar, discriminando y marginando a sus autores. Reinstalada la democracia, y durante tres períodos de Intendencias, el Arquitecto Manuel Fernandez de Luco se desempeñó en el área de Planeamiento, con especial énfasis en la formulación del Plan Director. No obstante, hoy este protagonismo cambió, se ha multiplicado y enriquecido incluyendo a muchas instituciones de distinto rango y extracción, que tienen un ámbito natural, en las juntas promotoras y las asambleas del PER. En fin, se acrecienta en Rosario, un tiempo político e intelectual referido a la gestión urbanística, donde la concertación de todos los intereses darán la herramienta apta para el mejoramiento de nuestro hábitat cotidiano y el crecimiento de la ciudad. Nuestras páginas están abiertas.

Arquitectos Marcelo Barrale y Guillermina Chachques

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Participación y consenso: las bases de un nuevo Plan Urbano Arq. Rubén J. Palumbo La posibilidad de asumir

la gestión urbana en nuestra ciudad de Rosario —como parte de un equipo de gobierno del Dr. Hermes Binner— nos permitió trabajar sobre uno de los objetivos más importantes que nos habíamos planteado, cual es la elaboración de un nuevo Plan Urbano. Previamente, es preciso valorar positivamente el salto cualitativo que en materia de abordaje de la cuestión ubanística, ha tenido la ciudad con la recuperación de la democracia. Tal vez aquella huella que marcaron los antiguos planificadores, había resistido hasta entonces todo tipo de cuestionamientos, no porque no los hubiera, sino porque durante muchos años, la ausencia de los más elementales derechos hicieron prácticamente imposible un ámbito de debate que pusiera en su justo lugar algunos conceptos y afirmaciones; que habían pensado una ciudad a partir de predicciones que no se cumplieron, no solo producto de la crisis que sufrió el país y la región, sino también porque se había demostrado, que los modelos acabados son incapaces de resistir la realidad dinámica y cambiante de la ciudad. Pero si bien, hubo un cambio positivo en el abordaje de la cuestión urbanística, también es cierto que la definición de los programas y proyectos fueron planteados mayoritariamente al margen de la opinión y la participación de la ciudadanía, pensando tal vez que el derecho a actuar sobre la ciudad y a involucrarse en las decisiones es patrimonio de unos pocos. Y hoy cuando aún sigue en vigencia el Plan Regulador de 1967, a la luz de los cambios producidos, es necesario la formulación de un nuevo Plan Urbano, con el objetivo de no dejar al azar los procesos de cambio, superar las consecuencias de las decisiones aisladas y acentuar la iniciativa pública y colectiva, en la construcción del proyecto de ciudad para todos los rosarinos. Por eso es necesario en primer lugar afirmar y difundir abiertamente las grandes líneas o programas de acción transformadora de la ciudad pára la elaboración de un nuevo plan urbano: la nueva Centralidad, la reconversión de la Costa Central, Ciudad Universitaria,

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la Consolidación de la Ciudad Interior, el Programa de Descentralización y Modernización del Municipio, la Construcción del Nuevo Borde, las infraestructuras Logísticas: grandes componentes territoriales, soporte vial y ferroviario. Un nuevo Plan Urbano debe constituirse en la definición de un Proyecto de Ciudad para el futuro, «sin predicciones», pero preparando paso a paso el territorio para incorporar los cambios y modificaciones que se desean, estando muy atentos a las oportunidades —y como consecuencia a las acciones— de desarrollo urbano que se presenten. Un Plan donde la ciudad encuentre su valor en la posibilidad de ejercerlo más que en la de tenerlo, porque en realidad, sólo es posible desarrollar un acto de construcción continua de un proyecto de ciudad, y a esto lo llamamos Plan. Para su concreción serán necesarias acciones tales como: Optimización y construcción de infraestructuras (puerto, aeropuerto, autopista Rosario-Córdoba, puente RosarioVictoria) Disponibilidad de espacios para actividades logísticas específicas (predios empresariales y feriales, playa de transferencia de cargas, etc.) Preservación de sectores para la localización de nuevos barrios centrales (ex-áreas ferroviarias y ciudad universitaria) Integración de políticas sectoriales y acciones habitualmente fragmentarias para rehabilitación y consolidación de los barrios interiores y periféricos (servicios y equipamientos, paseos y parques deportivos, suelo y nueva vivienda de interés social, accesibilidad y transporte público) Recuperación del área central y los centros barriales. Ampliación del frente ribereño y del uso social del río (nuevos parques de la costa central, continuidad del paseo ribereño y refuncionalización de Puerto Norte) Reordenamiento del borde urbano (consolidación de los grandes parques territoriales: Parque de los Constituyentes y Parque Sur, reserva para nuevos parques: Cabecera del Puente Rosario-Victoria y autopista Rosario-Córdoba y preservación de áreas rurales y las cuencas naturales. En el año 1991, se presentó la propuesta que elaborara el Plan Director para actualizar el Plan Regulador, documento técnicamente riguroso pero no concebido para el debate y la confrontación de ideas por parte de las instituciones y los vecinos de la ciudad, lo cual llevó a su desconocimiento y olvido. Por eso convencidos que es no sólo necesario, sino imprescindible un proceso abierto de debate y participación en la elaboración del nuevo plan con el objetivo de buscar el


consenso, hemos iniciado la etapa de elaboración del nuevo documento base para la discusión a través de un Convenio firmado con la Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño de Rosario, el que nos permitirá a partir del mes de Julio del ’97, iniciar por primera vez en la ciudad este proceso. Confiamos plenamente en la participación activa de todos los sectores que deberán asumir que este no es el Plan de una Gestión de Gobierno, sino que debe convertirse en un Contrato Colectivo para ser respetado por todos los rosarinos, producto del consenso, donde todos estemos dispuestos a ceder parte de nuestros intereses particulares en función de los intereses colectivos. Recién cuando logremos este acuerdo, deberemos formalizarlo como normativa, previendo las etapas y los modos de actualización necesaria. Este Plan debe hacer un gran esfuerzo por integrar las propuestas urbanas con las políticas de carácter institucional, concertando el esfuerzo de la Municipalidad con los organismos provinciales y nacionales que actúan en la ciudad. Debe promover e incentivar nuevas e imprescindibles modalidades de gestión público-privada, que permitan llevar adelante los emprendimientos que resulten del Plan. La iniciativa pública municipal creemos, debe también orientarse hacia algunos aspectos muy importantes en los que la ciudad ha sido por diversas razones históricamente desplazada, recuperando autonomía respecto a: el redimensionamiento y programación del sistema ferroviario de cargas y pasajeros, motivo por el cual hemos encarado un estudio integral sobre el sistema ferroviario a escala metropolitana, definiendo las alternativas para su reformulación, incluyendo las obras e inversiones necesarias. Es intención presentarlo los primeros días de junio de este año. Conscientes que muchas de las oportunidades de transforrnación de la ciudad tienen directa relación con la racionalización y transformación del sistema ferroviario, las nuevas formas de transporte público urbano e interurbano, para lo cual esta gestión tiene en proceso de Licitación la definición de una Consultora para la reformulación integral del sistema de transporte, en directa relación con las políticas de desarrollo previstas, una propuesta integral de suelo y vivienda pública, para lo cual por primera vez el municipio en un trabajo integrado de las diferentes áreas (Plan Director, Hidráulica, SPV, etc.) está en pleno proceso de elaboración, para luego someterlo a la discusión y consenso con los diferentes organismos públicos y privados, con el objetivo de inducir los procesos de inversión en vivienda pública y privada en relación a las estrategias de expansión de la ciudad, el desarrollo de

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mecanismos más operativos de gestión metropolitana, para lo cual el municipio ha iniciado apenas asumió el gobierno de la ciudad un lento y dificultoso trabajo (por presiones políticas) con las distintas ciudades y comunas que conforman el área. Además, la reciente realización del Seminario de Areas Metropolitanas ha puesto en evidencia la necesidad de trabajar en esta dimensión, tema que anteriores gestiones habían descartado como prioritarias, y que ésta concibe como un desafío impostergable; eso si, de abajo hacia arriba, por voluntad de los actores, por problemáticas comunes y nunca por legislación alguna que obligue. También y como capítulo muy importante en la construcción del Plan hemos puesto énfasis en la incorporación como herramienta de trabajo a uno de los programas de transformación, «en cuanto a concepción del derecho a la ciudad de los rosarinos», como es el Programa de Descentralización Municipal, tratando de vincular el proceso de desconcentración de servicios en esta primera etapa del programa, a una política de transformación de determinados sectores de la ciudad. Esto además tiende a articular descentralización con participación ciudadana, impulsar procesos de gestión a nivel distrital y promover una acción de reequilibrio en términos de equipamientos y servicios. Para finalizar, y a modo de reflexión creemos que es preciso reivindicar la necesidad de un Plan Urbano, que nos permita afrontar los procesos de cambio, evitando las decisiones aisladas, pero también actuar en el hoy entendiendo la realidad, para eso queremos insistir en la imprescindible participación y el consenso ciudadano en la formulación del Plan; sólo así superaremos posiciones discursivamente democráticas, pero que en su accionar han negado la opinión y la participación de la ciudad. Pero también queremos y debemos alejarnos de aquellos viejos esquemas que intentaron que la realidad se le parezca al Plan, por eso Participación y Consenso, revisión y actualización periódica, son las claves para afrontar este desafío.

Arquitecto Rubén Palumbo Sub Secretario de Planeamiento Municipalidad de Rosario 1989/93. Secretario de Planeamiento Municipalidad de Rosario 1995/actual período.


Desarrollos estratégicos y construcción de la ciudad Arq. Adrián Caballero En estos singulares momentos

en los que la ciudad de Rosario navega en aguas agitadas tanto por vientos de una persistente «mala onda», particularmente presente en el mensaje cotidiano de los medios como por otros, opuestos, que van desde la sorprendente actividad de esta «capital» de los boliches nocturnos, con una efervescencia que recorre un inusitado tramo semanal de jueves a domingo incluido (!) hasta, en un plano más severo e institucional, las afirmaciones insobornables y metodológicamente optimistas de los discursos «estratégicos» habituales (aún en una observación ecuménica) como manifestación instrumental de los paradigmas actuales de la gestión urbana. En este punto del comentario debo apresurarme a aclarar que no establezco esta comparación desde una posición objetiva o neutral, sino que creo pertenecer al (reducido) grupo de intelectuales confiados en las inmensas posibilidades de este presente de apariencia confusa, conflictiva y contradictoria (así me calificaría desde una condición lo más amplia y genérica posible)... Dicha condición unida tal vez a ciertas vocaciones y capacidades personales me han permitido ingresar hoy, justamente al intento (compartido) de poner en movimiento algunas intenciones «estratégicas» antes insinuadas, a través de mi participación en un equipo técnico del denominado «Plan Estratégico Rosario» (PER). Ahora bien ¿cómo arribar desde esta suerte de prólogo muy general al tema específico de estas reflexiones? Se trataría de ligar estas observaciones muy amplias y tal vez polémicas sobre la real condición de nuestro contexto urbano (tipo de descripción que lamentablemente se presenta con muy poca frecuencia...) con las propias posibilidades de un pensamiento «estratégico» para abordar la presente problemática urbana, hasta arribar a una preocupación muy precisa y específica que en esa condición se constituye en el espacio central de este análisis, no sólo por su interés intrínseco sino precisamente por su posible vinculación con las otras cuestiones mayores antes consideradas: contexto urbano y «plan estratégico». Y en ese caso ¿cómo denominar a este recorte de la

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compleja realidad urbana para luego avanzar en el desarrollo de su exposición? La denominación sería: «la actividad inmobiliaria y la transformación de la ciudad», tomada así textualmente de un informe que elaborara en la antes señalada condición de integrante del equipo del «Plan». Su explicitación diría que se trata de las operaciones tendientes a la recuperación y remodelación de la capacidad del negocio inmobiliario para la transformación de la ciudad (como lo había adelantado, esta cuestión también se integra, más hacia el final de este informe, con el análisis del contexto en el que se instala el Plan Estratégico para la ciudad de Rosario; «contexto» en cuanto a la condición de los rasgos estructurales que presenta hoy la ciudad, para recibir una propuesta de Plan Estratégico). Esta enunciación tiene que ver con un conocimiento previo de ciertas condiciones objetivas que muestra el proceso de produccion de la ciudad, en la construcción de sus componentes físicas... Yo diría que la manifestación física del proceso de «producción de ciudad» expresa una actividad deprimida con la consecuente escasa envergadura de las operaciones de desarrollo inmobiliario de la ciudad; esto es lo que llamo «la transformación sigilosa de la ciudad1»... lote a lote, con una incapacidad manifiesta de producir transformaciones substanciales en áreas o fragmentos urbanos significativos. Acá se podría aceptar una suerte de ambigüedad o ambivalencia de las relaciones causa-efecto reconocibles en el análisis de esta actividad: esta incapacidad es causa de los atrasos en los procesos de desarrollo urbano, lo que a su vez tiene que ver con la cuestión estructural de una baja acumulación de capital, combinada con condiciones particularmente negativas para este tipo de «negocios» y por lo tanto poco estimulante para la inversión; o es a su vez, efecto de una condición de parálisis o de decadencia económica de la ciudad y de la región. En lo personal tengo la sospecha de que si bien es evidente que las sucesivas crisis globales se testimonian muy claramente en el auge o en la parálisis de la actividad de la construcción en la ciudad, en los momentos de mayor desarrollo relativo (los más recientes serían los del ’92 al ’94), la modalidad de construcción sigue siendo ésta; fragmentada y totalmente «sigilosa». Y esto no sé si es una manifestación estructural de la debilidad de la economía urbana y también nacional; porque hay países que pertenecen claramente a la órbita de las economías «emergentes», donde sin embargo hay capacidad de inversión urbana muy importante, claramente evidenciada por otra parte (y esta comparación hasta se podría establecer con ciudades próximas y análogas en dimensión a Rosario, como sería el caso de Córdoba...)


En el caso de España, por ejemplo, esta capacidad es muy significativa. Cuando he interrogado a algún visitante de dicho país (cualquiera sea el rango o tipo de función o especialidad que representa) si el negocio inmobiliario es una actividad importante en aquellas latitudes, todos coinciden en que dicho «negocio» es uno de los más significativos en España. Entonces, esta condición de la actividad inmobiliaria como el «gran negocio», es lo que está posibilitando esta colosal transformación de las ciudades españolas o bien, volviendo de algún modo al dilema anterior: ¿es la política global de transformación de las ciudades la que ha terminado constituyendo a «lo inmobiliario» como un negocio preferencial? Estas son cosas que en nuestro medio habría que investigarlas rápidamente2. Creo que estas características de la inversión inmobiliaria constituyen un aspecto clave para el éxito de la operación del Plan Estratégico, salvo que sigamos apostando a la reproducción de la historia de Rosario de principios de siglo, en donde casi toda la gran transformación urbana fue consecuencia de la aparición de capitales absolutamente exógenos, para lo cual además habría que ver en la situación presente, cuales serían las seducciones que está ofreciendo la ciudad para poder ser transformada por estas inversiones externas. Por lo dicho, donde aparecería sobre todo esta presunta negatividad de la condición presente sería en su efecto neutralizante de la movilización social que se podría generar en la ciudad, apoyada en razones e intereses concretos, respecto del proceso de transformación de la misma ciudad. De todos modos, parece necesario ampliar y aclarar algo más esta idea: pienso que respecto de estas posibilidades, habría que reconocer dos tipos de participación. Por un lado está la participación constructiva que es aquella participación donde la población o los sectores de la población interesados, ingresan en un programa de esta naturaleza, muy comprometidos con las decisiones que se pueden tomar en término de transformación urbana. Por otro lado está la participación informativa, que es aquella cuyo producto habitualmente se reconoce como «consenso». Es decir, «la participación informativa» es una participación por supuesto mucho más extendida pero también más tenue, más formal, más convencional y me parece que por ahora (inevitablemente), los rasgos que estarían definiendo la política de penetración del PER en la sociedad rosarina tiene más que ver con los de una «participación informativa» que con los de una «participación constructiva» y en esto sin duda tiene presencia (negativa) esa condición señalada de la escasa y

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singular capacidad de transformación urbana3. Tomando como referencia las experiencias de las ciudades españolas (que son las que estamos conociendo mejor), estas diferentes actitudes no tienen que ver con la consecuencia de un gesto voluntarista de decir o de decidir si la participación va a ser constructiva o informativa; ni siquiera yo diría con la magnitud de la población a ser informada; tiene más que ver con los propios intereses concretos de la población, con las relaciones reconocibles entre las operaciones de transformación y aquellos intereses concretos. Cuando la ciudad se transforma «lote a lote» (como en nuestro caso), estos intereses están muy diluídos, tanto en los favorecidos como en los afectados y por lo tanto rara vez se pueden establecer verdaderas movilizaciones sociales en favor o en contra de un proyecto de transformación, que es una de las claves de lo que sería después la condición mediadora o negociadora del plan. Dicho en otros términos, el procedimiento consistiría en hacer aparecer el conflicto a partir del proyecto de transformación. Entonces sí existe la posibilidad de que este interés colectivo por la ciudad aparezca más allá de la retórica. Esto para mí ha sido la clave del debate urbanístico europeo más que una supuesta cultura urbana de la población, al parecer más proclive pero sobre todo más obligada que la nuestra a discutir estas cuestiones de la ciudad. Entonces, como este es un rasgo de gran importancia, yo diría fundamental, sobre todo en algunos posibles programas planteados, la preocupación por el comportamiento social se ata con lo que habíamos tratado antes; con el cómo hacer para que esta ciudad se construya y se transforme de otro modo. Para concluir, coloco un epílogo (en correspondencia formal con la reconocida existencia de un «prólogo»...) cuyo sentido se dirige a concretar una posible transferencia de estas reflexiones a la propuesta de una actividad concreta; y en esa misma dirección, acentuar una recomendación ya instalada antes, aunque tal vez demasiado discretamente (aquí me refiero a la frase del texto vinculada con la nota 2). Creo que tanto por sus intereses específicos como en un intento de contribución al «Plan Estratégico» y finalmente en la promoción de indagaciones que ayuden a desentrañar la real naturaleza de este tipo de ciudad, como así también su significado social y cultural (actividad poco frecuente como antes se señalara), el Colegio de Arquitectos podría tomar la iniciativa de promover el desarrollo de estas investigaciones, tal vez asociado a otros sectores inversores, productivos, laborales y aún académicos, también directamente interesados en la resolución de esta suerte de «enigma».


No habría que descartar que la concreción de esta idea pueda constituir en sí un desarrollo estratégico que aportaría información, recomendaciones y aún actuaciones de gran valor para el propio Plan.

Arquitecto Adrián Caballero Ex Secretario de Planeamiento de la Provincia de Santa Fe Asesor Secretaría General Municipalidad de Rosario. Secretario Académico. Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño, UNR. Profesor Titular Teoría y Técnica Urbanística. Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño, UNR.

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Notas (1) Esta calificación fue utilizada en un texto de mi autoría que fuera enviado como comunicación preparatoria al Congreso Mundial de Arquitectos. Barcelona UlA ’96. Posteriormente esta idea fue incluida en el artículo «Rosario: la arquitectura de la ciudad, o la ciudad sin arquitectura», escrito por el Arq. Aníbal Moliné con mi colaboración. Revista ON Diseño N° 174 dedicada a Barcelona UIA ’96 en la sección: «Las ciudades vistas por sus escuelas de arquitectura». Barcelona, julio de 1996 (2) Tanto las Cámaras Empresariales como los Gremios y los Colegios Profesionales involucrados en la actividad de la construcción deberían ser los niveles institucionales más interesados en la promoción de dichas indagaciones. (3) A propósito vale la cita de Jordi Borja extraída de una reciente conferencia dictada en la ciudad: «Para terminar ¿Cómo abordar la problemática de la participación? Les sugiero no quedarse en ella, es decir la participación no es el resultado de una política de participación. La participación, es el resultado de todo lo otro. Si hay un proyecto de ciudad, si hay una administración que funciona de una manera transparente, si hay una movilización de actores en el marco de un plan estratégico o de distintos proyectos: urbanos, culturales, etc., si hay una buena información, si hay buenas campañas comunicacionales, de imagen, si se desarrolla un cierto patriotismo ciudadano... Ia participación es el resultado automático de todo esto». La participación no se resuelve estableciendo mecanismos formales de participación. Lo cual no quiere decir que no es que no tengan que existir estos mecanismos, pero sabiendo que si no funciona todo lo otro la gente no sabrá utilizarlos» (Jordi Borja), Descentralización y participación de la gestión local. Texto de la Conferencia editada por el Programa de Descentralización y Modernización de la Municipalidad de Rosario. Abril de 1996. Las frases remarcadas son agregados de esta versión.


De programas y proyectos en la gestión del territorio y la ciudad Arq. Manuel Fernandez De Luco Reseñaba en ocasión de un reciente

artículo las reflexiones expuestas por J. M. Esquiaga2 y O. Roman3 en ocasión de las Jornadas Ibero Americanas «La Ciudad en el 2005» (Madrid 1995); porque a mi juicio resumen vertientes programáticas precisas desde las cuales avanzar al centro del debate y el accionar de la cultura urbanística actual; ilustrando ambos pensamientos con total crudeza —y no por ello carente de expectantes alternativas— un escenario contemporáneo de concretas y realistas legitimidades del urbanismo y de la gestión territorial en su condición de efectiva función pública. Mientras uno subraya que sin una detallada exposición programática de los problemas y de las necesidades que se asumen como demanda social de la acción planificadora, y sin la efectiva voluntad y probada capacidad ejecutiva para su gestión... «el Plan Urbano no es otra cosa que el más caro —y menos útil— libro de la Biblioteca del Alcalde»..., el otro afirma en referencia a aquella acción planificadora en la ciudad de la democracia, que...«trabajar hoy por la democracia es actuar en lo práctico: pensar en lo largo, actuar en el hoy»..., caracterizando la funcionalidad colectiva de la gestión urbana y territorial en la medida que tenga...«una mano por el cielo y otra por el suelo»… Resulta difícil eludir la confrontación de estas reflexiones con la experiencia concreta de la gestión urbanística y territorial local, indiscutiblemente caracterizada a partir de la década del 80 por el creciente espacio político y técnico conquistado por la atención de la «cuestión urbana» (estructuras institucionales, medios de comunicación, eventos, recursos derivados, etc.); y al mismo tiempo reveladora en su corta pero intensa evolución, y en sus resultados concretos, que la funcionalidad pública y la credibilidad colectiva de los Planes Urbanos —su única legitimidad— se mide en la efectiva superación obtenida de frente a las necesidades que los demandaron. Y es esta perspectiva, comprometida con una opción operativa en —y desde— el presente concreto, la que demanda el impostergable análisis crítico de todo apego, tanto político como de opción técnica, por la consolidación estable y paradigmática —así como ingenuamente

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atractiva— de modelos alternativos de un estado urbano superior definitivamente liberado, por los efectos de la creatividad y los metodologismos de una «técnica eficiente» y de una nueva y estable «conciencia de la política», de aquellos complejos y contradictorios condicionamientos propios de los procesos sociales de producción, significación y consumo de las formas urbano-territoriales. Treinta años de regulación territorial según el marco normativo y elenco de proyectos del mismo Plan Regulador. Las mismas tres décadas en las que se concentran, sin duda, los más profundos cambios en la historia nacional y regional (ideológicos, socio-económicos, políticos, roles del estado, tecnológicos, culturales, etc.), así como en las demandas y funcionalidades territoriales, sin que por ello se registren demandas desde el campo social y político — salvo ocasiones excepcionales— de necesarias redefiniciones institucionales de los nuevos objetivos, programas, prioridades, estrategias y medios en la concepción y ejecutividad de la gestión urbana y de sus acciones públicas y privadas, son suficientemente demostrativos, más allá de cualquier justificativo atenuante, de la incapacidad y disfuncionalidad del cuerpo de ideas y de técnicas que estructuran el centro «formal» del accionar reflexivo y operativo de gran parte de la cultura de lo urbano. La experiencia urbanística local centrada en la década de los 90 (1985-1995) registra una de las fisuras técnicopolíticas de mayor significación en aquella «esclerosis» del debate y la gestión de lo urbano, y la consecuente acumulación de experiencias potenciales respecto a la redefinición de la ciudad, su producción y utilización como acontecimiento colectivo, constituye el mayor aporte a los avances de la redefinición del campo de lo popular, del creciente potencial público de accionar privado, de los nuevos roles del Estado, así como de las demandas características de la «función pública del urbanismo». Es este intenso y democrático laboratorio de la gestión urbana el que, aun a riesgo de las simplificaciones u omisiones propias del accionar incipiente en un contexto de demanda de impostergables necesidades de importantes segmentos del cuerpo social, ha aportado en sus realizaciones la evidencia de la oportunidad y vigencia estratégica de refundar el accionar urbanístico de la administración pública en términos de políticas o programas que integren en una opción operativa global tanto el carácter cuanticualitativo de la demanda como el de los medios de acción de la oferta. Con proyectos que instrumentan en cada intervención específica la relación demanda-oferta realizando concretamente los términos y lógicas globales del programa según las ocasionales particularidades y el


máximo rendimiento de las circunstancias en juego en cada caso. Esta secuencia político-técnica entre programa y proyecto lleva implícita la revisión al menos de tres cuestiones en la concepción urbanística: Cuestiona toda posibilidad de «generalidad» o de «universalidad» en el tratamiento de las cuestiones urbanas, sea en el anunciado de los objetivos de cambio o superación como en el bagaje instrumental puesto en juego en la fase operativa de gestión. Las problemáticas no surgen de juicios genéricos sino que recién adquieren existencia y entidad en términos de demanda a partir de su inclusión y caracterización en el ámbito de un programa de gestión: la medida y naturaleza de un problema se pone en evidencia en la medida y naturaleza del programa —estrategia global—, sus prioridades, funcionalidades, acciones y medios dispuestos en su concurrencia. Así en el cuadro de interacción de programas está explícito el diseño del íntegro valor colectivo —político— adjudicado a la gestión. Desplaza ineludiblemente en la cultura urbanística la convención del concepto de Planificación como acto de construcción de un modelo estable de previsiones en pos de un futuro alternativo, tanto más distante en el tiempo como contradictorio y carente resulte el presente concreto; y reemplazara el concepto del Plan como un cuadro compositivo de proyectos pre-figurantes, por el desarrollo de una creciente capacidad de evaluar en el seno de los procesos socio-económicos en acto en el territorio su condición potencial de transformación colectiva en clave de programación estratégica de las oportunidades de intervención pública —gestión—. Revisa la propia dimensión institucional —política— de la cuestión urbana haciendo de la gestión del territorio «cuestión del estado». Asignando a la gestión territorial el rango de «función pública» de mejoramiento de la calidad de vida; y a la ciudad y el territorio, la condición de infraestructura necesaria a la producción de aquella y a la vez medida de la capacidad de prestación de esta funcionalidad. La acción dispersiva y conformista que se enmascara tanto en el «lápiz como en el discurso fácil» pierden efectividad de frente a esta condición y a la demanda de nuevos Institutos Políticos y Técnicos de Operatividad Pública —la institución de lo urbano— capaces de gestionar en articulación representativa la funcionalidad competitiva, el crecimiento y la potenciación de los espacios y dinámicas regionales, metropolitanas y urbanas como reaseguro de un desarrollo sustentado (oferta de calidad de vida). Frente a la experiencia en el período mencionado,

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demostrativa en sus realizaciones de una alternativa de gestión urbana avanzada en la integración explícita de un cuadro de programas estratégicos a las escalas estructural y local, que detalla los necesarios procesos de gestión y establece las sedes y métodos de evaluación y actualización, flexibilizando de acuerdo con indicaciones globales las definiciones de detalle de los proyectos según la ocasión y circunstancias de cada intervención, es curioso que desde gran parte del «frente político» y del sector de la «técnica» se demande invertir los términos de la relación programa-proyecto, concentrando —y reduciendo— el interés del debate en el detalle y autonomía genérica de cada proyecto soslayando la condición instrumental y funcional de los mismos respecto a los programas —y políticas— que los demandan y contienen, las que paradójicamente quedan liberadas del debate y la propuesta. En síntesis, reduciendo el espacio de la estrategia —los programas— a la acumulación de ocasionales tácticas —los proyectos—, a veces sólo demandados por las añoranzas de una irrecuperable unidad del «orden» urbano o por los apremios de una cultura urbana editorializada, en el vano intento de proyectar acabada y definitivamente las escenas socio-territoriales y sus detalles esperando que los acontecimientos de la realidad concreta se le parezcan y aproximen.

Notas (1) Resumen del artículo publicado en Cuadernos del Gran Rosario N° 1 Centro de Estudios Sociales y Políticos, Rosario 1996. (2) Arq. José María Ezquiaga. Director General de Planificación y Concertación de la Conserjería de Política Territorial. Comunidad de Madrid. (3) Arq. Oswaldo Román. Viceconsejero de Política Territorial de la Comunidad de Madrid.

Arq. Manuel Fernández de Luco Subsecretario de Planeamiento Municipalidad de Rosario 1987/89. Secretario de Planeamiento Municipalidad de Rosario 1989/95. Profesor titular Proyecto Arquitectónico. Facultad de Arquitectura, Planeamiento y Diseño, UNR. Profesor Adjunto Facultad de Arquitectura, UBA. Titular Estudio Arquitectos Marchetti, Fernández de Luco y asociados.


La gestión estratégica local como factor de competitividad, crecimiento y empleo Lic. Oscar Madoery Gestionar el desarrollo de una comunidad

como Rosario y su área metropolitana no es, por cierto una empresa fácil. Aunque sí es un desafío que puede ser planificado y gestionado racionalmente. La ciudad y sus habitantes deben prepararse para actuar y crecer en el marco de un nuevo escenario de actuación que impone desafíos tanto a los poderes públicos, como a los agentes privados. Por un lado, el proceso de globalización económica, cultural, comunicacional, abre un horizonte ampliado para la circulación de bienes, recursos, personas, información y tecnologías y presenta nuevas condiciones competitivas. Con fronteras nacionales abiertas al intercambio y al comercio, los negocios y las personas tienen mayores oportunidades de localización expansión y diversificación de sus operaciones e inversores, turistas, visitantes, convencionales, profesionales pueden seleccionar un amplio menú de lugares hacia donde dirigirse. Por otro lado, el doble desbordamiento del Estado Argentino, con pérdida de soberanías instrumentales hacia ámbitos económicos integrados como el Mercosur, y con una crisis de gestión pública hacia adentro, que se manifiesta en la incapacidad de administrar y asignar recursos en forma eficiente y equitativa, instala la necesidad de reformulación del papel del Estado en todos sus niveles. La reforma del Estado es un proceso que actualiza el problema de la eficiencia, la equidad y el protagonismo social en la gestión pública. En este marco, estrategias de desarrollo pensadas desde lo local y regional, representan una invitación para encontrar respuestas innovadoras, que contemplen el fuerte impacto territorial que los cambios estructurales tienen. Política local. ¿Qué es hacer política económica local? ¿Cuáles son los objetivos económicos y sociales que una sociedad se debe plantear? ¿Alcanzan las macropolíticas del gobierno central y las acciones provinciales para atender los objetivos de competitividad, crecimiento y generación de empleo? ¿Cuál es el margen para el diseño e implementación de iniciativas locales de desarrollo?

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Para comenzar, la ciudad debe preguntarse a sí misma por qué alguien quisiera vivir, localizarse, visitar, invertir o comenzar a expandir negocios en ella. Desde una perspectiva global, qué ventaja competitiva ofrece respecto de otros lugares. Existe una relación integral entre cómo una comunidad es planteada y desarrollada y su capacidad para atender objetivos de desarrollo sostenido. Se deberá: Ampliar la esfera de actuación del/los gobiernos municipales, agregando a sus funciones tradicionales (obra pública, provisión de servicios básicos, regulación de la vida comunitaria, servicios administrativos), el diseño e implementación de estrategias de desarrollo local tendientes a la generación de ventajas competitivas territoriales y sectoriales y a la estimulación de un ambiente de crecimiento, solidaridad y empleo. Incorporar la noción de largo plazo. Los tiempos del desarrollo no necesariamente (casi nunca) se condicen con los tiempos políticos y mucho menos con urgencias electorales. Si Rosario compite con otras plazas, para atraer mayor actividad al Puerto, para atraer inversiones directas que generen nueva actividad económica y nuevos puestos de trabajo, para dinamizar los recursos ya existentes, para mejorar su oferta de servicios educativos, financieros, culturales, de esparcimiento, etc., entonces debe pensar y actuar como una gran empresa. La ciudad, su región, como sello de calidad de toda su oferta: sus recursos humanos, sus sectores productivos, su infraestructura de transporte y comunicaciones, el soporte físico que se brinda a las actividades socioeconómicas, su administración pública. La calidad de vida del territorio. Presentar diversidad de: modelos (dados a partir de recursos exógenos, como la llegada de una empresa multinacional o por movilización de recursos endógenos), objetivos (aumentar la productividad / competitividad de las empresas y demás organizaciones públicas, semipúblicas o privadas; aumentar el atractivo residencial y locacional de la ciudad o ambos objetivos combinados), e instrumentos (a partir de infraestructura ya existente, a partir de proyecto emblemático, como la modernización del puerto, a partir de iniciativas originales como un centro de empresas, un parque tecnológico y/o una comunidad logística de exportaciones, por citar algunos ejemplos). Pero más allá de estas variantes, la política local siempre estará definida por dos variables críticas: la capacidad organizativa y empresarial de la comunidad y la capacidad de innovación de todos sus agentes responsables. Si estas variables no están presentes, no se podrá producir el desarrollo local. No es mera sumatoria de factores productivos lo que explica


el desarrollo. Y en este sentido el caso de la ciudad de Rosario y su zona de influencia resulta paradigmático: variedad y calidad de recursos humanos, un potencial infraestructural notable, con el puerto más grande de la Hidrovía y un aeropuerto internacional; representa el núcleo del principal eje industrial del país, dentro de un nodo comunicacional estratégico de cara al Mercosur; con una amplia oferta de recursos de conocimiento (universidades públicas y privadas, institutos y centros especializados), sin embargo, la región presenta déficits en numerosos frentes: competitividad empresarial, trabajo para sus habitantes, atracción de actividades, subutilización de su potencial, falta de equidad y eficiencia administrativa. Es que pensar que hay desarrollo local (o puede haberlo) a partir de la enumeración de recursos es quedar envueltos dentro de una visión estática del desarrollo. Los factores productivos (infraestructura, capital, recursos humanos, tecnología) son sólo factores, pero hay que ponerlos en proceso. La dinámica del desarrollo local se alcanza cuando los factores productivos existentes y potenciales de ser captados son integrados con procesos organizativos y de gestión, con prácticas innovadoras, con comportamientos reconocibles e identificables por parte de la comunidad. El desarrollo local necesita del «hard», pero más aún del «soft». De lo duro y rígido de la infraestructura y las formas, pero también de la innovación, de la mejora continua y de la organización. Es en este aspecto donde los grandes planes y los proyectos emblemáticos fracasan. La incapacidad de gestión suele explicar los fracasos mucho más que la falta de recursos de capital o la infraestructura insuficiente. Por ello, no hay que concebir al territorio, una ciudad o un espacio geográfico más amplio, como un mero soporte para las empresas, las instituciones y las personas. Conviene pensar más en términos del territorio como un recurso, construido a partir de prácticas concretas y comportamientos identificables. Y esto es porque las dinámicas organizativas, empresariales, logísticas, productivas, comunicacionales, educativas, etc., impiden pensar en términos de territorios cautivos, con influencia garantizada por la sola proximidad. Tomemos como ejemplo el caso del Puerto. Necesita ser dotado de infraestructura y nuevas inversiones para hacerlo competitivo. Pero si no se comprende que en una economía global ya no rige el concepto de actividades cautivas, sino de actividades discrecionales (porque los avances en el transporte multimodal permiten que las cargas circulen ampliamente buscando las mejores alternativas), por lo que hay que vender servicios y captar mercados en forma agresiva, difícilmente se alcanzarán en todo su potencial los

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objetivos deseados. La ciudad vendiendo su puerto, como si se tratara de una empresa vendiendo sus productos. Y además, integrándolo al potencial que la región tiene (como la Zona Franca Santafesina en Villa Constitución) que pueden oficiar como complementos ideales. La ciudad como espacio de oportunidades La consolidación de un nuevo patrón de desarrollo de base local-regional necesita del mayor consenso social y sectorial respecto de las políticas a implementar, en un intercambio creciente con los diferentes actores representativos y un criterio racional y estratégico en la utilización de los recursos, ni el Estado local, ni el mercado ni las fuerzas organizadas de la sociedad civil, por sí mismos, pueden responder a los tremendos desafíos que el escenario de competencia creciente impone. Sólo la conjunción de esfuerzos puede generar las sinergias necesarias que permitan regular de manera distinta el desarrollo económico y social. La receta suele ser conocida: voluntad política, necesaria para acordar cursos de acción que permitan superar obstáculos (económico-financieros, institucionales, jurídicos) y aprovechar al máximo las posibilidades de actuación local y delimitación de un espacio de colaboración, con mecanismos formales o informales, pero que pueda traducirse en esfuerzos sinérgicos constantes entre agentes públicos y privados y referentes sociales. Por último, ser capaz de diagnosticar el futuro, prever las consecuencias y poder anticiparse a los grandes cambios que estamos viviendo, para alcanzar cada día mayor calidad de vida. Licenciado Oscar Madoery Investigador Consejo de Investigaciones CIUNR. Coordinador Proyecto Zona Franca Villa Constitución. Consultor INMARK, Argentina.


Cartas

Julio Vanzo

Borrador carta de Julio Vanzo a Lucio Fontana nunca enviada

Querido Lucio: Esta es la carta que te prometí desde hace tanto tiempo. ¿Cuándo la pensé escribir? ¿Cuándo me la reclamaste? ¿Cuándo la comencé? ¿Cuándo te anuncié que te la mandaría? ¿Cuántos cuándo? Entre una pregunta y su respuesta, si la hay, todo una vida que pronto termina y otra que ya se fue. O mejor dicho que ya no se irá más porque renació en la propia muerte. Fue necesario ese paso al mundo de los demás, nuestro mundo supiera que existías y alcanzara a percibir la verdadera dimensión de tu inequívoca, luminosa e impar personalidad artística. Pero este mundo de los demás, ignora aún el secreto de tu advenimiento, o quiere ignorarlo, no me explico porqué causas cosa que yo conozco mejor que nadie, por haber compartido contigo por muchas horas, días y años, todos los que fueron casi desde tu llegada a esta, tu ciudad como la mía, hasta casi tu partida a ese país, el de tus padres, que hoy te ha colocado entre los primeros creadores del arte contemporáneo. Pero es necesario decirlo, repetirlo y gritarlo como un deber de esta América que tu nacimiento al arte esta aquí, en tu y mi Rosario, recortado sobre el rojo Paraná, laborioso como un panal de abejas amasado entre la indiferencia y la ignorancia…

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Milán 25-6-66 Querido Julio: Han pasado muchos días de el momento que tu amigo, el Doctor Pineda, me entregó tu carta, quería contestarte enseguida, más todas las veces que me ponía por escribirte me agarraba una gran gana de llorar, mi pensamiento iba enseguida a los años de calle España, los años más lindos en el recuerdo de mi vida, tú, mi querido amigo y maestro, te juro que si yo seguí haciendo el artista siguiendo esta gran pasión lo debo a ti, eres el único hombre y amigo que estimaba y admiraba como artista, y tu consejo y amistad fueron una suerte para mí. Después cada uno siguió su destino, y todas las veces que yo tenía algún éxito pensaba en ti, por qué Vanzo no está aquí conmigo, y ahora que vuelvo de Venezia con la suerte de ganar un gran premio me parece injusto que tú no estás a mi lado. Nuestras vidas están llegando a su término, ni nosotros podemos saber si valía la pena de vivirla o no, para mí todo me deja indiferente, solo tengo ganas de llorar los tiempos de Rosario. Jorge Romero Brest me manda un telegrama de estar presente a mi inauguración al Museo Di Tella el 22 de Julio, muestra que creo harán también a Rosario, verdaderamente no puedo, estuve muy enfermo este invierno, mi corazón marcha mal, y los médicos me prohibieron absolutamente los viajes, imaginate lo que me habría gustado volver a las Barrancas de Rosario y darte un gran abrazo después de tantos años. Julio, vos hiciste un gran sacrificio de tu vida por otro ser que querías, yo pienso que eso es de las cosas más grandes y nobles que has hecho, tu obra de artista queda lo mismo entre los creadores del arte argentino, ciao Julio un abrazo fuerte, fuerte. Lucio Un abrazo a la Gringa, ciao.

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Carta de Lucio Fontana a Julio Vanzo escrita dos años antes de su muerte

Lucio Fontana


Documentación gráfica y escritos originales Marcelo Villafañe

Nació en Rosario

el 12 de octubre de 1901. Descendiente de una familia del Tirol Austríaco. Realiza su primera exposición de dibujos y acuarelas en 1919 en la Galería Witcomb, sucursal Rosario, hoy Galería Renom, a los 18 años, y continúa con la pintura y el dibujo profesionalmente, realizando exposiciones en el país y el exterior. Fue escenógrafo en la Capital Federal de obras de autores argentinos y extranjeros durante muchos años. En 1945 fue invitado a la Beca de la Fundación Guggenheim a la que no se presentó por hallarse en Europa. Fue profesor de Dibujo y Ornato de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Rosario (del Litoral). Fue invitado a una Exposición de Grabados en el Museo Riverside de Nueva York junto con Lucio Fontana y Domingo Candia. Vivió y trabajó con Lucio Fontana desde el año 1922, y en los tres períodos de la residencia de éste en Rosario, hasta su retorno definitivo a Italia. Ha merecido premios y distinciones en Salones, Muestras Colectivas y Salones Oficiales. Integró la Exposición 150 años de la Pintura Argentina en la Capital Federal y El Panorama de la Pintura en la Fundación Lorenzuti. Fue Académico de Bellas Artes. Los mejores críticos de arte se han ocupado de su labor plástica. Figura en los Diccionarios y Monografías del País y en el diccionario del Arte Universal Benezit, publicado en Francia. Sus Zincografías sobre el Martín Fierro fueron expuestas en Nueva York. Trabajó en su ciudad natal que está colmada de testimonios de su larga labor, con cuadros, murales, retratos, etc., que acreditan su auténtica vocación de artista. Falleció el 10 de diciembre de 1984.

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Nació en Rosario

el 11 de febrero de 1899. Descendiente de italianos, lombardos, hijo de un escultor y nieto de pintor. Viajó a Italia a la edad de seis años, en el 1905. Se enroló como voluntario en la Primera Guerra Mundial. Volvió a la Argentina en 1922, trabajó con el padre, y en 1924 fundó su propio estudio en Rosario. Volvió nuevamente a Milán en 1927 y se inscribió en la Accademia di Brera, en la scuola de Adolfo Wildt, iniciando su carrera de escultor de vanguardia hacia el fin del decenio. En 1931 tuvo su primera muestra personal en la Gallería del Milione, en Milán. En 1934 adhirió a Abstraction-Création, en 1935 participó de la famosa muestra del grupo abstracto italiano en Torino. En 1935 comenzó a dedicarse a la cerámica, en Albisola, en 1936 fue invitado a la Maniffatura di Sèvres, para hacer una serie de cerámicas, trasladándose a París. De 1939 a 1947 desarrolló su actividad en la Argentina, enseñando en Buenos Aires y participando de numerosas manifestaciones de arte de vanguardia. En 1949 promovió el Manifiesto Blanco en Buenos Aires. Volvió a Italia en abril de 1947, fundó ese año en Milán el Spazialismo, suscribiendo con Giorgio Kaisserlian, Beniamino Joppolo y Milena Milani el 1º Manifesto. En 1949 construyó un «ambiente con forme spaziali a illuminazione a luce nera» en la Galleria del Naviglio, en Milán. Promovió la idea y difusión de toda manifestación del espacialismo. En 1951 publicó el Manifesto Técnico, en ocasión del Convegno delle Proporzione, en la IX Trienale de Milán. Desarrolló una amplia actividad en colaboración con arquitectos (en especial con Luciano Baldessari). A partir de 1947 visitó constantemente Milán, París y en 1961 viajó a Nueva York. Los últimos diez años tuvo su estudio en Corso Monforte 23. En 1963 realizó en el Castelo Spagnolo di Aquila la primera muestra retrospectiva de su obra. Una segunda, conmemorativa, se hizo a inicios de los 70, en la Galleria Civica d’Arte Moderna di Torino. Murió en Comabbio (Varese), el 7 de septiembre de 1968.


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