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Ensayo
Notas sobre la educación y sus retos Por
JESÚS SILVERIO CAVAZOS
CEBALLOS Poco antes de morir, Silverio Cavazos Ceballos, trabajaba en un ensayo sobre educación, tema que le apasionaba, y que lo llevó a concretar un proyecto único en el país, ‘La escuela de talentos’. Este texto inédito, en poder de AFmedios, nos muestra un lado poco conocido del ex gobernante. Noviembre 2011
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Introducción No se busque en estas notas un ensayo científico o aportación académica. Son apuntes personales. Me gustaría que fueran leídos con el placer de las buenas conversaciones, como cuando nos reunimos con la familia y amigos para platicar el rumbo de la vida y lo que se necesita para mejorarla. Busco transmitir mis propias opiniones, contribuir con algunas reflexiones al análisis de un asunto que siempre ha inquietado. La educación es un terreno siempre fértil para intercambiar puntos de vista; la formación de los ciudadanos debe preocupar a quienes ejercemos una función pública, pues implica construir los perfiles de una convivencia, acechada por peligros de los nuevos tiempos. Mi inquietud esencial con estas notas consiste en iniciar un diálogo amplio con todos los sectores porque compartimos aspiraciones y retos en una época donde lo esencial parece estar en fuga. Para estos tiempos de escaso valor de la condición humana, sólo una educación comprometida con los fundamentos trascendentes recuperará los cauces perdidos y volverá factible la noción de país, con el ánimo y decisión que necesitamos para afrontar los retos, siempre en construcción, de una educación comprometida y de calidad, incluyente, apta para resolver los problemas de México. En suma, tengo un propósito que puede ser el de todos. Ojalá resulte provechoso.
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I El sistema educativo del país es tema espinoso, como erizo dispuesto a herir a quien intente tocarlo. Podemos remitirnos al juicio especializado y miles de puntos de vista que recorren, cotidianamente, la opinión nacional e intentar un ensayo totalizador para terminar buscando la aguja en el pajar informativo. Pero también podemos resumirlo todo de la siguiente forma, práctica y sencilla: muchos pensamos que el sistema educativo nacional –y por supuesto, el sistema educativo de cada estado– no cumple con una formación oportuna y de alta calidad. Eso lo dicen, palabras más, palabras menos, todos los que opinan del asunto, desde el investigador especializado hasta el modesto padre o la hogareña madre de familia. Los que intentan atrapar al erizo, pues. Cierto, los mexicanos nos esforzamos por ser pueblo educado. Se trata de un esfuerzo consistente y ambicioso, por lo menos desde finales del siglo XIX (la etapa positivista de la enseñanza) hasta nuestros días. Es, también, un interés clave para entendernos como nación: una educación como eje de la movilidad social, instrumento de equilibrio y mecanismo (quizás el principal) de distribución para las oportunidades.
II En muchos sentidos no lo hicimos mal. Bastaría revisar la estadística educativa y su evolución desde aquellos penosos años del fin del siglo XIX y cotejarla con lo que hoy disfrutamos. Sin embargo, también debemos reconocer que no todo fue efectivo y el camino educativo no puede interpretarse como simple marcha al frente: en esa historia hubo escollos, retornos y hasta desvíos. Incluso, algunos insisten que el sistema educativo fue mejor antes, sobre todo en ciertos momentos, de lo que es actualmente. Por supuesto, se trata de una percepción intuitiva, pues para comparar lo que fue y es el sistema educativo se requiere estudiar no Noviembre 2011
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sólo el proceso de la enseñanza en sí, sino también la vida social, política y económica, es decir, la realidad extraescolar de aquellos momentos y cotejarla con el entorno extraescolar actual. En efecto, podemos intuir que el sistema educativo era mejor hasta –quizás– mediados de los años ochenta, como resultado (entre otros factores) de la propia dinámica de la sociedad mexicana, que permitía crear círculos virtuosos entre maestras, maestros y padres de familia con los hijos-alumnos. Eso del hijo-alumno fue, realmente, binomio indivisible, pues los maestros mantenían cierta condición hogareña en el aula y los padres ejercían funciones magisteriales en el hogar, sin más límites que sus propias posibilidades. No puede olvidarse, además, que los medios de comunicación poseían en aquellos años un mayor grado de preocupación educativa (abundaban los programas culturales en radio y televisión), no existían internet ni tantos canales televisivos, y eran reprobables la violencia y el sexo explícitos en las pantallas grandes y chicas. Después regresaré a esta idea, pues realmente significa para un hábitat educativo sano que los niños cuenten con medios informativos provistos de contenido con valores, sin olvidar que tales siempre están sustentados en la propia sociedad de su tiempo. Una rápida mirada a la década de los setenta y hasta –sigo insistiendo en el quizás– la primera mitad de los ochenta permite asomarnos a una sociedad mexicana con un grado aceptable de bienestar para las clases medias, sin los notables avances tecnológicos de nuestro tiempo. Es justo notar que, a despecho de esta última carencia, existían menos riesgos en materia de drogadicción (los “mariguanos”, como se les conocía, eran escasos, fáciles de identificar y rechazados), los casos de desintegración familiar podían contarse con los dedos de la mano y no se vivían situaciones de riesgo que podemos llamar “contra-educativas”, es decir, actitudes, modas y escenarios antagónicos a los valores transmitidos en la escuela. Noviembre 2011
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Dicho sea con otras palabras, no existía dicotomía entre lo que se enseñaba en la escuela y lo que se recibía en la casa o contagiaba de la calle. Creo que, con sinceridad, podemos reconocer que en estos momentos esas contradicciones sí se experimentan y con notables efectos nocivos para niños y jóvenes. Debe añadirse que la vida era menos sedentaria: se hacía más ejercicio físico y abundaban las actividades familiares al aire libre. También el entorno de vida, salvo excepciones bien localizadas, era más seguro y confiable en términos generales: los padres podían enviarnos solos a la escuela, después de cierta edad y se podía jugar en la calle, con un tráfico escaso y pocos peligros. Otro aspecto digno es la convivencia cotidiana entre los habitantes, en especial entre quienes tuvimos la fortuna de crecer en ciudades o comunidades pequeñas. Incluso en las ciudades medianas o “grandes” (en el viejo sentido del término), los barrios y colonias ofrecían oportunidades saludables para la convivencia: a la fecha, poseemos generaciones de mexicanos adultos que crecieron juntos y siguen frecuentándose por razón de las experiencias compartidas. Podemos detenernos en este aspecto: había entonces la confianza de la familiaridad y el reconocimiento vecinal. No escaseaba, incluso, la certeza de dejar en libertad a los hijos para las visitas a los hogares del rumbo y hasta era usual “encargarlos” con alguna familia vecina. Por si fuera poco, el maestro o la maestra solían ser vecinos y la relación magisterio-alumno-hijo se estrechaba con benéficos efectos. Volvamos a la televisión. Los aparatos televisivos eran escasos y la programación se organizaba de acuerdo con las posibilidades horarias y de convivencia familiar. La televisión, en esos años, como lo había sido anteriormente la radio, brindó magníficas oportunidades para la armonía familiar. No es casual el término “horario familiar”, hoy perdido, pues a todas horas un niño o adolescente puede sintonizar algún programa con perfil antisocial, incluso en los canales de señal Noviembre 2011
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abierta que por años fueron aliados de las familias y hoy parecen, en ocasiones, opositores al ánimo de concordia.
III Como podemos advertir, sin mucho esfuerzo, las condiciones actuales de la actividad educativa son distintas, en especial cuando volvemos la mirada al entorno en que se desarrolla. Hoy, la seguridad pública se ha deteriorado tanto que los padres sufren si no pueden llevar a la escuela y recoger personalmente a sus hijos. Existen ciudades (y entidades completas), incluso, donde el grado de inseguridad es tan alarmante, que complica aún más un proceso tan simple como la asistencia escolar. No podemos ignorar, adicionalmente, que las familias actuales experimentan una vida sedentaria profunda, a pesar de los esfuerzos institucionales por la promoción deportiva. Sucede que las clases medias ya consideran artículo de primera necesidad el automóvil, resultado de la propia vida citadina y las deficiencias en los sistemas de transporte público. Además, algunas escuelas privadas poseen sus propios medios de transportación. Como efecto natural, de ello y de la inseguridad, los niños ya no van a la escuela a pie. Por supuesto, las familias de hoy viven ciertas amenazas, algunas inéditas, otras añejas (pero que adquirieron especial virulencia) que inciden en su desintegración. La inseguridad es la más preocupante, manifiesta en el consumo de drogas de mayor o menor grado de accesibilidad. Otra se expresa en las carencias en materia deportiva y recreativa (los esfuerzos de creación y mantenimiento de la infraestructura deportiva son insuficientes). Una más suena a paradoja: el desarrollo de nuevas tecnologías, en lugar de favorecer al ser humano, lo exponen a un riesgo continuo.
IV Eso del avance tecnológico y de la accesibilidad informativa merece un comentario adicional, pues reúne diversas condiciones adversas. Noviembre 2011
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• Internet suministra información, pero no siempre confiable y de calidad.
• Los estudiantes experimentan deficiencias formativas en materia de investigación y confirmación del conocimiento, precisamente por la facilidad del plagio que representa lo que circula en la red.
• Los jóvenes pasan más tiempo sentados frente a la computadora, en lugar de realizar ejercicio o participar en convivencias más saludables.
• Los padres no encuentran una forma de suplir esa dependencia por la propia inseguridad en el exterior (prefieren tener al hijo en casa atento al monitor que en la calle) y por el ritmo laboral de la vida cotidiana.
• Y está presente, por supuesto, el riesgo de acceder a información inapropiada para menores de edad e incluso peligrosa, pues se ha detectado que muchos depravados y delincuentes peligrosos, como los secuestradores, establecen contacto con potenciales víctimas mediante la red electrónica.
V Ahora bien, la educación en sí misma, sin considerar el entorno social en el cual se aplica, experimenta serios retrocesos. Esto resulta especialmente importante, pues se percibe que en esta materia nuestro país no ha estado a la altura de sus retos ni de de su circunstancia. Al respecto, resulta evidente un hecho: las cuestiones educativas, en lugar de expresar una política de Estado (es decir, más allá de cualquier cambio circunstancial de siglas partidistas en el poder), experimentan una perjudicial influencia ideológica (ni siquiera política, en el sentido amplio del término). Además, el país perdió su capacidad de iniciativa que durante mucho tiempo le concedió un liderazgo frente a Latinoamérica Noviembre 2011
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y distintos países en vías de desarrollo. Gran parte de la pérdida de esa vanguardia fue por el declive de su modelo educativo y cultural. Por supuesto, no podemos percibir la viabilidad de México hacia los años venideros, sin fortalecer el modelo formativo para las nuevas generaciones, sin mejorar nuestros procesos de enseñanza y aprendizaje, sin transformar positivamente nuestro sistema educativo nacional. Este sistema debe recuperar las buenas características del pasado y mejorar o transformar las actuales, para reanudar la tradición educativa que dio prestigio, pertinencia, rumbo, poder y desarrollo. Cierto, necesitamos reconocer (para después examinar y, si es posible, renovar) lo que se ha hecho bien en la materia, así como diferenciarlo de lo negativo. Esto debe permitirnos, adicionalmente, descubrir las “áreas de oportunidad” (en los términos del lenguaje mercadotécnico), es decir, explorar y fortalecer los aspectos en que hemos adquirido capacidad y vigor competitivo.
VI Esto lo intentaremos con perspectiva auténtica, pues una condición adicional de estos apuntes es eludir la palabra “fracaso”. En efecto, cuando nos detenemos sólo en lo negativo –y nos regodeamos en ello– perdemos la oportunidad para mejorarlo y nos confinamos para reconocer lo positivo. Aquí, queremos concentrar el análisis para obtener de él “retos”, no “fracasos”, y mucho menos “fracasos irremediables”. También debemos partir de una certeza: estaremos en el camino correcto si logramos preocuparnos (y ocuparnos) por la educación de hoy. Sí, la posibilidad de generar una educación, un programa educativo o un sistema educativo pertinente nos permitiría asegurar una expectativa exitosa para las próximas generaciones de mexicanos. Es justo advertir también, de una vez por todas, que el proyecto exige constancia y entereza, pues en esta materia y en virtud de Noviembre 2011
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sus retos, no es factible esperar resultados inmediatos (el siguiente ciclo escolar, por ejemplo, o el inminentemente posterior). No, esto exige tiempo y por eso debemos comenzar lo más pronto posible: “sin prisa pero sin pausa”, como suele decirse. Estos apuntes, entonces, aspiran a suscitar inquietudes e inspirar proyectos por quienes posean la capacidad de análisis y el poder de impulsar los cambios necesarios. Tal es el compromiso que surge con este documento.
VII Por supuesto, sería absurdo generar polémicas estériles, “inducir” criterios estrechamente partidistas o alentar críticas con simples afanes de lucimiento. En los momentos que vivimos, cuando domina el debate público la perniciosa costumbre de adjudicar culpas a los de enfrente (partidos, funcionarios, etc.), se vuelve imperativo tener altura de miras para situarse por encima de esa maraña de invectivas y regresar a las propuestas desinteresadas. Creemos que el pueblo de México está cansado de discusiones que no se traducen en resultados. Es decir, de una democracia de alegatos repetitivos, de una dispersión de acusaciones que lleva a que nadie es responsable de las decisiones. Claro, si hablamos del “pueblo de México” no lo hacemos en el sentido demagógico tradicional (en el lenguaje general e inaceptable de la política usual). No, se trata de opinar con realismo de lo que es y significan las familias mexicanas, esperanzadas de que sus líderes, quienes dirigen las instituciones (las mismas que con tanto esfuerzo, dedicación y hasta con sangre se crearon) tengan la visión y capacidad para decidir políticas públicas eficaces y eficientes… políticas que concreten anhelos. Políticas (en este caso) que atiendan el tema educativo en calidad y pertinencia. Calidad para mejorar lo que ya tenemos y pertinencia para corregir el rumbo en donde sea necesario y explorar nuevos caminos. Noviembre 2011
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VIII En nuestro país generamos una sobreoferta de profesionistas en humanidades y ciencias sociales en general, pero se agudiza el déficit en lo concerniente a ciencias y tecnologías, pues en esa rama de conocimientos puede constituir la base para una nueva “ola” de la humanidad, que implican inventiva y generación de riqueza: la información. Lo anterior implica un rezago que puede costar caro a nuestro país, pues perderemos momentos vitales para generar los recursos humanos indispensables capaces de enfrentar el futuro. Si no revertimos esta tendencia seguiremos asistiendo al desfile del desarrollo en calidad de espectadores. Al respecto, algunas propuestas inmediatas son las siguientes:
• Generar modelos educativos que desarrollen y profundicen la capacidad para pensar y resolver problemas prácticos, sean de la vida cotidiana o de grandes retos sociales, en lugar de modelos que privilegian aptitudes como la capacidad de memorización o uno más profundo: el simple aprobar para verificar el deber escolar, sin apropiada sintonía con los retos de la vida.
• Diseñar y aplicar un método más efectivo de enseñanza de las matemáticas y otras disciplinas científicas, con criterios de desarrollo de aptitudes y aficiones.
• A lentar modelos de orientación vocacional temprana que permitan canalizar adecuadamente al talento hacia su mejor expresión formativa o educativa.
Otro aspecto importante: durante años hemos padecido una casi total desvinculación de los propósitos educativos con los intereses concretos de los sectores productivos. En esta materia, como en otras derivadas del análisis educativo, resurgen los buenos deseos y aspiraciones, pero se aprecian pocos resultados concretos. Noviembre 2011
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Incluso, podemos volver a preguntarnos hoy, como hace décadas: ¿qué hacer para aplicar en términos productivos lo que se genera en las instituciones de educación superior?, ¿cómo lograr que el resultado de las investigaciones salga del gabinete, del laboratorio o escritorio para llegar a la vida cotidiana, es decir, al lugar donde impacta al progreso? Sin la respuesta a estos cuestionamientos, la investigación y productos del esfuerzo académicos seguirán por su propio camino, sin cruzar las veredas de la producción, del interés social, de las aspiraciones que surgen de la necesidad.
IX En paralelo, surgen otros cuestionamientos relacionados (hoy como ayer) con la conservación del talento nacional en los fines de nuestro propio desarrollo: ¿cómo lograr que nuestras mentes brillantes, nuestros investigadores con probada capacidad, nuestras valiosas promesas en la ciencia y la técnica, se queden por aquí en lugar de dispersarse por el mundo o las empresas trasnacionales?, ¿cómo vincular el sano interés por el progreso individual de estos científicos y técnicos con los propósitos del desarrollo colectivo? Al respecto, da la impresión que requerimos una red de tejido muy fino para evitar la migración de estas mentes brillantes, incluso desde su etapa formativa básica, impulsarlas al estudio, prepararlas y, al final de cuentas, conservarlas para que los frutos de su inteligencia y capacidad indagatoria sean aprovechados en nuestro país. En México muchas inteligencias quedan sin provecho, otras se truncan por carencias y otras más se dilapidan, sin mencionar que muchas de las “sobrevivientes”, es decir, las que lograron llegar al final, al momento formativo ideal para dar rienda suelta a su creatividad o capacidad, se perderán irremediablemente por buscar horizontes más promisorios en otros países. Un modesto eje de propuestas, al respecto, sería el siguiente (en materia de vinculación productiva con la investigación): Noviembre 2011
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• Generar consejos permanentes de coordinación entre sectores productivos y consejos académicos e investigación.
• Instituir un padrón integral de productos tecnológicos, proyectos y temas de investigación con posibilidades de aplicación, de consulta abierta, que permita a los interesados generar posturas para pagar derechos, generar esquemas de asociación y aplicar dichos productos con interés empresarial.
• Crear empresas dependientes de las universidades e institutos de investigación para la comercialización de sus productos científicos o tecnológicos, facultadas para generar esquemas de asociación empresarial.
Suena lógico, por supuesto. El gran problema es que esto no se practica o, si se hace, con muchas deficiencias.
X Veamos algunas propuestas para el mejor aprovechamiento del talento científico y tecnológico:
• Forjar programas de identificación de talentos en materia científica y tecnológica desde los niveles básicos.
• Crear mecanismos de financiamiento y apoyo en los estudios, que acompañen a los talentos descubiertos, desde sus primeros años de formación y estimularlos hasta la conclusión formativa que brinde un soporte a su capacidad.
• Establecer un fondo o varios fondos especiales para que los estudiantes con mayor proyección o potencialidad sigan sus estudios de posgrado en las mejores universidades del país o el extranjero.
• Fundar un sistema de compromisos y obligaciones para que los estudiantes que incidan en estos casos puedan trabajar en proyectos o instituciones nacionales, por un margen de tiempo adecuado, con la finalidad de garantizar su arraigo.
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• Diseñar programas permanentes de valores referentes a las necesidades nacionales y a la obligación de los estudiantes de participar en ellas, para despertar una mística de servicio colectivo, en lugar (o al lado) de la obsesión por el éxito individual que parece acompañar a los estudiantes de hoy (especialmente a quienes egresan de las escuelas privadas).
XI La combinación de ambos grupos de propuestas desembocará, por lo menos, en un resultado tangible: ofrecer ingresos dignos y posibilidades de ascenso personal, empresarial y colectivo para quienes destacan en función de su capacidad innovadora. ¿Sueño, utopía? No lo creemos así. Recordemos que en México nos hemos dedicado, con ciertas insuficiencias notorias, a preparar talentos que terminan encontrando oportunidades en otros países. Eso implica que nuestros recursos humanos para la competencia engruesan las capacidades profesionales (de por sí amplias) de otros países. Por supuesto, al lado de programas de este tipo se requieren otros que podríamos llamar “repatriación de cerebros”. En efecto, si hiciéramos un somero conteo nos sorprenderíamos de saber el número tan importante de mexicanos exitosos en el extranjero, precisamente porque en México no les brindamos una opción adecuada para su desarrollo… porque no les ofrecemos un salario digno, de acuerdo con la base competitiva de su talento, de su actuar, de su capacidad investigadora y de lo que les dan en otros países.
XII Otras propuestas para una nueva (y mejor) educación son las siguientes:
• Concebir materias dedicadas a la práctica y desarrollo de valores desde la educación básica, para contribuir a la formación integral, con un efecto directo en el bienestar colectivo (por lo menos hacia el futuro) Noviembre 2011
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• Organizar nuevos métodos de prevención en materia de salud y un mejor sistema de educación física para superar los serios índices de sobrepeso u obesidad infantil.
• Fundar materias formativas de incidencia en la cultura de la legalidad, de la transparencia y de la estabilidad política en la democracia.
• Incluir en los planes de estudio la enseñanza de asignaturas relacionadas con la preservación al medio ambiente, ya que estimular una actitud que se preocupe por el respeto a la naturaleza resultará fundamental para una formación ecológica.
• La misión fundamental de la escuela es ayudar a incluir el mundo para actuar positivamente sobre él. Vivimos un período histórico inédito que enfrenta un triple reto: energético (agotamiento de los recursos naturales debido a su sobreexplotación), climático (distintos desajustes, incluido el recalentamiento) y ecológico (contaminaciones, pérdida de biodiversidad, empobrecimiento de las tierras agrícolas, agotamiento de los recursos pesqueros). Estos tres campos obran recíprocamente y es posible que sus efectos nocivos acumulados ocurran en el mismo momento, causando catástrofes sociales difícilmente concebibles en otras épocas.
Los valores nos permitirán combatir las tendencias antisociales que han brotado en nuestra sociedad con una especial virulencia. Los métodos preventivos en materia de salud y una mejor educación física nos ayudarán a revertir la negativa tendencia hacia grandes problemas en salud hacia las siguientes décadas. Las materias formativas en legalidad y transparencia apoyarán el orden social con respeto institucional hacia el futuro. Las temáticas vinculadas con la estabilidad política en la democracia apoyarán el fortalecimiento del modelo de decisiones políticas que, con tanto esfuerzo, hemos construido los mexicanos en las últimas décadas y evitarán las tendencias a la “regresión” o “involución” política que asoman de vez en cuando. Noviembre 2011
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XIII Uno de los temas pendientes de una buena reforma educativa es la evaluación. Proponemos al respecto que se desarrolle un sistema externo de evaluación de los alumnos en los niveles básico y medio, que examine con mayor precisión los avances e identifique los aspectos problemáticos, es decir, que no sea el maestro el único responsable de calificar a sus alumnos. Estos mecanismos permitirían, en su momento, crear sistemas estatales de evaluación (en estrecha coordinación con el sistema nacional correspondiente), que volverían posibles notables avances en la homologación de la calidad educativa, no sólo en la visión nacional, sino en las diferencias municipales y regionales. Como titular del Poder Ejecutivo de Colima considero que la entidad posee muchos de los mejores maestros del país y que su nivel docente es muy satisfactorio, a parir de los registros de la calidad de la enseñanza en el estado, pero un buen sistema de evaluación local auspiciaría fijar nuevas metas de gran aliento. Es justo aceptar que en la mayor parte de los casos el sistema de capacitación y estímulos a la profesionalización magisterial brinda resultados notables, pero también muchos de los estímulos a los profesores no siempre encuentran plena correspondencia con el resultado educativo esencial, es decir, con el aprovechamiento de los alumnos. Creemos que faltan instrumentos de evaluación más precisos. Otro aspecto es la necesidad de examinar los retos propios de la eficiencia terminal en los grados educativos, pues tenemos la experiencia de alumnos que pasaron por distintas entidades (y lógicamente, por categorías de calidad educativa) en un mismo ciclo escolar, lo que implica un trastorno en los instrumentos de evaluación e indicadores de esa eficiencia terminal. Esto sucede con frecuencia en Colima. Como en este caso, muchos datos negativos (en apariencia) no resultan objetivos cuando se les estudia con cuidado o aprecian sus variantes en la realidad. Noviembre 2011
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Creo que se ha avanzado mucho en algunos mecanismos que prevén los casos de familias con alta movilidad por cuestiones laborales, pero aún se requieren esfuerzos adicionales. En especial, se requiere atender problemáticas como la señalada con el apoyo de sistemas de evaluación local. En fin, no creo que sea ocioso repetir: si alcanzamos un sistema educativo eficaz y eficiente lograremos el México que queremos. Por eso, insisto, la educación es la gran reforma, la madre de todas las reformas que requiere imperativamente el país.
XIV No podemos olvidar que los niños de hoy serán los ciudadanos del mañana. Verdad sabida y comprobada, pero por desgracia (en muchas ocasiones) tal evidencia queda en entredicho por los resultados cotidianos. Así como muchas familias descuidan a sus hijos (olvidando que éstos son el espejo de los padres), nuestra sociedad y los gobiernos desatienden a los escolares, lo cual implica no sólo el desperdicio de una oportunidad en el presente, sino una condena social futura. En cambio, si tenemos un sistema educativo eficaz y eficiente, con algunos de los criterios expuestos (y muchos otros), tendremos éxito en la consecución de una sociedad:
• Más justa
• Más trabajadora
• Más unida
• Más democrática
• Más tolerante
• Con mejor autoestima.
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• Con amplias posibilidades de éxito en lo individual y lo familiar.
• Y con mayor apego a la legalidad, como factor indispensable para ofrecer y exigir respeto.
De esa forma, construiremos (quizás en términos definitivos), una entidad más vigorosa, segura y productiva, que facilite la creación de mejores condiciones de vida para todas las familias de este gran país.
XV En la educación nacional sufrimos muchos procesos incompletos, viciosos, desarticulados. Procesos, en suma, que no cierran debidamente los círculos virtuosos, que deben ser característicos de todas las políticas públicas. Por eso, consideremos, por principio de cuentas, generar programas que busquen el equilibrio y la constancia desde los niveles básicos hasta los avanzados. No podemos sentirnos satisfechos con la educación secundaria, como el gran indicador de obligatoriedad del país. Al respecto, es saludable la avidez de los gobiernos y la sociedad entera para aspirar a consumar los niveles profesionales, o al menos medio-profesionales. Otro aspecto de interés es el tema de las desigualdades educativas regionales. Si hiciéramos un diagnostico en estos momentos para calificar la eficiencia, la pertinencia, la cobertura y la calidad educativa, percibiríamos situaciones de franco desequilibrio en el ámbito nacional. Tan sólo habría que recordar que existen entidades con notables avances (como lo es, por fortuna, nuestra entidad) y otras donde se experimentan rezagos de difícil restitución. Tenemos asimetrías, claroscuros, es decir, cosas muy buenas, buenas a secas, regulares y malas. Una sociedad cruzada por estos desequilibrios educativos, en Noviembre 2011
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gran medida reflejo de otros desequilibrios profundos en el desarrollo, no permite la generación eficiente de la oportunidad educativa, que tanto se requiere en este momento. Da la impresión, incluso, que ni siquiera poseemos instrumentos técnicos precisos para percibir nuestras diferencias y las tareas necesarias para superarlas. ¿Sabremos qué hacer en lo inmediato y qué seguiría como paso siguiente?
XVI Toda problemática en nuestro país pasa por el tema económico. Es inevitable: nuestra condición de modestia financiera permea todos los esfuerzos institucionales. Quienes colaboran en alguna institución pública o privada lo saben muy bien: todo escasea, muchas de las buenas intenciones y los mejores proyectos chocan con la inviabilidad económica, que parece agravarse cíclicamente. La situación es más grave si consideramos que en lugar de registrar avances experimentamos retrocesos en materia económica, pues a pesar de las políticas aplicadas percibimos que el país dispone de menos dinero en la actualidad (per cápita, es decir, de acuerdo con el número de habitantes) que lo utilizable en décadas anteriores. Como sea, lo importante es que la situación presupuestal (que se agravará por las dificultades en el escenario internacional) afecta directamente a la educación, en especial a su cobertura: la población crece y la infraestructura educativa se rezaga en cobertura y en modernización. Transcurrida la primera década del siglo XXI, algunos recursos didácticos como pupitres y pizarrón, así como el diseño básico de las aulas siguen sin cambios significativos desde el siglo XIX. A esto debemos sumar un fenómeno que percibimos con claridad en Colima: mucha de la infraestructura educativa, diseñada para cubrir barrios y colonias de alta concentración poblacional hace algunas décadas, se nota desierta porque esos Noviembre 2011
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mismos barrios y colonias fueron agotando su crecimiento y la población se desplazó a otros sitios, es decir, a nuevos fraccionamientos ubicados en la periferia, que a su vez obligan a colocar servicios educativos cerca de ellos. Por supuesto, los problemas se magnifican en escala nacional y existen zonas del país con rezagos tradicionales combinados con nuevos problemas, donde se experimentan crecimientos desbordados de la población. En suma, los viejos retos (muchos de ellos irresueltos) se mezclan con nuevos desafíos que exigen diferentes estrategias para superarse. Surge de nuevo, por supuesto, la necesidad de un efectivo sistema de diagnóstico para identificar con certidumbre la problemática (los retos) y defina el método para su resolución. Tenemos avances, sin duda: la prueba “Enlace”, los concursos de “Escuelas de calidad” (que celebramos exitosamente en Colima) y la aplicación de exámenes nacionales, pero reconozcamos, al mismo tiempo, que apenas se institucionaliza una metodología eficiente para la evaluación. Es urgente generar una fórmula de examen cotidiano que corrija en el momento oportuno y no hasta el siguiente ciclo. En suma, podemos el sistema educativo requiere:
• Fortalecer la eficiencia terminal.
• Premiar a los maestros por los resultados de los alumnos.
• Atender las exigencias y tendencias mundiales.
• Inducir el desarrollo de aptitudes idóneas para la competitividad actual.
• Prever los mecanismos necesarios para el pleno desarrollo del talento.
• Captar con oportunidad a los talentos excepcionales para aprovecharlos y formarlos debidamente. Noviembre 2011
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• Vincular sus objetivos con el sector productivo.
Adicionalmente, otros esfuerzos educativos realizados por el modelo EducaDIF no disponen de una buena coordinación para su óptimo aprovechamiento.
XVII Un tema adicional de gran importancia es la ausencia de un método eficaz para la enseñanza de las matemáticas. Los mexicanos, por décadas, hemos padecido muchas dificultades al respecto, al grado que los alumnos, al aproximarse a la definición profesional, eligen opciones alejadas lo más posible de esta disciplina sólo por las penosas experiencias a lo largo de su vida estudiantil. Con lo anterior quiero decir que dilapidamos notables esfuerzos por esa resistencia desatenta hacia las matemáticas, resultado de una carencia en la didáctica aplicable. Una nueva pedagogía de las matemáticas contribuye a la precisión conceptual y a una interpretación de los fenómenos más exacta. Lo adverso, en este sentido, es que las matemáticas resultan indispensables para el desarrollo tecnológico y la aplicación de las ciencias. Son además sustantivas para las profesiones que abren nuevos caminos para el progreso social. No sería exageración afirmar que las matemáticas son uno de los ejes para la promoción del desarrollo económico y la prosperidad social.
XVIII La educación mexicana se apartó, en algún momento, de la necesaria promoción de los valores, como agentes notables para el perfeccionamiento de la personalidad y la gradual cimentación de sociedades sanas. En efecto, nos encontramos con un sistema educativo que no concede énfasis especial a la formación axiológica. Es decir, una educación real, más allá de la falsa retórica, donde los alumnos Noviembre 2011
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tengan en el contacto directo y cotidiano con la teoría y aplicación de ese conjunto de prácticas (propias de la sensibilidad y la experiencia humana) estímulos auténticos para una vida individual y colectiva de más calidad. Por ejemplo, no se ha transmitido la fuerza de un verdadero nacionalismo (si el patriotismo es uno de los valores más importantes), que permita edificar ideales de vida sobre la base del progreso colectivo, antes que sobre la observancia de las ambiciones individuales. Por supuesto, la seria y sistemática enseñanza de otros valores (como la honradez, la dedicación y el esfuerzo, entre otros) viabiliza la arquitectura de generaciones que rechacen conductas antisociales y decidan su vida social armónica y en plenitud. Recordemos que los valores son contrapeso a las influencias perniciosas que experimentan los niños y jóvenes de nuestro tiempo, como la del ejemplo periódico –pero dañino, falso y efímero- de éxito aparente de quienes eligen el camino del dinero fácil y la ilegalidad como forma de vida.
XIX Tenemos un sistema educativo que no se enfoca en el progreso del pensamiento y en mucho privilegia con buenas calificaciones los procesos memorísticos. Ese vicio educativo adiestra ante los exámenes, no impulsa prácticas intelectuales para la vida. Claro, todos sabemos (y en eso coinciden especialistas) que los procesos de memorización no son los idóneos para el avance de habilidades propias de la inteligencia y, adicionalmente, resultan engañosos en las evaluaciones. No se trata, por supuesto, de menospreciar la práctica de la memoria, por sí misma portante, sino advertir que no puede sustituir a las facultades de compresión del conocimiento y su aplicación. Por una razón sencilla: quien memoriza tan sólo por las buenas calificaciones y no comprende el conocimiento, lo Noviembre 2011
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desechará por otro en virtud de que no quedará labrado en su mente ni registrado en su conciencia. Sucede que premiamos (no sólo el sistema educativo, sino también los padres de familia) el estudio antes del examen para alcanzar notas aprobatorias y después no nos cercioramos que realmente exista un proceso de “fijación” de contenidos en las etapas escolares.
XX Seamos justos y reconozcamos también que existe un sistema educativo que no genera condiciones para educar con la mirada puesta en la unidad y la solidaridad. Hemos perdido en gran medida sentido en la unidad nacional y la solidaridad para fortalecer los lazos sociales, es decir, para saber que México demanda nuestro mejor esfuerzo por encima de cualquier diferencia política, ideológica o partidista. Hace años, un gran secretario de Educación, Jesús Reyes Heroles, hablaba de la unidad en lo fundamental: más allá de las diferencias circunstanciales se requieren elementos básicos de integración. Ese ideal sigue vigente y debe traducirse en el avance educativo de nuestro país. Otro aspecto de notable interés es el estrecho vínculo entre la educación y los elementos actuales (culturales) de la convivencia, como la legalidad, la transparencia, la democracia y la prevención de la salud. Por supuesto, estas materias resultan indispensables para la construcción del ser humano y del ciudadano (la primera es categoría universal; la segunda, categoría política).
XXI Carecemos de una acertada política educativa en materia de orientación vocacional, por lo cual es aconsejable imaginar esfuerzos adicionales para formar auténticos profesionales en la materia. Noviembre 2011
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Debemos lograr la plena coincidencia entre la aptitud, el gusto y la oportunidad en materia educativa. También despertar interés en los alumnos para transferir su talento hacia las materias y carreras profesionales benéficas para su vocación, en primer lugar considerando el escenario profesional, y para el país en su conjunto, de acuerdo con las condiciones emergentes del escenario competitivo internacional. Por supuesto, no se precisa mucha energía para comprender los alcances de las carreras que inciden en la tecnología y aplicación científica de los conocimientos, por su poderosa influencia en el desarrollo.
XXII Hay que establecer un nuevo sistema educativo fundado en lo bueno el actual, pero a la vez admitiendo las nuevas directrices e imaginando en la realidad condiciones de adaptación para un sistema más integral, que eduque con una finalidad concreta: que los mexicanos estemos mejor. En suma, consideremos cinco ejes sobre los cuales puede trazarse el nuevo sistema educativo: 1. Calidad 2. Pertinencia 3. Vinculación con sectores productivos 4. Captación, preparación y repatriación de talentos 5. Contenidos complementarios en medios de comunicación.
XXIII En cuanto a la calidad podemos mencionar muchos aspectos, pero recuperar el tema de las matemáticas, prioritario y (en cuanto tal) susceptible de insistir en él. Nuestro descuido en su enseñanza es tal que hasta suponemos, absurdamente, que somos un pueblo poco apto para ellas. Hay que reactivar el interés estudiantil por esta bella disciplina y para ello es necesario, en primer lugar, convocar a los maestros Noviembre 2011
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especializados, acompañados de expertos en pedagogía, para diseñar un nuevo modelo de enseñanza y aprendizaje idóneo para la mentalidad infantil y juvenil de nuestro tiempo. Creo que las matemáticas no deben enseñarse de forma abstracta, sino profundamente vinculada con la vida cotidiana e, incluso, que influyan en una nueva filosofía de la existencia social, pues resultan indispensables para el adiestramiento técnico y científico.
XXIV Parte fundamental de la mentalidad educativa con calidad es la adecuada enseñanza en torno a los símbolos patrios, pues debemos reconocer que, a pesar de ser temática esencial en los primeros niveles de enseñanza, ocurre que muchos jóvenes ignoran aspectos relativos a estos emblemas, como el caso de las instrucciones de trompeta cuando se rinden honores y en la entonación del himno nacional, la posición corporal correcta en ambas circunstancias, el contenido del propio canto y otros aspectos. Los valores patrióticos y los aspectos básicos de la educación cívica resultan fundamentales para nuestro proyecto como nación en el complejo escenario del mundo de nuestros días. Contribuyen a responder dos preguntas básicas: ¿de dónde venimos? y ¿a dónde vamos? Esos valores están en riesgo, en gran medida por los descuidos en las tareas formativas y las deficiencias de la formación extraescolar (escasa participación al respecto de los padres de familia e influencias adversas de los medios de comunicación, entre otras). Por supuesto, queda claro que todo programa en la materia debe considerar ambos universos (el formal y el extraescolar), sin olvidar las tareas adicionales que pueden impulsar las instituciones públicas y privadas (como los certámenes artísticos y culturales con esa temática). La formación cívica, en suma, debe permitir a los alumnos: Noviembre 2011
• Sentirse una parte importante de esa totalidad que es la nación.
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• Compartir el orgullo de identidad.
• Fortalecer los lazos de solidaridad, y
• Aceptar la entrega espiritual a los fines colectivos.
De esa forma, practicaremos el ejercicio de los derechos y la conciencia de cumplir las obligaciones, pilares del Estado.
XXV Insistamos en un sistema educativo fundado en el conocimiento y práctica de los valores. Los valores nulifican las influencias adversas que experimentan niños y jóvenes en el desarrollo de su personalidad. Los años que dura un estudiante en aulas, desde sus primeros grados hasta los profesionales, permiten el diseño de estrategias educativas que fijan esos valores en la conciencia individual y colectiva. Por supuesto, educar con valores implica generar el compromiso de padres, maestros, medios de comunicación, los tres niveles de gobierno y todos los actores públicos y sociales involucrados en educación, considerándola en su sentido amplio: no sólo como la promoción de calificaciones aceptables e integración curricular. ¿Será acaso una utopía? No, pues todos creemos necesario educar a nuestros hijos en la solidaridad, el respeto, el esfuerzo y la convivencia (en la paz social y la estabilidad política). Con esa base resulta posible acceder a una verdadera cultura de la legalidad, la democracia y la transparencia. La legalidad prepara en el respeto a un orden surgido de las leyes y sostenido por las instituciones. La democracia alecciona en la resolución de conflictos con orden político y en la corresponsabilidad social en la toma de decisiones. Noviembre 2011
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La transparencia educa en el cumplimiento de obligaciones, pues éstas se ven traducidas en una buena y clara administración de los recursos colectivos.
XXVI Un comentario adicional en torno a la democracia: no significa rivalidad permanente o duras competencias electorales, sino madurez para elegir las opciones más adecuadas en una circunstancia determinada de acuerdo con los valores de la tolerancia y la inclusión. La democracia es, también, una forma de vida, que debe traducirse en el mejoramiento inquebrantable de la sociedad. Una democracia que genera conflicto, en lugar de respuestas, es rudimentaria e inmadura, y los mexicanos nos hemos esforzado mucho en las últimas décadas para conseguirla. Será nuestra tarea consolidarla con visión de resultados. Nada más adverso a la democracia que esos choques políticos, esas guerras de declaraciones, esos intentos por generar desprestigio, esas maniobras de manipulación, esas tácticas de calumnia que proliferan, sofisticadas, en cada proceso electoral. Debemos aprender de esas democracias estables donde los procesos competitivos se cumplen sin mayores sinsabores y donde la normalidad se restablece apenas culminada la jornada electiva. Pregunto de nuevo: ¿Se trata de una utopía?
XXVII Cuando hablamos de pertinencia también hablamos de orientación vocacional y al respecto advirtamos que ésta debe iniciar desde los primeros años para ir afinando las aptitudes naturales y logrando la coincidencia de la aspiración y la posibilidad. La aspiración es un resultado del deseo individual, acompañado de la aptitud, mientras que la posibilidad implica la conducción de las aptitudes (con influencia positiva, no como resultado de una vulgar imposición) hacia las profesiones que requiere el país para su desarrollo. Noviembre 2011
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Es posible que así podamos alcanzar una moderación entre los mexicanos que estudian humanidades o ciencias sociales en general y los que cursan ingenierías y ciencias exactas, pues actualmente experimentamos la saturación de escuelas en los primeros casos y la escasa ocupación de aulas con motivo de las segundas. Pero el examen de las aptitudes también conduce a identificar los talentos extraordinarios y conducirlos hacia su plena realización. Tan injusto es dejar rezagados a los estudiantes con inteligencia promedio o aquellos que enfrentan alguna discapacidad, como “cortar las alas” a los sobresalientes. Por supuesto, esta identificación de talentos debe ir acompañada de esfuerzos especiales para repatriar a las muchas inteligencias preparadas en el exterior y contratados allá, porque el país no logró construir alternativas propicias para su plena incorporación profesional.
XXVIII Otro aspecto fundamental es el equilibrio. En México debemos resolver las diferencias entre la educación pública y la privada, en todos los niveles, así como equilibrar los contrastes entre la educación que se imparte en las zonas urbanas y las rurales o urbano-marginales. Si bien nuestro país está cruzado por estas oscilaciones económicas y sociales, la educación no debe padecerlos, pues se trata del mecanismo idóneo para distribuir las oportunidades de progreso. Enseguida, es significativo meditar el tema de la vinculación con los sectores productivos, pues resulta ineludible que la educación engarce con las exigencias del desarrollo y las oportunidades para encontrar una opción remunerativa después del esfuerzo educativo. Poco favor le hacemos a la educación si desanimamos a los alumnos y padres de familia por las dificultades laborales de los recién egresados. Noviembre 2011
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XXIX No debemos olvidar la necesidad de modificar los sistemas de estímulos al magisterio, con el propósito de que el método propicio para su evaluación no sea únicamente su propio rendimiento académico (sin que implique sustituirlo), sino el resultado colectivo de los alumnos a su cargo. Esto implica orientar el esfuerzo educativo hacia el juicio de los resultados. No debemos olvidar, al respecto, que un maestro puede ser un buen alumno en su propia preparación (es decir, como receptor), pero un instructor deficiente frente a los alumnos (o sea, en su tarea como emisor del conocimiento). La preparación personal del maestro, en suma, debe encontrar su correspondencia precisa en la calidad de su tarea como educador.
XXX Otro aspecto vital de la calidad educativa es el fortalecimiento de la eficiencia terminal. Consecuencia indispensable es un diagnostico nacional y local del estado actual de la eficiencia terminal y las dificultades que enfrenta (en todos los niveles). Así, podremos generar políticas horizontales y trasversales para calificar la mayoría de supuestos generados por los que el alumno deja inconcluso un ciclo escolar. De igual forma, se impone la necesidad de esfuerzos adicionales para la conclusión del ciclo completo de estudios entre quienes no lograron hacerlo en su oportunidad, pues de esa forma también facilitaremos el acceso a otras posibilidades mejores de empleo y desarrollo personal.
XXXI Insistamos una vez más en un tema vital: los medios de comunicación. La educación en el aula, por sí misma, no cumple sus fines sin la conjugación del esfuerzo familiar y la adecuada conNoviembre 2011
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tribución de los medios masivos. La dura competencia por las audiencias en los medios ha generado un predominio del escándalo, de la noticia sensacionalista, de la vulgaridad en palabras, gestos y actitudes y hasta de ciertos estilos rayanos en lo obsceno. A veces pareciera que se idolatran los peores ejemplos para nuestros hijos, tan sólo porque eso es lo más fácil de “vender” y, ya se sabe, lo que genera negocio se impone sobre lo ético. Creo que aquí la sociedad debe volverse más exigente y obligar más a los medios masivos, pues a final de cuentas las sociedades tienen los medios que se merecen, y si permitimos que lo negativo sea lo exitoso lastimaremos todos los esfuerzos educativos del país.
XXXII Hace algunos años se criticaba la “masificación educativa”. En lo que a mí concierne la “masificación” no es mala en sí misma, pues cuando las personas estudian, por más dificultades que descubran en su desarrollo, siempre contarán con un respaldo cuando encuentren su propia oportunidad. Además, la educación masiva permite alcanzar aspectos positivos adicionales, como por ejemplo en la seguridad pública, pues quien obtiene un título en cualquier disciplina ya tiene algo que perder y no se va arriesgar tan fácil al descrédito por la comisión de un delito. Si no tiene algo que perder, al individuo delinque o comete una falta ilícita ante cualquier circunstancia que lo estruje, sea económica, psicológica o de cualquier índole. Lo importante, en todo caso, es que la masificación vaya en correspondencia, lo mejor posible, con la calidad.
XXXIII Reconozcamos somos una sociedad proclive al individualismo. Noviembre 2011
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Hace algunas décadas dominaba una cultura de lo comunitario, lo colectivo, pero con el tiempo se privilegió el progreso propio en detrimento del general. En efecto, pareciera que “cada quien se rasca con sus propias uñas” y eso termina por dilapidar todos los esfuerzos conjuntos por el desarrollo. Mediante la educación debemos darnos cuenta que el éxito individual, si bien digno de aspiración, resulta estéril en medio del fracaso colectivo. Mediante la educación debemos percibir que el trabajo solidario y generoso permite soportar los reveses de la fortuna y disfrutar mejor los frutos del éxito individual.
XXXIV Podría pensarse que en estos apuntes sólo se habla del “qué hacer” y no del “cómo hacerlo”. Y estaré de acuerdo. Pero quisiera recordar que mis opiniones son de un apasionado del tema y no de un experto, pero también muchos de los comentarios recuperados resultan de la visión privilegiada como titular del Poder Ejecutivo de Colima y del diálogo frecuente con muchos interesados (padres de familia, maestros, académicos y funcionarios) con los que comparto e intercambio, de forma cotidiana, puntos de vista. Lo importante es que nuestras propuestas (individuales o colectivas) encuentren un método para llevarse a la realidad y no se archiven en la bodega de las ideas irrealizables, pues bastante daño generan las ilusiones sin materializarse (en la sociedad mexicana somos peritos en ello, por desgracia). Por lo pronto, podemos recordar que si un país está bien en su educación acertará en todo lo demás. Así que por la educación valen la pena todas las propuestas y los esfuerzos para practicar las ideas, volver posible la utopía.
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XXXV Esta primera década del siglo XXI se caracteriza por las más grandes transformaciones sociales, económicas, políticas y culturales y educativas de la historia, que vislumbran la magnitud e intensidad de los cambios venideros en todos los terrenos de la vida humana y de la naturaleza en el resto del siglo. Este escenario no es privativo de nuestro país. También se genera y traslada desde diversas regiones con una influencia poderosa en la vida diaria de todas las personas, en todas las naciones. Las tendencias de la construcción de una sociedad global inmersa en un proceso de cambio acelerado en todas las esferas, presiona inevitablemente profundos cambios en la organización y operación de la educación en todos sus niveles, y muy particularmente en la educación termina, técnica y superior. En las últimas décadas las naciones han padecido serias y crecientes dificultades para continuar subsidiando a la educación pública y adicionalmente debemos considerar que al término de la presente década, se enfrenta a un panorama de crisis económica global, que repercutirá negativamente en los presupuestos para la educación y la investigación científica y tecnológica. Es inaplazable rediseñar el fondo y la forma de la educación, para afrontar con éxito la problemática y los retos de instituir la solidez de una educación pertinente y de calidad, que preserve y desarrolle el conocimiento, la herencia cultural y el desarrollo humano integral. Se debe llegar a la confrontación final de las visiones atávicas de una enseñanza autoritaria, memorística y rigurosa, de pretendidas excelencias que ignoran que en la educación no se puede descuidar ninguna rama del conocimiento. También debemos ser claros y firmes ante las exigencias de las economías y las culturas de mercado, que pretenden centrar los conocimientos, los métodos pedagógicos y los procesos de Noviembre 2011
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gestión educativa para favorecer primordialmente la productividad y la competitividad. Se tiene que dar un espacio privilegiado a los principios, a los valores, al desarrollo humano, al ejercicio pleno de los derechos y libertades, a la democracia y a la armonía ambiental. La permanencia de la cultura y la educación sólo se consiguen a fuerza de cambios. La competencia educativa global nos lleva a la necesidad de plantear programas de desarrollo de modelos educativos con base en indicadores y estándares internacionales de calidad y pertinencia. En una sociedad basada cada vez más en el conocimiento, la educación y la investigación, forman parte fundamental del desarrollo cultural, socioeconómico y ecológicamente sostenible de los individuos, las comunidades y las naciones. La educación del futuro deberá ser generadora y transmisora del saber humano para conformar la sociedad del conocimiento y del humanismo, independientemente de que la educación escolarizada se sustituya por fuentes de educación virtuales y con otras formas de enseñanza, porque se concebirá como un proceso integral sin limitaciones temporales, de edad, de nivel o de establecimiento escolar. La educación, la formación, la creación artística y la investigación científica y tecnológica deberán ser un proceso que se desarrollará a lo largo de la vida, con nuevos horizontes. Particularmente se deberá fortalecer la educación tecnológica como un campo articulado de saberes científicos, sociales, técnicos y metodológicos para responder a la creciente incorporación de modernas herramientas, maquinaria y tecnologías en todas las actividades del quehacer humano. Las nuevas y numerosas herramientas de comunicación electrónica, como internet con sus distintos formatos, digitales de presentación de la información, con elementos interactivos; más las que estén en proceso de creación, abren enormes poNoviembre 2011
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sibilidades de innovación a información, la comunicación y la educación a distancia. Las nuevas tecnologías han dado origen a una modalidad, conocida como e-learning, basada en internet, que amplía de forma innovadora las prácticas de enseñar y aprender. Esta realidad nos obliga a redefinir aspectos pedagógicos, sociológicos y tecnológicos para cambiar los procesos formativos, considerando la aplicación de las nuevas tecnologías, herramientas y plataformas de la comunicación electrónica. La educación es el escenario idóneo para construir con ánimo esperanzador los perfiles de un país como México, con enormes potencialidades y grandes rezagos, pero obligado a saldar deudas históricas con millones de personas y encarar el futuro con una actitud abierta y formación de calidad.
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