Microbiografías de Doña Mencía (Córdoba)

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“Microbiografías y memoria democrática” Doña Mencía (Córdoba) Autor: Antonio Gómez Pérez

9 de noviembre de 2012


Microbiografías Alejandro Alcaide Redondo. Juan Manuel Bonilla Alguacil. Visitación Borrallo Jiménez. Manuel Caballero Montes. Esteban Cejudo Montes. Fernando Contreras Muñoz y Joaquín Torres Pozuelo. Juan Córdoba Moreno. Fermin Gómez Sevillano. José Lama Priego. José Lastres Baena. Antonio León López Vicente Luna Ruiz. Ángel Luque Suárez J. M. F. y Quiteria Calzada. Eugenio Moreno Rosa Manuel Moreno Rosa. Antonio (Francisco) Montes Navas. Manuel Montes Priego. Rafael Muñoz Moreno. Pedro (Marcelo) Navas Caballero. José Poyato Sequeira. Andrés Priego Ojeda. Ramón Priego Salamanca. Manuel Roldán Jiménez. Fernanda Ruiz. Francisca Ruiz Bujalance “La Zagalla”. Gerardo Tapia Sequeira. Juan de Mata Urbano Caballero. Baldomero Urbano Poyato.


01

Esta es la historia de Don Alejandro Alcaide Redondo, un maestro de Almagro que no sabemos cómo llegó a Doña Mencía. Solo conocemos lo que nos han contado algunos que lo tuvieron de maestro y que siempre hablaron bien de él. Pero no solo daba clase por la mañana, sino que también lo hacía en horario nocturno para los trabajadores del campo, cuando volvían de sus faenas. Esto hizo que no fuese mirado con buenos ojos por una parte de la sociedad menciana, sobre todo la de aquellos que decían que Don Alejandro tenía ideas revolucionarias (en realidad era socialista). Su nombre aparece con el número 80 en el listado de las personas que huyeron del pueblo a las dos semanas del comienzo de la Guerra Civil y también es uno de los que está incluido entre los que formaron el comité “marxista” que encerró a los señoritos del pueblo en la cárcel en los pocos días que el control de Doña Mencía estuvo en manos de los obreros. Al final de la guerra perdió su empleo, ya no pudo dar clase más y no sabemos cómo se ganó la vida.


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Esta es la historia del joven menciano Juan Manuel Bonilla Alguacil cuyo final sigue estando confuso. Según varios testimonios de personas mayores de Doña Mencía, en los días en los que el control del pueblo estuvo en manos de los obreros, había entrado en el cuartel con otros jóvenes, una vez que éste fue abandonado por la Guardia Civil que se trasladó a Cabra. Su padre en casa le recriminó que lo hubiera hecho. Se le acusó, según algunos, de tener una escopeta, que después entregó, escondida en el Tocón. Otros dicen que fue fusilado por ser el novio de una chica que pretendía uno de los franquistas que colaboró en la represión en el pueblo. Es uno de los desaparecidos -no había cumplido los 18 años- a causa de la terrible Guerra Civil y no se sabe todavía donde están sus restos. Su nombre no figura en el Libro de defunciones del Registro Civil de Doña Mencía.


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Esta es la historia de María Visitación Borrallo Jiménez, una de las dos mujeres fusiladas en Doña Mencía en los primeros meses de la Guerra Civil. Según consta en la partida de defunción que se conserva en el Registro Civil de Doña Mencía, aunque la inscripción en el mismo se hizo dos años más tarde, tenía 65 años, era viuda y no tenía hijos. “Falleció en el término de Monturque, el día 16 de septiembre de 1936 a causa de la fenecida lucha contra el marxismo”, así dice textualmente en la causa de su muerte. Visita, tenía una pequeña tienda en la Cruz Colorá –“como un cajón de tabaco bocabajo y, al fondo, un cuadro de Mariana Pineda”- y se le acusaba de leer el “Mundo Obrero” a las mujeres. Se cuenta que cuando iba a ser fusilada y aprovechando el revuelo que se produjo con la huida de uno de los detenidos –el llamado popularmente Niño Bonito- destruyó el dinero que llevaba en el refajo, para que no les sirviese a sus asesinos. Todavía no sabemos el lugar exacto en el que está enterrada Visita.


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Esta es la historia de Manuel Caballero Montes, uno de los cuatro mencianos deportados a los campos de exterminio nazis. Manuel había nacido en Doña Mencía el 2 de abril de 1918 -su nombre figura entre los componentes de la quinta de 1939-. Estuvo en el Stalag de Compiégne sólo dos días –desde el 18 al 20 de junio de 1944- y de allí sería deportado a Dachau –su número de identificación fue el 73187. Detenido en Nantes en una redada producida el 24 de junio de 1942 es encarcelado en el penal de Eysses (Alto Garona) con objeto de que “las autoridades que colaboraban con los alemanes pudieran ejercer un control más estricto de los detenidos catalogados como peligrosos”. Tras participar en la rebelión que se produjo en el penal a principios de 1944 sería trasladado al campo de Dachau, uno de los primeros campos de exterminio de los nazis, en un convoy de 2143 hombres de los que casi 500 murieron en la travesía. Manuel Caballero Montes fue uno de los casi cien españoles supervivientes de Dachau liberados a finales de de abril de 1945.


01

Esta es la historia de Don Alejandro Alcaide Redondo, un maestro de Almagro que no sabemos cómo llegó a Doña Mencía. Solo conocemos lo que nos han contado algunos que lo tuvieron de maestro y que siempre hablaron bien de él. Pero no solo daba clase por la mañana, sino que también lo hacía en horario nocturno para los trabajadores del campo, cuando volvían de sus faenas. Esto hizo que no fuese mirado con buenos ojos por una parte de la sociedad menciana, sobre todo la de aquellos que decían que Don Alejandro tenía ideas revolucionarias (en realidad era socialista). Su nombre aparece con el número 80 en el listado de las personas que huyeron del pueblo a las dos semanas del comienzo de la Guerra Civil y también es uno de los que está incluido entre los que formaron el comité “marxista” que encerró a los señoritos del pueblo en la cárcel en los pocos días que el control de Doña Mencía estuvo en manos de los obreros. Al final de la guerra perdió su empleo, ya no pudo dar clase más y no sabemos cómo se ganó la vida.


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Esta es la historia de Esteban Cejudo Montes, alcalde de Doña Mencía cuando se produjo el fallido golpe de estado impulsado por los militares con Franco a la cabeza el 18 de julio de 1936. Tanto la familia de los Cejudo como la de los Güeto desempeñaron un papel activo en la política republicana en los inicios del siglo XX en Doña Mencía. Había accedido a la alcaldía, en representación del partido Unión Republicana, el 11 de marzo de 1936 tras la destitución del alcalde anterior, Manuel Moreno Rosa, al ser acusado éste de prohibir los entierros católicos en Doña Mencía. Tras negarse a aceptar el cargo fue obligado a ello y será encargado de tomar las primeras medidas en el verano de 1936 con objeto de evitar que se cometieran desmanes en el pueblo, aunque muchos afirman que, a pesar de ocupar la alcaldía, el verdadero poder estaba en manos de Manuel Moreno, líder comunista. No sabemos qué fue de Esteban Cejudo Montes que ya no asistió a la sesión del Ayuntamiento celebrada el 5 de agosto de 1936. Algunos testimonios afirman que murió en la cárcel de Jaén, una vez terminada la guerra.


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Esta es la historia de Fernando Contreras Muñoz (oficial del Ayuntamiento) y Joaquín Torres Pozuelo (secretario). La ideología conservadora de ambos no les libró de la muerte: los dos fueron desposeídos de sus cargos a mediados de septiembre de 1936 y fusilados en los inicios de octubre. En el Registro Civil de Doña Mencía sí figura la partida de defunción del primero -10 de enero de 1940- indicando que “falleció en este término municipal en la fenecida lucha contra el marxismo el día 8 de octubre de 1936 a consecuencia de la lucha establecida según resulta de las manifestaciones hechas”. Del segundo, no sabemos nada y su nombre no figura en ningún sitio. Es otro de los desaparecidos a causa de la Guerra Civil. Los testimonios orales nos hablan de que los dos hijos de Fernando Contreras se hicieron falangistas para que no se llevaran a su padre, pero no consiguieron evitarlo. Uno de ellos, según dicen, estaba en el Brillante de guardia cuando se pasó el camión en que llevaban detenido a su padre.


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Esta es la historia de Juan Córdoba Moreno, el padre de Pedro Córdoba que vive en la actualidad en la calle Bendición. Como muchos otros mencianos de izquierdas, Juan, huiría del pueblo cuando llegaron hasta aquí los ecos de los graves sucesos de Baena de finales de julio de 1936. Su nombre de hecho figura con el número 55 en el listado de cabezas de familia que “se ausentaron” del pueblo y que se remitió al general Queipo de Llano el 17 de septiembre de ese año. “Mi padre llegó a ser sargento durante la guerra –nos decía Pedro- y quedaría sordo tras nueves meses de hospitalización. Se exilió a Francia y ya no volvería jamás a España. Estuvo recluido al término de la guerra en el campo de internamiento de Barcarès, al sur de Francia, por donde pasaron también otros republicanos mencianos. En el año de 1962 me fui a trabajar a Chàlons-Sur-Marne, en la Champagne, muy cerca de Reims y cuando llevaba cinco meses trabajando recibí un telegrama en el que se me comunicaba la muerte de mi padre cerca de Burdeos. Desde Reims cogí un tren dirección a Burdeos y desde aquí en taxi hasta el pueblo donde estaba mi padre de cuerpo presente”, nos contaba su hijo Pedro.


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Esta es la historia de Fermín Gómez Sevillano, otro de los exiliados mencianos en Francia. Alcanzó el grado de teniente del ejército de la República y había pertenecido a la 11 Brigada Internacional en el Batallón Thälmann. En una nota manuscrita encontrada en el Archivo de Doña Mencía se se puede leer además que estaba integrado en la 2ª Compañía del batallón citado, que sufrió varias heridas por una bomba de mano y que fue llevado al hospital de Reus, más tarde a Villafranca del Penedés y luego a Olot. Pasó la frontera en ambulancia para llegar a uno de los campos de prisioneros del sur de Francia. En el país vecino pasaría tres largos años antes de su regreso a España. “Era una persona muy culta –nos decía su sobrina María- y volvería a España engañado por la amnistía que iba a conceder a Franco a los que no tuvieran las manos manchadas de sangre”. Según Maria, que todavía vive, tras regresar a Doña Mencía estuvo en el Penal del Puerto de Santa María. Fermín muere a comienzos de 2001.


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Esta es la historia de José Lama Priego quien, afortunadamente, consiguió sobrevivir al horror de uno de los lugares cuyo nombre ha quedado en la historia como símbolo de la crueldad humana: el campo de exterminio nazi de Mauthausen, al oeste de Viena. Allí llegó el 13 de diciembre de 1940 junto a 845 deportados más en el tren que partió del stalag V-D de Estrasburgo. José Lama Priego, al contrario que otro de los republicanos mencianos que fue deportado a Mauthausen (Gusen I), fue capaz de soportar la tortura de la escalera de la muerte que tanto sufrimiento causó y tantas muertes produjo. Su número de identificación en el campo de concentración fue el 4918 y estaba presente cuando las tropas norteamericanas pudieron liberar el campo el 5 de mayo de 1945, siendo recibidos por una gran pancarta en la que se podía leer “Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras”. De allí marcharía a Toulouse, al sur de Francia, donde rehizo su vida manteniendo una viva correspondencia con su familia de Doña Mencía que todavía conserva muchas fotografías.


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Esta es la historia de José Lastres Baena, quien junto a otros diez mencianos, fue fusilado en Córdoba el 12 de diciembre de 1936, según se cita en la partida de defunción, que se conserva en Córdoba, “sin que conste la hora y el sitio, a consecuencia de los sucesos actuales, a cuyo cadáver se le dio sepultura en el cementerio de la Salud de esta Ciudad”. José Lastres Baena era de profesión jornalero y estaba casado con Antonia Muñoz Jiménez, dejando seis hijos menores de edad llamados Carlos, Julián, Eusebio, Manuel, Josefa y Carmen. “A mi padre –nos contaba Josefa Lastres, su hija que todavía vive en la calle Arriba- fueron a buscarlo de madrugada -vivíamos en la callejuela de la calle Obispo Cubero- y al otro día se lo llevaron a Córdoba. Mi madre –fallecida en 1984- no quiso hablarnos nunca de aquello. Mi padre fue un hombre honesto que no hizo mal a nadie ni estaba significado políticamente. Era un hombre bueno y trabajador para sus hijos. Yo tenía tres años cuando sucedió aquello por lo que no recuerdo mucho, pero si retengo en la memoria el velatorio con las mujeres llorando en mi casa. Eso sí me quedó grabado”.


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Esta es la historia de Antonio León López, otro de los fusilados mencianos de la saca del 6 de diciembre de 1936 y que perdería la vida en Córdoba junto a José Lastres Baena. Antonio era del campo y albañil, y según los que le conocieron, era una persona amable y buena que no se había destacado políticamente. Por eso se quedó en Doña Mencía y no se marchó como tantos mencianos en los inicios de agosto de 1936. Vivía en el Paseo, junto a la Iglesia Vieja. “Llegaron por la noche, a eso de las diez y media -nos decía un familiar-. Antonio tenía a su hijo Pedro en las rodillas. Todavía no se habían ido a la cama porque estaban partiendo aceitunas. A su hijo se lo arrancaron a la fuerza de los brazos y aquello, Pedro, no lo superó nunca y por ello jamás habló de aquel terrible suceso. Varias vecinas vieron al camión en la puerta de la casa y contemplaron la detención. Al parecer, una de las personas de derechas del pueblo preguntó a la madre de Antonio si éste no se iba del pueblo. Ella le respondió que su hijo no había hecho nada y no tenía por qué irse. Más tarde se enfrentaría a él al recriminarle que “no le había dicho todo lo que sabía”.


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Esta es la historia de Vicente Luna Ruiz, quien como tantos vencidos de la Guerra Civil, sufrió las vejaciones de la posguerra. Pertenecía a la quinta de 1923 y su nombre figura también en la relación de huidos del pueblo en septiembre de 1936. Más tarde, a su regreso al pueblo al término de la guerra, sería encarcelado en Cabra y después en Córdoba. Se conserva el documento de liberación de la cárcel de esta ciudad con fecha de 3 de mayo de 1940, aunque en diciembre del mismo año se solicitan informes sobre su paradero. Tres años más tarde, a finales de 1943, su mujer solicita que se le abonen en concepto de asignación familiar (tenía 4 hijos) 88,47 ptas. por su marido recluso trabajador en el “destacamento de Mohedas de la Jara (Toledo), hoy en saltos del Alberche”. Se le responde que ha sido enviado a la prisión de Córdoba. Y cinco años más tarde, con fecha del 20 de febrero de 1948, ya con cinco hijos, figura junto a otros mencianos encarcelados en esos momentos: tres en la prisión de Córdoba, en la que estaba Vicente, y uno en la de Burgos, Vicente Carrillo Moreno.


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Esta es la historia de Ángel Luque Suárez, quien como presidente de la Agrupación Socialista de Doña Mencía se negó, como el resto de los responsables de los partidos de izquierda, a formar parte de la Comisión Gestora Municipal constituida el 10 de marzo de 1936. Pero, de poco les sirvió ya que al final, una semana después, el 18 de marzo se constituye el nuevo Ayuntamiento con Esteban Cejudo Montes como alcalde y en el que Ángel Luque Suárez, con 7 votos, sería nombrado procurador síndico, quien estará también presente en la sesión del 5 de agosto cuando ya el alcalde y algunos concejales habían huido del pueblo. Su nombre es el segundo de los 98 cabezas de familias que figuran en el listado de los “huidos” del pueblo en el verano de 1936 y también figura entre los miembros del comité marxista de la villa que ordenó la detención de las personas de derechas. Y no sabemos mucho más de él. Algunos testimonios afirman que murió en la sierra de los Argallanes en acción de guerra.


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Esta es la historia de JMF (su hija no quiere que se ofrezcan los datos de su madre) y de Quiteria Cabrera Cano (Cadeja) de las que se pidió informes al término de la guerra tras afincarse en Doña Mencía, como fue habitual con todas las personas forasteras que llegaron al pueblo una vez acabada la guerra. JMF procedía de Monóvar (Alicante), en donde se casó con un soldado republicano menciano, que también será perseguido por el régimen de Franco, y con fecha del 13 de septiembre de 1940, el alcalde de este municipio, remite un informe a Doña Mencía, indicando que se trata de “una persona de extrema izquierda, que había militado en la UGT, antes del 18 de julio, y que más tarde se pasaría a la CNT, que fue propagandista roja y que las actividades las desarrolló principalmente en Elda”. Moríría en Doña Mencía con 26 años. También tenemos el informe remitido el 14 de agosto de1940 – 15 meses después de finalizada la guerra- desde Villanueva del Arzobispo sobre la conducta de Quiteria Cabrera Cano (Cadeja), otra “peligrosa propagandista roja”.


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Esta es la historia de Eugenio Moreno Rosa, de la quinta del 1935 quien regresó a Doña Mencía al finalizar el conflicto civil. También formó parte de los casi cien mencianos que al término de la guerra fueron llevados al Batallón de Trabajadores de San Roque. Pasó por las cárceles de Montilla y Córdoba. A tenor del testimonio de algunos vecinos de Doña Mencía formó parte de una partida del maquis (“Vida en la paz”) que intentaría secuestrar a un terrateniente del pueblo. Tras ser torturado, fue muerto 1947 no sabemos si abatido por la guardia civil o cuando intentó escapar lanzándose desde el puente de Albendín. En uno de los documentos del Archivo de Doña Mencía se cita su caso aunque sin nombrarlo expresamente. Su esposa, Sampedro López Navas quedó viuda con cuatro hijos menores, al fallecer su marido “hace una año aproximadamente cuando la fuerza pública procedió a su detención con motivo de posibles actuaciones contrarias a la seguridad del Estado” (Doña Mencía a 20 de febrero de 1948).


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Esta es la historia de Manuel Moreno Rosa, el primer alcalde democrático de Doña Mencía. Ostentó el cargo desde el 5 de junio de 1931 hasta el 6 de septiembre del mismo año, tras la manifestación en que sería acusado de instigar la toma del cuartel de la Guardia Civil. Después ostentaría la alcaldía en un período muy breve en marzo de 1936. Se conserva una copia de un panfleto firmada por él con fecha del 14 de julio de 1936 en la que arremete con dureza contra un sector de la derecha menciana, pero, según todos los testimonios, fue él quien evitó que en Doña Mencía se cometiese algún atropello contra la gentes de derechas apresadas en el verano de 1936. Su nombre figura entre los huidos de Doña Mencía a finales de julio de 1936 y durante la guerra ocupó un cargo militar de relieve. Herido en una pierna no pudo huir a Francia. Al finalizar el conflicto fue condenado a tres penas de muerte, pero, finalmente, sería indultado. Pasó por las cárceles de Cabra, Burgos y Torrelavega y sería desterrado del pueblo. Viviría de manera humilde en Barcelona hasta su muerte a principios de los 70 del pasado siglo.


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Esta es la historia de Antonio (Francisco) Montes Navas, nacido en Doña Mencía en octubre de 1908, ¿Francisco o Antonio? El se enteró que se llamaba Antonio cuando fue llamado a filas en el año 1929. Lo del nombre viene del encargado del registro, un tal Maroño, que ponía el nombre que le daba la gana. Tras colocar a su tío en Jaén, a donde fueron también muchas mujeres de Doña Mencía, Antonio (Francisco) se enrola en el ejército republicano en Jaén. Desde Úbeda, junto a Manuel Perrete, a Ciudad Real, en un escuadrón de enlaces, para participar en la batalla de Guadalajara luchando contra los italianos y después en Albarracín. Todos los meses enviaba dos cartas a mi mujer y a mi familia a través de la Cruz Roja Internacional. Una vez terminada la guerra y tras pasar un mes en la cárcel de Alcalá de Henares ¡Allí si que se fusilaba a gente!, me decía Antonio-, acompañado de otro soldado de Jaén y de otro de Doña Mencía, se montaron en el tren en Espeluy. Venía vestido de soldado con sus leguis y una carpeta, que le quitaron al llegar a Doña Mencía. Después también pasaría por el Batallón de Trabajadores de San Roque. Antonio (Francisco) ha cumplido el pasado 8 de octubre 104 años.


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Esta es la historia de Manuel Montes Priego, sin duda, una de las personas más relevantes de la historia de Doña Mencía del siglo XX. Su nombre está ligado al movimiento republicano de Doña Mencía en el primer tercio de siglo pasado, jugando un papel muy activo dentro del mismo. Fue secretario del Casino Republicano de Doña Mencía ya en 1903 y tras proclamarse la II República, el 14 de abril de 1931, formó parte junto a Juan Navas y Antonio Muñoz de la Gestora Republicana que se constituyó en el pueblo. Vecino de la calle Granada 42, su nombre figura el primero de la lista de los huidos del pueblo al comienzo de la guerra. Era una persona culta, elegante e instruida. Fue corresponsal de la revista Las Dominicales y se conservan muchos de los artículos firmados por él en la que narra las peripecias de los republicanos mencianos. “Valía muchos dineros lo que se llevaron de su casa, una vez ocupada Doña Mencía por las fuerzas franquistas: libros, mesa de bufete, y otros enseres”, nos dice Antonio, su sobrino. Manuel Montes Priego regresó a Doña Mencía tras la guerra y sería encarcelado en Cabra y Montilla en donde murió. Algunos dicen que envenenado.


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Esta es la historia de Rafael Muñoz Moreno (El ajero), una de las personas más honestas que he conocido y con el que he mantenido tantas conversaciones sobre la República y la Guerra Civil. “El final de la guerra nos cogió en Villastar, cerca de Villaespesa, en la muela de Teruel”, me decía Rafael. “Había quien lloraba cuando se enteraron del fin de la guerra. Tuvimos que entregamos y nos llevaron presos una semana a la plaza de toros de Teruel. En la arena estábamos como los guarros tirados al suelo. Tanto la arena como el anillo estaban abarrotados de prisioneros a los que nos daban de comer algunos pedazos de pan y una lata de sardinas. Al final pude escapar y coger un tren para Doña Mencía”. Tras un viaje lleno de dificultades Rafael, junto a Conejo y el Rubio Majito llega a la estación de Doña Mencía a principios de febrero de 1939. “Al día siguiente fui al cuartel, había cuatro o cinco falangistas en las cocheras de Sánchez y la gente nos recibió malísimamente-. Dimos un rodeo por la calle Recodos hasta llegar a José Antonio en la calle La Virgen –en los Poyatos- donde nos tomaron declaración. En aquel momento había de 20 a 25 detenidos. Desde allí se los llevaban a la cárcel, a Cabra, a Montilla o a Córdoba. Después vendría lo de San Roque. Tras estar detenidos varios días, de tres en fondo nos llevaron a unos 89 mencianos hacia la estación. El 1 de enero de 1940 nos metieron en unos vagones de carga que pasaban a las 12 horas. El destino fue San Roque, en un cerro que hay entre San Roque y la estación. Allí estuve ocho meses, aunque cuatro de ellos los pasé en la enfermería”.


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Esta es la historia de Pedro (Marcelo) Navas Caballero muerto en Gusen (uno de los campos anejos al campo de concentración nazi de Mauthausen) el día 31 de diciembre de 1941. En la web francesa sobre los muertos en los campos de exterminio se expresa que en LE JOURNAL OFFICIEL DE LA RÉPUBLIQUE FRANCAISE, de 26 de diciembre de 1992, en las páginas 17759-17762, figura la relación de “Mort en déportation” de España. En dicha relación figura el siguiente nombre: NavasCaballero (Pedro), né le 7 juin 1910 à Dona Mencia (Espagne), décédé le 31 décembre 1941 à Gusen (Autriche). Sabemos que, como tantos españoles republicanos que marcharon al exilio al final de la Guerra Civil, Pedro Navas Caballero es llevado por la policía alemana al Stalag o campo de detención XI-A en Altengrabow (que en alemán significa vieja tumba) con el número de prisionero 2596, a unos 35 km al este de Magdeburgo en la parte oriental de SajoniaAnhalt. “De los presos españoles (unos 7200 en Mauthausen de los que murieron unos 4761 -3893 en el campo anejo de Gusen-), aproximadamente dos de cada tres murieron antes de llegar la liberación en mayo de 1945.” (B.Bermejo). Afortunadamente conservamos varias fotos de Pedro.


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Esta es la historia de José Poyato Sequeira quien con 17 años huyó del pueblo en el verano de 1936. “En la noche del 18 de julio Doña Mencía quedó tomado por los obreros. La Guardia Civil aquella noche estaba en el pueblo, pero al día siguiente se fue a Cabra. Al quedarse sin Guardia Civil los obreros de apoderaron del pueblo durante ocho o diez días. Los señoritos estaba presos. Los obreros tomaron el pueblo y vigilaron las entradas con cuatro escopetas. La mayor parte de los jornaleros estábamos en la campiña y nos vinimos andando hacia el pueblo. Nosotros no llegamos aquella noche (la del 18 de julio). Nos enteramos en San Sebastián de los Ballesteros. Una pareja (de la Guardia Civil) nos paró y nos hizo preguntas y nos registró la talega. En La Rambla sentimos un tiro y cuando llegamos a Carteya estaban tirados a la calle los obreros. Cuando llegamos aquí empezaron a meter a gente en el sindicato. Desde aquel día empezaron a detener y a registrar casas mientras llegaban los hombres de la Campiña. Aquella noche nos fuimos casi 40 a Alcaudete. Pasamos por el puente de San Juan. A los ocho o diez días nos dijeron que en Baena estaba el jaleo liado...” Testimonio de J. Poyato (8 de agosto de 1995).


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Esta es la historia de Andrés Priego Ojeda, otro de los mencianos que huye de Doña Mencía en agosto de 1936 junto a Víctor Campos y Antonio Morales, camino de Jaén para ingresar en el Regimiento de Milicias IV Compañía de Linares. Durante la guerra recorrió toda la geografía española en poder de la República: Pozoblanco, el Jarama, Brunete, la batalla del Ebro, Castellón, Lleida, Borjas Blancas, etc. El día que terminó la contienda Andrés estaba en Saint Ciprien, uno de los campos de internamiento del sur de Francia. Más tarde pasaría también por Barcarés y Agde. Después se integraría en las Compañías de Trabajo. Tras la ocupación francesa por los nazis es apresado y obligado a trabajar, dentro de la operación Todt, en la construcción de los muros del Atlántico. “Antes estuve en las islas de Guernsey, tres islas francesas del Paso de Calais que utilizaban los alemanes para bombardear las costas inglesas”. Después participaría en actos de sabotaje organizados por la Resistencia y tras ser detenido pudo librarse de los campos de exterminio nazis. Finalizada la guerra se une al maquis contra Franco y cruza la frontera el 14 de febrero de 1944. Cae en una emboscada y es llevado a la cárcel Modelo de Barcelona.... Regresaría por fin a su pueblo para morir en 2006.


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Esta es historia de Ramón (Amadeo) Priego Salamanca o Ramón El de la Paz, como era conocido en el pueblo. Tiene el número 65 en la lista de huidos en el verano de 1936, su nombre aparece en la relación de detenidos en el depósito municipal de Doña Mencía en mayo y junio de 1939 y figura como detenido en la cárcel de Cabra en la lista de los mozos de la zona roja. Una vez liberado formó parte de los casi cien mencianos que en enero de 1940 fueron llevados al Batallón de Trabajadores de San Roque y tras su regreso a Doña Mencía marcharía a Valencia, en donde permanecería unos años. Le ofrecen ser manijero en un cortijo de Baena en el paraje de El Saladillo y se viene con su familia a la localidad vecina. “Desde un principio sospecharon de él -nos cuenta María su sobrinay lo acusaron de proteger a la gente de la Sierra (maquis). Un día, a finales de 1946, la Guardia Civil lo estaba esperando en su casa. M tía pudo oír los disparos que acabaron con la vida de su marido”. La revista España Popular, del Partido Comunista Español, publicada en México DF, dio la noticia de su muerte en la edición del 18 de abril de 1947.


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Esta es la historia de Manuel Roldán Jiménez, de Doña Mencía, uno de los principales agitadores políticos durante la II República. Fue el candidato más votado en el pueblo en las elecciones legislativas de junio de 1931 y varios testimonios nos hablan de su participación en un mitin celebrado en nuestro pueblo en febrero y boicoteado por personas de derechas que soltaron unos gatos en el transcurso del acto. Manuel Roldán Jiménez, alias el Aceitero, había alcanzado cierto nivel de estudios tras haber pasado algunos años en el Seminario. El historiador Juan Ortiz Villalba afirma que Manuel Roldán Jiménez había formado parte del grupo de cuadros de la CNT de Sevilla (la central sindical anarquista) que entre 1925 y 1927 ingresaron el el Partido Comunista Español y no tardaron en hacerse con el control de éste en la capital andaluza. En febrero de 1920 participa en el atentado que sufrió Aníbal González, el arquitecto de la Plaza de España de Sevilla de 1929. Y tres años más tarde, junto a Manuel Adame, es detenido al ser acusado de un atraco con mano armada. En 1936 es expulsado del PCE y se integra en el PSOE dirigiendo la sección de UGT de Obreros de la Tierra. Fue fusilado en Sevilla el 26 de julio de 1936.


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Esta es la historia de Fernanda Ruiz, cuyo testimonio narró con detalle en la revista Peñuelas y que constituye un documento estremecedor sobre la vida de las mujeres mencianas durante la Guerra Civil. Trascribimos aquí una parte de mismo “Aquel día yo había ido sola a lavar y cuando llegué a mi casa, me avisaron de que durante todo el día habían estado vigilando la casa. Poco después llegaron a por mí y me dijeron que me fuera con ellos, … Cuando llegué al colegio de las monjas, subimos a la azotea y allí estaba el barbero pelando a otra pobre muchacha. Cuando llegó mi turno el barbero me repetía una y otra vez que él no quería, pero le obligaban a hacerlo, yo le dije que no se apurara y que hiciera lo que le habían mandado... Completamente rasurada bajé al patio todo lleno de hombres, donde me esperaba mi madre que lloraba amargamente y me dio una gorra. Más sufrí en aquel momento por ella, que por lo que me habían hecho y por las consecuencias que aquello podría tener. Cuando llegué a mi casa me lavé la cabeza y le dije a mi madre que me diera cebolla, porque me habían dicho que si me frotaba la calva con cebolla, el pelo nacía rizado. Nunca me avergoncé de estar rapada, yo iba a todos los sitios con la cabeza destapada incluso cuando iba a lavar me ponía el bulto en la cabeza y no me ponía ni pañuelo ni gorra. Si en algún momento pensaron que por eso me iban a humillar se dieron con un canto en los dientes. Pelaron a muchas, muchas, mujeres, algunas de ellas fueron peladas por las manos de su hermano, de su primo, o de alguien muy conocido, eso si fue una verdadera humillación para ellas”.


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Esta es la historia de Francisca Ruiz Bujalance, alias la Zagalla, fusilada en los inicios de la Guerra Civil, cuya muerte no consta en ningún archivo o documento. En las anotaciones recogidas por F. L de una nieta de Antonia se afirma que “Su abuela tenía fama de ser muy buena cocinera, ella se encargaba de guisar en la mayoría de las bodas que se celebraban en las casas de las novias. Hasta hace poco se conservaba en su casa una olla grande que utilizaba para la ocasión. Un día llegaron al pueblo un grupo de falangistas y la llamaron para que les guisara a ellos y esta se negó. ¿El porqué? Su nieta no lo sabe, sin embargo podemos pensar que se negó a hacerlo porque tenían preso a uno de sus hijos, que todavía vive y reside en Cabra. Este hombre estaba preso con Juan Torres: a Juan lo sacaron el día de la Virgen del Pilar y a él lo sacaron antes, el día que fusilaron a su madre”. Y añade que “A su abuela se la llevaron en el mismo camión que se llevaron al "Niño Bonito" (el hombre que se escapó y se escondió en la viña). Ella vio como se escapaba y desde el camión le tiró un mantón que llevaba puesto para que se lo diera a su familia. Dice que este hombre vio como fusilaron a todos los que iban en el camión, y que era en un olivar por la carretera de Lucena”. Todavía no sabemos el lugar exacto donde se encuentran los restos de los fusilados de Doña Mencía.


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Esta es la historia de Gerardo Tapia Sequeira, Gerard, como era llamado con cierta chanza por los jóvenes mencianos tras regresar a Doña Mencía en 1983. A su vuelta buscaba el Puente, a la entrada del pueblo, porque cerca estaba su casa, al final de la calle Granada. Su madre, María Jesús, murió sin poder ver a su hijo, aunque la habían llegado noticias de que seguía vivo en el sur de Francia. En su documento de identidad francés, que conservamos en el Archivo de Doña Mencía, figura como residente en Pontcirq, un pequeño pueblo de poco más de 150 habitantes, y está sellado por la prefectura de Lot, en el Pirineo Central. Gerardo Tapia Sequeira, de la quinta del 1937, también huyó del pueblo. Durante la guerra fue sargento y perteneció a la 3ª y 6ª Compañía de Vázquez. Estuvo en Archena (Murcia) en la escuela de tanques que allí se creó llegando a ser Jefe de carros de combate. En una nota manuscrita se dice que sus jefes fueron Tagüeña y Novillo. Y no sabemos mucho más de Gerardo. Al igual que con los otros muchos republicanos mencianos no se hizo justicia con ellos y no recibieron nunca ningún homenaje. Y una mañana de 1991 Gerardo apareció muerto en su humilde habitación de la casa de la calle Granada.


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Esta es la historia de Baldomero Urbano Poyato, uno de los casi 50 mencianos cuyos bienes fueron incautados debido a su ideología republicana. Con fecha del 4 de diciembre de 1936 desde el Comandante Militar de Doña Mencía pide informes sobre su actuación política y dos años y medio después, cuando la guerra tocaba a su fin, se inicia un expediente de incoación de bienes en la casa número 5 de la calle Recodos de su propiedad. Se le definía como “persona de significación marxista y revolucionaria muy destacada que actuó en los primeros momentos contra el Glorioso Movimiento Nacional, huyendo luego a la zona roja donde es de suponer se encuentra en la actualidad”. Se conserva la relación detallada de los bienes encontrados en la casa cuya valoración fue de 367,50 ptas. En el listado de bienes incautados aparecen: 2 mantas, 4 sábanas, 1 colcha, 5 almohadones, 3 trajes, 1 muda blanca, 2 camisetas de niño, 1 pelliza vieja, 2 pares de botas, 3 azadas, 3 colchones de lana vegetal, 1 chaleco pana, 1 enaguas, 2 almohadones con lana, 7 sillas, 2 mesas, 1 espejo, 1 tazón, 1 sopera, 1 cántaro, 1 jarrero, 1 quinqué, 1 percha, 1 arca, 1 cama de madera, 11 camisones, 4 calzoncillos, 3 vestidos, 10 varas musolina, 2 saquitos... etc.


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Esta es la historia de Juan de Mata Urbano Caballero, jornalero, fusilado el 12 de septiembre de 1936, “en el sitio de El Salinero, del término de Cabra a consecuencia de la fenecida lucha contra el marxismo”, según consta en el Registro Civil de Doña Mencía, libro 38/151. Tenía 45 años, estaba casado con Concepción Moreno Rosa, “de cuyo matrimonio dejó cuatro hijos, Rafaela, Andrés, Josefa y Manuel”. Varios testimonios orales refieren que junto a Juan de Mata Urbano Caballero se llevaron al factor de la estación y a a otros hombres sin determinar. “Yo tenía 6 años cuando se llevaron a mi padre -nos dice Manuel, su hijo, que todavía vive en Doña Mencía- “se habían ido a la viña y mi padre vino a llevarse algo y a cambiarse de ropa. Le dijo a mi madre, el 12 de septiembre, la fecha no se me olvida. En la espalda, había una taberna, la taberna de Pablos. Papa me ha dicho madre que ya está la comida. Y al salir de la taberna llegaron aquellos hombres, con camisas azules y flechas ordenándole que se fueran con ellos. Dáme un beso, me dijo. Yo me fui llorando detrás de él. Cogí la calle Pilar de Arriba abajo... Yo empecé a llorar... Mis hermanas ¿que te pasa? Mi madre salió. Lo bajaron al calabocillo que había ahí y de madrugá se lo llevaron. Un vecino que era muy buena persona se aterminó a bajar, que muchos no quisieron... Fue a llevarle comida por la noche y cuando llegó con el desayuno. No está aquí. Te llevas al desayuno y le dices a su mujer y familia que se lo han llevado a hacer unas declaraciones. Ya no volvimos a verlo más”.


Enlaces de interés: Blog de historia del siglo XX en Doña Mencía. Autor: Antonio Gómez Pérez. ●

Pagína web sobre La guerra civil en Córdoba. Autor. Patricio Hidalgo Luque. ●

Todos los nombres: http://www.todoslosnombres.org/

Libro Memorial. Españoles deportados a los campos nazis (1940-1945). MCU. Benito Bermejo y Sandra Checa. ●

Centro Documental de Memoria Histórica. MCU. Base de datos de militares republicanos con graduación. ●

Web sobre Víctimas de la Guerra Civil y Represaliados del Franquismo. MCU. ●

Web francesa sobre los Republicanos españoles en la Resistencia. En la misma aparece documentación sobre Manuel Caballero Montes. ●

Web francesa titulada Fondation pour la Memoire de la Deportation. Contiene bases de datos detalladas de los deportados en los campos de exterminio nazi. ●

Mapa de fosas de Andalucía. Junta de Andalucía.


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Bibliografía básica: Moreno Gómez, F. “La República y la Guerra Civil en Córdoba (I)”. Premio Diaz del Moral del Ayuntamiento de Córdoba 1982. Moreno Gómez, F. “!936: el Genocidio franquista en Córdoba”. de. Crítica. Madrid. 2008. Arcángel Bedmar González, A. “Los puños y las pistolas. La represión en Montilla (1936-1944). 2001. Arcángel Bedmar González, A.”Baena: Roja y Negra. Guerra Civil y Represión (1935-1943)”. 2008. Luque Jiménez, F. “Monturque durante la Guerra Civil (1936-1939)”. Ayuntamiento de Monturque. 2009. Barragán Moriana, A. “Control social y responsabilidades políticas. Córdoba (1936-1945)”. Editorial El Páramo. Córdoba, 2009. Morente Díaz, M. “La depuración de la enseñanza pública cordobesa a raíz de la Guerra Civil”. Editorial El Páramo. Córdoba. 2011. Pons Prades, E. “Republicanos españoles en la 2ª Guerra Mundial”. Barcelona. 1975.


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