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EL PODER CREATIVO DE LA SOMBRA

Sombras fugitivas Lola Irún Stonberg Editorial, 2021, 140 págs. Poesía

«La sombra, como un topo, sigue horadando la tierra. Enfrentarse a ella es un trabajo sucesivo», nos dice la autora de Sombras fugitivas, su último poemario, en el impagable epílogo de su libro, en el que hace un recorrido acerca del origen y la vasta, riquísima palestra de acepciones de la palabra. Todas tienen una esencia común, cada uno de nosotros las acumula en su recorrido vital. Son hitos en la memoria, en la conciencia o la subconciencia, nos acompañan y nunca nos abandonan. El grabado de la cubierta de Antonio Hervás nos lo recuerda —la sombra física deviene metafórica— . Es pues aconsejable y liberador enfrentarse a ellas.

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Lola Irún lo hace acompañándose de amplias voces literarias que se han valido de la potencia metafórica de esta palabra a lo largo de los tiempos. A modo de presentación reúne autores de calado con citas que se refieren a ella, y muchos de los poemas van precedidos de otras tantas alusiones al vocablo.

La voz poética se acerca a sus sombras en cada uno de sus versos y nos invita a hacerlo como reflexión para lo cual es necesario el silencio: «Quien habla a todas horas/destierra el silencio de su rumbo//para no pensar/ […] // y huye/sin atender/el eco de sí mismo» (Destierro). La sombra es a menudo el lado oscuro: «Quien no soporta/un rasgo luminoso/en el otro//menos acogerá//la sutileza/la intimidad/de su propia sombra» (Narciso), pero, —(falsa) dialéctica— también propicia la creación: «La sombra se convierte/en sustancia/barro/del que emergen las figuras» (Apuntes de sombra II).

En el recorrido del poemario, que aborda un amplísimo espectro temático (el amor, el desamor, la maldad, la poética, el camino

interior, el suicidio, la libertad del lenguaje onírico: «Claudican /amores rutinarios / silencios obedientes // Y los deseos/y los miedos//echan a volar// […] (Sueños), la pintura, la fotografía: «Una niña corre ardiendo/huyendo de su miedo//en Vietnam//La imagen no termina.//La realidad/tampoco» (Una verdad que escapa VI), el cine: «Lo que vemos/no/es más real/que lo invisible//El cine y su frontera imaginaria//[…]//Las sombras que/revelan/la unidad» (El cine).

La voz poética es consciente de que lo físico concreto es, por real, inseparable de lo metafórico abstracto, también real, del mismo modo que sabe que lo formal y lo temático son en poesía más inseparables aún que en las bellas letras en general; echa mano de la poesía visual cuando aporta algo al ritmo de lectura y el efecto óptico enriquece el fondo, o porque invita a cambiar el orden de lectura de los versos, que con la variación añade más significado, o cambia al registro lapidario y enumerativo cuando hace referencia a la fotografía o a la pintura, lo cual aporta más fuerza al fondo.

La riqueza metafórica del título se manifiesta en la amplia gama que se vierte en el poemario como sinónimo de sombra, madre engendradora de otras tantas metáforas: bruma, tinieblas, fantasma, silencio, eco, rumor, espejo, reflejo, resonancia, sutil, relieve, pliegues, duda, sospecha, secreto, por mencionar solo algunas.

El poemario va precedido de un prólogo de Jesús Aguado, que aporta información sobre la poeta, así como más reflexión sobre su poesía.

Lola Irún ha obtenido diversos, merecidos, premios de poesía. Muy recomendable.

Anna Rossell

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