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AGRICULTURA · “No se puede prohibir el uso de tecnología en maíz porque las semillas no son originarias de Paraguay”, afirman

“No se puede prohibir el uso de tecnología en maíz porque las semillas no son originarias de Paraguay”, afirman

Jadiyi Torales

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Directora de la Dirección de Semillas (DISE), del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE) Tras la intención de prohibir el uso de maíz transgénico por parte de un grupo de senadores, argumentando que no hay reglamentación acerca del usufructo, así como tampoco están reguladas las normas de etiquetado, desde el frente gubernamental explican que hay mucha desinformación al respecto.

El proyecto data del año 2009 y solicita al Instituto Paraguayo de Tecnología Agraria (IPTA) prohibir el uso de tecnología en los cultivos de maíz, bajo el pretexto de proteger y preservar las variedades autóctonas.

El caso no se puede aplicar a Paraguay, dado que las semillas son importadas, muy contrariamente a México, donde sí existe una ley de autonomía de las variedades originarias, según explicó la ingeniera Jadiyi Torales, Directora de la Dirección de Semillas (DISE), del Servicio Nacional de Calidad y Sanidad Vegetal y de Semillas (SENAVE).

La profesional indicó que “no se podría prohibir la utilización de tecnología y tampoco la intención de proteger las supuestas especies nativas de maíz del país, porque no somos centros de origen como es México”.

Asimismo, enfatizó en que hay estudios científicos en todo el mundo, que demuestran que utilizar maíz transgénico es inclusive más seguro que cualquier otra tecnología, porque está suficientemente estudiado y demostrado que al ser un maíz -que normal-

mente son los maíces híbridos- tienen un porcentaje de germinación bastante alto y los cultivos son muy homogéneos y se concentran en el lugar de siembra.

“Al ser híbrido sí o sí se tiene que volver a comprar la semilla y volver a sembrar y va a ser muy difícil que se dé una fuga de ese contenido biológico. Creo que acá falta manejar mejor las informaciones”, expuso.

PROCESO DE INTRODUCCIÓN DE SEMILLAS AL PAÍS

Por otro lado, aseveró que no se puede introducir una semilla transgénica al país sin tener estudio previo, del cual se encarga la Comisión de Bioseguridad, Agropecuaria y Forestal (Combio).

Para el estudio se evalúan factores agronómicos, ambientales, de salud humana, y mientras no se confirme la inocuidad, no se libera la semilla para la producción comercial. “Si ese filtro no pasás, no podría ser utilizado en la parte agronómica y mucho menos en la alimentaria”, apuntó.

Reiteró que no se puede prohibir que se produzca ningún tipo de maíz en el país, porque no somos centros de origen. Por lo tanto, proteger especies nativas no tiene fundamento.

“Hay variedades que se introdujeron y se adaptaron a nuestro ambiente y se dieron algunas transformaciones pero por un mejoramiento natural. Es diferente la situación en México, ahí sí deberían aislarse las zonas de producción de origen nativo, no prohibirse, de lo contrario, no tendríamos más maíces para usar como base para el fitomejoramiento”, detalló.

Remarcó que México posee semillas ancestrales, y lo que vino a Paraguay fue introducido y adaptado al suelo, con formación de características que incluso resisten nuestras condiciones climáticas de suelo, clima.

FALTA DE ACTUALIZACIÓN DE LEY

La ingeniera también cuestionó la venta ilegal de semillas no certificadas y el vacío legal que subyace con esta coyuntura. Si bien, existe una Ley de Semillas, no está actualizada desde hace 25 años, cuando la tecnología ya avanzó.

También comentó que con relación a las semillas de uso propio hay muchas lagunas y necesitan modernizar la ley.

“Nuestra ley es bastante obsoleta, ya tiene más de 25 años. Con esto venimos trabajando, falta nomás un apoyo más fuerte. Es ir adaptando la parte de semillas, las certificaciones, que incluye la producción de nuevas tecnologías”, describió.

Luego, están los protocolos de manejo y cuestiones medioambientales, como parte del manejo del cultivo.

“Urge la actualización de la ley con la incorporación de las nuevas tecnologías. Hace 25 años atrás no teníamos disponible diferentes productos a los que hoy en día nos permite acceder la biotecnología. Hace 25 años no soñábamos con tener un genoma descripto como tenemos hoy en día, el ADN. Entonces faltaría reglamentar”, aseguró.

De igual manera las reglamentaciones deben ser consensuadas con otros actores gubernamentales como el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la Asociación de Productores de Semillas (Aprosemp), el Senave y la Asociación Paraguaya de Obtentores Vegetales (Parpov), además de los representantes de productores.

“Nosotros hablamos mucho de innovaciones, pero para poder obtener cierta tecnología se hace una inversión en la parte de estudios científicos, y a veces no se tiene retorno. Después tenemos el tema de uso propio, por lo que tenemos que sentarnos a trabajar y modernizar esa ley”, ilustró.

CONTRABANDO Y MANIPULACIÓN DE SEMILLAS

Se refirió además al contrabando de semillas y consideró grave insertar material que no haya sido verificado por la Combio.

Agregó que también peligra la incorporación híbridos caseros que cruzan genomas sin previo análisis, cuyas mutaciones pueden generar daño a la salud como el ambiente.

“Por separado está liberado, pero al juntar (apilado de genes) no sabes qué efecto puede tener, ahí sí corremos riesgo grande, por los efectos para el ambiente y la salud. Ahí surge la importancia de usar semilla certificada de la que se conoce su origen”, subrayó.

PROPIEDAD INTELECTUAL DE OBTENTORES

Consideró que la propiedad intelectual de los obtentores de las

variedades también es un tema a garantizar, porque es grande la inversión que se hace para obtener una variedad de interés agronómica y posteriormente para el consumidor final.

“Cuando la obtención tiene un evento, ahí podemos hablar de algo que el hombre manipuló directamente, inclusive se puede patentar. Ahí el derecho corresponde más a la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual (Dinapi)”, puntualizó.

Especificó con respecto a las obtenciones vegetales que el hombre no crea, sino que manipula genéticamente la semilla sin crear nada nuevo. Pero al ser algo transgénico ya hay una creación y se debe patentar. “Esos derechos de propiedad intelectual no son retornados a aquel que invirtió”, lamentó.

Continuó diciendo que “se habla del cobro de los royalties y la propiedad intelectual, de usar semillas certificadas, y de ahí que de repente se hacen los de uso propio y en ese caso está permitido por ley porque pueden acumular una pequeña cantidad y comprar de forma legal”.

En efecto, deben poseer factura legal que demuestre que compró de forma legítima y puede guardar para su próxima cosecha una cantidad representativa, equivalente a lo que va a volver a sembrar, eso está permitido.

“Lo que no está permitido es que se compre la semilla, que se vuelva a utilizar como semilla y no certificar las mismas y volver a comercializar, porque ahí se está dejando de lado los derechos de propiedad intelectual”, señaló.

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