sobre la juventud de hombre nuevo fernando deliens Quienes conformamos la Juventud de Hombre Nuevo Fernando Deliens somos jóvenes trabajadorxs y estudiantes que luchamos por el socialismo como único horizonte deseable. Pretendemos sumar nuestras fuerzas y aportar a las luchas de nuestro pueblo para dar fin a este sistema injusto, de muerte y marginación para las mayorías que llama capitalismo. De cara a este objetivo, nos enmarcamos en los principios estratégicos de la Organización Política Hombre Nuevo, a cuyas construcciones e iniciativas políticas destinamos nuestra fuerza. Estamos convencidos que para aportar a construir un proyecto político revolucionario en nuestro país es fundamental que la juventud se organice políticamente. Nos referimos a asumir una militancia político-ideológica, como proyecto de vida, enmarcada en una estrategia de largo plazo. Creemos necesario volver a poner la lucha por el poder como un punto ineludible tanto para empoderamiento de lxs trabajadores como para la victoria del pueblo. Para ello, una de nuestras principales tareas es volver actual el horizonte de la revolución, poniendo en discusión el relato fuertemente instalado por el imperialismo tras la caída del muro de Berlín, del final de la historia, del fin del comunismo y de cualquier alternativa distinta al capitalismo. Aunque la idea de la revolución pueda sonar anacrónica, desfasada, una de nuestras tareas centrales es, justamente, volverla actual: vincular nuestro presente con las luchas pasadas de lxs oprimidos y reclamar hoy mismo por nuestro derecho a la revolución y a la emancipación definitiva. Para ello se vuelve necesario, reconstruir la izquierda anticapitalista que ya en años pasados pusiera en jaque a los poderosos. Nos enmarcamos dentro del marxismo crítico, latinoamericano y revolucionario, particularmente en su expresión guevarista. Consideramos al guevarismo la manifestación más elevada y poderosa del marxismo-leninismo desde y para América Latina. Como jóvenes organizados consideramos tarea imprescindible reconstruir esta tendencia político-ideológica en post de rearmar un proyecto revolucionario a nivel continental. Un desafío que tenemos por delante es lograr jugar un papel en la organización del pueblo, en distintos espacios de lucha, que pueda estar a la altura de las experiencias de movilización y organización alcanzadas en de los años ’70. Nos proponemos ser
fuerza impulsora de alternativas organizativas de masas, desde las cuales lxs trabajadorxs, estudiantes, jóvenes, mujeres y disidentes podamos luchar por nuestras reivindicaciones sociales y políticas. Los y las jóvenes hemos sido protagonistas de los principales procesos de trasformación a lo largo de la historia. Con la rebeldía como característica bien propia, hemos participado de las principales luchas de nuestro pueblo peleando contra el conformismo, la pasividad, la resignación. Entendemos a la juventud en un sentido amplio. Nos referimos a que la juventud es un sujeto existente en la sociedad, que excede la cuestión de edad o un reconocimiento cultural. Ser joven en la actualidad implica sufrir la explotación y las opresiones del capitalismo y el patriarcado de una forma particular. Nos proponemos incidir en la orientación del movimiento juvenil, con los principios del clasismo y la independencia de clase, porque nos negamos a dejar que la juventud acabe aportando a proyectos que no hacen más que “embellecer” este orden social. Necesitamos subvertirlo, cambiar todo lo que deba ser cambiado. Consideramos impostergable construir cuadros juveniles que puedan aportar en las diversas tareas que requiere la etapa: lo político, lo teórico y lo organizativo. De esta tarea, se desprende la importancia de la formación constante y crítica en el marxismo vivo, poniéndolo en práctica, cimentando nuestras construcciones. Apostamos a construir una juventud creativa, capaz de pensar con cabeza propia los desafíos actuales, esquivando las recetas, pero con una sólida formación que sea la base de hierro de un proyecto revolucionario. Fernando Deliens, nombre que asumimos como identidad, fue un militante revolucionario de nuestra organización. Joven y abnegado guevarista, que poseía las características fundamentales con las que apostamos a educarnos. La perseverancia, la disciplina, la humildad, el humanismo, la dedicación a la formación, la disposición a asumir todas las tareas, la condición de organizador, la sistematicidad y la creatividad fueron algunas de sus mejores características. Como jóvenes rebeldes nos resistimos a vivir sumisamente en este sistema de muerte. Asumimos conscientemente la histórica tarea de aportar todo nuestra acción, reflexión, estudio, creatividad y sacrificio para construir una organización política juvenil revolucionaria. “Porque una juventud que no crea es una anomalía realmente”, estamos dispuestos a crear un nuevo mundo realmente justo, y en ese camino, no claudicaremos hasta triunfar.
¿Qué significa definirse guevarista? Los que buscan perpetuar este sistema, han utilizado la imagen del Che con diversos fines. Lo quisieron convertir en calcomanía vacía de contenido, en simple joven rebelde, en guerrillero militarista, en un idealista sin más. Intentan mercantilizar su figura constantemente. Como jóvenes revolucionarios nos proponemos recuperar la integralidad del pensamiento de Guevara. El marxismo, como nos enseñó el Che, es una filosofía de la praxis; una concepción del mundo, de la vida y de los sujetos, inseparable de una ética y practica consciente y consecuente con la teoría. El pensamiento consecuentemente marxista del Che pone en el centro la cuestión del poder como el problema principal de toda revolución. Guevara discute con las teorías posmodernas que, relativizando todo, sostienen que el poder fluye, se encuentra en todos lados y nadie lo detenta en mayor medida. Otro gran legado es su empeño en desarrollar el marxismo desde América Latina, sus aportes a la revolución cubana y a otros procesos de liberación, sumados a su capacidad de innovación y su antidogmatismo, lo convirtieron en un personaje central de la historia latinoamericana reciente. Es parte generadora de la corriente más radical y desarrollada de la praxis marxista-leninista en el continente. Para nosotros, hablar de la vigencia del guevarismo significa hablar de la necesidad de innovar para reconstruir una alternativa revolucionaria, antipatriarcal, antiimperialista y socialista. Se trata de resolver virtuosamente esa sana tensión que han tenido que solucionar los revolucionarios de todas las épocas. Nos referimos a la articulación virtuosa entre la recuperación histórica (los mejores elementos de luchas y revoluciones pasadas) y creación heroica, siempre anclada en un análisis concreto de la situación concreta, y en un programa y una estrategia revolucionaria definida. Por eso, rechazamos el dogmatismo mal llamado revolucionario, que abstrae de la historia concreta, recetas revolucionarias “indiscutibles” que son poco fructíferas en contextos históricos distintos. Criticamos el eclecticismo, esto es, la “suma” de elementos de distintas revoluciones, sin orden lógico coherente. Como así también, el posmodernismo tan presente luego de la caída del muro de Berlín, que produce teorías funcionales al capitalismo. Este movimiento anula al sujeto, fragmenta las luchas y sostiene que el socialismo es un relato del pasado. Ser internacionalistas desde el guevarismo implica reconocer los procesos revolucionarios que se dieron en nuestro continente. Entendemos que el verdadero internacionalismo es el que se plantea las tareas de orden nacional, mientras que tiende lazos de solidaridad reales con lxs hermanxs oprimidxs de otros países. El internacionalismo no son meras declamaciones, sino una tarea política concreta y práctica, consciente de que la única forma de derrotar al capitalismo definiti-
vamente es desde una perspectiva internacional. En esto también el Che es nuestro ejemplo vivo. Desde nuestro punto de vista, consideramos fundamental recuperar la cuestión nacional como parte de nuestra identidad. Nos negamos a entregarle a la clase dominante nuestra historia de lucha, de insurgencia; nuestras banderas y nuestrxs revolucionarixs. El pensamiento guevarista nos aporta una dimensión fundamental para la construcción revolucionario: el humanismo. Bajo esa categoría, el Che retoma de forma viva el vínculo entre el hombre y la naturaleza; entre la subjetividad, la conciencia, y las condiciones objetivas. Aportó claridad en el debate subjetividad-objetividad, que distintas expresiones de la izquierda retoman de manera unilateral, dotando a uno de ambos extremos de absoluta determinación sobre el otro. Es una tarea urgente de la etapa, el prepararnos para dar la batalla teórica, y aquí otra vez retomamos al insoslayable ejemplo del Che. Su vocación por el estudio sistemático, que mantuvo aún en las peores condiciones, se vio demostrado en sus múltiples aportes teóricos frente a las dificultades que presentaba la construcción del socialismo –en la experiencia real de la revolución cubana-. También hizo análisis rigurosos sobre la situación latinoamericana y del Tercer Mundo, y las tareas que dichos escenarios requerían. Siguiendo a Marx y al Che sostenemos que los seres humanos somos un producto de las circunstancias, pero de circunstancias también modificables por esos mismos varones y mujeres que las atraviesan. Por eso, creemos que el desarrollo de la conciencia antes, durante y después de la toma del poder es tarea indelegable de la que depende el éxito de la revolución. Como sostenía el Che, “un socialismo económico, sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo contra la enajenación”. Como Juventud de Hombre Nuevo creemos que debemos recuperar la integralidad de Ernesto Guevara, como uno de los mejores exponentes del marxismo latinoamericano y uno de los mejores hijxs del pueblo, para continuar con la tarea histórica que nos a través de la historia: la revolución. Nuestra tarea es volver a plantear la importancia de construir organización política para dar la batalla integral y construir un proyecto político realmente revolucionario. Nuestro horizonte es acabar con el capitalismo, para dar inicio a la historia de la humanidad.
Abrazar el feminismo para construir realmente el socialismo
El capitalismo como sistema se basa en la explotación y marginación de las grandes mayorías. En su rol de opresión y dominación, no está solo: su gran socio es el patriarcado. Este sistema de opresión milenario se ha adaptado a la lógica de la ganancia, y día a día moldea nuestras relaciones sexuales/sociales generando desigualdad entre los varones y las diversas identidades de género. Para ello, se vale de instituciones, estereotipos, roles, jerarquizaciones que operan y operaron históricamente en la producción y reproducción de la vida social. El patriarcado juega un rol clave a la hora de conformar nuestra identidad como sujetos, asignando a los varones heterosexuales una posición de poder y superioridad con respecto a las mujeres y otros géneros. Quien no se ajusta a lo que la heteronorma -heterosexualidad obligatoria- sancionada como “lo normal”, sufre las consecuencias de un sistema de dominación que nos oprime cotidianamente.
Las mujeres trabajadoras somos el sector que más expuesto está a todo este tipo de violencias y opresiones. La maternidad obligatoria y la necesidad de asumir un rol de “cuidado de la familia” son uno de los mandatos más extendidos que se nos impone socialmente. Todas las mujeres sufrimos a lo largo de nuestras vidas diferentes tipos de violencia: física, simbólica o sexual. El índice creciente de femicidios registrados en los últimos años habla en concreto de esta violencia arraigada. En términos económicos, nuestra posición en el mercado nos lleva a tener que asumir salarios más bajos o puestos de menor jerarquía. A esto debemos sumarle el aberrante avance de la trata de personas como un negocio multimillonario a nivel mundial que se sostiene en base a la explotación sexual de miles de mujeres, especialmente jóvenes. Nuestra reducción a meros objetos de consumo y deseo suele agravarse en las jóvenes llevándonos en numerosas ocasiones a tener diversos problemas de salud. La exposición a noviazgos violentos es otra situación que suele repetirse. El grave cuadro se completa con la falta de educación sexual y la ilegalidad del aborto, política que tanto el Estado como la Iglesia se preocupan en sostener. Al mismo tiempo, las identidades sexuales disidentes, que a lo largo de los años se han visibilizado como movimiento LGTTBI, también sufren fuertes discriminaciones y violencias a la hora de buscar empleo, en el ámbito familiar o social y en el tránsito por la calle. El colectivo trans se encuentra fuertemente expuesto a lo peor de este sistema de muerte y opresiones. La precarización de sus vidas es tal que su expectativa de vida se estima entre los 35 y 40 años. Esto lo vivimos en carne propia, como jóvenes, cuando asumimos una orientación sexual disidente. Como juventud asumimos la tarea de problematizar cómo el género atraviesa nuestras relaciones sexuales/ sociales de múltiples formas. Las organizaciones políticas y sociales no estamos ajenas a esta problemática. Nos atraviesan las mismas prácticas que cuestionamos y por eso tomamos como tarea necesaria identificar, cuestionar, deconstruir y modificar cualquiera de las formas de expresión del patriarcado. Sabemos que el capitalismo tomó bajo su ala al patriarcado, volviéndolo funcional a sus intereses. Siendo conscientes que la opresión de género no se deriva lineal e inmediatamente de la contradicción capital-trabajo, sostenemos que la lucha contra ese sistema de opresión y violencias es imprescindible desplegarla enmarcada en un proyecto político anticapitalista. Es nuestra tarea construir un feminismo con horizonte revolucionario, que tenga como premisa una coherencia entre el pensar, el sentir y el hacer, entre la teoría y la práctica; que se plantee desde hoy criticar y subvertir las opresiones de género, y que sus luchas estén enfocadas en un mismo objetivo: ¡que el patriarcado y el capitalismo caigan juntos!