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LAS SENSACIONES EN LOS ESPACIOS
Por: Arq. Ilse Carolina González Thomae a vida cotidiana nos ha llevado a un flujo acelerado en el día a día, esto ha ocasionado que ya no nos paremos a ver y a vivir los espacios que las ciudades nos regalan en nuestros recorridos diarios.
Los centros históricos, nos brindan espacios urbanos únicos y nos siguen asombrando a través de los años. Tan es así que podemos realizar grandes viajes solo para conocer la arquitectura única de un lugar específico.
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Podemos hablar claramente de las sensaciones cuando un espacio (abierto o cerrado), nos genera sentimientos únicos al recorrerlos o al ingresar a estos.
Una obra arquitectónica puede llevarnos de la tristeza a la alegría en un santiamén, para ejemplificar esto podemos situarnos al centro de una catedral Gótica donde la arquitectura juega con nuestros sentimientos, haciéndonos sentir pequeños ante la grandeza de la misma, influye significativamente las alturas, los pasillos, la luz y hasta el olor que emana de sus mu- ros, el sonido que se genera al transitar por esta y la opresión de sus grandes cúpulas y arcos que enmarcan todo el interior de la misma.
Sucede lo contrario cuando ingresamos a un estadio en el cual, el mismo recorrido nos va llenando la sangre de euforia hasta llegar a nuestra butaca y poder experimentar ese cúmulo de sensaciones que nos lleva el ser partícipe en conjunto con más personas de un sentimiento colectivo.
Las plazas de los centros históricos nos generan amplitud y libertad, al mismo tiempo que nos hablan del tiempo y la historia de cada una de ellas.
Es importante no perder de vista que la arquitectura deberá de seguir generando espacios que a su vez generan sentimientos y emociones para la habitabilidad del ser humano.