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Raúl MaRTíNEz
COMO CONCEPTO INTEGRADOR EN LA PLANEACIÓN DE VIVIENDA
Por: MSC. Arch. Urb. and Urban Designer Raúl Martínez
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Distribución de vivienda en Aguascalientes
No podemos hablar de la vivienda como un concepto aislado sino como uno de los temas más complejos a tratar en este momento. Si bien el crecimiento de la población en general ha sido acelerado la oferta de vivienda es una de las principales herramientas y mecanismos que han afectado el crecimiento insustentable de nuestras ciudades. Hablar de vivienda implica hablar de economía, distribución de tierra, planeación urbana, funciones de ciudad, movilidad y transporte, espacio público y por supuesto arquitectura ya que cada uno de estos conceptos afecta para bien o para mal el futuro que le depara a la morfología y funcionamiento de las ciudades.
Particularmente hablando de la ciudad de Aguascalientes la distribución de vivienda se encuentra alineada a los nuevos desarrollos y el crecimiento acelerado que ha tenido la ciudad en los últimos 50 años. Sin embargo dicho crecimiento ha sido desafortunadamente desequilibrado. De acuerdo a los datos recabados en INEGI (2015) la distribución de ocupación es desigual en diferentes sectores de la ciudad siendo el Oriente la zona con mayor número de población y mayor uso de suelo al tratarse en su mayoría de desarrollos habitacionales de interés social de baja densidad.
El suelo en la ciudad de Aguascalientes paso rápidamente con la revolución a ser propiedad privada, pese a su histórico uso como tierras de cultivo. La ciudad así fue cambiando poco a poco con la llegada de la industrialización expandiendo su territorio en estos terrenos donde se especulaba con el crecimiento de la ciudad como se realiza actualmente, la tierra de menor precio es la utilizada para generar vivienda y en un inicio la demanda de vivienda se focalizaba en grupos de trabajadores de las nuevas compañías que se establecían. Conforme el paso de los años y la introducción de herramientas de planificación como lo son los planes de desarrollo urbano esta especulación dio paso a nuevos ‘jugadores’, el mercado inmobiliario y la especulación con la vivienda social con el motivo de dar alojamiento inmediato y de bajo costo a la población de bajos recursos.
El impacto fue abrumador en la misma morfología de la ciudad convirtiéndose en una mezcla de islas fragmentadas y un mar homogéneo de vivienda desconectada y con falta del equipamiento necesario “Si bien el crecimiento de la población en general ha sido acelerado la oferta de vivienda ha sido una de las principales herramientas y mecanismos que han afectado el crecimiento insustentable de nuestras ciudades.”
Fragmentación espacial y segregación social
Un gran despliegue del proceso de metropolización en México y otros países latinoamericanos ciudades es la segregación socioespacial, que ha sido consecuencia de varios factores, como la dinámica del mercado de suelo como forma de especulación de la inversión inmobiliaria, donde el sector privado dicta los precios; incentivos tales como créditos y subsidios para ubicar viviendas sociales en áreas periféricas fuera de las áreas de servicios básicos debido a los precios más baratos de la tierra y la ocupación informal de la tierra en lugares donde sería difícil que el gobierno actuara sobre ellos, aprovechando la falta de seguimiento y control de los instrumentos de planificación (Sabatini, 2003). Además, la inseguridad y la privatización de servicios como el espacio público ha convertido la dinámica de las ciudades mexicanas ante un contexto cuyo paisaje urbano está lleno de urbanizaciones cerradas, parches insertados tanto en la economía de altos ingresos como en la de bajos ingresos reforzando así la condición segregada de los segundos y fortaleciendo la fragmentación espacial a nivel local y regional.
áreas vulnerables específicas debido a la fragmentación espacial y la segregación social
La fragmentación de la ciudad comenzaría a vislumbrarse a partir del año 1960 con la creación de las grandes vialidades urbanas (López, 2013). Aunado a esto el crecimiento industrial que sufría la ciudad con la llegada del Ferrocarril impacto en la dirección y ritmo con la que la mancha urbana se expandía. Concretamente este crecimiento fue dirigido al oriente de la ciudad donde las clases obreras eran ubicadas. Conforme pasaron los años la situación prevaleció siendo los estratos medios y altos ubicados en el norte y poniente de la ciudad, un claro reflejo de la auto-segregación marcada en la población, un fenómeno que prevalece actualmente.
Entre otros factores el mercado inmobiliario y desarrolladores con apoyo de sistemas de planeación han hecho evidente que la fragmentación de la ciudad es un fenómeno impuesto y estratégico que apoya a la segregación de la sociedad. La población con mayores niveles de hacinamiento y vulnerabilidades en cuanto a sistemas de saneamiento y abastecimiento de agua se encuentra concentrada en el oriente de la ciudad (INEGI, 2020) donde también se puede percibir un mayor índice de delincuencia. La situación actual, así como se ha mencionado anteriormente fue generándose desde la fundación de la ciudad misma, donde las clases sociales han marcado el ordenamiento territorial de la ciudad.
El reto de la vivienda en el nuevo siglo
El impacto de la especulación y los nuevos desarrollos de vivienda es más que abrumador siendo la “norma” actual de crecimiento. La misma morfología de la ciudad se ha convertido en una mezcla de islas fragmentadas y un mar homogéneo de vivienda desconectada y con falta del equipamiento necesario para su correcto funcionamiento. El reto no solo es ofrecer vivienda para todos ya sea en un formato horizontal o en uno vertical (optando por una densificación sin control) sino proveerla de todo aquello necesario para que una ciudad funcione apropiadamente, justa y equilibrada en todos los sentidos donde los actores públicos, privados y civiles sean conscientes y partícipes de un desarrollo coherente. Es por ello que el concepto de Justicia Espacial o Spatial Justice ha cobrado fuerza en los últimos años siendo Edward Soja (2010) uno de los primeros en hacer uso del término. El concepto al ser aplicado en temas urbanos resulta útil al centrarse en la “dimensión espacial” de la distribución justa de las cargas y beneficios del desarrollo urbano, y en la forma particular de cómo es gestionada esta distribución. Actuales prácticas generan esta gestión a través de instituciones formales, como los sistemas de planificación, pero también a través de instituciones informales. La Justicia Espacial es además un marco evaluativo que permite actuar para mejorar nuestras ciudades y hacerlas más habitables y socialmente sostenibles y está íntimamente relacionada con el concepto de Oportunidades de Vida, que es la capacidad de los hogares y las personas para acceder a oportunidades educativas, económicas y ambientales y para diseñar sus vidas hacia arriba.