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Criterios ESG ¿Cuál es su historia?
CRITERIOS ESG
¿CUÁL ES SU HISTORIA?
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a inversión socialmente responsable es una disciplina de inversión que tiene en cuenta criterios medioambientales, sociales y de gobernanza empresarial (ESG) para generar rendimientos financieros competitivos a largo plazo e impacto social positivo.
La inversión sostenible es uno de los segmentos de más rápido crecimiento dentro la industria de la gestión de activos. Invertir de manera sostenible significa incluir aspectos “al margen de lo financiero” en la toma de decisiones de inversión. Para ello se toman en cuenta criterios que tienen como referencia factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (criterios ESG por sus siglas en inglés: environmental, social, and governance).
HISTORIA ESG A finales de los años 60, la oposición a la guerra de Vietnam lleva a estudiantes a exigir que las carteras de inversión de sus universidades dejen de invertir en empresas militares. Podríamos considerar ese como el punto de partida desde el cual se originó el interés por los criterios a seguir en la inversión y la búsqueda de una inversión ética.
El movimiento moderno por la inversión sostenible comenzó a ganar terreno a finales de los años 90 con el desarrollo de la inversión socialmente responsable que buscaba captar ese interés por invertir siguiendo criterios de carácter ético. Es en el año 1999, cuando se lanza el Dow Jones Sustainability Index, el primer índice mundial que sigue criterios de sostenibilidad, suponiendo un gran paso en la inversión sostenible. Pero el verdadero punto de inflexión, viene cuando la ONU presenta sus Principios para la Inversión Responsable (UNPRI) varios años después de la entrada del nuevo milenio.
Los criterios ESG abarcan diversos campos. Ahondando en cada una de las siglas que componen tales criterios, se puede ver qué implica cada una de ellas:
Ambiental: Se centra en los informes medioambientales y en el impacto ambiental de las empresas, así como en los esfuerzos realizados por las compañías para reducir niveles de contaminación o emisiones de carbono. Abarcaría la gestión de residuos, manejo del agua y el uso de otros recursos ambientales, por ejemplo.
Social: Se refiere a la mentalidad en el lugar de trabajo (por ejemplo: diversidad, administración, derechos humanos), así como a los vínculos establecidos con la comunidad (ciudadanía corporativa e iniciativas filantrópicas).
Gobierno corporativo: El gobierno corporativo se centra en el impacto que tienen los involucrados, ya que se relaciona específicamente con los accionistas y la administración de las compañías, al tiempo que aborda la estructura de los consejos, las remuneraciones de los directivos y los derechos de los accionistas. Abarcaría las remuneraciones, derechos de los accionistas y la relación entre accionistas y la administración de las compañías, por ejemplo.
Este tipo de inversión puede manifestarse de diversas formas, pudiendo ser a través de la exclusión ética, evitando aquellas compañías o industrias que se considere inaceptables ya sea para minimizar los perjuicios extra financieros o para promover un cambio que provenga de los mismos inversionistas, hasta la integración completa según criterios ESG, sobre cuya base pueden construirse carteras de inversión mediante la selección de los mejores activos en su clase a fin de maximizar los beneficios.
Si bien el movimiento por la inversión sostenible es nuevo en el ámbito financiero, su crecimiento ha sido rápido y su impacto ha trascendido los mercados.
El futuro de la inversión sostenible parece prometedor. Según el Instituto para la Inversión de Morgan Stanley, 65% de los inversionistas individuales espera que la inversión sostenible aumente en los próximos cinco años. Morgan Stanley también concluyó que los inversionistas pertenecientes a la generación de los millennials tenían casi el doble de probabilidades de invertir en empresas o fondos que establecen como objetivo resultados sociales o ambientales específicos.
La inversión socialmente responsable, es un tipo de inversión con un desarrollo prometedor y cada vez hay más productos que posibilitan al inversor particular, ganar dinero recompensando además la buena labor de las empresas adelantadas a su tiempo que cumplen con los requisitos ESG.
“Este modelo compartido ha sido muy popular en aplicaciones de alquiler como Airbnb.” NUEVA TENDENCIA EN LA VIVIENDA EN MÉXICO
oy en día el sharing en la vivienda se ha posicionado con fuerza, por lo que ha marcado una tendencia en las grandes urbes de México y el mundo.
De acuerdo con la plataforma de administración de condominios, Neivor, este modelo compartido ha sido muy popular en aplicaciones de alquiler como Airbnb.
Y en los bienes raíces están mirando como el diseño de un edificio que pueda cumplir con las expectativas del usuario. Por ejemplo, con amenidades y servicios como salones de yoga, salas de masaje, bares orgánicos (juice bars), bicicletas y salas de coworking, entre otros.
Según el estudio “Sharing + Real Estate” elaborado por Keys AM y Human Cit, esta tendencia permite en el sector inmobiliario:
Proyectos: usar espacios de manera diferente Personas: generar ingresos a partir de los activos que poseen o alquilan, como un dormitorio adicional Empresa: optimizar el uso del espacio
Las nuevas generaciones juegan un papel clave en el sharing de los edificios, según Neivor cada vez más los jóvenes querrán vivir y trabajar en espacios compartidos.
Son espacios que se apegan a los valores de su estilo de vida, como una mayor preocupación por el medio ambiente, donde los recursos comunes ayudan a disminuir la huella de carbono.
Por lo que este tipo de vivienda compartida, y en general la economía colaborativa, será posible por los avances tecnológicos y la transformación digital.
Ante esto, la plataforma de administración indica que este tipo de empresas, como la de ellos, permitirá garantizar los servicios y la gestión interna, esto a medida que la tendencia avance.
La economía colaborativa, se define como un modelo en el que los usuarios hacen uso de las nuevas tecnologías para prestar, comprar, vender, compartir o alquilar bienes y servicios.
Antes de la pandemia, 450 empresas se dedicaban a esta actividad en áreas como la vivienda, movilidad y crowdfunding.