Las tres albondigas y el Tenedor.

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EDITORIAL - AGUILARM




En el corazĂłn de la cocina vivian tres albondiguitas que eran hermanas. El tenedor siempre andaba persiguiĂŠndoles para comĂŠrselas. Para escapar del tenedor, las albondiguitas decidieron hacerse una casa cada una.


La mĂĄs pequeĂąa la hizo de espaguetis crudos, para acabar antes y poder irse a jugar.


La mediana construyó una casita de espaguetis a medio cocer, aun algo delgados y duros. Al ver que su hermano pequeño había terminado ya, se dio prisa para irse a jugar con él.

La mayor trabajaba en su casa de espaguetis bien cocidos, para que fueran los suficientemente gruesos y al tenedor le costará mucho trabajo intentar comérselos.


- Ya veréis lo que hace el tenedor con vuestras casas- riñó a sus hermanas mientras éstas se lo pasaban en grande.


El tenedor salió detrás de la albonguita pequeña y ella corrió hasta su casita de espagueti crudo, pero al tenedor le fue fácil botar su casa con un par de movimientos y así la casita de espagueti crudo se derrumbó.


El tenedor persiguió también a la albondiguita por la cocina, que corrió a refugiarse en casa de su hermana mediana. Pero el tenedor hizo un par de movimientos más que la vez anterior y la casita de espagueti a medio cocer derribó. Las dos albondiguitas salieron pitando de allí.


Casi sin aliento, con el tenedor pegado a sus talones, llegaron a la casa de la hermana mayor.


Las tres se metieron dentro y se escondieron entre los espaguetis lo más que pudieron. El tenedor se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Empezó a subir para intentar penetrar la gran montaña de espagueti. Pero la albondiguita mayor había hecho tanto espagueti que era casi imposible que llegara hasta donde ellas estaban escondidas.


El tenedor trato y trato desde la superficie pero simplemente era inĂştil, no las encontraba. Rodeo la casita de espaguetis por todas partes muchas veces mĂĄs queriendo encontrarlas y no pudo.


Después de tanto tiempo rondando sin tener éxito, el tenedor se dio por vencido y se fue de ahí a buscar comida que fuera mucho más fácil de atrapar.


AUTORA KARLA ALEJANDRA AGUILAR M. UNIVERSIDAD DON BOSCO GRUPO O3T LIC. TITO CAMPOS


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