

















Escrito por Ahtziry Farrach, Julio 2024
Inspirado en Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins
Creado para los 27° Juegos del Hambre: Play to Survive
Organizados por Mariana Fierro y Eduardo Antonio Sánchez


Escrito por Ahtziry Farrach, Julio 2024
Inspirado en Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins
Creado para los 27° Juegos del Hambre: Play to Survive
Organizados por Mariana Fierro y Eduardo Antonio Sánchez
Luke, solo Luke | D6
Masculino
Me llevaron a una sala, cerca del Edificio de Justicia. Los agentes no quisieron arriesgarse a entrar hasta que inspeccionaran completamente el lugar Mientras tanto, todavía esposado, me separaron de Jasper. Encerrándome Es todo tu culpa en una habitación oscura, rodeado de muchos agentes ¿Lo estarán interrogando igual que a mí?. "¿Cómo consiguieron volar la nave? ¿Quiénes fueron los involucrados? ¿Por qué motivos decidieron hacerlo?". Fueron las preguntas en un constante cuestionamiento. ¿Qué debía decir? ¿Qué diría Wagony? Él es hábil, él es el astuto de nosotros, no yo. Tú eres una puta zorra igual que tu madre. Dios, qué acabo de pensar. No hagas caso, continúa. Sin embargo, si está recibiendo este tipo de cuestionamientos, esperarán que nuestras respuestas sean las mismas. Decido romper el silencio con la información detallada del plan para poner en marcha el aerodeslizador a excepción de un detalle: yo fui el culpable, yo fui quien convenció a Jasper de volar —¿Quiénes fueron los involucrados? —vuelve a preguntar—. Te haremos la respuesta más sencilla, sabemos que Stacy fue parte —me dice, en su mirada me doy cuenta que saben por mi expresión que me he delatado.
—Ella no tuvo culpa de nada. Yo la… yo la manipulé para que hiciera lo que hizo —miento—. Ella nunca quiso. Fue todo mi plan, si van a castigar a alguien que sea a mí —en un profundo silencio, pienso que los he convencido. ¿Qué habrán dicho ellos? Esos estúpidos deberían estar muertos, por su culpa estoy aquí. Ojalá hayan dicho lo mismo que yo, sino, estarán fritos. Veo entrar a un chico, delgado, de piel blanca, cabello liso y negro, ojos oscuros. Una expresión desganada, como de asco en su cara, todo lo contrario a la pulcritud de su atuendo. Se nota el intento fallido de tapar sus ojeras, una leve sombra negra detrás de todo ese correcto. Es Gear
Quentyn.
—¿Aquí está tu muchacho? ¿qué crees que sea lo mejor? El jefe lo quiere muerto pero de todos modos irá a la Arena —dice uno de los agentes. ¿Entonces él es mi mentor? ¿Por qué él y no Lyra? ¿Quién es el encargado de poner a los mentores? Siento un enfado y un estrés, que comienzo a rasgar la madera de la silla en la que estoy sentado.
—Por mí que hagan lo que quieran, si quieren que lo maten antes de ir a la Arena, háganlo, igual va a morir como todos los demás. No tiene oportunidad —dice Quentyn, en cuanto menciona estas palabras, vienen a mí las imágenes de mí mismo siendo acuchillado.
—Pero es el hijo del Señor Stonehammer, un recono—Era, ¡Era! el hijo de ese hombre, ni me lo menciones.
—Muchacho, no hables así de tu padre. Mira, queremos ayudarte, estuvo mal lo que hiciste, fue estúpido, pero le tengo mucho aprecio a tu padre y no me gustaría que terminaras así por una travesura de niños.
—Tenías un futuro brillante, una pena que lo desperdiciaras así —añade otro agente.
—Mira, incluso él podría usar sus influencias, quizá para sacarte de-
—¿No lo oíste? ¿Qué acaso ninguno de ustedes lo escuchó? ¡No soy su hijo!, él mismo lo dijo.
—Lo dijo para no tener problemas con el Capitolio ni con el gobierno, estoy seguro que debe estar ideando un-
—No soy su hijo —digo e inmediatamente escucho una risa que interrumpe el intenso debate entre mi persona y los agentes de la paz.
—Eso no importa —Quentyn rompe al fin el silencio desde la esquina de la habitación donde observa todo el show—. No importa si su padre, su madre, su abuelo, amante, lo que sea, tiene algún tipo de influencias, dinero, poder, lo que tengas, es inútil —se detiene, pesando sus palabras—. No hay precio alguno que compre un escape de la arena —esas últimas palabras resonaron en mi cabeza, fueron dichas de una manera tan rígida, como una verdad pasada sin anestesia. Por la mirada de los agentes me doy cuenta que saben que lo que dice Quentyn es verdad y de alguna manera, no solo lo saben, lo han vivido. Luego veo a Quentyn, con sus atuendos finos y elegantes, no sé mucho de él pero sé que provenía de una buena familia y tenía riquezas aún antes de ganar los juegos. Si él no pudo escapar de este destino, mucho menos yo.
—Entonces no me llamen más por mi apellido, desde ahora llámenme Luke, solo Luke.
Hasta que ingresé al tren me quitaron las esposas. Aparte de Quentyn, también esta la chica del Capitolio que saca nuestro nombres de las urnas. Es muy gracioso el contraste entre nosotros y ella. Glamurosa y brillante mientras nosotros en colores neutros y sobrios. Observo como Quentyn toma el cuchillo, no puedo dejar de ver el filo pasar una y otra vez. En mi zona de la mesa, cada uno de los cubiertos ordenados a cada lado del plato, todo pulcro y ordenado. Ni quiera puedo mover los de su lugar así que solo los observo. Es muy bello y sería una lastima desordenado. —Come —me dice ella, tiene un trozo de espinaca en el diente—. Sé que debes estar preocupado por tu imagen ante el Capitolio pero no te preocupes, nuestro equipo se encargará de eso—. ¿Enserio cree que mi mayor preocupación es mi imagen ante el Capitolio? Pero necesito comer Levanto la muñeca, intentado tomar una cuchara, con una tensión en el pecho para hacerlo de la manera correcta, sino me veré raro repitiendo la acción más de una vez. Contengo mis impulsos, respiro profundo y exhalo hasta que lo logro.
Pasé intentando comer de la manera más amena posible, viendo a la ventana para poder encontrar un poco de paz. ¿Mi imagen? No suena mal, pues si de alguna manera quiero salir de ahí necesito patrocinios y eso solo lo obtendré con el favor de la gente. ¿Pero cómo después de destruir la bandera de Panem? Según mi mentor moriré desde el comienzo. En mi Distrito, no lo sé, dudo que les dejen
patrocinarme si acaso juntan el dinero. No me quieren en ningún lado. Los agentes intentaron ayudarme, se creyeron lo de que yo fui el culpable, entonces esa será la historia que contarán las noticias. Pero mi padre, digo el hombre que me engendró, con él no cuento y si no cuento con él menos con mi madre o mi hermano. Los Capitolinos me querrán muerto, la presidenta y los vigilantes también. ¿Cómo convenceré a todos de que fue un accidente? Eres un egoísta, egoísta Luke. Te importa más tu vida y tu imagen que la de tus amigos. Probablemente estén muertos, colgados de una soga o con un balazo en la cabeza. Aunque no deberías sentirte del todo mal si mueren, esta bien ser egoísta, ellos se lo merecen. ¿Qué? Odio tener todos esos pensamientos y no distinguir quién soy yo y quién es la otra voz. Ese sentimiento de culpa, de culpa, constante culpa. Culpa, culpa, culpa. Basta. Me detengo y por el rabillo del ojo me doy cuenta que Quentyn me observa un poco raro entre esos ojos rasgados Ni siquiera se distingue cuando cierra o abre los ojos. No se inmuta en preguntarme si todo bien, solo continúa comiendo.
—¿No crees que has tomado muchas copas de alcohol? —le digo después de ver como toma otra de champaña, es como la sexta ya.
—¿No deberías comer con la boca cerrada y no meterte en lo que no te importa? —se empina la copa, se levanta y se va.
—No es bueno que tengas una mala relación con tu mentor, no ahora que tu imagen-
—Él es el culpable, ¿por qué lo ponen si no le gusta mentorear? Es mi vida la que pende en juego y a él le vale. Ni Jasper es tan fresco como él.
—¿Jasper? ¿Él chico con el que te metiste en problemas? Una buena amistad no es.
—Si no tienes nada bueno que decir, mejor no lo digas, no sabes nada de él —ella me ve asustada e incluso yo mismo. Estaba enojado—. Lo siento —le digo, para seguir comiendo. Veo al horizonte otra vez, con mucha pena por lo que acaba de pasar. Cuando me suceden estas cosas, digo o hago algo vergonzoso no puedo evitar que haga nido en mi cabeza. Me lo recuerdo hasta tiempo después e intento encontrar una resolución, luego vuelvo a sobrepensarlo y a encontrar una solución para aliviar esa tensión, pero es una trampa porque se convierte en un ciclo sin fin que no me deja continuar mi día a día.
Mi vista todavía seguía enfocada en la ventana, viendo el paisaje a través de la rapidez de la velocidad. Ya íbamos pasando por zona fronteriza, una zona la comunicación no es muy buena. La señal se pierde y básicamente, estamos casi a nuestra suerte a excepción de la cabina del tren, donde están los conductores quienes sí se pueden comunicar con un radio. Siempre es así pero mantienen todo fríamente calculado, sin escapar ni un solo detalle. Mi boca se abre, muy leve pero atónito de lo que estoy viendo. No abro más los ojos y mi semblante, intento que mi semblante, sea normal a como estaba para que la chica del Capitolio, no lo note.
Un aerodeslizador está muy cerca del suelo, y de nosotros también. Entrecierro los ojos y puedo ver en el vidrio trasparente de la ventana a: Stacy No puede ser, es una broma. Asiente con la cabeza y me señala a la cabina de pilotaje. Wagony va con ella. Pero quién va de copiloto y quién está en la torre de control. Stacy me hace una señal con los labios que no alcanzo a leer pero con sus manos entiendo que me cubra. El vidrio se vuelve oscuro, así que no puedo verla más. ¿Que me cubra de qué? La respuesta a esa pregunta fue contestada en cuanto un disparo impactó en el tren. La chica del Capitolio grita y se mete bajo la mesa, la agentes de la paz que resguardan el tren alistan sus armas. Quentyn sale de su cueva sin saber que está pasando. Lo veo como loco con una aguja en sus manos y un elástico en su brazo. Se lo quita y esconde la aguja. Es un enfermo, pienso.
Tras más disparos veo como se tira al piso y cubre su cabeza, desconcertado. En sus ojos veo algo que no pensé ver: miedo. Así que también los vencedores lo sienten, aún después de ganar los juegos.
Veo a los agentes de la paz pero aunque están armados los veo un poco confundidos. Abren una puerta de emergencia en el techo y comienzan a disparar, fallando en cada tiro, por dicha. Mi corazón se acelera por la adrenalina y mis dedos, no hacen más que rasgar la fina tela de un sillón.
El grito de la chica del Capitolio cuyo nombre debería saberme, retumba en mis oídos. Veo la razón del por qué y es el agente de la paz ensangrentado en el piso del vagón. Quentyn toma el arma del piso y armándose de valor o es la adrenalina de buscar una forma de defenderse, le quita el traje al agente e intenta colocarse en una esquina y disparar hacia los aires, fallando igual. No puedes competir contra un aerodeslizador
El sonido de un vidrio roto nos alerta que han disparado en el lugar más peligroso, la cabina del tren. Quentyn se da cuenta y corre hacia el frente. Veo el espacio abierto del vagón y luego a la chica extravagante del Capitolio refugiada viéndome con ojos de angustia. Por un momento siento piedad pero decido no darle más vueltas, es solo mi toc queriéndome hacer sentirme culpable otra vez. Subo medio cuerpo y me apoyo sobre el tren en marcha. El aerodeslizador está más cerca, justo a unos cuantos metros arriba del tren, imitando la velocidad. Dejan caer un tubo metálico donde hay una base. Un chico al cual nunca había visto baja en él y me cede su mano para subir. Estiro la mano intentando tomarla, estoy a unos centímetros de llegar. Pero, si voy con ellos ¿a dónde iríamos? No hay nada más allá, tal vez al escondite de Wagony, pero sería arriesgarme y todo por su culpa otra vez. A sólo unos dedos de tocar la palma del chico que me espera y me arrepiento. El chico me ve extrañado y justo cuando me ve así, una fuerza desde abajo me jala de la otra mitad del cuerpo, justo de las piernas.
Pienso que es otro agente de la paz o incluso Quentyn, pero una vez impacto contra el piso del tren veo a la chica del Capitolio, asustada y temblando.
—No puedes, no puedes irte y dejarnos aquí —me dice entre nervios.
—¿Qué estás haciendo ahí parado? Ven rápido o nos vamos a estrellar —Quentyn me grita desde el vagón de conductores.
Corro hacia el frente y veo a ambos conductores muertos.
—Ponte estos lentes —me dice mientras me da un par de gafas que él también se pone. Se coloca en el asiento del conductor y yo en el otro. Me pide que toque algunos botones, lo cual, hago, me siento como si estuviera piloteando, solo que sobre rieles.
Mis sentidos se concentran en las indicaciones de Quentyn, esta vez no puedo tocar nada. No habrá otro accidente por mi culpa, no habrá otro accidente por mi culpa, no habrá otro accidente por mi culpa. Hago todo el esfuerzo posible hasta que por fin logramos detener el tren.
Ambos estamos cansados, sin creer lo que acaba de pasar. Ahora Quentyn toma la radio, intentando encontrar señal pero el tren tiene dañada muchas partes, incluso, el tablero tira chispas. Por fin el radio se enciende y Quentyn les cuenta lo que acaba de pasar junto con los detalles de nuestra ubicación. Perdemos la señal.
—¿Tú tienes algo que ver en esto? —me grita mi mentor
—Yo no —digo la verdad.
—¡¿Por qué solo tienes que buscar problemas?!
—Te lo juro, yo no.
—Primero, tu chiste de la cosecha, que parece que no estabas pensando las consecuencias de tal acto, ¡agradece que estás vivo! y que fueron buenos contigo y ahora esto, ¡esto! Me tratan como si fuera una estúpido niñero. Aparte que siempre me tocan tributos inútiles como tú, ¡jamás me había tocado una persona que acarrea consigo tantos problemas!
—No sé qué decirte. Es que no tuve nada que ver, en verdad lo siento —le digo en mi habitual tono sereno. Hasta yo mismo me sorprendo, pero es que no tengo nada más que decir, no quise hacerlo—. Fue Jasper —digo al fin. Él fue quien nos convenció a Stacy y a mí de volar el aerodeslizador a escondidas y es él quien va conduciendo el aerodeslizador que nos atacó. Quería rescatarme —Quentyn me queda viendo, serio y a la vez atónito. Posa ambas manos en sus ojos, cubriéndose como si acabara de decir lo peor del mundo.
Señala una cámara dentro del vagón.
—¿Es mi fin, cierto? Me matarán incluso antes de llegar a poner un pie en el Capitolio. Intenté escapar, las cámaras lo captaron.
—¿Y por qué no te fuiste?
—Me arrepentí a último momento.... quise hacer por una vez lo correcto —veo que Quentyn se restriega la sien.
—No sé porqué estoy haciendo esto —lo dice a regañadientes y no entiendo por qué. Aprieta un botón, no sé qué es pero emite un sonido en cuenta regresiva. Me toma del brazo y me lleva consigo, toma a la chica Capitolina y la tributo del 6 que casi no habla, a ambos nos jalan fuera del tren. Nos alejamos hasta que este explota y se prende en fuego. Destruyó todas las pruebas de las cámaras.
Mi viaje al extravagante mundo del Capitolio no fue tan glorioso como esperaba cuando tengo los nervios de punta y no puedo pensar en nada más. Es mucho mejor que nuestro Distrito, en arquitectura sobre todo. Se ve mucho más fino verlo en persona que en TV Nos llevaron en otro tren, siendo los últimos en llegar después de lo sucedido. Luego de nuestro rescate nos hacen preguntas a las cuales respondemos que nos atacaron, que pudimos detener el tren pero que este, debido a los múltiples impactos explotó y se prendió solo en fuego. Nos creyeron porque fue la versión de Quentyn. Nuestro equipo se puso manos a la obra conmigo en cuanto llegué. Me di cuenta que mi rostro era la sensación en todas las noticias, la gente hablaba de mí, para bien o para mal. Uno de mi equipo dijo que lo importante era que hablaran, que no pasara desapercibido, que esa es la buena publicidad y si nadie habla de ti, no sirve. Hablen bien o mal, lo importante es que hablen. No estoy seguro de estar completamente de acuerdo con ese concepto, pero mi equipo trabajó arduamente en crearme una personalidad para las cámaras.
Capitol TV, al cortar las transmisión en vivo, recortó y editó las imágenes para que fuese yo el único que apareciera como el “troublemaker” que impactó el aerodeslizador en el Edificio de Justicia y quien se ofreció como voluntario para evitar su catastrófico destino de castigo. El Fugitivo, me llamaron al principio pero después me crearon el pseudónimo de “El Rebelde”.
El accidente del tren, ni en broma lo publicaron. No podían decir que alguien se les había escapado del Distrito, en realidad más de dos, si contamos a Stacy y el otro chico que estaba con ellos en el aerodeslizador. Así que omitieron por completo esa parte e inventaron una excusa a mi llegada tarde al Capitolio. Por el incidente de las banderas, tuve que disculparme públicamente, alegando que jamás fue mi intención y que simplemente fue un error de cálculo pero que en realidad, mis verdaderas intenciones eran entrar triunfante a la cosecha para ofrecerme como voluntario y no ser olvidado jamás. Por supuesto que todos se tragaron ese cuento porque o el equipo de PR que tengo es demasiado increíble o los Capitolinos son muy fáciles de manipular. Sea por lo que fuera, me beneficia muchísimo.
Para seguir con la temática de la aeronáutica en nuestro Distrito, mi diseñador realizó un increíble traje metálico, es un aerodeslizador puesto en mí. Me veo elegante. Querían dejar volar aún más su creatividad y hacerme volar pero consideraron que sería muy sobreactuado así que solo añadieron unas chispas justo donde van los propulsores.
Pasé los días de entrenamiento aprendiendo todo lo que pude sobre mutos, supervivencia y practicando con armas: espadas, arco y flecha, tridentes, ballestas, cuchillos, etc. No pude hablarle a nadie aunque me quedé pensando en Danieliya, se ve que es una chica muy inteligente y alguien con quien podría formar alianza, pero no lo intenté.
Para mi sesión privada, me puse muy nervioso, incluso, tuve tantos pensamientos volando en mi cabeza que pensé que lo haría mal, pero supongo que me fue bien. Intenté no meterme en problemas. Solamente demostré mis habilidades construyendo un arma con cables, tornillos y tuercas. No sé si me sirva de algo.
Finalmente, llega el día de la entrevista. Me siento tan ansioso. Me veo al espejo y me siento completamente diferente Toca ese hilo, jala ese hilo, veo la tela, el diseño, ¡mi cabello! soy una mezcla entre la elegancia y la rebeldía. Todo lo opuesto a mí, no me considero vulgar pero no alguien que le gusta llamar la atención de todos pero ahora lo soy Los ojos de la gente están sobre mí, soy el chico rebelde que todos aman. Si ellos supieran quién soy en realidad, ¿me seguirían amando?. Mi personalidad ante todos era tan extrovertida y juguetona, con un toque entre malévola y seria, mientras mi yo real, hecho un ovillo en lo más profundo de mi ser.
La chica linda que siempre hace las entrevistas me llama después que pasa la tributo del 6, es mi turno, debo hacerlo bien, más que bien, excelente. La entrevistadora es una jóven blanca y pelirroja, con unas preciosas pecas en su nariz y mejillas. No puedo dejar de verlas y comenzar a contarlas. Cálmate, pienso. No las veas. Pero son esas pequeñas manchas, miles de ellas las que me obligan a contar. No en este momento, nos ve todo el mundo. De repente, la imagen de algo horrible y muy vergonzoso viene a mi cabeza, intento guardar la calma. Yo no pensé eso, yo no soy así. Cálmate, cálmate. Es solo un pensamiento. Se ríe y mueve sus labios.
—¿Cómo te ha parecido el Capitolio? Creo que te comió la lengua el gato —se ríe otra vez junto con todos los del público. Dios, no escuché qué dijo, ¿cuánto tiempo me quedé así?
—Increíble, me encanta todo, sobre la gente —guiño un ojo con un tono coqueto hacia el público. Acomodo el cuello de mi chaqueta de cuero.
—Un viaje muy placentero me supongo, en los trenes hechos por las propias manos del Distrito 6, señores —menciona Natasha. Me aterro un poco, ¿sabe algo?
—Ni más, ni menos que por nosotros, las mejores manos. Y… sí, Natasha, un viaje demasiado placentero —respondo a su pregunta de manera natural pero con un toque de sarcasmo al final que de todos modos, nadie va a notar.
—Pero supongo que prefieres más volar, ¿no? —me dice entre risas y bromas, guiando la conversación hacia el incidente.
—Sí, ¿cómo adivinaste? —respondo con muchísima ironía, ella se echa a reír
—Intuición —me dice.
—¿No quieres volar conmigo alguna vez? Te llevaría a donde tú quieras.
—Ja, ja, ja —ella se sonroja—. No si te estrellas en un edificio, no.
—Estarías a salvo conmigo.
—Tengo un video que muestra lo contrario —dice echando a reír otra vez al igual que el público—. Pero ya, basta de ñoñerías, la verdadera pregunta es ¿qué pasaba por tu mente cuando hiciste, bueno, lo que hiciste?
—No lo sé, en realidad no lo sé, solo desperté y dije, hagamos que esta cosecha sea inolvidable. Quería participar, ofrecerme como voluntario.
—Para dejar en alto el apellido de los Stonehammer, por supuesto y quedar en el museo de los vencedores como el gran “Luke Stonehammer”.
—Amm… Sobre eso, creo que me gusta más Luke, solo Luke —Natasha me mira extrañada y es que también quitaron de la cinta la parte que en mi padre me deshereda completamente. No podrían mostrar la imagen de un chico a quien ni su propio padre lo quiere. Natasha, de una manera muy educada, no indaga más sobre esta cuestión.
—Luke, entonces, solo Luke. Muchas gra-
—En realidad —me lo pienso por un momento—. Tengo algo más que contar —digo contorneando una sonrisa picarona, recordando las palabras de mi equipo: hablen bien o mal, lo que importa es que hablen.
—Creo que el público tiene hambre de chisme.
—Uhh… todos amamos el chisme.
Cuento todo, ¡todo!, con todo y lujo de detalle. Desde la guarida de Jasper, su plan para sacar el aerodeslizador, su plan para manipular a Stacy y sí, también la parte que en que le gusto (lo siento, Stacy, digo a la cámara) pero que Jasper quería que jugara con sus sentimientos, yo negándome rotundamente por supuesto. Stacy y Jasper sospechosos el día de la cosecha y cómo al final acepté ir con ellos. Conté cómo burlamos toda la seguridad, los planes de Jasper para huir, que salimos de Panem (escucho los suspiros de asombro de la gente), que hay nada más afuera más que sequía, nuestro regreso, la perdida de contacto con la torre de control (Stacy) mi accidente con el botón rojo, y todo lo demás que ellos vieron en pantalla solo que mi padre, el Señor Stonehammer, exagente de la paz (sí, que lo sepan todos) no me reconoce más como su hijo y que en realidad fue Jasper quien me inspiró a venir como voluntario de los juegos, luego, no subí directo al tren, sino que me interrogaron los agentes (no conté que también intentaban ayudarme, no puedo ser tan maldito, no con ellos) y que les mentí a los agentes en su cara. Les conté de Quentyn y lo que opino de él, sobre su carácter y hasta sobre su ropa. Lo que verdaderamente fue el viaje en tren, a Stacy en la ventana, los disparos, las muertes, mi casi huída y cómo mi mentor y yo detuvimos el tren.
—Corta, corta la transmisión ahora —dice Quentyn a uno de los muchachos que está en el área de producción.
—¿Por qué? Mira el rating, todos en el Capitolio lo están viendo, lo que está diciendo es oro.
—¡Corta! el chico está enterrando su propia tumba. —Tranquilo, igual no van a matar a un chico un día antes de la arena, lo despedazarán los demás tributos, aparte, creo que a la presidenta le gustará oír esto.
En realidad, lo que Quentyn temía era que revelaran su osado atrevimiento de explotar el tren. Sabía perfectamente que la presidenta y el vigilante estaban escuchando, ¿qué le harían si se enteran? Otra jugada sucia más por un torpe chico que no sabe las graves consecuencias que se ejecutan en los lugares más oscuros de Panem.
Y luego de que detuvimos el tren, estaba tan destruído que el tablero emitió una alarma, tuvimos que salir de inmediato y mi mentor, Quentyn, fue un héroe quien nos llevó a pesar de las rebeldías de mi ex amigo Jasper, afuera del tren, sanos y salvos antes de que la explosión ocurriera. Termino. No hubo bulla, ni un aplauso, ni un respiro. Natasha apenas y pudo romper la tensión, despidiéndose de mí y deseándome un: gracias por estar aquí;gracias a ti, dulzura, fue lo que respondí.