PANDEMONIUM por Cristian Vázquez

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PANDEMONIUM Cristian M. Vรกzquez

H. Garetto Editor



PANDEMONIUM Cristian M. Vรกzquez



Ilustración de tapa: Nicolás Sara Diseño de tapa e interiores: Horacio J. Garetto

Contacto con el autor: adayinthelife@hotmail.com.ar



VIVIR PARA VER Ya está decidido. Me voy a Europa. ¿Para qué quedarse en esta ciudad, en esta provincia, en este país? ¡Aquí no hay futuro! ¡No hay esperanza! ¡Lo único que reina es la incertidumbre! Necesito respirar aires nuevos. Despejar mi cabeza. Comenzar una nueva vida. Mañana es el gran día. Me voy a Europa para nunca más volver. Ya armé las valijas. Ya tengo el pasaje. No hay marcha atrás. El cohete sale a las 9AM de la dársena diez. ¡Europa, cuarta luna de Júpiter, allá voy!


METÁFORAS Como un santuario improvisado al costado del camino. Como un derrame de petróleo en el mar. Como un autorretrato al óleo que no se parece en nada a su autor. Como un asesino serial nunca jamás descubierto. Como un obeso que adelgaza de golpe y al poco tiempo vuelve a engordar. Como los créditos finales nunca leídos al término de una película en el cine. Como un rey desesperado incapaz de engendrar hijos varones. Como un ciego parpadeando en la oscuridad. Como un yeso de pierna fracturada, cubierto de anotaciones y leyendas multicolores. Como una fotografía en blanco y negro en la que todos están muertos menos uno. Como un libro subrayado en su totalidad. Como un accidente de tránsito del que salimos milagrosamente ilesos. Como medicamentos vencidos, mirándonos resignados desde el fondo de un cajón. Como esos pensamientos sexuales que surgen cada vez que me cruzo con un grupo de monjas benedictinas. Como un billete nuevo, bruñido, reluciente, despojado de suciedades y manoseos. Como el arbolito de la esquina, empeñado en crecer torcido. Como una mano de recién nacido aferrada a un gigantesco dedo materno. Hoy me desperté con un puñado de metáforas. Las veo por doquier, vibrando al ritmo acompasado del adverbio “Como”. Sólo me falta todo aquello que les da sentido, significado, razón de ser.


EVANGELIO APÓCRIFO Jesucristo, en Cafarnaúm, sanando la fiebre de la suegra de Pedro. Jesucristo, en Betania, resucitando a Lázaro. Jesucristo, en Betsaida, sanando a un ciego. Jesucristo, en Caná, predicando en una sinagoga. Jesucristo, en Jerusalén, curando a diez leprosos. Jesucristo, en Gerasa, expulsando a un demonio. Todo en un mismo día. A la misma hora. “De tal palo, tal astilla”, dirá alguien. De papá Dios heredó la omnipresencia.


LAS PUERTAS SE ABREN Él viaja en el último asiento del colectivo, las manos sobre el regazo, la mirada perdida en el paisaje que se precipita tras la ventanilla. Ella espera sola en la próxima parada, junto al cordón de la vereda, con un cigarrillo en los labios y una valija aferrada en la mano. Él tiene un leve sobresalto al percibir que su punto de destino se encuentra a menos de una cuadra de distancia. Se incorpora presuroso y toca el timbre de la puerta trasera. Ella ve acercarse el colectivo, arroja el cigarrillo a la calle y extiende su brazo derecho en clara señal de que el vehículo se detenga. Ellos no se conocen. Nunca intercambiaron palabra alguna. Ignoran plenamente la existencia del otro. Y sin embargo son el uno para el otro. Con sólo verse se enamorarían perdidamente y cambiarían el destino de sus vidas. Pero esa felicidad no sucede. Las puertas se abren. Él baja. Ella sube. Es lo más cercano que estarán en toda su vida.


APOCALYPSE NOW El cielo se ti帽e de rojo sangre. Caen las primeras gotitas de fuego. Se desata el diluvio que trae el final. El pron贸stico del tiempo se equivoc贸. La Biblia no.


CELOS Me encanta observarla desde la cama cuando se levanta, con el pelo revuelto y los ojos legañosos, vistiendo esa remerita vieja que le queda tan corta, agujereada por todas partes. Me fascina cuando bosteza como un oso feroz estirando sus brazos aún entumecidos, despidiendo ese aroma intenso desde lo más recóndito de sus axilas. Me gustan sus primeras palabras del día, con ese tono de voz áspero y seco, monocorde y malhumorado, y su aliento tibio y amargo al besarme en la mejilla. Me enloquece escucharla en el baño, cepillándose los dientes y haciéndose buches estrepitosos, preparando el agua para la ducha y saciando esa necesidad incontenible de vaciar la vejiga contra el agua expectante del inodoro. Me seduce escucharla estornudar y soplarse los mocos, y después oír el comienzo de su canto-tarareo desafinado de alguna canción que suena en la radio mientras se baña a las apuradas. Me embelesa mirarla cuando se seca el pelo, se pinta las uñas y le saca las primeras chupadas a la bombilla del mate, todo a un mismo tiempo. Me subyuga escucharle un leve eructo luego del desayuno tragado al paso y también su serie de insultos y groserías al mirar la hora y comprobar que una vez más se le está haciendo tarde. Me pone mal cuando se maquilla, delineando con pericia sus ojos negros y resaltando el volumen de sus labios siempre turgentes. No me gusta nada cuando el pelo le queda como ella quiere y detesto cuando se pone esas medias transparentes que realzan la belleza de sus piernas trigueñas. Sufro a horrores al contemplarla con el trajecito color azul-francia, radiante sobre el cuerpecito de abeja reina. Me dan ganas de llorar cuando me abraza casi por protocolo mientras me asegura que “Al mediodía nos vemos. Cerrá todo con llave, ¿sí?”. Me muerdo las muelas y tiemblo de angustia al verla cerrar la puerta de casa detrás de sí, sufriendo escalofríos irracionales al constatar la certeza de su ausencia. Me consumen los celos. Visualizo traiciones. Quizás hoy es el día en que me engañe para siempre con otro, con otros, con todos.


COITO INTERRUPTUS Es el momento perfecto. Es mi arquetipo de momento perfecto. Estamos desnudos, en la cama revuelta. Nuestros cuerpos enlazados. Unidos. Y en ebullici贸n. Cada caricia, Cada gemido, Cada sonido, Llega en el instante justo, En el momento indicado. No quiero arruinarlo. No quiero que acabe. Hago un esfuerzo para contenerme, Para retardarlo, Para evitarlo. No puedo. Rompo la armon铆a. Estornudo.


MEMORIA Abro "Mis Memorias" y las pรกginas estรกn en blanco. No hay nada que leer. Regreso a la biblioteca. Abro "Mis Olvidos". Tiene 3650 pรกginas de texto. Y sรณlo es el Tomo Uno de la colecciรณn.


LO HICIMOS Lo hicimos en su cama, en mi cama, en la cocina, y en la sala de estar. Lo hicimos en un ascensor, en una azotea, en un terreno baldío y en dos o tres plazoletas. Lo hicimos en una piscina de hotel, en una playa desierta, en el probador de un negocio de ropas y en una calle oscura, apoyados contra un árbol. Lo hicimos en el auto, en un restaurante, en un campo bajo la lluvia y en una casa vacía, durante unas vacaciones. Lo hicimos en moteles, en recitales de rock, en hospitales y hasta en una biblioteca pública. Lo hicimos en el cumpleaños de su sobrinito, en el funeral de mi tío, en la graduación de su hermana y en la fiesta de casamiento de mi prima. Como pueden ver, lo hicimos en todos lados. A la hora de pelear, discutir o reñir, cualquier lugar nos viene bien.


EL APRENDIZ El aprendiz de Jesucristo ingresa a la pescadería. Una multitud hambrienta lo espera en la calle. Pregunta precios. Medita durante unos minutos. Compra dos pescados. Paga con monedas de bronce y da las gracias. Bajo la puerta de entrada pronuncia una frase ininteligible Arameo deficiente. La consabida “Multiplicación de los peces” se le va de las manos. La montaña de escamas y aletas crece de manera incontenible. El peso del milagro se vuelve intolerable. La avalancha es un hecho. El aprendiz de Jesucristo sucumbe bajo la caída. Los empleados de la pescadería se santiguan estupefactos. Uno de ellos, con un hilo de voz, musita entre dientes: “Murió por nuestros pescados”.


PRINCIPIO DE LOCURA Sábado 7 de noviembre de 2009, 7:32 AM. Lista de cosas que veo desde mi ventana: Cinco árboles. Tres automóviles estacionados. Un perro olfateando una bolsa de basura. La vecina de enfrente barriendo la vereda. Dos bicicletas atadas con candado. Un tentáculo enorme, verdoso y gris, elevándose furioso hacia el cielo, retorciéndose sobre sí mismo, abriendo y cerrando sus horrendas ventosas negras…


LITERATURA GAY La literatura según la visión de algunos homosexuales: - ¿Dante y Virgilio? - Gays. - ¿Don Quijote y Sancho Panza? - Gays. - ¿Sherlock Holmes y el Dr. Watson? - Gays. - ¿Martín Fierro y el Sargento Cruz? - Gays. - ¿Samuel Johnson y Boswell? - Gays. - ¿Kafka y Max Brod? - Gays. - ¿Los tres mosqueteros? - ¡Ménage à trois de gays!


ASISTENCIA PERFECTA - ¿Agorafobia? - ¡Presente! - ¿Astrofobia? -¡Aquí! - ¿Decidofobia? - ¡Presente! - ¿Entomofobia? - ¡Aquí! - ¿Ergofobia? - ¡Presente! - ¿Claustrofobia? -¡Claro que sí! - ¿Aracnofobia? - ¡Por supuesto! - ¡Hematofobia! - ¡Aquí! - ¿Balonefobia? - ¡Presente! - ¿Antropofobia? - ¡Aquí! Hoy mis fobias tienen asistencia perfecta. Se mueren por acaparar la atención. Ya me sudan las manos. Será una jornada inolvidable.


INSPIRACIÓN El redactor de necrológicas llega al diario. Se siente inspirado. Comienza a escribir. Mata a medio mundo.


EL ORGASMO Gime, se retuerce, se muerde los labios. El clítoris erecto como nunca antes en su vida, incandescente, vibrátil ante cada espasmo pélvico. Los músculos vaginales contrayéndose salvajes. María enloquece de placer. El Espíritu Santo sabe lo que hace.


LUNA El muchachito, empalagado por un romanticismo que le ablanda el corazón, cae en un lugar común que no lo avergüenza. Está enamorado, y puede decir cualquier cosa: -Por vos hago lo que quieras, mi amor- dice a mitad de la noche, recostado en un banco de la plaza. La noviecita le hace un mohín de ternura. Lo besa. Le acaricia el flequillo. Le dice que no es necesario que haga nada. -¿No me creés?- replica él, y con un tonito entre divertido y desafiante dice: -¿Ves la Luna en el cielo? Es tuya. Te la regalo. La muchachita está a punto de soltar una carcajada cuando de improviso un séquito de hombres trajeados de gris se materializa en el aire. Uno de ellos se acerca a los enamorados y anuncia: -Somos abogados del multimillonario ruso Roman Abramovich. Lamento informarles que la Luna ya tiene dueño. Nuestro representado acaba de regalársela a su novia Dasha Zhukova en una operación inmobiliaria sin antecedentes, pagando una mega fortuna en petrodólares. De manera que lo intimamos a retractarse públicamente frente a su joven pretendiente antes de que tomemos medidas extremas. El muchachito traga saliva. Su novia lo mira como esperando una respuesta. Finalmente le dice que no se enoje. Que mañana le compra algo.


MUJERES Alicia, adicta a los alucinógenos. Varias veces internada por sobredosis. Gretel, bulímica. Grandes atracones de chocolate seguidos por grandes vómitos inducidos. La Bella Durmiente, víctima de narcolepsia, durmiendo a solas en cualquier rincón del palacio. Caperucita Roja, zoófila incurable, encamándose lujuriosa con manadas enteras de lobos feroces. La Cenicienta, en silla de ruedas, resistiéndose a usar sus exclusivos zapatitos de cristal. Blancanieves, divorciada por séptima vez, obesa, repleta de hijos enanos. No me digan nada. Ya lo sé. La culpa es de los hombres.


24 HORAS DESPUÉS... Le temen a la muerte. Y mueren. 24 horas después un científico anuncia la invención de una fórmula para ser inmortales. El elixir de la inmortalidad ya es un hecho. ¡Pobrecitos los muertos! ¡Muertos! ¡Muertos para siempre!


NATALIA Abrir (Natalia) los (Natalia) ojos (Natalia). Abandonar (Natalia) la (Natalia) cama (Natalia). Cepillarme (Natalia) los (Natalia) dientes (Natalia). Parpadear (Natalia) unas (Natalia) dieciocho (Natalia) veces (Natalia) por (Natalia) minuto (Natalia). Inhalar (Natalia) y (Natalia) exhalar (Natalia) aire (Natalia) de (Natalia) los (Natalia) pulmones (Natalia). Vestir (Natalia) mis (Natalia) peores (Natalia) ropas (Natalia). Desayunar (Natalia) algo (Natalia) rĂĄpido (Natalia). Caminar (Natalia) rumbo (Natalia) al (Natalia) trabajo (Natalia). Trabajar (Natalia). Trabajar (Natalia). Trabajar (Natalia). Volver (Natalia) a (Natalia) casa (Natalia) cabizbajo (Natalia), silbando (Natalia) bajito (Natalia). Sucumbir (Natalia) al (Natalia) encanto (Natalia) de (Natalia) las (Natalia) pequeĂąas (Natalia) cosas (Natalia). Mirar (Natalia) el (Natalia) cielo (Natalia) estrellado (Natalia). Respirar (Natalia) de (Natalia) verdad (Natalia). (Son algunas de las actividades planeadas para hoy por el Hombre Que No Puede Dejar De Pensar En Ella)


EL ORIGEN DE TODO Retrotraerme al primer encuentro, al primer contacto. Peregrinación nebulosa al pasado. Viaje ligero y tibio como un sueño. ¡Ahí estoy! ¡Ahí me veo! ¡El origen de todo! Papá mojando mi chupete en un vaso de vino tinto. Sus amigos festejándole la gracia en el bar del Club. ¡Mmmm, qué rico! ¡Me brillan los ojitos! Bebé a bordo, bebiendo.


COPYRIGHT Descargo la Biblia de una página Web. El Espíritu Santo me reclama el derecho de autor.


EL DESTRUCTOR DE MUNDOS Ahí están todos. Gran concurrencia gran: La mujer que le habla a las plantas de los pies. El hombre que besa a las estatuas. El niño que cuando sea grande deseará ser niño de nuevo. La maestra de colegio primario que se encariña demasiado con sus alumnos y no los deja pasar de grado, reteniéndolos un año más. El médico que se niega a colgar reproducciones de Monet o Van Gogh en las paredes de su consultorio, prefiriendo las imágenes truculentas de El Bosco. El nadador de aguas abiertas que poco a poco se vuelve hidrofóbico. La adolescente que se masturba con furia frente a los escaparates que anuncian liquidaciones de ropa. El hombre que se tatúa y dice “Esta vez es en serio, es el último tatuaje que me hago”, y al poco tiempo vuelve a que le rellenen con tinta ese espacio de piel libre que tanto lo angustia. El boxeador retirado que vive con sus puños cerrados porque "¿Qué será de mis puños cuando abra mis manos?" Los Testigos de Jehová que llaman a la puerta de casa y no se van, no se van y no se van hasta que alguien se digne a atenderlos. La mujer que finge orgasmos en lugares públicos tan sólo porque está obsesionada con esa escena de Meg Ryan en el film “Cuando Harry conoció a Sally”. El imitador de John Lennon, que busca con desesperación a una persona que se parezca a Mark David Chapman, para que suenen clones de aquellos malditos disparos en New York y la imitación sea perfecta. La señora que dice haber sido Nefertiti, Leonor de Aquitania, Lady Godiva, María Antonieta y Brigitte Bardot, en sucesivas vidas anteriores. Y no hay manera de hacerle entender que Brigitte Bardot aun está entre nosotros. La prostituta que no besa en la boca, ni hace fellatios ni se deja penetrar, porque su ejercicio del sexo carnal se encuentra en un plano mucho más elevado del resto de los mortales. El anciano que grita “¡Judas!” cada vez que se siente traicionado por alguien. Aunque sea en situaciones insignificantes. Por ejemplo: Cuando un mozo de restaurante le trae un plato equivocado, que él nunca pidió y…“¡Judas!” resonando en el aire. El hombre que dice llevar una mujer dentro de su cuerpo, que a su vez contiene a una lesbiana, que a su vez contiene a un transexual, que a su vez contiene a un bisexual. Una suerte de Muñeca Rusa omnisexual.


Y presidiendo la mesa, hablando para todos, pero sobre todo para él mismo porque nada le gusta más que escuchar su propia voz insomne, el más loco de todos, el tipo de anteojos al que le faltan varios caramelos en el frasco, el que no tiene todos los patitos en hilera, el que reconoce la ausencia de varios jugadores en su Club Atlético Mental y admite sin tapujos la existencia de varias baldosas flojas en la cabeza. No le llega el agua al tanque, bah. El ascensor se le traba entre el cuarto y quinto piso: El destructor de mundos.


ADÁN, EL PRIMER HOMBRE “La monogamia no es para mí”, susurra Adán escondiéndose de Eva, y, con las manos cubiertas de sangre, le dice al cielo: “Toma, te ofrendo otra costilla”.


MICHAEL SULLIVAN, ¿ACTOR? Michael Sullivan y su infructuoso intento de actuar en algún capítulo de la segunda temporada de la serie “Twin Peaks”. Michael Sullivan y su frustrado esfuerzo de formar parte del hilarante elenco secundario de “Seinfeld”. Michael Sullivan rechazado tajantemente del primer casting de “ER Emergencias”. Michael Sullivan expulsado del set de “The X-files” por un comentario subido de tono a la actriz Gillian Anderson. Michael Sullivan olvidando la letra de su pequeño e intrascendente parlamento durante el ensayo de la serie “Friends”. Michael Sullivan golpeado en el rostro por Richard Dean Anderson tras una escena que nunca salió al aire de “Stargate SG-1”, cuarta temporada. Michael Sullivan audicionando inútilmente una y otra vez para las series “Millenium”, “That '70s Show”, “Sex and the city” y “Band of brothers”. Michael Sullivan rechazado del proyecto piloto de la serie “Lost” por no comprender el sentido de la trama. Michael Sullivan, quedando absolutamente fuera de todo. Michael Sullivan, un actor fuera de serie.


ADÁN, EL PRIMER HOMBRE II Dios crea al primer hombre. A su imagen y semejanza. Por un instante efímero y fugaz, ese primer hombre es Dios. Es decir, por un instante que dura milésimas de segundos, Adán comparte las virtudes sobrenaturales del Creador: es Todopoderoso, Omnisciente y Omnipresente. Adán puede ver el futuro. Ver la expulsión del paraíso. Ver a Caín asesinando a Abel. Ver a Judas traicionando a Jesús. Ver a los hombres asesinando a otros hombres. Ver la destrucción minuciosa y pormenorizada de cada rincón del planeta. Por un instante, efímero y fugaz, Adán sopesa las ventajas de una posible vasectomía.


MEMORIA SELECTIVA Es extraño. Recuerdo a la perfección cada uno de los versos del “Poema de los dones”, de Jorge Luis Borges. Sé de memoria la pronunciación en inglés de la letra “Dig a pony” de The Beatles. Conozco detalles minuciosos de la explosión del Transbordador Espacial Challenger en enero de 1986. Sin equívoco alguno puedo mencionar a cada uno de los integrantes de la Primera Junta de la Revolución de Mayo de 1810. Puedo recitar con ojos cerrados la formación completa de Colón de Santa Fe, campeón del torneo nacional B de fútbol en 1995. Recuerdo toda la trama de un capítulo de la serie “McGyver”, en donde Richard Dean Anderson se enfrenta a una increíble invasión de hormigas. Aún hoy puedo rememorar esa jugada magnífica de Michael Jordan volando en el aire (y volando de fiebre) en la serie de playoffs contra los Utah Jazz de Kart Malone. Puedo recitar en voz alta el parlamento casi completo de la voz en off de Sean Penn durante el filme "The Thin Red Line". Recuerdo al dedillo la tablatura para guitarra de “Under the bridge” de los Red Hot Chili Peppers. Puedo enumerar la totalidad de los lantánidos y actínidos de la Tabla Periódica de Elementos Químicos. Y es extraño. Puedo recordar todo esto. Puedo recordarlo con precisión milimétrica. Pero ya no recuerdo su rostro, su lejano rostro de mujer adolescente. Día tras día sus rasgos se han perdido en una nebulosa. Su imagen se desvanece con el paso del tiempo. Y ya no sé si alguna vez fue real.


SANTERĂ?A La santerĂ­a de la esquina se incendia. Velas, sahumerios y esencias naturales arden bajo el fuego sagrado. La esquina se llena de bomberos, vecinos, santos, y angelitos llorones.


LA PAREJITA MODERNA La parejita moderna perpetra matrimonio. Se van a vivir juntos aunque lo ideal, para ellos, sería vivir en casas separadas. “Sartre y Simone de Beauvoir vivían a una cuadra de distancia. Y esa libertad individual no afectó a la pareja”, dice ella. “Teníamos pensado imitarlos y vivir cada uno en su propia casa. Pero el factor económico fue predominante y no nos alcanzó para comprar dos casas”, reconoce él. Sin embargo, la tolerancia y la libertad persisten en la mente de los recién casados. El amor que se profesan se resiste a sucumbir ante los peligros del hartazgo conyugal. “No hay que guardarse nada.”, dice ella. “Hay que manifestar lo que se siente sin temor de molestar al otro. Expresar abiertamente los gustos y preferencias individuales buscando siempre el bienestar de la pareja”. Poco a poco, la parejita moderna hace gala de su llamativa doctrina. Compran dos alacenas; una para él, otra para ella. Dos heladeras; una con los alimentos de él, otra con los alimentos de ella. Dos camas en dos habitaciones separadas (si alguno está de malhumor se acuesta en su respectiva cama y deja al otro en paz). Dos televisores. Dos juegos de sofá. Dos baños. Dos autos. Entrar a la casa de la parejita moderna es entrar en dos casas a la vez. Todo por duplicado, pero con sutiles o notorias diferencias, según el caso. ¿Acaso la parejita moderna ha descubierto el secreto de la convivencia armoniosa bajo un mismo techo? No. Porque aunque resulte irónico, la dualidad de cosas y objetos que los rodea les hace tomar cabal conciencia de lo poco que tienen en común. Los gustos son tan disímiles entre sí que gradualmente se vuelven insoportables, tangibles y palpables en exceso. La epifanía mortal no tarda en llegar: No son el uno para el otro. No son tal para cual. Eso de que los polos opuestos se atraen no es verdad. O no lo es a la hora de entablar una relación a largo plazo. ¡Ya ni siquiera comparten la misma plancha! El amor de la parejita moderna se enferma, palidece, agoniza. De común acuerdo resuelven el divorcio. Deciden separarse en buenos términos. Al menos la división de bienes no es un lío.


ESPACIO PARA PUBLICIDAD Clavos de bronce reforzado: 100 denarios. Taparrabos romano: 150 denarios. Corona de espinas: 75 denarios. Cruz de madera, en forma de “t” minúscula: 380 denarios. Descender a los infiernos, resucitar de entre los muertos, ascender a los cielos y sentarse a la derecha de Dios Padre Todopoderoso: no tiene precio. Hay cosas que el dinero no puede comprar. Para todo lo demás existe…


ELLA Y SUS CARAS Llego a casa. Entro al dormitorio. -¿Cómo estás?- le pregunto. Y me responde con una carita triste. -¿Se puede saber por qué?- le exijo. Y me responde con una carita de “¿Qué te importa?” -¿Por qué me tratas así?- imploro. Y con una carita de fastidio me dice todo. No me doy por vencido e insisto. Y ella responde cada vez peor. Me pone caritas de desprecio, de desdén, de indiferencia. Hasta me saca la lengua en una de ellas. Al final se harta y se va de la habitación. Me deja solo, absolutamente solo, el suelo repleto de emoticones.


PRIMER DESENGAÑO No puedo dejar de mirarla. Tengo 9 años y estoy en el aula de 4to grado “A”. La luz que entra por la ventana cae como un rayo divino sobre su banco, que resplandece como oro. Me gusta su peinado atado con dos colitas, la forma en que el guardapolvo blanco se ajusta a su cintura y los pliegues creados bajo la martingala inmaculada. Al escribir inclina levemente el cuello hacia la derecha y me regala toda la belleza de su perfil trigueño. Cecilia es preciosa, perfecta, pura. Es como esas muñequitas disfrazadas de bailarinas que vienen dentro de las cajitas musicales. No me canso de mirarla. La veo guardar sus lápices en la cartuchera, la veo cerrar su carpeta con manos gráciles, la veo erguir un dedo y meterlo violentamente en su nariz. No lo puedo creer. Cecilia escarba en el interior de su fosa nasal. Se saca un moco tremebundo que, a pesar de la distancia, puedo ver claramente desde mi pupitre. Cecilia mira el moco clavado en el dedo, humedece los labios con la lengua, abre la boca y… Cierro los ojos. ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste, mi amor?


VENAS “Mañana me corto las venas”, les dije a mis amigos. “¿Por qué?”, exclamaron ellos, “Si así te quedan tan lindas”. Me dejé convencer. Desde entonces las uso largas, casi arrastrándolas por el piso.


EL DISFRAZ No sé qué ponerme para ir a la fiesta de disfraces. Ante la duda, se me ocurre asistir como Dios me trajo al mundo: sucio, desnudo, húmedo y enrojecido. No me dejan entrar. Llaman a la policía. Me largo a llorar como un recién nacido.


RIDÍCULO ¿Cómo que del ridículo no se vuelve? ¿Qué hago con mis pasajes de ida y vuelta, ida y vuelta, ida y vuelta, ida y vuelta…?


NARIGĂ“N Llego a la ciudad de los desnarigados. Me proclaman Rey.


SANTO POR UN DÍA Jamás sané a un leproso. Nunca le devolví la vista a un ciego. Levitar no es una de mis cualidades. Aborrezco el ayuno. Mis manos y pies nunca presentaron estigma alguno. No rezo desde hace años. Jamás me sometería a ningún tipo de martirio. Hace tiempo me convencí de que no soy un buen tipo. No regalo bondad. En mi cabeza una aureola dorada brilla por su ausencia. El pecado me visita varias veces al día. Sin embargo, hoy presencié, oficié, (¿realicé?) un milagro divino: Ella. Desnuda. En mi cama. Nos elevamos en éxtasis. La habitación aún huele a violetas y lirios.


Quizás sea un atrevido el joven éste que escribe tantas cosas juntas. Un audaz, un impetuoso cuasi místico, lleno de vulgaridades que de tan excéntricas son originales. O geniales. Viajero incansable de las historias que nadie lee, que pocos conocen y algunos, los menos, creen que entienden. Visitador de los vericuetos de los costados del alma, el autor hurga en los pliegues de las pieles, de las locuras y de los razonamientos firmes. Pero discurre sus días en una sociedad poco proclive a tolerar palabras aladas cuando no corresponden a las vacas sagradas que nunca encuentran el camino al matadero. Quizás sea la hora. Quién es este contador de historias que ha caminado poco en la inviolable medida biológica y que cada día junta más experiencia de tránsito en sus palabras, en sus dichos y en sus apreciaciones. Este mismo autor que no titubea en despertar los dormidos inciensos de los cautos cobardes con sus palabras. Hay que seguirlo, hay que darle pista. Para que levante vuelo, para que nada le impida conocer más cielos. Ese es Cristian M. Vázquez. Argentino y creador. Edgardo Peretti


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