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Fuentes no convencionales e innovación para la adaptación al cambio climático

Juan Pablo Camezzana. Director ALADYR

Vivimos tiempos sin precedente, tiempos en los que en forma creciente y con cada vez mayor intensidad organismos públicos, privados, comunidades, ONGs, etc. reparan en la importancia de velar por la sostenibilidad del desarrollo y es indiscutible que la crisis climática forma parte de la agenda global. Vale la pena destacar en este contexto general, ya que sin dudas nos ubica en una posición favorable de cara a abordar los inmensos desafíos que tenemos por delante.

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El 9 de agosto de 2021 fuimos testigos de una de las definiciones más categóricas y simbólicas de los últimos tiempos en relación al cambio climático, cuando el Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, alertó a los líderes más importantes del mundo con su comunicado “Code Red for Humanity 1” expresión que basa lo reflejado en el reporte del Grupo de Trabajo 1 del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático o Panel Intergubernamental del Cambio Climático, IPCC, divulgado horas antes de la alocución transmitida por todos los medios de la ONU.

…“Las campanas de alarma son ensordecedoras y la evidencia es irrefutable: las emisiones de gases de efecto invernadero provenientes de la quema de combustibles fósiles y la deforestación están asfixiando a nuestro planeta y poniendo en riesgo inmediato a miles de millones de personas”...decía el comunicado del titular del organismo internacional.

1 https://unric.org/en/guterres-the-ipcc-report-is-a-code-red-for-humanity/

Los efectos del cambio climático sobre el ambiente y los ecosistemas son diversos, y han sido extensamente desarrollados en informes como los del IPCC, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) o la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA), sólo por mencionar algunos. Su repercusión sobre la dinámica de nuestros recursos hídricos es muy clara, aunque no predecible en su totalidad.

Extremas sequías y lluvias torrenciales en diferentes zonas geográficas de toda la superficie terrestre son eventos crecientes en magnitud y frecuencia y exponen a la humanidad a profundos desafíos en cuanto al gerenciamiento hídrico para asegurar la continuidad del suministro.

La crisis ambiental muestra sus externalidades negativas generando también una severa crisis hídrica, la cual es igualmente creciente y global. El agua es posiblemente el vector transversal de mayor relevancia para nuestros ecosistemas, nuestras comunidades y nuestras industrias. Para la comunidad en general es posible que en ocasiones resulte complejo dimensionar la magnitud del desafío que tenemos por delante. En muchos casos, cuando hablamos o pensamos la disponibilidad del recurso hídrico en lo que primero reparamos es en el agua que usamos en nuestros hogares.

Estar expuestos a situaciones de estrés hídrico severas, pone sin duda en riesgo la robustez y previsibilidad del acceso al agua potable en nuestros hogares, y como sucede actualmente en algunas locaciones, comienzan a aparecer las estrategias de racionamiento como reacción desesperada de adaptación. Podríamos entonces imaginar y poner en práctica diversas estrategias que nos asistan a hacer un uso más eficiente del recurso en escala doméstica2, y si bien debiéramos estar implementándolas aun sin estar en situaciones de escasez, estaríamos sin duda haciendo un aporte muy valioso.

Ahora bien, y aun hablando de nuestra vida cotidiana ¿dónde más veríamos los efectos de la crisis hídrica si continuáramos mantenido las mismas prácticas de consumo? Básicamente en la afectación de nuestra calidad de vida.

La huella hídrica total de un habitante promedio es un orden de magnitud superior que la huella asociada al consumo potable. Según Waterfoot Print, si un habitante consume de manera directa entre 150-700 l/hab.día (en forma de agua potable por ejemplo), esa misma persona necesita entre 3.500 y 7.000 l/hab.día en promedio para acceder a los bienes y servicios que sustentan su calidad de vida.

2 https://www.unwater.org/bethechange/

Esos miles de litros adicionales están en los alimentos que ingerimos, en la energía eléctrica que consumimos, en la ropa que vestimos, en el combustible que usa el vehículo en el cual nos trasladamos, etc, etc, etc… básicamente en todos los bienes y servicios que adquirimos, utilizamos y disponemos. Por lo tanto, que la disponibilidad del recurso hídrico no sea robusta y previsible se traduce en que la disponibilidad de bienes y servicios deje de ser robusta, previsible y eventualmente asequible.

Es interesante analizar con mayor profundidad la demanda de agua actual y proyectada por sector, lo cual nos permitirá comprender cómo se encuentran distribuidas las proporciones de extracción y consumo.

Extracción de agua: volumen de agua retirado de una fuente; por definición, las extracciones son siempre mayores o iguales al consumo. Consumo de agua: volumen extraído que no se devuelve a la fuente (es decir, se evapora o se traslada a otra ubicación) y, por definición, ya no está disponible para otros usos a nivel local.

Habiendo visto el gráfico anterior, resulta muy clara la relevancia que representa la agricultura en el consumo global.

Hoy sabemos que nadie está exento de verse afectado por algunas de estas externalidades negativas, pero claro está, también, que no todos estaremos en las mismas condiciones para mitigar dichos efectos y adaptarnos a ellos. No es casual, que el primer Objetivo de Desarrollo Sostenible sea “Poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todo el mundo”3 . Son efectivamente los sectores más vulnerables, los más desprotegidos, quienes menores recursos podrán disponer para adaptarse.

Garantizar el acceso a agua potable y el abastecimiento robusto, previsible y asequible del recurso a todos los eslabones de cada una de las cadenas de valor es una meta clave que indudablemente contribuirá positivamente en el complimiento de todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.

ALADYR es un factor decisivo en la divulgación de las acciones que requiere tomar Latinoamérica para encaminarse al cumplimiento de los ODS 2030, más específicamente al número 6 -Agua Limpia y Saneamientoproponiendo la implementación de procesos, tecnologías y políticas públicas que redunden en la sostenibilidad hídrica.

Es momento en este artículo de exponer algunas soluciones relacionadas específicamente con el gerenciamiento del recurso hídrico ¿qué es lo que estamos haciendo? y ¿en qué prácticas podemos y debemos profundizar para avanzar en la implementación de estrategias de adaptación y mitigación?

Es posible identificar dos campos de trabajo, uno asociado a las cadenas de valor, es decir a aquellos procesos industriales de manufactura los cuales son reglamentados de una u otra forma por políticas públicas, y otro asociado a lo que podemos hacer como individuos desde nuestro metro cuadrado.

Sería demasiado ambicioso poder abordar en este texto todas las soluciones disponibles para los campos antes mencionados, por lo que nos enfocaremos en algunas de ellas, aquellas en las que desde ALADYR tenemos la convicción que deben continuar siendo activamente divulgadas porque tendrán un rol protagónico.

El uso de fuentes de agua no convencionales es una de las soluciones más claras que podemos afirmar existen y que serán en forma creciente incorporadas a las prácticas productivas de las cadenas de valor. Dentro estas fuentes, la desalación de agua de mar y el reúso de efluentes se posicionan como aplicaciones clave.

En ambos casos se trata de aplicaciones que representan la incorporación de nuevas fuentes de agua a nuestras matrices hídricas, es decir aguas a las que antes no considerábamos como “útiles”.

Como industria, hemos atravesado las curvas de aprendizaje necesarias para poder gerenciar operaciones de desalación y reúso en forma sostenible, previsible y asequible.

Es interesante destacar dos características relevantes de las aplicaciones de desalación de agua de mar y el reúso controlado de efluentes:

Previsibilidad de suministro: Respecto de la desalación, es posible interpretar al agua de mar como una fuente de agua cuya disponibilidad no se verá afectada en términos cuantitativos debido a las externalidades negativas del cambio climático. Este factor es determinante ya que encontraremos en el mar una fuente de suministro previsible, característica que será necesaria a la hora de proyectar abastecimiento de agua a las cadenas productivas y a las comunidades.

En cuanto al reúso de efluentes, sucede algo similar, sobre todo si miramos los efluentes cloacales como fuente de recurso hídrico. El acceso al agua potable y el saneamiento seguro han sido categorizados como Derechos Humanos por la Resolución A/RES/64/292 de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 2010. Básicamente, esto establece la prioridad de estas acciones y que prevalecerán por sobre el resto de las demandas cuando existan situaciones de escasez extrema. Por lo tanto, entendiendo que el agua potable en nuestros hogares en su mayor porcentaje es transformada en efluentes cloacales, y que el abastecimiento de agua potable es prioritario vs otros usos, es posible percibir a dichos efluentes como una fuente cuantitativamente previsible y robusta.

Calidad del agua tratada:

Las secuencias tecnológicas utilizadas tanto en la desalación de agua de mar como en el reúso controlado de efluentes permiten garantizar en forma robusta la calidad de las aguas tratadas. El concepto de múltiple barrera aplicado sobre los esquemas de tratamiento da lugar a la obtención de aguas producto cuya composición físico-química y bacteriológica esté totalmente contralada, mucho más controlada aún que muchas de las aguas potables y embotelladas que actualmente consumimos en diferentes lugares del mundo.

La combinación de la desalación y el reúso de efluentes cloacales con fines agrícolas o industriales, por ejemplo, representa además una excelente alternativa para sacar el mayor provecho posible de cada una de estas fuentes. Países como Israel y Singapur (entre otros), donde estas prácticas están extensamente desarrolladas, son muy buenos ejemplos de cómo la combinación de ambas aplicaciones permite no solo incrementar la eficiencia del ciclo sino también mejorar la asequibilidad del recurso hídrico.

Un nuevo concepto que se establecerá, de aquí en adelante, como estratégico para todas las cadenas de valor es el de “Water Positive”. Una empresa Water Positive es aquella cuya huella hídrica total no sólo es neutral sino positiva, es decir que devuelve al ambiente más cantidad de agua utilizable que la consume. Para alcanzar este objetivo, las aplicaciones de desalación de agua de mar y reúso controlado de efluentes son estratégicas ya que, como mencionamos, permiten incorporar a las matrices hídricas nuevas fuentes de agua.

¿Qué podemos hacer como individuos, desde nuestro metro cuadrado de influencia?

Creo que lo más importante es comprender que todos y cada uno de nosotros podemos ser protagonistas y que las acciones que llevemos a cabo, por pequeñas que sean, contribuirán a resolver la crisis hídrica y ambiental.

Las tres acciones más populares para Sudamérica4 son:

- Ahorrar agua: Tomar duchas más cortas y no dejar el grifo abierto al cepillarse los dientes, lavar los platos o preparar la comida.

- Dejar de contaminar: No tirar restos de comida, aceite, medicamentos ni productos químicos por el retrete o el desagüe.

- Proteger la naturaleza: Plantar un árbol o crear un jardín infiltrante; utilizar soluciones naturales para reducir el riesgo de inundación y almacenar agua. Tan sencillo como eso, y ya estamos contribuyendo positivamente a reducir las externalidades negativas del cambio climático y la crisis hídrica.

Pero podemos ir un poco más allá. Como mencionamos más arriba, la huella hídrica total de un habitante promedio está condicionada por nuestro comportamiento como consumidores. Es decir, aquellos bienes o servicios que adquirimos para acceder a vivir como vivimos.

Existe una curva de aprendizaje que comenzaremos a transitar en forma generalizada y creciente respecto de cómo nuestro comportamiento como consumidores puede marcar la diferencia, y sin dudas que puede marcarla.

Llegó el momento en que debemos comenzar a prestar más atención a nuestros hábitos de consumo, a nuestros hábitos de uso, y a nuestros hábitos de disposición. Para

4 https://www.unwater.org/bethechange/es ello tenemos que entrenarnos -sí entrenarnos- aprender y convertirnos en consumidores más responsables independientemente del presupuesto que tengamos disponible. De hecho, una de las claves principales, implica consumir menos, pero mejor y más eficiente. Sugiero empezar por algo súper simple, pero de gran impacto. Segú la FAO, casi el 75% del agua que se consume en el mundo se destina a la producción de alimentos: revisa en forma progresiva tus hábitos de consumo de alimentos teniendo en cuenta la huella hídrica que estos generan en la plataforma de Waterfoot Print. No adquieras más alimentos de los que vas a consumir; consume productos estacionales y lo más regionales que puedas. Reduce al máximo posible tus residuos alimenticios. Esto es un claro indicador de que tus prácticas están mejorando día a día. Invita a tus amigos, familiares, colegas, etc. a sumarse a la misma iniciativa y no te olvides de ayudar a tantos como puedas en este camino.

Desde ALADYR formamos parte de diferentes comisiones de trabajo que en conjunto con IDA y otras organizaciones estamos impulsando tecnologías, iniciativas, normativas y, no menos importante, hábitos para alcanzar la sostenibilidad hídrica y la necesaria y merecida adaptación al cambio climático. En la sociedad latinoamericana, todo individuo tiene una influencia que no debe ser subestimada. Ya sea entre sus vecinos replicando el mensaje de la sostenibilidad, como demandando a las autoridades la implementación de procesos como el reaprovechamiento controlado de efluentes, todos podemos hacer la diferencia.

Ing. Juan Pablo Camezzana Director ALADYR

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