www.alandar.org | revista de información social y religiosa | año XXXI | número 327 | abril 2016 | 3,50 €
Violencia de género entre adolescentes
Huertos urbanos
El criminal comercio de armas
Entrevista a Fidel Delgado, “titiripeuta”
Páginas 5 y 6
Página 13
Página 17
Página 24
327
Una comunidad doblemente amenzada En Oriente Medio, las comunidades cristianas viven bajo la doble amenaza de la guerra y del integrismo islamista. Un 40% de los cristianos sirios y un 70% de los iraquíes han debido abandonar su tierra. El Parlamento Europeo habla de “genocidio” y pide la protección de todas las minorías religiosas. Página 2
Manifestación de cristianos iraquíes por la destrucción de Nínive. Foto: christianspost.com
EDITORIAL
Resurrección Estamos en tiempo de Pascua, tiempo de resurrección y de esperanza. Pero la esperanza parece más difícil que nunca. Mientras en las vigilias pascuales se han encendido cientos de miles de velitas para llevar la luz de Cristo, otros cientos de miles de seres humanos se arremolinan en las fronteras de nuestra Europa buscando aunque sea esa débil llama de luz. Han salido de un país desgarrado por la guerra, huyen de persecuciones y terrorismo, buscan salvar a sus hijos e hijas, pero no están encontrando en la Vieja Europa el apoyo que necesitan y merecen. La culta Europa, la desarrollada Europa, la Europa del bienestar. Hambre, pobreza, injusticia y miedo a tan solo unos kilómetros de aquí. Vergüenza de continente. Vergüenza de esta Europa que no es capaz de acoger, sino que solo alcanza a firmar tratados que convierten a los solicitantes de asilo en mercancía. El pacto UE-Turquía no solo es injusto, sino que directamente vulnera el artículo 14 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que afirma que “toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país, en caso de persecución”. Nuestros países no están sabiendo afrontar el reto de la inmigración con humanidad. Ni tampoco el reto de la integración, como una vez más han demostrado los atentados de Bruselas, perpetrados por jóvenes europeos que han encontrado respuesta a su identidad en grupos extremistas. Mientras tanto hombres, mujeres, niños y niñas siguen muriendo día a día en el mar y en los campamentos. Muertos por las bombas en Bélgica, pero también en Pakistán, Nigeria, Chad o Camerún. Ellos son los crucificados hoy y su resurrección es la que necesitamos. Parece una esperanza inútil. Tal y como escribía esta Semana Santa el jesuita norteamericano James Martin, podría dar la impresión de que “Dios no podrá hacer nunca nada con estas situaciones, nada cambiará, nada podrá nunca cambiar”. Pero somos gente de Pascua y sabemos que “el cambio es siempre posible, que la renovación siembre está esperando y que esa esperanza nunca está muerta”. Así, encendamos nuestras velas pascuales, luchemos, trabajemos por la acogida y alcemos la voz para que la resurrección de tantos seres humanos sea posible.