alandar Revista de información social y religiosa
Año XXVII - Nº 266. Marzo 2010 - 2,50 euros
Brotes verdes
Constructoras de un mundo distinto ste mundo necesita como el agua seres dispuestos a rebelarse contra la injusticia y la prepotencia de los poderosos. La historia de la humanidad nos ha acostumbrado a que la violencia suele acompañar a los actos de rebeldía. Pero no siempre ha sido así. No son más valientes
E
ta y margina a los seres más desfavorecidos. Coincidiendo con la llegada de marzo, el mes en el que las ciudadanas del mundo celebran que sus reivindicaciones van siendo escuchadas pese a que todavía queda mucho por hacer, alandar recoge cuatro historias de mujeres excepcionales que entendie-
Este colectivo se empeña en generar espacios en los que ellas se pueden juntar, reflexionar y plantear acciones transformadoras. quienes esgrimen armas como argumentos para protestar contra la injusticia. Jesús de Nazaret no lo hizo. Tampoco muchas mujeres. Sobre todo mujeres, aunque también hay hombres, que se han puesto el mundo por montera y han exhibido otro modo de enfrentarse al poder que aplas-
ron que valía la pena comprometerse en luchas fundamentales: Rosa, pastora peruana; Norma, guatemalteca y víctima de la violencia machista; Anna, periodista rusa; y Orsina, primera diputada indígena en Colombia, han abierto caminos para sus compatriotas (sean hombres o muje-
res), peleando desde el convencimiento de que su causa valía la pena. Alguna, como Anna Politkovskaya, llevó su compromiso hasta el extremo y fue asesinada por denunciar los putrefactos mecanismos de poder que rigen en su país, Rusia. Todas ellas, y miles de otras mujeres que entienden que no venimos al mundo para ser espectadores y espectadoras de la injusticia, se sirvieron de la creatividad para contribuir a la resolución y transformación de los conflictos. Desde de estos mismos postulados actúan las cinco mujeres que han recibido el Premio Nobel de la Paz (en la historia del galardón sueco, sólo 5 mujeres frente a 91 hombres) y que han constituido una iniciativa
que trabaja “para que el concepto de la paz deje de ser una opción y se convierte en una responsabilidad inherente de las personas”. Este colectivo, al igual que hacen otros muchos formados por mujeres, se empeña en generar espacios en los que ellas se pueden juntar, reflexionar y plantear acciones transformadoras. Así son muchas ciudadanas del siglo XXI: constructoras de un mundo distinto en el que nada sea inamovible, inabordable, intocable. Su ejemplo ha florecido en el corazón y el espíritu de muchos de nosotros. Sólo necesitan más apoyo, más espacio y mayor difusión de sus intentos de convertir este planeta en el lugar que soñamos que algún día sea.
Son pequeños, pero nos hacen esperar que quizás la primavera pueda llegar a nuestra iglesia. Y es que estamos tan poco acostumbrados a ver un poco de humanidad en nuestra jerarquía que cuando oímos, leemos o vemos algo, por pequeño que sea, que nos dice que son humanos y que entienden algo del dolor del pueblo llano, nos renace la esperanza y volvemos a creer que es posible el cambio en la jerarquía eclesial. A la hora de cerrar la revista leemos que el Papa, después de analizar la crisis que golpea a la Iglesia en Irlanda por los abusos sexuales cometidos por su clero, ha condenado la pederastia por ser “un crimen atroz”‘, “un pecado grave que ofende a Dios” y “una herida a la dignidad de la persona humana”. Ya han sido cuatro los obispos que han presentado su dimisión por haber ocultado estos escándalos, sacados a la luz el año pasado gracias a un informe encargado por el gobierno irlandés que reveló que durante décadas y de forma sistemática la jerarquía eclesiástica y las instituciones católicas ocultaron miles de casos de pederastia. Durante años miles de personas fueron víctimas de aquellos en los que pusieron su confianza. La relación de confianza, tan necesaria en la Iglesia como en cualquier otra institución, se ha quebrado en la Iglesia de Irlanda. La crisis por la que atraviesa se agravará, aunque no es la peor de las consecuencias de lo sucedido, si las demandas de las victimas en los tribunales se ven escuchadas. No se contentan con una petición pública de perdón. Quieren también una compensación económica. Parece de justicia. El Papa ya había abordado este tema en su viaje a EE. UU en abril del 2008. Allí ya pidió perdón en un discurso por los abusos sexuales sobre menores cometidos por los sacerdotes católicos de la Iglesia estadounidense y afirmó que “los pedofilos serán totalmente excluidos del sacerdocio”. Esperamos que no sean sólo palabras. Esperamos que, como desgraciadamente ha sucedido otras veces, no se esté intentando lavar la cara porque la sociedad civil ha puesto al descubierto nuestras miserias mientras que por otro lado y en otros países se intenta desesperadamente esconder el polvo debajo de las alfombras de los palacios episcopales. Esperamos que esta vez vaya de verdad. Son brotes verdes. Brotes que quisiéramos ver crecer y multiplicarse como en una primavera. Nos gustaría escuchar a la jerarquía pidiendo perdón no siglos después sino ahora. Estamos en tiempo de Cuaresma, tiempo de conversión. Todo es posible para el que cree. Nosotros todavía creemos. Y esperamos.
En este número... Conversaciones con Juan Antonio Estrada en el FORO GOGOA “La sociedad no está fuera, está dentro de cada uno de nosotros” Página 8
Las Iglesias de Europa se unen en torno a los inmigrantes
Generación Nini
Página 11
Página 13
Educación y trabajo cooperativo
Eytan Bronstein, presidente del movimiento Zanchrot
Página 18
Página 24