alandar Revista de información social y religiosa · www.alandar.org
Año XXXI - Nº 304. Enero 2014 - 2,50 euros
Cuestión de remangarse
Foto. Mercedes Noriega
Un niño y una niña tibetanos piden silencio en el lago Namtso, Tibet.
Espiritualidad, ¿algo nuevo está naciendo? odas las personas que nos sentimos cristianas estamos convocadas a vivir una experiencia espiritual. La experiencia cristiana es en sí misma una experiencia espiritual. No es el cristianismo un conjunto de dogmas y creencias a las que una persona se adhiere como quien
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cuentro con el misterio de Dios. Nada hay de nuevo en ello. Lo que puede serlo es una creciente valoración de espacios de silencio y meditación donde ensanchar las fronteras interiores por las que discurre la aventura espiritual de su experiencia religiosa. Cuando se publique este número de alandar estará a
Se buscan espacios de silencio y meditación donde ensanchar las fronteras interiores por las que discurre la aventura espiritual. suscribe un manifiesto ideológico; ni un catálogo de normas y orientaciones morales para la vida pública y privada. Tampoco es solo caridad y entrega o lucha por la justicia. Ni pertenencia y amor a la Iglesia. Todo ello solo encuentra sentido si se entiende desde el anclaje de una experiencia personal y profunda de en-
punto de celebrarse el Segundo Foro de Espiritualidad de La Rioja, cuya matrícula hubo que cerrar antes de la fecha límite: 800 personas se habían inscrito ya para participar. “Viviendo lo que somos” se titula este año, porque “… así entendemos nosotros la espiritualidad, como un reencuentro con lo que verdade-
ramente somos, sin excluir nada”, decía la convocatoria. La afluencia a un foro como éste, con ponencias, meditación, música, danza y una animación clown, “El alma payasa”, confirma que las expresiones tradicionales religiosas pueden estar en crisis pero hay una sed creciente de espiritualidad. De una espiritualidad que bebe de fuentes diversas y que busca saciar su sed en lo profundo de una experiencia con menos palabras, normas y doctrina y más corazón, sensibilidad y mística. Silencio, meditación, escucha, contemplación, venir al presente, acallar la mente, no-dualidad, experiencia de integración. Son palabras importantes en las prácticas de meditación que, aunque minoritarias, ganan adeptos y adeptas en ámbitos eclesia-
les y también civiles. Pero generan suspicacias. Se las acusa de orientalizantes y de olvidarse del compromiso a favor de cierto narcisismo espiritual, sin discernir entre ellas y olvidando que, en el ámbito eclesial, todas beben de los padres del desierto, los primeros monjes cristianos. La Iglesia tiene que atender a esa nueva sensibilidad. Sin desconfianza. Porque estas formas de oración y meditación no son opuestas, sino complementarias, de otras prácticas espirituales. Los místicos del cristianismo de todos los tiempos han dicho cosas parecidas y han recorrido caminos semejantes. Incorporando estas escuelas espirituales, la Iglesia no hace más sacar agua de su propio pozo para favorecer la profundización de la experiencia cristiana.
En estos tiempos que corren, nos puede parecer que estamos viviendo un tiempo de cambio, de pascua, de transformación. La Iglesia da la impresión de haber cogido un movimiento de reforma y cambio a lo evangélico como antes no lo veíamos. Todo animado por la figura de un papa carismático y sencillo. No ha habido muchos cambios efectivos pero se nota otro tono, otro estilo. Van surgiendo comisiones, documentos. Y llegarán los nombramientos, sin duda. Todo eso alienta nuestra esperanza. Esta estructura inmensa, pesada, anciana, parece que está comenzando a moverse. Todo esto está muy bien. Pero tendríamos que tener en cuenta dos cosas. En primer lugar, el Reino es una comunidad de iguales. Todos y todas somos líderes y corresponsables de que este carro siga caminando hacia el Reino. Ya somos mayores y no podemos ser como niños que esperan desorientados a que alguien les indique el camino. En la comunidad cristiana todo el pueblo de Dios participa, dialoga y busca. Hay que decirlo para que no nos quedemos embobados mirando al papa y esperando que él arregle el desaguisado. La Iglesia es responsabilidad conjunta. Y, en segundo lugar, cualquiera que mire con atención los movimientos y declaraciones de las jerarquías eclesiásticas en los últimos meses se dará cuenta de que el papa Francisco está muy solo. ¿Alguien, por poner un ejemplo, ha leído una declaración entusiasta de los obispos españoles apoyando lo que está diciendo y haciendo Francisco? Pues eso. El personal guarda silencio. No se moja. Y Francisco sigue caminando solo. La cuestión es que la tarea es enorme y hay dudas de que un hombre solo se pueda enfrentar a ella. Menos a su edad (no es, precisamente, joven). Menos si tenemos en cuenta el inmovilismo de la estructura eclesial y su tendencia predominante. Francisco va a necesitar mucho apoyo -moral y de otro tipo- en su tarea. Es cuestión de remangarse y poner las manos a la tarea. Porque la Iglesia no es de Francisco. Este peso no lo levanta un hombre solo ni con todo el apoyo del Espíritu Santo. Ahí tenemos que estar haciendo que esta Iglesia se preocupe un poco menos de la liturgia, de los cánones y de las grandes ceremonias y un poco más de salir a la calle y encontrarse con los hombres y mujeres de nuestro tiempo.
En este número... Crónica de la Asamblea de Redes Cristianas
Entrevista a José Antonio Pagola
Las mujeres en el diálogo interreligioso
Página 8
Página 13
En Santiago de Compostela se celebró la IV Asamblea de Redes bajo el lema “Cambiando realidades, provocando rebeldías con Jesús de Nazaret”
La esperanza nació en el basurero
Entrevista a Isabel Gómez-Acebo
Páginas 6 y 7
Página 20
Página 24