BIRABOLAS

Page 1

BIRABOLAS Cr贸nica po茅tica de un muro


Con las aportaciones de: Meli M. Cano Resu Gracia Alice Hungry-Heart María Ibáñez Gallego Rui Machado Isabel Martínez Gil Yol Monclús José Ramón Olalla Ana Pilar Orós Rosa Pérez Romero Pilar Salaverría Y abierto a otras muchas 6. Pablo Neruda: Puedo escribir los versos más tristes... 8. León Felipe: no he venido a cantar 9. Gustavo Adolfo Becquer: Rima IV 10. Oliverio Girondo: Y de los replanteos 12. Pedro Salinas: Perdóname 13. Pedro Salinas: Para vivir no quiero 14. Gloria Fuertes: Vamos a ver si es cierto que le amamos 15. Mario Benedetti: Se me ocurre que vas a llegar distinta 16. Claudio Rodríguez: Alto jornal 17. Rafael Morales: Cántico Doloroso Al Cubo De La Basura 18. León Felipe: La rosa de harina 19. Ángel González : Yo mismo 20. Oliverio Girondo: Me pide usted. 21. Vicente Aleixandre: El poeta se acuerda de su vida 22. Leopoldo Panero: Hijo mío 23. W.H. Auden: Funeral blues 24. Oliverio Girondo: No se me importa un pito que las mujeres... 26. Vicente Aleixandre: Lejos estás, padre mío 28. Gioconda Belli: Huelga 29. Gabriel Celaya: Educar 30. Gerardo Diego: Quisiera ser convexo 31. Juan Ramón Jiménez: Mientras trabajo 32. Juan Ramón Jiménez: Poesía 33. José Agustín Goytisolo: El reino del esplendor 34. Gabriel Celaya 36, José Ángel Valente: La lluvia 37. Lope de Vega: Esto es amor 38. Ramón de Campoamor: Mi carta 40. Efraín Bartolomé: Yo te beso 41. Ada Negri: Tú 42. Antoine de Sanit-Exupery: El principito 43. Dámaso Alonso: Los consejos de tío Dámaso a Luís Cristóbal 44. Benjamín Prado: Tarde de verano 46. Luís García Montero: Aunque tú no lo sepas 2

2


3

48. Pedro Salinas: Si me llamaras 49. Luis Cernuda: Si el hombre pudiera decir lo que ama 50. Nicolás Guillén: Canto negro 51. José Batres Montúfar: Yo pienso en ti 52. Gioconda Belli: Yo amo a los hombres y les canto 54. Rafael Alberti: Basílica de San Pedro 55. Rafael Alberti: Prohibido hacer aguas 56. Oliverio Girondo: Que los ruidos te perforen los dientes 58. Anónimo: A la Virgen de los buenos libros 59. Arthur Rimbaud: El durmiente del valle 60. Pedro Salinas: Lo que eres 61. Gioconda Belli: Desafío a la vejez 62. Pablo Neruda: Oda a la alegría 64. Rafael Alberti: Oda a Platko 66. Gerardo Diego: Caída del cosmonauta 67. Luis Alberto de Cuenca: España 68. Gerardo Diego: Brindis 70 Paul Verlaine: Automne 71: Jaime Gil de Biedma: No volveré a ser joven 72. Pedro Salinas: Navacerrada, abril 73. Vinicius de Moraes: Separaçao 74. Rafael Alberti: El Bosco 76. Fray Luis de León: A un juez 77. Juan Gelman: A mí me han hecho los hombres que andan bajo 78. Desconocido: Desdén 80. Ernesto Cardenal: Epìgramas 82. Edgar Allan Poe: El valle de la inquietud 83. Frida Kahlo: Inventar verbos 84. Mario Benedetti: Táctica y estrategia 86. Miguel Hernández: Tristes 87. Rafael Alberti: El mar 88. Federico García Lorca: Yo no quiero más que una mano 89. Luis Cernuda: Unos cuerpos son como flores 90. Pablo Neruda: Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos 92. Manuel Altoraguirre: Tuvo mi amor 93. Luis Cernuda: Contigo 94. Miguel Hernández: Ropas con su olor 95. Luis Cernuda: No decía palabras 96. Oliverio Girondo: Yo no sé nada 97. Guillaume Apollinaire: Reconnais-toi 98. Luis Cernuda: Peregrino 99. Sonia San Román: Quisiera 100. Jaime Gil de Biedma: Canción de verbena 101. Lope de Vega: A mis soledades 102. Luis Alberto de Cuenca: Bébetela 103. Jorge Riechmann: Celebramos 104. Aldo Palazzeschi: La fontana malata 105. Tina Suárez Rojas: Carta de presentación 106. Gloria Fuertes: Esta isla 107. Víctor de la Hoz 108. David Mayor: Queimada 109. Gloria Fuertes: 15 de mayo 3


4

110. Pedro Salinas: Por qué tienes nombre 111. José Verón: Epigramas 112. Mariano Peyrou: Este árbol 114. Almudena Guzmán: Volverse a enamorar 115. Rafael Alberti: El ángel bueno 116. Para Pilar: José Ramón Olalla 118. Abraham Graguera: Escala sentimental en el aburrimiento 120. Me dijiste: José Ramón Olalla 121. Pedro Salinas: Cuánto rato te he mirado 122. Mario Benedetti: Massmedia 122. Birabolas 122. En tres palabras 122. Becquer: Rima 123. Luis Eduardo Aute: Dios se lo pague 124. Ángel González: Cumpleaños de amor 125. Joan Manuel Serrat: De vez en cuando la vida 126. Manuel Altolaguirre: Era mi dolor tan alto 127. Carlos Pardo: Los álamos emigraban 128. Jorge Guillén: El hondo sueño 129. JO: Vomitando 130. Rafael Espejo: Aire viciado 131. Desconocido: Treinta años 132. Miguel Hernández: Para el muro de un hospital de sangre 134. José Antonio Labordeta: Canto a la libertad 136. Pablo Guerrero: Intuición 137. Mario Benedetti: Amor de tarde 138. Paul Elouard: Liberté 140. Vicente Aleixandre: Se querían 142. Francisco de Quevedo: Amor constante más allá de la muerte 144. Eduardo Galeano: Ventana sobre el miedo 145. Mario Benedetti: De vez en cuando hay que hacer una pausa 146. Blas de Otero: Porque quiero tu cuerpo 147. Blas de Otero: Aire libre 148. Mario Benedetti: Defensa de la alegría 150. Raúl Alonso: Todo me desasiste 151. Pedro Salinas: Ahora te quiero 152. José Ángel Buesa: Sólo tú y yo sabemos 153. Pablo Neruda: Me gustas cuando callas 154. Amado Nervo: Si tú me dices ¡ven! lo dejo todo 155. Amado Nervo: Muy cerca de mi ocaso 156. Mercedes Sosa: Alfonsina y el mar 157. Alfonsina Storni: Esto es amor 158. Desconocido: Las siete palbras mágicas 159. José Ángel Buesa. Elegía para mí y para ti 162. Horacio Rega: La letanía del domingo 164. Estados de ánimo: Mario Benedetti 165. Pablo Neruda: Desnuda 166. Emilio Gastón: Amigos 168. Jorge Boccanera: Arder 169. José Antonio Labordeta: Érase una vez (VII) 4


5

170. Meli M. Cano 171. Juan Antonio Bernier: In limine 172. J.P.: ¿Por qué temo a las noches sin ti? 174. Octavio Paz: Silencios 175. Meli M. Cano 176. Vicente Aleixandre: Siro 178. Amalia Bautista: Tú, que no me preguntas donde vivo 179. Luis Alberto de Cuenca: Insomnio 180. Clarice Lispector 181. Fernando Pessoa: Eu adoro todas as coisas 182. Fernando Pessoa: Matar o sonho é matarmo-nos 183. Fernando Pessoa: Multipliquei-me, para me sentir 184. Paul Eluard: Je t'aime 186. Federico García Lorca: Adivinanza de la guitarra 187. Maná: Mariposa traicionera 188. Meli M. Cano 189. William Ernest Henley: INVICTUS 190. Marisa Monte: Borboleta 191. Jacques Prévert: las hojas muertas 192. Rafael Alberti: Si mi voz muriera en tierra 193. Julio Cortázar: El interrogador 194. Julio Cortázar. Para leer en forma interrogativa 195. Gerardo Diego: Caída del cosmonauta 196. Julio Cortázar: Objetos perdidos 198. José de Espronceda: Canto a Teresa 213. Mario Benedetti: Lingüístas 214. José Hierro. Respuesta 216. Clarice Lispector 217. Cecília Meireles: Nem tudo é fácil É difícil fazer alguém … 218. María Olimpia de Obaldía: Niño Goloso 219. Gioconda Belli: Sencillos deseos 220. Miguel Hernández 221. Gabriel García Márquez: Si alguien llama a tu puerta 222. Jorge Luis Borges 223. Ángel González: Si yo fuese Dios

5


6

De Neruda: Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.» El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como esta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

6


7

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos, Mi alma no se contenta con haberla perdido. Aunque este sea el último dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

7


NO HE VENIDO A CANTAR: LEÓN FELIPE 8 No he venido a cantar, podéis llevaros la guitarra. No he venido tampoco, ni estoy aquí arreglando mi expediente para que me canonicen cuando muera. He venido a mirarme la cara en las lágrimas que caminan hacia el mar, por el río y por la nube... y en las lágrimas que se esconden en el pozo, en la noche y en la sangre... He venido a mirarme la cara en todas las lágrimas del mundo. Y también a poner una gota de azogue, de llanto, una gota siquiera de mi llanto. en la gran luna de este espejo sin límites, donde me miren y se reconozcan los que vengan. He venido a escuchar otra vez esta vieja sentencia en las tinieblas: Ganarás el pan con el sudor de tu frente

de José Ramón a) m is m la el a y pe li sta a León Fe Olalla) (Para Isabel en respue

8

. Hay demasiado llanto de la luz Me quedo con los ojos y del llanto de la luz y de la luz del llanto; sin guitarras sin nubes sin ganar el pan sin sudor sin frente sin luna luna, no hay nada) y ha no i (s da na n si y ni siquiera con río ni con sangre jo ni llanto ni límite pe es ni n pa ni ta go ni ni sentencia. Esta sentencia: sudor de tu frente ganarás el pan con el de tus ojos. y la luz con el dolor Sólo tus ojos: ni una lágrima, la luz, que son la fuente de los afectos. n ce no co re se e nd do la luz


pite das mient n encendid de la luz a r l beso a de fue as el sol las s, mient go y oro vi desgarrada st r s nub es perfu as el aire e a, mes y n su r e mient a ras ha rmonías, gazo lleve ya ¡habrá poesí en el mun a! do pr imave Mien ra, tras la las fue cienci a n t y en e es de la v a descubr ir no i l alcanc que a mar o en e da, l cálcu e l c mient lo res ielo haya r is un ab no se as la huma ta, ismo pa a d nidad o mient siemp ras ha camina, re ava ya un ¡habrá nzand miste o poesí rio pa a! ra el h Mien ombr tras se e, sin qu sienta e mient los labios que se ríe el alm r r a nub as se llore, ían, a, lar la s i n que e p mient l llant ras el upila, o acu batall c da ando orazón y l a cabe p mient ras ha rosigan, za ya esp ¡habrá eranz poesí as y re a! cuerd Mien os, tras h a los oj os qu ya unos ojo e mient s ras re los miran, que reflej en s al lab io que ponda el l abio s mient s uspira ras se uspira, ndo ntirse dos a lmas p confu uedan en mient nd un be r so ¡habrá as exista un idas, a poesí mujer a ! RIMA IV. herm 9 osa,

Solo la primera estrofa se publicó en Birabolas, dedicada a María

No digáis que, agotado su tesoro, 9 de asuntos falta, enmudeció la lira; podrá no haber poetas; pero siempre Mien tras la habrá poesía. s on pal

Gustavo Adolfo Becquer


Y DE LOS REPLANTEOS, Oliverio Girondo 10

Y de los replanteos y recontradicciones y reconsentimiento sin o con sentimiento cansado y de los repropósitos y de los reademanes y rediálogos idénticamente bostezables y del revés y del derecho y de las vueltas y revueltas y las marañas y recámaras y remembranzas y remembranas de pegajosísimos labios y de lo insípido y lo sípido de lo remucho a lo repoco y lo remenos recansado de los recodos y repliegues y recovecos y refrotes de lo remanoseado y relamido hasta en sus más recónditos reductos repletamente cansado de tanto retanteo y remasaje y treta terca en tetas y recomienzo erecto y reconcubitedio y reconcubicórneo sin remedio y tara van en ansia de alta resonancia y rato apenas nato ya árido tardo graso dromedario y poro loco y parco espasmo enano y monstruo torvo sorbo del malogo y de lo pornodrástico cansado hasta el estrabismo mismo de los huesos de tanto error errante y queja quena y desatino tísico y ufano urbano bípedo hidéfalo escombro caminante por vicio y sino y tipo y libido y oficio recansadísimo de tanta estanca remetáfora de la náusea 10 y de la revirgísima inocencia


y de los instintos perversitos 11 y de las ideitas reputitas y de las ideonas reputonas y de los reflujos y resacas de las resecas circunstancias desde qué mares padres y lunares mareas de resonancias huecas y madres playas cálidas de hastío de alas calmas sempiternísimamente archicansado en todos los sentidos y contrasentidos de lo instintivo o sensitivo tibio o remeditativo o remetafísico y reartístico típico y de los intimísimos remimos y recaricias de la lengua y de sus regastados páramos vocablos y reconjugaciones y recópulas y sus remuertas reglas y necrópolis de reputrefactas palabras simplemente cansado del cansancio del harto tenso extenso entrenamiento al engusanamiento y al silencio.

11


12

Perdóname por ir así buscándote tan torpemente, dentro de ti. Perdóname el dolor, alguna vez. Es que quiero sacar de ti tu mejor tú. Ese que no te viste y que yo veo, nadador por tu fondo, preciosísimo. Y cogerlo y tenerlo yo en alto como tiene el árbol la luz última que le ha encontrado al sol. Y entonces tú en su busca vendrías, a lo alto. Para llegar a él subida sobre ti, como te quiero, tocando ya tan sólo a tu pasado con las puntas rosadas de tus pies, en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo de ti a ti misma. Y que a mi amor entonces le conteste la nueva criatura que tú eras. 12

Pedro Salinas


13

En Birabolas sólo se publicó la primera estrofa

13

Para vivir no quiero islas, palacios, torres. ¡Qué alegría más alta: vivir en los pronombres! Quítate ya los trajes, las señas, los retratos; yo no te quiero así, disfrazada de otra, hija siempre de algo. Te quiero pura, libre, irreductible: tú. Sé que cuando te llame entre todas las gentes del mundo, sólo tú serás tú. Y cuando me preguntes quién es el que te llama, el que te quiere suya, enterraré los nombres, los rótulos, la historia. Iré rompiendo todo lo que encima me echaron desde antes de nacer. Y vuelto ya al anónimo eterno del desnudo, de la piedra, del mundo, te diré: «Yo te quiero, soy yo».


Vamos a ver si es cierto que Le amamos... Vamos a ver si es cierto que Le amamos, vamos a mirarnos por dentro un poco ¡Hay cosas colgadas que a Él le lastiman, freguemos el suelo y abramos las puertas!, e salgan las lagartijas y entren las luces. Borremos los nombres de la lista negra, coloquemos a nuestros enemigos encima de la cómoda, invitémosles a sopa. Toquemos las flautas de los tontos, de los sencillos, que Dios se encuentre a gusto si baja.

-Gloria Fuertes-

14

14


Se me ocurre que vas a llegar distinta no exactamente más linda ni más fuerte ni más dócil ni más cauta tan solo que vas a llegar distinta como si esta temporada de no verme te hubiera sorprendido a vos también quizá porque sabes cómo te pienso y te enumero

15

después de todo la nostalgia existe aunque no lloremos en los andenes fantasmales ni sobre las almohadas de candor ni bajo el cielo opaco yo nostalgio tu nostalgias y cómo me revienta que él nostalgie tu rostro es la vanguardia tal vez llega primero porque lo pinto en las paredes con trazos invisibles y seguros no olvides que tu rostro me mira como pueblo sonríe y rabia y canta como pueblo y eso te da una lumbre inapagable ahora no tengo dudas vas a llegar distinta y con señales con nuevas con hondura con franqueza 15

sé que voy a quererte sin preguntas sé que vas a quererme sin respuestas.


16

“ALTO JORNAL” de Claudio Rodríguez Dichoso el que un buen día sale humilde y se va por la calle, como tantos días más de su vida, y no lo espera y, de pronto, ¿qué es esto?, mira a lo alto y ve, pone el oído al mundo y oye, anda, y siente subirle entre los pasos el amor de la tierra, y sigue, y abre su taller verdadero, y en sus manos brilla limpio su oficio, y nos lo entrega de corazón porque ama, y va al trabajo temblando como un niño que comulga mas sin caber en el pellejo, y cuando se ha dado cuenta al fin de lo sencillo que ha sido todo, ya el jornal ganado, vuelve a su casa alegre y siente que alguien empuña su aldabón, y no es en vano.

16


17

Cántico doloroso al cubo de la basura de Rafael Morales Tu curva humilde, forma silenciosa, le pone un triste anillo a la basura. En ti se hizo redonda la ternura, se hizo redonda, suave y dolorosa. Cada cosa que encierras, cada cosa, tuvo esplendor, acaso hasta hermosura. Aquí de una naranja se aventura su delicada cinta leve y rosa. Aquí de una manzana verde y fría un resto llora, zumo delicado entre un polvo que nubla su agonía. Oh, viejo cubo sucio y resignado: desde tu corazón la pena envía el llanto de lo humilde y lo olvidado. 17


18

La rosa de harina, de León Felipe Pero el hombre es un niño laborioso y estúpido que ha hecho del juego una sudorosa jornada. Ha convertido el palo del tambor en una azada, y en vez de tocar sobre la tierra una canción de júbilo se ha puesto a cavarla. ¡Si supiésemos caminar bajo el aplauso de los astros y hacer un símbolo poético de cada jornada…! Quiero decir que nadie sabe cavar al ritmo del Sol y que nadie ha cortado todavía una espiga con amor y con gracia. Ese panadero, por ejemplo… ¿Por qué ese panadero no le pone una rosa de pan blanco a ese mendigo hambriento en la solapa?

18


19

Yo mismo, de Ángel González (Sin esperanza, con convencimiento, 1961) Yo mismo me encontré frente a mí en una encrucijada. Vi en mi rostro una obstinada expresión, y dureza en los ojos, como un hombre decidido a cualquier cosa. El camino era estrecho y me dije: “Apártate, déjame paso, pues tengo que llegar hasta tal sitio.” Pero yo no era fuerte y mi enemigo me cayó encima con todo el peso de mi carne, y quedé derrotado en la cuneta. Sucedió de tal modo, y nunca pude llegar a aquel lugar, y desde entonces mi cuerpo marcha solo, equivocándose, torciendo los destinos que yo trazo.

19


20

20


21

"El poeta se acuerda de su vida", de Aleixandre. Perdonadme: he dormido. Y dormir no es vivir. Paz a los hombres. Vivir no es suspirar o presentir palabras que aún nos vivan. ¿Vivir en ellas? Las palabras mueren. Bellas son al sonar, mas nunca duran. Así esta noche clara. Ayer cuando la aurora o cuando el día cumplido estira el rayo final, ya en tu rostro acaso. Con tu pincel de luz cierra tus ojos. Duerme. La noche es larga, pero ya ha pasado.

21


22

Hijo mío, de Leopoldo Panero ( de Escrito a cada instante) Desde mi vieja orilla, desde la fe que siento, hacia la luz primera que torna el alma pura, voy contigo, hijo mío, por el camino lento de este amor que me crece como mansa locura. Voy contigo, hijo mío, frenesí soñoliento de mi carne, palabra de mi callada hondura, música que alguien pulsa no sé dónde, en el viento, no sé dónde, hijo mío, desde mi orilla oscura. Voy, me llevas, se torna crédula mi mirada, me empujas levemente (ya casi siento el frío); me invitas a la sombra que se hunde a mi pisada, Me arrastras de la mano… Y en tu ignorancia fío, y a tu amor me abandono sin que me quede nada, terriblemente solo, no sé dónde, hijo mío. 22


FUNERAL BLUES. W.H. Auden Stop all the clocks, cut off the telephone, Prevent the dog from barking with a juicy bone, Silence the pianos and with muffled drum Bring out the coffin, let the mourners come. Let aeroplanes circle moaning overhead Scribbling on the sky the message He is Dead. Put crepe bows round the white necks of the public doves, Let the traffic policemen wear black cotton gloves. He was my North, my South, my East and West, My working week and my Sunday rest, My noon, my midnight, my talk, my song; I thought that love would last forever: I was wrong. The stars are not wanted now; put out every one, Pack up the moon and dismantle the sun, Pour away the ocean and sweep up the woods; For nothing now can ever come to any good. Que se paren los relojes, que se que corte el teléfono, que el perro a un hueso jugoso ya no le ladre, que se callen los pianos y con redobles en sordina venga el ataud y entren los dolientes. Que los aeroplanos que gimiendo dan vueltas en lo alto escriban en el cielo el mensaje: "Él ha muerto", que pongan pajaritas de papel en los cuellos blancos de las palomas, que los policias se pongan guantes negros. Era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste, toda mi semana y mi día de descanso, mi mediodía, mi medianoche, mi plática, mi canción. Pensé, y estaba equivocado, que nuestro amor duraría siempre. Ya no quiero las estrellas. Que las apaguen, que empaquen la luna y desmantelen el sol. Que sequen el océano y barran los bosques 23 ya nada de lo que venga habrá de ser bueno. porque

23


24 No se me importa un pito que las mujeres...

No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de sorportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme! Ésta fue -y no otra- la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa. ¿Qué me importaban sus labios por entregas y sus encelos sulfurosos? ¿Qué me importaban sus extremidades de palmípedo y sus miradas de pronóstico reservado? ¡María Luisa era una verdadera pluma! Desde el amanecer volaba del dormitorio a la cocina, volaba del comedor a la despensa. Volando me preparaba el baño, la camisa. Volando realizaba sus compras, sus quehaceres... ¡Con qué impaciencia yo esperaba que volviese, volando, de algún paseo por los alrededores! Allí lejos, perdido entre las nubes, un puntito rosado. "¡María Luisa! ¡María Luisa!"... y a los pocos segundos, ya me abrazaba con sus piernas de pluma, para llevarme, volando, a cualquier parte. Durante kilómetros de silencio planeábamos una caricia que nos aproximaba al paraíso; durante horas enteras nos anidábamos en una nube, como dos ángeles, y de repente, en tirabuzón, en hoja muerta, el aterrizaje forzoso de un espasmo. ¡Qué delicia la de tener una mujer tan ligera..., aunque nos haga ver, de vez en cuando, las estrellas! ¡Que voluptuosidad la de pasarse los días entre las nubes... la de 24 pasarse las noches de un solo vuelo!


25 Después de conocer una mujer etérea, ¿puede brindarnos alguna clase de atractivos una mujer terrestre? ¿Verdad que no hay diferencia sustancial entre vivir con una vaca o con una mujer que tenga las nalgas a setenta y ocho centímetros del suelo? Yo, por lo menos, soy incapaz de comprender la seducción de una mujer pedestre, y por más empeño que ponga en concebirlo, no me es posible ni tan siquiera imaginar que pueda hacerse el amor más que volando.

OO0liverio Girondo

25


Lejos estás, padre mío (por Vicente Aleixandre)

26

"Lejos estás, padre mío, allá en tu reino de las sombras. Mira a tu hijo, oscuro en esta tiniebla huérfana, lejos de la benévola luz de tus ojos continuos. Allí nací, crecí; de aquella luz pura tomé vida, y aquel fulgor sereno se embebió en esta forma, que todavía despide, como un eco apagado, tu luz resplandeciente. Bajo la frente poderosa, mundo entero de vida, mente completa que un humano alcanzara, sentí la sombra que protegió mi infancia. Leve, leve, resbaló así la niñez como alígero pie sobre una hierba noble, y si besé a los pájaros, si pude posar mis labios sobre tantas alas fugaces que una aurora empujara, fue por ti, por tus benévolos ojos que presidieron mi nacimiento y fueron como brazos que por encima de mi testa cernían la luz, la luz tranquila, no heridora a mis ojos de niño. Alto, padre, como una montaña que pudiera inclinarse, que pudiera vencerse sobre mi propia frente descuidada y besarme tan luminosamente, tan silenciosa y puramente como la luz que pasa por las crestas radiantes donde reina el azul de los cielos purísimos. Por tu pecho bajaba una cascada luminosa de bondad, que tocaba luego mi rostro y bañaba mi cuerpo aún infantil, que emergí de tu fuerza tranquila como desnudo, reciente, nacido cada día de ti, porque tú fuiste padre diario, y cada día yo nací de tu pecho, exhalado de tu amor, como acaso mensaje de tu seno purísimo. Porque yo nací entero cada día, entero y tierno siempre, y débil y gozoso cada día hollé naciendo la hierba misma intacta: pisé leve, estrené brisas, henchí también mi seno, y miré el mundo y lo vi bueno. Bueno tú, padre mío, mundo frío, tú sólo. 26 Hasta

la orilla del mar condujiste mi mano.


Benévolo y potente tú como un bosque en la orilla, yo sentí mis espaldas guardadas contra el viento estrellado. Pude sumergir mi cuerpo reciente cada aurora en la espuma; y besar a la mar candorosa en el día, siempre olvidada, siempre, de su noche de lutos.

27

Padre, tú me besaste con labios de azul sereno. Limpios de nubes veía yo tus ojos, aunque a veces un velo de tristeza eclipsaba a mi frente esa luz que sin duda de los cielos tomabas. Oh padre altísimo, oh tierno padre gigantesco que así, en los brazos, desvalido, me hubiste. Huérfano de ti, menudo como entonces, caído sobre una hierba triste, heme hoy aquí, padre, sobre el mundo en tu ausencia, mientras pienso en tu forma sagrada, habitadora acaso de una sombra amorosa, por la que nunca, nunca tu corazón me olvida. Oh padre frío, seguro estoy que en la tiniebla fuerte tú vives y me amas. Que un vigor poderoso, un latir, aún revienta en la tierra. Y que unas ondas de pronto, desde un fondo, sacuden a la tierra y la ondulan, y a mis pies se estremece. Pero yo soy de carne todavía. Y mi vida es de carne, padre, padre mío. Y aquí estoy, solo, sobre la tierra quieta, menudo como entonces, sin verte, derribado sobre los inmensos brazos que horriblemente te imitan."

27


28

Huelga. Gioconda Belli Quiero una huelga donde vayamos todos. Una huelga de brazos, piernas, de cabellos, una huelga naciendo en cada cuerpo. Quiero una huelga de obreros de palomas de chóferes de flores de técnicos de niños de médicos de mujeres. Quiero una huelga grande, que hasta el amor alcance. Una huelga donde todo se detenga, el reloj las fábricas el plantel los colegios el bus los hospitales la carretera los puertos. Una huelga de ojos, de manos y de besos. Una huelga donde respirar no sea permitido, una huelga donde nazca el silencio 28


Pero es consolador soñar mientras uno trabaja, que ese barco, ese niño irá muy lejos por el agua. Soñar que ese navío llevará nuestra carga de palabras hacia puertos distantes, hacia islas lejanas. Soñar que cuando un día esté durmiendo nuestra propia barca, en barcos nuevos seguirá nuestra bandera enarbolada. 29

29

EDUCAR- GABRIEL CELAYA

Educar es lo mismo que poner motor a una barca… hay que medir, pesar, equilibrar… … y poner todo en marcha. Para eso, uno tiene que llevar en el alma un poco de marino… un poco de pirata… un poco de poeta… y un kilo y medio de paciencia concentrada.


30

Quisiera ser convexo para tu mano cóncava. Y como un tronco hueco para acogerte en mi regazo y darte sombra y sueño. Suave y horizontal e interminable para la huella alterna y presurosa de tu pie izquierdo y de tu pie derecho. Ser de todas las formas como agua siempre a gusto en cualquier vaso siempre abrazándote por dentro. Y también como vaso para abrazar por fuera al mismo tiempo. Como el agua hecha vaso tu confín - dentro y fuera - siempre exacto. Gerardo Diego 30


31

Juan Ramón Jiménez Mientras trabajo en el anillo de oro puro me abrazas en la sangre de mi dedo, que luego sigue, en gozo, contigo, por toda mi carne. ¡Qué bienestar! ¡Cómo mis fuertes venas de ti van, dulces embriagándose, cual de una miel celeste que tuviera la luz en los eternos cálices. Mi corazón entero pasa, río vehemente y noble, bajo el suave anillo que, por contenerlo, en círculos infinitos de amor se abre. ” Madrid, 20 de enero 31


32

Vino, primero, pura, vestida de inocencia. Y la amé como un niño. Luego se fue vistiendo de no sé qué ropajes. Y la fui odiando, sin saberlo. Llegó a ser una reina, fastuosa de tesoros… ¡Qué iracundia de yel y sin sentido! …Mas se fue desnudando. Y yo le sonreía. Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Creí de nuevo en ella. Y se quitó la túnica, y apareció desnuda toda… ¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre! Juan Ramón Jiménez 32


33

El reino del esplendor En la cumbre de la alegría por el río de la dulzura junto a la umbría deleitable sobre el reino del esplendor: tales lugares deseaba a quien le dijo solamente que iba con él a donde fuese sin preguntarle si quería. La miró mientras caminaban: está jugando a formar aros con el humo del cigarrillo; tiene un aire de colegiala cometiendo una diablura en plena calle y a horas altas; pero su paso es mesurado. No puede haber nada tan bello aunque es de noche. Ahora se alza de puntillas para besarle. 33

José Agustín Goytisolo


Cuando ya nada se espera personalmente exaltante, mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia, fieramente existiendo, ciegamente afirmado, como un pulso que golpea las tinieblas, cuando se miran de frente los vertiginosos ojos claros de la muerte, se dicen las verdades: las bárbaras, terribles, amorosas crueldades. Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo. Con la velocidad del instinto, con el rayo del prodigio, como mágica evidencia, lo real se nos convierte en lo idéntico a sí mismo. Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica. Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno. Estamos tocando el fondo. 34

34


35

Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse. Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren y canto respirando. Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas personales, me ensancho. Quisiera daros vida, provocar nuevos actos, y calculo por eso con técnica qué puedo. Me siento un ingeniero del verso y un obrero que trabaja con otros a España en sus aceros. Tal es mi poesía: poesía-herramienta a la vez que latido de lo unánime y ciego. Tal es, arma cargada de futuro expansivo con que te apunto al pecho. No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos. Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos. Gabriel Celaya 35


La lluvia. José Ángel Valente como una lengua de prensiles musgos parece recorrerme, buscarme la cerviz, bajar, lamer el eje vertical, contar el número de vértebras que me separan de tu cuerpo ausente. Busco ahora despacio con mi lengua la demorada huella de tu lengua hundida en mis salivas. Bebo, te bebo en las mansiones líquidas del paladar y en la humedad radiante de tus ingles, mientras tu propia lengua me recorre y baja, retráctil y prensil, como la lengua oscura de la lluvia. La raíz del temblor llena tu boca, tiembla, se vierte en ti y canta germinal en tu garganta. 36

36


37

37


38

Mi carta, que es feliz, pues va a buscaros, cuenta os dará de la memoria mía. Aquel fantasma soy que, por gustaros, jugó a estar viva a vuestro lado un día. Cuando lleve esta carta a vuestro oído el eco de mi amor y mis dolores, el cuerpo en que mi espíritu ha vivido ya durmiendo estará bajo unas flores. ¡Por no dar fin a la ventura mía, la escribo larga..., casi interminable!... ¡Mi agonía es la bárbara agonía del que quiere evitar lo inevitable!... Hundiéndose, al morir, sobre mi frente el palacio ideal de mi quimera, de todo mi pasado, solamente esta pena que os doy borrar quisiera. Me rebelo a morir, pero es preciso... ¡El triste vive, y el dichoso muere!... ¡Cuando quise morir, Dios no lo quiso; hoy que quiero vivir, Dios no lo quiere! ¡Os amo, sí! Dejadme que, habladora, me repita esta voz tan repetida: que las cosas más íntimas ahora se escapen de mis labios con mi vida. Hasta furiosa, a mí, que ya no existo, la idea de los celos importuna: ¡Juradme que esos ojos que me han visto nunca el rostro verán de otra ninguna! 38


Y si aquella mujer de aquella historia vuelve a formar de nuevo vuestro encanto, aunque os ame, gemid en mi memoria, ¡Yo os hubiera también amado tanto! Mas tal vez allá arriba nos veremos, después de esta existencia pasajera, cuando los dos, como en el tren, lleguemos de vuestra vida a la estación postrera. ¡Ya me siento morir!... ¡El cielo os guarde! Cuidad, siempre que nazca o muera el día, de mirar al lucero de la tarde, esa estrella que siempre ha sido mía. Pues yo desde ella os estaré mirando, y como el bien con la virtud se labra, para verme mejor, yo haré rezando que Dios de par en par el cielo os abra. ¡Nunca olvidéis a esta infeliz amante que os cita, cuando os deja, para el cielo! ¡Si es verdad que me amasteis un instante, llorad, porque eso sirve de consuelo!... ¡Oh Padre de las almas pecadoras, conceded el perdón al alma mía! ¡Amé mucho, Señor, y muchas horas; mas sufrí por más tiempo todavía! ¡Adiós, adiós! ¡Como hablo delirando, no sé decir lo que deciros quiero! ¡Yo sólo sé de mí que estoy llorando, que sufro, que os amaba... y que me muero! Ramón de Campoamor 39

39


40

Yo te beso Frente a la destrucción y el aire sucio te beso En el estruendo de los automóviles -la migraña del díate beso En el festín de los ladrones En el pozo de los iracundos Ante el cuchillo de los asesinos Ante la baba fóbica de los intolerantes Frente a la sangre agusanada de los corruptos Frente a la mansedumbre Frente a la podredumbre Frente a la muchedumbre Yo te beso de frente Y el día empieza a caminar con la frente muy alta. EFRAÍN BARTOLOMÉ

40


41

Una hoja cae del plátano, un temblor sacude la cima del ciprés. Eres tú que me llamas. Ojos invisibles surcan la sombra, me penetran como a la pared los clavos. Eres tú que me miras. Rudas manos cortadas se posan en mis hombros, hacia las aguas del lago me empujan. Mi cabeza se llena de ratas: No me dejan dormir ni vivir. Ya no pisan los pies en la tierra, ya no pesa mi cuerpo. Hacia las aguas del lago camino en un vértigo oscuro. Eres tú que me amas. Ada Negri

41


42

42


"Los consejos de tío Dámaso a Luis Cristóbal" Haz lo que tengas gana, Cristobalillo, lo que te dé la gana que es lo sencillo. LLegaste a un mundo donde manda la chacha, mandan los mandamases y hay poca lacha. Caso nunca les hagas a los mayores. Los consejos de Dámaso son los mejores. Tira, mi niño, tira, si te da la gana, los libros de papito por la ventana. Cuélgate de las lámparas y los manteles, rompe a mamita el vaso de los claveles. ¿Que hay pelotón de goma? Chuta e impacta. !Duro con la pintura llamada abstracta! Rompe tazas y platos. !Viva el jolgorio y las almas benditas del purgatorio! 43

43

La mejor puntería te la aconsejo si es que se pone a tiro cualquier espejo. Aún hay más divertido: coge chinillas, y con un tiragomas !a las bombillas! Pero ahora se me ocurre algo estupendo, donde papá se encierra vete corriendo. !Macho, cuántos papeles! Tú, con cerillas, vas y a papá le quemas esas cosillas... !Verás qué cara pone! !Qué gracia tiene! Anda, sin que te vea, mira que viene. Vamos a divertirnos tú y yo, mi cielo. Es un asco este mundo: conviene que lo pongamos boca abajo. !Es tan sencillo! Vamos a hacer un mundo nuevo, chiquillo.


Es una tarde de verano. Tú hablas de que las noches son extrañas en las islas. Yo pienso de repente -no sé por qué- en la casa de Marga Gil: la torre cerca de la autopista y el desorden salvaje del antiguo jardín abandonado. Empiezo a contarte esa historia, la manera en que aún sigue dentro de mí y tú dices: -Como alguien que anda junto a un río y tiene sobre su piel la sombra de los árboles. Estamos en el año 1932 y Marga se enamora de Juan Ramón Jiménez. Es una chica oscura. Hay un túnel que une su corazón y el ruido de los bosques. Un día entra en la casa. Un día escribe ya nada me separa de ti, salvo la muerte. Luego, todo se termina. Casi podemos verlo: 28 de julio; el cielo es muy azul; puede que unas palomas se escapen del jardín al oírse el disparo. Ahora los dos estamos en silencio. Tú miras la playa, la marea, el sol rojo lo mismo que una fuente en donde un asesino se ha lavado las manos. Yo pienso en Marga Gil. Pienso en su miedo de44esa forma en que a veces

44


ves a un hombre que huele una rosa, imaginas cómo esa rosa crece hacia dentro de ese hombre, lo invade poco a poco con su aroma dulce y enfermo. Mucho tiempo después yo entro cada mañana en esa casa, bajo al desván, me muevo por los cuartos vacíos, subo a la torre que veré más tarde, desde un hotel de Nueva York, un día de lluvia en Buenos Aires, un verano en el puerto de Barcelona. El mundo es un lugar muy frío. En el fondo del agua se oye cavar las tumbas. Hay terrazas sin sueño donde el viento devora lentamente los restos de la noche. Tú y yo lo comprendemos. Es un viento que viene del mar, un viento frío que llena el corazón de pequeños arpones y de niños ahogados. Es un viento que dice: -No se puede salir de una casa vacía. Todo lo que ha ocurrido alguna vez ocurre para siempre. Benjamín Prado

45

45


Luis García Montero, Aunque tú no lo sepas:

46

Como la luz de un sueño, que no raya en el mundo pero existe, así he vivido yo, iluminando esa parte de ti que no conoces, la vida que has llevado junto a mis pensamientos. Y aunque tú no lo sepas, yo te he visto cruzar la puerta sin decir que no, pedirme un cenicero, curiosear los libros, responder al deseo de mis labios con tus labios de whisky, seguir mis pasos hasta el dormitorio. También hemos hablado en la cama, sin prisa, muchas tardes, esta cama de amor que no conoces, la misma que se queda fría cuando te marchas. Aunque tú no lo sepas te inventaba conmigo, hicimos mil proyectos, paseamos 46


47

por todas las ciudades que te gustan, recordamos canciones, elegimos renuncias, aprendiendo los dos a convivir entre la realidad y el pensamiento.

47

Espiada a la sombra de tu horario o en la noche de un bar por mi sorpresa. AsĂ­ he vivido yo, como la luz de un sueĂąo que no recuerdas cuando te despiertas.


48

¡Si me llamaras, sí, si me llamaras!

Lo dejaría todo, todo lo tiraría: los precios, los catálogos, el azul del océano en los mapas, los días y sus noches, los telegramas viejos y un amor. Tú, que no eres mi amor, ¡si me llamaras! Y aún espero tu voz: telescopios abajo, desde la estrella, por espejos, por túneles, por los años bisiestos puede venir. No sé por dónde. Desde el prodigio, siempre. Porque si tú me llamas -¡si me llamaras, sí, si me llamaras!será desde un milagro, incógnito, sin verlo. Nunca desde los labios que te beso, nunca desde la voz que dice: "No te vayas." 48

Pedro Salinas


LUIS CERNUDA:

49

Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo como una nube en la luz; si como muros que se derrumban, para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo, que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo, yo sería aquel que imaginaba; aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero. Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu como leños perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor, la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero. Tú justificas mi existencia: si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido. 49


CANTO NEGRO ¡Yambambó, yambambé! Repica el congo solongo, repica el negro bien negro; congo solongo del Songo baila yambó sobre un pie. Mamatomba, serembe cuserembá. El negro canta y se ajuma, el negro se ajuma y canta, el negro canta y se va. Acuememe serembó, aé yambó, aé. Tamba, tamba, tamba, tamba, tamba del negro que tumba; tumba del negro, caramba, caramba, que el negro tumba: ¡yamba, yambó, yambambé! 50 Nicolás Guillén

50


51

José Batres Montúfar,

51

Yo pienso en ti, tú vives en mi mente sola, fija, sin tregua, a toda hora, aunque tal vez el rostro indiferente no deje reflejar sobre mi frente la llama que en silencio me devora. En mi lóbrega y yerta fantasía brilla tu imagen apacible y pura, como el rayo de luz que el sol envía a traves de una bóveda sombría al roto mármol de una sepultura. Callado, inerte, en estupor profundo, mi corazón se embarga y se enajena y allá en su centro vibra moribundo cuando entre el vano estrépito del mundo la melodía de tu nombre suena. Sin lucha, sin afán y sin lamento, sin agitarme en ciego frenesí, sin proferir un solo, un leve acento, las largas horas de la noche cuento ¡y pienso en ti!


Amo a los hombres y les canto. Amo a los jóvenes desafiantes jinetes del aire, pobladores de pasillos en las Universidades, rebeldes, inconformes, planeadores de mundos diferentes. Amo a los obreros, esos sudorosos gigantes morenos que salen de madrugada a construir ciudades. Amo a los carpinteros que reconocen a la madera como a su mujer y saben hacerla a su modo. Amo a los campesinos que no tienen más tractor que su brazo que rompen el vientre de la tierra y la poseen. Amo, compasiva y tristemente, a los complicados hombres de negocios que han convertido su hombría en una sanguinaria máquina de sumar y han dejado los pensamientos más profundos, los sentimientos más nobles por cálculos y métodos de explotación. Amo a los poetas -bellos ángeles lanzallamasque inventan nuevos mundos desde la palabra y que dan a la risa y al vino su justa y proverbial importancia. que conocen la trascendencia de una conversación tranquila bajo los árboles, a esos poetas vitales que sufren las lágrimas y van y dejan todo y mueren para que nazcan hombres con la frente alta. Amo a los pintores -hombres coloresque guardan su hermosura para nuestros ojos y a los que pintan el horror y el hambre para que no se nos olvide. Amo a los solitarios pensadores los que existen más allá del amor y de la comprensión sencilla los que se hunden en titánicas averiguaciones y se atormentan día y noche ante lo absurdo de las respuestas. A todos amo con un amor de mujer, de madre, de hermana, con un amor que es más grande que yo toda, que me supera y me envuelve como un océano donde todo el misterio se resuelve en espuma... Amo a las mujeres desde su piel que es la mía. A la que se rebela y forcejea con la pluma y la voz desenvainadas, a la que se levanta de noche a ver a su hijo que llora, a la que llora por un niño que se ha dormido para siempre, a la que lucha enardecida en las montañas, a la que trabaja -mal pagada- en la ciudad, a la que gorda y contenta canta cuando echa tortillas en la pancita caliente del comal, a la que camina con el peso de un ser en su vientre 52 y fecundo. enorme

52


A todas las amo y me felicito por ser de su especie. Me felicito por estar con hombres y mujeres aquí bajo este cielo, sobre esta tierra tropical y fértil, ondulante y cubierta de hierba. Me felicito por ser y por haber nacido, por mis pulmones que me llevan y me traen el aire, porque cuando respiro siento que el mundo todo entra en mí y sale con algo mío, por estos poemas que escribo y lanzo al viento para alegría de los pájaros, por todo lo que soy y rompe el aire a mi paso, por las flores que se mecen en los caminos y los pensamientos que, desenfrenados, alborotan en las cabezas, por los llantos y las rebeliones. Me felicito porque soy parte de una nueva época porque he comprendido la importancia que tiene mi existencia, la importancia que tiene tu existencia, la de todos, la vitalidad de mi mano unida a otras manos, de mi canto unido a otros cantos. Porque he comprendido mi misión de ser creador, de alfarera de mi tiempo que es el tiempo nuestro, quiero irme a la calle y a los campos, a las mansiones y a las chozas a sacudir a los tibios y haraganes, a los que reniegan de la vida y de los malos negocios, a los que dejan de ver el sol para cuadrar balances, a los incrédulos, a los desamparados, a los que han perdido la esperanza, a los que ríen y cantan y hablan con optimismo; quiero traerlos a todos hacia la madrugada, traerlos a ver la vida que pasa con una hermosura dolorosa y desafiante, la vida que nos espera detrás de cada atardecer -último testimonio de un día que se va para siempre, que sale del tiempo y que nunca volverá a repetirse-. Quiero atraer a todos hacia el abrazo de una alegría que comienza, de un Universo que espera que rompamos sus puertas con la energía de nuestra marcha incontenible. Quiero llevaros a recorrer los caminos por donde avanza -inexorable- la Historia. Porque los amo quiero llevarlos de frente a la nueva mañana, mañana lavada de pesar que habremos construido todos. Vámonos y que nadie se quede a la zaga, que nadie perezoso, amedrentado, tibio, habite la faz de la tierra para que este amor tenga la fuerza de los terremotos, de los maremotos, de los ciclones, de los huracanes y todo lo que nos aprisione vuele convertido en desecho mientras hombres y mujeres nuevos van naciendo erguidos luminosos como volcanes... Vámonos 53 Vámonos Vámonoooos!!!

53


54

Basílica de San Pedro Di, Jesucristo, ¿por qué me besan tanto los pies? Soy San Pedro aquí sentado, en bronce inmovilizado, no puedo mirar de lado ni pegar un puntapié, pues tengo los pies gastados, como ves. Haz un milagro, Señor. Déjame bajar al río, volver a ser pescador, que es lo mío.

54

De: Roma, peligro para caminantes Rafael Alberti


Prohibido Hacer Aguas. Rafael Alberti

55

Verás entre meadas y meadas más meadas de todas las larguras unas de perros, otras son de cura, y otras quizá de monjas disfrazadas. Las verás lentas o precipitadas, tristes o alegres, dulces, blandas, duras, meadas de las noches más oscuras o las más luminosas madrugadas. Piedras felices que quien no las mea si es que no tiene retención de orina, si es que no ha muerto, es que ya está expirando. Mean las fuentes, por la luz humea una ardiente meada cristalina, y alzo la pata pues me estoy meando.

55


Que los ruidos te perforen los dientes, 56 como una lima de dentista, y la memoria se te llene de herrumbre, de olores descompuestos y de palabras rotas. Que te crezca, en cada uno de los poros, una pata de araña; que sólo puedas alimentarte de barajas usadas y que el sueño te reduzca, como una aplanadora, al espesor de tu retrato. Que al salir a la calle, hasta los faroles te corran a patadas; que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte ante los tachos de basura y que todos los habitantes de la ciudad te confundan con un madero. Que cuando quieras decir: "Mi amor", digas: "Pescado frito"; que tus manos intenten estrangularte a cada rato, y que en vez de tirar el cigarrillo, seas tú el que te arrojes en las salivaderas. Que tu mujer te engañe hasta con los buzones; que al acostarse junto a ti, se metamorfosee en sanguijuela, y que después de parir un cuervo, alumbre una llave inglesa. Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto, para que los espejos, al mirarte, se suiciden de repugnancia; que tu único entretenimiento consista en instalarte en la sala de espera de los dentistas, disfrazado de cocodrilo, y que te enamores, tan locamente, de una caja de hierro, que no puedas dejar, ni por un solo instante, 56 de lamerle la cerradura.


57

Oliverio Girondo

57


58

58


59

59


Lo que eres me distrae de lo que dices. Lanzas palabras veloces, empavesadas de risas, invitándome a ir adonde ellas me lleven. No te atiendo, no las sigo: estoy mirando los labios donde nacieron. Miras de pronto a lo lejos. Clavas la mirada allí, no sé en qué, y se te dispara a buscarlo ya tu alma afilada, de saeta. Yo no miro adonde miras: yo te estoy viendo mirar. Y cuando deseas algo no pienso en lo que tú quieres, ni lo envidio: es lo de menos. Lo quieres hoy, lo deseas; mañana lo olvidarás por una querencia nueva. No. Te espero más allá de los fines y los términos. En lo que no ha de pasar me quedo, en el puro acto de tu deseo queriéndote. Y no quiero ya otra cosa más 60 que verte a tí querer.

60


61

Desafío a la vejez Cuando yo llegue a vieja -si es que llegoy me mire al espejo y me cuente las arrugas como una delicada orografía de distendida piel. Cuando pueda contar las marcas que han dejado las lágrimas y las preocupaciones, y ya mi cuerpo responda despacio a mis deseos, cuando vea mi vida envuelta en venas azules, en profundas ojeras, y suelte blanca mi cabellera para dormirme temprano -como correspondecuando vengan mis nietos a sentarse sobre mis rodillas enmohecidas por el paso de muchos inviernos, sé que todavía mi corazón estará -rebelde- tictaqueando y las dudas y los anchos horizontes también saludarán mis mañanas. 61


Oda a la alegría

Oda a la alegría

ALEGRÍA hoja verde caída en la ventana, minúscula claridad recién nacida, elefante sonoro, deslumbrante moneda, a veces ráfaga quebradiza, pero más bien pan permanente, esperanza cumplida, deber desarrollado. Te desdeñé, alegría. Fui mal aconsejado. La luna me llevó por sus caminos. Los antiguos poetas me prestaron anteojos y junto a cada cosa un nimbo oscuro puse, sobre la flor una corona negra, sobre la boca amada un triste beso. Aún es temprano. Déjame arrepentirme. Pensé que solamente 62

ALEGRÍA hoja verde caída en la ventana, minúscula claridad recién nacida, elefante sonoro, deslumbrante moneda, a veces ráfaga quebradiza, pero más bien pan permanente, esperanza cumplida, deber desarrollado. Te desdeñé, alegría. Fui mal aconsejado. La luna me llevó por sus caminos. Los antiguos poetas me prestaron anteojos y junto a cada cosa un nimbo oscuro puse, sobre la flor una corona negra, sobre la boca amada un triste beso. Aún es temprano. Déjame arrepentirme.

62


Alegría, fui un joven taciturno, hallé tu cabellera escandalosa. No era verdad, lo supe cuando en mi pecho desató su cascada. Hoy, alegría, encontrada en la calle, lejos de todo libro, acompáñame:

los valientes muchachos en su lucha.

63

Contigo por el mundo! Con mi canto! Con el vuelo entreabierto de la estrella, y con el regocijo de la espuma! Voy a cumplir con todos porque debo a todos mi alegría. No se sorprenda nadie porque quiero entregar a los hombres los dones de la tierra, porque aprendí luchando que es mi deber terrestre propagar la alegría. Y cumplo mi destino con mi canto.

contigo quiero ir de casa en casa, quiero ir de pueblo en pueblo, de bandera en bandera. No eres para mí solo. A las islas iremos, a los mares. A las minas iremos, Pablo a los bosques. Neruda No sólo leñadores solitarios, pobres lavanderas o erizados, augustos picapedreros, me van a recibir con tus racimos, sino los congregados, los reunidos, los sindicatos de mar o madera, 63


Oda a Platko,

Rafael Alberti

64

Ni el mar, que frente a ti saltaba sin poder defenderte. Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más rugía. Ni el mar, ni el viento, Platko, rubio Platko de sangre, guardameta en el polvo, pararrayos. No nadie, nadie, nadie. Camisetas azules y blancas, sobre el aire. Camisetas reales, contrarias, contra ti, volando y arrastrándote. Platko, Platko lejano, rubio Platko tronchado, tigre ardiente en la yerba de otro país. ¡ Tú, llave, Platko, tu llave rota, llave áurea caída ante el pórtico áureo ! No nadie, nadie, nadie, nadie se olvida, Platko. Volvió su espalda al cielo. Camisetas azules y granas flamearon, apagadas sin viento. El mar, vueltos los ojos, se tumbó y nada dijo. Sangrando en los ojales, sangrando por ti, Platko, por ti, sangre de Hungría, sin tu sangre, tu impulso, tu parada, tu salto temieron las insignias. No nadie, Platko, nadie, nadie se olvida. Fue la vuelta del mar. Fueron diez rápidas banderas incendiadas sin freno. 64


Fue la vuelta del viento. 65 La vuelta al corazón de la esperanza. Fue tu vuelta. Azul heróico y grana, mando el aire en las venas. Alas, alas celestes y blancas, rotas alas, combatidas, sin plumas, escalaron la yerba. Y el aire tuvo piernas, tronco, brazos, cabeza. ¡ Y todo por ti, Platko, rubio Platko de Hungría ! Y en tu honor, por tu vuelta, porque volviste el pulso perdido a la pelea, en el arco contrario al viento abrió una brecha. Nadie, nadie se olvida. El cielo, el mar, la lluvia lo recuerdan. Las insignias. Las doradas insignias, flores de los ojales, cerradas, por ti abiertas. No nadie, nadie, nadie, nadie se olvida, Platko. Ni el final: tu salida, oso rubio de sangre, desmayada bandera en hombros por el campo. ¡ Oh, Platko, Platko, Platko tú, tan lejos de Hungría ! ¿ Qué mar hubiera sido capaz de no llorarte ? Nadie, nadie se olvida, no, nadie, nadie, nadie. 65


66 Don Escafandro no pesa Va a coger una manzana y la mano se le aleja

"Caída del cosmonauta" Míralo por dónde sube míralo por dónde raya Míralo por dónde tuerce El cosmonauta no tiene padre; se salió de madre y ni un perro que le ladre El pobre don Escafandro quiere nadar y no puede (Hero en brazos de Leandro) El cosmonauta se aburre Tierra de luna se aburre Luna de tierra se duerme Míralo por dónde rompe míralo por dónde viene míralo por dónde silba El silbido del vacío El silbido del hastío 66 Morado silbo del frío

Tiene los ojos tallados como diamantes cortantes de ver espantos de cielos Suma resta multiplica No puede ser tropieza al derecho y al revés Míralo por dónde baja míralo cómo se estrella míralo hundirse en el seno de la tierra tierra tierra. Gerardo Diego


España (Luis Alberto de Cuenca) Es un lugar muy triste que ha prohibido a los héroes y ha dejado pudrirse las rosas del escándalo. Siempre he vivido en él. No sé si en otra parte habrá tantos borrachos y chicas tan espléndidas. Es sólo un lugar pobre que ha perdido su alma sin ganar nada a cambio, un lugar sin futuro, un puñado de tierra desunido y estéril. Por él daría mi sangre hasta la última gota.

67

67


68

"Brindis" Debiera ahora deciros: " amigos, muchas gracias" ; y sentarme, pero sin ripios. Permitidme que os lo diga en tono lírico, en verso, sí, pero libre y de capricho. Amigos: dentro de unos días me veré rodeado de chicos, de chicos torpes y listos, y dóciles y ariscos, a muchas leguas de este Santander mío, en un pueblo antiguo, tranquilo y frío. Y les hablaré de versos y de hemistiquios, y del Dante, y de Shakespeare, y de Moratín (hijo), y de pluscuamperfectos y de participios. Y el uno bostezará y el otro me hará un guiño, y otro, seguramente el más listo, me pondrá un alias definitivo. Y así pasarán cursos monótonos y prolijos. Pero un día tendré un discípulo, un verdadero discípulo, y moldearé su alma de niño y le haré hacerse nuevo y distinto, 68 distinto de mí y de todos; él mismo.


Y me guardará respeto y cariño. 69 Y ahora yo os digo: amigos, brindemos por ese niño, por ese predilecto discípulo, por que mis dedos rígidos acierten a moldear su espíritu y mi llama lírica prenda en su corazón virgíneo, y por que siga su camino intacto y limpio, y porque este mi discípulo, que inmortalizará mi nombre y mi apellido, ... sea el hijo, el hijo de uno de vosotros, amigos.

-Gerardo Diego-

69


70

Les sanglots longs Des violons De l'automne Blessent mon coeur D'une langueur Monotone. Tout suffocant Et blême, quand Sonne l'heure, Je me souviens Des jours anciens Et je pleure Et je m'en vais Au vent mauvais Qui m'emporte Deçà, delà, Pareil à la Feuille morte. Paul Verlaine 70


71

No volveré a ser joven Que la vida Iba en serio Uno lo empieza a comprender más tarde Como todos los jóvenes,yo vine a llevarme la vida por delante. Dejar huella quería Y marcharme entre aplausos Envejecer,morir, eran tan sólo Las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo Y la verdad desagradable asoma: Envejecer,morir, Es el único argumento de la obra. Jaime Gil de Biedma

71


Navacerrada, abril Los dos solos. ¡Qué bien aquí, en el puerto, altos! Vencido verde, triunfo de los dos, al venir queda un paisaje atrás: otro enfrente, esperándonos. Parar aquí un minuto. - Sus tres banderas blancas soledad, nieve, altura agitala mañana. Se rinde, se me rinde. Ya su silencio es mío: posesión de un minuto. Y de pronto mi mano que te oprime, y tú, yo, aventura de arranque eléctrico- rompemos el cristal de las doce, a correr por un mundo de asfalto y selva virgen. Alma mía en la tuya mecánica; mi fuerza, bien medida, la tuya, justa: doce caballos. 72

Pedro Salinas. Presagios (1923)

72


73

Separaçao-Vinicius de Moraes

De repente do riso fez-se o pranto Silencioso e branco como a bruma E das bocas unidas fez-se a espuma E das mãos espalmadas fez-se o espanto. De repente da calma fez-se o vento Que dos olhos desfez a última chama E da paixão fez-se o pressentimento E do momento imóvel fez-se o drama. De repente, não mais que de repente Fez-se de triste o que se fez amante E de sozinho o que se fez contente. Fez-se do amigo próximo o distante Fez-se da vida uma aventura errante De repente, não mais que de repente. 73


"El Bosco" El Diablo hocicudo, ojipelambrudo, cornicapricudo, perniculimbrudo y rabudo, zorrea, pajarea, mosquiconejea, humea, ventea, peditrompetea por un embudo.

diablo garavijo. 74

¡Amor hortelano, desnudo, oh verano! Jardín del Amor. En un pie el manzano y en cuatro la flor. (Y sus amadores, céfiros y flores y aves por el ano.) Virojo, pirojo, diablo trampantojo.

El diablo liebre, tiebre, notiebre, Amar y danzar, sepilipitiebre, beber y saltar, y su comitiva cantar y reír, chiva, oler y tocar, estiva, comer, fornicar, sipilipitriva, dormir y dormir, cala, llorar y llorar. empala, Mandroque, mandroque, desala, diablo palitroque, traspala, apuñala ¡Pío, pío, pío! con su lavativa. Cabalgo y me río, me monto en un gallo Barrigas, narices, y en un puercoespín, lagartos, lombrices, en burro, en caballo, delfines volantes, en camello, en oso, orejas rodantes, en rana, en raposo ojos boquiabiertos, y en un cornetín. 74 escobas perdidas, Verijo, verijo,


75

barcas aturdidas, vómitos, heridas, muertos. Predica, predica, diablo pilindrica. Saltan escaleras, corren tapaderas, revientan calderas. En los orinales letales, mortales, los más infernales pingajos, zancajos, tristes espantajos finales. Guadaña, guadaña, diablo telaraña. El beleño, el 75sueño,

el impuro, oscuro, seguro botín, el llanto, el espanto y el diente crujiente sin fin. Pintor en desvelo: tu paleta vuela al cielo, y en un cuerno, tu pincel baja al infierno. Rafael Alberti


Fray Luis de León Aunque en ricos montones levantes el cautivo inútil oro; y aunque tus posesiones mejores con ajeno daño y lloro; y aunque cruel tirano oprimas la verdad, y tu avaricia, vestida en nombre vano, convierta en compra y venta la justicia; aunque engañes los ojos del mundo a quien adoras: no por tanto no nacerán abrojos agudos en tu alma; ni el espanto no velará en tu lecho; ni huirás la cúita y agonía, el último despecho; ni la esperanza buena en compañía del gozo tus umbrales penetrará jamás; ni la Meguera, con llamas infernales, con serpentino azote la alta y fiera y diestra mano armada, saldrá de tu aposento sola una hora; y ni tendrás clavada la rueda, aunque más puedas, voladora del Tiempo hambriento y crudo, que viene, con la muerte conjurado, a dejarte desnudo del oro y cuanto tienes más amado; y quedarás sumido 76 en males no finibles y en olvido.

76


A mí me han hecho los hombres que andan bajo el cielo del mundo buscan el brillo de la madrugada cuidan la vida como un fuego. Me han enseñado a defender la luz que canta conmovida me han traído una esperanza que no basta soñar y por esa esperanza conozco a mis hermanos. Entonces río contemplando mi apellido, mi rostro en el espejo yo sé que no me pertenecen en ellos ustedes agitan un pañuelo alargan una mano por la que no estoy solo. En ustedes mi muerte termina de morir. Años futuros que habremos preparado conservarán mi dulce creencia en la ternura, la asamblea del mundo será un niño reunido.

Juan Gelman

77

77


78 Hoy he encontrado en un cajón de mi madre un poema manuscrito. Como título pone: "Creo que se titula Desdén y no sé de quién es"

De que penando estoy, sin que te importe, con orgulloso afán vas presumiendo, como si amarte yo fuese mi culpa o no quererme tú fuese tu mérito. Como si cada cual pudiese, acaso, ceñir el corazón a sus deseos, para poder querer a voluntad o desdeñar con solo proponérselo. Mas ¡ay!, la libertad y el albedrío solo palabras son, solo conceptos con que el humano orgullo se disfraza para ocultar de su impotencia el hecho. ¿Qué somos en verdad? ¿De qué nos sirven cerebro, corazón y sentimientos? Si al fin depende todo de un destino que no nos pertenece, ¿qué podemos contra el ineludible despotismo bajo el poder del cual somos muñecos, que bregan entre el ansia de ser libres y la fatal estrella de no serlo? Si crees que te quiero por mi gusto estás muy alejada de lo cierto. Te quiero porque así me lo mandaron y porque no me queda otro remedio. Te quiero porque a yunque y a martillo claváronme este amor dentro del pecho, sin que El que lo dispuso se cuidara de consultar mi corazón. Te quiero con un amor que es mío sin ser mío, 78 con un amor que entrando a sangre y fuego


violó el sereno alcázar de mi espíritu, atándolo a tu yugo de tormento. Si no ocurriera así, ¿por qué motivo te había de querer como te quiero? ¿Qué títulos de afecto son los tuyos? ¿Qué instantes de alegría y luz te debo? ¿De dónde iba a sacar el alma mía estímulos de nobles pensamientos, de afanes de ternura?... ¡Si en tus días serás capaz de un sentimiento bueno!... ¿Por qué habías de ser la que encarnaras la musa inspiradora de mi astro? Si no hay en ti ninguno de esos dones que saben cautivar, con mudo acento, a un corazón, haciendo de unos ojos potente imán de límpidos deseos. ¡Oh, no, jamás! Si de mi sino fuese dueño y señor en vez de siervo, si pudiera reinar sobre mi alma, en lugar de ser pasto de los ciegos despotismos del hado, yo te juro por lo que hay de más alto en tierra y cielo, por los últimos besos de mi madre, por la santa memoria de mis muertos, que no hubiera intentado conquistarte ni el más leve suspiro de mi pecho, ni una sola mirada de mis ojos, ni el espacio más corto en mis recuerdos. Mas no creas por eso que te odiara, tan indigna de mí te considero que con tal de no haber de darte nada... ¡no quisiera ni darte mi desprecio! 79

79


80

Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido: yo porque tú eras lo que yo más amaba y tú porque yo era el que te amaba más. Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo: porque yo podré amar a otras como te amaba a ti pero a ti no te amarán como te amaba yo.

Esta será mi venganza: Que un día llegue a tus manos el libro de un poeta famoso y leas estas líneas que el autor escribió para ti y tú no lo sepas. Yo he repartido papeletas clandestinas, gritando: ¡VIVA LA LIBERTAD! en plena calle desafiando a los guardias armados. Yo participé en la rebelión de abril: pero palidezco cuando paso por tu casa y tu sola mirada me hace temblar.

Tomarse con los brazos el uno al otro, dándose cada uno a los brazos del otro. Qué diferente sentirte dentro de uno que sentirse uno solo dentro de uno es decir, vacío.

80

¿ y M Y


Cuídate, Claudia, cuando estés conmigo, porque el gesto más leve, cualquier palabra, un suspiro de Claudia, el menor descuido, tal vez un día lo examinen eruditos Y este baile de Claudia se recuerde por siglos Claudia, ya te lo aviso.

81

¿Has oído gritar de noche al oso-caballo oo-oo-oo-oo o al coyote solo en la noche de luna uuuuuuuuuuuuuú? pues eso mismo son estos versos.

¿Será que es soledad tu abrazo y tus besos sólo sed? Me parece oírte que de mí no te sacias nunca. Yo que fui antes buen catador de amarguras. 81


El valle de la inquietud. E. A. Poe HUBO aquí un valle antaño, callado y sonriente, donde nadie habitaba: partiéronse las gentes a la guerra, dejando a los luceros, de ojos dulces, que velaran, de noche, desde azuladas torres, las flores, y en el centro del valle, cada día, la roja luz del sol se posaba, indolente. Mas ya quien lo visite advertiría la inquietud de ese valle melancólico. No hay en él nada quieto, sino el aire, que ampara aquella soledad de maravilla. ¡Ah! Ningún viento mece aquellos árboles, que palpitan al modo de los helados mares en torno de las Hébridas brumosas. ¡Ah! Ningún viento arrastra aquellas nubes, que crujen levemente por el cielo intranquilo, turbadas desde el alba hasta la noche, sobre las violetas que allí yacen, como ojos humanos de mil suertes, sobre ondulantes lirios, que lloran en las tumbas ignoradas. Ondulan, y de sus fragantes cimas cae eterno rocío, gota a gota. Lloran, y por sus tallos delicados, como aljófar, van lágrimas perennes. 82

82


83

83


84

84


85

85


86

86


87

87


88

Federico García Lorca:

Yo no quiero más que una mano; una mano herida, si es posible. Yo no quiero más que una mano aunque pase mil noches sin lecho. Sería un pálido lirio de cal. Sería una paloma amarrada a mi corazón. Sería el guardián que en la noche de mi tránsito prohibiera en absoluto la entrada a la luna. Yo no quiero más que esa mano para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía. Yo no quiero más que esa mano para tener un ala de mi muerte. Lo demás todo pasa. Rubor sin nombre ya. Astro perpetuo. Lo demás es lo otro; viento triste, mientras las hojas huyen en bandadas.

88


Unos cuerpos son como flores

89

Unos cuerpos son como flores, otros como puñales, otros como cintas de agua; pero todos, temprano o tarde, serán quemaduras que en otro cuerpo se agranden, convirtiendo por virtud del fuego a una piedra en un hombre. Pero el hombre se agita en todas direcciones, sueña con libertades, compite con el viento, hasta que un día la quemadura se borra, volviendo a ser piedra en el camino de nadie. Yo, que no soy piedra, sino camino que cruzan al pasar los pies desnudos, muero de amor por todos ellos; les doy mi cuerpo para que lo pisen, aunque les lleve a una ambición o a una nube, sin que ninguno comprenda que ambiciones o nubes no valen un amor que se entrega. Luis Cernuda 89


90

Juegas todos los días con la luz del universo. Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. Eres más que esta blanca cabecita que aprieto como un racimo entre mis manos cada día. A nadie te pareces desde que yo te amo. Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas. ¿Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur? Ah déjame recordarte como eras entonces cuando aún no existías. De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. El cielo es una red cuajada de peces sombríos. Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. Se desviste la lluvia. Pasan huyendo los pájaros. El viento. El viento. Yo solo puedo luchar contra la fuerza de los hombres. El temporal arremolina hojas oscuras y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo. Tú estás aquí. Ah tú no huyes Tú me responderás hasta el último grito. 90


91

Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo. Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos. Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas, y tienes hasta los senos perfumados. Mientras el viento triste galopa matando mariposas yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela. Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí, a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan. Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes. Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote. Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado. Hasta te creo dueña del universo. Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos. Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos. Poema 14 - Veinte poemas de amor y una canción desesperada

91


92

Tuvo mi amor la forma de tu vida. Nunca el olvido le cerró los labios a la estela ni al cauce, ni a la gruta que atravesabas tú; límite era que se quedaba estático afirmando contra el tiempo engañoso una perenne honda oquedad tan fiel a tu persona que más que ausencia un alma parecía. Ven a buscarme. Tengo yo la entrada de tus recuerdos, quietos, encerrados en mis caricias: forma de tu vida. Manuel Altolaguirre

92


93

Contigo ¿Mi tierra? Mi tierra eres tú. ¿Mi gente? Mi gente eres tú. El destierro y la muerte para mi están adonde no estés tú. ¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿qué es, si no eres tú?

Luis Cernuda 93


94

De Miguel Hernández:

Ropas con su olor paños con su aroma. Se alejó en su cuerpo, me dejó en sus ropas. lecho sin calor, sábana de sombra. Se ausentó en su cuerpo. Se quedó en sus ropas.

94


95

LUIS CERNUDA. No decía palabras... No decía palabras, acercaba tan sólo un cuerpo interrogante porque ignoraba que el deseo es una pregunta cuya respuesta no existe, una hoja cuya rama no existe, un mundo cuyo cielo no existe. La angustia se abre paso entre los huesos, remonta por las venas hasta abrirse en la piel, surtidores de sueño hechos carne en interrogación vuelta a las nubes. Un roce al paso, una mirada fugaz entre las sombras, bastan para que el cuerpo se abra en dos, ávido de recibir en sí mismo otro cuerpo que sueñe; mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne, iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo. Aunque sólo sea una esperanza, porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe. 95


96

96


97

97


98

Peregrino. Luis Cernuda ¿Volver? Vuelva el que tenga, tras largos años, tras un largo viaje, cansancio del camino y la codicia de su tierra, su casa, sus amigos, del amor que al regreso fiel le espere. Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas, sino seguir libre adelante, disponible por siempre, mozo o viejo, sin hijo que te busque, como a Ulises, sin Itaca que aguarde y sin Penélope. Sigue, sigue adelante y no regreses, fiel hasta el fin del camino y tu vida, no eches de menos un destino más fácil, tus pies sobre la tierra antes no hollada, tus ojos frente a lo antes nunca visto. 98


QUISIERA. Sonia San Román:

Quisiera ser puta para guapos, tuerta entre los ciegos, la jefa de mis propios jefes, la que paga el sueldo a las tormentas que caen sobre mis enemigos o la que contrata a los rayos que han de partir a los que saludo y no me saludan, a los que me critican, o a los que me quieren mal. Quiero ser yo, -por pedir que no quedey así me quedo tan solo con un montón de deseos en este cuerpo pequeño con este mal genio grande que, a falta de los rayos de Thor, confía en su pluma valiente que lanza versos afilados a quien la desprecia. Se los dedico con amor para que se jodan. 99

99


CANCIÓN DE VERBENA Es el instante al fin, y la hora más afín al dulce hechizo de la música: el baile empieza ya. Y el ritmo ondulará diciéndonos que todo es siempre así. Al aire del compás la noche es vuelo ya, sensual inmensidad, tiempo en jardín. Y en la celeste oscuridad cada cohete al estallar y morir deja un destello de amistad. La luna luce tan gentil, como si fuese de ilusión y verdad. La primavera ya no está. Pero el verano viene aquí. Jaime Gil de Biedma 100

100


Igual que la premura de la vida de una rosa es una cosa que a su belleza estremece, la rapidez del olvido quebr贸 el sonido del susurro que enloquece 101

Meli M. Cano

101


102

Luis Alberto de Cuenca, Bébetela Dile cosas bonitas a tu novia: "Tienes un cuerpo de reloj de arena y un alma de película de Hawks.» Díselo muy bajito, con tus labios pegados a su oreja, sin que nadie pueda escuchar lo que le estás diciendo (a saber, que sus piernas son cohetes dirigidos al centro de la tierra, o que sus senos son la madriguera de un cangrejo de mar, o que su espalda es plata viva) . Y cuando se lo crea y comience a licuarse entre tus brazos, no dudes ni un segundo: bébetela.

102


Jorge Riechmann

103

Celebramos los fértiles muñones del Gran Tullido la sangre de las galaxias cicatriza en nuestros ribosomas celebramos lo transcrito desde los ácidos nucléicos de la sociedad justa perseguimos a Marte en una silla de ruedas eléctrica celebramos aquello que no deja de crear a través de nosotros vértebras rotas tallos quebrados agallas ensartadas soles con síndrome de Dwon: celebramos ese poder radiante minusválido. 103


Aldo Palazzeschi, La fontana malata, Clof, clop, cloch, cloffete, cloppete, clocchette, chchch... È giù, nel cortile, la povera fontana malata; che spasimo! Sentirla tossire. Tossisce, tossisce, un poco si tace... di nuovo. Tossisce. Mia povera fontana, il male che hai il cuore mi preme. Si tace, non getta più nulla. Si tace, non s'ode rumore di sorta che forse... che forse sia morta? Orrore Ah! No. Rieccola, ancora tossisce, Clof, clop, cloch, cloffete, cloppete, chchch... La tisi 104 l'uccide.

Dio santo, quel suo eterno tossire mi fa morire, un poco va bene, ma tanto... Che lagno! Ma Habel! Vittoria! Andate, correte, chiudete la fonte, mi uccide quel suo eterno tossire! Andate, mettete qualcosa per farla finire, magari... magari morire. Madonna! Gesù! Non più! Non più. Mia povera fontana, col male che hai, finisci vedrai, che uccidi me pure. Clof, clop, cloch, cloffete, cloppete, clocchete, chchch...

La fuente enferma Clof, clop, cloch, cloffete, cloppete, chchch… Allá está en el patio la pobre fuente enferma ¡qué ganas de escucharla toser! Tose tose calla un poco y de nuevo tose. Mi pobre fuente, tu enfermedad me oprime el alma. Se calla, ya no arroja nada, se calla, no se escucha el rumor de salida, si tal vez… ¿si tal vez está muerta? ¡Horror! ¡Oh, no! Otra vez, nuevamente tose. Clof, clop, cloch, cloffete, cloppete, chchch… La tisis la mata. Santo Dios, su eterno toser

me mata, un poco 104 está bien ¡pero tanto! ¡Qué lamento! ¡Habel! ¡Victoria! Corran, cierren la fuente ¡me mata su eterno toser! ¡Vayan! Hagan cualquier cosa: pero que termine. Tal vez… ¡tal vez morir! ¡Señora! ¡Jesús! ¡Ya no, ya no! Mi pobre fuente acaba con el mal que tienes sino verás que también me matas. Clof, clop, cloch, cloffete, cloppete, chchch…


Tina Suárez Rojas. Carta de presentación Mi razón de ser es sencilla: no tengo sangre ni ademanes de princesa tan sólo una ventana detrás de mi almohada por donde miro el mundo y un tesauro de reliquias léxicas cuyos conceptos desembocan en la hondura de tu nombre. Desconozco la magia de la lengua de oc no llego a las alturas de la gaya ciencia no abrigo artificios de dolce stil nuovo pero de cuando en cuando garabateo versos cifro el signáculo de la abeja que izan abril y mayo. Me consumen ciertas patologías de luna amarga pueriles lloriqueos de cierva herida pero a menudo me ronda una sonrisa tibia y trato, con más amor que rudimentos, de hacerle frente a las hienas que me impiden el camino. Salgo a tu encuentro y vuelo, no pido prestadas las alas a un ángel no preciso alondras, clavileños ni pegasos distingo el signo de tus huellas en los mapas del aire. Me gusta el regaliz si lo imagino en tu boca prefiero la monja alférez a barbarella creo en la fotosíntesis más que en los juramentos me pone triste asomarme al catalejo de mis días y divisar tu ausencia en los huecos del alba. No he visto maravillas más allá de este cuarto pero pensar en ti me calma el desasosiego tú eres el mandala que interpreta mi esperanza y en fin, te amo, no encuentro más referencias. Te amo son todas mis credenciales. Cuanto siento es cuanto tengo 105

no hay más cera.

105


106

106


107

107


Queimada, David Mayor:

108

Aquella noche la tengo en los dedos: la espalda de tu cuello, las palabras justas, la querencia. Tú llenabas el silencio y sonreías, los demás esperábamos la señal para bebernos las sombras, las palabras anudadas, el licor antiguo. Y luego siguió el viento deambulando y te guardé en los dedos para siempre.

108


109

Gloria Fuertes. 15 de MAYO San Isidro, estoy cansada, Yo te dejo mi herramienta. Tú, que nunca fatigado estuviste -ni en tormenta-, tú, que todo lo rezabas lo labrabas lo sembrabas tú, que hablabas con los santos con el trigo con el ave. Toma, planta mi bolígrafo, A ver qué coño son sale. San Isidro, estoy cansada. (De Sola en la Sala, Javalambre, 1973). 109


Salinas. LA VOZ A TI DEBIDA

110

¿Por qué tienes nombre tú, día, miércoles? ¿Por qué tienes nombre tú, tiempo, otoño? Alegría, pena, siempre ¿por qué tenéis nombre: amor? Si tú no tuvieras nombre, yo no sabría qué era ni cómo, ni cuándo. Nada. ¿Sabe el mar cómo se llama, que es el mar? ¿Saben los vientos sus apellidos, del Sur y del Norte, por encima del puro soplo que son? Si tú no tuvieras nombre, todo sería primero, inicial, todo inventado por mí, intacto hasta el beso mío. Gozo, amor: delicia lenta de gozar, de amar, sin nombre. Nombre: ¡qué puñal clavado en medio de un pecho cándido que sería nuestro siempre si no fuese por su nombre! 110


111

LEJOS de la codicia, un lugar en la rama del árbol solitario donde esperan, callados, los versos nunca escritos

***** OBEDIENCIA ¿Me obligan a comerla? ¡La comeré, de acuerdo! Pero sepan ustedes que esta tarde me amarga. ***** Como un grito de vida tomo un libro e mis manos. En él arden las tierras, abrasadas, las sílabas, los versos, el mítico horizonte cegado por el sol ***** Algo, dentro de mí, me ordena levantarme y andar, andar despacio. Siento que voy en busca de la nada José Verón: en las orillas del cielo

111


Mariano Peyrou, este árbol:

112

puedes hacer varias cosas con este árbol cubrirlo de un color original o dibujarlo en tu mente como si fuera un río talarlo con las uñas hasta modificar tu percepción del tiempo calcular su altura y equivocarte y no darte cuenta puedes olerlo como si pensaras sin palabras esconder sus raíces debajo de la tierra y pintar de verde la más verde de sus hojas sentarte sobre lo que fue su sombra y esperar a que se haga de día definirlo para que sea a la vez hermoso y artificial inventar un incendio y salvarlo cambiarlo por el derecho a desplazarte por el prado 112 convertirlo en papel y describirlo de una


forma diferente en cada folio

113

caminar en cĂ­rculos alrededor de cualquiera de los ĂĄrboles vecinos pincharlo con un alfiler para constatar que no se queja tener una larga conversaciĂłn a la luz de sus pĂĄjaros y descubrir que alberga tantas contradicciones como alas puedes tomarlo como ejemplo en un ensayo sobre la horizontalidad amarlo compasivamente pensando en los poderosos vientos que trajeron desde las estrellas la materia que lo forma palpar su rugosidad con cada uno de los dedos o con la palma entera lo que no puedes hacer es entenderlo

113


114

De Almudena Guzmán: Volverse a enamorar. Besar una piel que sabe distinto, no encontrar puntos de referencia que indiquen el momento justo, la caricia perfecta, la mano compañera. Retornar a un cuerpo nuevo sin los huecos del anterior, no poder palpar una nuca excitada, una espalda con escalofríos conocidos. Qué pobre se queda el intento de amar igual a la primera vez. Cómo pesa una boca tan sabida, tan llena de humo compartido ante la desconocida tan poco explorada, tan miedosa. Cuánto cuesta abandonarte, lavarme de tu olor, quitarme las huellas de tu peso, desdoblarme en otra Almudena y comenzar a hacer mía una figura de la calle que me asusta y que ¿quiero? poseer, pero... tú, ahí estás tú, traspasando con tu desnudo mi sombra, consolándome pesaroso de mi dolor al terminar, tu sonrisa y tu cigarrillo, ese brazo moreno rodeando mi cintura y llevándome a un lecho desordenado... y tus manos de violinista volando y enredándose en mis senos. 114


EL ÁNGEL BUENO Vino el que yo quería, el que yo llamaba. No aquel que barre cielos sin defensas, luceros sin cabañas lunas sin patria, nieves. Nieves de esas caídas de una mano, un nombre, un sueño, una frente. No aquel que a sus cabellos ató la muerte. El que yo quería. Sin arañar los aires, sin herir hojas ni mover cristales. Aquel que a sus cabellos ató el silencio. Para, sin lastimarme, cavar una ribera de luz dulce en mi pecho y hacerme el alma navegable. Rafael Alberti 115

115


116

Para Pilar: No hay una pared sin lema: Paz Amor Libertad. juancarlos no tiene minina.

Antes que carne de jaula seré porvenir del viento. ¡Cagüen to! Paz Amor Libertad

Ya es primavera en el corte inglés. ¡Qué estrechita es la calle Libertad! donde colgáis Cuadritos de ganchillo: Paz Amor 116


117

Te pienso despierto, te sueño dormido. Tal vez por eso y porque todo quiero: soñarte despierto y pensarte dormido, me despierto y me duermo tantas veces. José Ramón Olalla

117


118

Abraham Graguera escala sentimental en el aburrimiento. “Para llenar un desierto persigue zigzagueos” Concha García Los gestos imprecisos, el hambre silenciosa: de las plantas, el chapoteo abreviado de tu nombre – y aquí estornudo-, las cosas que se cogen sólo para soltarlas… me gustan, porque no están en ningún sitio, pero no llegan nunca tarde. Esa es, también, la clave del pasado, que no existe, salvo en los envoltorios, la ropa que cuelga de la silla, el punto bostezando sobre la i, el mapa de la mancha en el parquet, el nido de cigüeñas: pardo, mullido, pequeñoburgués. Tú añadirías, quizás, unas comillas. Me busqué tantas veces en tus ojos, que acabaron pareciéndose a los míos, como el charco al paisaje, como la sed a los vasos vacíos. Pero los charcos no son espejos, se arrugan si los acariciamos. Imitan. Y no nos sobreviven. Ni los cambios de domicilio. El tamo se acumula en las habitaciones, muda el tiempo de plumaje, pero no de canto. 118


119

Fuera, tras mucho tropezar, se deshilacha el aire, quiero decir que llueve al fin y tampoco esta vez sabremos con certeza – y aquí redoblalo que dijo el trueno, siempre tan temerosos de la felicidad ajena. Como si el humno no llegara para nosotros a tener forma de humo. Como si al hacerse transparente el aire sintiéramos el impulso de ensamblar rincones, dar carne a las antenas, soltar palomas mustias, sin aceptar que, entre otras razone, porque no nos necesita para hacerse entender, el invierno jamás confundiría el estilo con el tema, como no dice uno “adiós” queriendo decir “gracias>>. Ya verás como siga así este tiempo, van a proliferar las elegías.

119


Me dijiste:

120

¡Pídeme lo que quieras! con la pasión que añades a la pasión (varias veces lo has dicho, hace tiempo que no, tienes deudas pendientes) Lo pensé y no pedí. Lo pensé y no supe. Lo pensé y no dije. Te pedí un capricho absurdo, que me debes todavía por capricho y por absurdo. De verdad, de esa verdad que tú y yo sabemos: lo que quiero es quererte y lo que te pediría, ahora sí, lo digo y sé y pido: que me quieras como me quieres. Te beso otra vez y tantas veces. 120

José Ramón Olalla


Pedro Salinas.

¡Cuánto rato te he mirado sin mirarte a ti, en la imagen exacta e inaccesible que te traiciona el espejo! «Bésame», dices. Te beso, y mientras te beso pienso en lo fríos que serán tus labios en el espejo. «Toda el alma para ti», murmuras, pero en el pecho siento un vacío que sólo me lo llenará ese alma que no me das. El alma que se recata con disfraz de claridades en tu forma del espejo. 121

121


122

Mario Benedetti: Massmedia De los medios de comunicación en este mundo tan codificado con internet y otras navegaciones yo sigo prefiriendo el viejo beso artesanal que desde siempre comunica tanto.

TO N A ER T

B AS L A O C B E A D R E ? I S U B P A R O T M E Ó L E ¿C V E U N N E

Por una mirada, un mundo; por una sonrisa, un cielo; por un beso... yo no sé que te diera por un beso. Becquer

INSPIRO RESPIRO SUSPIRO Tomado de en 3 palabras

122


123

Luis Eduardo Aute, de su libro La liturgia del desorden, rescatado una vez más de casa de mi madre:

DIOS SE LO PAGUE Ha sido un combate a vida, un cuerpo a cuerpo contra la vida misma. Desde este cadáver de palabras, a mi efímera vencedora suplico el derecho a ausentarme, durante alguna eternidad, de la mortaja que son sus latidos. Dios se lo pague.

123


Cumpleaños de amor (Ángel González) ¿Cómo seré yo cuando no sea yo? Cuando el tiempo haya modificado mi estructura, y mi cuerpo sea otro, otra mi sangre, otros mis ojos y otros mis cabellos. Pensaré en ti, tal vez. Seguramente, mis sucesivos cuerpos —prolongándome, vivo, hacia la muerte— se pasarán de mano en mano, de corazón a corazón, de carne a carne, el elemento misterioso que determina mi tristeza cuando te vas, que me impulsa a buscarte ciegamente, que me lleva a tu lado sin remedio: lo que la gente llama amor, en suma. Y los ojos -qué importa que no sean estos ojoste seguirán a donde vayas, fieles. 124

124


Joan Manuel Serrat De vez en cuando la vida nos besa en la boca y a colores se despliega como un atlas, nos pasea por las calles en volandas, y nos sentimos en buenas manos; se hace de nuestra medida, toma nuestro paso y saca un conejo de la vieja chistera y uno es feliz como un niño cuando sale de la escuela. De vez en cuando la vida toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla. Se suelta el pelo y me invita a salir con ella a escena. De vez en cuando la vida se nos brinda en cueros y nos regala un sueño tan escurridizo que hay que andarlo de puntillas por no romper el hechizo. De vez en cuando la vida afina con el pincel: se nos eriza la piel y faltan palabras para nombrar lo que ofrece a los que saben usarla. De vez en cuando la vida nos gasta una broma y nos despertamos sin saber qué pasa, chupando un palo sentados 125 sobre una calabaza.

125


126

Era mi dolor tan alto. Manuel Altolaguirre

Era mi dolor tan alto, que la puerta de la casa de donde salí llorando me llegaba a la cintura. ¡Qué pequeños resultaban los hombres que iban conmigo! Crecí como una alta llama de tela blanca y cabellos. Si derribaran mi frente los toros bravos saldrían, luto en desorden, dementes, contra los cuerpos humanos. Era mi dolor tan alto, que miraba al otro mundo por encima del ocaso. 126


127

Los alanos emigraban. El astrólogo cosía el cielo. En las llanuras y en las cordilleras, en los bosques de escombros mitológicos los tilos esparcían su ortodoxia, golpeaban al alba los baldones de pacíficos reinos, vertían plomo en campos roturados. A ti y a mí bajo el caparazón de un cielo rosa nos cuida el siglo XXI: cónsules de la retaguardia, altivos aranceles del amor aduanero. El alma en su paisaje filosofa; es el tacto quien nos da la razón. Te quiero al modo de los viejos pintores del trecento, humana y geométrica, ojos negros, piel blanca, rebeca roja y camiseta verde militar.

Carlos Pardo

Ya debería el tiempo andar por ahí. Las tejas son del gris del dragón de Komodo. Las horas de la tarde nuestras contemporáneas. 127


128

El hondo sueño, de Jorge Guillén Este soñar a solas… ¡Si tu vida de pronto amaneciese ante mi espera! ¿Por dónde voy cayendo? Primavera, mientras, en tomo mío dilapida su olor y se me escapa en la caída. ¡Tan solitariamente se acelera -y está la noche ahí, variando fuerala gravedad de un ansia desvalida! Pero tanto sofoco en el vacío cesará. Gozaré de apariciones que atajarán el vergonzante empeño de henchir tu ausencia con mi desvarío. ¡Realidad, realidad, no me abandones para soñar mejor el hondo sueño! 128


129

-

129


130

Rafael Espejo. Aire viciado Cuando nos falta fe para cremar la tarde sostengo con el índice la llama de una vela; y a esa luz palpitamos de sombra en la pared, pero no nos abriga. Como no hacen hogar las mecedoras (por más que ralenticen el tiempo de tenernos), ni la mesa camilla, ni el frufrú de las manos, los libros, la quietud, los días por venir. ¿Qué poso del amor no quiere aquí asentarse? Ven, vamos a abrir la puerta. No precisamos techo para hacer pie, míralo así: tampoco tienen un lugar las nubes pero pasan. Y cuando acaso alguna se equivoca, o queda rezagada, o el viento la desvía, no importa, también pasa. 130


131

Alice, una nueva aportación de los cajones de su madre, llenos de sorpresas. Treinta años, mi vida, pasamos sin vernos y un simple teléfono nos unió de nuevo y al cabo de un año ¿sabes lo que siento? una gran ternura, siento un gran deseo de estar en tus brazos, de beber tu aliento, de hacerte dichoso, de verte contento, de quererte mucho, de sentirte dentro. ¿y sabes, cariño?, tengo miedo al tiempo, a que nos separe, pero en otro mundo nos encontraremos, porque ni la muerte podrá con lo nuestro. Cuando estamos juntos, ¡cómo nos queremos! ¡y cómo me mimas! ¡y cuántos desvelos! ¿cómo no quererte? ¡si eres mi marido! ¡lo mejor que tengo, y sé que me quieres como yo te quiero! Ya ha pasado un año. ¡Te adoro, cariño, y te doy un beso suave, dulce, largo, mojadico y tierno! 131


Para el muro de un hospital de sangre. I Por los campos luchados se extienden los heridos. Y de aquella extensión de cuerpos luchadores salta un trigal de chorros calientes, extendidos en roncos surtidores. La sangre llueve siempre boca arriba, hacia el cielo. Y las heridas suenan, igual que caracolas, cuando hay en las heridas celeridad de vuelo, esencia de las olas. La sangre huele a mar, sabe a mar y a bodega. La bodega del mar, del vino bravo, estalla allí donde el herido palpitante se anega, y florece, y se halla. Herido estoy, miradme: necesito más vidas. La que contengo es poca para el gran cometido de sangre que quisiera perder por las heridas. Decid quién no fue herido. Mi vida es una herida de juventud dichosa. ¡Ay de quien no esté herido, de quien jamás se siente herido por la vida, ni en la vida reposa herido alegremente! Si hasta a los hospitales se va con alegría, se convierten en huertos de heridas entreabiertas, de adelfos florecidos ante la cirugía. 132 de ensangrentadas puertas.

132


133

II Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos, como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos. Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones como en las azucenas. Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo. Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo. Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada. Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida. Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida. Miguel Hernández 133


Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad.

134

Hermano, aquí mi mano, será tuya mi frente, y tu gesto de siempre caerá sin levantar huracanes de miedo ante la libertad. Haremos el camino en un mismo trazado, uniendo nuestros hombros para así levantar a aquellos que cayeron gritando libertad. Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad. Sonarán las campanas desde los campanarios, y los campos desiertos volverán a granar unas espigas altas dispuestas para el pan. Para un pan que en los siglos 134


nunca fue repartido entre todos aquellos que hicieron lo posible por empujar la historia hacia la libertad. Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad. También será posible que esa hermosa mañana ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver; pero habrá que forzarla para que pueda ser. Que sea como un viento que arranque los matojos surgiendo la verdad, y limpie los caminos de siglos de destrozos contra la libertad. Habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad. que ponga libertad. José Antonio Labordeta 135

135


136

"Me invade la intuici贸n de la ma帽ana y el temblor de una hoja en una esquina, Peces azules nadan y me asombran, saludo a una gotera en la cocina. El peri贸dico mancha mi d铆a de tristeza. Tu recuerdo libera mi ternura. Invento que es verano y que te tengo, porque leo un poema llueve en tu cintura. Pablo guerrero

136


137

Mario Benedetti. Amor de tarde Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cuatro y acabo la planilla y pienso diez minutos y estiro las piernas como todas las tardes y hago así con los hombros para aflojar la espalda y me doblo los dedos y les saco mentiras. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las cinco y soy una manija que calcula intereses o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas o un oído que escucha como ladra el teléfono o un tipo que hace números y les saca verdades. Es una lástima que no estés conmigo cuando miro el reloj y son las seis. Podrías acercarte de sorpresa y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos yo con la mancha roja de tus labios tú con el tizne azul de mi carbónico. 137


Liberté Paul Elouard

138

Sur mes cahiers d'écolier Sur mon pupitre et les arbres Sur le sable sur la neige J'écris ton nom Sur toutes les pages lues Sur toutes les pages blanches Pierre sang papier ou cendre J'écris ton nom Sur les images dorées Sur les armes des guerriers Sur la couronne des rois J'écris ton nom Sur la jungle et le désert Sur les nids sur les genêts Sur l'écho de mon enfance J'écris ton nom Sur les merveilles des nuits Sur le pain blanc des journées Sur les saisons fiancées J'écris ton nom Sur tous mes chiffons d'azur Sur l'étang soleil moisi Sur le lac lune vivante J'écris ton nom 138

Sur les champs sur l'horizon Sur les ailes des oiseaux Et sur le moulin des ombres J'écris ton nom Sur chaque bouffée d'aurore Sur la mer sur les bateaux Sur la montagne démente J'écris ton nom Sur la mousse des nuages Sur les sueurs de l'orage Sur la pluie épaisse et fade J'écris ton nom Sur les formes scintillantes Sur les cloches des couleurs Sur la vérité physique J'écris ton nom Sur les sentiers éveillés Sur les routes déployées Sur les places qui débordent J'écris ton nom


139

Sur toute chair accordée Sur le front de mes amis Sur chaque main qui se tend J'écris ton nom Sur la vitre des surprises Sur les lèvres attentives Bien au-dessus du silence J'écris ton nom

Sur la lampe qui s'allume Sur la lampe qui s'éteint Sur mes maisons réunis J'écris ton nom Sur le fruit coupé en deux Dur miroir et de ma chambre Sur mon lit coquille vide J'écris ton nom Sur mon chien gourmand et tendre Sur ses oreilles dressées Sur sa patte maladroite J'écris ton nom Sur le tremplin de ma porte Sur les objets familiers Sur le flot du feu béni 139 J'écris ton nom

Sur mes refuges détruits Sur mes phares écroulés Sur les murs de mon ennui J'écris ton nom Sur l'absence sans désir Sur la solitude nue Sur les marches de la mort J'écris ton nom Sur la santé revenue Sur le risque disparu Sur l'espoir sans souvenir J'écris ton nom Et par le pouvoir d'un mot Je recommence ma vie Je suis né pour te connaître Pour te nommer Liberté


140

VICENTE ALEIXANDRE. Se querían. Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, labios saliendo de la noche dura, labios partidos, sangre, ¿sangre dónde? Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz. Se querían como las flores a las espinas hondas, a esa amorosa gema del amarillo nuevo, cuando los rostros giran melancólicamente, giralunas que brillan recibiendo aquel beso. Se querían de noche, cuando los perros hondos laten bajo la tierra y los valles se estiran como lomos arcaicos que se sienten repasados: caricia, seda, mano, luna que llega y toca. Se querían de amor entre la madrugada, entre las duras piedras cerradas de la noche, duras como los cuerpos helados por las horas, duras como los besos de diente a diente solo. 140


Se querían de día, playa que va creciendo, ondas que por los pies acarician los muslos, cuerpos que se levantan de la tierra y flotando... Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo. 141

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, mar altísimo y joven, intimidad extensa, soledad de lo vivo, horizontes remotos ligados como cuerpos en soledad cantando. Amando. Se querían como la luna lúcida, como ese mar redondo que se aplica a ese rostro, dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida, donde los peces rojos van y vienen sin música. Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios, ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas, mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal, metal, música, labio, silencio, vegetal,

141


Amor constante más allá de la muerte. (Quevedo)

Cerrar podrá mis ojos la postrera sombra que me llevare el blanco día, y podrá desatar esta alma mía hora a su afán ansioso lisonjera; mas no, de esotra parte, en la ribera, dejará la memoria, en donde ardía: nadar sabe mi llama la agua fría, y perder el respeto a ley severa. Alma a quien todo un dios prisión ha sido, venas que humor a tanto fuego han dado, medulas que han gloriosamente ardido: su cuerpo dejará no su cuidado; serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado. 142

142


143

143


144

144


145

145


146

Porque quiero tu cuerpo ciegamente. porque deseo tu belleza plena. Porque busco ese horror, esa cadena mortal, que arrastra inconsolablemente. Inconsolablemente. diente a diente, vos bebiendo tu amor, tu noche llena. Diente a diente, SeĂąor, y vena a vena vas sorbiendo mi muerte. Lentamente. Porque quiero tu cuerpo y lo persigo a travĂŠs de la sangre y de la nada. porque busco tu noche toda entera. Porque quiero morir, morir contigo esta horrible tristeza enamorada que abrazarĂĄs, oh, Dios, cuando yo muera. 146


147

Aire libre Si algo me gusta, es vivir. Ver mi cuerpo en la calle, hablar contigo como un camarada, mirar escaparates y, sobre todo, sonreír de lejos a los árboles... También me gustan los camiones grises y muchísimo más los elefantes. Besar tus pechos, echarme en tu regazo y despeinarte, tragar agua de mar como cerveza amarga, espumeante. Todo lo que sea salir de casa, estornudar de tarde en tarde, escupir contra el cielo de los tundras y las medallas de los similares, salir de esta espaciosa y triste cárcel, aligerar los ríos y los soles, salir, salir al aire libre, al aire. 147


148

Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias y las definitivas defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias y los graves diagnósticos defender la alegría como una bandera defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio de la obligación de estar alegres defender la alegría como una certeza defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo de los proxenetas de la risa 148


149

defender la alegría como un derecho defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte de los apellidos y las lástimas del azar y también de la alegría

Mario Benedetti, defensa de la alegría.

149


Raúl Alonso: Todo me desasiste Todo me desasiste. Hay nubes. Llueve barro. La tierra cae del cielo con un suspiro blanco. El trueno se desliza como un escarabajo que va escalando piedras. Se genera un atasco en la avenida triste que añora su ser páramo. Una avioneta lenta sobrevuela mis labios. El aviador la mira, desde el parque, nostálgico. "Yo era el aviador" piensa. Canta algún pájaro.

150

150 Se deshace este mundo asido por las manos del temporal eterno.

Lo reconstruye un claxon. Todo me desasiste. Hay nubes. Llueve barro.


Ahora te quiero, como el mar quiere a su agua: desde fuera, por arriba, haciéndose sin parar con ella tormentas, fugas, albergues, descansos, calmas. ¡Qué frenesíes, quererte! ¡Qué entusiasmo de olas altas, y qué desmayos de espuma van y vienen! Un tropel de formas, hechas, deshechas, galopan desmelenadas. Pero detrás de sus flancos está soñándose un sueño de otra forma más profunda de querer, que está allá abajo: de no ser ya movimiento, de acabar este vaivén, este ir y venir, de cielos a abismos, de hallar por fin la inmóvil flor sin otoño de un quererse quieto, quieto. Más allá de ola y espuma el querer busca su fondo. Esta hondura donde el mar hizo la paz con su agua y están queriéndose ya sin signo, sin movimiento. Amor tan sepultado en su ser, tan entregado, tan quieto, que nuestro querer en vida se sintiese 151

151

seguro de no acabar cuando terminan los besos, las miradas, las señales. Tan cierto de no morir, como está el gran amor de los muertos. Pedro Salinas


152

Solo tú y yo sabemos lo que ignora la gente al cambiar un saludo ceremonioso y frío, porque nadie sospecha que es falso tu desvío, ni cuánto amor esconde mi gesto indiferente. Solo tú y yo sabemos por qué mi boca miente, relatando la historia de un fugaz amorío; y tú apenas me escuchas y yo no te sonrío... y aún nos arde en los labios algún beso reciente. Solo tú y yo sabemos que existe una simiente germinando en la sombra de este surco vacío, porque su flor profunda no se ve, ni se siente. Y así, las dos orillas, tu corazón y el mío, pues, aunque las separa la corriente de un río, por debajo del río se unen secretamente. José Ángel Buesa

152


153 Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo. Me gustas cuando callas porque estás como ausente. Distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto. Pablo Neruda 153


154

Si tú me dices ¡ven!, lo dejo todo... No volveré siquiera la mirada para mirar a la mujer amada... Pero dímelo fuerte, de tal modo que tu voz, como toque de llamada, vibre hasta el más íntimo recodo del ser, levante el alma de su lodo y hiera el corazón como una espada. Si tú me dices ¡ven!, todo lo dejo. Llegaré a tu santuario casi viejo, y al fulgor de la luz crepuscular; mas he de compensarte mi retardo, difundiéndome ¡Oh Cristo! ¡como un nardo de perfume sutil, ante tu altar! Amado Nervo 154


155

Amado Nervo, Muy cerca de mi ocaso, yo te bendigo, vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos, ni pena inmerecida; porque veo al final de mi rudo camino que yo fui el arquitecto de mi propio destino; que si extraje la miel o la hiel de las cosas, fue porque en ellas puse hiel o mieles sabrosas: cuando planté rosales, coseché siempre rosas. ...Cierto, a mis lozanías va a seguir el invierno: ¡mas tú no me dijiste que mayo fuese eterno! Hallé sin duda largas noches de mis penas; mas no me prometiste tú sólo noches buenas; y en cambio tuve algunas santamente serenas... Amé, fui amado, el sol acarició mi faz. ¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz! 155


Alfonsina Y El Mar Mercedes Sosa Por la blanda arena Que lame el mar Su pequeña huella No vuelve más Un sendero solo De pena y silencio llegó Hasta el agua profunda Un sendero solo De penas mudas llegó Hasta la espuma. Sabe Dios qué angustia Te acompañó Qué dolores viejos Calló tu voz Para recostarte Arrullada en el canto De las caracolas marinas La canción que canta En el fondo oscuro del mar La caracola. Te vas Alfonsina Con tu soledad ¿Qué poemas nuevos Fuíste a buscar? Una voz antigüa De viento y de sal Te requiebra el alma Y la 156 está llevando

Y te vas hacia allá Como en sueños Dormida, Alfonsina Vestida de mar.

156

Cinco sirenitas Te llevarán Por caminos de algas Y de coral Y fosforescentes Caballos marinos harán Una ronda a tu lado Y los habitantes Del agua van a jugar Pronto a tu lado. Bájame la lámpara Un poco más Déjame que duerma Nodriza, en paz Y si llama él No le digas que estoy Dile que Alfonsina no vuelve Y si llama él No le digas nunca que estoy Di que me he ido. Te vas Alfonsina Con tu soledad ¿Qué poemas nuevos Fueste a buscar?


Una voz antigua De viento y de sal Te requiebra el alma Y la estĂĄ llevando Y te vas hacia allĂĄ Como en sueĂąos Dormida, Alfonsina Vestida de mar.

157

157


LAS 7 PALABRAS MÁGICAS

158

MUÉVETE Mueve tu casa, tu cama, tu cuerpo. Camina, sal por las montañas, sal de la rutina del trabajo, las relaciones y los patrones de vida. Cambia tu perspectiva. Acércate a aquellas personas con las que puedas ser auténtico y nutran tus sueños más locos. No necesitas mover montañas, trasladar una pequeña piedra puede hacer maravillas. TOCA Toca las partes que Amas de tu cuerpo. Da abrazos en la panadería, en el parque, en las puertas de toda la ciudad. Besa a la gente en la mejilla. Acaricia a tu gato o tu perro un poco más. Saborea la sensación de un pañuelo de seda, de una pieza de madera, de las diferentes texturas. El musgo, las cortezas, las rocas y el agua. Mientras más lo hagas te sentirás más a gusto con el placer de tocar. ESCUCHA Siéntate en silencio y observa cuanto hay allí para ser escuchado. Escucha a la gente, lo que realmente están diciendo. Escucha hasta la última nota de cada canción. Escucha tu voz interna, esa que solo escuchas cuando la confusión de cada día disminuye. Oye el susurro de las hojas, el llamado de las ranas, el crujido de la madera ardiendo en tu chimenea. Escucha con tu corazón y siempre escucha aquello que nunca es hablado. SIENTE El dolor, experimenta el gozo, hasta que sientas que vas a evaporarte. Permítete reír hasta que te duela, siente el amor 158 desde lo más profundo de tu corazón. Ríndete a la sensuali-


dad de la vida. Enójate y expresa tu furia, si es el caso, pero 159 hazlo a solas. Si no sientes de verdad, no estás vivo. CONFÍA Tu sabes lo que necesitas saber. Detén tus dudas. Aquella cosquilla interna es tu más alta verdad y ella te servirá del mejor modo. Te arrepientes cuando desconoces o niegas tu intuición. Ten esto en cuenta: Finalmente, tú y sólo tú sabes lo que es mejor para ti. Si consumes, sin darte cuenta, todo tu día pintando, eso es lo que debes hacer. Si te encanta caminar al lado del océano, encuentra la forma de llegar allí. Si no confías completamente en ti, te conviertes en moho. REÚNETE Con los hombres y mujeres que Amas. Toma el té acompañado, camina en compañía por el bosque, conversa y habla, lee en voz alta para otros.Celebra que tu cabello, tu piel, tu cuerpo y tus historias son diferentes a las de los otros y a su vez son completamente parecidas. Cocina y come en compañía. RECIBE Por una vez, deja de dar y dar y dar a todos menos a ti mismo. Acepta los cumplidos con gracia. La voz que necesitas oír, el abrazo, ese momento para conversar, la comida en tu mesa, el dinero que necesitas, siempre serán suministrados. Ábrete a recibir, abre tus manos para que sean llenadas con abundancia. Recibe todas las cosas buenas que mereces y recuerda mostrar gratitud por tu vida. DESCONOCIDO 159


160

José Ángel Buesa. Elegía para mí y para ti Yo seguiré soñando mientras pasa la vida, y tú te irás borrando lentamente de mi sueño. Un año y otro año caerán como hojas secas de las ramas del árbol milenario del tiempo, y tu sonrisa, llena de claridad de aurora, se alejará en la sombra creciente del recuerdo. Yo seguiré soñando mientras pasa la vida, y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos, bajo el vulgar agobio de la rutina diaria, de las desilusiones y los aburrimientos. Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles, dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo. Acaso nos veremos un día, casualmente, al cruzar una calle, y nos saludaremos. Yo pensaré quizá: "Qué linda es todavía." Tú quizá pensarás: "Se está poniendo viejo" Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra. o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro. 160 Y seguirá muriendo la vida, año tras año, igual que un río oscuro que corre hacia el si-


lencio. 161 Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto, o una canción de entonces me traerá tu recuerdo. Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas, pensaré en ti un instante, pero cada vez menos.... Y pasará la vida. Yo seguiré soñando; pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño. Yo ya te habré olvidado definitivamente y sobre mis rodillas retozarán mis nietos. (Y quizá, para entonces, al cruzar una calle, nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos. Y una tarde de sol me cubrirán de tierra, las manos para siempre cruzadas sobre el pecho. Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos, te pasarás las horas bostezando y tejiendo. Y cada primavera renacerán las rosa, aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.

161


162

LA LETANÍA DEL DOMINGO", Horacio Rega Molina. Como es día domingo, por la ciudad me pierdo. Busco una calle muerta para mi poca fe. La calle tiene un nombre que ahora no recuerdo porque en un mismo sueño lo supe y lo olvidé. La calle es como un niño que por la vez primera busca sin esperanza un juguete perdido. Su manera de hablar fue antaño mi manera y su cabeza rubia, yo también la he tenido. Tristeza del domingo. La soledad me agobia y de improviso siento la pena singular de que, sin conocerla, yo he tenido una novia que en este mismo instante me ha dejado de amar. La calle se ha llenado de parejas furtivas... Un ómnibus vacío compendia mis dolores, y siento que las únicas manos caritativas son las manos de bronce que hay en los llamadores. El domingo es el drama del hastío y del ocio, es un palo vestido con cintas y sonajas. Deseo madrileño de poner un negocio con un billar de lance y un mazo de barajas. Es como esos jardines que hay en los hospitales. Es la vulgar cadencia de una música en boga. Tiene las etiquetas y los sellos usuales de un frasco destapado que contuvo una droga. 162


163

Es, en cualquier esquina, el bastón y el sombrero de un burgués que se mira los botines lustrados, y la satisfacción de un sobrio jardinero que anda por una calle con árboles podados. Aparece, indeciso, al fin de la semana, cual de una bocamanga la mano de un enfermo. Y es también un hortera con alma veneciana que va a remar, de tarde, al lago de Palermo. Si adquiriera, de pronto, contornos personales, con la necesidad de ganar su peculio, sería un vendedor de tarjeta a postales en un librería del Paseo de Julio. Es uno de los días más trágicos y crueles. Triste como un desfile de Ejército y Armada. (Hay también otro ejército con muchos coroneles, y es el de Salvación, que no ha salvado nada.) Domingo, el almanaque te anuncia al rojo vivo pero tú necesitas un color con sordina, como un farol chinesco, será decorativo, pero la luz que arroja no viene de la China. Yo lo suprimiría, sin cargo de conciencia, suprimiría el día y el hombre endomingado. Pero es fatal, como esa ridícula frecuencia con que se da un tropiezo en un patio alfombrado.

163

También suprimiría la calle, en la que exponen los árboles urbanos su edilicio follaje. ¿Qué será de la calle cuando ellos la abandonen para formar, más lejos, otro nuevo paisaje? Guiñándome su ojo de vidrio en la capota pasa un coche vacío, reumático, terroso, la luna, sobre el cable de una esquina remota, ha colgado su antiguo letrero luminoso. Y el domingo es como una lata de caramelos que en el atardecer ha sido terminada. La calle se proyecta, entre los rascacielos, como una galería de ciudad sepultada. Entonces interpreto, bajo la trapisonda de las calles lascivas y la innúmera gente, los ojos enlutados de la mujer que ronda y atisba, tras los vidrios del cafetín, un cliente. El domingo, en estado comatoso y de fiebre me ve, sin domicilio, caminar con desgaire; he sido mi arquitecto, mi albañil y mi orfebre mas la ciudad no admite castillos en el aire. Pero qué importa, en medio de gritos y de fugas, Ya la edificación, sin ruido, se desploma, y en un encogimiento de pliegues y de arrugas la ciudad se desinfla como un globo de goma.


164

164


165

165


166

Emilio Gastón. AMIGOS Hoy ipsofactamente continuemos nuestra simple faena de vivir. Siglos ya de olvidar nuetro letargo para seguir cantando como entonces. ¿Cuántos miles de años he dormido? Recuerdo amigos míos que hace nueve mil años luchaba tras las puertas de Troya. Todavía recuerdo cuando aquel Mundo Amigo recién nacido apenas veinte mil años ha... en la gruta de moda inauguraba la exposición de frescos de Altamira Desde entonces ¡yo no escribo poemas! Sentado en la materia cronológica de la nube en que habito olvidaba volar día tras día y abandonaba delincuentemente mi manera espontánea de soñar. Y es que pasando el tiempo procurando leña y alimentos vuelan los pájaros se arrugan los milenios y los hombres se vuelven herramientas abogados y todo como yo. 166


167

Quedábase dormido nubeando poeta dentro inevitable mío,duraba su letargo demasiado pero habéislo llamado sacándole del sueño de hace veinte mil años. Hoy que me siento bípedo de nuevo y el alma se me sube a la cabeza voy a volver a imaginar lo que nunca se debe imaginar. Voy a dejar que diga su palabra y arenga planetaria este poeta inevitable mío, este petardo lírico que ha sido amordazado tantos años por hombres herramienta como yo *** Hoy ipsofactamente continuemos nuestra simple faena de vivir. Exijamos aumentos de guitarra reparto equitativo de canciones y tractores a plazos porque la tierra es más de quien la canta que no de quien la compra. Los nubepensadores no tienen sindicato. Esperadme en la cueva del minero y haced mío su cabreo profundo. Tenemos que hacer juntos muchas cosas soñadores del mundo ¿nos unimos? 167


"ARDER", Jorge Boccanera. 168 Cuando nos besamos trituramos un ángel. Su última voluntad será nuestro deseo. Tiempo habrá para escupir sus vidrios de colores, su sombrero de plumas, barajas manoseadas por tahúres y ahora hay que hacerlo entrar, ofrecerle licor (que él viene de morirse), acercarle una silla (que lee en la oscuridad). Dirá sus baratijas, su forma de guiarnos al secreto de la vieja estación. Dirá que el vino está hecho de hojas secas, que puede hacer un fuego con tu rostro y el mío. (Ni un centavo de luz a su trabajo). Cuando nos besamos desollamos un ángel, un condenado a muerte que va a resucitar en otras bocas. No tengas lástima por él, sólo hay que hincar el diente y triturar al ángel. Abrir 168 tus piernas blancas y darle sepultura.


José Antonio Labordeta Érase una vez (VII) Paseamos de día tarde y noche hasta alcanzar el fin del mundo, creyendo ver la aurora en todas partes y tus manos -como lentos labios acariciándome- me anunciaban la cotidiana esperanza de los ojos. Avenidas felices, ríos varados, islas lejanas en nuestros oídos, repitiendo la voz incontenible de papá, siempre con su nostalgia pacífica, libre casa. Éramos tan amor, tan ojos vivos, tan esperanza, que la dolida mezcla del otoño nunca llegaba hasta nosotros.

169

169


Meli M. Cano Lentamente la tarde se va volviendo sauce, las nubes borran el horizonte... Blanco sobre azul, gris sobre blanco, gris sobre gris, gris... Una luz destella, un rugido bravuc贸n y el sauce rompe a llorar. Por un peque帽o jir贸n de las nubes una tenue luz le acaricia -intenta consolarlePero la tarde, toda, sigue siendo sauce a un lado y otro del cristal.

170

170


171

Juan Antonio Bernier. IN LIMINE He escrito estos poemas para ti con palabras que usamos a diario. Late en ellos la calma de las horas que en la hierba tendidos malgastamos. No busque quien los lea otro sentido que un fluir sinuoso hasta tu abrazo. EL INVIERNO, DE NUEVO La hierba del solar ha crecido con fuerza. No ha habido un solo día de este otoño en que los elementos le hayan dado la espalda. Desde aquí puedo verla. Es un regalo frente al dolor inerte de los muros. El viento, el sol, las nubes, le han sido favorables (también ellos, con su espalda de sombra). En esta edad anómala y terrible, pienso en mi amor; se parece a esta hierba. 171


¿Por qué temo a las noches sin ti?

172

Seré breve: bésame. Como se besan los mares y las orillas cuando nadie los mira, y seducen las olas las arenas del mundo en un vaivén de roces como labios de sal. Seré aún más breve: abrázame. Porque es una hoguera de amor la ronda de tus brazos, como es la luna un hechizo de giros que hace danzar los mares, en un compás misterioso de silencios ancestrales, que teje los vientos, que amasa el mundo con sus caricias desde antes de los tiempos. Seré todavía más breve: bailemos. Bailemos en la noche, bailemos en las arenas. Bailemos en la cama. Bailemos y dancemos con los pies de los sueños y la gracia de los astros. Bailemos mientras bailamos alrededor del sol y mientras el sol baila con nosotros surcando los abismos de la noche. Suspiros de melodías y los perfumes de nuestros cuerpos, como cuerdas de diestros instrumentos, para ser los acordes de nuestros mareos en los vértigos de tu mirada y mi mi mirada en ti reflejada. Seré urgente: ámame. Avanza la noche y estás lejana. Aún los astros tienen sus huellas cansadas buscándote para el baile, y los giros de la luna se 172 vuelven torpes sin la luz de tu mirada que la guíe, y


173

los mares se mueren quietos y las orillas sedientas esperan tu llegada. En vilo los cielos me acompaĂąan a esperarte. Ven. BĂŠsame. Y enciende el mundo con tus labios. - J. P. De: El Club de los Libros Perdidos

173


174

Así como del fondo de la música brota una nota que mientras vibra crece y se adelgaza hasta que en otra música enmudece, brota del fondo del silencio otro silencio, aguda torre, espada, y sube y crece y nos suspende y mientras sube caen recuerdos, esperanzas, las pequeñas mentiras y las grandes, y queremos gritar y en la garganta se desvanece el grito: desembocamos al silencio en donde los silencios enmudecen. Silencios - Octavio Paz. 174


No siento tu palidez ocre, ni tu deshidratado aspecto, ni la dejadez de tu peso pluma cayendo en silencio. 175

Me duele tu cara sucia pegada en el sucio suelo. AllĂ­ permaneces olvidada de pasadas primaveras y de agostos abrasados repartiendo sombra fresca. Me duele tu cara sucia pegada en el sucio suelo. Temprano llega el entierro el sol no quiere verlo, las nubes alborotadas son plaĂąideras del duelo. Me duele tu cara sucia pegada en el sucio suelo...

Meli M. Cano 175

Con llanto acompasado y caminar de paso lento, entona esta letanĂ­a la escoba del barrendero.


176

VICENTE ALEIXANDRE Oh, sí, lo sé, buen "Sirio", cuando me miras con tus grandes ojos profundos. Yo bajo a donde tú estás, o asciendo a donde tú estás y en tu reino me mezclo contigo, buen "Sirio", buen perro mío, y me salvo contigo. Aquí en tu reino de serenidad y silencio, donde la voz humana nunca se oye, converso en el oscurecer y entro profundamente en tu mediodía. Tú me has conducido a tu habitación, donde existe el tiempo que nunca se pone Un presente continuo preside nuestro diálogo, en el que el hablar es el tuyo tan sólo. Yo callo y mudo te contemplo, y me yergo y te miro. Oh, cuán profundos ojos conocedores. Pero no puedo decirte nada, aunque tú me comprendes... Oh, yo te escucho. Allí oigo tu ronco decir y saber desde el mismo centro infinito de tu presente. Tus largas orejas suavísimas, tu cuerpo de soberanía y de fuerza, tu ruda pezuña peluda que toca la materia del mundo, el arco de tu aparición y esos hondos ojos apaciguados donde la Creación jamás irrumpió como una sorpresa. Allí, en tu cueva, en tu averno donde todo es cenit, te entendí, aunque no pude hablarte. Todo era fiesta en mi corazón, que saltaba en tu derredor, mientras tú eras tu mirar entendiéndome. Desde mi sucederse y mi consumirse te veo, un instante parado a 176 tu vera,


177

pretendiendo quedarme y reconocerme. Pero yo pasé, transcurrí y tú, oh gran perro mío, persistes. Residido en tu luz, inmóvil en tu seguridad, no pudiste más que entenderme. Y yo salí de tu cueva y descendí a mi alvéolo viajador, y, al volver la cabeza, en la linde vi, no sé, algo como unos ojos misericordes.

177


178

Tú, que no me preguntas dónde vivo, mereces la respuesta más que nadie: no hace falta buscarme en lo profundo del bosque, ni a la orilla de algún lago donde flotan cadáveres hinchados, ni en las húmedas grutas, ni en las cumbres donde hay flores de azúcar o de hielo. Estaré donde quieras contemplarme por detrás de tus párpados cerrados. Allá donde tus ojos me den alas. Amalia Bautista.

178


179

Insomnio, de Luis Alberto de Cuenca: La vida dura demasiado poco. No da tiempo a hacer nada. No hay manera de reunir los suficientes dĂ­as para enterarte de algo. Te levantas, abrazas a tu novia, desayunas, trabajas, comes, duermes, vas al cine, y ni siquiera tienes un momento para leer a SĂŠneca y creerte que todo tiene arreglo en este mundo. La vida es un instante. No me explico por quĂŠ esta noche no se acaba nunca.

179


180

“Não é que vivo em eterna mutação, com novas adaptações a meu renovado viver e nunca chego ao fim de cada um dos modos de existir. Vivo de esboços não acabados e vacilantes. Mas equilibro-me como posso, entre mim e eu, entre mim e os homens, entre mim e o Deus." Clarice Lispector 180


181

Eu adoro todas as coisas E o meu coração é um albergue aberto toda a noite. Tenho pela vida um interesse ávido Que busca compreendê-la sentindo-a muito. Amo tudo, animo tudo, empresto humanidade a tudo, Aos homens e às pedras, às almas e às máquinas, Para aumentar com isso a minha personalidade. Pertenço a tudo para pertencer cada vez mais a mim próprio E a minha ambição era trazer o unive rso ao colo Como uma criança a quem a ama beija. Eu amo todas as coisas, umas mais do que as outras, Não nenhuma mais do que outra, mas sempre mais as que estou vendo Do que as que vi ou verei. Nada para mim é tão belo como o movimento e as sensações. A vida é uma grande feira e tudo são barracas e saltimbancos. Penso nisto, enterneço-me mas não sossego nunca. Álvaro de Campos/ Fernando Pessoa. 181


182

Matar o sonho é matarmo-nos. É mutilar a nossa alma. O sonho é o que temos de realmente nosso, de impenetravelmente e inexpugnavelmente nosso. Fernando Pessoa Eu não tenho filosofia: tenho sentidos... O guardador de rebanhos - Alberto Caeiro (Fernando Pessoa) 182


183

Multipliquei-me, para me sentir Para me sentir, precisei sentir tudo, Transbordei, entreguei-me, E hĂĄ em cada canto da minha alma Um altar a um deus diferente (Passagem das horas, Ă lvaro de Campos).

183


Je t'aime Paul Eluard

184

Je t'aime pour toutes les femmes que je n'ai pas connues Je t'aime pour tous les temps où je n'ai pas vécu Pour l'odeur du grand large et l'odeur du pain chaud Pour la neige qui fond pour les premières fleurs Pour les animaux purs que l'homme n'effraie pas Je t'aime pour aimer Je t'aime pour toutes les femmes que je n'aime pas Qui me reflète sinon toi-même je me vois si peu Sans toi je ne vois rien q'une étendue déserte Entre autrefois et aujourd'hui Il y a toutes ces morts que j'ai franchies sur la paille Je n'ai pas pu percer le mur de mon miroir Il m'a fallu apprendre mot par mot la vie Comme on oublie Je t'aime pour ta sagesse qui n'est pas la mienne Pour la santé Je t'aime contre tout ce qui n'est qu'illusion Pour ce coeur immortel que je ne détiens pas Tu crois être le doute et tu n'es que raison Tu es le grand soleil qui me monte à la tête Quand je suis sûr de moi. 184


185

185


186

186


187

187


188

Meli M. Cano

Pienso....Si fuera una birabola... Si tuviera alas volaría por encima de las olas, me dejaría acariciar por el viento y dormiría en una nube. Me vestiría del azul del cielo y en la cumbre más alta escribiría tu nombre: Libertad. Más, no tengo alas, ni olas, el viento me sacude y no tengo nube donde soñar. Mi cuerpo desnudo se apoya en un muro donde escribo: Soledad 188


INVICTUS. William Ernest Henley Out of the night that covers me, Black as the pit from pole to pole, I thank whatever gods may be For my unconquerable soul. In the fell clutch of circumstance I have not winced nor cried aloud. Under the bludgeonings of chance My head is bloody, but unbowed. Beyond this place of wrath and tears Looms but the Horror of the shade, And yet the menace of the years Finds and shall find me unafraid. It matters not how strait the gate, How charged with punishments the scroll, I am the master of my fate: I am the captain of my soul. Más allá de la noche que me cubre negra como el abismo insondable, doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma invicta. En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado ni he pestañeado. Sometido a los golpes del destino

mi cabeza está ensangrentada, pero erguida. Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el Horror de la Sombra, la amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo. No importa cuán estrecho sea el portal, cuán cargada de castigos la sentencia, soy189el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma.

189


Borboleta Marisa Monte

190

Borboleta pequenina que vem para nos saudar Venha ver cantar o hino que hoje é noite de natal Eu sou uma borboleta pequenina e feiticeira ando no meio das flores procurando quem me queira Borboleta pequenina saia fora do rosal Venha ver quanta alegria que hoje é noite de natal Borboleta pequenina venha para o meu cordão Venha ver cantar o hino que hoje é noite de natal Eu sou uma borboleta pequenina e feiticeira ando no meio das flores procurando quem me queira Borboleta pequenina saia fora do rosal venha ver quanta alegria que hoje é noite de natal

190


Jacques Prévert,... las hojas muertas. Oh, me gustaría tanto que recordaras Los días felices cuando éramos amigos... En aquel tiempo la vida era más hermosa Y el sol brillaba más que hoy. Las hojas muertas se recogen con un rastrillo... ¿Ves? No lo he olvidado... Las hojas muertas se recogen con un rastrillo Los recuerdos y las penas, también. Y el viento del norte se las lleva En la noche fría del olvido ¿Ves? No he olvidado la canción que tú me cantabas. Es una canción que nos acerca Tú me amabas y yo te amaba Vivíamos juntos Tú, que me amabas, y yo, que te amaba... Pero la vida separa a aquellos que se aman Silenciosamente sin hacer ruido Y el mar borra sobre la arena El paso de los amantes que se separan. Las hojas muertas se recogen con un rastrillo. Los recuerdos y las penas, también. Pero mi amor, silencioso y fiel Siempre sonríe y le agradece a la vida. Yo te amaba, y eras tan linda... Cómo crees que podría olvidarte? En aquel tiempo la vida era más hermosa Y el sol brillaba más que hoy Eras mi más dulce amiga, Mas no tengo sino recuerdos Y 191 la canción que tú me cantabas, ¡Siempre, siempre la recordaré!

191


SI MI VOZ MURIERA EN TIERRA Rafael Alberti Si mi voz muriera en tierra, llevadla al nivel del mar y dejadla en la ribera. Llevadla al nivel del mar y nombradla capitana de un blanco bajel de guerra. 隆Oh mi voz condecorada con la insignia marinera: sobre el coraz贸n un ancla, y sobre el ancla una estrella, y sobre la estrella el viento, y sobre el viento la vela! (Marinero en tierra, 1924)

192

192


Julio Cortázar. EL INTERROGADOR

193

No pregunto por las glorias ni las nieves, quiero saber dónde se van juntando las golondrinas muertas, adónde van las cajas de fósforos usadas. Por grande que sea el mundo hay los recortes de uñas, las pelusas, los sobres fatigados, las pestañas que caen. ¿Adonde van las nieblas, la borra del café, los almanaques de otro tiempo? Pregunto por la nada que nos mueve; en esos cementerios conjeturo que crece poco a poco el miedo, y que allí empolla el Roc.

193


194

Julio Cortázar. Para leer en forma interrogativa Has visto verdaderamente has visto la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa Has tocado de verdad has tocado el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amás Has vivido como un golpe en la frente el instante el jadeo la caída la fuga Has sabido con cada poro de la piel sabido que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazón había que tirarlos había que llorarlos había que inventarlos otra vez.

194


Gerardo Diego. "Caída del cosmonauta"

195

Míralo por dónde sube míralo por dónde raya Míralo por dónde tuerce El cosmonauta no tiene padre; se salió de madre y ni un perro que le ladre El pobre don Escafandro quiere nadar y no puede (Hero en brazos de Leandro) El cosmonauta se aburre Tierra de luna se aburre Luna de tierra se duerme Míralo por dónde rompe míralo por dónde viene míralo por dónde silba El silbido del vacío El silbido del hastío Morado silbo del frío Don Escafandro no pesa Va a coger una manzana y la mano se le aleja Tiene los ojos tallados como diamantes cortantes de ver espantos de cielos Suma resta multiplica No puede ser tropieza al derecho y al revés 195 Míralo por dónde baja

míralo cómo se estrella míralo hundirse en el seno de la tierra tierra tierra


196

OBJETOS PERDIDOS Por veredas de sueño y habitaciones sordas tus rendidos veranos me aceleran con sus cantos Una cifra vigilante y sigilosa va por los arrabales llamándome y llamándome pero qué falta, dime, en la tarjeta diminuta donde están tu nombre, tu calle y tu desvelo si la cifra se mezcla con las letras del sueño, si solamente estás donde ya no te busco. Mendoza, Argentina 1944 La mufa Vos ves la Cruz del Sur, respirás el verano con su olor a duraznos, y caminás de noche mi pequeño fantasma silencioso por ese Buenos Aires, por ese siempre mismo Buenos Aires. Quizá la más querida Me diste la intemperie, la leve sombra de tu mano pasando por mi cara. Me diste el frío, la distancia, el amargo café de medianoche entre mesas vacías. Siempre empezó a llover en la mitad de la película, la flor que te llevé tenía una araña esperando entre los pétalos.

196


Creo que lo sabías y que favoreciste la desgracia. Siempre olvidé el paraguas antes de ir a buscarte, el restaurante estaba lleno y voceaban la guerra en las esquinas. Fui una letra de tango para tu indiferente melodía. Una carta de amor Todo lo que de vos quisiera es tan poco en el fondo porque en el fondo es todo como un perro que pasa, una colina, esas cosas de nada, cotidianas, espiga y cabellera y dos terrones, el olor de tu cuerpo, lo que decís de cualquier cosa, conmigo o contra mía, todo eso es tan poco yo lo quiero de vos porque te quiero. Que mires más allá de mí, que me ames con violenta prescindencia del mañana, que el grito de tu entrega se estrelle en la cara de un jefe de oficina, y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de la libertad. 197

Julio Cortázar

197


¿Por qué volvéis a la memoria mía, Tristes recuerdos del placer perdido, A aumentar la ansiedad y la agonía De este desierto corazón herido? ¡Ay! que de aquellas horas de alegría Le quedó al corazon sólo un gemido, Y el llanto que al dolor los ojos niegan Lágrimas son de hiel que el alma anegan. ¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas De juventud, de amor y de ventura, Regaladas de músicas sonoras, Adornadas de luz de hermosura? Imágenes ce oro bullidoras. Sus alas de carmín y nieve pura, Al sol de mi esperanza desplegando, Pasaban ¡ay! a mi alredor cantando. Gorjeaban los dulces ruiseñores, El sol iluminaba mi alegría, El aura susurraba entre las flores, El bosque mansamente respondía, Las fuentes murmuraban sus amores. . . ¡Ilusiones que llora el alma mía! ¡Oh! ¡cuán süave resonó en mi oído El bullicio del mundo y su ruido! Mi198vida entonces, cual guerrera nave Que el puerto deja por la vez primera,

198


Y al soplo de los céfiros süave Orgullosa despliega su bandera, Y-al mar dejando que a sus pies alabe Su triunfo en roncos cantos, va velera, Una ola tras otra bramadora Hollando y dividiendo vencedora. ¡Ay! en el mar del mundo, en ansia ardiente De amor volaba; el sol de la mañana Llevaba yo sobre mi tersa frente, Y el alma pura de su dicha ufana: Dentro de ella el amor, cual rica fuente Que entre frescuras y arboledas mana. Brotaba entonces abundante río De ilusiones y dulce desvarío. Yo amaba todo: un noble sentimiento Exaltaba mi ánimo, y sentía En mi pecho un secreto movimiento, De grandes hechos generoso guía: La libertad con su inmortal aliento, Santa diosa, mi espíritu encendía, Contino imaginando en mi fe pura Sueños de gloria al mundo y de ventura. El puñal de Catón, la adusta frente Del noble Bruto, la constancia fiera 199

199


Y el arrojo de Scévola valiente, La doctrina de Sócrates severa, La voz atronadora y elocuente Del orador de Atenas, la bandera Contra el tirano Macedonio alzando, Y al espantado pueblo arrebatando: El valor y la fe del caballero, Del trovador el arpa y los cantares, Del gótico castillo el altanero Antiguo torreón, do sus pesares Cantó tal vez con eco lastimero, ¡Ay! arrancada de sus patrios lares, Joven cautiva, al rayo de la luna, Lamentando su ausencia y su fortuna: El dulce anhelo del amor que aguarda, Tal vez inquieto y con mortal recelo; La forma bella que cruzó gallarda, Allá en la noche, entre medroso velo; La ansiada cita que en llegar se tarda Al impaciente y amoroso anhelo, La mujer y la voz de su dulzura, Que inspira al alma celestial ternura: A un tiempo mismo en rápida tormenta Mi alma alborotada de contino, Cual 200 las olas que azota con violenta Cólera impetüoso torbellino:

200


Soñaba al héroe ya, la plebe atenta En mi voz escuchaba su destino; Ya al caballero, al trovador soñaba, Y de gloria y de amores suspiraba. Hay una voz secreta, un dulce canto, Que el alma sólo recogida entiende, Un sentimiento misterioso y santo, Que del barro al espíritu desprende; Agreste, vago y solitario encanto Que en inefable amor el alma enciende, Volando tras la imagen peregrina El corazón de su ilusión divina. Yo, desterrado en extranjera playa, Con los ojos extático seguía La nave audaz que en argentada raya Volaba al puerto de la patria mía: Yo, cuando en Occidente el soy desmaya, Solo y perdido en la arboleda umbría, Oír pensaba el armonioso acento De una mujer, al suspirar del viento. ¡Una mujer! En el templado rayo De la mágica luna se colora, Del sol poniente al lánguido desmayo Lejos entre las nubes se evapora; 201

201


Sobre las cumbres que florece Mayo Brilla fugaz al despuntar la aurora, Cruza tal vez por entre el bosque umbrío, Juega en las aguas del sereno río. ¡Una mujer! Deslizase en el cielo Allá en la noche desprendida estrella. Si aroma el aire recogió en el suelo, Es el aroma que le presta ella. Blanca es la nube que en callado vuelo Cruza la esfera, y que su planta huella. Y en la tarde la mar olas le ofrece De plata y de zafir, donde se mece. Mujer que amor en su ilusión figura, Mujer que nada dice a los sentidos, Ensueño de suavísima ternura, Eco que regaló nuestros oídos; De amor la llama generosa y pura, Los goces dulces del amor cumplidos, Que engalana la rica fantasía, Goces que avaro el corazón ansía. ¡Ay! aquella mujer, tan sólo aquella, Tanto delirio a realizar alcanza, Y esa mujer tan cándida y tan bella Es mentida ilusión de la esperanza: Es 202el alma que vívida destella Su luz al mundo cuando en él se lanza,

202


Y el mundo con su magia y galanura Es espejo no más de su hermosura: Es el amor que al mismo amor adora, El que creó las Sílfides y Ondinas, La sacra ninfa que bordando mora Debajo de las aguas cristalinas: Es el amor que recordando llora Las arboledas del Edén divinas: Amor de allí arrancado, allí nacido, Que busca en vano aquí su bien perdido. ¡Oh llama santa! ¡celestial anhelo! ¡Sentimiento purísimo! ¡memoria Acaso triste de un perdido cielo, Quizá esperanza de futura gloria! ¡Huyes y dejas llanto y desconsuelo! ¡Oh mujer que en imagen ilusoria Tan pura, tan feliz, tan placentera, Brindó el amor a mi ilusión primera! . . . ¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! Lágrimas mías, ¡Ah! ¿dónde estáis que no corréis a mares? ¿Por qué, por qué como en mejores días, No consoláis vosotras mis pesares? ¡Oh! los que no sabéis las agonías De un corazón que penas a millares 203

203


¡Ah! desgarraron y que ya no llora, ¡Piedad tened de mi tormento ahora! ¡Oh dichosos mil veces, sí, dichosos Los que podéis llorar! y ¡ay! sin ventura De mí, que entre suspiros angustiosos Ahogar me siento en infernal tortura. ¡Retuércese entre nudos dolorosos Mi corazón, gimiendo de amargura! También tu corazón, hecho pavesa; ¡Ay! llegó a no llorar, ¡pobre Teresa! ¿Quién pensara jamás, Teresa mía, Que fuera eterno manantial de llanto, Tanto inocente amor, tanta alegría, Tantas delicias y delirio tanto? ¿Quién pensara jamás llegase un día En que perdido el celestial encanto Y caída la venda de los ojos, Cuanto diera placer causara enojos? Aun parece, Teresa, que te veo Aerea como dorada mariposa, Ensueño delicioso del deseo, Sobre tallo gentil temprana rosa, Del amor venturoso devaneo, Angélica, purísima y dichosa, Y oigo tu voz dulcísima, y respiro 204 Tu aliento perfumado en tu suspiro.

204


205

Y aun miro aquellos ojos que robaron A los cielos su azul, y las rosadas Tintas sobre la nieve, que envidiaron Las de Mayo serenas alboradas: Y aquellas horas dulces que pasaron Tan breves, ¡ay! como después lloradas, Horas de confianza y de delicias, De abandono y de amor y de caricias. Que así las horas rápidas pasaban, Y pasaba a la par nuestra ventura; Y nunca nuestras ansias las contaban, Tú embriagada en mi amor, yo en tu hermosura. Las horas ¡ay! huyendo nos miraban, Llanto tal vez vertiendo de ternura; Que nuestro amor y juventud veían, Y temblaban las horas que vendrían. Y llegaron en fin. . . ¡Oh! ¿quién impío ¡Ay! agostó la flor de tu pureza? Tú fuiste un tiempo cristalino río, Manantial de purísima limpieza; Después torrente de color sombrío, Rompiendo entre peñascos y maleza, Y estanque, en fin, de aguas corrompidas, Entre fétido fango detenidas. 205


206

¿Cómo caíste despeñado al suelo, Astro de la mañana luminoso? Ángel de luz, ¿quién te arrojó del cielo A este valle de lágrimas odioso? Aun cercaba tu frente el blanco velo Del serafín, y en ondas fulguroso Rayos al mundo tu esplendor vertía, Y otro cielo el amor te prometía. Mas ¡ay! que es la mujer ángel caído, O mujer nada más y lodo inmundo, Hermoso ser para llorar nacido, O vivir como autómata en el mundo. Sí, que el demonio en el Edén perdido, Abrasara con fuego del profundo La primera mujer, y ¡ay! aquel fuego La herencia ha sido de sus hijos luego. Brota en el cielo del amor la fuente, Que a fecundar el universo mana, Y en la tierra su límpida corriente Sus márgenes con flores engalana; Mas, ¡ay! huid: el corazón ardiente Que el agua clara por beber se afana, Lágrimas verterá de duelo eterno, Que su raudal lo envenenó el infierno. 206


Huid, si no queréis que llegue un día En que enredado en retorcidos lazos El corazón, con bárbara porfía Luchéis por arrancároslo a pedazos: En que al cielo en histérica agonía Frenéticos alcéis entrambos brazos, Para en vuestra impotencia maldecirle, Y escupiros, tal vez, al escupirle. Los años ¡ay! de la ilusión pasaron, Las dulces esperanzas que trajeron Con sus blancos ensueños se llevaron, Y el porvenir de oscuridad vistieron: Las rosas del amor se marchitaron, Las flores en abrojos convirtieron, Y de afán tanto y tan soñada gloria Sólo quedó una tumba, una memoria. ¡Pobre Teresa! ¡Al recordarte siento Un pesar tan intenso!. . . Embarga impío Mi quebrantada voz mi sentimiento, Y suspira tu nombre el labio mío: Para allí su carrera el pensamiento, Hiela mi corazón punzante frío, Ante mis ojos la funesta losa, Donde vil polvo tu beldad reposa. 207

207


Y tú feliz, que hallastes en la muerte Sombra a que descansar en tu camino, Cuando llegabas, mísera, a perderte Y era llorar tu único destino: Cuando en tu frente la implacable suerte Grababa de los réprobos el sino; Feliz, la muerte te arrancó del suelo, Y otra vez ángel, te volviste al cielo. Roída de recuerdos de amargura, Árido el corazón, sin ilusiones, La delicada flor de tu hermosura Ajaron del dolor los aquilones: Sola, y envilecida, y sin ventura, Tu corazón secaron las pasiones: Tus hijos ¡ay! de ti se avergonzaran, Y hasta el nombre de madre te negaran. Los ojos escaldados de tu llanto, Tu rostro cadavérico y hundido; Único desahogo en tu quebranto, El histérico la de tu gemido: ¿Quién, quién pudiera en infortunio tanto Envolver tu desdicha en el olvido, Disipar tu dolor y recogerte En su seno de paz? ¡Sólo la muerte! 208

208


¡Y tan joven, y ya tan desgraciada! Espíritu indomable, alma violenta, En ti, mezquina sociedad, lanzada A romper tus barreras turbulenta. Nave contra las rocas quebrantada, Allá vaga, a merced de la tormenta, En las olas tal vez náufraga tabla, Que sólo ya de sus grandezas habla. Un recuerdo de amor que nunca muere Y está en mi corazón; un lastimero Tierno quejido que en el alma hiere, Eco süave de su amor primero: ¡Ay! de tu luz, en tanto yo viviere, Quedará un rayo en mí, blanco lucero, Que iluminaste con tu luz querida La dorada mañana de mi vida. Que yo, como una flor que en la mañana Abre su cáliz al naciente día, ¡Ay! al amor abrí tu alma temprana, Y exalté tu inocente fantasía, Yo inocente también ¡oh! cuán ufana Al porvenir mi mente sonreía, Y en alas de mi amor, ¡con cuánto anhelo Pensé contigo remontarme al cielo! 209

209


Y alegre, audaz, ansioso, enamorado, En tus brazos en lánguido abandono, De glorias y deleites rodeado, Levantar para ti soñé yo un trono: Y allí, tú venturosa y yo a tu lado, Vencer del mundo el implacable encono, Y en un tiempo, sin horas ni medida, Ver como un sueño resbalar la vida. ¡Pobre Teresa! Cuando ya tus ojos Áridos ni una lágrima brotaban; Cuando ya su color tus labios rojos En cárdenos matices se cambiaban; Cuando de tu dolor tristes despojos La vida y su ilusión te abandonaban, Y consumía lenta calentura Tu corazón al par de tu amargura; Si en tu penosa y última agonía Volviste a lo pasado el pensamiento; Si comparaste a tu existencia un día Tu triste soledad y tu aislamiento; Si arrojó a tu dolor tu fantasía Tus hijos ¡ay! en tu postrer momento A otra mujer tal vez acariciando, «Madre» tal vez a otra mujer llamando; 210

210


Si el cuadro de tus breves glorias viste Pasar como fantástica quimera, Y si la voz de tu conciencia oíste Dentro de ti gritándote severa; Si, en fin, entonces tú llorar quisiste Y no brotó una lágrima siquiera Tu seco corazón, y a Dios llamaste, Y no te escuchó Dios, y blasfemaste, ¡Oh! ¡crüel! ¡muy crüel! ¡martirio horrendo! ¡Espantosa expiación de tu pecado! Sobre un lecho de espinas, maldiciendo, Morir, el corazón desesperado! Tus mismas manos de dolor mordiendo, Presente a tu conciencia tu pasado, Buscando en vano, con los ojos fijos, Y extendiendo tus brazos a tus hijos.

211

¡Oh! ¡crüel! ¡muy crüel! … ¡Ay! yo entre tanto Dentro del pecho mi dolor oculto, Enjugo de mis párpados el llanto Y doy al mundo el exigido culto: Yo escondo con vergüenza mi quebranto, Mi propia pena con mi risa insulto, Y me divierto en arrancar del pecho Mi mismo corazón pedazos hecho.

211


Gocemos, sí; la cristalina esfera Gira bañada en luz: ¡bella es la vida! ¿Quién a parar alcanza la carrera Del mundo hermoso que al placer convida? Brilla radiente el sol, la primavera Los campos pinta en la estación florida: Truéquese en risa mi dolor profundo. . . Que haya un cadáver más ¿qué importa al mundo? 212

Espronceda

212


213

213


214

Respuesta. José Hierro Quisiera que tú me entendieras a mí sin palabras. Sin palabras hablarte, lo mismo que se habla mi gente. Que tú me entendieras a mí sin palabras como entiendo yo al mar o a la brisa enredada en un álamo verde. Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte, hace ya mucho tiempo aprendí hondas razones que tú no comprendes. Revelarlas quisiera, poniendo en mis ojos el sol invisible, la pasión con que dora la tierra sus frutos calientes. Me preguntas, amigo, y no sé qué respuesta he de darte. Siento arder una loca alegría en la luz que me envuelve. Yo quisiera que tú la sintieras también inundándote el alma, yo quisiera que a ti, en lo más hondo, también te quemase y te hiriese. Criatura también de alegría quisiera que fueras, criatura que llega por fin a vencer la tristeza y la muerte. Si ahora yo te dijera que había que andar por ciudades perdidas y llorar en sus calles oscuras sintiéndote débil, y cantar bajo un árbol de estío tus sueños oscuros, y sentirte hecho de aire y de nube y de hierba muy verde... Si ahora yo te dijera que es tu vida esa roca en que rompe la ola, 214 la flor misma que vibra y se llena de azul bajo el claro nordeste,


215

aquel hombre que va por el campo nocturno llevando una antorcha, aquel niño que azota la mar con su mano inocente... Si yo te dijera estas cosas, amigo, ¿qué fuego pondría en mi boca, qué hierro candente, qué olores, colores, sabores, contactos, sonidos? Y ¿cómo saber si me entiendes? ¿Cómo entrar en tu alma rompiendo sus hielos? ¿Cómo hacerte sentir para siempre vencida la muerte? ¿Cómo ahondar en tu invierno, llevar a tu noche la luna, poner en tu oscura tristeza la lumbre celeste? Sin palabras, amigo; tenía que ser sin palabras como tú me entendieses. De "Alegría" 1947

215


216 CLARICE LISPECTOR, in PERTO DO CORAÇÃO SELVAGEM (Ed. Rocco, 1999, p. 39)

Sua felicidade aumentou, reuniu-se na garganta como um saco de ar. Mas agora era uma alegria séria, sem vontade de rir. Era uma alegria quase de chorar, meu Deus.

216


Cecília Meireles: Nem tudo é fácil É difícil fazer alguém … 217 É difícil fazer alguém feliz, assim como é fácil fazer triste. É difícil dizer eu te amo, assim como é fácil não dizer nada É difícil valorizar um amor, assim como é fácil perdê-lo para sempre. É difícil agradecer pelo dia de hoje, assim como é fácil viver mais um dia. É difícil enxergar o que a vida traz de bom, assim como é fácil fechar os olhos e atravessar a rua. É difícil se convencer de que se é feliz, assim como é fácil achar que sempre falta algo. É difícil fazer alguém sorrir, assim como é fácil fazer chorar. É difícil colocar-se no lugar de alguém, assim como é fácil olhar para o próprio umbigo. Se você errou, peça desculpas... É difícil pedir perdão? Mas quem disse que é fácil ser perdoado? Se alguém errou com você, perdoa-o... É difícil perdoar? Mas quem disse que é fácil se arrepender? Se você sente algo, diga... É difícil se abrir? Mas quem disse que é fácil encontrar alguém que queira escutar? Se alguém reclama de você, ouça... É difícil ouvir certas coisas? Mas quem disse que é fácil ouvir você? Se alguém te ama, ame-o... É difícil entregar-se? Mas quem disse que é fácil ser feliz? Nem tudo é fácil na vida...Mas, com certeza, nada é impossível Precisamos acreditar, ter fé e lutar para que não apenas sonhemos, Mas também tornemos todos esses desejos, realidade!!!

217


218

Niño Goloso, por María Olimpia de Obaldía. En el árbol de la noche cuelgan espléndidas frutas; yo quiero la más hermosa, redonda y blanca: ¡la luna! ¿Su pulpa, será de coco, de guineo o de naranja? ¿Tendrá jugo delicioso como piñas o granadas? ¿Cómo será su perfume: suave y puro de violetas, fuerte y raro como orquídeas o de todos tendrá mezcla? Si yo comiera esa fruta no sé qué me pasaría... Si tan solo con mirarla ¡me emborracho de alegría...! 218


Hoy quisiera tus dedos escribiéndome historias en el pelo 219 y quisiera besos en la espalda, acurrucos, que me dijeras las mas grandes verdades o las mas grandes mentiras. Que me dijeras por ejemplo que soy la mujer mas linda del mundo, que me querés mucho , "SENCILLOS DESEOS", Gioconda Belli. cosas así tan sencillas, tan repetidas. Que me delinearas el rostro y me quedaras viendo a los ojos como si tu vida entera dependiera de que los míos sonrieran, alborotando todas las gaviotas en la espuma. Cosas quiero como que andes mi cuerpo camino arbolado y oloroso, que seas la primera lluvia del invierno dejándote caer despacio y luego en aguacero. Cosas quiero como una gran ola de ternura deshaciéndome, un ruido de caracol, un cardumen de peces en la boca, algo de eso frágil y desnudo, como una flor a punto de entregarse a la primera luz de la mañana o simplemente una semilla, un árbol, un poco de hierba, una caricia que me haga olvidar el paso del tiempo, la guerra, 219 los peligros de la muerte.


220

Miguel Hernandez Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes, tristes. Tristes armas si no son las palabras. Tristes, tristes.

220

Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes, tristes.


221

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía, y algo en tu sangre late y no reposa y en su tallo de agua, temblorosa, la fuente es una líquida armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía te sobra tiempo para ser hermosa y cabe todo abril en una rosa y por la rosa se desangra el día. Si alguien llama a tu puerta una mañana sonora de palomas y campanas y aún crees en el dolor y en la poesía. Si aún la vida es verdad y el verso existe. Si alguien llama a tu puerta y estás triste, abre, que es el amor, amiga mía. Gabriel García Márquez

221


Habré de levantar la vasta vida que aún ahora es tu espejo: cada mañana habré de reconstruirla. Desde que te alejaste, cuántos lugares se han tornado vanos y sin sentido, iguales a luces en el día. Tardes que fueron nicho de tu imagen, músicas en que siempre me aguardabas, palabras de aquel tiempo, yo tendré que quebrarlas con mis manos. ¿En qué hondonada esconderé mi alma para que no vea tu ausencia que como un sol terrible, sin ocaso, brilla definitiva y despiadada? Tu ausencia me rodea como la cuerda a la garganta, el mar al que se hunde.

Jorge Luis Borges 222

222


Si yo fuese Dios y tuviese el secreto, haría un ser exacto a ti; lo probaría (a la manera de los panaderos cuando prueban el pan, es decir: con la boca), y si ese sabor fuese igual al tuyo, o sea tu mismo olor, y tu manera de sonreír, y de guardar silencio, y de estrechar mi mano estrictamente, y de besarnos sin hacernos daño -de esto sí estoy seguro: pongo tanta atención cuando te beso-; entonces, si yo fuese Dios, podría repetirte y repetirte, siempre la misma y siempre diferente, sin cansarme jamás del juego idéntico, sin desdeñar tampoco la que fuiste por la que ibas a ser dentro de nada; ya no sé si me explico, pero quiero aclarar si yo fuese Dios, haría lo posible por ser Ángel González para quererte tal como te quiero, para aguardar con calma a que te crees tú misma cada día, a que sorprendas todas las mañanas la luz recién nacida con tu propia luz, y corras la cortina impalpable que separa 223 el sueño de la vida,

resucitándome con tu palabra, 223 Lázaro alegre, yo, mojado todavía de sombras y pereza, sorprendido y absorto en la contemplación de todo aquello que, en unión de mí mismo, recuperas y salvas, mueves, dejas abandonado cuando -luego- callas... (Escucho tu silencio. Oigo constelaciones: existes. Creo en ti. Eres. Me basta.)

Ángel González


224

Estas han sido nuestras birabolas hasta hoy, víspera de Nochebuena y dos días después del fin del mundo que no llegó porque todavía no hemos perdido la esperanza. ¡Felices Fiestas! 224

José Ramón


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.