Homenaje a NIDIA DI GIORGIO MEDICI

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Crónicas de un SALTO desconocido Aporte para un Turismo, Cultural, Histórico y Patrimonial

NIDIA DI GIORGIO MEDICI Poetisa salteña, hermana de Marosa di Giorgio Medici Por Alberto J. Eguiluz

Nació en Salto Uruguay. Curso sus estudios primarios en la escuela Nº 13. Cursó bachillerato de Derecho y Ciencias Sociales en el Instituto Politécnico Osimani y Llerena. Ejerció el profesorado de idioma Italiano. Realizó cursos de dibujo y pintura y arte escénico. Fue Secretaria General de la Asociación Cultural Horacio Quiroga y en esa calidad realizó la 1ª. Feria del Libro en la Plaza “Treinta y Tres Orientales” de Salto, auspiciada por la poeta Nancy Bacelo. En Montevideo integró grupos teatrales e integró Comisiones de Cultura y la Federación de Teatros Independientes. Publicó libros de relatos “Los últimos geranios”. Ed. Signos y “Josephine la nuit”, Ed. Hermes Criollo, de poemas, “Aquella margarita que escribió mi nombre”, Ed. Ediciones del Mirador. Compiló el libro “No develarás el misterio” reportajes a su hermana Marosa, editado en Bs. As. Por el Cuenco de Plata. Integró la colección “Escritores salteños”, tomo 19, dirigida por el escritor Leonardo Garet. Compiló el libro “Otras vidas” biografías escritas por Marosa, en prensa en Bs. As. Por Editora Adriana Hidalgo. Intervino en Mesas Redondas, Feria Internacional del Libro, Congresos de poesía, Boliches en agosto, organizados por el MEC. Publicó poemas y relatos en diarios y revistas e integró antologías locales y extranjeras Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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REMOLINOS DE AGUA El río salta embravecido Porque el viento lo castiga. Arranca rocas mutila Las piedras del agua Y rompe en espuma Sus propios límites. Los árboles ribereños con los cuerpos quebrados crujen doloridos. Los pájaros ateridos Revolotean sobre los Nidos destrozados. En lo más alto El cielo enmascarado Con un manto azul pizarra Se fractura en signos eléctricos Y la lluvia cae violenta Convertida enseguida En imprevisible diluvio. Entre los remolinos Del río desbordado surcan Vagabundos barcos olvidados.

UNA FINA LENGUA DE OLVIDO Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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DESOLACIÓN Al regresar por aquellos caminos de soledad - donde en la infancia refugiaba mi tristeza – encuentro pájaros errantes y al gran arenal convertido en un río de sal. Figuras del pasado - como flores marchitas – reflejan adormiladas en la escarcha del amanecer. Vientos del norte y vientos del sur con antiguos aromas abrazan los recuerdos. Las lágrimas se precipitan y quedan suspendidas en la desolada estación del olvido.

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UNA FINA LENGUA Noche serena sin preguntas sin cavilaciones. Una lámpara derrama luz como neblina como humo. Los relojes marcan horas indefinidas. La noche despierta se estira avanza como animal sombrío. Extrae una fina lengua besa mis ojos mis labios mis senos el sexo adormilado. Todo lo domina los cuadros deslucidos los álbumes abandonados los papeles esparcidos Y luego huye huye por entre los cristales oscurecidos del ventanal. Entre sus negras patas lleva en un manojo. como trofeo mis últimos recuerdos. UNA FINA LENGUA DE OLVIDO Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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EN EL RECUERDO A Myriam Albisu Con mi disfraz de noche visito las tierras perfumadas que enmarcan los recuerdos El azul del cielo los floridos jardines las naranjas maduras dulces almibaradas del bello Salto – sin igual. El Salto de días felices de tiempos de padre y madre de familia entera Las calles en subibaja. El río que navegábamos como sobre un cristal o un zafiro gigantesco Otras veces solía desbordar cercarnos con negras aguas - sus vísceras ocultas – -6-

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Recojo los nombres que aparecen grabados en los árboles danzantes de la noche y no tienen espacio en el infinito cuenco del olvido.

UNA FINA LENGUA DE OLVIDO Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Mujeres bellas raras Las mujeres que yo conozco llevan ramitos de flores en la cabellera. Cuando las flores mueren caen suavemente y colman las manos de pétalos. Las manos colmadas se transforman en germinadores que así devuelven las flores a los cabellos. Las mujeres que conozco - raras – bellas – lucen flores perfumadas en la cabellera. Reflejadas en los cristales de los espejos semejan figuras pintadas por el genio de Paul Gauguin.

AQUELLA MARGARITA QUE ESCRIBIÓ MI NOMBRE - 10 Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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El jacarandá en flor El jacarandá con los ramos en alto nos invita a soñar. Nos llaman las campanitas azules de las flores y las abejas que zumban con dorados círculos a nuestro alrededor. La brisa hamaca las flores que una a una caen para conformar una alfombra tersa azulada donde dancen los rezagados pajaritos de la tarde y las cabras junto s los cabritillos haciendo resonar los cencerros. Nosotras ausentes allá arriba no deseamos imaginar que el día se aleja y que las primeras sombras nos dibujarán los rostros con extraños relámpagos para luego silenciar los caminos y las siembras. Sólo cuando los ventanales se enciendan en luces sobre los ardientes jazmines Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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un solo rayo de sol de aquellos que en la tarde traspasaron las verdes menudas hojitas del jacarandá. Y cuando la luna camine sobre la noche sobre el jardín despeinará su luminosa cabellera para apagar en secreto las luces artificiales reflejadas en los espejos de los altos ventanales.

AQUELLA MARGARITA QUE ESCRIBIÓ MI NOMBRE - 12 -

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Eternidad

A la memoria de mi esposo Ramiro Lacoste Con la luz que trae setiembre espero el regreso. El tiempo devoró los horizontes y los cipreses tejieron las ramas para ocultar el misterio. Retornarás cuando la aurora quede suspendida en el día con un resplandor de rosas. Recuperarás tu sitio en el tiempo perdido las canciones lejanas. Se ordenarán las cosas besarás mis labios la frente de tu hija. El tiempo que pasó quedará adormilado en el silencio del reloj. Las flores esparcirán perfumes hasta que el brillo del sol apague la luna. Los cristales del día escribirán en el viento: Hay eternidad en cada cosa.

AQUELLA MARGARITA QUE ESCRIBIÓ MI NOMBRE Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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EL ÁGUILA DE CRISTAL A Ramiro, los domingos le agradaba visitar la Feria. Sentía la misma atracción que yo por las piezas de cristal. Es así como siempre regresaba con copas, vasos, alguna estatuilla. Cierta vez trajo un águila de cristal en hermosas tonalidades de rosa y azul, un ala plegada, la otra en actitud de vuelo. En nuestra casa lucía esplendorosa, aunque quizá por momentos, con cierta melancolía. Comenzamos a observarla detenidamente. Entonces pudimos advertir que sus ojos se disociaban, se humedecían y las lágrimas que rodaban eran absorbidas por el vítreo plumaje terminando por engrosar el espesor de su cuerpo. Una mañana no amaneció en su sitio. En la búsqueda, al acercarnos a las ventanas orientadas al norte, La encontramos en el suelo desgranándose. Solo las alas permanecían con su forma. Abrí el ventanal, las tomé delicadamente y con un impulso las elevé. Vi con asombro como ascendían por el cielo hacia un destino desconocido. Cuando bajé la mirada, los granos de cristal conformaban jugosos racimos de uva. Pensativa los coloqué sobre el centro de mesa que adornaba la habitación. JOSEPHINE LA NUIT, - 16 Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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MI ABUELO EUGENIO Eugenio, mi abuelo Eugenio tenía para sí la inmensidad del olivar, del viñedo, del naranjal y aquellos caminos de arena. La arena era como un río y se extendía por todos los sitios. Pero el abuelo había querido tener un tajamar propio y lo mandó a construir en un espacio de campo bordeado por ombúes. También se construyó una barcaza de papel pintado que conducía con remos invisibles y con un mástil donde levantaba vuelo la bandera de Italia. Una mañana muy temprano los vecinos lo encontraron en el tajamar. - Buenos días don Eugenio. ¡Qué temprano para estar navegando! - Temprano, ¿porqué? Para eso los tengo. - ¿Para qué? - ¿Cómo para qué? Espío a las garzas, aún no conozco donde anidan. Las lechuzas sí, allá, en aquellas rocas, pero las garzas, no sé. Y Eugenio miraba fijamente el ramaje de los Ombúes. Mas poco tiempo después, el abuelo – sin descubrir el nido de las garzas – dijo que ya no podría navegar. Entonces se recostó y no se levantó más. Mi abuela tenía los ojos inmensos y muy verdes. Mi abuelo resolvió navegar en ellos y mandó construir un barco pequeño, también de papel y con muchos colores. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Llevaba mástil y en vez de la bandera de Italia, le colocó muchísimas banderas de todos los países del mundo y nos contó a nosotras, las niñas de aquel entonces, tantas historias como banderas tenía la embarcación.

Sería este el tajamar que había mandado construir el Abuelo Eugenio?

JOSEPHINE LA NUIT, - 18 -

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LA CAPELINA Creo que todo sucedió como en un sueño, ya que siempre estuvimos un poco desligadas de la realidad. En primavera, la tierra se imantaba de piedras preciosas, de hongos aterciopelados. La hierba crecía fresca, tierna para que la recogiéramos con nuestras manos para dársela a la yegua tostada que nos llevaba al colegio. Era tan mansa, buena, como una de nosotras. Un día en que el sol hacía arder el camino, le colocamos también a ella, una capelina blanca y así marchamos por las avenidas. No muy conforme, de vez en cuanto sacudía las orejas. Nosotras la aquietábamos dulcemente, temerosas de que se revelara. A pocos metros de la escuela la atamos cuidadosamente en un frondoso tala, todo cubierto de frutos. En las horas de clase nuestra atención corría hacia “La China”, que así se llamaba. Cuando la maestra permitió “la salida”, corrimos para recuperarla, pero algunos niños se habían adelantado y ya jugaban con el sombrero bulliciosamente. Ella nos miró con dulzura y emprendimos el regreso. La capelina logró liberarse de las traviesas manos, se elevó, planeó como un pájaro y coronó el añoso tala. Sobre aquella copa dorada quedaban retenidos muchos sueños. JOSEPHINE LA NUIT, Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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EL HECHIZO EN LA CASONA Las tardes se diluían blancas, o un poco amarillentas, como los pétalos de las magnolias que, deshojadas, al anochecer alfombraban el jardín. En la alta casa, casi solitaria, con puertas y ventanas también altas, Clemen y nosotras, nos encerrábamos en la espera del regreso de papá. Allí nos asaltaba el miedo, un intenso miedo que nacía en mamá y deshacía en nosotras. Ella nos abrazaba y la oíamos orar casi en susurros. Yo imaginaba que el diablo traspasaría las altas ventanas, aparecería con tres cabezas como Cerbero, que su trifásica mirada podría enloquecernos y aún matarnos. Era así que trataba de cobijarme en mi madre, pero ella se levantaba y continuaba con su rezo. La veía con el manto de la Virgen María, delante de Jesús y Jesús tenía los ojos de mi padre. Nada entendí hasta el día de nuestra primera comunión, cuando mamá nos visitó con organdíes blancos y celestes y en nuestras manos colocó varias azucenas. Nosotras deseábamos jugar con aquellas flores, porque aún éramos niñas, más Clemen dispuso que las ofrendaríamos a la Virgen. Cuando nos acercamos al altar con aquellas azucenas, diminutos diablos surgieron de la nada y de improviso, saltaron y se acomodaron en cada flor. No sin esfuerzo sosteníamos aquellas varas que de livianísimas, adquirieron un tremendo peso y - 20 -

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Observábamos con asombro como parpadeaban los ojos de los diablillos. Con las pequeñas manos quisimos cubrir las corolas de las flores, más solo logramos percibir los brincos y las risas sofocadas. Entonces comprendí que en aquél entonces Cerbero había logrado transponer las altas ventanas, las altas puertas de la alta casona situada en medio de la soledad. Y en las noches en que la luna se enciende en plenitud, cuando deja caer sus pétalos sobre la casona, entre sueños, oíamos a los pequeños demonios corretear ansiosos por los floridos caminitos que conducían a las habitaciones.

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AGRADECIMIENTOS: Querida Nidia, quiero agradecer tu enorme generosidad por el envío de tus libros. Si me permites quiero compartir tus hermosos versos con los niños de la escuela Nº 13, aquella de la zona de chacras del hipódromo, aquella que supo albergar tus sueños, como tu bien lo describes en “La Capelina”, recuerdas…? … la yegua tostada que nos llevaba al colegio.

Era tan mansa, buena, como una de nosotras. Un día en que el sol hacía arder el camino, le colocamos también a ella, una capelina blanca y así marchamos por las avenidas. No muy conforme, de vez en cuanto sacudía las orejas. Nosotras la aquietábamos dulcemente, temerosas de que se revelara. A pocos metros de la escuela la atamos cuidadosamente en un frondoso tala, todo cubierto de frutos. En las horas de clase nuestra atención corría hacia “La China”, que así se llamaba. Cuando la maestra permitió “la salida”, corrimos para recuperarla, pero algunos niños se habían adelantado y ya jugaban con el sombrero bulliciosamente. Ella nos miró con dulzura y emprendimos el regreso. La capelina logró liberarse de las traviesas manos, se elevó, planeó como un pájaro y coronó el añoso tala. Sobre aquella copa dorada quedaban retenidos muchos sueños. Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Hoy son tiempos de pandemia la escuelita ha crecido mucho, está muy linda y bien pintada, los niños corren por sus patios y corredores, te mando aquí algunas imágenes, para que la puedas soñar. Sabías?, que hoy la escuela es de “Tiempo Completo”, que le han puesto y muy merecidamente por cierto, el nombre de uno de sus ex alumnos el “Dr. Oscar Guglielmone Pruzzo”. Quiero hoy sembrar tus versos en esta escuela, para que los niños sepan que por aquí pasaron hacedores de cultura que son el orgullo de los salteños. Ya lo dice la Historia, “Recogerás tu siembra” Porque los niños de las nuevas generaciones de salteños serán mañana, como lo fueron : el Dr. Oscar Guglielmone, y sus hermanos Homero y Carlos Guglielmone, y las poetisas Marosa Di Giorgio Medici y Nidia Di Giorgio Medici, todos ex alumnos de la Escuela Nº 13 de la zona de chacras del Hipódromo salteño. Te saluda muy atte.

Alberto J. Eguiluz Presidente de “Asociación Amigos del Patrimonio Histórico de Salto” Aprovechando esta oportunidad quiero expresar mi agradecimiento al Escritor y poeta salteño Víctor Humberto Silveira Gómez. por su colaboración constante en pro de la literatura salteña.

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Vistas de la Escuela Nº 13 y su entorno

Escuela Nº 13 de Tiempo Completo “Dr. Oscar Guglielmone Pruzzo”

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Entrada principal de la Escuela, por Av. Apolón de Mirbeck

Vista del frente de la escuela por Av. Apolón de Mirbeck - 26 -

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Casa comercio de la Flia. Guglielmone Esquina de Av. Apolón de Mirbeck y Av. Concordia, lado sur oeste.

Vista de la casa Guglielmone por Av. Concordia Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Vista del Galpón de casa Guglielmone, por Avenida. Concordia.

Vista de la casa haciendo cruz con la escuela. por Av. Apolón de Mirbeck, y Av. Concordia, lado Nor Oste. - 28 -

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Vista de la casa frente a la escuela. por Av. Apolón de Mirbeck, lado Nor Este.

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Visitamos el Salón de Actos, donde están los Documentos donados por la Flia. Guglielmone. - 30 -

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Salón de Actos

Y comedor diario

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Documentos testimoniales donados por la Flia. del Dr. Oscar Guglielmone

Estos documentos se encuentran en el Salón de Actos

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Antiguo piano de la escuela marca RACHALS

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Acto de entrega en donación de los tres libros de la escritora y poetisa Dra. NIDIA DI GIORGIO MEDICI.

Maestro Director Héctor Mogliazza Melo y Alberto Eguiluz - 38 -

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Maestro Director Héctor Mogliazza Melo y Alberto Eguiluz Presidente de la “Asociación de Amigos del Patrimonio Histórico salteño”

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Breve recorrida por las instalaciones de la Escuela.

Muy amablemente el Sr. Director nos invita a una breve recorrida por el interior de la Escuela

Patio de plantaciones de distintas especies de árboles - 40 -

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Plaza de juegos deportivos.

Plaza de juegos para niños.

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Buscando la chacra de la Flia Di GIORGIO MEDICI

Esquina de las avenidas Apolón de Mirbeck y avenida San Martín

Avenida San Martín yendo para el Hipódromo Podemos observar restos del antiguo puente del ferrocarril - 42 -

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Por Avenida San Martín yendo hacia el sur

En la primera chacra, preguntamos si conocían la antigua casa de la Flia Di Giorgio, nos dijeron que eran nuevos en la zona y que no conocían ese apellido.

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En la segunda propiedad ya tuvimos más suerte, pues esa era la antigua chacra de los DI GIORGI, la señora que nos recibió, muy amablemente nos indicó donde quedaba exactamente el lugar de la antigua casa, pero que su marido la había mandado a demoler, porque los vecinos se estaban llevando los ladrillos.

Transitando por la avenida San Martín, finalmente llegamos, donde nos habían indicado, que quedaba la antigua casa de la Flia DI GIORGIO. Como referencia solo quedaban un añoso árbol y una palmera. - 44 -

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Al pie del añoso árbol, solo logramos encontrar algunos ladrillos y restos de una viga de hormigón.

Nos llamó la atención la cantidad de viejas palmeras Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Podemos ver hacia lo lejos, al Oeste, parte de la avenida Rodó

Sería este el tajamar que había mandado construir el Abuelo Eugenio? Crónicas de un SALTO desconocido - Alberto J. Eguiluz

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Querida NIDIA, me despido con la letra de esta canción del gran Cantor Uruguayo, JULIO SOSA

Nada He llegado hasta tu casa Yo no sé cómo he podido Si me han dicho que no estás Que ya nunca volverás Si me han dicho que te has ido Cuánta nieve hay en mi alma Qué silencio hay en tu puerta Al llegar hasta el umbral Un candado de dolor Me detuvo el corazón Nada, nada queda en tu casa natal Solo telarañas que teje el yuyal Y el rosal tampoco existe Y es seguro que se ha muerto al irte tú Todo es una cruz Nada, nada más que tristeza y quietud Nadie que me diga si vives aún ¿Dónde estás? Para decirte Que hoy he vuelto arrepentido a buscar tu amor Ya me alejo de tu casa y me voy Yo ni sé dónde Sin querer te digo adiós Y hasta el eco de tu voz De la nada me responde En la cruz de tu candado Por tu pena yo he rezado Y ha rodado en tu portón Una lágrima… - 48 -

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