Cultura de VeracruZ Revista

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Director

Raúl Hernández Viveros

INDICE

Subdirector Alberto Hernández Vásquez Administrador Mario Hernández Vázquez

2 Carlos Roberto Morán/ Una felicidad repulsiva,

REVISTA Cultura de VeracruZ, Año XVII, No. 80, Julio / Agosto de 2013, es una publicación bimestral. Tel. 012288172809. www.nuevaepoca.blogspot.com /

Guillermo Martínez 6 Enrique Jaramillo Levi/

elaboración de una trama en novelas y cuentos. 8 Pedro M. Domene/ Réquiem por un campesino

culturadeveracruz@yahoo.com.mx Editor responsable: Alberto Hernández Vásquez. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2010-081613030000-102, ISSN, en trámite. Licitud de Título: (en trámite). Número de Licitud de Contenido (en trámite). Impresa por Ediciones Cultura de VeracruZ, Altamirano No. 35, Col. Centro, C.P. 91000, Xalapa, Ver. Este número se terminó de imprimir el 27 de Julio de 2013, con un tiraje de 1000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación. Queda estrictamente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos e imágenes de la publicación sin previa autorización del Instituto Nacional del Derecho de Autor.

español, 60 años después. 12 Antonio Rodríguez Jiménez/ La estética literaria a través de los suplementos monográficos de Cuadernos del Sur 25 Cristina Davó Rubí/ El poeta de la vida 28 Samuel Pérez García/ Los poetas somos como las bailarinas. 30 Irving Ramírez/ Dadme un monólogo interior 32 Fernando N. Winfield Reyes/ En la soledad de la noche

Consejo Editorial Edgar Aguilar, Marco Tulio Aguilera Garramuño, Marco Antonio Acosta, Mario Calderón, Celina Márquez, Mauro MamaniMacedo, Omar Piña, Silvia Tomasa Rivera, Vicente Francisco Torres, Juan Ventura Sandoval. Ejemplar: $50.00, suscripción: 500 pesos. En el extranjero Dls. 30 € Julio /Agosto de 2013

Apuntes en torno a la

34 Adán Echeverría/ Estocolmo síndrome 35 Mario Calderón/ El pico de Orizaba 36 Víctor Toledo / Enredadera

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esenciales y sobre ellos voy a extenderme. Con la aclaración de que el resto de los relatos son también dignos de toda atención. Las cuatro ficciones apuntadas me parecen notables. Me refiero al que da título al libro, así como a „El I Ching y el hombre de los papeles‟, „Un gato muerto‟ y „Una madre protectora‟, esta última casi una novela corta. Por supuesto, se trata de una elección subjetiva. En esos textos hay dolor, perplejidad y, en determinados casos, asoma la crueldad, cuando no el mal. “Casi fatalmente, uno de los elementos primordiales de la literatura es el mal, con o sin mayúscula”, confirma Martínez en la entrevista, aunque aclara que ignora si con ellos, a través de

ellos, ha rozado o penetrado en alguna dimensión metafísica.

Carlos Roberto Morán

El tenis, el tenis “En el silencio de la tarde empecé a escuchar, cada vez más vibrante y potente, el cruce de pelotazos, y cuando me asomé al final del camino de lajas, detrás del alambrado, nítidos, magníficos, reales, allí estaban”. Quien narra se refiere a la familia M., padre, madre e hijos, que jugando persistentemente al tenis (o a otros juegos) parecen vivir en un estado de felicidad perfecta y permanente. Pero tanto el narrador, un joven, como su propia familia desconfían ante tanta ventura ajena, de manera que para tratar de dilucidar el enigma, o sorprenden a los M. en falta, se vuelve una suerte de detective: “Desde ese mismo día me propuse vigilar, como si fuera una nueva especie, frágil y exótica, descubierta sólo por mí, la felicidad de la familia M.”. Hablo acá del cuento que da título al libro, sobre el cual no corresponde extenderse, porque es al lector al que le está reservado seguir al autor hasta final, donde el relato se explicita. Aunque suele darse que en los mundos de Martínez no pocas veces prevalece la ambigüedad, el no saber con certeza. Similar a lo que subyace en sus famosas novelas, tales los casos de Crímenes

Una felicidad repulsiva*

Guillermo Martínez

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esde Infierno grande, libro de 1989, el reconocido escritor argentino Guillermo Martínez no publicaba libros de cuentos. Luego de una serie de exitosas novelas, vuelve ahora al género con Una felicidad repulsiva y, por suerte, tanta espera se ha visto recompensada porque estamos ante un libro de alta calidad literaria. Once cuentos integran esta selección que, según señala en la entrevista que acompaña al presente comentario, Martínez ha venido elaborando en los últimos trece años. De los once, cuatro textos se perfilan como sus “pilares” Cultura de VeracruZ

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que, como bien señala el autor, lo conjetural de Henry James se vuelve esencial materia narrativa. “Como si algunas ideas pidieran en voz baja ser escritas” Entrevista ¿Por qué demoró nada menos que veinticuatro años para regresar al cuento? En realidad, después de Infierno grande escribí dos relatos más que incluí en ediciones posteriores. Mi novela Acerca de Roderer fue en principio también un cuento. Y luego La muerte lenta de Luciana B. y Yo también tuve una novia bisexual fueron, inicialmente, apuntes para cuentos largos que terminaron también finalmente en novelas. De manera que nunca sentí que hubiera abandonado el género. Simplemente hay historias que exigen, a medida que uno avanza, mayor despliegue, y se convierten “naturalmente” en novelas. ¿Cuánto tiempo lo ha “acompañado” este libro? Durante casi trece años. El primer cuento que escribí pensando en un nuevo libro fue El I Ching y el hombre de los papeles, que es del año 2000. Me llevó casi una década reunir a los demás. Hay incluso uno entre los once que es un rescate de un cuento de mi juventud (no diré cuál, porque recuerdo una frase que le escuché una vez a Elvio Gandolfo: “Nada como incluir un cuento viejo en un libro nuevo para que sea el único que te elogien”). ¿Qué puede decir sobre el género? ¿Se siente más cómodo en el cuento o la novela? Creo que en el cuento, en el pasaje entre cuento y cuento, uno tiene más libertad para ensayar registros muy distintos entre sí. Si bien en las novelas también puede haber modulaciones de tono (y yo intenté algo de esto, por ejemplo en el cambio de registro al diario íntimo en Yo también tuve una novia bisexual), el tono general tiende a cierta homogeneidad. El cuento tiene, además, un elemento de intensidad, de concentración, que para mí es muy atractivo. La novela requiere en cambio de varias ideas, de líneas entrecruzadas, de mucha más persistencia, como una pulseada larga. El género que me resulta más cómodo es el de la nouvelle, que tiene para mí lo mejor de los dos mundos.

imperceptibles (o Los crímenes de Oxford) y La muerte lenta de Luciana B.. En otro de los relatos apuntados, la relación de una pareja en crisis (que se potencia con la enfermedad de su pequeña hija), más la “presencia” del I Ching, que llega a volverse tan central como ominosa, en “El I Ching y el hombre de los papeles”, muestra a Martínez dosificando con sabiduría el desarrollo de esta historia en la que las emociones se muestran todo el tiempo a punto de estallar. Entre Poe y Polanski “Una madre protectora” es el relato más extenso de la serie (y el más importante), desarrollado en diez capítulos y un epílogo. La inquietante historia es también contada por un narrador ajeno a los hechos protagonizados por una pareja/despareja y el hijo de ambos. Ficción que remite al gótico, trae al lector reminiscencias de Poe y, en otro sentido, hace recordar al mejor cine (de terror) de Roman Polanski , aunque esos posibles “ecos” no son más que indicativos, puesto que Martínez escribe a partir de supuestos propios. La ficción aludida se desarrolla en un sofisticado ambiente de escritores, aunque no es en él donde se plantea la intriga central, plena de sugerencias. Y de aciertos. La cuarta ficción seleccionada es “Un gato muerto”, donde una nueva pareja ve que su vínculo es interferido por un pequeño gato y su anciana propietaria, devenida presunta bruja. Los maullidos del gatito serán el detonante de esta historia que se precipitará en la angustia y la crueldad. Como se dijo, los siete cuentos restantes complementan más que bien a este gran libro con fuerte presencia de lo sexual y de la muerte y en el Julio /Agosto de 2013

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Varios relatos de Una felicidad repulsiva hablan de la crueldad y ésta a su vez parece disimular la presencia del Mal (como si este permaneciera agazapado, pronto a saltar sobre el lector) ¿Es excesiva nuestra deducción? Casi fatalmente, uno de los elementos primordiales de la literatura es el mal, con o sin mayúscula. Pero en realidad no tengo una conciencia deliberada de si tal o cual “ingrediente” metafísico intervendrá en un relato. Por eso a veces los relatos tienden también hacia otros bordes: lo fantástico, la locura, el sexo, etcétera.

con algunas intercalaciones, sobre todo cuando trabajo en una novela. ¿Cómo es un su ritmo y su método de escritura? ¿Cuando está en proceso de creación, lee o no lee a otros autores? Mi ritmo es lentísimo: es mi mayor desesperación como escritor. En mis mejores momentos avanzo media página por día, pero cualquier distracción, o viaje, me deja fuera de la historia por varios días. Siempre leo novelas o cuentos afines a los temas que estoy trabajando. Me gusta rodearme de una atmósfera que tenga que ver con el relato que escribo. Por ejemplo: leí Historia de mi vida, de Casanova, y releí algo de la obra de Alberto Moravia durante la escritura de Yo también tuve una novia bisexual, y todos los libros que pude de tema fáustico durante la escritura de Acerca de Roderer. ¿Cómo se “llevan” el escritor de ficciones y el matemático? Hace ocho años ya que dejé la práctica activa de la matemática y la enseñanza en la Universidad. Cada tanto tengo algunos accesos de abstinencia, me despierto en medio de la noche y hago en secreto algunas cuentas. En realidad, seguí leyendo algunos libros de filosofía de la matemática, la Lógica de Hegel, obras de Wittgenstein, es decir, una serie de lecturas que tenía pendientes y que están todavía dentro de la atmósfera de la lógica matemática. Y quizá escriba un libro más, en colaboración con Gustavo Piñeiro, sobre las formas del azar, que tiene que ver con los patrones que aparecen con más frecuencia en el lanzamiento de una moneda al aire. Dos preguntas de cierre: ¿Por qué escribe ficción? ¿Qué significa escribir hoy en la Argentina? Siempre me interesó imaginar historias y mundos que estén hasta cierto punto por fuera de este mundo. La escritura fue para mí también, desde la infancia, casi una derivación natural del acto de leer. Uno imagina historias muchas veces como variantes de lo que ha leído, con la esperanza de que esa variante tenga un costado personal y original.

Cómo nacieron los cuentos ¿Cómo nacieron los relatos más significativos del libro? Hacemos estricta referencia al cuento que da título al libro, así como a “Un gato muerto” y a “Una madre protectora”. Un gato muerto era una idea que tenía en lista de espera desde hacía años. No tengo ningún recuerdo de cómo apareció inicialmente la primera conexión. Esta parte del proceso en general es para mí muy misteriosa: por qué algunas ideas se arraigan y siguen insistiendo después de varios años, como si pidieran en voz baja ser escritas. En el caso de Una madre protectora conocí, por el relato de amigos, una pareja hasta cierto punto parecida a la que describo. Aunque por supuesto, el giro trágico de la historia es totalmente ficticio. Respecto de este último, el relato más extenso del libro, ¿inicialmente tuvo la intención de escribir una novela? Sí, tuve un momento de vértigo en que me encontraba en la página 50 y todavía tenía un tramo por delante. Pero no aparecía esa segunda línea teórica que para mí marca en general el salto hacia la forma de la novela. Así que esta vez me puse firme y decidí cerrar la historia como un cuento. ¿Cómo encara la redacción de un cuento? ¿Y la de una novela? De la misma manera en los dos casos: voy en general desde el principio hacia el final. Hago algunas veces anotaciones de capítulos o escenas en un orden tentativo. Casi siempre respeto ese orden, Cultura de VeracruZ

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Escribir para mí siempre tuvo un costado muy privado, no alcanzo a percibir del todo en lo que yo escribo las influencias de los distintos momentos políticos y las convulsiones sociales que atravesaron al país en las últimas décadas. Por la misma lentitud con que trabajo, estoy ahora en medio de una novela para la que tomé las primeras notas en el 93, ¡hace ya 20 años! De una manera muy genérica, podría decir que las condiciones han mejorado para los escritores que publican sus primeras obras: hay ahora una diversidad mayor de editoriales que apuntan a descubrir nuevos talentos. (Basta pensar que en los noventa había apenas cinco editoriales que tenían colecciones de narrativa argentina, ahora hay no menos de veinte sellos más que dignos para una primera edición.) Por otro lado, también de una manera muy genérica, percibo una sensación de fin de época para la literatura tal como yo la concibo: como diálogo, contradicción y reformulación de la tradición literaria. Esto tiene que ver, en parte, con la aparición de Internet y las nuevas formas de leer y escribir (la explosión, por ejemplo, de la forma del diario deshilvanado). Y en parte por una pérdida de fe en la idea de “formación” literaria y la posibilidad de concebir a la literatura como un todo.

Guillermo Martínez, uno de los escritores argentinos más traducidos, nació en Bahía Blanca en 1962 y se radicó en Buenos Aires en 1985 donde se doctoró en Ciencias Matemáticas. Posteriormente residió dos años en Oxford, Gran Bretaña. Publicó las novelas Acerca de Roderer (1992), La mujer del maestro (1998), Crímenes imperceptibles (2003, Premio Planeta de Argentina, también conocida como Los crímenes de Oxford) La muerte lenta de Luciana B (2007) y Yo también tuve una novia bisexual (2011), los libros de cuentos Infierno grande (1989) y Una felicidad repulsiva (2013) y los ensayos Borges y la matemática (2003). La fórmula de la inmortalidad (2005) y Gödel (para todos), en colaboración con Gustavo Piñeiro (2009). Ha recibido diversos premios y distinciones y estuvo becado en universidades e institutos del exterior. Colabora con diversos medios, tanto de Argentina como del exterior. Recientemente The New Yorker publicó uno de sus cuentos. El español Alex de la Iglesia llevó al cine en 2008 Crímenes imperceptibles con el título de Los crímenes de Oxford.

Perfil

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posibilidad de mezclarlas o combinarlas de tal manera que puedan ser entendidas como que tienen una relación causa-efecto, o efectocausa, dependiendo de en qué orden temporal y espacial se relate. Así, desde otra perspectiva, podría decirse que a la historia central, concebida como el largo tronco sólido de un árbol, le van brotando ramas a diversos niveles y con diferente grado de complejidad y detalle, a las cuales también es posible que a su vez le salgan ramas menores, y así ad infinitum, según la complejidad de la historia principal. Este tipo de novelista trabaja intuitivamente, por asociación de ideas, por instinto casi; no suele ser un gran planificador a priori. En cambio la mayoría de los grandes novelistas sí planean detallada y largamente sus tramas antes de sentarse a escribirlas. Son el tipo de escritor que antes de escribir investiga ideas o tópicos preconcebidos, toma muchas notas, hacia acopio de información muy diversa, a veces incluso traza esquemas o diagramas o mapas, en fin, algún tipo de visualización de una posible estructura de la novela que, más adelante, le permita ponerse a llenar las expectativas de su proyecto con la creatividad y el empeño que sin duda le son innatos. Este novelista sabe bastante bien lo que quiere hacer cuando finalmente empieza a hacerlo: no tiene prisa, prefiere hacer las cosas de forma orgánica, integrada, sabiendo de antemano en qué dirección va a ir la historia (o historias) y, también, cómo llegar a la meta. A veces incluso sabe cómo va a terminar la obra. Podría decirse que en su planificación cuidadosa y detallista lo prevé todo, cuida los flancos, evita dejar lagunas o permitir contradicciones o inconsistencias conceptuales, procura no dejar nada al azar. Su trabajo previo es, pues, el de un meticuloso arquitecto. Y hasta que finalmente tiene todo esto resuelto en papel (en pantalla) o por lo menos en su mente, se sienta a escribir.

Enrique Jaramillo Levi Apuntes en torno a la elaboración de una

trama en

T

ramar algo es planear meticulosamente cómo habrá de realizarse un proyecto o una acción, los pasos a seguir para llegar a una meta, el orden en que deben darse para lograr ciertos resultados de la forma más eficiente posible. Podría decirse entonces que una trama es la organización de un plan. Un plan que tiene algo de secreto y que, conducido con escrupuloso cuidado y rigor, desembocará en el objetivo deseado o dará por resultado tal objetivo. En el terreno literario, tanto las novelas como no pocos cuentos tienen, sin duda, una trama (también las obras de teatro), aunque en el primer género suele ser mucho más elaborada y compleja que en el segundo. La razón es obvia: la novela es mucho más extensa que el cuento; puede tener diversos temas y subtemas, mientras que el cuento consta de un solo asunto central; y además puede estar habitada por numerosos personajes, frente a los pocos que generalmente pueblan el cuento. Además, la complejidad estructural de una novela, debida precisamente a las razones antes señaladas, rebasa en mucho la relativa sencillez de la composición de un cuento. Elaborar o planificar una trama es quizá el aspecto más difícil de la creación literaria, y algunos escritores, conscientemente o de manera inconsciente, evitan meterse en tal proceso buscando otras vías de acceso a las diversas secuencias narrativas que, por separado o entrelazadas, van dando lugar a la historia. Sencillamente van escribiendo cada pasaje anecdótico hasta agotarlo, antes de pasar al siguiente y proceder de la misma forma. En algún momento, claro está, habrán de tratar de crear interrelaciones entre dichas anécdotas, buscarán la Cultura de VeracruZ

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Exactamente lo mismo suele ocurrir con los cuentistas, pero a menor escala; si bien este género, por su naturaleza proteica y a veces híbrida en la posmodernidad que vivimos, por su extrema concentración anecdótica y de recursos, y porque tiene un solo tema y muy pocos personajes (podría ser uno solo), requiere obviamente un menor grado de planificación. En otras palabras, por regla general en el cuento se trama menos, se improvisa más. Hay cuentos muy concentrados que incluso carecen de una trama como tal, porque ya en su composición misma, muy ceñida, está implícita. En otras palabras, lo poco que sucede ya es de alguna manera la trama, por más que no haya habido mayor planificación ni sea tan ostensible la existencia de una estructura. Pero en todo caso, puede afirmarse que también los cuentistas proceden, al escribir sus historias, de las mismas dos maneras generales antes señaladas en que lo hacen los novelistas: unos van creando sobre la marcha, se valen de la llamada “escritura automática”, trabajan básicamente por asociación de ideas; otros en cambio, tal vez la mayoría, planifican más, sólo se sientan a escribir cuando han pensado y sopesado bien la historia en su cabeza. Por otra parte, hay cierta confusión, sobre todo al analizar obras narrativas y al manejar la terminología pertinente, entre la trama de una obra y su argumento. A menudo, incluso, se usan como sinónimos que, como tales, serían intercambiables. Entiendo que en realidad se trata de conceptos relacionados pero diferentes. La trama es todo lo que ya se explicó. Si hubiera que resumirlo diría que es el esqueleto conceptual de un texto narrativo, el proyecto de ordenamiento de la composición total, de sus partes, la relación y secuencia entre éstas. Y todo con el fin de producir un cierto resultado, determinados efectos. En cambio el argumento sólo se refiere al desglose secuencial del tema; o lo que es lo mismo, de la historia. Es lo que uno resume cuando nos preguntan de qué trata la novela, el cuento, la obra teatral, la película. Por ejemplo, decir que un cuento es la historia de un adolescente al que un acontecimiento singular le transforma la vida. Ese es su argumento. O comentar que una novela es la historia de un escritor que se enamora perdidamente de una Julio /Agosto de 2013

amiga, una mujer casada y con hijos, y de cómo sufre y todo lo que hace para mantener una relación emotiva con ella, en principio sólo platónica, para ir ampliando en diversos otros niveles la relación, para no dejar de verla, para no perder él la ilusión, y en última instancia para no perderla. El argumento, en estricto sentido, podría incluir también una alusión al final de la historia, a su desenlace (sólo que generalmente esa parte no se cuenta al interlocutor que pregunta de qué trata, a fin de no arruinar el factor sorpresa en caso de que quiera leer el texto, ver la obra de teatro o ver la película, según sea el caso). Por supuesto, todo resumen de un argumento es una simplificación de la historia, ya que en ella suceden diversas anécdotas, de diferentes formas que suelen enriquecerla. Pero en todo caso lo que señalo es que muy distinto es un argumento que una trama, la cual va más bien por el lado de la composición, del ordenamiento secuencial y sus interrelaciones, de las técnicas empleadas para avanzar esa historia, y en última instancia de la estructura. Así, se trama algo cuando mentalmente se le organiza, cuando se manipulan los elementos que integran los pasos previos indispensables para arribar a un determinado fin, para aterrizar en un resultado escrupulosamente planeado. Antes dije que hay algo de “secreto” en este tramar lo que habrá de hacerse, lo que va a suceder, lo que uno decide que debe ocurrir de cierta manera y no de otra; ahora añado que incluso podría haber en ello algo de “maquiavélico”, de ingenio frío y duro y hasta malévolo que organiza y prevé, que busca llegar a una meta de la mejor manera posible, sorprendiendo, cuando de buena literatura se trata, antes de llegar a la meta final. Es evidente que donde mejor se puede aplicar la importancia de una buena trama es en los llamados thrillers, novelas policíacas o detectivescas; obras en las que la acción es lo más importante, a menudo con cierto grado de violencia, pero en las que tampoco desmerecen la creación de personajes y de ambientes en un estilo que suele ser realista.

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Pedro M. Domene

de Ramón J. Sender (1982), para estudiosos e interesados en el prolífico escritor. En los primeros días de marzo de 1939, Sender se embarcaría con sus dos hijos en el U.S. Manhattan rumbo al exilio en dirección a los Estados Unidos. En el mismo barco viajan, Erich Maria Remarque, el autor de Sin novedad en el frente (1929), que huía del régimen nazi, y el filólogo español, Tomás Navarro Tomás. Una vez instalado, en su hotel en la ciudad de Nueva York recibió la visita de Federico de Onís, profesor de Columbia University, y Julia Davis, una escritora norteamericana, que había leído algunas obras del autor traducidas al inglés y deseaba conocerlo. La joven quiso llevarse enseguida a su casa a los hijos de Sender, a Ramón de cuatro años y medio, y a Andrea, de tres. Cuando más tarde fue a recogerlos, la norteamericana le pidió que los dejara con ella hasta que se prepara para su viaje a México, y algunos días más tarde, le rogó que se los dejara hasta Navidad; en realidad, la vinculación de esta dama con los dos niños se prolongaría durante años. “Los meses se convirtieron en años, escribiría Ramón Sender Barayón, hasta que quedó tácitamente entendido que nos criaría como a sus propios hijos”. En México D.F. Sender no vivió, precisamente, una situación económica boyante y durante algún tiempo malviviría con las liquidaciones de una editorial londinense, y otras dos norteamericanas. El novelista siempre se quejó de la falta de ayuda y de protección en tierras mexicanas, sobre todo porque siempre se mantuvo alejado de los comunistas, y siempre se negó a colaborar con algunos de sus órganos, como Romance, revista cuyo primer número apareció en febrero de 1940 y España peregrina,

Réquiem por un campesino español, 60 años después. (Una parábola social o moral)

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a inagotable riqueza de sus escritos no bastaría para definir a Ramón J. Sender: sus docenas de novelas, las más extensas y las más breves, unas más consagradas que otras, los casi dos mil artículos de crítica literaria, política y social, constatados por Jesús Vived Mairal, o los inmejorables y penetrantes ensayos seudofilosóficos que apenas son conocidos por el público lector, sino la vastedad de su personalidad y el talante humano que lo caracterizó mientras vivió en España y su posterior y extenso exilio norteamericano. “Soy un campesino altoaragonés que come pan, bebe vino y dice la verdad”, se definiría el mismo Sender, cuya hirsuta sencillez velaba, sin embargo, una inagotable curiosidad intelectual, además de una compleja espiritualidad. La bibliografía hasta el momento sobre Sender y su universo literario es amplia, a veces no excesivamente exhaustiva, y tampoco podemos afirmar que el corpus de una visión completa resulte satisfactoria, y esto, sin duda, por las circunstancias inherentes al exilio del escritor y las numerosas publicaciones de estudiosos norteamericanos, tanto tesis doctorales como textos ilocalizables o sin ver la luz. Sin embargo, Francisco Carrasquer y Elisabeth Espadas, establecen una bibliografía documentada en un apéndice su libro, La verdad Cultura de VeracruZ

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que dirigía José Bergamín. Aunque sí asistió algunas de las tertulias que empezaban a gestarse sobre todo por exiliados españoles, como la destacada “Séneca” y otras que se celebran en algunos conocidos domicilios entre los que podía verse a León Felipe, José Moreno Villa, incluso el poeta Pablo Neruda y su esposa Delia del Carril. Sender creó en México D.F. una editorial que bautizó con el nombre de “Quetzal”, en homenaje al dios del aire y del resto de fenómenos atmosféricos de la época precolombina; le ayudó Miguel Ángel Asturias, exiliado voluntariamente en México, a quien había conocido circunstancialmente, y que aportaría la parte económica y las cuestiones de adquisición de papel. Entre otros, la editorial publicaría, Proverbio de la muerte (1939), una novela reelaborada posteriormente como La esfera (1947), El lugar del hombre (1939), reelaborada, también, como El lugar de un hombre (1958), Hernán Cortés (1940) y Mexicayolt (1940), los últimos proyectos del propio Sender, y Cervantes (1939), de Jean Cassou y Darwin (1939), de Marcel Prenant. La aventura duró poco, por el creciente deseo del autor de abandonar México, aunque señalaría como por “primera en mi vida no hago sino escribir. En este país bronco y generosos de México, sobre una tierra quemada y bajo un cielo de maravilla, escribir tiene la delicia de un juego infantil”. A los tres meses de su estancia en tierras mexicanas, hizo gestiones para volver a Estados Unidos, y pronto Federico de Onís, el 23 de junio de 1939, le contestaba que no podía garantizarle nada para el mes de septiembre, aunque estaría atento a tal eventualidad. Aun debió pasar mucho tiempo hasta que Sender pudo finalmente instalarse en Estados Unidos, esto ocurrió en agosto de 1942, cuando consiguió una beca Guggenheim y un visado de entrada. Ramón J. Sender escribiría Mosén Millán en apenas una semana, una obra que estaba Julio /Agosto de 2013

destinada a formar parte de un proyecto de novelas cortas que los profesores Mulvihill y Sánchez, iban a publicar en Madison (Wisconsin), pero no se llevó a cabo y finalmente la obra terminó interesando a José Ramón Arana, director de la colección Aquelarre, en México D.F., que lo publicaría en 1953. El escenario, según Sender, se sitúa en “una aldea imaginaria hecha con memorias líricas y dramáticas de dos pueblos, Chalamera y Alcolea de Cinta, y de Tauste y de tantos otros pueblos donde viví (siempre en Aragón)”. El título de la novela se cambió cuando se preparó la edición en inglés porque eso de Mosén Millán no sonaba a nada, y se optó mejor por Réquiem por un campesino español, cuando apareció en Nueva York, Las Américas, 1960. La obra ha sido considerada, desde siempre, como una pieza maestra, porque Sender ha sabido mantener en ella un tono clásico, apoyado ese tono por los robustos pilares que sustentan sus mejores obras, con un lenguaje directo y sencillo y una envolvente estructura. Para Sender, la obra “es simplemente el esquema de toda la Guerra Civil nuestra”, con una dimensión social muy acusada. No pensó sino en “la expresión literaria directa de un problema en torno a una aldea. El problema tiene derivaciones sociales, que se desprenden solas como se desprende la neblina de una paisaje húmedo, esta vez húmedo de sangre”. En realidad, el autor pretendía otorgar cierta unidad formal a las contradicciones y a las agitaciones de la posguerra que se habían quedado en España, una situación viciada, tan a menudo, por el miedo, la venganza y otras catástrofes morales, y curiosamente este relato no se mueve en una atmósfera de pesadilla y terror. Por el contrario, entre las intenciones del escritor hay una posible esperanza: la restauración del mito que, de alguna manera, infunde cierta belleza a los grandes gestos humanos. Mosén Millán —señala Juan Luis Alborg (1962)— “es una novela de muy distinta especie (…) Sender vuelve a vestir sus armas de escritor 9

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combativo y ardoroso”. Es, añade el crítico, un acierto de construcción y ritmo. Muy breve, apenas rebasa la condición de novela corta. Mosén Millán es el cura del pueblo, que bautizó, dio la comunión y casó a Paco el del Molino. La figura del párroco está trazada con amor, con gran respeto y con una intensa profundidad y humanidad. El sacerdote se dispone a ofrecer una misa de réquiem por ese hombre a quien él había querido tiernamente desde el día en que le abrió en la pila bautismal las puertas de la iglesia; y mientras el cura se viste en al sacrist ía y aguarda el momento de empezar la ceremonia y de los asistentes, mosén Millán reconstruye en su mente los acontecimientos que condujeron a la muerte de Paco. A propósito del cambio del título de la obra, en esa especie de culpa que experimenta el sacerdote y la tragedia de Paco, Gemma Mañá y Luis A. Esteve señalan dos planos fundamentales en la obra: un primer plano mientras mosén Millán espera en la sacristía, y un segundo cuando empieza a recordar la historia de Paco y el triste final del que el sacerdote es testigo y, además, el causante involuntario. Estos recuerdos se ven interrumpidos por la continua presencia de los ricos del pueblo que, irónicamente, se prestan a pagar la misa por el muchacho, por le propio Mosén que pregunta al monaguillo si ya hay feligreses y, finalmente, un potro entra en el reciento inesperadamente. José Carlos Mainer coordinó en 1983 un voluminoso homenaje a Sender que había fallecido en enero de 1982 en su casa de San Diego (California), donde se recoge una amplia muestra del corpus crítico que estudiosos le han dedicado a la obra del aragonés desde los primeros testimonios de Valle-Inclán, Cansinos Assens o Pedro Salinas, temas y estilos en su prosa, con trabajos de Francisco Yndurain, Cultura de VeracruZ

Charles L. King, o el propio Mainer, y una amplia visión sobre la obra representada por los mejores especialistas de la talla de Ressot, Obstad, King, Palley, Carrasquer, Godoy Gallardo, Bonet o Peñuelas. Eduardo Godoy Gallardo (1983) habla de la “nueva dimensión que el exilio ha otorgado a la obra de Sender, si bien ha conservado la orientación realista de su primera época”. En el mismo sentido, escribe sobre el sentido de su justicia, la búsqueda de la dignidad, la culpa y la expiación, la delación de la esencia de ser hombre y su condición humana frente al mísero entorno, que bien puede aplicarse a su Réquiem por un campesino español, una novela que ocupa, según Godoy Gallardo, un lugar preponderante, y está dentro de una perspectiva trascendente en la obra de Sender. Breve y densa, como ha sido calificada, se nutre de la propia calificación del autor, “… (Tengo) una tendencia mixta a la pereza y a la aventura. Al ensueño y al más crudo realismo…”; en realidad, la trama argumental se ciñe, exclusivamente, en torno a la trágica historia de Paco el del Molino en que Sender aprehende una realidad y la transforma en materia poética; y por otro, desciende hasta la más pura condición humana del campesino español y su dignificación humana. La novela, como ya hemos señalado, fluctúa estructuralmente entre pasado y presente, y en esa fluctuación queda establecido un futuro que tiende a la recuperación de una dignidad, sin duda, y sobre todo a que esta permanezca de una forma permanente. Este contrapunto, siguiendo a Godoy Gallardo, contribuye a delinear a los dos personajes protagonistas, mosén Millán, de un lado, y Paco el del Molino, de otro; y, entre ambos, los tres caciques del pueblo que se convierten en el centro del 10

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dramatismo de ambos. El autor mueve a sus personajes mediante continuos movimientos temporales que, de alguna manera, explican el contorno final de toda la historia que comienza, precisamente, cuando el sacerdote espera en la capilla para empezar la misa de réquiem que ofrecerá por la memoria de su antiguo monaguillo; la soledad se impone en estos momentos, el cura contempla la iglesia, y entonces recuerda. Y el novelista nos sumerge en el mundo interior del sacerdote para escuchar su confesión, mientras piensa que con la misa de réquiem pagará una deuda del pasado. Un segundo momento de la narración se sitúa en el presente, que viene marcado por la aparición de don Valeriano, el alcalde del pueblo y uno de los que más influyeron en el triste final de Paco, y acude a esta misa porque hay que olvidar, y además se ofrece a pagar los servicios religiosos. Mosén Millán no acepta la proposición; entonces entra en escena otro personaje, don Gumersindo, quien también le ofrece un par de duros para pago de la misa; el sacerdote, vuelve a negarse. Y don Cástulo, el tercer cacique en discordia, pretende, también, lo mismo, hecho que vuelve a rechazar el sacerdote. Los tres culpables ejemplifica n la hipocresía y el sentido de culpabilidad que les lleva a acallar su conciencia con el donativo de la misa, y a hacer acto de presencia en las exequias, a las que nadie del pueblo ha venido (por miedo), y cuando finalmente comienza la misa, mosén Millán, comparte su culpabilidad con los otros. Laureano Bonet habla de un ángulo ideológico social de Mosén Millán, cuando alude a sus más ostensibles contenidos: la guerra civil, la lucha de clases y la postura de la Iglesia ante el conflicto bélico y humano. Aunque el propio Sender huía de esa dimensión social y más que compartir esta característica, se mostraba Julio /Agosto de 2013

partidario de exponer el cuadro de la vida campesina, tan fuerte en sí mismo, tan conmovedor, que cubre todas las intenciones de tipo humano y artístico. El acierto de la novela oscilaría entre ese crecimiento del mito, desde el punto de vista narrativo, y la idealización, del resto del breve texto, y el equilibro que, según Bonet, ha alcanzado entre ambas partes, rehuyendo de la tentación de ese cegador pasado que se mueve entre la bondad y la maldad que presupone la inocencia en ambos bandos. Mair José Bernadete comenta que “para los españoles que prefirieron vivir en el extranjero a la espera del siempre esperado milagro, la derrota y el exilio significaron una nueva oportunidad de construir el futuro conforme a la imagen de sueños y profecías (…) Ramón J. Sender ha procurado empeñosamente poner en orden sus ideas y sentimientos. En el extenso relato titulado Réquiem por un campesino español, alcanzó al fin la perseguida serenidad de visión, sin olvidar por ello el objetivo de crear una España. En este cuento, que tienen las cualidades clásicas y bíblicas de sencillez y sublimidad, no hay lugar para los obvios y baratos trucos retóricos”. La guerra estuvo presente en numerosas novelas de la época, de una forma primaria o secundaria, señala Gonzalo Sobejano (2005) cuando habla de “novelistas intérpretes” en cuya obra se recorre una escala muy variada: autobiografía, epopeya moral o social, incluso esperpento; con un denominador común que consiste en una mayor generalidad o ejemplaridad humana, y señala a Francisco Ayala y Ramón J. Sender porque ambos han preferido abordar la guerra mediante el procedimiento de la parábola que muestra, “la narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza”. 11

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Antonio Rodríguez Jiménez

publicando números monográficos y acogiendo a firmas no habituales, en muchos casos, cuya competencia se ha considerado pertinente. La nómina de colaboradores de estos suplementos es extraordinariamente amplia y variada; manifiesta la vocación de este suplemento de no encerrarse en sí mismo ni pretender monopolizar su propia visión de los temas, sino abrirse a los auténticos especialistas que en cada caso podían ofrecer a los lectores una visión plural y objetiva de los asuntos tratados, que han podido expresar sus ideas con toda libertad y a los que sólo se les ha pedido rigor y claridad, puesto que Cuadernos del Sur responde a la demanda de un público abierto, no necesariamente especializado, pero exigente. El suplemento monográfico más extenso de Cuadernos del Sur –y el que ofreció un diseño de revista totalmente diferente al habitual-- fue el publicado en mayo del año 2001 con motivo de la exposición El esplendor de los Omeyas cordobeses, que contó con un despliegue gráfico y literario en sintonía con el magno acontecimiento, y que sirvió de guía de la propia exposición –que quedaba recogida en sus páginas con detalle--, al tiempo que ofrecía a los lectores una panorámica de la oferta cultural cordobesa, teniendo en cuenta que la muestra atrajo a miles de personas de otras latitudes. La Córdoba del siglo X, donde se contemplaba la cultura de Occidente, fue traída a estas páginas como un acicate de futuro y la mentalidad con la que fue abordada aquella efeméride presagiaba sin duda la apuesta por la Capitalidad Cultural del 2016, que incumbió e ilusionó durante muchos años a todos los lectores de Cuadernos del Sur.

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La estética literaria a través de los suplementos monográficos de Cuadernos del Sur

L

a estructura del suplemento semanal, necesariamente atento a la actualidad informativa puesto que forma parte del contenido de un periódico, obligaba a que las páginas centrales se vinieran dedicando a semblanzas de autores, a temas abiertos al debate y en no pocas ocasiones, quedan vinculadas a la celebración de efemérides, ya que permiten un espacio amplio, tal como requiere el asunto. A pesar de este equilibrio que se intentaba mantener en cada número, a lo largo de estos veinte años ha habido muchas ocasiones en las que la importancia de determinados eventos ha obligado a un tratamiento mucho más pausado y reflexivo, a lo que Cuadernos del Sur1 ha respondido

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Doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Málaga. 1 Cuadernos del Sur no es sencillamente un suplemento literario de un periódico de provincias (Diario Córdoba) sino un foco de emanación de cultura que nace en una ciudad andaluza de 300.000 habitantes y se convierte en centro de miradas de toda la intelectualidad española por la discusión y el debate constante que genera. Partiendo del estudio de un ser vivo, irradiador de múltiples conocimientos en el terreno humanístico, tales como la literatura, el arte, la música, el teatro, la arquitectura, pero sobre todo el pensamiento sobre los temas candentes, nace Cuadernos del Sur con la pretensión de informar y reflexionar sobre la cultura local. Rápidamente se contagia de todas las posibilidades culturales y se convierte en una isla desde donde se cavila y se genera discusión sobre el fenómeno creativo y crítico. En el suplemento intervienen desde escritores locales que empiezan hasta grandes pensadores, novelistas, artistas plásticos y poetas del ámbito Cultura de VeracruZ

internacional. Las líneas básicas de este artículo están extraídas de mi tesis doctoral –aún inédita, lógicamentetitulada Claves teóricas y práctica de la crítica literaria desde un enfoque periodístico: ‘Cuadernos del Sur’ (19862008).

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La Celestina4, Calderón de la Barca, Wilde, Nietzsche, Alberti, Omeyas, en los que colaboraban los mejores especialistas en la materia y se podían coleccionar como auténticas monografías utilísimas para su futura consulta. Pero empecemos por los primeros números. Pedro Roso se ocupa del tema el Futurismo5, para demostrar su vigencia, partiendo de dos publicaciones: Las palabras en libertad (Antología de la poesía futurista), de José Antonio Sarmiento (Hiperión. Madrid, 1986) y un número de la revista Cuadernos del Norte, que apareció por esas mismas fechas y que también se ocupaba de la misma corriente artística y literaria. El motivo de aquellas apariciones bibliográficas se debía al cumplimiento de los 75 años desde que nació el célebre movimiento del Futurismo. Víctor Mora y el Capitán Trueno son objeto de atención en este mismo número a través de una entrevista con el creador del famoso cómic, a cargo de José Carlos Suárez. Bernardo Ríos, en otro artículo, se ocupará de explicar la vigencia del cómic en aquellos años y su recuperación como género de calidad y de entretenimiento, pero, sobretodo por su capacidad para crear lectores. Con motivo de la celebración en Córdoba del III Encuentro de poetas andaluces, Cuadernos

También de forma excepcional, durante los primeros tiempos del suplemento aparecía un número especial a finales de año a modo de resumen y balance, como fue el caso del número 47, publicado el día 7 de enero de 1988, que recordaba las ediciones más significativas del año anterior, dedicadas a Camilo José Cela, Vicente Núñez, la Generación del 27, Buero Vallejo o la Postmodernidad, entre otros temas. Antonio Gala, García Lorca, Gerald Brenan, Gabriel Celaya, Arco 87, Warhol, el III Encuentro de poetas andaluces, el VII Festival de la Guitarra, la II Semana Lírica o la Real Academia fueron algunos de los temas esenciales o con carácter monográfico que irían abriendo camino en los albores de Cuadernos del Sur. La guitarra, Cajasur, Castilla del Pino, Matías Prats, Museo Diocesano2, Juan Bernier, Ibz Hazm, entre otros, irán iniciando entradas a lo que luego serían grandes monográficos con la misma calidad, incluso más, que los de cualquier revista especializada, como los que se desarrollarían a finales de los años 90, con sellos como los denominados Velázquez, Hemingway, Borges3,

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El monográfico dedicado al Museo Diocesano, publicado en junio de 1988, que abría con un artículo de José Antonio Infantes Florido, entonces obispo de Córdoba, y una amplia memoria de Manuel Nieto Cumplido, su director, fue uno de los números más destacados de aquella época, cuyo primer balance se realizó en febrero de 1998 con la publicación del número cien, donde se recordaban los contenidos hasta ese momento. 3 El de Borges se editó con motivo de su centenario (1999), de 56 páginas, en el que Joaquín Roses estudió El hechizo de Góngora en el maestro argentino. Julio /Agosto de 2013

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Es uno de los suplementos ejemplares en su género, por la variedad de enfoques y competencia de sus autores, documentos que sin duda han resistido el paso del tiempo y son consultados en las hemerotecas porque fueron mucho más allá de la cita obligada con la actualidad. 5 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 15, 19-III1987, pág. 19.

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del Sur dedicó su número 17 a dicho evento6. La ilustración a color de la portada la aportó para la ocasión el propio Rafael Alberti y los poetas y críticos contribuyeron con el resto. Poetas de todas las ciudades andaluzas y algunos observadores de otras ciudades españolas se instalaron en Córdoba. Escribieron presentaciones de bienvenida el poeta Pablo García Baena y el alcalde de la ciudad de Córdoba Herminio Trigo. Los comentarios críticos y panorámicos los aportaron Fernando Ortiz, Antonio Hernández, Amparo Amorós, Julio Vélez, Enrique Molina Campos, José Luis García Martín y Antonio Garrido Moraga, y el resto, los versos, fueron fruto de contribuciones de los propios poetas, desde Rafael Alberti hasta Juan Cobos Wilkins, además de Fernando Quiñones, Felipe Benítez, García Montero, Rossetti, Salvago, Ruiz Noguera, José Luis Amaro, Antonio Enrique, Ripoll, Lupiáñez, Gálvez, Álvarez Merlo, Duque Amusco, Fanny Rubio, Juana Castro, Álvarez Ortega, Aumente, Bernier, Gala, Montesinos, Núñez, De Ory, Canales, Mario López, Atencia, Concha Lagos, Jiménez Martos, Mariano Roldán, Sebastián Cuevas, José de Miguel, Aquilino Duque, Pérez Estrada, Antonio Almeida, Clementson, Bejarano, Antonio Abad, Manuel Jurado, José Infante, José Antonio Moreno, Díaz Trillo, Esteban, Lamillar y Emilio Calvo. El número siguiente se convirtió en una recopilación y auto homenaje de dos años de cita con la cultura7, donde a Cuadernos del Sur se le sumaba otro suplemento anterior denominado Córdoba Cultura, publicación exclusivamente de monográficos dedicados a los grandes personajes y temas de la cultura cordobesa, tales como Averroes, Séneca, Lucano, Góngora, Mezquita-Catedral, Ambrosio de Morales, Lozano Sidro, Valera, Juan de Mena, Botí y Juan

de Mesa, entre otros. El motivo de la aparición de este número fueron los dos premios que recayeron en el suplemento: “Ciudad de Córdoba de Periodismo” (1987) y “Córdoba tierra nuestra” (1987), dos galardones que de alguna forma subrayaban la importancia que Cuadernos estaba experimentando en la cultura de la ciudad. El número 21 es en parte un monográfico dedicado a la Generación del 50. Pedro Roso8 comenta tres libros aparecidos por esas fechas sobre la citada generación9. Destaca, por un lado, la visión de Debicki partiendo de dos conceptos básicos: la autorreferencialidad y la intertextualidad. Dice que la visión de García Martín es más desde un planteamiento histórico-crítico, que bucea en sus orígenes y describe su desarrollo. Ambos coinciden en que el grupo del cincuenta se ha convertido en el dominante de posguerra desde mediados de los años setenta. Señala Roso, poniendo de relieve el análisis de Debicki, que la originalidad de los temas que

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 21, 30-IV1987, pág. 19. 9 Los libros reseñados son los siguientes: José Luis García Martín: La segunda generación poética de postguerra. Badajoz. Diputación de Badajoz, 1986; Palabras para un tiempo de silencio. La poesía y la novela de la generación del 50, Revista Olvidos de Granada, nº 13, 1987; Andrew P. Debiki, Poesía del conocimiento. La generación española de 1956-1971, Gijón, Júcar, 1987.

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 17, 2-IV1987. 16 páginas. 7 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 18, 9-IV1987. 8 páginas. Cultura de VeracruZ

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tratan estos poetas no residiría en la novedad del lenguaje que emplean sino en la forma precisa y creativa de tratarlos. García Martín subraya que se trata de una generación cumulativa. Ambos señalan que lo importante es su concepción poética, la devolución al lenguaje poético de parte de la importancia que había tenido para la generación del 27. El tiempo, el misterio de la existencia y las relaciones con los hechos concretos de la vida constituyen la tópica generacional. Evocaciones de la infancia y juventud, amor y otros detalles forman parte de esa poesía del medio siglo. Poetas como Claudio Rodríguez, Ángel González, Francisco Brines, Jaime Gil de Biedma o José Ángel Valente serán algunos de los escritores objeto de estudio. Esta parte monográfica se completa con una entrevista con Francisco Brines del autor de este artículo, en la que el poeta valenciano da un repaso a sus últimos libros y habla de la importancia de su generación10. Córdoba apuesta por la cultura11 es el título de un monográfico tras la apuesta de la ciudad para ser capital cultural de Europa en 1992. Se anunció la candidatura en 1987 y el periódico Córdoba se vuelca y apoya dicha idea que es acogida con mucho entusiasmo. Se presentan los monumentos de la ciudad y se ponen de relieve los puntos esenciales de por qué Córdoba es merecedora de dicho galardón, que nunca conseguiría hasta la hora presente, pues después del 92 –que lo obtuvo Salamanca-se presentaría de nuevo de cara al 2016 – nombramiento que estuvo muy cerca pero que se lo llevó San Sebastián--. Antonio Colinas12, el poeta de la Generación del 70, es abordado por José María

de la Torre, que escribe una amplia semblanza sobre el escritor leonés, que se completa con una entrevista realizada por quien esto escribe y un comentario sobre Un año en el sur firmado por Pedro Domene. A este número le seguiría otro sobre Giacomo Leopardi13, el gran romántico italiano tan estudiado por el propio Colinas. R. Moreno hace una completa semblanza muy ilustrativa sobre el escritor europeo. Manuel Andújar14, el poeta republicano y andaluz en el exilio, fue nombrado Hijo Predilecto de Andalucía y comenzaron los homenajes. Cuadernos del Sur se sumó a ellos con sendos artículos de Sanz Villanueva (narrativa) y Fanny Rubio (poesía), con los que se producía un acercamiento a su trayectoria humana y literaria. Sanz Villanueva y Fanny Rubio, colaboradores puntuales del suplemento, dejan un impecable sello de calidad en las páginas del mismo. En esta línea habrá docenas de firmas invitadas, ocasionales, que servirán para fortalecer las mismas. Los monográficos sobrepasaban lo meramente artístico o literario en muchos casos, aunque ejemplo de ello fue el dedicado a Carlos Castilla del Pino15, eminente psiquiatra, intelectual y hombre comprometido con la cultura. En dicho número –que abordaba todos los aspectos esenciales de la vida del singular hombre de ciencia—participaron Jesús Aguirre, Fernando Valls, José Rallo Romero, Rafael Balsera del Pino, José Luis L. Aranguren, Carmen Iglesias, Jorge L. Tizón García, Javier Muguerza, José Manuel Cuenca Toribio, Vicente Sánchez Márquez, Victoria Camps, Francisco López Gutiérrez, Lourdes Ayllón, Carlos Escudero, Celia

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 21, 30-IV1987, pág. 21. 11 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 22, 7-V1987. 12 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 25, 28-V1987. Julio /Agosto de 2013

Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 27, 18-VI1987. 14 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 29, 2-VII1987. 15 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 39, 15-X1987.

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Fernández Prieto y el propio Castilla del Pino. Se trata de un monográfico de 16 páginas que acercaba la vida y la obra de este personaje a un público amplio, mezclando el carácter divulgativo del periódico con la enjundia, calidad y seriedad de los textos publicados, un monográfico, en definitiva, de gran altura que poco o nada se diferenciaría de una rigurosa revista académica o científica. Otros monográficos parciales fueron dedicados a Mariano Roldán, Vicente Núñez, José Molero Cruz, Juan Bernier, Carlos Fuentes, César Vallejo, el Cómic y su lenguaje, la Publicidad, Albert Camus, Acta 88, Luis Cernuda, Milan Kundera, María Zambrano, Mayo del 68, Gómez de la Serna, Tapiès, Javier Tomeo, Blas de Otero, Juan Benet, Kerouac, Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Leonardo Sciascia, Sigmund Freud, Samuel Beckett, Carnaval, Bioy Casares, Mozart, Claude Simon, Alberto Moravia, Agatha Christie, Seducción, Narrativa hispanamericana, Literatura de terror, Ciencia ficción, Tras las huellas de Marruecos, Abderramán III16, Mujer, literatura y teatro, Literatura erótica o Historia e historiadores, entre muchos otros. En otros géneros como el Arte aparecieron números dedicados, por ejemplo, a Dalí. Precisamente sobre el fondo de Literatura Erótica17 escribe Luis Sánchez Corral una amplia reflexión histórica que, en líneas generales, sirve para situar el tema, que en posteriores suplementos se irá concretando en aspectos específicos. En este trabajo establece tres cortes temporales en el análisis: Edad Media, Romanticismo y Vanguardia y analiza el asunto de la escritura, el cuerpo, la teología y el

mercado. Dice que el erotismo en literatura no es otra cosa que la transformación del cuerpo en escritura, en signo lingüístico portador, como cualquier otro lenguaje de referencias vitales, de fantasías oníricas y de figuras retóricas. Como temas puntuales se puede destacar, por ejemplo, la muerte, los temores del ser humano ante el fallecimiento. Se publican estas páginas centrales coincidiendo con el Día de Difuntos18. Ramón Román reflexiona en este largo artículo sobre la muerte como concepto exclusivamente filosófico. Partiendo de la afirmación de que la muerte sigue teniendo, hoy en día, categoría de “mito”, intenta primero revelar la utilización de que la cultura occidental ha hecho de la muerte contraponiéndola a la salvación eterna religiosa. Y, segundo, trata de desmitificar el temor a la muerte mediante el reconocimiento de ésta con el acto último de la vida. Conectando con el pensamiento de Epicuro dirá que la muerte nada es para nosotros, porque cuando ella está presente nosotros ya no somos, y mientras nosotros somos ella no puede estar presente. Juan Lamillar se ocupará de un tema tan interesante como poco estudiado: La música en Luis Cernuda19 . Parte de los propios músicos de la generación, tales como Ernesto y Rodolfo Haffter, Gustavo Pittaluga, Salvador Bacarisse, Julián Bautista, Fernando Remacha, Roberto Gerhard, Eduardo Toldrá y Federico Mompou, artistas que partiendo de la lección esencialista del último Falla, los jóvenes compositores de aquel momento buscaban renovar el lenguaje musical y acercarse a las grandes corrientes renovadoras del pensamiento europeo. Explica Lamillar que tanto Cernuda como Gerardo Diego son los que más muestran interés por la música.

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A este número con carácter monográfico se le dedicaron 28 páginas, aunque dos de ellas no pertenecían a la monografía, ya que una (la 27) estaba dedicada a las noticias culturales de actualidad y la última, a arte contemporáneo. Dicho suplemento fue el número 196 y se editó el 21-II-1991. 17 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 78, 28-VII1988, págs. 4-5. Cultura de VeracruZ

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 87, 3-XI1988, págs. 26-27 (IV-V). 19 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 89, 17-XI1988, págs. 24-25 (IV-V).

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Antonio Machado será objeto de estudio20 por parte de Ángel Luis Pérez Villén, Francisco Zueras, Bernardo Ríos y Eduardo Pons Prades. Los participantes en este número lo enfocan desde el punto de vista de poeta exiliado y centrándose en los últimos años de su vida, así como de su muerte En Colliure (Francia). En arte se sucederían, igualmente, diversos temas, entre los que destacaron El compromiso artístico21, donde Ángel Luis Pérez Villén, uno de los críticos de más largo recorrido del suplemento, dice que el compromiso de un artista se había calibrado tradicionalmente desde un punto de vista plástico, con el dominio de unos elementos que comunican un cúmulo de sensaciones. El acento se colocaba sobre lo estético y en la capacidad de lograr una obra compacta, aunque posteriormente las corrientes de interpretación sociológica de la Historia del Arte fueron las que comenzaron a interesarse por incluir al artista en el contexto histórico y sociocultural en que éstos desarrollan su producción. Otro tema que aparecerá constantemente, al margen de los grandes monográficos pero dentro de las páginas centrales, será la literatura infantil y juvenil. Al principio escribió Luis Sánchez Corral, Inmaculada Díaz y posteriormente Antonio Luis Ginés, aunque también hubo otros críticos.

El primer monográfico extraordinario de envergadura es el dedicado a Juan Bernier, un suplemento de 52 páginas22 que aborda todas las facetas de este poeta del grupo Cántico. La ilustración de portada era moderna y atractiva, aunque fuera de la línea de Cántico, pues se le encargó a Rafael Quintero. Representa a un joven que ofrece en una bandeja un pescado. No posee simbología alguna, aparte de romper con la estética habitual. El monográfico se componía de estudios y reflexiones sobre el poeta homenajeado, al año de su muerte. Se publican poemas, ilustraciones originales y el anuncio de una serie de actos. En el primer apartado, el más enjundioso, escriben con reflexiones y aportaciones críticas cruciales los amigos del poeta, además de críticos, escritores y personalidades nacionales y de la vida cultural de la ciudad. En este sentido cabe destacar a Pablo García Baena, Mario López, Julio Aumente, Carlos Clementson, Antonio Ramos Espejo, Manuel Nieto Cumplido, Ángel Estévez, José María de la Torre, Fernando Ortiz, Manuel Jurado, Juan Lamillar, José Valverde, Francisco Ruiz Noguera, Jacinto Mañas, Rafael Mir, Rafael Cabrera, Rafael Inglada, Carmelo Casaño, Leopoldo de Luis, Luis Mendoza, Carlos Villarrubia, Rafael Pérez Estrada, Antonio Garrido, Enrique Molina Campos, Ángel Luis Pérez Villén y el autor de este trabajo. Entre los poemas aportados figuran textos de Ricardo Molina, del propio Juan Bernier, Mariano Roldán, Concha García, López Andrada, Pérez Estrada, Luis Antonio de Villena, José Luis Amaro, Antonio Almeda, María Victoria Atencia, Concha Lagos, García Baena, José de Miguel, Carrasco Heredia, Mañas, Vicente Núñez, Ginés Liébana, Manuel Gahete, Bejarano, Juana Castro, Lamillar, José Luis García Martín, Manuel Jurado, Antonio Flores, José Infante, Lola Wals, Latino Salces,

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 102, 23-II1989, págs. 24-26-27. 21 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 90, 24-XI1988, págs. 26-27 (IV-V). Julio /Agosto de 2013

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 181, 8-XI1990.

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Sebastián Cuevas, Alfredo Jurado, Encarna García, Soledad Zurera, Emilio Calvo, Ángel García López, Antonio Varo Baena, Lola Salinas, Manuel de César, Carlos Rivera, Mercedes Castro, Matilde Cabello, Fernando Serrano y quien esto escribe. Ilustraron aquellas páginas Ginés Liébana, Mario López, Villatoro, Cabrera, Chicano, Rafael Álvarez Ortega, Antonio Povedano, Egea Azcona, Jacinto Lara, Rafael Navarro, García Parody, José Jiménez Poyato, Luis Cárdenas, Eduardo Corona, Castro Cadenas, Antonio Bujalance, LópezObrero y Juan Hidalgo, entre otros. En las 52 páginas del monográfico se incluían también fragmentos del diario del poeta, además de 50 poemas de diversos autores españoles. En el centro del propio suplemento se recogía un cuadernillo especial de 16 páginas dedicado íntegramente al homenaje de los componentes de Cántico, ilustrado todo por Ginés Liébana y Miguel del Moral. En 25 artículos, los críticos abordaron su pensamiento, su visión sobre la religiosidad, la presencia de Córdoba en su poesía, las ediciones de sus libros, su preocupación social, los cambios estilísticos producidos a lo largo de su carrera, un esbozo biográfico y una bibliografía comentada. Este suplemento supone la apuesta decidida del periódico por las letras y las artes. Denota un empeño claro de la empresa por la cultura, idea que se alargará en el tiempo y se verá culminada en grandes suplementos de figuras internacionales como Hemingway, Borges, Wilde, Nietzsche y Alberti, entre otros, que merecen una atención de estudio pormenorizada por su envergadura y por los caminos que abren a los estudiosos. El fenómeno es atípico porque se abordan los temas científicamente, académicamente en un ámbito como es el periódico.

El suplemento número 300 se dedicó a las aficiones secretas de los escritores23, normalmente extraliterarias. Intervinieron en el amplio monográfico escritores e intelectuales como Carlos Castilla del Pino, Jesús Aguirre, Antonio Gala, Campos Reina, Javier García Sánchez, Soledad Puértolas, Antonio Pereira, Félix de Azúa, Antonio Colinas, José Manuel Caballero Bonald, Rafael Pérez Estrada, Antonio Gamoneda, Juan Eslava Galán, J.L. Aranguren y José Agustín Goytisolo, entre otros. El objetivo de este número era que los escritores mostraran a los lectores esas aficiones ocultas, secretísimas que no se comentan ni en las entrevistas más íntimas. Se descubría, por ejemplo, que Antonio Pereira juega con el lector, le lanza un espejismo, que pronto desaparece para mostrar un sueño. Otros tienen inclinaciones más sencillas, como Félix de Azúa y Antonio Colinas, que expresan sus inclinaciones por la música. Caballero Bonald es atraído por la navegación en solitario; Puértolas y Castilla del Pino coinciden en mostrar sus preferencias por la vida íntima, cotidiana, doméstica; Antonio Gala conversa con sus perros; García Sánchez pedalea en su bicicleta de carrera realizando recorridos de decenas de kilómetros; Goytisolo caza liebres, perdices y zorzales; Campos Reina aspira los perfumes; viajar y conversar es lo que hacen Eslava Galán y Pérez Estrada, mientras que Gamoneda chatea y come con sus amigos. Se trata de relatos de vida que rozan la normalidad más absoluta. Un monográfico que llamó la atención se titulaba Lorca en Córdoba y fue pergeñado por el propio director de Córdoba, Antonio Ramos Espejo –experto en la materia--, y también colaboraron Angelina Costa, Mario Hernández, Christopher Maurer, Antonina Rodrigo, Carlos Clementson, Joaquín Roses, Antonio Hernández, Fernando Moreno Cuadro y Andrés Soria 23

Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 300, 22-IV1993. Cultura de VeracruZ

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Olmedo, además de que se dieron a la luz textos desconocidos de Lorca y una entrevista con la hermana del poeta, Isabel García Lorca. El suplemento se completó con 16 páginas, con portada (de José Caballero) y contraportada en color. Coincidió este monográfico con un congreso organizado por la Diputación de Córdoba en colaboración con la Universidad con motivo del 60 aniversario de su muerte. El número especial tenía como objetivo ofrecer un amplio retrato del poeta que permitía acercarse a él y no sólo al creador literario sino al hombre, víctima de quienes lo eligieron para encarnar en su figura el triunfo de las armas sobre la inteligencia. Explicaba la nota editorial que encabezaba la portada del número especial que Córdoba tuvo siempre en Federico a su mejor jinete para anunciarla desde la distancia. El día 28 de noviembre de 1996 tocaba celebrar el décimo aniversario de Cuadernos del Sur. La portada a color y a toda página fue un ofrecimiento de Antonio Suárez. El monográfico lo abría un artículo de Carmen Calvo, consejera de Cultura, donde reconocía que la publicación ha sido la palestra escrita de la vida cultural cordobesa y una autorreflexión dentro de la cultura andaluza. Escribió la consejera que “el trabajo desarrollado por Cuadernos del Sur ha sido una excelente forma de contribuir a la valoración y fortalecimiento de la cultura andaluza. Es una clara muestra de cómo desde el estudio y la reflexión sobre el arte siempre se abren puertas a la posibilidad de reconocer un conjunto de rasgos que sobrevivan a las coyunturas históricas y que afirmen las constantes culturales y sociales andaluzas”24. Se recuerdan en esta efeméride de los diez años los orígenes de Cuadernos del Sur, la apuesta de un primer director, Manuel Gómez Cardeña, por Córdoba Cultura, donde desfilan en

formato monográfico personajes como Séneca, Ricardo Molina, Valera, Duque de Rivas, Julio Romero de Torres, Góngora, Lozano Sidro, hasta un total de 54 números, entre personajes y temas esenciales de la historia de la cultura cordobesa. También se hace alusión a una etapa anterior aún, donde comienza el enraizamiento del interés por los suplementos, allá por el año 1971, bajo la dirección en Diario Córdoba de Federico Miraz, donde el mismo coordinador (el que suscribe estas líneas) lleva a cabo Pliegos de Cordel, un espacio de crítica literaria sobre libros y actualidad cultural. También se editaron en torno a poco más de cincuenta números. Del mismo modo se pone de manifiesto en la presentación de los Diez años el nacimiento propiamente dicho de Cuadernos del Sur con el apoyo del director del periódico Antonio Ramos Espejo, pilar importante del impulso del citado suplemento cultural. A los diez años de existencia ya habían pasado por sus páginas unos 600 colaboradores –escritores e ilustradores-- a los largo de los 468 números, donde se trataron cientos de temas, de autores, libros, desde escritores locales hasta premios Nobel, desde opúsculos diminutos hasta grandes enciclopedias. Y lo más importante es que los temas se trataban sin tapujos, sin autocensuras, con una libertad de expresión total, creciendo el suplemento desde el localismo hasta la universalidad. En este monográfico colaboraron 43 escritores y 32 ilustradores. Entre los primeros estamparon su firma, además de los habituales, Antonio Gala, Carmen Calvo, Antonio Ramos, Pablo García Baena, Juan Campos Reina, José Manuel Cuenca Toribio, Antonio Hernández, Antonio Colinas, Antonio Soler, Antonio Prieto, Justo Navarro, César Antonio Molina, Rafael Guillén, Javier Tomeo o Leopoldo de Luis, entre otros. Y entre los ilustradores estaban Antonio Suárez, Ginés Liébana, Antonio Povedano o Miguel Rodríguez Acosta, entre otros. Antonio Ramos Espejo manifestaba en su artículo que Cuadernos del Sur es la historia de

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 468, 28-XI1996, pág. 2. Julio /Agosto de 2013

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una ilusión. “Sólo cuando hay gente capaz de comunicar el mensaje de la cultura en toda su amplitud, de apostar por la fuerza de la creación, es posible realizar una obra que se abra camino sobre un sólido escenario y se proyecte sin limitaciones hasta donde se quiera oír la voz de nuestros poetas, escritores, artistas, historiadores, filósofos… Córdoba es la base histórica que da la fortaleza y el espejo donde mirarse para seguir por la luz del espíritu que ha alumbrado en esta tierra”25. Antonio Ramos apostaba en su presentación por una mínima continuidad, al menos de diez años más “con el entusiasmo vocacional de su coordinador Antonio Rodríguez, con el patrocinio desinteresado de Cajasur y con la apuesta de nuestro periódico por hacer de la cultura la aldaba que abra otras puertas que encontramos aún cerradas a la vida del Sur. Cuadernos es un instrumento, siempre revisable, elogioso con la obra bien hecha, alentador de los nuevos valores, crítico también con nosotros mismos, y rebelde con las circunstancias del entorno y con los entramados que traban la creación y ponen obstáculos a la libertad de pensamiento y progreso”26. Uno de los monográficos más sobresalientes de Cuadernos del Sur fue el dedicado a Federico García Lorca el día 6 de junio de 1998 con motivo del centenario del nacimiento del poeta. El periódico se vuelca dedicándole 40 páginas donde colaboran los mejores especialistas, además de destacados periodistas. Participan Ian Gibson, Eduardo Castro, Miguel Aguilar, Antonio Ramos Espejo, Antonina Rodrigo, José Luis Masegosa, Mario Hernández, Carlos Clementson, Juan Antonio Díaz López, Javier Díaz de Revenga y Gonzalo Santonja, con poemas de Federico García Lorca y de Ricardo Molina, con ilustraciones de Ginés

Liébana, Gregorio Prieto, José Caballero, Hernández Quero y del propio Lorca. El número contenía una nueva entrevista de Antonio Ramos con Isabel, la hermana del poeta27. Los monográficos de más envergadura se producen con la llegada del director del periódico José Higuero, que gusta de números de gran extensión. Y el primero de esa fase es el dedicado a Averroes28, con motivo de su 800 aniversario. Escriben Carmen Calvo Poyato, María Jesús Viguera, Miguel Cruz Hernández, Antonio Gala, Elisa Medina, Pedro Martínez Montávez, Joaquín Lomba, Carlos Varona, Camilo Álvarez de Morales, Concepción Vázquez, Miguel Castillejo Gorraiz, Concepción Castillo, Antonio José Mialdea, Fátima Roldán, Juan Pedro Monferrer, Jesús Zanón, Pedro Marfil, Carmen Ruiz Bravo Villasante, Antonio Arjona Castro, Rafael Pinilla Melguizo, Alberto Montejo y Thierry Desrues. Se trata de un número en el que se abordan todos los aspectos posibles para conocer su trayectoria, su mundo, su cultura, su sociedad, su obra, sus vivencias y las huellas que dejó y siguen vivas aún en la cultura del mundo y que se ven muy especialmente en Andalucía y en Córdoba. El primer monográfico sobre un tema concreto de gran espacio es el dedicado a Velázquez29, con 56 páginas y los mejores especialistas sobre la materia a nivel nacional. Se conmemoraba el 400 aniversario del nacimiento de Velázquez y entre los colaboradores figuraban Enrique Soria, Enrique Valdivieso, Alfonso Pérez Sánchez, Martínez Ripoll, Jonathan Brown, Manuel Pérez Lozano, Carmen Calvo y Julián Gállego, entre otros.

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 542, 4-VI1998. 28 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 565, 10XII-1998. 29 Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 590, 3-VI1999.

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 468, 28-XI1996, pág. 3. 26 Ibíd. Cultura de VeracruZ

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Otro de los grandes monográficos fue el dedicado a Calderón de la Barca, coincidiendo con el 400 aniversario de su nacimiento30. Dicho monográfico –compuesto por 48 páginas con ilustraciones a color-se elaboró con el asesoramiento de expertos en la materia, como José María Balcells, de la Universidad de León, y Felipe B. Pedraza, de la Universidad de Castilla-La Mancha. Entre los colaboradores figuraron, igualmente, Ignacio Arellano, José María Díez Borque, Andrés Amorós, César Oliva, José Romera Castillo, Remedios Prieto, Julio Rodríguez Puértolas y Rosa Navarro, entre otros destacados especialistas como Germán Vega, Agustín de la Granja, María Gómez y Patiño, Emilio López Castellanos, María Luisa Lobato, Juan Matas Caballero, Mariano de Paco, José Fradejas Lebrero, Miguel Zugasti, Antonio Rey Hazas, Justo Fernández Oblanca, Joaquín Roses, Francisco J. Díez de Revenga y Luciano García Lorenzo. En la presentación del suplemento escribía el director del periódico, José Higuero, que “la publicación de monográficos iniciada el pasado año ha dado una nueva dimensión a nuestros Cuadernos del Sur, cuyo seguimiento se abre a nuevos territorios por el valor cualitativo de siempre, al que sumamos el cuantitativo de ahora con más páginas y más firmas –las de los mejores especialistas— en la obra o el tema elegido”31. En sus 48 páginas abordaba todos los aspectos esenciales sobre la vida, la obra y la época del dramaturgo madrileño, escritos por los más destacados especialistas representantes de diversas universidades. Óscar Wilde trasciende el ámbito local y nacional y se sitúa en la esfera internacional. Después de 642 números de Cuadernos del Sur a nadie le llama la atención en ese momento que un periódico de provincias reúna a las mejores firmas sobre el tema para encargarles un

monográfico de 48 páginas –formato tabloide-abordando esenciales temas sobre el escritor para que se tenga no solo una visión de conjunto de dicho personaje literario, sino que hay aportaciones como las que podrían producirse en la revista académica más exigente. El director del periódico, José Higuero, pone su firma a la cabeza mostrando su orgullo por contar con un suplemento de capacidad tan exigente y de resultados tan oportunos. Escribe Higuero cuando habla de este dandy de tanta enjundia: “Poeta, comediógrafo, líder de la aristocracia inglesa y de costumbres homosexuales, encontró en prisión inspiraciones profundas para una obra de creación ilimitada. De éstas y otras circunstancias escribe en este monográfico de Cuadernos del Sur un destacado grupo de personas que han profundizado en la obra de Oscar Wilde. Ellos son Anna Caballé, Enric

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Nació en Madrid el 17 de enero de 1600. Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 628, 30-III2000, pag. 2. 31

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socorrerte”33, con lo que quiere, en cierta medida, explicar el difícil carácter del pensador que sirvió de bandera a gentes dispares y contrapuestos como expresionistas, anarquistas, fascistas, dadaístas, entre otros. De una u otra manera nunca dejó de tener vigencia e influencia en la filosofía posterior. Escribieron además en este número especial Raúl Alonso, Antonio Arroyo Morón y Antonio José Mialdea. Un número actual, vivo y de extraordinaria calidad fue el que se le dedicó a Rafael Alberti34 en octubre del año 2000. El monográfico de 56 páginas se editó para conmemorar el primer aniversario de su desaparición, que ocurrió el 27 de octubre de 1999. Sobre él dijo Pere Gimferrer, en un artículo publicado en Cuadernos del Sur35, que se trata del último poeta de la vanguardia de anteguerra y el último poeta de la revolución. Alberti es el hombre que solo habla de la muerte en sus poemas. Él decía que preferiría desaparecer antes que morir. Poseía la voluntad de ser el poeta de la calle y cultivó desde la poesía política hasta la lírica de los ángeles. La portada del suplemento la aportó el artista Álvaro Delgado, un precioso retrato realizado con ceras de tonos azulados. Escribieron en este memorable número José Saramago36, Carmen Calvo Poyato,

Monforte, María Ángeles Cabré, José Manuel de Prada, Enrique Turpin, Santiago Martínez, Fernando Romero, Garrandés, Amanda Hernando, entre otros especialistas que presentan un perfil profundo del escritor británico de cuya muerte en París se cumplen cien años”32. Se abordan en el monográfico todos los temas posibles: desde su dandismo y su personalidad, su visión del arte como una realidad suprema y la vida como una modalidad de ficción, hasta su paso por Nueva York, el malditismo femenino puesto en escena en Salomé; la importante faceta de Wilde como poeta en obras como La balada de la cárcel de Reading, la disidencia en La importancia de llamarse Ernesto; su teatro en general; la oratoria y sus facetas de orador empedernido; sus cuentos y parodias sobre la moralidad; el encuentro con André Gide, la estética en Dorian Gray, la obra más polémica de este escritor; sus ensayos políticos y su visión del socialismo; sus epigramas; aforismos; sus escritos sobre la belleza, hasta el Wilde político. Nietzsche es abordado en diversas ocasiones tanto por el filósofo y profesor Julio Quesada como por Ramón Román Alcalá, profesor de Filosofía de la Universidad de Córdoba y colaborador asiduo de Cuadernos del Sur. En el número 645 se le dedicaron trece páginas de una calidad extraordinaria, que compendiaban la vida y obra de este filósofo universal, ese hombre solitario, extraño, difícilmente penetrable, que murió precisamente un 25 de agosto de 1900, por lo que unos días antes Cuadernos del Sur le dedicaba estas páginas para conmemorar el centenario de su fallecimiento. Ramón Román cita el siguiente aforismo de Nietzsche: “Quien sigue un camino propio no se encuentra nunca con nadie. Es lo que tienen los caminos propios, que nadie sale a

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 645, 27-VII2000, págs. 2-12. 34 Número monográfico extraordinario dedicado a Rafael Alberti. Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 651, 26-X-2000. 56 páginas. 35 Pere Gimferrer, sobre Alberti en este número monográfico (op. cit., pág. 7), escribió también: “era un hombre de una simpatía personal extraordinaria, era uno de los seres de inteligencia más aguda y rápida que he conocido y estaba lejos, aunque enormemente dotado, de ser sólo un poeta instintivo, pues había leído muy bien y asimilado admirablemente todo lo que le correspondía conocer, y su juicio siempre se basaba en una profunda conciencia de la tradición –clásica y moderna-- en la que se insertaba cuando escribía”. 36 El Premio Nobel portugués responde a la invitación de colaborar en este monográfico con un artículo titulado Coplas de Juan Panadero, en el que defiende que su figura

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 642, 6-VI2000, pag. 2. Cultura de VeracruZ

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Alberto Gómez Velasco, Gregorio Torres Nebrera, María Asunción Mateo37, Antonio Hernández, Carlos Clementson, José Antonio Fortes, Gonzalo Santonja, Gabriele Morelli, José María Muñoz Quirós, Francisco Javier Díez de Revenga, José Luis Puerto, Rafael de Cózar, Olga Moliterno, Carlos Aganzo, Ana Isabel Ballesteros, Jaime Siles, José María Balcells, Pedro J. de la Peña, Juan Manuel González, Antonio Rodríguez Jiménez, Alejandro López Andrada, Antonio Colinas, Jorge del Arco, Isabel Pérez Montalbán, Luis García Jambrina, C. Brian Morris, Eladio Mateos Miera, Antonio Garrido, Zoraida Carandell Jager, y numerosos textos del propio Alberti cedidos por la fundación que lleva su nombre. Otro número monográfico a tener en cuenta es el dedicado a Juan Rejano38, con motivo de un homenaje que organizó la Diputación de Córdoba. Un grupo de profesores de diversas universidades que participaron en el congreso internacional orientado a acercar la obra del poeta al público universitario y Cuadernos del Sur sirvió de altavoz para que llegara a los lugares más inhóspitos y lejanos. Participaron con sus artículos, desde la hija del poeta, Carmen Rejano, hasta una de sus máximas estudiosas, Teresa Hernández Fernández, además de Juan Pérez de Ayala,

Francisco Caudet, Manuel Aznar Soler, Aurora de Albornoz, Manuel Gómez Hidalgo, Adolfo Sánchez Vázquez y nada menos que Francisco Ayala. Otro monográfico muy especial se tituló Creadoras andaluzas del siglo XX39, dedicado íntegramente a la labor creativa desarrollada por las mujeres andaluzas que han destacado en diferentes artes a lo largo del siglo XX. Poetas, narradoras, pintoras, escultoras, periodistas, arquitectas, filósofas, compositoras y cineastas, entre otras. Cuadernos del Sur subrayaba así el papel esencial que han desempeñado las mujeres en campos que aparentemente parecían estar reservados para los varones. La alta calidad y la trascendencia de la actividad creativa llevada a cabo durante décadas indican claramente que las diferencias cuantitativas estaban encaminadas hacia la paridad. En el número colaboran Juana Castro, María Antonia Ortega, Concha García, María Luisa Calero, Ana Freixas, Balbina Prior, Inmaculada Ferro, José María Balcells, Nieves Galiot, María Teresa García López, Adelaida García Morales, Ángel Luis Pérez Villén, Carmen Calvo Poyato, Rosa Luque, María Luz Escuín, Mercedes Castro, Soledad Zurera, María Cinta Montagut, Ángeles Mora, Cecilia Belmar Hip, María Navarro, Julia Otxoa, Alfonso Fernández García, Agustín Gómez y Virginia Guarinos. El periodo abordado en este artículo culmina en el número 1.000, que se conmemoró con un amplio monográfico en noviembre de 2008. Aunque previamente se destaca la etapa de los 20 años, celebrándose con otro monográfico, el 921, publicado el día 23 de noviembre de 2006. El monográfico con el que se cierra el periodo del vigésimo cumpleaños es una especie de libro de 96 páginas donde se recoge todo lo que se ha hecho a lo largo de esos veinte

está toda en este personaje al que Alberti rindió homenaje con su libro. Saramago escribía en su artículo que “Rafael Alberti sabe que a la vuelta de la vida es en la palabra más sencilla donde se esconde la verdad que busca”. 37 María Asunción Mateo escribió un texto memorable y aportó docenas de documentos, dibujos y fotografías para elaborar el monográfico, en cuya edición trabajó también con el equipo de Cuadernos del Sur Gonzalo Santonja. Dijo la viuda del poeta que “desde que se adentró en el envidiable otoño de su vida, la palabra muerte parecía querer ignorarla, con una ingenua forma de escapar a su cita” (Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 651, 26X-2000, pág. 10). 38

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Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 655, 23-X2000. 16 páginas. Julio /Agosto de 2013

Suplemento Cuadernos del Sur, Córdoba, nº 661, 4-I2001. 40 páginas.

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prolíficos años. Colaboran en dicho número, con textos creativos Pablo García Baena, Antonio Gala, Victoriano Crémer, Antonio Pereira, José María Merino, José Luis Sampedro, Gustavo Martín Garzo, Antonio Hernández, Rosa Regás, Luis Alberto de Cuenca, Antonio Colinas, María Victoria Atencia, Javier Tomeo y Carlos Clementson. Para analizar la narrativa intervienen Pedro Domene, Juan Manuel González, Antonio Garrido Moraga, Ricardo Martínez, Luis García, Antonio Moreno Ayora, Manuel Ariza Canales, José Calvo Poyato, José Reyes de la Rosa, Jesús Martínez Gómez y Juana Vázquez. El pensamiento en sus variadas vertientes lo analizan Ramón Román Alcalá, Antonio Mialdea, Vicente Mora, Medardo Fraile, José Sánchez Pedrosa, Luis Margüenda, Juan José Lanz y Sonia Hurtado. La parte poética la escriben Antonio Luis Ginés, Manuel Jurado, Concha García, Pedro Rodríguez Pacheco, Alejandro López Andrada, Juana Castro, Francisco Onieva, Manuel Gahete, Javier Vela y María Antonia Ortega. De la historia y otros apartados como la arqueología o la cultura de la ciudad escriben José Manuel Cuenca Toribio, Manuel Pérez y Antonio Vallejo. De la música se ocupan Juan Miguel Moreno Calderón, Marta Jiménez, Juan Pérez Cubillo y Eduardo Viñolo. De teatro, Juan Antonio Díaz. También colaboran los periodistas Araceli Ruiz, Manuel Fernández y José Manuel Martín. Las ilustraciones del número –de una Cultura de VeracruZ

extraordinaria calidad-- corren a cargo de los habituales en las páginas de esta publicación, tales como Juanjo Caro –encargado de innumerables portadas--, Paco Serrano –autor de cientos de ilustraciones a lo largo de 22 años--, Aurelio Teno, Ginés Liébana, Rita Rutkowski, Hisae Yanase, Antonio Bujalance, Antonio Povedano, José Duarte, Luis Cárdenas, Manolo Portero, Juan Zafra, Jacinto Lara, Tete Álvarez, Cristóbal Povedano, Emilio Serrano, Julia Hidalgo y Juan Cantabrana. También escriben en el monográfico autoridades como la ministra de Cultura, Carmen Calvo Poyato, la consejera de la Junta de Andalucía, Rosa Torres, la alcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, el presidente de la Diputación, Francisco Pulido, el de Cajasur, Juan Moreno, el de Diario Córdoba y Grupo Zeta, Francisco Matosas, y el director de Diario Córdoba, Francisco Luis Córdoba Berjillos.

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Cristina Davó Rubí El poeta de la vida

En esta revista apareció su primer libro de poemas, Tierra sin nosotros (1947), donde arraiga ya la imagen que perseguirá al poeta por muchos años, la de una patria destruida, inhabitable. Ese mismo año se publica también su segunda obra, Alegría, por la que recibirá el premio Adonais, temáticamente una continuación de la anterior. Al regresar a Santander, José Hierro ejerce de profesor y de redactor jefe de las revistas de la Cámara de Comercio y de la Cámara Agraria. Por estas fechas comienza además su labor como crítico pictórico, en el Diario Alerta sobre la obra del pintor burgalés Modesto Ciruelos, quien llegó a ser gran amigo del poeta y falleció precisamente el mismo año que él. En 1949 contrajo matrimonio con María de los Ángeles Torres. De 1950 es su poemario Con las piedras, con el viento. Dos años después decide instalarse en Madrid con su esposa y sus dos hijos. En la capital prosigue su carrera de escritor, aparece Quinta del 42 (1952), donde Hierro se muestra ya como poeta solidario sin que su lírica, sin embargo, sea poesía social al uso. Empieza a trabajar en esta época en el CSIC, en la Editora Nacional y en el Ateneo. Fue asiduo colaborador de numerosas revistas literarias, como Espadaña, Garcilaso, Juventud Creadora o Poesía de España, entre otras. Y participó en Radio Exterior y Radio 3 hasta que se incorporó a Radio Nacional de España, donde permanecerá hasta 1987. De marcada tendencia antirrealista es el poemario Cuanto sé de mí (1957), en el que, alejándose de la historia y del tiempo, su preocupación se centra en el lenguaje y en lo imaginativo. Elementos que culminarán en el Libro de las alucinaciones (1964), vertebrado por un fuerte irracionalismo que se plasma en el uso del versículo como ruptura total. Tras unos años de silencio creativo, en que seguían apareciendo

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osé Hierro del Real (Madrid, 1922 - Madrid, 2002) comenzó su andadura en los difíciles años de la posguerra y su poesía sigue hoy en plena vigencia. Un poeta que no sólo destaca por su mérito literario sino además por su enorme calidad humana. La edición de Nórdica, que conjuga poemas y pintura del propio autor, Hierro ilustrado (2012) es, además de un digno homenaje, un regalo para los amantes de su poesía y una oportunidad única para aquellos lectores que aún no la conocen. Trayectoria. Aunque fue Madrid la ciudad que lo vio nacer y morir, José Hierro pasó gran parte de su vida en Cantabria, donde sus padres se trasladaron cuando el niño apenas tenía dos años. Allí cursó sus estudios primarios en el Colegio de los Salesianos y posteriormente comenzó la carrera de perito industrial, que no pudo terminar al estallar la guerra civil en 1936. Cuando finalizó la contienda, Hierro fue detenido por pertenecer a una organización de ayuda a los presos políticos, según la acusación, e ingresó en prisión, donde estaría hasta 1944. Si algo positivo tuvo esta etapa fue la productividad literaria, pues el autor trata los acontecimientos vitales como materia poética (el abandono de los estudios, la muerte de su padre, la guerra, la cárcel) y el amargo poso autobiográfico que destilan estos poemas les dota de una madurez no muy común en un poeta joven. En esta época de reclusión descubre la Generación del 27 a través de Gerardo Diego, quien se convertirá en su padre espiritual, como el propio Hierro reconocerá más tarde. Una vez puesto en libertad, se trasladó a Valencia, donde permanecerá varios años, dedicado por completo a escribir. Participó en la fundación de la revista Corcel y perteneció igualmente al grupo fundador de Proel, junto a Ricardo Gullón. Julio /Agosto de 2013

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reediciones de sus obras y el poeta continúa su variada labor, en 1991 se publicó Agenda y Emblemas neurorradiológicos en 1995. A finales de la década, Hierro se consagra más si cabe con Cuaderno de Nueva York (1998), auténtica obra maestra de la poesía contemporánea. Otra de las pasiones de José Hierro fue la pintura, arte que conoció y dominó casi al mismo nivel que la literatura, utilizando el lenguaje pictórico como complemento perfecto a su poesía. Asimismo, la música también es parte esencial de su obra, pues sus versos no son otra cosa que una cadencia musical que sirve para explicar la vida. En este sentido, no hay más que escuchar alguno de los poemas en la propia voz del autor para darnos cuenta de la musicalidad y plasticidad enlazada en los versos. La poesía es ritmo y en el caso de Hierro, precisamente, la emoción surge con el compás de sus palabras. El poeta, que consideraba que no existen palabras bellas o feas sino adecuadas o no para el poema, buscaba y trataba con cariño las palabras hasta encontrar su música idónea. Entre sus muchos reconocimientos y galardones destacan el Premio Nacional de Poesía en 1953 y en 1999; el Premio de la Crítica en 1958 y 1965; el premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1981, el Premio Nacional de las Letras Españolas en 1990; el IV Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1995; o el Premio Cervantes en 1998. Además, fue nombrado hijo adoptivo de Cantabria en 1982 y un busto suyo se halla en el paseo marítimo de Santander. En 1999 fue elegido miembro de la Real Academia Española, aunque nunca leería su discurso de ingreso, pues su salud empezó a complicarse a raíz de un infarto sufrido al poco tiempo, derivando en un enfisema pulmonar que le provocaría la muerte el 21 de diciembre de 2002.

de 1940, sobre todo a través de las revistas literarias de la época. Poco podía interesar la poesía en un momento en que el país estaba sumido en la mayor tragedia de su historia, sin embargo estos inconformistas vates, cada uno a su manera, dieron testimonio de lo que estaba ocurriendo y expresaron sus más hondos sentimientos al respecto. Entre ellos encontramos nombres que ensalzan el prestigio de nuestra literatura contemporánea, como Blas de Otero, Rafael Montesinos, Leopoldo de Luis, y el propio José Hierro. Las diferentes publicaciones literarias representaban las diversas tendencias que se daban en la lírica de la época. Aunque Hierro publicó en muchas de ellas, estuvo principalmente ligado a Proel (Santander), cuyas colaboraciones indagaban en la existencia del ser humano y en su papel en el mundo. En líneas generales, la obra de José Hierro se puede dividir en dos etapas. La primera abarcaría desde su primer poemario hasta Lo que sé de mí, donde ya se notaría un cambio en el estilo y en la actitud lírica. Es su poesía más testimonial, cada poema es como un pequeño “reportaje”, según denominación del propio autor. En la segunda, desde el Libro de las alucinaciones hasta Cuaderno de Nueva York, se acentúa la complejidad, el tratamiento de las metáforas, pero se gana en riqueza lírica y significativa. En Hierro encontramos, por tanto, un poeta completo que supo encarnar el panorama español de medio siglo, respetando siempre su visión personal originaria a pesar de su lógica evolución. El tema principal de la poesía de José Hierro es el tiempo. Una de sus obsesiones, como él mismo reconocía, era perpetuar el instante para disfrutarlo antes de que pase. Se diría que el impulso lírico viene de la necesidad del poeta de hallar una verdad que le dé refugio ante la fugacidad temporal. Así, el símbolo más recurrente de su poesía es el mar, representación de lo eterno, no tiene pasado,

Significación de su obra. José Hierro pertenece a un grupo de jóvenes poetas que empiezan a darse a conocer a partir Cultura de VeracruZ

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está siempre presente. También muy importante es la conciencia de que el dolor y la felicidad van unidos en la vida, suponen la plenitud de la misma. Como dicen los versos Llegué por el dolor a la alegría. / Supe por el dolor que el alma existe (del poemario Alegría), la conclusión, a la vez lógica y absurda, a que llega el poeta es que el dolor y la alegría son lo mismo. Por otra parte, una de las características que se han señalado como más originales de la poesía de Hierro es la “alucinación”, que él mismo definió como “Una confusión de tiempos y espacios, un no saber si las cosas están realmente ocurriendo o soy yo quien está anticipando algo que va a ocurrir, una realidad visionaria.” Y así, la obra de este magnífico poeta se va impregnando poco a poco de ambigüedad, de caos y de irracionalidad, a partir de los sesenta, como ya se ha mencionado. Aunque mantendrá su elección de palabras sencillas y su alejamiento del hermetismo conceptual, la expresión poética se tornará más compleja, más sugerente y misteriosa. La distinción, pues, entre “reportaje” y “alucinación” podría parecer imprescindible, sin embargo no lo es más que para la obra en conjunto, ya que poema a poema descubrimos que la diferencia no es neta, sino que se mezcla (hasta en el poema titulado Reportaje se cuelan ráfagas visionarias y alucinaciones) e incluso ambos se superponen. José Hierro es un poeta fruto de sus circunstancias y de su tiempo, que supo enraizar en la vida que le tocó vivir, sin intentar en ningún momento una poesía abstracta o de evasión. Él quiso que su poesía fuese testimonial y no una poesía estética, de la que fácilmente se podría prescindir, sin descuidar por ello la belleza de la palabra (en principio, sus poemas responden a las formas clásicas, como el soneto o el romance), que no es lo mismo que el recargamiento y el ornato excesivo. Y tampoco gustó mucho de la denominación de “social” para su poesía, pues no veía clara tal etiqueta. Poco le preocupaba, en todo caso, el Julio /Agosto de 2013

encasillamiento de su obra, pues con la honestidad que lo caracterizaba llegó a afirmar que él escribía lo que le salía y que lo hacía para conocerse a sí mismo y entender lo que le rodeaba. Para Pepe Hierro, como le gustaba que lo llamaran, la poesía es cuestión de inspiración además de trabajo. Sus silencios poéticos se debían a que no le venía la poesía, para escribir necesitaba sentir una especie de cosquilleo en la conciencia, como una música que oyes en tu mente y debes plasmar en versos. Y si algo más destaca, aparte de lo dicho, en la obra de Hierro es la esencia de vida que se capta en su poesía. En general desnuda, pobre en imágenes, la poesía de este cántabro de adopción es lisa y llana como un espejo para el lector. Y aunque se pueden extraer bellos versos aislados, la verdadera hondura de su lírica se saborea paladeando el poema completo. Como pequeños trozos de vida, ilustrados por él mismo en la maravillosa edición de Nórdica. Ser humano. José Hierro, comprometido con el terrible tiempo que le tocó vivir y las injusticias sufridas en su propia carne y en la de los otros. Quienes lo conocieron personalmente lo quisieron y lo admiraron por su personalidad arrolladora, por su talento y por su integridad moral. Hablan de él como un enamorado de la vida, un ser intranquilo y nervioso que no podía estar quieto, bromista, fumador empedernido, a quien fascinaba el mar, las plantas, la cocina, la música, los animales. Sin temer nunca el brillo ajeno, era un poeta de verdad y un ser humano excepcional que nunca fue mezquino ni egoísta, ni envidioso, siempre noble. ¿Quién puede ser inmune a este hechizo?

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Samuel Pérez García

Así, pues, en el mercado vale más una bailarina que un poeta. Este desequilibrio mercadotécnico se da, porque para la mayoría de la población, la poesía no existe. Acostumbrados a sentir y pensar cuadradamente, la gente prefiere alimento para el cuerpo, y no para el alma. La mercancía de los poetas es etérea, goce intelectual, ánimo para el corazón de los hombres y mujeres que saben apreciarla. Las bailarinas, antes de bailar para la concurrencia, entran al escenario con ropajes que le cubren todo el cuerpo. Al ritmo de la música, se irán despojando de ellos, hasta quedarse sin ninguna prenda. El chiste de su baile no es la música ni el ritmo que le imprima, sino el cuerpo desnudo que hará suspirar a la clientela. Los poetas, casi proceden igual. Pero tienen su diferencia. Antes de subir al escenario escriben un libro, y al ritmo de la propia euforia que genera su egolatría, da lectura a sus poemas. Simbólicamente, cada poema es la ropa que se va quitando y que el poeta avienta al respetable. Al proceder así, se emparente con la bailarina. Cada poema es una prenda que el poeta se despoja. Pero mientras que la bailarina muestra a la clientela su sexualidad a toda asta; el poeta muestra su sensibilidad hasta decir basta. Pero ahí donde aquella engancha el aplauso y los billetes, el poeta encuentra muchos menosprecios. Debido a estos últimos, el poeta teme a que lo tilden de loco. Por eso nunca arma su fiesta solo. Siempre se busca dos o tres padrinos, es decir, sus presentadores. Con ellos se llena de valor y acepta dar a conocer públicamente su trabajo. Cuando eso sucede, el poeta sabe si ha pasado la primera prueba. Que generalmente siempre ocurre bien. El se cuida que al evento solo llegue su familia y sus amigos. Eso hace una diferencia enorme entre la bailarina y el poeta: aquella, a los que menos invita es a los amigos,

LOS POETAS SOMOS COMO Las bailarinas

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istas para sobrevivir, no dudan en desnudarse y dejar que otros ojos las admiren o las denigren. Cuando lo hacen, van aventando sus prendas, en espera de que los hombres las atrapen para que él sea quien se las ponga. Los hombres las admiran; las esposas las desprecian. Los poetas, para vivir, van como en cámara lenta, aventando sus penas sin el menor pudor. Pero no venden su cuerpo, aunque sí, el alma, porque cada poema lleva algo de ellos que se descubre, si se sabe leer eso que el poema tiene. Y al igual que las bailarinas, también son admirados, pero también denigrados. Unos los quieren, pero otros los desprecian. Contrario a las bailarinas, los poetas se mueren de hambre, porque los poemas no tienen el precio que posee un cuerpo joven y escultural. Incluso, aunque el poeta fuera femenino. Cultura de VeracruZ

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porque éstos siempre buscan el cachuchazo, y ella lo que quiere es clientela que la arrope. No obstante, pese al menosprecio generalizado del poeta. Éste se cree un ser distinto. Lo cree porque usa un lenguaje propio a la cofradía de locos a la cual pertenece. A través de ese lenguaje, crea emociones que son como un toloache para los enamorados, o aquellos que sufren una pena profunda. La bailarina no tiene ese lenguaje, pero sí el que su cuerpo despide. Ese es su veneno. Frente a la pasión intelectual que el poeta genera en el alma; ellas son una veta de pasión sensual que vende al mejor postor. La pasión de ellas encandila al más reacio. La emoción que el poeta genera difícilmente podría conseguir los pesos que ella en una noche conquista. Por eso, ser poeta es lo más triste que hay en la vida. Las niñas cuando lo son, admiran a las bailarinas, pero no a los poetas. Y si a uno se le ocurre decirle a su padre, que de grande le gustaría ser poeta, el papá se queda zombi. Uno tiene el derecho de formarse en cualquier profesión u oficio, pero nunca de poeta, salvo que quiera morirse de hambre y mostrar sus penas al mundo, igual como las bailarinas del table dance o como yo haré en esta noche. Y la verdad, sinceramente, para eso de la poesía hay que tener mucho valor. Pues no es fácil mostrar las penas al mundo. En cambio, la bailarina muestra su pubis al mundo sin presentar rubor. Y si me lo permite, me voy al Caballo Blanco o al de Lola, no por la poesía, sino por la bailarina que he de encontrarme ahí. 

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Irving Ramírez uDadme un

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l monólogo interior tiene varios padres, uno de los precursores fue Flaubert con el modo indirecto libre de narrar iniciado en Madame Bovary, otro sin duda, Dostoievski en Crimen y Castigo, pero el verdadero pionero fue el francés Edoard Dujardín en su novela Han cortado los laureles, en 1888. Ya en el siglo XX Italo Svevo con la Conciencia de Zeno, y Artur Schnitzler con la Señorita Elsa lo utilizaron. Coincide también con el descubrimiento en psicoanálisis, de Sigmund Freud, del inconsciente. El procedimiento es prescindir del narrador y dejar libre una conciencia que es a su vez un punto de vista y la voz narrativa, generalmente son largas disquisiciones dispersas que: ora abordan un tema, ora otro, con digresiones y que explotan la subjetividad humana. Se muestran las intenciones aviesas, los empeños atávicos, la íntima desnudez de pensamientos, deseos, miedos, odios, ideas, sentimientos, recuerdos. A veces es caótico, otras solo desorden, rara vez hay una estructura coherente, salvo paradójicamente, con una obsesión. James Joyce llevó al extremo esta técnica narrativa, y a su perfección formal con el Ulisses. Alli, sobre todo en el monólogo de Molly Bloom, abre un panorama para la novela moderna. Años más tarde Faulkner, sobre todo en ¡Absalón, Absalón! despliega con pericia este tópico. Y, en nuestras tierras latinoamericanas, Alejo Carpentier en El Arpa y la sombra con el de Colón, halla una vena rica y pródiga. No es sencillo. Adentrarse en la psique de los personajes es volverse ellos, el equivalente en cine a la toma subjetiva; la mirada se posesiona del lector, abole la frontera entre el sujeto de la enunciación y el sujeto de lo narrado; la noción de autor-narrador-personaje entra en crisis. Empero la historia gana en objetividad al tornarse subjetiva, paradójicamente.

monólogo interior

y os diré un secreto

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Colón elucubra por ejemplo “…el gran antruejo de Oro del diamante de perlas, y sobre todo de las especias Doña Canela, Doña Moscada, Doña Pimienta y Doña Cardamona entraban del brazo de Don Zafiro, Don Topacio, Doña Esmeralda y Doña Toda Plata, seguidas de Doña Jengibre y Don Clavo del Clavero, a compaz de un himno color de azafrán y aromas malabares donde resonaban con musicales armonías, los nombres de Cipango, Catay las Colquidas de Oro, y las Indias todas…” En un delicioso estilo musical, que deviene sinfónico juego de palabras. Es El recurso del método Caribe tan caro al cubano. A veces, uno asiste a lo inconfesable: los secretos, las revelaciones. Molly Bloom dice sin puntuación:” Si alguien lo ha visto le voy a sacar ese pequeño hábito mañana primero le voy a mirar la camisa para ver o ver si todavía tiene ese preservativo en la cartera a lo mejor creerá que no me doy cuenta triquiñuelas de hombres con sus 20 bolsillos que no alcanzan para esconder sus mentiras entonces por qué tenemos que decírselo nosotras aunque la verdad no nos creen…” Este prodigioso largo monólogo ya modelo en la tradición del presente, desvela no solo la mente, sino la acción interna, es decir, recorre espacios interiores en contrapunto de los exteriores, vive otra dimensión vital, es decir, literaria. Para Faulkner, más que el erotismo de Joyce, o el barroco poético de Carpentier, le sirve para una violencia contenida, una fuerza interior llena de afrentas y de camorras. Dice en ese portento estilístico llamada ¡Absalón, Absalón! el personaje Quentin Comson:”corrí desde la tarde soleada hasta hundirme en el silencio atronador de aquella casa pensativa donde, al principio no logré distinguir nada; luego, gradualmente el rostro, el rostro de Supten que no se acercaba surgiendo de la sombra, sino que estaba allí firme…, extra temporal, semejante a un peñasco, anterior al tiempo, al destino, a la casa, a todo… Julio /Agosto de 2013

aguardando allí (oh, sí lo eligió bien; no pudo escoger mejor quien creó a su propia imagen el glacial Cerbero de su propio averno privado) Aquel rostro no tenia edad ni sexo, porque no los tuvo jamás…”. Estos ejemplos breves, extractos de largos monólogos muestran la eficacia que conlleva este ejercicio narrativo, el impacto es directo, la aprehensión de los hechos, contundente, sugestiva, desconcertante, a veces demoledora. El monólogo interior que evolucionó desde el modo indirecto libre de Flaubert, y la subjetividad de Dostoievski, a este desorden aleatorio de pulsiones y pathos es formidable. Nosotros somos esa posesión de cuerpos y conciencias que llegó para quedarse.

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Fernando N. Winfield Reyes

El tiempo se transforma. Es el verano de nuestro deseo y algo navega en nuestros cuerpos. Una de esas aves que torpes remontan la espuma del mar pero que despliegan después el despegue con la facilidad de la ingeniería más sabia y sencilla, llenándonos de asombro y de infinito. De algún lugar de la playa llega la melodiosa continuidad del paisaje y una música de piano. Un ritmo glorioso de navegar juntos la corriente que se instala en nuestros vientres. Las manos suben y bajan en las teclas de la hora, en las octavas de un suspiro, en ese beso que nos inunda como un diluvio de azafrán, canela y sal. Basta entrecerrar los ojos para mirarte como un espejismo en el paraíso de arena de mi infancia. Tus labios morados son las fresas inmarcesibles de la noche, dulces y plenos como una sonata silenciosa. La suave curva del movimiento se detiene para inclinar la balanza del reloj de arena, buscando prolongar la dulzura del olvido, el caos, la inconsciencia placentera. Acudes a uno de mis oídos como el murmullo salvaje del mar, un mar ciego y solitario de aquella noche buena. Nos tomamos de las manos. Una sirena salvaje y celosa te jalonea debajo de las olas. Sonríes sin miedo a la noche que vuela en la luz del faro cercano. Me abrazas, una vez más, y te dejas ir a esa frontera donde te haces ajena e inalcanzable. Espero tu regreso con la fe de los cautivos. Enciendes una vela y volamos a una recámara celestial, escenario de algún cuadro del Klimt primigenio. Tus ojos bajo las sábanas son la señal de la alborada: un palacio fantástico en alguna latitud desconocida. Entonces te transformas en un ser mítico que repta por encima de mí, se cuelga de mi cuello y aplaza el placer como el más celoso de los materiales. Tus ojos brillan en la ausencia de un gemido. Te has transformado una vez más, mediando la luz del faro, en esa playa desierta que juntos poblamos por un instante largo. La lluvia mutua nos sorprende, como cuando se es niño o niña y empiezan a caer gotas

En la soledad de la noche

E

s la navidad de una habitación blanca y desnuda. En la soledad de la noche levanto una plegaria por la paz y el sentido para el mundo. Dejo que mi mente corra como el agua plena de la vida, mientras repito las imágenes de un viaje imaginario. Un viaje donde azul e intemporal es el cielo, un viaje colmado de una dirección precisa, una casa donde llego y a cuya puerta toco. Una puerta que abre el verde madera de la hoja después de unos instantes y unos pasos leves y hermosos que en su delicada hermosura me abruman. Se hace el silencio. Detrás del paño de madera se oye un forcejeo con la mecánica de apertura; percibo un perfume encantador mientras tu mano registra la combinación de una llave y, antes de encontrar el cielo en tus ojos, capto un fugaz cielo sobre nosotros. Es la noche en la perfecta soledad del silencio. Un silencio elocuente donde la lluvia ha dejado su pasmo sobre las calles y techumbres. Las ventanas abiertas dejan colar en su rendija un denso aire de frialdad y neblina, mezclado de pólvora, cohetes, fugaces fuegos de artificio que mueren en un silbido lejano. A la plegaria se suma el deseo del bienestar y de la continuidad buena de la vida. Me sonríes y antes de que me dé cuenta de otra cosa encuentro tus labios en un beso. Un beso largo que me sumerge en la plácida estación de un paisaje interior. Puede ser uno de esos besos de inconsciencia donde la química del amor desata en la tierra la voluntad de un destino: maquinaria biológica misteriosa e insensata. El tacto de esa madera por donde rodamos me recordará incesantemente que no hay tiempo preciso ni lugar expreso para el amor.

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La enorme línea que te hace infinita vuelve al mar y a la calma. Es la madrugada leve de un nuevo naufragio. Te miro y en el perfil de tu vuelo encuentro una revelación. Una cordillera donde el aire va y viene como el gozo de la esperanza. Amanece y sigo en ti como un náufrago del tiempo. Abro las cortinas del tiempo en la incertidumbre de estar en un sueño de día o en el goce inverosímil de la noche pleamar y una. Te meces como el mar que llega a las dunas. Respiras ese aire de espíritu que nos convoca. Cuando con ojos lejanos me besas nacemos una vez más. 

gigantes y plenas, redondas y múltiples, más allá de nuestra voluntad que sonríe y se ensimisma en el abrazo. Tu ropa ya no eres tú en la perfecta desnudez que te recorre, manos, aliento, miradas embriagadas y renovados silencios. Eres tú como algún día te había imaginado, sólo que más hermosa. Eres la lluvia que recorre las islas del invierno, en el verano imaginario del corazón, que late como una locomotora previa. Montas el centro del río, de oriente a occidente. Luna nueva que lanza a un lado las tinieblas y se confunde en mi pecho, en esa oscura caricia que dejo de ser yo para convertirme en tus manos. Un velo se descorre y encuentro tu sonrisa. Desde un espejo en un ángulo imposible me sonríes, como si un centenar de cebras entraran al cuarto. Julio /Agosto de 2013

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primero era arrancarla a sus amigos, teniéndola siempre al alcance de mi brazo y de la vista. Momentos que aprovechaba para morderle las caderas y grabarle bien las uñas en la espalda. Cuántas cicatrices le he hecho. Al divorciarme decidí perderla para siempre en mi violencia; apenas le conté que estaba solo, que era libre, suplicó que la dejara volver conmigo: lo merezco, dijo, merezco que me dejes vivir a tu lado. Acepté y renunció a su plaza en un puesto federal para venirse de inmediato. Nos gastamos rápido el dinero de su liquidación. La obligué a que se casara conmigo (hacerla mi tercera esposa, con el fin de dominarla socialmente); y no le permitía que invitara a su familia a nuestra casa, ni la dejaba ir a visitarlos. Era de ley que estuviera desnuda día y noche por la casa sin importar el clima. Debía estar dispuesta para cuando yo requiriera usarla sexualmente. No era una delicia su cuerpo, así que pronto me aburrió y le ayudé a conseguir empleo, para sacarla a la calle y que me dejara a solas en la casa. Necesitaba que se pudiera mantener por ella misma y claro, que ganara dinero mientras yo me dedicaba a escribir. Seguí golpeándola cotidianamente, y para hacerla sentir peor, y amarrarla para siempre a mí, la embaracé. Jamás te salvarás, me llevarás en tus adentros. Me divertía pegarle a su panzota de embarazada con la idea de lastimar a la bebita que ahí crecía. Pero a pesar de los golpes, la beba nació hermosa, sana, pero tan similar a ella que no pude tolerar esa repetición, y al nacer, las corrí a ambas de la casa. Fuera ya de mi vida, decidí seguir pasándole dinero para su mantención y la de la niña. De vez en cuando me portaba amable y le arreglaba la casa podándole el jardín, con el fin de aprovechar cada minuto para, dormida la nena, meterme entre sus piernas y celebrar en silencio el "siempre serás mía", mientras le llenaba de insomnio el sexo.

Adán Echeverría

ESTOCOLMO SÍNDROME

Y

o la golpeaba tanto, la sobajaba y estropeaba tanto, que por eso mantuvimos una relación durante poco más de diez años, a pesar de que yo era casado. Los primeros cinco años apenas le dedicaba algunas horas entre semana (los 'findes' eran para mis hijos), siempre fue así mientras vivimos en la misma ciudad. Lo más que alcanzaba a brindarle eran algunos días para irnos a la playa, siempre que ella hubiera cobrado su quincena. Con la tristeza que causa el desprecio terminó por huir de mí (como tantas veces lo intentara), para vivir cinco años "alejada" en el Distrito Federal. Sin embargo, apenas llegó a la gran ciudad, habló para darme su dirección y pudiera yo buscarla cuando lo deseara. Durante esos años venía a mí de vacaciones, o me compraba los boletos de avión para ir a verla. Cuando la tenía conmigo, lo Cultura de VeracruZ

No soportaba sus lagrimitas ni la imagen de madre sumisa en que quería convertirse. Una 34

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El paisaje de Veracruz:

buena madre es la que se rompe el lomo por el

padre de su hija, le dije en la entrada de mi casa cuando volvió suplicante. De nuevo conmigo, perfeccioné el arte de lastimarla. El pasó de los años a mi lado le fue desfigurando el rostro. Jamás pudo recuperar su caminar de pantera blanca y una ligera cojera le quedó en las piernas. Para que el maltrato se notara poco le compraba maquillajes, cremas, y en la calle o frente a las personas tenía que usar lentes oscuros. Era tan débil, tan... femenina. Tres veces intenté tramitar el divorcio para dejarla ir, pero ella estaba desquiciada, no sabía qué hacer con su vida, y ahora que tenía a mi beba entre sus brazos, recordándole nuestra historia; dijo que lo peor había pasado. Comenzó a espantarme. Un día, por descuido, encontró a su madre al ir de compras, y se las llevaron. Pensé que al fin había logrado librarme de ella, necesitaba encontrar la paz tan necesaria. Pero no, a los pocos meses volvió a casa. Sacó a golpes a la mujer que tenía entre las piernas. Me arrancó la ropa y me lamió, chupó, y mordió por todo el cuerpo. Jamás vas a librarte de nosotras, dijo, y colgó de nuevo su ropa en mi ropero. Sigo persiguiendo la idea de que alguna vez volveré a tenerla doblegada y a mis pies. Espero alguna vez poder presumirles el acta del divorcio, si ella no les enseña antes el mío de defunción.

Mario Calderón EL PICO DE ORIZABA A Raúl Hernández Viveros

Anhelando algún mensaje del inicio del mundo ascendí el pico de Orizaba cuando el ojo divino de nuevo lo develó de plata. Bajaban planeando los pájaros sobre la transparencia del viento y en la palidez del pasto vi quebrado un espejo de hielo. Las palmeras abrían sus brazos ofreciendo sus flores blancas. Las nubes altas del cielo lucían imágenes de la tierra. Desde la cima miré el paisaje y sentí el amor en su quietud algo intangible me había enervado: Un día es una mirada de Dios.

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y ardiente Tetlatín y la Mafafa lanzan una gama mayor de notas verdes que una esmeralda bajo del mar. Donde llega la orilla del eco del río y las voces tenores de las piedras o sus gritos agudos con una playa de aroma intemporal. La Estrella de la Virgen la Palma de las Islas Mauricio, el Xochicuáhuetl la Vergonzosa, el Floripondio, el Toloache y hasta el Mango, el Cafetal y los Naranjos de ombligo (invitados arraigados) saben del vuelo de las Hadas: ellas cantan sin voces parpadeos luminosos un código Morse secreto para llamar a su elección unísona cometas diminutos, segundos eternos cometen voces internas, constelación danzante, concierto de luceros sobre un mar asordinado de cigarras y grillos. Donde canta el silencio en la luz de la oscuridad.

Víctor Toledo: ENREDADERA Para Miguel Capistrán.

¿En dónde habitan las Hadas? Pasando las formas dragantes del Filodendro -con su tallo de boay el estático verde surtidor de Palma Sicca, mucho antes del Ficus Gigante que apresa la sombra de la sombra para encender con su brillo acerado una poza de luz, más allá de la sabia sangre del Sangregado del ob-seno color del Platanillo y de la exuberancia del Árbol Del Pan donde hincha de sueños su potencia el dios. En el sendero enmarañado de pequeñas linternas que va hasta el Cempaléhuatl: (treinta metros de altura y veinte de follaje dan una nube montaña donde pondré unas ventanas sobre la barranca). En donde la Pochota y el Guarumbo (guarda el rumbo de la rumba a la marimba y el sonoro perfume de la lluvia) la Escolopendra, la Ceiba y el biombo celeste del Ubero Cultura de VeracruZ

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