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FRIO INTENSO

REVERSIBLES

rรกpido Secado y Fast dr


Raid Columbia 8, 9 y 10 de mayo de 2015.

El Raid Columbia empezó a desandar su cuarta edición. A paso firme, cerca de 1800 corredores, pasadas las 9.30, iniciaron la competencia por el Norte argentino que busca recorrer un circuito de 70 km en tres etapas. Finalizada la primera jornada, el salteño Jorge García impuso el ritmo de la carrera, en 1h39m15, para unir la estación Chorrillos con el camping de Campo Quijano, localidad ubicada a unos 30 km

de Salta capital. “Estoy muy contento y feliz de haber ganado esta etapa que fue muy dura y pareja. Creo que mañana viene lo más duro. Espero poder seguir así porque los chicos corren muy fuerte”, contó García, tras cruzar el arco de llegada. Lo escoltaron, su coterráneo Damián Carrizo (1h40m24s) y el cordobés Pablo Ureta (1h42m43s). El recorrido permitió correr por las vías

del histórico Tren a las Nubes, pasar por túneles completamente oscuros y pequeños viaductos que los atletas pudieron disfrutar en toda su dimensión. Entre las damas, Virginia Gálvez (vencedora de la edición anterior del Raid) empleó un tiempo de 1h57m41s para quedarse con el enlace de 25 km. “La sensación de correr el circuito del Tren a las Nubes resulta increíble y fascinante. La etapa se hizo


SALTA-JUJUY muy dura porque Laura [Lucero] es una competidora de lujo que me exigió al máximo”, sintetizó Gálvez. La escoltaron la neuquina Laura Lucero (1h59m21s) y Delfina Álvarez (2h03m32s). Una vez que los participantes arribaron a la meta, los esperaba un campamento montado para la ocasión con más de 500 carpas y una cocina que les permitió deleitarse con empanadas salteñas, asado e hidratos de carbono para recuperarse del desgaste físico de la jornada. En su segundo día de competencia al calor de Norte argentino. Con largada en Tumbaya, localidad jujeña emplazada en plena Quebrada de Humahuaca, cerca de 1600 corredores disfrutaron de una etapa entre imponentes cerros multicolores para finalizar en Purmamarca. La travesía implicó bordear el Cerro de los Siete Colores en un recorrido de 22 km en el que se accedió a un máximo de 2820 metros sobre el nivel del mar. Otra vez, como en la jornada del viernes, el salteño José García comandó el ritmo de carrera para adjudicarse el enlace, con un tiempo de 2h01m36s. “Pude hacer una buena diferencia en las bajadas. Me sentí muy bien, pero se sintió mucho el calor”, explicó García todavía intentando recuperar el aire. Y añadió: “Todavía queda mucho porque si bien es corta la etapa de las Salinas [Grandes, en Jujuy] es desgastante”. A su lado, sentado al reparo de la sombra, el cordobés Pablo Ureta, segundo en arribar


carreras

(2h02m21s), contó: “Me costó mucho al principio. No sé si fue la altura. Venía sexto, muy lejos de los cinco primeros y traté de ajustar. Le tomé el tiempo a Jorge cuando llegó a la cima y me llevaba 45 segundos. Pensaba que en la bajada lo iba a poder agarrar, pero se me escapó”. Tercero llegó Domingo Lamas, en 2h03m03s. Entre las mujeres, lideró la neuquina Laura Lucero para completar el tramo en 2h25m38. De esta manera, Lucero pasó a liderar la categoría general de damas por menos de 30 segundos. “Hubo subidas en comparación con lo que nos tocó correr ayer. Me sentí más cómoda porque con las subidas y trepadas me siento a gusto. Estoy bastante cansada. No sé si me afectó la altura porque creo que, en realidad, ayer me exigí mucho para que Virginia [Gálvez] no se cortara tan sola en la punta”, dijo Lucero. “Para mi manera de correr, la etapa de mañana va a ser muy complicada porque implica correr en llano durante muy poco tiempo. Estimo que serán cerca de 40 o 45 minutos y en un periodo tan corto se hace complicado sacar ventaja de tiempo. Yo estoy

acostumbrada a otra cosa, pero voy a dejar todo para tener el mejor resultado posible. Y si no se da voy a estar muy conforme porque en los dos primeros tramos me esforcé mucho”. La cuarta edición de la competencia que recorre el Norte argentino buscando atravesar los pasos de la cultura andina tuvo su clausura en el desierto blanco que ofrecen las inmensas Salinas Grandes, de Jujuy, ubicadas a 3600 metros sobre el nivel del mar. Desde muy temprano, organizadores, corredores y familiares fueron arribando al área turística, tras un viaje de aproximadamente dos horas, provenientes de Purmamarca, Tumbaya y Tilcara, en otros pueblos que recibieron la afluencia de los 1600 corredores. El salteño Jorge García se alzó con el primer puesto de la general, con un tiempo acumulado de 4h23m18s. “Estoy muy feliz de ganar el Raid. Este año estaba con una pubalgia de la que me está costando recuperarme”, dijo el atleta de 35 años. Entre lágrimas, agregó: “Llevaba una buena diferencia y eso me permitió correr tranquilo esta etapa en las Salinas. Hoy sufrí mucho. No lo disfruté como el año pasado

o el anterior. Creo que la etapa más dura y compleja fue la de ayer”. Lo siguieron en el podio Damián Carrizo (4h27m04s) y Domingo Lamas (4h32m42s). Por su parte, la bonaerense Virginia Gálvez, que accedió en segundo lugar en la etapa, se quedó con la general damas, con un crono global de 5h19m31s. Tras cruzar la meta, Gálvez observaba el reloj y contaba el paso de los segundos. Recién cuando supo que habían transcurrido 30 segundos desde su arribo, con el puño en alto, festejó y dijo: “¡Ahora sí!” y se agachó intentando que el aire ingresara en sus pulmones. “Estoy muy feliz porque ayer sentí mucho la etapa. Me apuné un montón y tenía temor de no poder recuperarme. Ayer, Laura [Lucero] me descontó mucho y estaba a poco menos de 30 segundos”, explicó exhausta. “Lo más duro de hoy fue intentar no perder el aire, pero ayer (por el sábado) la mayoría sintió lo que la Puna puede provocarte. Por más que entrenes en cuestas, la Puna le toca a todos”, describió. La escoltaron la neuquina Laura Lucero (5h23m12s) y la salteña Delfina Álvarez (5h24m17s). Más información: www.raidandes.com


Jetas Año 13, N° 102 Como están los fieles lectores del suplemento más chismoso del mundo outdoor, aquí estamos con las fotos de los personajes mas relevantes de los últimos eventos en que estuvimos, en El Desafío al Río Pinto, El Raid Columbia, la segunda fecha del Campeonato de Kayak Aventura la fecha organizada por CNLP en La Plata Regata dos Ríos y el encuentro de Kayakistas de Martin Garcia, en todos lados con al borde y jetas, con uds, los protagonistas:


Jetas


XX Desafio al Rio Pinto Luego de un polémico final, la comisión organizadora de la 20º edición del Desafío Río Pinto determinó que Cristian Ranquehue fue el ganador del certamen. Fotos: María Cristina Orensanz – Ernesto Barnetche Luego de un polémico final, la comisión organizadora de la 20º edición del Desafío Río Pinto determinó que Cristian Ranquehue fue el ganador del certamen. “Se enojó Ranquehue porque faltando 200 metros veníamos los dos solos por el medio de la calzada y a dos metros de las vallas, me fui para el lado izquierdo y él me pegó un grito, quejándose”, relató el cordobés Juan Pablo Pereyra, quien

originalmente había llegado primero en la carrera. Finalmente, luego de corroborar la información, la comisión confirmó el reclamo de Ranquehue y lo coronaron como el ganador del certamen. En tercer lugar llegó Eduardo Vera con un registro de 2 h 45 m 48 s. Miguel Ángel Hidalgo fue el vencedor en la clase Elite superando a Walter Silenzi y a Germán Dohrman. La Clase Master A2 fue para el

riotercerense Franco Governatori quien finalizó por delante de Alberto Altamirano por tan solo 1 segundo en otra gran definición dejando tercero a Santiago Denicio. En Juveniles, el salteño Santiago Poma fue el más efectivo sobre Juan Martín Echeverría. Entre las mujeres, la pantera jujeña, Agustina Apaza, confirmó su dominio de los últimos años para quedarse con el Desafío por




sexta vez mostrando, una vez más, todas sus cualidades técnicas en este deporte. A la ganadora de las ediciones 2007, 2008, 2009, 2011 y 2014, le llevó 3 horas 14 minutos 4 segundos para retener su corona por sobre la caroyense Carolina Vanesa Maldonado quien culminó a 6.57 minutos de la jujeña quien ratificó que es la mayor represent-

ante del MTB de nuestro país. María Soledad Beccaglia quedó tercera en la categoría Damas A. La competencia puso a prueba a más de cinco mil ciclistas en las montañas de Córdoba a lo largo de 82 kilómetros por el valle del Río Pinto, para pasar por San Marcos Sierras, el lago del dique El Cajón y la Villa de San Esteban.

La competencia de este año resultó muy exigente por la gran cantidad de agua que traen los numerosos ríos y arroyos que hay a los largo de los casi 83 kilómetros de recorrido sobre el valle del Río Pinto. El resto del camino estaba en buenas condiciones, salvo el desvío por un sendero con mucha piedra que debió hacerse antes de llegar a


San Esteban, porque el río se comió parte del camino. Como siempre, el padre Joaquín bendeció a todos los participantes... pero él también fue uno mas de los que arribo a la meta mas allá de un resultado deportivo. “La intención es acompañar y hacerlo desde un lugar de fe”, contó Joaquin Gersicich, correntino y de

36 años, un franciscano de la Orden de los Hermanos Menores Capuchinos que está a cargo de la Iglesia San Roque en La Cumbre. Otra vez fue numerosa la presencia de corredores de otros países. Hubo 421, de los cuales 326 eran uruguayos, la cifra más numerosa de los visitantes. También hubo de Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, México,

Estados Unidos, España, Alemania y Taiwán. Los taiwaneses fueron ocho y llegaron con el embajador en Argentina. La Odisea de los Andes. Se presentó en el marco del Desafío del Río Pinto el cruce de los Andes desde Las Leñas, Mendoza, hasta Santa Cruz, Chile, por El Paso de las Damas. Serán 210 kilómetros por la


Cordillera y el corredor puede elegir esa versión: la de 172, 65 ó 25 kilómetros. Es non stop, con lugares de descanso y cada uno decide dónde parar. Unas 20 mil personas había en La Cumbre, entre corredores, acompañantes, público y personas vinculadas a la organización y la feria. Tuvieron varios problemas: la

falta de señal de telefonía móvil, la caída de los servicios de Internet y la tremenda congestión de la ruta 38 por el cierre del Camino al Cuadrado. No dejes de visitar nuestros albumes exclusivos en www.facebook.com/ revista.alborde

Clasificación general masculina 1°) Ranquehue, Cristian Manuel (Bariloche) 2:43:04 (30.172 Km/h) MÁSTER A1 2°) Pereyra, Juan Pablo (Córdoba) 2:43:05 (30.169 Km/h) MÁSTER A1 3°) Vera, Eduardo (Rosario) 2:45:49m (29.671 Km/h) MÁSTER A1 Clasificación general femenina 1°) Apaza, Agustina ( Jujuy) 3:14:04 (25.352 Km/h) DAMAS A 2°) Maldonado, Carolina ( Cordoba )3:21:01 (24.476 Km/h) DAMAS A 3°) Fernández, Lorena (Río Negro)3:27:50 (23.673 Km/h) DAMAS B



kayak

10º Encuentro de kayakistas

Isla Martín García 2015

Impresionante la convocatoria del 10º Encuentro de

El año pasado el Team al borde compuesto por Juan y

Kayakistas Isla Martín García, más de 400 palistas

Ernesto Vasco Barnetche, realizaron su segunda travesía

se congregaron, en el ya tradicional encuentro. Unas

a la isla, con derrotero Puerto de Escobar – MG – San

pascuas inolvidables, pasamos todos los que nos dimos

Isidro, este año volvieron a partir de San Isidro, pero con

cita en la Isla. Charlas, clínicas, presentación de nuevos

derrotero distinto de la primer travesía, a continuación la

productos, una fiesta inolvidable con muchos sorteos,

experiencia vivida.

que gracias a los sponsors atrajo a tantos palistas.


Otro año, otra Travesía a la Isla Martín García, junto a mi hijo Juan, el lugar de partida esta vez fue Club 7, San Isidro con el grupo que salia del Club Tribunales, de Alejandro Rovagna, la partida estaba prevista para el miercoles 1 de abril, a la mañana temprano. El miercoles 7hs, Club 7, San Isidro, cargamos los kayaks distribuyendo, la comida, ropa y carpa entre los dos kayaks, Juan M&G Lacar (4,5) y yo

M&G Santa Cruz (5,2), zarpamos a las 8hs por el Río de la Plata, con corriente en contra, proa a la isla Zarate, eramos integrantes de la flota de Alejandro Rovagna (Capitán) junto a otros palistas, Kau, Gery, Armani, el GPS del Capitano nos marco rumbo al WP S34 22.564 W58 26.958, en el camino nos juntamos con mas palistas que salieron de Tribunales Capitaneados por Pablo Rodriguez, Goyco, Sergio y Pablo, el

WP nos llevaba a la playita de la Isla Zarate y el Canal Emilio Mitre, donde paramos a tomar unos mates. Continuamos bordeando la Isla Zarate por el Río de la Plata con muy poca agua, tuvimos que bajarnos de los kayak y arrastralos, teniendo cuidado de no pisar alguna raya. Paramos a almorzar en el WP S34 19.656 W58 26.207- cruzamos el Parana de las Palmas y Bajos del Temor en linea recta con ola de


kayak

frente de lindo tamaño para alegrar el día, rumbo a la boca del Diablo WP S34 15.916 W58 26.184, al cual arribamos sin mayores inconvenientes veniamos muy bien con el tiempo y solo nos quedaban los 6km hasta el Ipacarai el camping de Julio en el Diablo y Mini. Ya sabemos que la comida del camping de Julio es muy buena, asi que decidimos no cocinar y nos comimos unos fideos caseros cortados a cuchillo con una bolognesa impresionantes, todo eso regado con mucho Almahuar Bag in Box, que habiamos llevado para degustar. El jueves nos levantamos bien temprano para aprovechar bien el dia y tratar de agarrar los Pozones del Barca con agua, porque estaba

pronosticado viento norte y una gran bajante, descendimos el Mini hasta la desembocadura del Rio de la Plata y nos mantuvimos por la margen izquierda de los Pozos del Barca Grande y cuando nos fuimos quedando sin agua empezamos a cruzarlo para encontra el Canal Lancha Petrel, WP S34 11.611 W58 19.694, aca estuvimos bastante tiempo tomando unos mates y recuperandonos del gran esfuerzo de la corriente en contra, nos faltaba cruzar el Canal Buenos Aries y llegariamos a la Isla! Teniamos corriente a favor asi al medio dia llegamos a Martin Garcia. Primer etapa: 35km primer dia y 19 el segundo

Para el regreso, como del año pasado teniamos programado, salir mas relajados y mas tarde haciendo la vuelta en dos dias, con una parada en el Fondeadero. A las 11hs estabamos partiendo rumbo al Canal Lancha Petrel, con muy buen tiempo y corriente a favor viento a favor, con una interesante ola gracias a la sudestada que nos acompaño todo el día, continuamos por el medio del Barca Grande para aprovechar la corriente a favor hasta la desembocadura del Parana Mini, estiramos un poco las piernas en el Camping Ipacarai del Diablo y nos comimos otros fideos de Julio (habremos estado ahi dos horas, aca perdimos mucho tiempo). Seguimos por el Diablo, los Bajos con mucha ola de



kayak

costado, Suecos, remontamos el Parana de las Palmas para cruzar al Honda, rumbo al Fondeadero llegamos alrededor de las 18:30hs. Aca deliveramos de volver de un tiron a San Isidro, estaba muerto pero el Río estaba muy alto y con una sudestada importante, teniamos miedo que siguiera creciendo y no tener lugar para acampar. Asi que descansamos 30’, nos abrigamos, nos calzamos las linternas y continuamos a mi ritmo (ritmo lástima) por el Honda, Urion, San Antonio en una noche espectacular, la sudestada no se sentia porque estabamos al reparo de los Sauces, pero al llegar al Río de la Plata el cruce se puso muy divertido con olas que nos pasaban por arriba de la cabeza, se me disparo la adrenalina y se me fueron los dolores, llegue antes que todos los que me venian aguantando hace apenas un ratito. Arribando al Tribunales a las 21:30hs del sabado, estaba muerto luego de estar 12hs de travesía y 54km de un tiron, nos abrazamos con Juan y Omar Lopez que fue del grupo a la vuelta al arribar a Club 7, estabamos felices por otra travesía completada juntos con mi hijo.

Agradecimientos: A M&G Kayaks, por proveernos siempre del mejor equipo para las travesias (www.mgkayak.com.ar), a Tienda Filo-Sur, por alimentarnos (www.filo-sur.com.ar), Julio del Camping Ipacarai, Martin del Hostal & Camping Escuela de Grumetes, al CANE por organizar semejante encuentro y Almahuar (www.almahuar.com.ar) por confiar en nosotros y demostrar que el Bag in Box es insuperable para tomarse unos buenos vinos en cualquier lugar por mas inhóspito que sea. Datos Utiles: Los puntos para acampar mas elejidos son: El Fondeadero – tel 011 4728-0428 (Canal Honda y Arroyon) Club Motonautico – tel 011 4728-2277 – cel 15 6212-6814 (Parana Mini y Chana) Recreo Ipacari – tel 011 4749-0491/47284971 – cel 15 3552-1016 (Julio) (Parana Mini y Diablo) Camping Isla Martin Garcia - campingislamartingarcia@hotmail.com - Tel. (011) 4728-1832 / 1550580114 (Piki o Germán) 1561594193 / 1535529815 (Alberto) Hostal & Camping Escuela de Grumetes: 116959-1738 / 115120-2565 / 1162453381

hostalycampingimg@gmail.com CANE - Isla Martin Garcia: (011) 1166229486 / (011) 1555664946 - cane. img@gmail.com - www.canemartingarcia. com.ar Way Points para el GPS boca del Diablo y Bajos del Temor S34 16.052 W58 26.207 Mini y Diablo S34 13.753 W58 24.787 Boca del Mini al Río de la Plata S34 13.617 W58 23.627 Frente al Canal Lancha Petrel S34 11.889 W58 21.300 Barca y boca del Lancha Petrel S34 12.070 W58 19.947 Petrel y Canal Buenos Aires. S34 10.996 W58 18.879 Isla MG S34 11.336 W58 15.419 PNA - Lista de Dependencias Utiles Campana- 03489-422055 San Isidro- 011-4513-0200/01/02 Tigre- 011-4512-4905/07 Martín García- 011-4318-7511 Guazu Guazucito- 011-4728-1245 Olivos- 011-4512-1021 Escobar- 03489-460103/465103 Chana Mini- 011-4728-1877 Dique Lujan- 011-4728-0306 Canal San Fernando- 011-4512-4003 Braga- 011-4728-1725



Aldo Riveros guía UIAGM de Bolivia, contrata a Fernando para transportar a él y su cliente un francés corredor de “Carreras de Aventura” Franck Ducert, mas un grupo de asistentes (Zenobio y Norberto) al V Llullaillaco , por la ruta Sur. Luego de un programado proceso de aclimatación (ver parte 1º, en al borde Nº 184, se puede leer en www.alborde.com.ar – sección montañismo – Noroeste Argentino). Luego de armar el campamento base a 5030msnm, portearon la carga y armaron el campamento de altura a 5900msnm. Desde donde atacarán la cumbre...

Texto: Fernando Santamaría

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SEGUNDA PARTE


12/11 amanece como siempre, ventoso, frio, con un cielo azul que aturde, despejado, con el sol pegando de lleno en las carpas. Hoy debemos marcharnos a la altura, hoy vamos al campo dos desde donde seguramente mañana intentaremos la cumbre. Los preparativos llevan un par de horas, pero a media mañana con el sol bien arriba ya estamos listos. A punto de marcharnos ya, Aldo me pide que abra la camioneta para dejar las pertenencias de Franck. Porque traigo a colación esto?... porque aquí las llaves de la camioneta comenzaran a tener un rol muy importante en el resto de la expedición. Quito la alarma, Aldo guarda los petates y vuelvo a cerrar, guardo las llaves, y por mi cabeza pasan mil y una ideas, donde las dejo… las llevo, las guardo en la mochila, o las dejo ocultas por aquí en el campamento… todas estas frases pasan por mí, pero ninguna se queda y del subconsciente pasa al consiente y obvio a mi mano para tomar una decisión. Finalmente las guardo en el profundo bolsillo de la campera de Duvet y me dispongo a salir, ya no volveré a pensar en las llaves ni a tener y tomar consciencia de ellas. Delante mio ya van Aldo y Franck, Zenobio y Norberto terminan de armar esas inmensas mochilas en las que seguro va de todo para arriba. Comienzo un lento andar, mientras Aldo y Franck se alejan lentamente pero tomando distancia de mi, lo interesante es que me siento bien, que no voy agitado y que mantengo un ritmo, el mio, no tengo otro, no podre cambiarlo a esta altura y en esta montaña, es asi, vengo asi y seguramente asi iré hasta la cumbre. Pasaron un par de horas y aquel interminable campo de piedras finalmente acabo. Con el sol a pleno, pegando de lleno en mi rostro veo finalmente las carpas en el Campo de Altura, obvio que han llegado, ya casi han terminado de armar el campamento, solo están terminando los detalles de la cocina, Franck ya descansa en su tienda y los preparativos para la cena se están acelerando, y eso que es media tarde aun. Aquí quiero detenerme porque cuando vacio la mochila, aprovecho y le quito el sombrero, el techo de la mochila que en la marca que yo tengo sirve como “riñonera”, la vacio y la dejo en el piso de la tienda, aun recuerdo haber visto el gancho para llaves que tiene dentro, indispensable en estos momentos. De los bolsillos extraigo todo lo que tengo, lápiz de labios, protector solar, los anteojos, la linterna frontal y las llaves del auto, si las

llaves de la camioneta, han venido conmigo hasta aquí, una locura que pagare muy pero muy cara. Coloco todo esto en la tela transparente, tipo rejilla que cuelga del techo de la tienda, veo las llaves, una y otra vez las miro, es como si en el fondo de mis pensamientos hubiese una señal, la señal del cuidado, de lo tremendamente inseguro de que estén ahí, no deberían haber llegado hasta aquí, y si fue asi pues este debió haber sido el momento en que tendría que haberlas tomado y colgado del gancho que está en la mochila. Pero no lo hice y esto sería motivo de arrepentimiento. Aun queda algo de luz en el horizonte, la noche es solo cuestión de minutos, y la luna de algunas horas. Hace frio, y se notan los 5860 m en los que está emplazado el campamento. Enfrente, brillante y esbelta la “Cara Sur”, y su gran canal nevado, por ella estamos aquí, por ella iremos mañana. Deben haber sido cerca de las diez de la noche cuando finalmente me quedo quieto e intento dormir, no he tomado nada esta noche, y ya dije porque, creo que la apnea se acrecentó con el ansiolítico. Entre luces rojas, y rayos de plata de esa porción de luna que aún queda, paso la noche, creo que descanse aunque no puedo precisar cómo ni cuánto. Pero finalmente había pasado, y escuche las voces pronunciando mi nombre e invitándome a levantarme. Son las cuatro de la madrugada, no corre viento, todo está en calma, apenas el bullicio del desayuno entorpece la monotonía de la madrugada con su oscuridad y su silencio sepulcral. 13/11 Me visto rápido, salgo y ni siquiera presiento si hace o no frio, me zambullo de nuevo en la tienta de mis amigos y desayuno opíparamente. Sera una jornada larga, seguramente cansadora y me preparo para tal situación. Intercambiamos opiniones de la ruta y del plan y me invitan a que salga antes que ellos, cosa que de inmediato hago. Vuelvo a mi carpa, tomo todo lo que había ordenado la noche anterior, algo de abrigo extra, algunas barras energéticas, los protectores labiales y solar, una botella con “Fanta” a la que agrego un “beroca”, las linternas frontales, una puesta y la otra en la mochila, los grampones y salgo. Me apure mucho, entre la ansiedad y el pedido de mis compañeros sé que me apure… Seguramente este momento es crucial para el futuro, quizá aquí tome conjuntamente con la linterna frontal las llaves del vehículo, o tal vez con los anteojos, quizá las coloque en el bolsillo frontal de la campera de Duvet, vaya uno a saber. Creo que deben haber sido así los acontecimientos que a la postre harán que pase y haga pasar a mis amigos, momentos de zozobra. Salgo de la tienda a las 5.15 am, es noche cerrada aun, solo el brillo del glaciar iluminado por la luna me indican la dirección a seguir. Emprendo la marcha, tranquilo, apenas una brisa gélida acaricia mi rostro o lo que queda de él al descubierto, camino tranquilo siguiendo el rasguido de los grampones en las piedras, que solo se silenciaran cuando se entierren en la nieve. Comienzo lentamente el ascenso, el glaciar aquí apenas tiene unos 30º y se levanta por delante mio casi sin final. Cada tanto doy vuelta la vista y veo las tiendas iluminadas por debajo, no debe faltar mucho para que salgan, tampoco para que me alcancen. Estoy subiendo lento, controlando mi respiración y en zigzag, mientras a lo lejos en el este el horizonte pálidamente se va tiñendo de rojo, un rojo azulino extraño, aun brillan muchas estrellas en aquel firmamento negro infinito.

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No tardan en alcanzarme y también en superarme, van casi rectos glaciar arriba, encordados y a muy buen ritmo. Paro hago un descanso y observo que tengo un solo mitón, el otro ha desaparecido, me maldigo una y mil veces porque sería la tercera vez que pierdo uno por no atarlos a mi campera… me consuelo con que no hace mucho frio, y me preparo mentalmente para soportarlo con mis dos pares de guantes. Antes de seguir miro hacia el este y por debajo mio viene alguien, no sé si es Norberto o Zenobio, pero le grito de inmediato que se me ha caído un mitón… parece escucharme, pero en la noche todo es blanco o negro, nieve o rocas… no hay mucho para elegir, el mitón es negro… una piedra mas en el glaciar. Prosigo la marcha y en un rato mas ya tengo a mi compañero a mi lado, es Nolberto, que me saluda y devuelve el mitón, increíble, lo encontró, quizá el que no haya viento ayudo a que el descenso del mismo fuera lento y en su dirección. Qué suerte. La mañana parece despuntar definitivamente, ya el cielo es celeste intenso y el horizonte y el salar del LLullaillaco ahora son mas rojos que nunca, las estrellas van desapareciendo a medida que el cielo negro se transforma en azul. También he visto pasar a Zenobio, mas lejos de mí, mas tirado a la derecha, a la parte sombría del glaciar, va a una velocidad inusual, me quedo extasiado mirándolo como sube, casi como si no existiera la pendiente. Por debajo ya la luz ilumina las tiendas, he subido cerca de 250 o 300 metros en poco más de una hora, lo que me alienta a saber que voy bien, que mis amigos son sobrehumanos y que no debo mirarlos más y mucho menos compararme con su ritmo. Ellos ya están por encima de los 6100 metros y apenas esta amaneciendo. Despunta la mañana, inmaculada, todo se ilumina, cientos de montañas me rodean, ahora casi todas más bajas, lejanas y sin nieve, pronto el sol me dará de lleno. El Glaciar cruje debajo de mis grampones, ahora hace mas frio y la tenue brisa es gélida, ha salido el sol, mis pies siguen fríos, no logro hacerlos entrar en calor, por momentos mis manos se entumecen, unos cuantos grados bajo cero están haciendo, pero mantengo mi

cuerpo caliente y no dejo de subir. El glaciar está cambiando de pendiente, ahora ya está por encima de los 40º y sube y se para por delante mio, un poco más aun. Lejos muy por arriba mio veo a los cuatro, casi terminando esta primera porción del glaciar, muy cerca de donde se bifurca en dos brazos. Ahora el sol me da de lleno en el rostro, deben ser cerca de las 8 de la mañana, el glaciar se ilumina por completo y solo la arista derecha permanece en sombras, paro, bebo algo, esta exquisita la bebida, Zenobio le había puesto agua caliente, con lo que está a una temperatura soñada para esta altura, tomo un par de sorbos y vuelvo a envolverla en un par de medias. Abro el bolsillo de la campera y saco mis anteojos, es hora de colocarlos, de aquí en mas el sol hará estragos en el glaciar y la luminosidad es peligrosa para transitar sin ellos. Este fue un punto de inflexión, seguramente aquí, si las llaves estaban con los anteojos, al sacar el estuche se cayeron y si cayeron sobre la nieve nunca las oí…. Creo que fue así y si no trate de imaginarme lo más real posible la situación. Ya no puedo distinguir las tiendas, ahora he alcanzado la bifurcación, veo que mis amigos han tomado el brazo más largo, el de la izquierda, es algo mas empinado que el de derecha pero apunta directamente a las torres de piedra de la cumbre. Van escalando en forma “directísima”, es un placer verlos subir, me deleita tanto verlos, como ascender yo, me siento muy fuerte veo que ya no me agito al subir, que el glaciar ahora ya tiene unos 45º grados y voy superándolo tranquilamente, levanto la vista y veo como se pierde como un gran tobogán debajo mio, que las torres como rascacielos grises de acero se levantan delante mio, han empezado a aparecer muy por arriba de la cabeza del sarcófago y van cambiando de tonos, desde unos pálidos, bayos, hasta los más grises negruzcos de la cumbre. De pronto el glaciar hace un descanso y aparece un cambio de pendiente, con muy poca nieve y veo que las huellas se pierden hacia arriba hasta chocar contra ese inmenso monolito de piedras grises que simula ocultar la cumbre. Me detengo y analizo la situ-



ación, indudablemente que hay dos opciones: o subieron escalando las paredes de rocas o se han vuelto junto a la pared y han tomado el filo que por detrás supongo debe ir a la cumbre, el que me mostró Gustavo en fotos. No me pongo a pensar mucho, mi decisión o mi ruta son las que vi en fotos, esta escalada no es para mí, asi que sin pensarlo mucho comienzo una travesía a través del glaciar en dirección al noreste hasta alcanzar el filo, debo pasar por entre las grandes torres bayas, se ve un paso muy claro y seguramente ahí tendré el filo cumbrero. Cuando termino de cruzar, llego a esas areniscas, me quito los grampones y comienzo tranquilamente a subir rumbo al filo, atravieso las grandes torres y el norte completo aparece delante mio, el sarcófago a la derecha muy por debajo y al frente un collado que une las ruinas de los 6500 con el filo cumbrero. Gran sorpresa me llevo cuando los veo ahí, a los cuatro tirados, descansando, pronto me ven y nos hablamos a los gritos. Les hago llegar saludos y felicitaciones de mi parte cuando me dicen que ya hicieron cumbre, que están volviendo, miro el reloj son las 12…. ¡Que bárbaro!, a qué hora habrán hecho cumbre, son increíble estos tipos… prosigue la conversación, me dicen que han decidido “bajar al campo base”, que estoy a una hora de la cumbre, que vaya tranquilo, y les retribuyo mis felicitaciones por su aliento. Les pido que me bajen la carpa, y asienten con la cabeza. Vuelvo a agitar mis brazos, los despido, me coloco los grampones, y voy por el ultimo tramo, un buen nevé me separa del filo cumbrero, sé que estoy muy alto que no hay mucho mas para subir. No bien comienzo a escalar el nevé casi en forma recta comienzo a ver algo de las ruinas y de la plataforma de oración y ofrecimientos donde

estaban enterrado los niños. Pronto cruzo el glaciar, no me alcanzo a dar cuenta en que momento ya estoy caminando por las piedras con los grampones rechinando y desemboco en la puerta de uno de los dos recintos de la cumbre, que emoción tan grande, vuelvo a ver los palos brillantes, casi barnizados que emergen de la vivienda, el dintel de piedra, y la perfección de la construcción, todo me resulta tan familiar, me abruman los recuerdos de cuando llegue con Dario aquí y no podía creer lo que estaba viendo, también aparecen mis amigos del 2006, incrédulos y sorprendidos por las construcciones, si construcciones a 6715 metros, las más altas del mundo, únicas, Incas. Me quito la mochila, la dejo junto a unas rocas, también los grampones y asciendo solo acompañado de la cámara, el tramo final, son esos 15 0 20 metros que entre piedras desparramadas salvajemente por todos lados, me separan de la cumbre. El sol pega de lleno, el viento es apenas una fresca caricia, si hasta me permite abrir la campera, pero que no me permite quitar los guantes, a pesar del sol hace frio, lo presiento, lo palpo, mi cuerpo está caliente pero sé que estoy a 6730 metros….y a esta altura hace frio. Unos pasos más y veo la caja del Banco de Chile brillar ahí entre las ultimas piedras, camino sobre la gran roca gris quebrada y me arrodillo, no estoy abrumado por la emoción como otras veces, esta vez una rara quietud me invade, estoy tranquilo con una extraña paz, me siento y comienzo a mirar en 360º, estoy solo…. si….completamente solo, miro el reloj, las 12,20 hs. es decir que todo este tramo y relato que parecía me llevaría una hora como me dijeron, lo había hecho en tan solo 20 minutos, si 20 minutos desde donde estaban los amigos. Me siento en la cumbre, espero que mi corazón recupere el ritmo y


abro el maletín metálico, veo el cuaderno, prolijamente conservado, lo abro y lo primero que encuentro es la pagina final donde mis amigos han sellado su testimonio y colocado unas tarjetas personales, veo que han hecho cumbre a las 11 hs. que locos, han ascendido en 5 horas desde el campo de altura a la cumbre, dos horas exactas menos que yo, que me alegro de haber hecho un tiempo de 7 horas, lo normal, y no puedo no tentarme y reírme solo. Escribo en el cuaderno, tomo fotos, me tiro un rato de cara al Sol, agradezco a Dios estar aquí, asi de bien, asi de solo, busco en mi bolsillo, en ese donde debieron estar las llaves, extraigo una imagen de La Virgen de Las Nieves, esa estampita, como les conté que me regalaron los dos Ale’s de Malargüe, leo por última vez su oración del dorso y la coloco en la vieja caja metálica donde está el primer libro de cumbre. Me hubiese gustado permanecer más tiempo aquí, pero el viento ahora es un poco más intenso, entonces solo atino a tomarme unas fotos con mi cámara, me cuesta un poco, no es solo cuestión de colocar la cámara con el dispositivo automático de disparo y luego correr hasta la posición, son 6739 m, igual lo hago tres veces y finalmente desciendo esos 15 o 20 metros hasta las construcciones para comer algo. Recorro las ruinas tomando fotos de ellas, y camino lentamente hasta la explanada ceremonial, la vista en dirección Norte es perfecta, si hasta podría decirse que indica el camino recto a Cuzco, viendo esta disposición aunque no soy arqueólogo ni mucho menos, no hay duda que esto fue un “Altar”, un lugar único de oración, de ofrendas, de ceremonial. He perdido la noción del tiempo, sigo tomando fotos en cuanto la vista me da, hacia un lado hacia el otro, puedo divisar perfectamente la ruta del “Cementerio”, también la del “Sarcófago”, el collado por donde ingresaron y construyeron el “Tambo”, creo que

se llama Quebrada de “Las Zorritas”, las construcciones que están a 6500, y todo lo que esta montaña sagrada ofrece. Antes de volver a colocarme los grampones, miro hacia la cumbre por última vez, vuelvo a agradecer a mi Dios y al de los Incas, el Sol, la Luna, y a la Madre Tierra”, que me ha permitido una vez más entrar aquí, a esta morada de ellos, los Dioses, a este lugar Sagrado de Los Incas y valla a saber de que otras culturas. He sido una vez mas muy bien recibido y debo como mínimo un agradecimiento. Me despido y comienzo el descenso. Son las 13,30 hs. un largo camino se presenta y me espera por delante. Desando el nevé, cruzo las areniscas, también las torres, vuelvo la vista y veo las pisadas de mis compañeros hacia las torres, también diviso las mías y comienzo a desandar el camino. Advierto que el brazo corto tiene más nieve y me dirijo a él, y ahí también veo huellas de mis amigos y las sigo casi en línea recta hacia abajo, lo hago con atención, muchas piedras vuelan desde el filo, este brazo es más peligroso a esta hora, pero ya estoy en él y voy a buen ritmo hacia abajo. Pronto termino el glaciar y me uno al otro, por el que vinimos, más ancho más cómodo y sigo casi sin detenerme rumbo al campamento. No ha pasado mucho tiempo y ya diviso las tiendas, mejor dicho mi tienda, es la única que queda y veo movimiento en torno a ella, son Norberto y Zenobio que están desarmando el campamento, y ahora le toca a mi tienda, pienso, que bueno no tendré que cargar con ella solo con su contenido. A esta altura del día ni pienso en las llaves, para mi están en la tienda y solo deseo que los amigos cuando desarmen la misma junten absolutamente todo lo que ahí deje. Estoy muy lejos todavía del coll, y son miniaturas mis amigos trabajando allá abajo. La tarde se ha instalado, el clima está muy bueno, bajo abrigado pero sin frio, me he quitado una campera (capa intermedia) y solo bajo con el interior y el Duvet.


En un descanso veo que mi tienda ya no está y que mis amigos tampoco, por lo visto ya iniciaron el descenso. Deben haberme visto como yo los vi a ellos y apuraron el trámite de descender, ellos deben llegar al base, armarlo y atender a Aldo y Franck, yo solo tengo que recoger mis cosas y continuar, voy calculando las horas que me quedan y seguramente estare reuniéndome con ellos cerca de las 19 hs. es el tiempo que he calculado para desandar lo hecho. Lentamente, paso por paso voy dejando atrás todo el glaciar, llego al pedrero, me quito los grampones y finalmente me dejo caer en unas piedras a descansar, ahí donde estuvo hasta hace un rato el campo de Altura. Miro a mi alrededor y se han llevado todo, absolutamente todo, solo me han dejado un “tupper” con unos sándwich, una bebida y las bolsas de residuos, nada, no tengo nada de peso extra que transportar, son increíbles. Descanso unos diez minutos, recojo mis cosas, ato las bolsas de residuos y me preparo para el descenso final. Siento el cansancio pero bajo muy feliz, disfrutando de aquel paisaje infinito, bello, con los colores resaltándose cada vez más, con los últimos rayos de luz dorándolo todo, con los ojos empapados en paisaje. Me recojo en el silencio de las aristas y en cada uno de mis pasos, no quiero ni golpearme ni lastimarme un pie, cada tanto paro miro, contemplo el paisaje y prosigo lentamente, paso tras paso. Han ingresado nubes que de dan un tono fantasmagórico al paisaje y por momentos golpean mi cara finos copos de nieve, más parecidos al garrotillo típico de los Andes Centrales. En cada uno de los descansos, que son pocos y muy cortos, busco en la gran planicie el campo base, no puedo ver las tiendas y tampoco la camioneta. Poco antes de que el reloj marque las 19 hs hago mi arribo al Campamento, ya está listo, la carpa comedor a full y la de Franck bien

dispuesta a su lado, en el lugar de la mía yacen todas mis cosas, y la carpa sin armar, que bueno pienso, dormiré en la camioneta, aun no venia lo peor, aun suponía que las llaves estaban dentro de la carpa. Irrumpo en la carpa y saludo a mis amigos y los felicito por la cumbre, y les exijo una cerveza, que me dan a regañadientes mientras ríen, que placer, esta helada, como esperando en la barra de un bar. Mientras bebo le pregunto por las cosas a Norberto, y sobre todo por las llaves, pero me dice que no vio llaves en la tienda, pero igual supongo que están dentro porque no han sacudido ni limpiado la tienda, solo la envolvieron y la bajaron, también llevo mi mente a otro lugar, el saco de dormir, quizá las deje ahí dentro o tal vez en la campera impermeable, hay mil lugares dentro de la tienda donde pueden estar… pero es tarde, empiezo a presentir lo peor, y en pocos minutos abandono la cerveza y comienzo una intensa búsqueda que no tendrá frutos, las llaves desaparecieron en las entrañas del Llullaillaco. Mis amigos me llaman, me dicen que no busque mas, que no pase frio que ya van a aparecer, y no me lo creo, solo sé que están consolándome y que están tan o más preocupados que yo. Sale Norberto, me ayuda con la tienda y en pocos minutos la armamos y desparramo dentro todo lo que tengo, que no es nada comparado con las llaves, ya sé que dormiré otra noche aquí y no en la camioneta, sino que ni siquiera sé que haré mañana cuando todos nos querremos ir de aquí… Dios por momentos tengo taquicardia. Mientras cenamos la conversación vuelve a derivar en las llaves y Norberto me ofrece volver mañana al campo de altura y buscarlas, y asiento con la cabeza como si estuvieren allí. Pero créanme que ha sido el peor momento en toda mi carrera como Andinista, en toda mi vida como montañista, nunca he pasado un momento como este.


Con algunos últimos consuelos e intentos de cobijarme, mis amigos me despiden, y vuelvo a aquella cárcel de color naranja, esa que esta noche me hará sentir que soy un pobre infeliz que está a merced de Dios. Como todas las demás noches casi no dormí y cuando finalmente el cansancio me venció, desperté sobresaltado pensando en las llaves y no sé si soñé pero las vi en la basura. Me vestí, me puse el calzado y salí de la tienda, era la madrugada, hacia mucho frio, no corría viento y la noche era un espectáculo dantesco, de plata y estrellas, de luna y soledad, casi que ni pude disfrutar aquello, entre el frio y el miedo que sentía, la intranquilidad que me daba el accidente, busque en todas las bolsas de basura. Cada vez me convenzo más que me las lleve a la cumbre y las perdí en el camino…. Cada vez me voy convenciendo más y más de eso… Volví a la tienda y me deje caer, rece, me encomendé a Dios y creo que en algún momento me dormí finalmente. 14/11 la mañana irrumpe bella como nunca, no hay viento, el gran valle del este ya está lleno de luz, los rayos del sol atraviesan la camioneta y ya dan en la tienda, tengo ganas de seguir en la bolsa, quiero recuperar ese sueño que tengo tan atrasado y maltrecho. Pero ya están moviéndose al lado asi que me preparo para salir pronto de la tienda, tengo que resolver el tema de las llaves, fue mi primer pensamiento al abrir los ojos, no puedo pensar en otra cosa. Desayuno casi en silencio, rápido, apurado, intento no demostrar mi preocupación, mi angustia por lo que está por venir. Norberto vuelve a ofrecerse para buscarlas arriba, Zenobio me tranquiliza diciéndome que vamos a salir, que ya encontraremos la forma, que no me preocupe. Les pregunto porque están tan distendidos, porque anoche cuando yo casi lloraba como un niño en la tienda ellos reían alegremente antes de dormirse. Comienzan a salir de a uno de la tienda comedor y se acercan. El primero es Norberto que me dice que no va a subir, porque ha visto que en realidad yo no estoy seguro de haberlas visto en el campamento y que Zenobio y el abrirán la camioneta y verán cómo solucionar el problema, bajo la cabeza, asiento y les doy ideas sobre cómo abrir el vehículo, es la segunda o tercera vez que tendré que abrirlo de esta forma. Una vez con Dario Bracali en San Antonio de Los Cobres cerré la puerta con las llaves puestas y el vehículo en marcha. Dario con una velocidad y una practicidad digna de un punguista la abrió en un par de minutos. La segunda vez en la puerta de casa, cerré y se bajaron los seguros, y lo mismo, el vehículo andando, entonces llame un cerrajero y en 10 segundos la abrió… esta vez espero que sea igual de fácil. No necesariamente fue asi, insistimos con esos dos métodos y ninguno dio resultado, uno nuevo tenia Zenobio bajo la manga, con un alambre que encontró, hizo girar la manija del vidrio y abrió la puerta, la más difícil uso, pero logro abrirla. Paso uno superado.

Vamos al paso dos: hay que desconectar la alarma que suena sin parar… Zenobio revisa todos los fusibles, encuentra uno distinto, lo desconecta y ya está… la alarma no suena más. Paso dos superado, Y ahora?... el paso tres, hay que ver los cables para poder ponerla en marcha. Este paso ya llevo un par de horas más… conjuntamente con Aldo desarmaron la parte plástica del tablero y fueron desconectando enchufes y cables, casi ni miro, casi que no quiero ni meter la cabeza en el habitáculo, no quiero mirar, no quiero ver qué sucede con el vehículo, aunque a esta altura del partido ya no me preocupa lo que se rompa, solo quiero que podamos irnos. De pronto me piden que conecte la batería y de repente siento como le dan arranque, pero no puede arrancar ha estado tres días a la intemperie y con noches con algunos grados bajo cero, hay que calentar valga la redundancia los calentadores, este es un vehículo a gasoil, no naftero, asi que les enseño como hacerlo, le damos arranque y si… si está en marcha, asi que la dejamos que caliente el motor, casi lloro de la emoción, ese ronronear del motor, único de una Toyota, me devuelve la sonrisa y la felicidad, estamos tan cerca de marcharnos, paso tres superado con creces. Pero de pronto cuando todo era jubilo, Aldo nos dice que se ha trabado el volante, y eso solo lo puede hacer la llave o algo similar que lo destrabe desde el tambor, donde se colocan las llaves. Finalmente como a las 11,30 o 12 hs el tambor cedió y el volante circulo en forma normal, ya estábamos listos para partir, solo hicieron falta alguno minutos para cargar el gasoil, redistribuir las cargas, tapar la caja con la lona, atar la pala y el pico al paragolpes trasero y partir, si partir, parece increíble, pero vamos a irnos de esta montaña, nuestros sueños ya están volando por sus aristas, jugando por sus glaciares, pero nosotros tenemos que irnos de aquí, ya nada tenemos que hacer aquí. El ronronear del motor Toyota se hizo presente en el silencio que los cinco guardábamos en el interior del vehículo, Zenobio, Aldo y Norberto se turnaban bajando y subiendo a ella, indicándome el mejor de los caminos para descender hasta la huella. Fuimos viendo distintas opciones hasta que aparecieron viejas huellas que me fueron guiando bien hasta el camino. Fue duro, muchos nervios contenidos, no sería bueno apurarse de mas y romper una cubierta ahora. Ya en el camino nos distendimos todos, volvieron las risas y los mates y las charlas, mientras a nuestra izquierda en toda su dimensión el LLullaillaco nos acompañaba, nos mostraba todas sus aristas, toda su belleza, toda su magia, todo su candor de montaña sagrada. Nos fuimos alejando lentamente de su imagen imponente, en dirección Norte-este hacia la ruta del Paso de Socompa. En una de las detenciones que hicimos para tomar fotos, nos percatamos que habíamos perdido el pico y la pala, es quizá el primer error de


Zenobio en la expedición, me lo tomo con mucha risa, esto al lado de lo que acabamos de vivir, es un juego de niños, una travesura de niños…. Vamos repasando cada una de las aristas y viendo todas sus posibles rutas, la del Sarcófago hoy conocida como la “normal” Argentina que fue ascendida por primera vez por el chileno Diego Alonso Osses el 4/12/1954 siendo el quinto ascenso de la montaña. Pero el tucumano Orlando Bravo en 1990, hizo la primera por el cementerio imaginándonos el rodeo que debió hacer para sortear el gran Escorial, hoy lleva el nombre de “Arqueológica” donde está dicho cementerio que fue descubierto recién en 1971 pero los ascensos por ella aparecieron a partir de 1975. Esta fue mi primera ruta, y mi primer ascenso en 2002 con Dario Bracali, pero en aquella oportunidad le hicimos una variante a partir de los 6000 metros ingresando por el Glaciar E y saliendo a las construcciones Incas que están cerca de los 6500. Mi segundo ascenso con mis amigos Eduardo Sibulosky, Eduardo D`Angelo, Eric Curvar y Srek Terkeslian en 2006, ese si lo haríamos íntegramente por la ruta arqueológica, casi siguiendo el camino Inca. Antes que desaparezca de nuestra vista, y mientras una pertinaz nevisca lo va cubriendo y envolviendo no puedo más que recordar a los niños que allí quedaron como ofrenda de los Dioses, hasta que la Expedición de Reinhard y Cerrutti lograban extraerlos de su morada de más de quinientos años. Vale recordar que esta expedición, la de Reinhard permaneció 13 días a 6715 metros mientras duraron las excavaciones. Esto no fue más que la culminación de los estudios que M. Rebitsch desde 1958 y durante tres largas expediciones había realizado siguiendo el paso incaico por el Llullaillaco. Un sinfín de subidas y bajadas, de ascensos y descensos, de caminos destruidos, de calaminas, de curvas y contra curvas que por momentos se hace difícil manejar aquí, pero me entretiene y mucho, solo que quisiera estar tomando un baño caliente y una cerveza fría en Tolar, nada puede sacar mis pensamientos de esa imagen, ni siquiera la charla de los amigos me saca de contexto…. Mis pensamientos vuelven siempre a lo mismo. Cuando finalmente terminamos de atravesar Pampa Amarilla y tomamos el camino de cornisa que nos llevara a Caipe, el terreno paso de las malditas calaminas a un ripio arenoso que inquietaba el

volante y amagaba con sacármelo de las manos, entonces apareció lo inesperado, lo que nunca nos hubiésemos imaginado en esta soledad gris, en este atardecer silencioso y hermoso. Ahí semi atravesado en la ruta hay un vehículo, es una camioneta Nissan con un motor home a sus espaldas, con una pareja de “extranjeros” intentando limpiar el camino para continuar, no puedo más que sorprenderme y reírme cuando veo que usan una palita de residuos plástica para llevar a cabo su trabajo, creo que nos reímos todos, no sé si por la situación o por los nervios, si no los sacamos de ahí nunca podremos pasar nosotros. Como sucedió a lo largo de todo el dia, no bien nos presentamos, todos nos pusimos en movimientos y una vez más tomo las riendas del asunto Aldo y el trabajo Zenobio y Norberto, nos distribuimos las tareas a fin de agilizar el trámite. Esta tarea fue llevándose la luz, la calidez del sol y el frio comenzó a sentirse intensamente, estamos por encima de 4000 m, y los trabajos no cesan ni un instante. Finalmente y con el cuidado y los gritos casi desesperados de Aldo el vehículo se puso en movimiento, en un par de maniobras cercanas al pánico, la pesada casa rodante volvió a la ruta y me obligo a mí a retroceder casi dos kilómetros en busca de una lugar donde meterme para que pasaran. Ya es tarde los últimos rayos de sol han desaparecido detrás de las montañas, el cielo y alguna nube suelta enrojecen y el salar ahora brilla rojizo debajo nuestro, lejos, muy allá abajo… Cuando encuentro el lugar me quedo ahí esperando con Franck y aparece el motor home, con las últimas luces de la tarde reflejándose en el parabrisas, paran, baja Aldo y acuden Marion y su esposo Steve a saludarnos. Ahí tomo conciencia y veo en sus miradas, en sus manos apretando las mías, en sus rostros el agradecimiento, no pueden expresarlo, no tienen palabras todo termina en aquel apretón de manos. Entonces Zenobio me llama a la reflexión, se produce un silencio en el habitáculo y me dice: “Has visto Fernando que las llaves debieron perderse ?... si no se hubiesen perdido habríamos pasado por aquí cerca de medio dia y nunca nos hubiésemos cruzado con esta “gente” y estarían ahora sufriendo o muertos en el Salar después de haberse desbarrancado. Las cosas suceden porque deben suceder, porque asi deben ser.” Se hizo un silencio profundo



que se instalo en la camioneta por un largo rato. 19,10 hs. ahora sí, todos en la camioneta sin más paradas hasta Tolar, les pido disculpas por no llevarlos a Caipe y aprieto el acelerador rumbo a la vida mundana, la aventura cumplió con creces su cometido, ahora hay que ir por las cervezas. Nuevamente nos metemos en el Salar de Arizaro que tiene 1600 km2 entre Tolar y Caipe, y que se sitúa a 3460 msnm, de este gran mar blanco terroso se extrae mármol, sal, cobre y ónix. En lengua Kunza significa lugar del Cóndor, o lugar donde abunda algo, pero en Quechua tiene el verdadero significado, “huella hiriente”… y nada lo describe mejor, caminar por ahí seguramente te terminara hiriendo los pies… y los Incas lo caminaron. Llegar y encontrar Tolar absolutamente lleno, nos genero algo de tensión. El tercer sábado de noviembre la comunidad de Tolar Grande venera a la Virgen de Las Nieves, una coincidencia, toda la expedición me la pase pidiéndole y rezándole en la montaña. En esta fecha la comunidad de Tolar y gente de toda Salta y de otras partes del país, ascienden el Cº Macon para pedirle a la Pachamama por el agua potable, elemento vital en este pueblo, donde cada vez es más escasa, y el dia que no haya más, pues Tolar seguramente desaparecerá. Ojala esto nunca suceda porque ya hay un movimiento turístico muy importante y porque además este pueblo es único en la Puna, no tiene nada en común con todos los que conozco, y su estación de ferrocarril semi abandonada le agrega un condimento especial . Ahí estamos rodeados de amigos y celebrando nuestra cumbre, nuestra salida de la montaña y también nuestra ayuda a los amigos holandeses. Se suceden las cervezas y también el vino, mientras que los bifes tardan en llegar. Los brindis y la sobremesa se extiende mas allá de la una de la mañana 15/11 Las luces de la mañana y el bullicio de los obreros en la construcción que esta frente a la Hostería me sacan de aquella placentera estadía. Teo nos invita a pasar a desayunar y mientras vemos la RAI, con Aldo se suma el resto. Todos limpios, peinados y con ropa que huele bien, nos sentamos a la mesa a disfrutar del último desayuno en Tolar, en la Puna, en la Montaña. Después de volver a cargar por última vez los petates, vaciar 34 - al borde

el último bidón de gasoil, hacer arrancar la camioneta con una improvisada llave hecha de un destornillador, partimos con destino a Salta. Yo a mi casa a reencontrarme con los míos, mis amigos al Hotel a disfrutar de una buena cama y de una buena mesa. Allá vamos, a desandar los polvorientos caminos que nos separan de la ciudad, del ruido, del mundo, de la “civilización”. Lentamente vemos como el cielo ahora presenta más nubes que le proporcionan al paisaje una dimensión y unos colores únicos. Transitamos todos los lugares como si no los hubiésemos visto nunca, Los Colorados, las Siete Curvas, el Salar del Diablo, Pocitos, Olacapato, abra Chorrillos, con sus mil colores, y finalmente San Antonio de Los Cobres, donde el ultimo almuerzo no se hace esperar. A las 18 hs. hicimos nuestro arribo a Salta. Pero aun mi dia no había terminado, Franck quería invitarnos a cenar en el centro para festejar su cumpleaños que sucedió en medio de la expedición, asi que mi permanencia en casa fue solo por un rato, después, a bañarse, afeitarse y salir de nuevo. Mis amigos se lo merecían, y sobre todo Franck que era quien invitaba y el agasajado. La Expedición había llegado a su fin, dicen los que saben que una expedición termina cuando llegas a tu hogar, y finalmente yo estaba en mi hogar, con mis seres queridos, con los ojos perdidos en la habitación, disfrutando de la fresca brisa que se cuela por mi ventana, recordando las noches de pena y tristeza, de soledad y angustia que pase en aquella tienda de montaña, pero ahora reina la paz, mi seres queridos duermen a mi lado, y desaparecen de mi mente esas noches que escribieron y armaron la otra cara del Llullaillaco. Agradecimientos: Uno especial a Griselda Moreno que me contacto con Aldo Riveros. A Aldo porque con su tremenda experiencia me hizo sentir uno más del grupo desde el primer momento. También a mis nuevos compañeros de montaña, Norberto, Zenobio y Franck, con quien me costó más comunicarme por su idioma, pero aprendimos a querernos igual. Y a todos mis amigos y seres queridos que quedaron aquí abajo esperando por mí, ellos son y serán siempre los que mi impulsan pero también el mejor de los motivos para regresar.


MONTAÑISMO Texto y Fotos Marcelo Scanu

Bertrand

a 50 años del primer

ascenso moderno

Crater visto desde la cumbre 5188 msnm del IGN con la cumbre principal a la derecha y la ascendida en el 2012 a la izquierda.

En 1994 tomé la decisión de dejar por un tiempo la exploración de las montañas sanjuaninas para ir a las remotas cumbres catamarqueñas. Estas eran poco conocidas excepto algunas de las más altas y las más accesibles. Las Grutas era aun un lejano puesto perdido en la Puna, la ruta era de ripio. Con la ayuda de Vialidad Provincial accedí a Las Grutas y luego un unimog de Minería de la Nación me dejó un alto portezuelo al Este del Dos Conos al cual quería ascender. Con poco y precario equipo, sin bastones y llevando un bidón de agua en la mano, a duras penas arribé al pié del volcán pero aquella noche me sentí muy mal. Al día siguiente desistí de mi objetivo pero logré una bella cumbre cercana de 5300 msnm. Al llegar a la cumbre vomité, aun no estaba bien pero la magnífica visión del cono simétrico del Peinado me alegró. Construí una pirca y el documento aun debe estar ahí, en la cima de ese volcancito, mi primera ascensión en Catamarca. La Puna me había atrapado y volvería muchas veces a esos parajes tan bellos como desérticos.

El Bertrand envuelto en misterio. El Cerro Bertrand es en realidad un volcán, con un gigantesco cráter de más de 2 kilómetros de diámetro y 400 metros de profundidad. La cima máxima acotada 5207 msnm por el IGN pareciera ser un poco más alta como ocurre con todas las cimas medidas en la región. Google Earth le asigna unos 5255 msnm y esta se debe aproximar más a la realidad. Las otras cumbres son la Noroeste marcada 5188 msnm (5213 msnm en Google Earth) y la Noreste sin cota del IGN (5189 msnm en Google Earth). En relación a Las Grutas se ubica a 10 km al Noroeste, en la Sierra de San Buenaventura, el comienzo oficial de la Puna. Como veremos, los Incas (Quechuas) lo ascendieron hace unos 500 años. El primer ascenso moderno lo efectuaron el sueco Anders Bolinder, su esposa checa Verena y el guía fiambalense Don Víctor Bustamante en 1965. Ellos eran integrantes de la expedición de Mathias Rebitsch quienes también lograron los primeros ascensos modernos del Dos Conos y del Peinado. Luego el Bertrand fue prácticamente olvidado por la cartografía, a tal punto que en 1995, estando en Las Grutas con


MONTAÑISMO

IZQ.UIERDA - Marcelo Scanu en el punto mas bajo del cráter con la cima principal del Bertrand detrás. ARRIBA Y DERECHA - Descendiendo hacia el fondo del cráter.

el mapa, no sabía que ese volcán era aquel cuya historia conocía por haberla leído en varios artículos y libros. Ese cráter dibujado en la carta topográfica me llamaba la atención. Lo intenté con dos compañeros. A medida que ascendíamos, el tiempo empeoraba. Debido al fuerte temporal de nieve y viento debimos volver a Las Grutas y la calidez de su hogar con leña crepitante. Mis compañeros debieron partir y la suerte me hizo conocer al matrimonio tucumano Villagra. Estando en el puesto de Gendarmería, le señalaba desde la ventana el hermoso volcán -que por lo expuesto anteriormente creía virgen- y tras un intercambio de opiniones y préstamo de algo de equipo, decidimos intentarlo al día siguiente, 16 de Enero de 1995. A poco de salir, los Villagra decidieron volver. Proseguí acompañado por un perrito de los viales. El filo era largo y el calor apretaba. Me quedé sin agua y la sed comenzó a apretar. Providencialmente descubrí un agujero en la

roca lleno de agua producto de la anterior nevada. Sacié mi sed y luego hizo lo mismo el perro. Este me seguía aun teniendo una pata en no buen estado. El acarreo se volvió suelto y empinado y en partes debía alzarlo. Logré llegar al borde del cráter y al verlo quedé deslumbrado. Omnipresente el peinado se elevaba majestuoso. Me pareció ver un montículo de leña pero quizás por el cansancio y la altura no le presté atención. Seguí por las rocas de la cumbre y observé una pirca lo cual me desmoralizó. Sin embargó pronto encontré una lata de Ovomaltina y eso solo significaba una expedición antigua. La alegría volvió al comprobar quienes eran mis ilustres predecesores. Gracias a ese hallazgo sabemos que subieron el 22 de Marzo de 1965, algo no consignado en las crónicas. Desandamos el camino llegando muy cansados y con la cola entre las patas, por lo menos así ocurrió con uno de los integrantes. Al bajar a Fiambalá pude ubicar al baqueano Bustamante, quien casi lloró cuando le mostré

los documentos dejados por ellos 30 años antes. El les tenía gran aprecio y destaco sus dotes humanas. Tiempo después escribí a la dirección dejada en la tarjeta llegando esta justo a tiempo pues planeaba mudarse. Así supe que Verena había enviudado pero mantenía frescos los recuerdos de la expedición del 65 y estaba muy contenta de saber del Bertrand. Le pareció increíble el progreso y los cambios en la zona. Ella llegó a lomo de mula hasta Las Grutas donde a la sazón solo vivía un pastor de llamas. Luego de la segunda carta lamentablemente se cortó la comunicación y no llegué a tener en mis manos fotos de época. El 14 de Enero de 1996, junto a Pérez y Ceruti, subimos nuevamente por una variante de la ruta sureste ascendida el año anterior. Nos estábamos preparando para ir al Peinado, al cual subiríamos días después logrando la segunda ascensión moderna y primera por la ruta Sur. Observamos el fogón o depósito de leña antigua dejado por los incas para sus ofrendas.



MONTAÑISMO

Campamento en el fondo del cráter. Este pequeño santuario de altura es pobre pero está ligado a otros más grandes como los del Incahuasi y el Peinado y está ubicado justo en un eje imaginario entre ellos. Sería como una pequeña capilla de donde estimo, se arrojarían ofrendas al cráter. El Primer descenso al cráter En el año 2008 (parte de enero y febrero) fuimos con José Luis Querlico nuevamente a la Puna Catamarqueña dividiendo la expedición en dos: la primera semana en la zona del Peinado y la segunda en el Bertrand. Con el apoyo de vehículos de Gendarmería Nacional pudimos armar los campamentos base llevando toda el agua pues esta directamente no existe en forma potable. Justamente nuestro campamento estaba al Oeste del Bertrand al lado de una lagunita rojiza (4850 msnm) que ocupaba un antiguo cráter y de donde, en cierto lugar, se sentía olor a azufre. Otros pequeños volcancitos, de escasos metros, nos rodeaban. La idea desde mi primer ascenso era ingresar al cráter y si podíamos dormir ahí. Subimos un día hasta los 5050 msnm, aun portezuelo identificado por el mapa cercana a la cumbre 5188 del IGN y al cual bautizamos muy poco originalmente como Portezuelo del Viento. Este no nos

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permitía casi estar en pié y es en ese punto una constante. Observamos la ruta y volvimos. Al día siguiente subimos nuevamente al portezuelo y comenzamos a descender hacia el fondo por una quebradita llena de enormes rocas y alguna antigua solfatera. El viento menguaba y sentíamos el ruido de las pisadas sobre las piedritas pequeñas, las cuales tapizan todo el terreno. Sólo encontramos como rastro de vida algunas pequeñas poposas (yuyo) y algo parecido a polillas. Finalmente logramos el punto más bajo, una altura cercana a nuestro campamento base, de donde apreciábamos todo el cráter y las demás cumbres del volcán. Comimos y desandamos la ruta volviendo al campamento muy contentos. Lamentablemente Joselo debió volver por motivos laborales cuando el clima comenzaba a desmejorar. Yo logré subir la cumbre 5188 IGN subiendo por un trabajoso acarreo en la empinada ladera Noroeste. Llegado al portezuelo encontré una pirca y otras luego en el filo. En la más alta no encontré ningún testimonio por lo cual no sabemos quienes me precedieron. Una hipótesis interesante es la siguiente: El Bertrand era límite con Bolivia antaño y posiblemente estos sean hitos. Aprecié el gran cráter y bajé justo cuando desmejoraba el clima. Tuve 3 días

de nevada en los cuales el bidón de 60 litros se congeló pero la carpa (realmente el interior sin el sobretecho) soportó todos los embates. Preferíamos esta a la otra con sobretecho pues era amplia y cómoda. Con la tormenta finalizada un vehículo de Gendarmería Nacional me pasó a buscar. Llegado a Las Grutas nuevamente los copos comenzaron a caer pero ya estaba en un lugar más civilizado. Vuelta al cráter y ascenso a otra cima En 2012 volvimos con un grupo consistente en Sandra Odriozola, Christian Chávez, los hermanos Barberis (Federico, Pablo y Matías) y yo. La primera parte consistió en explorar la Sierra de Narvaez logrando ascender una montaña con restos presumiblemente de Penck y una montaña virgen bautizada Camila. Los Barberis también subieron al San Francisco. Reunido nuevamente el grupo pasamos por Las Grutas y tras superar la Sierra de San Buenaventura armamos un campamento base al Norte del Bertrand a 4830 msnm. Los tres hermanos ascendieron a la cumbre 5188 msnm (IGN) del Bertrand por una nueva ruta y terminaron la expedición. Los despedimos mientras se iban con su camioneta y nos quedábamos solos en esa depresión rodeados de altos volcanes. El


El Autor en la cumbre virgen ascendida en la expedición del 2012. 23 de Enero finalmente partimos en busca del cráter y de la otra cumbre presumiblemente virgen. Costó hacerlo arrancar a Christian, quería volverse al campamento, la altura se sentía y apretaba. Paso a paso avanzó mientras lo alentábamos y pronto avanzamos los tres en busca del portezuelo teniendo a la vista nuevamente al Peinado. Subimos en diagonal hasta el portezuelo con sus infaltables ráfagas. Nuevamente para mí me adentraba en ese paisaje lunar mientras mis compañeros, en su primera experiencia, observaban maravillados este Mundo Perdido. Llegamos al fondo y no encontramos la pirca hecha en el 2008. Levantamos una carpa pero finalmente para no dormir ajustados en ella decidí vivaquear y disfrutar del paisaje estrellado aun teniendo temperaturas muy bajas. La falta de aire por la altura, lo reparado del lugar y seguramente por la cantidad de azufre existente es notable. A la mañana pude ver como el sol empezaba a iluminar el borde del cráter. Es increíble el silencio reinante en el lugar, ningún ruido rompe esa extraña quietud. Partimos en procura de otro portezuelo, al Norte, desde donde desembocaríamos en el Campo Base. Ascendimos trabajosamente por el terreno inclinado, el cual requería mucho esfuerzo. Grandes rocas,

Los compañeros felices en la cumbre ascendida en el 2012.

algunas partidas por la mitad, aparecían cada tanto. Casi llegando al portezuelo me paralicé. Había un pequeño pedazo de cuero de vicuña. Pensé enseguida en un santuario de altura pero en ese instante cruzó el cielo un ave de rapiña. Desde unas grandes rocas verticales, tapizadas en parte con hielo, se escuchaba el piar de sus crías. Nunca las vimos seguramente resguardadas en las profundas hendiduras de la roca volcánica. Reunidos los tres empezamos a transitar por el laberinto de grandes rocas hacia la cumbre Noreste. Finalmente accedimos a un filo rocoso y llegamos a la enorme peña la cual era el punto más alto. Era un lugar místico, se notaban las marcas de rayos en la roca y de excremento de ave, de aquí el ave rapaz divisaba sus presas y las cazaba. Se veía hasta la Vega de San Francisco y Las Grutas con el galpón de Vialidad Nacional. No encontramos ningún comprobante ni otro resto. Aún nos quedaba algo de agua (al final sobró) de los pocos litros acarreados desde el Campo Base. Nos pusimos las mochilas y descendimos llegando a las carpas fulminados pero contentos. El 25 descansamos y al día siguiente logré ascender al Cerro Pabellón por una ruta parcialmente nueva. Christian llegó a 100 metros de la cumbre y la Vaska lamentable-

mente no pudo subir debido a una lesión en el talón, igual lo intentó. Desde la cumbre divisé una gran tormenta viniendo desde el Este, las cuales son muy fuertes. Descendimos por el abrupto canalón de la ladera cuando caían los primeros copos. Nos reencontramos con los tres y nos metimos en la carpa comunal. Esa noche increíblemente llovió una hora como si fuese Buenos Aires cuando realmente a esa altura solamente nieva o graniza. El 27 amaneció con un solazo, la lluvia de la noche anterior solo había mojado unos milímetros la tierra y al evaporarse se formó una extraña niebla, la cual deambulaba por la depresión llevada por el viento. Finalmente apareció la camioneta de Juan Roger y levantamos campamento. Volvimos teniendo la hermosa vista del Peinado parcialmente nevado y por supuesto del Bertrand, él y la región tienen aun muchos misterios por develar. Agradecimientos: Botas Front Limit. Vialidad Provincial. Gendarmería Nacional (especialmente al Cte. Pr. Marcelo Torrisi). Juan Roger. Hostal


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año XIX- n° 185

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noticias Freya Hoffmeister – arribo a Puerto Madero luego de dar la vuelta al Sudamérica en kayak “Nadie lo había hecho, yo quería hacerlo y lo he conseguido” Freya Hoffmeister, la alemana, de 51 años, tardó algo menos de 4 años en hacer los 27000 km para darle la vuelta al continente Sudamericano -con algunas interrupciones, solo paró en los veranos para ver a su pareja y a su hijo-, la terminó sin ningún apoyo. La travesía, que comenzó el 30 agosto de 2011, cuando partió del Yatch Club Puerto Madero, terminó el 1° de mayo pasado cuando un grupo de kayakistas la escolto del Yatch Club Argentino, hasta la Fragata Sarmiento (en realidad había completado su vuelta el 24 de abril, cuando con las últimas luces de la tarde arribaba a YCA). Después de pasarla mal en el Cabo de Hornos donde estuvo varada con el kayak roto en un islote durante 5 días, la rutina volvió casi a la normalidad: jornadas de nueve horas en el agua,

dormir en su carpa y no disponer de barcos ni autos de apoyo. El recorrido siguió por Chile, Perú, Ecuador, Colombia, el estrecho de Panamá y Venezuela; hasta ahí, todo normal. Cuando llegó a la Guayana francesa sufrió un ataque de mosquitos. Pero tampoco eso la doblegó. Y en Brasil le quedaba algo más: la famosa ola Pororoca de la desembocadura del río Amazonas, que ocurre solo dos veces al año. Obviamente la agarro cuando Hoffmeister remaba por ahí. Ella estaba atada al kayak cuando la ola la sorprendió y la arrastró por 15 minutos, según Freya, esta fue uno de los peores inconvenientes que le pasaron en toda la travesía. Para saber mas de Freya, se puede visitar su pagina web: http:// freyahoffmeister.com/ - facebook: https://www.facebook.com/ freya.hoffmeister Agradecemos a Pablo Rodriguez, Pablo Moroni y Javier Perez.



noticias Piedra Parada La cima de la Aguja de la Virgen en las manos de la cordada más joven. Esta historia comienza con el sueño de dos jóvenes, Nacho Cotté y Franco Gallará, oriundos de Villa Carlos Paz. Escaladores de la escuela Bloque que con 15 años de edad se deslumbraron ante la imponente “Aguja de la Virgen” en el sector de escalada la Buitrera, Piedra Parada, Chubut. Y después de un año (con 16 años cumplidos) se convirtieron en la primera cordada más joven en concretar esta tremenda hazaña. Después de idas y vueltas, el viaje a Piedra Parada empezaba a tomar forma a fines del año 2014. Pero por algunas lesiones (Nacho operado de los meniscos y Fran con esguince de codo) las expectativas del viaje se centraron en simplemente escalar, todo lo que se pudiera. Obviamente ella estaba allí sola, la Aguja de la Virgen, imponente, majestuosa. Y con una historia previa que data del verano 2014, cuando consiguieron los dos primeros largos (7b, 7b) después de grandes esfuerzos y con un descenso que

tuvo varias excusas, quizás un poco de inexperiencia y algo de inseguridad de estar solamente con Milena e Iván (padres de Fran) sin saber si había, en el momento, algún escalador que pudiera “asistirlos” ante cualquier eventualidad. Esta vez la cosa era distinta, ya en abril de 2015 la capacidad deportiva de ambos, la experiencia y la madurez como cordada, sumado a que abajo estaban Diego “Coco” Calabró, Luis Lamas y Juli Millán, les daba la confianza para no desaprovechar ninguna posibilidad. El broche de oro habría sido subirla con Coco, “el profe”, mentor y principal responsable de pulir a estos dos diamantes en bruto. Que no pudo acompañarlos por una lesión en el hombro. Llegaron el jueves 2 de abril a las 16 hs, Iván, Chalo Merino y ellos dos y sin perder el tiempo partieron hacia “El Gruyere” y “La Calavera”. Al día siguiente se reencontraron con Coco, Juli, Amalita, Matilda y Luis. Después de tres días se sintieron confiados de “probar” la Aguja.

El lunes 5 después de charlar con Coco temprano habían pensado tomar un día para recuperarse y hacer el intento al día siguiente. Pero de regreso al camping, un poco desilusionados de esperar un día mas, decidieron guiarse por la ansiedad y fueron hasta el pie de vía. Franco “vio” el día y pensó “vaaa”. Sin dudarlo Nacho acompañó la propuesta y juntos le dieron color a la idea. A partir de ese momento el objetivo era subir como sea. A las 12.30 aproximadamente comenzó la escalada. La decisión fue que Nacho primereara los cuatro primeros largos (7b, 7b, 7ª, 7ª+) y Fran se prepararía para el quinto largo graduado en 8ª/8ª+. Entre escalada y jumareo superaron los dos primeros largos, esta vez con mucha más fluidez y velocidad que la vez anterior. El 3er largo se tornó algo duro, la cantidad de piedra suelta y sobre todo la incertidumbre se hicieron presentes. En ese momento, ante poca presencia de

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noticias

magnesio, la escalada era puramente “a vista”. Y al llegar a la reunión la situación era muy tensa. Comieron medio paquetito de galletas y tomaron medio litro de agua entre los dos. La reunión (dos chapas y un parabolt “destrozado” al lado) les inspiraba algo de desconfianza e inseguridad. En ese momento, ambos, sin saber lo que el otro pensaba, esperaban el momento de que alguno cayera en la debilidad de decir “¿y si bajamos?” para emprender el descenso. Pero no, ninguno dio el brazo a torcer. Y así siguieron hasta concretar el 4to largo. Este fue el primer momento de mayor felicidad, decía Nacho. Lo posible estaba hecho, sólo faltaba el octavo grado. Este era el turno de Franco, así había sido acordado. Un largo de entre 6 y 7 chapas. “Hasta la mitad las cosas venían saliendo bien”, comentó Franco. Pero a partir de la tercera chapa, saliendo del desplome hacia la placa, se encontraba el crux: la “placa letal”. La progresión se hizo algo lenta y entre gritos y algún que otro insulto, pudo liberarla. Solo quedaban unos 10m de 4to grado, dos chapas y mucha piedra suelta. Alrededor de las 18.30 hs el sueño de llegar a la cima estaba hecho. Aunque sabían que todavía faltaba una parte muy importante. Como todo escalador sabían que no podían relajarse, la concentración y atención eran fundamentales. Conscientes de que no cabía lugar para el mínimo descuido, comenzaron el descenso. Se presentaron algunas complicaciones que afortunadamente pudieron resolver con rapidez y después de cuatro rapeles llegaron a tierra firme. Como si se tratara de dos “viejos” escaladores consumados, la sensación de suma felicidad fue recién cuando tocaron el piso. “Chochos de estar vivos” fueron las palabras de Franco. Ahora la felicidad estaba completa. 44 - al borde


La corta edad y acotada experiencia no impidió que tuvieran un comportamiento impecable. Sólo pudieron relajarse al concluir la hazaña. Ambos sabían que la cumbre sólo era la mitad del camino. Agotados y con un apetito voraz, Iván los agasajó con unos spagettis con salsa de queso exquisitos. Esa cena la compartieron con Chalo, Coco, Julia. Y así, después de tanta escalada, partieron al dia siguiente con destino a Villa Carlos Paz. Agotados pero muy felices, ya están proyectando hacia nuevos desafíos.


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