Número 100 - Album Letras Artes

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N Wyndham Lewis Eugenio Trías

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Museos de Berna ◆ Lord Leighton Paul Klee ◆ Monet ◆ Sabiduría


Amanecer en el Sena, Giverny, 1897, Claude Monet

M ONET Y LA ABSTRACCIÓN Museo Thyssen-Bornemisza / Fundación Caja Madrid

Magalí Berenguer & Federico Echevarría

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ichael Leja, en un excelente artículo del catálogo titulado El revival de Monet y la abstracción de la Escuela de Nueva York, dice: “El revival de Monet fue tan impulsivo y singular, y provocó en su día tal cantidad de análisis, que ha quedado como un ejemplo especialmente revelador de las interrelaciones dinámicas que se producían entre los agentes y las instituciones de un nuevo mundo artístico en rápida expansión y cada vez más poderoso, que tenía su centro en Nueva York”. Aunque ya los artistas norteamericanos que en los primeros años del siglo XX se instalaron en Giverny junto al maestro, habían hecho de Monet una referencia obligada para los jóvenes pintores de su país , hay que considerar que, salvo algunas

raras excepciones, todos los cuadros del artista francés que adquirían los museos y coleccionistas estadounidenses hasta los primeros años de la década de los cincuenta eran anteriores a 1882. En Estados Unidos los críticos en general coincidieron en considerar que el responsable de haber “puesto en marcha la rueda” que hizo invertirse esta tendencia era el surrealista francés André Masson, quien en 1952 había escrito en la revista francesa Verve que la Orangerie era la “Capilla Sixtina del impresionismo”, aunque todos estos críticos también pensaban que, en definitiva, los pintores de su país se habían adelantado a sus colegas europeos en apostar por la obra tardía de Monet. La nueva valoración crítica que se hizo de su obra –que fuese cual fuese la importancia que 26


Ricard Opisso, 1935


Joven dormida, 1911 (Manchester City Galleries)

WYNDHAM LEWIS Fundación Juan March - Madrid

Joaquín Lledó suyos como Ezra Pound, James Joyce, T. S. Eliot, la periodista y escritora Rebeca West, que fue la compañera del escritor H. G. Wells, o la también excéntrica poetisa Edith Sitwell. Pero Wyndham Lewis fue, además de pintor, novelista, ensayista, editor, crítico literario y de arte, y fundador de revistas culturales y de vanguardia, como Blast o The Enemy. Publicó más de cuarenta libros, entre novelas, obras de teatro, poesía y ensayos filosóficos y políticos con agudos y controvertidos análisis de su época y el mundo. En definitiva, una especia de “Vanguardia en un solo hombre”. Por ello no es raro que el poeta T. S. Eliot considerase que era “la personalidad más fascinante de nuestro tiempo… en cuya obra encontramos el pensamiento del moderno y la energía del cavernícola”, y que George Orwell dijese que tenía “talento suficiente como para fabricar con él docenas de escritores corrientes”. Y más reciente-

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quel a quien T. S. Eliot consideraba en 1918 “La personalidad más fascinante de nuestro tiempo”, fue un pintor interesado en la abstracción que incluso fundó un movimiento, el vorticismo -según algunos el único movimiento inglés de vanguardia-, pero fue también un gran pintor de retratos, quizás no “El mayor de todos los tiempos”, como llegó a decir en 1932 Walter Sickert, un excéntrico pintor a quien llegó a asociarse con el mismísimo Jack el Destripador, pero sí un retratista que merece mucha más atención que la que se le ha prestado, sobre todo por la personalidad de los retratados, célebres escritores contemporáneos 32


Ricard Opisso, 1935


L ORD L EIGHTON Un mundo de luz y belleza C. de Sobregrau & Jesús Tablate Miquis

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lo largo de la historia, el arte helénico ha sido referente y fuente de inspiración para artistas de todos los lugares y épocas. Seducidos por esta Grecia mitológica, muchos pintores han elogiado la perfección de sus obras. Dentro de esta repetida mirada hacia el Egeo, el canon griego también fructificará en la Inglaterra victoriana, cautivada por la sutil delicadeza de los Mármoles de Elgin, procedentes del Partenón ateniense y debidos a Fidias,

expuestos al público en Londres. Un Londres brumoso donde esta influencia será determinante, sobretodo en ciertos pintores: Por los motivos, en las formas, los colores. Y estos pintores, adentrándose en arqueologías, recrean un idealizado mundo clásico poblado por Dioses y Héroes; Musas, Ninfas y Sirenas. Llamados genéricamente Olímpicos, nunca constituyeron escuela ni tuvieron un estilo homogéneo, pero les une la nostalgia por un pasado que subliman. Bañados por el 40


Ricard Opisso, 1935


Vista general de Berna

B ERNA Y SUS TESOROS Ana Rimblas & Jesús Tablate Miquis

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acida en los brazos de su río, el Aar, que forma un codo y la envuelve casi por completo, Berna, la bella capital de la Confederación Suiza, es una ciudad llena de encantos a descubrir. Por supuesto, aunque aquellos viajeros a los que lo que les motiva es, sobre todo, su interés por la pintura, su pasión por el arte, últimamente suelen considerar, antes que nada, que Berna es el lugar en el que se encuentra la excepcional arquitectura museística concebida por Renzo Piano para albergar el Zemtrum Paul Klee, la ciudad medieval edificada en los meandros del río ofrece un sinnúmero de bellos lugares, que por sí solos merecen el viaje. Seis kilómetros de arcadas, llamadas Lamben, protegen del sol y de la lluvia y facilitan el paseo por la ciudad en cualquier estación. Ya caminando hacia la Catedral por la terraza del Palacio Federal se goza de una impresionante panorámica de los Alpes. Y también es muy espectacular la panorámica de la vieja ciudad que puede admirarse desde el Rosegarten, fuente de inspiración para los pintores desde hace siglos. Y luego está, por supuesto, la Catedral, del siglo XV, es decir, del periodo en el que Berna era la más importante ciudad estado al norte de los Alpes. O, cruzando el puente de Nidegg y siguiendo las arcadas de la Gerechtigkeitsgasse y de la Krangasse –la calle donde vivió Einstein-, hallamos la famosa Torre del Reloj, emblema de la ciudad, 50


con sus figuras medievales: Cronos, el loco, el gallo y los osos, interpretando a cada hora su escena. Pero evidentemente, aunque la ciudad cuenta con numerosos otros museos, en la actualidad el gran protagonista de su vida cultural es el Centro Paul Klee, que abrió sus puertas el 20 de junio del 2005. Según la visión de su fundador, el médico y profesor Maurice E. Müller, una institución dedicada por entero a la persona y a la obra de este gran artista que fue, además de pintor, músico, poeta y pedagogo (el Centro conserva más de la mitad de las 10.000 obras realizadas por el artista). Para guardarlas, el arquitecto italiano Renzo Piano ha concebido un museo no convencional, inspirándose en la topografía natural del lugar. Un amplio espacio de vegetación en el que el edificio forma tres colinas, convirtiéndose en una escultura paisajista. Durante el verano, desde el mes de junio al mes de septiembre, podrá verse una exposición titulada Klee encuentra Picasso que analiza la relación de estos dos grandes pintores. También es muy interesante, evidentemente, el Museo de Bellas Artes de Berna, en el que además de su colección permanente, de la que se ocupa otro artículo, se organizan importantes exposiciones, como la dedicada a Edward Burner Jones, que puede verse hasta finales del mes de julio, o, a partir del día 7 de mayo y hasta el 5 de septiembre, la extraordinaria exposición dedicada al pintor suizo Albert Anker, conmemorando el centenario de su muerte. El arte de las vanguardias tiene su espacio en la Kunsthalle de Berna, que también organiza media docena de exposiciones cada año. El academicismo está presente en la Colección de Antigüedades Clásicas, con sus más de doscientos moldes en escayola de las más famosas esculturas de la antigüedad, pero también con numerosas obras originales. El edificio del Museo de Historia de Berna, obra del arquitecto André Lambert, fue acabado en 1894 en un estilo que no sólo se inspira en las formas arquitectónicas de los siglos XV y XVI, sino

que cita explícitamente diversos modelos de los que es fácil reconocer los elementos, cumpliendo así su propósito de evocar también en el exterior, el espíritu historicista de las colecciones que guarda en su interior, que, abarcando desde la prehistoria hasta nuestros días, le convierten en uno de los más importantes museos de historia de Suiza. Sus colecciones, además de ofrecer una fascinante panorámica sobre la historia de la ciudad y su cantón, poseen muchas otras obras excepcionales, como la misteriosa hydria de Grächwil, encontrada en la región pero procedente de la Grecia del siglo VI a.e., un interesante díptico veneciano de finales del siglo XIII, el llamado Díptico de Königsfelden, una espléndida colección de tapices de Borgoña, realizados entre 1440 y 1515, con piezas como la Tapicería de Trajano o la que sin duda es uno de los más suntuosos ejemplos de las llamadas tapicerías de las Mil Flores que se conserva en el mundo. La memoria de Berna, y a través de ella la memoria de la Confederación. Pero no sólo eso, porque también posee este Museo muchos y muy buenos ejemplos del arte de Asia y Oceanía, de la América precolombina y de los indios norteamericanos, o procedentes de las excavaciones en Egipto. Pero además, el Museo de Historia alberga también el Museo Einstein. Una magnífica exposición con objetos, fotografías, documentos y films de animación explicando sus teorías. No hay que olvidar que es precisamente en esta ciudad donde Albert Einstein desarrolló sus trabajos fundamentales sobre la relatividad. Y luego, en los alrededores, lugares encantadores, como el castillo medieval de Jegenstorf, renovado en 1720, y que alberga el museo del mobiliario bernés. Y un poco más lejos, en las orillas del lago de Thoune, el castillo de Oberhofen, con su capilla ornada con pinturas medievales, su sala de caballeros, el comedor neogótico y, en un espacio muy ventilado, su fumadero turco. Un lugar en el que se goza de espléndidas vistas sobre el lago y la impresionante cadena de montañas y de uno de los más bellos jardines de toda la región alpina. 51


ZENTRUM PAUL KLEE Ana Rimblas

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l Centro Paul Klee abrió sus puertas el 20 de junio del 2005. El edifico, construido por el arquitecto italiano Renzo Piano, creador del famoso Centro Beaubourg de París, se inspira en el paisaje suizo, adoptando la forma de tres colinas y convirtiéndose así en una especie de escultura paisajista. Al interior de estas tres colinas, tres grandes salas de exposición concebidas para mostrar –mejor sería decir, para ir mostrando- la inmensa colección del Centro, que conserva más de la mitad de las 10.000 obras realizadas por el artista. Según la visión de su fundador, el médico y profesor Maurice E. Müller, el Centro Paul Klee es una institución dedicada por entero a la persona y a la obra de este gran artista que fue, además de pintor, músico, poeta y pedagogo. Con este fin, junto a las tres grandes salas de exposición, el Centro cuenta también con una sala para los conciertos y para las manifestaciones culturales, y con toda una infraestructura ultra moderna al servicio, tanto de los estudiosos, como de los numerosos seminarios y congresos que se organizan en éste que es, sin duda, el más

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Magazine

Literario LIBROS

E N S AY O

N A R R AT I VA

PENSAMIENTO

ÉTICA Y ESTÉTICA Eugenio Trías Por mucha que sea la suspicacia que el término espiritualidad suscite en medios agnósticos, o de una modernidad poco flexible, no se me ocurre llamar de otro modo a aquello que se descubre como una plusvalía de sentido en ciertas manifestaciones personales, místicas, gnósticas, pero también artísticas, literarias, musicales, o en nuevos modos de acercarse a lo religioso a partir de la experiencia propia, o en una filosofía que aspira a promover una inflexión en valores, conceptos y formas de vida.

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esde el primero al último de mis libros late siempre un compromiso espontáneo con la filosofía entendida en sentido radical, como reflexión sobre el sentido del ser y del existir. Este compromiso se ha extendido a los modos de posible orientación de nuestra conducta, tal como se promueven desde la ética; o a las formas de acercarse al dominio de la sensibilidad, según se formaliza en la estética y en la teoría de las artes. Finalmente –a partir sobre todo de La edad del espíritu (1994)- me ha llevado a ahondar en los posibles vínculos del hombre con lo sagrado, y a descubrir en la propia experiencia una dimensión espiritual que vincula al sujeto (al que redefino como fronterizo) con el cerco de misterio que lo desborda y trasciende. A caballo entre el fronterizo y ese desbordamiento puede trazarse un límite al que asigno, a partir de mi libro Los límites del mundo (1985), valor ontológico (y no sólo epistemológico o lógico, o lógico-lingüístico, como en las filosofías de la modernidad). Este punto es decisivo: es, quizás, lo más específico de mi propuesta. Pues dar –como he tratado de hacer yo- al límite esa asignación ontológica constituye, sin duda,

Josef Sudek

un novum en la filosofía. La indagación de ese lugar del límite había de llevarme cinco años de forcejeo y de cavilaciones, en confrontación –y a menudo en vigorosa polémicacon las filosofía de la modernidad, que con ese propósito fueron convenientemente releídas por mí con un nuevo sentido crítico. Fue éste un importante hito en mi reflexión, latente en reflexiones anteriores, pero que sólo a mediados de los años ochenta se 83

hace patente. Un ímpetu metafísico por acercarme a lo que nos desborda me exigió indagar los límites, tomando inicialmente como sustento de tradición y de auctoritas los grandes textos fundacionales de la modernidad, desde Descartes hasta Kant, o desde Hegel hasta Wittgenstein y Heidegger. …/… Lo que se produjo en esos decisivos años de mi trayectoria intelectual fue un proceso de


Magazine Literario maduración que había de cristalizar a punto de cumplir yo la cuarentena, en la que ingresé llevando bajo el brazo el manuscrito terminado de Los límites del mundo. El caso es que en ese período decisivo de mi vida se me planteó de forma muy radical mi compromiso con la filosofía, muy en particular con una filosofía con antenas metafísica. Ocurría así justamente cuando emergía con gran impulso lo que iba a conocerse –en el ámbito del pensamiento lo mismo que en otros muchos- como posmodernidad. Estaba, pues, condenado a partir de entonces a navegar contra corriente. Pero eso fue, más que un inconveniente, un estímulo. …/… Debía elegir desde el principio entre un criterio cronológico-biográfico, que atendiera a los cambios en la forma de pensar el núcleo mismo de mi propuesta filosófica, y un criterio temático, que pusiera en primer plano los intereses filosóficos dominantes en cada circunstancia y ocasión, dado que a lo largo de mi trayectoria filosófica éstos han sido varios. Esta segunda opción me pareció, en principio, la más conveniente. Podía asumir, como criterio de distribución, el que yo mismo formulé en un texto de síntesis titulado Ciudad sobre ciudad (2001), donde hago referencia a los cuatro barrios de la ciudad fronteriza. Tales barrios son: (I) Estética y teoría de las artes; (2) Ética y condición humana; (3) Teoría de la historia y filosofía de la religión, y (4) Filosofía del límite. …/… Un aspecto especialmente importante, y difícil, de la posible unión con aquello que nos desborda lo constituye la religión, o la relación del hombre con lo sagrado. Lo sagrado aúna la ambigua y ambivalente realidad de lo sacer (sagrado latino) y lo sanctus (inviolable, invulnerable). Sobre esa duplicidad inicio la reflexión del más ambicioso de mis libros, la edad del espíritu, que es una teoría de la religión no concebida de modo abstracto sino proyectándose en la historia de la humanidad. Es un libro a la vez sistemático e histórico. Trata una conjunción de tipologías formales que definen a aspectos de lo religioso, y proyecta el juego de categorías así trazado sobre el relato de

algunas de las más relevantes formas de creencia religiosa, desde la antigüedad hasta el presente. En el segundo volumen de estas Creaciones filosóficas el carácter de filosofía radical, cifrado en la idea límite, se intensifica respecto al primero. Eso le da mayor densidad, y a la vez más audacia. Dicha idea permite definir la condición humana y abrir ésta al misterio de la trascendencia. Y es proyectada en diversas aproximaciones sobre ámbitos específicos de realidad. El primero de esos ámbitos es, como acabo de afirmar, el religioso, concebido en forma de narración reflexionada. Cada época del mundo se corresponde con una determinación relativa al nexo del hombre con lo sagrado; un vínculo que puede ser roto o resquebrajado. La reunión de eso escindido es lo que exige la noción de símbolo, que es etimológicamente una contraseña de reconciliación. Ésta –la reconciliación, y la consiguiente pacificación- constituye el acto propiamente religioso a través del cual se une el hombre con lo sagrado. La edad del espíritu constituye una reflexión sobre lo sagrado, y sobre la expresión de lo sagrado a través del simbolismo o del relato ritualizado y ceremonial de éste, y del lugar que le corresponde. Se trata de un libro complejo: a la vez una puesta a prueba –a prueba históricade las ideas de límite, de símbolo y de espíritu, y también una iniciación que usa la historia como ámbito de comprobación de un progreso en la vida espiritual. A una primera categoría matricial sigue la segunda, cósmica. Y la tercera, en la que tiene lugar la cita testigo con lo sagrado. De ese encuentro deriva la cuarta categoría, el logos: la palabra mediante la cual ese encuentro genera formas de comunicación, por vía verbal o escrita. La quinta y la sexta categoría son hermenéuticas: dan interpretación al logos. La sexta constituye un límite que sólo puede franquearse a través de la experiencia mística. La séptima es la conjunción de todas ellas. En esta última categoría queda constituido el símbolo como lo que es a tenor de su etimología: la conjugación de dos partes, la simbolizante y la simbolizada, que al lanzarse conjunta84

mente muestran entre sí su posible coincidencia. …/… Por mucha que sea la suspicacia que el término espiritualidad suscite en medios agnósticos, o de una modernidad poco flexible, no se me ocurre llamar de otro modo a aquello que se descubre como una plusvalía de sentido en ciertas manifestaciones personales, místicas, gnósticas, pero también artísticas, literarias, musicales, o en nuevos modos de acercarse a lo religioso a partir de la experiencia propia, o en una filosofía que aspira a promover una inflexión en valores, conceptos y formas de vida. No es que la filosofía deba aspirar a transformar el mundo. Pero sí puede contribuir a que la crisis, o lo crítico –como se dice en Los límites del mundo- sea habitable. Tengo la convicción de que esa espiritualidad no es en absoluto incompatible con criterios racionalistas como los que imperan en el marco de una ciencia consciente de sus propios límites, y de una filosofía que asume un concepto de razón sometido a crítica, una razón capaz de comprenderse a sí misma como razón fronteriza. …/… El límite tiene aperturas: accesos hermenéuticos a lo que se halla más allá del trazado que establece. Puede decirse que posee puertas (y bisagras, goznes, cerrojos). En textos posteriores acudo a otro sustento arqueológico: el concepto de límite en la fundación de las ciudades, según el rito greco-latino. La circunscripción de los muros de la ciudad, realizada en atención a los límites celestes, dejaba siempre un espacio abierto para las puertas. El límite tiene, pues, aperturas. Da lugar a accesos de comunicación. Abre espacios viarios. Tiene valencia hermenéutica. Se halla bajo la advocación de Hermes, Dios de los caminos y de las vías de acceso a sabidurías arcanas; Dios que conduce, también, a los misterios de Hades y de la muerte; Dios por tanto “psicopompo”, conductor de esta vida hacia –quizás- una vida diferente. Éstas y otras ideas se van exponiendo y desarrollando en los textos que, en este último apartado de mis Creaciones filosóficas, siguen a Los límites del mundo. Tanto


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