Sidhartha
Adaptaciรณn
En la ciudad celestial, donde los dioses moraban, un alma se acercó a Brahma, Vishnú y Shiva y dijo: “Yo quiero enseñar a la gente en la Tierra la lástima y la compasión porque ellos son crueles y sin corazón” y Brahma le contestó: “Solamente un alma muy especial puede ser maestro de la amabilidad y compasión. Sólo cuando, no una sino muchas veces, hayas sufrido cada pena y cada sentir que pueda sufrir alguien, sólo entonces te convertirás en tal maestro ¿quieres hacer esto? preguntó Brahma y el alma contestó: “yo quiero”. En aquella época viviendo en la India había un rey cuyo nombre era Suddhodana, su mujer la reina, era llamada Maya. Una noche ella tuvo un sueño: se vio rodeada por mucha gente y todos se inclinaban ante ella. Cuando ella le contó el sueño al rey Suddhodana, él llamó a los hombres más sabios del reino para que le dijeran qué significaba. Los hombres sabios tuvieron consejo y cuando hablaron entre ellos el más anciano dijo: “regocíjate Reina Maya, tú tendrás un hijo que será grande entre los hombres”, el hombre sabio continuó… “pero tu hijo podrá tomar la elección entre dos clases de grandeza. Si él se queda aquí en la corte del Rey el será un poderoso gobernante, sus conquistas alcanzarán los puntos más alejados de la tierra y muchas naciones lo llamarán a su señor y dueño. Pero él también podrá hacer otra cosa, él puede renunciar al trono, renunciar a la gloria, fama y riquezas y convertirse en un humilde mendigo. Si él hace esto, el será un gran maestro. él se hará un Buda, que significa uno cuya alma está llena de la luz
de la más alta sabiduría o el iluminado”. Cuando el rey escucho esto, estaba muy complacido de que su futuro hijo sería, en cualquier caso, un hombre grande y famoso. Pero Suddhodana también decidió que él haría todo lo posible para asegurarse de que fuera un poderoso gobernante en vez de un humilde mendigo. Al tiempo la reina Maya dio a luz y aunque ella no lo sabía, en aquel niño estaba el alma que había querido bajar para enseñar la compasión. El niño fue llamado Sidhartha y le fue enseñado todo lo que el hijo de un rey tenía que aprender: cómo conducir un carruaje, cómo usar el arco y la flecha. El rey Suddhodana no quería que su hijo fuese otra cosa que un guerrero que conquistaría muchas naciones, no quería que su hijo fuese un Buda. Por esto preguntó a los hombres sabios de la corte, que podía hacer para que su hijo fuera un gran rey en vez de un maestro que viviera en la pobreza. Los hombres sabios le dijeron que el príncipe era todavía joven y que hasta ahora había vivido en un hermoso palacio con jardines espléndidos, él no había visto la pobreza ni gente anciana o enferma, ni la muerte de ninguna persona, por lo tanto, si él quería impedir que Sidhartha partiera, todo debía continuar así, no debía ver gente anciana, sufrimientos, enfermedades o muerte, puesto que si él veía alguna de esas cosas, seguramente lo abandonaría. El rey Suddhodana hizo entonces todo de su parte para que su hijo nunca viera algo triste o alguien que estuviese sufriendo. Solamente jóvenes sanos y hermosa gente fueron permitidos en la corte. Alrededor del palacio el rey
construyó tres altas murallas, así el príncipe no podría vislumbrar la muerte o enfermedad de la gente allá afuera. 2 Dentro de las paredes del palacio, había hermosos jardines, mucho entretenimiento y placeres para el príncipe, juegos música
y
deportes.
Nadie
tenía
permitido
mencionar
enfermedades muerte o penurias en su presencia. Sidhartha parecía estar muy contento con su placentera vida. Cuando él se hizo mayor se casó con una hermosa princesa y estaba tan contento que su padre pensó que no debía preocuparse más de su hijo. Pero un día el príncipe anunció que quería salir a andar en su carruaje más allá de las paredes del palacio, e ir a la ciudad. Cuando el rey oyó esto inmediatamente mandó mensajeros a la ciudad para decir que cuando el príncipe Sidhartha pasará por las calles nadie que fuese viejo o enfermo debía estar visible. El rey también ordenó que no se llevará a cabo ningún funeral y que la gente se pusiera sus mejores ropas y decorara cada casa con flores. El día llegó traje del príncipe Sidhartha pasó por la ciudad. A su lado estaba Channa, el conductor del carruaje, que también era su amigo. Por cualquier lado que fueran, gente joven y sana estaba parada en las calles pero cuando el carro dobló en una esquina, de pronto un hombre viejo se tambaleó justo enfrente de él. Nadie supo como él estaba allí y la gente decía que había sido uno de los dioses que había tomado forma humana. Pero quién quiera que fuese, era un hombre viejo con cabello blanco piel arrugada y ojos nublados. Entonces Sidhartha preguntó qué le ocurría a
este hombre que era tan diferente a los otros. El conductor sólo pudo contestar con la verdad: “ese es un hombre viejo, todos los seres humanos llegan así cuando han vivido por muchos años”. Cuando el príncipe escucho esto le ordenó a Channa llevarlo de vuelta al palacio. Por muchos días no pudo disfrutar más de los jardines
los
entretenimientos
y
los
placeres.
Estaba
en
profundos pensamientos, pero después se olvidó del hombre viejo y vivió como antes. Algún tiempo más tarde Sidhartha hizo otro viaje en su carroza con Channa a su lado. La multitud en las calles eran personas jóvenes y saludables porque otra vez los mensajeros del rey habían decretado que ningún viejo o persona enferma debía salir ese día. Cuando pasaban por la ciudad el príncipe Sidhartha sólo veía hombres y mujeres jóvenes y fuertes como él mismo. Pero una vez más algo ocurrió contra la orden del rey, justo cuando el carruaje pasaba, un hombre apareció en el pavimento., su cara estaba pálida, su piel estaba cubierta de una erupción, sus manos temblaban y él sólo podía caminar sosteniéndose con un palo. Nadie sabía quién era, nadie sabía de dónde había venido y nadie supo a dónde se fue luego. Cuando el príncipe Sidhartha vio la lamentable figura él le preguntó a Chana: ¿qué ocurre con este hombre?, y él contestó que estaba enfermo. Sidhartha dijo: enfermo… ¿qué significa?... yo nunca vi algo así. Entonces Channa le explicó que cualquier persona podía, en cualquier momento caer enfermo, que nadie está a salvo de una enfermedad. Cuando el príncipe escuchó esto le dijo al
conductor que lo llevará al palacio. Nuevamente se sintió triste y no pudo disfrutar de los jardines y placeres cuando pensaba en cómo la gente sufría de toda clase de enfermedades, pero después de un 3 tiempo sacó estos pensamientos de su mente y se olvidó del hombre enfermo tal como había olvidado al hombre viejo. No era frecuente que el príncipe Sidhartha deseara dejar el hermoso Palacio y la compañía placentera que tenía en la corte real, había tanto para mantenerlo entretenido y ocupado que eran pocas razones por las cuales él quisiera salir a la ciudad. Pero aún la vida más placentera puede ser aburrida si no hay cambio, así una vez más él hizo saber que quería salir a dar un paseo. Tan pronto como su padre oyó eso, salieron nuevamente los mensajeros y previnieron a la gente de que ningún anciano o enfermo anduviera por las calles ese día, si no serían severamente castigados. Pero cuando el príncipe y su conductor amigo pasearon por la ciudad, apareció una extraña procesión: una fila de hombres y mujeres caminaban en medio de la calle tan lentamente que el carruaje de Sidhartha tuvo que detenerse. Los hombres al frente de la procesión llevaban sobre sus hombros una camilla sobre la que estaba acostada una figura humana toda cubierta. Detrás era seguida por hombres y mujeres que lloraban y nadie sabía quiénes eran o de dónde habían venido. El príncipe observó este extraño espectáculo y le preguntó a Chana qué significaba, y él respondió: “este es el final de la vida”. Entonces el habló a su conductor y le pidió que le ensillara el mejor caballo. El conductor estaba sorprendido de
que quisiera ir a cabalgar en medio de la noche pero el príncipe Sidhartha le explicó que sería su última cabalgata, ya que esa noche abandonaría su hogar y su familia. Cuando el caballo estuvo listo, Sidhartha cabalgó tan silenciosamente que el ruido de los cascos no molestó a nadie y, por el poder de los dioses, los soldados de la guardia del palacio estaban casi dormidos y no despertaron cuando él pasó. Su fiel amigo, Channa acompañaba al príncipe y cabalgaron fuera del palacio y de la ciudad. Cuando ya se habían alejado a una cierta distancia, el príncipe se detuvo, desmontó y cambió sus ropas reales por la ropa áspera que lleva los ermitaños, dió sus ropas y caballo a Channa y le dijo que los llevara de vuelta al palacio y le dijera a su familia que él se había ido por su bien. Y así comenzó una nueva vida para Sidhartha. Sidhartha había dejado su hogar y todos los placeres que su padre le había dado. De cualquier forma,no había abandonado su familia y su pequeño hijo por razones egoístas. Sidharta tenía el corazón lleno de pesar y compasión por toda la gente del mundo y esta búsqueda hizo que ya no fuera más un príncipe sino un humilde mendigo que ahora tenía que pedir algo para comer. La mayor parte del tiempo, él lo pasaba pensando sobre una pregunta ¿Qué puedo hacer para ayudar a tanta gente que sufre en el mundo?... y durante un buen tiempo, él no pudo encontrar la respuesta. Una vez otro hombre santo que se encontró con él le dijo que si él podía pasar sin comer lo que más pudiera, los dioses le enviarían una respuesta a su pregunta. Así Sidhartha paso
muchos días sin comer y se puso tan delgado y demacrado que nadie lo hubiese reconocido. Un día se desmayó, totalmente exhausto y cuando volvió en sí,se dijo: “ahora sé que ayunar no es la forma correcta para encontrar la respuesta a mi pregunta”. Entonces comenzó a 4 comer lo que la gente volvía a darle, ya que era un mendigo y vivía de la caridad. Pero, aunque no conocía la respuesta, el momento estaba cerca. Un día en la estación de calor, cuando el sol quemaba, Sidhartha llegó a los alrededores de un pequeño pueblo. El vio una gran higuera y se sentó a su sombra…como tantas otras veces, su mente retomó la gran pregunta ¿qué puedo hacer yo para ayudar a toda la gente del mundo que sufre?...pero, los malos espíritus y demonios sabían que el momento en el que él tendría una respuesta estaba cerca y que él sería un Buda, por lo que el rey de los demonios, Mara, llamó a miles de monstruos y espíritus. Todo el cielo estaba oscurecido por una nube negra que no era nada más que los demonios, demonios con llameantes lenguas, con diez brazos, con garras y colmillos, como serpientes y dragones. Aquel vasto ejército de demonios fue directo sobre el solitario mendigo debajo de la higuera. Sidharta, sin embargo, estaba en profundos pensamientos que eran tan poderosos que formaron un arcoiris sobre él. Un arcoiris a través del cual ningún mal podía penetrar. Los demonios tiraron piedras, lanzas y flechas a Sidhartha, pero todas las armas de los demonios quedaban sin poder cuando llegaban al arcoiris. En su desesperación, los demonios se tiraban ellos mismos contra
el arcoiris para atravesarlo. Lo clavaban, lo golpeaban y golpeaban sus cabezas contra él, pero el arcoiris era tan duro como un diamante…durante todo ese tiempo, Sidhartha no se dio cuenta del enjambre de demonios… él se mantenía tranquilo y calmo en sus pensamientos. Cuando Mara, el rey demonio, vio que su ejército no podía dañar a Sidhartha, él pensó en otro truco. Tomó la figura de un ser humano, corrió hacia el árbol y lo llamó: ¡Príncipe Sidhartha! tengo un mensaje de tu esposa, tu pequeño hijo está enfermo y sólo vivirá unos pocos días. ¡Ven rápido, quizás cuando el niño te vea se recuperará! Pero Sidhartha contestó: “todo hombre deberá morir antes o más tarde, yo debo encontrar consuelo para todo sufrimiento, no solamente para mí o para la pena de mi esposa, si nuestro hijo debe morir”. Entonces Mara dijo: “Enemigos han invadido el país de tu padre, él necesita el brazo fuerte de su hijo o el perderá sus tierras y su mujer”. Pero Sidhartha contestó: “Reyes han perdido sus tierras y la vida anteriormente. Yo debo encontrar Consuelo para todas las penas, no solamente para la de mi padre”…entonces Mara supo que estaba derrotado y se marchó con sus poderes rotos. Una vez que Mara se retiró, Sidhartha entró en una profunda concentración, ya no estaba más consciente de nada a su alrededor, no sentía hambre, sed o cansancio, nada molestaba sus pensamientos…¿Y cuáles eran sus pensamientos?... era una pregunta: ¿cómo podía la gente liberarse de la maldad?. Un día y su noche pasaron mientras Sidhartha estaba sentado preguntándose con todo su corazón y
mente, cómo podía el alma humana liberarse de la maldad. Al final de esa primera noche, sintió como si su mente hubiese abandonado a su cuerpo y vio uno de los grandes secretos del mundo: que las almas de los seres humanos no morían cuando moría el cuerpo…ellos vivían por un tiempo en un mundo superior y luego volvían a la tierra a nacer. Pero por cualquier mala acción o cualquier daño que causarán, por cada mentira que contaban en una vida, en la siguiente, debían pagar con infelicidad, enfermedad o pena. Entonces Sidhartha supo que el primer paso para estar libre del mal, es saber que debes 5 pagar por cualquier acto errado, si no en esta vida, en la siguiente. Pero Sidharta no estaba conforme con esta respuesta, su mente aún estaba preguntándose cómo podía el alma humana ser libre del mal…y se quedó en profundos pensamientos, sin comida, sin bebida y sin sueño y así pasó el segundo día y la segunda noche…fue entonces liberado de su cuerpo y de su mente y vio una vez más, el alma de los hombres, de una vida a otra, pagar por la maldad que habían hecho, pero ahora pudo ver dentro de las almas…y vio que detrás de todo mal, está el egoísmo. Entonces supo que para poder estar libre del mal, el alma debe entender que toda maldad proviene del egoísmo. Pero Sidhartha aún no estaba satisfecho con la segunda respuesta, así que se quedó en profundos pensamientos por un tercer día y una tercera noche….una vez más durante la noche su mente liberada del cuerpo, se elevó a grandes alturas y vio que todas las almas humanas habían venido hace mucho, mucho tiempo,
de una gran alma… tal como las pequeñas gotas pueden venir de un gran lago o como muchas pequeñas chispas nacen de un gran fuego… así Sidhartha vio que está gran alma del género humano de donde todos venimos, estaba llena de amor. Estaba tan llena de compasión por todo ser en el mundo, que no había espacio para ningún egoísmo. Cuando Sidhartha vio la gloria del amor y la bondad en esta Alma, era como si su mente estuviera flotando en la luz. Finalmente él supo la respuesta a su pregunta; el alma se libera del mal a través del amor la bondad y la compasión. Era como una hermosa luz interior cuando supo esto. La experiencia de la tercera noche fue llamada iluminación y Sidhartha, que había sido el primero en tener tal experiencia, fue desde ese momento llamado El iluminado o en idioma Indio, Buda. Desde aquel día Sidhartha fue conocido en la India y luego alrededor de todo el mundo, como Buda, el gran maestro del amor y la compasión, aquel que pudo mostrar a otros como ser libre del mal. Pero Sidhartha sólo estaba preparando el camino para que esta gran Alma de los seres humanos, la que había visto cuando estaba sentado bajo la higuera, llegará a la Tierra… 500 años más tarde como Jesucristo. El resto de la humanidad tendría que esperar a que Jesús llegará, pero Sidhartha el Buda, fue el primero en verlo en aquella tercera noche, la noche de la iluminación.