Una flor de repuesto para mamá

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para mamá

Una mañana de otoño, justo cuando las hojas de los árboles empezaban a caer, mi

se llevó una gran sorpresa...

madre

El Dr. Flo la llamó por teléfono para decirle que había detectado una manchita muy fea en uno de sus pechos... Con estas palabras comienza el relato de un niño que pasa por la extraña situación de vivir el proceso del cáncer de mama de su madre, pero que, sin perder el ánimo, afronta junto a ella la aventura de luchar contra la enfermedad con todas sus fuerzas. Juntos logran superarla y volver a hacer una vida tan normal, alegre ISBN: 978-84-92696-37-6

y divertida como la de antes.

www.takatuka.cat

Rebeka Elizegi

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Una flor de repuesto para mamá

Una

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Primera edición: febrero de 2011 © texto e ilustraciones: Rebeka Elizegi © 2011 Takatuka SL Takatuka / Virus editorial, Barcelona www.takatuka.cat Diseño y maquetación: Alehop Colaboración en el texto: Eider Elizegi Impreso en El Tinter, empresa certificada ISO 9001, ISO 14001 y EMAS ISBN: 978-84-92696-37-6 Depósito legal: B-47564-2010


Una

flor

de repuesto

para mamรก Rebeka Elizegi



Esta es mi mamá.

Es cocinera y se dedica a preparar comidas muy ricas en un pequeño restaurante de la ciudad. Todas las tardes, después del trabajo, se pone las bambas y sale a pasear. Muchas veces, si no voy a jugar con mis amigos, yo la acompaño.



Pero una mañana de otoño, justo cuando las hojas de los árboles empezaban a caer,

mi madre se llevó una gran sorpresa… El Dr. Flo la llamó por teléfono para decirle que había detectado una manchita muy fea en uno de sus pechos.



—Esto hay que estudiarlo más a fondo —dijo el doctor.

Y acto seguido, un equipo médico se puso manos a la obra, examinando con todo tipo de aparatos estrambóticos la manchita que habían encontrado en su pecho. ¡Aquello parecía una película de intriga y espionaje!


Después de realizarle una serie de pruebas, por fin el médico le puso nombre a la manchita que le habían encontrado en su pecho: —Se trata de un

Ò cáncer de mamaÓ —dijo.

Y seguidamente le aconsejó con voz preocupada:

—¡Sería conveniente operar inmediatamente!


¿Quería decir eso que mi madre estaba muy enferma?

¡Pero si parecía que estaba tan sana como siempre!


Al cabo de unos d铆as, preparamos entre todos la

maleta que se iba a llevar al hospital: en ella

metimos un camis贸n de flores, unas zapatillas, un neceser completo con el cepillo de dientes, una colonia fresca, un libro y una cajita de bombones.




Ya en el hospital, el Dr. Flo nos explicó que, para eliminar el cáncer y para asegurarse de que no iba a quedar ni rastro de él, tenían

que quitarle

el pecho en el que la mancha había aparecido.


También nos dijo que, para que mi madre se curara lo antes posible,

los mimos y cuidados de toda la familia y de sus amigos tenían tanta importancia

como la operación y los tratamientos médicos que le iban a aplicar.




Una fría mañana de invierno y tras una larga operación, mi madre volvió a su habitación del hospital con la cara pálida y con una cicatriz en el pecho. Al principio estaba muy débil, pero

pasados unos días empezó a recuperarse. Poco a poco fue recobrando su buen color, sus ganas de hablar y comenzó a mirar en el espejo su nueva silueta.



APIA

TER MIO

RADIOTERAPIA

QUI

Unos días más tarde, por fin volvió a casa. Y cuando parecía que la aventura había llegado a su fin… el médico nos explicó que no era así: para asegurarse de que el cáncer no iba a aparecer nunca más, era necesario aplicarle unos tratamientos de nombres muy raros: quimioterapia

y radioterapia.



Los días siguientes a cada sesión de tratamiento, mi

madre solía estar tan cansada que apenas podía levantarse de la cama.

La comida le sentaba muy mal, no tenía ganas de hacer nada y poco a poco se le fue cayendo el pelo… ¡hasta que se le quedó la cabeza como una auténtica bola de billar!


La verdad es que parecía

otra persona…

No tenía fuerzas para despertarme cada mañana, ni para prepararme la merienda cuando llegaba del cole, ni para ayudarme a hacer los deberes, ni para leerme un cuento por la noche. Estos tratamientos era un auténtico rollo…



Pero entonces llegó la primavera. Los campos se llenaron de flores, el sol empezó a brillar con fuerza, mi madre empezó a encontrarse mejor y dejó de ir al hospital. Cuando ya estaba casi recuperada del todo, el doctor le habló de una cosa que llamó Ò prótesis mamariaÓ ,

un pecho de repuesto para

sustituir el que le habían quitado en la operación.

A mi madre le gustó mucho la idea de volver a tener dos pechos, aunque uno de ellos fuera de mentira.




Ahora ella vuelve a ser la misma de antes. Sigue cocinando comidas tan ricas como siempre en su pequeĂąo restaurante y todas las tardes se pone muy guapa para salir a pasear. De vez en cuando, visita de nuevo al Dr. Flo para asegurarse de que el cĂĄncer no vuelva a aparecer, y juntos recuerdan la aventura por la que pasaron.


Y así es como mi madre,

igual que otras muchas mujeres que conoció en el

trabajo, en el hospital, en el supermercado o en el barrio, descubrió un buen día que tenía una manchita llamada cáncer en uno de sus pechos. Sin perder el ánimo, y contando con el apoyo de todos, afrontó la aventura de luchar contra la enfermedad. Para ello tuvo que pasar por una operación y unos tratamientos un poco duros, pero ahora

lleva una vida tan normal y tan alegre como la de antes.




La enfermedad es un momento ideal para despilfarrar afectos.

Ama, zuretzat


para mamá

Una mañana de otoño, justo cuando las hojas de los árboles empezaban a caer, mi

se llevó una gran sorpresa...

madre

El Dr. Flo la llamó por teléfono para decirle que había detectado una manchita muy fea en uno de sus pechos... Con estas palabras comienza el relato de un niño que pasa por la extraña situación de vivir el proceso del cáncer de mama de su madre, pero que, sin perder el ánimo, afronta junto a ella la aventura de luchar contra la enfermedad con todas sus fuerzas. Juntos logran superarla y volver a hacer una vida tan normal, alegre ISBN: 978-84-92696-37-6

y divertida como la de antes.

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Una flor de repuesto para mamá

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