Rock & Salsa MAGAZINE Edici贸n Gratuita No. 1
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Por: RAFAEL SÁNCHEZ DÍAZ @RAFASANCHEZ8887 Diego Armando Lamuz Fierro @Dielamuz
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YEAH YEAH YEAHS – MOSQUITO Los Yeah Yeah Yeahs han recorrido un largo camino desde su debut como parte de la movida neoyorquina allá por el año 2000. Trece años y cuatro discos después, el trío liderado por Karen O ha abandonado, en su cuarta producción, el garage punk de su primer intento para abrazar diversas influencias y darse vuelo con los experimentos sin permitir que el temor a equivocarse los detenga. El resultado es su disco más ecléctico hasta la fecha, testigo de un grupo que no busca complacer a nadie más que a ellos mismos. Esta es nuestra reseña de Mosquito de Yeah Yeah Yeahs. Una de las cosas que siempre fue digna de mención, respecto a esta agrupación, es su capacidad para reinventarse con cada disco. La banda pasó del punk, el garage y el ruido en Fever to Tell, a una producción más pulida en Show Your Bones, para terminar con la madurez electrónica de It’s Blitz. Sin embargo, para este álbum nos la han puesto difícil a la hora de buscar definiciones sonoras pues, a diferencia de los mencionados trabajos, que tenían una línea musical obvia (con todo y uno que otro salto), Mosquito salta de un ritmo a otro sin ninguna continuidad, ofreciendo estilos tan diversos como el gospel, la electrónica, el reggae y hasta un poco del post-punk de su álbum debut. Este trabajo muestra, así, a una banda desafiante y segura que nuevamente ha decidido romper las ataduras para comenzar prácticamente desde cero. Es de notar que el experimento no ha sido totalmente exitoso, pues a primera escucha algunas de las canciones se desdibujan en su rareza, además de que sólo son dos los sencillos más obvios de la producción. El primero es por supuesto “Sacrilege”, una de las cartas fuertes del álbum y que, según ha dicho la misma agrupación, nació en Nueva Orleans, lo que explica el coro gospel de su segunda mitad, un plumazo de genialidad que calza perfecto con la grandilocuencia de la canción y sus intérpretes. Después llega “Subway”, melodía que rinde homenaje a Nueva York desde adentro: las lentas ruedas del subterráneo se abren paso con una que otra guitarra y las voces susurradas de Karen O, creando un interesante contraste entre el energético primer track y la paciente electrónica del segundo tema. Mientras tanto, “Mosquito” rinde homenaje al rock and roll de tintes clásicos, guitarras de estadio y bajeo incesante que parece haber influenciado la nueva imagen rubia y rockanrolera de su vocalista. La canción es definitivamente energética y la guitarra de Nick Zinner es inmaculada como siempre, aunque el resultado suena un poco hueco luego de varias escuchas. Esta influencia rock también la podemos encontrar en “Area 52”, quizá la peor canción del disco, con todo y que su sonido es lo más cercano a la suciedad y saturación de sus primeras entregas. Dentro de la línea rock, pero con un sonido más actual tenemos “Slave”: sensual, exótica, atrevida, oscura, guitarrera y bien plantada, quizá de las más fáciles de escuchar y digerir. Esta melodía sobresale como un buen ejemplo de la pensada evolución que la banda es capaz de ofrecer, al igual que “Under the Earth”, otra de las joyas del álbum y un experimento exitoso inspirado por el reggae.
Mosquito también ha traído nuevos aliados para las locuras de estos tres. “These Paths”, producida por David Sitek, revuelve en la electrónica con medianos resultados y un final un poquito chocante cortesía de los gruñidos demasiado agudos de la vocalista de la banda.
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Por otro lado, James Murphy se encargó de la rockera a “Buried Alive”, construida con guitarras y un mood muy oscuro y experimental que es interrumpido al medio tiempo para que Dr. Octagon puedan proveer sus versos. El resultado es bastante medianón, aunque no deja de ser interesante.
Finalmente está la parte de las baladas, que ya sabemos a esta agrupación le sale tan bien. “Always” está construida con algo de calipso, mientras que “Despair” utiliza guitarras repetitivas y una potente batería para dar un poco más de garra al amor que desborda la frontwoman del grupo. Finalmente “Wedding Song” cierra magistralmente el disco con un romanticismo muy oscuro y un intermedio inspirado en el The Cure de Disintegration, consiguiendo conquistar gracias al candor de Karen y la emoción de la melodía. Uno de los fallos de este álbum está en las palabras. Y es que los títulos no sólo son simples, también literales, pues describen “demasiado bien” el estilo e influencias que el grupo utilizó, algo que realmente no había ocurrido en el pasado. Pero además están las letras, que personalmente me parecieron muy flojas, navegando entre aliens, amor y mucha repetición, pero nada realmente convincente. Todo esto podría dejarse de lado si no fuera porque el álbum carece de dirección pues, como ya dije al principio, esa diversidad de géneros es lo mismo su crimen que su fortaleza. El problema quizá es que no es un álbum tan digerible como lo ha sido su música en el pasado, y no se siente como una colección de excelentes canciones, sino como algunos muy buenos sencillos y varios temas de relleno. Por momentos hace extrañar la fuerza mueve
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cabezas del pasado y esa simpleza bien llevada de la que siempre presumieron. No es que sea un disco malo en general, simplemente que tantos ingredientes han sepultado por momentos la inmediatez y la energía de una agrupación que siempre ha sabido cómo construir hits sin perder la calidad. No obstante, al final hay que reconocer la disposición del grupo para cambiar y mostrar algo diferente, pues lo que es un hecho es que Mosquito es ellos y nadie más. La agrupación supo incorporar los ritmos sin perder el paso, y mostrarse segura en cada vuelta del camino, enarbolando la capacidad interpretativa de Karen, las tremendas guitarras de Nick y el potente golpeteo de Brian como la base de este nuevo estilo. El álbum tiene muy buenos momentos y algunas de las mejores canciones de su carrera, lo que permite salvar los escollos que dejó la falta de cauce. En fin, lo que es un hecho es que Mosquito dividirá opiniones y que realmente no llega a igualar los mejores momentos de los neoyorquinos. Personalmente me pareció un álbum mediano a secas, pero lo que tenemos que reconocer es que los Yeah Yeah Yeahs han seguido y seguirán labrando un camino lleno de originalidad e ingenio para sobrevivir íntegros al paso de los años, algo que muchos de sus compañeros de generación no han podido conseguir.
DAVID BOWIE - THE NEXT DAY Le tenía miedo a este disco, quiero decir a la crítica. No sabía si sería demasiado atrevimiento contar mis impresiones ya asentadas o si guardármelas para mí misma y no arriesgar, pero como la vida es riesgo aquí estoy, jugándome la vida y dispuesto a aguantar que los bowiestudiosos de turno me den la puntilla o la estocada. Tras diez años de ausencia compositiva y diversos problemas de salud, en enero de este año David Bowie nos sorprendía a todos con la inminente salida de un nuevo capítulo en su vida en forma de compacto. Nada se había filtrado y rápidamente la noticia corrió como la pólvora por todo el mundo. Bowie se convirtió en “trending topic”, que se dice ahora, y cada paso que ha dado hasta su publicación ha sido seguido con minuciosidad. Desde esa encubierta portada, hasta sus dos primeros adelantos, siendo analizados por muchos, casi punto por punto. Borré un pedazo Por empezar por el principio y siguiendo con la ya mencionada portada, la extrañeza de superponer un cuadro en blanco con el título del nuevo disco a la cubierta del “Heroes”, sin ningún tipo de pudor o disimulo e incluso tachando el título del disco del ‘77, no dejó a nadie indiferente. Algunos contaban con que fuera un especie de señal o continuación de aquel pero por lo escuchado, no parece que así sea. Con esto no quiero decir que no tenga nada que ver o que algunas de las canciones no encajaran quizá en aquél disco o viceversa, pero sinceramente no creo que sea un tributo u homenaje, aunque sí haya que recordar el guiño a aquella época de la trilogía de Berlín, con un vídeo de El Duque Blanco por las calles de esa fascinante ciudad y la vuelta a la producción de Tony Visconti.
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Instalados ya en el contenido, decir que “The Next Day” consta de 14 temas, todos compuestos íntegramente por David Bowie excepto un par de ellos co-escritos con Gerry Leonard y Jerry Lordan. Nada que objetar. Este hombre está en un buen estado compositivo, los años de exilio musical le han sentado bien y he leído por ahí que hay muchas más canciones hechas y dispuestas a ver la luz en breve. Esta nueva entrega no es apta para todos los públicos. No es un disco fácil que al par de escuchas te quedes con las melodías y puedas canturrearlas a la primera de cambio. Es un disco denso, intrigante e incluso incómodo, que si eres fan del camaleón te irá atrapando poco a poco. Tampoco te sorprenderá a estas alturas pero al menos no te sentirás defraudado. No quisiera extenderme en exceso en esta crítica pero veo que es casi imposible y no me gustaría dejarme cosas en el tintero, aunque seguramente lo haré. El comienzo con el ya comentado primer adelanto que fue “The Next Day” me parece el adecuado para recordar a todos quién era/es David Bowie y el cierre con esa inquietante “Heat” es el broche perfecto para esta enigmática obra. Ya sabemos que nadie copia a casi nadie pero hace tiempo que vengo viendo el espíritu de Tom Waits por numerosos trabajos de artistas consagrados y esta vez no iba a ser una excepción como se puede comprobar en “Dirty Boys”. Les decía al principio que “The Stars (Are Out Tonight)” no me había gustado nada, pues bien, ahora si lo hace e incorporada en el disco, es parte fundamental del mismo. No me digan que algo me pasa si no escuchan como yo el “Rebel Yell” de Billy Idol en “Love Is Lost”. Y llegamos a la quinta, ¡ay la quinta!, “Where Are We Now” es tal maravilla que se me hace difícil pensar como he podido vivir hasta ahora sin ella. “Valentine’s Day” y “You Feel So Lonely You Could Die” son puro y clásico Bowie, sin ornamentaciones raras ni desfases varios. “If You Can See Me” es un apresurado tema que me pone muy nerviosa, para qué voy a mentir. Escuchar a The Beatles en “I’d Rather Be High” tampoco es nada extraño y la robótica”Dancing Other Space” se deja escuchar entre las únicas dos canciones donde Bowie se hace acompañar en labores compositivas, “Boss Of Me” y “How Does The Grass Grow”. Y creo que me queda una, “(You Will) Set The World On Fire”, donde nuestro protagonista demuestra que sabe también rockear de lo lindo. Y ya está. Al fin me he quedado a gusto.
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CHRVRCHES Mucho se ha hablado en los últimos meses de CHVRCHES, este trío de synth-pop oriundo de Glasgow y que nos hizo bailar con su más reciente single “Gun“, canción que quizás aparezca en su álbum debut que acaban de anunciar. Luego del aclamado EP Revolver, el 24 de septiembre próximo llegará The Bones of What You Believe, el primer larga duración del trío que será editado por el sello Glassnote Records.
Con tan sólo un puñado de temas bajo el brazo, Chvrches están dando el bombazo. El primero, y el más conocido, es ‘The Mother We Share‘. Un felino single que recuerda a un punto intermedio entre el fulgor sónico de M83 y el frenesí psicodélico de Purity Ring. El videoclip también alberga cierta reminiscencia setentera: ‘Lies’ es la segunda de las composiciones que Chvrches – o Churches, como se prefiera – han subido a la red. En este caso los riffs sintetizados suenan de forma monumental, rodeando las vocales de una combativa Lauren Mayberry que recuerda muchísimo a la Emily Haines de “Synthetica” o “Fantasies”. El tercer y último plato, que cae en este post a modo de postre, es una interpretación en directo que los escoceses realizaron de un tema inédito en los estudios de la BBC Radio. Se titula ‘We Sink’ y es sin lugar a dudas el corte más infecciosamente pop de los desvelados hasta la fecha.
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TAME IMPALA – LONERISM En el 2010, desde las lejanas tierras de Australia aparecía Tame Impala con su debút llamado Innerspeaker que como todos sabemos, aparte de haber tenido una muy buena repercusión a nivel internacional, fue presentado en nuestro país el 18 y el 19 de agosto tras dos shows excelentes que superaron las expectativas de todos los que tuvimos el lujo de estar presentes.
Lonerism es el segundo disco de estudio de la banda, que se lanzó el 5 de octubre de este año a través de Modular Recordings y fue producido de forma totalmente casera y prácticamente en su totalidad por el “cerebro” del grupo, Kevin Parker, quien se encargó de componer todas las letras y de tocar todos los instrumentos, pedales, teclas y botoncitos que oímos durante todo el álbum, aunque no estaría de más mencionar que Jay Watson, tecladista del grupo, acompañó escribiendo y tocando teclados en los 3 temas que fueron cortes de difusión (“Apocalypse dreams” “Elephant” y “Feels like we only go backwards…”). Una parte fue grabada en el departamento de Kevin en París y otra en Perth, Australia. La mezcla fue hecha por Dave Fridmann que también se encargó de Innerspeaker y otras colaboraciones con otros artistas de renombre como los Flaming Lips y MGMT. A rasgos generales en cuanto a las letras, todas rondan en cómo Kevin acepta y lleva consigo el hecho de ser una persona solitaria y bastante cerrada en sí misma (¿recuerdan “Solitude is bliss“?).
“Be above it” abre el disco y ya nos da una pauta de lo que va a ser lo que viene luego: un viaje bastante especial. “Endors toi“, nos ofrece una mezcla de teclados, guitarras sucias y la particular voz de Parker resonando con un eco que nos hace sumergir adentro de la canción. En tercer lugar, llega “Apocalypse dreams” que con un bajo bien marcado nos hace mover sí o sí los piecitos y un sorpresivo corte cerca del minuto 3 hace que desde ahí en adelante, nos envolvamos en la atmósfera inconfundible de la banda.
“Mind mischief” probablemente sea una de mis preferidas, no tiene desperdicio desde que empieza hasta que termina y es de esas canciones que se aprecian muchísimo mejor con los auriculares puestos. Igual ¿a quién queremos mentir? lo de los auriculares se aplica para todas y cada una de las canciones que vamos a escuchar acá. La quinta canción es “Music to walk home by“, que al menos para mí, tal como lo indica el título es totalmente para disfrutar de una caminata o para simplemente estar descansando debajo del sol. Con mucho sintetizador y ruiditos que parecen del más allá, aparece “Why won’t they talk to me?” que con un estribillo muy pegadizo da lugar a “Feels like we only go backwards“, otra que nos transporta, nos hace bajar un poco las revoluciones y que claramente está entre las mejores que tiene el disco.
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Parker juguetea con la distorsión y los efectos electrónicos en “Keep on lying“, canción que se va esfumando de a poco para que aparezca “Elephant“, Sin duda una de las mejores canciones de este 2013 y una de las mas cantadas por estos días gracias a un comercial de Blackerry. Sin pena ni gloria pasan los 58 segundos de “She just won’t believe me” y luego es el turno de “Nothing that has happened so far has been anything we could control“, que aparte de tener el nombre más largo de todas es también la que más dura y cuenta con una pequeña participación de Melody Prochet quien es novia de Kevin y música en “Melody’s Echo Chamber“.
El disco finaliza con “Sun’s coming up“, un lindísimo piano y claro, como no podían faltar, un par de minutos de sonidos raros y guitarras con algunos pedales encima. Así, estos 12 temas forman la edición convencional de Lonerism. ¿Por qué decimos convencional? porque existen dos bonus tracks: uno en iTunes llamado “Led Zeppelin” y otro que está incluido en la edición deluxe bajo el nombre de “Beverly Laurel“. Cuando más de una banda post disimil tanto comenzó a aburrirnos haciendo más de lo mismo, estos cinco muchachos nos sorprenden con su segundo trabajo, un disco muy bien logrado, con sonidos frescos y que da ganas de escuchar una y otra vez. Nunca viene mal dejarnos llevar con la música, transportarnos un par de décadas hacia atrás, llenas de colores y psicodelia y hacer despertar todos nuestros sentidos así que señoras y señores aprovechen que en Lonerism hay una sensación tras otra. Y son todas absolutamente gratas.
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THE NATIONAL Me pregunto una y otra vez cómo enfrentarse a la crítica de uno de esos grupos de cabecera, del que llevas años esperando nuevo material y eres capaz de admirar aun cuando los tiempos no son del todo favorables. Seamos sinceros desde el principio: The National han creado tantas expectativas con el lanzamiento de Trouble will find me que muchos esperábamos todo de este nuevo disco. Solo por escuchar de nuevo la voz de Matt Berninger ya merece la pena aguantar tanto sufrimiento. Pero a veces, solo a veces, el dolor no es tan bello.
¿Por qué The National? Si planteamos la carrera de The National como una maratón, podemos visualizar cómo gastaron gran parte de sus fuerzas en esos dos animales discográficos que supusieron la salida de Boxer yAlligator. Diferentes entre sí, brillantes a partes iguales y capaz incluso de hacernos bailar a los más escépticos, nos descubrieron al grupo de Cincinatti (¿o ya debemos decir de Brooklyn?) como uno de los más grandes de la pasada década. Sin embargo, desde High Violet notamos un estado de excepción: se estaban dejando llevar por la inercia. Perdían potencia una vez alcanzada la velocidad de crucero en favor de un tono más intimista y reflexivo. Vimos los primeros síntomas: se perdía la electricidad, decaía la locura de Bryan Devendorf y sólo nos quedaba la marca de saber que sin ellos no podríamos vivir, ya sea desde el amor o desde el odio. La propuesta actual de The National queda entonces enmarcada dentro de su propia especie: el aligátor se estaba amansando, pero daba muestras de que seguía con mucha vida. Y aunque podríamos hablar aquí de las segundas oportunidades (¡ja!) que merecen, tenemos un disco mucho más relajado, donde ser padre se nota hasta en la instrumentación. No es el sonido grandioso al que estábamos acostumbrados, es… diferente. Trouble will find me: La Voz En uno de sus libros, el autor Peter Cameron titula con un verso de Ovidio: ‘Algún día este dolor te será útil’. La historia nos ha enseñado que nada ocurre sin sentido, y en la música, un tanto de lo mismo. Descubríamos que la voz y letras de Matt Berninger formaban un matrimonio perfecto que no para de mejorar con el paso de los años. Mucho más profundo, existencial e imprescindible, lejos de las etiquetas que tildan a The National dentro del episodio de “música para viejos”; porque Trouble will find me sí puede ser más pesado que anteriores entregas, pero también muy rico en matices, con colaboraciones como las de Sufjan Stevens, St. Vincent o la imprescindible Sharon Van Etten. Desde el comienzo de ‘I should live in salt‘ o ‘Demons‘ se muestra el potencial de voces que perduran en el disco, mucho más Berninger que nunca. Y aunque haya algunos pedruscos
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en el camino que enturbien la visión general del camino (como un ‘Fireproof‘ que provoca sopor), sobre todo volvemos a encontrarnos con una obra casi redonda, que se recupera una y otra vez como el vagón de una montaña rusa. Porque, en comparación consigo mismo, nos resulta una Campana de Gauss invertida, puesto que vuelve a retomar el vuelo con ‘Graceless‘ y ‘Humiliation‘, pasando por la brillante ‘Sea of love‘ (vídeo espídico incluído).
Excelente quizá sería pedir demasiado, sobre todo si buscamos las tormentas que existían dentro de ellos. Pero si comprendemos y amamos esta nueva armonía, vamos a disfrutar cada vez más, lentamente como una taza de té en medio de la noche. A lo mejor no son ellos los que han cambiado, o sí, o también nosotros que dejamos de ser los adolescentes que bailaban con ‘Karen‘ y siguen viviendo dentro de una canción. O resulta que nos damos otra oportunidad y volvemos con la media sonrisa en la cara, porque hemos encontrado al grupo de nuestra vida.
ADAM GREEN AND BINKY SHAPIRO No me considero experto en música, mucho menos crítico, escribo este post como un simple ser humano que se la vive en Internet y encontró un disco que no ha podido parar de escuchar, dicho eso comienzo. Conocí a “Adam Green y Binki Shapiro” (el álbum) el mismo día que decidí poner orden en mis tableros de Pinterest (tengo la creencia de que arreglar mi Pinterest es como mi terapia para tratar de poner un poquito de orden en mi cabeza), ese mismo día debía hacer una investigación para un texto que incluía el término “anti-folk”.
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Mientras iniciaba mi research tecleando Regina Spektor en el buscador de Google y como buen multitasker que soy, brincaba entre las pestañas de last fm y mi Pinterest, en una de esas me topé con una foto de Binki Shapiro (la it-girl que nunca quiso ser it-girl) y su entonces novio Fabrizio Moretti (si el chico strokes), tomada allá por 2009 o 2010 para la revista Elle (aquí la susodicha) guardada en la sección de “Me Gusta” de mi Pinterest, no sé ustedes. pero cuando estoy de prisa y no tengo el tiempo para escribir con detenimiento solamente le doy “Me Gusta” a la imagen para no perderla con la idea de acomodarla después, no sé si ese sea el correcto uso del “Me Gusta”, tampoco sé si hay un correcto uso para Pinterest, pero eso ya es otro dilema. Ya incluimos a Binki en esta historia, pero ¿donde está Adam? Pues a Adam llegué un dia preparando un programa de bandas nuevas para Embajada Rock(programa nocturno de rock en la emisora de la universidad Surcolombiana), Escuchaba a Regina Specktor el anti-folk que me llevó a los Moldy Peaches, Moldy Peaches a Adam Green y la curiosidad a You Tube, escuché el primer disco de los Moldy Peaches y YouTube me sugirió ver “Just to make me feel good” el video con el que quedé enganchada al dúo. ¡Bang! dos mundos colapsaron.
Binki y Adam, Adam y Binki, le puse play y los primeros acordes me recordaron un poco y muy de lejos a “Heroes” de David Bowie (no me juzguen es lo que pensé, tal vez no tenga nada que ver) 1:00 minuto de canción y obsesión instantánea. Busqué y conseguí el disco, 10 tracks de dulces melodías, piensen en canciones pegajosas provenientes de los 60’s y una vibra onda Serge Gainsbourg y Jane Birkin meets Instagram, bueno a eso suena Adam Green y Binki Shapiro para mí. Es un disco bastante corto para ser sincera, pero en mi caso hizo el brinco instantáneo a mi iPod.
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LOS MEJORES DISCOS DEL 2013 (Hasta ahora) Hay algunos que dejamos fuera de la lista a propósito, como los de The Strokes, The Knife o Vampire Weekend, y otros que nos ha dolido abandonar, como los de David Bowie o Depeche Mode, pero después de meditarlo, estos son, por ahora, los mejores discos de 2013 para nosotros. A finales de diciembre de este año tendréis que ser vosotros mismos los que juzguéis, porque nuestra aventura musical acaba hoy con este artículo
Savages - Silence Yourself Quizás no sean un grupo superventas, pero ciertamente proponen una visión fresca en la marea de discos que venimos escuchando últimamente. El rock británico, quizás, necesitaba una banda tan cruda como Savages, y hay que admitir que merecen la atención que reciben. El disco tiene algunos puntos débiles, pero sí puede considerarse como uno de los mejores debuts del año, superando ampliamente a sus coterráneos de otras bandas declaradas por la NME como los nuevos mesías del rock de guitarras. Habrá que ver si logran sostener esto por un tiempo más, o unos discos más, pero Silence Yourself es una patada en el pecho para despertarnos, y estamos agradecidos.
Daft Punk - Randome Access Memories Random Access Memories es todo lo que podríamos haber esperado. ¿Es el mejor disco de Daft Punk hasta la fecha? Algunos piensan que sí. Creo que podemos reservarle sin dudas ese lugar a Discovery. Pero sí siento que es un paso más adelante que Human After All, es fundamentalmente un fuck you en la cara de la música electrónica moderna y todos sus exponentes, a los que no se les cae una idea, y es un regreso a las raíces de la música que más influenció a la banda en sus comienzos. Esto es claramente notorio en el énfasis funk que le han puesto a casi todas las canciones, y en el nuevo atuendo brillante y con lentejuelas del dúo. Random Access Memories está plagado de hits, de instrumentos analógicos, es un volantazo en lo que venía haciendo la banda, lo que es valiente, y al tratarse de Daft Punk, les funciona de maravilla.
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My Bloody Valentine – mbv Shields es un loco fantástico, que no tiene reparos en nadie a la hora de hacer sus canciones. ¿Estructuras de canción? Al demonio con eso. Este hombre es capaz de hacernos sentir que estamos viajando en un helicóptero mientras escuchamos uno de sus temas. ¿Instrumentos tradicionales? En My Bloody Valentine no sabemos si estamos escuchando una Jazzmaster o un violín metido dentro de un tubo de PVC. No importa, no es relevante. Todo lo que nos podría importar con otro disco es dejado de lado aquí. Porque Shields no solamente da vuelta el tablero: lo patea, lo rompe, y crea otra cosa completamente distinta, una habitación donde escuchamos los ecos del pasado de My Bloody Valentine pero también de su futuro. mbv es un disco que crece, crece y crece hasta explotar, no solamente en la progresión de las canciones, sino también a medida que lo vamos escuchando.
Black Sabbath – 13 Todos hemos deseado alguna vez haber vivido en la década de los 60 o de los 70, solo para disfrutar del apogeo de las bandas que hoy en día consideramos míticas. No se trata de un deseo musical, sino también cultural y social. Lo que vivieron grupos como Black Sabbath hace décadas es, tanto para ellos como para sus seguidores de entonces, inolvidable. Por eso, cuando Ozzy Osbourne, Tony Iommi y Geezer Butler deciden volver a hacer música juntos en pleno siglo XXI y se sacan de la manga un disco tan soberbio como 13, te das cuenta de verdad de dónde viene gran parte del rock y metal que escuchamos en la actualidad. Esas estructuras lentas, esas guitarras y bajos pesados y ese espíritu oscuro y decadente suponen un brote nostálgico para muchos y una clase magistral para los demás. Simplemente, no puedes no escuchar este álbum.
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Queens Of The Stone Age - ...Like Clockwork Sí, es uno de los discos mejor promocionados de 2013, pero también es otro de los más creíbles. Probablemente, Josh Homme viva ahora lo que vivió Dave Grohl en los últimos años. Será considerado como una de las rockstars más queridas, solo porque su música es sincera y, sí, persigue vender, como todos, pero no con canciones fáciles, sino con cortos animados, falsos documentales y otras artimañas. La música no se toca. Si quieres rock bien hecho, bien producido y con letras más que interesantes, no dudes en darle una oportunidad a ...Like Clockwork.
Alice In Chains - The Devil Put Dinosaurs Here La renovada banda de Jerry Cantrell volvió a la palestra con un álbum precedido por una fuerte campaña publicitaria armada de juegos y pequeños adelantos. Lo mejor es que la nueva grabación estuvo a la altura de las expectativas, y sobre todo, del primer álbum tras su regreso. En The Devil Put Dinosaurs Here tenemos a los Alice In Chains de siempre, sus armonías vocales únicas, sus penumbras y esa constante sensación de hastío hecha música. Siempre es buena noticia que se mantengan en pie grandes bandas pertenecientes a géneros que pasaron de moda hace tiempo, guardando autenticidad y mostrando honestidad, y si el grupo en cuestión lanza un disco como este, mejor que mejor. Alice In Chains en estado puro.
Spiritual Beggars - Earth Blues Tras la decepción que me supuso lo nuevo de Deep Purple, escuchar esta maravilla de estilo tan clásico como los primeros álbumes de los ingleses me voló la cabeza. El súper-grupo de stoner rock, de envidiable discografía, entregaba a sus seguidores una nueva pieza de rock arenoso y desértico, esta vez más cargado de teclados, mayor regusto clásico, directo y consistente. Se escucha de un tirón una y otra vez gracias a su variedad, su potente producción y la gran cantidad de ideas que atesora. No es un álbum revolucionario, sino que en todo momento se recrea en cánones clásicos del hard rock. Es, sin embargo, lo que nos gusta llamar un discazo.
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Kadavar - Abra Kadavar En tiempos de música ostentosa, de arreglos por doquier y modernismo alternativo, ha surgido una banda alemana de setentero rock pantanoso que con su segundo álbum se ha asentado por completo en el panorama. Grabado como se hacía muchas décadas atrás, tocando cual directo en el estudio, sin cortes e incluyendo improvisaciones. El resultado, de nombre Abra Kadavar, es castizo y espeso, un álbum de melodías ácidas, delicioso sonido psicodélico y las características que sólo su concepción de mano de un power trío ha hecho posible. Música de otra época, concebida de forma conservadora desde las bases hasta el resultado, ideal para escuchar en vinilo.
The National - Trouble Will Find Me Siempre estamos buscando lo novedoso y lo diferente en el mundo de la música. Sin embargo, bandas como The National han demostrado que también se puede crear algo muy bueno a partir de tus fortalezas y lo ya conocido. Lo dijimos en la reseña, Trouble Will Find Me es un álbum intimista, clásico y mucho más minimalista que su anterior intento. Pero también es un disco profundamente melancólico, reflexivo, encantador y bien plantado en la poesía y voz de su vocalista. Con este álbum el grupo no ha superado sus anteriores producciones, pero sólo porque éstas son demasiado buenas. Lo que sí ha hecho es mostrar sus fortalezas y colocarse nuevamente como una de las bandas más interesantes del indie actual.
Villagers - {Awayland} Con un sonido expansivo, creado a partir de la inclusión y la compañía, y la experiencia adquirida luego de difíciles vivencias personales y numerosas satisfacciones profesionales, {Awayland} se presentó a principios de este 2013 como una prueba más del talento de Conor O’Brien, el hombre detrás de Villagers. Pop, folk, jazz, orquesta y experimentación son parte de lo que encontrarán en el segundo disco del irlandés y su banda, todo unido por letras reflexivas y evocativas que te llevan a un viaje por una tierra lejana y sorprendente.
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Iron & Wine - Ghost on Ghost Con cinco discos de estudio y numerosos EP’s y sencillos, Sam Beam ha convertido a Iron & Wine en una verdadera banda de culto, de esas capaces de ofrecer sorpresas y maravillas con cada nuevo disco, una hazaña que han repetido nuevamente con Ghost on Ghost, su más reciente larga duración editado el pasado abril. El músico y su grupo presentaron en este trabajo un sonido pop con predominantes influencias del jazz y una buena dosis de experimentación, lleno de alegres guiños y disfrute al por mayor. Este es un disco suave, gozoso, lleno de excelentes instrumentaciones, cinematográfico, complejo y con alguno que otro bien plantado gancho. Es un disco relajado y satisfactorio, que contribuirá al prestigio de un hombre que definitivamente ha avanzado mucho desde el folk de sus primeros tiempos.
THE STROKES – COMEDOWN MACHINE Luego de dos años de la salida de Angles (2011) la banda neoyorquina The Strokes sacó a la venta mundialmente el pasado 26 de marzo al sucesor, Comedown Machine, el último disco por contrato con el sello RCA. El disco abre con “Tap Out” y junto con él se caen las expectativas de gran parte de sus seguidores que aun tienen la esperanza de que The Strokes vuelva a grabar un disco como Is This It. Se caen las expectativas para todo aquel que busca el rock desprolijo en este primer track, pero personalmente después de un disco como Angles, ya estoy listo para tragar y superar que esta banda tenga un tema como este, proliíisimo en arreglos y con vocales bien agudas que nos hacen comparar a los Strokes con otra banda que también nos puede gustar, como Phoenix, pero para algunos fans que The Strokes suene asi es inaceptable. Lamentablemente el disco continua su marcha con dos temas que la gente ya conocía antes de que salga el álbum. El primero es “All The Time“, que fue el primer corte en contar con video oficial. Y luego de este sigue el polémico “One Way Trigger“. Este último fue el primer single, ese track que todos esperaron y fueron a darle play con tantas ganas y que luego con las mismas ganas escupieron malas críticas por todas las redes sociales, y hasta lo compararon con “El Muelle de San Blas“. Por eso digo que “lamentablemente” se arrancó con estos temas, que ya habían sido conocidos previamente y la mayoría ya le había bajado el pulgar. El inicio del disco se hace cuestarriba y uno se debe mentalizar en tratar a The Strokes como una banda más y dejar de crucificarla por sacar un tema que personalmente no nos gustó, si vamos al caso seguro todas las bandas tienen algun que otro tema que no nos gusta, pero con esta banda el ensañamiento parece mayor.
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En todo eso te deja pensando “One Way Trigger“, y casi sin darte cuenta arranca por lo bajo “Welcome To Japan“, un tema con buen ritmo, coros, bajo tirando a funky y un estribillo donde se luce el mejor lado de la voz de Julian Casablancas. Y cuando menos te la esperabas comienza “50/50“. Una pequeña intro con una guitarra más violenta, un tempo un poco más rápido que los anteriores temas y la voz de Julian distorsionada, genera placer para todos los que buscaban el sonido clásico de esta banda. Ahí lo tienen, parece que lo hacen cuando quieren, quizás te gustaría que todo el disco sea así pero ellos como banda deben tener otras pretensiones. Luego del tema más arriba del álbum, comienza un tímido beat que al instante me llevó al Phrazes For The Young (disco solista de Julian) pero no, es “80s Comedown Machine” y otra vez me volví a lamentar por el orden de los temas. La línea que uno intenta seguir no existe y el clímax que genera un tema te lo quita el otro. Luego de luchar contra todo esto, me mentalizo en buscar buenos temas y nada más, casi que bajo los brazos en mi búsqueda por encontrar en Comedown Machine un buen disco de pies a cabeza y me planteo encontrar cuáles son los temas que se destacan individualmente. Por suerte en la lista de temas siguen “Slow Animals” y “Chances“, dos temas totalmente compatibles, prolijos como todo este disco, pero que se nota más en este tipo de tracks tranquilos con estribillos y arreglos perfectos. Luego de renegar tanto encontré la paz por 8 minutos donde dos temas siguieron una misma línea y me dejaron gozar de la música sin pensar tanto, gran momento del disco.
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“Partners In Crime” arranca con otra onda pero que se necesitaba, es que sin darnos cuenta ya estamos por el tema numero 9 y esto no puede morir sin un poco áas de ruido de guitarras (¿o sí?). Un tema movido con un estribillo pegadizo que se repite tres veces y en el final cuenta con un pequeño solo de guitarra, que no abundan mucho en el disco. Este track le deja las puertas abiertas a “Happy Endings” y esta entra sin problemas a demostrarnos una vez mas la delicadeza en cada detalle de sus elementos. Tiene todo lo que una canción de radio necesita y me gusta tomarla como el final del disco. Por el nombre que lleva y por el tema que le sigue.
“Call It Fate, Call It Karma” cambia todo el clímax, pero es algo que ya había abandonado a tener en cuenta en este disco, entonces no tuve problemas en adorar como de a poco se asomaba este gran tema que cierra el disco. Si dije que “80s Comedown Machine” me recordaba al disco solista de Julian, en esta canción debo decir que me recuerda al disco de Little Joy (la otra banda del baterista Fabrizio Moretti), el cual fue el mejor trabajo de los integrantes de The Strokes como solistas. “Call It Fate, Call It Karma” podría haber abierto el disco de cualquier otro artista y hasta aparecer en el medio. Pero en el mundo de los Strokes aparece al final casi como un bonus track y es tan genial el tema que se va yendo muy de a poco y te deja con ganas de más. Esas ganas que cuando volves a darle play al disco desde el principio ya se te van de nuevo. El mejor ejercicio puede ser buscarle otro orden a los 11 temas que grabaron The Strokes en este último disco. Comedown Machine viene con altibajos como casi todo lo que sale en la actualidad, es una lucha mental disfrutar del álbum, pero al fin y al cabo solo se hace con los oídos.
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Por: RAFAEL SÁNCHEZ DÍAZ @RAFASANCHEZ8887 Diego Armando Lamuz Fierro @Dielamuz
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LATIN –SOUL- ROCK: FANIA ALL STARS Después de bailar e interpretar ritmos como el mambo, el guaguancó, el son montuno, la bomba, el boogaloo y otros ritmos afro caribeños que fusionados con el latín jazz estadounidense originaban la salsa interpretada por la Fania All Stars en los años setentas y ochentas del siglo veinte; Jhony Pacheco director musical de esta agrupación que reunió los mejores cantantes, músicos y arreglistas del sello discográfico Fania Records de Nueva York. Decide incluir dentro de las melodías salseras tradicionales, el bajo, la batería y la guitarra eléctrica, instrumentos hasta entonces considerados como pertenecientes al género rock. En 1974 se publica el segundo álbum de la Fania titulado LATIN-SOUL-ROCK haciendo referencia a los ritmos latinos, al género estadounidense Soul y el Rock que para los años setenta invadía a Europa y Estados Unidos. Este trabajo discográfico conto con dos etapas de grabación, pues fue el primero en el cual se incluyo material del histórico concierto de Las Estrella De Fania en el estadio de los Yankees de Nueva York. El lado A contiene canciones que la Fania All Stars alcanzo a interpretar en vivo en el estadio de los Yankees. Temas musicales como “El Raton” interpretado por Cheo Feliciano, “Congo Bongo” y una nueva versión de “Soul Makossa”; canción del saxofonista camerunés Manu Dibango. Mientras tanto el lado B incluía temas que fueron grabados en los estudios de Fania Records, canciones como “Viva Tirado”, “Chanchullo”, “Smoke”, “There Yoy Go” y “Mama Guela”, fueron diseñados para demostrar diversidad rítmica de las Estrellas De Fania. En este LP participaron músicos invitados como el pianista norteamericano Larry Harlow que se encargo de crear las melodías de el álbum LATIN-SOUL-ROCK. La guitarra eléctrica interpretada por Jorge Santana y el bajo por Bobby Valentín fueron los dos instrumentos que se fusionaron con las congas de Rey Barreto, el trombón de Willie Colon y las voces de Cheo Feliciano, Héctor Lavoe, Ismael Miranda e Ismael Quintana. Para los historiadores y críticos de las músicas afro latinas, el álbum Latin-Soul-Rock sigue siendo uno de los más destacados gracias sus melodías innovadoras que llevan a un leve acercamiento con el género rock.
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LOS VAN VAN DE CUBA Juan Formell es el director de la agrupación cubana que en el año 1969 lanzo su primer trabajo artístico en las músicas antillanas. Los Van Van, además de ser la orquesta impulsadora de los ritmos habaneros entre los que se destacan La Guaracha y El Son Cubano. Es el conjunto que se ha encargado de innovar en las melodías de la música tradicional de la Isla Cubana ubicada en un archipiélago del mar de las Antillas (Mar Caribe). El primer hit de los Van Van fue titulado “El Baile Del Buey Cansao” lanzado en 1982, y aunque no fue el primero en ser producido por la orquesta cubana, fue el primero que tuvo cabida en su vitrina internacional. Fusiones de instrumentos como la flauta, la organeta, la guitarra eléctrica y el violín se convierten en característicos de las músicas de los Van Van; abordando ritmos como el jazz, el rock y una original apuesta rítmica que consistía en la percusión configurada desde el piano y el bajo. A estas innovadoras músicas se les llamo El Songo; y sus mayores exponentes fueron José Luis Quintana “Changuito” quien durante muchos años fue percusionista principal de la banda, junto con Juan Formell.
Sin duda alguna el éxito de los Van Van de Cuba fue consecuencia a sus novedosos ritmos, aun así también hay que resaltar la crónica de dichos populares y de acontecimientos tradicionales que hacían en sus canciones. Otro factor fue Pedro Calvo, cantante que se destacaba por su capacidad de movimiento en tarimas como la del Salón Rosado de la Tropical. En la actualidad la agrupación cubana sigue presentándose en las diferentes giras internacionales a las que es invitada; y es categorizada como la orquesta más importante de Cuba.
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Bodas De Oro Del Gran Combo De Puerto Rico En el 2012 se cumplieron cincuenta años de la creación de la orquesta más representativa de Puerto Rico y a modo personal la única que en su actividad sigue grabando y ejerciendo salsa tropical clásica. El Gran Combo, fue el nombre que le dio Rafael Ithier a la agrupación de músicos y cantantes boricuas que ha dirigido desde el año 1962. Orquesta que desde su primer álbum titulado “Menéame los Mangos” dio a conocer sus originales melodías tropicales en las músicas salsa. Canciones bailables que se convirtieron en éxitos escuchados en todo el mundo, es la principal característica del Gran Combo De Puerto Rico. Temas como “La Muerte”, “La Fiesta de Pilito”, “Me Libere”, “Eliminación de Feos”, “El Chinito”, entre muchas otras que hacen parte de la amplia discografía de la agrupación a la que se ha llamado como La Universidad de la Salsa por ser propulsora de músicos y cantantes que después de un paso por el Gran Combo tienen gran éxito en su carrera musical como solista, es el caso de los cantantes Andy Montañés y Roberto Roena.
La celebración de las bodas de oro del Gran Combo se realiza con el Tour Mundial en donde están deleitando a todos sus seguidores y asistentes, no solo con éxitos inolvidables sino que además con “Ahí”, canción que recoge algunas melodías de temas como “Brujería” y “El Chinito” y en su letra llevan el relato de hechos mundiales que han acompañado al Gran Combo en sus primeras cinco décadas. En la actualidad esta agrupación que también fue llamada como “Los Mulatos del Sabor” cuenta con los cantantes Jerry Rivas, Charlie Aponte y Luis “Papo” Rosario. Rafael Ithier por algunos problemas de salud ha tenido que retirarse de algunos conciertos pertenecientes a las últimas giras. En Colombia ya han comenzado con algunas presentaciones, próximamente estarán las fiestas San Pedrinas de Neiva-Huila. Ojala el gran Combo de Puerto Rico siga produciendo y presentándose con sus músicas originales, por como dice una de sus canciones “Sin Salsa No Hay Paraíso”.
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EL CANTANTE “Y nadie pregunta si sufro, si lloro, Si tengo una pena que hiere muy hondo…” Fragmento “El Cantante” autoría de Rubén Blades e interpretada por Héctor Lavoe. Al cumplirse un aniversario más del fallecimiento de “La Voz”, nuestro amigo John Jairo Usme (A mi Salsa San Martín) nos regala un excelente relato personal de aquella fecha en que “El Jibarito de Ponce” no dejo su música para convertirse en una leyenda viva. Lo recuerdo claramente. La fecha, 29 de junio de 1993, horas de la tarde. El sitio, barrio Country Sur de Bogotá. Recibí una llamada de mi amigo Óscar Leonardo Castro. Estaba llorando y se notaba que había bebido. Lo primero que me imaginé fue una noticia trágica de alguno de sus padres. No me quiso decir nada, solo que me esperaba en el almacén de muebles de su papá, sobre la décima con 33 sur, a tres cuadras de la casa donde yo vivía. Leo se había convertido en mi mejor amigo y por consiguiente sentía gran aprecio por toda su familia. La incertidumbre era total. Llegué al almacén y mi amigo estaba sentado frente a una pequeña mesa de madera, con media botella de aguardiente Néctar destapada que iba por la mitad y con el infaltable Marlboro en su boca. Había otra canequita desocupada, cajetillas de cigarrillos, copas plásticas en el piso en medio de pequeños charcos de licor, colillas por todos lados, varios CD (por supuesto de salsa) apilados en perfecto desorden y una grabadora con música de Willie Colón a alto volumen. Leo se quedó mirándome, con los ojos hinchados y la mirada perdida por la tristeza y el alcohol. -¡Ay, Jairito… se murió Héctor Lavoe! Debo confesar que al comienzo me dieron ganas de matarlo. ¿Eso era todo?, pensé, con el grato alivio de saber que sus padres estaban bien. Después pude comprenderlo. Mi gran amigo era un fanático declarado del gran Héctor Juan Pérez Martínez, y el jíbaro de Mochuelito acababa de partir para siempre. Su colección de vinilos y discos compactos era la más completa que había visto. En su habitación, colgado en la pared, había un retrato enmarcado y con vidrio antirreflejo de la portada del álbum “De Ti Depende”, el de “Periódico de Ayer”, Vamos a reír un poco, y Mentira, pintado por su cuñado Óscar Nieto, compañero de interminables farras de salsa y bohemia. Casi veinte años han transcurrido desde la muerte del extraordinario sonero de Ponce. Dos décadas sin su voz cristalina, sin el sabor que imprimía a guaguancós, descargas y bugalús, sin ese hipnotizante sentimiento que lo poseía cuando interpretaba un bolero. En el mundo de la salsa encontramos decenas de extraordinarios cantantes, pero indudablemente Héctor Lavoe pertenece a un grupo muy selecto del que solo hacen parte genios como Ismael Rivera, Celia Cruz, Tito Rodríguez, Cheo Feliciano, Tito Gómez y Beny Moré. Grandes entre los más grandes, inigualables, insuperables. La apasionante vida de “El Cantante” no tardó en convertirse en leyenda urbana. Y es que resulta difícil encontrar otra existencia tan marcada por el sino de la tragedia. Una historia precedida por la de Chamaco Ramírez y continuada por la de el loquito Frankie Ruiz, quienes a pesar de haber perecido en diferentes circunstancias, la causa fue la misma: la ruleta rusa de las drogas, el eterno infierno de los artistas que sucumben ante el encanto peligroso de delirantes viajes, placenteros y engañosos, que siempre arriban al mismo destino.
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Las biografías de Lavoe y la película protagonizada por Marc Anthony y Jennifer López coinciden en el ambiente pesado de las rumbas de Nueva York, en los “regalitos” de sus propios compañeros y amigos del traqueteo, en una adicción imposible de superar en gran parte por la indiferencia de sus seres cercanos, de un enfermo incurable que perdió total interés por seguir viviendo a causa de dolorosas tragedias familiares que lo sumían cada vez más en la depresión y la desesperanza. Artísticamente la película no es buena, y se encasilla en el lado oscuro de la vida de la estrella, algo fuertemente criticado por seguidores y medio artístico, pero mostró una realidad que muchos quieren seguir ocultando. La célebre composición de Rubén Blades es una fiel radiografía de su tormentosa vida, y en general, del drama de los ídolos que caen en desgracia: tener que salir al escenario a cantar, a cumplirle a su público aunque anímicamente estén destrozados por la muerte accidental de un hijo, por haber perdido su casa en un incendio, por padecer una enfermedad incurable y mortal. Sonreír forzosamente, con la máscara bien puesta, hasta que caiga el telón, para que la gente no crea que sus inalcanzables ídolos también son seres de carne y hueso que lloran y sufren. El síndrome del artista famoso que popularizó el otro Blades, Roberto, el de La Inmensidad. Por eso lo mejor es conservar el recuerdo de Héctor el artista, del jovencito que llegó de Ponce a aventurar a los “nuevayores” para hacer lo que más le gustaba: cantar. Del flaco desgarbado y ojeroso que grabó por primera vez, por allá en el 65 con la New Yorker; que se abrió paso con el maloso del Bronx; que soneaba de tú a tú, sin complejos, con los grandes del momento en el All Stars más exitoso de la historia; que fue invitado especial del rey del timbal para grabar dos álbumes en tributo al bárbaro del ritmo; del intérprete de magistrales piezas musicales que perdurarán en el tiempo; de La Voz, El Cantante de los Cantantes, el Rey de la Puntualidad, como le gustaba que lo llamaran, como lo seguiremos llamando. A dos décadas de su partida no ha habido otro que se le llegase a acercar un poco como vocalista. Apenas una pésima copia, llamada Van Lester, que utilizó su memoria para hacer unos cuantos pesos, así como lo continuaron haciendo los dueños del emporio Fania con compilaciones y reediciones de sus álbumes. El Cantante se ha transformado varias veces. Primero fue Héctor Juan, el hijo de Luis Pérez y Francisca Martínez, después se convirtió en Héctor Lavoe, y finalmente se volvió leyenda, lo que solo logran los genios. Así que eso de que “todo tiene su final”, es puro embuste.
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ISSN: 256431254649