Edición N° 3 Octubre -2017
Tanto que se luchó por el derecho a voto y hoy no se le valora como fue valorado en los siglos XVIII y XIX. El voto ha ido perdiendo atractivo progresivamente. No sorprendería tener un 50% de abstención en estas elecciones. Muchas personas perciben que votar no hace ninguna diferencia. La política es inevitable, salvo en dictadura, claro... Somos el “animal político” de Aristóteles. Una de las primeras verdades que debemos asumir es que lo que llamamos “realidad” se viene cada día más compleja. La forma de Estado que asumió la democracia ya no responde a la realidad. Debemos evolucionar al Estado; evolucionarlo, no solo modernizarlo. El Estado hay que repensarlo. Sostener un Estado, un país, es responsabilidad de todos, sobre todo de quienes más se benefician del país; y esta responsabilidad se expresa en el voto. Yo mismo antes profería esta convicción de no votar. Tenía (y tengo) rabia con el sistema. La gobernabilidad futura de un país se juega en sus elecciones, y me parece que esa gobernabilidad hoy la representa mejor Sebastián Piñera. El equilibrio y la armonía suelen darse en el centro. Mejor virar de la centro izquierda a la centro derecha, que virar de la centro izquierda a la izquierda. Ojalá, en bien de la gobernabilidad, que de haber un balotaje, Sebastián Piñera no haga negociaciones con José Antonio Kast.
Gracias a las nuevas tecnologías aparecieron nuevas industrias que crearon más empleos de los que se perdieron por razones tecnológicas y aumentaron tanto la productividad como los ingresos de los trabajadores. Esto ya lo había pronosticado en 1942 el economista Joseph Schumpeter, quien llamó a este fenómeno ‘el vendaval de destrucción creativa’. Según él, “en la economía se da un proceso de mutación industrial que incesantemente revoluciona la estructura económica, para luego crear una nueva”. Y ha sido hasta ahora. Resulta que hay quienes creen que ‘esta vez es diferente’ y que la destrucción de puestos de trabajo producida por los revolucionarios cambios tecnológicos es de una magnitud y una velocidad sin precedentes. MOISES NAIM, Analista