Mitos y supersticiones - Turistiando Ando - Mongua (Boyacá)

TURISTIANDO ANDO / NO. 001

Mitos y supersticiones

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M O N G UA - B OYA C Ă

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Mongua - Boyacá MITOS Y SUPERSTICIONES EL MUNICIPIO POR SUS CARACTERÍSTICAS GEOGRÁFICAS T I E N E D O S C L I M A S PR E D O M I N A N T E S , L A ZO N A F R Í A C UYA S COSTUMBRES SE ASIMILAN A LAS DE LA REGIÓN ANDINA Y LA ZONA TEMPLADA , RECIBE LA INFLUENCIA DE LAS COSTUMBRES DE LA REGIÓN LLANERA. EL MITO EN UNA NARRACIÓN MARAVILLOSA SITUADA FUERA DEL TIEMPO HISTÓRICO Y PROTAGONIZADA POR PERSONA JES DE CARÁCTER DIVINO O HEROICO. CON FRECUENCIA INTERPRETA EL ORIGEN DEL MUNDO O GRANDES ACONTECIMIENTOS DE LA HUMANIDAD Y SUPERSTICIÓN ES UNA CREENCIA EXTRAÑA A LA FE RELIGIOSA Y CONTRARIA A LA RAZÓN AMBOS FENÓMENOS ESTÁN MUY ARRAIGADOS EN EL PENSAMIENTO DEL MONGUANO COMO SE PUDE VER A CONTINUACIÓN.

Los primitivos habitantes de Mongua eran una tribu Muisca perteneciente a la familia lingüística Chibcha, cuya existencia se remonta a tiempos inmemoriales. Desde 1555 en adelante religiosos de San Francisco de Asís, misionaron en sus tierras.

Por ser imposible encontrar datos exactos sobre la fundación de Mongua, se toma el año 1555 cuando llegaron los Franciscanos, quienes fueron verdaderos organizadores de los caseríos existentes convirtiéndolos en los pueblos que hoy conocemos; los caseríos de aborígenes empezaron a cambiar su fisonomía de bohío y choza a estilos arquitectónicos que llegan hasta nuestros días.

Los padres Jesuitas encargados de la cristianización de los indios de Tópaga, también evangelizaron aborígenes de algunas regiones de Mongua en su paso hacia sus misiones establecidas en Casanare vía Cravo Sur. Posteriormente la evangelización pasó definitivamente a m a nos de estos padres. El cacique y la tribu de los monguas rendían culto y dependían del sumo sacerdote de la Provincia Sagrada del Valle de lraca, capital Sugamuxi, la leyenda indígena cuenta que cuando Bochica viajó a Gámeza a la Cueva de Toya, el Cacique Mangua lo visitó en ese sitio para tributarle homenajes en representación de su tribu.

Después que los soldados españoles al mando del Gonzalo Jiménez de Quezada quemaron y saquearon el Templo del Sol en Sogamoso, se desplazaron a Mongua en busca del sol de oro que supuestamente estaba en este lugar, en su visita asesinaron a muchos indígenas de la región.

En la época de la Colonia los españoles que llegaron a Monguí, hostilizaban y perseguían a algunos aborígenes de esta localidad hasta ser arrojados de sus resguardos. Los indígenas desterrados marcharon para el territorio de Mongua donde fueron acogidos, estableciéndose en un sitio al que llamaron “Monguí” como recuerdo del nombre de la tierra de donde fueron desterrados, hoy día este Monguí es una vereda de Mongua.

Los datos históricos precolombinos que conocemos, se deben a informes proporcionados por cronistas muy posteriores, como: Rodríguez Freire, Fray Pedro Simón y el Obispo Lucas Fernández de Piedrahita, todos ellos pertenecientes al siglo XVII, cuando ya muchas tradiciones habían desaparecido.

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Procesión con santos

El curita desterrado y el deslizamiento del pueblo Cuenta la leyenda que, a principios de 1900, el cura párroco del pueblo era foráneo, fue calumniado por algunos habitantes como agente protagónico de la infidelidad de algunas mujeres casadas y por esta razón fue amenazado de muerte.

Aconsejado por personas consientes del error que se estaba cometiendo, abandonó el pueblo un día de madrugada acompañado de sus más cercanos feligreses; cuando la caravana subió al Alto de Mongua, el sacerdote volteó la mirada al pueblo se arrodillo y lo maldijo, dicen los que lo acampanaban. Más tarde se llegó a conjeturar que esta maldición fue la causa del deslizamiento que amenazó con desaparecer al pueblo.

Cuentan que en el año 1939 a causa de la maldición del pueblo este se empezó a deslizar, pero gracias a los buenos oficios del cura Lisandro Cely Gutiérrez, párroco del pueblo y nativo de allí, que, con muchos sacrificios, oraciones y rogativas, logró detener el deslizamiento.

Los santos eran llevados en procesión hasta ese lugar donde permanecían por días y noches, allí se celebraba la misa, se oraba y se realizaban trabajos de canalización de las aguas.

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EI Mohán Es un habitante de las aguas, se encuentra en los pantanos y manas. Su única actividad consiste en seducir y raptar campesinas que han entrado en la edad de “merecer” o sea la pubertad, para lo cual toma figura de mocetón apuesto y audaz.

Cuenta la leyenda que cuando vino Dios al mundo los que no cedieron a la conquista se pusieron ollas de barro con agua en la cabeza y se enterraron de pie, de ahí se formaron los pantanos “bravos”. También se cuenta que en las menguantes se veían salir en forma de hombres viejos muy elegantes que caminaban de un pantano a otro.

En otras oportunidades se presentaban en forma de jóvenes rubios muy apuestos, sentados en la orilla de los pozos, en las tardes soleadas a punto de ocultarse el sol. Cuando este personaje sentía la presencia de humanos que no eran de su agrado, se lanzaba al pozo donde desaparecía por completo.

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El Pozo de la bruja Es un charco formado entre las rocas, donde se dice que allí desde tiempos inmemoriales sus habitantes son las brujas, por su cercanía con las piedras de Santo Domingo, lo hacen parecer aún más enigmático.

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Púlpito de San Jerónimo

El púlpito de San Jerónimo En un lugar del páramo de San Ignacio cordillera Oriental de los Andes se encuentra un pico denominado el “Púlpito de San Jerónimo” a pocos metros de su cúspide se forma una cavidad a manera de nicho; hasta hace muy poco los nativos aseguraban ver allí la estatua de san Jerónimo y junto a él su fiel leona acompañante.

Por los años de 1930 y 40, el ganado salvaje que se criaba en las laderas de ese lugar era muy bravo y de propiedad del santo, el cual se sacaba únicamente para torearlo en las “fiestas reales “, pasadas las fiestas se devolvía a su lugar de origen.

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También contaban que, en aquel entonces, nadie había podido subir al púlpito, puesto que cuando alguien lo intentaba, el cielo se obscurecía y se desataban feroces tormentas, lo que hacía desistir a los intrusos al ver su vida en peligro, después de huir del lugar a unos pocos metros quizá a un kilómetro, se podía encontrar un resplandeciente y quemante sol de verano.

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La gallina con pollos de los pantanos En aquellos tiempos cuando las personas se movilizaban a pie, cuentan que, al pasar por los pantanos del páramo de San Ignacio sobre las seis de la tarde, veían una clueca con pollos extraordinariamente amarillos y que cuando se perseguían desaparecían en el pantano.

Se dice que una vez un caminante correteo a los pollos hasta lograr coger dos de ellos, los colocó con gran delicadeza en el canto de su ruana, después de caminar unos pocos pasos revisó su canto encontrando que los pollos se habían convertido en cagajones de bestia. De inmediato los tiro al suelo de donde se convirtieron de nuevo en pollos de amarillo brillante y desaparecieron en el pantano.

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La Mancarita La persona que relata, inicia: “cuentan que mi tío Pacho Pérez era un gran músico que integraba la banda del municipio, un día que la banda se iba a animar las fiestas del pueblo de Labranzagrande a dos días de camino de Mongua, por entre trochas con muchas dificultades y donde las casas son separadas por varios kilómetros, mi tío por andar en sus andanzas, partió muy tarde detrás de sus compañeros, la noche lo cogió en el sitio de la colorada.

Como no se conocían las linternas y el camino oscuro cubierto por la maleza y la copas de los árboles entrelazadas no le permitían continuar, tuvo que resignarse a pasar la noche en este tétrico paraje, las horas pasaban muy lentamente, según sus cálculos hacia las doce de la noche un grito estremecedor al parecer lejano pero muy fuerte lo dejo de pie, sin tener para donde correr no había más remedio que esperar, los gritos se oían cada vez más cercanos acompañados de vientos y fuerte escorrogios, cuando tuvo la sensación de estar cubierto por una sombra muy espesa, sacó de su capotera su instru8

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mento de viento al que sopló y resopló con mucha fuerza hasta quedar casi extenuado, pero consiente si, que el espanto se iba alejando.

A la mañana siguiente con los primeros rayos de luz emprendió su viaje alcanzando al medio día a sus compañeros a quienes relato su historia, ellos le informaron que se trataba de la “Mancarita” que anda por esas montañas”.

Sobre este mismo personaje relatan historias los colonos que se adentraban en las selvas vírgenes a talar los montes para abrir espacios a la agricultura y ganadería, donde la Mancarita deambula por las noches llamando a Juan su hijo desaparecido; quien se arriesgaba a contestar a sus gritos, era enrollando por su larga teta tan fuerte que rompía la maleza y todo lo que se cruzaba en su camino, llevando a sus víctimas a un lugar desconocido para nunca más regresar.

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Monumento al vía crucis

Los demonios del Alto de Mongua La construcción en el Alto de Mongua del monumento al vía crucis en 1955, se realizó con el propósito de alejar los espantos que atemorizaban a los viajeros que por allí pasaban en horas de la noche, generalmente los martes cuando regresaban por éste camino de herradura del mercado de Sogamoso.

La leyenda cuenta que por la noche cuando salen los espantos, el diablo pasaba por allí a en su habitual recorrido desde el sitio llamado “Llano Grande” hacia no se sabe dónde, su cabalgadura era una feroz mula que atemorizaba con el golpeteo de sus patas que producían chispas sobre las rocas y caminos empedrados y el resollar jadeante a causa de su carrera en procura de las almas en pena.

Sobre las rocas del lugar se puede observar huellas de un buey, cascos de la mula símbolo del demonio, lo mismo que el pie de un niño símbolo de la inocencia, dejando la leyenda entrever de acuerdo con estos hallazgos la lucha entre las fuerzas del bien y el mal. El lugar se encuentra a 15 minutos movilizándose a pie desde del parque principal.

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Banda papayera

Los músicos de la Laguna de Ogontá

Cuenta la leyenda que, en tiempos remotos, los músicos que amenizaban las grandes fiestas de los casanareños, eran contratados en los pueblos vecinos de la cordillera, principalmente los de Mongua, su desplazamiento se hacía por el camino de herradura vía Cravo Sur. En una ocasión y por cuestiones del destino, una banda de músicos que viajaba hacia Casanare por el corregimiento de Sirguazá del municipio de Mongua, pernoctaron a la orilla de la laguna de Ogontá en una noche de luna llena. A eso de la media noche, la laguna se estiró hasta alcanzar, arrastrar y sepultar a los músicos bajo sus aguas.

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A partir de este día, todas las noches de luna llena se escucha tocar la banda en lo profundo de la laguna, dicen los nativos que no todos los humanos tienen el privilegio de escucharlos, pero quien los escucha y se acerca mucho a la laguna también puede ser invitado de honor para reunirse con los músicos por toda la eternidad, adquiriendo el privilegio de participar en las célebres parrandas de luna llena

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