ESCUELA E INSTITUTO LINCOLN Miss Seydi Herrera Alessandra Molina Los Sociólogos Clase: Sociología 10
“A”
3/04/2019
Este proyecto habla sobre algunos sociólogos que descubrieron sucesos importantes duran lo largo del tiempo a continuación les hablare un poco sobre ellos su biografía, sus teorías implementadas, noticas de lo que paso antes de la sociología algunos juegos que pueden hacer para que se diviertan mucho al ver la revista. La sociología es una de las ciencias más nuevas fue la última que se creó Durkheim señala que la sociología trata de hechos sociales y que estos deben ser vistos como “cosas”. Weber conoce la sociología como la ciencia que enfrenta la acción social. La sociología es la que trata los problemas políticos o sociales de nuestra sociedad la que trata de arreglar todos los problemas o a veces los vuelven peor es la que estudia el movimiento de la población.
Mi nombre es Alessandra Yohamari Molina Núñez tengo 15 años nací el 22 de mayo en el 2003, he estado en la Lincoln desde primer grado y estoy en decimo he llevado toda mi vida a la mayoría los conozco desde primer grado mi color favorito es el verde menta y negro mi pasatiempo favorito es hacer manualidades, cocinas, estar molestando con mi hermana y estar tiempo con mi familia más que todo con mi abuelo mi motivación es mi familia y ver el esfuerzo que hacen mis padres día a día tan solo por sacarnos adelante a las dos con mi hermana. Mis papas se llaman Gabriel Molina y Martha Núñez y tengo una hermana que se llama Eleany Molina desde pequeña la que cuidado a ella me he hecho cargo de ella ya que mi abuela murió y no había quien nos cuidara. Mi clase favorita es la matemáticas me gusta más lo practico que la teoría no soy muy buena dibujando. Me gusta la natación demasiado. Mi mayor intención en este mundo es poder seguir estudiando cuando termine bachillerato voy a sacra ingeniería y aparte de esa carrera me gustaría sacar otra me gustaría poder viajar a España y Rusia y que mis papas estén orgullosos de mí y ser la primera con un título en la familia ya que mis papas no tuvieron la oportunidad y yo si tengo que aprovecharla.
Conocido en España como Abenjaldún (también escrito Ibn Khaldun, Ibn Khaldoun o Abenjaldun), fue un historiador, sociólogo, filósofo, economista, geógrafo, demógrafo y estadista árabe musulmán del norte de África. Nació en lo que actualmente es Túnez, aunque era de origen andalusí. Su familia fue dueña de la Hacienda Torre de Doña María en la actual Dos Hermanas (Sevilla). Es considerado como uno de los fundadores de la moderna historiografía, sociología, filosofía de la historia, economía, demografía y las ciencias sociales en general. Es fundamentalmente conocido por su obra Muqaddima o Prolegómenos a su vasta Historia de los árabes, que constituye un temprano ensayo de filosofía de la historia y de sociología, disciplina esta última de la que a menudo es considerado antecesor. Bn Jaldún, cuya familia tuvo que abandonar Sevilla cuando fue tomada por los castellanos en 1248, vivió en el momento histórico en el que el Islam comenzaba su decadencia política. La vida de Ibn Khaldun está relativamente bien documentada, ya que escribió una autobiografía en la que se citan numerosos documentos sobre su vida. El alto rango de su familia le permitió a Ibn Jaldún estudiar con los mejores profesores del Magreb. Recibió una educación clásica islámica, estudiando el Corán que aprendió de memoria, lingüística árabe, la base para la comprensión del Corán, el hadiz, la sharia (ley) y el fiqh (jurisprudencia). Recibió la certificación (ijazah) para todos estos temas. Entre los aportes a la economía de Ibn Jaldún, se incluye el descubrimiento de la dinámica de los mercados.
Fue un filósofo, economista, sociólogo, periodista, intelectual y militante comunista prusiano de origen judío. En su vasta e influyente obra abarca diferentes campos del pensamiento en la filosofía, la historia, la ciencia política, la sociología y la economía; aunque no limitó su trabajo solamente a la investigación, pues además incursionó en la práctica del periodismo y la política, proponiendo siempre en su pensamiento una unión entre teoría y práctica. Junto a Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo moderno, del marxismo y del materialismo histórico. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto del Partido Comunista (en coautoría con Engels), El Capital y El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Fue a estudiar a la Universidad de Bonn y en la Universidad Humboldt de Berlín, donde se interesó en las ideas filosóficas de los jóvenes hegelianos. En 1836, se comprometió con Jenny von Westphalen, casándose con ella en 1843. Tras la finalización de sus estudios, escribió para un diario radical, la Gaceta Renana (Rheinische Zeitung), donde comenzó a utilizar conceptos hegelianos de la dialéctica para influir en sus ideas sobre el socialismo. Las teorías de Marx sobre la sociedad, la economía y la política, que se conocen colectivamente como el marxismo, sostienen que todas las sociedades avanzan a través de la dialéctica de la lucha de clases. Fue muy crítico de la forma socioeconómica vigente de la sociedad, el capitalismo, al que llamó la "dictadura de la burguesía", afirmando que se llevaba a cabo por las acaudaladas clases dueñas de los medios de producción para su propio beneficio.
(París, 17 de octubre de 1760 – ibíd., 19 de mayo de 1825), fue un filósofo y teórico social francés, que puede incluirse entre los pensadores del socialismo utópico. Sus ideas dieron nacimiento a un movimiento surgido después de su muerte y conocido precisamente con el nombre de sansimonismo. Luchó a favor de la independencia de los Estados Unidos, «por la libertad industrial de América»,2 enrolándose con solo 17 años en el ejército al mando de La Fayette y pasó por diferentes niveles económicos a pesar de ser aristócrata. Su contexto social es el de la Revolución francesa, la revolución estadounidense y la primera industrialización. Recibió influencias de la Ilustración y el Romanticismo. Saint-Simon era un intelectual plenamente inmerso en el ambiente de su época, que vivió intensamente. Ya desde joven tenía consciencia de que llegaría a realizar grandes tareas en ayuda de la humanidad. Así desde los quince años ordenó a sus ayudantes de cámara, que lo despertaran diciéndole: Levántese, señor conde, tiene usted grandes cosas que hacer. En cuanto al positivismo, todavía embrionario en aquella época, atraía a quienes respetaban el método científico y buscaban una manera de promover el cambio social dentro del orden. Murió en París el 19 de mayo de 1825 a la edad de 64 años.
Isidore Marie Auguste François Xavier Comte) (Montpellier, 19 de enero de 1798– París, 5 de septiembre de 1857) fue un filósofo francés, considerado el creador del positivismo y de la sociología. Creó la palabra altruismo en función de lo cual vivió: dio clases gratis de astronomía y escribió una enciclopedia de varios. Su filosofía tuvo gran influencia, incluso en la fundación de países, como es el caso de Brasil, en cuya bandera se lee orden y progreso, parte de la tríada filosófica de Comte (altruismo, orden, progreso). La filosofía de Comte se encuentra con la revuelta moderna contra los antiguos que inició Francis Bacon y consistió, a grandes rasgos, en la asunción de la razón y la ciencia como únicas guías de la humanidad capaces de instaurar el orden social sin apelar a lo que él considera oscurantismos teológicos o metafísicos. La evidente intención de reforma social de su filosofía sin embargo, a una postura conservadora y contrarrevolucionaria en claro enfrentamiento con las propuestas ilustradas de Voltaire y Rousseau. Tomando como trasfondo la Revolución francesa, Comte acusa a estos dos autores de generar utopías metafísicas irresponsables e incapaces de otorgar un orden social y moral a la humanidad.
Derby, Inglaterra, 27 de abril de 1820-Brighton, Inglaterra, 8 de diciembre de 1903) fue un naturalista, filósofo, sociólogo, psicólogo y antropólogo inglés. Spencer es mejor conocido por la expresión «supervivencia del más apto», que acuñó en Principales of Biology (1864), después de leer El origen de las especies de Charles Darwin. Este término sugiere fuertemente la selección natural, sin embargo, como Spencer extendió la evolución en los reinos de la sociología y la ética, también hizo uso de Lamarck ismo. Como polímata, contribuyó a una amplia gama de temas, incluyendo la ética, la religión, la antropología, la economía, la teoría política, la filosofía, la literatura, la astronomía, la biología, la sociología y la psicología. Durante su vida alcanzó una tremenda autoridad, sobre todo en el ámbito académico de habla inglesa. «El único otro filósofo inglés en haber logrado tal popularidad generalizada fue Bertrand Russell, y que fue en el siglo XX».2 Spencer era «el intelectual europeo más famoso en las últimas décadas del siglo XIX».Trabajó como ingeniero civil durante el auge de los ferrocarriles de la década de 1830, al tiempo de dedicar gran parte de su tiempo a escribir para revistas provinciales que eran inconformes en su religión y radicales en su política. De 1848 a 1853 se desempeñó como subeditor de la revista de libre comercio Te Economista, tiempo durante el cual publicó su primer libro, Social Statics (1851), que predijo que la humanidad eventualmente se adaptaría completamente a las exigencias de la vida en la sociedad con la consecuente desaparición del estado.
Estudió filosofía e historia en la Universidad de Berlín, donde se doctoró en 1881. Se centró en los estudios micro sociológico, alejándose de las grandes macro teorías de la época. Daba gran importancia a la interacción social. "Todos somos fragmentos no sólo del hombre en general, sino de nosotros mismos." Su vida académica se caracterizó por su ubicación periférica en la universidad, ya que ocupó cargos docentes de poca relevancia y fue nombrado profesor titular sólo unos meses antes de su muerte en 1918. No obstante ello, Simmel ocupó y ha ocupado un lugar central en el debate intelectual alemán desde 1890 hasta nuestros días. Sus ideas han sido capaces de sintetizar la tradición historicista de Dilthey y el kantismo de Heinrich Rickert. Simmel escribió sobre el tema de carácter personal de una manera que recuerda el "tipo ideal" sociológico. Rechazó ampliamente los estándares académicos, sin embargo, cubrió filosóficamente temas como la emoción y el amor romántico. Los trabajos más conocidos de la obra Simmel son Los Problemas de la Filosofía de la Historia (1892), La Filosofía del Dinero(1907), La Metrópolis y Vida Mental (1903), Sociología (1908, inc. El extraño, La Carga Social, Sociología de las los sentidos, la Sociología del espacio, y en las proyecciones espaciales de las formas sociales), y cuestiones fundamentales de la Sociología (1917). También escribió extensamente sobre la filosofía de Schopenhauer y Nietzsche, así como en el arte, especialmente su libro Rembrandt: Un ensayo en la filosofía del arte (1916).
26 de julio de 1855 - Kiel, 9 de abril 1936), sociólogo alemán, 1909 miembro fundador de la Asociación alemana de sociología. Famoso por su distinción de comunidad y sociedad (Gemeinschaft und Gesellschaft, 1887), conceptos que originan diferentes tipos de relaciones sociales según el tamaño de la población y su grado de complejidad en la división social del trabajo. Las comunidades no necesitan del Derecho para regir sus relaciones, al contrario que las sociedades. El pueblo o el campo están caracterizados por relaciones sociales personales y afectivas. Instituciones sociales representativas de este tipo de relación son la familia y la iglesia. En contraste con las relaciones impersonales e instrumentales propias de una ciudad o gran urbe. En este caso la fábrica es la institución social representativa. Una conclusión es que cuando la división del trabajo es más compleja, más competitivas e individualistas se vuelven las relaciones entre las personas. Ferdinand Tönnies nació en una familia de granjeros en Schleswig-Holstein, ciudad que se encontraba bajo dominio danés. Estudió en las universidades de Jena, Bonn, Leipzig, Berlín, y Tubinga. Se recibió con un doctorado en Tubinga en 1877. Cuatro años después se convirtió en profesor particular de la Universidad de Kiel. Hasta 1913 no sería nombrado titular de cátedra ya que era considerado socialdemócrata por el gobierno de Prusia, por haber simpatizado con las huelgas obreras de 1896 en Hamburgo. Pero solo se mantuvo en este puesto durante 3 años. Volvió como profesor emérito en 1921 y enseñó hasta 1933 cuando fue expulsado por los nazis, debido a las críticas que les había hecho en sus primeras obras.
Cada vez que se ha producido una ola populista donde se presentaba al pueblo como fuente de todas las virtudes y se reclama una mayor presencia de éste en la toma de decisiones, se ha hecho énfasis en la participación directa de la sociedad a través de distintos mecanismos (primarias, referéndum…). Ello implica trasladar la relación triangular de poder que puede existir en una democracia representativa entre los representantes, los representados y los líderes, a una relación bilateral entre dirigentes y ciudadanía. Los representantes dejan de tener la relevancia que tenían, puesto que todo se fundamenta en un vínculo directo entre el líder y el pueblo. Es decir, las olas populistas acaban defendiendo que sólo la ciudadanía puede controlar a sus dirigentes sin necesidad de órganos interpuestos o de representación, lo que elimina los controles horizontales [los checks and balances o pesos y contrapesos]. Lo que sabemos por la experiencia y por la literatura es que esta relación bilateral se basa en una ficción. En los nexos directos entre los líderes y la ciudadanía siempre emergen “emprendedores políticos” que no son elegidos democráticamente, pero que pasan a tener un papel fundamental. ¿Qué significa esto? Gran parte de la ciudadanía no dispone del tiempo suficiente para formarse una opinión cualificada sobre diferentes materias, por lo que los “intérpretes” de la realidad pasan a tener un papel fundamental. Aquí entrarían, por ejemplo, los medios de comunicación. Pero en este espacio de “emprendedores políticos” también se encuentran los grupos de interés, en muchos casos con intereses económicos poderosos y que pueden condicionar la formación de la opinión pública. Puesto que los ciudadanos no disponen de los recursos suficientes para conformarse una opinión sobre los asuntos más diversos, los creadores de opinión pasan a ser los verdaderos intermediarios. Los representantes elegidos
democráticamente ocupan una posición secundaria (cuando no son descalificados y apartados bajo el argumento de que no representan a la ciudadanía), y los intérpretes de la realidad son los que median entre el líder y el pueblo. Debilitar a los representantes y a la idea de representación en defensa del control directo por parte del pueblo es uno de los caminos que conducen al debilitamiento del hombre medio en su ejercicio democrático. Aunque se plantean como una práctica de empoderamiento de la ciudadanía, finalmente el empoderado es el que tiene recursos para el ejercicio de la política. El segundo de los problemas tiene que ver con la nueva concepción de la democracia, que sirve como base para legitimar una nueva forma de hacer política. Dicen sus defensores que debemos ser ambiciosos a la hora de llegar a todo el mundo, pues nadie puede verse privado de nuestro relato. Además, el objetivo debe ser lo más convincente posible con las amplias mayorías, muchas de ellas alejadas de la política y muy poco informadas. De hecho, con el auge de las nuevas tecnologías, esta argumentación está cada vez más extendida, y es muy frecuente escuchar a analistas y asesores enfatizar el poder de la imagen frente a la capacidad de las ideas, las emociones frente a los argumentos.
Se palpa en el aire. Es sabiduría popular. Sentencias de cajón. Los corderos mansos y los leones fieros. Poesía pura. Los ricos también lloran y Marina D’Or es lugar de vacaciones. Desde el mismo incomparable marco teórico, dos personalidades del panorama social —David Bustamante y Andrea Levy— apelan al concepto de persona: Levy justifica que Casado nunca habría podido cometer bárbaras declaraciones de intención, bárbaros análisis y pronósticos respecto al paro, la inmigración o las mujeres, porque Casado es, antes que político, “persona”. Bustamante subraya su pureza y bondad: “Ni machista ni feminista, soy persona”. Entonces imagino: ameba, maniquí, trozo de carne. Feministas, ecologistas, nacionalistas, federalistas, liberales, cristianos y cristianas, abolicionistas, animalistas, mártires del veganismo, budistas y nudistas —por poner algunos ejemplos— no son personas. Son gente corrompida por ideas, porque pensar se usa como sinónimo de que te coman el coco; pensar, comprometerse, es perjudicial: los libros pronto llevarán las mismas advertencias que los paquetes de tabaco. Corromperse con ideas es alejarse de la esencia de persona. El eau de persona. Intento decantar ese ideal: alguien se aprieta un granito y se alegra de que el amor triunfe. Corazones de vaca y buenos salvajes no contaminados por sofisticaciones civilizatorias, máculas educativas, retorcimientos argumentativos. Seres vivos que nacen, crecen, se reproducen, mueren y rechazan —¡lagarto, lagarto!— un exceso de instrucción que nos deshumaniza. Quizá esas son las “personas humanas” que escandalizaban la sensibilidad semántica de mi abuelo, que era de Lavapiés, mecánico, socialista, republicano y melómano. Sospecho que tales atributos le alejan del eau de persona. Persona arcángel, ameba, buena. Personas sin etiquetas a las que, no obstante, les encantan las marcas y, en sus selecciones, ejercen su libertad. Seleccionar no es lo mismo que elegir: seleccionar conlleva un plus
de clase. Lo sabemos por Telemadrid. Ser persona —humana, débil— tal vez hasta exonera al dictador de asesinatos de otras personas que, más bien, eran demonios —¿recuerdan cómo Vallejo-Nájera trataba a las presas rojas?—. Ingmar Bergman escribió un libro y rodó una película tituladas Persona: actrices, cuidadoras, mujeres que pierden la voz y los rasgos de sus identidades. Rostro y máscara se ciñen indisolublemente. La máscara de mi indumentaria intelectual, mi acción, mis ideas políticas y religiosas, y de los prejuicios que modifico en función de mis experiencias y ganas de pensar, se funden con mi rostro y
resultan en la persona que construyo —o me dejan construir—: la que va más allá del ADN, se transforma y reivindica el valor de la educación pública. A lo mejor la diferencia reside entre ser persona (adjetivo) o una persona (nombre). Mientras se resuelve el conflicto gramatical, decido ser coliflor.
Hacia 2050, Nueva York habrá crecido un 18% mientras que Delhi será por lo menos un 100% más grande. En Ciudad de México, São Paulo, Lagos, Shanghái y Delhi, la población no aumenta según el crecimiento lento y gradual que Jane Jacobs pensaba que era el bueno para las ciudades, sino que irrumpe como una riada. La mera magnitud de estas ciudades de aluvión señala una quiebra respecto de Europa y Estados Unidos de América. Por ejemplo, los demógrafos de Naciones Unidas calculan la actual población de Delhi en 24 millones. La ciudad más grande del mundo es Tokio, con 37 millones de habitantes. En 1950, como contraste, solo había un puñado de ciudades con 8 millones de habitantes; Londres y Nueva York se mantienen hoy algo por debajo de los 9 millones. Pero la tasa de crecimiento urbano, más que las puras cifras, no ha marcado un abismo entre el Sur y el Norte global. Delhi crece a alrededor del 3%; en el siglo XIX, Nueva York y Londres crecieron a un ritmo similar. La diferencia está en que el motor urbano occidental se está enfriando; hacia 2050, Nueva York y Londres habrán crecido tal vez un 18%, mientras que Delhi será por lo menos un ciento por ciento más grande. El economista del siglo XVIII Jean-Baptiste Say respondió a esta pregunta con su loi des débouchés (“ley de los mercados”), que postulaba que “el aumento de oferta crea su propia demanda”, lo que significa, por ejemplo, que el incremento de la oferta de leche estimulará su consumo porque la leche será abundante y barata. Para ciudades como Delhi, la ley de Say no funciona tan bien, pues el rápido crecimiento de la población crea una demanda de servicios que la
municipalidad no puede proporcionar. Un ejemplo moderno es que la gran demanda de automóviles baratos sustituyó las carrocerías fabricadas a mano antes de la Primera Guerra Mundial, y en los años veinte perfeccionó las diferentes tareas de la línea de montaje. En relación con Smith, la analogía urbana sería que si se destinan 10.000 personas a un área que anteriormente albergaba a 2.000, hasta las casas deberán adecuarse a la división del trabajo, con apartamentos de distintos tamaños y formas, a la vez que dedicar otros espacios a usos especializados, como aparcamientos cavados bajo jardines, etcétera. En otras palabras, la magnitud engendra complejidad. Una “megalópolis” es consecuencia de este modelo de desarrollo, en el que la división del trabajo, las funciones y las formas se intensifican a medida que la ciudad se expande. Lo normal es que la expansión esté enmarcada en términos geográficos o regionales. En la actualidad, Pekín está tratando de crear una megalópolis generando una región urbana de centenares de kilómetros, con subciudades conectadas entre sí por un eficiente sistema de transporte.
Cada vez más gente entiende que todos los seres humanos deberíamos recibir pleno respeto. A menudo se asume que esto debería ser así por el simple hecho de que somos humanos. Pero, en realidad, la mera pertenencia a una determinada especie es más que nada una clasificación biológica. No es lo que determina que nos puedan dañar. Lo relevante para esto último es algo mucho más simple: nuestra posibilidad de sentir y sufrir. A esto es a lo que se llama también sintiencia. La sintiencia es la capacidad de tener experiencias, que pueden ser positivas, como el disfrute, o negativas, como el sufrimiento. Ahora bien, esta capacidad no la poseen exclusivamente los seres humanos. También la tienen muchísimos otros animales. Sin embargo, se asume habitualmente que únicamente los seres humanos merecen nuestra consideración. Como consecuencia, los animales (o, más bien deberíamos decir, los animales no humanos) son tratados como cosas. Son explotados diariamente de las formas más terribles. Y se les deja sufrir a su suerte cuando están en situación de necesidad, sin preocuparnos por darles ayuda. Pero quienes defendemos que se respete plenamente a todos los seres humanos debemos rechazar este argumento discriminatorio. Los seres humanos con diversidad funcional intelectual significativa, así como los bebés que sufren alguna enfermedad terminal, merecen exactamente el mismo respeto que cualquier otro ser humano, pues pueden sufrir por igual. Asimismo, en otras ocasiones se afirma que solo hemos de respetar a los seres humanos porque únicamente sentimos estima por ellos. Pero la
estima tampoco es un criterio justo. Una niña huérfana, sin nadie que la quiera y proteja, necesita y merece el mismo respeto que otra rodeada de seres queridos. Estas razones han llevado a que cada vez más personas vean tal actitud como una forma de especismo. Con este término, acuñado ya hace medio siglo, se llama a la discriminación de quienes no pertenecen a una cierta especie. La idea de que deberíamos rechazar el especismo es todavía novedosa. Por ello, y porque cuestiona el provecho que obtenemos del sufrimiento animal, es aún fácil de ridicu-lizar. Pero lo que importa no es eso, sino que es también una idea muy difícil de rebatir. Y ese es el motivo por el cual el rechazo del espejismo y la defensa de los animales han llegado para quedarse. En contraste, hay un método sencillo para juzgar de forma ecuánime a quién deberíamos respetar. Entendemos normalmente que la justicia requiere imparcialidad. Pensemos, pues, en lo siguiente. Supongamos que no supiésemos si fuéramos a nacer como seres humanos o como animales de otras especies: ¿qué clase de mundo elegiríamos? Bajo tales condiciones de imparcialidad, si pensásemos honestamente, seguramente escogeríamos un mundo en el que se respetase a los animales. Esto indica que la actitud de desconsideración hacia estos no está justificada.
El sarampión, una enfermedad que la medicina moderna ya había eliminado en América y en gran parte de Europa, está apareciendo de nuevo en brotes letales. Y el motivo es que hay grupos de gente sin vacunar. A veces es porque no tienen acceso a la vacuna, pero más a menudo es porque están desinformados y voluntariamente la rechazan. Aunque las vacunas son eficaces y seguras, hay quien se cree que no lo son.Vacunarse es una decisión personal, pero una que tiene consecuencias para toda la población. Cada inmunización afecta a todas las personas de la comunidad, y por tanto el que pueda vacunarse tiene una responsabilidad moral hacia los demás ciudadanos de hacerlo. La explicación está en el concepto epidemiológico de la inmunidad en grupo.En este vídeo de Darwin, te necesito, la serie científica de Materia y EL PAÍS VÍDEO que separa los mitos de la realidad, se explica el patrón de transmisión de las infecciones víricas para esclarecer cómo afecta a la población el rechazo individual de la inmunización. Las vacunas sufren su propio éxito, ya que se ha perdido el miedo a muchas enfermedades vacunables, y la inmunidad en grupo se
rompe cuando no participan todos.
Vamos a ello, Aristóteles. Hace unos 2.000 años, Andrónico de Rodas hizo la edición de todo lo que el gran filósofo había dejado escrito. A los rollos que eran menos conocidos y que parecían casi apuntes personales los llamó metafísica, porque los puso detrás de los de física. Por raro que nos suene, todos tratamos abundantemente con ese tipo de saber, casi siempre sin saberlo. Cierto que Aristóteles se había preocupado de ello muy pronto. Fue el primero en hacer una historia de la filosofía, de lo que habían dejado dicho quienes le precedieron. Y allí nos cuenta, sobre todo, una parte esencial, la ontología. Ontología es la colección de cosas que creemos que existen. “Qué es lo que hay” en definitiva. Una de las más vivas y sorprendentes respuestas de todos los tiempos la dio Pitágoras: hay pares y números. Esto necesita aclaración: hay números, que son la esencia de todo lo que existe; pero todo lo que existe consiste en pares que se enfrentan. Si hacemos una bonita serie de ellos se entenderá perfectamente. Existen lo impar y lo par. Lo macho y lo hembra; lo caliente y lo frío; la luz y la oscuridad, lo seco y lo húmedo, lo duro y lo blando…, hasta donde lo queramos llevar. Ahora bien, ¿existen esos pares o simplemente organizamos nuestra experiencia según ellos? El problema de confiar en los pares, esto nos lo dejó dicho Pascal, es que tenemos cierta insana tendencia a ponerlos donde no los hay. Él lo ejemplificó con un par de ventanas y lo llamó “las falsas simetrías”. Hay conceptos o ideas que, simplemente, no tienen contrario. Además de que muchos supuestos “contrarios” no lo son en absoluto. De igual manera que algunos, cuando decoran un muro, ponen una ventana falsa para
que resulte más agradable a la vista la pared, tendemos a hacer falsas simetrías cuando no sabemos bien cómo pensar algo. La filosofía del XX apuntó y no disparó al aire: muchos de los problemas que consideramos de enjundia ontológica sólo son asuntos de lenguaje. A esto lo llamó “el giro lingüístico”. Y aunque no es, como creyeron sus padres, “el más grande descubrimiento de todos los tiempos”, es bastante importante. Entre lo que somos y lo que hay, esto es, la ontología, el lenguaje siempre está haciendo de las suyas. Hay que iluminarlo para que no juegue tanto que nos impida ver lo que realmente existe. Quizá la filosofía del lenguaje no se puso a ello con la dedicación suficiente, porque, demasiado a menudo, es el caso de que seguimos discutiendo de palabras en el perfecto convencimiento de que discutimos sobre cosas. “Las cosas”, eso que la ontología tiene bajo su mando, se nos dan ordenadas en sentencias. Y las tales sentencias parecen estar posadas sobre un inmenso y profundo continente de sentido en el que nuestros pares son los únicos señores. Allí imperan y siguen marcando las líneas maestras de lo que vamos a entender. No les gusta la claridad y tienen verdadero apego a las falsas simetrías. Una de ellas es espectacular y ya ha salido a escena: machohembra. No es como arriba-abajo, antes-después, todo-nada, vida-muerte.
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