Revista margenes 14 uvalpo

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REVISTA

Mรกrgenes

Espacio Arte Sociedad

FACULTAD DE ARQUITECTURA UNIVERSIDAD DE VALPARAร SO

Nยบ 14 | VOLUMEN 11 | SEPTIEMBRE 2014

| Pertenencia y apropiaciรณn de la ciudad |


R E V I S T A

Márgenes

Espacio Arte Sociedad

> La Revista Márgenes es una publicación semestral editada por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso, Chile. Es una revista internacional arbitrada por pares académicos. Su principal objetivo es difundir, promover y discutir la investigación en las disciplinas que centren su interés en la ciudad, el espacio, la sociedad, privilegiando enfoques creativos, inéditos y diálogos interdisciplinarios. Recoge aportes y preocupaciones que ponen en el centro de sus investigaciones la condición humana y la calidad de vida, los procesos sociales, culturales, ambientales, históricos y políticos que atraviesan la sociabilidad, cuyo fin es comprender y observar los múltiples aspectos del espacio y sus realidades sociales y culturales en Latino América, el Caribe y Europa. Los artículos publicados expresan el pensamiento de sus autores y no necesariamente el de la comunidad académica de la Facultad de Arquitectura. Se autoriza la reproducción del material citando debidamente la fuente. Revista Márgenes está incluida en LATINDEX, Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, El Caribe, España y Portugal. > Revista Márgenes is a bianual publication of the Architecture Faculty of the Universidad de Valparaiso, Chile. It is an international journal arbitrated by academic peers. Its main goal is to spread, promote and discuss research in disciplines which focus their interest in the city, the space, society and interdisciplinary works, favoring new and creative views. It receives contributions and concerns centered on the human condition and life standard, social, cultural, environmental, social and political processes that cross sociability which aim to observe and understand the multiple aspects of space and its different social and cultural realities in Latin America, The Caribbean and Europe. The articles published represent the authors’ views and not necessarily those of the academic community of the Architecture Faculty. Content may be reproduced citing the source properly. Indexed / Abstracted in LATINDEX, Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, El Caribe, España y Portugal. > Revista Márgenes est une revue scientifique semestrielle éditée par la Faculté d’Architecture de l’Université de Valparaiso, du Chili. C’est une revue internationale arbitrée par des paires académiques. Son objectif principal est de répandre, de promouvoir et de discuter la recherche dans la discipline qui centre son intérêt dans la ville, l’espace, la société, en privilégiant des points de vue créatifs, inédits et des dialogues interdisciplinaires. Elle reprend les apports et les préoccupations qui mettent au centre de leurs recherches la condition humaine et la qualité de vie, les processus sociaux, culturels, environnementaux, historiques et politiques qui traversent la sociabilité, dont la fin est de comprendre et d’observer les aspects multiples de l’espace et de ses réalités sociales et culturelles en Amérique latine, les Caraïbes et l’Europe. Les articles publiés expriment la pensée de ses auteurs et non nécessairement celui de la communauté académique de la Faculté d’Architecture. La reproduction du matériel est autorisée en citant correctement la source. La Revista Márgenes est incluse dans LATINDEX, Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, El Caribe, España y Portugal.

AUTORIDADES Rector Universidad de Valparaíso Aldo Valle Acevedo Decano Facultad de Arquitectura Juan Luis Moraga Lacoste Directores de Escuelas Escuela de Arquitectura Marco Ávila Arredondo Escuela de Diseño Luz Eugenia Núñez Loyola Escuela de Gestión en Turismo y Cultura Rodrigo Kaplan Ortega Escuela de Cine Edgar Doll Castillo Escuela de Teatro Cristián Figueroa Acevedo Escuela de Posgrado Alfredo Sánchez Muñoz


Revista Márgenes | Nº 14 Vol 11 Espacio Arte Sociedad Facultad de Arquitectura Universidad de Valparaíso

| Pertenencia y apropiación de la ciudad |

Revista Márgenes Nº 14 Vol 11 > Septiembre 2014 > 1 Facultad de Arquitectura > Universidad de Valparaíso


R e v i s t a

Márgenes

Espacio Arte Sociedad

Revista de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Valparaíso. Autorizada por Decreto Exento Nº 01176, del 24 de septiembre de 1996. Revista Márgenes está incluida en LATINDEX, Sistema Regional de Información en Línea para Revistas Científicas de América Latina, El Caribe, España y Portugal. Número 14 Volumen 11 | Septiembre 2014 ISSN electrónico : 0719-4463 ISSN impreso: 0718-4034 Avenida El Parque 570, Playa Ancha, Valparaíso. CP 236 0066 Teléfonos 56-32 2508206 / 2508437 Fax 56-32 2508213 Chile Contacto con la Dirección lautaro.ojeda@uv.cl Envío de artículos revistamargenes@uv.cl DISEÑO Luz Núñez, Centro de Estudios Editoriales Escuela de Diseño, Universidad de Valparaíso CORRECTOR DE TEXTOS ESPAÑOL Hernán Arancibia Donoso IMPRESIÓN Gráfica LOM Miguel de Atero 2888 Quinta Normal, Santiago, Chile IMAGEN PORTADA Señal de tránsito: Permitida la circulación peatonal

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DIRECTOR Udo Jacobsen Camus Universidad de Valparaíso, Chile EDITOR Lautaro Ojeda Ledesma Universidad de Valparaíso, Chile COMITÉ EDITORIAL Dra. Alicia Lindón Universidad Autónoma de México, México Dra. Ximena Galleguillos Universidad de Kiel, Alemania Dr. Roberto Goycoolea Universidad de Alcalá, España Dra. Irene Molina Universidad de Uppsala, Suecia Dra. Paola Jirón Universidad de Chile, Chile Dr. Juan Carlos Rodríguez Universidad de Valparaíso, Chile Dra. Andrea Pino CIGIDEN - Centro Nacional de Investigación para la Gestión de Desastres Naturales, Chile Dra. Luz Fernández de Valderrama Universidad de Sevilla, España COMITÉ CIENTÍFICO Hernán Salas Universidad Nacional Autónoma de México, México Francisca Márquez Universidad Alberto Hurtado, Chile Sonia Reyes Universidad de Valparaíso, Chile Bernardo Guerrero Universidad Arturo Prat, Chile Juan Carlos Skewes Universidad Alberto Hurtado, Chile Guillermo Guajardo Universidad Nacional Autónoma de México, México Nicolás Gissi Universidad de Chile, Chile Daniel Le Couédic Université de Bretagne Occidentale, Francia Arlette Gautier Université de Bretagne Occidentale, Francia Frédérique Chlous-Ducharme Université de Bretagne Sud, Francia Franck Dorso Institut d’Urbanisme de Paris, Francia Laurent Devisme ENSA Nantes, Francia Guy Mercier Université Laval, Canadá Lucie K. Morisset Université du Québec à Montréal, Canadá Richard Klein Université de Paris I, ENSA Lille, Francia Daniel Pinson Université Paul Cézanne Aix-Marseille 3, Francia Héctor Dupuy Universidad de La Plata, Argentina Claudia Lira Pontificia Universidad Católica de Chile, Chile Nina Hormazábal Universidad Técnica Federico Santa María, Chile

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Contenidos Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Facultad de Arquitectura Universidad de Valparaíso

INVESTIGACIÓN | Pertenencia y apropiación de la ciudad | 7 > La imagen construida a partir del discurso. Foro inseguridad vs seguridad: el caso del cierre de calles en Ciudad Juárez Nibia Verónica Méndez Aranda 15 > Espacios urbanos de apropiación y desvío: la función socio-espacial discursiva en el caso de Madrid y Alcalá de Henares en España Zacharie Hatolong Boho 26 > Quand les habitants prennent le relais des pouvoirs publics pour refaire la ville: le cas de la Ville nouvelle Ali Mendjeli, en Algérie Ahcene Lakehal 40 > Réflexions sur la territorialité périurbaine. Les cas de Saint-Basile-le-Grand et McMasterville Mario Bédard, Sandra Breux 52 > Prácticas de reapropiación de espacios comunitarios en el Cerro Cordillera. Un análisis etnográfico del Taller de Acción Comunitaria (TAC), la Población Obrera de la Unión y el Espacio Santa Ana, Valparaíso, Chile Maximiliano Soto, Nahuel Quiroga, Marcelo González 63 > Pratiques sociales et appropriations à Città della Pieve. Une après-midi d’août Piazza Matteotti, suivie d’usages et nycthémères Melissa Bellesi 75 > Habiter la rue, une lutte perdue d’avance Lucas Graeff 85 > Appropriation et action collective: aller-retour. Le cas d’une mobilisation habitante pour continuer faire partie du Centre Historique de Mexico Marie Vedie 94 > Parque de Mar Puerto Barón Boris Ivelic, Pablo Vásquez

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Editorial | Pertenencia y apropiación de la ciudad|

Henri Lefebvre (2000) en su obra La production de l’espace realizó una diferenciación entre “espacios dominados” y “espacios apropiados”, definiendo los espacios dominados como los espacios naturales que fueron transformados por una técnica y una práctica precisa asociadas al poder político (fortificaciones, iglesias, etc.). Como contraposición define el espacio apropiado como un espacio natural modificado para servir a las necesidades y posibilidades de un grupo (2000:193), mencionando la arquitectura vernácula como un paradigma de ello. Lefebvre menciona que estos conceptos son opuestos y que pueden aparecer juntos; bajo esta perspectiva, la apropiación puede ser definida como un proceso psicosocial, individual o colectivo, que refleja una forma de libertad de apropiarse un espacio, y de poseer una pseudo propiedad. Alicia Lindón señala que hoy, las metodologías urbanas tradicionales observan el espacio urbano desde afuera de la experiencia espacial, desde afuera del sujeto habitante. Por eso suelen tratar al espacio urbano como objeto (Lindón, 2007:39), por lo cual urge instaurar una nueva mirada, que invierta el prisma del conocimiento urbano, posibilitando respuestas multifuncionales capaces de responder a los cambios, a las crisis, a las variantes, a las improbabilidades y a las disfunciones aleatorias. Las sociedades y los habitantes de la ciudad contemporánea no pueden clasificarse en una cierta cantidad de estereotipos sociales, sino que se reconocen en una superposición de multipertenencias (Ascher, 2004), prácticas sociales, múltiples territorios de geometría y escala variables (Borja, 2003), pues la ciudad se ha transformado en un espacio de apropiaciones intersubjetivas y orgánicas (Lindón, 2000).

BIBLIOGRAFÍA ASCHER, François (2004) Los nuevos principios del urbanismo. Madrid: Alianza editorial, éditions de l’aubre (extracto). GARCÍA CANCLINI, Néstor (2009) Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Debolsillo. LEFEBVRE, Henri (2000) La production de l’espace. Pariìs Ed. Anthropos. _____ (2009) Le droit à la ville. París: Económica / Ed. Anthropos. LINDÓN, Alicia (2007) La ciudad y la vida urbana a través de los imaginarios urbanos. EURE: (Santiago), Vol. 33, Nº 99, pp. 7-16. _____ (2007) La construcción social de los paisajes invisibles del miedo. In: Joan Nogué (ed.) La construcción social del paisaje, pp. 219-242. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva S. L. PAQUOT, Thierry (2009) L’espace public. París: La Découverte.

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Esta complementariedad de apropiaciones intersubjetivas podría develarse en palabras de García Canclini, como la conceptualización de la modernidad en varias disciplinas a través de acercamientos multifocales y complementarios (1989:24). Ello significa que los nuevos estudios urbanos debiesen movilizar, de forma conjunta, herramientas de la antropología, la sociología, la geografía, el urbanismo, la arquitectura y otras disciplinas afines. Lo anterior, se plantea en el entendido que difícilmente un territorio pueda ser comprendido sólo desde lo material: también es necesario introducir lo inmaterial, ya lo llamemos cultural, social, o, mejor aún, subjetividad social (Lindón, 2007:219). De acuerdo a lo señalado, Revista Márgenes Nº 14 presenta la apropiación mediante barreras físicas y cercados en la ciudad de Juárez, caso que se contrapone al acto de apropiación desviados del espacio urbano en Madrid y Alcalá, que también aparece en la ciudad de Ali Mendjeli cuando los habitantes resignifican el espacio público. En el caso de Saint-Basile-le-Grand y McMasterville en Canadá, se presenta la dialéctica de apropiación entre foráneos y habitantes fundadores de la periferia de Montreal, caso que dialoga con el de la reapropiación del cerro Cordillera en Valparaíso con el TAC, el espacio Santa Ana y el Cité Obrero, complementado con la mirada sobre la apropiación de la Città della Pieve. También presentamos las dialécticas de apropiación de los sin hogar en la ciudad de París y de los expulsados del Centro Histórico de la ciudad de México, para finalizar con una reflexión-proposición para una reapropiación del borde costero de Valparaíso con un parque marítimo en el sector Barón.

LAUTARO OJEDA Universidad de Valparaíso, Chile XIMENA GALLEGUILLOS Universidad de Kiel, Alemania

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Investigación

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La imagen construida a partir del discurso. Foro inseguridad vs seguridad: el caso del cierre de calles en Ciudad Juárez NIBIA VERÓNICA MÉNDEZ ARANDA >> Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, Ciudad Juárez, México. nibiav79@gmail.com Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad La imagen construida a partir del discurso. Foro inseguridad vs seguridad: el caso del cierre de calles en Ciudad Juárez Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 7 a 14 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RESUMEN En atención a los incrementos de homicidios registrados por el INEGI y CONAPO en Ciudad Juárez, Chihuahua, México, durante el 2008 se registró una alza respecto a los años anteriores reportando una estadística de 1.569 ejecuciones, los cuales aumentaron a 2.372 durante el 2008, año donde se alcanzó su máxima representación, seguido del año 2010 con unos 2.218 homicidios y en el 2011 con 2.015 dentro de este territorio. A finales del año de 2007 al 2012, el Plan Estratégico de Ciudad Juárez (asociación civil) convocó a través de la Red de Vecinos a debatir el problema de la inseguridad para dialogar con representantes de instancias gubernamentales, los ciudadanos y líderes de las calles cerradas. Y así analizar la realidad de la frontera con la finalidad de conocer sus derechos y posturas en relación a la inseguridad. El proceso de transformación y apropiación del territorio que tiene como peculiaridad inicial el cercado por iniciativa de los propios vecinos, mediante la instalación de barreras físicas y simbólicas en busca de una mayor seguridad. Esto es una reacción de autodefensa que representa una sensación de miedo por parte de los sujetos que lo habitan al sentirse desprotegidos. Se presenta un análisis del discurso en base a los relatos expuestos a partir de lo que gente habla en relación con sus sentimientos, apoyado por la semántica de los diferentes textos que analizan su contenido para poder conocer la situación de miedo, inseguridad y violencia de Ciudad Juárez a través de imaginario urbano que se simboliza con el cierre de calles por medio de las diferentes percepciones y respuestas subjetivas de los vecinos e integrantes del foro. PALABRAS CLAVE seguridad, inseguridad, cierre de calles, miedo, imaginarios urbanos

The image constructed from speech. Forum insecurity vs security: the case of the closure of streets in Ciudad Juarez ABSTRACT In response to increases recorded by the INEGI and CONAPO in Ciudad Juárez, Chihuahua, México, in 2008 homicides recorded one hike over previous years reporting a statistic of 1.569 executions , which increased to 2.372 in 2008 , the year with maximum representation, followed by the year 2010 with 2.218 homicides and in 2011 to 2.015 in this territory was reached. In late 2007 to 2012, the Strategic Plan of Ciudad Juárez (civil society) convened by the Network Neighborhood to discuss the problem of insecurity for dialogue with representatives of government agencies , citizens and leaders of the closed streets. And analyze the reality of the border in order to know their rights and positions in relation to insecurity. The process of transformation and appropriation of territory, which initial enclosure by the installation of physical and symbolic barriers in search of greater security, was made by the initiative of the neighbors. This is a self-defense reaction representing sense of fear on the part of the subjects who inhabit the feel unprotected. A critical discourse analysis is presented based on the stories exposed from what people are talking about in relation to their feelings, supported by the semantics of the various texts that analyze their content to know the situation of fear, insecurity and violence Ciudad Juarez through urban imaginary that is symbolized by the closure of streets through the different perceptions and subjective responses from neighbors and members of the forum. KEYWORDS security, insecurity, road closures, fear, urban imaginary

La imagen construida a partir del discurso. Foro inseguridad vs seguridad: el caso del cierre de calles en Ciudad Juárez > Nibia Verónca Méndez Aranda

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L’image construite à partir du discours. Forum insécurité vs sécurité: le cas de la fermeture de rues à Ciudad Juárez RÉSUMÉ En attention aux accroissements d’homicides enregistrés par l’INEGI et CONAPO à Ciudad Juarez, Chihuahua, Mexique, pendant 2008 nous avons enregistré une hausse par rapport aux années précédentes qui reportaient une statistique de 1.569 exécutions, à 2.372 pendants 2008, année qui a atteint sa représentation maximale, suivi de l’année 2010 avec 2.218 homicides et 2011 avec 2.015 dans ce territoire. Entre la fin de l’année 2007 jusqu’a 2012, le Plan stratégique de Ciudad Juarez (association civile) a convoqué à travers le Réseau de Voisins à débattre sur le problème de l’insécurité, pour dialoguer avec des représentants gouvernementaux, des citoyens et des chefs des rues fermées. Pour ainsi analyser la réalité de la frontière afin de connaître leurs droits et positions par rapport à l’insécurité. Le processus de transformation et appropriation du territoire a comme particularité initiale celui de ce renfermé, par l’installation de barrières physiques et symboliques à la recherche d’une plus grande sécurité. Ceci est une réaction d’autodéfense qui représente la sensation de peur par les sujets qui l’habitent, car ils se sentent menacés. Une analyse du discours se présente sur la base des récits exposées à partir de ce que des gens parlent par rapport à ses sentiments, soutenus par la sémantique des différents textes qui analysent leur contenu pour pouvoir connaître la situation de peur, insécurité et violence de Ciudad Juarez à travers l’imaginaire urbain qui est symbolisé par la fermeture des rues au moyen des différentes perceptions et des réponses subjectives des voisins et des membres du forum. MOTS CLÉS sécurité, insécurité, fermeture de rues, peur, imaginaires urbains

INTRODUCCIÓN El objetivo del presente artículo pretende conocer ¿Cuáles son las prácticas que se entrecruzan para poder producir el escenario del cierre de calles en Ciudad Juárez?, ¿Cuál es el debate de los ciudadanos y las instituciones gubernamentales en relación a las prácticas del cierre de calles?, interrogantes que se podrán responder mediante un análisis del discurso que genera una imagen de la situación actual dentro del foro de inseguridad vs seguridad. El del presente trabajo consiste en el análisis de dos asambleas realizadas en las oficinas de Plan Estratégico de Juárez bajo la organización del grupo Red de Vecinos (organización civil), que se complementa por comités de vecinos de Ciudad Juárez, la cual convocó a expertos en el tema y funcionarios públicos a participar. La organización del foro estaba a cargo de un mediador que cedía la palabra en un primer tiempo a los invitados y después en un segundo, a los representantes de los diferentes comités de vecinos. En cuanto a la intervención del investigador fue en base a una auto observación (Álvarez-Gayou, 2007), considerándose como objetivo de estudio el cierre de calles y la imagen que se construye sobre este proceso urbano en Juárez, analizado a partir de las voces de los actores como habitantes, funcionarios, miembros de organizaciones civiles, entre otros. Por lo tanto es importante razonar una realidad desde un acercamiento interdisciplinar, como lo es un análisis de un discurso, partiendo de una visión que comprende desde un significado contextual que se muestra en las representaciones sociales, dentro de las comunidades urbanas que nos permiten ser abordadas desde la subjetividad humana, lugar en donde se entreteje la realidad y se construye la visión multidimensional de las sociedades contemporáneas, a través de las acciones y representaciones sociales como lo son la apropiación de los espacios de lo público (Rabotnikof, 2005), iniciativa que se ha ido realizando al cerrar las calles que habitan algunos de los ciudadanos de Ciudad Juárez.

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La investigación se divide en tres fases analíticas: la primera es una reflexión que construye una visión teórica del análisis del discurso, herramienta para estudiar el problema social y así comprender los mecanismos de poder que se manejan en torno a esta situación, ya que los actos del cierre de calles de los ciudadanos en Ciudad Juárez, en realidad son actos discursivos. Un segundo momento comprende un análisis teórico y metodológico cualitativo, ya que se analizan las vivencias de las personas por medio de su naturaleza, posibilidad y límites de conocimiento, lo cual explica un planteamiento a través de la interpretación centrada en un conocimiento adquirido por la realidad exterior creador con el cierre de calles en Ciudad Juárez, el cual se analizará a través de técnicas como el análisis del discurso, la subjetividad individual y colectiva dentro de un imaginario social, a partir de los resultados que se desprenden de la etnografía y la fenomenología que se entretejen con la realidad multidimensional de las sociedades contemporáneas. En un tercer momento se muestran los resultados obtenidos del foro, considerando a los conferencistas como parte importante para incluirlos en el discurso al igual que a los actores que viven el cierre de calles, considerando su participación dentro del foro lo cual se complementa con discursos de los periódicos locales en relación al análisis. El artículo contiene una reflexión teórica-práctica, basada en un análisis hemerográfico y de entrevistas en relación a los participantes del foro, datos estadísticos, observación de campo apoyado en la fotografía y reflexiones finales.

PRIMER NIVEL DE ANÁLISIS Algunas reflexiones teóricas sobre el análisis del discurso El presente estudio se explica desde un análisis del discurso, ya que se estructuró desde el lenguaje como práctica social, colocan-

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do al propio lenguaje como la base del análisis. Se tomó en cuenta desde una visión por medio de dos puntos: la lingüística y su análisis del discurso ya que son disciplinas que se encargan de analizar las relaciones de autoridad, discriminación y control por medio del lenguaje y éstos sólo se pueden centrar en textos, redactados o hablados, que consisten en un teorización, descripción de procesos y estructuras sociales que son las que originan los textos y éstos son las unidades básicas para la comprensión de las prácticas sociales (Wodak, 2003). De este modo, Michael Meyer (2003:33) asevera que el análisis del discurso es un enfoque que consiste en varios planos y cada uno de ellos demanda una selección de contenido y al igual que Wodak (2003:17) establece una relación entre lenguaje y sociedad y la interdisciplinariedad puede llevarlo a ser descrito por diferentes perspectivas, en relación a los discursos históricos que incluyen elementos socio-psicológico y político e ideológico. La importancia del análisis del discurso de acuerdo a estos autores, es que está conformado por procesos y estructuras sociales de individuos o de grupos que producen un texto a lo largo de la historia de las comunidades, las cuales están basadas en la ideología, representaciones simbólicas que se relacionan con la cultura, que se entrelaza con las formas y procesos sociales que da como resultado una serie de manifestaciones dentro del mundo social a partir de pensamientos y la realidad. En relación con lo anterior, Wodak (2003:33) constituye que el análisis del discurso se puede analizar a partir de tres conceptos: el concepto de poder, de historia y el de ideología. Teniendo en cuenta que todo discurso es un objeto históricamente producido e interpretado, situado en el tiempo y espacio, y que las estructuras de dominancia están legitimadas por las ideologías de grupos poderosos (Wodak, 2003:19-20). Por lo tanto un discurso se puede analizar desde una ideología establecida como algo ya dado, como si ésta misma fuera un efecto de poder dentro de las estructuras dominantes. Entonces para poder analizar un discurso hay que entender que las personas razonan, sienten, desean e imaginan de acuerdo a razones históricas específicas. Consecuentemente hay que tener en cuenta que el análisis del discurso (Van Dijk, 2003:144) es sólo una perspectiva crítica que puede combinarse con cualquier punto de vista de las humanidades y las ciencias sociales. La finalidad de usar el análisis del discurso como técnica, herramienta y perspectiva teorética (Fairclough, 2003), es para orientarse en cómo se realizó este estudio, evitar desviaciones y centrarse en el problema real que versa sobre el lenguaje visual, corporal, que se analiza a través lenguaje o estas semiosis, primero a través de las teorías y el marco analítico, el método, desde un punto de vista crítico dentro de una relación transdiciplinar. De acuerdo con lo anterior, la necesidad de llevar a cabo este análisis es porque las relaciones entre la sociedad son tan complejas y existen tantas actividades dentro de ella que para poder entenderlas, se necesita una comprensión teórica de las aserciones básicas de la gramática y de su enfoque desde el análisis lingüístico tomando en cuenta las diferentes perspectivas y opiniones de los participantes, las cuales entretejen visiones desde una realidad subjetiva, que construye un imaginario urbano que nos presenta un mejor enfoque de la situación actual desde una forma interdisciplinar.

La imagen construida a partir del discurso. Foro inseguridad vs seguridad: el caso del cierre de calles en Ciudad Juárez > Nibia Verónca Méndez Aranda

SEGUNDO NIVEL DE ANÁLISIS Una propuesta metodológica del análisis del discurso desde la formación del imaginario y su aplicación en el análisis del cierre de calles en Ciudad Juárez El presente estudio tiene como base teórica lo citado por la hermenéutica, que se comprende desde un enfoque a estudiar del texto y el discurso, apoyado en categorías lingüísticas, donde no se hicieron de lado el tema y los contenidos, sino que se tomaron en cuenta las operacionalizaciones esenciales que dependen en su mayoría de estas categorías que conforma el gran corpus del foro, en base a conversaciones, donde se tomaron en cuenta el tipo y forma de argumentación, el simbolismo colectivo, que se refiere al uso del lenguaje, los actores, los turnos de palabra, la coherencia, el orden de las palabras y objeciones (Meyer, 2003). El presente análisis del discurso se estudió desde la perspectiva de “modelo” (Van Dijk, 1980) el cual es el escenario del foro que se analizó desde el punto de vista del acontecimiento, que es el que construye la representación (semántica) del texto (discursivo). Teniendo en cuenta principalmente las oraciones y proposiciones coherentes, ya que deben estar relacionadas con el modelo usando la teoría de la coherencia referencial, a partir de la conexión de sus elementos (Lozano, Peña-Marín, Abril, 2008), la cual consiste en descifrar la verdad a partir de individuales para derivar una coherencia en conjunto. En relación con lo anterior y con las estructuras y funciones del discurso de Van Dijk (1980:107), la coherencia está basada en la interpretación individual que se entrelaza con otras frases. El discurso menciona la percepción del miedo vivido; dentro de un análisis de semántica se muestran las experiencias y sentimientos; por último la forma y orden de las palabras nos conforman como acontecimientos sociales vividos en un momento histórico. Por lo tanto el punto de partida fue lo que la gente habla en un imaginario creado por una situación de inadaptabilidad. Para lo cual se tomaron en cuenta las opiniones y emociones, teniendo presente que es una reconstrucción del mundo intersubjetivo, que parte de la situación del cierre de calles en Ciudad Juárez. Haciéndose formaciones discursivas en torno a los acontecimientos que atentaron contra los pobladores con respecto a los sentimientos vividos. ¿Cuál es la relación de la formación discursiva, lo imaginario y la subjetividad? A partir de esto se establece una relación entre las dimensiones de lo discursivo, lo imaginario y la subjetividad mediante el modelo de análisis que nos llevó a la comprensión y entendimiento del discurso a partir de la formación imaginaria que se pretende explicar la realidad que se articula por medio de la interdisciplinariedad para tener una mejor deducción. Donde la realidad es un elemento compuesto de deseo y relaciones vivenciales que producen significaciones discursivas, que se experimentan con lo imaginario (María Schaufler; Leila Passerino, 2011). Las prácticas discursivas parten de la reflexión de la formación imaginaria (Ver Cuadro 1.), que se analizó por medio del discurso que tiene que ver con el sujeto a través de dichas prácticas que se generan por las producciones del sentido que parten de un emisor quien genera la fabricación de codificación del lenguaje que aborda a un receptor y así de esta forma se funda la formación ideológica que se genera en una falsa o verdadera conciencia (Haidar, 1998).

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En este sentido se planteó un análisis de la práctica discursiva a través de un foro de carácter colectivo y socio-cultural, en donde se establecen relaciones entre los diferentes actores y por medio de ellas se llegara a la representación de lugares sociales, los cuales originan una diatriba partiendo de la formación ideológica que gobierna la formación de la acción comunicativa lo cual producirá las variantes del sentido discursivo del análisis del foro.

>> Cuadro 1. Esquema del análisis del discurso a partir de la formación imaginaria. Elaboración propia La formación ideológica y lo institucional en relación al análisis del discurso de Julieta ��������������������������������������������� Haidar (1998) donde se pretende formarlo, tomando en cuenta primero el estado actual de la cuestión presentada como una “falsa conciencia”1, que radica en una indagación y la construcción de sentido, la cual distorsiona la realidad de una manera colectiva para después pasar a una falsa conciencia que es concebida desde la “verdadera conciencia”, que se presenta por medio de dicho análisis y así poder encontrar la raíz del conflicto social que nos afecta, a través de una formación discursiva. Por su parte, María Schaufler y Leila Passerino (2011), abordan lo discursivo en relación al deseo y lo imaginario, que se caracteriza por lo ideológico que oculta las producciones del discurso, llamándolo el disfraz de la percepción directa de la realidad, por lo tanto el imaginario es el que da sentido a las representaciones sociales funcionando como organizador de nuestras relaciones con el mundo y entre nosotros que se producen a partir del deseo y el goce. Pedro Arturo Gómez (2001:195) hace un análisis de imaginarios sociales y semióticos, como una aproximación para la construcción narrativa de la realidad; esto consiste en entender el funcionamiento de los imaginarios en la sociedad, es decir, lo que se habla dentro de la comunidad en medida y modo de lo que se diga lo cual permite que se procesen representaciones en forma de matrices, que se construyen socialmente y que podemos percibir y aceptarlo como algo real, en donde se puede expresar e inclusive se puede intervenir operativamente de acuerdo a la realidad de cada sistema social.

El ejercicio del discurso se analiza para poder señalar su tópico mediante un proceso de reducción que puede concentrar una secuencia de proposiciones en otra de menor número para poder evolucionar la información como elemento cualitativo central, en base a la estructura superficial que son las oraciones y párrafos (microestructura). Esto a su vez, se refiere a los componentes morfológicos y fonológicos, los cuales constituyen el foro del cierre de calles (Lozano, Peña-Marín, Abril, 2008), (Marín, Morales, 2004), (Fuenmayor, Villasmil, Rincón, 2008). El presente foro se manejó como un espacio de diálogo y de encuentro de diferentes visiones y experiencias, las cuales forman parte de un proceso que se está realizando con varios comités desde la Red de Vecinos. En esta forma se conforman nuevos discursos que van a servir para lograr la identidad de los vecinos. Ahí se planteó el tema de las rejas (cierre de calles en Ciudad Juárez). El corpus discursivo (Haidar, 1998) se deriva de la formación ideológica del foro y se divide en dos partes: 1. Corpus discursivo I (CDI), representa los agentes, el cual está formado en primer lugar por la asociación civil y representa la visión comunitaria. En este caso es Plan Estratégico de Ciudad Juárez (creador y moderador del foro), en segundo lugar por un representante de los derechos humanos, en tercer lugar es un representante de Desarrollo Urbano del municipio de Ciudad Juárez y por último un licenciado de la Federación Estatal Chihuahuense del Colegio de Abogados en Leyes que representa el enfoque legal. 2. Corpus discursivo II (CDII), son los sujetos (residentes) de Ciudad Juárez, líderes de los diferentes comités de vecinos de comunidades cerradas y abiertas.

TERCER NIVEL DE ANÁLISIS Estudio de caso: el cierre de calles en Ciudad Juárez

En relación con lo anterior los procesos discursivos están concernidos con las formaciones imaginarias que derivan de determinados intereses sociales, que se manifiestan, las cuales se conectan con las diferentes maneras de concebir la realidad. Así, la narrativa representa el esquema cognitivo de percepción, que funciona en base a esquemas de fenómenos como el conocimiento, memoria, deseos, sentimientos, conducta, entre otras, que nos permiten interpretar el mundo, en relación con los relatos audiovisuales mediáticos y la legitimación del poder simbólico (Gómez, 2001).

La dinámica en la construcción del presente estudio consiste primero en el análisis crítico del discurso en relación a sus visiones primero de los representantes de las instituciones, seguido de las perspectivas presentadas de los residentes de Ciudad Juárez, que en conjunto forman el gran corpus, el cual se pretende analizar por medio de los objetos discursivos que se derivan del contenido del discurso por medio de la intersubjetividad de los sujetos que determinan el presente análisis en base a las variables de inseguridad, seguridad, imaginarios urbanos y cierre de calles.

De esta manera, se establece primero una categoría de análisis de los imaginarios sociales en cuanto a la semiótica dentro del universo discursivo: primero instaura que es posible “dar con” y “dar cuenta de” los imaginarios sociales por medio de la materialización discursiva de los imaginarios dentro de textos concretos. Segundo, no es posible una representación sin la intervención o la presencia de los imaginarios y por último hay que tener en cuenta que son los imaginarios los que hacen posible las representaciones.

Para la justificación del foro se mostraron algunas gráficas de encuestas realizadas por Plan Estratégico de Juárez, que exponen los problemas que la ciudadanía considera más importantes, a los participantes que decidieron asistir a la convocatoria de debate sobre el cierre de calles: seguridad vs inseguridad, en Febrero de 2013, los cuales forman el corpus discursivo de esta investigación.

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Primero la percepción de inseguridad y violencia de los habitantes de la Ciudad durante el 2011 era más de la mitad (54,6%) de la población teniendo detectado el desempleo como segundo proble-

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ma seguido de la impunidad. Durante el 2012 esta sensación de inseguridad y violencia disminuyó (32%), aunque siguió ocupando el primer lugar dentro de la preocupación de los juarenses, seguido de la corrupción y el desempleo. Otro de los temas que se expusieron en este acto es en relación a los datos expuestos por la mesa de seguridad de Ciudad Juárez (Ver cuadro 2) sobre el robo de autos con violencia que durante el 2010 que fue de 15.800 automóviles y que en trascurso de un año (2011) disminuyó a 13.282 y siguió en una considerable baja durante los meses de Enero a Noviembre del 2012 con 6.400 robos. En relación con este acto de robo pero a comercios con violencia se registraron durante el 2010 la cantidad de 972, cantidad que durante el 2011 descendió considerablemente con una cantidad de reportes de 322 al igual que los registros anteriores sobre el robo de autos descendió considerablemente, pero el robo de tiendas de conveniencia aumentó ya que durante el 2010 se reportaron 2.143 y subió para 2011 con 2.400, y al igual que los anteriores descendió considerablemente pero hasta el año de 2012 reportando una cantidad de 800. 16.000 14.000 12.000 10.000 8.000 6.000 4.000 2.000 0

2010

2011

Robo de auto con violencia

Robo a comercio con violencia

Robo a tiendas de conveniencia

2012

>> Cuadro 2. Gráfica con datos de robo de auto y a comercios con violencia y robo a tiendas de conveniencia. Elaboración propia, con datos de la mesa de seguridad de Ciudad Juárez Todos estos datos nos muestran que los hechos delictivos han ido desapareciendo, pero aún tenemos estadísticas altas de los mismos dentro de la ciudad, por lo tanto la percepción de inseguridad en el sentir de los ciudadanos sigue latente, he aquí la importancia de estudiar el caso del cierre de calles, ya que estos acontecimientos consecuentemente presentan un daño colateral que se simboliza a través del cierre de calles que llevó a cabo la comunidad juarense al interior de sus colonias y fraccionamientos. Al llevar a cabo el análisis de la narrativa del corpus discursivo I (CDI), que se planteó en relación a la seguridad vs. inseguridad y a los derechos de los ciudadanos se establecieron diversas perspectivas respecto al tema cuando se les cuestionó sobre su postura respecto al cierre de calles como la siguiente: Uno de los grandes problemas de Ciudad Juárez es el modelo de policía, eso es hasta después, entonces nosotros enfrentamos una cuestión muy contradictoria cómo en Ciudad Juárez se le puede pedir a la gente que no ponga rejas que no se aísle, si la autoridad encargada de la protección de la gente no funciona. 10.500 muertos, homicidios de cinco años son el total de los homicidios que debió de haber habido en Juárez en los próximos 70 años, una autoridad

La imagen construida a partir del discurso. Foro inseguridad vs seguridad: el caso del cierre de calles en Ciudad Juárez > Nibia Verónca Méndez Aranda

estatal, federal y municipal, que no cumplió dejó a la ciudadanía a medidas de auto defensa (Gustavo de la Rosa, Representante de la Comisión de Derechos Humanos). En relación con el significado del relato anterior de donde se desprende un reclamo hacia las autoridades y el modelo de policía actual que son las encargadas de brindar seguridad a los ciudadanos. Consecuentemente defiende la postura de los mismos que optaron por una autodefensa justificada desde lo subjetivo en vivencias violentas ocurridas dentro de la ciudad y se combina con el imaginario del miedo colectivo dentro de la comunidad juarense que optaron por una vía de solución inmediata, es el cierre de sus calles en donde los sujetos ante una situación de abandono por parte del gobierno y de violencia depositaron su necesidad de seguridad. Acto seguido de este cierre de calles, en donde el imaginario del miedo basado en acontecimientos violentos dentro de la ciudad, tiene consecuencias dentro de la comunidad fronteriza juarense, se logra la unión de las personas para encontrar una identidad que les permita hacer comunidad. Como se expresa en el siguiente discurso: El problema de los juarenses, los fronterizos, los chihuahuenses y los mexicanos, fue muy serio nunca pensamos hubiera aquí en nuestro país un conflicto policial y criminal de la envergadura que vivimos… El problema que nos ocupa es un problema constitucional, el artículo 11 es un artículo muy claro en cuanto a la libertad de tránsito, que no pone mayores limitaciones más que las que determinan los jueces el orden civil y criminal los arraigos y las autoridades administrativas en lo que se refieren a problemas de migración no ponen más límites, entonces es un artículo constitucional que protege, la libertad de los ciudadanos para transitar sin salvoconductos y es donde se encuentra el problema que un ciudadano no puede ingresar a una parte de su territorio si no le autorizan la persona que está en el control de las rejas y no se requiere ni siquiera credencial de elector ni permiso alguno, porque entonces ya violaría ese artículo fundamental (Héctor González, Licenciado de la Federación Estatal Chihuahuense del Colegio de Abogados). En este sentido se presenta lo que Julieta Haidar (1998:525), acuña como una falsa conciencia en donde lo subjetivo se aborda como principal problema en términos legales principalmente basados en el artículo 11 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde se manifiesta la libertad de tránsito sin salvoconductos, es aquí en donde se genera un discurso de conflicto y sentimientos encontrados entre ciudadanos y vecinos, lo cual distorsiona la situación que se manifiesta a través de un miedo colectivo dentro del territorio donde los ciudadanos se posesionan de las calles por medio de instalación de rejas, piedras, mallas, bardas, troncos, entre otros. Por lo tanto el imaginario del miedo, reflejado como símbolo en las calles cerradas dentro del territorio, origina las obstrucciones de circulación y de esta manera está violando un artículo fundamental de los otros ciudadanos. Esto representa un problema grave en términos legales, pero el objetivo del problema se manifiesta a través de la percepción de inseguridad y miedo, que consecuentemente los ciudadanos lo depositan en los elementos del cierre de calles y que la solución a este discurso se basa en problemas de seguridad ciudadana. En este sentido también por parte del municipio de Ciudad Juárez se manifestó lo siguiente:

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Por lo tanto se manifiesta por medio de esta declaración, que Ciudad Juárez se ha caracterizado por ser una ciudad donde ocurren sucesos violentos, pero el miedo ha rebasado los sentimientos de los ciudadanos y se agudiza después del año de 2007. Esta sensación de miedo e inseguridad, en donde los habitantes se sentían desprotegidos, se debe también a declaraciones en los periódicos como la siguiente:

>> Figura 1. El imaginario que se representa en fraccionamientos cerrados que realmente se encuentran abiertos

Invade miedo a vecinos de Quintas del Valle. Vecinos del fraccionamiento Quintas del Valle se mostraron temerosos del curso que tomen los operativos federales realizados aquí desde el lunes pasado, mismos que llevaron a la captura de presuntos integrantes de una organización dedicada al “lavado” y traslado de dinero proveniente de operaciones del narcotráfico (El Diario de Ciudad Juárez, 2007:3). En este sentido la propagación del crecimiento del miedo en base a sucesos violentos dentro de la Ciudad fue acrecentándose, teniendo consecuencias en los sujetos a partir de un sentimiento colectivo que creó el imaginario del miedo por lo que los habitantes de Ciudad Juárez, decidieron cerrar sus calles inclusive en algunos fraccionamientos donde no se haya presentado ningún ataque en contra de la vida de alguno de ellos, teniendo como finalidad su propia protección.

>> Figura 2. El cierre de calles sólo disminuye los delitos menores Nos toca conocer muy de cerca tres vertientes, primero el universo que es la inseguridad, pero bien es cierto tenemos grandes intereses el primero son aquellos que tienen interés debido a que el fenómeno de inseguridad que se presentó a finales del 2007 a principios del 2008 se recrudece este fenómeno, una es que los vecinos logran y buscan la manera de tener una seguridad entre comillas porque no es una seguridad total pero cuando menos se sienten un poco seguros (Rodolfo Baylón, Coordinador jurídico de Desarrollo urbano). Por su parte el Departamento de Desarrollo urbano del municipio de Ciudad Juárez enfatiza el problema principal sobre la inseguridad vivida como se viene repitiendo en el discurso de los diferentes panelistas que se acentúa sobre la subjetividad de las emociones de los ciudadanos en relación con el imaginario de su seguridad que se refleja en el auto-encierro como una forma de auto-exclusión. De igual forma el siguiente fragmento del análisis del foro por parte de la Directora de Red de Vecinos que se encarga de organizar algunos de los cierres se manifestó en relación a la inseguridad vivida dentro de la ciudad: La ciudad nos alcanzó con todo y nuestras rejas, con todo y los policías en la calle, con todas las armas con todo y todo el miedo se apoderó de esta ciudad y esto digamos no es nuevo, surge varios años, aparte se agudiza a partir del 2007-2011 ya con las consecuencias que ustedes, bueno que hemos visto (Verónica Corchado, Directora Red de Vecinos).

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En relación con lo anterior y con la formación ideológica del foro, el corpus discursivo II (CDII) formado por los ciudadanos y algunos líderes de las calles cerradas se expresan de acuerdo a la construcción del discurso de la siguiente manera: La violencia y la reja por lo menos en mi caso porque tengo las dos opciones de vivir, donde hay reja y no hay reja. La reja a mí no me quitó la violencia de la ciudad, lo único que me tapó fue el tránsito del malhechor pequeño del que se roba la batería, del que entra y golpea a la señora a la casa entonces, es ese el problema que yo veo, limitamos el acceso a nuestros hogares y disminuimos la cantidad de crímenes menores el que aun en mi colonia cerrada si llega alguien con una arma va a pasar entonces, el estar diciendo que la violencia, las rejas no pararon la violencia de los asesinatos (Habitante del Fraccionamiento Florida). El temor a la violencia de los asesinatos y su percepción de poca seguridad dentro en la ciudad, aún dentro de las calles cerradas queda claro en este discurso, en donde el imaginario consiste en que los ciudadanos quieran atacar los hechos delictivos en base a métodos de auto protección. De igual forma que los panelistas, los ciudadanos expresaron su desacuerdo con el gobierno mexicano en relación a la seguridad en este sentido: Considero que una respuesta para la elección que hemos asumido, de vivir en una condición en que la incapacidad del propio Estado nos ha empujado, es de que éste tenga hacia nosotros un enorme agradecimiento, porque en lugar de escoger resolver el problema que se nos presentaba de agresión y violencia hacia la vida nuestra y de nuestras familias tomamos el camino de la auto protección (Presidente del Comité de Vecinos Puesta del Sol). Por lo tanto se puede entender que no están dispuestos a retirar las rejas, aunque se violen derechos constitucionales, ya que prefieren dentro del imaginario del miedo sentirse más seguros con la auto-

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En este orden diferentes ciudadanos, residentes de los fraccionamientos y colonias optaron por expresar sus vivencias en relación a la inseguridad que los llevó a aislarse de los demás:

>> Figura 3. La apropiación del espacio público resulta en una sensación de seguridad, del apartarse de los Otros protección y depositar su confianza de ellos y sus familias en el cierre de calles. Queda claro que esto es una manera de reclamo ante las instituciones gubernamentales de parte de los ciudadanos por las elevadas cifras de criminalidad que se han venido presentando. En este orden parte del discurso de seguridad, el imaginario representa la añoranza de espacios públicos seguros en el medio donde se habita: Yo cuando compré esa casa me encantó que estuviera enfrente de un parque, hace dos años para mí era una maldición ese maldito parque, en una ocasión estuvieron unos sicarios ahí o halcones como les llamen, más de ocho días monitoreándonos a todos, apuntando en una libreta, de ahí empezaron robos, empezaron violencias, todos los vecinos al menos yo personalmente hablé diecisiete veces a la policía y la policía nunca llegó, al último en el 060 me pasaron con el supervisor y la mujer con un acento del sur me dijo y qué quiere que haga si no tenemos patrullas. Qué bueno que no han sufrido ustedes lo que sufrimos nosotros en su Fraccionamiento y que pueden considerar las rejas, en nuestro fraccionamiento hubo dejen ustedes el robo a baterías, a nosotros nos robaron cinco vehículos, me robaron la casa dos veces, se metieron a mi casa cuatro hombres a robar, cuando en otras casas se metieron y abusaron de las personas, violaron hijas, golpearon hombres, fue cuando dije yo, qué sigue de aquí, lo bueno es que somos civilizados y no estamos como en otros países, como el caso ahorita de Guerrero, porque la verdad yo como madre de familia, hubiera conseguido un arma para proteger de que no violaran a mis hijas, las rejas nos han dado tranquilidad, nos han dado unión, entre todos los vecinos (Madre de familia en el Fraccionamiento San Ángel). En este testimonio la falta de atención a las necesidades de los residentes de Ciudad Juárez, en donde claramente se puede notar que la violencia rebasó los límites y superó al gobierno que es el encargado de brindar seguridad y tranquilidad. Esta comunidad al sentirse desprotegidos, sin armas para responder a tantas agresiones, decidieron auto-segregarse, en base a sus experiencias. En donde la importancia y pérdida del espacio público que se convirtió en zonas de terror un espacio “maldito”2 y se hace latente ya que las acciones inmediatas tomadas bajo el imaginario que representa el anhelo de seguridad de todos, decidieron encerrarse junto con estos espacios para poder de esta manera recuperarlos, cuidarlos y hacer comunidad.

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El problema de la criminalidad rebasó a las autoridades, pero trajo como consecuencia o como secuela, llamémosle la delincuencia desorganizada que son el robo común, el delito común proliferara por indicación, se está hablando de rejas, pero es muy complejo el tema, hay llamémosle dos tipos de rejas una donde está el libre acceso o acceso controlado y el otro donde definitivamente no pueden pasar las personas, es una autoprotección yo siento que la ciudadanía, ante la incapacidad del Estado de proporcionar la seguridad (Ciudadano, Abogado postular). En relación con lo anterior queda claro que hay quienes dentro de la ciudad han bloqueado absolutamente el paso a toda persona ajena a los residentes de esas comunidades. Existe otro tipo de cierre que posee una entrada y salida controlado donde sólo hay que identificarse para poder accesar a ella. El sentir de los residentes de estas zonas en donde se permite o se prohíbe el acceso es subjetivo a las experiencias vivenciales o a los problemas que hayan surgido entre los vecinos. De igual manera en todos los relatos de los líderes siguió latente el tema de la seguridad o inseguridad que se vive en la ciudad: Nuestro fraccionamiento se cerró por la inseguridad, que no se cerró porque vamos a acatar a los sicarios, eso es imposible teníamos que estar todos con armas, de hecho a nosotros nos tocó la experiencia de los mismos policías, encapuchados tapándome los números de las trocas, a cometer delitos y ¿con quién nos dirigimos?, con nadie, porque nadie va hacer nada (Habitante del Fraccionamiento Las Acequias). También existen discursos en donde el reclamo al modelo de policía, se presentó en todos cada uno con diferentes versiones, y el sentir subjetivo de seguridad que se relacionaba anteriormente con la policía, fue desapareciendo ya que la decepción para los ciudadanos ante su respuesta y acciones como se puede entender en el último discurso. Entonces la comunidad al sentirse abandonada y vulnerable opto por la auto protección creando todo un discurso en relación con lo subjetivo y el imaginario de su seguridad.

REFLEXIONES FINALES La búsqueda de la realidad a través representaciones sociales como por ejemplo la defensa del espacio utilizando rejas con distinto tipo de construcción, que se plasman en el análisis del discurso en relación con el imaginario que se producen en la subjetividad humana a partir del goce y el deseo. En donde el origen o centro del discurso se reduce a partir de la propagación del miedo dentro una colectividad donde la angustia, crea ansiedad, ante un fenómeno atípico como fue el incremento de actos de violencia en Ciudad Juárez, instituyendo una atmósfera de inseguridad. En base al estudio obtenido por la investigación cualitativa realizada mediante el instrumento del análisis del discurso en relación a la inadaptabilidad ante estos actos delictivos por parte de los ciudadanos crea una ceguera afectiva y propagación del imaginario, el cual tiene como consecuencia una manifestación inmediata dentro de los territorios basados en la sensación de miedo, que se refleja como daño colateral con el cierre de calles dentro de Ciudad Juárez.

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Por lo tanto las ideas que forman el relato con todas estas historias o experiencias vividas, son las que definen y dan sentido a estos espacios cerrados dentro de una ciudad. En el caso de Ciudad Juárez, estas historias están relacionadas con la inseguridad urbana que representa el peligro y las agresiones experimentadas, donde los espacios cerrados o “tomados” representan el miedo de una sociedad, quedando marcados, delimitados y fragmentados.

_____ (1980) Macroestructures. An interdisciplinary study of global structures in discourse, interaction, and cognition. Hillsdale New Jersey: Lawrence Erlbaum Associates.

Las calles de estos espacios pierden el sentido del espacio de lo público ������������������������������������������������������� (Rabotnikof, 2005) ya que las personas al cerrar se empiezan a apropiar de sus espacios y los hacen suyos a través del control, como algunos lo hacen dentro de los espacios privados.

FAIRCLOUGH, N. (2003) El análisis crítico del discurso como método para la investigación en ciencias sociales. En R. W. Meyer, Métodos de análisis crítico del discurso (pp. 179204). Barcelona: Gedisa.

En relación con lo anterior queda claro que es posible llevar un análisis desde estos espacios cerrados como un “espacio de miedo” desde la subjetividad y el imaginario socio-cultural que representa a un espacio vivido el cual está marcado y delimitado por emociones.

GÓMEZ, P. A. (2001) Imaginarios sociales y análisis semiótico. Una aproximación a la construcción narrativa de la realidad. Cuaderno de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Jujuy, San Salvador, pp. 195-209.

A partir de las sensaciones de miedo, los pobladores experimentan de manera individual y subjetiva y los coloca en un comportamiento natural de legítima defensa, se crea un sentimiento colectivo dentro de una comunidad y se convierte en un hábito permanente que puede ser real o imaginario. Lo cual sirve para satisfacer la necesidad fundamental de seguridad que se encuentra en nuestra base afectiva, como lo expresan los habitantes anteriormente mencionados de los diferentes fraccionamientos y colonias de la Ciudad.

HAIDAR, J. (1998) Análisis del discurso. En J. G. Cáceres, Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación, p. 525. México: Pearson Educación.

Por lo tanto como resultado final se muestran diferentes expresiones de los habitantes en donde claramente se aprecian estas emociones, las cuales construyen y se representan en el espacio urbano a través de barreras físicas las cuales son el reflejo de un sentido de colectivo, ante una situación de impotencia, que no es más que la suma de todas estas emociones que crean un ambiente de inadaptabilidad, ceguera afectiva y una propagación peligrosa del imaginario (Molinares, Madariaga, 2007), que se exterioriza inmediatamente en el territorio del caso de las calles cerradas que a partir de estas sensaciones-emociones generan un clima de ansiedad, inseguridad y miedo. Finalmente el surgimiento de la propagación del imaginario se ordenó en base a una secuencia de actos violentos, teniendo sus orígenes en un imaginario individual, basado en discursos individuales de los habitantes de la ciudad. Que derivó en uno colectivo, buscando fortalecer el imaginario del lugar, creando con las calles cerradas en este sentido, una seguridad quizá real para muchos, pero insegura para otros, como se expresan en los discursos analizados de esta investigación de algunos de los habitantes de Ciudad Juárez.

_____ (1980) Estructuras y funciones del discurso. Madrid: Cátedra. EL DIARIO DE CIUDAD JUÁREZ sección A, p. 3-8 de Febrero de 2007.

LOZANO, J.; PEÑA-MARÍN, C.; ABRIL, G. (2008) Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interacción textual. Madrid: Ediciones Cátedra. MEYER, M. (2003) Entre la teoría, el método y la política: la ubicación de los enfoques relacionados con el ACD. En R. W. Meyer, Métodos de análisis crítico del discurso (pp. 35-59). Barcelona: Gedisa, S.A. RABOTNIKOF, N. (2005) En busca de un lugar común. El espacio público en la teoría política contemporánea. México: UNAM. SCHAUFLER, Mª.; PASSERINO, L. (2011) Aportes para pensar lo imaginario y lo discursivo en las identificaciones políticas. XV Jornadas Nacionales de Investigadores en Comunicación, p. 12. WODAK, R. (2003) De qué trata el análisis del discurso (ACD). Resumen de su historia, sus conceptos fundamentos y sus desarrollos. En R. W. Mayer, Métodos de análisis crítico del discurso, pp. 17-33. Barcelona: Gedisa.

SECCIÓN HEMEROGRÁFICA El Diario de Ciudad Juárez

NOTAS

BIBLIOGRAFÍA

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Vista como una consecuencia a partir de la formación de una ideología que envuelve acontecimientos históricos, sociales y culturales.

2

Expresión usada por los líderes de las colonias en donde se presentan cierres de calles, al referirse a espacios como los parques, plazas, lotes baldíos, entre otros, que quedaron dentro de algunos cierres, inclusive de las mismas calles.

CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. DELUMEAU, J. (2002) El miedo en Occidente (Siglos XIV-XVIII). Una ciudad sitiada. Madrid: Taurus. DIJK, T. A. (2003) La multidisciplinariedad del análisis crítico del discurso: un alegato en favor de la diversidad. En R. W. Meyer, Métodos de análisis crítico del discurso, pp. 143176. Barcelona: Gedisa.

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Espacios urbanos de apropiación y desvío: la función socio-espacial discursiva en el caso de Madrid y Alcalá de Henares en España ZACHARIE HATOLONG BOHO >> ENS / Université de Maroua, IUDI de Mokolo (Camerún). hatolong @yahoo.fr Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Espacios urbanos de apropiación y desvío: la función socio-espacial discursiva en el caso de Madrid y Alcalá de Henares en España Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 15 a 25 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RESUMEN El presente artículo trata de investigar los modos de apropiación/desvío del espacio urbano por fines discursivos. A partir de fotografías que hemos sacado en Madrid y Alcalá de Henares (España) es posible determinar las categorías espaciales apropiadas o desviadas, la tipología de los actores en presencia —las llamadas tribus urbanas que se enfrentan con los poderes públicos— y la temática de los discursos inscritos en el espacio. A partir de los discursos en cuestión es también posible enfocar la sociología de los grupos y movimientos sociales, es decir, sus características y sus itinerarios dentro del espacio urbano. Por lo demás, el estudio permite medir la temperatura psico-social de una España en crisis cuya población se teme lo peor. Como es de suponer, las categorías conceptuales “apropiación” y “desvío” se fundamentan en un criterio normativo ya que el acto de apropiación/desvío constituye una contravención con la normativa en términos de planificación y protección del entorno urbano. De hecho, las categorías espaciales que son los muros, los cubos de basura, las calles, las plazas y los monumentos, etc. son las que más se dejan apropiar o desviar en virtud de los caracteres de visibilidad, apertura y anonimato. En cuanto a la temática de los discursos inscritos en esos espacios, permiten medir el clímax/anticlímax social y explorar el itinerario de las nuevas sociabilidades. PALABRAS CLAVE apropiación/desvío, espacio público, tribu urbana, Yesca, Indignados

Urban spaces of misappropriation and diversion: the discursive sociospatial function in the case of Madrid and Alcalá de Henares in Spain ABSTRACT This paper tries to investigate the way urban space is (mis)appropriated for discursive aims. From pictures caught in Madrid and Alcalá de Henares (Spain) it is possible determine the categories of (mis)appropriated spaces, the typology of actors —the main urban tribes which use to face the authorities— and the thematic of landscape discourses. These discourses permit also to approach the sociology of groups and social movements, that is, its characteristics and its itineraries within urban space. Moreover, the study permits to assess the psycho-social temperature of a crisis-ridden Spain which population is fearing the worst. As we can imagine, conceptual categories like “appropriation” or “misappropriation” are based on a normative criteria because the act of (mis)appropriation constitutes a violation of the regulation in terms of planning and protection of urban landscape. In fact, spatial categories like walls, garbage cans, streets, plazas and buildings are spaces which more are (mis)appropriated since they are visible, opened and anonymous. As far as the thematic of these discourses is concerned, they permit to measure the social climax/anticlimax and to explore the itinerary of new sociabilities (Zarzuri & Ganter, 1999). KEYWORDS (mis)appropriation, public space, urban tribe, Yesca, Indignados

Espaces urbains appropriation et déviation: la fonction socio-spatiale discursive dans le cas Madrid et d’Alcala de Henares en Espagne RÉSUMÉ Le présent article centre ces recherches sur les modes d’appropriation/déviation de l’espace urbain par des fins discursives. À partir de photographies que nous avons prises à Madrid et Alcala de Henares (Espagne) il

Espacios urbanos de apropiación y desvío: la función socioespacial discursiva en el caso de Madrid y Alcalá de Henares en España > Zacharie Hatolong Boho

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est possible de déterminer les catégories spatiales appropriées ou déviées, les typologies des acteurs présents —les appelées tribus urbaines qui font face aux pouvoirs publics— et la thématique des discours inscrits dans l’espace. À partir des discours en question il est aussi possible de focaliser la sociologie des groupes et des mouvements sociaux, c’est à dire, leurs caractéristiques et itinéraires dans l’espace urbain. D’autre part, l’étude permet de mesurer la température psychosociale d’une Espagne en crise dont la population craint le pire. Comme on peut espérer, les catégories conceptuelles «appropriation» et «déviation» se fondent sous un critère normatif puisque l’acte d’appropriation/déviation constitue une contravention avec la réglementation des termes de planification et de protection de l’environnement urbain. De fait, les catégories spatiales comme le sont les parois, les auges d’ordures, les rues, les places et les monuments, etc. sont celles qu’ils sont plus laissés approprier ou dévier en vertu des caractères de visibilité, ouverture et anonymat. Quant à ce qui est thématique des discours inscrits dans ces espaces, ils permettent de mesurer le climax/anticlimax social et explorer l’itinéraire des nouvelles sociabilités. MOTS CLÉS appropriation/déviation, espace public, tribu urbaine, Yesca, indignée

INTRODUCCIÓN Más que nunca, las ciudades contemporáneas constituyen una categoría espacial altamente socializada y semiotizada. El modo de socialización echa mano de los mediadores como las TICs que lo virtualizan y sistematizan todo o de la globalización que ha vuelto a ser el nuevo orden relacional. En virtud del interaccionismo socio-discursivo (Bronkart, 2005), cada individuo puede moldear su propia aproximación al espacio urbano, transformándose éste en un habitáculo fuertemente semiotizado a partir las intersubjetividades. De hecho, la integración en la ciudad es tributaria de la capacidad de los individuos en adaptarse al espacio de “aquí y ahora” o al espacio inmanente. Sin embargo, considerando la multitud de prácticas urbanas y la libertad/facilidad con que se operan, la pertenencia al referido espacio implica no sólo la consiguiente fase de apropiación sino también la del desvío. Siendo la ciudad un espacio socio-semiótico (Lucci, 1998), no es de extrañar que se presente como un soporte en que se inscriben tanto los imaginarios grupales como las tensiones sociales. “El derecho a la ciudad” da paso, no sólo a “la producción del espacio” urbano (Lefebvre, 2000; 2009) sino a su constante reproducción. Dos ciudades españolas, Madrid y Alcalá de Henares, nos permiten observar cómo el espacio urbano se apropia y se desvía por fines socio-discursivos. La autofotografía ha sido el método de toma y el muestreo aleatorio el principio de determinación de la muestra. El análisis de los datos nos lleva a concluir que la (re)configuración del espacio que se opera mediante prácticas gráficas y lenguajeras permite medir el clímax/anticlímax social y explorar el itinerario de las nuevas sociabilidades (Zarzuri & Ganter, 1999). Entre los actores (los gobernantes y los ciudadanos) que interactúan dentro del espacio urbano, destacan las llamadas tribus urbanas (Freixa, 1999; Maffesoli, 2004). Para poder evidenciar y restituir su corporeidad —los elementos lingüísticos y pictóricos mantienen una relación corpórea con los espacios-soportes1— los datos han sido fotografiados en color. El análisis de los mismos explota los paradigmas teóricoconceptuales de la semio-lingüística y del análisis del discurso. El método descriptivo pretende conferir más objetividad al estudio a la par que deja los datos desvelar su potencialidad o significancia. El estudio se articula en torno a tres puntos esenciales. Primero, la tipología de los espacios: las murallas, las calles, los basureros, etc. Segundo, los modos de apropiación/desvío y la interacción entre los poderes públicos y gentes que apropian o desvían el espacio urbano. Y, por fin, procuramos llevar a cabo un estudio temático de

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los tipos de discursos inscritos en el espacio, determinando así sus autores que no son sino las llamadas tribus urbanas que expresan su pertenencia a la sociedad madrileña o alcalaeña.

1. CATEGORÍAS ESPACIALES Una tipología de los espacios puede hacerse de varias maneras y resultar desconcertante siempre que se nos asiente el criterio de categorización. Uno de los criterios de clasificación que se suele adoptar en los estudios versados sobre el espacio es la lógica dialéctica o antagónica. En este sentido, se oponen el macro-espacio y el micro-espacio, el espacio abierto y el cerrado, el espacio rural y el urbano, el espacio público y el privado, etc. Definiendo el concepto de “espacios públicos” y distinguiéndolo de su equivalente en singular —“espacio público”—, Paquot (2009:4) afirma que les espaces publics, quant à eux, désignent les endroits accessibles au(x) public(s), arpentés par les habitants, qu’ils résident ou non à proximité. Ce sont des rues et des places, des parvis et des boulevards, des jardins et des parcs, des plages et des sentiers forestiers, campagnards ou montagneux, bref, le réseau viaire et ses à-côtés qui permettent le libre mouvement de chacun, dans le double respect de l’accessibilité et de la gratuité. Aplicado al espacio público urbano, Leimdorfer (1999:53) dice que: La notion d’espace public urbain pose évidemment un problème de définition. De manière pragmatique, on peut le définir comme un espace commun à une pluralité d’acteurs, mais dont un pouvoir (État, Président, ministères, mairies, communautés ethniques) est garant de l’accès et de l’usage (sous des formes différentes). Il s’agit tout d’abord de l’espace matériel: l’espace de circulation (la voirie: rues, trottoirs, carrefours, places) et les espaces de sécurité («sous fil à haute tension», canaux d’égouts), les espaces ouverts communs, tels que les parcs et jardins, les marchés, la gare routière, et les espaces fermés d’usage public, tels que les écoles, les édifices publics. Mais il s’agit aussi d’espaces moins directement matérialisables, qui impliquent une jouissance de la citadinité et qui mettent en jeu des rapports entre acteurs plus éloignés: la sécurité physique et sanitaire, le bruit, la pollution, le ramassage des déchets, leurs lieux et leurs accès, la circulation et les transports. Les espaces privés qui mettent en œuvre un usage public sont à rattacher à cet ensemble, notamment

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l’utilisation d’un espace privé à des fins publiques (marchés et commerçants installés sur un espace approprié par un particulier). Par ailleurs, certains propriétaires privés —ou certains responsables— s’approprient des portions d’espaces publics (réserves domaniales, devants de villa ou de commerce) pour leur usage personnel, afin d’y établir des commerces ou d’y percevoir des droits d’usage. Son, globalmente, aquellos espacios “escenario de las identidades” (Delgado, 1998), aquel “no lugar” o “espacio del anonimato” (Augé, 2000), aquellos “espacios de significación y representación” (Varela & Abreu Barbosa, 2008), aquellos “espacios-personajes” (Moukouti Onguedou, 2011), etc... los que sirven de modelo y paradigma heurístico a este estudio. Por supuesto, Madrid y Alcalá de Henares como ciudades no son espacios homogéneos; por lo que conviene desconstruirlos a partir de los mecanismos de apropiación. 1.1. Los muros En el marco de este estudio se enfoca el espacio en su pluralidad: espacio-escultura, espacio-pintura, espacio-escritura. En breve, el espacio-discurso. Los muros, las paredes o las murallas designan la misma realidad, es decir, aquellas caras exteriores de las fachadas verticales que abundan en el entorno arquitectónico de las ciudades. Sin embargo, no nos corresponde abordar las funciones bélicas o ideológicas que ciertas murallas han desempeñado en la historia. Fronteras, fortalezas, escudos, etc…, la funcionalidad del muro siempre ha sido múltiple y compleja. En cambio, los muros urbanos a los que aludimos constituyen cuadros o tablas desviados y dedicados por los habitantes de la ciudad a un arte en que contribuyen tanto la pintura como la escritura. Veschambre (2004:73) enumera algunos de dichos espacios murales que del mismo modo son objeto de la puesta en imágenes y palabras: poche d’acier à l’occasion de la fermeture de la SMN à Caen, signalétique arabe dans l’Alger indépendante, graffitis sur la frontière israélopalestinienne, ou personnages de BD sur les murs d’Angoulême. El Muro de Berlín era también el lugar por excelencia de diversos marcajes grafíticos y discursivos. Nuestro caso de estudio evidencia una práctica a la vez legal e ilegal que consiste en asignar otras funciones —plástica y mediática— a obras que relevan del hábitat, del transporte, etc. De hecho, las paredes de las habitaciones, de los almacenes, de las plazas públicas, etc. se convierten en soportes de pintura, dibujos e inscripciones diversas. Las siguientes fotografías sacadas en Madrid y Alcalá ilustran cómo los muros se apropian por fines artísticos o discursivos. Variados en estilo, forma y calidad, los muros de la ciudad se presentan como una lámina o una galería públicas. Son, en su mayoría, paredes de las instituciones públicas las que se hallan utilizadas por gentes que resulta difícil identificar. Lo seguro es que la lógica de esa gente puede expresar con el adagio siguiente: “tu ciudad, mi ciudad” o “tu muro, mi muro”. Es la expresión manifiesta de pertenencia a la ciudad, de su apropiación/desvío por parte de ciudadanos que se consideran tan propietarios del patrimonio urbano como cualquier otra persona. Por lo demás, conviene subrayar que el plan vertical de los muros contribuye doblemente en la práctica gráfica. Por un lado, constituye un espacio inmanente y de fácil acceso para los grafistas que ahí producen su arte sin dificultad. El carácter oportunista y práctico del acto de apropiación del espacio mural reside en que se realiza en los entornos normales de la actividad humana. En efecto, pocos grafistas utilizan la escalera para pintar, dibujar o escribir

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>> Fotografías 1 a 4. Apropiaciones de los muros

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en los muros. La ocupación del espacio no sólo se inscribe en las condiciones normales y naturales de la actividad humana, sino que se enmarca también el llamado espacio humano. De hecho, cuando no hay preparación previa y para motivos singulares, el espacio de inscripción en las paredes supera difícilmente los dos metros de alto. Por otro lado, la recepción y la audiencia de dicha obra artística quedan garantizadas por su perspectiva más o menos frontal con respecto al observador. Por lo general, son fachadas que dan a la calle, al patio o a un espacio abierto; lo que confiere más envergadura a la apropiación y propicia tanto el proceso de producción como el de recepción del discurso subsiguiente. 1.2. Los cubos de basura Los cubos de basura y los muros tienen algo en común; y es que se presentan al observador en el plano vertical. Están ahí en todas las esquinas, al alcance de todo el mundo, dispuestos por los agentes de la higiene pública. Los cubos son multiformes —cilíndricos, paralelepipédicos, trapezoidales, etc…—, pero presentan caras propicias para prácticas socio-lenguajeras. Se distinguen cubos movibles de los no amovibles. Éstos últimos mantienen una relación corpórea con la calle o el barrio en que quedan dispuestos. Viene a ser un elemento fijo, un mobiliario constitutivo del entorno urbano, del mismo modo que las habitaciones y las murallas arriba mencionadas. En tanto que son bienes comunales y comunes, se convierten fácilmente en un bien ajeno al dejarse apropiar o desviar por los autores del grafismo urbano. Otra vez, sus dimensiones —son más o menos anchos y generalmente menos altos que un hombre de mediana altura— los hacen asequibles para cualquier función (original o atribuida). Las dos imágenes (Fotos 5 y 6) ilustran esas descripciones e informan sobre las modalidades de disposición y de apropiación.

>> Fotografías 5 a 6. Modalidades de disposición y apropiación

La foto 5 remite a un cubo inamovible dispuesto en el patio de una ciudad residencial universitaria de Alcalá, mientras que la foto 6 presenta un cubo movible colocado en el pavimento de una calle madrileña. Aunque la segunda imagen parezca más propia y evidencie un solo acto apropiación —una sola inscripción, un solo enunciado—, no es menos re-funcionalizada que la primera. 1.3. Las calles La calle es una entidad espacial difícil de delimitar y definir. Por esta complejidad Fleury (2011:9) la trata de falsa evidencia. Y es que, entendida como uno de los elementos más básicos y principales del diseño urbanístico, la calle es un espacio público que tiene como objetivo generar una división más o menos organizada entre las diferentes propiedades privadas, así como también permitir el paso y la movilidad en el conjunto de la ciudad o espacio urbano. Por lo general, la calle tiene una disposición recta, aunque dependiendo del tipo de traza o de estilo, puede volverse más o menos desordenada, curva o irregular2. Según Borja & Muxí (2000:52), un adecuado tratamiento de las calles y vías urbanas supone tener criterios para distinguir y tratar de forma diferente calles ordinarias, pasajes, calle mayor o rambla, bulevares o avenidas, autovías urbanas o autopistas… Siempre, es necesario garantizar su uso polivalente tanto como espacio público y su accesibilidad como la articulación con la red viaria de la ciudad. Los datos recogidos en Madrid y Alcalá de Henares corroboran el carácter multidimensional de la calle en la medida en que tanto el plan vertical como el horizontal vienen invadidos por el lenguaje grafítico-lingüístico. Sírvanse de ilustración las fotografías 7 y 8.

>> Fotografías 7 a 8. Invasión del plano horizontal

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Cabe recordar que las fachadas murales que jalonan las vías de circulación forman parte de la calle. En el plan horizontal la calzada, la acera y el pasillo forman parte de la calle como categoría espacial. Tanto el espacio peatonal – los andadores – que constituye la extensión de la carretera como el pavimento de los campus integran la misma categoría de espacio público. 1.4. Las plazas y los monumentos Como queda dicho, el espacio público se compone de varias subcategorías espaciales o lugares. El mismo concepto de “plaza” no remite a una realidad homogénea, ya que designa una variedad de referentes socio-topológicos. En este estudio se centra la atención en las plazas públicas urbanas y los parques, lugares cuyos pavimentos o asientos se transforman en plataformas en que se inscriben o se pintan cualquier tipo de lenguaje. Las imágenes 8 y 9 pueden dar más información sobre esta definición/descripción. La foto 9 se refiere un espacio bastante vasto, un lugar pavimentado que sirve para el paseo y el descanso. Viene dotado de bancos públicos que tienen una función determinada desde su concepción y edificación, los cuales pueden servir para escribir o pintar (foto 10) en virtud del principio subjetivo de refuncionalización. En cuanto a los monumentos, si el emblema queda sin inscripción —por su forma o su carácter oficial y sacral—, el edificio que le sirve de soporte no escapa al fenómeno de apropiación. Las fotos 11 y 12 ilustran el mismo estilo de apropiación grafítica. Como se puede observar, todas las categorías espaciales que hemos venido describiendo integran la dimensión pública y abierta del espacio urbano. Dicha dimensión lo predispone, primero a las apropiaciones y, segundo a los desvíos. Como es de suponer, los espacios cerrados o privados se dejan apropiar o desviar poco o difícilmente. Por el contrario, los espacios públicos, por no pertenecer a nadie en particular, pertenecen a todo el mundo. Además, es evidente que el carácter de visibilidad de que hemos hablado participa de las estrategias comunicativas que los grafistas ponen en juego para alcanzar su objetivo sociodiscursivo. Los espacios abiertos y los soportes propicios a la escritura o grafía —las murallas y los pavimentos del espacio urbano son generalmente llanos y pulidos— constituyen no sólo un atractivo sino confieren un largo alcance al mensaje espacialmente inscrito. Y como se demuestra a continuación, estas características del espacio urbano determinan la manera como los ciudadanos lo apropian/desvían.

2. MODOS Y TÉCNICAS DE APROPIACIÓN/DESVÍO Según Gasnier (2004:34), l’appropriation peut d’abord être définie comme un processus psycho-spatial, individuel ou collectif, qui reflète une forme de liberté de disposer d’un espace, de détenir une pseudo-propriété selon des usages propres (c’est-à-dire des formes d’occupation des lieux) et des signes culturels spécifiques. L’appropriation est une forme de pratique sociale et spatiale qui caractérise une relation privilégiée aux lieux. Las ilustraciones precedentes demuestran que hay apropiación y desvío del espacio urbano, acto deliberado y subjetivo que los habitantes o residentes de la ciudad llevan a cabo individual o colectivamente para manifestar su pertenencia al espacio social. El modo o la técnica de apropiación dependen de los tipos de lugares y de los actores que actúan. Éstos últimos se clasifican en dos categorías en función del lenguaje inscrito o pintado en el espacio. Así, la inscripción directa en la pared o superficie de los muros u otros sitios se atribuiría a un acto ilegal si se considerase la normativa en materia de la ocupación del espacio

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>> Fotografías 9 a 10. Plataformas de inscripción

público. Los muros de las instituciones públicas como la universidad y los demás espacios públicos (la plaza, el parque, el metro, la calle, el cubo de basura, etc.) son objeto de puesta en lenguaje directa por su carácter abierto y anónimo. En cambio, para inscribir o pintar en los lugares intra-urbanos tales como los muros de las habitaciones o instituciones privadas, la gente suele utilizar las vallas o los afiches (fotos 3 y 4). El recurso a las placas y el uso de hojas de papel o banderolas como mediadores demuestran un mínimum de respeto por la normativa vigente en la sociedad española. El impacto de apropiación es también función del material utilizado, es decir, los pinceles, los rotuladores y la tinta. Si es posible usar el rotulador sobre una superficie lisa, las paredes rugosas implican el uso del pincel… Asimismo, la indelebilidad o no de la tinta determina el tipo de acción que se lleva a cabo en el proceso de apropiación/desvío del espacio urbano. Una tinta que se inhibe es, al igual que una hoja de papel en tanto que mediador, indicador de un acto pasajero o provisional de apropiación. En cambio, la tinta indeleble inscribe la práctica en la duración y determina su carácter simbólico o material. Para resumir esta doble naturaleza, simbólica y material, Veschambre (2004:75) habla de transformation de la configuration matérielle de l’espace, plus ou moins durable, à des fins signifiantes, symboliques, à savoir manifester l’appropriation d’un espace, ou pour le moins la revendication d’une telle appropriation. Lo seguro es que el marcaje es sinónimo de materialización o legitimación de la apropiación del espacio. Por lo demás, la puesta en lenguaje grafítico-lingüístico cristaliza una tensión interactiva que, desde la perspectiva de sus autores, traduce un tipo de dominación-violencia simbólica. Otra vez, Veschambre (2004:74) piensa que: De même que toute domination repose sur un travail symbolique de légitimation, toute forme d’appropriation de l’espace passe par la production (et/ou la destruction) de signes afin de rappeler quel est le pouvoir qui s’exprime et dans le même

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temps de le légitimer. Le marquage de l’espace correspond de ce point de vue à ce que l’on pourrait appeler dimension spatiale de la violence symbolique, dans le sens défini par Pierre Bourdieu (Bourdieu, 1993). Le marquage fonctionne comme violence symbolique lorsqu’il inscrit dans la durée l’affirmation de formes d’appropriation de l’espace, dont le caractère socialement arbitraire finit par ne plus être perçu, en évitant donc le recours permanent à la force pour imposer un pouvoir sur un espace donné. Según Moranta & Urrútia (2005:281), el fenómeno de la apropiación del espacio supone una aproximación conceptual cuya naturaleza dialéctica. Los conceptos de (i)legalidad y de normativa que hemos mencionado anteriormente indican el contexto en que se enmarcan la dominación o la violencia simbólicas que se operan entre los actores en presencia. En efecto, al observar los espacios marcados se nota explícitamente un tipo de interacción acción vs contra-acción entre dos partes. Uno de los antagonismos constituye la oposición entre el machismo y el feminismo (foto 13). En esta imagen un primer acto de lenguaje se establece la igualdad conceptual entre el feminismo y la noción de anti-hombre (FEMINISMO = ANTIHOMBRES). Una segunda acción consiste en borrar el término “anti-hombres”, dejando por sentado que el feminismo tendrá otra significación (FEMINISMO =….) que la de anti-hombre. El primer acto de lenguaje puede atribuirse a una mujer o un hombre ideológicamente feministas, lo cual provoca inmediatamente la reacción de un machista o un anti-feminista para quienes la realidad es diferente. La segunda oposición se puede observar en las imágenes 14 y 15. La foto 14 cuyo referente lingüístico es ZAPATERO SINVERGÜENZA ha sufrido una acción de borrado, acción que se puede atribuir a dos tipos de actores: los zapatistas o los actores públicos. Se trata, ya de una interacción política, ya de una lucha por el saneamiento del entorno urbano. En cuanto a la foto 15, remite al muro de una habitación de la residencia universitaria (Alcalá de Henares). El enunciado “CASTILLA NECESITA….” ha sido prácticamente borrado por los dirigentes de la institución o los agentes del ayuntamiento de Alcalá. Estas acciones adversas se inscriben en la dialéctica de los actores públicos y de los ciudadanos. Aquéllos procuran asentar directrices axiológico-legales para canalizar las conductas y actuaciones de éstas, lo cual no deja de generar tensiones permanentes entre las partes. Por lo general, esas interacciones se enmarcan en el clima social y se nutren de las dinámicas coyunturales. Las orientaciones discursivas que examinamos a continuación informan sobradamente sobre cómo y por qué los actores interactúan en el espacio urbano.

3. CATEGORÍAS SOCIO-DISCURSIVAS El espacio urbano puede tacharse de “espacio de exposición discursiva” o de “espacio de producción discursiva” (Develotte, 2006:88). Según afirma Bulot (2001:216) les habitants d’une ville ont conscience de leur appartenance à une entité uniforme et complexe; leur discours sur cette entité montre une constante construction/déconstruction de l’espace urbain tel qu’ils se le représentent. ¿Discurso sobre la ciudad o discurso en la ciudad? Lo seguro es que el espacio urbano es objeto de configuraciones discursivas cuyo contenido es termómetro o el barómetro de la sociedad.

>> Fotografías 11 a 12. Apropiación grafítica

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3.1. Discurso sindicalista Los referentes lingüísticos de los datos recogidos en las dos ciudades de España refieren un discurso social multidimensional. Una de estas orientaciones discursivas es el discurso sindicalista que, a su vez, viene vertebrado en diversas direcciones. Lo común entre esas trayectorias discursivas es que se considera la política vigente en la España contemporánea como un objeto de crítica que necesita reconstrucción. Si queda reconocido en este estudio que la inscripción espacial del lenguaje o del discurso viene motivada por unas tensiones sociales, hará falta precisar cuáles son las verdaderas fuerzas que nutren los movimientos sociales observados. Y es que el discurso de corte sindicalista que se evidencia se atribuiría a diversos actores sociales. De hecho, los sectores de la vida social que traducen los datos recogidos son el mundo obrero, la educación, la sanidad, etc. En el cuadro siguiente se distribuyen las ocurrencias en función de dichos sectores: SECTOR SOCIAL Clase obrera y otras clases

Educación

Sanidad

OCURRENCIAS VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA UJCE VIVA EL INTERNALISMO PROLETARIO LUCHAR CONTRA LAS TASAS / VENCER A LA TROIKA / GANAR EL FUTURO NO DEBO, NO PAGO ¿EMIGRACIÓN O PARO? / ELEGIMOS REVOLUCIÓN PRECARIEDAD, PRECARIEDAD EVERYWHERE 29S HUELGA GENERAL 29M HUELGA GENERAL HUELGA GENERAL INDEFINIDA HUELGA 29M 29M REVOLUCIÓN VAMOS A COMBATIRLOS DESDE TODAS PARTES La patronal ordena / el Gobierno impone / ¡La juventud responde! / HUELGA GENERAL / Contra la reforma laboral 9M HUELGA EDUCACIÓN ESTUDIANTES, PAS, FPI / HUELGA GENERAL DE EDUCACIÓN / CONTRA LOS RECORTES LA EDUCACIÓN NO ES UN NEGOCIO / NI NOSOTROS/AS MERCANCÍA CNT-AIT EN LUCHA / CONTRA LOS RECORTES Y LA PRECARIEDAD EN LA UCM EDUCACIÓN PÚBLICA Y DE CALIDAD 9M HUELGA EDUCACIÓN DEFIENDE LA EDUCACIÓN PÚBLICA / Desde la infancia nos enseñan: primero a creer lo que nos dicen las autoridades, los curas, los padres… Y luego razonar sobre lo que hemos creído. La libertad de pensamiento es al revés, lo primero es razonar y luego creeremos lo que nos ha parecido bien… LA SANIDAD NO SE VENDE / SE DEFIENDE TU SALUD NO ES UN NEGOCIO / ¡SANIDAD PÚBLICA!

>> Fotografías 13 a 15. Interacciones

>> Cuadro 1. Los datos relacionados con el discurso sindicalista Por referirse a una realidad vivida por la mayor parte de los españoles y conocida por muchos observadores del mundo entero —la huelga general que se ha convenido llamar 29M y que tuvo lugar en España en el mes de marzo de 2012— los enunciados del cuadro figurarían en cualquier ciudad de España. De hecho, los tres sectores identificados a partir de los datos disponibles representan, sin duda alguna, la ínfima parte de los que hubieran realmente

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participado el movimiento social. La envergadura del movimiento se describe en estas líneas: A medida que se acerca el 29M aumentan los apoyos a la huelga general convocada por CCOO y UGT contra la regresiva reforma laboral, impuesta por el Gobierno de Mariano Rajoy. Personalidades del mundo de la cultura, la universidad, la Unión de Actores, jueces, inspectores de Trabajo, ONG, asociaciones vecinales y de la sociedad civil, de jóvenes, feministas, LGTB, de inmigrantes, ecologistas, formaciones políticas de izquierda, sindicatos y numerosos colectivos de profesionales han suscrito manifiestos de rechazo unánime de la reforma y de solidaridad con los sindicatos en el ejercicio de sus reivindicaciones, frente a la campaña de desprestigio iniciada contra el movimiento sindical. A todas estas adhesiones se suman las de comités de empresas, juntas de personal, secciones sindicales, trabajadores y trabajadoras que se han ido pronunciando a favor de la huelga, durante las últimas semanas, en las numerosas asambleas y actos celebrados en los centros de trabajo y empresas de todo el país (CCOO, Nº 88, 2012). Si el objeto de la manifestación tiene que ver con la reforma laboral —objeto único para un efecto único—, su amplitud es tan grande que la expresión “huelga general” ha sido sustituida por el término “revolución”. Dos ejemplos de nuestro corpus ilustran esta amplificación: “¿Emigración o paro? / Elegimos Revolución” y “29M Revolución”. El recurso al lenguaje —inscrito en el espacio urbano— sirve no sólo para designar el fenómeno tal y como acaeció, sino para amplificar la realidad a través un proceso de argumentación. La subjetivación de la situación a través del discurso traduce el grado del conflicto entre los actores sociales porque, para los huelguistas o revolucionarios, la cláusula social (Béroud, 2003) no ha sido respetada por el Estado. A parte del léxico con sentido bélico (huelga, lucha, combatir, vencer, revolución, etc…) que denota la acción, se dan a conocer actos del lenguaje de la protesta, de la denuncia y de la ofensiva: “Contra las tasas”, “Contra la reforma laboral”, “No debo, no pago”, “La juventud responde”. La postura de reacción del pueblo a una cláusula social traicionada es constante, lo cual, un año más tarde, se observa durante la huelga de educación el 9 de mayo de 2013. En efecto, el enunciado “9M Huelga Educación” coexiste en el entorno gráfico de Madrid y Alcalá con “29M Huelga General”. Otra vez, los ciudadanos luchan contra los recortes y la precariedad, contra la transformación de la educación en un negocio. Y, como alternativa, se elige la revolución para “ganar el futuro”. La juventud anhela y propone un nuevo orden, un orden revolucionario y progresista. Esta expectativa es cabalmente expre-

sada en el siguiente razonamiento apuntado en Madrid: Desde la infancia nos enseñan: primero a creer lo que nos dicen las autoridades, los curas, los padres… Y luego razonar sobre lo que hemos creído. La libertad de pensamiento es al revés, lo primero es razonar y luego creeremos lo que nos ha parecido bien. Sin embargo, para cernir los desbordamientos que suelen acompañar las huelgas u otras manifestaciones colectivas, conviene examinar las características de los movimientos sociales. En principio, les mouvements sociaux sont souvent tournés vers des objectifs essentiellement endogènes au groupe et révèlent une forte recherche d’appartenance (Chabanet & Giugni, 2010:146). No obstante, casi siempre se plantea el problema de la adaptación de las metas, de la estabilidad de los efectos en el tiempo, de los efectos interdependientes, no intencionales o perversos (Boudon, 1977). Por tanto, la presunta homogeneidad de los manifestantes vuelve a ser un engaño y el carácter heterogéneo hace que el impacto se proyecte más allá de los objetivos fijados. Las desviaciones violentas y los destrozos se amplifican a medida que dura la manifestación, hasta el punto de contrastar de modo radical con las metas y el contexto de movilización previo. El concepto de anarcho-syndicalism al que Rocker (1989) y Damier (2009) consagran respectivamente una obra entera puede explicar aquellas consecuencias inesperadas en que desemboca la acción de los movimientos sociales. 3.2. Discurso anárquico La acción colectiva (Boucher, 1990) que caracteriza la huelga o todo otro movimiento social es, sin duda alguna, función de la causalidad, de las metas proyectadas y de las estructuras de movilización. El riesgo del desbordamiento es grande cuando las tensiones de los actores involucrados en la acción escapan a las estrategias de canalización y de auto-hetero-control. En nuestro corpus las desviaciones consisten en unas prácticas lenguajeras violentas que se expresan mediante el insulto, la incitación a la revuelta, la xenofobia, etc. Si bien la temática común a todos los enunciados es la violencia y que traducen un malestar reinante, no es posible decir a ciencia cierta que son relacionados con los referidos movimientos sociales. Parte de estos enunciados se presentan en el Cuadro 1. Insultar, incitar a la revuelta, predicar la xenofobia, etc... traducen el clima de aspereza que anima a los actores que constituyen la instancia productora del discurso urbano. Este discurso violento puede ser proporcional a los factores causantes, puede ser tolerado o recriminado por los poderes públicos. Pero, para sus enunciadores, dicho discurso no tiene nada de anárquico en la medida en que el concepto de anarquía es re-conceptualizado: “anarquía es orden sin autoridad”. Más aún, los locutores establecen una homo-

EL INSULTO Coño

LA MUERTE Muera el Rey

INCITACIÓN La juventud a la ofensiva

ANARQUÍA Y LIBERTAD Anarquía es orden sin autoridad

Mierda

Muerte al Estado

Rebélate en tu clase

Ke estan lokos

Un nazi muerto, un nazi menos España to the muerte

Contra toda autoridad

La libertad no es hija del orden, es su madre Libertad Anarquistas

Hyjo de puta no deje la mierda Hijo puta Fuck the police Sois escoria

XENOFOBIA Un negro con una negra es como noche sin luna / “pavo real” Negro

>> Cuadro 2. Referentes anárquicos

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logía conceptual entre la anarquía y la libertad, siendo esta última —para ellos y para todos— la “madre del orden”. Aquí, no sólo es cuestión de consideración conceptual; se trata de un problema de convicción, de visión o de ideología. Una visión —puede que sea coyuntural— que lleva a la gente no sólo a apropiarse y desviar el espacio público-común, sino a sentir xenofobia para con los demás o desear la muerte al prójimo. Es la actitud de personas desesperadas, de un pueblo cuya soberanía ha sido robada y traicionada por dirigentes “corruptos” (“Gobierno PP Corrupto. ¡¡Dimisión!!”). 3.3. Discurso político-sindicalista-anárquico: la Yesca o la tesis de las tribus urbanas3 Un estudio de los datos a base de la teoría de la topicalización o de los campos temáticos permite distribuir los enunciados del universo discursivo en distintas clases. Referencias a la política Antifascismo

Políticos a la hoguera Reconstrucción comunista Zapatero basura Contra el fascismo Nazis en la UNI. ¿? Jajaja Fuera nazis de la UAH!!! Stop nazis Antifa siempre

Nacionalismo

Corredor Antifa Le pique a quien le pique / Juventud bolchevique Madrid será vuestro Stalingrado Castilla la defiende la juventud rebelde (yesca) Castilla libre yesca

Feminismo

Españoles primero Rev♀lución feminista Ni putas, ni sumisas

Otros

¡Hacernos víctimas / Mujeres a luchar! ♀ / Con estas dos te hundiré la vida Cambio de orden / despierta pueblo Desobedece y AC Ni pisar ni ser pisado Contra el fascismo / El Capitalismo que lo genera / y el Estado que lo ampara y ejerce Banqueros usureros La libertad no es hija del orden, es su madre

>> Cuadro 3. Distribución de los datos en campos temáticos La distribución llevada a cabo es un pretexto para evidenciar lo variados que son los datos disponibles, así como su referencia a un universo discursivo bastante amplio. Sin embargo, se ha notado que gran parte de los enunciados espacialmente inscritos llevan la firma de la llamada Yesca cuya participación en los movimientos sociales de 2012-2013 es noble y que opera de manera constante desde su creación en 1993. Según Wikipedia: Yesca es una organización juvenil asamblearia de carácter castellanista. Defiende el derecho de autodeterminación para el territorio histórico de Castilla, nación que estaría integrada por las actuales comunidades autónomas españolas de Castilla y León, Castilla-La Mancha, la Comunidad de Madrid, Cantabria y La Rioja, más la comarca valencia-

Espacios urbanos de apropiación y desvío: la función socioespacial discursiva en el caso de Madrid y Alcalá de Henares en España > Zacharie Hatolong Boho

na de Requena-Utiel. Sus acciones están enmarcadas en la lucha por la autodeterminación del pueblo castellano, la lucha de minorías desfavorecidas en cualquier ámbito, el socialismo, la solidaridad internacional, el feminismo, la lucha por una vivienda y trabajo dignos, el ecologismo y el antifascismo, entre otras muchas causas socio-políticas4. La Yesca puede claramente enmarcarse en aquellas distintas formas emergentes de socialización que no son privativas de ciertos grupos de edad (como actualmente se presentan), sino que éstas constituyen distintas respuestas ante el agotamiento institucional y la transformación de la sociedad, ante el boom de las Tribus Urbanas” (Guzmán Soto et al., 2010:32). Sus marcas o firmas son diversas y pululan en el paisaje gráfico de Madrid y Alcalá, formas simbólicas que toman prestadas cualquiera de los emblemas la pegatina de la organización de la foto 16. La distribución temática de los referentes lingüísticos permite también postular que, si bien tiene las características de una tribu urbana, la Yesca no constituye un grupo homogéneo. Se trata de una categoría social nacionalista que se compone de políticos, de sindicalistas, de feministas, de antifascistas, etc. Integran igualmente los “rebeldes sin causa”, “los chavos desempleados”, los insumisos de la ciudad, los contestatarios; expresión anárquica contra el capitalismo, engendros burdos que vomitan al consumo y a la reverencia (Guzmán Soto et al., 2010:5-6). Lo cual significa que la Yesca puede vertebrarse en distintos subgrupos o tribus cuyo itinerario lo indica el proceso de apropiación del espacio urbano. De hecho, la apropiación/desvío de las ciudades de Madrid y Alcalá de Henares mediante el lenguaje híbrido (icónico-lingüístico5) es un indicador de la inscripción espacial de las identidades urbanas. En esta perspectiva de identificación de los actores sociales a los cuales atribuir el discurso reivindicativo conviene mencionar el fenómeno de los llamados indignados, es decir, los hechos sucedidos el 15 de mayo de 2011 en Madrid (en adelante 15-M) dentro de la historia de los movimientos sociales que se originaron en España desde la transición democrática (Schencman, 2012:449). Según Molina Carvajal. (2012:1), la relevancia y peculiaridad de los indignados está en directa relación con el tipo de discurso que articulan en sus movilizaciones (contenido), sus formas de comunicar y coordinar sus demandas (instrumentos y medios) y finalmente el nivel de impacto de sus acciones y convocatoria ciudadana (fenómeno global). Los movimientos protestatarios y los contextos crisisógenos que se dan a observar por toda Europa han, sin lugar a dudas, tenido repercusiones en los indignados españoles. La crisis en España y la consecuente suscripción del programa de reajuste estructural, así como el temor a experimentar la austeridad a la griega o italiana, provocan un sentimiento de indignación que no deja de materializarse en el espacio público.

>> Foto 16. Una pegatina de la Yesca, sacada de su sitio web: http:// juventudrebelde.org/

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CONCLUSIÓN Los espacios sociales o sociabilizados son categorías complejas y dinámicas. Crear un espacio o un lugar —mediante el proceso de viabilización o de construcción— consiste, en efecto, en asignarle una(s) función(es) social(es). Por consiguiente, la apropiación o el desvío de un espacio viene a atribuirle una nueva función y a arrancar un nuevo proceso de sociabilización o provocar una nueva sociabilidad. La refuncionalización es a la par motivación y consecuencia del proceso de desvío. Difiere del proceso de apropiación en la medida en que un espacio puede apropiarse por parte de un ciudadano que lo utiliza conforme la normativa vigente. Ahora bien, el desvío, que implica refuncionalización supone una violación de las disposiciones reglamentarias de que son garantes los poderes públicos. Desde los puntos de vista antropológico y sociológico, los referentes grafítico-lingüísticos del corpus estudiado son elementos culturales que forman parte de un sistema que constantemente se actualiza a partir de la dialéctica contextual y de las acciones sociales. Entendidas como signos, los enunciados se organizan en el sistema desde el significado que adquieren en su relación con las situaciones sociales a las que se ven asociadas. Muy a menudo, estas relaciones se estructuran en campos semánticos, que son expresión de las categorizaciones culturales de las relaciones sociales y del entorno. Como parte de ese proceso de categorización sociocultural, el lugar apropiado/desviado se incluye como ámbito del sistema de signos que forma parte de las acciones sociales, en el que el colectivo y el individuo circunscriben sus relaciones: la escritura y el icono son “representación-mediación”, la imagen es en la palabra y el icono, y ambas tratan de dar sentido a la realidad socio-espacial. Utilizamos el verbo tratar porque la crítica postmoderna tiende a romper la relación presuntamente existente entre lenguaje y realidad. Los microgrupos o las tribus (Maffesoli, 2004) que reconfiguran el tejido social a través de sus redes constituyen la instancia productora de esa forma de lenguaje. Las tribus urbanas creadoras de sus propias matrices comunicacionales, marcan de forma identitaria tanto las temporalidades como los trayectos con que delimitan espacios. La referencia a Maffesoli es pertinente porque en “El tiempo de las tribus”, el autor reflexiona sobre el proceso de “tribalización” de las identidades sociales en general, y de las urbanas en particular, un proceso que puede poner de manifiesto la erosión del individualismo en la sociedad de masas y la emergencia de una nueva sociabilidad (Feixa Pampols, 1999:70). Los marcos espaciales de las tribus no son lo que les caracteriza sino la intensidad de sentido depositada por el grupo, y sus rituales, lo que convierte una esquina, una plaza, un descampado o una discoteca en territorio propio. Una preocupación propia a Soja (1996), como lo es para Lefebvre (2000), ha sido desvelar los procesos interactivos y entretejidos que generan la representación y la reproducción del espacio urbano, y los medios por los cuales el poder y el control se ejercen y pueden ser resistidos. Desde este horizonte ha merecido estudiarse la práctica grafítico-lingüística como práctica identitaria en Madrid y Alcalá de Henares, lo cual da apertura a un análisis desde enfoques antropológico, psicológico o sociológico.

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§

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NOTES 1

El proceso de escritura o de inscripción requiere del soporte, del material y del mensaje. En nuestro caso, el espacio compuesto por las distintas categorías (muralla, calle, plaza, etc.) constituyen el soporte utilizado por los grafistas.

2

Véase Definición ABC: http://www.definicionabc.com/social/ calle.php#ixzz2yTTsk21

3

Para comprender este concepto, hay que recurrir a las siguientes explicaciones de Michel Maffesoli (2004:25): En efecto, hace unos 15 años, en una época en que no estaba de moda, propuse la metáfora de la “tribu” para dar cuenta de la metamorfosis del lazo social. El término ha sido ampliamente retomado. Los mercenarios se apoderaron de él. Ciertos intelectuales (a veces son los mismos) aceptan otorgarle su verdadera importancia. Los periodistas, por supuesto, lo utilizan sin moderación. La realidad del tribalismo está presente, deslumbrante, para bien y para mal. Realidad ineludible que no se encuentra limitada a una zona geográfica particular. Sin embargo, todavía hace falta pensarla.

4

Véase http://es.wikipedia.org/wiki/Yesca_%28organizaci%C3 B3n_juvenil%29

5

Este tipo de lenguaje con un doble estatuto semiológico define la identidad urbana y el colapso de los símbolos por la proliferación de signos. Describiendo dicha lengua que se atribuye generalmente a la juventud, Massimo Canevacci (1993:145) afirma: Lo que los jóvenes punk experimentan es exactamente esta crisis de los símbolos que deriva de la proliferación de signos elocuentes, ventrílocuos. Ello anticipa del lado sub-cultural la que será la indicación de la arquitectura posmoderna... La des-simbolización encuentra su terreno de desarrollo en un

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Quand les habitants prennent le relais des pouvoirs publics pour refaire la ville: le cas de la Ville nouvelle Ali Mendjeli, en Algérie AHCENE LAKEHAL >> CITERES, EMAM, Université François Rabelais, Tours, France. lakehalahcene@yahoo.fr Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Quand les habitants prennent le relais des pouvoirs publics pour refaire la ville: le cas de la Ville nouvelle Ali Mendjeli, en Algérie Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 26 a 39 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RÉSUMÉ À partir de l’exemple de la Ville Nouvelle Ali Mendjeli (en Algérie), cet article se propose d’analyser et d’interpréter comment les citadins ordinaires contribuent à façonner les paysages et donner corps à l’urbanité des Ville Nouvelle en Algérie, avec un intérêt particulier accordé aux pratiques d’appropriation, concrète ou abstraite, des espaces urbains. Les compétences des habitants se manifestent à travers leur aptitude à se mouvoir dans la ville, à y inventer des lieux voués aux échanges sociaux et à dénommer ses différentes parties constructives. Elles reflètent l’adéquation mais aussi le décalage qui existe entre la ville projetée par les autorités et la ville vécue —sans parler de la ville souhaitée— par les habitants. MOTS CLÉS villes nouvelles en Algérie, Ali Mendjeli, appropriations/représentations des espaces publics, compétences habitantes, urbanité

When citizens relieve the authorities of their command to rebuild the city: the case of the new town Ali Mendjeli, Argelia. ABSTRACT Based on the case of the new city Ali Mendjeli (Argelia), this article analyzes and tries to understand how citizens collaborate to design the urban landscape and shape the urbanization of new cities in Argelia, with a particular interest in land alienation practices, concrete or abstracts, of the urban spaces. Citizens’ abilities are shown in their capacity to move around in the city, to create places to promote social interaction and to rename their constituent parts. Not only they reflect adaptation, but also reveal the gap between what has been planned by the authorities and what people experienced, without even mentioning the city citizens had desired. KEYWORDS new towns in Argelia, Ali Mendjeli, land alienation/public spaces representation, citizens’ abilities, urbanity

Cuando los habitantes toman el relevo de las autoridades para reconstruir la ciudad: el caso de la ciudad nueva Ali Mendjeli, Argelia RESUMEN A partir del ejemplo de la ciudad nueva Ali Mendjeli (en Argelia), este artículo se propone analizar e interpretar cómo los ciudadanos contribuyen a construir los paisajes y dar cuerpo a la urbanización de las nuevas ciudades en Argelia, con un particular interés en las prácticas de apropiación, concretas o abstractas, de los espacios urbanos. Las habilidades de los ciudadanos se manifiestan a través de su capacidad para moverse en la ciudad, a inventar lugares dedicados a los intercambios sociales y a re-nombrar sus partes constitutivas. No solo reflejan la adecuación sino también la brecha que existe entre lo proyectado por las autoridades y lo que el pueblo experimentó —sin mencionar la ciudad deseada— por los habitantes. PALABRAS CLAVE ciudades nuevas en Argelia, Ali Mendjeli, apropiaciones/representaciones de espacios públicos, habilidades ciudadanas, urbanidad

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> Au cours des vingt dernières années, les villes algériennes, à l’instar de leurs homologues les grandes villes maghrébines, ont connu une sorte de prolifération de Villes Nouvelles dont la mise en place est bien inscrite dans le cadre d’un «retour à la planification» initié par l’État1. Situées majoritairement sur les «périphéries» des grandes villes, ces Villes Nouvelles sont aujourd’hui en train de devenir, sous l’effet des changements amples auxquels nous assistons, les scènes des nouvelles façons de «faire» la ville en Algérie. C’est en effet sur leurs territoires où se décryptent les nouveaux jeux d’acteurs de la fabrique urbaine; c’est là où s’observent désormais les processus de formation des nouvelles urbanités; c’est là l’émergence de nouvelles façons d’inventer et de réinventer l’espace public sont le plus manifeste. Parmi ces Villes Nouvelles, Ali Mendjeli peut être considérée, à l’échelle nationale, comme le modèle urbain volontariste avec lequel a été inaugurée l’expérience algérienne contemporaine de création de Villes nouvelles en périphérie des grandes villes. Elle constitue aujourd’hui, sans nul doute, l’un des principaux théâtres des dynamiques territoriales de la périphérie constantinoise. Créée ex nihilo, située à 20 km à vol d’oiseau au sud de Constantine, la Ville Nouvelle Ali Mendjeli a été mise en chantier en 1993 par les seules autorités locales —c’est-à-dire sans l’accord forme des ministères centraux en charge de l’Urbanisme et de l’Aménagement du Territoire—. Elle n’a reçu ses premiers habitants (relogés) qu’en 1999. Aujourd’hui, la Ville nouvelle Ali Mendjeli est un «morceau» de ville, inachevée, mais en pleine évolution. Elle s’étend sur une surface d’environ 1.200 ha, et elle héberge plus de 200.000 habitants. Elle s’est nourrie de flux résidentiels abondants et diversifiés, notamment en provenance de la ville-mère, après un peuplement constitué presque essentiellement de bidonvillois et d’habitants pauvres de la médina qui y furent relogés par les autorités. Elle se met en place progressivement et se développe sur fond de déracinements multiples, de réorganisation perpétuelle des activités économiques, de transformation des pratiques urbaines, des statuts sociaux, des représentations et des identités, ainsi que d’apprentissages plus ou moins difficiles de la vie citadine. Sa création très récente et son inachèvement font que le chercheur qui s’intéresse à cette expérience est en permanence confronté à des formes socio-spatiales évolutives, instables, et à des sociabilités et des identités toujours en cours de construction et/ ou d’affermissement. Par ailleurs, la rapidité de sa croissance et la multiplicité des acteurs sociaux qui concourent à sa fabrique, en font un «laboratoire» que nous estimons remarquable pour appréhender, directement ou indirectement, les nouvelles manières de «fabriquer» la ville en périphérie d’une grande ville algérienne. En outre, du fait de sa création ex nihilo, Ali Mendjeli constitue un cadre pour observer «à chaud» une sorte de face à face opposant directement deux sujets et deux types d’acteurs dont nous postulons qu’ils entretiennent des divergences de vues quant à la fabrication de la ville: d’un côté, les pouvoirs publics, de l’autre, les citadins ordinaires2 qui «reçoivent» les formes, matérielles ou immatérielles, impulsées par le haut. Notre contribution met la focale sur le rôle que jouent les citadins ordinaires dans les processus de territorialisation qui affectent la Ville Nouvelle Ali Mendjeli et qui s’y déroulent depuis presque 15

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ans. Plus précisément, nous tenterons de comprendre comment les habitants/usagers, par les compétences qu’ils mobilisent dans leurs pratiques et par le jeu de leurs représentations, prennent le relais des pouvoirs publics pour «refaire» la Ville Nouvelle en s’appropriant ses espaces, en donnant corps et consistance à son urbanité, et plus généralement, en permettant à la ville réelle de se révéler derrière, dessous ou en creux de la ville formelle (Agier, 1999). Nous nous appuyons dans notre démonstration sur les nombreuses enquêtes que nous avons menées entre 2006 et 2013, dans le cadre d’un travail doctoral, et qui combinent entretiens semi-directifs (récits de vie) et observations, flottantes et participantes de et dans l’espace de la Ville Nouvelle Ali Mendjeli, en se plaçant, à la manière de Michel De Certeau (1990:145), au plus près des pratiques microbiennes, singulières et plurielles des citadins.

A. LA VILLE NOUVELLE ALI MENDJELI: UN PROJET AMBITIEUX ENTREPRIS DANS LA DIFFICULTE La création de la Ville nouvelle Ali Mendjeli a été envisagée dans le cadre du Plan d’Urbanisme Directeur de Constantine (PUD) de 1982 pour recevoir le trop-plein de la population de la ville-mère, mais elle est également censée contribuer à la restructuration de la périphérie constantinoise et à la création d’un axe préférentiel de développement urbain. Son Plan Directeur —qui prévoit l’urbanisation de 15.000 ha et la réception à terme de 300000 habitants— a été élaboré au début des années 1990 par l’URBACO, un BET étatique. Selon ce document, la Ville Nouvelle Ali Mendjeli est conçue autour d’un centre fédérateur dont la localisation correspond à l’intersection des deux plus importants boulevards qui partagent la ville en 5 quartiers. Chacun de ces quartiers est doté de son propre «centre secondaire» autour duquel s’organisent 4 Unités de voisinage (UV), soit une ville réunissant de 5 centres secondaires et de 20 Unités de voisinage. À leur tour, les Unités de voisinage se divisent en îlots résidentiels, ceux-ci étant constitués d’immeubles d’habitation (ou de pavillons dans les zones d’habitat individuel) qui forment la plus petite entité de la structure urbaine de la Ville Nouvelle. Quant à sa morphologie architecturale, les concepteurs ont voulu bâtir une ville essentiellement «horizontale». Hormis son axe médian, le long duquel devra s’implanter des édifices d’une hauteur relativement importante3, le reste du tissu de la Ville Nouvelle sera composé essentiellement d’immeubles d’une hauteur à peu près constante, de l’ordre, en moyenne, de six à sept étages. Ses périphéries est (UV5) et sud-ouest (les UV18, 19 et 20) recevront exclusivement des maisons individuelles, et seront donc marquées par une morphologie nettement plus horizontale. Une fois conçue, le chantier de la Ville Nouvelle Ali Mendjeli a été lancé en 1993 par les seules autorités dans un contexte local et national qui n’étaient point favorables à sa mise en œuvre. En effet, le contexte local était marqué par une très forte demande sociale en logements, par la multiplication des baraques de bidonvilles et par une prolifération foisonnante des quartiers informels en périphérie de Constantine. Si, donc, il y avait urgence au plan local, ce que le wali mesurait bien, le contexte national, quant à lui, était très peu favorable au lancement d’une opération de ce type. Car l’Algérie du début des années 1990 est fragilisée par une crise économique liée notamment à la baisse des prix du pétrole et au passage du pays d’une économie socialiste à la libéralisa-

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>> Figure 1. Plan Directeur de la Ville nouvelle Ali Mendjeli. Cartographie A. Lakehal / CITERES-EMAM, 2013. Source: Rapport d´Orientation, 1994, actualisé par le auteur tion du marché. Cette crise s’accompagne d’une crise financière et limite donc considérablement les moyens d’action de l’Etat. A cela s’ajoute le fait que l’opération a été, d’une certaine manière, engagée sans l’accord de l’Etat Central —ce qui, en Algérie, est rarissime—, alors que les ressources locales ne pouvaient être en adéquation avec les ambitions affichées. L’urgence imposée par ce double contexte, les hésitations des autorités nationales et l’absence des entreprises de construction, qu’elles soient publiques ou privées, disposant des compétences et des moyens suffisants pour répondre à l’ampleur du chantier, conjuguée à la pénurie fréquente de matériaux de construction qui a affecté le pays au cours de la décennie 1990, ont eu pour conséquence la temporisation des travaux. Ainsi, Ali Mendjeli n’a reçu ses premiers habitants (relogés) qu’en 1999, dans un cadre bâti (logements, équipements et espace public) qui comporte des défauts en tout genre, exposé à des vieillissements prématurés et situé dans un environnement jamais achevé (parkings, espaces verts, cheminements, etc.), quasiment inhabitable. Après ces difficultés initiales, la Ville nouvelle n’a vu son processus de fabrication s’accélère et la qualité de son cadre bâti relativement s’améliore qu’à partir des années 2000, en particulier après

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2005, cette fois sous la forte impulsion de l’Etat central qui, dès lors, utilise tous les moyens à sa disposition pour marquer solennellement son engagement dans la production matérielle d’Ali Mendjeli. Il y injecte un nombre considérable de projets et d’équipements d’envergure nationale décidés, financés et directement suivis par Alger, tel que l’Hôpital militaire et le campus universitaire. Il y multiplie également les tentatives d’ «esthétisation» de l’espace public, soit par le biais de l’installation d’objets artistiques emblématiques, soit à travers l’aménagement d’espaces verts. Le contexte dans lequel Ali Mendjeli a fait son apparition n’a pas été préjudiciable uniquement à la qualité de son cade matériel mais aussi à son contenu social. Ce contexte, marqué par une très forte pression des plus défavorisés pour accéder à un logement, a joué à plein pour imposer aux autorités wilayales un transfert rapide et massif à Ali Mendjeli de populations pauvres et exclusivement de celles-ci4, constituées de relogés des différents bidonvilles de l’agglomération de Constantine et de la médina. De ce fait, ce peuplement [relativement] homogène a oblitéré la diversité des populations, indispensable à toute vie et à toute ville, comme l’affirme avec raison M. Côte (2006:74). Il a surtout terni l’ «image sociale» de la Ville nouvelle et fait de celle-ci un repoussoir pour les acteurs économiques et les couches sociales aisées.

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>> Figure 2. Évolution du parc immobilier de la Ville nouvelle selon le type de logements (1999-2010). Conceptions et traitement A. Lakehal / CITERESEMAM, 2014. Source: DUC de Constantine, 2010 Ce n’est qu’à partir de 2003 que les pouvoirs publics se sont en effet efforcés de corriger le tir, c’est-à-dire de redonner à la Ville nouvelle une certaine diversité sociale, en offrant à ceux qui appartiennent aux couches moyennes et supérieures la possibilité de concevoir et de réaliser un projet résidentiel à Ali Mendjeli. Pour ce faire, ils ont réduit la part des logements sociaux dans les plus récents programmes de construction, et a contrario, ont fortement accru la part de logements (aidés ou non) en accession à la propriété, livrés dans le cadre de trois programme d’habitat: le programme LSP (logement socio-participatif), le programme du logement Location-Vente, l’habitat promotionnel privé. Aujourd’hui, le parc de logement d’Ali Mendjeli, qui abrite environ 200.000 habitant, bien qu’il reste nettement constitué de logements socio-locatifs destinés essentiellement aux catégories sociales inferieures et moyennes inférieures, se transforme peu à peu et propose désormais des appartements ou lots de terrain plus adaptés aux classes sociales de niveau moyen. La manière dont les pouvoirs publics ont produit la Ville Nouvelle Ali Mendjeli témoigne sans doute que sa mise en place n’a pas été facile. En effet, pendant toutes les premières années de son existence, la Ville Nouvelle procédait surtout d’un «urbanisme de débrouillardise» comme le nomme L. Nzuzi (1989), en ce sens qu’on s’est préoccupé surtout de construire très vite des logements sociaux pour y transférer les habitants des bidonvilles et ceux qu’il fallait déplacer des immeubles menaçant ruine de la médina, mais que l’on a totalement négligé les équipements publics, l’aménagement des espaces publics et l’organisation minimale des services de base à la population.

Quand les habitants prennent le relais des pouvoirs publics pour refaire la ville: le cas de la Ville nouvelle Ali Mendjeli, en Algérie > Ahcene Lakehal

On peut certes comprendre que les promoteurs de la Ville Nouvelle soient allés au plus pressé, mais cela fut fait sans réfléchir aux conséquences en matière de mixité sociale, de qualité de la vie et d’image, tant celle que les résidents pouvaient se faire de leur propre cité que celle que les habitants de Constantine pouvaient se forger de la Ville Nouvelle. Malgré ses commencements difficiles, —reflet d’une ville incapable, à ses début, de s’exhausser au rang de laboratoire d’une refondation de la vie en société—, Ali Mendjeli ne semble pas aujourd’hui condamnée à l’échec. Depuis sa livraison aux habitants en 1999, son urbanité n’a cessé et ne cesse de se transformer et d’évoluer, certes sous l’intervention, de plus en plus confirmée, de l’Etat mais surtout sous la forte impulsion de l’initiative des citadins ordinaires. Ces habitants, y compris les moins fortunés, les moins éduqués, ceux ayant la moins longue expérience de la vie urbaine, agissent désormais sur le paysage d’Ali Mendjeli par le biais de leur pratiques de l’espace public, de leur mobilité spatiale, de leur ébauche de nouvelle relations sociales, par la relation sensible qu’ils nouent avec leur environnement, c’est-à-dire par leur valorisation / dévalorisation, méconnaissance / identification des formes urbaines et modes d’organisation de la Ville Nouvelle. Nous nous limitons dans les paragraphes qui suivent à aborder quelques manières de faire des habitants de la Ville Nouvelle, à ce que nous croyons être des «marqueurs» essentiels de l’urbanité d’Ali Mendjeli.

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B. LA MISE EN PLACE DES LIEUX VOUES AUX ECHANGES SOCIAUX Depuis sa création, la Ville nouvelle a été dotée progressivement d’un nombre d’espaces à caractère commun où s’inscrivent les différentes formes de sociabilité, où s’expriment aussi bien les solidarités que les conflits, permanents ou occasionnels. Si certains de ces espaces sont certes mis en place par les pouvoirs publics, beaucoup d’entre eux sont en effet aménagés, adaptés et appropriés par les citadins eux-mêmes, témoignant ainsi de leur capacité à prendre en charge leur espace de vie et à produire la ville à leur manière. 1. Passer son temps libre dans les cafés Les 53 cafés ouverts à Ali Mendjeli en 2012 constituent un exemple défiant de la compétence habitante à inventer leurs propres espaces de rencontre. Dans une ville où les lieux de distraction sont très rares, les cafés, créés exclusivement, et parfois de façon informelle, par des entrepreneurs privés, s’imposent comme le «principal réceptacle» des sociabilités habitantes et des pratiques de loisir qui se déploient hors de l’espace domestique. Ces équipements, localisés essentiellement à l’UV6, sont fréquentés par une clientèle exclusivement masculine, appartenant aux différents milieux et classes sociales. Néanmoins, c’est la population inactive —une catégorie relativement fort présente à Ali Mendjeli— qui constitue l’essentiel de ses habitués. La fréquentation régulière de ces lieux est, selon la plupart de nos enquêtés, fortement inscrite dans une tradition commune à tous, une tradition qui permettent aux hommes d’entretenir des relations sociales avec leur semblable, non seulement en se distrayant ensemble, mais aussi en échangeant avec eux. Cette fréquentation aide aussi, selon d’autres habitants, à combler l’absence de distractions dans la Ville nouvelle. C’est ainsi que les clients s’y rendent pour jouer à des jeux tels que les dominos ou les jeux de cartes, pour suivre les programmes de la télévision, mais aussi pour y négocier leurs affaires commerciales ou pour tenir une réunion avec les membres de telle ou telle association de quartier, tandis que les plus âgés s’y installent en attendant l’heure de la prière. Quant aux plus jeunes, qui souvent accaparent les terrasses, ils passent leur temps à se «rincer les yeux» au moment où passent les lycéennes et les collégiennes, etc. Enfin, ces cafés constituent également pour d’autres jeunes chômeurs de la Ville nouvelle un lieu, parmi d’autres (boutiques, souk, rues, places, etc.), propice à la combine, au montage de petites affaires et à la réalisation de petits coups, toutes manières leur permettant de «gagner leur vie»5. L’arbitrage que font les habitants entre les différents cafés témoigne en effet de leur grande mobilité spatiale au sein de la Ville nouvelle et surtout, de leur connaissance des différents espaces qui la composent et les groupes sociaux qui y habitent, mais aussi du rapport, souvent équivoque, qu’ils entretiennent avec le quartier. Ainsi, si certains habitants préfèrent manifestement les cafés luxueux, confortables et dont la localisation autorise les clients à profiter du spectacle urbain6, beaucoup d’autres se dirigent avant tout vers les cafés situés à distance de leur quartier. Par ce comportement, ils manifestent leur désir de tisser des relations sociales d’un type différent de celles qu’ils pouvaient nouer à proximité de leur domicile. Ils s’adressent alors aux cafés éloignés de chez eux pour s’affranchir des contraintes du voisinage et s’émanciper du contrôle social qui s’exerce au sein du quartier où ils vivent. Pour ces habitants, la mixité sociale n’est jamais souhaitée à côté de

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chez soi; ils en parlent comme d’un phénomène qui ne peut exister qu’à distance du quartier. Mais à l’antipode de cela, d’autres résidents fréquentent assidûment les «cafés du coin». Peu importe que le café du coin réponde à des critères de confort ou non, c’est le quartier qui compte pour ces habitants-là, avec tout ce qu’il représente, à savoir: les courtes distances, le voisinage, la sociabilité de proximité, l’interconnaissance, l’entre-nous ou encore la sécurité. La fréquentation des différents cafés de la Ville nouvelle témoigne aussi de l’attention qu’accordent les habitants à «l’univers social» du café, c’est-à-dire au type de clientèle qui s’y rend. A cet égard, beaucoup d’individus affirment qu’ils sont attachés avant tout aux cafés où ils peuvent retrouver les hommes originaires de la même région qu’eux, ou encore les voisins du quartier de Constantine dont ils proviennent. Le désir de se retrouver entre originaires du précédent quartier de résidence est particulièrement fort au sein de la population provenant des bidonvilles; il l’est plus que dans tout autre groupe social. Pour ces différents groupes d’habitants, le café est en effet un lieu où se forgent des identités sociales et des expressions d’appartenance communautaire. Les cafés de la Ville nouvelle ont ainsi joué (et jouent encore) un rôle important dans l’accueil, la socialisation et l’intégration des nouveaux arrivants. Ils constituent des lieux propices à la mise en place de réseaux sociaux construits généralement sur l’origine géographique ou la dernière résidence des individus. Ces réseaux permettent aux personnes fraîchement débarquées en ville d’établir les premiers contacts et les premières fréquentations avec la société locale. Grâce à ces réseaux, les nouveaux arrivants découvrent la Ville nouvelle et l’appréhendent avec beaucoup moins de difficulté que ceux qui n’en bénéficient pas. Ils apprennent ainsi, par le biais de leurs amis, cousins ou anciens voisins du quartier de provenance, les codes sociaux qu’il convient d’utiliser, ainsi que les manières de faire pour s’inscrire dans l’espace de la Ville nouvelle; c’est en fonction de ces codes et de ces manières de faire qu’ils ajustent leurs comportements et attitudes. Par ailleurs, l’attachement au réseau social constitué d’anciennes connaissances semble, selon le témoignage de beaucoup de personnes enquêtées, s’atténuer et s’affaiblir au fil du temps. En effet, les relations établies dans ce cadre tendent à céder la place à de nouveaux liens qui naissent dans les lieux de travail, les lieux d’achat et les moyens de transport. La construction de liens de ce type témoigne de la capacité des individus à prendre de la distance par rapport aux membres de leur propre communauté pour aller se confronter à l’altérité, une altérité qui est susceptible de se rencontrer aussi bien dans les cafés que dans les espaces marchands. 2. Brasser avec ses semblables dans et aux alentours des espaces marchands La fréquentation des espaces commerciaux constitue une autre manière par laquelle les habitants ordinaires contribuent au façonnement de l’urbanité d’Ali Mendjeli. Elle constitue pour les citadins, les nouveaux arrivants tout particulièrement, l’occasion d’appréhender l’espace urbain, de structurer leur connaissance de la ville et d’aller à la confrontation des altérités. Qu’elle soit perçue comme obligation ou comme plaisir, la pratique des lieux marchands participent de toute manière de la création du «lien social», à savoir, selon A. Metton (1997:9), l’ensemble des éléments qui permettent la mise en relation des individus et la formation d’une véritable société. Plus que d’autres, les épiceries, les taxiphones et le souk remplacé récemment par le centre commercial El-Ritaj, sont les espaces marchands

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les plus propices à la mise en relation des citadins d’Ali Mendjeli et à l’établissement de ce lien social entre eux. a. Faire des épiceries un lieu privilégié des sociabilités de proximité Parmi les 1096 établissements fixes qui constituent le commerce de la Ville nouvelle en 2010, les épiceries se caractérisent non seulement par leur nombre élevé7, mais surtout par leur fréquentation répétée tout au long de la journée par tous les résidents, jeunes et vieux, hommes et femmes, actifs et inactifs, etc. Cette fréquentation permet la mise en contact d’un nombre important d’habitants du même immeuble, du même îlot résidentiel, de la même unité de voisinage ou du même quartier. C’est dans l’ «épicerie du coin» et à sa proximité que les familles se côtoient et font connaissance; c’est là qu’elles se tiennent au courant de ce qui se passe dans le voisinage. De ce fait, l’épicerie s’impose comme est une véritable «plaque tournante» de l’information sur le voisinage. L’épicier, quant à lui, joue le rôle du «colporteur des nouvelles locales», pour reprendre l’expression d’A. Metton (1980:81). Pour la majorité des habitants que nous avons enquêtés, le commerçant du quartier fournit une évaluation implicite et sans cesse renouvelée du rôle et du comportement de chacun; c’est un bon observateur de la vie du quartier. Les boutiques de téléphonie qui s’ouvrent un peu partout offrent aussi des locaux où se tissent des liens entres les habitants d’un même quartier. Si elles servent avant tout à passer des appels téléphoniques, elles n’en proposent pas moins une grande panoplie de services et de produits qui augmentent leur attractivité auprès des habitants de tout âge. Elles s’imposent désormais comme des lieux essentiels de sociabilité, par exemple en tant que points de rendez-vous très utilisés dans les différents quartiers d’Ali Mendjeli8. Les jeunes, et les jeunes filles en particulier, s’y rendent entre ami(e)s pour discuter, boire du thé, draguer, etc. Hormis les «épiceries du coin» et les boutiques de téléphonie, les établissements commerciaux existant le long des différentes rues commerçantes de l’UV6 ou le long des deux principaux Boulevard ou encore près de l’Université, à l’UV3, sont aussi le cadre de nouvelles formes de sociabilité qui s’établissent plutôt dans les cafés ou sur les places publiques. De nombreux habitants y viennent aussi pour y prendre leur café, se donner rendez-vous, se reposer, jouer aux cartes, etc., entre connaissances, amis ou voisins. b. Les activités commerciales, facteurs de rencontre des populations résidentes et d’intégration à la vie urbaine Les sociabilités qui se tissent à travers la fréquentation des espaces marchands ne sont pas uniquement profitables à la vie de voisinage et, par ricochet, à celle du quartier. Si le commerce fournit le local, comme le reconnaît A. Metton (1980), il occasionne également «le global». Autrement dit, la fréquentation de commerces et de services rend susceptible la rencontre et l’interconnaissance non seulement des habitants du même îlot ou de la même unité de voisinage, mais aussi de ceux qui résident à une assez grand distance les uns des autres et qui, s’ils n’y avaient pas ces lieux de rencontre, ne se croiseraient pratiquement jamais. C’est surtout dans l’UV6 que les sociabilités sont les plus intenses. Car c’est cette unité de voisinage, qui jusqu’en 2006, a concentré la quasitotalité du commerce et des services de la Ville nouvelle et qui attirait alors les habitants des quatre coins d’Ali Mendjeli. C’est un espace où l’on pouvait observer du mouvement tout au long de la journée, plus particulièrement en début d’après-midi du fait notam-

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>> Figure 3. Brassage et sociabilités autour de quelques espaces marchands d´Ali Mendjeli. Clichés A. Lakehal, 2013 >> Image 3. Le petit tabla, en face, constitue un point autour duquel des micro-sociabilités se cristallisent >> Image 4. L´entrée orientale du rez-de-chaussée d´El-Ritaj est un lieu d´interactions sociales multiples. On y observe une forte polarisation autour d´un manège installé dans le coin; pendant que des parents et des familles y viennent en compagnie de leurs enfants, d´autres enfants profitent de l´animation du coin pour essayer de gagner un peu d´argent >> Image 5. La fréquentation de différents espaces marchands d´El-Ritaj prend parfois l´allure d´une visite ou d´une promenade familiale

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ment de la forte attraction qu’exerçait le souk auprès des citadins. Dans cette UV6 peut donc se produire la rencontre des habitants des quartiers qui l’environnent, tels ceux de l’UV5 et de l’UV8, mais aussi celle des résidents de quartiers plus éloignés comme ceux de l’UV1 et de l’UV9. En outre, la forte proximité spatiale entre le souk et les différentes rues commerçantes a particulièrement favorisé le brassage des populations et multiplié les occasions de contact entre les habitants qui, s’ils ne se rencontrent pas, sont au moins sûrs de s’y croiser autour des commerces de l’UV6, comme le note Cherif, un résident de l’UV9. C’est au cœur de l’UV6, et précisément autour du souk, que les sociabilités et le brassage des populations sont les plus intenses. Bien que stigmatisé par nombre d’habitants pour son aspect physique dégradé, le souk de la Ville nouvelle constitue, aux yeux de beaucoup d’autres résidents, l’un des rares espaces publics qui soit accessible aux populations relogées en provenance des bidonvilles. Leur présence y est non seulement tolérée, mais souvent favorablement acceptée. En effet, à l’antipode des conduites d’évitement qui se déroulent dans certains autres lieux publics d’Ali Mendjeli, notamment dans les rues et les cafés, où la population ex-bidonvilloise est stigmatisée et franchement évitée, le souk permet à cette catégorie de population d’établir des liens avec le reste des habitants pour deux raisons essentielles: d’une part parce que le souk constitue un lieu ouvert à tous, et sous le contrôle d’aucun (Chalas, 2000:9) et qu’il est donc propice à l’expression d’une vie publique et sociale appréciée pour son aspect spontané, sans code précis de conduite; et, d’autre part, parce qu’il comporte un grand nombre de vendeurs originaires des bidonvilles9 et qui y sont installés de façon permanente. Les jeunes originaires du bidonville qui s’installent dans le souk reconnaissent aussi, pour leur part, que l’activité qu’ils y exercent, au-delà de ses profits économiques, facilite leur insertion dans la cité, qu’elle leur permet une meilleure valorisation d’eux-mêmes, un apprentissage citadin et qu’elle réduit, parmi les plus jeunes, les tentations de délinquance. Voici par exemple la déclaration d’El-Zahi, un jeune relogé du bidonville Bardo, pour lequel l’exercice d’une activité de vente dans le souk constitue un facteur d’intégration: Les jeunes chômeurs comme moi n’ont d’autre endroit pour gagner leur vie que le souk. Ici, nous ne causons de problèmes à personne. Nous voulons juste travailler pour pouvoir vivre comme tout le monde. Sans travail, on ne peut rien faire, on ne peut même pas prendre une tasse de thé dans un café, comment veux-tu qu’on puisse fréquenter les gens et comment veux-tu que les jeunes ne tombent pas dans la délinquance? Les questions posées par El-Zahi témoignent implicitement de sa prise de conscience, à l’instar de la majorité des jeunes chômeurs que nous avons enquêtés et de la population marginale en général, de l’importance du «travail» en tant qu’il est «un grand intégrateur», comme le qualifie Yves Barel (1990), c’est-à-dire comme moyen essentiel, voire seul moyen, qui donne la capacité habitante nécessaire pour accéder à l’espace public (Chalas, 2000:139). En 2007, le souk, qui constituait jusqu’alors l’un des lieux majeurs des sociabilités à Ali Mendjeli, avait été éradiqué par les autorités locales. Par ailleurs, le rôle d’animation et d’intégration qu’il jouait, a été vite repris par un grand centre commercial appelé El-Ritaj. Celui-ci a été édifié dans l’endroit originel du souk par un certain Laknouche Salah, un riche homme d’affaire, qui a voulu faire de

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son projet un lieu de vie plutôt qu’une simple «usine à vendre». C’est ainsi qu’il l’a équipé d’une salle de prières, d’un restaurant spacieux, d’un café luxueux et d’un manège pour les enfants. Aujourd’hui, le pari du promoteur semble réussir eu égard à la forte attractivité d’El-Ritaj, qui s’est imposé, peu de temps après son ouverture, comme un lieu susceptible de générer des formes de sociabilité liées à sa fonction commerciale, mais aussi à sa convivialité, son anonymat, la liberté de circulation qu’il autorise et son surinvestissement par les «femmes». Et pour la plus part de ces dernières, avant d’être un lieu d’achats, El-Ritaj est un lieu de distractions, de rencontres et, parfois, de rendez-vous entre elles. Sa fréquentation prend la forme d’une promenade, d’une sortie de plaisir. D’ailleurs, il est frappant de constater que les femmes qui y viennent «seules» soient très rares. Elles s’y rendent le plus souvent en famille ou en groupe: avec leurs enfants, leurs maris ou leurs amies, ou en famille composée des petites filles, de la mère et de la grand-mère; parfois encore, ce sont des groupes de deux ou trois jeunes filles, etc. Les femmes enquêtées, jeunes ou plus âgées, pauvres ou relativement aisées, mettent en avant un usage non-marchand du centre commercial, expliquant préférentiellement leur fréquentation par les ressources relationnelles et ostentatoires que recèle le lieu. En outre, la présence permanente des femmes à El-Ritaj et à ses alentours est le motif le plus souvent évoqué par les jeunes enquêtés pour justifier leur fréquentation assidue du centre commercial. Certains s’y rendent pour draguer, d’autres pour profiter de la mixité et de l’anonymat qu’il offre pour rencontrer leur copine loin des regards des habitants du quartier. 3. Profiter de l’inachèvement de la cité pour créer des lieux de sociabilités contrastées La vigueur des initiatives privées s’affiche davantage à travers la pratique et l’appropriation des espaces non bâtis qui composent, même de façon temporaire, le tissu urbain d’Ali Mendjeli. Ces espaces sont en réalité la conséquence de l’inachèvement du processus d’urbanisation de la Ville nouvelle. Ils correspondent à des terrains nus prévus pour des constructions futures, mais aussi à des surfaces initialement réservées à des immeubles d’habitation, à des équipements ou à des aménagements en espaces verts, mais qui sont toujours, plus d’une décennie après, en attente de leur remplissage. Ces «vides» en attente d’urbanisation ou d’aménagement servent de cadre à diverses formes de sociabilités organisées, informelles ou d’interaction pour reprendre une typologie établie par Y. Grafmeyer (cité par Rouquette, 2006, p. 173). Ici et là, dans les parties les plus anciennes de la Ville nouvelle (UV6), mais aussi dans les zones plus récemment urbanisées, nous avons par exemple pu observer des hommes, essentiellement des résidents des quartiers avoisinants, qui se rassemblent, assis sur des pierres ou des bancs, ou allongés sur le sol ou sur des cartons ou des tapis, en fonction de leur affinités et des «rituels» qu’ils instaurent. Leur rencontre est l’occasion d’échanger des informations, des points de vue et des savoir-faire, d’évoquer des souvenirs et de jouer aux échecs, aux dominos ou au kharbga. Les femmes peuvent aussi s’y rassembler, qu’elles soient ou non voisines, tout particulièrement là où la surface est herbeuse et où il est plus facile de s’asseoir par terre. Certaines s’y donnent rendez-vous uniquement pour avoir une occasion de sortir de chez elles, d’autres s’y rendent pour nourrir la nostalgie de leur origine campagnarde (cf.: Figure 4. Image 1).

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On peut y observer également des groupes de jeunes qui se réunissent de manière impromptue autour d’une guitare ou d’un harmonica pour chanter; d’autres organisent un barbecue. Ces espaces constituent aussi un refuge pour d’autres jeunes et moins jeunes qui s’y rendent pour consommer de la drogue ou des boissons alcoolisées loin des regards de la société. D’autres encore préfèrent s’y isoler pour éviter la foule urbaine, comme c’est le cas de certains couples qui profitent de ces zones assez désertes pour s’émanciper du contrôle social, car la Ville nouvelle ne propose aucun lieu où les couples peuvent se rencontrer à l’aise, comme l’explique Kamel, que nous avons rencontré avec sa «copine» au milieu d’un terrain vague de l’UV1. D’autres pratiques, capables elles aussi de produire des formes de sociabilité, sont observables au sein de ce type d’espace. En témoigne la présence de nombre de «mécaniciens», informels pour la plupart, lesquels ne possédant pas d’ateliers, exercent leur activité en plein air. Au total, nous en avons repéré huit, installés essentiellement aux alentours des quartiers peuplés majoritairement par des relogés des bidonvilles. Autour de ces activités, des micro-sociabilités peuvent se réaliser, profitant de la proximité des espaces résidentiels fortement territorialisés par les ex-bidonvillois, entre ceux-ci et les clients propriétaires des véhicules qui viennent pour une réparation (cf.: Figure 4. Image 4). Les espaces urbains laissés vides sont aussi fréquemment aménagés par les habitants pour les transformer en terrains de football, propices à la mise en place de ce que L. Cailly (2004;321) qualifie de «sociabilité participante»10. Cette pratique est certes le reflet de l’admiration que les citadins ont pour ce domaine de distraction, mais elle est aussi la conséquence du grand déficit en matière d’infrastructures sportives, dont souffre la Ville nouvelle depuis sa création jusqu’à aujourd’hui11. Mais peu importe les raisons de ces initiatives populaires, le nombre de terrains aménagés par les habitants, ici et là, partout, dans les creux d’urbanisation témoigne de la capacité de ces derniers à créer les espaces dont ils ont besoin pour occuper leurs loisirs et à mettre en place de nouvelles solidarités qui peuvent se nourrir d’un véritable vivre ensemble. En dehors des terrains aménagés par les autorités locales ou par les habitants eux-mêmes, les jeunes gens —notamment les enfants— pratiquent intensément ce que Pierre Sansot (1992:141) appelle «le football des trottoirs». Partout dans les quartiers d’Ali Mendjeli, du moins là où les trottoirs sont assez larges ou bien là où les parkings sont vides, les enfants d’un même immeuble ou d’un même quartier jouent entre eux (cf.: Figure 5. Image 4). Ils animent le quartier, tout comme ils permettent aux parents et aux voisins de se rencontrer autour des parties de jeux des enfants, du moins quand ils les surveillent. Par leurs jeux, les enfants occupent de ce fait une position de médiateurs dans les rapports sociaux (Althabe, 1993:62), et nombreux sont les hommes et les femmes à préciser qu’ils ont fait la connaissance de leurs voisin(e) s par l’intermédiaire de leurs enfants quand ceux-ci jouaient ensemble. Il serait toutefois illusoire de penser que ces pratiques de jeux contribuent systématiquement au renforcement des liens entre voisins. Car la présence des enfants sur les trottoirs ou dans les espaces limitrophes des logements peut être perçue négativement par certains résidents qui y voient un désagrément affectant leur tranquillité au point d’en pousser certains à bouder les lieux de rencontre possible avec les voisins pour aller chercher ailleurs des contextes de sociabilité, dans des rues et des places éloignées de l’espace résidentiel12.

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>> Figure 4. Usages et appropriations diverses des espaces non bâtis à Ali Mendjeli. Clichés A Lakehal, 2013 >> Image 1. Un groupe de femmes se rencontre régulièrement dans les espaces non bâtis situés à l´UV6 >> Image 2. De vastes surfaces réservés pour des urbanisations futures, situées le long du Boulevard principal, sont devenues le support de pratiques diverses par le plus jeunes et/ou les plus âgés >> Image 3. Cette image est prise à une dizaine de mètres du jardin public de l´UV7 où plusieurs petits groupes d´hommes jouent, sur un terrain relativement argileux, au kharbga >> Image 4. Exemple d´un mécanicien que exerce son activité en plein air, au cœur du quartier dénommé El´ Qahira

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4. S’approprier des aménagements officiels ou les détourner de leur finalité Si les espaces que nous venons d’évoquer sont essentiellement aménagés ou adaptés par les citadins eux-mêmes, d’autres lieux communs sont en effet le résultat de l’action des pouvoirs publics mais, crées par le haut, ils sont différemment «reçus» par les citadins comme c’est le cas des rues, places et jardins publics. Si certains de ces aménagements rencontrent la faveur des habitants, et sont donc intensément fréquentés, d’autres sont détournés de leur usages prévu ou bien ils sont complètement boudés au profit d’autres lieux de sociabilité situés à l’intérieur ou à l’extérieur de la Ville nouvelle. Quant aux rues, ces espaces qui n’appartiennent en principe à personne, pour paraphraser Georges Perec (2000:94), sont intensément investies par les habitants d’Ali Mendjeli. Elles constituent des lieux de passage certes obligés pour tous, mais aussi, à l’occasion, des espaces publics, supports de multiples pratiques et interactions entre individus et groupes sociaux. Qu’elles soient situées dans les unités de voisinage les plus anciennes (les UV6 et 8) ou dans le tissu urbain récemment urbanisé (les UV1, 9, 3), les rues sont fréquentées par tout le monde à des rythmes variés, selon des temporalités propres à chacun et surtout, pour des raisons diverses. On y voit un très grand nombre de personnes qui encombrent les trottoirs, les uns débout, les autres assis, séparément ou en groupes, le matin ou l’après-midi. Certains déclarent qu’’ils y recourent pour ne rien faire, pour tuer le temps, pour changer d’air, pour se sentir dehors ou pour attendre le temps de la prière, etc. D’autres y séjournent pour contempler le mouvement, pour se rincer les yeux, pour observer les commerçants qui descendent leurs marchandises des camionnettes et des camions de livraison, ou les chalands, les passants, les véhicules et les bus qui font des allers et venues; d’autres encore le font seulement pour regarder les voitures se faufiler entre les piétons et inversement, pour observer les gens envahir la chaussée; en bref, ils scrutent le spectacle de la rue, dans l’attente d’un événement imprévu, ou, plus souvent encore, dans l’attente de rien…! Les rues sont aussi appréciées parce qu’elles offrent «un spectacle qui ne coûte rien» et qui est donc accessible à tous. Ce sont les jeunes chômeurs, qui sont les plus sensibles à cet avantage. Pour cette même population-là, les rues, en particulier celles situées au cœur de l’UV6, constituent un «territoire des Beznassas», pour reprendre les termes de Boumaza (2002:34) qui utilise cette expression pour

>> Figure 5. Le football pratiqué dans des espaces divers d´Ali Mendjeli. Clichés Lakehal, 2013 >> Image 1. Les parkings (ici à l´UV7), qu´ils soient occupés par des voitures ou non, sont souvent utilisés par les enfants pour jouer au football >> Image 2. Un espace prévu pour recevoir un hôtel à l´UV1 est transformé en terrain de football aménagé par les habitants du quartier >> Image 3. Au milieu de la pelouse d´El-Ghaba (situé au sein du lotissement de l´UV7), un espace boisé datant de l´avant-Ali Mendjeli, les habitants ont aménagé un autre terrain de football >> Image 4. Les trottoirs relativement larges situés au bas des immeubles-tours qui bordent la Boulevard principal sont aussi des aires de jeux pour les enfants

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qualifier certaines rues du centre-ville de Constantine. A Ali Mendjeli également, beaucoup de jeunes inoccupés investissent assidument les rues pour des raisons «bassement» économiques. Il ne s’agit pas ici des commerçants ambulants, qui sont sévèrement chassés par les autorités locales, mais plutôt des nombreux jeunes, pour la plupart chômeurs, qui passent leur temps à se déplacer d’un coin de rue à un autre pour réaliser de petits «affaires» lucratives et monter des «coups» rémunérateurs comme la vente de téléphones portables, de bijoux en or ou en bronze, convertir des euros, etc13… Pour ces jeunes, être dans la rue participe donc principalement d’une «sociabilité de survie» (Bozon, 1984:264) s’inscrivant dans un «système de la débrouille»14 (Navez-Bouchanine, 2005:116) qui leur permet de gagner leur vie et, par voie de conséquence, de s’intégrer plus facilement dans la Ville nouvelle. Aux deux extrémités de l’avenue Boussouf, l’une des plus fréquentée de la Ville nouvelle, ont été aménagés, par les autorités locales, deux espaces qui servent de lieux de réunions informelles. Il s’agit

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d’une «placette» qui occupe un angle de l’îlot 13 de l’UV6; elle donne directement sur le terminus d’autobus. Le second espace est un jardin public aménagé à l’extrémité sud de l’avenue Boussouf, précisément en face de Cité dite des «400 Logements»; il est clôturé, ses allées intérieures sont pavées et on y trouve aussi deux cafétérias, un kiosque, des bancs publics et des aménagements de verdure (cf. Figure 6. Image 4). Ces deux lieux publics, les deux seuls de la Ville nouvelle à avoir été véritablement conçus comme tels et à avoir été achevés, autorisent que s’y réalise une certaine «sociabilité diffuse». Ceci dit, ils ne sont pas fréquentés avec des intensités comparables. La placette attire un public essentiellement de proximité et exclusivement masculin. Les jeunes et les moins jeunes s’y rendent, s’asseoient sur les bancs publics ou sur les murets. Ils y viennent certes pour se détendre, mais surtout pour profiter du spectacle et de l’animation au terminus des autobus où les étudiantes sont omniprésentes15. La proximité de la placette et de ce terminus fait que le lieu est recherché par beaucoup de passants ou passagers qui s’y installent pour se reposer ou en attendant l’arrivée des autobus. D’autres pratiques habitantes sont observables en rapport avec cette placette, qui témoignent de la capacité des jeunes gens à détourner l’usage d’un espace public pour leur intérêt propre. Voici à ce propos le cas de deux jeunes copropriétaires d’une salle de jeux, ouverte à l’îlot 16 de l’UV6, à 50 m environ de la placette. Ce local est très isolé, ce qui ne favorise pas le recrutement d’une clientèle nombreuse. Pour contourner la difficulté, les patrons ont décidé, ni une ni deux, d’installer une partie de leur matériel de la salle de jeux (baby-foot, billards) sur la placette. De cette façon, les jeunes peuvent profiter de l’animation du terminus des bus en jouant au baby-foot explique Toufik, l’un des co-propriétaires. Cette stratégie de quasi-appropriation de l’espace public est plutôt une réussite, du moins si nous en jugeons au nombre élevé d’utilisateurs des tables de jeu. Contrairement à la forte attraction qu’exerce la placette, le jardin public est boudé par la plupart des habitants d’Ali Mendjeli, alors pourtant qu’il a été aménagé au cœur d’un tissu résidentiel et commercial relativement dense. En parcourant le terrain entre 2006 et 2012, nous avons constaté que ce jardin était toujours désert. D’ailleurs son état témoigne amplement de son abandon. Les bancs y sont dégradés, les herbes folles y ont poussé partout, ses cafétérias sont fermées et les zones un peu à l’écart sont devenues des substituts de toilettes publiques aux odeurs nauséabondes. Si la plupart des habitants et commerçants situés au voisinage de ce jardin public avancent l’insécurité comme principale cause de son évitement, d’autres habitants insistent plutôt sur l’inéquation entre son aménagement et leurs aspirations en matière de pratiques de détente et de loisir. Quand nous rencontrons un groupe d’hommes âgés installés sur un terrain vague (en attente d’urbanisation) situé à une dizaine de mètres du jardin public pour jouer au kharbga 16 (cf.: Figure 4. Image 3) —ce qu’ils y font régulièrement—, ils avancent unanimement un argument de ce type. Ils affirment que, pour leur part, ils préfèrent la friche au jardin public, car celui-ci, à cause de sa surface bétonnée, ne leur permet pas de pratiquer leur jeu préféré dont la bonne exécution est conditionnée par une surface argileuse. Le comportement de ce groupe d’hommes, et, plus généralement, l’état du jardin public, restent par ailleurs révélateur de l’incapacité de certains espaces conçus par les aménageurs à trouver de la faveur chez les usagers.

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>> Figure 6. Fréquentation de la placette et du jardin public de l´UV6, Ali Mendjeli. Clichés A. Lakehal >> Image 1. Au milieu de la placette publique, le propriétaire d´une salle de jeux a aménagé un baby-foot pour attirer les clients >> Image 2. La placette située à l´ilot 13 de l´UV6 attire les habitants du quartier et ceux de passage >> Image 3. En plus de son aménagement dégradé, ce jardin public n´est fréquenté que par quelques rares habitants du quartier >> Image 4. Au sein du jardin public, cette cafeteria est ouverte très occasionnellement. Devant elle, le pavage est très dégradé. Ce qui est symptomatique de l´état général de ce jardin public

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Les sociabilités des habitants d’Ali Mendjeli se déploient essentiellement dans les lieux publics que nous venons de citer. Mais elles s’inscrivent aussi dans d’autres lieux communs, comme par exemple, les équipements socio-culturels, les mosquées tout particulièrement, les locaux associatifs et les espaces de mobilité (stations de bus, arrêts de bus, etc.). L’appropriation et l’usage de ces espaces modifient la physionomie de la cité, en transforment «l’ambiance» en affectant une signification et des pratiques spécifiques à ces espaces; en ce sens, ils participent pleinement à la construction de territoires, une construction qui passe autant par l’appropriation des lieux publics que par les représentations que les citadins s’en forgent.

C. DENOMMER L’ESPACE URBAIN: UNE ULTIME MANIERE D’AGIR SUR L’URBANITE DE LA VILLE NOUVELLE L’investissement symbolique dont les lieux d’Ali Mendjeli sont l’objet réside avant tout dans et se manifeste au travers de l’aptitude des citadins à «dénommer» les espaces et les lieux de la Ville nouvelle, à y choisir et à y désigner des points de repère communs. Cet acte de dénomination constitue une forme d’«appropriation abstraite» (GervaisLambony, 1994:276), capable en effet d’exercer un pouvoir ou une sorte de force symbolique sur l’espace, sur son identité et son image. La Ville nouvelle Ali Mendjeli a été marqué, jusqu’en 2006, par la grande uniformité de son paysage urbain. Hormis son Boulevard principal, qui se démarquait par sa monumentalité horizontale (largeur des voies) et la verticalité des immeubles-tours qui le bordaient, le reste des constructions procédait d’une architecture bétonnée, répétitive et banale, n’offrant à la vue que des blocs homogènes d’habitations de 5 à 6 étages de hauteur. Les équipements, quant à eux, avaient été réalisés à la va-vite et sans grand investissement; leur architecture était discrète; par ailleurs, comme ils étaient souvent implantés à l’intérieur des îlots résidentiels, ils étaient peu visibles depuis les axes principaux de la Ville nouvelle, ceux qu’empruntaient régulièrement piétons et véhicules. Pour autant, malgré l’extrême uniformité de son paysage, la Ville nouvelle est restée jusqu’en 2006 «officiellement anonyme», c’està-dire qu’aucune de ses rues ou impasses, aucune de ses avenues, aucune de ses places, aucun de ses bâtiments, de ses tours, de ses îlots n’a été doté d’un nom par les pouvoirs publics. Ceux-ci se sont contentés de désigner les différentes parties de la Ville nouvelle sur la base des catégories «techniques» de l’urbanisme, comme les unités de voisinages qui sont signalées par l’abréviation «UV» (UV5, UV6, etc.), ou les îlots résidentiels désignés sous l’appellation de «Cité», le terme étant du nombre de logements qu’elles abritent (Cité des 400 logements, etc.). Les équipements demeurent aussi sans nom et cette impression de vivre dans un lieu anonyme et «vague» est accrue par l’absence de panneaux de signalisation. Entre 2006 et 2012, la toponymie officielle d’Ali Mendjeli n’a pas beaucoup évolué malgré la dénomination de quelques équipements, du même que les avenues les plus importantes (Boulevard de l’Armée Nationale de Libération, avenue Abane Ramdane, avenue Boussouf Abdel Hafid, avenue Larbi Ben M’hidi, etc.). Mais hormis ces quelques initiatives de désignation par des noms propres proposés par les pouvoirs publics, la majorité des quartiers et bâtiments de la Ville nouvelle ne sont repérables que par des indications chiffrées, difficiles à retenir. En conséquence, sa toponymie ressemble toujours à une sorte de «foisonnement d’idéogrammes»

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(Moussaoui, 2004:80) qui, conjuguée à un cadre bâti relativement monotone, en fait une ville uniforme et anonyme dont les différentes parties sont difficiles à distinguer et, donc, à identifier, en particulier pour les nouveaux arrivants. C’est dans ce contexte et face à ces difficultés d’identification et de reconnaissance de l’espace urbain de la Ville nouvelle que les citadins ordinaires semblent se constituer, le temps passant, «un système de repérage» (Ledrut, 1973:105) et une toponymie qui procède de leur invention, laquelle mobilise à la fois leur propre vécu et leur vif imaginaire. Ainsi, ils utilisent deux modes de désignation populaire: le premier consiste à reprendre la dénomination officielle, le second est de leur propre fabrication. Ces deux modes, bien qu’ils se présentent sous forme de champs discursifs inscrits dans des logiques différentes, voire opposées (Moussaoui, 2004:78), sont rarement utilisés séparément par les citadins. La pratique populaire la plus fréquente consiste en effet à mobiliser les deux modes de désignation des lieux. Quant au premier mode, il s’agit en effet d’une réappropriation de la dénomination mise en place par les autorités publiques. Celle du Boulevard principal de la Ville nouvelle est très significative à cet égard. Baptisé officiellement, en 2007, Charii jaych altahrir al watani, (Boulevard de l’Armée de Libération Nationale), ce boulevard a été vite rebaptisé par les habitants Charii El’astiqlal (Boulevard de l’Indépendance), la déformation étant une approximation sur le mot El’tahrir (Libération). En effet, aucun de nos enquêtés, quel que soit son lieu de résidence, ne se réfère à l’appellation officielle: Je suis d’Alastiqlal nous dit Ahmed; J’habite les tours d’Alastiqlal, ajoute Amar. En altérant les appellations officielles, certains habitants prononcent «UV» (unité de voisinage) en El’vi. Le centre-ville d’Ali Mendjeli est El’vi six, dit Abdel El Hamid, alors que Nour El Dine précise qu’il réside dans le lotissement d’El’vi cinq (les chiffres sont systématiquement prononcés en français). De la même façon, le quartier dénommé officiellement Hay El arbaa myat masken (Cité des 400 logements) est communément désigné Hay El’quate cents. La réappropriation des appellations officielles est différemment justifiée par les habitants. Certains adhérent, sans argumentaire précis, à un usage commun, comme cet habitant qui nous dit: Quand je suis arrivé, j’ai entendu les gens dire Charii Elistiqlal; j’ai fait comme eux. D’autres sont conscients qu’il s’agit d’une altération de l’appellation officielle, qu’ils jugent souvent difficile à retenir comme l’avoue Boukhmis: Au lieu de dire Charii jaych altahrir al watani, les gens ont pris l’habitude de dire Charii Elistiqlal, je ne sais pas pourquoi, mais c’est plus facile à utiliser. Quant à Lyce, il estime que les gouverneurs, comme le wali ou le chef de daïra, sont des militaires; ils veulent donc imposer leurs choix même dans la dénomination des rues. Mais les habitants préfèrent dire Charii Eltahrir, car cela nous rappelle les martyrs de la Guerre d’Indépendance et nous évite de se soumettre aux jeu du pouvoir. C’est surtout la toponymie de la Ville nouvelle qui vient d’en bas qui est très emblématique de l’ancrage résidentiel et, surtout, du processus d’appropriation et de territorialisation en cours à Ali Mendjeli. Elle s’avère riche dans sa forme et dans ses significations. L’utilisation de noms de villes, algériennes ou étrangères, pour désigner des morceaux de la Ville nouvelle en est l’exemple. Ainsi New-York, El Qahira (Le Caire), Kandahar ou Tindouf, sont utilisées pour nommer certains quartiers; ce sont des noms chargés de signification. Ils charrient souvent des sens multiples, parfois contra-

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dictoires, qui varient entre stigmatisation et auto-désignation, entre dérision critique et reflet de la vie pratique. Par exemple New-York et El Qahira (le Caire), sont des noms donnés, à l’origine, à deux bidonvilles situés au péri-centre de Constantine. Une fois les familles de ces deux bidonvilles transférées à Ali Mendjeli, puis regroupées dans les mêmes îlots résidentiels, elles ont repris les noms de leur quartier de provenance pour désigner désormais leur quartier de résidence à Ali Mendjeli. Ces dénominations sont donc un moyen, parmi d’autres, mobilisé par les relogés des bidonvilles pour marquer leur nouvelle territorialité et assumer, avec fierté, l’identité bidonvilloise. En revanche, les gens qui sont d’une origine étrangère à ces deux micro-territoires se servent de ces appellations pour stigmatiser les relogés des bidonvilles et pour désigner leur nouveau lieu de résidence comme un quartier très dangereux. L’incapacité des pouvoirs publics à satisfaire les besoins des habitants en termes d’équipements et d’aménagement d’espaces publics, se conjugue avec des dénominations populaires pétries d’un humour souvent noir. L’exemple du lieu-dit Tindouf en est un bon exemple. À l’origine, cette partie de la Ville nouvelle est officiellement dénommée «UV10»; les habitants l’ont rebaptisée Tindouf en référence à la ville du Sahara algérien qui symbolise pour eux à la fois le désert (paysage désertique) et l’absence désastreuse de services et d’équipements urbains. On voit donc comment les habitants réagissent pour signifier, avec leur humour, l’ampleur des fissures de l’urbanité que présente la Ville nouvelle. Dans le même registre, à savoir celui de l’usage métaphorique de certains mots ou expressions, les habitants ont utilisé, dès les débuts de la Ville nouvelle, le terme Kandahar pour désigner un îlot résidentiel situé au cœur de l’UV7 où ont été installés les relogés en provenance des bidonvilles Oued El-Had et El-Faubourg. Le nom utilisé, emprunté à la guerre d’Afghanistan, renvoie aux multiples affrontements et disputes, souvent violents, qui se sont produits dans ce quartier et qui ont opposé les jeunes relogés des deux bidonvilles. La désignation éclaire donc sur le vécu socio-spatial tout en renvoyant à un passé dangereux. Le nom des promoteurs publics ou privés, ou encore ceux des entreprises qui ont réalisé les programmes d’habitat, est aussi très utilisé par les habitants d’Ali Mendjeli pour désigner les différents espaces de la Ville nouvelle. Ainsi l’appellation quartier ou tours de l’AADL est fréquemment employée pour les immeubles-tours qui ont été financés par l’AADL; quand certains habitants disent qu’ ils résident dans les immeubles de Dembri ou de Talbi, ils font référence au nom du promoteur privé qui a construit et vendu les immeubles. Les tours de Sonatiba ou les immeubles de GECO sont eux aussi désignés par les noms des entreprises qui les ont érigés (Sonatiba et GECO). Par contre, l’appellation les tours ntaa chnaoi ou le village ntaa chnaoi est une altération de l’expression «Ceux des Chinois», utilisée pour signaler les immeubles-tours construits par la société chinoise CSCEC. Ces différents appellations, parmi d’autres, utilisées à leur manière par les habitants, constituent, dans leur forme apparente, un moyen pour individualiser les espaces de la Ville nouvelle, les rendre identifiables et distinguables, pour pourvoir parler d’eux et communiquer avec les autres habitants à leur propos. Mais ces appellations populaires servent aussi à s’autoproclamer et à revendiquer une place dans la ville; et, à l’inverse, elles peuvent servir à marginaliser ou exclure d’autres habitants. Elle nous paraît ainsi, au bout du compte, tout à fait emblématique des capacités collectives

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à s’approprier les espaces de la Ville nouvelle et à s’inscrire dans un processus de territorialisation. Nous rejoignons sur ce point Hervé Gumuchian (1991:103) quand il écrit que nommer l’espace, c’est produire du territoire et qu’il évoque à ce propos les «actes territorialisants». Cette position de H. Gumuchian est pratiquement conforme, dans sa signification et dans sa formulation, à ce qu’il écrit B. Debarbieux (1987:181), pour lequel nommer l’espace, lui donner ainsi du sens, c’est produire du territoire.

CONCLUSION L’intensité et la diversité des initiatives privées par lesquelles les habitants concourent à la fabrication de l’urbanité de la Ville nouvelle Ali Mendjeli, nous conduit, au bout de cette analyse, à s’interroger pour savoir dans quelle mesure il y avait adéquation entre la ville projetée par les autorités et la ville vécue —sans parler de la ville souhaitée— par les habitants. Si l’on pousse un peu plus avant cette question, elle invite à se demander s’il existe des «rapports de réciprocité» entre l’expression des besoins des habitants et les actions de ceux qui ont en charge la fabrique et l’aménagement de la Ville Nouvelle. Bien que cette éventuelle réciprocité soit très difficile à mettre en évidence en fournissant des preuves à l’appui —du moins tant que la Ville Nouvelle demeure en chantier permanent, ce qui conduit à ce que les formes spatiales qui la composent, les populations qui la peuplent et les représentations que l’on peut s’en faire ne cessent de se modifier—, il nous est cependant possible de formuler, aujourd’hui, deux constats, qui peuvent d’ailleurs être valables pour le reste des Villes nouvelles algériennes. D’une part, un très grand nombre des formes matérielles (ou immatérielle) qui ont été instituées par le haut —autrement dit, qui ont été planifiées— ne trouvent pas d’écho chez les résidents, lesquels tendent donc à les détourner de ce pour quoi elles ont été créées, installées ou aménagées; et, d’autre part, l’absence de réaction à peu près générale des autorités publiques face à ces détournements. Ces autorités continuent inlassablement à produire la Ville nouvelle en suivant le même sillon, en appliquant les mêmes recettes bureaucratiques et technocratiques, sans jamais (ou presque jamais) prendre en compte les aspirations des habitants, dont ils ont pourtant connaissance par leurs doléances directes ou par celles portées par leurs représentants associatifs et qu’ils pourraient également appréhender en essayant de comprendre pourquoi leurs discours et leurs pratiques sont ce qu’ils sont (critiques pour les discours, de contournement pour les pratiques!). Cette situation, qui campe le décor d’une sorte de face à face opposant deux sujets et deux types d’acteurs dont on postule [—(confirme?)—] qu’ils entretiennent des divergences de vues sur la fabrication de a ville (Frey, 2000:369), renvoie au bout du compte au spectaculaire décalage qui existe, à Ali Mendjeli, entre l’imaginaire bâtisseur des aménageurs d’un côté et les attentes des citadins ordinaires, de l’autre. Face à ce constat, le moment n’est-il pas venu pour que les pouvoirs publics et les hommes de l’art confèrent autant d’importance, sinon plus, aux pratiques socio-spatiales des habitants-citadins qu’aux gestes et actes des architectes et urbanistes. N’est-il pas alors nécessaire, en suivant les conseils de Michel Lussault (2009), de repartir des situations concrètes, c’est-à-dire de là où les individus sont à l’épreuve des situations spatiales du quotidien, pour construire un nouveau projet politique à toutes les échelles, de l’intime au global. Ce sont-là des questions qui restent suspendues!

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NOTES 1

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Parmi les Villes Nouvelles on peut citer entre autres Sidi Abdallah et Boughezoul autour de la capitale Alger, Hassi Messaoud au Sud-Est du pays et Ali Mendjeli à Constantine.

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2

L’appellation de «citadins ordinaires» renvoie, au sens large, à des individus ou groupes d’individus peu sollicités par l’institution dans le cadre des processus d’urbanisation de la ville. Elle désigne les individus [non] dotés d’attributions officielles dans le champ de la production de normes et d’artefacts urbains (Berry-Chikhaoui et Deboulet, 2000:12).

3

Actuellement, tout au long de son boulevard principal se localise une série d’immeubles d’habitation, qui se présentent sous la forme de tours de 16 à 19 étages. Ces édifices ne figuraient pas dans le programme du Plan Directeur d’Ali Mendjeli de 1994. Ils ont été imposés par le pouvoir central, depuis Alger, au début des années 2000, s’inscrivant dans vaste programme national d’habitat (Location-Vente).

4

La population d’Ali Mendjeli est passée de 15.000 habitants en 2001 à 75.000 en 2005 pour atteindre les 180.000 en 2010.

5

Nous faisons allusion à ce sujet aux jeunes qui vendent à l’intérieur des cafés de petites affaires, des bijoux, des téléphones portables, ou encore des vêtements de marque; ou bien à ceux qui pratiquent le change de l’euro. Leur présence est rendue possible par la relation amicale qu’ils ont établie avec le patron du café; mais, dans bien des cas, la contrepartie de leur présence et de l’installation de leur «tabla» —petit abri construit en bois ou en métal, d’une surface moyenne de 2 à 3 m², dédié à la vente de tabac et autres choses. Il ressemble à un tout petit kiosque—, consiste à servir les clients ou, à nettoyer le local en fin de journée, etc.

6

C’est le cas des individus qui se rendent dans 14 cafés implantés le long des artères principales de l’UV6, que ce soit l’avenue Boussouf ou l’avenue Abane Ramdane.

7

Le nombre des épiceries ouvertes à Ali Mendjeli est passé de 65 établissements en 2006 à 189 en 2012, dont 11 supérettes. Quant aux boutiques de téléphonie, leur nombre est resté stable autour de 64 établissements. Malgré cela, elles constituent la sous-branche la plus numérique de l’appareil commercial de la Ville nouvelle après les épiceries et les magasins de vêtements pour femmes.

8

Dans une aire culturelle un peu différente, C. Fournet-Guérin (2006:73) a souligné également que les boutiques de téléphonie s’imposent comme lieux de sociabilité ou comme points de rendez-vous de première importance dans les quartiers, en particulier pour les jeunes qui souffrent de vivre dans des logements très exigus et sans aucune possibilité d’intimité. Selon l’auteur, à Tananarive les taxiphones [les boutiques de téléphonie] sont devenus, en quelques années seulement, un lieu de rencontre et de discussion pour les jeunes: on y vient entre amis, on y discute en attendant son tour.

9

Outre qu’ils sont surreprésentés au souk, les vendeurs originaires des bidonvilles font appel, pour l’exercice de leur activité, à plusieurs membres de leurs réseaux relationnels (famille, voisins ou amis). Ceux-ci les aident pour la gestion de leur activité, ce qui est susceptible de multiplier les occasions de contact entre les habitants en provenance des bidonvilles et le reste de la population.

10

Selon L. Cailly (2004:321), la sociabilité participante est celle qui se fonde sur le partage de la même action, des mêmes émotions sensibles et de la même esthétique.

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En effet, la Ville nouvelle ne peut offrir, en 2006, qu’un seul grand terrain situé à l’îlot 4 de l’UV6; elle ne possède par ailleurs qu’une seule grande salle de sports (UV7) et un petit terrain à multi-usages aménagé dans la même unité de voisinage. Entre 2006 et 2012, la Ville nouvelle n’a guère renforcé ses infrastructures sportives, hormis l’aménagement de deux petits terrains à multi-usages.

12

Les habitants font référence ici aux mots grossiers que les enfants prononcent et qui peuvent être entendus depuis les logements, ou aux disputes qu’ils provoquent. La présence des enfants dans les espaces limitrophes du logement est donc perçue différemment par les habitants, tantôt négativement, tantôt positivement. Mais, quoi qu’il en soit, les enfants et adolescents sont omniprésents dans les rapports dont les adultes sont les acteurs ; une grande partie des rapports sont construits autour de leur médiation, comme le remarque aussi Althabe (1993:16) à propos d’une cité H.L.M de la banlieue nantaise.

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L’occupation de la rue par ces jeunes se fait généralement très discrètement afin d’éviter l’attention des forces de l’ordre. Leur comportement peut être comparé à celui des enfants du Caire que A. Madœuf (1995) qualifie d’«ambulants opacifiés». Zéno dit à ce propos: Il y a des endroits précis dans les rues où se regroupent les trabendistes, mais si tu ne connais pas bien la Ville nouvelle, tu ne te rendras pas compte. En passant à leur côté, ils te soufflent: ″Ici, change euro″, ″Ici, or pur″. (Les trabendistes sont les personnes qui pratiquent le tradendo: ce terme désigne le marché noir et l’importation clandestine de marchandises).

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Dans ces formes d’investissement de la rue, les jeunes possédant des tablas sont généralement autorisés (ou tolérés) à exercer leur activité. Les lieux où ils s’installent sont choisis de façon très fine et ils témoignent d’une réelle «compétence de la rue». Ce sont essentiellement des endroits qui permettent à ces jeunes de capter les flux de passants. Certains d’entre eux s’installent près des arrêts de bus, là où les gens attendent l’arrivée des véhicules; d’autres se positionnent devant l’entrée d’un magasin attractif, comme la supérette de Haj Hamlawi, ou encore à côté des terrasses de café, etc. Ces petits marchands de rue sont de bons observateurs de la vie du quartier. D’ailleurs, les passants se dirigent souvent vers eux pour s’informer sur l’adresse d’un équipement, celle d’un commerçant, ou sur l’endroit où réside telle ou telle jeune femme, etc. Ici, si quelqu’un cherche une adresse, une personne ou un établissement, il s’adresse à moi. D’autres me demandent aussi les heures de passage des bus. Il m’arrive encore d’être interrogé sur des femmes, raconte Karim, propriétaire d’un tabla qu’il installe juste à côté d’un arrêt d’autobus, dans l’UV6.

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Les étudiantes qui viennent de l’extérieur de la Ville nouvelle transitent par le terminus de l’UV6 pour se rendre dans les cités universitaires ou à l’Université, l’une et les autres situées dans l’UV3.

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Jeu de stratégie, typiquement rural, similaire au jeu de «go», mais qui se pratique sur un support argileux.

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Réflexions sur la territorialité périurbaine. Les cas de Saint-Basile-le-Grand et McMasterville MARIO BÉDARD >> Département de Géographie, Université du Québec, Montréal, Canada. bedard.mario@uqam.ca

SANDRA BREUX >> Institut National de Recherche Scientifique, Centre Urbanisation Culture et Société, Montréal (Québec), Canada. sandra.breux@ucs.inrs.ca Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Réflexions sur la territorialité périurbaine. Les cas de Saint-Basile-le-Grand et McMasterville Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 40 a 51 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RÉSUMÉ Quel que soit son éloignement, et avant d’être «rattrapé» par les irrésistibles poussées urbaines actuelles, le périurbain était un lieu où vivaient des gens qui se l’étaient appropriés, l’avaient modulé à leur image et qui lui conféraient un sens particulier. Toutefois, depuis la fin des années 1960, ces lieux sont fortement réinvestis de sens car réaménagés par un habiter exogène, itératif et pressant. Attendu que leurs nouveaux résidents importent avec eux des modes de vie et d’habiter façonnés par leurs vécus respectifs ou leurs aspirations à un mieux-être, est-il possible qu’ils réalisent, en ce nouvel habitat, un même habiter et que, dès lors, ils participent d’un même sentiment d’appartenance? À partir d’entrevues menées auprès des résidents de deux municipalités proches de Montréal et pouvant être dites en pleine phase de périurbanisation, cette réflexion aborde les diverses acceptions du périurbain et les multiples vocations socio-territoriales qui lui sont associées au Québec. Au final, il s’avère difficile de statuer sur l’existence d’un mode d’habiter périurbain spécifique car les modalités d’appropriation et finalités d’identification liées à la périurbanisation nominale de Saint-Basile-le-Grand et de McMasterville s’avèrent si différentes qu’il n’est pas du tout certain que nous soyons ici en présence d’un même phénomène. Cette variation nous est apparue tout particulièrement sensible à la recherche dans ces deux cas de milieux et modes de vie originaux, foncièrement distincts de ceux de la proche métropole ou des autres périurbanités limitrophes. MOTS CLÉS périurbain, suburbain, territorialité, appropriation, sentiment d’appartenance

Reflections on suburban territory. The case of Saint-Basile-le-Grand and McMasterville ABSTRACT Regardless of been far away and before being “trapped” by the current and irresistible urban progress, suburbs were places inhabited by people who had taken them, adjusting them to their own image and that gave them a special meaning. However, since the late sixties, suburbs become an exogenous, iterative and urgent living place. Considering the fact that new residents bring their own lifestyles and ways to live, based on their experiences and their aspirations for wellbeing, is it possible that they find, in this new living space, a similar place to live and share a sense of belonging? Interviews with the inhabitants of two towns near Montreal which are in the middle of a city sprawl, this reflection is on the different meanings of suburban areas and multiple territorial purposes associated to Quebec. Finally, it is hard to define a lifestyle of the suburbs because the diverse terms of appropriation and the purposes of identification related to the nominal urbanization of McMasterville and Saint-Basile-le-Grand are so different that they can unlikely be considered the same phenomenon. This variation seem particularly sensitive when researching these two environments and original lifestyles, different from other suburbs near or far from the capital city. KEYWORDS suburban, outskirts, territoriality, appropriation, sense of belonging

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Reflexiones sobre la territorialidad periurbana. El caso de Saint-Basile-le-Grand y McMasterville RESUMEN Independientemente de su lejanía y antes de ser “atrapada” por los actuales e irresistibles progresos urbanos, la periferia urbana era un lugar habitado por personas que se lo habían apropiado, modulándolo a su imagen y eso le dio un significado específico. Sin embargo, desde finales de la década de 1960, estos lugares revierten su sentido por un habitar exógeno, iterativo y urgente. ¿Considerando que los nuevos residentes importan con ellos sus formas de vida y habitar, formado por sus respectivas experiencias y sus aspiraciones de bienestar, es posible que se den cuenta, en este nuevo hábitat, de un habitar similar y que, por lo tanto, participen de un mismo sentido de pertenencia? A partir de las entrevistas con los habitantes de los dos municipios cercanos de Montreal y que se encuentran en plena fase de expansión urbana, esta reflexión aborda los diversos significados de las áreas periurbanas y múltiples vocaciones territoriales que se asocian en Quebec. Finalmente, es difícil determinar un estilo de vida de la periferia urbana porque los términos de apropiación y los propósitos de identificación vinculados a la periurbanización nominal de Mc Masterville y Saint-Basile-le-Grand son tan diferentes que es improbable que estemos en presencia de un mismo fenómeno. Esta variación nos apareció todo particularmente sensible a la investigación de estos dos ambientes y original estilos de vida, distintos de las otras periferias próximas o alejadas de la metrópolis. PALABRAS CLAVE peri-urbano, periferia, territorialidad, apropiación, sentido de pertenencia

INTRODUCTION Nous assistons aujourd’hui à une importante métamorphose de notre condition habitante, une transformation tout spécialement attribuable à une urbanisation effrénée, diffuse et apparemment homogène de nos milieux et modes de vie. Pour certains, cette modification se traduirait par un déficit d’urbanité (Lévy, 2003), par un changement de notre manière d’habiter le territoire (Choay, 1994) ou encore par l’émergence de nouvelles formes de mobilité en même temps que d’habitabilité (Brès & Vanier, 2014:62). Cette recomposition de notre urbanité, ainsi que la restructuration inhérente de notre tissu urbain ������������������������������������ (Bordeuil, 2000),������������������� sont tout particulièrement sensibles dans l’ultime rayonnement de nos aires urbanisées, soit le périurbain. Celui-ci connaît en effet une croissance exponentielle alors que centres villes et banlieues, mêmes les plus récentes et lointaines, ne semblent plus répondre aux aspirations d’une large population (Semmoud, �������������������������������������������� 2003), tant ��������������������������� et si bien qu’il s’ensuit le rejet de la grande ville, le désir renouvelé de meilleurs environnement et cadre de vie, puis un accès plus aisé à la propriété que ne permettent plus les banlieues. Succédant aux couronnes suburbaines greffées au noyau urbain grâce à une contraction de l’espace temps —attribuable à une mobilité et à des modes de communication décuplés depuis les années 1960—, le périurbain constitue aujourd’hui le champ de tous les possibles urbains, de la terra incognita à la terra nullius. C’est d’ailleurs pourquoi on définit usuellement le périurbain comme le processus d’urbanisation des franges d’une agglomération où se rencontrent le rural et l’urbain, et ce, sans continuité avec la ville-centre, même si elle lui est intimement liée (Ducom, 2013). Le périurbain n’est cependant ni vierge ni inconnu, mais habité. En effet, aussi distant soit-il (urbain distendu ou rural), et avant d’être rattrapé par les irrésistibles poussées urbaines actuelles, le périurbain était un lieu où vivaient des gens. Un lieu approprié, modulé à leur image en vertu d’un habiter qui leur était propre et qui y conférait un sens particulier. En résultait un milieu, sinon un paysage ou une trame paysagère, dans lequel ils pouvaient se reconnaître et se projeter, et donc auquel ils pouvaient s’identifier.

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Toutefois, depuis la fin des années 1960, ces lieux sont fortement réinvestis de sens et réaménagés par un habiter exogène, itératif et pressant. Un habiter tellement «dérangeant» par ailleurs qu’il est désormais pertinent de se questionner sur les circonstances et les attentes de ces réinvestissement et réaménagement qui illustrent éloquemment que l’urbain surdétermine plus que jamais la ville (Lefebvre, 2000). Si ce phénomène est l’objet de plusieurs travaux en Europe, que ce soit en explorant le phénomène de périurbanisation ou les espaces périurbains qui en résultent (Charmes, 2011; Vallat, 2009), sinon la diversité des modes d’habiter ce milieu (Cailly & Dodier, 2007; Hervouët, 2007; Jaillet, Rougé & Thouzellier 2006; Pinson, 2008), la lecture qu’on en propose au Québec est plus timide. En effet, en dépit de la présence de questions communes aux travaux européens, notamment ayant trait au vieillissement des résidents des zones périurbaines (Charvet & Bryant, 2003), les écrits sur ces territoires sont peu nombreux (Després, Fortin & Vachon, 2011; Guimond & Simard, 2010; Mercier, 2006; Sénécal, 2011), ce alors même que les villes petites et moyennes québécoises qui se situent à moins de 50 kilomètres d’une métropole connaissent de façon générale un accroissement démographique spectaculaire. Est-ce parce que le périurbain canadien est d’une autre nature qu’en Europe ou parce qu’une lecture plus fine de ses tenants et aboutissants est toujours à faire? Pour y répondre, nous nous proposons d’établir dans le cadre de cette réflexion si les milieux et les modes de vie qui se dessinent en milieu périurbain canadien peuvent être considérés ou non comme une extension de ceux que l’on retrouve au sein de ses métropoles. Une réflexion d’autant plus utile selon nous que certaines de ces municipalités tentent de se différencier en adoptant des politiques publiques spécifiques (Breux & Bherer, 2009), laissant penser qu’il existe un mode d’habiter propre à ces municipalités. L’objectif principal du présent texte est de réfléchir sur la territorialité qui se dessine dans le milieu périurbain montréalais. Pour ce faire, nous nous intéresserons tout spécialement aux processus de territorialisation qui y ont cours et, notamment aux modalités d’appropriation

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et finalités d’identification qui non seulement nourrissent et structurent le sentiment d’appartenance des gens qui y vivent, mais qui sont aussi conditionnelles à un aménagement et une planification pleinement responsables, représentatifs et pérennes. Répondre à ces questions exige au préalable que nous apportions quelques précisions théoriques quant au phénomène de périurbanisation et aux modes d’habiter qui peuvent y être associés. Après avoir ensuite exposé notre démarche méthodologique, nous présenterons les résultats d’une enquête menée à l’été 2010 auprès des résidents de deux municipalités proches de Montréal alors en pleine phase de périurbanisation. Nous chercherons à y démontrer qu’il s’avère difficile de statuer sur l’existence d’un mode d’habiter périurbain spécifique car les modalités d’appropriation et finalités d’identification liées à leur périurbanisation respective s’avèrent si différentes qu’il n’est pas du tout certain que nous soyons ici en présence d’un même phénomène, sinon d’un processus de périurbanisation au même niveau d’achèvement.

l’entre-deux qui est en train de se structurer socialement, économiquement et politiquement entre l’espace rural et l’espace urbain, du fait d’un phénomène bien connu mais qu’on a eu trop tendance à lire comme un strict produit de la dynamique urbaine, voir un des ses sous-produits: la périurbanisation (2003:82). Un constat semblable est établi par Charmes (2011) lorsqu’il décrit la situation française, ce qui amènent par ailleurs Dumont et Hellier à préciser que lorsqu’on utilise le terme ‘périurbain’, on sous-entend que l’espace en question ne relève pas strictement de l’urbanité (2010:15).

I. PRÉCISIONS ET NUANCES CONCEPTUELLES

La troisième caractéristique est l’absence d’homogénéité des espaces périurbains. Cette hétérogénéité se traduit de plusieurs façons. D’une part, elle se retrouve dans la structure du bâti: l’espace périurbain se caractérise à la fois par des extensions linéaires de noyaux d’habitat ancien et par des quartiers résidentiels spontanés ou planifiés s’imprimant dans le paysage sous forme de lotissements (De �������������������������������������������������������� Keersmaecker, 2004:220)����������������������������� . D’autre part, cette hétérogénéité se manifeste dans son tissu social (Berger, 2003; Cailly & Dodier, 2007) et dans la diversité fonctionnelle qui s’installe peu à peu (Gasnier, 2010)1.

De la périurbanisation aux espaces périurbains

Ces trois traits permettent de nettement distinguer tant historique-

Si les travaux sur la périurbanisation ne sont pas nouveaux —les années 1970 ont vu proliférer les écrits tant en Europe qu’au Canada— ce vocable n’en revêt pas moins une multitude d’acceptions selon les auteurs d’une part, et du contexte qu’il cherche à qualifier d’autre part. Par exemple, les espaces de diffusion de l’urbanisation sur les espaces ruraux sont qualifiés d’intermédiaires (Bonerandi, Landel, & Roux, 2003), de tiers espaces (Vanier, 2003) et plus généralement de périurbains. Ces approches, fondées soit sur l’observation d’une dynamique de flux, soit sur un projet d’aménagement et de développement territorial à long terme, révèlent la diversité des conceptions de la ville contemporaine et le débat qui s’ouvre sur la «ville diffuse» (Bertrand, Souchard, Rousier, Martin, & Micheels, 2006). La présence d’expressions proches ou apparentées concourt également au flou de cette notion. Les termes de rurbanisation et de suburbanisation semblent ainsi tous désigner à première vue, selon Hervouët, un même processus: l’extension des villes sur les campagnes environnantes (2001:121). Un constat similaire peut être également établi au sein de la littérature anglophone (Bogart, 2006; Daniels, 1999; Hayden, 2003). Malgré ce flou qui tend sans aucun doute à galvauder la notion de périurbanisation et son acception, trois caractéristiques ressortent néanmoins des diverses définitions qui en sont proposées par les auteurs: la spécificité de l’espace périurbain, son caractère mi-rural miurbain ainsi que l’hétérogénéité de sa composition. La spécificité de l’espace périurbain se traduit d’abord en effet par une forme d’autonomie intrinsèque: c’est un type d’espace spécifique, qui a ses propres caractéristiques, son propre fonctionnement, qui existe par lui-même (Hervouët, 2001:124). D’autres comme Rougé (2009) parlent plutôt d’une autonomisation de ces espaces vis-à-vis des métropoles qui impulsent leur croissance, notamment au regard des modes de vie qu’ils permettent: dans la quotidienneté de leurs pratiques et de leurs sociabilités, les habitants périurbains transforment matériellement et symboliquement des espaces et des lieux, se les approprient, leurs accordent de la valeur, en domptent les temporalités propres pour petit en [sic] petit contribuer à y prendre place et à en faire des territoires susceptibles d’acquérir une autonomie (Rougé, 2010:25). La deuxième caractéristique foncière au périurbain a trait au caractère semi-rural et semi-urbain de ces espaces que Vanier définit comme

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ment que spatialement et structurellement la périurbanisation des autres termes avec lesquelles elle est souvent confondue. En effet, la suburbanisation —ou banlieuisation— est plus ancienne et elle s’inscrit dans la continuité de la ville-centre dont elle émane, telle une flaque d’huile aux multiples ramifications qui s’inscrivent en parallèle à l’évolution de ses grands axes de transport. Elle se différencie enfin de la périurbanisation en raison de la reproduction qu’elle opère de certaines formes et fonctions typiquement urbaines (tout spécialement résidentielles et associées aux services) caractéristiques de la ville-centre et qu’elles déploient hors son noyau devenu trop plein ou trop sollicité. Ainsi toutes traces d’indépendance, de ruralité ou d’hétérogénéité sont exclues de ce type d’espace. La rurbanisation se distingue elle de la périurbanisation en vertu d’ambitions somme toute similaires à celles de la suburbanisation: créer des banlieues. La différence avec la suburbanisation est qu’elle s’y emploie en vertu d’un processus d’urbanisation lâche de zones rurales situées certes à proximité des villes, mais de manière non contigüe. Son processus n’en est donc pas un d’émanation territoriale mais de rattachement progressif orchestré par des acteurs politiques de la grande ville, que ce soit à partir d’un pôle villageois distant où sont remplacées les formes et fonctions d’antan au profit de l’urbanité recherchée, ou d’une zone rurale dont les fonctions rurales sont abandonnées suite à un dézonage valorisant les seules fonctions urbaines désirées. Ces précisions et nuances quant à la périurbanisation et ses principales désinences invitent à analyser plus en profondeur les caractéristiques foncières qui lui sont prêtées, notamment au regard de son hétérogénéité et des modes d’habiter qui y sont associés, ce afin de voir notamment en quoi ces espaces peuvent bel et bien être générateurs de modes de vie distincts et pluriels. Les modes d’habiter périurbains Les écrits qui portent sur le milieu périurbain et qui abordent les modes d’habiter des populations qui y sont établies tentent globalement de distinguer les processus et référentiels de périurbanisation, rurbanisation ou suburbanisation à l’œuvre. Il est possible de dégager quatre dimensions, non exclusives les unes des autres, qui sont plus spécifiquement étudiées.

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Il appert tout d’abord que le coût du logement détient une incidence notoire sur le choix de résider en milieu périurbain. La question de l’accès à la propriété est en effet souvent mentionnée lors des enquêtes, afin notamment de comprendre dans quelle mesure la maison unifamiliale peut devenir un vecteur de promotion sociale (Goyon & Ortar, 2009). Berger précise même que le périurbain est un modèle qui traverse tous les groupes sociaux et [qui] constitue aujourd’hui la solution la moins coûteuse pour les ménages qui souhaitent disposer de logements plus vastes (Berger, 2003:294). Le choix du périurbain peut donc être contraint (Bonard, Lord, Matthey, & Zanghi, 2009). Cela dit, un logement financièrement accessible ne constitue pas le seul facteur explicatif. Comme le font remarquer Charvet et Bryant (2003), d’autres dimensions associées au mode de vie, notamment en lien avec les aspirations des divers cycles de vie, importent aussi. Au départ, l’une des principales raisons de chercher à se loger dans une zone périurbaine était le bas prix des maisons et des terrains à bâtir. Par la suite, d’autres attraits sont devenus tout aussi importants, comme le fait de pouvoir élever des enfants dans un environnement sûr et calme, proche de la nature. À cela s’ajoutent les désirs de pratiquer des activités récréatives et de loisirs en plein air, le désir d’être peu éloigné de son lieu de travail (Coffey & Trépanier, 2003), celui également de prendre sa retraite dans une petite ville ou même un village (Laurens, 2003). Autant de considérations qui ne sont pas sans lien avec l’autonomisation évoquée précédemment mais également avec la question des mobilités quotidiennes et l’aménagement du territoire de façon générale (Thébert, 2010). D’autres études proposent des éléments de prospective, anticipant les changements à venir, notamment lorsque les enfants grandissent et qu’un déménagement peut être envisagé. Ce couplage entre périurbain et cycles de vie amène par ailleurs Charvet et Bryant à avancer que: l’une des importantes questions qui se pose maintenant dans l’ensemble des sociétés occidentales, et qui est restée relativement inexplorée, est celle du vieillissement de la population de certaines zones périurbaines (2003:245). La question des représentations, et plus particulièrement le rôle et la place de la nature —et non de la ruralité, précisons-le— au sein de ces espaces périurbains est souvent débattue car, comme souligne Vanier la nature est une des figures essentielles de la périurbanisation au point d’occulter quelques questions initiales [dont]: quelle nature? (2003:80). Giuseppelli distingue par ailleurs les habitants des espaces périurbains selon leurs représentations de la nature. Parmi ceux-ci, il souligne particulièrement les «nostalgiques» pour lesquels la recherche d’une campagne, d’une nature, d’une ambiance verte est la motivation principales des nostalgiques dans le choix de leur lieu de vie (Guisepelli, 2006:137). Fortin et Desprès (2009), dans le cas du milieu périurbain de la ville de Québec, avancent que ce ce que nous pouvons retenir […] c’est l’importance de la nature dans le discours de la vie quotidienne des résidents du périurbain. Enfin, d’autres analyses plus récentes interrogent plus directement les tenants et aboutissants du vivre-ensemble au sein des ces espaces périurbains (Charmes, 2011), et y soulignent tout spécialement divers éléments de ségrégation socio-spatiale. En effet, selon Dodier et Rougé, il existerait deux logiques d’organisation de l’espace périurbain. D’un côté, la logique de «clubbisation» de l’espace: le périurbain serait alors le contraire d’une urbanité ouverte, et par là même non-maîtrisable, et deviendrait le terrain

Réflexions sur la territorialité périurbaine. Les cas de SaintBasile-le-Grand et McMasterville > Mario Bédard, Sandra Breux

sinon d’une sécession sociale du moins le symbole d’une mise à l’écart entre groupes sociaux. D’un autre côté, la logique du vivre-ensemble et de l’accueil : le périurbain serait alors un milieu permettant l’émergence de formes spécifiques de construction ou de reconstruction de réseaux sociaux, à travers le dynamisme associatif, les circuits courts et la diffusion de bonnes pratiques écologiques et sociales (2007:97). De façon générale, et à l’instar de l’hétérogénéité des espaces, fonctions et populations du périurbain, il est possible d’avancer qu’il n’existe pas un seul mode d’habiter périurbain mais plusieurs. Il nous apparaît donc des plus pertinents de nous intéresser de plus près aux processus de territorialisation qui sont à l’œuvre et ce, spécifiquement au Québec, où contrairement à l’Europe, disions-nous, peu de travaux ont jusqu’à présent abordé une telle thématique. La prochaine partie présentera notre cadre d’analyse et nos cas d’étude.

II. CADRE MÉTHODOLOGIQUE Précisions quant à notre démarche Pour répondre à notre interrogation sur les modalités d’appropriation et d’identification afférentes au sentiment d’appartenance tributaire du processus de territorialisation, nous avons choisi d’interviewer les acteurs qui sont touchés au premier chef, soit les résidants2 de deux municipalités situées dans l’aire périurbaine de la métropole montréalaise. Pour ce faire, 50 personnes par municipalité ont été interrogées à l’été 2010, soit un nombre postulé suffisamment représentatif des grandes tendances que nous voulions dégager. Les participants ont été recrutés (i) lors de séances publiques des conseils municipaux, et donc auprès de citoyens qui s’y rendent volontairement et qui devraient être soit plus intéressés, sinon mieux informés quant à leurs milieu et mode de vie, (ii) à partir de personnes qui nous ont été suggérées par ces premiers citoyens interviewés («effet boule de neige»), (iii) puis surtout au moyen d’un porte en porte qui a été réalisé dans les zones rurales et urbaines de ces deux municipalités, question d’ainsi bien saisir toutes les tendances (perceptions, conceptions et représentations), et tout particulièrement celles de la «majorité silencieuse». C’est d’ailleurs pourquoi les lieux visités lors de cette dernière opération ont été sélectionnés de façon à couvrir l’ensemble du spectre des années de construction des résidences, ce afin de ne pas indûment favoriser des quartiers récents ou anciens et ainsi éventuellement fausser le portrait recherché. Précisons d’autre part que cet échantillonnage s’est effectué auprès des seuls propriétaires3 de résidence, sans chercher à respecter de profil sociodémographique type (qu’il s’agisse de celui de ces deux villes, de la municipalité régionale de comté —MRC— ou de la région), puis sans distinction de sexe ou de statut socio-économique. Toutes les personnes interviewées ont répondu aux mêmes questions, regroupées en trois grands groupes thématiques qui, globalement, ont cherché respectivement à établir (i) les raisons de leur choix de résidence (ii) s’ils souhaitent déménager ou pas et, si oui, dans quel horizon temporel, puis (iii) les raisons qui les incitent à rester ou à déménager. Les réponses ont ensuite été classées pour chacun de ces groupes selon une nomenclature arrêtée de réponses possibles (cf. tableaux subséquents présentant les résultats de l’enquête), ce afin

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de pouvoir dégager les diverses tendances qui s’y dessinent et de plus aisément les comparer. Une fois ce traitement effectué, nous avons cherché à en tirer un portrait plus nuancé à partir de deux variables transversales présumées habilitées à affiner ces premiers résultats et, dès lors, à mieux répondre à notre interrogation. Nous nous sommes ainsi employés à voir en quoi le nombre d’années de résidence et le lieu d’origine pouvaient influer sur leur choix et leurs modes d’appropriation et d’identification.

Mentionnons encore une croissance démographique analogue de 65% entre 1991 et 2011 (65,3% pour McMasterville, 65,2% pour St-Basile-le-Grand), soit une croissance largement supérieure à celle de leur MRC pour la même période (30,5%) et surtout de leur région administrative (16,9%) et qui souligne, croyions-nous, toute l’importance de leur localisation à proximité (i) des banlieues ultrapériphériques de la métropole (ii) et des axes de transport cidessus mentionnés.

Les deux cas étudiés

Au-delà de ces similitudes qui attesteraient à prime abord d’une même périurbanisation, nous avons aussi choisi ces deux municipalités compte tenu de dissemblances qui pourraient-elles témoigner des éventuelles autonomisations, hybridation et hétérogénéité prêtées par définition à ce processus. La première de ces différences concerne la répartition temporelle de leur croissance démographique respective (cf. Tableau 1) alors que Saint-Basile-le-Grand semble avoir amorcé et complété plus tôt sa périurbanisation.

Pour répondre à notre questionnement, deux municipalités périurbaines de Montréal ont été choisies: McMasterville et Saint-Basilele-Grand (cf. carte 1). Le choix de ces villes s’est tout d’abord effectué sur la base de critères soulignant leurs apparentes similarités et qui, de ce fait, pouvaient nous amener à présumer d’une même territorialité périurbaine. Du nombre, mentionnons, leur appartenance à la même entité régionale (Montérégie) et à la même municipalité régionale de comté (MRC La-Vallée-du-Richelieu), qu’elles se situent toutes deux au sein de la riche plaine agricole qu’irrigue le Richelieu et qu’une proportion importante de leur territoire respectif est zoné agricole, un faible éloignement l’une de l’autre (6 km) qui présume d’une trame culturelle, économique, environnementale et historique identique, sinon fortement commune, une distance équidistante vis-à-vis la métropole montréalaise (± 25 km) et les deux villes moyennes de la proche périphérie orientale de Montréal (St-Hyacinthe et Saint-Jean-sur-Richelieu), une égale desserte en transport en vertu d’un train de banlieue puis de nombreuses routes et autoroutes les liant à Montréal et à ces autres agglomérations.

Parmi les autres différences qui nous ont interpellés d’entrée de jeu, il y a le fait que Saint-Basile-le-Grand a une population trois fois plus importante, soit un élément qui pourrait contribuer à en faire une ville plus autonome puisque pouvant compter sur davantage de moyens et de services. Sans que ceci entraîne cela, il y a encore que le territoire de Saint-Basile-le-Grand est 11,6 fois plus vaste que celui de McMasterville (35,9 km2 comparativement à 3,1 km2), que sa zone urbaine est 1,89 fois plus grande en proportion (17,8% versus 9,4%), puis que sa zone rurale correspond à 27,9 km2, soit une superficie suffisante pour permettre une activité agricole économiquement, culturellement et politiquement conséquente.

>> Carte 1. Saint-Basile-le-Grand, McMasterville et les divers axes structurants des espaces périurbains orientaux de Montréal. Source: Département de géographie, Université du Québec à Montréal

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POPULATION TOTALE 2011 (gain % vis-à-vis 2006) 2006 (gain % vis-à-vis 2001) 2001 (gain % vis-à-vis 1996) 1996 (gain % vis-à-vis 1991) 1991

MCMASTERVILLE SAINT-BASILE-LEGRAND 5.615 (7.2%) 16.736 (7.2%) 5.234 (31.3%) 15.605 (12.6%) 3.984 (4.5%) 12.385 (26%) 3.813 (12.3%) 11.771 (5.2%) 3.395 10.127

>> Tableau 1. Croissance démographique à McMasterville et SaintBasile-le-Grand (1991-2011). Sources: Statistiques Canada (2013), Institut de la Statistiques du Québec (2013) et Saint-Basile-le-Grand (2014) Si McMasterville possède une zone rurale relativement plus grande (90% versus 78% pour Saint-Basile-le-Grand), les surfaces cultivables y demeurent fort petites puisque inférieures à 2,8 km2 et dès lors peu importantes structurellement parlant. Saint-Basile-leGrand se démarque de plus en ceci qu’elle seule consacre 1,6 km2 de son territoire à des activités industrielles, ce qui témoignerait d’une forme d’autonomie typique aux petites villes agricoles. Ces diverses données, pour factuelles qu’elles soient, étaient elles aussi annonciatrices, selon nous, que nous sommes face à des processus de territorialisation différents en vertu de modalités d’appropriation et d’identification distincts. Avant de présenter les résultats de notre enquête, diverses précisions doivent être faites quant aux gens qui furent interviewés, question de mieux saisir la nature et la portée de notre analyse. Tout d’abord, les réponses de 49 résidents de McMasterville puis 48 de Saint-Basile-le-Grand ont été considérées. Trois personnes interviewées ont ainsi été rejetées parce que leurs propos nous sont apparus soit incomplets vis-à-vis l’ensemble des questions ici traitées, soit incohérents à la lecture de certaines questions croisées devant valider la démarche et la bonne foi des individus. C’est donc par souci de représentativité qu’ils ont été écartés. Signalons ensuite que lorsque nous avons colligé les données recueillies, notamment en fonction de nos variables clé (nombre d’années de résidence et lieu d’origine), certaines «concentrations» sont apparues d’emblée qui peuvent avoir influé sur les tendances lourdes que nous avons ici cherché à dégager (cf. Tableau 2). Et si certains sous-indicateurs sont ainsi apparus davantage dominants, nous ne pouvons véritablement savoir, à ce stade-ci de notre recherche, si ces «concentrations» sont représentatives de l’ensemble des populations concernées ou si elles sont attribuables au hasard de la stratégie d’enquête choisie, notamment lors-

que fut effectué le porte en porte malgré toutes les précautions prises (passages répétés dans les quartiers, ce à différents moments de la journée et de la semaine). Chose certaine, les nés-natifs, soit une donnée qui peut être incluse pour partie dans les durées de résidence des 20-29 ans et 30 ans et ± sont peu nombreux, ce surtout à Saint-Basile-le-Grand alors pourtant que, compte tenu d’une population plus importante et plus ancienne, on aurait pu s’attendre à en interviewer un plus grand nombre. Peut-être cette sous-représentativité éventuelle doit être associée à notre méthode d’enquête, alors que les taux de répondants dans les quartiers anciens et zones plus rurales ont été moindres, c’est-à-dire là où devrait se retrouver la plus grande concentration de nés-natifs (à tout le moins si l’on en croit le profil sociodémographique statistique de la Montérégie et du Québec). Lorsqu’on compare ensuite le nombre de répondants par catégories du nombre d’années de résidence, on constate que la proportion de répondants est plus importante à McMasterville pour les 0-4 ans, plus importante à Saint-Basile-le-Grand chez les 5-9 ans et 30 ans et +, puis assez semblables pour les autres catégories. Soit un profil qui pourrait attester que la périurbanisation s’est amorcée plus tôt à Saint-Basile-le-Grand. Il se dégage ensuite de l’indicateur lieu d’origine que les résidents de Saint-Basile-le-Grand proviennent pour un plus grand nombre de la ville-centre de Montréal et de petites villes, alors que ceux de McMasterville sont originaires surtout des banlieues montréalaises, de villes moyennes et de villages. Soit un autre trait qui pourrait indiquer que la périurbanisation de Saint-Basile-le-Grand est plus ancienne et peut-être plus pure car plus distante qu’elle serait des modalités et ambitions de la suburbanisation que semble connaître McMasterville. Cela dit, dans les deux cas, près de 30% des répondants proviennent de régions administratives autres que Montréal ou la Montérégie, soit des gens pour qui il est fort possible que ces deux municipalités étaient initialement totalement inconnues, ce qui pourrait renchérir non pas tant sur les attraits de leur site que de leur situation dans l’ensemble métropolitain.

III. RESULTATS Le choix du lieu de résidence De façon générale, les principales raisons évoquées pour justifier le choix de résidence sont similaires dans les deux villes: le cadre de vie aux traits spécifiques, l’idéal de la banlieue-type et les faibles coûts du terrain (cf. Tableau 3). Ces raisons n’ont toutefois pas la même incidence selon la municipalité concernée.

Nés-natifs Totaux (% vis-à-vis total gens interviewés) Nombre années 0-4 ans de résidence 5-9 ans 10-19 ans 20-29 ans 30 ans et + Lieu de Montréal naissance Autres banlieues montréalaises Villages Petites villes (5-9.999 hab.) Villes moyennes (1.000-99.999 hab.) *Autres régions administratives que Montréal ou Montérégie *Autres provinces *Autres pays *Peut recouper les autres types de lieu.

MCMASTERVILLE 6 (12,2%) 15 (30,6) 11 (22,4) 9 (18,4) 7 (14,3) 7 (14,3) 8 (16,3) 6 (12,2) 14 (28,6) 3 (6,1) 12 (24,5) 13 (26,5) 1 1

SAINT-BASILE-LE-GRAND 1 (2,1%) 7 (8,3) 18 (37,5) 8 (16,7) 5 (10,4) 10 (20,8) 17 (35,4) 2 (4,2) 8 (16,7) 10 (20,8) 7 (8,3) 16 (33,3) 0 0

>> Tableau 2. Profil des répondants considérés compte tenu de leurs durées de résidence et lieu d’origine

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PRINCIPALES RAISONS MCMASTERVILLE

Cadre de vie aux traits spécifiques Mode de vie local spécifique Banlieue-type (accès propriété, quiétude, sécurité, milieu idéal, enfants) Faibles coûts (terrain, propriété, taxes) Proximité de Montréal Lieu de travail à proximité Rapprochement familial Legs testamentaire

(quantité absolue/%) 8 (16,3)

SAINT-BASILELE-GRAND 8 (16,7)

5 (10,2)

1 (2,1)

8 (16,3)

13 (27,1)

8 (16,3)

13 (27,1)

4 (8,2)

3 (6,3)

4 (8,2)

2 (4,2)

5 (10,2)

4 (8,3)

2 (4,1)

0

Hasard pur

3 (6,1)

2 (4,2)

Autres

1 (2,0)

2 (4,2)

>> Tableau 3. Les principales raisons évoquées quant au choix du lieu de résidence À McMasterville, si les répondants accordent un poids semblable à ces trois motifs, l’idéal de la banlieue ainsi que les faibles coûts arrivent loin devant les traits spécifiques du cadre de vie à SaintBasile-le-Grand. Une analyse comparée plus fine montre aussi des divergences et pose plusieurs questions. Ainsi, si l’écart entre ces deux municipalités n’est pas significatif pour les spécificités du cadre de vie, il n’est pas dit que ce choix soit motivé par une même perception, voire une même conception de cet idéal. De même, il est difficile de saisir ce qui se cache derrière les spécificités du mode de vie local: les résidants parlent-ils des traits fonciers de ce lieu ou des caractéristiques propres au mode de vie qui est à s’y implanter? Autrement dit, connaissent-ils les typicités locales? Les réponses fournies ne nous permettent pas vraiment de répondre à ce type de question. Le fait que plus de répondants aient choisi Saint-Basile-le-Grand comme banlieue-type pourrait toutefois confirmer la méconnaissance du processus de périurbanisation. On peut interpréter de la même façon le choix de l’une ou l’autre municipalité à partir des faibles coûts d’accès à la propriété. En ce qui concerne le choix un peu plus prononcé de résider à McMasterville en vertu de sa plus grande proximité de Montréal, les répondants mettent en évidence un accès plus aisé par l’autoroute car cette ville est plus distante de Montréal que Saint-Basile-leGrand. Ce choix serait ainsi attribuable à une perception plutôt qu’à une réalité objective. Pour les autres motifs possibles, leurs taux et leurs écarts sont peu ou pas significatifs, si ce n’est peutêtre pour le rapprochement du lieu de travail, deux fois plus fort à McMasterville même si y compte passablement moins d’emplois locaux qu’à Saint-Basile-le-Grand. Lorsqu’on reprend ces premières données et l’ordonnancement quantitatif qui en résulte à la lumière de la durée de résidence des personnes interviewées, diverses choses se précisent. Cette seconde lecture permet notamment de tenir compte de la hiérarchisation des raisons évoquées, plusieurs répondants en nommant plus d’une. Ainsi, de manière générale, les raisons apparaissent moins variées à Saint-Basilele-Grand. Un phénomène qui pourrait être attribuable à une épuration de ces diverses possibilités en vertu d’une plus longue expérience

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du lieu d’accueil et donc d’éventuelles appropriation et identification plus achevées ou du moins davantage amorcées. Nous en voulons pour preuve qu’aucuns 0-4 ans de Saint-Basile-le-Grand n’a justifié son choix de résidence en l’évoquant comme endroit idéal pour élever des enfants ou de la qualité de son cadre de vie, encore que ce sont là les motifs les plus invoqués par toutes les autres cohortes. À McMasterville, les raisons les plus évoquées sont plutôt celles qui ont respectivement à voir avec l’accès à la propriété et à son cadre de vie, puis ensuite l’idéal de la banlieue que ce lieu incarnerait, soit divers critères «préalables» à celui de la jeune famille, une périodisation dont témoignerait qu’aucun de ses résidents qui y réside depuis 20 ans et plus n’aie évoqué cette même qualité du cadre de vie. De façon plus détaillée pour chacun des groupes de durée de résidence, lorsqu’on rassemble les résultats pour ces deux municipalités, il ressort que pour les 0-4 ans, la proximité de Montréal importe également et l’idéal de banlieue-type est plus fort à McMasterville. Pour les 5-9 ans ce sont les faibles coûts qui présentent le plus d’intérêt, bien que suivent de manière plus marquée à Saint-Basile-le-Grand la banlieue-type et le cadre de vie spécifique, ce qui pourrait témoigner de l’amorce plus ancienne de leur appropriation et identification de ce lieu, attendu que ces deux motifs se recoupent de bien des façons. Pour les 10-19 ans et les 20-29 ans, c’est le cadre de vie qui est le plus important à McMasterville, ce qui tendrait à confirmer qu’une plus longue expérience du lieu aurait comme effet que le cadre incarnerait de plus en plus le mode de vie. Pour les 30 ans et plus, le rapprochement familial est enfin le principal motif pour ceux qui résident à McMasterville; pour les plus anciens habitants de Saint-Basile-le-Grand, c’est l’idéal de la banlieue-type qui est le plus nommé. En croisant les principales raisons évoquées avec le lieu d’origine des gens interviewés, ce sont là encore les faibles coûts qui prédominent, suivi des spécificités du cadre de vie. Si on reprend ce profil global par type de lieu d’origine, pour les gens provenant de l’une ou l’autre de ces municipalités et de petites villes, la raison la plus fréquemment avancée est celle du cadre de vie, que ce soit par conviction profonde, doublée d’une crainte de l’ailleurs ou de la nécessité du moindre coût, sinon par absence de choix compte tenu des coûts prohibitifs en d’autres lieux ou de responsabilités familiales. Pour les gens de Montréal, le motif le plus évoqué est le rapprochement familial. D’autres Montréalais ont dans une moindre mesure choisie l’attrait d’un cadre de vie meilleur. Pour les gens qui vivaient dans des banlieues environnantes ou des villes moyennes, les trois raisons les plus fréquentes sont l’attrait de la banlieuetype, de plus faibles coûts et la proximité de Montréal, soit autant de raisons très pragmatiques. Le cadre de vie et le travail sont enfin les plus déterminantes pour les gens provenant d’ailleurs. Cela dit, à McMasterville, le cadre de vie a été le plus évoqué, et ce surtout par les gens qui proviennent de ce lieu, de petites villes et d’autres régions administratives et dans une moindre mesure, du centreville de Montréal. Les faibles coûts sont ensuite surtout choisis par ceux qui habitaient auparavant des villes moyennes ou des banlieues avoisinantes, donc ceux qui étaient déjà bien sensibilisés au coût associé à vivre en pareil lieu. Suivent le lieu de travail surtout pour les gens venant des villages ou de contrées éloignées, et le rapprochement familial pour les répondants ayant vécu à Montréal. À Saint-Basile-le-Grand, les faibles coûts sont les plus déterminants et ce surtout pour les gens originaires des villages et villes moyennes puis, dans une moindre mesure, pour ceux de Montréal, des banlieues avoisinantes et des petites villes. La banlieue-type est

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moyennes. L’idéal du cadre de vie aux typicités foncières est lui plus recherché par des gens provenant de Montréal ou des villages, et est surtout sensible à Saint-Basile-le-Grand où celles-ci seraient soit plus présentes, soit plus valorisées. Un peu comme si cette municipalité avait su davantage préserver ou mettre en valeur des traits fonciers, (i) que ce soit temporellement suite à ses diverses expériences lors de ses phases plus lointaines de suburbanisation, (ii) ou encore spatialement parce que plus distante de la conurbation qui serait à se développer autour de Beloeil-Mont-St-Hilaire-Otterburn Park-McMasterville, et qui si elle correspondait davantage dans son ensemble régional à une périurbanisation type, procèderait pour y parvenir à la suburbanisation de McMasterville. Somme toute, pour cette première question de notre étude, l’idéal de la banlieue-type vaut d’abord et avant tout auprès des gens ayant déjà un peu d’expérience de la banlieue et toujours des enfants à la maison. L’idéal du cadre de vie importe lui surtout auprès des gens qui ne connaissent pas encore la banlieue, qui n’en ont plus besoin ou qui en sont désabusés. C’est dire que, parmi les diverses raisons évoquées pour résider à McMasterville ou Saint-Basile-le-Grand, ce serait d’abord et avant tout le mode de vie qui importerait et qui, de facto, surdéterminerait tant le choix que le devenir du lieu d’accueil choisi. Déménager ou rester? Afin de mieux comprendre la nature du sentiment d’appartenance qui lie nos répondants au lieu qu’ils ont choisi, nous leur avons demandé dans un deuxième temps s’ils désiraient y rester ou déménager et, si oui, quand et pourquoi. À lire les données du tableau 4, il ressort tout d’abord globalement que les gens interviewés désirent surtout y rester, attendu que ceux de McMasterville le souhaitent un peu plus. Soit un phénomène que nous attribuons, encore une fois, au fait que les habitants de Saint-Basile-le-Grand seraient davantage conscients des limites du modèle suburbain vis-à-vis des cycles de vie. Ce dont atteste tout particulièrement que c’est en cette dernière municipalité qu’on souhaite davantage déménager, ce que ce soit dans un court ou moyen horizon, alors que l’une

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MCMASTERVILLE

Rester ou déménager?

Il se dégage de ce qui précède que l’idéal suburbain [banlieue-type (enfants) et faibles coûts] prédomine comme principale raison pour résider à McMasterville ou à Saint-Basile-le-Grand lors des phases initiales de périurbanisation, comme en témoignent les gens interviewés dans les cohortes des 0-9 ans à McMasterville, puis des 10-19 ans à Saint-Basile-le-Grand. Pour toutes les autres durées de résidence, c’est le cadre de vie qui importe le plus, que ce soit parce qu’il réfère à un idéal ou mythe anté-suburbain plus spécifiquement périurbain (notable chez les 20-29 ans à McMasterville, puis chez les 30 ans et plus à Saint-Basile-le-Grand), ou parce que apparenté au modèle de banlieue-type (utopie) que les plus jeunes résidents interrogés n’ont pas encore expérimenté (sensible surtout à McMasterville). Cette ventilation tant temporelle qu’expérientielle doit être nuancée en fonction du lieu d’origine des individus interviewés. Il a ainsi été établi que l’idéal de la banlieue-type (que ce soit de manière expresse comme mode de vie ou lorsque confondue avec un cadre de vie idéalisé)�������������������������������������������������� importe davantage pour les gens provenant de banlieues similaires, qu’elles soient montréalaises ou de villes petites ou

des principales vertus prêtées à ces lieux arrivent à son terme (cadre de vie où avoir et élever des enfants).

Principales raisons évoquées

ensuite la plus évoquée, surtout chez les gens des villes petites et moyennes, de même que pour ceux provenant de Montréal et ce pour répondre dans les trois cas à un idéal longtemps recherché. Vient enfin le cadre de vie, là encore surtout chez des gens de Montréal mais aussi des villages qui, tous deux, désiraient respectivement un cadre bien et peu distinct.

Rester non Rester, ne sait pas Déménager d’ici 3-5 ans Déménager d’ici environ 10 ans Rester - confortquiétude Rester - fini les déménagements Déménager - autre cycle de vie (enfants partis), sans préciser où et comment Déménager - se rapprocher de Montréal Déménager - s’éloigner de Montréal (plus de quiétude) Déménager - plus grande résidence Déménager retraite, plus petite résidence Déménager retour au lieu origine Déménager autre banlieue

8 (16,3) 5 (10,2) 10 (20,4)

SAINT-BASILELE-GRAND 8 (16,7) 5 (10,4) 12 (25,0)

4 (8,2)

6 (12,5)

19

18

3

0

7

5

1

2

2

6

1

0

1

4

1

1

1

0

>> Tableau 4. Les principales raisons évoquées quant au choix de déménager ou pas En effet, lorsqu’on regarde plus attentivement les raisons évoquées pour y rester ou éventuellement déménager, ce sont bel et bien les besoins et désirs associés aux divers cycles de vie qui semblent moduler au premier chef leur réponse. Ainsi, dans les deux cas, ceux qui souhaitent rester le désirent surtout car le lieu qu’ils ont choisi leur semble on ne peut plus accueillant et confortable, notamment en ceci que leur cadre de vie, résidence, quartier ou ville est enfin devenu tel qu’il le voulait, ce en vertu d’une appropriation et d’une identification qu’on peut présumer plus accomplies. Pour quelques répondants de McMasterville, et sans doute en lien avec un déplacement plus récent, c’est parce qu’ils ne veulent plus jamais déménager. Pour ceux qui souhaitent déménager, on note davantage de différence entre les deux municipalités. Si cet écart est toujours principalement associé aux cycles de vie (enfants qui ont quitté la maison, désir d’une résidence plus petite à l’approche de la retraite, sinon d’une résidence plus grande alors que la famille s’agrandit), il est encore attribuable à une trop grande proximité pour plusieurs vis-à-vis d’une métropole qui n’aurait de cesse de s’étendre et d’altérer ces mêmes calme et confort recherchés. Soit une «oppression» davantage ressentie à Saint-Basile-le-Grand qu’à McMasterville, en concordance avec le désir plus largement exprimé à la section précédente des gens de cette dernière ville de demeurer à proximité de Montréal, sinon d’y avoir facilement accès. Lorsqu’on reprend ce second profil à la lumière du nombre d’années de résidence, non seulement le lien avec les cycles de vie ressort toujours fortement, mais encore l’asynchronie entre ces deux municipalités dans leur processus respectif de périurbanisation. C’est

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ainsi que les gens qui désirent rester sont dans les deux cas très majoritairement ceux qui y demeurent depuis plus de 20 années et qui s’y sentent bien. Ceux qui souhaitent les quitter le feront eux en corrélation avec le départ projeté des enfants, soit dans 5-9 ans à Saint-Basile-le-Grand, puis dans 10-19 ans à McMasterville. Ceux qui veulent rester à McMasterville sont pour la plupart des gens du crû ou encore qui proviennent de lieux lointains, soit des gens pour qui l’appropriation et l’identification allaient de soi ou qui n’ont pas connu d’équivalent. A contrario, à Saint-Basile-le-Grand, cette volonté est valable pour les individus originaires de Montréal ou de villes moyennes distantes et qui, souhaitant une véritable différence de milieu et mode de vie, s’y sont attachés. Ceux qui désirent éventuellement déménager sont, dans les deux cas, des personnes provenant de Montréal ou des environs, et qui, ayant une connaissance plus fine de la région et de la mosaïque de ses lieux, seraient davantage mobiles et se sont moins attachés à ce lieu qui n’était qu’un lieu d’étape, choisi davantage en fonction de ses avantages pratiques (coût, proximité, etc.) que de ses traits fonciers. Autrement dit, les répondants les plus urbains ou les plus intéressés par le mode de vie suburbain et les plus jeunes résidents sont les plus enclins à déménager car leur importe peu le cadre de vie, c’est-à-dire ses typicités locales. Les répondants les moins urbains —ce qui ne veut pas dire les moins urbanisés— ou les plus désabusés quant à la grande ville ou la banlieue-type et les plus vieux résidents souhaitent eux rester, soit ceux pour qui un mode de vie tout autre est recherché, attendu que cela n’est pour eux possible que dans un autre cadre de vie. Le recoupement des variables «durée de résidence» et «lieu d’origine» illustre, somme toute, que McMasterville est plus suburbain que périurbain,������������������ et donc plus proche de la banlieue-type, que ce soit en vertu d’un processus de périurbanisation inachevé ou travesti. Saint-Basile-le-Grand est lui plus spécifiquement périurbain, ce en vertu de la mise en valeur de typicités propres au lieu (patrimoine, ruralité) qui ont été préservées ou parce que plus assidûment revendiquées. Est-ce toutefois attribuable à un processus plus «pur» dès son amorce à l’aube des années 1990 ou parce que sa phase initiale, apparentée à de la suburbanisation, est terminée? Et ce qui est dit «mis en valeur ou revendiqué» émane-t-il effectivement du patrimoine de Saint-Basile-le-Grand comme petite ville ou de sa ruralité, ou cela est-il le fruit de l’imagination de ses «nouveaux» habitants?

IV. DISCUSSION L’interprétation croisée des modalités et finalités associées aux appropriation et identification territoriales qui furent dégagées à la section précédente quant au choix de résider à McMasterville ou à Saint-Basile-le-Grand, puis d’y demeurer ou pas, et ce, selon la durée de résidence de leurs habitants respectifs interviewés et leur lieu d’origine, nous permet de mieux comprendre si nous sommes en présence d’un processus de périurbanisation et la nature du sentiment d’appartenance qu’il peut animer et signifier. Il appert tout d’abord que selon (i) la nature ou la présence des traits originaux du lieu d’accueil, (ii) et selon le nombre d’années écoulées depuis l’amorce de cette projection ou implantation périurbaine, la périurbanisation prêtée à McMasterville et Saint-Basile-leGrand n’est ni du même type ni au même niveau d’achèvement. Les transformations urbaines opérées à Saint-Basile-le-Grand sont ainsi, selon les résidents interrogés, davantage typiques à ce qu’est par définition le processus de périurbanisation tel que défini aupa-

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ravant. Nous en voulons pour preuve qu’ils sont les plus nombreux à vouloir y rester (ce alors même que son cadre de vie ne correspond plus à la banlieue-type, cette dernière ayant notamment une esthétique sans cesse revampée), soit autant d’aspects qui reprennent par ailleurs pour partie certaines des dimensions prêtées au mode d’habiter périurbain-type (cycles de vie et vivre-ensemble dans son volet construction/reconstruction). Ce «respect» ou souhait est tout particulièrement sensible avec la réinvention qu’on chercherait à y opérer d’une forme d’ancrage local où divers aspects des milieu et mode de vie originaires sont valorisés, qu’il s’agisse d’éléments de leur patrimoine matériel ou immatériel, notamment en termes d’activités ou d’événements sinon de paysages (Dodier, Cailly, Gasnier, & Madoré, 2012). Ceci dit, pour plus franc que soit son processus de périurbanisation, ces aspérités des milieu et mode de vie locaux de Saint-Basile-le-Grand ne sont reconnues ou recherchées que depuis la fin de sa phase «antérieure» de suburbanisation (encore que certains relents de celle-ci demeurent avec la toute récente réalisation (2013-2014) du quartier Trinité dont le slogan «Vivre entre ville et montagne4», c’est-à-dire entre Montréal et le mont StBruno, illustre bien l’a-territorialité inhérente à toute suburbanisation puisque rien du lieu comme tel n’est valorisé). Une fin qui peut être synonyme de l’achèvement d’un stade «initial» de périurbanisation mais qui, au fil des ans, se serait avéré sans véritable autonomie, ruralité ou hétérogénéité puisqu’en rupture avec le lieu d’accueil, et qui se serait éteint de lui-même lorsque parvenu au terme de ce qu’il pouvait devenir comme banlieue-type sans de nouveaux influx démographiques, économiques ou institutionnels. Cette fin peut aussi être synonyme de la prise de conscience par ses habitants que pareil processus initial, bien que dit de périurbanisation, correspondait plutôt et uniquement à une suburbanisation orchestrée par et pour la métropole qui, homogénéisatrice et reproductive, allait à l’encontre de ce qu’ils souhaitaient vraiment, c’est-à-dire des cadre et mode de vie distincts. S’ils pouvaient au départ voir d’un très bon œil cette expansion, notamment en termes de retombées économiques et d’amélioration des services, ils ont ensuite compris, souvent grâce aux nouveaux arrivants, que leur bien-être était conditionnel non pas à la conversion de leur lieu en une autre banlieue anonyme, mais à un milieu de vie qui leur soit propre et auquel s’identifier. Dans un cas comme dans l’autre, nous assistons à Saint-Basile-leGrand à une périurbanisation à rebours, son développement, si ce n’est son affirmation misant dorénavant plus sur un milieu de vie qui saurait demeurer authentique ou que l’on voudrait à nouveau unique. Et où donc, après s’être lassé ou dissocié de l’idéal suburbain (années 1990), on redécouvre ou cherche depuis à mettre en valeur le genius loci de ce lieu. Des redécouverte ou mise en valeur qui procèdent plus d’une réinvention que d’une simple résurgence car ce qui y est désiré ne s’apparente ni à l’urbanité montréalaise, ni à la banlieue-type, pas plus qu’à la ruralité ou à la petite ville antérieures qu’elle put être, mais bien à une construction identitaire afférente au processus d’hybridation de ses référentiels que suscite sa périurbanisation. Reste à savoir si, compte tenu des poussées qu’y exerce Montréal depuis plus de 40 ans, cette municipalité pourra maintenir (ou atteindre) pareil distinguo. Ce qui pourrait être possible s’il s’agissait d’une stratégie arrêtée et concertée. Or nous en doutons au moment présent en l’absence (i) d’une prise de conscience partagée et structurée de cette possibilité, puis (ii) d’une compréhension plus fine et d’une gestion concertée de ses fondements géosymboliques.

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Les transformations urbaines que connaît McMasterville sont-elles davantage conformes à une suburbanisation qu’à une périurbanisation type. En effet, malgré son plus grand éloignement de la ville-centre qui devrait en faciliter la distinction, si ce n’est la résistance, on y reproduit (et désire) davantage en son sein un milieu et un mode de vie fidèles aux archétypes de la banlieue et à ses attentes esthétiques les plus récentes ou courues. Reprenant et déclinant sur son territoire les nouveaux rôles des pôles périphériques des villes (Dodier et al., 2012), dont trois dimensions associées nominalement au mode d’habiter périurbain-type (coût du logement, cycles de vie et vivre-ensemble, cette fois dans son volet «clubbisation») qui nous apparaissent au final plutôt étrangères à un véritable processus de périurbanisation, le McMasterville qui est à se réaliser s’avère ainsi, tel un lieu de substitution, de plus en plus distant des typicités intrinsèques de son lieu d’accueil.

autre nature, au moins depuis le début des années 2000, puisque davantage caractéristique à une greffe en un milieu déjà signifié et signifiant et reconnu comme tel, porteur disions-nous, d’un imaginaire socio-territorial «inné» et d’une territorialité spécifique antécédente, et au sein duquel serait à se construire une nouvelle forme d’urbanité, ce en vertu d’une hybridation des mode et milieu de vie nominaux ou souhaités de ses «nouveaux» habitants avec certains traits fonciers des cadre et culture d’accueil. Animée par une fonction symbolique embryonnaire afférente à la re-territorialisation des référentiels anciens et nouveaux qui y a cours, Saint-Basile-le-Grand s’apparente ainsi actuellement à un entre-lieu, c’est-à-dire à un lieu de socialité et éventuellement d’identité en phase de ré-appropriation et de ré-identification par ses habitants.

Qui plus est, il n’est pas certain que McMasterville connaîtra une évolution similaire à Saint-Basile-le-Grand en termes de territorialité, et donc si elle arrivera à passer d’un processus de dé- ou a-territorialisation à un autre de re-territorialisation, car nous ne pouvons avancer qu’il y a vraiment eu un anté à cet effet, McMasterville n’ayant jamais été une petite ville «autonome» tel que l’entend la périurbanisation en termes d’activités. C’est dire que le sentiment d’appartenance qui y prévaut ou qui peut s’y dessiner pourrait plus difficilement s’ancrer dans une pratique territoriale locale. Évidem-

Si un mode d’habiter périurbain spécifique existe bel et bien, celuici n’a pas pu être ici clairement dégagé. L’une des raisons en est, que dans les deux villes observées, le territoire est (i) soit traité comme un pur objet (McMasterville), c’est-à-dire une chose en soi, un support indifférencié car sans unité matérielle et indépendant du sens qu’on lui prête, (ii) soit pas encore suffisamment considéré comme un sujet à part entière (Saint-Basile-le-Grand), c’est-à-dire une entité pour soi, géographiquement distincte dans la mesure où ses traits intérieurs en font un être unique, doté de sa propre identité (Bédard, soumis), et que peuvent traduire des formes et fonctions uniques et hétérogènes, mi-urbaines, mi-rurales.

ment, si la métropole montréalaise continue à polariser un espace sans cesse plus distendu, peut-être y aura-t-il là encore transfert et glissement ou projection vers une nouvelle périphérie de cette même soif de banlieue. Ce qui, à terme, pourrait inciter les résidents de McMasterville à déménager si seul ce mode de vie leur importe, sinon à rechercher là aussi les typicités foncières du lieu d’accueil, et peut-être même à en créer de toutes pièces (n’estce pas ce qui a été fait pour les Vieux-Montréal et Vieux-Québec lorsque le Québec cherchait à se doter de lieux fondateurs lors des années 1970?) si peu ou pas investi de sens sur le temps long. Autrement dit, et alors qu’on se demande fréquemment si le périurbain correspond à une forme d’espace intermédiaire ou à une nouvelle forme d’urbanité, à la lecture de notre enquête, il n’y a pas de réponse simple. C’est que le processus de périurbanisation s’avère on ne peut plus complexe et dynamique compte tenu de son interprétation, variable selon les acteurs, les enjeux et les époques, et de son application, évolutive dans le temps et dans l’espace comme en témoignent les modalités d’appropriation et finalités d’identification à l’œuvre dans les deux municipalités de l’espace périurbain montréalais ici étudiées. Le processus de périurbanisation ne nous apparaît pas être au final la simple projection en un territoire vierge distant de l’urbanité d’une ville-centre qui s’y implante en vertu de fonctions et de paysages modulés par son imaginaire, sinon son contre-imaginaire, et qui en ferait un espace miroir où elle peut «déborder» et devenir, égale à elle-même.

CONCLUSION

De fait, nous ne pouvons assurément établir au terme de cette réflexion si le périurbain montréalais témoigne de l’avènement d’une nouvelle forme d’urbanité (Ascher, 2003), d’un tiers espace (Vanier, 2003), ou s’il n’est qu’une autre manifestation de la ville (Lévy, 2003) car on retrouve ici tous ces cas de figure, ce parfois au sein d’un même lieu selon les époques ou les attentes des uns et des autres. Tout ce qu’on peut dire est que, contrairement aux urbain et rural types, le périurbain montréalais, tel qu’incarné par McMasterville et Saint-Basile-le-Grand, possède ou, plus précisément, peut posséder son propre imaginaire (Hubbard, 2006; Vaughan et al., 2009). Un imaginaire qui n’est toutefois pas nécessairement rurbain car son développement peut fort bien émaner de la transformation d’une petite ville peu ou pas rurale avant cette récente urbanisation. Une transformation qui est toujours à l’œuvre, que ce soit dans sa première mouture suburbanisante ou selon de nouvelles modalités et finalités plus périurbanisantes, tant et si bien qu’il nous est difficile de statuer sur les fonctions symboliques et vocations socio-territoriales qui demain structureront le sentiment d’appartenance de leurs habitants, et donc sur la capacité —ou la volonté— des résidents et gestionnaires de ces deux municipalités à prêter à leur milieu de vie les fonctions mnémonique et heuristique nécessaires à en faire simultanément des lieux de fierté, de socialité et d’identité (Bédard, 2002; Bédard et Breux, 2011).

La projection afférente à ce processus s’apparente, dans le cas de McMasterville, plus à une conception a-territoriale pour la majorité de ses résidents interrogés, et donc à une démarche a- ou dé-territorilisante en vertu de cadre et mode de vie propres à la banlieue-type et partout identiques. Animé par une fonction symbolique idéologique reconduisant en tout lieu son propre idéal d’exemplarité ou de fierté arrêté à une toute autre échelle, l’actuel processus d’urbanisation que connaît McMasterville ne peut donc que générer un non-lieu5, indifférent aux spécificités dudit lieu. À Saint-Basile-le-Grand, cette projection est, selon la plupart de ses résidents interviewés, d’une

Une autre raison peut être que nos questions quant aux motivations et souhaits des résidents interviewés n’ont pas été assez précises, c’est-à-dire capables de suffisamment faire ressortir les spécificités rapportées ou foncières que les uns et les autres prêtent à ces lieux en profonde mutation, sinon aux idéaux qui l’impulsent. Il est encore possible que cela soit attribuable à un échantillon qui ne serait pas suffisamment représentatif. Peut-être aurait-il été souhaitable que notre échantillon reprenne plus fidèlement le profil sociodémographique de ces deux municipalités, ce tout spécialement vis-à-vis les revenus et professions de leurs résidents, puis qu’il considère éga-

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lement leurs moyens de transports, soit autant de facteurs qui nous sont apparus potentiellement déterminants à l’analyse. Si on peut d’autre part évoquer que nous serions encore trop au cœur de processus toujours à l’œuvre pour arriver à dégager quelques éléments structurants, n’est-il pas aussi possible que cela soit attribuable au fait que la nature de l’espace accueillant le lieu de résidence joue finalement un rôle secondaire dans l’adoption d’un mode d’habiter (Dodier et al., 2012:194)? Un rôle secondaire dans la mesure où le sens que ses «nouveaux» habitants associent à leur lieu de résidence, mieux l’intellection et l’aménagement qu’ils en font, demeurerait largement surdéterminé par la vision qu’en auraient les grands acteurs politiques et économiques? Un rôle secondaire encore car trop peu de ses résidents, politiques ou investisseurs, seraient fortement attachés ou intéressés au milieu et mode de vie qui animaient et signifiaient originellement et essentiellement ces lieux? Si nous ne doutons pas qu’un grand nombre négligent la charge de sens et le rôle tant identitaire que référentiel des lieux et de nos manières de les habiter, nous demeurons convaincus, au même titre qu’un grand nombre de nos interviewés qui souvent en prenaient conscience au moment où on les interrogeait à cet effet, que ces typicités, même si hybridées, et donc réinventées, sont seules garantes de l’authenticité de ces lieux et de notre condition habitante et, postulons-nous, de la rétention de leurs habitants, mieux de l’attraction de ceux et celles qui, de plus en plus nombreux, chercheraient autre chose que du prêtà-habiter dont serait évacuée toute géographicité, si ce n’est toute territorialité. Ne sont-elles pas seules garantes d’un mieux-être?

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1

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2

Ce texte ne présente qu’une partie de la recherche réalisée, Les élus, grands promoteurs économiques, associations locales et institutions gouvernementales locales (mairies), régionales (MRC, CLD, etc.), provinciales (MAMROT et cie) puis fédérales ont aussi été considérées afin de dégager, auprès de tous les acteurs concernés, l’ensemble des tenants et aboutissants que pose cette problématique. Compte tenu de l’ampleur que représente toutefois le rendu de semblable exercice, il fera l’objet d’un autre article.

3

Les locataires n’ont pas été considérés car présumés moins attachés à leur lieu de résidence. Ce postulat est certes quelque peu bancal, surtout en milieu urbain où l’offre de maisons est fort limitée, mais il nous a permis à tout le moins de cibler des individus présumés davantage réfléchis dans leur choix compte tenu de l’investissement économique que toute propriété implique, mais encore présumés plus sujet à y demeurer longtemps et, dès lors, de développer un sentiment d’appartenance plus affirmé, si ce n’est plus étoffé.

4

Pour plus d’informations, voir l’article de Marie-Hélène Alarie (2013) «Quartier Trinité, Vivre entre ville et Montagne, Le Devoir, édition du 05 octobre 2013. Cahier spécial Habitation. En ligne: http://www.ledevoir.com/art-de-vivre/habitation/388970/vivre-entre-ville-et-montagne. Page consultée le 1er avril 2014.

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5 ������������������������������������������������������������� Pour en connaitre davantage sur les diverses fonctions symboliques et vocations socio-territoriales qui peuvent être prêtées à un lieu et, de là, sur les divers types de lieu, voir par exemple (Bédard, 2002; Bédard & Breux, 2011).

§

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Prácticas de reapropiación de espacios comunitarios en el Cerro Cordillera. Un análisis etnográfico del Taller de Acción Comunitaria (TAC), la Población Obrera de la Unión y el Espacio Santa Ana, Valparaíso, Chile MAXIMILIANO SOTO >> Centro de Desarrollo Urbano Sustentable – CEDEUS, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, Chile. msotm@uc.cl

NAHUEL QUIROGA CORVALÁN >> Escuela de Arquitectura, Universidad Central, Santiago, Chile. nahuelquiroga@alumni.nd.edu

MARCELO GONZÁLEZ CISTERNAS >> Comisión de Estudios del Espacio Santa Ana, Valparaíso, Chile. espaciosantaana@gmail.com Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Prácticas de reapropiación de espacios comunitarios en el Cerro Cordillera. Un análisis etnográfico del Taller de Acción Comunitaria (TAC), la Población Obrera de la Unión y el Espacio Santa Ana, Valparaíso, Chile Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 52 a 62 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RESUMEN El presente artículo es el resultado de un análisis cualitativo de tipo etnográfico realizado en tres espacios del Cerro Cordillera, de Valparaíso, que se enmarcan dentro de prácticas de reapropiación socio-culturales registradas desde comienzo de la década de 1990: a. el Taller de Acción Comunitaria (TAC), b. la Población Obrera de La Unión y c. el Espacio Santa Ana. Tres espacios que reúnen experiencias diversas en lo individual, colectivo y comunitario —a modo de entornos de interacción—, haciendo visibles dinámicas intersubjetivas que adquieren una cierta singularidad al interior de éste cerro. Entornos donde los sujetos establecen rutinas que conforman su cotidianeidad, dentro de un proceso de construcción de un Nosotros cultural como unidad de sentido interaccional. PALABRAS CLAVE etnografías urbanas, reapropiaciones, espacios comunitarios, Cerro Cordillera, Valparaíso

Reappropriation of community spaces practices in Cordillera Hill. An ethnographic analysis of the Community Action Workshop, Workers Village in La Unión and Espacio Santa Ana, Valparaíso, Chile ABSTRACT This article is the result of a qualitative ethnographic analysis conducted in three areas of the hill “Cerro Cordillera”, in Valparaíso, Chile: a. Action Workshop Community (TAC), b. Población Unión Obrera collective housing project, and c. Espacio Santa Ana. Three spaces that bring together diverse experiences in the individual, group and community —as an interaction environments— making visible intersubjective dynamics that acquire a certain uniqueness within this hill. Environments where subjects establish routines that make up their everyday lives, in a process of building a culturally and Us unit interactional sense. KEYWORDS urban ethnographies, re - appropriations, community spaces, Cerro Cordillera, Valparaíso

Pratiques de re-appropriation d’espaces communautaires dans la Colline Cordillera. Une analyse ethnographique de l’Atelier d’Action Communautaire (TAC), la Población Obrera de l’Union et l’Espace Santa Ana, Valparaiso, Chili RÉSUMÉ Le présent article est le résultat d’une anlyse qualitative de type etnographique appliquée sur trois endroits du Cerro Cordillera, à Valparaíso, dans le cadre d’un processus de pratiques socio-culturelles de réappropiations. Des pratiques qui ont été enregistres dès le début des années 1990: a. l’Atelier d’Action Communautaire (TAC),

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b. la Población Obrera de la Unión y c. le Espacio Santa Ana. Trois espaces qui gardent des experiences divers entre l’individuel, le collectif et le communutaire —en tant qu’environnement d’interaction—, en mettant en lumière dynamiques intersubjectives qui devienent singulières à l’intérieur de la colline. Des environnements dont les sujets établissent des routines, qui donnent forme à leurs quotidiannéite, autour d’un processus de construction d’un Nous culturel, en tant qu’unité de sens interactionnelle. MOTS CLÉS etnographies urbaines, reappropiations, espaces communutaires, Cerro Cordillera, Valparaíso

INTRODUCCIÓN L’espace urbain est le produit sédimenté d’intentionnalités multiples, concurrentes ou successives, qu’il est de l’histoire accumulée et réinterprétée (Grafmeyer, 1999:157). Al interior de un espacio natural como es el caso de los cerros y quebradas de Valparaíso se pueden observar diferentes prácticas de apropiación que dejan huellas que se inscriben y que transforman dicho espacio en un territorio una vez que dichas prácticas adquieren la dimensión de formas sociales (Simmel, 1996), estructurándose desde lo individual y comunitario1. Territorialidades que responden también a ciclos de continuidad cuando los procesos sociales contextuales alteran las apropiaciones y las rutinizaciones que se ejercen, dando origen a desapropiaciones o desvalorizaciones que producen abandonos, por ejemplo, de inmuebles y de espacios de uso público, pero también desarticulaciones del tejido social, en el caso de sindicatos y/o asociaciones. Todo un proceso que desvaloriza el territorio pero que dependiendo de las dinámicas producidas por los actores que habitan el lugar, pueden volver a revalorizarse activando reapropiaciones en función de nuevas prácticas de identificación y reconocimiento de un territorio compartido. Las diferentes prácticas de reapropiación, que producen territorio y que constituyen a la vez diferentes formas de conocimiento y de experticia, constituyen todo un campo de estudio que, desde un análisis de las intersubjetividades, permite una aproximación entre los estudios culturales y los estudios urbanos (Lindón, 2007). Una problemática de estudio que se puede observar e identificar en un espacio definido como lo es el Cerro Cordillera, en Valparaíso, responden a la presencia-acción de diferentes actores (públicos, privados, técnicos, habitantes, etc.). Todo un tejido relacional e interaccional que responde a posiciones, experiencias, valores e intereses diversos; donde las interacciones sociales dan origen a lo que denominamos “comunidad de actores” (Reynaud, 1989), las cuales son atravesadas por tensiones y conflictos, pues los actores no poseen los mismos intereses y valores, y tampoco comparten las mismas definiciones de sus prácticas. Un terreno que ha sido abordado a través de un método etnográfico, apoyándose en registros fotográficos y en notas de campo2; donde prevalece el modo predominante de la moderna autoridad del trabajo de campo, “Estás allí… porque yo estuve allí” (Clifford, 1995:40). Un método cualitativo que nos ayudará a elaborar una primera tipología de diferentes niveles de conciencia y de valorización de tres entornos de interacción: el Taller de Acción Comunitaria (TAC), la Población Obrera de La Unión y el Espacio Santa Ana. Las etnografías registrarán recorridos al interior y exterior de estos lugares, identificando unidades de sentido asociadas a usos, prácticas y representaciones en la reapropiación de los mismos. Hemos estructurado este artículo en tres partes. Una primera para explicar los entornos de interacción en función de niveles de conciencia y de reconocimiento (sección I). Enseguida una revisión socio-histórica de la ciudad de Valparaíso en general y del Cerro

Prácticas de reapropiación de espacios comunitarios en el Cerro Cordillera. Un análisis etnográfico del Taller de Acción Comunitaria (TAC), la Población Obrera de la Unión y el Espacio Santa Ana, Valparaíso, Chile > Maximiliano Soto, Nahuel Quiroga, Marcelo González

Cordillera en particular (sección II); para finalizar con un análisis de las prácticas de reapropiación que se han observado e identificado en los tres espacios de interacción señalados (sección III).

I. LOS ENTORNOS DE INTERACCIÓN COMO PRODUCTORES DE INTERSUBJETIVIDADES: ENTRE TRANSACCIONES Y REGULACIONES SOCIALES En un principio hemos privilegiado un análisis sociológico. La elección de un análisis comparativo profundo ha implicado una apertura hacia la antropología y la historia social. Así hemos pasado a una aproximación socio-antropológica para integrar los particularismos (cross cultural) y una aproximación societal con el fin de establecer principios generales que expliquen los procesos de reapropiación desde su patrimonio inmaterial, en función de una comprensión de prácticas de reapropiación de entornos de interacción. El eje central es socio-antropológico y se desarrolla a partir de una relación entre la forma material de la vida social y sus formas simbólicas, sus representaciones y usos, y significados del espacio habitado. Los entornos de interacción se conforman desde los diferentes lugares en que los sujetos establecen las rutinas que estructuran su vida cotidiana. La significación de éstos entornos se asocia a la construcción del “sentido común”, el cual es descrito de acuerdo a lo que en el lenguaje de la fenomenología social se denomina mundo de vida (Schutz, 1972). Es éste concepto el que nos permite abordar el TAC, la Población Obrera de La Unión y el Espacio Santa Ana como formas urbanas/culturales (sistema simbólico de representación) y como formas urbanas/políticas (sistema de transacción y de producción social). Dos formas de análisis que se complementan, ayudando a avanzar en el análisis de lo barrial entendido en función de segregaciones y agregaciones: El barrio es —en estos términos— un indicador de la segregación en el uso del espacio urbano de determinados sectores sociales y, en consecuencia, lo que se distingue como parte de un todo (Gravano, 2005:13). Desde esta mirada del Cerro Cordillera podría estar conformado por varios barrios obreros que responden a una producción social, económica y simbólica específica. Para otros sujetos pueden ser espacios de ejercicio del poder, espacios controlados, en los cuales a través de la relación sujeto-territorio se recomponen identidades (Lindón, 2007:12). Sin embargo esta noción del espacio no da cuenta de las prácticas de apropiación que ejercen los individuos, sino que más bien de la posición que ocupan, apelando a integrar otros conceptos operatorios como territorio y territorialidad para ir develando los procesos que se articulan en la construcción de un Nosotros cultural. Dans la mesure où la ville est un espace partagé, elle est un milieu de vie qui amène tout un chacun à “composer” avec autrui, et peut-être, du coup, avec soi-même (…) Les rapports de coopération, de concurrence ou de conflit différent selon la nature de ces enjeux: propriété du sol ou du bâti, appropriation matérielle ou symbolique des territoires urbains, protection de l’intimité domestique ou

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de l’entre-soi social, accès aux services collectifs ou aux espaces publics (Grafmeyer, 1999:159). En las prácticas de inscripción territorial el actor social se define por una tensión entre lo individual y lo colectivo, siguiendo dos ejes opuestos: subjetividad/intersubjetividad y reconocimiento/desconocimiento, o conocimiento deformado. El esquema 1 ilustra estas oposiciones: de un lado la conciencia subjetiva e intersubjetiva, que se explica por una tensión entre identidad y alteridad; de otro lado, el reconocimiento y desconocimiento del patrimonio inmaterial, que se explica por una tensión entre lo desconocido individual y lo conocido socialmente. RECONOCIMIENTO Conocido/ individual

Coexistencia Parejas de tensión en una práctica de apropiación

Las reglas del juego (Compromiso y cooperación)

Expropiación

Intersubjetivo

Desconocido/ individual

Cohabitación

Expulsión Conocido/ colectivo

Subjetivo

en la regulación de la recuperación de una quebrada, se pueden identificar parejas de tensión que se oponen entre la dimensión material del espacio natural y la inmaterialidad que permanece en las representaciones sociales de los diversos usuarios/usos que le son asociados (Ver Esquema 2).

Antigüedad/modernidad

Desconocido/ colectivo

Experticia erudita/ experticia profana

DESCONOCIMIENTO >> Esquema 1. Niveles de conciencia en los entornos de interacción y en las prácticas de reapropiación Los niveles de conciencia en el conocimiento de lugares, ya sean entornos de interacción o espacios identitarios, producen una tensión (Ver Esquema 1.) entre la conciencia subjetiva e individual de un lado, y la conciencia intersubjetiva y colectiva, de otro lado. El reconocimiento es definido como la extensión de la conciencia individual3. Existen desfases entre el reconocimiento de una vieja construcción por los expertos que estudian el inmueble para declararlo histórico y, por otro lado, el reconocimiento de su valor por el individuo que lo habita. Se pueden identificar dos tipos de reconocimiento entre la experticia erudita y la experticia profana, donde los elementos que el arquitecto reconoce y valoriza no son los mismos que los que pueden ser reconocidos y revalorizados por los residentes y/o habitantes. Este paso o extensión permite la construcción del individuo como actor, miembro de una “comunidad patrimonial”. Una comunidad que reagrupa a aquellos que están de acuerdo con la defensa de un bien patrimonial, pese a tener manifiestas oposiciones, constituyendo un conjunto de regulaciones conjuntas puntuales (Reynaud, 1979). Una dinámica social que se puede visualizar en el caso de los ascensores de Valparaíso que son monumentos históricos pero también medios de transporte necesarios para aquellos que habitan en los cerros, o por lo menos en la primera cota de éstos (Soto, 2014b). Se puede abordar, por ejemplo, la puesta en valor de un inmueble a partir de representaciones y discursos de actores sociales: el agente de turismo, el urbanista, el político, el conservador de museos, el agente inmobiliario, etc. Un proceso que requiere una regulación conjunta para llegar a un compromiso resultante de reglas aceptadas por la multiplicidad de actores, constituyendo un conjunto razonablemente coherente (Reynaud, 1979). El concepto de regulación conjunta puede responder a diferentes niveles de decisión: la junta de vecinos, el municipio, la asociación de copropietarios de la Población de la Unión Obrera o el TAC. La regulación conjunta se sitúa entre la decisión individual y la regla colectiva, cuando las oposiciones de los actores sociales estructuran las parejas de tensiones, como si fuera un juego colectivo. Por ejemplo,

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Materialidad/ inmaterialidad

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>> Esquema 2. Visión parcial del origen de las reglas en la regulación de una práctica de apropiación La reapropiación de entornos de interacción de valor identitario, tiene un impacto económico, ligado a los modos de vida de los nuevos habitantes con una mayor capacidad de consumo y nuevas formas de interacción social entre transacciones y regulaciones sociales en la búsqueda de compromisos prácticos. En este contexto, las transacciones sociales y las regulaciones conjuntas no piensan en un contrato social definitivo, pues la renegociación es permanente. Estas dos vertientes teóricas se focalizan en el compromiso práctico para llegar a acuerdos en situaciones conflictuales. La regulación conjunta prefiere hablar de solución, pese a que el concepto de compromiso está presente como acuerdo provisorio. Por el contrario la transacción social aborda el compromiso práctico como una de las nociones centrales dando un espacio al disenso. La estructura de la teoría sociológica, los paradigmas de la transacción social (Remy et al., 1991 [1978]) y la regulación conjunta (Reynaud, 1989) permiten abordar una nueva mirada sobre las formas sociales emergentes en el contexto de la puesta en valor de bienes patrimoniales, como es el caso del TAC o del Espacio Santa Ana, que generalmente van acompañados de conflictos de reapropiación y de interpretación de valores culturales. El conflicto interviene en la revalorización: entre la materialidad y la inmaterialidad, que están presentes al interior del discurso y de las representaciones de sitios. Esta tensión se articula con dispositivos que funcionan como reguladores y productores de vínculos sociales, donde la presencia de conflictos contribuye en la producción de nuevas formas sociales. Elaborar compromisos prácticos para resolver conflictos, que ligan estrictamente el uso y el valor, es el resultado de transacciones, negociaciones y regulaciones. El análisis de las relaciones sociales, y sobre todo de prácticas de reapropiación en un contexto de revalorización, comienza por una conexión entre la forma urbana y la forma social. Una nueva configuración se produce en los procesos transaccionales de apropiaciones, desapropiaciones y reapropiaciones. De esta manera las transacciones sociales integran el reconocimiento de los habitantes y de sus espacios, pues ellas analizan la relación social en el ejercicio cotidiano, a la vez como inductor y como inductivo en la

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producción del territorio (Remy, 1992:89); donde los habitantes, en un sentido amplio, articulan sus experiencias contenidas desde una apropiación ya inscrita en el territorio, y nuevas prácticas en función de miradas y recorridos nuevos sobre el territorio reapropiado y, a la vez, resimbolizado.

II. UNA REVISIÓN SOCIO-HISTÓRICA DE VALPARAÍSO Y DEL CERRO CORDILLERA Valparaíso es conocido como el principal puerto de Chile, un puerto mítico donde cohabita el plan y los cerros. Para algunos es la ciudad de los cuarenta y cuatros cerros (Sáez, 2001). Una ciudadPuerto que es testimonio del desarrollo industrial y comercial de una época, que configura un tejido socio-urbano que responde a asentamientos particulares posibles de distinguir, por ejemplo, en el Cerro Cordillera. Un proceso que significó apropiaciones de quebradas y de terrenos en alturas para muchos campesinos que venían del valle central buscando nuevas oportunidades laborales y que estaban acostumbrados a vivir en terrenos llanos. Los cerros con sus quebradas y hondonadas que los separan conforman límites al habitar, a las urbanizaciones. La complejidad consiste en imaginar que los cerros fueron islas que iban a la deriva por los mares hasta venir a encallar en Valparaíso (Cruz, 2003:218). Una vez finalizado el proceso de independencia de Chile, y el consecutivo monopolio económico con España en 1818, numerosas casas comerciales inglesas se instalan en Valparaíso, activando un crecimiento comercial. En esta actividad, los comerciantes ingleses son privilegiados pues entre un 30% y un 60% de todos los productos chilenos eran exportados a Inglaterra, y en su mayoría se embarcaban en Valparaíso. En este contexto los ingleses representaban la “última diáspora comercial” a una escala del desarrollo de corporaciones multinacionales modernas (Cavieres, 1986). Este desarrollo de actividades comerciales repercute sobre la transformación de la morfología social, donde las actividades y su respectiva evolución, estructurada por ciclos, permite distinguir entre una arqueo-burguesía, una nueva burguesía y una pequeña burguesía (Ledrut, 1976). El control de las ventas por parte de la Asociación de Productores de Salitre reforzó el liderazgo de Valparaíso en este rubro fundamental para la economía chilena. Sin embargo, en la medida que los crecientes problemas de la industria salitrera afectaban los ingresos fiscales, la injerencia del gobierno se hizo más marcada. La decisión del controvertido Ministro de Hacienda Pablo Ramírez de terminar con la centralización de las ventas y promover el apoyo estatal a la industria a raíz de la crisis de 1929, desplazaba el centro de decisiones hacia Santiago. La Superintendencia de salitre y Yodo, creada al año siguiente, tenía entre sus objetivos vigilar las utilidades de los intermediarios en el negocio salitrero lo que afectaba derechamente al mundo comercial porteño (Couyoumdjian, 2000:93). En el siglo XIX, la clase emergente de Chile constituye una aristocracia del dinero, ya sea por herencia, o ya sea por las fortunas adquiridas producto de las actividades comerciales y mineras de la época. La nueva burguesía emergente de la época, comienza a ser asimilada por la aristocracia colonial terrateniente, mayoritariamente concentrada en Santiago (Coujoumdjian, 2000). El perfil profesional se resume a sus funciones de propietarios de pequeñas tiendas y casas comerciales, y a funciones concernientes a servicios públicos, de ingenieros y de suboficiales de la Armada.

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Por otro lado a mediados del siglo XIX Valparaíso comienza a experimentar un visible crecimiento demográfico. Para 1819, a pocos meses de haberse firmado la declaración de Independencia de Chile, Valparaíso contaba con una población de 5.000 habitantes; población que para 1885 llega a 122.500 individuos (Benavides et al., 1994; Calderón, 1986; Sáez, 2001). En 66 años la población de Valparaíso experimentó un crecimiento demográfico record de 1,5% por año. El crecimiento coincide con el desarrollo urbano de la ciudad. El período 1860-1880, por ejemplo, corresponde, según las palabras de Alfonso Calderón (1986), a la edad de oro de la ciudad en relación al desarrollo de actividades innovantes, a las obras de abovedamiento de canales y de higienización de la ciudad, la construcción y la instalación de equipamientos urbanos: correo central, trenes, ascensores, plazas y parques, centros comerciales y una serie de inmuebles tanto públicos como privados (Couyoumdjian, 2000). Proceso que significó la producción de nuevas prácticas asociadas a nuevos desplazamientos, ritmos y horarios; configurando un sentido cotidiano particular del espacio para sujetos que veían por primera vez el mar sin nunca antes haber observado flujos comerciales de tanta envergadura como eran los que se podían ver a fines del siglo XIX en Valparaíso. Claramente un nivel de industrialización que es posible visualizar y testimoniar en, por ejemplo, los ascensores. A fines del siglo XIX, los ascensores eran un moderno medio de transporte que conectaba el plan de la ciudad con la primera cota donde se ubicaban las residencias de aquellas familias inmigrantes que habían logrado amasar una importante fortuna a escala local, como es el caso de los Gervasoni, Baburizza, Zanetti, entre otros. Familias que se instalaron en cerros cercanos al barrio puerto, como es el caso del Cerro Cordillera, y del barrio financiero como el Cerro Concepción y Alegre. Los ascensores son un reflejo del crecimiento económico de Valparaíso que, con 150.000 habitantes en 1900, juega un rol fundamental en el comercio internacional y en el desarrollo económico de la ciudad-puerto4. A fines del siglo XIX la estructura urbana de Valparaíso se caracterizaba por la presencia de cinco sectores claramente definidos: el Puerto donde se localizaban las actividades comerciales; los cerros Cordillera, Alegre y Concepción que correspondían a los principales sectores residenciales de la arqueo-burguesía; el Almendral, barrios residencial y comercial situado en el plano; el Cerro Barón, otro sector residencial, y finalmente, Playa Ancha, sectores residenciales para los obreros y para la “clase media” emergente (Castillo, 2005). Sin embargo a comienzo del siglo XX, la historia de la ciudad y de su desarrollo se vieron fuertemente afectados por el terremoto de 1906 y la apertura del Canal de Panamá en 1914. Particularmente con el sismo la ciudad perdió el 2% de su población; 85% de las manzanas ubicadas principalmente en el Almendral fueron destruidas, produciendo una consecutiva movilidad residencial desde los cerros hacia Viña del Mar, la ciudad más próxima del sector y que resistió de mejor manera el terremoto. Por otro lado la apertura del Canal de Panamá puso a término la edad de oro de la Ciudad-Puerto, reduciendo de manera considerable el paso de embarcaciones por el Estrecho de Magallanes y los arribos a Valparaíso. Dos acontecimientos que han debilitado la capital financiera, comercial y económica de Chile, transformando la Ciudad-Puerto en un lieu de villégiature très couru, mais aussi le lieu d’habitation d’une partie de la population de Valparaíso (parmi les couches moyennes et supérieures), contribuant de la sorte à accentuer le déclin du grand port (Matas, 2003:31). Esta movilidad residencial de la an-

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tigua burguesía de origen inglés, alemán e italiano, deja el lugar a sectores populares que se apropian de varios inmuebles del lugar. Es el caso, por ejemplo, de los cerros Cordillera y Santo Domingo, dos antiguos sectores emergentes próximos al Barrio Puerto que se desvalorizan y, a la vez, reorganizan en función de otros grupos sociales que comienzan a ocupar inmuebles abandonados y a ocupar nuevos sectores del cerro asociados a las quebradas de San Francisco y de José Tomás Ramos. Después de la crisis económica que se inicia con el jueves negro de 1929 y que se deja sentir durante toda las décadas de 1930 y 1940, y sobre todo en la década de 1950, el traslado de numerosas industrias produce un déficit económico en Valparaíso, que se acompaña de un aumento en el desempleo, una baja calidad de los servicios y una desvalorización del tejido urbano y social (Pinto, 1959). Actualmente, y en el marco de todo un proceso de patrimonialización que viene experimentando la ciudad desde la declaración UNESCO del 2003, aún es posible diferenciar los cerros turistificados próximos al “antiguo” centro financiero como es el caso de los cerros Alegre y Concepción, de aquellos cerros populares y deteriorados próximos al “antiguo” centro portuario, o Barrio Puerto, como es el caso de los cerros Cordillera y Santo Domingo. El Cerro Cordillera, particularmente, se localiza en el sector sur poniente de Valparaíso. Su nombre responde a las accidentadas características topográficas que presenta, con una acentuada pendiente y pocas planicies que dificultan la construcción. Está rodeado por dos quebradas, al norte la quebrada de José Tomás Ramos que lo separa del Cerro Alegre, y al sur la quebrada de San Francisco que lo separa del Cerro Toro. Sus primeros asentamientos se localizan en torno a la Plaza Eleuterio Ramírez que corresponde a la parte baja del cerro. Al caminar por el Cerro Cordillera es posible identificar una carga histórico-cultural en la que estamos inmersos, no sólo desde la institucionalidad, sino que también desde lo local, lo rutinario e inmediato, la configuración del espacio se articula, entre lo patrimonial, como historia oficial, y las singularidades socio-culturales del lugar. Respecto al comercio microlocal propio del Cerro, identificamos que existen la presencia de una variedad importante de locales como lo son carnicerías, una ferretería, minimarkets, botillerías, entre otros negocios; muchas de las cuales son llamadas “Menestras”. Todos ellos dentro del comercio a escala microeconómica que no da espacio a un comercio en escala macroeconómica, configurando un tejido de prácticas de interacción que da espacio a significaciones comerciales singulares del Cerro. La vida comunitaria del Cerro Cordillera se concentra en ciertos espacios de interacción como son los clubes deportivos que realizan una serie de actividades en el espacio público, pese que para ciertos informantes la actividad de dichos clubes no es lo misma que antes, signando dicha práctica como algo que está en retirada sin mayor importancia. Es el caso del club Meteoro ubicado a un costado del Auditorio Guillermo Bravo y a escasos metros de la Población Gutemberg. Este cerro siempre ha sido un cerro de harta lucha, anteriormente los clubes deportivos por ejemplo, hacían sus carnavales, todos los años, elegían reina, y hacían carros alegóricos, era muy bonito… el Guillermo Bravo se ocupaba para marchas, para hacer presentaciones, era precioso… y la gente en ese aspecto coopera, en ese aspecto

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la gente es unida. Además aquí por ejemplo a todos nos corresponde la Iglesia del Perpetuo del Socorro, todos pertenecemos a esa iglesia, entonces nos vemos, seguido… y bueno mis hijos participaban, los hijos de la vecina, el del frente, el de allá, entonces fue algo que de por sí, nos fuimos más uniendo, y eso sí que se ha perdido un poco, pero queda… es cuestión no más de que uno trate de incentivar a la gente y la gente responde en ese aspecto (Entrevista a Sra. Inés, 15.03.2014). Se destacan también las actividades desarrolladas por el TAC y el Espacio Santa Ana donde los conceptos de autoconstrucción, autogestión y autorganización son viables, expresándose en actividades de recreación como talleres de autocultivo, pintura mural o reciclaje; pero también en actividades de comida solidaria, educación y capacitación, como es el caso de la actividad de autoconstrucción de ladrillos de adobe organizada por el Espacio Santa Ana en febrero 2014. El Cerro Cordillera es próximo al centro histórico de Valparaíso, ubicándose entre una zona valorizada y una desvalorizada. Un cerro que conserva una imagen de barrio obrero, pese a los trabajos de rehabilitación-restauración que han afectado tanto el tejido urbano como social del lugar. El Cerro Cordillera es uno de los primeros cerros que se habitaron en Valparaíso, un poco más antiguo, y eso lo tiñe de algo distinto a los otros (…) tiene un patrimonio construido relativamente homogéneo (Juan Mastrantonio, Presidente del Colegio de Arquitectos de Valparaíso, entrevista del 31.07.2008). De hecho el sector bajo de este cerro está valorizado por el hecho de ser zona típica, pese a contener inmuebles que responden a diferentes períodos de construcción, como es el caso del antiguo taller de manufactura La Igualdad (Soto, 2014a), los conventillos de la calle Merlet, las casas rehabilitadas en la calle Víctor Hugo o el Museo Lord Cochrane. El Cerro Cordillera es una zona donde originalmente se instalaron campesinos y obreros productos del movimiento migratorio campociudad y norte-centro, consecutivamente, atraídos por las actividades comerciales e industriales de la ciudad-Puerto (Salazar, 1985); dando origen en muchas ocasiones a instalaciones espontáneas en quebradas y terrenos sin urbanización y de difícil acceso.

III. ANÁLISIS DE PRÁCTICAS DE REAPROPIACIÓN EN TRES ENTORNOS DEL CERRO CORDILLERA: TAC, POBLACIÓN OBRERA DE LA UNIÓN Y EL ESPACIO SANTA ANA El primer entorno de interacción estudiado corresponde al Taller de Acción Comunitaria (TAC). Esta organización comunitaria comenzó a trabajar en el Cerro Cordillera en 1988 y ha perdurado por más de dos décadas, ha promovido la idea del voluntariado, la asociatividad y la participación en la comunidad. El TAC ha sabido promover el empoderamiento del ciudadano, donde éste se presenta como creador y partícipe de su realidad, una lógica que se contrapone con el perfil asistencialista existente a fines de la década de 1980. Nosotros llegamos hace veinte años atrás, y puede ser medio autorreferente, acá donde estamos sentados que era un gran basural y a trabajar con niños sin ninguna otra perspectiva que esa; generar un espacio para los niños, un espacio con dignidad, un espacio que no fuera entregado por la Municipalidad, que no fuera la típica reivindicación del alcalde que venga a limpiar el basural, que venga el alcalde a no sé qué o que venga alguien a no sé qué.

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Sino que la propuesta nuestra era cómo poder generar ciudadanos que fueran capaces de tener propuesta, de pensar su barrio y de cambiar su barrio… (Patricia Castillo, Directora del TAC, entrevista del 18.07.2008). A lo largo del tiempo, esta organización también ha funcionado como interlocutor entre las autoridades del gobierno regional, local, y otras organizaciones no gubernamentales. El TAC también ha participado en la creación de redes comunitarias a través de distintas organizaciones existentes en el Cerro Cordillera y otros sectores de Valparaíso. Desarrollar un espacio de encuentro, reflexión, trabajo educativo, alegría, coordinación, trabajos comunitarios, sueños, expresión artístico-cultural, animación del barrio. Incentivar la construcción de conocimiento e implementación de nuevos métodos, en forma permanente, respetuosos de la vida cotidiana del barrio de manera coherente y armónica (Correa, 2013:33). La idea de recuperación de la historia del cerro se enmarca dentro de este mismo discurso, lo que hace pensar que hay una re-significación de los contenidos, sean estos materiales, inmateriales, simbólicos, discursivos, entre otros. Una situación concreta que nos hace plantearnos varias interrogantes: Cuáles son los elementos de cambio y permanencia que se pueden constatar. Bajo qué lógica se inscriben, si tienen elementos de cruce y/o siguen una lógica lineal y ascendente o todo lo contrario. Qué sucede con las distintas generaciones y las distintas organizaciones presentes en el cerro, cuáles son las consecuencias de esta lógica sobre éstas, si permanecen producto de lo anterior o han contribuido a darle un nuevo significado. Por otro lado, qué sucede con las nuevas prácticas y discursos que se generan producto de otras dinámicas asociadas, por ejemplo, a la globalización. Entender el espacio como un entorno dinámico, es decir, en permanente articulación con lo viejo y lo nuevo, con antiguas prácticas y nuevos desafíos, puede ser una manera de abordar el análisis, entendiendo que éste no es un entorno aislado, sino que en contacto con estructuras que activan prácticas de reapropiación del entorno. Formamos comité en conjunto con la directiva, trabajamos y conseguimos el agua para calle cinco y aquí el alcantarillado, para todas las familias pa´adentro… ese fue el primer paso que dimos, y bueno, y arreglamos nosotros esa pasada… no se podía pasar, porque no había pasada, no había nada… después fui haciéndome más conocida y llegué al TAC (…) Para mí el TAC, se lo digo con harta honradez, a pesar de que ya era una mujer ya con mis años, pero ahí para mí fue una escuela, porque yo anteriormente también tiraba cosas a la quebrada, ignorante, sin saber que hacía un daño, pero cuando llegué al TAC ahí como, le vuelvo a repetir, para mí fue una escuela porque aprendí bastante, ahí me enseñaron a muchas cosas y tuve roces con mucha gente de distinta índoles, y eso me sirvió mucho (…) La tía Paty para mí fue para mí como una profesora porque de ella aprendí bastante… ahí me fui terminando más de formar, y desde ese entonces aprendí a hacer proyectos también, y ahí fue cuando conquistamos esta plaza… hicimos unas terrazas para plantar, plantábamos de toda clase de verduras, y las repartíamos dentro de la comunidad (Entrevista a la Sra. Inés, 15.03.2014).

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>> Figura 1. El Taller de Acción Comunitaria (TAC). Fotografía de M. Soto, agosto 2008 El TAC corresponde a una acción colectiva donde se realizan trabajos sociales desarrollándose como espacio de encuentro, reflexión, trabajo educativo, trabajos comunitarios, etc. Una de estas instancias de encuentro es la Biblioteca del TAC que se encuentra en la Población Gutemberg ubicada en el mismo Cerro Cordillera. Es una antigua casona donde se pueden observar ciertos mensajes, que a modo de signos de apropiación del entorno, expresan objetivos comunitarios: No es terrorismo, es resistencia; Ni por la razón ni por la fuerza o La tierra no tiene dueño. Hay un reconocimiento de sentirse parte de una interacción dentro de un proceso compartido (Ricœur, 2000), como sucede entre el maestro y el discípulo cuando se dan cuenta del rol y de la posición que ocupan en la interacción; pero también en la dinámica donde cada uno cuenta con su competencia y donde el discípulo puede llegar a superar al maestro dependiendo de la situación concreta que responde a un contexto dado. Sin embargo hay un intercambio de roles, intereses, valores y prácticas. El principal objetivo del TAC es comenzar un trabajo para aunar en la confianza de los habitantes del Cerro Cordillera y de todas las organizaciones locales que existen en este cerro (Patricia Castillo, directora del TAC, entrevista del 18.07.2008). La parte alta del cerro se caracteriza por la presencia de sectores populares que habitan desde años el lugar, muchos de ellos han pasado por el TAC, apropiándose y revalorizando los espacios de uso público como quebradas, plazas y calles. Uno de los primeros resultados de las acciones emprendidas fue la creación de una comisión para “recuperar” y rehabilitar La Población Obrera de La Unión; una acción que nació de la propia iniciativa de jóvenes que se movilizaron para mejorar la calidad de vida comunitaria. Es así como un segundo entorno de interacción estudiado corresponde a la rehabilitación de la Población Obrera de La Unión, un viejo conventillo, que ha originado un proceso de revalorización acompañado de nuevas formas de apropiación de este patrimonio industrial. Este inmueble fue construido en 1870 por el arquitecto masón Carlos Lorca para dar hospedaje a familias campesinas que estaban llegando a Valparaíso; fenómeno que responde a los movimientos migratorios entre el campo y la ciudad del siglo XIX (Salazar, 1985). En 1894, este inmueble fue comprado por una de las mayores fortunas de la época, la Sra. Juana Ross de Edwards, con el fin de conceder la propiedad del edificio a aquellas familias obreras organizadas en la Sociedad de Orden y Trabajo (Ferrada & Jiménez, 2007). La administración quedó bajo la responsabilidad de

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un consejo de habitantes y del obispo de Valparaíso hasta 1950, cuando los arrendatarios comienzan a ocuparse ellos mismos de la administración del edificio sin hacer suficientemente atención a los trabajos de mantención. Es así como la Unión Obrera comienza a desvalorizarse poco a poco, lo que explica en parte las acciones de desocupación emprendidas por la Municipalidad a lo largo de los años 1970, 1980 y 1990. Después de la dictadura militar (1990), una serie de organizaciones no gubernamentales (ONG) se instalan a lo largo del territorio nacional para reactivar las acciones sociales ligadas a la participación ciudadana, a la recuperación de espacios públicos, y a la economía local. Es así como la ONG Centro de Estudios, Capacitación y Asesoría Poblacional (CECAP) se instala en el Cerro Cordillera y rápidamente se transforma en un taller de acción social siguiendo los métodos elaborados por Paulo Freire, para transformarse en el Taller de Acción Comunitaria (TAC). La Población Obrera de La Unión abarca una superficie de 3.263 m2, con un patio interior que armoniza toda la construcción de 34 departamentos distribuidos en tres pisos y conectados por pasillos interiores. Las 34 familias que albergan en su interior, un total de 120 personas, negociaron y acompañaron los trabajos de rehabilitación entre los años 2002 y 2008 junto al Ministerio de Vivienda y Urbanismo (MINVU), al Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso (PRDUV) y a la ONG española Junta de Andalucía. El lugar hoy en día cuenta con la recuperación completa del edificio, donde muchas de las familias pudieron retornar a sus viviendas luego de años trabajando con vecinos, dirigentes y otros organismos para la rehabilitación del inmueble. Este trabajo permitió la integración social para mejorar la calidad de vida de las personas y así poder sacar a la luz la historia y la identidad del espacio y

sus habitantes. Aquellos residentes que en algún momento fueron reacios a relacionarse con las personas que no eran propiamente de la Población, entendieron que a través del trabajo comunitario podrían construir una relación de fuerzas que permitiría la negociación con actores sociales institucionales para la recuperación de la construcción. Pero antes de este proceso era necesario que existiera un proceso de concienciación para trabajar la identidad de los actores permitiendo así la identificación colectiva de los miembros del grupo, lo que traería más adelante la organización, donde la cooperación de los actores sería la clave para el proceso de movilización (Dumas y Seguiré, 1997). El tercer entorno de interacción estudiado corresponde al Espacio Santa Ana. Una ex capilla ubicada en la calle Balmes, detrás del inmueble de la Población Obrera de La Unión. Al acercarse se escuchan sonidos de martillos y herramientas, como también música de distintos estilos y ritmos. En este sitio se da lugar a la organización comunitaria Espacio Santa Ana que ocupa las dependencias de la ex capilla Santa Ana y del Hogar de Niñas María Goretti, un edificio de dos pisos. La ex capilla es del año 1886, y se construyó con el objetivo de colaborar con las labores eclesiásticas de la Iglesia La Matriz, pero fue cerrada en el año 1960 a toda la comunidad. En el año 2008 algunos habitantes organizados del Cerro Cordillera, muchos de los cuales fueron capaces de recuperar y rehabilitar la Población Obrera de La Unión, idearon una estrategia para restaurar el espacio en beneficio de ésta, desde una lógica de “autogestión comunitaria” que es difícil de entender para algunos actores del Cerro Cordillera que tienen otras formas de acción. El Santa Ana, yo no sé, porque yo no estoy yendo a asambleas ni pertenezco a la cosa, yo no sé qué están discutiendo, no sé. Yo voy afuera a algunas cosas que me invitan, voy

>> Figura 2. Rehabilitación de la Unión Obrera. Antes y después. Fotografías M. Soto, 2008

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a ver los actos, lo que hacen con los cabros chicos, cuando me llaman, pero encuentro un poco que le hace falta más política, ahí no se habla de política, ahí no se lleva al debate, no se discute. Falta la contingencia, y vamos formando un grupo pequeño de… ya si hay que ir a apoyar a la calle, vamos en representación del Santa Ana apoyando en la calle… como que viven ahí encerrados en sus cuestiones y a mí eso no me calza… me falta más política y preparación en la cuestión política (…) Si siguen en esa onda, de seguir con los proyectitos y moviéndole la cola a la autoridad allá, a la autoridad acá, van a terminar replicando el sistema de la Concerta y de la Nueva Mayoría…y yo todavía ahí no veo que haya autogestión, que dicen que es un sistema autogestionado, comunitario, todavía no. Yo sé que eso no debe ser nada de fácil hacerlo, pero puede estar embromando mucho ésta, porque me da la impresión de que hay una cantidad grande de gente que le gusta esto de los préstamos y estar pidiendo y estar bien con las autoridades (María Eugenia Velasco, entrevista del 15.03.2014). El Espacio Santa Ana es una comunidad donde se percibe una yuxtaposición de capas sociales, y donde lo sedimentario y transitorio cohabitan, permitiendo una reafiliación identitaria basada en una interpretación de lo Comunitario. Es desde ésta dinámica donde la noción de un compartir transitorio o efímero va definiendo las relaciones e interacciones al interior del Espacio Santa Ana, desde donde se abordan acciones precisas sobre el territorio. Por ejemplo en julio de 2013 la ex capilla sufre el derrumbe de uno de sus muros de adobe, una situación concreta que produce nuevos desafíos en el grupo de actores del lugar, los llamados “santaninos”. En el momento que empezamos a visitar el lugar, una serie de miembros y voluntarios estaban organizando las labores necesarias para la autoconstrucción de ladrillos de adobe. Una actividad que invitaba a la comunidad del Cerro Cordillera, respondiendo a una reapropiación comunitaria del territorio. Se levantaron diversas jornadas para la autoconstrucción de ladrillos de adobe con características de ser antisísmicos, para todo tipo de temblores. Promocionando que era una experiencia relevante para reactivar espacios de encuentro y acción comunitaria. PON TU GRANITO DE TIERRA, COMPARTE TU FUERZA PARA CUMPLIR CON EL PROPÓSITO COMÚN: PARA EL MURO QUE SE DERRUMBÓ EL INVIERNO PASADO. YA SABES, YA ESTAMOS TRABAJANDO, ESCUCHANDO BUENA MÚSICA. HOY SOMOS OCHO MAÑANA PODEMOS SER MÁS!!! (Espacio Santa Ana, (2014) Facebook) Antes de comenzar las labores de autoconstrucción de adobes fijada para el 10 de febrero 2014, miembros de la comisión de comunicación colocaron un afiche: Se convoca a la participación de todos y todas a la recuperación colectiva de este espacio comunitario y encuentro territorial. Para los miembros del Espacio Santa Ana la vinculación con el territorio y su comunidad responde a prácticas ya inscritas en el Cerro Cordillera desde las acciones ya emprendidas por el TAC. Desde donde la recuperación de la ex capilla, desde una acción colectiva/comunitaria representa también una necesidad de conservar el patrimonio material, y así poder abrirlo al público como un espacio de encuentro; donde se puedan realizar servicios culturales, deportivos, artísticos y así ir fomentando la vida social en comunidad del cerro.

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>> Figura 3. Jornada de autoconstrucción de adobes en el Espacio Santa Ana. Fotografías M. Soto, 2014

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Como se hace siempre la escuela de invierno y de verano, que son las dos actividades bien grandes que tiene el TAC, que son durante las vacaciones de los niños. Donde hay hartos niñitos… me dijo: oye vamos a esto…, bueno, cuento corto, fui y participé, buena onda, y salió como una actividad simpática, en ese tiempo, en… las vacaciones de invierno de mi primer año acá. Después en verano me dijo: oye vamos de nuevo, y la cuestión… Bueno, después de ese verano en adelante, empecé a involucrarme más con Cordillera, con las actividades que se siguen acá, en ese tiempo se estaba trabajando en la reconstrucción de Santa Ana, sólo de la capilla, no estaba este lugar acá… eh, me acuerdo que en ese tiempo había, se estaba haciendo un ciclo de teatro (Charly, miembro del Espacio Santa Ana, entrevista del 10.03.2014). El adobe es una pieza similar a un ladrillo, fabricado con barro y paja, material común en la fabricación de casas en la antigüedad lo que convierte al cerro Cordillera en un cerro antiguo e histórico. Incluso una de las organizaciones comunitarias, el Espacio Santa Ana, le dio un valor simbólico al adobe ya que se fabricaron piezas de este material para la reconstrucción de la ex capilla Santa Ana. Esta actividad fue difundida hacia los vecinos lo que se expresa en un poste de calle Jiménez donde hay un segundo cartel que dice vecinos/as en febrero comenzamos con la recuperación del muro de la ex capilla Espacio Santa Ana ¡participa!

Si yo creo que en general, no sé si será responsabilidad del TAC que se genere el cambio en la persona pero sí, hay un aporte creo yo. Lo que se desarrolla es eso, el tema educacional y el tema de la recuperación de espacios, partiendo desde lo que fue este espacio de quebrada que era un basural que se transformó en un huerto, un anfiteatro, ese era como el principio del TAC; ese principio se empieza a reproducir en otros espacios… En el caso de la biblioteca Gutemberg, que puntualmente es un espacio que es de la población, que es la población Gutenberg, que tiene todo su cuento y su historia atrás, y la casona misma también tiene todo su cuento, que es la casona que se da, por una razón de que ya llevaban tiempo trabajando al servicio del TAC… A cualquier organización le va a costar tener dos espacios de trabajo al mismo tiempo, entonces lo que se da, el vínculo, el trato entre la población Gutenberg y el TAC, es ese, ese es el vínculo que hace que llegue gente a trabajar a la biblioteca, que como el dato que se dio de la población al TAC, como organización reconocida en el Cerro, que se hiciera cargo de la administración de la casona. De ahí llevan voluntarios al TAC de distintas partes, yo por mi parte llegue del TAC a la biblioteca. Hay vínculos, a veces somos los mismos, las mismas personas pero los es-

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El trabajo comunitario por tanto, debe ser diferenciado de otras prácticas que no tienen como eje la organización de la población. El trabajo comunitario se sitúa sobre el concepto de autogestión y lo importante es comprender que sin un “sujeto colectivo autónomo” no se podría hablar de trabajo comunitario ni de acción colectiva.

CONCLUSIÓN Desde las etnografías realizadas en la parte alta del Cerro Cordillera, hemos podido analizar una dinámica de continuidad en función de prácticas de reapropiación de un espacio particular de Valparaíso. Dinámicas socio-culturales que nos permiten incorporar el concepto de entorno de interacción como concepto operatorio que permite profundizar los conceptos de lugar (Augé, 1992) o de espacio social (Bourdieu, 1984), para dar forma a nuevos métodos de análisis del territorio que ayudan a estudiar las prácticas que se están ejerciendo y que a modo de una lucha por el reconocimiento son capaces de dar señas de la producción de un Nosotros cultural singular del Cordillera.

BIBLIOGRAFÍA

Este entorno de interacción se estructura en función de prácticas de reapropiación que conforman un espacio comunitario organizado en comisiones para cumplir los objetivos de formación y seguridad del lugar. En el Espacio Santa Ana se realizan diversas actividades todos los días de la semana, actualmente se está llevando a cabo un proyecto de un jardín infantil “La madriguera”, por lo que es común ver a distintas horas del día entrar y salir niños y niñas con sus respectivos padres y/o cuidadores del recinto, éstos últimos en su mayoría son jóvenes. Proyectos y actividades que responden a prácticas culturales y a formas sociales inscritas en el territorio que se articulan, a modo de reapropiación, desde el trabajo realizado por el TAC.

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pacios son distintos, y los espacios tienen distintos enfoques, aun cuando el enfoque general sigue siendo el mismo, la autogestión, el trabajo comunitario, la recuperación de espacios, etc… (Charly, miembro del Espacio Santa Ana, entrevista del 10.03.2014).

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NOTAS 1

Simmel concentra su análisis en las metrópolis, centrando el análisis sociológico de la ciudad en la definición de formas inter-psyches. La forma aparece como un modo de estructuración de lo social. La forma está dotada de propiedades estructurales en la medida donde ella es capaz de articular tensiones entre dos polos en competencia (Remy, 1995:149).

2

Las etnografías se apoyan en una pauta de observación con el fin de establecer los elementos a identificar y describir al interior y exterior de los tres lugares señalados (Laplantine, 1996). Observaciones que serán complementadas con un registro fo-

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Prácticas de reapropiación de espacios comunitarios en el Cerro Cordillera. Un análisis etnográfico del Taller de Acción Comunitaria (TAC), la Población Obrera de la Unión y el Espacio Santa Ana, Valparaíso, Chile > Maximiliano Soto, Nahuel Quiroga, Marcelo González

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tográfico de las principales actividades poniendo atención en los locatarios y en sus quehaceres cotidianos. 3

Este esquema se inspira en los trabajos realizados por Axel Honneth: los individuos de baja estima son obligados a “luchar por el reconocimiento” (Honneth, 2002).

4

Dentro del alto comercio de Valparaíso se pueden contar un total de 233 casas importadoras, y 97 gerencias comerciales, además de 36 almacenes mayoristas, 84 bodegas públicas, 62 almacenes de abarrotes y otros, 48 escritorios comerciales, 18 casas de consignaciones y 6 depósitos de calzado (Juan Ugarte, Valparaíso 1536-1910, Recopilación Histórica, Comercial y Social, in Couyoumdjian, 2000:66).

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Pratiques sociales et appropriations à Città della Pieve. Une après-midi d’août Piazza Matteotti, suivie d’usages et nycthémères MELISSA BELLESI >> Laboratoire 2L2S (Université de Lorraine), LHAC (ENSA de Nancy), France. melie_78@hotmail.com Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Pratiques sociales et appropriations à Città della Pieve. Une après-midi d’août Piazza Matteotti, suivie d’usages et nycthémères Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 63 a 74 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RÉSUMÉ Les lieux où vivent les Hommes sont marqués de leurs usages, de leurs vécus. En se les appropriant, ces derniers modifient le lieu, fabriquent son atmosphère. Agissant sur l’espace, s’en saisissant puis le restituant à autrui, les hommes témoignent d’une conscience de la qualité et du statut d’un espace public, dit partagé, momentanément privatisé. Malgré leur flexibilité, les lieux possèdent des qualités propres, des caractéristiques physiques qui vont, réciproquement induire les comportements et les appropriations. Un placé doté de banc invite indéniablement à s’assoir, tandis qu’une place qui est dépourvue de cet équipement et autres murettes ou fontaines n’offrira pas cette possibilité, réduisant le nombre d’usagers susceptibles d’adopter cette posture par exemple. Si les usagers (et leurs usages) changent les lieux, les transforment et créent leurs atmosphères, l’observation de lieux publics de la ville de Città della Pieve, en Ombrie, confirme que la configuration du lieu ainsi que les éléments qui le jalonnent peuvent également suggérer ou orienter les comportements des usagers. Si un lieu est défini par l’ordre selon lequel des éléments sont distribués dans des rapports de coexistence (De Certeau, 1990), il existe donc une hiérarchie et des échanges entre les éléments qui le constituent. Mais il existe également une hiérarchie des usages entre ceux qui sont envisagés par les éléments constitutifs de la place, un banc invitant indéniablement à s’assoir, et ceux qui en sont exclus, où rendus compliqués. Il existe donc, pour un lieu donné, une configuration donnée, une organisation interne qui va inviter à certains comportements. Quel est l’impact de ces éléments interne et de leurs rapports ensembles sur le comportement des usagers? Existe-t-il bien un lien entre un lieu, et donc ses qualités intrinsèques, et les façons d’en faire usage? MOTS CLÉS urbanisme, nychtçémères, usages et temporalité

Social practices and appropriations in Città della Pieve. An august afternoon at Piazza Matteotti, observing behaviors and chronotopies ABSTRACT Places are determined by and experiences of the people who live there and the way they use the space. When inhabitants rule a place, they change it creating their own atmosphere. By acting over the place, apprehending it and then making it available to others, inhabitants show awareness of the quality and statute of a public space that can be shared and, at the same time, temporarily privatized. In spite of their flexibility, places have their own qualities and physical characteristics which will influence back over the behavior and the way they are ruled. It’s undeniable that a place with a bench invites to sit down, while a place without this element, a short wall or a water fountain will not offer this possibility, reducing the number of potential users to sit. If users (and the way they use the space) change and transform places creating their own atmospheres, observation of public places in the city of Città della Pieve, in Umbria, confirm that the arrangement of a place as well as the elements that are part of it, can suggest or guide the users’ behavior. If a place is defined by the way in which some elements are organized in an appropriate coexistence (De Certeau, 1990), therefore, there is a hierarchy and an exchange among the elements that constitute such place. There is also a hierarchy of the uses expected by the constitutive elements of a place: a bench inviting to sit and those who are excluded.

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In conclusion, for a place with a given configuration, there is an internal organization that is going to promote certain behavior. What is the impact of these internal elements and the relation among them on users’ behavior? Is there a link between a place, and therefore its intrinsic qualities and the ways to use it? KEYWORDS urbanism, chronotope, uses and temporary nature

Prácticas sociales y apropiaciones a Città della Pieve. Una tarde de agosto en Piazza Matteotti, seguimiento de usos y nictémero RESUMEN Los lugares donde viven los hombres están marcados por sus usos y sus vivencias. Al apropiárselos, éstos últimos modifican el lugar fabricando su atmósfera. Actuando sobre el espacio, aprehendiéndoselo y luego entregándoselo a otros, los habitantes dan prueba de una conciencia de la cualidad y del estatuto de un espacio público, compartido, y momentáneamente privatizado. A pesar de su flexibilidad, los lugares poseen cualidades propias, características físicas que van, recíprocamente a inducir sobre los comportamientos y las apropiaciones. Es innegable que un lugar provisto de un banco invita a sentarse, mientras que un lugar desprovisto de este equipamiento y otros muretes y/o fuentes de agua, no ofrecerá esta posibilidad, reduciendo el número de susceptibles usuarios para adoptar esta postura. Si los usuarios (y sus usos) cambian los lugares, los transforman y crean sus atmósferas, la observación de lugares públicos de la ciudad de Città della Pieve, en umbría, confirma que la composición de lugar así como de los elementos que la jalonan pueden sugerir o también orientar los comportamientos de los usuarios. Si un lugar es definido por el orden según el cual se distribuyen algunos elementos en una coexistencia adecuada (De Certeau, 1990), existe pues una jerarquía e intercambios entre los elementos que lo constituyen. Pero también existe una jerarquía de los usos previstos por los elementos constitutivos del lugar, un banco invitando a sentarse, y los que se excluyen, o se tornan complicados. Existe pues, para un lugar dado, y una configuración dada, una organización interna que va a invitar a algunos comportamientos. ¿Cuál es el impacto de estos elementos internos y sus relaciones sobre el comportamiento de los usuarios? ¿Existe un vínculo entre un lugar y, en consecuencia, sus cualidades intrínsecas, y las maneras de usarlo? PALABRAS CLAVE urbanismo, cronotopía, usos y temporalidad

INTRODUCTION Les lieux des Hommes sont en perpétuelle évolution. Dans sa préface d’Explorer la ville de Ulf Hannerz, Isaac Joseph disait que c’était la propriété phénoménologique de vécu urbain qui triomphait dans son exploration. Nous avons souhaité qu’il en soit de même ici pour cette étude de cas. Alors ici nous avons réitéré l’attention minutieuse pour «les gens ordinaires et leurs faits et gestes ordinaire» (héritage de l’Ecole de Chicago) qu’a affectionné Goffman (Hannerz, 1983) et nous sommes nous servis de ces observations afin de mieux appréhender le lieu au travers des usages que l’on voit, que l’on analyse, et qui en disent finalement long sur l’espace et sa configuration… Un lieu est défini par l’ordre selon lequel des éléments sont distribués dans des rapports de coexistence (De Certeau). Il existe donc, pour un lieu donné, une configuration donnée, une organisation interne. Quel est l’impact de cette statique sur les comportements? Existe-t-il un lien entre un lieu, et donc ses qualités intrinsèques, et les façons d’en faire usage? Nous nous sommes soumis à une phase d’immersion dans la ville de Città della Pieve, en Ombrie. Nous avons parcouru un long temps sur le terrain qui a permis d’en relever les rythmes et les usages, les séquences et les transcendances. Ainsi, nous avons procédé à une fréquentation intensive du terrain sur de longues plages horaires (permettant d’observer un large spectre temporel et de repérer les creux et les pleins) et nous avons entrepris de recenser les fonctions abritées par la place (ainsi que leurs propres temporalités). Enfin nous avons procédé à des comptages afin de nourrir statistiquement notre observation qualitative. Nous proposons au lecteur une escapade en Italie, sur la place Matteotti et au fil des ruelles. Au travers d’une

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approche proche d’une esthétique des ambiances (Thibaud 2010) nous nous servirons des apports de la phénoménologie et de notre intérêt pour la dimension construite et matérielle des espaces habités afin de répondre à la problématique annoncée en utilisant des méthodes d’enquête in situ (observation récurrente, ethnographie sensible...) favorisant une observation davantage minutieuse et moins globale que les approches structurales. Le but est bien ici de comprendre comment les usages de l’espace (et les conduites des usagers en espace public) et les qualités spatiales d’un lieu interagissent entre eux. Si les hommes fabriquent les lieux avec leurs usages, en quoi les qualités intrinsèques de ces lieux fabriquent-ils à leur tour des comportements? Les lieux n’existent que parce qu’ils sont parcourus, habités, occupés ou détournés. Ils prennent leur sens dans la symbolique que les uns et les autres leur confèrent, dans l’émotion qu’ils y rattachent en les investissant. Un lieu où personne ne passe ou ne s’arrête n’existe plus que sur les cartographies, une combinaison de coordonnées sans nom et sans image. Les Hommes habitent et, par-là fabriquent des lieux qui acquièrent alors un sens, un nom qui les rend uniques et localisables, une atmosphère, permettant à la ville de se transformer en une «ville transhumante» (De Certeau 1990) où au milieu de lieux faits de sensations et de significations s’insinue le texte de la ville panifiée et lisible, les deux strates se superposant pour constituer un tout unique. Nous allons d’abord voir en quoi le positionnement des éléments structurants de l’espace influence les comportements de ses usa-

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gers et comment les qualités intrinsèques d’un lieu peuvent inciter à une appropriation de son espace et de ses éléments, devenant le moteur des agissements sans pour autant les contraindre. Nous nous pencherons sur le phénomène d’appropriation des objets fixes collectifs de la place par les individus ainsi que sur les cheminements subis par des objets mobiles. Cette analyse permettra de relever le liant du lieu, réunissant par les interactions des usages les différentes aires qui y ont été presque naturellement découpées par l’Homme. Nous nous intéresserons à l’un des modulateurs qui influe sur l’occupation des lieux. En effet, si un lieu conserve ses qualités intrinsèques, il existe en effet des variateurs, ici, la temporalité. Nous verrons en quoi l’espace de la nuit joue un rôle sur la perception et l’appropriation des seuils et de la rue. Nous parlerons de la manière dont ces seuils sont investis, repoussant les frontières de la sphère privée sur la voie publique. Nous verrons aussi en quoi la prise de possession d’un espace dit public par les habitants constitue un phénomène raisonné et conscient relevant davantage d’une volonté de partage que d’une privatisation de «l’espace offert» (Potoski, 2012). Enfin, nous nous intéresserons à la temporalité des lieux et à son influence sur les usages et les appropriations. Comme le dit Jean-François Augoyard, habiter c’est configurer l’espace, et tout habitant produit, à son insu, une organisation de l’espace que le savoir architectural ne fait qu’exploiter à travers les compétences de sa techniques (Augoyard 2010:159).

I. PHYSIONOMIE DES LIEUX: UNE INVITATION A L’USAGE (…) Il est possible de penser les dispositifs construits comme des instruments (…). Une certaine complicité entre les habitants et ces instruments peut ainsi naître et exprimer un style d’habiter. Chacun, habitant ou passant, intuitivement, exploite des positions stratégiques de regard et d’écoute faites de distance ou d’implication, de retrait ou d’appropriation. Considérer les espaces comme des instruments invite clairement à envisager toutes les capacités de jeu: ce qu’ils offrent à faire et les compétences d’usage qu’ils impliquent (Chelkhoff, 2010). Città della Pieve est une petite ville d’Ombrie en Italie, à la frontière avec la Toscane. Construite sur un éperon rocheux, elle domine une vallée nommée la Valdichiana. Il s’agit de la ville natale du peintre Pérugin. Sa situation géographique centrale sur le territoire, postée précisément au croisement de deux des plus importantes anciennes voies romaines (les voies Cassia et dell’Alpe di Serra) ainsi que sa situation de surplomb lui valurent d’être au cœur de nombreux conflits territoriaux visant à sa conquête et à sa domination. Une fois passés les murs d’enceintes et entrés dans la ville historique, une fois dépassée la baie à l’emplacement de l’ancienne porte d’entrée de la ville qui perçait les murailles, il suffit de quelques pas pour se retrouver sur la Place Matteotti. C’est à cet endroit que les rues Veneto et Vanni se rejoignent, la première prolongeant la seconde dans l’enceinte murée. Plus loin, au bout de la rue, la vue se heurte à la cathédrale SS. Gervasio et Protasio et son clocher. La place Matteotti est installée là, à l’entrée de la ville, devant la Chiesa del Gesu’, qui la clôture à l’ouest. Dans sa réflexion portée sur l’esthétique des places, Camillo Sitte disait que les places modernes, immenses et vides, ne convenaient pas (Sitte, 1980/1996). La Piazza Matteotti est loin de cette con-

Pratiques sociales et appropriations à Città della Pieve. Une après-midi d’août Piazza Matteotti, suivie d’usages et nycthémères > Melissa Bellesi

>> Figure 1. figuration. Elle est ponctuée d’éléments, d’échelle plutôt petite et, comme la plupart des places médiévales, attenante à l’église dont le bâti est noué aux habitations. Autrefois, en effet, les églises n’étaient jamais indépendantes des autres édifices, comme nous sommes en Italie, nous retrouvons la coutume qui consiste à adosser un côté de l’église à un autre édifice, voire de l’encastrer sur plusieurs côtés, ce qui permettait la création de places intéressantes (Sitte, 1996). La place est ponctuée de trois arbres alignés en lisière de la rue Veneto. Au sud, un café fait l’angle entre la rue Veneto et la place. Le premier arbre, plus petit, est placé à l’angle nord, mais, lors de notre immersion, cet arbre ainsi que le banc situé à son pied n’étaient pas accessibles aux usagers (l’édifice attenant étant en travaux de rénovation). Nous n’incluons donc pas cette partie de la place à notre étude. Le deuxième arbre est situé pratiquement au milieu de la place. Quant au dernier, il est placé à quelques mètres du bar-café. Cet arbre endosse d’emblée un statut particulier puisqu’il définit les contours de la terrasse du café, dont les limites sont dessinées physiquement par un ensemble d’arbustes en pots, de plantes et de treillis en bois végétalisés. Nous appellerons cet arbre l’«arbrepivot». On peut d’ores et déjà définir différentes aires à la place Matteotti: une aire dédiée à la terrasse du café, une autre réservée au stationnement de véhicules et une dernière constituée par le reste de la place. En réalité, d’autres sous-espaces s’y constituent: par exemple, le feuillage des arbres en ces après-midis caniculaires projette son ombre sur le sol, proposant une fraîcheur et un voile d’obscur qui dessinent et délimitent une nouvelle aire. De prime abord, en planimétrie tout du moins, ces sous-espaces interfèrent: le matin, l’ombre du feuillage de l’arbre-pivot remplace la présence de parasols sur toute une moitié de la terrasse; l’après-midi, la terrasse est protégée par l’ombre du bâtiment du café, mais l’ombre du feuillage vient tiédir d’autres parties de la place qui seraient totalement inexploitables si le soleil les baignait pendant toute la journée en cette période (notre relevé de température signale pas moins de 31°C à l’ombre aux alentours de seize heures). Les places de stationnement semblent, elles, s’articuler autour de l’arbre central, formant un L. La matérialisation des lignes au sol est dessinée par des caniveaux dont le tracé suit la via Manni, soulignant la limite place/rue sans pour autant l’accentuer, et dont une des rigoles file depuis la rue jusqu’à la Chiesa del Gesu. Partout, dans un espace comprenant la rue, la place et la terrasse du café, le pavage est uniforme. Seule une bande de pavage, de l’autre côté de la place devant l’ancienne église de Saint-Anne, a un pavement différent, le même matériau

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>> Figure 2. Schema 1, la Piazza Matteotti

>> Figure 3. Schema 15h30

est utilisé mais les plaques sont orientées en biais. A cet emplacement, des lignes de marquage au sol délimitent un espace de stationnement autorisé. D’autres places de stationnement sont situées via Veneto, le long de l’église Sant’Anna. Enfin, au total, huit places de stationnement sont marquées au sol à l’encre bleue, pivotant autour de l’arbre central.

ches de l’église, sous les arbres de la place… nous avons éprouvé

1. Un après-midi d’août, place Matteotti…

• Trois voitures sont stationnées. L’une est située le long de la Chiesa Sant ’Anna, les deux autres sont garées sous les arbres. Toutes sont situées uniquement sur les emplacements prévus, y compris le long de la rue Veneto.

1.1. Chronique des usages Les données dont il s’agit ici ont été recueillies au mois d’août 2011 sur une période d’observation de huit jours (à noter que les relevés ont tous été réalisés en semaine, excluant les samedis et dimanches faisant l’objet d’une autre étude). Nous avons procédé à un bilan de ces journées d’observation dégageant, assez facilement compte tenu de la cohérence et de la répétitivité des cycles d’une journée sur l’autre, une «journée type». Si les Hommes contribuent à façonner l’atmosphère du lieu, nous pourrions un instant nous attarder sur la définition d’ambiance donnée par Le Trésor de la langue Française Informatisé: qualité du milieu (matériel, intellectuel, moral) qui environne et conditionne la vie quotidienne d’une personne. Si l’on peut aisément rapprocher les qualités intellectuelles et morales d’un milieu au conditionnement de la vie d’une personne, c’est précisément au terme matériel que nous nous intéressons. Les qualités du milieu —et donc la qualité matérielle— semblent, selon la définition, pouvoir conditionner et donc influer le comportement des individus. Plutôt que d’instaurer une distance maximale entre lui et son sujet de recherche, plutôt que de vouloir vainement repousser ou passer sous silence sa subjectivité de chercheur, il vaut mieux l’utiliser, la cultiver, la canaliser pour la mettre au service du dévoilement du monde disait Yves Chalas dans sa préface de Rêverie dans la ville de Sansot. Et c’est bien cette démarche que nous avons reprise ici en nous immiscent dans le quotidien de cette place, épiant les faits et gestes de ses usagers, leurs airs, leurs réactions, leurs trajets. Nous nous sommes installés sur la terrasse du café, sur les mar-

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ces lieux afin de les cerner au mieux, et de pouvoir ressentir, au fil de nos observations, ce que nous décelions chez nos observés. Quinze heures trente sur la place, en plein mois d’août La rue et la place sont dépeuplées. On observe que:

• A la terrasse du café, un couple de visiteurs ainsi que deux habitants de sexe masculin sont assis côté est de la terrasse; un groupe de quatre visiteurs ainsi qu’une famille de trois personnes sont installés à une table sous un parasol. • Peu de passage à cette heure, quelques rares passants parcourent la rue Veneto sous un soleil de plomb sans s’y arrêter. Seize heures trente, les passants se font plus nombreux, mais la place reste plutôt inoccupée • Trois vieillards sont venus s’assoir sur la murette au pied de l’arbre situé au centre de la place. Le premier est arrivé seul et regarde vers la rue. Un petit quart d’heure plus tard, il est rejoint par les deux autres. • Trois adolescents occupent la murette au pied de l’arbre qui fait l’angle de la terrasse, côté place. Deux d’entre eux se sont assis sur le socle de l’arbre, tandis que l’autre est debout face à eux, dos à la rue. Deux adolescentes les ont rejoints pour un court instant, pour vite reprendre leur chemin vers la cathédrale. • Sur la place, deux voitures se sont ajoutées sur les emplacements définis à cet effet, à l’ombre elles aussi. A dix-sept heures trente, l’espace s’est modulé… • La terrasse est davantage occupée, pratiquement toutes ses chaises sont désormais occupées. La rue Veneto devient très

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>> Figure 4. Schema 16h30

>> Figure 5. Schema 17h30

fréquentée et nombre de visiteurs vacanciers passent et repassent par la place. • Autour de l’arbre central, trois autres personnes sont venues s’installer. L’une s’est assise sur le rebord du socle de l’arbre, les deux autres participent à la discussion debout. • Quelques groupes se forment pour des temps très courts et en dehors des trois sous-espaces définis ci-dessus. • Les espaces de stationnement ne cessent d’être occupés par des véhicules qui remplacent d’autres véhicules. Ceux qui ne trouvent pas d’emplacement disponible s’en vont devant l’église, de biais, en dehors des places réservées aux véhicules. Dix-huit heures: le bal des chaises • Deux hommes qui discutaient à une table sur la terrasse la quittent pour rejoindre un autre groupe sous l’arbre qui fait l’angle, sur la place. Au bout d’une dizaine de minutes, ils viennent chercher les chaises du café qu’ils occupaient pour les emporter en dehors de l’aire de la terrasse. Les chaises du café ne sont donc plus dans l’espace qui leur est destiné, elles occupent désormais l’espace «public», mais sont toujours liées au café par l’arbre et par les hommes, avec leurs verres de rafraîchissement à la main. • Les vieillards qui étaient assis sous l’arbre de la terrasse à seize heures trente se sont déplacés sous celui central. L’un deux a même ramené une des chaises de sa propre habitation, qui se trouve dans une rue attenante, pour pouvoir s’assoir plus confortablement. Ici, on a donc le cas d’un objet personnel, un meuble, déplacé de l’espace privé vers l’espace public pour un usage privé visant à améliorer un lien social.

>> Figure 6. Schema 18h00

Dix-neuf heures: la place est comble • Autour de l’arbre central, d’autres chaises ont été apportées. Les groupes de discussion s’étoffent et comptent entre six et huit personnes. Quelques-uns des participants sont stables — principalement ceux assis—, mais la moitié du groupe est fluctuante et mouvante. Les groupes échangent des éléments entre

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eux, se mêlent en formant d’autres groupes qui finissent par se défaire pour reformer un autre centre d’intérêt. • La terrasse du café grouille de monde. Toutes les tables sont occupées, les chaises vacantes ont été déplacées sous l’arbre qui dessine l’angle de la terrasse, sur la place. • Les places de stationnement commencent doucement à se libérer. 1.2. Des séquences spatiales A la terrasse du café, on remarque que les échanges entre personnes sont plus discrets que dans les groupes de la place, certainement à cause de la promiscuité des tables. Les usagers s’adressent les uns aux autres à voix plus basse, même si quelques éclats de rire et de voix transpercent le niveau sonore de chaque tablée de façon ponctuelle. Sur la terrasse toujours, les groupes sont en nombre plus restreints et clairement définis (un couple en vacance, une famille, deux amies qui bavardent…). Les personnes s’installent et s’y tiennent. Les échanges d’une table à l’autre sont vraiment rares et concernent surtout les tables occupées par les habitants et non les tables de visiteurs. Sur la place, en revanche, les groupes, plus «grands», paraissent beaucoup moins définis et se renouvèlent au gré des allers-venues des uns et des autres, des sujets de conversations, des nouveaux arrivants. Les groupes échangent entre eux leurs interlocuteurs: l’un interpelé par un participant d’un autre groupe s’oriente vers ce nouveau groupe et, rapidement, au gré de la conversation et des échanges, finit par adhérer à ce nouveau groupe. Il a aussi été observé à plusieurs reprises que les personnes assises en bordure de terrasse donnant sur la rue Veneto peuvent aussi parfois échanger quelques mots avec le passant. Il s’agit généralement cependant d’échanges entre locaux. Ainsi les groupes en terrasse sont-ils plus définis et moins mobiles que ceux constitués sur la place. Ils interagissent très peu entre eux, contrairement à ceux de la place. Quant aux passants, ils interagissent surtout avec les groupes de la place, fédérant les espaces, et très rarement avec ceux en terrasse. Concernant la variété des usages et des activités, elle est davantage diversifiée sur la terrasse du café: les personnes —visiteurs ou habitants— se régalent d’un verre, discutent, lisent un journal ou un guide, certaines pianotent sur leur tablette ou naviguent sur un ordinateur. Sur la place, les activités varient selon l’arbre d’accueil, mais l’activité majeure est la discussion. On peut d’ailleurs remarquer que, sous l’arbre-pivot, qui délimite la terrasse, les activités sont un peu plus variées que sous l’arbre central et se rapprochent quelque peu de celles pratiquées en terrasse. Ceci s’explique par le fait que certaines personnes assises aux tables du café migrent à l’extérieur de l’aire de la terrasse, sous l’arbre-pivot, apportant avec eux leur verre, ou une chaise, ou encore un journal. Il existe un véritable transfert d’objets mobiles entre le café, sa terrasse et l’arbre-pivot. Sous l’arbre central, les activités tournent autour de l’échange et de la discussion. Les éventuels objets rapportés le sont depuis les propres habitations, comme les chaises. On peut dès lors, avant même d’analyser, de commenter et de tirer des conclusions de cette série d’observations, dresser le schéma-bilan suivant: 2. Des lieux, des liens 2.1. Pensées analytiques On peut tout d’abord constater qu’il existe davantage d’interactions entre les différents sous-espaces qu’il n’y paraît de prime abord:

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>> Figure 7. Schema Bilan • La zone de la terrasse déborde de son bornage grâce aux interactions des personnes qui y sont assises avec les personnes situées en dehors, principalement sous l’arbre-pivot. Grâce au déplacement d’objets (chaises, verres, journal…) appartenant à la sphère de la terrasse sur l’aire de la place, ces deux espaces communiquent pleinement. On se trouve ici face à un échange entre l’espace semi-privé de la terrasse de café (réservé aux consommateurs) et l’espace totalement public que constitue la place. Ces transferts sont principalement opérés par les habitants; il est pourtant possible de les voir accomplir par les visiteurs. • L’espace de la place est en lien avec les rues annexes grâce aux interactions et surtout aux déplacements d’objets, notamment de chaises. Celles provenant des habitations déposées sous les arbres amènent une autre dimension à l’espace et à l’étude: elles constituent un transfert d’une portion de l’espace privé que constituent les habitations d’une rues annexes jusqu’à l’espace public de la place Matteotti. On assiste ici à un débordement des frontières entre le privé et le public, opéré par les habitants. En réalité, cet acte semble surtout viser à privatiser une partie de la place publique: en effet, seuls s’assoient sur ces chaises leurs propriétaires, permettant à ces derniers de délimiter une zone qui alors leur est en quelque sorte réservée. • Les arbres sont le pivot entre les espaces de stationnement, jouant un rôle d’échanges entre terrasse et place. Il semble qu’ils soient les moteurs de cette dynamique d’échanges puisque c’est l’arbre-pivot du café, et le fait que certains s’installent à son pied, qui entraîne un déplacement de personnes et d’objets depuis la terrasse. L’arbre central, quant à lui, projette l’ombre nécessaire et finit par constituer le point d’ancrage attendu pour venir s’y adosser, s’y arrêter, y échanger, et donc occuper et s’approprier une partie de la place. Ici, «s’adosser à l’arbre» n’est pas à considérer dans son sens littéral de «s’appuyer contre» physiquement. Car nous avons observé que les groupes de discussion se constituaient très rarement en plein milieu d’un espace «vide» de la place, ou en tout cas, s’ils s’y forment, ce n’est que pour un laps

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de temps très court même si cet espace est ombragé. Il semble y avoir une véritable recherche de «points d’appui», d’ancrage, une sorte de référant autour duquel se rassembler: le flan d’un véhicule, le tronc d’un arbre…, une limite physique telle que pourrait l’être une fontaine, une murette ou toutes autres choses sur lesquelles on peut «appuyer» sa position, se «localiser». • Les promeneurs de la rue interagissent souvent avec les groupes constitués sur la place, que ce soit autour des arbres ou non. L’espace «place» semble alors s’étendre jusque dans la rue, incluant une partie «en mouvement» à son aire, et, rarement, ils échangent avec les personnes en terrasse. 2.2. Propriétés spatiales et incitations à l’appropriation Il se produit donc un brouillage des limites privé/semi-public/public. Les pratiques sociales se font de telle sorte qu’elles exportent les aires d’utilisation de l’espace et confondent certaines limites. Si ces sous-espaces interfèrent, c’est parce qu’ils possèdent des éléments pivot, les arbres en l’occurrence, qui leur permettent de s’articuler entre eux et de faire naître le lien. Ces éléments de pivot sont également les jalons d’une sociabilité accrue, puisque c’est chez eux, sous leurs aires d’occupation, que viennent se retrouver les usagers de l’espace. Sur les zones non occupées de la place, celles dépourvues d’élément physique, les groupes se ne se constituent que rarement et pour des durées plus courtes. C’est clairement la disposition des éléments constitutifs de ces espaces (la terrasse, les arbres, les voitures stationnées…) qui permet autant d’interaction sur la place et le mélange des sphères d’utilisation. Dans un même temps, c’est le comportement des usagers, induit par ces éléments fédérateurs, qui permettent aux aires d’interférer. Ainsi, l’espace de la terrasse, qui est pourtant physiquement délimité, est largement transcendé par les pratiques de ses consommateurs qui «débordent» les limites. L’espace semi-privé (ou semi-public) de la terrasse, réservé aux usagers, s’exporte, mais, et toujours, uniquement dans un sens: les consommateurs de la place n’entrent pas dans l’aire de la terrasse (car déjà trop encombrée ou par peur de devoir consommer), c’est l’aire de la terrasse qui s’exporte sur la place. L’aire de la place et de ses arbres, quant à elle totalement publique, acquiert alors une identité semi-privative lorsque ses usagers apportent avec eux une chaise de leur propre habitation, donc de leur espace privé, élément réservé exclusivement à leur propre usage, pour s’y assoir et occuper de façon constante (et plus légitimement en quelque sorte) une part de cette fraction de l’espace de la place. Nous aimerions insister sur le rôle fondamental des arbres dans les interactions : en résumé, l’aire de la terrasse de café est liée à l’aire de l’arbre qui fait pivot avec la place, et cette aire de l’arbre-pivot est elle-même en interaction avec l’aire de l’arbre central par les échanges entre groupes de discussions, qui eux-mêmes font interagir leur aire avec l’aire de la rue passante en interpelant parfois les passants (voir schéma). D’autre part, des interactions surviennent ponctuellement entre la sphère du café et celle de la rue. Si ces différentes aires interagissent, c’est parce qu’elles s’articulent l’une par rapport à l’autre, avec ces deux éléments fondamentaux que sont l’arbre central et l’arbre-pivot. […] l’espace n’est pas une table rase qui sert de simple support au déroulement des activités sociales. La ville, la rue, la route, l’usine participent intimement à celle-ci (Frémont, 1999:77). S’il n’y avait pas eu d’arbre pour déli-

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miter un angle à la terrasse, la terrasse aurait-elle été aussi «ouverte» sur la place bien que fermée physiquement? Et s’il n’y avait eu cet arbre central et son bac de pierre qui permet aux vieillards de s’asseoir ainsi que son ombre pour protéger les passants du soleil brûlant, y aurait-il eu des groupes de discussions sur la place? Ils sont des éléments fédérateurs qui font que la place, même sousdivisée en aires bien distinctes, dégage une sensation d’unité, renvoi une impression de constituer un tout. Les qualités intrinsèques d’un lieu, et donc ses éléments constitutifs fixes, jouent un rôle dans l’usage des lieux et amènent des possibilités de comportements et d’occupations variées. (…) le lieu a reçu l’empreinte d’un groupe, et réciproquement (Halbwachs, 1950). Ce sont ensuite les débordements humains qui transcendent les suggestions insufflées par le lieu et lui permettent d’acquérir une dimension supplémentaire, plus étendue, incluant d’autres notions comme celles de privé, d’échanges, d’exportation… Avoir conscience de cette interaction entre l’incitation découlant de la disposition des éléments et les comportements humains est fondamentale afin de projeter au mieux des espaces qui seront appropriés, et comprendre quel genre d’expérience sensible et quelles manières d’habiter prépare-t-on dans le projet (Chelkoff, 2010).

II. UNE TEMPORALITE DES APPROPRIATIONS Nous avons vu que les qualités intrinsèques d’un lieu invitent à certains types d’usage et incite les comportements. Or, nous avons observé que, parfois, les comportements diffèrent et s’organisent de façon cyclique sans que les lieux n’aient changé de configuration. En effet, parfois, l’appropriation du lieu est modifiée selon un mouvement pendulaire et donc imputable à un effet de la temporalité du lieu. Città della Pieve se compose de nombreux vicoli, à savoir de ruelles et venelles, qui sont largement fleuris et habités, au sens d’investis matériellement par leurs occupants. Le minéral du bâti continu, dense et linéaire est ponctué de plantes et fleurs, plus particulièrement autour des seuils des maisons et le long de la voie, à proximité des façades. Cette appropriation des seuils inclut tout un panel d’extractions des activités de la maison vers la rue: lire, boire un café, étendre son linge, bricoler… Alors les statuts semblent s’enchevêtrer, se déplacer, soumis à une temporalité qui impose aux lieux des lignes et une perception des frontières différentes selon le moment, révélant des limites incertaines. Les habitants construisent ces espaces et procèdent à des transitions mouvantes et personnelles, liées à leur vécu propre. Ils créent des seuils aux seuils, fabriquent des lieux dans les lieux, un moment dans le temps et des espaces qui leur ressemblent, qui prolongent ou précèdent l’entrée dans leur aire sacrée qu’est l’habitation privée. Nous nous sommes alors intéressés à ce qui régit ces actions. 1. Pratiques et contre-usages Portons une attention aux seuils et aux linteaux des entrées que l’on franchit symboliquement pour accéder à un autre type d’espace, mais également à l’environnement du seuil, son aire d’extension qui inclut une partie de la voie et qui, par l’appropriation, étire l’espace privé vers l’extérieur, déclinant la ligne de seuil en fonction de l’espace occupé. A Città della Pieve, le bâti abandonne ses portes d’entrée directement à la rue, sans préambule. Souvent, du fait des rues pentues, épousant le dénivelé naturel de l’éperon, une petite marche surélève la porte, marquant une brève transition entre la voie public, sur laquelle on marche, on roule, on passe, et l’espace privé

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née de travail. Les rues étant parfois étroites, les automobilistes chercheraient donc, en toute légitimé, à se rapprocher des façades pour dégager un espace de circulation suffisant. Il y aurait alors en jeu, pour les habitants, la préservation des pots qui risqueraient d’être moins bousculés ainsi décalés, d’autant que l’obscurité risquerait de les rendre moins visibles donc plus facilement heurtés. Cependant plusieurs constatations permettent de réfuter cette théorie: la nuit, les véhicules sont, il est vrai, plus nombreux à stationner dans les rues, mais ils ne circulent pas, les plantes ne sont pas déplacées à la tombée du jour, en fin de journée, mais plutôt en fin de soirée, lorsque la nuit est tombée depuis peu déjà et que la rue s’est déjà repeuplée de véhicules. Par ailleurs, nous avons aussi pu remarquer que, dans certaines rues plus étroites où les véhicules à quatre roues ne circulaient pas, la pratique était la même et la même remarque peut être faite dans les rues plus larges où le stationnement n’est pas gênant. Il ne s’agit donc pas d’une simple volonté de «mise à l’abri» des éléments, ni d’une volonté de «faire la place» au stationnement. Le but serait donc tout autre. Nous avons interrogé une habitante sur ce qui la motivait à rapprocher les pots de sa façade et/ou sous les linteaux une fois la nuit tombée. Sa réponse a été : La nuit c’est quand même mieux de rentrer les plantes, moi je préfère, ça me rassure (c’est nous qui soulignons). Deux éléments importants peuvent être dégagés de cette réponse. >> Figure 8. réservé à l’usager-habitant. Dans ces rues, l’enveloppe et la surface extérieure des façades définissent la limite privé/public. On pourrait alors penser que le seuil de la porte d’entrée une fois franchi permet de permuter d’un statut à l’autre de façon peut-être un peu abrupte. Or il n’en est rien, parce que ce système voie/arête/ façade d’habitation est particulièrement investi de pots de fleurs, de plantes, de treillis recouverts de végétation, de cages à oiseaux, coussins et autres chaises. Par toute saison (nous avons pu le constater au printemps, en automne et même en hiver), les habitants habillent ces endroits très particuliers de plantations multiples (aromates, plantes fleuries, plantes de piments ou pieds de tomates, plantes grimpantes…). Pendant la journée, tous ces composants sont disposés de façons diverses selon le goût, le choix de l’habitant: certains sont suspendus aux fenêtres ou déposés sur leur tablette lorsqu’il fait beau et qu’elles sont ouvertes; d’autres sont accrochés à même le mur; d’autres enfin sont disposés tout simplement le long des façades. Nous avons remarqué des pratiques particulières autour de ces éléments amovibles et avons constaté qu’en soirée certains de ces pots disposés le long des habitations étaient ramenés vers, voire sur les seuils, sur les tablettes des portes ou sur les marches d’entrées, comme une sorte de démarche de «rapatriement» des objets personnels dans les délimitations considérées comme privées que l’on pourrait presque qualifier d’«administratives». En revanche, certains éléments ne sont pas ramenés à l’intérieur des lignes, mais simplement déplacés d’une dizaine de centimètres contre le mur d’habitation. En clair, s’ils sont rapprochés de la façade, ils demeurent néanmoins sur la voie publique. On peut facilement imaginer que cette manœuvre soit utilisée dans le but de «mettre à l’abri» les biens, les plantes. Cela pourrait être aussi une façon de dégager l’espace pour permettre le stationnement des voitures, plus nombreuses le soir au retour d’une jour-

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D’abord, on notera, en tout cas pour cette habitante, que le geste est bien justifié par le fait de protéger ces éléments, bien que décaler les plantes d’une dizaine de centimètres le long de la façade ne les protège en aucune façon d’une quelconque tentative de substitution ou dégradation, ni même placer les pots sur les tablettes de fenêtre ou les marches de l’entrée ne constitue pas en soi un empêchement de violation de propriété. En effet, un passant malintentionné n’aura aucune difficulté à s’emparer, voire détériorer pour le plaisir l’objet qu’il soit à sa place diurne ou rapprochée du mur ou mis en réserve sous le linteau de la porte. Il semble pourtant que «rentrer» les plantes à l’intérieur des frontières considérées de l’habitat, même si celles-ci restent tout aussi accessibles que si elles étaient sur la voie publique, suffise à considérer que l’accès à ces objets est différent, plus compliqué, tout du moins sur le plan psychologique et symbolique. Est-ce à dire que, dans l’esprit des habitants —et peut-être dans celui des promeneurs et des éventuels chapardeurs—, quiconque s’aventure dans cette sphère très particulière passe la ligne. Les objets ne seraient alors plus dans la limite «accessible». Par cet acte, dans l’inconscient, ils ne seraient plus à la merci des visiteurs de nuit. Ils ne sont pas plus protégés matériellement, mais par ce geste ils se situeraient sur un autre plan: celui de la sphère privée, réservée, et donc prétendue inviolable. L’espace du «chez soi», considéré comme protecteur, même s’il est à la merci de la rue, accessible aux artistes en quête de supports artistiques ou aux voleurs de pots de fleurs, développerait une sorte de conviction du caractère sacré du bien privé. Si l’objet est dans l’enceinte de l’espace ainsi défini ou en contact avec l’habitation, il est donc d’emblée transféré dans une sphère autre que celle de la rue. Il existerait une partie de rue, de voie, d’espace public qui ne serait ainsi pas à considérer comme partagée. Cette transposition de l’espace privé à l’espace en contact avec l’habitat permet un constat: il y a quelque chose de la rue qui n’est pas à la rue ! Il existe un espace de la rue dite «publique» psychologiquement investi, symboliquement occupé, prétendument inviolable.

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La deuxième remarque que l’on pourrait tirer concernant cette réponse de notre habitante est focalisée sur l’utilisation du terme «rentrer» les plantes qu’elle utilise pour qualifier son acte. Rapprocher les plantes de la façade constitue d’une certaine façon pour elle les ramener dans la sphère privée, bien qu’en les laissant sur la voie publique. Le fait est que dans ce cas la limite peut en effet déjà être légitimement repoussée permettant de considérer le lieu comme privé. Les habitants ont donc conscience de cet acte d’appropriation qui opère pendant la journée. Ils connaissent en fait les limites réelles de ce qui leur appartient et si les plantes sont «rentrées» le soir à l’intérieur des lignes qu’ils considèrent comme appartenant à l’espace privé, c’est bien qu’elles étaient pendant la journée sur l’espace public. Cet espace exploité, cette saisie de l’espace partagé à des fins personnelles est en quelque sorte un usage qu’on pourrait admettre abusé…

>> Figure 9.

La question qui se pose est de savoir en quoi le temps de la «journée» permet ces transgressions, cette dérobée du lieu pour une extension du seuil? Dans quel but et pourquoi tend-t-elle à disparaître dans l’espace de la nuit? 2. Usages et nycthémères Ce questionnement nous amène à tenter de découvrir ce qui justifie la restitution nocturne de l’espace investi. S’il existe un moment où les débordements ne gênent personne, c’est bien la nuit, puisque les lieux sont déserts. Que signifie alors ce paradoxe? Les cycles nycthéméraux semblent donc avoir une influence sur la perception des lieux et, partant de là, sur le rythme des modes d’usage et les habitudes. Depuis Maine de Biran, en passant par Hegel, l’habitude permet d’analyser la relation dynamique du physique et du psychisme (Rousse, 2008). Que se passe-t-il donc dans le psychisme des habitants lorsqu’ils font le geste de décaler leurs objets la nuit tombée? Qu’est ce qui légitime le changement de statut de l’espace appropriable et en quoi est-il perçu différemment par les usagers alors que ses qualités intrinsèques restent inchangées?

>> Figure 10.

2.1. Sous le soleil: l’espace psychologique Avant de déterminer ce qui incite les habitants à libérer l’espace publique la nuit en le soulageant de toutes intrusions personnelles, nous avons cherché à comprendre ce qui les pousse pendant la journée à l’occuper. Nous avons pu définir que la privatisation de l’espace partagé est raisonnée et consciente chez l’habitant, comme le démontre la démarche de «rentrer» les éléments mobiles, qui vise non pas à les ranger, au sens physique du terme, à l’intérieur de l’habitation afin de les rendre inaccessibles au quidam qui circule sur la voie publique, mais plutôt de les rapprocher des limites réelles du domaine privé, les laissant malgré tout, physiquement en tout cas, tout aussi vulnérables et accessibles. Les habitants savent pertinemment que ces lieux qu’ils investissent ne leur appartiennent pas sous prétexte qu’ils en disposent et qu’ils l’occupent d’objets et d’activités qui leur sont propres. Simplement, ils y impriment leurs traces et le souvenir de leur passage, de leur vécu. Les pievesi ont conscience de ce caractère dérobé de l’appropriation des seuils. Leur occupation serait alors, si l’on considère l’espace proprement public, invasive. Qu’est-ce que qui pourrait légitimer, à leurs yeux, cette appropriation de l’espace en journée? Christian Norberg-Schulz posait la question de savoir s’il existait une correspondance entre le caractère d’un lieu et celui de ses habitants (Norberg-Schultz, Art du lieu, entre 130 et 195). Des séries d’entretiens informels réali-

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>> Figure 11.

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sés sur deux années (à l’automne 2011 et au printemps 2012) auprès des habitants de ces ruelles témoignent de l’existence, pour les habitants, d’une corrélation entre les qualités intrinsèques du lieu où ils vivent, les qualités ajoutées qu’ils leur fabriquent et celles qu’ils s’octroient, par contamination pourrait-on ajouter… Ainsi, lorsque nous dispensons des compliments aux habitants des rues les plus fleuries, n’hésitent-ils pas à donner ces éléments de réponse Merci! Vous savez, on aime que ce soit propre et agréable, on est comme ça! ou alors C’est du travail vous savez. Mais on aime que ce soit beau chez nous. Lorsque nous évoquons avec un voisin le parfum de la lessive qui émane des vêtements qui sèchent sur l’étendoir disposé sur la voie publique devant l’entrée en face il s’exclame: Quel plaisir! Ca sent toujours bon chez nous. Chez nous, mais où? Chez nous, dehors? Chez nous, dans la maison? Chez le voisin, à vrai dire, voire devant l’habitation du voisin, en réalité. Chez nous ça sent bon, c’est beau, c’est le fruit de notre travail, c’est agréable… Ils s’approprient les qualités de ces lieux afin de valoriser leur propre personnalité. Sans conteste s’opère une identification des habitants aux caractéristiques du lieu. La rue qui sent bon induit que ses habitants sont propres. Les compliments portant sur l’espace public de leur rue les concernent, les reflètent, gonflés d’orgueil parce qu’ils s’assimilent à cet espace de vie qu’ils partagent et privatisent en même temps. Conscients que l’espace ne leur appartient pas totalement, ils se sentent tout de même lui appartenir, partageant du coup avec lui ses principales qualités. […] les lieux dans lesquels nous vivons et travaillons façonnent en quelque sorte nos manières d’être et nos comportements, parce que nous nous constituons nous-mêmes dans les relations que nous entretenons avec eux. La création des environnements sociaux peut, dans ce sens, être comprise comme un prolongement et un reflet de l’image qu’une société se fait d’elle-même (Fischer, 2011:13). Nous avons observé que ces petits dispositifs des uns rendent fiers les autres, voire sont attendus par eux. C’est ainsi qu’un habitant s’étonne et nous dit: Normalement, chez la voisine, il y a toujours beaucoup de fleurs devant sa porte. Toujours. Mais là c’est bizarre il en a moins… Je ne sais pas, elle doit être absente… Il faudra revenir. En tout cas c’est vraiment merveilleux quand s’est fleuri. Légitiment l’occupation privée et cavalière des sols publics prend vie: les seuils des entrées entourées de larges pots de fleurs se privatisent, réservés alors à l’activité précise d’un habitant précis (le linge étendu qui embaume, les multiples fleurs colorées qui embellissent la rue…). Hors de question de stationner son véhicule devant la maison de Mme X, la propriétaire a installé de si belles jardinières! Et c’est ainsi que, chaque matin, Mme X, une petite dame d’un âge avancée, via Sant ’Egidio, commence sa journée en remettant toutes ses plantes en place, puis elle sort une de ses chaises, la cage de son oiseau qu’elle pose devant son perron sur un tabouret, puis encore étend son linge, bref réserve quelques mètres carrés publics à son usage, sans crainte et sans que cela ne déclenche un quelconque conflit. Son voisin le plus proche nous confirme la bienveillance qui a court dans ces lieux: Quand j’entends le piaf, je sors dire bonjour. Je me dis que ça y est, elle s’est levée! Je demande si tout va bien, et puis voilà…. Ce sont ces appropriations et l’imprégnation de ces petites habitudes dans le lieu qui lui confèrent une identité propre et le construisent en tant que lieu, avec son panel de caractéristiques. Ces lieux perdent tout sens topographique, et, transfigurés, sont ressentis comme une atmosphère, un monde imaginaire, tournant le dos à l’espace

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fonctionnel et ouvrant soudainement une perspective inversée (Augoyard, 2010:140). Alors que nous félicitions une habitante pour ses très belles plantes fleuries qui colorent et égaient la rue, elle nous répondit: Merci! Ma voisine en a toujours eu de superbes aussi. Des aromatiques, plutôt! Ici ça sent les fleurs, et, chez elle, ça sent le romarin et le basilic. Tout le monde me dit toujours: Comme ça sent bon par chez vous. Plus bas ça sent la lessive, toujours. Alors, notre rue, c’est une rue parfumée, vous voyez. On aime bien ça. Ca s’entretient, vous savez! Tandis que les deux voisines soignent leurs plantations, sans compétition, avec une complicité partagée, lorsque les passants leur prodiguent des compliments, le parfum de lessive de la maison en contrebas embaume en effet la rue et «marque» d’une certaine façon son territoire et sa spécificité par cette particularité. Ah, on arrive chez (…), ça sent la lessive. A la lumière de ces constatations, nous pouvons conclure que l’investissement d’un seuil par un habitant incite à une propagation de l’agissement, et ce parce qu’il existe un besoin de transmettre une image de soi à travers le lieu, par le lieu ou avec le lieu. Pendant la journée, il y a un théâtre de la vie, des passants, des visiteurs et des habitants qui se met en place, où chacun pose les jalons d’une histoire commune et où tout un chacun possède ses propres caractéristiques, son propre rôle. C’est l’envie de se démarquer, et par là de démarquer le lieu où l’on vit, qui amène l’investissement de l’espace public, le besoin de s’ancrer dans ces lieux, de s’y rendre légitimes. Créer ces seuils de transition découle directement du besoin de «se protéger» de l’empiètement de chaque Homme sur l’espace public, ou, autrement dit, de maintenir un partage de cet espace, accaparé par tous ceux qui y passent et ceux qui y vivent. Les habitants se fabriquent une image qu’ils partagent avec les autres, induisent aux lieux un peu d’essence de leur être et de leur vie, les imprègnent, pour leur appartenir un peu plus, pour qu’ils leur appartiennent aussi un peu plus, autant que leurs voisins, pour finir par faire partie du théâtre qui s’y déroule. «Elle»? Ce n’est jamais qu’un ensemble de bâtiments et leurs alentours. Ce sont aussi les ambiances invisibles mais présentes, la personnalité de chaque habitant, qui font qu’aucune ville ne ressemble à une autre (Paquot, 2011). 2.2. Les désertions nocturnes Comme nous l’avons vu précédemment, pendant la nuit, l’espace situé devant les habitations et le long des maisons n’est plus considéré comme «à investir» et les habitants préfèrent «rentrer» les objets qui s’y trouvent. Pourquoi l’espace est-il rendu à la nuit, à l’étranger, au passant, et il n’appartient plus à l’habitant? Anne Cauquelin explique que la nuit libère les mythes, les possibilités, les imaginaires qui offrent alors une «liberté» aux usagers nocturnes (celle de dérober les objets présents?), en somme une impression de liberté (Cauquelin, 1975). Peut-être est-ce parce que les habitants ont conscience de cette liberté soudaine accordée aux marcheurs du soir qu’ils sentent le besoin de leur laisser davantage de place, celle d’une plus grande liberté d’usage? Un peu comme si le fait de savoir que l’on ne va pas «utiliser» l’espace justifiait de le rendre à celui qui saurait en faire usage. Les habitants le remettent entre les mains de la nuit. Car, pendant la journée, ils usent, abusent et dérobent cet espace pour l’habiter, le parer de ce qui leur ressemble, le rendre particulier, reconnais-

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sable, adapté à leurs pratiques et leurs besoins. Mais la nuit, ils le cèdent au tout venant. Ils n’usent plus du lieu. Cela s’apparente à rendre un banc public sur lequel on s’est assis pour lire pendant un laps de temps plus ou moins long et que l’on quitte sans se soucier de qui viendra s’y accommoder après nous à son tour. Il en va tout autrement de l’usage de son jardin, de sa terrasse. On ne les laisse pas à la disposition de tous parce que l’on n’en fait pas usage soi-même. On ne le cède pas. Cela confirme la conscience de cet état de siège de la rue, état de siège qui, en réalité, fabrique les lieux publics, leur donne leur caractère, leur atmosphère et dont une ville —et ses usagers— ne saurait se passer. C’est l’espace de la nuit qui incite à les déserter, parce que c’est à ce moment-là que l’usage cesse et que la légitimité n’existe plus. Avec l’obscurité, les limites privée-publique semblent donc se redéfinir. La sphère de l’appropriation recule. Les limites du privé se resserrent et collent les pierres des habitations, se pliant en quelque sorte à l’enveloppe. Lors d’un entretien avec Valerio Bittarello, historien, professeur émérite à l’Università degli Studi di Firenze, il évoquait (…) la rue la plus fleurie de toute la ville. Un plaisir pour les yeux. Ils font de leur rue un espace vraiment à part. Allez donc vous promenez chez eux pour voir (Bittarello, 2012). Dans l’image collective, l’espace public n’est donc pas si public que cela. On y consent le passage des uns et des autres, mais l’espace n’est pas libre, en réalité. Il est à eux. Lorsque nous avons observé avec plus d’attention les pratiques des uns et des autres pendant la soirée, nous avons pu constater que l’espace partagé n’était pas seulement désencombré des plantes, d’autres éléments intervenaient: le tapis d’entrée, d’ordinaire disposé sur la voirie devant la porte, est replié et posé sur la marche, la chaise est soit rentrée, soit retournée et appuyée contre la façade, présentant son siège et non son assise, comme pour dire «je ne suis plus là pour que l’on s’assoit». Le temps de la nuit semble justifier que l’on ne s’appropriât plus les lieux, comme si l’espace semi-privé qui se constituait par le fait de l’appropriation n’avait plus légitimité à s’étendre plus loin que les limites instituées. Il nous a semblé que c’était cette notion: «partagé», qui induisait ce comportement. L’espace public est par définition un lieu de «partage». Il n’est à personne, pas à vous, pas à nous, donc chacun est libre d’en user soit pour le traverser, s’y poser, s’y assoir un instant, à partir du moment où il n’empêche pas l’autre d’en faire de même et qu’il le restitue à la ville lorsque cela s’impose. Or dans les rues de Città della Pieve, l’espace partagé prend tout son sens. Pendant la journée, l’un sort sa chaise, l’autre son établi, ou encore un banc, un étendoir à linge..., l’espace de la rue devient espace de discussions et de vie, où se forment des grappes de voisins qui discutent jusque tard dans la soirée, empiétant largement sur l’espace publique. L’espace n’est alors plus que public, il est réellement partagé. Partagé entre les habitants d’un même quartier, entre ces voisins qui bricolent en pleine rue, y lavent leur voiture ou y prennent le soleil sur une chaise, entre les plantes des uns et les linges des autres, et aussi entre eux et nous, qui parcourons les rues, les saluons ou échangeons un instant quelques mots avec eux, entre les travailleurs qui marchent d’un pas pressé pour rejoindre leur lieu de travail ou leur voiture, les visiteurs vacanciers qui se promènent d’un pas plus léger et qui flânent, les autochtones qui rentrent des courses… Pendant la journée, l’espace est forcément investi. C’est peut-être de là que vient le besoin de s’étendre. La nuit, il n’est plus utile de chercher à occuper un morceau du lieu pour qu’il demeure à soi.

Pratiques sociales et appropriations à Città della Pieve. Une après-midi d’août Piazza Matteotti, suivie d’usages et nycthémères > Melissa Bellesi

La nuit «rentre» aussi les personnes. Elle les replace à l’intérieur des limites de leur habitation, laissant la voie libre aux flâneurs de nuit, aux inconditionnels que l’on peine à apercevoir en journée. La désoccupation de l’espace public par les autres usagers entraîne un désinvestissement des habitants, une baisse de rideau en quelque sorte, qui permet aux acteurs de quitter la scène. Ils cèdent alors leur part d’espace aux usagers nocturnes. L’espace est alors «rendu» à cette autre population, aux insomniaques, à ces oiseaux de nuit, à la fraîcheur des soirées en altitude, aux cauchemars et aux légendes. La nuit étend son aura, remplit l’espace de la rue de ses attributs, nécessitant toute la place pour s’étendre et chassant tout ce qui n’y a pas utilité. Il n’y a donc pas une appropriation abusée de l’espace par les habitants, qui viserait à l’assujettir sans se soucier des autres, mais un réel partage en journée, relayé par une donation nocturne à celui qui saurait le mettre en pratique. Les habitants cherchent à marquer les lieux et à interagir avec eux, pour s’y ancrer. La nuit, ils le quittent sans crainte qu’il ne leur soit dérobé. Il faut rajouter à cela la symbolique des lignes, celles de la sphère privée qui justifie que l’on déplace les objets sans chercher à les rendre inaccessibles physiquement, mais juste en les rendant psychologiquement moins accessibles. Les lignes et les frontières privé/public ont des caractéristiques symboliques et sacrées à la fois et il faut de nouveau attendre le matin pour que reprennent les pratiques d’investissement de l’espace, que les chaises et autres cages à oiseaux occupent à nouveau la place, leur place bien déterminé pour la journée. Il existe donc une influence de la temporalité sur la perception du lieu, qui elle-même joue un rôle sur les modes d’occupations, faisant naître des habitudes d’appropriation (et de désertion…). La nuit possède suffisamment d’imaginaire et d’épaisseur pour que le temps de la pénombre acquière un statut tout particulier qui pousse les habitants à redessiner les limites des lieux et leurs potentiels d’appropriation. L’espace est donc régit par des rythmes, des temps, qui viennent moduler les usages.

CONCLUSION La physionomie de l’espace invite les personnes à faire usage de ses éléments, créant différentes possibilités d’investissement du lieu. Lorsqu’un groupe est inséré dans une partie de l’espace, il la transforme à son image, mais en même temps il se plie et s’adapte à des choses matérielles qui lui résistent (Halbwachs, 1950). Si la place Matteotti est ainsi fréquentée, si les pratiques qui s’y déroulent se font de cette manière, c’est parce ses qualités intrinsèques le permettent, qu’elles ouvrent un spectre de possibilités où chacun est libre de choisir ce qui lui convient, de transgresser les règles ou de s’y conformer. Les lieux qui vivent, ceux qui grouillent de vie, de conversations, d’échanges sont donc des lieux qui ont la capacité de proposer, de suggérer des modes sans jamais les imposer. Ce seront ensuite les usagers qui en définiront les exclusions, en fonction des habitudes, de la culture, etc. Si à la lettre D comme décor Philippe Bonnin et Alessia de Biase associent le fait que nombre d’architectes perçoivent le décor comme une trahison de leur dessin opérée par des habitants incultes (Bonnin, De Biase, 2007), nous avons vu comment le décor urbain induit en réalité certains comportements, sans les contraindre mais en les suggérant. Et donc comment ce même décor urbain pourrait devenir, en réalité, un outil offert aux architectes. Ils pourraient s’en servir et agir sur lui afin d’orienter les pratiques. Le but n’est pas d’imposer un rythme, des échanges, une logiques d’usage, mais plutôt de fa-

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voriser les échanges et l’appropriation afin que le lieu acquière une identité propre et éviter les lieux vides d’hommes et de sens, conçus et sitôt rejeté par ses usagers qui finissent par n’en devenir que des passants. La projection d’un espace urbain doit laisser une marge précieuse aux détournements d’usages, tolérant les débordements qu’ils sous-tendent tout en les «encadrant», en favorisant un lieu de vie éprouvé par les actions humaines qui s’y déroule. L’espace plastique, celui qui s’étire, se déforme, s’adapte et se transforme tout en restant le même est un espace qui répond aux besoins de ceux qui l’exploitent. Concevoir un lieu ne signifie pas anticiper ce qui le constituera, ceux qui s’y rendront et les activités qui s’y dérouleront, l’usage que l’on en fera. Jean-François Augoyard a mis en exergue la contradiction entre le postulat du bâtir contemporain, qui consiste en la production d’espace selon le temps chronométrique et qui prévoit l’usage selon la pure spatialité, et l’expression habitante, qui nous montre au contraire que l’espace habité s’articule selon le temps vécu (Augoyard, 2010:126). Mais il est également important d’avoir conscience de l’interaction avec d’autres phénomènes qui viennent moduler le rôle du projeteur sur la perception d’un lieu en agissant sur sa configuration. Nous avons vu qu’il existe une déformation de l’espace induite par la temporalité, cette dernière ayant un rôle dans la façon dont les lieux sont perçus et usés indépendamment de leurs qualités intrinsèques. La phénoménologie du lieu change, ses lignes se déforment, reculent, et les odeurs de lessive et celles de fleurs et aromates disparaissant pour laisser

HANNERZ, Ulf (1983) Explorer la ville, Paris: éditions de Minuit, Collection du Sens Commun. NORBERG SCHULZ, C. (1997) L’art du lieu (traduit de l’italien par Anne Guglielmetti), Paris: Editions Le Moniteur. PAQUOT, T. (2011) «Lire et Ecrire la ville», Revue Urbanisme, juillet-août 2011, Nº 379, Préface p. 37. POTOSKI, A. Entretien du 10 octobre 2012 avec Mélissa BELLESI à Nancy, Architecte Lieur de lieux, Professeur à l’Ecole Nationale Supérieure d’Architecture de Nancy. ROUSSE, P. (2008) «Perception urbaine, distraction et stratification chez Benjamin, Eisenstein et Vertov», in Revue Appareil, numéro spécial. SITTE, C. (1996) L’art de Bâtir des villes. L’urbanisme selon ses fondements artistiques (traduit de l’italien par Daniel Wieczorek), Paris: Editions du Seuil. THIBAUD, J-P. (2010) La ville à l’épreuve des sens, In: Coutard, Olivier; Lévy, Jean-Pierre (eds). Ecologies urbaines: états des savoirs et perspectives. Paris: Economica Anthropos. p. 198-213.

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place à l’odeur des braises, des mets grillés, celle de la moiteur, qu’on ne pouvait déceler en journée tant que les autres prenaient le pas. Seule subsiste l’odeur de la nuit. Toutes ces données sont à prendre ne compte au moment de la conception de lieux publics. Le travail d’immersion permet une approche complète et détaillée de l’endroit qui va orienter la restructuration, la façon de le penser, dans le but d’instaurer une meilleure acceptation par les usagers. Créer des espaces d’échange qui seront occupés, appropriés et qui se chargeront de significations, devenant des lieux.

BIBLIOGRAPHIE AUGOYARD, J-F. (1979/2010) Pas à pas. Essai sur le cheminement quotidien en milieu urbain, Paris: Editions A la Croisée. BITTARELLO, V. entretien du 8 janvier 2012 avec Melissa BELLESI au Palazzo Orca, Città della Pieve, Historien, Professeur émérite à l’Università di Firenze. BONNIN, P.; DE BIASE, A. (2007) L’espace anthropologique in Les Cahiers de la recherche architecturale et urbaine, Paris: éditions du Patrimoine. CAUQUELIN, A. (2004/2007) L’invention du paysage, Paris: PUF. _____ (1975) La ville la nuit, Paris: C.R.E.D.A.P. CHELKOFF, G. (2010) Pour une conception modale des ambiances architecturales, in «Faces Journal d’architecture», 67, pp. 18-23. DE CERTEAU, M. (1990) L’invention du quotidien: I, Arts de Faire, Paris: Gallimard, Collection Folio Essais. FREMONT, A. (1999) La région espace vécu, Paris: Editions Flammarion. GOFFMAN, E. (1959-73) La mise en scène de la vie quotidienne, Paris: Editions de Minuit, collection Le sens Commun.

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Habiter la rue, une lutte perdue d’avance LUCAS GRAEFF >> Centre Universitaire Unilasalle, Canoas, Brésil. lucasgraeff@gmail.com Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Habiter la rue, une lutte perdue d’avance Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 75 a 84 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RÉSUMÉ À partir de la méthode ethnographique —observation participante de longue durée, tenue minutieuse d’un carnet de terrain relatant les observations quotidiennes et établissement des relations de réciprocité avec les personnes ciblées par l’étude— l’auteur présente les tensions et les hostilités liées à la présence en ville de personnes qui ne disposent pas des conditions sociales, économiques ou personnelles requises pour accéder à un logement et qui, de ce fait, dorment à la rue, dans une tente, sous un pont ou dans un abri de fortune à Paris. Il s’agit de montrer, d’un côté, comment se fait-il que les personnes étudiées aménagent et rendent vivable la rue et, ce faisant, s’inscrivent dans la vie d’un quartier. De l’autre côté, il est question de présenter des situations où les méthodes répressives des forces d’ordre et des pouvoirs publics se font percevoir, que ce soit par le biais de pratiques «douces», à savoir les techniques de prévention de la malveillance par l’urbanisme établies par les politiques d’urbanisation, ou par des pratiques plus «musclées», qui relèvent de l’expulsion pure et simple des lieux occupés. MOTS CLÉS ethnographie, espace urbain, sans logis, SDF, Paris

Making the street inhabitable, a lost battle ABSTRACT Using the ethnographic methodology —prolonged direct observation, written on a field observation notebook— everyday situations and the mutual relationships established with the subjects of the study are described in detail. The author presents the tensions and hostilities caused by the presence in the city of people without the personal, economic or social conditions needed to access housing (homeless people who sleep on the street, in a tent, under the bridge or in an improvised shelter in Paris). The purpose of the study is to show, in the first place, how the people studied turn the street into and inhabitable place and in doing so they become part of a neighborhood. At the same time, situations where repressive methods of security forces and public authorities are perceived, either by “gentle” practices, that is to say “prevention by a supervising urbanism”, or by “harder” practices by which homeless people are evicted from the occupied places are revealed. KEYWORDS urban ethnography, homeless, SDF, Paris

Habitar la calle, una pelea perdida de antemano RESUMEN Mediante el método etnográfico —observación directa prolongada, apoyado en un minucioso cuaderno de campo que relata las observaciones cotidianas y el establecimiento de relaciones de reciprocidad con las personas analizadas por el estudio— el autor presenta las tensiones y hostilidades relacionadas con la presencia de personas en la ciudad que no tienen condiciones sociales, económicas o personales necesarias para el acceso a la vivienda y que, consecuentemente, duermen en la calle, en una carpa, debajo de un puente o en un refugio improvisado en París. Se trata de mostrar, en primer lugar, cómo es que las personas estudiadas construyen y vuelven habitable la calle y, que al hacerlo se inscriben en la vida de un barrio. Paralelamente, se trata de revelar situaciones donde los métodos represivos de las fuerzas públicas y las autoridades públicas, son percibidos, ya sea a través de prácticas “suaves”, es decir las técnicas de prevención de un urbanismo vigilante establecidas por políticas urbanas, o por prácticas más “duras” que se traducen en la expulsión de los lugares ocupados. PALABRAS CLAVE etnografía urbana, sin hogar, SDF, París

Habiter la rue, une lutte perdue d’avance > Lucas Graeff

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INTRODUCTION Brésilien, j’arrive à Paris dans le cadre d’un projet personnel: obtenir mon doctorat en anthropologie urbaine en étudiant la pauvreté dans un pays riche1. Je souhaite mieux comprendre pourquoi les formes d’organisation des sociétés contemporaines ne sont pas parvenues à résoudre l’une des conséquences de l’urbanisation du capital, à savoir, la dévaluation et la destruction de la force de travail et des réseaux de ressources menant nombre d’hommes et femmes à des conditions de vie misérables à l’intérieur ou aux marges des grandes villes (Harvey, 1989; Roy, 1995). Pour mener à bien ce projet, je porte mon intérêt moins aux formes d’organisation et de stratification sociales elles-mêmes —la production, la reproduction et la distribution des rôles et des places dans la société— qu’à la vie quotidienne des personnes vivant dans une position sociale classée au plus bas de la hiérarchie sociale. Dans un sens, la finalité de mon séjour à Paris n’est donc pas celle de diagnostiquer ou de proposer une réponse au paupérisme, la «question sociale» par excellence (Castel, 1995). Mon projet consiste à témoigner, à travers une enquête ethnographique auprès des gens vivant à la rue à Paris, comment des groupes et individus survivent et vivent leur pauvreté dans l’espace urbain. Entre mai 2006 et avril 2008, je côtoie plusieurs groupes et individus qui ne disposent pas des conditions sociales, économiques ou personnelles requises pour accéder à un logement; des gens qui, du fait de manquer de logement, dorment à la belle étoile, dans une tente, sous un pont ou dans une habitation de fortune fabriquée avec des matériaux trouvés ici et là dans la ville. Deux ans durant, je partage des journées avec ces personnes —lesdits «SDF», «sans-abri», «sans-logis», «itinérants», «clochards»2— avec l’objectif de m’imprégner de leur existence sociale, d’observer leurs gestes et d’écouter ce qu’ils ont à dire en rapport avec leur situation de pauvreté, sur eux-mêmes et les autres. En apprenant «par corps» les conditions d’existence matérielle et symbolique des personnes rencontrées durant mon enquête ethnographique à Paris, je ressens la force des appréciations morales à leur égard: incompréhension des malaises du corps exposé aux effets de la rue, indifférence à leurs douleurs, appréciation morale de leur apparence, répugnance du fait de leurs odeurs corporelles. Je me suis dit, en dialogue avec les discussions de Bruno Proth et Isaac Joseph, qu’il s’agit là de véritables obstacles érigés vis-à-vis des passants, des démarquages d’enclaves «fortifiés» qui contribuent à délimiter un périmètre de sécurité dans lequel ces personnes territorialisent leurs pratiques et déploient leurs activités quotidiennes (Proth & Joseph, 2005:). Or, c’est en m’intéressant à leur quête pour des lieux de vie acceptables et leurs efforts de territorialisation que je découvre une dimension fondamentale de leurs vies, à savoir les tensions et les hostilités liées au fait d’occuper et s’approprier importunément l’espace urbain. Dans cet article, je me dispose à montrer sous quelles conditions la présence en ville de mes interlocuteurs de terrain, avec leurs corps «habitués» et «usés» par la misère, contribue à rendre visible la violence à la fois physique et symbolique que connaissent certains hommes et femmes lorsqu’ils se retrouvent vivant dans les rues d’une grande ville comme Paris. Dans un premier temps, je décris comment se fait-il que ces personnes arrivent à aménager et à rendre vivable la rue. Ensuite, je présente des situations où l’abri devient le signe d’un effort réussi d’inscription dans la vie d’un quartier. Finalement, dans la dernière partie du texte, je présente des situa-

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tions où les méthodes répressives des forces d’ordre et des pouvoirs publics se font percevoir, que ce soit par le biais de pratiques «douces», à savoir les techniques de prévention de la malveillance par l’urbanisme établies par les politiques d’urbanisation (Le Calloch, 2002) ou, dans certains cas, les plus «musclées», qui relèvent de l’expulsion pure et simple des lieux occupés.

AMENAGER LA RUE, LA RENDRE VIVABLE Un banc pour s’asseoir dans la journée, un bout de trottoir où se placer pour faire la manche, un terrain en friche où se bâtir un abri. Confrontées à la réalité de la rue et en dépit de toute hostilité à leur présence dans l’espace urbain, les personnes que j’ai côtoyées à Paris se sont invariablement trouvées des lieux fixes pour vivre au quotidien. C’est ainsi que je les ai retrouvées sur le terrain. Non pas en errance, mais enracinées dans un quartier; parfois en mouvement, parfois en repos, mais toujours en s’y inscrivant et en y délimitant des lieux de vie. Aménager la rue, la rendre vivable. Voilà les gestes fondamentaux conformant tout effort d’habitation réalisé par les personnes que j’ai enquêtées. Un effort leur permettant de se fixer sur un lieu précis et, à partir de là, réaliser une série d’activités originelles. Afin de présenter quelques unes de ces activités en rapport avec les efforts d’habitation réalisés par les personnes que j’ai côtoyées à Paris, je reprends les notes de mon cahier de terrain. J’en extrais celles que je considère pertinentes, je les réécris par rapport au récit que j’entends construire dans cet article et je les présente en forme de séquences: de vie, de terrain, d’ethnographie3. Séquence 1 Esplanade des Invalides, 7e arrondissement, le 11 juillet 2006, 9h du matin. Je suis parti de chez moi afin de passer la journée en compagnie de Dominique et Arteck. Dans le parcours menant de la station de métro au port du Gros Caillou, je repère la présence de deux tentes installées sur un bout de jardin. L’ensemble me paraît bien organisé et, puisque l’un des propriétaires des tentes vient de sortir de son abri, je décide de m’assoir sur un banc et de le regarder un peu. Outre les deux tentes, leur habitat est composé d’une petite table, deux coffres, quatre chaises et d’un ensemble de petits objets déposés par-ci par-là. Un tapis placé directement sur la terre battue sert de lieu de repos pour un chien noir et blanc de race poodle. L’espace est délimité par les gradins de clôture du jardin, installés en forme de demie-lune, et une partie de l’une des structures en pierre qui ornent l’esplanade des Invalides. Après être sorti de sa tente, l’homme prend un sceau et part chercher de l’eau à un robinet public placé à quelques mètres de là. Il en profite pour se laver le visage. Il retourne vers l’abri, en s’arrêtant rapidement à côté d’une poubelle, d’où il récupère le journal du jour (ou de la veille) pour ensuite le jeter sur l’une des chaises placées sur le lieu. L’homme se dirige alors vers l’un des miroirs installés à côté des tentes. C’est un grand miroir ovale, mesurant aux alentours d’un mètre soixante-dix, face auquel l’homme enlève son t-shirt et regarde la figure. Il tourne son visage, en tapant avec la main droite sur son ventre. Puis, il redirige le

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regard vers l’horizontal. Il se sourit. Ou mieux, il inspecte ses dents. Il remet son t-shirt et se regarde encore dans le miroir. En allongeant son bras vers le toit de l’une des tentes, il récupère un peigne, puis démêle sa chevelure. Après avoir fini de se regarder dans le miroir, l’homme prend un balai et commence à enlever l’excès de poussière présent sur les lieux. C’est alors qu’un deuxième homme sort de l’autre tente, dit bonjour au premier et se dirige vers le journal placé sur la chaise. Le chien se lève et fête la présence de son maître, qui lui offre un gâteau en retour. Plus important que de planter une tente sur le trottoir ou de bâtir un abri de fortune, les efforts d’aménagement de la rue en habitat réalisés par les personnes rencontrés se distinguent par la domestication de l’espace et la constitution d’un lieu de vie à partir duquel structurer leurs activités quotidiennes; des activités comme se procurer des vivres et fréquenter des centres d’aide caritative, capables de rendre leurs conditions de vie moins pénibles, voire commodes vis-à-vis de celles des autres «sans logis» vivant à la rue ne disposant pas des mêmes possibilité de s’installer durablement dans l’espace urbain. Voici une deuxième séquence de terrain: Séquence 2 Alberto, portugais de trente-neuf ans, ouvrier en bâtiment, vit à Paris depuis cinq ans. Durant l’été 2007, tous les matins il part faire des petits travaux dans la capitale et sa banlieue. Les nuits, il ouvre sa tente sur les différentes pelouses des parcs de la ville pour se reposer de chaque journée de labeur. Son dernier lieu de prédilection, le champ de Mars, juste derrière la tour Eiffel. Il peut s’installer un peu partout parce que sa tente igloo l’accompagne. Invisible le long de la journée, peu visible à la nuit, l’abri de toile d’Alberto lui assure un peu de confort et de tranquillité dans les interstices de ses journées de travail. Un jour pourtant, Alberto se casse le doigt majeur de sa main droite. À cause de sa blessure, il peine à monter et démonter son abri. Chaque fois qu’il s’agit de le faire, son doigt le gène, donnant l’impression qu’il ne guérira jamais sans se reposer, éviter certains mouvements. En plus, à défaut de faire attention à son doigt, Alberto risque de diminuer la qualité de son travail, voire de perdre son poste. L’hiver s’approchant, Alberto décide de chercher un campement où s’installer. En groupe, il pense pouvoir laisser sa tente montée, à condition qu’il fasse confiance à ses voisins. Il se promène alors le long des quais de Seine. Avec la fin de Paris-Plages, les berges du fleuve sont propres. Il faut les parcourir afin de rencontrer un regroupement de personnes vivant en-dessous et aux alentours du pont d’Austerlitz. Il y rencontre Simon, Jean-Pierre et Marc. Aucun d’eux ne pose d’obstacle à Alberto et sa tente igloo. Il peut s’installer sur la pelouse, avec les autres nouveaux arrivés. Sur place, Alberto découvre qu’il peut compter sur les autres pour surveiller son abri. Cela est quelque chose d’essentiel pour lui. Une fois la tente montée, il pourra se déplacer vers son travail, puis revenir tranquillement au quai, tout en faisant attention à la guérison définitive de son doigt. Certes, Alberto ne connaît pas suffisamment les gens du campement pour leur faire confiance à 100%. Donc, il se sert d’un cadenas pour clore son abri lors de

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ses départs. À l’intérieur, il dit garder «toute sa vie»: photographies de sa famille au Portugal, deux bonnes paires de baskets —«il faut faire attention aux pieds»—, quelques documents, des lettres, un agenda contenant les numéros de téléphone qui lui sont indispensables. Habitué à se débrouiller tout seul, Alberto découvre les avantages de disposer d’un abri fixe auprès d’un campement. Les autres campeurs lui apprennent le bon supermarché à fréquenter —le plus proche étant considéré comme risqué après que l’un des membres du groupe y ait été surpris lors d’un petit vol—, comment se servir du branchement pirate de l’électricité dont le groupe dispose, où aller en cas d’expulsion, avec qui parler au cas où la police arrive. En contrepartie, Alberto participe au tour de rôle des tâches quotidiennes: chercher de l’eau au robinet public près du pont de Bercy, ramasser des petits meubles aux alentours du jardin des Plantes, surveiller le campement, rapporter du vin, récupérer les invendus du supermarché, etc. Disposer d’un lieu de vie à la rue est une «commodité technique» (Leroi-Gourhan, 1964) qui permet à l’individu et aux groupes de répondre à une série de besoins fondamentaux. Une fois qu’ils occupent un lieu fixe, mes interlocuteurs peuvent maîtriser leurs déplacements pour aller au travail ou faire la manche, s’organiser en groupe pour se partager des tâches, établir des relations de solidarité et d’hospitalité avec leurs voisins, fréquenter une association, se servir de tel ou tel équipement urbain à proximité, aussi bien qu’investir leur «espace vital» (abris ou tentes de fortune). À travers des investissements successifs, les abris et tentes de fortune occupés par mes interlocuteurs retracent en quelque sorte les qualités d’un habitat et celui de leurs occupants, avec des espaces investis différemment selon l’usage et l’affichage d’objets auxquels les gens s’attachaient sentimentalement. Des investissements qui demandent du temps —un luxe dont la plupart des personnes que j’ai rencontrées sur le terrain ne disposent pas—. En effet, l’aménagement de la rue en chez soi étant lent, incertain, toujours à recommencer, pourquoi donc les personnes que j’ai rencontrées sur le terrain ne cessent-elles pas de renouveler leurs efforts d’implantation? Pourquoi investissent-elles des lieux de vie marqués par la précarité? D’un côté, aménager la rue en lieu de vie signifie se créer un centre, un périmètre de sécurité qui d’après André Leroi-Gourhan est à la base du confort moral et physique (Leroi-Gourhan, 1964:139). De l’autre côté, par-delà le confort moral et physique de la modulation technique de l’espace, l’habitat répond à des nécessités d’inscription et de participation à l’univers environnant (Lefebvre, 2000; Rapoport, 1969). Autrement dit, toujours avec André Leroi-Gourhan, l’organisation de l’espace habité n’est pas seulement une commodité technique, c’est, au même titre que le langage, l’expression symbolique d’un comportement globalement humain (Leroi-Gourhan, 1964:150). Outre que d’avoir une vie quotidienne moins contraignante, élire domicile sur un lieu précis de la ville assure une marge de décision (Rapoport, 1969). En se bricolant un espace domestique, il est possible de rester tranquillement à l’intérieur de la tente ou de l’abri de fortune et, selon le cas, d’interpeler les passants en cas de besoin ou pour entamer une discussion amicale. A condition que le lieu de vie reste propre et qu’il ne pose pas d’obstacles à la circulation, des négociations concernant la stabilité de l’occupation de

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l’espace peuvent avoir lieu, contribuant ainsi à prolonger le temps d’occupation. Avec du temps et un peu de chance, les personnes que j’ai côtoyées arrivent même à développer les sentiments d’appartenance au quartier. Aménager la rue en habitation, c’est une façon pour les personnes étudiées de s’intégrer à la ville et d’appartenir à un quartier. Mais quels sont plus précisément les rapports entre l’investissement de l’abri et les possibilités de développer les sentiments d’appartenance au quartier? En quoi les relations établies avec les autres citadins contribuent-elles aux efforts d’habitation réalisés par mes interlocuteurs?

INVESTIR L’ABRI, APPARTENIR AU QUARTIER Les relations établies avec les autres citadins peuvent contribuer à réduire les incertitudes concernant les efforts d’appropriation d’un lieu de vie à la rue ou, au contraire, les rendre plus difficiles. Selon les groupes étudiés ayant réussi l’occupation «durable» d’un endroit de la ville4, les façons d›organiser l›abri sont décisives quand il s›agit de développer des liens avec les habitants du quartier. Cela pour deux raisons. Tout d›abord, un abri «propre» et «discret» a plus de chance d›être «toléré». En organisant son abri à la rue, un individu fait preuve de son «respect» envers les autres citadins, donc il mérite d›être reconnu comme membre légitime du quartier: Séquence 3 Le 19 juillet 2006, me voilà allongé sur une pelouse placée sur une promenade à quelques mètres de la voie sur berge. Avec moi, Dominique et René. Il fait chaud aujourd’hui et mes deux interlocuteurs en profitent pour se bronzer un peu. Rien de spécial ne se passe jusqu’à ce qu’un jeune arrive en scooter et appelle Dominique. Ils ont l’air de se connaître. Dominique lui demande comment ça va au boulot, le jeune lui dit que tout se passe normalement pour ensuite sortir de son sac une bouteille de bière: Je viens de te l’acheter, dit-il à Dominique, qui paraît content de son cadeau. Le jeune est très éloquent. Durant cinq minutes, il ne cesse de poser des questions à Dominique: depuis quand il est à la rue, quel était son métier avant de devenir SDF, où se trouve la famille de Dominique, etc. A la suite de cette série de questions, le jeune part vers la rampe où se trouvent les abris de Dominique, Arteck et Metteck. Il se met dans un coin dissimulé entre le muret séparant la voie sur berge des quais et l’ensemble de pierres à bâtir qui se trouvent à côté. Dominique lui fait un signe, puis me dit: Il va fumer le hasch. Ça lui arrive de venir ici une ou deux fois par semaines. C’est un type bien. Nous revenons à la pelouse où se trouve René. Je pose une question à Dominique concernant ses relations de voisinage: C’est normal ça? T’as beaucoup de connaissances dans le quartier? Lui: Bien sûr, Lucas. On n’a pas mal d’amis, nous. Ce n’est pas parce qu’on est dehors qu’on ne peut pas avoir des amis, quoi. Moi: D’accord... Et comment ça vous arrive? Par exemple, le mec en scooter, tu l’as connu comment? Dominique: Il est venu ici un jour, comme toi. On s’est échangé quelques mots, il m’a demandé si ça me dérangeait de garder un œil sur le commissariat, je lui dis ‘’sans problèmes’’ et ça a été comme ça... On se fait des amis parce qu’on ne dérange personne

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ici. Tu nous connais: on a notre coin poubelle, on est propre. Il y a des gens qui viennent nous rendre visite, nous donner un coup de main. Voilà, c’est tranquille. J’insiste un peu sur la question de son rapport au commissariat: Et les flics? Ça va avec eux? Ils ne vous posent pas de problèmes? Dominique: Les flics?! Je connais les flics, moi. Si je vais au commissariat là-bas, aux Invalides, ils me demandent si ça va. Je leur dis ‘’ouais, tout va bien...’’ Moi: Mais quand même, c’est pas donné d’avoir des abris à la rue comme toi, Arteck et Metteck. Comment ça se fait qu’il n’y a pas des soucis avec les flics? Lui: C’est parce qu’on reste tranquille ici. On est dans notre petit coin. Avec les riverains et les touristes, c’est pareil. Ici, on ne dérange pas les touristes. Ce n’est pas comme Michel et Patrick. Tu les ai déjà vus, Lucas? Les deux qui habitaient à côté du commissariat? Eh, bien, ils ont tout perdu, quoi! Parce qu’ils restaient comme ça, à côté du commissariat, à la vue des touristes... Et Patrick, lui, il se levait le matin et il se lavait sur place, il se rasait... Il faisait tout ça devant tout le monde... C’est pas possible, ça. Si on veut vivre comme ça, avec des abris comme ça, avec nos habitudes, il faut faire attention aux autres, les respecter, tu vois? Si on veut se faire respecter, il faut d’abord respecter les autres. Voilà. D’après mes interlocuteurs, une deuxième raison explique pourquoi les façons d’organiser l’abri peuvent s’avérer décisives lors des relations établies avec les autres citadins. Selon la manière dont il est organisé, l’abri donne l’image d’un espace «fermé» ou, au contraire, d’un espace plus «ouvert». Dans le premier cas, seul l’occupant de l’abri est censé entrer. Les relations avec les autres citadins sont donc plus rares. Dans le deuxième cas, l’espace est propice à des rencontres et des échanges. En un mot, à travers son abri, l’occupant se montre plus ou moins accueillant vis-à-vis des tiers. Les lieux de vie de Simon et du groupe installé sur le port du Gros Caillou illustrent cette idée. L’habitation de fortune de Simon d’abord: dans un espace limite de trois mètres carrés, il a réussi à disposer trois tentes autour d’un espace de séjour composé d’une table et trois chaises, un coffre et un réchaud à gaz, le tout placé sur un tapis vert foncé. Agencées avec le mur du pont d’Austerlitz, trois tablettes lamellées en bois s’interposent entre l’habitation et l’extérieur. Il s’agit d’un espace privé, protégeant l’intimité de leurs trois occupants —Simon, sa compagne et sa belle-fille de seize ans—. Dans le cas du groupe installé sur le port du Gros Caillou, l’aménagement de l’espace est ouvert aux autres. A l’exception des trois dortoirs de fortune, dont le caractère privé va de soi, le campement se répartit en différents lieux communs, investis différemment selon l’usage qui en est fait. L’espace cuisine, comptant avec un réchaud à gaz et un plan de travail bricolé avec huit briques et une plaque en bois, se distinguait de l’espace de séjour, centré autour d’une table ronde et organisé avec de nombreuses chaises. Un peu à l’écart, deux poubelles appartenant au service public délimitent la zone de décharge où le groupe dépose les restes de nourriture, bouteilles d’alcool et d’eau et pièces de tissu considérés hors-usage. Séquence 4 Le 10 août 2007, je descends du bus et me dirige vers les campements installés le long du quai d’Austerlitz. Pour y arriver, j’emprunte un escalier tortueux, dont

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l’inclinaison s’approche de 90°. Placée juste à côté du pont d’Austerlitz, il s’agit du chemin le plus périlleux menant au quai, accessible également par une voie cyclable et une route bâties directement en bordure de la Seine. Je marche sur la pelouse et remarque deux ensembles de tentes. A ma gauche, sur la pelouse, environ cinq tentes se trouvent dispersées; à ma droite, sous le pont, je vois un ensemble de tentes alignées le long du muret séparant des quais occupant la presque totalité du trottoir placé à côté de la voie sur berge. Je décide de suivre ma droite, car l’un des occupants des tentes s’y trouve assis en face à son abri. Je me dirige vers lui et me présente. C’est Jean-Paul. Il se montre plutôt ouvert aux objectifs de mon enquête et m’invite à faire le tour des lieux. Rapidement, je remarque deux tentes entourées de trois tablettes lamellées en bois. A l’intérieur de cette espace privé, se trouvent des rangements, une table, des chaises, le journal Equipe, des bouteilles d’eau et des boîtes de conserve. Soudainement, un homme sort de l’intérieur de l’abri: Qu’est-ce que tu fous là, toi? JeanPaul: T’en fais pas, Simon. C’est un brésilien qui étudie les SDF. Simon: Un brésilien? J’ai connu un brésilien quand j’étais avec les Enfants de Don Quichotte. C’était toi? Moi: Tout à fait. Au moins je crois. Je ne pense pas qu’il y avait d’autres brésiliens là-bas... Simon sourit. Le fait de me reconnaître, de savoir que j’étais avec les Enfants de Don Quichotte, favorise la continuité de nos échanges. Il m’invite alors à entrer dans son espace privé: Voici mon coin. Je vis ici avec ma compagne et ma bellefille. Moi: C’est très organisé ici. Lui: Bien sûr! On n’est pas des bêtes, nous les SDF. Moi: Je sais, mais quand même! Ton abri est parmi les plus organisés que j’ai rencontrés durant mon enquête. Lui: Bah, merci alors! Si on fait ça, c’est pour qu’on ne nous prenne pas pour des animaux. Mais je comprends ce que tu veux dire. Il y a pas mal de balourds qui sont dehors. Ici, c’est tout le contraire. On est propre ici. On respecte les autres, on se fait des amis... Tu vois la péniche là? C’est mon anniversaire d’ici une semaine et on m’a invité à dîner Moi: Sur la péniche? Lui: Bien sûr sur la péniche! On se fait des amis ici, je te dis. L’habitation de Simon vise deux choses: protéger son intimité et de celle des siens (c’est d’ailleurs pour cette raison que je n’ai pas pu en prendre des photos) et se donner une image positive de soi vis-à-vis des autres. En ce qui concerne le campement de Dominique, Arteck et Metteck, l’organisation de l’espace donne l’impression d’un lieu de vie plus ouvert aux autres. Pas de clôtures séparant les lieux communs, plusieurs sièges où «se poser» et surtout plus de personnes fréquentant le campement. Rares ont été les occasions où il n’y avait pas d’autres invités que moi-même en leur compagnie. En dépit de cette différence remarquable entre les abris de Dominique, Arteck et Metteck et de celui de Simon, une similitude s’impose. La modulation de leurs lieux de vie en espace domestique répond à une même nécessité de communication envers les personnes de leur voisinage et les usagers de l’espace public.

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Séquence 5 Le 22 juillet 2006, port du Gros Caillou, 7e arrondissement. Aujourd’hui, j’apporte avec moi mon appareil photo. J’ai l’intention faire quelques images du campement où vivent Dominique, Arteck et Metteck. Personne ne s’oppose à ma demande —à condition que ni Metteck ni Arteck ne figurent sur les photos—. Concernant deux poupées en plastique soigneusement fixées sur le toit de son abri, Dominique me dit: Ca va faire une jolie photo, hein? Je trouve ça marrant, les poupées. Et les plantes aussi, ça rend sympa l’ambiance. Moi: L’ambiance? Lui: Ouais! L’ambiance! Je veux dire, ce n’est pas parce qu’on est dehors qu’on n’a pas de chez soi, qu’on ne peut pas inviter les autres à venir boire en verre, quoi. Franchement, quand tu viens ici, tu ne te mets pas par terre, n’est-ce pas? Je continue ma session photos. Dominique demande si je peux en faire quelques-unes de moi avec lui. J’accepte. Metteck prend l’appareil et nous photographe ensemble. Ensuite, Dominique me montre un album de portraits avec plusieurs personnes qu’il avait rencontrées depuis qu’il vit dehors. Tu vois, Lucas? J’ai pas mal d’amis, moi. D’un côté, le défilement de personnes dans l’album indique la multitude de liens éphémères que Dominique a réussi à établir du fait de vivre sur le port du Gros Caillou. Celui-ci, c’est Didier. Je crois qu’il est mort. Il avait le Sida, il buvait beaucoup, il se droguait aussi. Le chien, c’est à lui; là, c’est Charles. Il était vieux, lui. Il marchait avec une canne. C’est parce qu’il a trop bu un jour, il est tombé comme ça. Il s’est acheté une canne pour se déplacer. Depuis qu’il est tombé, je crois qu’il est resté l’été avec nous, mais un jour il est disparu; celle-ci c’est une riveraine. Elle vient ici parfois nous offrir des gâteaux et des trucs comme ça. Jamais de l’alcool. C’est une croyante, tu vois, elle pense que l’alcool c’est mauvais... De l’autre côté, les images montrent un peu l’évolution de l’abri au cours des années: Dominique n’a jamais eu une tente; toujours il a bâti sa propre habitation de fortune avec des meubles, petits objets et matériaux variés récupérés dans le quartier; son abri se transforme en partie parce que Dominique ne cesse de chercher des nouveaux objets pour bâtir et décorer son abri, mais aussi parce que ceux-ci périssent vite en raison des aléas du climat. Fleurs, plantes, mobilier, photographies, objets décoratifs: rappropriés et installés autour de l’abri, ces objets récupérés partout dans ville servent d’emblème au souci d’organisation et de dignité de leurs propriétaires; un souci capable de rendre l’ambiance plus amicale, voire de sensibiliser les passants, riverains ou commerçants. Car si la désorganisation de l’abri indique quelque chose de fondamental sur la personne qui y habite et s’en occupe, c’est bien que tout effort réalisé pour rendre l’espace plus vivable relève d’une sollicitude envers soi-même et les autres. Un abri propre, organisé et embelli, c’est un abri digne de tolérance de la part de l’entourage. D’après mon enquête de terrain, il y a une corrélation positive entre la transformation graduelle de la rue en lieu de vie, la décoration et l’organisation de l’abri et le développement d’un sentiment d’appartenance au quartier. L’enracinement dans le quartier pousse vers la densification matérielle et affective du lieu de vie, désor-

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mais territoire d’un microcosme personnel ; encombré d’objets variés, le lieu personnel se spatialise et spécialise ; l’abri, auparavant simple lieu de protection passagère, devient le signe d’un effort réussi d’appropriation et inscription dans l’espace urbain. Cependant, même le plus diligent des individus que j’ai connu à la rue n’a pas pu assurer l’appropriation définitive d’un espace public transformé en lieu de vie. Des gens comme Simon ou Dominique ont certes développé un sentiment d’appartenance vis-àvis de leurs quartiers respectifs, notamment en tissant des liens d’hospitalité avec des voisins, commerçants et agents de police, mais cela n’a pas été suffisant pour les empêcher de se faire expulser de leurs abris à des moments imprévus. Car une chose est de compter sur l’hospitalité de certains riverains et commerçants; une autre est de faire face aux oscillations de l’action policière, qui varie entre hostilité et tolérance.

LES PAUVRES ONT «LA VILLE DURE» Réalisé contre les pratiques dissuasives de l’espace urbain et selon les envies et nécessités naissantes de chacun, l’investissement d’un lieu de vie à la rue est toujours marqué par des situations d’incertitude et de confrontation (Roy, 1995; Rullac, 2010b). En ce sens, pour que la transformation de la rue en habitat perdure, les personnes que j’ai rencontrées sur le terrain doivent se battre pour la minimisation des tensions avec les pairs, mais aussi avec l’organisation formelle (et, par conséquence, sociale) de la ville5. L’éclairage, le mobilier urbain, la végétalisation, la signalétique, l’arrosage de jardins, le lavage de trottoirs: tout participe aux constants affrontements corps à corps entre mes interlocuteurs et les représentants des politiques de prévention de la malveillance par l’urbanisme. Nous avons là une modalité de gestion de la ville qui, tout en essayant de rendre compte de l’insécurité «existante ou prévisible» de l’espace urbain, dissuade les individus de se poser durablement, voire même de s’attarder sur les lieux publics (Terrolle, 2004). Séquence 6 Paris, quai des Saint-Père, 6e arrondissements. Entre juin et décembre 2006, environ quinze personnes y vivent. Pour ce faire, elles se servent de tentes, dont au moins cinq contenants l’enseigne de l’association Médecins du Monde. Si me je souviens bien, chaque matin où je me rends sur la promenade de berge sur laquelle se trouve le campement, le sol est humide. Effet de la pluie? C’est la préfecture qui vient nous asperger, nous et les pieds d’arbre, l’explique Zigfried, l’un des campeurs. Comment répondre à ce geste hostile? Moi, je pisse partout, continue Zigfried. Si on nous fait chier avec leurs arrosages à la con, je les fais chier en retour. Comme ça, ils ont raison de venir... Que ce soit individuellement ou en groupe, l’occupation de l’espace urbain par les personnes rencontrées sur le terrain dépend d’un contrôle social diffus, impliquant la soumission à une existence surveillée et contrainte à subir les dispositifs urbains de dissuasion: bancs striés monoplaces installées dans les stations de métro et arrêts de bus, parcs publics systématiquement arrosés, pavés noyés dans le béton. Le passant habituel a peu conscience de cela car il n’utilise pas ces espaces collectifs pour résider, nous disent Patrick Gaboriau et Daniel Terrolle (Gaboriau & Terrolle, 2007:81), mais les personnes que j’ai côtoyées doivent se confronter quotidiennement à l’architecture et aux pratiques dissuasives à leur égard6.

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Séquence 7 Parmi les personnes rencontrées sur le terrain, Sébastien était le plus avisé concernant les «pratiques dissuasives» de la ville de Paris. En se déplaçant quotidiennement entre le boulevard Saint-Jacques, dans le 14e arrondissement, le centre de stockage situé aux alentours de la porte de Châtillon et la cathédrale Notre-Dame de Paris, il se montrait très critique envers le plan Vigipirate, dispositif crée en 1998 en France pour répondre aux menaces d’attentat terroristes. On nous surveille toujours, dit-il. Vigipirate, Vigipirate... Ça sert à quoi? On est toujours dans l’orange... Le Vigipirate, ça sert à faire de chacun un flic. Moi, je te flique. Toi, tu me fliques... C’est où, la liberté? Les critiques de Sébastien ne se résument pas à l’accentuation démesurée des réseaux de surveillance. Depuis qu’il est à la rue, Sébastien a dû faire face à la sécurisation de l’espace public. Je te dis, Lucas. Il n’y a pas de liberté quand t’es à la rue... Tu veux te reposer dans le métro? Où? Comment? T’as déjà vu les sièges? N’importe quoi... C’est un truc de facho pour empêcher les SDF d’y dormir... Puis, il y a les parcs. Tu veux te reposer sur un banc? Tant pis pour toi. Tu ne peux pas t’allonger, il y a des balises partout... Et puis, essaie d’y rester une quinzaine de minutes... Si tu ne souffres pas des lombaires, tu vas les avoir. Mais ce n’est pas tout. Essaie de passer une nuit sur la pelouse d’un parc. D’abord, le mieux c’est de dormir dans un parc clos. Mais puisqu’il est clos, il faut te débrouiller avec les gardiens. Sinon, essaie les pelouses ouvertes. Si t’es capable de supporter une nuit trempée dans l’eau, il n’y a pas de souci. Car la préfecture arrose les jardins chaque jour pour empêcher les SDF de s’y allonger. Je te dis, Lucas: les mecs font express. Ils arrosent les pelouses jusqu’à ce qu’aucun SDF ne supporte d’y passer la nuit. C’est comme les maîtresnageurs. Tu les connais Lucas, les maîtres-nageurs? Est-ce que tu sais ce qu’ils font pour apprendre les jeunes à nager? Ils foncent le pied sur la tête de l’apprenti pour qu’il reste dans l’eau jusqu’à ce qu’il ne le supporte plus. Pour les SDF, c’est pareil. Mais là, c’est la société qui fonce. Le point de vue de Sébastien sur l’hostilité de la gestion de l’espace urbain à l’égard des «SDF» montre comment l’appropriation de l’espace urbain par les personnes que j’ai rencontrées est une lutte quotidienne menée sur plusieurs fronts —l’attractivité de la ville et de ses quartiers, les relations entretenus avec le voisinage, les aléas de l’action des forces d’ordre et les pratiques de «prévention situationnelle» établies par les politiques d’urbanisation (������ Terrolle, 1993; Terrolle, 2004; Paté & Argillet, 2005; Jouenne, 2007)—. Nous avons là une logique paradoxale allant de l’entraide au «contrôle social en miettes», selon l’expression de Patrick Bruneteaux et Corinne Lanzarini (1999), où la résidence à la rue dépend aussi bien de l’acceptation dans le quartier et des solidarités locales, que de l’examen individuel, local, réalisé par les gens et la police de quartier (Pichon, 2002; Proth & Joseph, 2005; Rullac, 2010a). Séquence 8 Sur le port du Gros Caillou, 7e arrondissement, Dominique s’est toujours vanté de ses relations avec les agents de police du commissariat placés à une centaine de mètres de son abri. Je connais les flics, moi. Si je vais au commis-

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sariat là-bas, aux Invalides, ils me demandent si ça va. Je leur dis ‘’ouais, tout va bien...’’ Concrètement, les rapports avec la police dépendaient de sa disposition en coopérer avec les enquêtes que la gendarmerie menait dans le quartier. Durant la crise du CPE, Dominique m’a raconté une fois, les flics venaient ici tous les jours. Pour nous poser des questions sur les étudiants, tu vois? J’étais présent lors d’un passage de la police sur les lieux. Deux agents étaient à la recherche d’une personne d’origine polonaise. Dominique: Polonais? Ici il n’y a pas de polonais. Les polonais sont de l’autre côté, sous le pont. Ici, il n’y que des français... Sauf Lucas, bien sûr. Mais lui, il est brésilien. L’agent: Brésilien? Moi: Oui, je suis étudiant à l’Université de Paris. Je mène une enquête auprès les personnes sans-logis. L’agent: Quel genre d’enquête? Moi: Une enquête sociologique. Dominique: Vous en faites pas, monsieur l’agent. Lucas habite à la Cité Universitaire. Il n’est pas SDF, c’est quelqu’un de bien. Ceci dit, les deux agents sont partis. Dominique: Tu vois Lucas? On est bien ici. On n’a pas de problème avec la police. D’après les personnes auprès desquelles j’ai enquêtées, les passages successifs de la police sont l’une des conditions fondamentales pour faire perdurer l’occupation d’un lieu public. Cependant, les liens tissés avec les forces de l’ordre n’assurent nullement une installation définitive. Alors que l’insoumission au contrôle policier (donc social7) rend impossible l’appropriation durable d’un lieu public, le fait de l’accepter ne configure pas pour autant une garantie de cohabitation pacifique. Séquence 9 Sur le quai d’Austerlitz, Simon raconte comment le groupe doit s’installer et se réinstaller successivement le long de l’année: Depuis que j’habite le quartier... Ça fait quoi? Douze ans? Bien, depuis que je suis là, si ça nous arrive d’être délogés d’ici [en-dessous le pont Charles de Gaulle], on va vivre de l’autre côté, sous le pont d’Austerlitz. Pourquoi? Je t’explique: ici, on est à la limite du 5e [arrondissement]. Làbas, c’est le 13e [arrondissement]. Chaque commissariat de police est rattaché à la mairie de son arrondissement, d’accord? Donc, si le maire du 5e nous oblige à partir, on s’en va. Il n’y a pas de problème. On prend nos choses et on s’en va. Moi, je connais les flics. Ils nous connaissent, ils nous regardent quand on est en train de déménager. C’est normal. Leur obligation, c’est de nous virer de leur quartier. A condition que ça soit fait, on ne leur pose plus de problèmes. Décideurs politiques et aménageurs urbains prêts à tout pour réduire la visibilité des pauvres dans leur ville ou leur arrondissement; riverains propriétaires qui craignent pour la valeur locative de leur biens immobiliers du fait d’un campement de pauvres en proximité; commerçants inculpant les «SDF» et «marginaux» de la baisse de leur chiffre d’affaires: tous souffrent à leur manière du «syndrome NYMBI»8. Pour eux, il n’est pas question de maculer l’image qu’on se donne de la ville avec la présence de corps usés par la misère. Si la transformation des modes de régulation des espaces publics a décriminalisé la présence de personnes dans les rues des grandes centres urbains en France9, les rapports quotidiens entre les personnes «sans logis» vivant à la rue et les logiques de gestion de l’espace

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urbain systématisent des entrechocs farouches, dont le résultat n’est souvent rien d’autre que la mise à distance pure et simple des premiers contre l’affirmation d’une distribution infinitésimale des rapports de pouvoir, selon l’expression de Michel Foucault (1993). Et c’est ainsi que, mine de rien et en toute hypocrisie, la ville s’est peu à peu transformé pour rendre la vie dure à ceux qui n’ont pas de domicile (Terrolle, 1993:14).

HABITER LA RUE, UNE LUTTE PERDUE D’AVANCE Quand mes interlocuteurs arrivent à ruser avec les gestionnaires de l’espace urbain visant à les empêcher de s’approprier l’espace urbain, leurs possibilités de cohabitation avec les «bien-logés» dépendent de relations établies avec les membres légitimes du quartier. En effet, d’après Daniel Terrolle, de nombreux habitants et citoyens, par leur attitude, restent attentifs aux plus démunis et les aident à accéder, dans le domaine privé, à des abris de fortune: arrière-cours d’immeubles, passages couverts, entresols, parkings font l’objet d’une tolérance tant que l’abri reste discret et ne suscite pas la prolifération des plus démunis (Terrolle, 1993:14). Séquence 10 Les samedis, aux alentours de l’esplanade des Invalides, 7e arrondissement, une riveraine rendait visite à Patrick et Michel. Ceux-ci s’étaient approprié un bout de jardin, sur lequel se trouvaient leurs abris, une table à manger, quatre chaises et un grand miroir, parmi autres objets utiles pour rendre le lieu habitable. Selon Patrick, la riveraine appréciait leur organisation personnelle et la manière dont ils s’occupaient de leur chienne, Lilly. En raison de cela, elle leur offrait un don hebdomadaire de dix euros. Au début, c’était exclusivement pour Lili, comme me l’a expliqué Patrick. Pour qu’on achète de la bonne bouffe pour elle. Mais quand elle a remarqué qu’on s’occupe bien de Lilly, elle nous a dit de dépenser le fric comme on l’entend. Ce jour-là, j’ai décidé de provoquer un peu Michel et Patrick. Je voulais les faire sortir de l’image joyeuse qu’ils se donnaient de leurs relations avec les personnes du quartier. C’est curieux, ça. On dirait que c’est pas vous qu’elle vient voir, mais Lilly, je dis. Michel: Mais tu croyais quoi, toi? Jamais une femme comme celle-là ne viendrait nous visiter comme ça. En plus, elle est membre de l’association de défense des animaux. Patrick: On pense qu’on n’est pas capable de s’occuper d’un chien quand on est à la rue. Mais Lilly mange mieux que tout le monde ici. Moi: Et vous ne trouvez pas ça humiliant, de dépendre de Lilly pour recevoir des visites comme ça? Michel: Humiliant?! Vivre dehors c’est déjà suffisamment humiliant, tu ne penses pas? Patrick: Non, non, non... Attends. Je vois ce que Lucas veux dire. Oui, ce n’est pas super ça. On n’aime pas d’être traité comme ça. Mais qu’est-ce que tu veux qu’on fasse? On ne peut pas lui dire de dégager. Qu’est-ce serait de nous alors? On risque de se faire expulser... En plus, c’est bien pour Lilly. Les relations fugitives de solidarité, les petits gestes d’hospitalité et de tolérance à l’égard des personnes que j’ai côtoyées ne sont pas rares au jour le jour du terrain. En revanche, afin d’en bénéficier, mes interlocuteurs doivent se conformer à un «code tacite de bonne conduite», d’après l’expression de Daniel Terrolle. Un devoir de discrétion d’abord: rester dans «son coin», garder la mesure, être «sympa», ne pas déranger les touristes, assurer la propreté

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personnelle et des lieux. Sur le quai d’Austerlitz, nous l’avons vu, Simon disait que pour se faire accepter dans la «petite communauté», il fallait ne pas se disputer les uns avec les autres et contribuer à l’hygiène du campement —on est tous des copains ici; on ne gueule pas ici; ici, il n’y a pas de bagarre; on n’est pas sale ici— sont parmi ses phrases les plus évoquées. Une deuxième «norme de bonne conduite» typiquement exigée de mes interlocuteurs concerne la restriction du nombre de personnes installées sur les lieux publics. Ce n’est pas bien, d’être trop nombreux, m’a dit Dominique, du groupe du port du Gros Caillou, mais également Simon et Jean-Pierre, installés au-dessous du pont d’Austerlitz. Cependant, à partir de l’observation des groupes rencontrés au cours de mon enquête, plus que la restriction concernant le nombre de personnes vivant sur la place publique, les possibilités de se faire tolérer dans un quartier dépendent de la capacité à assurer une certaine propreté des lieux —autrement dit, de faire preuve de «bon pauvre»—. Est-ce que les membres de tel campement à proximité sont capables de maîtriser l’organisation les lieux? Se servent-ils d’ustensiles sales, d’usage incertain? Leurs vêtements indiquent-ils le manque d’hygiène corporelle? Séquence 11 Le 20 juillet 2007, en attendant l’arrivée des agents de propreté de la ville, je discute avec Zidore et Ferdinand au sujet de leurs intentions futures. Zidore: Pour ma part, je reste dans le quartier. Il n’est pas question que je parte encore une fois vivre avec des inconnus dans un centre d’hébergement... Pour les roms et leurs enfants, tant mieux si les assistants sociaux obtiennent quelque chose pour eux. J’en ai marre des promesses de logement... Ferdinand: Je ne sais pas si je supporterais de continuer à vivre dans ce quartier... Les gens ici nous prennent pour des bêtes. Je ne sais plus combien de fois on m’a dit de faire attention pour que la rue ne devienne trop sale, pour qu’on dégage et va se soigner dans un hosto. Un jour, on m’a dit qu’il ne fallait pas me mettre tout nu à la rue à cause des enfants qui partent à l’école. Mais je n’ai jamais fait ça, moi! Je ne sais pas ce que les gens ont dans la tête. Le camion des Emmaüs arrive et Ferdinand m’invite à aider les autres avec leurs valises et objets personnels. Dans nos allers retours, Ferdinand me raconte ses projets: partir à Honfleur, petite ville à côté de la mer, à 200 km de Paris, avec son nouveau compagnon, Jacques. Il est plus expérimenté que moi... Il connaît du monde là-bas. Ça va bien se passer, explique-t-il. Il montre les quatre sac-à-dos qu’ils porteront, tous remplis de nourriture et de vêtements. Combien de temps pour y arriver? Disons une semaine de marche. Moi: Une semaine de marche? Ce n’est pas trop? Lui: On est habitué. Surpris par le projet de Ferdinand, je profite de la présence de Zidore pour parler de sa décision. Eh Zidore! Tu savais que Ferdinand va partir faire le chemin de Santiago juste pour éviter de se faire chier par les riverains du quartier? Zidore: Ouais, il m’a dit. C’est un truc de malade. Ferdinand: Malade c’est toi, qui accepte d’être traité comme un animal... Regarde la veille qui nous crie dessous. Tu crois qu’elle va s’arrêter un jour? Elle n’a rien à faire de sa vie et elle ne supporte pas les SDF. Comment tu peux supporter ça? Zidore: Il a du mon-

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de dans le quartier. Tout le monde n’est pas comme elle. Ca va aller. Il suffit de se trouver un coin tranquille. Moi: Tu vas te cacher, alors? Zidore: Il vaut mieux me cacher que de passer une semaine à marcher vers je ne sais pas où. Même quand les riverains que j’ai rencontrées le long de mon enquête se disaient en faveur de la nécessité d’aider les «sans-abri» à «s’en sortir», même si nombre parmi eux offraient des dons aux pauvres ou leur facilitaient les efforts de régénération consistant à se trouver un emploi ou du relais auprès d’une association caritative, il était attendu du pauvre résidant sur l’espace urbain qu’il efface sa présence corporelle afin que le quartier ne se dégrade pas. Tout se passe comme si la présence de corps marqués par la misère suffisait pour salir le quartier, pour le rendre impur, désordonné, inhabitable10. Dans un contexte où les piètres conditions de vie ne font qu’augmenter les tensions avec les riverains, les personnes intéressées à faire perdurer l’appropriation de l’espace urbain doivent se mettre d’accord autour de certaines normes de cohabitation. Dans certains cas, il est question d’éviter tout geste insensé pouvant causer l’intervention de la police. Souvent les normes de cohabitation incluent l’hygiène (personnelle et collective), la gentillesse (envers les pairs, mais aussi vis-à-vis les riverains, commerçants et forces de l’ordre) et le discernement (à l’égard de l’usage de l’alcool et d’autres substances, par exemple). Séquence 12 Le 16 septembre 2007, quai d’Austerlitz, 5e arrondissement. Il y a quelques jours, Alberto et Simon ont discuté fortement au sujet du nettoyage du campement. Le premier s’est refusé de balayer le trottoir parce qu’il travaille toute la journée, alors que le deuxième à souligné l’importance de participer à tour de rôle aux tâches quotidiennes. Après avoir rencontré Alberto et avoir entendu ses considérations sur la querelle, je me rends aujourd’hui à la «petite communauté» avec l’objectif d’écouter comment Simon a vécu la situation. Comme d’habitude, Simon est assis devant ses trois tentes. Je lui dis bonjour, il m’invite à m’asseoir et je lui pose immédiatement la question sur le conflit. La discussion que t’as eue avec Alberto il y a quelques jours m’a étonné. Tu m’as toujours parlé de la tranquillité et de l’amitié des personnes qui vivent ici, en ‘’petite communauté’’ comme tu dis. Alors, que s’est-il passé entre toi et Alberto? Simon: Écoute Lucas. Disons que t’es un SDF. Je ne crois pas que tu puisses imaginer ce que c’est que de vivre dehors. C’est dur, mon pote. Je ne veux pas dire que ce n’est pas parce qu’on est SDF qu’on est méchant. Nous sommes gentils, nous sommes des êtres humains. Nous sommes comme les autres. Seulement, les autres ont du pognon. Nous, on n’a pas de pognon... Mais la vie à la rue, je te dis, ce n’est pas pour les gamins. C’est normal qu’on se dispute. Le pire, on se frappe. Mais on reste copains, hein? Pour le reste, il faut parler. Se parler, puis c’est tout. Ce n’est pas parce qu’on se dispute qu’on ne se respecte pas. Moi: D’accord, mais tu penses que la raison à l’origine de ta discussion avec Alberto était valable? Tu n’as pas peut-être dépassé un peu les bornes? Lui: Moi, dépasser les bornes? C’est lui qui s’est refusé à coopérer. Franchement, s’il veut rester ici, il faut faire comme nous. Ici, on peut rigoler, faire la fête... Moi: Faire la fête? Mais Alberto ne fait

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que travailler toute la journée! Lui: Ouais, je sais. On peut passer la journée à travailler puis revenir se reposer aussi. Il y a des gens qui veulent rester tranquilles assis par terre, il y a d’autres qui aiment faire la fête. Il n’y a aucun problème. Mais si tu veux faire la fête, il faut faire doucement. Si quelqu’un veut mettre sa tente ici, il faut suivre, faire preuve de bon voisinage. Il ne faut pas gueuler comme ça, comme il a fait. On ne gueule pas ici. Et puis, on est tous responsables du campement. On n’est pas sales ici. Tu sais ce qu’on risque si on commence à gueuler et à vivre comme des clochards ici? On nous vire toute suite! Voilà. L’imposition de normes de cohabitation répond avant tout aux conséquences des «mauvaises habitudes» (manque d’hygiène, agressivité envers les pairs, etc.) pour la cohésion du groupe et la continuité de l’occupation de l’espace urbain. Pourtant, d’autant plus que les normes contribuent à maintenir des rapports cordiaux avec les riverains, touristes, commerçants et agents de police, son imposition arbitraire dans un groupe comme une sorte de «code de cohabitation» peut favoriser l’augmentation des tensions entre les membres. Un cercle vicieux s’en dégage: les «mauvaises habitudes» mettent en péril la cohésion du groupe, l’imposition de normes de cohabitation apparaît comme la solution plus rationnelle pour réduire les conflits avec les autres citadins et les forces d’ordre, mais le caractère coercitif des normes tend à augmenter les tensions et provoquer des disputes amenant à l’éclatement du groupe. Quoiqu’il en soit, Il������������������������������������������������ n’est possible de demeurer durablement ou habituellement en un lieu public qu’à condition de se soumettre à des normes locales qu’on leur impose, apprises au fur et à mesure de leur résidence à la rue, au moins, cela était le cas parmi mes interlocuteurs à la rue. Afin d’occuper l’espace public et de faire corps avec le quartier, il leur fallait compter sur la bienveillance des autres citadins et des forces de l’ordre, tout en acceptant des «normes de bonne conduite» tacitement établies: assurer une certaine propreté du corps et des lieux, éviter toute forme de confrontation avec le voisinage, contribuer aux enquêtes policière, jouer la carte de l’invisibilité à tout moment, en acceptant d’abandonner les objets personnels sur place pour se réinstaller à proximité ou ailleurs. En même temps, par leurs efforts quotidiens visant l’adaptation à ces «normes de bonne conduite», mes interlocuteurs courent le risque d’augmenter les tensions avec leurs pairs. Pour ceux qui vivent individuellement à la rue, cela signifie des disputes autour de territoires organisés pour la vie collective, d’objets, de marques qui délimitent des espaces. Pour les autres, regroupés autour de leurs abris de fortune, les tensions concernent les différends et petits conflits entre pairs, mais aussi l’établissement et l’acceptation des normes du vivre ensemble. Voilà pourquoi habiter la rue est une lutte perdue d’avance. Qu’importe si le groupe du port du Gros Caillou restait discret ou si Dominique entretenait des bonnes relations avec les agents de police? Qu’importe si les personnes vivant au-dessous le pont d’Austerlitz s’appliquent à sauvegarder la propreté des lieux et à réduire les conflits entre les membres? Chacun de leurs gestes visant l’installation durable dans l’espace public dépend de cadres donnés d’avance par les membres légitimes du quartier, mais également des décisions prises par les gestionnaires de l’espace public. Ainsi, que ce soit en acceptant ces cadres ou en se refusant de s’y soumettre, les personnes étudiées finissaient invariablement pour se faire expulser de leurs lieux de vie à la rue.

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Les formes ne s’inscrivent pas dans le prolongement mécanique d’une société constituée par ailleurs. Leur création fait l’objet d’enjeu social. Les architectes, les urbanistes, comme 1es écrivains, les sculpteurs ou les ingénieurs, vivent sur la même planète que le commun des hommes. Ils font partie de leur temps, de leur société; ils proviennent d’un système de formation. Ils expriment souvent les fantasmes d’une société; par le jeu de la commande, ils obéissent à des contraintes, mais ils modèlent aussi la manière dont un groupe social, un ensemble, un pouvoir imaginent leur inscription sur le sol (Roncayolo, 2002:162).

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Afin de visualiser la variété du mobilier urbain visant la dissuasion de l’appropriation de l’espace urbain par les personnes «sans logis», voir l’article de Gilles Paté et Stéphane Argillet, ���������� «Bancs publics. Regard sociologique sur l’ordinaire des espaces urbains», Actes de la recherche en sciences sociales, Nº 159, 2005).

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N’oublions pas que la police a été inventée au XVIIIe siècle non seulement pour veiller au maintien de l’ordre et de la loi et pour aider les gouvernements à lutter contre leurs ennemis, mais pour assurer l’approvisionnement des villes, protéger l’hygiène et la santé ainsi que tous les critères considérés comme nécessaires au développement de l’artisanat et du commerce (Foucault, 1984:306).

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L’acronyme NIMBY provient de l’anglais Not In My Back Yard qui signifie pas dans mon jardin. Abondamment utilisé aux ÉtatsUnis, en cours d’acclimatation en France, le terme désigne un ensemble de mobilisations ayant en commun la dénonciation, par les habitants d’un lieu, d’une nuisance susceptible d’en déprécier la valeur d’usage ou d’échange: un tracé de voie ferrée ou un projet de centre commercial, l’implantation d’une prison ou la construction de logements sociaux, l’installation d’une antenne téléphonique ou d’une structure d’accueil pour toxicomanes, l’ouverture d’un foyer d’immigrés ou l’érection d’un pylône, la présence de prostitué-e-s ou un regroupement de sans-abris, etc (Grelet, 2007:38).

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Pour expliquer la visibilité accrue des «SDF» et la multiplication des interactions de ceux-ci avec le reste de la population dans les grandes centres urbains, Julien Damon avance l’hypothèse selon laquelle le mode de gestion des villes et des espaces publics s’est transformée depuis une vingtaine d’années en France. Cette hypothèse s’appuie sur plusieurs constats: la décriminalisation du vagabondage et de la mendicité; les modifications des pratiques policières qui se désintéressent des petits problèmes quotidiens; l’ouverture des espaces publics avec la disparition des contrôles à l’entrée, notamment dans les gares et dans le réseau du métro parisien; les avancées des politiques de réhabilitation qui font disparaître des quartiers entiers où pouvaient se concentrer les SDF (Damon, 2002:72).

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Lors de son étude classique sur la pollution et le tabou, Mary Douglas définit la notion quotidienne de saleté comme la rupture de l’ordre, donc comme quelque chose capable de perturber les formes d’organisation sociale (Douglas, 2001).

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NOTES 1

L’option pour Paris s’explique par l’influence française dans les milieux savants brésiliens et, partant, dans ma formation de chercheur en sciences sociales. Une influence qui remonte à la fin du XIXe siècle, notamment dans la formation des élites intellectuelles brésiliennes, et s’étend sur tout le XXe siècle, trouvent son apogée lors de la création de premiers cours en sciences sociales au Brésil durant les années 1930 (Carlos MARTINS (dir.), Diálogos entre o Brasil e a França: formação e cooperação acadêmica, Recife, FNJ, Ed. Massangana, 2005). En ce qui concerne ma formation d’ethnologue, les ouvrages de Claude Lévi-Strauss et d’Emile Durkheim furent parmi les classiques en sciences sociales.

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Je suis tout à fait conscient du caractère à la fois construit et institutionnel des catégories qui s’imposent auprès de ces personnes, aussi bien que des querelles propres au champ scientifique que, d’une certaine façon, «crée» le phénomène du «sans-abrisme» (Pichon, 2009). Cependant, pour les fins de cet article, je me tiens plutôt aux personnes qu’aux classifications, de sorte qu’il appartient au lecteur de reconnaître mes interlocuteurs selon les catégories disponibles à partir des descriptions et récits présentés ici.

3 ������������������������������������������������������������ La pertinence des «séquences» est en rapport avec la délimitation de mon enquête de terrain. Des fois, elles fonctionnent comme l’illustration d’un argument ou d’une situation vécue; d’autres fois, comme une tentative d’imprimer sur le lecteur quelques sensations expérimentées le long de l’enquête. Dans tous les cas, j’espère que ces séquences donnent l’opportunité au lecteur d’en tirer ses propres conclusions et de voir plus clairement ce que signifie de partager le quotidien de personnes «sans logis» vivant à la rue à Paris. 4

Par occupation durable, j’entends une période d’occupation d’un lieu public supérieur à trois mois. Il s’agit d’une définition arbitraire, répondant simplement aux efforts d’occupation réalisés par les groupes et individus que j’ai étudiés sur le terrain.

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Appropriation et action collective: aller-retour. Le cas d’une mobilisation habitante pour continuer faire partie du Centre Historique de Mexico MARIE VEDIE >> EHESS, Centre de Recherches Historiques, GGH-Terres, Ciudad, País. marievedie@gmail.com Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Appropriation et action collective: aller-retour. Le cas d’une mobilisation habitante pour continuer faire partie du Centre Historique de Mexico Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 85 a 93 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RÉSUMÉ Nous interrogeons dans cet article la relation entre action collective et appropriation de l’espace, en utilisant le cas de la mobilisation d’une organisation de locataires dans le Centre Historique de Mexico. Au prisme des notions différenciées par Henri Lefèbvre entre espace dominé et espace approprié, le Centre Historique apparaît d’abord comme un espace dominé, transformé par le pouvoir. Il incarne de manière paradigmatique l’espace du pouvoir politique qui se met en scène, et il est également l’objet depuis le début des années 2000 de politiques visant à normaliser les usages de cet espace et à évincer les populations les plus pauvres qui l’habitent. Dans ce contexte, nous identifierons les formes que prennent l’appropriation de l’espace par l’action collective des habitants mobilisés pour continuer à habiter le Centre Historique. Nous montrerons que l’appropriation est à la fois l’objectif et la condition de réalisation de l’action collective. Dans cet aller et retour constant, les militants redéfinissent petit à petit l’objet de leur appropriation: du logement au Centre Historique. MOTS CLÉS appropriation, Mexico, centre historique, gentrification

Appropriation of the space and collective action: a round trip. The case of a public demonstration of a group of residents who wanted to continue to live in the historical city center of Mexico ABSTRACT This article aims to reveal the relation between collective action and space taking over using the case of a public demonstration of an organization of renters in the historical city center in Mexico. From the point of view of Henri Lefèbvre who makes a difference between the concepts of dominated space and appropriated space, the historical city center represents a dominated space, transformed by power. It shows how the political power expresses itself on the space. Since the year 2000, it has been the target of policies oriented to regulate the uses of this space and evict poor inhabitants who live there. In this context, different ways to take over the space and the collective action of inhabitants who participate in demonstrations in order to keep living in the historical center are described. Appropriation of the space is at the same time the objective and the condition of the collective action. In this “round trip”, protesters slowly redefine the object of their appropriation: the historical city center. KEYWORDS space take over, Mexico, historical city center, gentrification

Apropiación y acción colectiva: ida y vuelta. El caso de una movilización ciudadana para seguir formando parte del Centro Histórico de México RESUMEN Este artículo pretende revelar la relación entre acción colectiva y apropiación del espacio, utilizando el caso de la movilización de una organización de arrendatarios en el Centro Histórico de México. Bajo el prisma de los conceptos diferenciados por Henri Lefèbvre entre espacio dominado y espacio apropiado, el Centro Histórico aparece en primer lugar como un espacio dominado, transformado por el poder. Personifica de manera paradigmática la puesta en escena del espacio del poder político, y también es el objeto desde el principio de los años 2000 de políticas destinadas a normalizar los usos de este espacio y a erradicar a los habitantes

Appropriation et action collective: aller-retour. Le cas d’une mobilisation habitante pour continuer faire partie du Centre Historique de Mexico > Marie Vedie

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más pobres que lo habitan. En este contexto, definiremos las formas de apropiación del espacio de la acción colectiva de los habitantes movilizados para seguir habitando en el Centro Histórico. Pondremos de manifiesto que la apropiación es el objetivo y a la vez la condición de realización de la acción colectiva. En esta constante ida y vuelta, los militantes redefinen poco a poco el objeto de su apropiación: el hábitat en el Centro Histórico. PALABRAS CLAVE apropiación, México, centro histórico, gentrificación

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Henry Lefèbvre (2000:191-194), définit deux notions sans les opposer: l’espace dominé, transformé (médiatisé) par une technique et une pratique liées au pouvoir politique; et l’espace approprié, modifié pour servir les besoins et les possibilités d’un groupe, qui possède une qualité expressive: il exprime ceux qui l’habitent. Il semble ici que le pouvoir est l’élément principal qui différencie ces deux facettes. Au prisme de cette distinction, le Centre Historique de la ville de Mexico apparaît d’abord comme un espace dominé. La notion même de Centre Historique et le territoire qu’elle recouvre sont des productions de l’Etat, qui créé cet espace en 1980 avec un décret de patrimonialisation, visant non plus des édifices isolés mais une zone de 9 km2 (ce qui représente aujourd’hui 0,6% de la superficie de la ville) au centre de l’agglomération. Plus que nul autre espace urbain, le centre a été investi par l’Etat fédéral d’une charge symbolique à travers des aménagements multiples visant à transformer l’espace pour lui assigner un sens unique, celui de la nation: au Mexique, l’état fédéral est au centre: au milieu du pays, au sommet des institutions, à l’origine de la nation, au terme de toutes les démarches comme de toutes les analyses. Il a créé une mythologie nationale avec ses temps forts et ses dates fétiches […] L’adéquation des parcours et des représentations est assurée par une mythologie nationale qui a nommé les rues du centre historique de Mexico selon les événements et les héros (Monnet, 1993:170). Le lieu le plus emblématique est certainement la place centrale, Place de la Constitution ou plus communément Zócalo. Celle-ci a été remodelée au début des années 1930: tram, galeries commerçantes, marchés et jardins disparaissent pour laisser place à une immense dalle minérale de 46 800 m², bordée par le Palais National, la cathédrale, les ruines du Templo Mayor aztèque et le siège du gouvernement du District Fédéral. Au milieu de ce vide destiné à accueillir les rituels politiques trône un immense drapeau national. Le terme «zócalo» signifie d’ailleurs le socle: socle du drapeau, il désigne pour tous et par synecdoque cette place centrale. Parabole du Centre Historique, il incarne de manière paradigmatique l’espace du pouvoir politique qui se met en scène, espace dominé. Le Centre Historique est également l’objet depuis le début des années 2000 de politiques entrepreneuriales menées conjointement par le gouvernement de la ville et plusieurs investisseurs privés, dont l’objectif est de gentrifier cet espace. Ces politiques, désignées par leurs auteurs comme une entreprise de «récupération»1 du Centre, s’accompagnent d’un discours sur cet espace visant à en normaliser les usages et à justifier l’éviction des populations les plus pauvres. Dans ce discours, le Centre serait aujourd’hui un espace vide d’habitants, abandonné et en déclin. Le problème amène sa solution: repeupler en attirant des habitants, ce qui justifie les politiques de réhabilitation, sécurisation et embellissement nécessaires à la revalorisation immobilière de la zone. La transformation mise en avant est aussi d’ordre économique et commerciale: le commerce populaire, activité principale de la moitié Est du Centre Historique, et son rejeton le très stigmatisé commerce ambulant, détruiraient les monuments historiques, pollueraient la rue par la foule, les bruits

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et les ordures qu’ils génèrent, bref, dissuaderaient les habitants (de classes moyennes et supérieures) de s’y installer. Ils devraient laisser place à des commerces et des services plus adaptés à la «fonction d’habitation» qu’appellent les aménageurs de leurs vœux. Ces discours sont indissociables d’un contrôle (judiciaire et normatif) qu’exerce le gouvernement local sur les usages de cet espace. Le Centre Historique, ce sont aussi 216.200 habitants et une population flottante quotidienne de 1,2 millions de personnes (Coulomb, 2000:531) qui viennent travailler et/ou consommer dans la zone. 15% des commerçants ambulants de la ville vendent leur marchandise dans le Centre Historique, qui représente moins de 1% de la superficie de la ville (Silva Londoño, 2006:10). La zone du Centre Historique reste le cœur commercial traditionnel la ville: il est possible d’y trouver à peu près n’importe quoi si l’on connaît sa géographie marchande, et à un prix plus économique qu’ailleurs. Quiero comprar una camisa, una blusa, voy a las calles de Mixcalco. Quiero comprar herramienta, voy a las calles de Corregidora. Quiero comprar algo de aretes, maquillaje, me voy a calle de Guatemala, Correo Mayor o Uruguay [...] muchas veces llega gente de Centro América y sabe que en el Centro Histórico hay calles para ropa, sabe que hay calles para aparatos o piezas electrónicas, calles para telas, calles para artesanías, calles para retazos de tela, calles para bisutería. [...] A una persona que no conociera el Centro Histórico, lo primero que podría comentar es: ¿qué busca? y tenemos la calle específica para lo que busca. Je veux acheter une chemise, un haut, je vais dans les rues de Mixcalco. Je veux acheter un outil, je vais dans les rues de Corregidora. Je veux acheter des boucles d’oreilles, du maquillage, je vais dans les rues de Guatemala, Correo Mayor ou Uruguay […] souvent il y a des gens qui viennent d’Amérique Centrale et ils savent que dans le Centre Historique il y a des rues pour les vêtement, ils savent qu’ils y a des rues pour les appareils ou les pièces électroniques, des rues pour le tissus, des rues pour l’artisanat, des rues pour les chutes de tissus, des rues pour la bijouterie. [...] A quelqu’un qui ne connaîtrait pas le Centre Historique, la première chose que je lui dirais serait: Que cherchezvous? On a la rue pour tout ce que vous cherchez. (Víctor, représentant de Guatemala, 71, 07.12.2013). Nous nous centrerons pour le reste de notre propos sur le terrain de recherche d’un mémoire de Master soutenu en 2013, réalisé sur une période de deux fois trois mois en 2013. Il s’agit des personnes résidant et/ou travaillant dans cinq immeubles, dont la majeure partie s’est organisée collectivement pour conserver leur espace de vie dans le Centre. Chaque immeuble est un bâtiment ancien (4 sur 5 sont classés monument historique) et extrêmement dégradé par les tremblements de terre successifs et le manque d’entretien. Tous sont des «vecindades», groupement d’habitations organisé autour d’une cour intérieure, souvent d’anciens palais ou des couvents de l’époque coloniale divisés en appartement exigus pour les classes

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populaires à partir de la fin du XIXe siècle. 4 de ces 5 bâtiments abritent à la fois des locaux commerciaux (petits commerces de chutes de tissus ou de vêtements, situés en rez-de-chaussée), des ateliers et des appartements (souvent une pièce unique sans sanitaires). Ces immeubles sont situés dans un quadrilatère d’environ 500 mètres carrés, à l’Est de l’hyper-centre de la zone. Leurs habitants, tout comme nombre d’habitants modestes du centre historique de Mexico, partagent une problématique commune: l’insalubrité et le danger que représentent les risques d’effondrement des immeubles, la hausse rapide des loyers et les tentatives d’expulsions des locataires qui lui sont associées. Pour faire face à cette situation, les habitants se sont rapprochés de la même organisation: le Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios. La date d’adhésion à cette organisation s’échelonne de 1996 à 2004 selon les immeubles considérés. Le Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios s’inscrit dans une longue histoire de lutte pour le logement qui se constitue en tant que telle dans les années 1970. Dans un contexte de crise économique, de spirale inflationniste et d’une forte hausse des expulsions locative, le tremblement de terre de 1985 décime la ville. Cette catastrophe constitue un catalyseur et offre l’occasion aux multiples groupes militants dans le champ du logement de s’unir momentanément. La force de ce mouvement permet la mise en place du programme Rénovation Habitation Populaire en 1986, engendrant la construction sur place du logement de 45.000 familles. Le front militant créé suite au séisme donne naissance en 1987 à l’Asamblea de Barrios, dont les membres cherchent à élargir à la fois la liste des bénéficiaires du programme de relogement au delà des seuls sinistrés du séisme, et les revendications traditionnelles des collectifs de locataires (fin des expulsions, gel des loyers, rénovation du logement) à des problématiques plus larges (participation à l’élaboration des politiques publiques, réformes politiques, annulation de la dette...). Ce collectif pose pour la première fois de manière explicite la revendication du droit à la ville et à l’«arraigo» (littéralement, le droit de prendre racine: de demeurer dans un espace). L’Asamblea de Barrios s’est dissoute au milieu des années 1990 et a implosé en une multitude de petits collectifs. Le Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios est l’un d’entre eux. Le travail des habitants appartenant au Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios permet d’interroger le lien entre appropriation d’un espace fortement disputé (le Centre Historique) et mobilisation collective. Nous chercherons à montrer en quoi l’appropriation de l’espace est à la fois l’horizon de l’action collective (1) et la condition de sa réalisation (2).

L’APPROPRIATION COMME HORIZON: LUTTER POUR RESTER DANS LE CENTRE

principal de la mobilisation. Elle est juridiquement rendue possible par une politique publique gérée par l’Institut de Logement de la ville3, lointaine héritière du programme Renovation Habitation Populaire de 1986. Elle permet à l’Institut de Logement, dans d’un immeuble diagnostiqué à haut risque d’effondrement et en cas de refus du propriétaire de rénover le bâtiment, d’exproprier celui-ci (moyennant indemnisation au propriétaire) au bénéfice des locataires collectivement organisés. Ces derniers doivent ensuite monter un projet de réhabilitation pour obtenir de la part de l’Institut de Logement des crédits permettant la réalisation des travaux. L’indemnisation au propriétaire ainsi que le coût de la réhabilitation est donc d’abord supporté par l’Institut de logement sous forme d’un prêt accordé aux habitants bénéficiaires. Une fois ce prêt remboursé, les habitants deviennent légalement propriétaire de l’appartement ou du local commercial qu’ils occupent. Ce processus est particulièrement complexe. Nous ne nous étendrons pas ici sur les difficultés techniques et les dangers qu’il implique pour les militants habitants. Contentons-nous de préciser que pour les deux immeubles aujourd’hui expropriés depuis plus deux dix ans, les travaux de réhabilitation n’ont toujours pas commencé. Quant aux autres bâtiments, ils n’ont pas encore réussi à obtenir l’expropriation malgré, selon les immeubles, de 14 à 5 ans de travail de gestion administrative et de pression politique. Pour les résidents comme pour les commerçants, l’accès à la propriété et la rénovation de l’immeuble représentent la fin d’une période d’instabilité difficile, marquée par la peur. La propriété juridique constitue donc la garantie d’une certaine stabilité de leurs conditions de vie, contrastant avec la situation d’insécurité dans laquelle certains ont toujours vécu. Elle est à la fois la condition de l’appropriation pleine et entière du lieu de vie et l’horizon qui pousse ces habitants à s’organiser collectivement. Le terme «tranquillité» est celui que les habitants interrogés mobilisent le plus fréquemment pour décrire cet objectif: Los años van pasando y no tener nada no te da una estabilidad. Y es lo que uno busca. Teniendo ya una casa, primero te da una estabilidad. Dentro de unos años, si es que uno llega viejo, pues que tenga un techo, no. […] Entonces por esto de ahí comienza la estabilidad, tener una vivienda es tener una estabilidad, sabes de antemano, que tiemble, llueve y todo tienes una estabilidad, de aquí puedes comenzar a hacer muchas cosas. […] Si no tienes estabilidad no tienes nada, no tienes un punto... de donde salir. Saldrás como si fuera una pelotita, no, así, botado por cualquier lado, no tienes un punto, una referencia.

a. L’accession à la propriété juridique comme condition de stabilité

Les années passent et quand tu n'as rien tu n'as pas de stabilité. C'est ce qu'on cherche. Avoir une maison, ça te donne d'abord une stabilité. Dans quelques années, si on devient vieux, qu'on ait un toit, quoi. [...] Donc c'est là où commence la stabilité, avoir un logement c'est avoir une stabilité, tu sais que quoi qu'il arrive, que la terre tremble, qu'il pleuve et tout, tu as une stabilité, de là tu peux commencer à faire plein de choses [...] Si tu n'as pas de stabilité tu n'as rien, tu n'as aucun point... de départ. Tu sortiras comme si tu étais une balle, comme ça, jetée n'importe où, tu n'as pas de point, de référence (Carlos, représentant de Guatemala 71, 03.12.2013).

Pour H. Lefèbvre, la possession ou propriété est condition ou dérivation de l’appropriation. Dans notre cas, la propriété est l’objectif

Si lo llegas a lograr pues una gran tranquilidad. Es una gran alegría de vivir una vida decente. Tener algo que lu-

Le verbe approprier possède deux significations2. Il correspond d’abord à l’action d’adapter quelque chose à un usage ou une destination déterminée: l’action de rendre propre à une fonction, à un usage. Employé à la forme réfléchie, il désigne également l’action de faire un objet sien, d’en faire sa propriété. Le processus d’appropriation que nous décrivons ici investit ces deux dimensions. Il s’agit d’une lutte à la fois pour l’appropriation juridique d’un espace afin qu’il devienne la propriété de ses habitants, mais aussi pour rendre cet espace approprié à l’usage qu’en font ses occupants.

Appropriation et action collective: aller-retour. Le cas d’une mobilisation habitante pour continuer faire partie du Centre Historique de Mexico > Marie Vedie

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chastes con tu propio esfuerzo, que sufristes en la lluvia, en el calor, hambre, malpaso, problemas físicamente, problemas en tu mental, problemas en tu persona... Creo que el cuerpo va a descansar. Va a estar en paz. Si tu y arrives, alors une grande tranquillité. C'est une grande joie de vivre une vie décente. Avoir une chose pour laquelle tu as lutté avec ton propre effort, pour laquelle tu as souffert sous la pluie, dans la chaleur, la faim, les mauvais traitement, les problèmes physiques, les problèmes dans ton mental, problèmes dans ta personne... Je pense que le corps va se reposer. Il va être en paix (Cristina, représentante d'Academia 9, 11.10.2013). Mi sueño no lo pierdo de vista. De que un día yo sea dueña de mi espacio, pero no solamente yo sino todos los que estamos aquí, las 38 familias que estamos aquí, que digan: esto es mío y nadie nos va a sacar. Porque es una zozobra constante, porque hoy estoy aquí haciendo los tocados y mañana no se que vaya a pasar. Y... siendo nosotros ya dueños de este espacio... pues ya duerme uno más tranquilo, no. Mon rêve je ne le perds pas de vue. Qu’un jour je sois propriétaire de mon espace, mais pas seulement moi mais nous tous qui sommes ici, les 38 familles qui sont ici, qu’on dise: c’est à moi et personne ne vas nous déloger. Parce que c’est une angoisse constante, parce qu’aujourd’hui ici je suis en train de faire ces coiffes et demain je ne sais pas ce qui va se passer. Et... si on est propriétaires de cet espace... on va dormir plus tranquille, non? (Gloria, représentante de Correo Mayor 10, 11.10.2013). La propriété juridique permet l’appropriation de l’espace, mais aussi sa transmission à autrui. C’est tout le sens que prend le terme de «patrimoine» utilisé par plusieurs habitants: ce terme fait systématiquement référence à l’héritage et à la transmission. Y sí también esto me aferra, no, por decir por demostrar eso que pues... que tengo que dejarle algo para mis hijos, porque este edificio va a ser para mis hijos... Et oui, je m’accroche à ça aussi, pour vous dire pour montrer que... que je dois laisser quelque chose à mes enfants, parce que ce bâtiment sera pour mes enfants... (Carlos, représentant de Guatemala 71, 03.12.2013). A lo mejor ya yo estoy vieja, a lo mejor me merezco poco, pero no hago por mí ni veo por mí sino que por mis hijos y por mis nietos. Y por todos los niños que viven aquí, por toda la gente joven. La gente vieja que a lo mejor no lo vamos a disfrutar, pero nuestros hijos nuestros nietos queremos que lo disfrute lo que estamos peleando. Moi je suis peut-être déjà vieille, peut être que je ne le mérite pas tellement, mais je ne le fais pas pour moi, mais pour mes enfants et pour mes petits enfants. Et pour tous les enfants qui vivent ici, pour tous les jeunes. Les vieux, on va peut être pas en profiter, mais nos enfants et nos petits enfants on veut qu’ils profitent de ce pourquoi on se bat (Cristina, représentante d’Academia 9, 11.10.2013). b. Un espace de vie approprié: adapter l’espace à ses usages L’objectif de l’action collective est de gagner la propriété juridique d’un espace, qui permet à la fois de sécuriser la situation de celles et ceux qui y vivent, de pouvoir le transmettre, mais aussi de garan-

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tir que cet espace soit et reste adapté aux usages qu’en ont ces habitants: propre à ces usages. L’une des premières raisons de la lutte est la recherche d’une solution de réhabilitation face au risque croissant de l’effondrement des immeubles. L’objectif est donc que l’espace soit propre à habiter dans un sens très restreint: qu’y habiter ne constitue pas un danger. Yo no busqué ser responsable, yo lo que buscaba era: qué nos iba a pasar, quién nos hacía responsable de nosotros, el por qué cuando fue el sismo que hubo mucha cuarteadura, que se cayó muchas cosas nadie le importó, nadie vino a ver, nadie nos dijo: vamos a ser esto. Yo no lo busqué sino que me preocupé de tantas cuarteaduras, me preocupé por su vida de la gente. Moi je n’ai pas cherché à être la responsable, moi ce que je cherchais c’était: qu’est-ce qui va nous arriver, qui va nous prendre en charge, le pourquoi au moment du tremblement de terre y qu’il y a eu beaucoup de fissures, que plein de choses se sont écroulées, personne ne s’en est soucié, personne n’est venu voir, personne ne nous a dit: on va faire ça. Moi je ne l’ai pas cherché, mais je me suis inquiétée de tant de fissures, je me suis inquiétée pour la vie des gens (Cristina, représentante d’Academia 9, 11.10.2013). L’octroi du prêt par l’Institut de logement pour les travaux de reconstruction est conditionné à l’élaboration d’un projet de réhabilitation produit par les militants du Colectivo de Grupos avec un architecte et une entreprise de construction. Dans toutes les vecindades étudiées, ce projet est fonctionnellement mixte: il inclus à la fois des locaux commerciaux et du logement. Ces projets font ainsi figure d’exception dans une institution initialement destinée à financer exclusivement des projets de logement populaire4. Cette forme d’habitation ne peut être comprise si on ne la restitue pas dans le contexte urbain du Centre Historique. Celui-ci se caractérise par une intense concentration de commerces, ainsi qu’une très forte spécialisation de ces commerces qui s’organisent par rues. Jérôme Monnet (1992:245) note que le Centre Historique concentre 7,5% de l’ensemble des commerces de la ville. À l’intense occupation commerciale se superpose une densité résidentielle qui reste parmi les plus élevées de la ville, malgré la forte perte d’habitants qu’a connu le Centre Historique depuis les années 1970. Cet espace constitue ainsi, pour reprendre l’analyse qu’en fait François Tomas (1998:61), une sorte de système, en grande partie méconnu des pouvoirs publics, dans lequel le même espace peut servir à la fois pour l’habitation, la production et la distribution. Pour revenir aux cinq vecindades de notre cas d’étude, la majorité des locaux commerciaux qu’occupent les habitants de ces immeubles se répartissent autour de la cour centrale de ceux-ci. Pour y accéder, il faut donc pénétrer à l’intérieur de l’immeuble, et souvent traverser une première voire plusieurs boutiques. La division existe entre logements (situés dans les étages) et locaux commerciaux (au rez-dechaussée), mais la distinction entre l’espace de travail et celui de résidence est poreux du fait de leur grande proximité spatiale. La chambre est souvent utilisée comme espace de stockage et de préparation de la marchandise pour les vendeurs de rue, ou comme atelier. Logement et travail se superposent. De la même manière, le commerce se déploie en même temps dans l’espace semi-privé des intérieurs d’immeuble et dans l’espace public de la rue: le commerce de rue constitue en effet une activité majeure pour la vie des habitants. Finalement, les espaces de travail, de commerce et de

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résidence doivent être pris ensemble pour comprendre cet espace habité. Ainsi, l’espace adapté et propre aux usages qu’en font ses habitants est celui qui permet le chevauchement de ces fonctions. Enfin, s’agissant de la fonction proprement résidentielle, les militants définissent également leur propres normes: elles font parties de l’objectif à atteindre, de l’horizon de la mobilisation. Le terme de «logement digne» (vivienda digna) régulièrement mobilisé par ces acteurs recouvre, entre autre, l’accès à l’eau courante et aux sanitaires, la division en plusieurs pièces garantissant un minimum d’intimité ainsi qu’un critère de surface: Una parte de la gestión es argumentar: por qué queremos estas viviendas ahí, por qué queremos estos locales, por qué queremos vivienda de 60 m2 y no de 42 como ellos quieren […] ir cambiando políticas que no estamos de acuerdo, incluso proponer algunas cosas. Une partie de la gestion est d’argumenter: pourquoi on veut ces logements ici, pourquoi on veut ces locaux, pourquoi on veut un logement de 60 m2 et non de 42 comme ils veulent eux [...] transformer les politiques avec lesquelles on n’est pas d’accord, et même proposer certaines choses (Víctor, représentant de Mixcalco 3, 07.12.2013). El objetivo para conseguir aquí es para tener una vivienda digna, para vivir mejor, para que nuestros hijos a ver si llegan a tener una recámara propia. Su privacidad propia que hasta ahorita no lo tiene. L’objectif à atteindre ici est d’avoir un logement digne, pour vivre mieux, pour que nos enfants arrivent à avoir une chambre à eux. Leur intimité à eux, que jusqu’à maintenant ils n’ont pas (Margarita, habitante d’Academia 9, 11.12.2013). Nous avons ici essayé de décliner les différents sens que peut prendre l’appropriation de l’espace en tant qu’objectif de l’action collective, à la fois comme appartenance juridique et appropriation à un usage. Il nous semble que l’appropriation comme horizon de la lutte revêt également un autre aspect: la construction du sens même de l’espace pour lequel ces habitants se mobilisent. L’action collective pour l’appropriation de son lieu de vie passe ici par la construction d’un sens et d’une image du Centre Historique qui débordent dès lors largement le simple lieu de résidence ou de travail. c. Nommer pour s’approprier: la construction de l’identité du Centre Historique L’échelle de l’immeuble s’articule avec celle du Centre Historique dans la construction de l’action collective. Les habitants-militants du Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios ont observé ce qu’ils identifient comme une vaste opération d’accaparement de cet espace par l’élite économique. Ils considèrent ainsi leur lutte comme une forme de résistance au projet «des riches et du gouvernement», et apr conséquent comme la construction d’un autre Centre Historique, différent de celui qui leur est progressivement imposé. Le clivage pauvres/riches (alliés avec le pouvoir politique) est la grille de lecture de ces habitants pour comprendre la situation dans laquelle ils se trouvent plongés. La figure de Carlos Slim5 est particulièrement récurrente: elle permet de personnaliser l’ennemi, rendant ainsi plus compréhensible et plus concret le processus que désignent les dirigeants du Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios par les termes «néolibéralisme» et «privatisation du Centre Historique».

Appropriation et action collective: aller-retour. Le cas d’une mobilisation habitante pour continuer faire partie du Centre Historique de Mexico > Marie Vedie

Bueno el problema de acá es que Slim quiere hacer como un complejo bancario, y rentar a los extranjeros por dólares, pero los que estamos de mucho tiempo acá viviendo pues los están desalojando poco a poco y se están quedando con el centro [...] el gobierno está enterado de todo esto, sin embargo es más fácil que ayude a los poderosos porque hay una alianza con los poderosos: ¿qué puede ganar el gobierno con nosotros comparando a unos tan poderosos como ellos? Bon le problème ici c’est que Slim veut faire une sorte de complexe bancaire et louer aux étrangers, en dollars, mais nous qui vivons ici depuis longtemps ils [nous] expulsent petit à petit et ils gardent le centre [...] le gouvernement sait tout ça, mais c’est plus facile qu’il aide les puissants parce qu’il y a une alliance avec les puissants: que peut gagner le gouvernement avec nous, en comparaison avec des gens aussi puissants qu’eux? (Gloria, représentante de Correo Mayor 10, 22.05.2013). La razones de aquí, el interés del gobierno es que quiere el Centro para la gente que tiene... quiere una sociedad así de ricos. Supuestamente aquí los pobres afean. No somos ordenados, no somos nada... damos mala imagen a la ciudad. El hecho de ver una indígena caminando aquí como que no va de acuerdo a su estatus social. […] Aquí el gobierno ha demostrado que él que tiene el dinero es él que va a mandar y va a predominar en la zona. Les raisons d’ici, l’intérêt du gouvernement c’est qu’il veut le Centre pour les gens qui ont... il veut une société, voilà, de riches. On dirait qu’ici les pauvres enlaidissent. On n’est pas ordonnés, on n’est rien... on donne une mauvaise image de la ville. Le fait de voir une indigène qui marche ici, c’est comme si ça n’allait pas avec leur statut social. Ici le gouvernement a démontré que celui qui possède l’argent est celui qui va commander et prédominer dans la zone (Carlos, représentant de Guatemala 71, 03.12.2013). Que la gente habite aquí y que el gobierno no corra a la gente pobre... a lo mejor nos vemos mal por ser pobres, a lo mejor. Somos, somos la mancha negra, a lo mejor le estorbamos a la gente de la alta sociedad, nos ven feo, nos ven mal pero, no. […] Que [el gobierno] no le entrega al extranjero algo que no le pertenece, que le pertenece al pueblo. Esto es lo que nosotros queremos combatir, luchar y defender. Defender lo que es del pueblo. Que les gens habitent ici et que le gouvernement ne chasse pas les pauvres... peut être qu’on est moches parce qu’on est pauvres, peut être. On est, on est la tache noir, peut être qu’on dérange les gens de la haute société, ils nous voient laids, ils nous regardent de travers, mais non. [...] Que [le gouvernement] ne livre pas aux étrangers ce qui nous appartient, ce qui appartient au peuple. C’est pour ça qu’on veut lutter, combattre et défendre. Défendre ce qui es au peuple (Cristina, représentante d’Academia 9, 11.10.2013). Pienso que el Centro Histórico que quiere el gobierno es para su bienestar de él nada más, su gente de él, sus senadores. Todos los que están en la banca con él, sus compadres, sus nietos, sus sobrinos, su nuera. Esto es el Centro Histórico que él lo quiere para él, para privatizar.

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No para la ciudadanía, ni mucho menos para los pobres. […] El Centro Histórico para ellos. Están encadenados con Carlos Slim… Je pense que le Centre Historique que veut le gouvernement c’est pour son bien être à lui, rien de plus, celui de ses gens, de ses sénateurs. Tous ceux qui sont dans le même bateau, ses compères, ses petits enfants, ses neveux, sa belle-fille. C’est le Centre Historique qu’il veut pour lui, pour privatiser. Pas pour les citoyens, encore moins pour les pauvres. Ils sont enchaînés à Carlos Slim (Margarita, habitante d’Academia 9, 11.12.2013). L’action collective dont il est question repose sur la construction et la revendication d’une identité pour le Centre, d’une image de cet espace qui heurte et contredit celle que diffusent les promoteurs des politiques de «récupération» du Centre. Comme de la part des pouvoirs publics, le patrimoine et l’Histoire sont mobilisés pour construire cette image du Centre. Plusieurs habitants font ainsi référence à la présence «historique» du commerce dans cette zone depuis l’époque préhispanique: inscrire l’usage que l’on fait de l’espace dans la permanence d’une structure urbaine permet de légitimer cet usage. El centro de la ciudad de México es potencialmente comercial, desde la época de los Aztecas ha sido comercio. Le centre de la ville de México est potentiellement commercial, depuis l’époque des Aztèques c’est du commerce (Carlos, représentant de Guatemala 71, 03.12.2013). Anteriormente los aztecas aquí comerciaban con canoas... traían las flores, los frutos y todo. Y después de tantos años el Centro Histórico sigue siendo lo mismo. Con una historia tan extensa, y sigue siendo el centro del comercio. Porque aquí vienen personas de Tabasco, de Chiapas, de Guerrero, de Michoacán. Si buscan algo lo van a encontrar en el centro. Avant, les aztèques faisaient du commerce en canoës... ils apportaient les fleurs, les fruits et tout. Et après tant d’années le Centre Historique continue d’être le même. Avec une si longue histoire, il continue d’être le centre du commerce. Parce que des gens de Tabasco, du Chiapas, de Guerrero, de Michoacán viennent ici. S’ils cherchent quelque chose ils le trouveront dans le Centre (Gloria, représentante de Correo Mayor 10, 11.10.2013) L’identité du Centre que revendiquent ces habitants est en particulier basée sur l’association d’une fonction économique et sociale à cet espace urbain, que les commerçants contribuent à perpétuer et qu’ils désignent sous le terme de «commerce populaire». Cette fonction s’exerce bien au delà des limites de l’agglomération mexicaine et rayonne dans tout le pays. Nosotros estábamos funcionando como proveedores de servicios para personas de nivel económico medio bajo, para un sector de la ciudad y de sus alrededores que no tienen acceso a centros comerciales, y donde nuestros productos son de calidad. On fonctionnait comme des fournisseurs de service pour des personnes de niveau économique moyen-faible, pour un secteur de la ville et ses alentours qui n’a pas accès aux centres commerciaux, et où nos produits sont de qualité (Victor, représentant de Mixcalco 3, 15.04.2013).

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Ces militants comptent en effet parmi leurs clients plus d’acheteurs venant de régions éloignées de la capitale que d’habitants de la ville. Dans le cas du tissu (qui constitue l’activité principale des commerçants de notre terrain d’étude), beaucoup de ces clients achètent en gros et produisent eux-mêmes des vêtements à partir des chutes achetées dans le Centre pour les commercialiser sur des marchés ou dans de petites boutiques. Cette partie de la ville constitue l’un des maillons d’une chaîne de production et de commercialisation qui traverse tout le pays, et dont la première caractéristique est de s’adresser à une clientèle disposant de faibles ressources économiques. La lutte pour l’immeuble s’imbrique ainsi avec la lutte pour le Centre Historique, l’objectif de la mobilisation est à la fois de pouvoir maintenir une présence et des usages de l’espace, et il est indissociable de la production d’une identité pour le Centre Historique. Mais si l’appropriation, sous les formes que nous avons tenté ici d’identifier, constitue l’horizon de la mobilisation, elle est aussi la condition qui rend possible la construction de l’action collective.

L’APPROPRIATION COMME CONDITION DE L’ACTION COLLECTIVE a. L’occupation physique de l’espace, une forme d’appropriation nécessaire à l’action collective Si l’accession à la propriété (ou à un espace à soi) et l’appropriation de cet espace aux usages que l’on en fait sont des objectifs que la mobilisation que nous observons, cette mobilisation est rendue possible par l’occupation physique de l’espace, ce qui constitue également une forme d’appropriation. Les membres du collectif diffèrent par leur position dans la hiérarchie du groupe (dirigeant, représentant des locataires d’un immeuble ou simple membre) et par leur degré d’engagement. Les représentants participent à l’élaboration de toutes les démarches administratives quand la majorité des membres n’ont qu’une vague idée de la réalité de ce travail. Les plus engagés portent un discours politique théorique quand d’autres relient uniquement leur combat pour l’appropriation de l’espace à une nécessité concrète et individuelle. Mais le critère qui peut permettre de caractériser un membre du collectif est d’abord la présence physique. Être là, à la réunion, en manifestation, est un acte performatif: il signifie et réalise l’appartenance de la personne au groupe. Le corps est donc la ressource première de la lutte. La présence physique est d’une importance fondamentale pour marquer l’espace que l’on cherche à s’approprier et pour le défendre. Ainsi, l’immeuble de la rue Academia a récemment obtenu le feu vert de l’Institut de Logement pour commencer les travaux, certains membres du collectif ont cependant choisi de rester sur place pour superviser les travaux, mais surtout afin d’empêcher l’«invasion» de l’espace par d’autres groupes. La première condition qui rend possible la mobilisation collective est la permanence dans le centre de ces habitants et leur proximité physique. Même s’il a été expulsé de son local commercial depuis plusieurs années, Víctor, le représentant de l’immeuble rue Mixcalco, continue de passer une partie de ses journées dans les locaux de l’immeuble voisin rue de Guatemala, pour assister aux réunions du collectif, se tenir informé et passer du temps avec d’autres militants. Cristina, en lutte depuis 1985 pour continuer d’habiter l’immeuble de la rue Academia, décrit ainsi la stratégie qu’elle a développée avec d’autres habitants pour résister aux tentatives d’expulsion locative:

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Cuando me venían a desalojar este... buscaba muchos compañeros para que no me dejaran sola. Lo que quería era tener compañeros dentro de mi casa que estuvieran pendiente para que cuando me vinieran a desalojar, me ayudaran a defenderme. Sí tuve... muchos días compañeros dentro de mi casa para que me cuidaran. […] Nos volvíamos a dormir dentro de su vivienda al compañero que lo iban a desalojar, y cuando llegaban a tocar echábamos cohetes para avisar los compañeros que vivían cerca que iba a llegar el desalojo. Entonces muchos nos quedamos adentro y muchos afuera. Y los que llegaban afueran eran los que hacían el desmadre y nosotros que estábamos adentro impedimos de que entraran. Y si se asomamos o llegaban a romper con martillo, nosotros ya teníamos agua o meado o gas, algo preparado para vaciárselos. Quand on venait pour m’expulser... je cherchais des camarades pour qu’ils ne me laissent pas seule. Ce que je voulais, c’était avoir des camarades à l’intérieur de ma maison, qui soient sur leurs gardes pour que quand on arrive m’expulser, ils m’aident à me défendre. Oui, j’ai eu... beaucoup de camarades à l’intérieur de ma maison pour qu’il me protègent. […] On allait dormir à l’intérieur du logement du camarade qu’ils allaient expulser, et quand ils arrivaient on lançait des pétards pour alerter les camarades qui habitaient à côté que l’expulsion arrivait. Alors on était beaucoup à l’intérieur, et beaucoup à l’extérieur. Et ceux qui arrivaient de l’extérieur c’était ceux qui faisaient le bordel, et nous qui était à l’intérieur on les empêchait d’entrer. Et s’ils passaient la porte ou qu’ils détruisaient au marteau, nous on tenait prêt de l’eau ou des excréments ou du gaz, quelque chose de préparé pour leur verser dessus (Cristina, représentante d’Academia 9, 11.10.2013). Si l’occupation physique constante de l’espace par les habitants est la première condition de la construction de l’action collective, la possession d’un lieu est également déterminante pour le Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios. Cette organisation ne dispose pas vraiment d’un lieu propre aux frontières définies, comme un bureau ou une salle, faute de moyens. Les réunions hebdomadaires se font dans la cour centrale de l’un des immeubles pour lesquels ses habitants se mobilisent. En dépit de l’inconfort que cela présente (réunions en plein air et parfois sous la pluie, sans éclairage et sans siège), ce lieu a été choisi car il s’agit d’un immeuble qui a été exproprié par l’Institut de logement. Qui plus est, il n’y a pas dans cet immeuble d’habitants opposés à la mobilisation collective, comme c’est le cas dans les autres bâtiments. Cette occupation de l’espace par les membres de l’organisation s’accompagne d’un marquage physique de l’espace revendiqué. Le marquage permet de signifier à la fois l’association de l’espace à des usages et des usagers spécifiques ainsi que le lien d’appartenance entre un groupe et l’espace marqué. À l’entrée des bâtiments dont ils ont obtenu l’expropriation, les habitants ont suspendu une toile de bâche comportant le symbole de l’organisation précisant: «cet immeuble a été exproprié aux bénéfices des locataires». A l’intérieur, un morceau de carton coloré rappelle les règles imposées par l’organisation: ni drogue, ni alcool, ni prostitution. Ce panneau normalise les usages de cet espace en même temps qu’il rend visible ces normes. Si ces habitants occupent physiquement les lieux de résidence et de travail pour lesquels ils se mobilisent, cette occupation de l’espace se réalise également lors des nombreuses manifes-

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tations (en moyenne une tous les 10 jours durant nos périodes d’observation) et autres formes normalisées de la protestation publique, comme le meeting ou l’occupation plus longue de l’espace publique (campamento). Cette géographie de l’occupation ne se superpose pas exactement avec l’espace quotidien de vie et de travail que pratiquent les militants. Nombre de ces lieux occupés sont cependant situés dans le Centre Historique, parfois à quelques mètre seulement des immeubles en question. La place centrale ou Zócalo, bordée par le siège du gouvernement de la ville, constitue le point d’arrivée de la grande majorité des manifestation qui traversent pour cela la moitié Ouest du Centre Historique. Elle est également le lieu privilégié pour installer un campement de tentes et de toiles de bâches, où les manifestants restent jours et nuit pendant parfois plusieurs semaine pour faire pression sur le gouvernement. Dans le jardin de l’Alameda, en bordure Ouest du Centre Historique, le monument de l’Hémicycle à Juárez est également un lieu connu pour les meeting des dirigeants d’organisations sociales. Le parcours traditionnel de la manifestation se module en fonction de ses objectifs et des groupes qui y participent, ainsi, les manifestations sur des questions spécifiques à la politique du logement de la ville de Mexico empruntent la rue Donceles pour passer devant l’Assemblée des Représentants du District Fédéral avant de terminer sur le Zócalo. La mobilisation collective se construit en partie sur des formes très normées et régulières d’occupation de l’espace public, et en particulier de lieux stratégiques dans le Centre Historique. b. La construction de l’identité du Centre Historique: une opération de cadrage de l’action collective En nommant, en décrivant le Centre Historique, en en construisant une image, les militants se l’approprient. Cette opération de production de sens légitime les revendications des habitants et permet de renforcer l’unité du groupe mobilisé, en construisant un cadre commun de compréhension. Les sociologues Robert Benford et David Snow (2012:223) décrivent ainsi la notion de cadrage (framing): les acteurs des mouvements sociaux sont considérés comme des agents signifiants activement engagés dans des activités de production et de reconduction du sens auprès des autres membres, des adversaires, ainsi que de leurs auditoires ou des observateurs. Le processus de cadrage, l’opération de découpage, simplification, traduction du réel pour définir une situation commune, un problème partagé et une solution politique à ce problème, est en partie effectué par les dirigeants du Colectivo de Grupos: Raymundo et Rosa. Ces derniers ont commencé à militer à la fin des années 1970 dans des syndicats et des organisation proches du maoïsme6, avant de s’intégrer à l’Asamblea de Barrios lors de la fondation en 1986. Cette expérience militante, ainsi que les liens que ces dirigeants continuent de maintenir avec de nombreuses organisations, ont une forte incidence sur la manière dont ils problématisent la lutte actuelle dans les vecindades. La diffusion de ce cadrage s’effectue dans tous les aspects du travail militant, mais en particulier lors des réunions hebdomadaires de l’organisation. Celles-ci ont lieu tous les lundi soir, dans la cour centrale de l’un des immeubles en lutte. Elles réunissent entre 30 et 40 personnes, quasiment tous résidents ou commerçants. L’objectif de ce rendez-vous est à la fois de faire le point sur l’avancée du travail de gestion administrative pour chacun des immeubles, d’informer les représentants des rendez-vous à venir et de diffuser à l’ensemble des membres des informations sur di-

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vers sujets d’actualité (la réforme de l’éducation et réforme de la loi énergétique furent les thèmes les plus saillants durant notre observation). Cette réunion est présidée par les leaders du groupe, et la parole est très inégalement répartie en leur faveur. Ces réunions constituent avant tout un espace d’éducation politique ou de transmission du cadrage porté par les dirigeants. Ces réunions hebdomadaires forment le moment le plus visible de transmission du cadrage par les dirigeants, que ces derniers désignent comme un travail de «concientisation». Plusieurs militants comparent ainsi l’organisation à une école: [Es] un aprendizaje. Es como una escuela de vida. [C’est] un apprentissage. C’est comme une école de vie (Carlos, représentant de Guatemala 71, 03.12.2013). Es como... ir a la escuela otra vez, porque empiezas a aprender, bueno haces preguntas existenciales pues, de las cosas... en tu alrededor. [...] Entonces cuando tú lo haces, cuando estás aquí en el grupo te das cuenta de que hay muchas preguntas que están en tu cabeza, y son varias mentes las que están ahí y hay respuestas… C’est comme... retourner à l’école, parce que tu commences à apprendre, enfin tu te poses des questions existentielles sur... les choses autour de toi […] Alors quand tu le fais, quand tu es là dans le groupe tu te rends compte qu’il y a beaucoup de questions qui sont dans ta tête, qu’il y a plusieurs esprits qui sont là, et qu’il y a des réponses… (Gloria, représentante de Correo Mayor 10, 11.10.2013). Comme le soulignent Benford et Snow (2012:225), le processus de construction du cadrage est interactif: les cadres de l’action collective ne se réduisent pas à un agrégat d’attitudes et de perceptions individuelles mais sont aussi l’aboutissement de la négociation d’un sens partagé. Le cadrage des dirigeants a en parti été forgé par leur expérience au sein de l’Asamblea de Barrios entre 1986 et 1995 dans la construction de logement neuf en périphérie de la ville. Le déplacement de leur action dans le Centre Historique et dans le champ de la réhabilitation de vecindades anciennes a bouleversé ce cadrage et amené l’intégration de nouveaux thèmes, comme celui du commerce populaire. Les habitants axent leurs discours autour de la revendication d’un droit à l’appropriation de leur espace de vie basé sur leur enracinement au lieu. Ils construisent le Centre Historique comme un espace dont les fonctions sont à la fois d’abriter l’activité et la résidence de groupes pauvres mais aussi de fournir des services aux autres pauvres de la région par l’intermédiaire du «commerce populaire», et revendiquent le maintien du caractère et des fonctions populaires de cet espace. La production du sens de cette mobilisation pour le droit à la ville passe alors moins par l’entrée du logement que par la production d’une identité pour cet espace. Cette identité est fondamentale pour construire l’unité d’un groupe relativement hétérogène (rappelons que certains militants résident dans les vecindades, et d’autres n’y viennent que dans la journée pour travailler): la construction du cadrage est inséparable de la construction du collectif et de sa mobilisation. Ainsi, l’appropriation du Centre par la production d’un discours et d’un image sur cet espace constitue une condition de l’action collective. Nous avons ici cherché à décliner les sens et les formes de l’appropriation de l’espace à travers le cas de la mobilisation collective des habitants de 5 immeubles du Centre Historique. L’appropriation comme occupation physique par le corps, comme

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marquage de l’espace, comme accession à la propriété juridique, comme adaptation de l’espace aux usages que l’on en fait ou encore comme construction discursive (l’identité que l’on confère à un espace) est inextricablement liée à l’action collective. Elle en est à la fois l’objectif et la condition de réalisation. Dans cet aller et retour constant entre conditions de réalisation et horizon de l’action collective, les militants redéfinissent petit à petit l’objet de leur appropriation: du logement au Centre. Dans le contexte d’une intense dispute7 pour l’espace, les habitants que nous avons évoqué ouvrent une brèche dans le complexe imaginaire par lequel la presse rend compte des usages et des fonctions du Centre Historique (69). Si cet espace est dominé, dans le sens que définit H. Lefèbvre, cette domination n’exclue pas l’appropriation qui se réalise chaque jour par l’action collective. Somos parte, simplemente... estamos integrados. Somos una parte de. Somos la parte viva de la historia, por esto te decía que somos como el alma del centro. Pero sin nosotros se va el centro y queda el vacío en la noche. [...] A nosotros nos gustaría seguir viviendo aquí, seguir viviendo y trabajar. Darle vida a esto. Que es lo que perseguimos en la lucha. On est une partie, simplement... on est intégrés. On est une partie de. On est la partie vivante de l’histoire, c’est pour ça que je te disais que nous sommes l’âme du centre. Mais sans nous, le centre disparaît et il ne reste que le vide la nuit […] On aimerait continuer à vivre ici, continuer à vivre et travailler. Donne vie ça. C’est ce qu’on poursuit dans la lutte (Gloria, représentante de Correo Mayor 10, 11.10.2013).

BIBLIOGRAPHIE BECKER, Anne; MÜLLER, Markus-Michael (2012) «The Securitization of Urban Space and the “Rescue” of Downtown Mexico City: Vision and Practice». Latin American Perspectives, Nº 40, pp 77-94. BENFORD, Robert; SNOW, David (2012) «Processus de cadrage et mouvements sociaux: présentation et bilan» (traduit de l’anglais par Nathalie Miriam Plouchard). Politix. Nº 99, pp. 219-255. CONNOLLY, Priscilla; DUHAU, Emilio; COULOMB, René (1991) Cambiar de casa pero no de barrio. Estudios sobre la reconstrucción en la Ciudad de México, Mexico: Cenvi/ UAM-Azcapotzalco. COULOMB, René (2000) “El Centro Histórico de la Ciudad de México”, dans Garza, Gustavo, La Ciudad de México en el fin del segundo milenio, pp. 530-537. Mexico: El Colegio de México-GDF. DAVIS, Diane (2007) “El factor Giuliani: delincuencia, la “cero tolerancia” en el trabajo policiaco y la transformación de la esfera pública en el centro de la ciudad de México”. Estudios Sociológicos Nº 25, pp. 639-681. DUHAU, Emilio; GIGLIA, Ángela (2009) Las reglas del desorden: habitar la metrópoli, Mexico: Siglo XXI. HARVEY, David (1989) “From Managerialism to Entrepreneurialism: The Transformation in Urban Governance in Late Capitalism” Geografiska Annaler, Nº 71, pp. 3-17.

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qui élaborent des politiques pour cet espace (il préside par exemple le conseil exécutif du Consejo Consultivo para el Centro Histórico).

LEFEBVRE, Henry (2000) La production de l’espace, Paris: Anthropos. MONNET, Jérôme (1992) «Du bazar au modèle: le commerce à Mexico». Espace géographique. Tome 21 Nº 3, pp. 239-252. _____ (1993) La ville et son double. Images et usages du centre: la parabole de Mexico, Paris: Nathan. RIPOLL, Fabrice (2005) «S’approprier l’espace… ou contester son appropriation?». Norois, N° 195, recuperé de: http:// norois.revues.org/489 SILVA LONDOÑO, Diana Alejandra (2011) Negociando la (in) formalidad. Las Contiendas por el Desalojo del Comercio Ambulante en el Centro Histórico de la Ciudad de México (1990-2008). México: Colegio de México.

6

Entre autre, l'Organisación Revolucionaria Punto Crítico.

7

Dans la typologie des espaces publics de la ville de México qu'ils élaborent, Emilio Duhau et Angela Giglia définissent l'espace du Centre comme un espace disputé. Duhau, Emilio; Giglia, Angela (2009) Las reglas del desorden: habitar la metrópoli, Mexico: Siglo XXI.

§

SMITH, Neil (2003) La gentrification généralisée: d´une anomalie locale à la régénération urbaine comme stratégie urbaines globale, dans Bidou-Zachariasen, Christine (dir.) «Retours en ville», pp. 22-26. Paris: Descartes & Cie. TOMAS, François (1988) «Quartiers centraux et stratégies sociospatiales à Mexico». Revue de géographie de Lyon, Vol. 1, Nº 63, pp. 55-68.

NOTES 1

Cf. par exemple les 68 occurrences du terme «recuperación» dans le Plan Integral de Manejo del Centro Histórico de la Ciudad de México (MEXICO D.F. (2011) “Plan integral de manejo del Centro Histórico de la Ciudad de México”. Mexico: Gaceta Oficial del Distrito Federal).

2

Centre national de ressources textuelles et lexicales, cnrs atilf, définition du verbe «approprier» [consulté le 15.05.2013] Disponible sur http://www.cnrtl.fr

3

L'Institut de logement de la ville de Mexico est un organisme dépendant de l'administration du D.F., avec une personnalité juridique et un patrimoine propre, dont l'objectif est la production et l'amélioration du parc de logement pour les ménages disposant de moins de 4,7 salaires minimums. Il a été créé en 1998, un an après la décentralisation du gouvernement du D.F. L'action des militants du Colectivo de Grupos de la Asamblea de Barrios dans le Centre Historique s'inscrit plus exactement dans le programme Emergente - Vivienda en Alto Riesgo Estructural, créé en 2003.

4 ����������������������������������������������������� René Coulomb note cependant que dans le cadre du programme Rénovation Habitation Populaire qui a suivi le séisme de 1985, si les bâtiments à usage exclusivement commercial n'ont pas été expropriés, des immeubles contenant des activités commerciales ont cependant pu bénéficier de ce programme pour rénover ou reconstruire des locaux commerciaux. Connolly, Priscilla; Duhau, Emilio; Coulomb, René (1991) Cambiar de casa pero no de barrio. Estudios sobre la reconstrucción en la Ciudad de México, México: Cenvi/UAM-Azcapotzalco. 5

Avec un capital de 73 milliards de dollars, l'homme d'affaire mexicain représente l'une des premières fortunes mondiales. En 2001, Slim annonce publiquement sa décision d'investir dans le centre historique. Il fonce alors société immobilière (Centro histórico de la ciudad de México s. a. de c. v.) spécialisée dans l'acquisition d'immeubles dans cette zone. Il possède un outre un rôle notable dans plusieurs instances de décisions

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Parque de Mar Puerto Barón BORIS IVELIC >> Escuela de Arquitectura, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. boris.ivelic@ead.cl

PABLO VÁSQUEZ >> Magister Arquitectura y Diseño, mención Náutico y Marítimo, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. pablo.vasquez@gmail.com Universidad de Valparaíso Facultad de Arquitectura Revista Márgenes Espacio Arte Sociedad Parque de Mar Puerto Barón Septiembre 2014 Vol 11 Nº 14 Páginas 94 a 107 ISSN elec. 0719-4463 ISSN imp. 0718-4034 Recepción: mayo 2014 Aceptación: agosto 2014 RESUMEN Los principales puertos del mundo, han sufrido un cambio radical a partir de la invención del container. Se ha racionalizado el uso del suelo y se han demolido los “muros” que lo separaban de la ciudad. El puerto de Valparaíso gestiona con una empresa de retail un mall en puerto Barón. El Municipio lo aprueba y una parte importante de la ciudadanía lo rechaza. El anteproyecto alternativo que aquí se presenta, pretende contribuir al debate sobre una obra ubicada en un lugar emblemático de la ciudad, en que está en juego el destino marítimo de Valparaíso. El borde costero prácticamente está vedado como espacio público y el porcentaje de área verde es de los más bajos de Chile. Valparaíso está en crisis. El anteproyecto propone un parque marítimo, con una doble instancia: modelar la tierra del parque como área verde de recreación y deportes y permitir la entrada controlada del mar para generar espacios habitables de navegación y baño. Parque con accesos desde la ciudad y desde el mar, con edificios-vínculos, entre el cerro Barón y el parque y edificios flotantes que no alteren las rasantes visuales. Éstos permitirán la sustentabilidad y viabilidad económica del proyecto. Consolidar en Barón un parque isla protegido, para que su gente se pueda beneficiar de este extraordinario bien que le regala el Océano Pacífico a Valparaíso. PALABRAS CLAVE parque, marítimo, Valparaíso, destino, gestión, conflicto

Puerto Barón sea park ABSTRACT Main ports in the world have faced a radical change since the container was invented. The use of the land has been rationalized and the “walls” that separated them from the city have been demolished. Local authorities are negotiating with a retail company the building of a shopping mall. While the local government supports the project, a great part of the population is against it. The alternative project proposed here aims to take part on the debate about a construction located in an emblematic place in the city. The future of Valparaíso as a promenade is at risk. The coastline is no longer a public space and the percentage of green areas is one of the lowest in Chile. Valparaíso is in crisis. The alternative project proposes a promenade, with a double objective: to shape the land as a green area for sports and recreation and allow a controlled entrance of the sea to create inhabitable spaces for navigation and swimming. The sea park will be accessible from the city as well as from the sea, with buildings that will connect Cerro Barón and the parks and floating buildings that will not interfere with the view. These buildings will make the viability of the project possible. The objective is to consolidate a protected island park in Barón so that the community can benefit from this extraordinary gift given by the Pacific Ocean to the city of Valparaíso. KEYWORDS sea park, Valparaíso, destiny, management, conflict

Parc de Mer Puerto Barón RÉSUMÉ Les principaux ports du monde ont souffert un changement radical à partir de l’invention du container. On a rationalisé l’utilisation du sol et on a démoli les «parois» qui le séparaient de la ville. Le port de Valparaiso gère avec une entreprise retail d’un mall à port Barón. La Municipalité l’approuve et une partie importante de la citoyenneté le rejette.

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L’avant-projet alternatif qui est ici présenté prétend contribuer au débat sur une œuvre située dans un lieu emblématique de la ville, où la destination maritime de Valparaíso est en jeu. Le bord côtier est pratiquement fermé en tant qu’espace public et le pourcentage d’espace vert est un des plus faibles des villes du Chili. Valparaiso est en crise. L’avant-projet propose un parc maritime, avec une double instance : modeler la terre du parc comme un espace vert de récréation et sports et ainsi permettre l’entrée contrôlée de la mer pour produire des espaces habitables navigation et de bain. Un parc avec des accès depuis la ville et depuis la mer, avec des liens, entre la colline Baron et le parc et les bâtiments flottants qui n’altèrent pas les rasantes visuelles. Ceux-ci permettront la durabilité et la viabilité économique du projet. Consolider un parc île protégé à Barón, pour que ses gens puissent profiter de ce bien extraordinaire donner par l’Océan Pacifique à Valparaíso. MOTS CLÉS parc, maritime, Valparaíso, destin, gestion, conflit

ORIGEN EL PROYECTO Los puertos del mundo han sufrido un cambio radical, a partir de la invención del container. Esto ha racionalizado el uso del suelo portuario, reduciendo drásticamente su superficie y permitiendo “derribar el muro” que separaba el puerto de la ciudad. Estos espacios ganados, se han convertido en espacios públicos de primera importancia de las ciudades portuarias del mundo. El puerto de Valparaíso no ha sido ajeno a esta realidad y hoy debate su destino en relación a su ser ciudad. En este sentido, la ciudad de Valparaíso tiene negada la relación con su borde y el puerto. Este hecho ha impulsado la elaboración de proyectos y planes maestros en el sector donde se emplaza el Muelle Barón, con el objetivo de vincular la ciudad con el mar para la recreación y el goce de todos sus habitantes. Ante esta situación, se procura elaborar un proyecto que involucra a las siguientes entidades: Empresa Portuaria de Valparaíso; el Estado, a través de la Municipalidad de Valparaíso, MOP, Ministerio de Vivienda; Merval; Puerto Valparaíso Deportivo.

ACTUALIDAD DEL PROYECTO De las propuestas que se han presentado, se ha escogido, y se discute, la construcción de un Mall (centro comercial) en el Muelle Barón, propuesta del grupo “Plaza Valparaíso S. A.” Esta situación que ha provocado malestar en distintos sectores y organizaciones de la ciudad, tanto por el impacto comercial y vehicular que se generaría en la zona, como por su propuesta arquitectónica. Ellos manifiestan: Un Mall es un edificio construido para mirar hacia adentro, no para reconocer y elogiar el borde costero donde se emplaza. Esto es una contradicción con la apertura de este lugar como espacio público. En torno a este debate la opinión ciudadana está dividida, entre los que se oponen a la construcción de un mall en estos terrenos y los que lo promueven. Sin embargo, en los proyectos alternativos todos consideran el mall. Este anteproyecto pretende aportar con una doble opción: tratar el lugar no sólo desde la tierra, sino también desde el mar y que per-

mita dilucidar qué es lo más conveniente para la ciudad, abriendo el debate a nuevas opciones.

IMPORTANCIA DE RESOLVER EL PROYECTO Puerto Barón debe ser hoy uno de los terrenos más importante y significativo de la ciudad de Valparaíso: a. por su ubicación; b. por la magnitud de área despejada; c. por poseer aproximadamente 800 mts. de borde costero; d. por la convergencia de sus vías de circulación. La ciudad de Valparaíso tiene un 0,3% de área verde por habitante, lo normal es un 13%, (en Valdivia es un 19%) y prácticamente negado su acceso al borde costero. La ciudad no ha constituido algo fundamental para sus habitantes como es la re-creación, el deporte gratuito cotidiano, los espacios culturales. Por esto queremos exponer este anteproyecto, como una proposición abierta, que pueda ser debatida a todos los niveles y que pueda ser mejorada, completada o rechazada. Objetivo General Creación del espacio de borde costero público: Parque de Mar Puerto Barón. Extender el suelo habitable de la ciudad a través de un borde permeable, proyectando una entrada de mar y entradas de la ciudad hacia el mar, a través de elementos arquitectónicos fijos y móviles, en que el movimiento de las mareas, las corrientes, el oleaje y los posibles tsunamis, son requerimientos esenciales que debe abordar el anteproyecto. Objetivos Específicos 1. Desde el mar: Constituir en Barón un mar interior protegido, un mar habilitado a múltiples opciones, para que sus ciudadanos se beneficien de este extraordinario bien que regala el Océano Pacífico a Valparaíso, dando cabida a: una marina pública; un puerto de embarcaciones menores y de turismo; una caleta; un extenso

>> Figura 1. Muelle Barón. Fotografía autores 2014

Parque de Mar Puerto Barón > Boris Ivelic, Pablo Vásquez

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balneario con playa; la práctica de deportes náuticos: kayak, remo, canoa, windsurf y pesca deportiva. 2. Desde tierra: Extender el trazado urbano del barrio Almendral, conectándolo fluidamente al Parque de Mar Puerto Barón, evitando obstáculos y muros transversales, rediseñándose las circulaciones viales y dando cabida a las áreas verdes del parque con: picnic, paseos, ciclovías, trote y canchas de deportes: fútbol, básquetbol, vóleibol, tenis. 3. Se mantiene la Bodega Simón Bolívar (declarado inmueble de conservación histórica), por el valor arquitectónico de su estructura tri-articulada. Evitar que sea un obstáculo visual y físico, permitiendo albergar un programa abierto: museos, exposiciones, conciertos, acuarios, librerías, restaurantes, hotel para eventos, comercio en las alas laterales del segundo piso. Los objetos patrimoniales que se rescaten de las excavaciones arqueológicas podrían constituir el museo histórico de Valparaíso, en uno de sus módulos. 4. Diseñar unos edificios que formen parte espacial del parque, con un uso mixto: a. para el arriendo o venta a privados: locales, departamento, oficinas, hotel. b. espacio público propio del parque: plazas techadas, accesos, funiculares. Edificios que permitan contribuir a la viabilidad del proyecto y su mantención, sin impedir las visuales y ocupando menos de un 20% de la superficie del parque.

FUNDAMENTOS Sobre el destino marítimo

dado nuestra más profunda metafísica espacial de hoy, hemos perdido la forma, hemos perdido el mar en Valparaíso (p. 16). • En 1967 se publica el poema Amereida y se produce la proclamación de la épica americana en que el “Océano Pacífico” y el “Mar Interior de América” (extensión deshabitada y sin fundación del interior de América del sur) son los dos grandes desconocidos que nuestro continente no ha asumido como posible destino americano. • En 1969 presentamos el Proyecto de la avenida del mar. Proyecto alternativo a la Vía Elevada, (MOP) como elemento generador de una nueva estructura urbana del borde costero para Viña del Mar y Valparaíso: […] Primer elemento urbano de la ciudad Valparaíso, ciudad que se coloca frente al Océano Pacífico para testimoniar el destino Marítimo de nuestra Patria cuidando no abandonando la orilla del mar (AAVV, 1969:41). • En 1970 se publica la Tesis del Pacífico, en donde se fundamentan las “carencias” históricas y actuales de Chile y América de no haber asumido la realidad del Océano Pacífico. Hoy 13 naciones somos ajenas al pacífico; los andes son muralla y el océano un mar norteamericano (y ruso). Sólo con el mar interior tendremos océano. Únicamente quienes asumen su continentalidad se proyectan —hoy— al Océano Pacífico. Ni Asia, ni Australia, ni América Latina, por esto llamamos al océano: carencia (que falta y nos llama) (AAVV, 1970:32).

Nuestra Escuela de Arquitectura y Diseño desde su refundación en 1952, ha planteado en sus fundamentos que Valparaíso y Chile, no han asumido la realidad del Océano Pacífico, (carencia) como un elemento determinante en su destino. Destino entendido como una voluntad que es dirigida a una determinación, a un fin, a una misión. A continuación realizamos un estracto de los principales proyectos, tesis y teorías, a lo largo de estos años sobre el Pacífico, que nos dan bases para este anteproyecto que presentamos.

• En 1971 se publica Maritorio de los archipiélagos de la Patagonia Occidental.

• En 1954 se publica el Estudio Urbanístico para una Población Obrera en Achupallas.

El Maritorio es un concepto de área geográfica que conjuga: la comunicabilidad, la riqueza, el arraigo y la energía.

Por primera vez se plantea que el destino de Valparaíso está en el mar. El proyecto y su tesis crea una estructura urbana de conexión directa de Achupallas con el borde marítimo.

Para poblar hay que fundar en la complejidad del área —“maritorio”— única manera de constituir ciudad. Fundar con un solo fin no es poblar (puede ser defender, explotar, etc.). Solo nos conduce a establecer factorías o campamentos (Sánchez, 1971:1).

El urbanista descubre el destino de la ciudad y la coloca en el espacio, para que la ciudad y sus habitantes vivan su destino (Cruz, 1954:8). ¿Pero tiene Valparaíso un destino? (p. 9). Valparaíso ha olvidado el mar: quizás la dureza del mar lo ha hecho vacilar. La orilla del mar está vedada: la gente marinera que ve llegar los buques desde los cerros no puede llegar hasta el borde del agua; la gente de tierra no puede tomarse en ninguna terraza ningún refresco; nadie puede nunca mojarse los pies en el agua (p. 16). Se ha perdido la orilla, se ha perdido el misterio de la unión del agua con la tierra, del agua con la roca, con el molo, del agua y arena y cuando hemos perdido el borde

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Maritorio (concepto análogo a territorio). La palabra nace en Valparaíso a propósito de un estudio sobre la razón de ser de la localización de sus ciudades costeras. Tal como se funda en el territorio, surge el maritorio como concepción de magnitud de mar.

• En 1972 realizamos y exponemos públicamente el Proyecto del Estero de Viña del Mar, publicado además en la revista CA. La obra propuesta deja entrar al interior de la ciudad el agua de mar. Se quiere transformar el estero en un brazo de mar. La obra propone que este Elemento Urbano se convierta en la columna vertebral transformadora y renovadora de la ciudad, llevando la vida del mar al interior mismo de ella, con su fauna y sus embarcaciones pesqueras deportivas y turísticas (AAVV, 1972:42). • En 1982 se publica el libro Aysén Carta del mar nuevo, visión de Aysén como tierra de la “trapananda”, que según su etimología es trampa, engaño y cárcel y que aún no resuelve esta nominación, a pesar de haber entrado al siglo XXI.

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• En 1984 publicamos El Pacífico es un mar erótico. […] el mar interior no se va a revelar nunca. Esto lo dice Amereida después de su propia travesía: mientras no se revele el Océano Pacífico. El mar interior no se va a revelar nunca. Esto creo yo ha sido olvidado… […] el uno por el otro, el Pacífico por el “mar interior” y el “mar interior” por el Pacífico. América va a adquirir mundialidad solo por el Pacífico. Tiene el Atlántico y no tiene mundialidad. Sigue siendo una factoría (Iommi, 1984:1). • En 1985 publicamos un artículo en la revista CA, “Nuestra Latitud Patagonia” es una visión de la Patagonia Occidental a partir de la teoría de maritorio y su posibilidad fundacional. el archipiélago (maritorio) fue señalado como tierra inhóspita y la teoría Butland la dividió en habitable e inhabitable. Darwin la tildó de desierto verde e inútil (p. 16). Al sobreponer América Austral con el norte de Europa, a iguales latitudes, podemos verificar ciudades plenas como Ámsterdam, Berlín, Glasgow, Dublín y otras igualmente plenas están en latitudes más extremas: Helsinki, Estocolmo, Oslo (Baixas, Ivelic, 1985:150). • En 2006 publicamos Chile es un Archipiélago. “Archi” significa muchos, innumerables, talvez infinitos. “Piélago” significa océano y mar, pero también abismos e inmensidades. Un archipiélago no es un conjunto de islas, sino un conjunto de mares. Y esa diferencia es radical. Chile es un archipiélago porque se encuentra rodeado por un conjunto de mares: El Océano Pacífico, El mar presencial, El mar interior de América, El mar nuevo de Aysen, El Atlántico (Reyes, 2006). • En 2006 creamos el postgrado en “Arquitectura y Diseño, mención Náutico y Marítimo”. Como reclamo de nuestra propia interioridad y para ser consecuentes con nuestros postulados, fundamos este postgrado. El cuerpo de profesores lo constituye un equipo de ingenieros: marítimo, civiles hidráulicos, de fluidos, naval, arquitecto naval, un oceanógrafo y la planta de arquitectos y diseñadores del magíster. Además cuenta con los equipos de laboratorios para los distintos ensayos de modelos hidráulicos. Este soporte nos permite plantear el presente anteproyecto. Exponemos algunos extractos de tesis que nos ligan al presente anteproyecto. – 2008. Tesis de grado N&M: “Concepción del agua como elemento arquitectónico de revitalización. Proyecto Jardín del agua en el estero Margamarga de Viña del Mar”. Actualización del proyecto de 1972, mediante dragados del estero se introduce el agua de mar y un segundo tramo de dársenas escalonadas y esclusas, que controlen los flujos y permitan resguardo ante crecidas. Mediante rompeolas sumergidos de resguardo (invisibles), observar desde el interior del estero el horizonte marino, que trae la dimensión de vastedad oceánica y conciencia de “brazo de mar” (Saona, 2008:93).

La desprotección del Puerto de Valparaíso y el impacto urbano en su posible expansión, requieren plantear un nuevo terminal marítimo complementario. La desembocadura del río Aconcagua, es el lugar apropiado por ubicación, enclave y protección natural (Soza, 2009:5). – 2010. Tesis de grado N&M: “Destino Marítimo y ciudad. Recuperación del borde costero entre Viña del Mar y Valparaíso”. Se trata de tres tesis correspondiente a cada tramo: Caleta AbarcaCurva los Mayos / Curva los Mayos-Yolanda / Yolanda-Barón. Actualiza el proyecto Avenida del Mar de 1969. Este proyecto introduce el agua calma al borde costero en forma de dársenas, piscinas, canales. Agua que es contenida a través de modelar la tierra. La avenida España es un tubo continuo que ocupa el ancho total del borde, impide detenerse al automóvil y le niega al peatón acceder a la playa. La vía elevada (MOP) redujo Caleta Abarca, eliminó la playa Poca Ola y arrasó con el balneario Recreo y su piscina (Baeza, 2010:4). – 2011. Tesis de grado N&M: “El mar como territorio habitable en Valparaíso (Barón y Yolanda). Museo del mar Pacífico Sur”. Mediante un modelo marítimo de prueba realizado en el sector Barón y Yolanda, se demostró la hipótesis de que el muelle Barón es un puerto desprotegido, al sufrir frontalmente los embates de las olas. El agua como elemento urbano En el origen de las ciudades siempre estuvo presente el agua: para abastecerse de ella en el consumo doméstico y ser un elemento de circulación. Luego eran ciudades puertos, lacustres o fluviales. En Egipto el faraón Ramsés, fundó una gran ciudad en uno de los deltas del Nilo. En el transcurso del tiempo el delta cambió su curso dejando sin río la ciudad. Ramsés mandó trasladar la ciudad al nuevo curso, lo que implicaba cambiar de lugar los gigantescos muros de piedra con que estaba construida. Con la invención de la cañería, el abastecimiento de agua doméstico no dependió necesariamente del río y con la invención de otros medios de circulación por tierra o por aire dejó de ser el único medio para la circulación. Hoy principalmente en Europa y en las grandes ciudades, es un espacio de paseo, de contemplación y un elemento de seguridad para evitar crecidas e inundaciones. Las aguas que surcan la ciudad, se han transformado en un “elemento urbano”. Recorrer contemplativamente las ciudades europeas en un automóvil, es casi imposible. Entre el requerimiento de la velocidad y la fluidez, es difícil detenerse a contemplar algo que nos llama la atención, no se puede pasear en automóvil. Los obstáculos propios de ella, cruces semáforos, peatones, no permiten circular lentamente. En cambio abordar embarcaciones de paseo, por los mares, ríos o lagos, permiten una navegación sin obstáculos, tranquila, se reconoce la ciudad y se la puede contemplar relajadamente, sin las tensiones del tráfico de tierra. Las aguas generan bordes, crean espacios amplios, lejanías, distancias, vacíos, costaneras, hitos ciudadanos, referencias. Valparaíso lamentablemente abovedó la avenida Argentina.

– 2009. Tesis de grado N&M: “Puerto en aguas interiores protegida. Puerto parque humedal en la desembocadura del río Aconcagua”.

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El urbanismo de las grandes ciudades, incorpora el agua como elemento constitutivo urbano: piénsese en Venecia, París y el río Sena, Hamburgo y sus aguas fluviales y lacustres. En las ciudades nórdicas de Copenhagen, Estocolmo, Oslo y Helsinki , el agua y la tierra se entrelazan, Holanda es atravesado por una red de canales navegables. Lo mismo la ciudad del Tigre en Argentina que hace del delta del Paraná una ciudadela con canales de circulación. En Chile también son elementos potenciadores de la ciudad: nuestra ciudad puerto de Valparaíso, que lucha por recuperar su orilla, las ciudades balnearios de Viña del Mar, La Serena, que ha acercado la ciudad al mar; la ciudad fluvial de Valdivia; las ciudades lacustres de Puerto Varas, Pucón y Villarrica. Son ciudades elegidas para el descanso y el turismo. Tierra y agua, lo fijo y lo móvil, continente y contenido. Se dice el agua toma la forma del elemento que lo contiene, del sólido. El agua es un fluido, fluye. Construimos la forma del agua a través de dar forma a la tierra: dársena, canal, marina, puerto, balneario, caleta, playa. Pueden ser aguas quietas, aguas con corriente, aguas turbulentas, rápidos, saltos. Se las puede controlar: en un canal, subir o bajar su nivel con compuertas; proteger el borde costero mediante rompeolas o muros, también provistos de compuertas; cerrar entradas de mar mediante barreras de protección.

>> Figura 2. Copenhagen, se contempla la ciudad paseando por los canales urbanos. Fotografía autor, 2007

Conclusión: es a través de la tierra, del sólido, que se construye la forma del agua. No se puede competir con el mar abierto como es nuestro Pacífico.

>> Figura 3. Copenhagen, paseo fluvial y peatonal. Fotografía autor, 2007

En el tempestuoso mar del norte, los importantes Puertos de Rotterdam, Amberes y Hamburgo, están ubicados en las cuencas de los ríos Mosa, Escalda y Elba, respectivamente. Puertos completamente protegidos de olas y temporales, con reservas suficientes para sitios de atraque y futuras ampliaciones. La tendencia mundial de los puertos, a partir de las Olimpíadas de Barcelona, es “derribar sus muros”, e integrarlos al espacio ciudadano. Así se transforman, acogiendo paseos, marinas, miradores, restaurantes. Sólo hay ciudad cuando coexisten el ocio y el negocio, sino es un campamento o factoría (Amereida II). En Europa y en muchas lugares del mundo, el borde costero es el espacio público de todos sus ciudadanos. Es de todos y no es de nadie. No se puede construir en ese borde, no es un espacio inmobiliario. Algunos dicen es el espacio patrimonio de todos los hombres. Nos pone en contacto con todos los continentes. Lamentablemente el borde marítimo de Valparaíso, se asemeja más a un sector industrial de postguerra. Hemos desvalorizado nuestro mar. Lo hemos contaminado, ya prácticamente no tenemos pesca, es peligroso bañarse en nuestras pocas playas. Sobre gestión urbana En la década del 50, frente a la congestión vehicular, Boston construye una de las primeras vías elevadas en el mundo. Con el devenir del tiempo se satura y aparece el deterioro al que ha sido expuesta la ciudad, cortándola en dos, contaminando su aire y su acústica. En la década del 90, el secretario de transporte Frank Salbucci propone un cambio revolucionario, proclama: hay que demoler los errores urbanos, reemplazándolos por autopistas subterráneas y parques. En un prodigio ingenieril, se construyen los túneles sin detener el tráfico. Así la ciudad es reoriginada. El muro que signifi-

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caba la vía elevada y que separaba la ciudad del mar, es demolido y transformado en un parque. Los ciudadanos de Boston recobran el mar, el paseo a pie, nuevas áreas verdes y vuelven a disfrutar de su hermosa ciudad. En São Paulo una de las ciudades más congestionadas del mundo, la infrestructura de tránsito: avenidas, autopistas, metro, ferrocarril, sólo logran paliar un tercio de las necesidades, con ello se producen tacos de hasta cinco horas. Hoy las autoridades, los urbanistas y los arquitectos critican la falta de previsión que debió tomarse hace treinta años. Como se explicó en el capítulo sobre el destino marítimo, la Escuela de Arquitectura y Diseño de la PUCV desarrolló un proyecto de la Avenida del Mar en el año 1969, para la unión de Valparaíso y Viña del Mar. Proyecto que era contrapartida al de la Vía Elevada del Ministerio de Obras Públicas, que proponía una nueva vía expresa elevada en pilotes sobre el borde marítimo (que hoy es la Avenida España).

>> Figura 4. El Puerto de Rotterdam, ubicado en el interior protegido del río Mosa. Es una extensión de 8 kilómetros, con 40 kilómetros de borde portuario construido. Fuente: Elaboración propia, 2014

Por primera vez se desencadenó en Chile una acción pública, en defensa de Valparaíso y Viña del Mar, ante una obra que a juicio de la Escuela atentaba contra la propia ciudad. El slogan que presidía la exposición era: La tierra de Chile es el mar. Fue una acción que movilizó a toda la Escuela, con exposiciones públicas en Valparaíso y también en Santiago, generándose una polémica pública a través de exposiciones, en la radio, televisión, y diarios. Hoy la ciudadanía está consciente de sus derechos, como se ha demostrado con la oposición al mall Barón. El libro Valparaíso Reclamado de Pablo Andueza y Pablo Aravena contiene la “Minuta Ejecutiva” que un conjunto de organizaciones ciudadanas presentó a los inspectors de UNESCO el pasado 27 de Noviembre, a propósito del Mall Barón: […] Resulta inquietante ver cómo la gestión patrimonial de la ciudad —entregada a privados sin la regulación requerida— a ratos parece derechamente ir en “contra” de Valparaíso (p. 10). Más adelante agregan: Cuando las empresas portuarias del país no están en condiciones de rentar los recintos portuarios con el negocio marítimo-portuario, la alternativa más fácil es la que hoy se quiere hacer en la ciudad: entregarla al retail. Vía de financiamiento fácil (p. 32).

>> Figura 5. Plano de la autopista subterránea de la ciudad de Boston. Anteriorrmente ocupada por una vía elevada, hoy demolida y convertida en parque y acceso al mar. Fuente: Elaboración propia, 2014

[…] De concretarse el proyecto comercial en Barón, se haría imparable el uso inmobiliario intensivo en el área norte de la bahía, desde calle Edwards hasta Yolanda. Las fuerzas ciudadanas, desmoralizadas por la instalación del retail, no podrían frenar el “tsunami” constructivo, que es absolutamente previsible (p. 33). […] No se sabe, entonces, cuál es el aporte urbano de un proyecto así de individualista y autárquico (Andueza, Aravena, 2013). Otro modo de desvalorizar el borde costero, es taparlo con un mall. Es negar su destino, es transformar el mar en una espalda. Los malls en otros países están en las afueras de la ciudad. Tratan de evitar que se altere la escala urbana y se congestione el tráfico, como ha ocurrido con Puerto Montt, Castro, Puerto Varas. En Viña se han deteriorado las tradicionales calles del paseo y del comer-

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cio. Un mall puede estar en cualquier parte, un puerto o un parque de mar, no, dice la ciudadanía. La obra que se pretende nace, si es que nace, sin el consentimiento mayoritario de sus ciudadanos. Si se construye no será una obra de la que puedan enorgullecerse. Una obra en que la ciudad se abra al mar, que le dé sentido a esta ciudad, que es su patrimonio y del cual no está agradecido. Espacio que dé cabida a la recreación, a la cultura, por sobre el apetito inmobiliario y el negocio pasajero e inmediatista.

>> Figura 6. Fotografía de la maqueta del mall Barón propuesto por la empresa “Plaza Valparaíso Sociedad Anónima”. Se puede apreciar la ocupación invasiva del lugar, desvalorizando el borde costero y generando una espalda al mar. Fuente: Elaboración propia, 2013

No estamos en contra que particulares y empresas puedan participar en este proyecto, ya que es la única manera de financiarlo, pero se debe concebir como un gran espacio público. A partir de lo público se pueden constituir los espacios privados. No corresponde que un mall lo absorva todo y sea administrado como un espacio privado. No se puede entregar a los particulares ni menos a una empresa de retail el espacio público urbano. Corresponde al estado velar por el espacio que es de todos. En Chile debiera existir una reforma urbana. Una entidad que esté por sobre los intereses particulares, los intendentes y los alcaldes y que estudia, planifica y controla la ciudad, tal como lo fue la CORMU (Corporación de Mejoramiento Urbano) en la década del 60. Políticas de continuidad a largo plazo, no de discontinuidad como son los períodos presidenciales. Chile requiere una visión y proyecto de país en permanencia en el tiempo. Son demasiadas las autoridades y organismos que están comprometidas con el muelle Barón y es y ha sido muy difícil ponerlas de acuerdo.

>> Figura 7. Croquis del Centro Cultural Plaza España, del arquitecto Catalán Oriel Bohigas, Rosario, Argentina. La coexistencia del espacio público y privado. Fuente: Elaboración propia, 2014

La ciudadanía opina que la tragedia del incendio de Valparaíso se debe a su abandono. Abandono desde su origen. Las poblaciones de las cumbres de nuestra ciudad, apenas alcanzan a ser un campamento. La ciudad reacciona movida por la compasión. Pensamos es la oportunidad para refundarlo todo, pero comprobamos que no se está preparado para estas catástrofes. Empieza la reconstrucción sobre lo mismo, en las mismas condiciones. Mediaguas de emergencia. Lo provisorio, que se torna definitivo. No es concebible que Valparaíso no tenga mar ni parques. En las grandes ciudades se “descansa” en la propia ciudad. Sus ciudadanos se enorgullecen del lugar en que viven, son “guías” de su ciudad para los parientes y amigos que los visitan. Este lugar debe ser el “Central Park” de Valparaíso. Cuánto valdrá un terreno en el Central Park de Nueva York. Ese es el orgullo de un neoyorkino, no se han dejado seducir por el apetito inmobiliario de esos terrenos. ¿Los porteños se dejarán seducir? Hasta ahora han dado la pelea. Víctor Gubbins (premio nacional de arquitectura) nos señala: Reafirmar un destino y precisar un nuevo rol, requiere de intervenciones mayores y de decisión y coraje, tal como la tuvieron nuestros ancestros que fueron capaces de rellenar el Almendral para aumentar el plan de Valparaíso, hacer el camino de Cintura, los ascensores, y el mismo puerto. Grandes obras, producto de la iniciativa de grandes hombres (Gubbins:3). Los estándares urbanos actuales La Avenida del Mar de 1969, planteaba que éste era el primer elemento urbano de la ciudad, elemento complejo por tanto y no solamente una autopista. Hace 40 años, Chile vivía otra realidad económica y vehicular, hoy las autopistas concesionadas urbanas son más eficientes y rentables. En esa época era impensable hundir el ferrocarril como hoy lo ha hecho Viña del Mar o concebir la costanera norte en Santiago y el metro.

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>> Figura 8. Fragmento de ubicación y cortes de los cauces de Valparaíso, que desembocan en el parque propuesto. Fuente: Carta de contaminación bahía de Valparaíso. Esteban Morales, Consuelo Castro, Luis Álvarez, 1987 Del patrimonio histórico El subsuelo de muelle Barón, es un sitio declarado patrimonio arqueológico. Luego la extracción de la tierra para construir las obras marítimas, debe ser motivo de estudios y supervigilancia arqueológica y la ejecución realizada por expertos, con todos los cuidados que amerita una intervención de esta naturaleza. Los objetos patrimoniales que se rescaten, podrían formar un museo, en una parte del edificio. Pronunciamiento del Seremi de Vivienda y Urbanismo, Matías Avsolomovich: […] Cuando estos inmuebles se declaran, se recoge una serie de atributos y valores que justifican las razones que determinaron la definición del inmueble como de conservación histórica.

>> Figura 9. Fotografía de la maqueta preliminar del Parque de Mar Puerto Barón. Fuente: Elaboración propia, 2013

[…] arquitectura y patrimonio, con el “proyecto estructural” y con el “sistema de evacuación ante tsunami”. […] de acuerdo a lo que establece la ficha del PRC, está relacionada con el largo y tamaño del inmueble de 300 metros, y con la estructura de marcos de hormigón armado. […] Desde el punto de vista arquitectónico, ambos factores están recogidos en el proyecto de refacción, ya que el valor del edificio es principalmente su área interior. En la propuesta se plantea que los marcos de hormigón armado sea a la vista, destacando esta característica del edificio. [..]. El sistema de reforzamiento no es a través de elementos sobrepuestos, sino mediante técnicas modernas no invasivas a la estructura del edificio. (Avsolomovich, 2013, El Martutino, 20.01.13). De lo público y lo privado En la ciudad de Rosario, Argentina, en el borde del río Paraná, existe un complejo llamado Centro Cultural Plaza España del arquitecto catalán Oriel Bohigas. Edificio conector de la costanera con la plaza (ubicada a una cota más alta). Se accede al edificio desde la costanera, mediante un frontis de escaleras (anfiteatro) que conduce a dos

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>> Figura 10. Plano general del anteproyecto. Fuente: Elaboración propia. 2014

>> Figura 11. Planos de los edificios que conectan el cerro Barón con el Parque. Fuente: Elaboración propia, 2014

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calzadas en las azoteas de los edificios y conecta en el parque, abierto a todo público. Los edificios que son privados, crean un patio interior público, donde funciona un colegio y alternativamente un centro de exposiciones y eventos. Este gran ejemplo de arquitectura, hace posible que coexistan lo público y lo privado en perfecta armonía. Los edificios del Parque de mar Barón, están pensados para esta coexistencia. De la evacuación del agua de la ciudad Los cauces Al parque marítimo vierten las aguas lluvias a través de los cauces de Avenida Argentina, Avenida Uruguay, Simón Bolívar, San Ignacio, Avenida Francia y Morris, que se originan en los cerros y quebradas de Valparaíso y evitan las inudaciones y anegamientos en el plan. Se recuerda la gran inundación del año 1965, cuando las aguas desbordaron en Barón, sobrepasando en más de un metro el nivel de la calle. En esa ocasion, inundó los subterráneos de la Universidad Católica de Valparaíso. Actualmente se están realizando obras para mejorar la entrega del agua al mar en el sector de Barón. La licitación contempla el mejoramiento del cauce en todo el largo de la Avenida Argentina. Realizada una visita al cauce, comprobamos el enorme deterioro de la estructura de la losa (con la enfierradura oxidada a la vista), que consideramos altamente peligrosa. Una serie de machones y obras provisorias de apuntalamiento, representan obstáculos para el normal escurrimiento de las aguas lluvias en caso de crecidas, limitando drásticamente su capacidad de evacuación. Contribuyen a ello los sedimentos y multiples objetos deshechados. El hecho de estar el cauce bajo tierra (oculto), impide tener conciencia de su potencial peligro. El anteproyecto considera eliminar la losa del bandejón central de la Avenida Argentina hasta Pedro Montt y rebajar el nivel del suelo del cauce pemitiendo que el mar entre al interior de la ciudad, extendiendo el perímetro del parque. Con esto se amplía el área de evacuación del agua, se evita el roce de la losa y se transforma en canal abierto. Al estar protejido de las olas podrá fluir sin obstáculos al mar. Tsunamis En caso de ocurrencia de tsunami, se cierran las dos compuertas mayores del parque y las cuatro menores. Evitando que el agua entre al parque y la ciudad, disipándose su energía por los rompeolas del borde costero, que serán reforzados.

HIPÓTESIS Las partidas del proyecto 1. Desde el mar Permitir la entrada controlada del mar para generar dársenas, lagunas, canales y playas, dando cabida al programa contemplado. Todas áreas protegidas en caso de tsunamis o temporales, mediante compuertas y rompeolas. Esto mediante excavaciones y consolidación de sus bordes. La tierra extraída permitirá crear un relleno paralelo al muelle, para consolidar la dársena y crear una plataforma de tierra, para dar cabida a las canchas de deportes.

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2. Desde tierra Prolongar longitudinalmente las principales avenidas del Almendral hasta el borde costero, atravesando la bodega Simón Bolívar (S.B.) mediante pórticos. El ferrocarril y los automóviles se hunden bajo tierra, junto con nuevos estacionamientos. Incorporando así la Av. Brasil al parque. 3. De la bodega S.B., (inmueble de conservación histórica) Mantener su estructura, volviendo traslúcido el edificio, mediante una fachada vidriada, para no interferir el horizonte de mar, evitando que sea una espalda entre la ciudad y el parque. Permitir que la entrada de mar genere un canal entre la Avenida Brasil y la bodega S.B., formando una playa interior de aproximadamente 1.000 metros de largo. 4. Se plantean dos tipos de edificios: a. Edificios de mar flotantes, ubicados en los bordes costeros interiores, cuya altura no soprepase la cota del parque y que se eleven con las mareas. Son edificios pensados para restaurantes o comercio; b. Edificios escalonados, ubicados en los acantilados del cerro Barón, en la dirección de sus avenidas, y prolongándose hacia el parque y el borde costero. Edificios conectores del cerro y el parque mediante escaleras, funiculares y rampas.

METODOLOGÍA La metodología de prueba de la hipótesis, es fundamentalmente experimental, mediante un modelo hidráulico a escala reducida en una plataforma de ensayos marítimos, en un canal de olas y en un canal de aguas abiertas. Equipamiento que posee el laboratorio del magíster N&M dependiente de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la PUCV. Metodología semejante al que usa el Laboratorio de Hidráulica Nacional, ubicado en Peñaflor y cuyo ex director es el profesor del magíster Señor Alejandro López, quien asesora estos ensayos. Se quiere ensayar: 1. el control del oleaje, las corrientes marinas y la oxigenación al que estarán expuestas las obras hidráulicas del parque; 2. el funcionamiento de los rompeolas y compuertas de seguridad; 3. el comportamiento de las obras ante un tsunami; 4. la evacuación de los cauces de agua lluvia que van al mar y comprometen la seguridad de la ciudad y del parque, principalmente el de Avenida Argentina.

RESULTADOS Desde el mar El Parque de mar Puerto Barón es una isla. Es un Parque-isla en el mar. El borde costero se extiende al interior del parque y genera: 1. una gran playa de 1.000 mts.; 2. 1.500 mts. de canales navegables; 3. 6.760 mts2. de área para marina pública; 4. 16.900 mts2. de área para puerto de embarcaciones menores y de pescadores. Se tienen varios accesos desde el mar. Estos accesos (compuertas) pueden cerrarse en caso de temporales o tsunamis: 5. compuerta del muelle; 30 mts. de ancho; 6. compuertas de los canales; 15 mts. de ancho; 7. compuerta poniente. 48 mts. de ancho;

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>> Figura 12. Planos de los edificios flotantes. Fuente: Elaboración propia, 2014

>> Figura 13. Planos de remodelación del edificio Simón Bolivar. Fuente: Elaboración propia, 2014

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>> Figura 14. Corte de la intersección de los cauces con el metro tren y las vías urbanas. Fuente: Elaboración propia, 2014

Se tiene un mar abierto a las olas de 1.040 mts. de borde y un mar protegido de olas con 1.700 mts. de borde interior. En los bordes de los canales se ubican unos edificios flotantes de 4 mts. de altura y sus terrazas son calzadas conectadas con las calles del Almendral. 8. Son 18 módulos de 30 x 6 x 4 mts. app. con 3.189 mts2. de superficie para restaurantes y comercio. Los espacios públicos suman 3.800 mts2. Desde tierra La ciudad, en el sector del Almendral, se conecta al parque-isla, prolongando la Avenida Francia, San Ignacio, Morris y Rawson hasta el mar. 9. Calzadas, con 1.330 mts. de extensión; La bodega S. B. deja de ser un muro y no tapa el mar. Es traslúcida atravesada por las calles y avenidas mediante 4 pórticos. El espacio destinado a comercio es de 2.550 mts2. El Cerro Barón se conecta al parque mediante tres edificios escalonados que siguen el eje de las calles Tocornal, Nelson y Acevedo. 10. Edificios con espacios públicos: plazas interiores, funicular, escaleras mecánicas con 8.300 mts2.; 11. Edificios con espacios privados: departamentos, oficinas, hotel, con 24.500 mts2.; 12. Estación para el ferrocarril y paradero de buses con 1.000 mts2.; 13. El parque posee 550 estacionamientos de automóviles con una superficie de 12.500 mts2.; 14. Área de deportes con 16.500 mts2.; 15. Áreas verdes con 53.800 mts2.

ENSAYOS DEL MODELO EN PLATAFORMA MARÍTIMA Descripción del modelo e hipótesis del programa de ensayos Se confeccionó un modelo a escala 1:200 que abarca todo el perímetro del parque, con la batimetría costera hasta la cota 45 de profundidad, con una extensión de 760 mts. mar adentro promedio. Desde esta extensión se ensayarán las olas con un altura máxima

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de seis metros. (Medición estadísticas de la mayor altura de ola alcanzada en el sector). Se probará con alta marea (1) y baja marea (2) y su incidencia en el borde costero. Se ensayarán los oleajes con las compuertas abiertas (3) y cerradas (4). Mediante una plataforma superpuesta sobre el nivel del mar, conteniendo agua a una altura de tsunami supuesta de 4 mts. (promedio de acuerdo al tsunami del 27 F) y se levantará una compuerta instantáneamente, para provocar la inundación. Se probará con las compuertas abiertas (5) y cerradas (6). Resultado de los ensayos Estos son resultados preliminares, que miden una primera factibilidad de las hipótesis. Se seguirán realizando ensayos para el ajuste y perfección de las obras planteadas en el anteproyecto. Estos ensayos arrojan medidas fundamentalmente cualitativas. Con un proyecto de mayor desarrollo, se deben cuantificar las obras que se proponen. Ensayo del 06.06.2014 Comportamientos de los ensayos con olas de seis metros y alta marea. A. Dársena del muelle Barón 1. Sin rompeolas el agua penetra y genera turbulencias en el interior (Ver Figura 15. A1). 2. Con rompeolas se impide que penetre la ola al interior de la dársena, sin necesidad de cerrar la compuerta. En el cabezal del rompeola se produce una pequeña difracción (Ver Figura 15. A2). B. En los canales Francia, San Ignacio y Rawson, con las compuertas abiertas, se impidió la penetración de la ola mediante tres rompeolas sumergidos, ubicados a 25 metros aguas afuera de la desembocadura de los canales. La forma curva permitió enfrentar y disipar la ola (Ver Figura 15. B). C. En la compuerta poniente se verificó que al término del rompeola el oleaje penetra, rebota en el muro y se reflejan hacia el interior del canal. Esto hace necesario replantear la hipótesis y remodelar el rompeolas poniente (Ver Figura 15. C). Para este ensayo no se alcanzó a probar el efecto tsunami.

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>> Figura 15. Resultados de los ensayos de laboratorio de las obras hidráulicas del parque (06.06.2014). Fuente: Elaboración propia, 2014

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CONCLUSIONES El destino marítimo Si se quisiera proclamar un destino marítimo para Chile, sería necesario que se convierta en un proyecto país, en que estuvieran involucrados todos los estamentos de la nación. Pero, Chile ¿es consciente que su destino está en el mar? Creemos que no. El poema Amereida plantea que destino es una fidelidad al origen. Valparaíso y las ciudades puertos y costeras no han nacido de una fundación, que les da destinación. Las Leyes de Indias se reservaban el borde costero a la Corona, era la franja del Rey. Ellas mandaban fundar en lo plano, en el valle, en lo favorable. Hoy estamos conscientes de nuestras carencias marítimas: El tráfico marítimo por Chile y por el Pacífico casi no existe. El país no tiene una carretera que una las ciudades del borde costero, ni que nos conecte completamente con la Patagonia y el extremo austral. Alguien dijo hay que “ensanchar y alargar Chile”, hay que anexarle las 200 millas del territorio marítimo, hacerlas efectivamente parte de Chile. Un investigador de nuestra Universidad a través de un proyecto Fondef y el apoyo de la Armada, descubrió hidratos de metano en nuestro subsuelo marino, con reservas energéticas para más de 100 años; los resultados descansan en los archivos. Los cultivos marinos le han entregado a Chile enormes divisas, a pesar de la pésima administración de los recursos y el alto grado de contaminación que ha dejado. Otra prueba palpable de este desapego al mar, lo constituye esta gestión de las autoridades de aprobar un mall en el muelle Barón. Esta es lamentablemente una “apropiación indebida” de la ciudad, como lo consigna esta convocatoria. Un territorio no puede ser comprendido sólo desde lo material, sino de lo inmaterial que toca a lo social, a lo cultural, como nos lo plantea Alicia Lindón. […].Ello evitaría intervenciones inadecuadas, inhospitalarias, brutales, anodinas o sin cualidad y estandarización que, desgraciadamente, se multiplican desenfrenadamente (Paquot, 2009:98-99). El límite Nuestra postura es que las obras del borde costero deben ser el primer y más importante elemento urbano de la ciudad, que este borde coexista con la complejidad de requerimientos ciudadanos, sin entrar en litigio con otras obras y empresas y sin abandonar la arquitectura y el urbanismo que deben cabida a todos los habitantes de Valparaíso.

Hacer presente: […] y ese mar que tranquilo te baña, te promete futuro esplendor.

BIBLIOGRAFÍA AVSOLOMOVICH, I. (2013) “Informe favorable para refacción de Bodega Simón Bolívar”. Valparaíso, Artículo en diario Martutino (21.01.2013). ANDUEZA, P.; ARAVENA, P. (2013) Valparaíso Reclamado, Valparaíso: Perseo. BALCELLS, I. (1998) Aysén Carta del Mar Nuevo. Santiago: Frío Sur. BAEZA, D. (2010) Destino marítimo y ciudad, Viña del Mar: TIG. Tesis de Grado, (N&M). BAEZA, A.; VIAL, J.; URIBE, J.; IVELIC, B. (1991) “Renovación del estero de Viña del Mar”. Revista CA Nº 63. Santiago: Colegio de Arquitectos. CRUZ, A. (1954) “Achupallas”, Revista Anales Nº 1. Valparaíso: UCV. GUBBINS, V. “Sobre el destino de Valparaíso y el borde costero” en www.gubbinsarquitectos.cl/publicaciones GARCÍA CANCLINI, N. (2009) Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. México: Debolsillo. IVELIC, B.; BAIXAS, J. (1985) “Nuestra Latitud Patagonia”, Revista CA Nº 40. Santiago: Colegio de Arquitectos. IOMMI, G. (1984) “El Pacífico es un mar erótico”. Viña del Mar: Taller de Investigación Gráfica ead, PUCV. JOLLY, V. (2011) “El mar como territorio habitable en Valparaíso”. Viña del Mar: TIG. Tesis de Grado (N&M). LINDÓN, Alicia (2007) “La construcción social de los paisajes invisibles del miedo”. In: Nogué, Joan (ed.) La construcción social del paisaje, pp. 219-242. Madrid: Editorial biblioteca nueva S.L. _____ (2007) “La ciudad y la vida urbana a través de los imaginarios urbanos”, EURE Santiago, Vol. 33 Nº 99, pp. 7-16. MEYER, H.; BOBBINK, I.; NIJHUIS, S. (2010) Delta Urbanism: The Netherlands. Chicago: APA. MEYER, H.; MORRIS, D.; WAGGONNER, D. (2012) “New Orleans Netherlands, Common Challenges in Urbanized Deltas”, Magazine Dutch Dialogues, Delft: SUN.

El Océano Pacífico es un mar abierto, a veces violento, el encuentro entre tierra y mar requiere protecciones que fijan normalmente un límite rígido. En este caso el límite entendido como obstáculo, como negación de un acceso. Este anteproyecto quiere lograr una transparencia de este límite, una abierta invitación, una permeabilidad entre tierra y agua.

PAQUOT, Thierry (2009) L’espace public. Paris: La Découverte.

Consideramos que el agua es un elemento urbano. Hay que ver el mar no sólo de tierra, sino también desde el agua misma. Hay que romper el límite estricto entre tierra y agua, hay que hacer este límite permeable, como un archipiélago. El agua entra a la tierra, la tierra entra al agua. La tierra remodelada para dar cabida al agua.

SÁNCHEZ, J. (1971) “Maritorio de los archipiélagos de la Patagonia Occidental”, Viña del Mar: TIG.

Le corresponde a los arquitectos, urbanistas y diseñadores de mar y tierra, mostrar las bondades y maravillas del agua y entregarlas a sus habitantes para su goce y esparcimiento. El agua como baño, como navegación, como pesca, como acuario, como cascadas de oxigenación y sonido, como brillo, luz, reflejos, movimiento, olas.

Parque de Mar Puerto Barón > Boris Ivelic, Pablo Vásquez

PROFESORES EAD, PUCV (1969) “La Avenida del Mar”, Viña del Mar: TIG. _____ (1970) “Tesis del Pacífico”, Viña del Mar: TIG (Exposición 20 años).

SAONA, M. (2008) “Concepción del agua como elemento arquitectónico de revitalización”, Viña del Mar: TIG. Tesis de Grado (N&M). SOZA, A. (2010) “Puerto en aguas interiores protegida, Aconcagua”, Viña del Mar: TIG. Tesis de grado (N&M).

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Revista Márgenes Nº 14 Vol 11 > Septiembre 2014 > 107 Facultad de Arquitectura > Universidad de Valparaíso


> INSTRUCCIÓN A LOS AUTORES NORMAS DE EDICIÓN ALCANCE Y POLÍTICA EDITORIAL Revista Márgenes entrega una perspectiva iberoamericana de temas centrados en la condición humana y la calidad de vida, los procesos sociales, culturales, ambientales, históricos y políticos que atraviesan la sociabilidad a través de Artículos de Investigación y Artículos Dossier.

Si no se incluye el autor en la oración, se escribe entre paréntesis el apellido, la fecha y la página. Ejemplo: el proceso actual de urbanización de las ciudades deviene del proceso (discontinuo) de modernización que la sociedad ha venido experimentando desde la Edad Media (Ascher, 2004:50). Si la obra tiene más de dos autores, se cita la primera vez con todos los apellidos. En las menciones subsiguientes, sólo se escribe el apellido del primer autor, seguido de la frase et al. Ejemplo:

Artículos de Investigación

En esta canasta de arquetipos funerarios, la Chullpa como construcción monumental, tenía una triple función: primero, los miembros de las comunidades demostraban respeto hacia el estatus social del difunto (Kesseli & Pärssinen, 2005:200).

Los artículos que corresponden a esta categoría deben presentar resultados de investigaciones científicas o reflexiones bibliográficas cuyo contenido sea inédito y original. Artículos Dossier

El área nuclear de la civilización Tiwanaku y su datación se remontaría a 200 años después del desmoronamiento del imperio Tiwanaku (Kesseli & et al., 2005:200).

Esta categoría de artículo debe revelar de forma breve alguna experiencia, reflexión, crítica, desde una perspectiva académica y/o profesional. Las reseñas de libros están incluidas en esta categoría.

PROCESO DE EVALUACIÓN Y SELECCIÓN DE ARTÍCULOS 1. La Dirección de la revista, con previa autorización del Comité Editorial, puede solicitar artículos a investigadores de reconocido prestigio, los cuales estarán exentos de arbitraje. 2. La evaluación de artículos recibidos por Revista Márgenes, se hará mediante un doble arbitraje ciego. Se enviará en forma anónima la proposición de artículo a dos evaluadores externos a nuestra institución, quienes decidirán la aprobación o la desestimación de su publicación. Si ambos coinciden en el rechazo, el artículo no se publicará. No obstante, en caso de divergencia, se recurrirá a la evaluación de un tercer árbitro, quien dirimirá la publicación final del artículo. 3. El tiempo de evaluación de los artículos recibidos no sobrepasará los 4 meses. 4. Los artículos aprobados serán publicados en uno de los tres números siguientes de Revista Márgenes.

FORMA Y PREPARACIÓN DE ARTÍCULOS 1. La Revista Márgenes utiliza el formato APA. Cuando se cita textualmente un fragmento de más de 40 palabras, el bloque se debe presentar en una nueva línea, sin entrecomillado. Siempre se debe indicar autor, año y la página. Las citas literales de cinco líneas o menos pueden ir entre comillas en el cuerpo del relato o en cursiva. En ambos casos se utilizará la modalidad (Autor, año, página). Ejemplo: De ahí la preponderancia urbanística del principio de circulación, que dejaría de manifiesto el fin de la escala intermedia entre individuo y megaestructura (Agier, 2010:75). Si la oración incluye el apellido del autor, sólo se escribe la fecha y página entre paréntesis. Ejemplo: Ascher (2004:50) explica que el proceso actual de urbanización de las ciudades deviene del proceso de modernización que la sociedad ha venido experimentando desde la Edad Media.

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Si son más de seis autores, se utiliza et al. desde la primera mención. Las citas indirectas siguen los mismos principios salvo mención del número de página. (Autor, Año). Las elipsis, sean al principio, medio o fin de la cita, deben ir con tres puntos separados por un espacio y entre corchetes: […].

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Las referencias bibliográficas deberán ajustarse a la norma APA. El orden alfabético está establecido por la primera letra de la referencia. Las obras de un mismo autor se ordenan cronológicamente. La bibliografía debe indicar los siguientes datos: Autor(es), año, título del libro o artículo, nombre de la revista cuando corresponda, ciudad y editorial. Libros Apellidos, A. A. (Año). Título. Ciudad: Editorial. Apellidos, A. A. (Año). Título. Recuperado de http://www.xxx.xxx Di Méo, G. (1998). «Géographie sociale et territoires», Paris: éditions Nathan. Libros con Editor, capítulo de libro o entrada en obra de referencia Apellidos, A. A. (Año). Título del capítulo o la entrada. En Apellidos, A. A. (Ed.), Título del libro (pp. xx-xx). Ciudad: Editorial. Ejemplo: Lindón, A. (2007). “La construcción social de los paisajes invisibles del miedo”. En Nogué, J. (Ed), La construcción social del paisaje (pp. 217-240). Madrid: Editorial Biblioteca Nueva. Artículo de revista científica Apellidos, A. A., Apellidos, B. B. & Apellidos, C. C. (Fecha). Título del artículo. Título de la publicación, volumen (número), pp. xx-xx. Ejemplo: Harris, O. (1983). “Los muertos y los diablos entre los Laymi de Bolivia”. Revista Chungará 11, pp. 135-152. 2. Los trabajos presentados como colaboración a la Revista Márgenes deberán ser inéditos, no publicados previamente ni tampoco en proceso de evaluación en otra revista.

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3. Los artículos deberán ser presentados en español, inglés o francés, claro y conciso y tratarán sobre la problemática planteada con antelación por la revista. La extensión de los Artículos de Investigación debe fluctuar entre 6.000 y 12.000 palabras; los Artículos del Dossier entre 1.500 y 3.000 palabras. En ambos casos, incluida la bibliografía. 4. Los artículos deben incluir título, resumen de 200 palabras, 3 a 5 Palabras clave, nombre completo del autor, filiación institucional y correo electrónico. El resumen deberá redactarse en frases completas, empleando verbos en voz activa, lo que contribuirá a una redacción clara, breve y concisa. 5. Las imágenes, si las hubiera, deben ser enviadas como archivos independientes, en formato JPG o TIFF y en una resolución igual o mayor a 300 dpi. En el caso de planimetrías, cartografías y/o dibujos técnicos, éstas deben ser enviadas en su diagramación final con escala indicada y en formato PDF y sin candado. Todos los trabajos deben ser acompañados de imágenes inéditas, sean de los autores o de otros colaboradores, por lo que se recomienda el envío de imágenes que complementen y/o refuercen el discurso desarrollado y que cada una de ellas esté acompañada de breves comentarios. Toda imagen enviada debe presentarse acompañada de las referencias autorales pertinentes y libre de derechos de autor.

ENVÍO DE MANUSCRITOS Toda colaboración deberá ser enviada a revistamargenes@uv.cl lautaro.ojeda@uv.cl.

> INSTRUCTIONS TO AUTHORS EDITING STANDARS SCOPE AND POLICY Revista Márgenes gives an Iberoamerican perspective on topics centered on the human condition and life standard, social, cultural, environmental, social and political processes that cross sociability trough Research Articles and Dossier Articles.

3. The evaluation period for an article will not be longer than 4 months. 4. The accepted articles will be published in one of the three next issues of Revista Márgenes.

STRUCTURE AND ELABORATION OF MANUSCRIPTS 1. Revista Márgenes use APA style. When citing a fragment of more than 40 words, the paragraph should be introduced in a new line, with no quotation marks. The author, year and page number should always be mentioned. When quoting the exact words in 5 lines or more, quotation marks or italics can be used and the quotation can be embedded in the text. In both cases, the following form should be used (author, year, and page). For example, De ahí la preponderancia urbanística del principio de circulación, que dejaría de manifiesto el fin de la escala intermedia entre individuo y megaestructura (Agier, 2010, p. 75). If the sentence includes the author’s last name, the year and page should be mentioned in parenthesis. For example, Ascher (2004:50) explica que el proceso actual de urbanización de las ciudades deviene del proceso de modernización que la sociedad ha venido experimentando desde la Edad Media. If the author is not mentioned in the sentence, the last name, the date and page should be written in parenthesis. For example, el proceso actual de urbanización de las ciudades deviene del proceso (discontinuo) de modernización que la sociedad ha venido experimentando desde la Edad Media (Ascher, 2004:50). For works with more than two authors, identify all authors the first time you cite the source. In subsequent citations, use the first author’s name followed by et al. For example, En esta canasta de arquetipos funerarios, la Chullpa como construcción monumental, tenía una triple función: primero, los miembros de las comunidades demostraban respeto hacia el estatus social del difunto (Kesseli & Pärssinen, 2005:200).

Research articles

El área nuclear de la civilización Tiwanaku y su datación se remontaría a 200 años después del desmoronamiento del imperio Tiwanaku (Kesseli & et al., 2005:200).

Articles in this category should present scientific research results or original and unpublished bibliographic reflections. Dossier articles This kind of articles should briefly describe an experience, a reflection or a review from an academic and/or professional perspective. Book reviews are included in this category.

PEER REVIEW PROCESS AND SELECTION OF PAPERS 1. The magazine editorial can ask some well-known researchers for some articles, with the previous authorization of the editorial committee. Those articles will not be subject to arbitration. 2. The evaluation of articles received by Revista Márgenes, will be subject to a double blind arbitration. The article proposed will be sent anonymously to two peers, members of the scientific committee, who will approve or reject it. If both agree on rejection, the article will not be published. However, in case of disagreement, there will be a third peer who will make the final decision.

For works with more than six authors, use et al the first time you cite the source. For indirect sources follow the same principles, except for the page number. (Author, year) For ellipsis, either at the beginning, in the middle or at the end of the quoting, an ellipsis mark in brackets should be used: […]

BIBLIOGRAPHIC REFERENCES Alphabet order is indicated by the first letter of the reference. Works by the same author are chronologically listed. Books Last name, A. A (year). Title. City: Publisher. Last name, A. A. (year). Title. From http://www.xxxxxx.xxx. For example,

Revista Márgenes Nº 14 Vol 11 > Septiembre 2014 > 109 Facultad de Arquitectura > Universidad de Valparaíso


Di Méo, G. (1998). “Géographie sociale et territoires”, Paris: éditions Nathan. Books with an editor, a book chapter, a reference book entry Last name, A.A. (year). Entry or chapter title. In Last name, A.A. (Ed.), Book title (pp. xx-xx). City:Publisher. For example,

> INSTRUCTION AUX AUTEURS NORMES D’ÉDITION POLITIQUE DE PORTÉE ETDE LA RÉDACTION

Lindón, A. (2007). “The social construction of the invisible landscapes of fear”. In Nogué, J. (Ed), The social construction of landscape (p. 217-240). Madrid: Biblioteca Nueva.

Revista Márgenes développe une perspective latino-américaine des questions axées sur la condition humaine et la qualité de vie, les processus de social, culturel, environnementale, historique et politique s’étendant sur la sociabilité à travers des Articles scientifiques et des Articles Dossier.

Scientific journal article

Les articles scientifiques

Last name, A.A., Last name, B.B. & Last name, C.C. (Date). Article title. Name of magazine, volume number, pp. xx-xx. For example,

Les articles qui correspondent à cette catégorie doivent présenter les résultats de recherches scientifiques ou de réflexions bibliographiques dont le contenu est inédit et original.

Harris, O. (1983). “Deads and devils among Bolivian Laymi” Chungará 11, p. 135-152. 2. The papers presented as collaboration to Revista Márgenes must be unpublished, not previously published or in another journal evaluation process. 3. Articles should be submitted in Spanish, English or French, in a clear and concise language and they should be about the topic

Les articles Dossier Cette catégorie d’article doit révéler d’une brève forme une expérience, une réflexion, une critique, depuis une perspective académique et/ou professionnelle, les notices de livres, elle est incluse dans cette catégorie.

proposed in advance by the journal.

PROCESSUS D’ÉVALUATION ET SÉLECTION D’ARTICLES

Research Articles should be limited to 6000 to 12000 words, and Dossier Articles should be limited to to 1500 to 3000 words (including bibliography in both cases)

1. Avec l’autorisation préalable du Comité éditorial, la Direction de la revue peut demander des articles aux chercheurs de prestige reconnu, lesquels seront libres d’un arbitrage.

4. Articles should include the title, an abstract of 200 words, and a list of 3 to 5 keywords, author’s full name, institutional affiliation and e-mail. The abstract should be written in full sentences using the active voice for a clear, brief and concise writing.

2. L’évaluation d’articles reçus par Revista Márgenes, il sera fait au moyen d’un double arbitrage aveugle. La proposition d’articles sera envoyée sous forme anonyme à deux arbitres, membres du Comité scientifique, qui décideront l’approbation ou le mépris de sa publication. Si les deux coïncident dans le rejet, l’article ne sera pas publié.

5. If images are presented, they should be supplied as independent files, in JPG or TIFF format and in an equal or greater than 300 dpi resolution. Planimetries, cartographies and/or technical drawings, should be sent as intended for publication layout, with the indicated scale and in PDF format. All articles should include unpublished images, owned or borrowed and include a brief comment. Authors are encouraged to use images that complement and/or support the text. All images should properly cite the source and copyright free.

MANUSCRIPT SUBMISSION Any cooperation should be sent to revistamargenes@uv.cl lautaro.ojeda@uv.cl.

Cependant, en cas d’une divergence, on recourra à l’évaluation d’un troisième arbitre, qui décidera la publication finale de l’article. 3. Le temps d’évaluation des articles reçus ne dépassera pas les quatre mois. 4. Les articles approuvés seront publiés dans l’un de trois numéros suivants de Revista Márgenes.

FORME ET PRÉPARATION DES ARTICLES 1. La Revista Márgenes utilise les normes de l’APA. Quand on cite textuellement un fragment de plus de 40 mots, le bloc doit se présenter dans une nouvelle ligne, sans mis entre guillemets. Toujours l’auteur doit être indiqué, l’année et la page. Les citations littérales de cinq lignes ou moins, elles peuvent être entre guillemets dans le corps du récit ou avec une cursive. Dans les deux cas on utilisera la modalité: l’Auteur, l’année, la page. Un exemple: On pourra les rapprocher des caractères de «l’ère posturbaine» évoquée par Françoise Choay, qui souligne en outre qu’à l’âge de l’urbanisme dominé par le principe de la circulation, correspond la fin de l’échelle intermédiaire entre l’individu et les mégastructure (Agier, 2010:75). Si la proposition inclut le nom de l’auteur, seulement la date est écrite et la page entre parenthèses. Un exemple:

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Ascher (2004:50) explique que l’actuel processus d’urbanisation des villes devient du processus (discontinu) de la modernisation que la société a expérimentée depuis le Moyen Âge. Si l’auteur n’est pas inclus dans la proposition, le nom de famille est écrit entre parenthèses, la date et la page. Un exemple: L’actuel processus d’urbanisation des villes devient du processus (discontinue) de la modernisation que la société a expérimentée depuis le Moyen Âge (Ascher, 2004:50). Si l’œuvre a plus de deux auteurs, on cite la première fois avec tous les noms de famille. Dans les mentions subséquentes, on écrit seulement le nom de famille du premier auteur, suivi de la phrase et al. Exemple: En esta canasta de arquetipos funerarios, la Chullpa como construcción monumental, tenía una triple función: primero, los miembros de las comunidades demostraban respeto hacia el estatus social del difunto (Kesseli & Pärssinen, 2005:200). El área nuclear de la civilización Tiwanaku y su datación se remontaría a 200 años después del desmoronamiento del imperio Tiwanaku (Kesseli & et al., 2005:200). S’ils sont plus de six auteurs, et al est utilisé, dès la première mention. Les citations indirectes suivent les mêmes principes sauf la mention du nombre de la page. (L’auteur, l’année) Les points de suspension, soi au début, au milieu ou à la fin de la citation, doivent aller avec trois points séparés par un espace et entre des agrafes: […].

RÉFÉRENCES BIBLIOGRAPHIQUES Les références bibliographiques doivent être ajustées au format de l’APA. L’ordre alphabétique est établi par la première lettre de la référence. Les œuvres du même auteur doivent être ordonnées chronologiquement. La bibliographie devra indiquer l’information de la manière suivante: Auteur(s), Année, titre de l’ouvrage ou article, nom de la revue quand il correspond, Ville, Maison d’édition. Pour les livres Nom de famille, Prénoms. (Année). «Titre de l’ouvrage». Ville : Maison d’édition.

Article de revue scientifique Noms de famille, Prénoms. (Année). “Titre de l’article”. nom de la revue, Volume et numéro, pp. xx-xx. Exemple: Harris, O. (1983). “Los muertos y los diablos entre los laymi de Bolivia”. Chungará 11, pp. 135-152. 2. Les articles présentés en tant que collaboration à Revista Márgenes devront être inédits (non publié, ni non plus être en processus d’évaluation dans une autre revue) 3. Les articles devront être présentés en Espagnol, en Anglais ou en Français clairs et concis, ils s’agiront sur la problématique de l’appel a contribution proposée par la revue. L’étendue des articles de recherche doit fluctuer entre 6.000 et 12.000 mots; les articles dossier entre 1500 et 3000 mots. Dans les deux cas, la bibliographie est incluse. 4. Les articles doivent inclure un titre, résumé de 200 mots, 3 à 5 mots clés, le nom complet de l’auteur, affiliation institutionnelle et courrier électronique. Le résumé devra être rédigé dans des phrases complètes en employant des verbes dans une voix active ce qui contribuera à une claire rédaction, brève et concise. 5. Les images, si elles existaient, doivent être envoyées comme fichiers indépendants, dans un format JPG ou TIFF et dans une résolution égale ou plus grande à 300 dpi. Dans le cas de planimétries, cartographies et/ou des dessins techniques, celles-ci doivent être envoyés dans sa mise en page finale avec une échelle indiquée et au format PDF non sécurisé. Tous les travaux doivent être accompagnés des images inédites, soyez des auteurs ou d’autres collaborateurs, il est recommandé d’envoyer des images comme compléments ou renforcements du discours développé et chacune d’elles doit être accompagnée de brefs commentaires. Toute image envoyée doit se présenter accompagnée des références des auteurs pertinentes et libres des droits d’auteur.

ENVOI DES ARTICLES Toutes les contributions doivent être envoyer à revistamargenes@uv.cl lautaro.ojeda@uv.cl.

§

Des noms de famille, A. A. (L’année). Le titre. Récupéré de: http: // www.xxxxxx.xxx. Exemple: Di Méo, Guy. (1998). «Géographie sociale et territoires», Paris: éditions Nathan. Livré avec éditeur, chapitre d’un livre ou d’entrée dans un ouvrage de référence. Noms de famille, Prénoms. (Année). «Titre du chapitre ou de l’entrée». Dans: Noms de famille, Prénoms. (Ed.), «Titre de l’ouvrage» (pp. xx-xx). Ville: Maison d’édition. Exemple: Lindón, A. (2007). ����������������������������������������������� “���������������������������������������������� La construcción social de los paisajes invisibles del miedo”. En Nogué, J. (Ed), La construcción social del paisaje (pp. 217-240). Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

Revista Márgenes Nº 14 Vol 11 > Septiembre 2014 > 111 Facultad de Arquitectura > Universidad de Valparaíso


112 > Revista Márgenes Nº 14 Vol 11 > Septiembre 2014: Facultad de Arquitectura > Universidad de Valparaíso

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Revista Mรกrgenes Espacio Arte Sociedad FACULTAD DE ARQUITECTURA UNIVERSIDAD DE VALPARAร SO


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