Foto tomada en México por Eugenia Vargas Daniels en el pueblo de El Desemboque (Sonora), donde viven los indios seris (kunkaak), y las mujeres de ahí me pintaron la cara, 1986 ¬ Photo taken in Mexico by Eugenia Vargas Daniels, in the village of Desemboque Sonora inhabited by Seri people (Kunkaak) and the women there painted my face, 1986 [ C O RTE S ÍA C OL EC C I Ó N OS BE L S UÁ RE Z ]
Pintando la obra con título náhuatl Chicomoztoc Tzotzopan Quinehuayan en el barrio habanero de Santo Suárez; esta obra se expuso en la Primera Bienal de La Habana, 1984 ¬ Painting the work with a Nahualt title (Chicomoztoc Tzotzopan Quinehuayan) in the Havana neighbourhood of Santo Suárez; this work was exhibited in the first Havana Biennial, 1984 [ C ORT ESÍA C OLE CC IÓ N O S BEL S UÁR EZ ]
RARA AVIS CONTEMPORÁNEA CONTEMPORARY RARA AVIS Nelson Herrera Ysla José Bedia es uno de esos raros artistas en el arte cubano contemporáneo. Como lo fue en la modernidad Wifredo mientras vivió en Cuba (década del 40 y parte de los 50, luego de largas estadías en España y Francia hasta que se estableció definitivamente en este país) porque no muchos comprendieron toda la magnitud de su obra en lo conceptual y formal, bien alejada de los cánones emanados de la Escuela de La Habana y de la fuerte corriente abstracta germinada alrededor de 1953. Era necesario conocer determinadas culturas de África, sus mitologías, leyendas, religión, símbolos, lenguas, ritualidades…, para entender qué nos quería decir ese mulato achinado que se movía entre Marianao, La Habana, Nueva York, París, exhibiendo sus enormes lienzos o tantos dibujos delicados que admiraron en el pasado siglo André Breton, Pablo Picasso, Alejo Carpentier, Aimé Césaire. Por eso siempre me he preguntado qué hablarían Bedia y Lam en un hospital de la capital cubana, a finales de los años setenta, mientras este convalecía de una maldita enfermedad y el entonces joven artista lo visitaba con frecuencia para derribar distancias geográficas entre ellos y saltar por encima de abismos de edad, experiencias y viajes. Imagino cuánto lo avasalló con dudas y sobresaltos cuando la vida José Bedia is one of those rare artists in contemporary Cuban art, as was Wifredo in modern times, while he was living in Cuba (the 40s and part of the 50s, after long periods in Spain and France, until he finally settled in Spain) because not many understood the full extent of his work in conceptual and formal terms, so far divorced from the official style of the Havana School and the decisive abstract trend which sprung up around 1953. Bedia needed to explore certain specific cultures in Africa, their mythologies, legends, religion, symbols, languages, rituals ... to understand what that mulatto with slanted eyes wanted to say, flitting between Marianao, Havana, New York and Paris, displaying his enormous canvases — or so many delicate drawings admired in the past century by André Breton, Pablo Picasso, Alejo Carpentier and Aimé Césaire. That is why I have always wondered what Bedia and Lam would talk about in a hospital in the Cuban capital in the late seventies, while Lam was convalescing from a
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cursed disease and the then young artist would often visit him frequently to break down the geographical distance between them and jump across the abyss of age, experience and extensive travel. I can imagine how much Bedia steamrolled Lam with doubts and fears when life was abandoning him, then critically ill, only just holding up his body, like a tree whose branches were beaten by the ravages of time. With Bedia something similar happened (and still happens, I think) while he lived in Havana and we would go and see his work in collective and solo exhibitions. He was a rare specimen we admired more than others, due to the implacable beauty of his drawing, the simplicity of his painting, his daring to include dissimilar objects in his paintings, and even his work on walls and floors, whose texts and writing we read with amazement and difficulty. He delighted us, as if Tinkerbell had blown over our heads that magic dust that appears in some Disney films. In all honesty, I did not care much whether I understood his
se lo puso delante, enfermo de muerte, apenas sosteniendo su cuerpo como un árbol cuyas ramas el tiempo había logrado vencer. Con Bedia sucedía (y creo que sucede aún) algo parecido mientras vivió en La Habana y nos acercábamos a su obra en exposiciones colectivas e individuales. Era un espécimen raro que admirábamos más que a otros por la belleza implacable de su dibujo, por la sencillez de su pintura, por la osadía de incluir disímiles objetos en sus telas, y hasta por sus intervenciones en paredes y pisos cuyos textos y grafías leíamos con asombro y dificultad. Nos dejaba encantados, como si Campanilla soplara en nuestras cabezas ese polvillo mágico que aparece en ciertas películas de Disney. En honor a la verdad, no me importaba mucho entenderlo, pues para mí bastaban su enigmática y proteica visualidad, su energía espiritual latente, sus misterios poblando mi cabeza entonces. Ese artista tenía «algo» distinto a los demás miembros de su generación y no sólo porque parecía alelado, ido, turulato, dando vueltas sobre sí mismo el santo día y la noche. Detrás de sus ojos minúsculos y claros, entrecerrados, casi dormidos, se ocultaba un hombre nada parecido al cubano promedio y cuya mente solía girar hacia los bordes de África, India, América Latina, Estados Unidos, con tal de adentrarse en etnias y grupos humanos fracturados por la civilización occidental pero vivos desde sus orígenes en la Tierra hasta hoy, iluminados, dispuestos a convivir en plena armonía con la naturaleza y sus designios. Delgado como casi todos nosotros durante esos difíciles años setenta y ochenta, enfundado en unos jeans raídos y provisto de una cabellera hirsuta algo sesentera, hippie, José Bedia desandaba La Habana con unas viejas zapatillas deportivas en busca de respuestas a innumerables preguntas que se hacía a diario. Recorría barrios centrales y periféricos hasta dar con hombres sabios, negros y blancos, que le abrieran bien sus entendederas porque el mundo, y en especial el contexto social y político cubano, le resultaba cada vez más complicado. work because, for me, his enigmatic and protean vision, his latent spiritual energy, his mysteries populating my head then quite sufficed. That artist had “something” different from the other members of his generation and not just because he seemed distant, crazy, stunned, going round and round in circles day and night. Behind his tiny, clear, heavy-lidded, almost sleepy eyes was a man nothing like the average Cuban, whose mind tended to turn toward the borders of Africa, India, Latin America and the States, in an effort to delve deeply into ethnic groups and communities which had been fractured by Western civilization but still alive until now, since their very beginning on Earth, enlightened and prepared to live in harmony with nature and its designs. Thin, like most of us during those difficult seventies and eighties, dressed in threadbare jeans and with bristly, 60s style hair, a hippie, Jose Bedia wandered round Havana in an old pair of sneakers, in search of answers to innumerable
questions he asked himself daily. He would trail through central and peripheral neighbourhoods until he came across wise men, both black and white, who would stimulate his brain because the world — and particularly the Cuban social and political context — seemed increasingly complicated to him. I remember talking to him on several occasions and being aware that he was not really listening to me, as I always noticed that permanent twinkle in his eyes, whose pupils would gaze past me towards infinity and beyond, while he whispered soft words, never perturbed by violence or the frenetic pace of some streets in Havana. “An entertaining character”, I thought, trying to forgive him for the legitimate trials and tribulations of someone who lived in a state of ongoing intellectual adventure, restless under the Cuban sky, examining forgotten, underestimated “material”, beyond institutional circles, and managing to unravel them completely. And I still remember even more clearly when we met in a tiny room in a
Recuerdo hablarle en varias ocasiones y ser consciente de que no me escuchaba del todo, pues siempre distinguía ese brillo permanente en sus ojos cuyas pupilas saltaban por encima de mí hacia el infinito y más allá mientras susurraba palabras quedas, suaves, jamás alteradas por la violencia o el ímpetu desbordado en ciertas calles habaneras. «Entretenido tipo», pensaba, tratando de perdonarle esos avatares legítimos de alguien que vivía en permanente aventura intelectual, inquieto, bajo el cielo de Cuba, examinando «materiales» ignorados, subestimados, fuera de los circuitos institucionales y lograr desentrañarlos del todo. Y recuerdo aún más cuando coincidimos en una minúscula habitación de hotel barato en Venecia, en 1990, a propósito de la flamante bienal de arte, pues, mientras mi instinto y curiosidad perseguían interiores y altares de iglesias para admirar tizianos y tintorettos abundantes en esa extraordinaria ciudad, Bedia indagaba por tiendas de antigüedades y de coleccionistas para adquirir objetos de origen bantú, bambara, dogón, mumuila, luba kifwebe, cheroqui, siux, maya, tarahumara, anazasi, y llorar si su dinero no le alcanzaba para llevárselos a casa. En medio de aquel fastuoso oropel medieval, a la vista de millones de visitantes de todas partes, de aquella algarabía arquitectónica de palacios y puentes, plazuelas y verandas, arcos ojivales y galerías ducales, vitrales y ventanas, canales y mercadería a granel, islotes y góndolas, Bedia clamaba por encontrar cualquier fragmento de culturas populares humildes, ya fuesen restos de tejidos olorosos a sabiduría y magia, abalorios de enigmáticos orígenes, cadenas, figurillas, instrumentos musicales o de cocina, máscaras... Yo no le decía nada, válgame Dios, pero así transitó él por aquellos días italianos deseando, sobre todo, lo que creía suyo y pertenecía a otros por esas cosas de la vida. Años más tarde, alrededor del año 2003, nos vimos nuevamente en París mientras ambos paseábamos, sin saber uno del otro, por las orillas de Trocadero. Ahí marchaba él con su hijo Pepito en busca del Museo del Hombre para proseguir sus indagatorias, cheap hotel in Venice in 1990, on the pretext of the splendid Biennial, since while my instinct and curiosity continued in pursuit of interiors and church altars to admire abundant Titians and Tintorettos in that extraordinary city, Bedia would make inquiries in antique shops and with collectors to acquire objects of Bantu, Bambara, Dogon, Mumuila, Luba Kifwebe, Cherokee, Sioux, Maya, Tarahumara and Anasazi origin, and cry if his money was not enough to take it home. In the midst of this sumptuous medieval glitter, in the view of millions of visitors from everywhere, in that architectural commotion of palaces and bridges; little squares and verandas; ogive arches and ducal galleries; stained glass panels and windows; canals and bulk merchandise; islets and gondolas, Bedia clamoured to find any remnant he could of humble folk cultures, whether remains of fabric, smelling of wisdom and magic, beads of enigmatic origin, chains, figurines, musical instruments, cooking utensils or masks ... I would say nothing, god help me, but that is
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how he spent those days in Italy, wishing especially for what he believed belonged to him but which belonged to others because such is life. Years later, around 2003, we saw each other again in Paris while out walking, along the banks of the Trocadero, without having heard from each other for a long time. There he walked with his son, Pepito, in search of the Museum of Man to continue his research, very excited about those vestiges of cultures he was about to see in that almost sacred place, while I, under the open sky, was looking for examples of art nouveau on facades and metro stations and marvelling at the wonders of nineteenth-century engineering which Eiffel had lavished handfuls of in the heart of the city when nobody expected it. It was a frugal meeting, perfumed by the haste of the times which beset anyone in that universal city. Then we did not meet again until 2008, in Guatemala, where he was on in the jury at the Paiz Biennial, of which I was appointed
entusiasmado ante esos vestigios de culturas que se disponía a contemplar en ese recinto casi sagrado mientras yo, a cielo abierto, buscaba ejemplos del art nouveau en fachadas y estaciones de metro y me rendía ante las maravillas de ingeniería decimonónica que Eiffel prodigó a manos llenas en el corazón mismo de la ciudad cuando nadie lo esperaba. Fue un encuentro frugal, perfumado por la prisa de los tiempos que acechan a cualquiera en esa urbe universal. Luego no nos encontramos más hasta 2008, en Guatemala, cuando actuó de jurado en la Bienal de Arte Paiz, de la que fui nombrado curador principal. Y volví a contemplar sus ojos soñadores, su cabellera semejante volando al viento sobre sus hombros y admirarle una hermosa camisa bordada en el cuello por manos indígenas. Ya muchos de nosotros habíamos dejado de extasiarnos con obras suyas después de aquella extraordinaria exposición individual realizada durante la tercera Bienal de La Habana, 1989, en el espacio colonial del Castillo de la Real Fuerza junto al fotógrafo brasilero, asentado en París, Sebastián Salgado. Invitado a exponer constantemente en diversas partes del planeta, y tensionado por un contexto cultural complejo que logró dispersar a casi todos los miembros de aquella generación singular y única en el panorama nacional, se estableció finalmente en la ciudad de Miami en 1993, donde vive en la actualidad con su familia y rodeado de obras y cientos de objetos de las más disímiles latitudes. Más de treinta años de intensas pesquisas en culturas admiradas por él lo ubican en el cenit de un universo único, distinto, en Cuba y cualquier otro país. Sigue siendo uno de esos artistas raros cuyas influencias habitan lugares casi imposibles de distinguir en nuestros mapas culturales y cuyas secuelas resultan aún más difíciles de encontrar, pues se requiere de una armazón intelectiva y espiritual afín a la suya, y de un oficio impar a la hora justa de la creación. Tampoco Wifredo Lam encontró seguidores en el campo de las artes visuales en Cuba. Ni siquiera imitadores audaces, pues las razones chief curator. And I saw once again his dreamy eyes, his hair blowing in the wind on his shoulders and admired his beautiful shirt embroidered at the neck by natives’ hands. By then many of us had ceased our fascination with his works, after that extraordinary solo exhibition held during the third Havana Biennial in 1989, in the colonial setting of the Castillo de la Real Fuerza, along with the Paris-based Brazilian photographer, Sebastian Salgado. Invited to constantly exhibit in various parts of the world, and stressed by a complex cultural context which succeeded in dispersing nearly all the members of that singular and unique generation on the Cuban national scene, Bedia finally settled in Miami in 1993, where he still lives with his family, surrounded by hundreds of works of art and objects from the most diverse latitudes. More than thirty years of intensive research into cultures he admired place him at the pinnacle of a uniquely different universe, in Cuba and in any other country.
He continues to be one of those rare artists whose influences inhabit places which are almost impossible to distinguish on our cultural maps and whose consequences are even more difficult to find because this requires an intellectual and spiritual make-up akin to his own, and an odd profession right at the moment of creation. Nor did Wifredo Lam find any followers in the field of the visual arts in Cuba. Not even bold imitators, since the reasons that guided him through the dark jungle of the modern and contemporary throughout the twentieth century are not easy to trace, even less so now when pictures are copied frenetically, and the social networks and an excessive cult of the virtual prevail. For Orlando Hernández, his good friend and the best expert on his work, there is now “a Bedian cosmography” achieved over years of intense, constant daily labour, so full of references that they become “oppressive” due to their mere number and diversity.
que lo guiaron por entre la selva oscura de lo moderno y contemporáneo, a lo largo del siglo xx, no son fáciles de rastrear, y menos ahora donde imperan la reproducción frenética de la imagen, las redes sociales y el culto desmedido a lo virtual. Para Orlando Hernández, su buen amigo y el mejor estudioso de su obra, ya existe «una cosmografía bediana», lograda en años intensos de trabajo cotidiano y constante, tan plena de referencias que, por su cantidad y diversidad, según él, «resulta agobiante». En ello radica su autenticidad, su originalidad, pues no muchos artistas alcanzan ese nivel de estudios e investigación incesante para alimentar sus imaginaciones y echarle leña al fuego de lo creador. Bedia no descansa en aras de adentrarse en los misterios de culturas y comportamientos individuales y sociales sin importarle en qué lugar del planeta se encuentran: si para ello debe convivir un tiempo entre etnias y grupos humanos, lo hace de golpe y porrazo, y sin condiciones. Es un ser libre, no atado a casa, barrio, ciudad, país, pues sus patrias parecen ser el hombre y sus oficios, el día y la noche, el agua, la tierra, el aire… Lo interesante en Bedia es atisbar cómo ahora su discurso revela la marca, en ocasiones, del contexto social y político global más allá de sus conocidas referencias cubanas. Su constante apego a términos e imágenes propias de culturas ancestrales y populares cuyo fin, entre otros, es legitimarlas, valorarlas a plenitud, se ve complementado con el dibujo de un rifle o un tanque del ejército, o se sirve de grabados o fotocopias para inducirnos a pensar en el aquí y ahora del mundo, porque ni el más sagrado de los conceptos religiosos o culturales escapa a la actual situación de violencia, segregación, marginalidad, fundamentalismo (de cualquier tipo) que vivimos. Que quede claro, nos dice Bedia: él no está en Babia ni en la luna de Valencia ni en China, como se le endilga a alguien en Cuba cuando lo vemos parcial o totalmente desubicado o despistado acerca de lo que le rodea. Él vive aquí y ahora y, ténganlo por seguro, no se le puede hacer un cuento. Therein lies his authenticity and originality, since not many artists reach that level of incessant study and research to feed their imaginations and stoke the fire of the creator. Bedia does not rest in order to delve into the mysteries of different cultures and individual forms of social behaviour, no matter where in the world they are to be found: if to do this he has to live for a time among different ethnic groups and peoples, he does so quite unaware, with no holds barred. He is an unfettered soul, not tied to a home, neighbourhood, city or country, since his homeland appears to be the man himself and his skill, the day and the night, water, earth, air... The interesting thing about Bedia is to glimpse how now his discourse at times reveals his brand of global social and political context, beyond his wellknown Cuban references. His constant adherence to his own terms and images belonging to ancestral and folk cultures aims, among other things, to give them legitimacy. This is supplemented by the drawing of a
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rifle or an army tank — or he uses prints or photocopies to make us think about the here and now in the world, because not even the most sacred of religious or cultural concepts escapes the ongoing violence, segregation, exclusion or fundamentalism (of any kind) which we experience. Let us be clear, says Bedia: he does not have his head in “Babia” (in the clouds), as we say of someone in Cuba when we see them partially or totally disoriented or confused about the environment they live in. Bedia lives here and now and you can be sure he cannot be made into a fairy-tale. Bedia’s many ‘characters’ know what is happening in Africa, the Middle East, Latin America — not only what befell them hundreds or thousands of years ago but what is happening at these moments. Make no mistake — they are among us, attentive to what is happening. When we admire their physical beauty, their relationship with nature; we enjoy their mythologies and legends, we should not be confused or misled, as they know exactly what is happening and
Los numerosos «personajes» de Bedia saben lo que ocurre en África, el Oriente Medio, América Latina… No solo lo que les aconteció cientos, miles de años atrás, sino lo que sucede en estos instantes. Que nadie se vaya a equivocar, pues andan entre nosotros, atentos a lo que pasa. Al admirar su belleza corporal, sus relaciones con la naturaleza, al disfrutar sus mitologías y leyendas, no debemos confundirnos ni llamarnos a engaño, pues saben muy bien todo lo que pasa y, lo que no, se lo imaginan. Más claro, ni el agua. Y para añadir otro dato, otra señal acerca del influjo contextual en su obra, en Bedia es posible apreciar un humor tan cubano como las palmas reales que pueblan nuestra estrecha geografía insular. Un humor, diría yo, cubanísimo cuando pone nombres a sus obras como La mulatona, La tiburona, Hembrona, donde se da gusto recreando nalgas enormes de mujeres, piernas y caderas delirantes en delicados dibujos con fondos enlistados por variedad de colores. Pero no se detiene ahí, pues toma su tiempo también para denunciar con sorna el rol de las streapers en clubes de toda laya: ahí la vemos agarrada al tubo de metal para girar y enroscarse como serpiente y provocar tensiones y fantasías sexuales en la cabeza de los que observan alelados esos remedos de ballet y acto circense antes de colocar dinero en sus mínimos atuendos de vestir. De esas obras es posible deducir diferentes efectos en el uso del color, ya que asoman con estridencia inusual (contrario a sus monocromías habituales) si nos fijamos en esos backgrounds rayados que nos recuerdan lo mismo estampados africanos que luces de neón en ciudades modernas y posmodernas: todo mezclado, como escribió Nicolás Guillén en poemas trascendentes. La mezcla e hibridez a las que aludía Guillén se expresan con inocencia y candor en la mayoría de las obras de Bedia: basta repasar títulos, grafía, impresiones, trazos, manchas, planos y dimensiones extremas para imaginarnos una suerte de gramática bediana cuyo resultado apunta hacia una obra de fusión (similar a ese socorrido género de música contemporánea), inclusiva y libre de ataduras formales o normativas. En estas últimas obras reafirma un mayor grado what they do not know, they can imagine. It could not be clearer. And to add another point; another indication of the contextual influence in his work, in Bedia we can see a humour which is as Cuban as the palm trees that cover our narrow island geography. Humour, I would say, Cubanisim, when he gives names to his works like La Mulatona, La tiburona, Hembrona, where he derives pleasure from recreating huge female buttocks, delirious legs and hips in delicate drawings with backgrounds replete with a variety of colours. However, he does not stop there — he also takes time to derisively denounce the role of strippers in clubs of all kinds: there we see the girl gripping the metal pole to gyrate and twist round and round like a snake, arousing sexual tension and fantasies in the heads of the onlookers, stupefied by these parodies of ballet and circus acts before they stick money down her scanty costume. From these works we deduce different effects from the use of colour, since they stand out with
unusual harshness (contrary to his usual monochromes) when we look at those striped backgrounds that remind us as much of African prints as the neon lights of modern and postmodern cities: all mixed up together, as Nicolas Guillen wrote in his historic poetry. The mix and hybridity to which Guillen alluded is expressed with innocence and candour in most of Bedia’s works: suffice it to go over his titles, writing, prints, brushstrokes, stains, angles and extreme sizes to imagine a sort of Bedian grammar, the result of which points to a work of fusion (similar to that so useful genre of contemporary music); inclusive and unfettered by any formal restrictions or rules. In these latest works he reaffirms a greater degree of creative freedom, unlimited openings that do not recognise any territories or individual plots, as has been the case with musical trends that today go all round the world. Bedia is truly Cuban in his expression: he also uses choteo and relajo (caustic variants of national
de libertad creadora, de aperturas ilimitadas que no reconoce territorios y parcelas, tal como ha ocurrido con corrientes musicales que hoy dan la vuelta al mundo. Bedia es bien cubano en su expresión: utiliza, además, el choteo y el relajo (variantes mordaces de un humor nacional) como la mayoría de nuestros conciudadanos, pero sin la chabacanería y vulgaridad que a ratos corroe nuestro comportamiento social. Lo hace con elegancia formal, estructural, pródiga en referencias y citas, en intertextualidades que en nada envidian a las empleadas por Guillén y Alejo Carpentier. Pertenece a esa estirpe de creadores que se apropiaron de lo mejor del acervo cultural antiguo, moderno y contemporáneo (Alejandro García Caturla, Amadeo Roldán, Leo Brouwer) de diversas partes del mundo sin renunciar a raíces y tradiciones locales de graves y profundas resonancias. En eso es bien universal, además. Pero eso no sucede ahora de pronto, pues, desde los años ochenta, algunas de sus obras ya declaraban tales cualidades sin mucho ruido y con muchas nueces, exentas de declaraciones ampulosas: mantuvo, mantiene quizás aún, un perfil bajo, ese low profile que caracteriza a las personas modestas, humildes, ilustradas en resumidas cuentas. No le gusta llamar la atención como otros que van por la vida anunciando a bombo y platillo sus fuegos fatuos, sus mediocridades en luces de neón. Aunque a veces delata su interior, a modo de estallido, como en Lega bwami, donde yo capto, no sé bien por qué, el grito del personaje de Edward Munch, con la diferencia de que este tiene ahora lágrimas en sus ojos y un venado asomado por encima de su cabeza. ¿Se tapa horrorizado sus oídos también? ¿Alarido o asombro? ¿O son simples ideas que me hago, pues es solo la sintética versión de una máscara de origen africano? En Ngo, Niombo, Nkisi Nkonde, Sundi Nkonde, Yombe Cabinda, Manyanga, reafirma otro de sus rasgos formales, la monumentalidad. En esas obras sus personajes centrales acusan jugosas jerarquías que él ha construido en ese panteón de dioses y celebridades que aumenta en extensión e intensidad cada día. ¿Rezagos y apropiaciones de las humour), like most of our fellow citizens, but without the cheapness and vulgarity that sometimes corrodes our social behaviour. He does so with formal, structural elegance, rich in references and quotations; in intertextual features that have nothing to envy those used by Guillén and Alejo Carpentier. Bedia belongs to that breed of creators who appropriated themselves of the best of ancient, modern and contemporary cultural heritage (Alejandro García Caturla, Amadeo Roldán, Leo Brouwer) from around the world, without rejecting their own roots and local traditions with a profound resonance. In this Bedia is, moreover, truly universal. But this is nothing recent: since the eighties some of his works already revealed these qualities without making any fuss about it, free of any bombastic statements: he keeps and maintains a low profile even still — which characterizes modest, humble people — in a nutshell, the erudite. He does not like to attract attention like others who go through life shouting out their achievements,
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highlighting their mediocrity in neon lights. Although he sometimes betrays his interior, like an explosion, as in Lega bwami where I perceive — I do not know quite why — the scream of Edward Munch’s character, with the difference that the character now has tears in his eyes and a deer leaning out over her head. Does he also cover his ears, horrified? Is it a shriek or amazement? Or are these just simple ideas that occur to me, as this is only the synthetic version of an African mask? In Ngo, Niombo, Nkisi Nkonde, Sundi Nkonde, Yombe Cabinda, Manyanga he reaffirms another of his formal features: monumentality. In these works his central characters reveal flavourful hierarchies he has built up in the pantheon of gods and celebrities, which increase in extension and intensity every day. Are these mere shadows and appropriations of Olmec sculptures, Easter Island, Stonehenge, Buddhist statues from Bangkok and Borobudur? Is this a late inheritance of Mexican muralism assimilated in
esculturas olmecas, de islas de Pascua, Stonehenge, de las estatuas budistas de Bangkok y Borobudur? ¿Herencia tardía del muralismo mexicano asimilado en interiores y espacios urbanos? ¿Destellos subliminales de series televisivas y filmes de ficción? De esas polaridades, a veces en abundancia, se nutren sus dibujos y pinturas (¿son ambas cosas a la vez o es posible conjeturar acerca de un tercer elemento?) y llegan a desempeñar un rol de primer orden en su obra. Me inclino a pensar en que posee el espíritu del arquitecto y lo lleva muy dentro (¿es consciente de ello?), pues sabe dónde colocar cada parte en esas estructuras soberbias que le permitan alcanzar el equilibrio final. Y hay más, pues siento por igual el dominio de la intuición y del espasmo infantil que cada niño expresa cuando se le pide que pinte algo. Sobresalen en esa ternura con que dibuja un árbol, un ciervo, un río, el sol o la luna, hasta un arma de fuego por pequeña o grande, consciente de que se trata de un experimentado creador que ha vivido lo que pocos en un mundo tan ancho, gigantesco y sobrecogedor como el que nos ha tocado. Pero no nos confundamos: de su inocencia apenas le queda ese raro resplandor en su mirada. El resto es puro y gran oficio, maldad cubana, bichería para saber expresar lo que quiere expresar. Este artista es un bicho raro. Cuando repaso el arte cubano en general, y buena parte del arte caribeño y latinoamericano, no encuentro otro con esa sapiencia para ubicar tantos elementos en feliz fraternidad. Ninguno sobrepasa al otro, no se oprimen, ni se agolpan ni se matan. De ahí que cada obra suya se mantiene fresca, viva, en especial la totalidad de la imagen como si fuese un poderoso afiche en la pared. ¿De la portentosa gráfica cubana se ha apropiado para expresarse con esa condensación y síntesis? ¿Son sus obras manifiestos gráficos más que historias y narraciones? ¿Nos llaman la atención sobre algo que desconocemos y debemos incorporar de inmediato a nuestro imaginario? ¿Nos alertan acerca de otras cosas que hay en el mundo más allá de Wikipedia, Amazon, Ikea, Starbucks, iPhone, iPod, Facebook, Instagram. Pixar, Youtube, los Oscar, el VIH? interiors and city settings? Or are they subliminal flashes of television series and fictional films? His drawings and paintings feed from these polarities, sometimes in abundance (are they both things at the same time or can we surmise a third element?), and they come to play a key role in his work. I am inclined to think that he possesses the spirit of an architect and carries this deep down inside (is he aware of this?), as he knows exactly where to put each part in those magnificent structures that enable him to achieve the final balance. And there is more because I feel equally the dominance of intuition and that infantile spasm that every child expresses when asked to paint something. These features stand out in that tenderness with which he draws a tree, a deer, a river, the sun or the moon, even a firearm, however small or large, always aware that this is an experienced artist who has been through what few have in a world as gigantic, diverse and overwhelming as the one we have to survive in. But let’s make no
mistake: all that remains of his innocence is that rare twinkle in his eye. The rest is pure, great skill, Cuban evil, bichería to know how to express what he wants to say. This artist is a weirdo. When I go over Cuban art in general, and much of Caribbean and Latin American art, I find no-one with that wisdom to be able to place so many items in happy fraternity. None oversteps the other; they do not oppress each other, nor do they crowd each other out or kill each other. Hence, each of his works stays fresh, alive, especially the entire image, as if it were a powerful poster on the wall. Has he appropriated himself with magnificent Cuban graphics in order to express this condensing and synthesis? Are his works graphical manifestos rather than stories and narratives? Do they draw our attention to something unknown and must we put this immediately into our imagination? Do they warn us about other things in the world beyond Wikipedia, Amazon, Ikea, Starbucks, iPhones, iPods, Facebook, Instagram. Pixar, You tube, the Oscars and HIV?
Pues sí, hay montones de cosas en el mundo que no conocemos y José Bedia se empeña en acercarnos a ellas de una manera singular, aunque yo no comprenda del todo lo que me quiere decir, por una razón simple: cuántos íconos rusos, cuántas obras del Renacimiento no comprendo a plenitud, cuántas del Barroco, cuántos Malevitch, Duchamp, Miró, Vasarely, Rothko, Kounellis, Twombly, Serra, Kapoor, Tápies, Meireles, Oiticica, Torres García, Orozco. Y cuánto las disfruto y las gozo por confiar mis ojos, mi sensibilidad, mis gustos, mis afectos y sentimientos a esa plenitud de belleza que me ofrece. ¿Es que hay otra conquista del hombre además de la justicia, el amor, la libertad? Sé que la belleza ha sido desterrada de los análisis y juicios de valor contemporáneos. Para algunos quizás se trata hasta de una palabra fea, demodé, extraviada entre la ola estructuralista, los mass media, la semiología, lo intertextual, el pos-Modernismo, el pensamiento poscolonial, la deconstrucción, la diversidad cultural, las mediaciones, la globalización, la industria cultural, los metarrelatos, la poscrítica. Ignorada por los actuales dioses de la teoría y el pensamiento, la belleza permanece, sin embargo, agazapada a la espera de tiempos mejores, callada en la obra de cientos de artistas notables como Bedia. Persevera junto al hombre, aun en momentos terribles, injustos, de despiadada soledad. Le ha sido fiel donde muchos no lo imaginan y, por eso, su suerte es también la de la existencia humana. En las obras Escogiendo presa, Makishi, Fabula, Makishi ngulu, Al pie, de esta exposición que celebraremos siempre, podemos darnos el lujo de verla en su total magnificencia, sin ir más lejos en esta historia. Los que saben lo que quieren decir gozarán más que yo frente a ellas, pero, de alguna manera, me conformo caballeros, porque no se puede todo en la vida sino una parte. Y esa es la parte que me brinda José Bedia y le agradezco. LA HABANA, JULIO Y 2016
Yes, there are lots of things in the world that we do not know and José Bedia strives to present them to us in a unique way, even if I do not fully understand what he wants he wants to say for a simple reason: how many Russian icons, how many works of the Renaissance do I not fully understand, how many Baroque works, or those of Malevich, Duchamp, Miró, Vasarely, Rothko, Kounellis, Twombly, Serra, Kapoor, Tápies, Meireles, Oiticica or Torres García Orozco? And how much do I enjoy them because my eyes trust them, my sensitivity, my tastes, my affections and feelings — that fullness of beauty they offer me. Is there any another conquest of man other than justice, love and freedom?I know that beauty has been banished from the analyses and judgments of contemporary value. For some, perhaps, this is even an ugly word, demodé, lost between the wave of structuralism, the mass media, semiotics, the intertextual, postmodernism, post-colonial thought, deconstruction, cultural diversity, mediations, globalisation, the arts
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industry, metanarratives and post-criticism. Ignored by today’s gods of theory and thought, beauty remains, however, crouched down in hiding, awaiting better times; silent in the work of hundreds of notable artists such as Bedia. Beauty perseveres along with the man, even in terrible, unjust moments of ruthless loneliness. It has been faithful to man where many do not imagine and, therefore, its fate is also that of human existence. In the works Escogiendo presa, Makishi, Fabula, Makishi ngulu, Al pie, in this exhibition we will always put on, we can afford ourselves the luxury of seeing it in its full magnificence, without going any further in this story. Those who know what they mean to express will enjoy them more than I do when I stand before them but, somehow, I’ll settle for that, gentlemen, as we cannot manage everything in life, only a part. And that is the part that Bedia gives me and I thank him for it. HAVANA, JULY 2016
En el estudio del fotógrafo Gory de La Habana, para la cubierta de la revista Revolución y Cultura, 1989 ¬ In the studio of the photographer Gory in Havana, for the cover of Revolución y Cultura magazine, 1989 [ C O RTE S ÍA CO LE C C I Ó N O S BE L
SUÁ R EZ ]
FOTO: PAB LO LI N É S
Siglo XIX o anterior ¬ Late 19th century or earlier Etnia oromó. Sur de Etiopía ¬ Oromo people. Southern Ethiopia Piel de hipopótamo y pigmentos. Los escudos de este tipo marcados con tintes rojos señalaban que el propietario había sido capaz de matar, al menos, a un enemigo ¬ Hippopotamus skin and pigments. Shields of this type marked with red dyes pointed out that the owner had been able to slay at least one enemy [diámetro: 75 cm ¬ DIAMETER: 29.5"]
Escudo amarro u oromó ¬ AMHAR OR OROMO SHIELD
14-15
Estoy que me muevo en guerra
¬ I FEEL I AM MOVING IN WAR, 1995
[acrílico sobre tela, 210 × 180 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 97.5" × 72"]
Al pie
¬ AT THE FOOT, 20 0 3
[técnica mixta sobre papel amate, 81 × 117 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON AMATE , 32" × 46"]
16-17
Loango Nkisi
¬ LOANGO NKISI, 2006
[acrílico sobre tela, 183 × 267 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 72" × 105"]
Yombe Cabinda
¬ YOMBE CABINDA, 2007
[técnica mixta sobre papel, 132 × 299 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON PAPER , 52" × 118"]
18-19
Makishi Ngulu
¬ MAKISHI NGULU, 2007
[acrílico sobre tela, 183 × 268 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 72" × 105.5"]
FOTO : JUA N S AN Z
Transición del siglo XIX al XX o primer tercio del siglo XX ¬ Turn or first third of the 20th century Región occidental del país dan. Costa de Marfil-Liberia ¬ Western region of Dan country. Ivory Coast-Liberia Madera dura con pátina exterior e interior. En el interior se aprecian huellas de vaciado con azuela antigua. Conserva policromía y dos remates de metal en los ojos. Dientes, muy probablemente de facocero ¬ Hardwood with exterior and interior patina. In the interior there are traces of carving with and old adze. It retains polychrome and two metal finials in the eyes. Teeth, most likely warthog [altura: 35 cm ¬ HEIGHT: 13.8"]
Máscara dan-guere ¬ DAN-GUERE MASK
FOTO : JUA N SA NZ
Finales del XIX o primer tercio del siglo XX ¬ Late 19th century or first third of the 20th century Región de Maniema. Este de de la República Democrática de Congo ¬ Region of Maniema. Eastern Democratic Republic of the Congo Madera con pátina de uso y pigmentos ¬ Wood with patina from use and pigments [altura: 40 cm ¬ HEIGHT: 15.7"]
Máscara lega ¬ LEGA MASK
FOTO: PABLO LIN É S
Primer tercio del siglo XX ¬ First third of the 20th century Grupo ewe o fon. Togo o Benín ¬ Ewe or Fon group Togo or Benin Cráneo animal, materiales diversos y aglomerado ritual ¬ Animal skull, various materials and ritual agglomerate. [altura: 32 cm ¬ HEIGHT: 12.6"]
Escultura fetiche, conjunto cultural del vudú ¬ FETISH SCULPTURE, VOODOO CULTURAL ENSEMBLE
20-21
Lega - Bwami
¬ LEGA - BWAMI, 2007
[técnica mixta sobre papel amate, 153 × 153 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON AMATE , 60" × 60"]
Makishi
¬ MAKISHI, 2 0 1 1
[acrílico sobre tela, 183 × 188 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 72" × 74"]
22-23 Máscara bwami ¬ BWAMI MASK
FOTO : AL FO N S O B USTO S
Primer tercio del siglo XX ¬ First third of the 20th century Grupo fanti o ewe. Ghana, Togo, Benín ¬ Fanti or Ewe people. Ghana, Togo, Benin Madera, caolín y materiales diversos ¬ Wood, kaolin and different materials [altura: 56 cm ¬ HEIGHT: 22"]
Escultura fetiche ¬ FETISH SCULPTURE
FOTO : PABLO LI N ÉS
Primer tercio del siglo XX ¬ First third of the 20th century Pueblo lega. Región de Maniema. Este de la República Democrática de Congo ¬ Lega people. Region of Maniema. Eastern Democratic Republic of the Congo Madera con pátina de uso y pigmentos ¬ Wood with patina from use and pigments Antigua colección Peter Loebarth ¬ Former Peter Loebarth collection [altura: 25 cm ¬ HEIGHT: 9.8"]
FOTO: PABLO LIN É S
Primer tercio del siglo XX ¬ First third of the 20th century Pueblo lega. Región de Maniema. Este de la República Democrática de Congo ¬ Lega people. Region of Maniema. Eastern Democratic Republic of the Congo Madera con pátina de uso, pigmentos y fibras vegetales ¬ Wood with patina from use, pigments and plant fibres Antigua colección Peter Loebarth ¬ Former Peter Loebarth collection [altura: 35 cm ¬ HEIGHT: 13.8"]
Máscara bwami ¬ BWAMI MASK
FOTO: PA B LO LI NÉ S
Transición del siglo XIX al XX ¬ Turn of the 20th century Pueblo songye. Este de la República Democrática de Congo ¬ Songye people. Eastern Democratic Republic of the Congo Madera con pigmentos y pátina de uso. Tocado de fibras vegetales y tejido vegetal ¬ Wood with pigments and patina from use. Plant fibre and plant fabric headdress [altura: 54 cm ¬ HEIGHT: 21.2"]
Máscara de la sociedad kifwebe ¬ KIFWEBE SOCIETY MASK
FOTO : PABLO LI N ÉS
FOTO: PABLO LIN É S
Primer tercio del siglo XX ¬ First third of the 20th century Pueblo songye. Este de la República Democrática de Congo ¬ Songye people. Eastern Democratic Republic of the Congo Madera con pigmentos y pátina de uso ¬ Wood with pigments and patina from use Excolección colonial, Bégica; Excolección privada, Palma de Mallorca ¬ Colonial collection, Belgium; Private collection, Palma de Majorca [altura: 80 cm ¬ HEIGHT: 31.4"]
Máscara sociedad iniciática kifwebe ¬ KIFWEBE SOCIETY MASK
Primer tercio del siglo XX ¬ First third of the 20th century Pueblo songye. Este de la República Democrática de Congo ¬ Songye people. Eastern Democratic Republic of the Congo Madera con pigmentos y pátina de uso ¬ Wood with pigments and patina from use Antigua colección Peter Loebarth; Colección privada, Madrid ¬ Former Peter Loebarth collection; Private collection, Madrid [altura: 24 cm ¬ HEIGHT: 9.4"]
Colgante de dignatario sociedad iniciática kifwebe ¬ KIFWEBE SOCIETY DIGNITARY PENDANT
24-25
Kifwebe
¬ KIFWEBE, 2008
[acrílico sobre tela, 185 × 211 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 73" × 83"]
Nkisi Nkonde
¬ NKISI NKONDE, 2009
[técnica mixta sobre papel, 127 × 97 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON PAPER , 50" × 38"]
26-27
Manyanga
¬ MANYANGA, 2009
[técnica mixta sobre papel, 127 × 97 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON PAPER , 50" × 38"]
Paraíso Colonial
¬ COLONIAL PARADISE, 2010
[técnica mixta sobre papel, 132 × 299 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON PAPER , 52" × 118"]
28-29
Fábula
¬ FABLE, 2 011
[acrílico sobre tela, 109 × 183 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 43" × 72"]
Caballo esperando
¬ WAITING HORSE, 2011 [acrílico sobre tela, elipse vertical, 30 × 22 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, VERTICAL ELLIPSE , 12" × 9"]
Nsusu muteka ¬ NSUSU MUTEKA, 2011 [acrílico sobre tela, elipse vertical, 30 × 22 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, VERTICAL ELLIPSE , 12" × 9"]
¬ THE RETURN, 2 0 1 1
[acrílico sobre tela, elipse horizontal,
40 × 30 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, HORIZONTAL ELLIPSE , 16" × 12"]
El retorno
30-31 ¬ PARTNERS, 2011
[acrílico sobre tela, elipse horizontal,
40 × 30 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, HORIZONTAL ELLIPSE , 16" × 12"]
Asociados ¬ INTRUDER, 2011
[acrílico sobre tela, elipse horizontal,
40 × 30 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, HORIZONTAL ELLIPSE , 16" × 12"]
Intruso
La Cibaeña
¬ CIBAEÑA, 2 0 11
[técnica mixta sobre papel, 57 × 39 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON PAPER , 22.5" × 15.5"]
32-33
Criolla en la playa de Juan Dolio
¬ CREOLE GIRL IN JUAN DOLIO BEACH, 2011
[acrílico sobre tela, 61 × 91 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 24" × 36"]
En un ejercicio de fuerza romper la armonía carecía de importancia · IN A STRENGTH EXERCISE, BREAKING THE HARMONY WAS NOT IMPORTANT, 2015 [acrílico sobre tela, 91 × 212 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 36" × 83.5"]
34-35
¿Tú ‘etás’ guapo?
¬ YOU LOOKING HANDSOME?, 2012
[acrílico sobre tela, 76 × 102 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 30" × 40"]
36-37
Diálogo al paso con Lam
¬ DIALOGUE ON THE WAY WITH LAM, 2013
[acrílico sobre tela, 210 × 180 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 97.5" × 72"]
Ngo
¬ NGO, 2 0 1 3
[técnica mixta sobre papel amate, 122 × 244 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON AMATE , 48" × 96"]
38-39
Escogiendo Presa
¬ CHOOSING A QUARRY, 2013
[técnica mixta sobre papel amate, 122 × 244 cm ¬ MIXED TECHNIQUE ON AMATE , 48" × 96"]
Les Fetiches Nkisi en Guerre
¬ NKISI FETISHES AT WAR, 2015
[acrílico sobre tela, 138 × 295 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 54.5" × 116"]
40-41
De tarde na terra angolana
¬ AFTERNOON IN ANGOLAN LANDS, 2015
Lembranca da guerra, vamos embora
Premonición
¬ PREMONITION, 2015
[acrílico sobre tela, 42 × 190 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 17" x 74"]
¬ MEMORIES OF WAR, LET’S GO, 201 5
[acrílico sobre tela, 30 × 110 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 12" × 43"]
[acrílico sobre tela, 26 × 184 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 10" × 72"]
42-43
Los destinos se decidieron en el mar
¬ DESTINIES WERE DECIDED AT SEA, 2015
[acrílico sobre tela, 36 × 188 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 14" × 74"]
País ideal en la distancia
¬ IDEAL COUNTRY IN THE DISTANCE, 2015
[acrílico sobre tela, 36 × 188 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 14" × 74"]
Una presencia propiciadora
44-45
¬ A PROPITIATING PRESENCE, 2015
[acrílico sobre tela, 56 × 178 cm ¬ ACRYLIC ON CANVAS, 22" × 70"]
José Bedia nació el 13 de enero de 1959 en La Habana, Cuba. Creció y estudió en el capitalino barrio de Luyanó del municipio 10 de Octubre. Desde edad muy temprana le entusiasmó el dibujo, las historietas y la ilustración, por lo que en su adolescencia ingresó en la famosa Academia de San Alejandro, siendo, desde muy joven un alumno talentoso que se destacó dentro de su generación. Allí aprendió gran parte de las destrezas formales que él ha desarrollado durante el transcurso de su larga y prolífera carrera. Tras San Alejandro forma parte de los primeros egresados en el recién creado ISA, el Instituto Superior de Arte de La Habana, de donde se licenció con honores. Iniciador de una transformación radical del Arte Cubano de su tiempo, la cual arrancó con la conocida muestra Volumen 1 de la que Bedia formó parte muy activa. Su pasión por las culturas primalistas amerindias se complementaron con sus dedicados estudios antropológicos en la cultura afrotrasatlántica, ahondando desde la fe en las religiones y creencias de los cultos de la Regla Kongo —en la que se inicia en el año 1983— y la Regla de Ocha, así como de Hombres Leopardos o Abakuas, entre muchas otras. Viajó a Angola en las Brigadas Culturales Internacionalistas que apoyaron la contienda de la Guerra Angoleña-Cubana contra Namibia y Sudáfrica, su contacto con el continente Madre y la Guerra incentivó mucho más sus preocupaciones por las raíces africanas de la cultura americana. Una inquietud que tras fijar su residencia fuera de su país natal —primero en México y luego en Miami, ciudad en la que reside desde el año 1993— ha podido desplegar en países como Perú, Chile, México, Haití, República Dominicana, Puerto Rico, Zambia, Botswana, Kenya, y Tanzania. Ese caudal de conocimiento lo llevó a realizar una obra que versa sobre cómo sobreviven en nuestros días las herencias culturales que nos levantan como ciudadanos de hoy. Gracias a la solidez de este trabajo, caracterizado por la mezcla de «relatos fabuladores» —que él llama «lecciones alfabetizadoras»— de los micro-universos cosmogónicos de las culturas ancestrales y su arraigo en las actuales culturas populares, ha participado en las Bienales de La Habana, São Paulo, Venecia, y Beijing, entre muchas otras; donde ha sido merecedor de diversos premios, residencias y distinciones que lo colocan como uno de los creadores más prestigiosos y relevantes del Arte realizado desde las Américas de la segunda mitad de siglo xx hasta la actualidad. Ya sea por su resolutiva y precisa destreza como dibujante, su impactante capacidad pictórica o su expansivo, enigmático y envolvente instalacionismo. Obra que se encuentra en colecciones como el Museo Nacional Palacio de Bellas Artes de La Habana, así como el MoMA, el Metropolitan Museum y el Whitney Museum of American Art de Nueva York, el Guggenheim, el Tate Modern, el Smithsonian Museum, la Colección Daros de Zúrich, el MOCA, el MAM y el PAMM de Miami o los españoles MEIAC, DA2, IVAM y CAAM.
José Bedia was born on January 13, 1959, in La Havana, Cuba. He grew up and studied in the capital district of Luyanó in the municipality 10 de Octubre. From an early age he excelled in drawing, comics and illustration, and as a teenager he joined the famous San Alejandro Academy. As a talented student, he developed the formal skills that he has been using during the course of his long and prolific career. After San Alejandro, he graduated with honors from the ISA , Instituto Superior de Arte de la Habana. He was a pioneer of the radical transformation of Cuban Art that inaugurated the Exhibition Volumen 1, which Bedia was integral part of. His passion for the primal Amerindians complemented his anthropological studies on Afro-Transatlantic cultures, studying in depth the faith, believes and religion of the “La Regla Kongo” (in which he was initiated in 1983), the “ Regla de Ocha”, and the Leopard Society of Abakuas, among many others. He traveled to Angola as part of the International Cultural Brigades who supported the struggle of the Angolan-Cuban War against Namibia and South Africa. This contact with the mother continent and the war increased his interest about the African roots of American culture. This interest took him to visit countries such as Peru, Mexico, Haiti, Dominican Rep., Puerto Rico, Zambia, Botswana, Kenya, and Tanzania. After residing in Mexico he moved to Miami Florida, where he currently lives. This vast knowledge has marked his work and shows how this cultural heritage has influenced our actual daily lives. Thanks to this solid work, characterized by the mix of “storytelling” that he calls informative lessons about the cosmogonic Universes of the ancestral cultures and the influence in popular cultures, his work has been exhibited in La Habana, São Paulo, Venice and Beijing Biennales, where he has received awards and acclamation positioning him as one the most notorious and prestigious creators of art from the second half of the 20th century to the present. Due to his decisive and precise skill as a draftsman, his striking pictorial capacity, enigmatic and enveloping installations, his works are in very important private and Public collections such as Museo Nacional Palacio de Bellas Artes (La Habana), MoMA ,Metropolitan Museum, Whitney Museum of American Art (NYC), Guggenheim, Tate Modern, Smithsonian Museum (Washington), The Colección Daros (Zurich), MOCA, MAM and PAMM in Miami or MEIAC, DA2, IVAM, CAAM in Spain.
EXPOSICIONES INDIVIDUALES ¬ SOLO EXHIBITIONS
Tribal Affinities, Tambaran Gallery, New York. ¬ Parábola del jaguar, Colegio Civil Centro Cultural Universitario, Monterrey, México. ¬ Isla, monte, animal, gente, Galería Artizar, Tenerife. 2 0 1 5 Somalian Prey, Museo San Telmo, San Sebastián. 2 0 1 4 Syncretism and Spirituality: The Art of Jose Bedia, Kimora Gallery, Anchorage, Alaska. ¬ José Bedia / Katja Loher: Interplanetary Kisses, Lyle O. Reitzel, Santo Domingo, República Dominicana. ¬ Solitary Sailor, Fred Snitzer Gallery, Miami. 2 0 1 3 Recurrencia del animal solitario, Fundación Iturria, Montevideo, Uruguay. ¬ Nfumbi Mizidi, Museo de Caguas, Puerto Rico. ¬ Oscuras aventuras gráficas, Lyle O. Reitzel, Santo Domingo, República Dominicana. 2 0 1 2 Paintings by Jose Bedia, Heriard-Cimino Gallery, New Orleans. ¬ Transcultural Pilgrim, Miami Art Museum, Miami. ¬ Une Saison en Enfer, Fred Snitzer Gallery, Miami. ¬ Historias de un país gentil, Lyle O. Reitzel Gallery. Santo Domingo, República Dominicana. ¬ Entre dos mundos, Casa de América, Madrid. ¬ Nomadismos (instalaciones), The Het Domein Museum, Sittar, Holanda. ¬ Instituto Cabrera Pinto, La Laguna, Santa Cruz de Tenerife. 2 0 1 1 Transcultural Pilgrim, Fowler Museum at UCLA, Pasadena. ¬ Nomadismos (instalaciones), CAAM, Las Palmas de Gran Canaria. 2 0 1 0 Entre dos mundos, IVAM, Valencia. ¬ Faces In The Landscape, Latin American Masters, Los Angeles. ¬ Fragment of Journeys, New Orleáns Museum of Art, New Orleáns. ¬ Heriard-Cimino Gallery, New Orleáns. ¬ José Bedia: 15 años, MIA (Miami Internacional Art), Stand Lyle O.Reitzel Gallery, Miami Convention Center. ¬ ¿Cómo empezó todo?, Museo de Arte de Puerto Rico, San Juan, Puerto Rico. 2 0 0 9 Rituals of Passage, Lyle O.Reitzel Gallery, Miami. ¬ Grafologías, Sala Caja Granada, Jaén. ¬ José Bedia Ray Smith, Pinta Internacional Fair Art, Stand Galería Sandunga, Metropolitan Pavilion, New York. ¬ Apuntes de viajes, Enlace Arte Contemporáneo, Lima, Perú. ¬ Re-corridos..., GE Galería, Monterrey, México. ¬ Analogía mística, Galería Sandunga, Granada. ¬ X Bienal de La Habana, Resistance and Freedom: Wifredo Lam, Raúl Martínez y José Bedia, Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana. ¬ Solo Project, Arteamericas 09. Latinamerican Art Fair, Cortesía Galería Lyle O. Reitzel, Miami Beach. 2 0 0 8 A mi aire, Enlace Arte Contemporáneo, Buenos Aires. ¬ Makishi + Nkisi, Galería Lyle O. Reitzel, Santo Domingo, República Dominicana. ¬ Status Quo, Costantini Arte Contemporanea, Milán. ¬ Project Rooms, dentro del proyecto: En el posterior de las Américas, MIART´08, Galería Lyle O. Reitzel, Fiera Internacional d Arte, Milán. ¬ Historias del Sur, Galería Animal, Santiago de Chile. 2 0 0 7 Obra reciente: pinturas & dibujos, stand Galería Lyle O. Reitzel, en CIRCA 07, San Juan, Puerto Rico. ¬ First Hand, Fredric Snitzer Gallery, Miami. ¬ In-Project, Fredric Stnizer Gallery, Art Basel Miami Beach 08. ¬ 2016
Imágenes primigenias II, Enlace Arte Contemporáneo, Lima, Perú. ¬ Imágenes primigenias I, Enlace Arte Contemporáneo, Lima, Perú. ¬ Im-Pulse, Galería Ramis Barquet, Chelsea, New York. ¬ Paintings & Drawings (1992-2006), George Adams Gallery, New York. 2 0 0 6 El estado de las cosas, Fredric Snitzer Gallery, Miami. ¬ Obras recientes 2002-2005, Museo de Arte Moderno, Santo Domingo, República Dominicana. 2 0 0 5 Al menos una señal, Galería Spatium, Caracas, Venezuela. ¬ There, Around the corner, Galería Ramis Barquet, Chelsea, New York. ¬ La noche y el despertar, Galería Ramis Barquet, Monterrey, México. ¬ Fieldwork, Fredric Snitzer Gallery, Miami. ¬ One Man Show, Palmbeach Contemporary Fair Art & Photography, Stand Fredric Snitzer Gallery, Palmbeach. 2 0 0 4 Galería Lucía de la Fuente, Lima, Perú. ¬ Galleria Claudio Poleschi, Lucca, Italy. ¬ Obra reciente, Galería Thomas Cohn, São Paulo. ¬ 1990-2004, Museo de Arte Contemporáneo de Panamá. ¬ Estremecimientos, MEIAC, Badajoz; DA2 (Domus Artium 2002), Salamanca; Instituto de América / Centro Damián Bayón, Santa Fe, y el Museo Casa de los Tiros, Granada. ¬ El jaguar y la anaconda, Fredric Snitzer Gallery, Miami. 2 0 0 3 Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires. ¬ Opere recenti, Galleria Alessandro Bagnai, Florencia. ¬ Último fruto de temporada, Iturralde Gallery, Los Angeles. ¬ Lo que me dijo la Virgen, Galería Ramis Barquet, New York. ¬ Narraciones incompletas, Galería Nina Menocal, México D.F. ¬ Nsila - El camino, Cantor Arts Center’s, University of Stanford, San Francisco. ¬ Santos y bandidos, Galería Nader, Santo Domingo, República Dominicana. ¬ Tú tienes que estar allí, Fredric Snitzer Gallery, Miami. 2 0 0 2 Gallagher Gallery, Royal Hibernian Academy, Dublin, Ireland. ¬ Centro Cultural Español, Santo Domingo, República Dominicana. ¬ Lección silenciosa, Klaus Steinmetz Arte Contemporáneo, San José, Costa Rica. ¬ Fieldwork, Miami-Dade Community College Wolfson Campus’ Centre Gallery, Miami. ¬ The Transportable Cultural Hero, Laumeier Sculpture Park, St. Louis, MO. ¬ Blanco espiritual, Museo de Bellas Artes de Granada, Palacio de Carlos V, Granada. ¬ Proverbios, Fredric Snitzer Gallery, Miami. 2 0 0 1 Annina Nosei Gallery, New York. ¬ Condición visionaria, Iturralde Gallery, Los Angeles. ¬ Works on Paper, Galería Ramis Barquet, New York. ¬ Back in Africa, Fredric Snitzer Gallery, Miami. ¬ Elson Artistin-Resident Project: José Bedia, Addison Gallery of American Art, Phillips Academy, Andover, Massachusetts. 2 0 0 0 Rodeado de mar., Contemporary Art Center of Virginia, Virginia Beach, VA. ¬ Diámetro negro, FIAC 2000, Galería Ramis Barquet, París. ¬ Things We Need, New Paintings, George Adams Gallery, New York. ¬ Fragmentos de una historia, Fredricric Snitzer Gallery, Miami. 1 9 9 9 Galerie Nathalie Obadia, París. ¬ Galería Ramis Barquet, New York. ¬ Annina Nosei Gallery, New York. ¬ The Art Museum, Florida International University, Miami. 1 9 9 8 Byron C. Cohen Gallery for Contemporary Art, Kansas City. ¬ Joslyn Art Museum, Omaha, Nebraska. ¬ I Bienal de Lima, Perú. ¬ Objetos de trueque, Fredric Snitzer Gallery, Miami. ¬ Crónicas americanas, Museo Rufino Tamayo, México D.F. ¬ The Island, the Hunter and the Prey, Wichita State University Edwin A. Ulrich Museum of Art, Wichita, Kansas. ¬ Mi esencialismo, David Floria Gallery, Aspen, Colorado.
Der Brucke Arte International, Buenos Aires. ¬ Crónicas americanas, MARCO (Museo de Arte Contemporáneo), Monterrey, México. ¬ Errónea artesanía, George Adams Gallery, New York. ¬ Historia de animales, Fredric Snitzer Gallery, Miami. ¬ The Island, the Hunter and the Prey, SITE Santa Fe, New Mexico. 1 9 9 6 La isla, el cazador y la presa, Galería Der Brucke, Buenos Aires. ¬ Drawings, Porter Troupe Gallery, San Diego. ¬ Mi esencialismo / My Essentialism, Douglas Hyde Gallery, Trinity College, Dublin, Ireland; Pori Art Museum, Finland; George Adams Gallery, New York. ¬ New Drawings, Fredric Snitzer Gallery, Coral Gables. 1 9 9 5 Cosas redondas, Museum of Art, Fort Lauderdale, Florida. ¬ Mundele quiere saber, Fredric Snitzer Gallery, Coral Gables; Terrace Gallery of Orlando City Hall, Florida. 1 9 9 4 De donde vengo, Institute of Contemporary Art, University of Pennsylvania, PA; Center for the Fine Arts, Miami, and the Museum of Contemporary Art, San Diego. ¬ Casi todo lo que es mío, Fredric Snitzer Gallery, Coral Gables. ¬ Obra reciente, Thomas CohnArte Contemporánea, Río de Janeiro, Brasil, Frumkin/Adams Gallery, New York. 1 9 9 3 La Isla en Peso, Galería Nina Menocal, México D.F. ¬ Fábula, Galería Fernando Quintana, Bogotá. 1 9 9 2 New Paintings and an Installation, Frumkin/Adams Gallery, New York. ¬ Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Museo de Arte Contemporáneo Carrillo Gil, México D.F.; Frumkin/Adams Gallery, New York. ¬ El hombre de hierro, Galería Curare, México D.F. 1 9 9 1 Galería Ramis Barquet (Monterrey) ¬ Ninart Centro de Cultura, México D.F. ¬ Large-Scale Drawings, Frumkin/Adams Gallery, New York. ¬ Los presagios, Casa de África, IV Bienal de La Habana. 1 9 9 0 Sueño circular, Ninart Centro de Cultura y Galería Ramis Barquet, México D.F., Monterrey, México. ¬ Recent Work, Foresty Gallery, London, Canadá. 1 9 8 9 Viviendo al borde del río, Castillo de la Real Fuerza, La Habana; Galería Ángel Romero, Madrid. ¬ Final del centauro, Castillo de la Real Fuerza, La Habana. 1 9 8 7 Tres visiones del héroe, Castillo de la Real Fuerza, La Habana; Galería Ángel Romero, Madrid. 1 9 8 6 Dibujos, Galería Ángel Romero, Madrid. ¬ Crónicas americanas III, Centro Wifredo Lam, La Habana; Metropolitan Museum of Manila, Philippines. 1 9 8 4 Persistencia del uso, Museo Nacional de Bellas Artes, La Habana. 1 9 8 2 Crónicas americanas II, Casa de la Cultura de Plaza, La Habana. 1 9 8 0 Crónicas americanas I, Casa de la Cultura de Plaza, La Habana. 1997
AFROBEDIA Del 7 de octubre al 25 de noviembre de 2016
©
© de la obra, el artista de la edición, Poparte Galería ¬ © del texto, Nelson Herrera Ysla
CO M ISA RIO / C UR ATO R :
Juan Carlos López Popa Eugenio Fontaneda - Inartia Logística Cultural
C OOR DIN AC IÓ N EDITOR IA L / EDI TO R IA L CO-ORD IN ATION :
DIS EÑO G R Á FI CO / G RA PH I C DE SIN G :
Alfonso Meléndez Eugenia Vargas Daniels (p. 1) ¬ Gory (pp. 12-13) Pablo Linés (imagen de camisa y pp. 14-20 y 22-45) ¬ Juan Sanz (p. 20) ¬ Arantxa Oltra (p. 21) ¬ Alfonso Bustos (p. 23) T RA D UCC IÓ N / T RAN SL ATIO NS : Trinor. Traductores e Intérpretes del Norte ¬ E DI C IÓ N Y RE V IS IÓ N DE TE XTO S / E DI TIN G A ND REV I SI ON : Ángel Aguado IMPR ES IÓ N / PR IN TIN G : Service Com C RÉDI TOS FOTOGR ÁF ICO S / P HOTOGR AP H IC C OP Y RIG H T :
[ C O RT ES Í A C OL EC C I Ó N OS B E L
S UÁ RE Z ]
ISBN : 978-84-617-5182-2
¬ DEPÓSITO LEGAL : M-35012-2015
AGR A DE C IMIEN TOS / ACK NOW L EDGME NT S : Lys
Cortés, Enrique Roig, Osbel Suárez, Ángel Martín, José Bedia Jr., Begoña Vivanco, Enrique y Arantxa Oltra, Elena Leal, Carmen García, Roberto Fernández, Ana Maroto, a mis padres, Juan López Palacio y Olga Popa Hernández, y a mi hijo Carlos López Cortés.
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