Pregón de la Romería en Honor a Ntra. Sra. de la Cabeza
Arjonilla, 9 Abril de 2016
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Edita: CofradĂa de Ntra. Sra. de la Cabeza de Arjonilla
Ntra. Sra. de la Cabeza
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PRESENTACIÓN DEL PREGONERO DE LA ROMERÍA EN HONOR DE NTRA. SRA. DE LA CABEZA Arjonilla, 9 de abril de 2016 Alfredo Ybarra Sr. Alcalde, Miguel Ángel Carmona. Señor cura párroco y consiliario de la Cofradía, don Ángel Sigënza. Sr. Presidente de la Cofradía de la Virgen de la Cabeza de Arjonilla, José Cledera; vicepresidente: Francisco Navarro, tan por mi apreciado. Miembros de la Junta Directiva de esta antigua y venerable Cofradía, que tomáis en este ciclo colegiadamente el cargo de Hermanos Mayores. Querida Hermana Mayor saliente, Queca Gómez. Señor pregonero: mi admirado Aurelio. Alfonso Rueda, mi querido presentador del acto,. Sra. Cartelista, Joaqui Segado. Distinguidas autoridades, cofrades, romeros, amigos. Un año más, los vencejos con sus acrobacias dibujan en el cielo sonrisas de filigrana. Alzando la vista se divisa un firmamento nuevo. Y es que algo pasa; no sólo el tiempo cambia. Se abren de par en par los postigos de la
Teatro Municipal El Trovador
vida, de la naturaleza, del ciclo de los días, pero también de las emociones más valiosas del ser humano. Sí, una naturaleza que en su etimología es un renacer, una llamada a la siembra, una espera a los nuevos frutos. Primavera que es metáfora materna, manantial de una espiritualidad inherente al ser humano. Es un tiempo para confluir, para el afecto por tanto; o lo que es lo mismo, nos convoca al amor, a la devoción. Y secularmente así lo hacemos, desde el siglo XIII, oteando más allá del Guadalquivir, elevándose la mirada desde las riberas del Jándula y su encrucijada hasta esa señera cúpula del Cabezo, donde se alza y extiende en todos, desde su templo, la Virgen de la Cabeza, siendo para nuestra alma símbolo de una primavera (un renacer) perenne. Es la Romería. Y si durante todo el año la Virgen de la Cabeza abre su regazo y nos
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acoge en su camarín ( en la estancia de lo más descifrado), ahora quiere salir, concretamente, en nuestra búsqueda; aunque siempre nos averigua en todo y para todo. Ahora quiere unirse a la celebración de la regeneración de la vida, de la historia, de la fe, del universo de las almas. Ella es la propia fuente de la celebración, donde el firmamento humano, y espiritual, y la naturaleza, cielo y tierra, se funden en un abrazo que simboliza esa misericordia de Dios que encarnamos en este año. De todas partes se llega, en todas partes se mira, esa cumbre del Santuario de Sierra Morena que en primavera y abril se hace crisol de lontananzas. Su devoción es universal y trasmina ese amor y perdón que Jesús nos transfiere con su total mensaje. Es la Romería de la Virgen de la Cabeza, y, Arjonilla, repica desde los hondones de su alma para auparse hasta Ella, hasta la Morenita en comunión de auroras apiñada en los sentimientos. Y lo hace siguiendo una tradición secular que hace de una piedad, pilar donde se han asentado generación tras generación las identidades espirituales de Arjonilla y sus perspectivas trascendentes. Y ahora, vosotros, arjonilleros, sois los receptores de esa heredad tan valiosa, tan única, que tanto nos enriquece en una comunión misericordiosa. Si, precisamente en este Año Jubilar de la Misericordia, Ella, nos convoca, nos alienta y nos pone en camino para abrirnos de par en par esa armonía suprema que es el Amor. Y Arjonilla responde, como siempre ha sido, como siempre es, como siempre será, con ese no sé qué que agavilla una identidad extraordinariamente impar. Arjonilla ahora ya se prepara para el encuentro, para ese festivo y a la par conmovedoramente bautis-
mal acontecimiento del último domingo de abril. Y tañe, y lo quiere anunciar. Lo participa con el aldabonazo estético de un cartel. Y también nos llama con esa tradición tan pretérita de los pregoneros, que dan aviso y convocan para la reveladora conmemoración. Un cartel que acabamos de desvelar, realizado por Joaqui Segado Aybar, donde ha puesto en cada pincelada esos borbotones de piedad, hechos savia alimentaria del alma, que ha bebido en su propia familia, tan cofrade y tan romera, y en las gentes de Arjonilla en cuyas pupilas está grabada la Morenita a fuego de amor. Un cartel que nos ha presentado, como todo este acto, Alfonso Rueda, mi admirado Alfonso Rueda, con esa entrega y dedicación de quienes llevan el océano de su tierra sobre sí, de tanto apego, con la misión de poner el marco, y la luz, y la voz, a las efusiones arjonilleras. No hay mejor cicerone que Alfonso para significar la historia, la actualidad, los personajes, el pálpito de la Arjonilla más enhiesta. Con la emoción a flor de piel y con la gratitud hacia aquellos que confiaron en mí el pasado año para pronunciar el pregón de la Virgen de la Cabeza de esta Arjonilla, santo y seña de tantas admirables esencias, acudo nuevamente, al atril de este Teatro del Trovador, tan bellamente acogedor, para vivir, para sentir la primavera romera que Arjonilla encumbra en la voz y en los ojos emocionados de un nuevo exaltador. Pregonero que por muchos motivos va a anunciar la religiosidad popular, la alegría festiva que Arjonilla acuna. Pero además, va a abrir con sus palabras y sentires ese caudal, el genuino, que es el de la idiosincrasia y espíritu arjonilleros. En mi mente se agolpan los recuerdos de aquél 11 de abril de 2015,
Ntra. Sra. de la Cabeza en el que quise contaros, con el corazón en la mano, mi sentimiento y vivencia devocional y romera hacia la Morenita. Intenté profesar y expresar vuestro pálpito, tan sonoro, tan llano, tan vigoroso cuando abrís los ojos del alma a la Virgen de la Cabeza. Procuré ser digno acreedor de la encomienda que me habíais hecho de pregonar vuestro pulso devoto y romero a la Morenita. En el proceso, desde la propuesta hasta el día pregonado, pude entender muchas cosas de por qué Arjonilla tiene ese halo, esa brisa de honrada y rutilante personalidad. Jamás tendré, junto a mi familia, con qué pagar tanto cariño recibido. Aquél día me fundí con vosotros, siendo una sola voz, un sólo sentimiento, una sola bandera, un solo joyel que deposité a las benditas plantas de esa preciosa imagen que se venera en la ermita que llevara el nombre de Santiago y que ahora se rubrica con el de la Virgen de la Cabeza. Gracias y que Dios os lo pague con creces. Lo sabía, pero certifiqué en mis propias carnes, la bonhomía de la gente de aquí, vuestra cordialidad, vuestro saber estar; lo bien que sabéis hacer las cosas y aprendí que todavía hay sitios que se sienten comunidad, que unos y otros se echan una mano cuando hay que hacerlo, cuando hay que ayudar en una necesidad, o en pos de un interés, y cuando todos a una aportan su grano de arena para agrandar y lucir ese granero que forma el ser y el sueño arjonilleros. Y este año es un lujo contar con un pregonero, de excepción, como el que dentro de un momento va a ocupar este atril. Aunque nacido en Torredonjimeno, en 1950, a los dos años ya con su familia se avecindó en Arjonilla. Por eso, Aurelio Ortega Barrera, que hoy es el adalid de la bitácora de la palabra, y por
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mucho, es un arjonillero de ancha pleamar. Hombre que bruñe con celo el espíritu de la familia, está casado con María Luisa y tienen tres hijos: Aurelio, Carlos y Alejandro, y hoy disfrutan a boca llena con renovada juventud de ser abuelos con sus dos nietas. Su biografía nos delata que ha sido siempre una persona activa, que nunca se ha conformado con el estar, sino que ha buscado labrar el ser. Ya desde niño, me cuentan era una persona indagadora de las cosas, inquieto por intereses que para cualquiera podrían no ser cardinales, y sin embargo para él sí. Le gustaba fijarse en esas cosas que pasan en los pueblos, que los hacen ser como son, así, y no de otro modo, eso que llamamos la identidad. Aurelio Ortega es desde siempre una persona comprometida activamente con su pueblo y especialmente con el alma de las gentes de Arjonilla. Estudió magisterio, en 1966, coordinó Actividades Deportivas y de Festejos en el Ayuntamiento, y desde ese mismo año es corresponsal del diario Jaén, hasta su marcha a Córdoba en 1973, donde trabaja como maestro en el Colegio la Inmaculada. En 1976 se traslada a Villa del Rio hasta 1979. Ese año es nombrado definitivo en Conil de la Frontera (Cádiz), y desde el año académico 1980/81 ha permanecido en Arjonilla donde ha desempeñado las funciones de director del colegio García Morente. Participó en el grupo Trovador “84”, equipo pionero en la reforma educativa de aquellos años, que impartió cursos de Lengua y Literatura, composición escrita y versificación en los CEPs de Jaén y Andújar y en distintos centros formativos. En esos años, me recordaba Aurelio, nos conocimos en unas jornadas que coordiné de literatura infantil en Andújar. Y ya apre-
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cié en él esa persona letrada, docta y ética, en definitiva, con las que es un gusto relacionarse por su condición formada y humanista, que huye de tantas banalidades. Formó parte de los primeros Consejos Directivos del CEP de Andújar, dio cursos de informática para desempleados, patrocinados por el Inem, siendo miembro del equipo directivo del IES Juan del Villar los últimos años de su carrera docente y coordinador y redactor de la revista “Los Argonautas”, hasta su jubilación en 2010. Socialmente ha desarrollado funciones diversas entre las que destacan: Director de la Casa de la Cultura durante varias etapas, Concejal de Festejos del Ayuntamiento de Arjonilla de 1983 a 1987, Concejal hasta 1991 y colaborador en la Parroquia, donde dirige y coordina la revista digital “Al pie de la Parroquia”. Es un colaborador intrínseco de la parroquia realizando incluso una significativa y complementaria labor ministerial. Todo este curriculum ya nos define muy mucho a Aurelio. Admirador de García Morente, ha escrito muchos artículos sobre el universal filósofo arjonillero, participando y coordinando muchos actos sobre el mismo. Como dijo el profesor e investigador Ángel Casas en un escrito encomiable, dirigido a nuestro pregonero de hoy, le dice: “Eres un gran hombre, que ni puede ni necesita escuchar palabras de elogio, procurando siempre esquivarse modestamente” Y también le señala: “no todas las personas que conocemos son irrepetibles; personas como tú si son irrepetibles, eximio Aurelio.” Y así es, porque a las grandes personas, ante todo, las define su sencillez y modestia, lo que concurre en quien en breves momentos nos va a dirigir la palabra, además de su alta y honda labor.
Una persona que en su profesión de enseñante ha tenido el principal objetivo de infundir valores humanos, algo que tanto aprecia como referente de vida. Aurelio no ha sido nunca ajeno al fervor arjonillero por la Virgen de la Cabeza, algo que siempre ha compartido y vivenciado entre sus tantas inquietudes. Como persona de mente indagadora ha buscado desgranar tantos momentos donde Arjonilla expresa una rúbrica muy singular, propia, hacia la Morenita. Hombre de fe, sabe discernir el mensaje que la fiesta romera y el palpitar más hondo y sentido de la Morenita nos transmiten. Por eso, por tanto, Aurelio, es un pregonero de lujo que va a inundar este teatro y los vientos romeros de enjundia, sentimientos, devoción, mensaje evangélico, arjonillerismo, y requiebros en sus afortunadas palabras. Y mientras, ya invito a Aurelio a ocupar el estrado que hoy más que merecidamente le corresponde, quisiera finalizar con una invocación: “Con Ella, romeros de la Misericordia”. Dirijamos a Ella la antigua y siempre nueva oración del Salve Regina, para que nunca se canse de volver a nosotros sus ojos misericordiosos, y nos haga dignos de contemplar el rostro de la misericordia, su Hijo Jesús. Y más que nunca nos abra al abrazo de las almas el exclamar: ¡Viva la Virgen de la Cabeza!
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Aurelio Ortega Barrera 9 DE ABRIL DE 2016 PREGÓN
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1. PRÓLOGO Tiene Arjonilla dos torres, que definen su belleza, la primera celestial, la segunda fortaleza. La celestial es morada de Cristo Nuestro Señor, la fortaleza fue cárcel de un trovador de Padrón. Enamorado de Elvira, preso de su amor murió, un venablo traicionero le atravesó el corazón. Hernán Pérez de Vadillo, irascible caballero, responsable de la muerte de Macías, noble gallego. Ahora habita allí su alma que vaga por las almenas, mirando hacia las montañas de nuestra Virgen Morena. Cada día habla con Ella y le expresa la grandeza que es para toda Arjonilla... La Virgen..., de la Cabeza. Nuestro pueblo ha gozado de tres personalidades que han dado esplendor a nuestra lengua. En diferentes momentos, Juan del Villar, García Morente y Antonio de Jaén, dejaron su impronta en la historia. El primero, mientras fijaba las bases gramaticales, seguro que haría sus plegarias a la Virgen, como buen jesuita y compondría versos que, lamentablemente, no han llegado a nuestros días. El segundo, García Morente” se convirtió, en parte, gracias a la influencia virginal. Todos los días pasaba por la “Rue de la Assomption” de París y no había reparado en ello. El tercero, Antonio de Jaén”, el más próximo en el tiempo, con el que tuve el placer de compartir tantos días, tantas tardes y tanta amistad, todos conocéis su amor a Nuestra Señora la Virgen de la Cabeza.
Ntra. Sra. de la Cabeza Estoy de acuerdo con García Morente cuando dice que eliminar de la vida el valor religioso es lanzar a los hombres a la división, a la hostilidad universal, a la lucha de unos contra otros, al descontento, a la envidia, al resentimiento, a todos esos negros fantasmas implacables que se encubren, desde hace siglos ya, bajo los lindos nombres de libertades, derechos, reivindicaciones, aspiraciones, justicia, igualdad, etc. El error de la época que vivimos, sigue siendo el afán de secularizar la vida. La vida sin Dios desemboca fatalmente en la discordia, en la disolución, en la muerte. ¡Cuánta razón tiene! ¡Ni que lo hubiera escrito en nuestro tiempo! La religión es la pieza esencial de toda vida organizada, los valores religiosos unen a los hombres y mujeres sembrando fraternidad, paz y concordia. La Virgen de la Cabeza, madre de nuestro Señor, nos da la posibilidad de experimentar estos valores. El propio filósofo lo dice: “A Cristo se llega a través de su Madre, María.” Yo añadiría: “A Dios se llega a través de la fe, y María nos puede ayudar porque a través de su vida, conociendo al Hijo podemos llegar al Padre. “Si tuvierais una fe tan grande como la de un grano de mostaza, podríais decir a esta montaña: ¡Muévete! Y ella se movería.” En cierta ocasión leí esta bonita interpretación: Una noche, un hombre leyó esto en su Biblia, después recordó que detrás de su casa había una montaña, cerró los ojos y dijo: “¡Montaña yo te ordeno que te quites!”, después se acostó. A la mañana siguiente despertó rápidamente, abrió la ventana, y vio que la montaña aún estaba en su lugar, y dijo: “yo sabía que no se iba a quitar”. Ese mismo día el hermano de ese hombre, leyó el mismo pasaje de la Biblia, y miró por la ventana y vio la montaña. Se acercó a su ventana y dijo: “ ¡Montaña te ordeno que te quites de ahí! Y se acostó tranquilamente. A la mañana siguiente despertó, fue a la ventana y vio que la montaña estaba en su lugar y dijo: ¡yo no sé quién puso esa montaña ahí, porque yo la quité anoche! Nuestra fe tiene que ser una decisión de la voluntad, haciendo un recto uso de la libertad, que no puede ser sólo racional, sino que necesita de una acción de afecto. La fe es tener seguridad y confianza de que las cosas ocurrirán bajo el poder y el tiempo del Señor. Fe es creer que ocurrirá, lo que Él nos ha prometido y que aún no vemos, sin importar las circunstancias. Fe es esperar en Él y no tener duda alguna de que Él cumplirá. “La fe mueve montañas”, en este caso, la fe nos mueve hacia la montaña, hasta el cerro de “La Cabeza”, llamado por los árabes “Peña Rasa”, en su lengua “Errasa” que significa “cabeza”. Pero Jesús no nos habla de montañas como accidentes físicos del terreno, sino de las situadas en nuestro intelecto, en nuestro corazón, en nuestra voluntad humana; esas montañas que llenas de egoísmo y pereza deben ser desplazadas de nuestro ser, ayudados por esa fe que nos transmite la Santísima Virgen de la Cabeza.
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2. MONTE DE “LA CABEZA” (Noche del 11 al 12 de agosto de 1227.) “Un pastor de Colomera fervoroso y buen cristiano, apacienta sus ovejas entre tomillos del prado. Cuando el crepúsculo apaga las luces de la jornada. Como cada noche, reza a nuestro Dios su plegaria. De repente, una luz fuerte aparece en lontananza, oyéndose al mismo tiempo un tañido de campana. Luces extrañas, que pronto, misteriosamente acaban. Son en un cerro cercano que de “La Cabeza” llaman. Cada noche se repiten las extrañas llamaradas, que despiertan en el pastor una curiosidad sana. Recogido su rebaño, a lo alto se encarama temeroso y recatado, con la emoción que le embarga. Entre graníticos bloques una imagen se destaca, es una mujer morena, con refulgente mirada. Cuando la ve Juan de Rivas se le estremece hasta el alma, postrado se ofrece a ella y aquella imagen le habla: “Mira, Juan, en este sitio quiero que un templo, me hagan.
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Ve a la ciudad más próxima, y anúncialo a quienes mandan. Que María, madre de Cristo, hijo del Dios que tú amas, te lo ha dicho en este cerro que domina la montaña. Para dar certeza al hecho, ese anquilosado brazo lo moverás al instante, harás mejor tu trabajo. Y dirán en todo el mundo: se ha producido un milagro, pues ha sanado el pastor, que encogido tenía el brazo. No sólo de esa ciudad vendrán para recordarlo, sino de todas las partes que invocan mi nombre Santo. Que soy la Virgen del cielo, que el Padre da de regalo no solo a los andujeños, sino a todos los cristianos.” ¡Viva la Virgen María! ¡Viva la Madre de Dios! ¡Viva la Virgen Morena! ¡Qué en un cerro apareció! En el cerro de la Cabeza, donde un humilde pastor apacienta sus ovejas y se acuerda del Señor. 3. SALUTACIÓN, AGRADECIMIENTOS Y DEDICATORIA * Señor Cura Párroco, Consiliario de la Cofradía de Nuestra Señora de la Cabeza y amigo, Ángel Sigüenza; Sr. Alcalde Presidente de nuestro Ayuntamiento, Miguel Ángel Carmona, alumno y querido; Señor Presidente de la Cofradía, José Cledera y Junta de Gobierno; Carmencita y Pedro, Hermanos Mayores del pasado año, Queca y Agustín, Alfredo Ibarra, hermanos cofrades y devotos presentes del pueblo de Arjonilla.
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* Gracias Alfredo, muchas gracias, por tus loables palabras de presentación, fruto del afecto y parcialidad que siempre revela la amistad. Desde que nos conocemos, hace ya muchos años, como tú has dicho, en aquellas jornadas escolares de literatura, no he dejado de seguir tu estela de escritor, periodista, maestro, y, sobre todo de amante riguroso de la Virgen de la Cabeza y de todas las cosas relacionadas con nuestra Madre, por todo ello y por el sentido y emocionante pregón que compusiste el año pasado, por todo lo que has dicho antes, quiero felicitarte y desearte lo mejor. * Mi felicitación a Joaqui por su gran trabajo, no se ha dejado un detalle en su obra, en ella está representado con exquisita sensibilidad, todo lo que transmite a los devotos la imagen de la Virgen, un retrato perfecto y una simbiosis entre el paisaje de la sierra y el de nuestro pueblo. El colorido define dos aspectos antagónicos, el sosiego que produce, en quienes contemplan el cartel, la figura de la Morenita y su hijo y la pasión de un pueblo, que agita al aire sus banderas y eleva el gallardete. La gama cromática utilizada actúa sobre esa sensibilidad y contribuye, junto a la proporcionalidad geométrica de las formas, a acercarnos lo más importante, la Virgen y el Niño y poner en distancia lo humano. La luminosidad es digna de destacar, la combinación de elementos accesorios, como pueden ser la visión que se advierte a través de la calabaza, y el madroño enorme que sostiene la Virgen, junto a la representación del mundo que abarca en su pequeña mano Jesús, nos indican la misión de María, darnos el fruto y también la misión del Hijo: cuidar de la redención de todos. * Mi sincero agradecimiento a quienes me lo pidieron (siempre que se elige a un pregonero, para que este dé el visto bueno hay que llegar con los mejores embajadores, con los más convincentes), hasta entonces, yo había esquivado, desde los comienzos, esta responsabilidad, pero, como digo, cuando se presentaron en mi casa Mary y Francisco, intuí a lo que habían venido y mi respuesta no pudo ser otra que una afirmación rotunda e indubitable. Cuando vine a Arjonilla por primera vez, contaba con 22 meses de vida como ciudadano toxiriano, ahora cuento con 766 meses más como ciudadano arjonillero, soy como un Matusalén en meses, orgulloso de ser arjonillero y dispuesto siempre a poner mi pequeña contribución por el bien de nuestro pueblo. Recién llegados una familia entrañable nos acogió en su casa mientras mi padre encontraba una, eso nunca lo olvidaron mis padres, y por supuesto, yo, les estaré agradecido todos los días de mi vida. Esa familia era la formada por Cristóbal y Benita, los padres de Carmencita, aquí presente, madre de la creadora del cartel, ella fue mi primera amiga, compañera de los primeros juegos en el patio de aquella casa de la calle Ecce-Homo. Permitidme que os recite los versos que, hace unos años, dediqué a Arjonilla: Fue tal vez en un final de primavera, cuando te vi y me enamoré sin darme cuenta del empedrado jaspe de tus calles, de la silueta esbelta de tu torre.
Ntra. Sra. de la Cabeza De la angostura de tu primer abrazo me ha sido imposible despegarme, tanto fue el calor que tú me diste que enrojecí contigo aquella tarde. Soy feliz desde entonces con tus cosas pronunciando tu nombre en la memoria, siempre por los caminos eres mi aliento si recorro tus calles y tu historia. Me haces sentir nostalgia en las mejillas, quizás no sea bastante mi lamento, déjame ser tu sombra en cada puerto Pues das, luz a mi alma, tú... Arjonilla. Ahora quisiera dedicar este pregón a mis padres, a quienes debo la vida y todas las virtudes que me inculcaron, principalmente la fe cristiana, a mis hermanas: Rosa Mari, Isabel que me ve desde un lugar privilegiado y Mari Pili, que siempre están a mi lado; a mis hijos: Aurelio, Carlos y Alejandro, a las que para mí son como hijas, mis nueras: Asun, Estrella y Soraya, y, especialmente, a esas dos nietas que me tienen totalmente en un estado de paroxismo inenarrable: Alba y Alejandra. No olvido a mis suegros, ni a mis cuñados, que para mí son como hermanos, agradezco a Alfonso las palabras que ha dicho, que no me merezco, ni mucho menos, como decía, no olvido a mis suegros Concepción y Alfonso, influyentes ejemplos de buenos cristianos para mí, tampoco olvido a toda mi larga familia, por ambas ramas, ya disminuida por el paso del tiempo, por los que están y los que se fueron.
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XX Pregón 2016 He dejado para el final a quien por la gracia de Dios me uní hace ya casi 42 años, sin contar los 8 de noviazgo y el resto de años desde que la vi por primera vez en la escuela, desde entonces sentí algo muy especial por ella, mi esposa María Luisa, ejemplo de amor hacia mí, para mis hijos y todos los que la conocen. 4. PERO, ¿QUIÉN ES MARÍA? Y, ¿QUÉ MUJERES SE SACRIFICARON COMO ELLA, OBEDECIENDO A DIOS Y CONFIANDO EN ÉL? Buscamos a María de la Cabeza, para pregonar su grandeza, porque María quiso hacerse muy cercana a nosotros, en ese monte que le dio el sobrenombre, apareciéndose al pastor para que tuviésemos una mayor certeza de su existencia, pero, la advocación es una vinculación coyuntural, según el momento y el lugar, se nos aparece con diferentes patrocinios, cuando llega la Semana Santa nos acordamos de Ella y cualquier representación nos hace tener un determinado fervor, dirigir nuestras peticiones según la ocasión; sin reparar que es la misma, se llame Dolores, Soledad, Esperanza, Consuelo, etc. Ha sido Dios Padre quien ha hecho a María responsable desde un principio, quien la ha pregonado desde hace miles de años. Hagamos un breve repaso histórico de estos antecedentes: El relato del Génesis nos dice que todo comenzó cuando se oyó la voz del Padre: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo. Él te aplastará la cabeza y tú le acecharás el talón”. Esta es la primera profecía que habla de María, el primer pregón en el Antiguo Testamento, Ella, descendiente de la mujer, herirá mortalmente en la cabeza a la serpiente, al pecado, y esa enemistad entre la descendencia de la mujer y la progenie de la serpiente continuará hasta el final de los tiempos, como se muestra en la visión del Apocalipsis de San Juan “Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza. Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz. Y apareció en el cielo otro signo: un enorme Dragón rojo como el fuego, con siete cabezas y diez cuernos, y en cada cabeza tenía una diadema. Su cola arrastraba una tercera parte de las estrellas del cielo, y las precipitó sobre la tierra. El Dragón se puso delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo en cuanto naciera. La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono, y la Mujer huyó al desierto, donde Dios le había preparado un refugio para que allí fuera alimentada durante mil doscientos sesenta días”. La mujer puede representar tanto a la Iglesia como a María, porque ella es la Iglesia en su comienzo, la primera creyente cristiana y la que nunca cayó en las manos del mal; el dragón es la conocida serpiente, que trata de eliminar a la mujer, porque el que nace de ella lo va a vencer; el pecado ya no tiene poder sobre los liberados; la caída de Eva y Adán va a ser redimida, la lucha entre el mal y el bien se resuelve con la obediencia de la mujer que está en la gloria de Dios, y es a la vez María y la Iglesia. La figura de la mujer vestida de sol, con la luna a sus pies y estrellas en derredor indica
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que está en la gloria de Dios; esta imagen ayuda a entender mejor la fe de la Iglesia en María Asunta a los cielos en cuerpo y alma: “María, tu eres nuestra madre” (Canta Isabel Corpas) María tu eres nuestra madre, porque el Supremo Hacedor quiso que tu redimieras a los hombres con amor y a las mujeres le dieras un ejemplo de valor. El Dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz. Nos recuerda a Herodes cuando trata de matar al niño Jesús, la cólera de Herodes viene de un odio más profundo, que trata de matar al Mesías libertador que lo iba a vencer. Jesús permaneció fiel al Padre, y aunque el demonio lo tentó en el desierto, nunca se apartó del Padre, siempre fue fiel y obediente, el Dragón no pudo vencerlo. Jesús muere en la Cruz y el demonio aparentemente gana la lucha, pero realmente es vencido por Dios, exactamente allí donde despliega todo su odio y violencia cuando Cristo resucita de la muerte. Más tarde el profeta Isaías anuncia al pueblo de Dios: “Por eso el Señor mismo os dará un signo. Mirad, la doncella quedará encinta y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel.” Isaías nos revela algo más sobre esta virgen: “Saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces.” Esta profecía nos corrobora indirectamente que la virgen que dará a luz al Mesías será de la tribu de Judá y de la familia de David. El Jesé que se menciona aquí, es el padre del rey David, que es de la tribu de Judá. Al principio de la historia de Israel, Jacob ya había profetizado que el Mesías vendría de la tribu de Judá. Aquí Isaías comienza a revelar el papel de la Madre del Mesías. Finalmente, en el Nuevo Testamento se hace la conexión en el Evangelio de San Mateo: (1-18-25) Miqueas, contemporáneo de Isaías también menciona a la Madre del Mesías: “Y tú, Belén Efrata, tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti me nacerá el que debe gobernar a Israel: sus orígenes se remontan al pasado, a un tiempo inmemorial”. “Señora guapa y serrana” (canta Isabel Corpas) Señora guapa y serrana de la sierra eres la flor, del cielo la soberana porque eres madre de Dios y estrella de la mañana. De igual modo, el profeta Jeremías parece insinuar a la Madre del Mesías en este enigmático verso:
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“¿Hasta cuándo andarás por la senda errada, hija rebelde? Pues el Señor ha creado una cosa nueva en la tierra: La mujer rondará al varón con devoción”. La “hija rebelde” es la nación de Israel. La frase parece denotar que Dios va a hacer algo para curar las continuas rebeliones de su pueblo. San Jerónimo explica este versículo como un modelo profético del nacimiento virginal de Cristo. La “cosa nueva” que Dios crea es María de Nazaret quien tendrá la misión de concebir un hombre completo y perfecto, sin mancha del pecado original. “Una salve te recé” (interpreta Isabel Corpas) Una salve te recé, mi Virgen de la Cabeza. Una salve te recé, alabando tu pureza, hasta que te vuelva a ver me invadirá la tristeza La Biblia pregona algunos modelos proféticos de María, tales como Sara, la esposa de Abraham, madre de Isaac y abuela de Jacob, quien llegó a ser el padre de las doce tribus de Israel. Hay semejanza entre Sara y María de Nazaret. Como María, ella mora en Egipto con su esposo por un tiempo. Nunca tuvo hijos, hasta que su milagrosa gestación fue anunciada por un mensajero celestial. Además, Sara le hace al ángel una pregunta muy similar a la que hizo María. María le pregunta al ángel: “¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?” Mientras que Sara dice: “¿Tendré un hijo a esta edad avanzada y siendo viejo mi esposo?” Aunque estén separadas por miles de años, tanto Sara como María viven en tiempos importantes de la historia. En ambos tiempos Dios establece una nueva alianza con su pueblo. “Yo haré una alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa”. A nuestra Virgen el ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido. Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús; él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”. “Tu belleza inmarcesible” (canta Isabel Corpas) Tu belleza inmarcesible elegida fue por Dios tu belleza inmarcesible, para que el Hijo de Dios habitara entre los hombres, nos diera su redención.
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Hanna, madre de Samuel, paradigma de fe, al igual que María, Hanna fue la madre de un gran profeta consagrado al servicio de Dios desde su infancia. Cuánto tuvo que rezar, que hablar con Dios para que la escuchara y concibiera un hijo También Débora y Jael, fueron valientes siervas de Dios Débora es un modelo de sabiduría femenina, En un tiempo en que los israelitas eran oprimidos por los cananeos, reunió a las tribus de Zabulón y Neftalí para combatir contra Sísara, el comandante cananeo. Débora profetizó que el poderoso opresor de los hebreos iba a hallar su fin a manos de una mujer. Este es otro modelo profético de María, quien debe cumplir la profecía de Génesis por medio de aplastar la cabeza de Satanás, la serpiente original. La mujer elegida por Dios para terminar con la vida de Sísara es Jael. Ambas, Débora y Jael son tipos proféticos de María, según podemos ver en el libro de los Jueces Otro libro, el de Judit, nos cuenta como Dios libró al pueblo judío por medio de una mujer valiente y temerosa de Dios. El nombre Judit significa “judía”. Ella es otro modelo profético de la perfecta confianza en Dios que tuvo María y del amor de la Virgen por el pueblo elegido de Dios (Lucas 1, 38-37). Lo mismo que María, ella intercedió delante de Dios por la salvación de su pueblo. La reina Ester es uno de los más bellos tipos proféticos de Nuestra Bendita Madre. Ella también es un modelo de confianza en Dios y en el poder de la oración y el sacrificio personal. Cuando los enemigos del pueblo de Dios preparan un plan para aniquilarlos, ella ruega por su pueblo delante del rey Asuero, arriesgando su vida en el proceso. Esther es una imagen profética de María, la valerosa Reina del Pueblo de Dios. Pero, para nosotros, María es el mejor instrumento de salvación que Dios nos regala. A través de ella recibimos a Jesús. Como Ester, ella es una abogada permanente ante el trono de Dios, para el bien de sus hijos amados. “Madre mía de la Cabeza” (Canta Isabel Corpas) Madre mía de la Cabeza he venido un año más a mostrarte la certeza de que no quiero pecar, pues tu ejemplo de pureza rescató a la humanidad. 5. “HACED LO QUE ÉL OS DIGA” Siempre me ha llamado la atención la actitud de María, madre ejemplar, que en el momento que los responsables nupciales de aquella boda en Caná, angustiados por la falta de vino son interpelados por la Virgen, que transmite a Jesús el problema, a sabiendas de sus poderes como Hijo del Padre. Jesús, al principio, es reacio, pero ella lo soluciona con aquella expresión dirigida a sus parientes: “¡Haced lo que Él os diga!”
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Porque faltaba vino en esa boda tú le pediste que tomara una medida, Él contestó: “No ha llegado mi hora”. Pero insististe: “¡Haced lo que Él os diga! Entonces dijo;” ¡llenad los recipientes!” de agua hasta el filo y llevad a catar este caldo a los presentes, que el maestresala, esperando está Fuiste la mediadora, como siempre mediaste por amor, por caridad, de aquel primer milagro ante la gente, que mostró su gloria celestial. Y pensareis: ¿a qué viene esto? Creo que está claro, en cada momento de nuestra vida, la Virgen nos recuerda estas palabras para que pongamos delante de nosotros todo lo que Cristo nos dice, pero tendremos que preguntarnos: ¿Lo hacemos? Los arjonilleros tenemos en nuestro Patrón el ejemplo de lo que le pidió Jesús a aquel joven del evangelio, que agachó la cabeza y volvió a su vida normal: “Deja todo lo que tienes, dáselo a los pobres y sígueme” y nuestro santo lo cumplió al pie de la letra, hizo lo que Él dijo Desde entonces hemos aprendido a rajatabla lo superficial de este primer milagro, que provocó la Virgen con su insistencia. Nos gusta lo mundano, la diversión de la boda, acompañamos en la comida, en el vino, en la fiesta, pero cuántos nos quedamos en eso, en lo superficial, cuántos acudimos a la romería con la misma actitud, que los que se quedan en la puerta cuando van a una boda. En cualquier boda ante Dios, ocurre el milagro de Caná, allí está su hijo para que no falte de nada, siempre que se lo pidamos de corazón. Esto nos enseña que tenemos que perseverar en nuestras peticiones, delante de la Morenita. Ahora quisiera describir mi agradecimiento a nuestra Señora, inspirándome y remedando al genial Gonzalo de Berceo, autor de los “Miraclos de Nuestra Señora”, coetáneo de Juan de Rivas, por lo que vivió en la época en que se produjo la aparición, Yo, de esta gran fiesta, pregonero nombrado andando en romería llegué una vez a un prado todo verde y precioso, de flores bien poblado, lugar muy a propósito para un hombre cansado.
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Daban un buen olor las flores bien olientes, que refrescan a un hombre las caras y las mientes, manaban como un canto fuentes de agua corriente. en verano bien frías, en invierno calientes. El verdor de los prados y el olor de las flores, las sombras de los pinos que destilan olores, me refrescaron todo y perdí mis sudores: puede vivir el hombre con aquellos sabores. Jamás habría soñado un lugar tan hermoso, ni sombra tan templada, ni aroma tan jugoso, me tumbé extasiado y yací muy gozoso, soñando a la sombra de un árbol frondoso. El prado del que hablo, tenía otra bondad: por calor ni por frío perdía su beldad, siempre estaba muy verde en su totalidad, nunca lo marchitaba ninguna tempestad. Aquel lugar tan bello, parecía el paraíso, donde a Adán y Eva gran regalo Dios hizo, maestro y sabio fue quien todo aquello quiso: hombre que allí viviese no perdería el viso
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Señoras y señores, lo que expresado habemos con oscuros vocablos, aclararlo queremos. quitemos la corteza, al meollo lleguemos, cojamos lo de dentro, lo de fuera dejemos. Todos cuantos vivimos y con los pies andamos, estemos bien despiertos o en un lecho yazgamos, todos somos romeros que nuestra senda andamos. En esta romería tenemos un buen prado, donde acampa con orden el romero honrado: La Virgen Morenita, madre del bien criado, del cual otro ninguno semejante fue hallado. Las cuatro fuentes claras que del prado manaban, son los cuatro evangelios, eso significaban, y los evangelistas, cuatro que los dictaban, cuando los escribían, con la Virgen hablaban. La sombra de los árboles, sana, agradable y fría donde halla hospedaje toda la romería, sí son las oraciones de la Virgen María, que por los pecadores implora noche y día. Los árboles que prestan sombra dulce y donosa, son otro santo milagro, Morenita Gloriosa, y son mucho más dulces que la azúcar sabrosa que a los enfermos dan en su cuita amorosa Los pájaros que cantan entre esos frutales, que tienen dulces voces, que parecen claustrales, éstos son Agustín, Gregorio, y otros tales, quienes escribieron de sus hechos reales. A estos árboles quiero un ratito subir, para de tus milagros algunos escribir, guíame, Virgen mía, que lo pueda cumplir pues solo no me atrevo, en ello decidir. Lo tendré por milagro Morenita Gloriosa, si guiarme tú quieres en esta santa cosa: ¡Madre llena de gracia, oh reina poderosa, tú me guiarás en ello, pues eres portentosa!
Ntra. Sra. de la Cabeza 6. DE CÓMO UN NOBLE JOVEN CONOCIÓ EL MILAGRO DE LA VIRGEN DE LA CABEZA. En su viaje a Roma, a este joven le llegaron funestas noticias: la peste había irrumpido en aquel mundo de contrastes como el nuestro. El conocido como “azote cíclico”, asolaba regiones enteras, llevándose a casi la tercera parte de la población europea. La rudimentaria medicina de la Edad Media encontró en esta enfermedad un conocido enemigo contra el que poco o nada podía hacer. Contagio rápido, síntomas inconfundibles y desenlace atroz y fulminante. No respetó fronteras, ni clases sociales, atacó a todos por igual, humildes y poderosos. Por esto y otros motivos, su viaje se hizo inacabable y le sirvió para alcanzar la santidad. A la altura de Marsella ayudó a morir a un apestado, rasgando su túnica y con agua hervida limpió las oscuras manchas, pústulas que denotaban la invasión de la temida enfermedad, en grado irreversible. Invocando a la Virgen para conseguir su intercesión, con dulces palabras de consuelo, se extinguió la vida de aquel hombre, con la esperanza de otra vida imperecedera. No fue este el único suceso que le aconteció, en un monasterio de las estribaciones alpinas de la Liguria, ya en tierras italianas, comenzó a vislumbrarse con mayor intensidad su aureola de santo. Junto a las monjas ayudó a morir santamente a cientos de apestados que morían esbozando una sonrisa. El joven notó que Dios le había dado la maravillosa y difícil virtud de la caridad, la más importante de todas. A su regreso de Roma, cumpliendo los designios del Señor, curó milagrosamente a enfermos desahuciados, pero como su aspecto era bastante andrajoso, pues su interés era sólo ayudar, fue confundido con un malhechor y encarcelado en una lúgubre cueva que servía de prisión. Allí otros presos le contagiaron la peste. ¿Y qué hizo aquel joven? Pues, aceptar con resignación el mal que tantos semejantes suyos habían contraído. Auxiliado por un singular enfermero, su perro que le siguió desde el principio, le limpiaba con su lengua las llagas visibles de aquella terrible peste. Comenzó a tener fiebre, pero no dejaba de ayudar a los demás. Una noche, vencido por el sueño y el cansancio se le apareció un ángel y le dijo que iba a vivir eternamente, que no tuviera miedo, que su misión caritativa tendría que continuarla por todo el mundo, después de acabada su vida terrenal. Y, así sucedió a aquel joven, al que todos habéis identificado, quiso con el permiso de Dios ser protagonista de la historia de nuestro pueblo y viajó desde el cielo invocado por los que habían oído de sus milagros. Ese viaje comenzó, no muy lejos de aquí, en el camino que lleva al cerro de la Cabeza.
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Como si de una continuación de su vida se tratase, la Virgen le había dicho que eran muchos los peregrinos que faltos de fuerza por la terrible enfermedad, iban hasta el monte más alto de Sierra Morena a encontrarse con Ella, en el lugar donde, años atrás, se había aparecido a un pastor de Colomera, entrado en años, que amaba a sus rebaños de cabras y ovejas, con la fe puesta en su hijo: “El Buen Pastor”, Jesús. Allí habían erigido un templo, como Ella había solicitado a través del pastor, y que, con el milagro de su brazo curado, había servido para convencer a los cristianos de la época para su edificación y extender un fervor que dura hasta nuestros días. Y, así, pudo desarrollarse el viaje: “Un angosto y polvoriento sendero, decorado por un incontable número de huellas, precede los pasos de un caminante de esbelta figura, vestido con una ligera túnica marrón y ayudado por una fuerte vara, de cuya parte superior pende una calabaza descarnada y repleta de agua para mitigar la sed; el camino, poco a poco, se va desnivelando, sucediéndose fuertes rampas hasta llegar a una de las más duras, su nombre lo denota: “El Reventón”. Una vez alcanzada la parte superior lo llevará hasta la ermita de San Ginés, lugar emblemático en el camino, son unas cuantas leguas más, que hace nuestro personaje, no sin resuello, pero, antes de llegar, tiene un encuentro inesperado, una bella joven a la que ha alcanzado lo saluda: – ¡Buenas noches! ¡La paz sea contigo peregrino! Creo que nos conocemos. – ¡Buenas noches Señora! ¡Qué la paz de Dios esté también contigo! – ¿Vais hacia la montaña? – Sí, he oído hablar de una virgen aparecida a un pastor, al que ha curado de su brazo anquilosado y he sentido curiosidad de visitar el lugar, para pedirle protección para los enfermos de la peste, que asola toda esta región. – Yo también voy a ese lugar, como ves son muchos los que hacen con fe este camino, otros llevados por la curiosidad. A propósito, tienes cierto acento, no pareces del lugar. – No, no señora, soy de Montpelier, una bonita ciudad francesa del sureste. – Y, ¿cómo has llegado hasta aquí? – Yo vivía en mi casa, rodeado de todas las comodidades, en una familia muy rica. Un día sentí la llamada de Dios al pasar por la puerta de una iglesia. Comprendí lo que quiso decir el Maestro al joven del evangelio. Dejé todo y me fui a ayudar a los necesitados. – Has cumplido lo que Dios nos pide a los creyentes y seguro que Él te lo tendrá en cuenta. Si quieres, podemos continuar juntos el camino. – Será un placer señora, siento algo especial desde el momento que la vi y no me atrevo a preguntarle, a pesar de que tengo gran curiosidad por saber de dónde es y cuál es su nombre, el mío es Roque.
Ntra. Sra. de la Cabeza – Interesante nombre, según tengo entendido significa roca. En algunos lugares el santo de tu nombre es patrón de los picapedreros y marmolistas. – Si, por supuesto, también junto a San Sebastián el abogado contra la peste y todo tipo de epidemias. San Antonio Abad, patrón de los animales, debido al gran trabajo que tiene en proteger a los muchos que hay en el mundo, da permiso a San Roque para que se ocupe de los perros, es por ese motivo que es el protector de todos los canes. – Yo vengo de muy lejos atraída por lo que cuentan, mi nombre es María. – Es el nombre más bello que existe, el de la madre de Jesús, la elegida por Dios. – Estoy orgullosa de él, mis padres acertaron al ponérmelo. De esta manera, durante todo el trayecto continúan dialogando amigablemente, pasando por la fuente del Madroño, Lugar Nuevo, Puente Viejo... La dulce voz de la peregrina envolvía cada vez más el alma de Roque. – Tu voz es la más hermosa que he oído jamás. De repente, a medida que la aurora iba haciendo acto de presencia, el vestido de la joven resplandecía iluminándolo todo alrededor. – Escucha, Roque, estando un día en mi casa me visitó un ángel de Dios y me dijo que concebiría y daría a luz un hijo, por obra y gracia del Espíritu Santo, al que pondría por nombre Jesús, así que, ya sabes quien soy: María de Nazaret, la madre del Mesías, del Señor, no he querido decírtelo antes para que no te sintieras turbado. Me gusta aparecer de vez en cuando por este sendero, incluso, siempre, estoy en espíritu ayudando a los que me buscan con fe. – Entonces he sido muy afortunado porque has querido mostrarte a tan pobre siervo tuyo. – He salido a tu encuentro para ayudarte en tu misión. Sé que han reclamado tu ayuda en Arjonilla y en muchos otros lugares en los que te tienen devoción, pues tu fama ha traspasado fronteras. Ve a ese pueblo y que me invoquen como Virgen de la Cabeza, el Padre me ha pedido que actúe junto a ti para librarlos de la enfermedad. – ¡Oh, Señora! Con razón sentía una indescriptible sensación mientras hablábamos. ¡Muchas gracias, Madre! No quise decirte quién era en realidad, pues me quedé extasiado nada más verte. Te invocaré y hablaré contigo cada día. – Sigue cuidando de todos, que sigan viendo en tí a ese joven, que hizo caso de mi hijo y dejó todo para seguirlo.
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– Tengo una curiosidad, ¿por qué elegiste este lugar? – Son muchos los sitios donde he manifestado con mi presencia la necesidad de propagar la fe. En estos tiempos difíciles para los cristianos, donde la reconquista ha triunfado, he tenido que ayudar a quienes de corazón han defendido a nuestro Dios. Debido a las grandes diferencias, entre pueblo y nobleza, son muchos los de esta tierra que han pedido mi intermediación. – Es verdad, yo mismo he notado lo que dices, hay síntomas de decadencia incluso en el clero. Los sacerdotes, monjes y obispos no cumplen con la esencia evangélica y se dedican más a otras cosas, su preparación y la formación espiritual son deficientes. – Pero Dios Padre ha puesto remedio a esta situación haciendo surgir las órdenes mendicantes que practican el voto de perfecta pobreza, viven de la limosna, como tú haces, Roque. – Lo entiendo bien María, como sabes yo pertenezco a una de esas órdenes, los franciscanos, que, junto a los dominicos y la orden de predicadores, tratamos de propagar con nuestro voto de pobreza, castidad y obediencia, el verdadero sentido del evangelio. Una vez en lo más alto de la montaña, donde la Virgen tiene su camarín, María de la Cabeza se despide de Roque, él se postra de rodillas ante ella. – Roque, antes de partir, disfruta junto a los romeros de este maravilloso lugar, donde el aire es puro y el agua y el sol hacen de su flora un paraíso. Cuando vuelvas al cielo estaremos en contacto y cada año a finales de abril, miraremos desde allí a los que fervorosamente acuden a rendirme pleitesía y que esa fe que muestran, sea vista como ejemplo, para los que no creen en nuestro Padre Dios, o están indecisos. ¡Qué la paz vaya siempre contigo! – Gracias una vez más, señora, por tu ayuda, me postraré ante tu imagen y estaré presente cada romería, en el camino donde nos encontramos. ¡Adiós Madre! – ¡Ve con Dios hijo! No dejes de ayudar a todos los arjonilleros que te visitarán a diario en tu ermita, a lo largo de los tiempos y recuérdales que tu y yo, como todos los santos que habitan el cielo, sólo somos intermediarios entre Dios y los hombres, que lo más importante es cumplir lo que él nos pide y anunciar el Evangelio. – Así lo haré señora, el día de tu asunción nos prepararemos para bajar a ese bendito pueblo y acompañar en mi día a los que me celebran, ¡Gracias de nuevo y hasta la vista! Un soneto quisiera hacerte madre para cantar los dones que a este pueblo concedes por la fe de los romeros
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que por abril acuden a besarte. Aquí estoy a tus pies como un amante para pregonar lo mucho que te quiero Y proclamar de palabra mis deseos entregando mi amor a cada instante Amor que tu nos das sin nada a cambio por eso yo que soy un emisario te lo agradezco María, con largueza Acompáñanos siempre Madre buena inspirándome esta noche en la faena de cantar a este pueblo tu grandeza. 7. MIS RECUERDOS. “Al cerro subimos, con grande fervor, a ver a María la madre de Dios. Ave, Ave, Ave María...” Estas estrofas me traen a la memoria recuerdos infantiles que no dejan de ser una crónica de la evolución, en todos los sentidos, que ha experimentado nuestro planeta. Cuando iba con mi abuela Encarna y con mis padres a la romería, salíamos hacia la una o las dos de la madrugada, sentados en una silla o en unos bancos de madera con los que acondicionaban los pocos camiones o camionetas que circulaban por entonces. Era pintoresco subir al cerro a paso de tortuga y dando bandazos, acurrucado en el regazo de mi madre de alguna de mis tías. Todo era oscuridad, sólo rota por los mecheros de yesca al encender aquellos “Ideales amarillos” o el “caldo gallina” del abuelo. Hartos de vaivenes, tras unas cuantas horas de camino, pues aquello no llegaba a la categoría de carretera, vislumbrábamos las primeras luces del alba, alumbrando los hermosos parajes de nuestra sierra, embriagados por el aroma de jaras y romeros y contentos por los primeros tragos de la bota, nuestros mayores, al aparecer, por primera vez, el contorno del santuario en el horizonte, después de esa curva que todos los romeros conocéis, gritaban: “¡Viva la Virgen de la Cabeza! Tras ese “viva” salido de lo más profundo del alma, de todos los que nos amontonábamos en aquellas tartanas, recuerdo que parada a parada, frenazo a frenazo, llegábamos al Jándula y nos admirábamos de sus cristalinas aguas, engullíamos las primeras tortas de aceite o las magdalenas caseras, aquellas cuyo envase yo ayudaba a hacer a mi abuela y bromeábamos con los motorizados que se habían tenido que apartar a la orilla, de aquella tortuosa carretera, porque sus radiadores echaban humo. Admirábamos la flora de nuestra sierra, inspiradora de esta poesía: Alisedas, fresnedas, tamujos y saucedas, zarzas, adelfas, romero y taray, cubren de verde y de múltiples colores la sierra que la Virgen visitó.
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Mejorana, tomillo y cantueso, etéreos olores que esta tierra da. Jara, coscoja, lentisco, esparraguera terebinto, boscana, madroño y arrayán Pino piñonero, carrasco y negral junto a robles melojos, aceres y madroños, alcornoques, encinas, quejigos y alisedas hacen del aire pureza celestial. Cornicabras, acebuches y coscojas, olivillas, rebollos y algunos más, son una muestra, de esos montes divinos que María de la Cabeza cuida sin cesar. Ya en el cerro recuerdo como me retocaban mis padres con el manto de la Morenita y después de la procesión, en las inmediaciones del monte de la Cabeza, justo al lado de un pequeño arroyo, ahora seco, nos echábamos al suelo, formados en círculo, como si de una tribu india se tratara, viéndonos las caras y departiendo entre risas y chanzas de anécdotas pasadas, repartiendo viandas a diestra y siniestra y degustando las de cada casa, como en ocasiones todavía se hace. Consuetudinariamente, el año que no acudíamos a la romería, como los más mayores recordaréis, nos íbamos al Camino Arjona, cuando el crepúsculo anunciaba su presencia, esperábamos la llegada de los romeros y romeras, toda la carretera se llenaba de tenderetes que vendían caña de azúcar, estadales, piticos de cerámica, pipas, golosinas, etc. Mi amigo Bonifacio, el hijo de Paco el de la Nieve, aparecía con su carrillo de ricos polos de anís, menta, fresa o leche con canela. Eso sí que eran productos ecológicos, sin colorantes, estabilizantes u otras zarandajas, como el agua de los “aguaores” a perra gorda la “panzá”. ¡Qué bien se pasaba aquella tarde! Luego, cuando aparecían los primeros romeros, les gritábamos aquello irreproducible en este lugar, que empezaba por “C” y continuaba con: ¡ egabrense, échame un pitico! Y, al punto nos lanzaban piticos de barro, causando algún que otro contratiempo en forma de chichón, en nuestras desprotegidas cabezas. 8. EL MES DE ABRIL COLOFÓN DE TODO UN AÑO DE PREPARATIVOS 405 años va a cumplir nuestra Cofradía de asistencia a la romería. Ya viene abril. Con flauta y con tambor resuena ya esta fiesta romera ¡Viva la Virgen, la Virgen que el fervor! Hace del santuario su bandera. ¡Vámonos al cerro romeros! ¡Daos prisa, vámonos! Con la flauta y el tambor.
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Pregúntale a nuestra Virgen Morena si de tus penas tiene compasión Ella dirá que siempre está a la vera de los que la invocan con fe y con amor ¡Vámonos al cerro romeros! ¡Daos prisa, vámonos! Con la flauta y el tambor. Ya el verdor preside la pradera Virgen bendita, las flores, en tu honor visten sus galas imperecederas para mostrar a todos, tu esplendor ¡Vámonos al cerro romeros! ¡Daos prisa, vámonos! Con la flauta y el tambor. La flauta, el tambor, con las banderas ya suben la calzada con ardor María de la Cabeza los espera con los brazos abiertos, con amor. ¡Vámonos al cerro romeros! ¡Daos prisa, vámonos! Con la flauta y el tambor. 9. LA “CONVIDÁ” Y EL JUEVES Arjonilla se prepara todo el año, pero la intensa conclusión comienza el domingo anterior a la romería, el llamado: “Convite de Banderas” recorre la mayor parte de nuestro pueblo así: Las carretas se preparan. Y también los carreteros, para rendir pleitesía a la reina de los cielos. Cientos de niños y niñas de jinetes y amazonas, ponen sus mejores galas porque te quieren, Señora. Con rostros alegres lanzan sus proclamas de grandeza,
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mientras otros a la grupa bailan al son de la fiesta. El jueves con flores llenan el arco de nuestro templo, al son de unas sevillanas que resuenan como un eco. Después rezan el Rosario, con fervor y sentimiento, entre cohetes que vuelan y retumban en el cielo. Mientras se escuchan los vítores lágrimas mojan los pañuelos, porque estás Señora aquí llenándonos de consuelo. El sábado, muy temprano, se marchan los carreteros, en el arroyo de “El Gallo”, bautízanse los romeros, los que por primera vez ponen pie en el sendero. Camino de “El Membrillejo”, qué poco queda hasta el cerro ya se divisa a lo lejos la silueta de tu templo, pronto estaremos contigo, Señora… de mis anhelos. 10. EL DOMINGO DE LA VIRGEN Las crónicas periodísticas de cada año casi siempre han coincidido en señalar que son, aproximadamente, medio millón las personas que se reúne este domingo para aclamar a nuestra Señora, yo quisiera pregonar los sentimientos que te profesan en nuestro pueblo todos sus habitantes, al son de este “tercerillo encadenado”: Virgen de la Cabeza en este pueblo querido, todos llenos de esperanza su corazón, han rendido. Al ver tu rostro anhelado
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te confieso compungido, que temí por mi pecado. Más estando ya cercano y sintiéndote a mi lado, ya siento un gozo temprano. Nuestra romería renueva cada año su vivacidad, cuando la “Aceituna Bendita” aparece en la granítica plaza y redescubre la mirada de sus fieles (algunos más bien hooligans, que en realidad van a su rollo)(Dedicado a los devotos de la bota). Devoto que bota empinas sin reconocer a Dios, fíjate bien lo que haces, no enfades al Creador. ¡Qué la Morenita sabe, los que vienen con amor! Romero que sube al cerro y se olvida del Señor, blasfema contra la Virgen o desprecia su favor. ¡Que la Morenita sabe los que vienen con amor! Aquellos que van al cerro sin amor, ni devoción, sólo por beber un rato o aprovechar la ocasión, algún día vendrán de nuevo a pedir un gran favor. La Virgen que es buena Madre, si reconocen su error, les dará lo que le pidan, pues es la madre de Dios y una madre quiere a todos sin mirar su condición. ¡Que la Morenita sabe… los que vienen… con amor!
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XX Pregón 2016 Pasadas las once y media, la Patrona de la Diócesis es bajada de su camarín, con el placer irreproducible de quienes ansiosos esperan estos momentos; unos con fervor y, otros, tal vez, por afán de notoriedad o protagonismo, el caso es que todos nos deparan un instante sublime y difícil de explicar, contiene una vitalidad desbordante, una excitación extrema que hace exhalar suspiros de emoción y amor incesantes. La Virgen es tomada, como es tradición, por los privilegiados brazos de un grupo de autoridades y personajes, que bajan las escaleras y atraviesan un lateral del Altar Mayor de la basílica, hasta llegar a las andas, a su trono. Allí, agarrados como si fuera por una de estos pegamentos tan especiales de hoy en día, jóvenes y menos jóvenes, robustos por lo general, con cara de no haber dormido, no ceden ni un centímetro a quienes se quieren acercar a disputarles el trozo de varal; esperan a que los dos jóvenes seminaristas trinitarios, apostados en el trono, agarren la divina imagen y le den asiento en su templete, perfumado con el néctar de miles de flores. Las campanas lanzadas al vuelo atronan el entorno y una lluvia multicolor de pétalos de rosa inunda el etéreo espacio de su cuerpo, produciéndose una intensa emoción que humedece los ojos de los fieles que gritan, vitorean y saludan con piropos al “Chocolatín del Cielo”. Comienza el recorrido bajo la atenta mirada de los peregrinos, el sonido de los tambores, el eco de las cornetas y una especie de mar de banderas y gallardetes cofrades, seguidos por cetros refulgentes, venidos de todos los lugares de nuestra geografía y que dan un colorido especial al cerro. Al paso de nuestra cofradía, el rumor de admiración se acrecienta, los latidos aumentan y sentimos algo especial, una emoción que ruboriza cada poro de nuestra piel. Hacia las tres de la tarde, la Virgen vuelve a su morada y con lágrimas de despedida le decimos: ¡Hasta el año que viene! Escalonadamente vamos bajando de la montaña, con los diferentes medios de locomoción. En nuestro pueblo, el lunes, seguirá la fiesta, no habrá descanso. A media mañana una solemne fiesta, después una fraternal comida, por la tarde, ya sabéis, una procesión emocionante que traslada a la Reina de Sierra Morena a su ermita, allí no queremos guardarla, le damos vueltas, entre lágrimas, vivas y sentidos piropos, hasta que, finalmente, la campana deja de sonar y nos pondremos a preparar el año siguiente. En este año que la iglesia universal celebra algo especial, premiándonos, si cumplimos ciertos requisitos, con indulgencia plenaria, canto a Ella así: En el “Año de la Misericordia”, Virgen Preciosa, quiero postrarme a tus pies y llevarte unas rosas; unas rosas de pasión, unas rosas olorosas, Madre Bendita del Cielo, dueña de todas las cosas
Ntra. Sra. de la Cabeza Virgen Morena de la Cabeza, Reina del Cielo: escucha a todos los fieles, que te traen sus desvelos. Consuela a los que te invocan, con verdadero deseo, no dejes desamparado, a ningún arjonillero. Después de obrar el milagro, la curación de una pena, todos los que fe han tenido, dejan su exvoto en la cueva. Esa cueva, que, tras verte, visita todo el que llega Allí ponen su esperanza, también, las arjonilleras. “Aceituna Bendita” que a todos amas, sálvanos del pecado, Madre del alma. “Chocolatín del Cielo”, que nos ampara, dulce refugio divino, ven y nos salvas. Nuestra Virgen, a la que he tenido siempre tan cerca, como buena vecina, me ha esperado todo este tiempo para que yo la agasajara con mis palabras, pero nadie tiene la facundia suficiente para describir su belleza o agradecer los favores que nos hace, por eso, como tu más humilde servidor te digo: ¡Dios te salve, Reina de Sierra Morena! Madre ten misericordia de nosotros, tu que nos das vida y eres toda dulzura, sé siempre nuestra esperanza. ¡Dios te salve, estrella deslumbrante!, esmeralda del cerro de la Cabeza, qué da esplendor y belleza a esta tierra. A Ti venimos los cercanos y los apartados, descendientes de Eva, a Ti anhelamos, suplicando e implorando en este mar de lágrimas, que es nuestro mundo. Ea, pues, Señora Intercesora Nuestra, fija, en todos los que te aclaman, tus misericordiosos ojos, y después de este pregón, sigue mostrándonos a Jesús, obra de tu santificado vientre. ¡Oh magnánima! ¡Oh compasiva!, ¡Oh dulce Virgen María! Suplica por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de merecer, lo que nos prometió tu querido Hijo,
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Nuestro Señor Jesucristo, siguiendo al pie de la letra tus palabras: “Haced lo que Él os diga.” Amén. 11. DESPEDIDA. No quisiera despedirme sin decirte lo mucho que te quiero, sin ambages, sin circunloquios que puedan molestarte, pues cualquier despedida siempre es triste.
Ntra. Sra. de la Cabeza Esto no es un adiós, es “¡hasta luego!” que en unos pocos días nos veremos. Contentos subiremos la calzada, alegres pasearemos por tu cerro. Estaremos junto a ti, Virgen amada y todos gritaremos con largueza: ¡Viva la Virgen Morena! ¡La Virgen de la Cabeza!
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¡Viva! ¡Viva! ¡Viva! ¡Viva! Atronarán con gran fuerza. Innumerables gargantas, gritarán, roncas, de una emoción tensa: ¡Viva la Virgen de la Cabeza! ¡Viva la Madre de Dios! ¡Reina de amor y de esta tierra! En el cerro del Cabezo, donde un humilde pastor apacienta sus ovejas y se acuerda del Señor. ¡Viva la Virgen María! ¡Viva la Madre de Dios! ¡Viva la Virgen Morena! que en un cerro apareció. ¡VIVA LA VIRGEN DE LA CABEZA! ¡VIVA SU DIVINO HIJO! Antes de finalizar este acto, quiero mostrar mi más profundo agradecimiento a quienes han colaborado, participando conmigo en este pregón. Pido para ellos un aplauso: Isabel Corpas Quesada, que interpretó los cinco fandangos e intervino de narradora, María José Ruiz López, que hizo de Virgen María y Fran Ruano Carmona, que puso todos los medios técnicos posibles para que todo resultara del agrado de los asistentes y de quienes lo han seguido por el canal “Youtube” del Ayuntamiento de Arjonilla. Aurelio Ortega Barrera, 9 abril 2016
Edita: CofradĂa de Ntra. Sra. de la Cabeza de Arjonilla
Pregón de la Romería en Honor a Ntra. Sra. de la Cabeza
Arjonilla, 9 Abril de 2016
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Fraccionador Multiseguros
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