PENSAMIENTOS SOBRE EL FEMINISMO ANTIPUNITIVISTA

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PENSAMIENTOS SOBRE EL FEMINISMO ANTIPUNITIVISTA

Esto es un despliegue de un año de pensamientos y preguntas que no pretenden crear una verdad universal ni respuesta absoluta. Es una invitación a conversar y escuchar y ante todo a canalizar una mirada crítica hacia nuestras propias vidas y vínculos interpersonales.

Hablar del antipunitivismo alza alarmas, crea escándalo porque para una sociedad construida desde los sistemas carcelarios (la escuela, el trabajo, la prisión) se nos dificulta mucho pensar o imaginar un mundo donde estas estructuras no existen. Siento que en una ciudad como Medellín es muy difícil imaginar un futuro menos violento. Las crianzas que tenemos y la educación que recibimos es punitiva en todo sentido de la palabra. Desde pequeños se nos enseña que la solución al dolor del otro es disculpar y devolver el juguete para que no siga llorando. La solución es fomentar el silencio. No hay procesos de escucha y la única consecuencia es una pela, un regaño. Cuando el conflicto vuelve a suceder, le niñe le quita el juguete de nuevo, se repite el castigo sin una intervención a la raíz del problema. ¿Por qué le niñe no quiere compartir?, ¿Por qué está llorando? ¿Cómo se puede llegar a un acuerdo aquí para que ambos puedan jugar?

Votamos sí a la paz, tenemos una copia del informe final de la comisión de la verdad en nuestra biblioteca pero ¿como adoptamos estas mismas posiciones políticas en nuestro día a día? Eventualmente debemos aplicarlas a los conflictos micro de todos los días. Las prisiones, las funas, los niños y sus juguetes todos son diferentes escalas del mismo sistema. Estar en contra de las mega cárceles de Bukele (escala macro) es también actuar en contra de las mismas estructuras carcelarias y punitivas que nos rodean todos los días y que nosotres mismes ejercemos con nosotres, con las parejas, familiares y amistades.

Siento que antes de violentar a otrxs, nos violentamos a nosotros mismos. Y aprender a tratar a unx mismx con autocrítica constructiva y compasión sana más que la autoflagelación que nuestras sociedades nos han enseñado.

Decir punitivismo es hablar de espacios y protocolos en los cuales el macropoder decide de qué forma separar, medir, exterminar y refuncionalizar a las personas; es hablar de prisiones, fronteras, códigos de falta, antecedentes penales, facultades policiales y, principalmente, marcos legislativos que apuestan a la criminalización sistemática de l*s sujet*s, tornando precario o directamente invivible el transcurso de múltiples formas de existencia, economías, modos de expresión, sociabilidades y culturas alternativas (incluidas las eróticas). (Cuello y Disalvo, 2018: 14)

Sentir culpa eterna no nos hace más puros. Siento que hay un ingrediente clave en todos los sistemas carcelarios que es la religión, y en específico el catolicismo. Vemos los rasgos más humanos como el error y el aprendizaje como un pecado. Intentando en todo momento tapar los rastros de conductas “malas” para ser “buenos”. Esto crea una falta de transparencia muy tremenda y una constante vigilancia hacia los morales de lxs demás. Hay una inhabilidad de ver la big picture, de escuchar y entender al otrx y preguntar sobre lxs motivos reales. Nos metemos en un círculo vicioso de falta de información, de negar posibilidades a nosotrxs mismxs de mirar las cosas de otra forma. Esto crea crueldad injusta y miedo que no tiene por donde escapar. Este sistema se rehúsa a observar las complejidades de todxs lxs implicados.

La transformación se hace desde cada uno de nuestros rincones, desde nuestras amistades, nuestros conflictos y nuestros diálogos.

No deseo homogeneizar nada. Hay un sinfín de variables, de experiencias y de contextos y yo solo puedo hablar de la mía y las situaciones que me rodean. Como una persona más en esta ciudad, me atrevo a decir que mis vivencias y las de lxs que conviven alrededor de mi también podrían compartir con la tuya. Deshacer conocimientos estables del feminismo punitivo implica introspección pero también nos invita a pensar en nuestros abusos en escala macro y micro. Es cuestionar y replantear y escuchar ante todo. Implica leer, informarse, conversar con otros.

A lo que voy con esto es,

¿En serio nos podemos creernos anti tombos si reproducimos las mismas estructuras en nuestros vínculos interpersonales?

Y también la pregunta siguiente es ¿cuál es la solución?

Todos estos cuestionamientos empiezan con una pregunta simple.

¿Porqué seguimos buscando justicia feminista dentro de un sistema patriarcal?

Siendo feminista y activa en los círculos de activismo en Medellín me he topado mil veces con estas problemáticas de las denuncias, funas, escraches, ect. y he sentido un desespero hacia las formas de “resolución” a las violencias que he vivido y acompañado en otras. Hasta que comencé a leer sobre el feminismo anti punitivista creí que solo había una ruta directa:

VIOLENCIA/ABUSO—> ESCRACHE/DENUNCIA —> CASTIGO AL AGRESOR = SOLUCIÓN A VÍCTIMA

Ahora ya no estoy tan segura. Sabemos que desde siempre el Estado es patriarcal, es violento. El estado opresor es un macho violador. No podemos exigirle a este mismo Estado (y los sistemas que lo componen) una solución a los problemas que él mismo perpetúa. Los procesos de denuncia de abuso sexual, emocional o física con a menudo revictimizantes, caros, larguísimos y en la mayoría de casos no hay un acompañamiento integral a la persona que fue violentada. El feminismo también juega dentro de estos sistemas carcelarios y busca mediante soluciones carcelarias encontrar justicia dentro del mismo espacio que violenta a las mujeres y personas no heteronormativas sistemáticamente. El propio sistema penal no nos quiere, ni protege. Nos violenta cuando abortamos y nos meten presxs, cuando actuamos en autodefensa hacia las personas que nos violentan, cuando somos sometidxs a trata de personas, cuando trabajamos. Las mujeres y personas no heteronormadas no somos protegidxs bajo la ley. Realmente al Estado solo le importa el dinero y la propiedad privada. No es un sistema humano.

El sistema carcelario es colonial (*slave patrol*), es inherentemente injusto porque nunca fue hecho para dar justicia, fue hecho para castigar y vigilar. Para muchos pueblos originarios, la decisión de no tener cuerpos policiales es indisociable de la justicia propia. Si entendemos esto, ¿es también nuestra responsabilidad despojarnos de las actitudes policiales? Yo creería que sí.

¿Porqué creemos que la cárcel (física o en términos sociales) es justa? El antipunitivismo no solo es estar en contra de las cárceles. Es también estar y actuar en contra de los sistemas que lo sostienen. Es también matar al tombo en nuestras cabezas, es también asumir la vida con menos defensa y más búsqueda de soluciones.

Las funas y escraches son el ejemplo más cercano que tengo de esto. La denuncia es un recurso válido. Punto. La denuncia nos sirve para darle visibilidad a los abusos, pero hay que refrescar nuestras memorias y acordarnos que son herramientas punitivas. La herramienta es lo que la herramienta es. Es también atravesada por fuerzas del Estado (de pronto no tan explícitamente a la primera vista pero sigue siendo punitivo). Obliga a les que denuncian sostener y justificar sus denuncias hasta exhaustarlxs, de crear un show mediático de sus vivencias, les obliga a ser “buenas víctimas”, y de ser revictimizadas bajo la premisa de que esto es lo único que se puede hacer. Me rehuso a creer que la verdadera justicia feminista necesita a las mujeres o personas no heteronormadas bajo el poder de la persona que lxs violentó. Eso no tiene sentido. A veces la obligación de “decir la verdad” elimina la posibilidad de presentar a unx mismx como humano (defectuoso, equivocado) y suele haber repercusiones graves luego de este acto tan generoso. Insistir en que las mujeres “digan la verdad” nos quita la posibilidad de ser dueñas de nuestras narrativas complejas y diversas. Una persona que ha sufrido abusos y violencias no debe ser perfecta para ser creída. Merecemos autonomía por fuera del Estado que nos dicta cómo hablar, como denunciar, como sentir. Al silencio no se vuelve. La invitación no es callar, no es silenciar. La solución podría ser la comunicación y diálogo. Responsabilizar no es castigar. Y castigar no es solucionar.

No logramos aceptar la reparación o la posibilidad de la aceptación de la reparación como respuesta válida. Constantemente seguimos alertando el tombo interior y policiando las decisiones de les demás. No nos damos cuenta que esto es perpetuar el punitivismo. Cuando una decide disculpar, es cómplice, es débil. Es víctima que no lo sabe todavía o es traicionera. Mala feminista.

Sumado a esta reconfiguración técnica, social y económica, ha tenido lugar la emergencia de una moral securitista que imparte una alianza entre el poder que provee el castigo y la sociedad que lo necesita, lo desea y lo consume como espectáculo. Las estructuras carcelarias se molecularizan al punto tal en que es necesario estar cada vez más atrapad*s y vigilad*s para sentirnos a salvo. Pensamos, en este sentido, dicha razón punitiva no sólo desde el proceder oficial de los poderes públicos que nos agreden y devastan, sino como todo un sistema cultural que se expresa e internaliza en los sujetos clausurando por la fuerza la capacidad de imaginar otra relación con el mundo. La punición, como estructura de organización societaria capitalista, posiciona las tramas del castigo, prevención, temor, descartabilidad y aislamiento como el pegamento de lo social, generando culturas del control que son la condición de reproductibilidad del sistema tal como lo conocemos, dando pie a un modelo continuo de autoafirmación securitista que se mantiene en movimiento gracias a los flujos mercantilizados de oferta y demanda, deseo y satisfacción, sueño y realidad.

El punitivismo es, por lo tanto, una forma de imaginación del mundo sin excesos que busca ser real a través de la moderación compulsiva, que también se expresa en nosotr*s bajo la forma, remota o renovada, de un apego sentimental por la lengua del castigo, el buchoneo, la persecución, la censura, la intemperie, la disciplina y la humillación.

¿Porqué creemos que la cárcel (física o en términos sociales) es justa? El antipunitivismo no solo es estar en contra de las cárceles. Es también estar y actuar en contra de los sistemas que lo sostienen. Es también matar al tombo en nuestras cabezas, es también asumir la vida con menos defensa y más búsqueda de soluciones.

Las funas y escraches son el ejemplo más cercano que tengo de esto. La denuncia es un recurso válido. Punto. La denuncia nos sirve para darle visibilidad a los abusos, pero hay que refrescar nuestras memorias y acordarnos que son herramientas punitivas. La herramienta es lo que la herramienta es. Es también atravesada por fuerzas del Estado (de pronto no tan explícitamente a la primera vista pero sigue siendo punitivo). Obliga a les que denuncian sostener y justificar sus denuncias hasta exhaustarlxs, de crear un show mediático de sus vivencias, les obliga a ser “buenas víctimas”, y de ser revictimizadas bajo la premisa de que esto es lo único que se puede hacer. Me rehuso a creer que la verdadera justicia feminista necesita a las mujeres o personas no heteronormadas bajo el poder de la persona que lxs violentó. Eso no tiene sentido. A veces la obligación de “decir la verdad” elimina la posibilidad de presentar a unx mismx como humano (defectuoso, equivocado) y suele haber repercusiones graves luego de este acto tan generoso. Insistir en que las mujeres “digan la verdad” nos quita la posibilidad de ser dueñas de nuestras narrativas complejas y diversas. Una persona que ha sufrido abusos y violencias no debe ser perfecta para ser creída. Merecemos autonomía por fuera del Estado que nos dicta cómo hablar, como denunciar, como sentir. Al silencio no se vuelve. La invitación no es callar, no es silenciar. La solución podría ser la comunicación y diálogo. Responsabilizar no es castigar. Y castigar no es solucionar.

No logramos aceptar la reparación o la posibilidad de la aceptación de la reparación como respuesta válida. Constantemente seguimos alertando el tombo interior y policiando las decisiones de les demás. No nos damos cuenta que esto es perpetuar el punitivismo. Cuando una decide disculpar, es cómplice, es débil. Es víctima que no lo sabe todavía o es traicionera. Mala feminista.

Desde mis conflictos personales y las conversaciones que he tenido con los hombres que me han violentado en diferentes formas y con lxs que yo también he violentado, he llegado a la misma conclusión una y otra vez.

El conflicto es una oportunidad para sanar y crear espacios de reparación. El conflicto es una oportunidad para la escucha y para hablar. Para comunicar deseos y ansiedades que nunca fueron comunicadas y para cerrar puertas si es necesario también.

Tristemente, no nos dan las herramientas emocionales para hacer esto y es un aprendizaje largo y difícil. Las herramientas que se necesitan para la reparación social son las que también necesitamos en la reparación personal. Estamos usando herramientas muy lejanas a las realidades humanas para intentar solucionar problemas de complejidad humana.

En las palabras de Audre Lorde: “Las herramientas del amo nunca desmontarán la casa del amo.” No tiene sentido utilizar las herramientas del Estado para construir una justicia feminista.

Ver la humanidad en lx otrx es aún más difícil cuando nuestra cultura hyper- individualista nos ha enseñado que lxs demás no son nuestra responsabilidad y que todxs estamos solxs en el mundo y ya.

No hay responsabilidad compartida y tampoco hay apoyo comunitario entonces es más fácil hacer todo en nuestro poder para no ser señalados por nada. Nos da miedo enfrentarnos a estas situaciones sociales solxs.

La resolución no significa que todos son felices, pero sí significa que menos personas son culpadas por dolor ajeno que no han causado. Los terceros no se convierten en albergues para las ansiedades de otrxs y hay menos deshumanización por todos lados. Podemos alejarnos de abusador y víctima y entender ambos partidos como personas con derechos legítimos que deben ser garantizados.

(Sobre este tema en específico les invito a leer un texto maravilloso: Vista de Una lectura feminista y antipunitivista de la dicotomía víctima-victimario )

La responsabilidad comunitaria es nuestro deber. Es cuestionar y preguntar y más que cualquier cosa es HABLAR de frente, es confrontarnos con la ayuda de nuestras diversas comunidades. Nadie nunca debería tener que enfrentarse solx al conflicto porque los conflictos no son individuales.

Por medios virtuales, nadie es visto, nadie es validado. Se crea una pared que no permite aprendizaje ni resolución y mantiene narrativas falsas construidas desde el miedo y la falta de comunicación.

Nadie sabe qué piensa la otra persona, que necesitan ni que desean al futuro.

Estos bloqueos se pueden eliminar, con la ayuda de amigxs, familiares, mediadores. Pero socialmente creemos que este deseo por ayudar a comunicar es una traición y afirma el poder de la persona al otro lado de la pantalla. La negociación es una responsabilidad humana.

¿Porqué deseamos más tener unx enemigx que una conversación?

Si nos queremos creer anti tombos, antimilitaristas, anticarcelarias ect... Tenemos que aprender a convivir con personas que han hecho cosas muy malas. No podemos abolir prisiones sin abolir la cultura de la cancelación y el exilio social. No podemos esperar que las personas que han perpetuado abusos simplemente esten en otro lugar donde no los veamos. No podemos acosar a las personas que hacen la tarea de reintegrar.

¿Porqué es una traición cuestionar las formas en las que solucionamos estos problemas?

Deseo que este fanzine sea un catalizador de nuevos cuestionamientos y diálogos entre lxs compañerxs, lxs amigxs, lxs amantes, lxs profesores.

Deseo buscar soluciones que sirvan de algo.

- chavela

Bibliografía

Conferencias: - CLAVES FEMINISTAS PARA PENSAR EL (ANTI) PUNITIVISMO - Ileana Arduino - Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? Reconsideraciones a cargo de la profesora Marta Lamas - Seminario internacional en Derecho penal y género UdeA

- Feminismo antipunitivista - Irantzu Varela

Libros: - Conflict is Not Abuse: Overstating Harm, Community Responsibility, and the Duty of Repair - Sarah Schulman

- CRÍTICAS SEXUALES A LA RAZÓN PUNITIVA: Insumos para seguir imaginando una vida junt*s - Nicolás Cuello y Lucas Morgan Disalvo

- ¿Son obsoletas las prisiones? - Angela Davis

- VIGILAR Y CASTIGAR Nacimiento de la prisión - Michel Foucault

Artículos/Revistas:

- The Master's Tools Will Never Dismantle The Master's House - Audre Lorde

- UNA LECTURA FEMINISTA Y ANTI PUNITIVISTA DE LA DICOTOMÍA

VÍCTIMA-VICTIMARIO - Mariela Ruth Yesuron

- Esbozos para un feminismo antipunitivista - Camila Arbuet Osuna

- Reflexiones sobre antipunitivismo en tiempos de violencias - Pikara Magazine

- El feminismo ante el populismo punitivo - Pikara Magazine

- CULTURA DE CASTIGO: El antipunitivismo es más favorable para las víctimas -

CTXT - Cárceles, pandemia y feminismos - La Tinta

- UNA AGENDA FEMINISTA PARA LA JUSTICIA

NI MACHOS, NI FACHOS - Ileana Arduino

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