Jugar en otro mundo

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JUGAR EN OTRO MUNDO \ Federico Cornali

Buenos Aires 2012


JUGAR EN OTRO MUNDO \ Federico Cornali

2012


INDICE 01\ Alimentar el alma (y el fútbol como aliado) 02\ Vuelve con sed aquel que se fue por amor 03\ Diarios de un soñador empedernido (el pan del continente) 04\ “With a Little Help from my friend” 05\ El iluminado tardío 06\ Recio e inmortal 07\ Nadie es profeta en su tierra 08\ Hanoi je t’aime 09\ ¡Han cantado bingo en la sala, señores! 10\ Aún quedan tanques en Vietnam

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APARTADO\ Publicaciones en medios períodisticos

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CAPITULO\ UNO Alimentar el alma (y el fútbol como aliado)

No sería descabellado afirmar que Luciano Theiler es uno de los personajes más extraños con los que nos podemos topar en el, de por sí extraño, mundo de la redonda. Puede que ni siquiera se trate de un futbolista sino de un ser que utilizó este argumento como método para satisfacer su enorme voracidad por el aprendizaje. Este gringo desgarbado y fuerte, con características de trabajador incansable, de overol y grandes zapatos, parece nunca desesperarse; tiene la particular capacidad de sobrevivir a condiciones infrahumanas sin siquiera inmutarse, ni rogar por ayuda, ya que según sus convencimientos, todo lo que necesita está en su mente. De hecho, hasta parece disfrutar los padecimientos y como un exprimidor de los buenos, a todo le saca jugo. Tiene la paciencia de un monje budista, y a su vez, puede darse lujos que esos espiritualistas no contemplan, como pegar una patada a la altura del pecho para cortar un avance del delantero rival en el caso de que sea necesario. Como quien toma una decisión en el desvelo de una noche, Lucho dejó su ciudad natal a los 15 años, para darle rienda suelta a sus deseos. Atrás quedaron Justiniano Posse (Córdoba) y Complejo Deportivo, el club donde comenzó a gastar suelas. Su primer destino fue Rosario, para aprender algo más en la legendaria escuela de Renato Cesarini. En pleno crecimiento, se desempeñó

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en las inferiores de Lanús y Belgrano, donde llegó a debutar en Primera, cuando los Piratas disputaban el torneo de la Primera B Nacional. También en Córdoba jugó para Alumni de Villa María y General Paz Juniors. Previo paso por Independiente de La Rioja, comenzó su periplo alrededor del planeta. Primero fue San José de Oruro, en Bolivia. Algo parecido a introducirse de a poco en el mar, hasta la altura de las rodillas, para descubrir cuan fría está el agua. Luego de un viaje de dos días, un poco en tren, otro poco en colectivo, llegó al primer entrenamiento, que se realizó sobre montañas de arena y a 4000 metros de altura; para pocos. Pero Theiler es un obstinado y sabía que su historia recién estaba comenzando. Completó una temporada en Bolivia, firmó para Patronato de Paraná y jugó un torneo que le sirvió, sobre todo, como abrazo de despedida hacia los suyos. Cruzó un poco más que el charco en su siguiente expedición al extranjero. En Posse comenzaron a dar vueltas los atlas de escuelas y bibliotecas. Las Islas Maldivas, ese lugar con el que algunos sueñan pero pocos pueden apuntar en el planisferio, fueron su siguiente destino. Sí, allí también se juega al fútbol y en Malé, su capital, todos conocían al argentino. — Fui seducido para jugar una Copa parecida a la Sudamericana, con equipos de Malasia, Singapur y Hong Kong. Sin embargo, desde que llegué lo entendí como un desafío personal, una posibilidad extraordinaria de vivir bajo una cultura muy diferente a la nuestra, en un lugar demasiado particular. Las Maldivas están conformadas por 1196 islas ubicadas en medio del Océano Índico, al sur de Asia, y tienen una población de 300 mil habitantes. En una de esas islas se encuentra el aeropuerto, con una pista de corto recorrido que apenas les alcanza a los aviones para completar sus aterrizajes. — No existen las casas de techo bajo por la falta de espacio, los murciélagos son enormes -también los tiburones- y los habitantes se muestran muy cerrados con el extranjero. Tampoco hay boliches o bares, y no está permitido beber alcohol para los nativos, que pueden ganarse cinco días en prisión si se los encuentra borrachos. Sí pueden tomar los turistas. Tampoco existen los robos y cualquier objeto se puede dejar fuera de casa sin el temor de que se lo afanen. La religión preponderante es la musulmana; dejan todo para cumplir con sus rituales, pero todo, eh. Me pasó de estar haciendo la entrada en calor antes de un juego por la liga local y llegó la señal desde la mezquita. Nuestros compañeros abandonaron todo y se fueron a rezar durante 10 minutos. Los extranjeros podíamos seguir elongando, pero teníamos prohibido tocar la pelota. En Malé se encuentra el único estadio apto para encuentros oficiales; se juegan partidos de fútbol todos los días –excepto los viernes, por motivos

religiosos- debido a que los ocho conjuntos de la liga local comparten sede. Todas las tribunas están techadas para resguardar a los espectadores de la lluvia, un factor predominante en el clima de la región. Con fama de viajero, Theiler dejó la isla para comenzar a hacer historia. En la temporada 2008/09 se incorporó a clubes de las ligas de Siria y el Líbano, dos países muy emparentados históricamente; además, vecinos en lo que se denomina Oriente Próximo. Periodistas especializados de la región aseguran que el defensor cordobés fue el primer argentino en participar de ambos certámenes locales. — En Siria jugaba en el Al Karamah, algo así como el Boca local. El club venía de ganar las últimas tres ligas y un par de años atrás había caído en la final de la Champions League asiática. Yo vivía en Homs –ubicada en el oeste del país-. En aquella ciudad hay dos clubes: uno musulmán, el otro católico. Como el 80% de la población de Homs es musulmana, teníamos mucha gente que nos apoyaba y siempre jugábamos a estadio repleto. Además, los hinchas son muy fanáticos; todos quieren tener la foto de algún jugador del Al Karamah en su celular. En la calle todos me reconocían y me identificaban al grito de ¡aryantins!. Si en algún momento se dijo que Ramón Díaz es el ‘segundo riojano más famoso’, el salto a la fama de Luciano Theiler en Siria podría titularse bajo el ‘segundo argentino más famoso’ que pisó aquel país. Y ambos, Theiler y Díaz, descansan bajo la misma sombra. Entre los sirios, Carlos Saúl Menem –por su descendencia- es una especie de mega figura y en cuanto advierten la presencia de alguno de los nuestros, siempre preguntan por lo mismo: ¿Y cómo está Menem? Imposibilitado por el idioma árabe, tan difícil de aprender, Lucho no podía acudir sin compañía a los supermercados. “terminaba comprando cualquier cosa”. Tampoco entendía si estaba incluido en la formación titular del equipo cuando su entrenador la confirmaba en el pizarrón. A los tres meses de su llegada y debido a su enorme tenacidad para el aprendizaje, ya podía manejar, al menos, esos pequeños detalles, sin ayuda de nadie. Mucho antes, y casi a la fuerza, ya había comprendido que no se puede hablar mal del presidente Bashar Al-Assad, que se encuentra en el cargo desde el 2000. — Hay muchísimo respeto por Al-Assad. Su foto está en los letreros de cada calle, en cada estadio. Lo llevan los sirios en los fondos de pantalla de sus celulares y en el vidrio trasero de los autos. Apenas llegué al país todos me apuntaban que no se podía hablar mal de él. Si te escuchan haciéndolo, te llevan a prisión.

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Theiler logró ganarse la vida en aquel país, aferrado a su carácter, pero alguna vez también sintió que su integridad corría graves riesgos. — Fuimos a jugar de visitantes, a una ciudad que limita con Irak. Mis compañeros me alertaron de que allá viviríamos un clima de total hostilidad. Fui preparado para mucho; no para tanto. El estadio estaba lleno. Nos tiraban cosas desde que arrancó el partido. Tanto que los suplentes de nuestro equipo debieron hacer la entrada en calor bajo el techo que cubre el banco. Faltando un minuto el árbitro, bastante corajudo, cobra un penal en favor nuestro. Se demoró 15 minutos la ejecución. Ganamos 1 a 0 y abandonamos el estadio tres horas después, en un colectivo de la policía. Afuera todo estaba en ruinas. Hinchas y policías habían desatado una batalla campal. Su siguiente paso fue el Líbano y allí también formó parte de un equipo musulmán, el Al-Ahed. A pesar de llegar desde Siria, no le fue fácil acostumbrarse a ver tantos niños jugando con armas, o tanques de guerra dando vueltas por las calles centrales de Beirut, la capital. Tampoco le resultó agradable ver la cantidad de huecos formados por las balas que hoy adornan gran parte de los hogares. — Cuando llegué al club me presentaron e hicimos una práctica de fútbol. Todos se sorprendieron de cómo intentaba ordenar al equipo dando indicaciones en árabe. Mis compañeros intentaron enseñarme un poco más, pero hay pronunciaciones imposibles. En los partidos, en medio de jugadas rápidas se me escapan palabras en inglés, y hasta algunas puteadas en español. Además, cuando intentaba hablarles a los árbitros en su idioma, se mataban de risa en mi cara. Piensen ustedes, fanáticos del fútbol argentino: en el Líbano todos los partidos se juegan sin público. No hay locales ni visitantes, sólo los dirigentes de cada equipo tienen la oportunidad de ingresar. La medida se adoptó luego de varios episodios extremadamente violentos. — Jugábamos en estadios con capacidad para 50 mil personas completamente vacíos; una pena. Nuestros hinchas sólo podían vernos cuando nos televisaban, o en copas internacionales. En la liga de Primera División local participan 12 equipos, con marcadas diferencias entre sí. Sólo cuatro pelean por el campeonato, otros tantos por no descender y el resto deambula por la mitad de tabla. Pero el hambre de experiencias enriquecedoras que Theiler sentía ya no se podía detener. Luego de una breve participación con el Persiba Bantul, en la Liga de Indonesia, de la cual jamás olvidará la enorme corrupción que imponen árbitros y dirigentes, descubrió que aún estaba para mayores desafíos. Eso no significa que la Juventus o el Real Madrid habían posado sus ojos en él, sino

todo lo contrario. Para este aventurero del fútbol, las oportunidades tienen que ver con lo cultural, y probar cuan fuerte de espíritu puede ser un hombre. Así fue como Diego Cruciani, un entrenador argentino, se interpuso en su camino. Venía de dirigir la selección de Bangladesh y lo recomendó en uno de los clubes de aquel país, uno de los más pobres de Asia, ubicado bien al sur del continente. La roja del Muktijoddha Sangsad KC fue la siguiente camiseta que se probó Theiler. En Dacca, la ciudad más poblada (11 millones de habitantes) y capital del país, el tránsito fluye alocado, entre automóviles, ciclomotores, bicicletas y animales de carga. Muchos son indigentes y los que trabajan, suelen hacerlo bajo condiciones insalubres; gran parte de las mujeres se ganan la vida como albañiles. En los innumerables puestos callejeros donde se vende comida –se come con la mano, no existen los cubiertos- la gente se agolpa para ver la televisión, debido a que, con sus flacos ingresos, difícilmente puedan adquirir alguno de aquellos aparatos. Son futboleros y fanáticos de todo lo que tenga relación con la Argentina. — El día del cumpleaños de Maradona se juntaron a festejar y me invitaron a cortar la torta. En Bangladesh no existen los robos. Pero claro, las preocupaciones pasan por otros lados. — Una mañana, me olvidé el bolso en el lobby del hotel y subí a buscar algo a la habitación. A la vuelta, saliendo del ascensor, me encontré con gente rezando, rodeando a mis cosas. Cuando recogí el bolso todos se asustaron, me miraron aterrados y discutían a los gritos. Pensaron que allí dentro había una bomba. El Muktijoddha Sangsad KC representa a los combatientes de la lucha armada contra Pakistán de 1971, cuando Bangladesh consiguió independizarse. El escudo del club tiene como símbolo principal un arma. — El sueño de mi mamá es que yo vuelva a jugar a Córdoba. Se ríe mientras lo cuenta, como burlándose de un futuro que adivina aún lejos de los suyos. Mientras se editaba este material, Luciano disputaba el Argentino B con la camiseta de Talleres de Perico, Jujuy. Sí, regresó al país, pero lo hizo a la mayor distancia de casa que pudo. — Sinceramente, regresé porque no alcancé a firmar con nadie en el exterior. Como acá el libro de pases aún estaba abierto, decidí jugar para Talleres. Pero mi cabeza sigue estando en jugar afuera, donde sea. Vivir experiencias tan distintas a las acostumbradas te abre la cabeza, te hace crecer muchísimo. En lo desconocido está el aprendizaje. Muchas personas creen que ser futbolista profesional sólo consiste en poder impactar bien una pelota; es mucho

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más que eso. Se trata de ir a lugares donde uno está completamente solo, lejos de la familia, lejos de todo. He pasado meses enteros yendo del hotel al entrenamiento. Encendiendo la televisión sin entender nada de lo que dicen. Es necesario tener muy en claro lo que uno busca, un sueño por el cual luchar. El día se hace demasiado largo si uno sólo lo usa con la mentalidad de jugador o no encuentra algo productivo en qué aprovecharlo. Mis horas se consumen con muchas horas de lectura, muchos libros en la computadora: autoayuda, psicología, idiomas, etc. Además, al no poder hablar uno desarrolla otras habilidades. Tenés que interpretar todo desde lo visual, a través de gestos, miradas, de cómo expresan las emociones y la profundidad de los tonos de voz. Habla pausado y casi susurrando Theiler, el niño que abandonó su casa en el campo a los 11 y su ciudad en la adolescencia para fichar por 15 clubes en siete países diferentes. Cuenta que en un año llegó a subirse a 40 aviones. Se recibió de hombre entre animales de gran tamaño, comidas picantes y tanques de guerra. Se doctoró como defensor ordenando las marcas en el Líbano o frenando a delanteros mientras esquivaba piedrazos en Siria. Pese a todo, y mientras camina despacio hacia la siesta jujeña, aún aguarda con ansias por el próximo salto. En el fútbol es difícil predecir dónde vas a terminar. No me preguntes por méritos deportivos, lo mío es todo sacrificio. Locura tras locura, aventura tras aventura, hasta podría escribir un libro.

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Arriba. Un periódico de Maldivas refleja el debut de Theiler en la liga local.

Arriba. La crónica de uno de los últimos partidos del argentino en Bangladesh. Abajo. En Yemen, posando con el Al-Ahed libanés.

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CAPITULO\ DOS Vuelve con sed aquel que se fue por amor

Valerie Kathmann nació en 1988, cuando la primavera despertaba en Meppen, al norte de Alemania, y aún faltaban casi dos años para que cediera el Muro de Berlín. Allí creció y se educó hasta que se convirtió en una mujer independiente. Por esa razón, sonríe y se sorprende cada vez que uno de sus coterráneos la ignora y se acerca a saludar a su pareja, Julio, un chaqueño de Pampa del Indio, que apenas lleva unos meses en aquella ciudad ubicada a 30 minutos de la frontera con Holanda. Sabido es que en Alemania el fútbol es pasión, pero lo que sucede en Meppen cada vez que el conjunto local disputa un partido de la Oberliga (5ª categoría) trasciende los límites imaginables para los que ignoran la historia de este club, que animó durante once años el certamen de Segunda División (1) sin poder lograr nunca la épica proeza de ascender a Primera, a pesar de conseguir un valioso sexto puesto en 1995. Más allá del abrupto descenso hasta la Oberliga, el ánimo no decayó entre los fanáticos de la región; en la actualidad asisten a los partidos en los que el Meppen es anfitrión casi 50 mil seguidores, a pesar de que su estadio, el Vivaris Arena Emsland, tiene capacidad para 20 mil y la población estable no supera los 45 mil habitantes. — Lo que pasa es que llegan desde todos los pueblos aledaños, desde las 12/

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Entre 1987 y 1998.

zonas rurales. Ir a ver al Meppen no es sólo asistir a un partido de fútbol; se trata de una feria, del espectáculo de fin de semana, donde se toma mucha cerveza y se vive un clima de fiesta, sea cual sea el resultado. La mayoría ni siquiera ingresa al estadio. Lo dice Julio Casco, un delantero transformado en volante por izquierda que forma parte del plantel del SV Meppen desde hace un par de temporadas, al club llegó atraído por quien considera el amor de su vida, Valerie. Es difícil adivinar la procedencia de Casco si él no se encarga de aclararlo de antemano. Tiene ese tono final estirado del italiano que tanto se escucha en los futbolistas de nuestro país que pasan varias temporadas -algunos, meses- en el Calcio, pero también se pierde con algunas palabras en alemán. Si uno se empecina en adivinar, difícilmente logre vencer. Pero es chaqueño, y lo recuerda cada vez que puede. Extraña su casa, se nota hasta por teléfono, y suspira cuando habla de la radio del pueblo y de su club, el Río Telco, que disputa la liga provincial. Nació un 9 de Julio, en medio de empanadas humeantes y bombos legüeros, y nunca supo que su destino iba a estar tan lejos de la Argentina. Porque antes de Valerie y de Meppen Julio debió pasarlas todas; o varias, al menos. Tenía 14 años y pintaba bien cuando su amigo Miguel Uribe lo llevó a probarse a Sportivo Luqueño, de Paraguay. “Venite, te sobran condiciones”, le dijo, y lo convenció. Allí se quedó poco tiempo, hasta que Olimpia, el más grande de aquel país, se lo llevó para sus divisiones inferiores, creyendo en su futuro. El sueño paraguayo duró poco, por inconvenientes en la legalización de sus documentos. Inmediatamente, Cacho Recasens, reconocido empresario del fútbol, lo trajo hasta Buenos Aires para ubicarlo en San Lorenzo o Boca, las dos opciones viables por aquellos días. Jugó en El Ciclón, donde disputó el torneo de 5ª división -junto a Iván Pillud, Pablo Alvarado y Darío Botinelli-, y luego en Lanús (4ª), dirigido por Ramón Cabrero. Con los del sur las cosas le salían bien, brillaba y pedía pista. Pero las nubes cubrieron a toda prisa su destino. — Tenía 17 años y la fiesta me tiraba mucho, así que fui perdiendo terreno, de forma idiota; hoy me arrepiento. Encima, al poco tiempo, le detectaron un cáncer de páncreas a mi vieja. En ese momento, el fútbol dejó de ser prioridad. Su madre dio inicio a las sesiones de quimioterapia en Buenos Aires, y se instalaron en un hotel. Julio comenzó a trabajar en una empresa metalúrgica y, para no perder el ritmo, se entrenaba con San Martín de Burzaco. Cuando la situación de su madre parecía estable, decidió darse una nueva oportunidad. Su tía, con contactos en Italia, logró ubicarlo en Albinoleffe, un club

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de la Serie B del Calcio. Estuvo allí un tiempo, hasta que otra vez la falta de papeles, esta vez comunitarios, lo dejó sin nada. Permaneció en Milano, esperando por una mejora en su situación, pero no fue esa buena noticia la que llegó. — Me avisaron desde Argentina que mi madre estaba mal. Ella quería que yo continuara en Italia, persiguiendo mi sueño. No le hice caso y volví, para verla. Cuando llegué a Buenos Aires me dijeron que había fallecido. Fue un golpe durísimo. Viajé a Chaco, sólo podía aliviarme el calor de mi gente, y allí estuve durante cuatro meses, hasta que salió lo de Vapriese. El Real Vapriese Calcio es un equipo de la Liga Eccellenza (6ª división italiana). Allí permaneció entrenando, con opciones de firmar con el primer equipo en el momento en que sus documentos estuvieran en regla. El día llegó, consiguió el pasaporte comunitario. Pero también llegó Valerie, que estaba en Italia como estudiante de intercambio, y se cruzó en el camino del chaqueño, cambiando abruptamente sus planes. El hechizo fue espontáneo y mutuo, y a los pocos meses ambos estaban instalados en Meppen. — La única condición que puse fue que me consiguiera un club para jugar. Ella, por medio de su padre, me ubicó en el Mepen. Cuando llegué me sorprendí por las instalaciones del club y por las comodidades que le ofrecen al futbolista, similares a las de Primera en la Argentina. Al ingresar al estadio comencé a ver fotos de Diego Maradona en cada rincón, y pregunté de qué se trataba, sorprendidísimo. La respuesta de los alemanes tuvo tintes de burla y orgullo. Es que Diego había hecho su debut con el Barcelona en aquel estadio, ante el Meppen, el 3 de agosto de 1982 (ver artículo), en un partido amistoso que finalizó 5-0 para los catalanes. Por eso allí consideran a Maradona como un prócer, quizás como no sucede en el resto de Alemania. Ningún argentino volvió a pisar el césped de Meppen hasta la llegada de Casco en 2010, hecho que generó una pequeña revolución en la ciudad (ver artículo). — Los medios y la gente me dieron mucha manija por ser argentino; hasta me comparaban con Diego. El año pasado tuve una lesión grave y recibí mucho apoyo en la calle, algo que nunca hubiera esperado. Allí podría quedarse Julio Casco. Es querido y respetado por los vecinos de su nueva ciudad. Percibe un buen salario a cambio de nulas presiones por ganar. Pero no, sus sueños de gloria desembocan en otras fuentes, lejos de la comodidad y más lindantes con un desafío de grandes riesgos. — Entiendo que mejor que acá no puedo estar, pero mi sueño es darme una oportunidad en el fútbol argentino, demostrar durante seis meses, en el ascenso o donde sea, que puedo jugar en mi país. Es un desafío bravo, lo sé, pero quiero probarme que puedo.

Valerie llegará a la Argentina para otro de sus intercambios universitarios. Detrás de ella, llegará su novio, Julio, con la valija cargada de ilusiones y un anhelo que escapa a las costumbres alemanas; jugar con el alambrado oxidado pegado a la línea de fondo.

Artículo. Maradona y su debut con el Barcelona, en Meppen. El recorte del periódico local lo recuerda.

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CAPITULO\ TRES Diarios de un soñador empedernido (el pan del continente)

Decir que la vida deportiva de Juan Saraví Platero es poco común sería redundar, ya que cada historia dentro de esta edición tiene aristas prácticamente increíbles. Pero no es usual que un futbolista haya estudiado fotografía y cine, y menos que se considere admirador del Che Guevara y el cubano José Martí. Tampoco deja de sorprender que cuando el fútbol le soltaba la mano recorría América vendiendo pan que él mismo amasaba, aferrado al eslogan “coma y comente, es el pan del continente”. Por esta razón y porque se identifica con el personaje del libro del poeta español Rafael Alberti(1), decidió adoptar el seudónimo Juan Panadero. Por si todo esto fuera poco, intentó formar parte de la Selección de Ghana, debido a sus raíces africanas, y debutó en primera a los 34 años, con olor a récord. — Tengo alma de aventurero y cuando cumplí los 18 decidí recorrer todo el continente americano, jugando al fútbol. Mi primera prueba fuera del país la llevé a cabo en el The Strongest, de Bolivia, cuando el director técnico era Néstor Clausen. Entrenar a 3600 metros de altura, en La Paz, era un desafío, pero yo doblé la apuesta. Como en aquel momento el gobierno boliviano estaba en problemas por la crisis del gas, resolví viajar por tierra, y entré por Tambo Quemado, que se ubica a 5 mil metros de altura, aproximadamente, 16/

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Rafael Alberti: Escritor y poeta español (1902-1999).

de a pie. Estuve 15 días a prueba allí, pero dejé La Paz porque me salió una propuesta para jugar en la Primera División venezolana, con el Unión Lara, de Barquisimeto. Cuando llegué me dijeron que debía esperar seis meses para ser habilitado y preferí dedicarme a dar los primeros talleres de fútbol para la población afrodescendiente en la ciudad de Güiria (Sucre) de donde es Daniel Cari Cari Noriega(2), quien me dio todo su apoyo en el proyecto. Un cuento conocido y lamentable es el de la familia Saraví Platero, que debió vivir en el exilio durante la última dictadura militar, entre España y Costa Rica, para pegar la vuelta al país al cual sus ancestros habían arribado casi dos siglos atrás, como esclavos africanos, en tiempos de la Diáspora. La infancia de Juan transcurrió entre Madrid y La Plata, ciudad a la que regresó a mediados de los 80’ y en la cual se emparentó con Estudiantes, club donde entrenó durante varios meses. Luego de sus primeras experiencias en Bolivia y Venezuela se hizo conocido de los técnicos argentinos Mario Vanemerak y José Horacio Pepe Basualdo. El primero estaba dirigiendo en Colombia al Boyacá Chico; el segundo lo hacía en el Deportivo Quito, de Ecuador. Estuvo entrenando en ambos planteles sin demasiada suerte y prefirió radicarse en Perú, donde repartía su tiempo entre las prácticas junto a un combinado de libres en La Videna(3) y la continuidad de sus talleres para comunidades afrodescendientes en El Carmen, provincia de Chincha, ciudad donde predomina la raza negra con todas sus manifestaciones culturales. — Mientras estaba en Perú, me llamaron de Nicaragua, para jugar en el Bluefields, el único equipo de la liga local que no tenía extranjeros. Ahora sí podía cumplir mi sueño de jugar en una Primera División. Era un equipo muy aguerrido, conformado en su mayoría por jugadores afrodescendientes y fuimos la gran revelación en la Temporada 2005-2006, en la cual logramos sostener un invicto de siete partidos. Por fin, a los 34 años, le llegó la hora del debut profesional. Habría que chequear varios libros de estadísticas, pero el estreno postergado de Juan Panadero tiene ribetes que lo candidatean para ingresar al Guinness(4). El Bluefields FC, que viste camiseta naranja, pertenece a la ciudad con el mismo nombre que se ubica sobre el Caribe nicaragüense, al este, donde no viven más de 50 mil habitantes. Este conjunto costeño se hace casi imbatible cuando (2)

Daniel Cari Cari Noriega: Ex jugador de Unión de Santa Fe, en la Argentina (1998-2000/20002002 y de la selección venezolana (38 partidos). (3) La Videna: Equivalente peruano del complejo de Ezeiza, donde se entrena el seleccionado nacional. (4) Libro de los Records Guinness.

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le toca jugar de local, en un estadio con un campo en pésimas condiciones, donde predomina la tierra y casi no hay césped. Además, suele ser acompañado por 5 mil espectadores que no paran de alentar durante todo el partido, sea cual sea el resultado. A pesar de tener una estructura profesional, la mayoría de sus jugadores deben conseguir otro empleo fuera del fútbol para solventar sus gastos. Cuando nos tocaba jugar de visitantes en Managua o Diriamba debíamos salir muy temprano en lancha; navegábamos dos horas por Río Escondido hasta la ciudad de El Rama. Desde allí tomábamos un autobús que, luego de un viaje de cinco horas, nos dejaba poco antes de comenzar los partidos. A mí me encanta recordar aquello, ya que es, en mi opinión, la esencia del amor puro hacia el fútbol. Son cuestiones que en el primer nivel de la Argentina o de Europa jamás entenderían, porque todo se habla en millones. Muchas veces pienso que es necesario volver a las fuentes, para no olvidarse de las cosas simples. Saraví Platero se define como una persona hiperactiva. Es por eso que, a pesar de las horas que le demandaban los entrenamientos con el Bluefields, no consiguió separarse de sus otras pasiones. Su agenda se dividía entre el fútbol, los talleres comunitarios y, por supuesto, la venta del Pan del Continente, como insiste en llamar a sus manufacturas. Casi siempre se desempeñó como centrodelantero. Es robusto –hoy, con 41 años, un poco más-, mide 1,90 y dice que su mejor arma es el cabezazo. También asegura no temerle a nada ni a nadie y tiene dos prioridades en la vida: su madre(1) y sus convicciones inquebrantables. Confiesa que sueña con un mundo sin límites ni barreras de ninguna clase. — Lo que me hizo viajar por todo el continente es un fuerte sentimiento de creencia en la unidad latinoamericana, es ése mi principal motor. Cuando el sueño nicaragüense terminó, decidió probar sus aptitudes en Europa. Todo un osado, si tenemos en cuenta que llegó allí con 35 años. Se entrenó con equipos del ascenso italiano y de San Marino. Según cuenta, estuvo a punto de fichar con el FC Wacker Innsbruck, de la Primera División austríaca. Mientras otros a su edad planean el retiro o ya lo consumaron, este soñador empedernido intentaba escalar hasta su anhelo máximo cuando ya rasguñaba los 40. — Mis tatarabuelos vinieron de África en tiempos de esclavitud. La época colonial encontró a varias ciudades de la Argentina con más de la mitad de su población afrodescendiente. La historia siempre nos ha negado, pero los afroargentinos trabajamos para visibilizar nuestra presencia y uno de mis

sueños fui integrar la Selección de Ghana, ya que mis ancestros son de ahí. Luché y lo sigo haciendo para conseguir la nacionalidad. Ahora tal vez no para jugar, pero sí por reconocimiento. Para lograr su cometido se entrenó con el equipo de la Premier League ghanesa Aduana Stars FC, de la ciudad de Dormaa Ahenkro, hecho que revolucionó a la prensa especializada local, que no podía entender como era que un futbolista argentino llegaba a entrenarse allí por su cuenta y con aspiraciones de formar parte de la selección que disputó el Mundial de Sudáfrica 2010 (ver artículo adjunto, páginas 20 y 21). Los cuarenta y pico encuentran a Juan encarando otros proyectos. Actualmente dicta cursos de panadería en Italia, Pane & Arte, donde es reconocido por su excelente trabajo. También se lo puede ver en muestras artísticas de todo tipo y no caduca en su lucha por el reconocimiento de los afroargentinos. Luego de eso volverá a Perú, para vivir con su pareja, y planea regresar a los campos de El Carmen para sumarse en algún picadito con aquellos niños que aprendieron a patear gracias a él. Allí todos lo esperan. Mientras tanto, él continuará soñando, y así será feliz.

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Arriba. Saraví Platero, en el centro, inconfundible, junto al plantel del Bluefields.

Carmen Platero, creadora de la Comedia Negra en Buenos Aires.

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ARGENTINE WANTS TO PLAY FOR GHANA \ Interview of Juan saravi platero by Radio Dormaa Ahenkro 1. How and when did you start your football career? I started my football career in Argentina playing tournaments in teams of my neighborhood outside the city of Buenos Aires in TANDIL. Then my family migrated to Madrid where I played in school tournaments when I was 12. It was there where my passion for the football was growing up day by day, and when I went back to Argentina my expertise was to score goals, and I scored more than 200 during my career, both as amateur and professional. 2. In how many teams did you play? Name some of them My education background belongs to La Plata, a famous football team that won the International Cup against the Manchheste Unitedin 1968 and it played the last Clubs World of the FIFA against Barcelona. As a professional I played in Bluefield’s team in Nicaragua. 3. Did you play in some football team in Italy? In Italy I was in contact with Inter and Chievo Verona, and then in a team of a lower category named Montegrimano Terme. I have also been training teams of the Saint Marine Republic but I did not play there since my dream was to play in Africa. I can be very helpful for Aduana Stars, I am 1,91 cms and my height will help in the air play. I can also pave the way for the center fowards. They can learn from my techniques and me from theirs, I think it will be a good exchange to achieve good results.

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4. Do you feel good with the Ghana clime? It is hotter than in your country. Yes here the weather is hotter, it is more difficult to me and I need to rehydrate myself constantly but do not forget I am afro descendant, my origins comes from here since my great-great-grandparents left Ghana during the Diaspora time more than 200 years ago. My great-great-grandfather was a slave, I am of the sixth generation of Africans in Argentina, and here you are the pictures of my greatgrandparents. My great-grandfather Tomas Braulio Platero was a distinguished profesional in Argentina, since he gained his title of Notary Public in Argentina; my family has always fought for the African identity in our afro descendant community in Argentina and Latin America. I have visited different afro descendant communities in Peru, Bolivia, and in Nicaragua,

where I played in the Bluefields FC. Bluefilds is the city of Nicaragua with the majority of afro descendants, also belonging to the Diaspora time, more than two centuries ago. That is why my purpose is to achieve the citizenship of Ghana, it is important to us, afro descendants, to be recognized by our origin countries. I would really like obtaining the citizenship of Ghana and playing the World Cup 2010 with the Ghana team. 5. Did you hear the comment of the trainer when you arrive? I talked to Hebert Addo in Accra, to Mister George from Italy and we made all contacts to start to prepare myself physically to play the Top four tournaments, since it is late to play the final matches of the tournament since the book of transferences is already closed. My aspirations are huge, mainly to be part of this wonderful team of players. I will give my best to achieve the National Championship with Aduana Stars, to play the African Champions League, to be champions of the top four and to be the highest goal scorer of the tournament. I work with the hopes and aspirations of the football club of Aduana and the league of Ghana. Juan Saravi Platero afro Argentinean is descendent from the Africans that went to Argentina during the time of the Diaspora, his fourth grandmother Maria Clara was to auction in Buenos Aires in 1887. Juan Saravi Platero, player of Aduna is afro descendant; his grandparents were slaves in 1800 in Argentina. He decided to come to play football in Ghana since he considered the level is high and his dream has always been to play in Ghana, the land of his ancestors, to know the land from where more than 200 years ago his grandparents left Africa during the Diaspora time. He has in Argentina together with his family the artisanal activity bread making and he is representative of plastics artists, Latin American painters and sculptors. Besides playing with Aduana, he also wishes to organize a painting and sculpture exposition of afro descendant artists from Latin America, to let them know their origins and achieve, why not the recognition and citizenship of Ghana. His mother Carmen Platero is a passionate defender of afro descendant communities in Latin America and she managed the Pro Latin America Theatre of Limon in Costa Rica. She is the founder of the Black Comedy of Buenos Aires in Argentina, a theater group created by all afro descendant Argentineans. I really hope that Rajevac will call me to be part of the National Team of Ghana for the South Africa World Cup 2010. Fuente. http://www.ghanaweb.com/GhanaHomePage/soccer/artikel.php?ID=181776

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Muchos levantaríamos un monumento en honor a nuestro amigo más querido si pudiéramos. El que Pablo Doffo le debe a Sebastián Monesterolo debería ser aún más grande. Lennon y McCartney, que ya no eran tan compinches cuando escribieron la letra, lo resumirían así: “Con un poco de ayuda de mi(s) amigo(s)” (1). Es que Doffo, oriundo de La Carlota, Córdoba, estuvo a punto de dejarlo todo luego de una extensa carrera en las inferiores de Boca Juniors –fue reclutado por Bernardo Griffa-, un debut en la primera de Sportivo Belgrano (San Francisco) y dos pasos frustrados con el plantel profesional de Talleres –de la capital de su provincia- que casi lo aniquilan. Apesadumbrado y quejoso, asqueado de todas las tretas que el fútbol y sus peores exponentes siempre desparraman, ya no creía en su futuro, estaba salpicado de bronca. Uno de esos días en que nada se espera, Sebastián Monesterolo, su amigo y compañero de pensión en Boca, que ya gambeteaba en el fútbol de Malta –al sur de Italia y en el centro del Mar Mediterráneo-, le sugirió que se armara una recopilación en DVD con sus jugadas, para enseñarlo por aquellas tierras que, hasta ese momento, Pablo desconocía por completo.

— Yo no sabía ni de qué me hablaba, ni dónde quedaba ese lugar donde Sebastián (Monesterolo) jugaba, ¡no lo ubicaba ni a palos en el mapa! Mandé el DVD por correo como quien manda cualquier cosa, casi sin darle importancia, para cumplir con un amigo. A las dos semanas me llamaron para avisarme que a los dirigentes de un club les había gustado y que me pagaban los pasajes si estaba decidido a viajar hasta allá, para jugar un par de amistosos, a manera de prueba. Se trataba del Hibernians Football Club, de la ciudad de Paola. La primera institución del país que alcanzó una competición europea (Copa de Campeones de 1961) y el único que permaneció siempre en la Premier League de Malta, certamen que se disputa desde 1909 y hoy cuenta con 12 equipos. En esos amistosos pautados para conocer las características de este volante central nacido en 1983, el entrenador y los dirigentes se convencieron de que tenía buenas condiciones y decidieron ofrecerle un contrato por dos años. Por aquellos días, Italia se consagraba campeón en el Mundial de Alemania 2006, luego de la definición por penales ante Francia. En La Valeta, ciudad capital de Malta, los festejos fueron similares a lo que pudieron ser, al tiempo, en cualquier barrio de Nápoles. Estruendos, bombos, cánticos y mucho alcohol desparramado por las mansas calles de la isla rompieron la monotonía de aquel domingo de verano. — Acá son muy fanáticos del fútbol, pero sobre todo de las selecciones de Inglaterra e Italia(2). Con el seleccionado local no se motivan mucho, porque difícilmente puede arrancarle algún punto a sus rivales en las competencias europeas. Pero de a poco van progresando. Ya no pierden por goleada como antes. Finalizado su contrato en el Hibernians, Doffo pasó a otro de los clubes locales, el Floriana FC, que viste una camiseta con franjas horizontales verdes y blancas, similar a la que usa el Celtic escocés. Ya acostumbrado a la vida en Malta, consiguió una mejora en su contrato y privilegió su calidad de vida. Se mudó un departamento más confortable y amplio, donde aún hoy reside. Se maneja en italiano e inglés, y hasta puede hacerse entender en maltés. “Aunque es muy difícil, como un árabe, una cosa así”, explica. Se siente muy a gusto en aquella isla apacible, estratégicamente ubicada, y asegura que no dejaría aquel país sólo por un poco más de dinero, a pesar de que el sueldo promedio de los futbolistas extranjeros, que son los únicos profesionales de la liga, oscile entre los 2000 y los 5000 euros; un poco cortos si se toman como referencia los certámenes vecinos, correspondientes a la UEFA(3).

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CAPITULO\ CUATRO “With a Little Help from my friend”

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With a Little Help from my friends, canción del albúm Sgt. Pepper’s(1967), The Beatles, compuesta por John Lennon y Paul McCartney.

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Malta fue parte del Imperio británico hasta 1964 y se sitúa a pocos kilómetros de Italia. UEFA: Unión de Federaciones de Fútbol Europeas, por sus siglas en inglés.

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— En temporada alta, llegan a la isla 500 mil turistas, entre ingleses, italianos y españoles. Es decir, el mismo número de personas que habitan el país. Se forma algo así una pequeña Ibiza, con una movida impresionante. Yo suelo disfrutar de eso sólo cuando ganamos. Cuando pierdo, como buen argentino, me quiero enterrar en un pozo y no salir más. Además, los hinchas suelen tomar a mal que salgas a un boliche cuando acabás de perder. También sucede aquí. Doffo, que debutó en la reserva de Boca el mismo día que lo hizo Carlos Tevez(1), es soltero y disfruta de los beneficios que eso le otorga. Sí, en Malta también existen las ‘Botineras’. Pero no pierde la cabeza y es altamente profesional. No descuida nunca su dieta y esquiva los excesos, aunque salir a tomar algo cuando el trabajo se lo permite siempre se encuentra entre sus planes. El paraíso invita. También cuenta que su adaptación fue casi inmediata, porque el maltés actúa similar al italiano o al argentino; es impulsivo, a veces demasiado. “No sé si hubiera podido vivir en otros países de Europa”. La materia que más le costó en esta grata expedición fue, sin dudas, el manejo ‘a la inglesa’ de los automóviles, con el volante ubicado del lado derecho. — Por comodidad y por miedo a aprender a conducir bajo estas normas, siempre logré que me llevaran a todas partes. Además, acá todo queda cerca. Un día, camino al entrenamiento, un compañero brasileño me preguntó si sabía manejar. Le dije que sí y me dio las llaves. A los pocos metros apareció un auto de frente y lo quise pasar como lo hacía en la Argentina. El otro conductor maniobró pero igual chocamos de frente. Lo bueno es que, claro, iba despacio. Cuando lo miro a mi compañero parecía petrificado; estaba muy asustado. Sufría porque no tenía carnet y decía que nos iban a meter presos. Lo cierto es que al rato pasó el capitán de nuestro equipo y habló con el conductor del auto que habíamos abollado, que para nuestra fortuna era simpatizante del club. Zafamos, pero nunca me voy a olvidar de eso. En un partido de temporada regular en Malta el promedio de espectadores en los estadios no supera los 5 mil. El máximo aforo que se puede esperar es de 20 mil en las finales o los partidos clásicos. No existen las presiones dirigenciales ni los aprietes de los hinchas. Eso sí, los futbolistas extranjeros tienen que rendir el doble que los nacionales. De otra manera, se les rescinde el contrato y se vuelven a casa. Cuando Pablo aún estaba en Hibernians, tuvieron la posibilidad de jugar un repechaje por el ingreso a la Copa UEFA ante el Vojvodina, de Serbia. Cayeron por amplio margen entre los partidos de ida y vuelta –Pablo marcó el único

gol de los malteses en la serie-. El premio por pasar hubiera sido enfrentar al Atlético de Madrid, algo impensado para cualquier club de las islas. Aunque extraña mucho a La Carlota, su familia y su club, Jorge Ross ‘El Glorioso Puente’, transita cada día de su vida sumido en una felicidad inesperada, en un paraíso que lo encontró a él, y no al revés, resguardado de todas las mentiras y los golpes que tanto daño le hicieron en su corto paso como futbolista profesional en la Argentina. Sin embargo, asegura que cuando su carrera termine quiere regresar al país. Y lo dice con firmeza. Tiene 28 años y tiempo para soñar con algo mejor aún. Se metió a los hinchas del Floriana en el bolsillo y se permite avanzar, por lo menos, otro escalón. — Ya puedo tramitar la ciudadanía maltesa y sé que si logro poner en orden mi documentación, por nivel, tengo chances de integrar la selección nacional. Eso me permitiría jugar contra monstruos del fútbol mundial y mostrarme. Quién sabe, tal vez hasta me vea algún agente de una liga importante, le interesen mis condiciones y la termine pegando. Sus deseos no se acaban del lado de adentro de la línea de cal. Tiene ambiciones personales tan modestas como sinceras. — Fuera de lo futbolístico, prefiero disfrutar el día a día. Me siento un privilegiado, sin dudas. Eso sí, aún tengo una cuenta pendiente, que pronto espero cumplir: Quiero que mi vieja conozca este lugar, que lo disfrute y que se enorgullezca sabiendo hasta donde llegó su hijo.

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Arriba. Doffo con la bandera argentina, festejando el título por la Copa de Malta.

Ante Unión (SF), en el 2000.

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CAPITULO\ CINCO El iluminado tardío

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Arriba. Doffo, jugando para el Floriana FC. Abajo. Pablo en su paradisíaco hogar.

El sol sale para todos. La frase, por recurrente en su discurso habitual, podría estar tatuada en alguna parte del cuerpo de Carlos Delgado. Pero no, prefirió retratarse la imagen de Cristo en su abdomen, para que lo acompañe siempre a este fiel creyente que sintió la necesidad de aferrarse a la religión cuando pensó que moriría de hambre en Indonesia, por no tener escapatoria ni dinero, o de tristeza en 25 de Mayo, acá nomás, en la provincia de Buenos Aires, por creer que su sueño se había hecho trizas, de una vez y para siempre. Así es como la cuenta Delgado, quien nació con el pan dulce debajo del brazo un 3 de enero de 1986, en medio de una tarde más de sofoques en González Catán. Poco antes de caminar, ya intentaba patear, y la pelota parecía ser su destino, aunque mucho tiempo faltaba para que Carlitos se ganara la vida de esa manera, corriendo detrás del cuero. Jugó en inferiores de Boca y River, algo que pocos futbolistas pueden empardar. Al club de la Ribera lo llevó Ramón Maddoni, en 1998, con edad de Infantiles. Allí compartió plantel con Fernando Gago y Nicolás Bertolo, entre otros. Parecían invencibles, logrando ganar el campeonato durante tres años consecutivos. En 2002, dejó de tener lugar entre los titulares y decidió probar suerte en San Lorenzo, que lo fichó de inmediato. Poco antes de que haga su debut con los de Boedo, Jorge Viejo, formador de dilatada trayectoria, se lo llevó a River, consciente de las enormes condiciones de Delgado.

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— En mi familia todos son gallinas y estaban muy contentos con que yo jugara ahí. Pasé cuatro años maravillosos, compartiendo plantel con Augusto Fernández, Radamel Falcao García y Daniel Hachita Ludueña. Sin embargo, como suele pasar en inferiores, cambió la coordinación, que quedó en manos de Gabriel Rodríguez, y pasé a ser jugador libre, con 20 años. Ahí me puse a pensar mucho en mi futuro, estaba decepcionado. Con un interesante currículum a cuestas, comenzó a desgastar su abanico de contactos. El destino lo llevó a Tiro Federal de Rosario, donde fue capitán de la reserva, pero otra vez se quedó sin nada antes de debutar en Primera “por esa puta mafia que domina al fútbol”. Problemas entre representantes y dirigentes, manoseos poco sanos para un futbolista juvenil. Entrenó varios meses por su cuenta y cada tanto sus necesidades lo arrastraban a jugar por dinero, en el barrio, donde todo vale, la pierna fuerte con buena o mala intención. La taba de Delgado cayó del lado sucio y debió parar por una grave lesión. — Pensé que ya no me quedaban chances y me dediqué a colocar aparatos de aire acondicionado, para ganarme la vida. Poco tiempo después me salió un torneo regional en 25 de Mayo, donde me pagaban 150 pesos por partido ganado y 60 por empatar. Además, en la semana embolsaba leña en el campo de uno de los dirigentes para poder sumar otros 200 pesos. Luego de jugar en los dos gigantes del fútbol argentino aquella experiencia pudo haberlo matado, pero, por el contrario, lo fortaleció. Se enteró de una prueba de libres que llevarían a cabo Leonel Pipa Gancedo, Fabián Zermattén y, otra vez, Jorge Viejo. A raíz de sus buenos rendimientos lo convocaron para jugar con el plantel superior de River Plate. Sí, así, como leen, pero en este caso era el River de Puerto Rico, donde pasó dos años. De todas maneras, así comenzó su carrera como profesional, a los 23 años. — Luego de un par de temporadas, sentí que estaba para dar el salto a otro fútbol, más competitivo. Como se dice entre nosotros, los futbolistas que la peleamos, era hora de que algún garca me llame. Pero no fue uno de ellos, sino mi amigo Gustavo López, que jugaba en Indonesia, quien se arriesgó por mí. Llegué allá a mediados de 2010, sin entender nada y un poco asustado. A los pocos días fui tentado por uno de los clubes locales, pero el contrato era muy extraño e irregular y preferí no quedar pegado a eso. Cabe aclarar que en Indonesia, según cuentan los futbolistas que tuvieron su experiencia en aquel país, los contratos son engañosos. Para ser más específicos, los números son reales, están ahí, sobre la firma del contratado, pero el jugador no se lleva aquella cifra estipulada –que suele ser muy alta- sino la parte más pequeña, debido a que de ese numerazo se prenden entrenadores,

managers, dirigentes y hasta punteros políticos de baja calaña. Algunas veces, esos convenios basura han sido efectuados en servilletas de papel y con un arma descansando sobre el escritorio, controlando que nadie se acobarde, que el negocio se concrete. No flaqueó Delgado e intentó quedarse allí, fichar con otra institución. Estuvo en uno y lo quisieron estafar, en otro le explicaron que al llegar de una liga no oficial, como la de Puerto Rico, jamás podría ser habilitado por la Federación de Indonesia, una hora antes de estampar su rúbrica. Ya no tenía a su amigo y guía Gustavo López, que se encontraba en pleno vuelo a la Argentina y la soga le apretaba el cuello. La vida lo puso de cara a Marcelo Cirelli, un chivilcoyano que jugaba en el Persebaya(1), quien lo hospedó sin condiciones en su casa durante 20 días y, además, le prestó el hombro para llorar. — Venció mi visa de turista y no tenía dinero para volver a la Argentina. Estaba ya sin fuerzas, entregado. Pero tuve buena suerte esta vez. Recibí el llamado de un empresario que me contactó para llevarme de prueba a Singapur(2), comprometiéndose a pagar la multa por permanecer como ilegal en Indonesia. Llamé a mi familia y les dije que me jugaba la última ficha, a todo o nada. Luego de deslumbrar en un par de amistosos y gracias a las ventajas que le ofreció un teléfono con traductor inglés/castellano que lo ayudó en la reunión con los dirigentes, pudo al fin ponerse al servicio del Hougang United FC. — Singapur es un país adelantado, donde la vida es muy cara porque lo habitan los chinos y japoneses más adinerados, que llegan hasta aquí en busca de tranquilidad. Tiene paisajes hermosos y tecnología de avanzada. Para mí, que nací en un barrio humilde de González Catán, en La Matanza, estar aquí es tocar el cielo con las manos. Al poco tiempo de aquella entrevista, realizada en octubre de 2011, Carlos tuvo otra novedad de las buenas; un millonario indio le realizó un generoso contrato de tres años para formar parte de un nuevo club en Singapur, el Sembawang, con el que ya se entrena. Otra vez el sol salió para Carlos, que ya bastante debió luchar contra las sombras. Aunque feliz y agradecido, siempre se mantiene alerta, porque conoce de qué se trata transitar este camino.

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Persebaya Surabaya, equipo perteneciente a la Súper Liga de Indonesia. Singapur, el país más pequeño del sudeste asiático y el cuarto centro financiero más importante del mundo. (2)

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CAPITULO\ SEIS Recio e inmortal

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Arriba. Delgado, un ídolo para los fanáticos del Hougang United. Abajo. En juego, por la liga local.

Regresó de tan lejos para quedarse; al menos ésa era su intención. No es un fundamentalista del fernet, de esos que abundan, pero mientras se prepara un vaso de trago largo con varios hielos, confiesa que extrañaba esa bebida, exótica para el acotado mercado del sudeste asiático. Se da una vueltita por la terraza en medio de la fría noche, observa la agilidad de los movimientos gatunos por el tejado de la casa ubicada en el Pasaje Newton, en la Zona Sur de Rosario, y le pregunta a su padre, Eduardo, cuánto falta para que esté listo el asado… “por el tema de las ensaladas y eso”, explica. Así es como Matías Recio, que paseó sus goles - y también sus yerros- por el ascenso argentino, Bolivia, México, Costa Rica, Indonesia y Vietnam, disfruta del más simbólico de los rituales autóctonos, aquel que le fue esquivo durante años, por intentar ganarse la vida en lejanos puntos a los que lo llevó el mercado del fútbol. Mira a su alrededor, reflexiona; trata de infiltrarse en los asuntos cotidianos de la familia, que probablemente desconoce, como para consolarse pensando en que jamás se alejó de allí. Horas antes estuvo entrenando en el club Morning Star, en la otra punta de su ciudad, junto a un combinado de libres, esperando que suene su teléfono para conseguir un contrato en algún club “del Torneo Argentino, o algo así”. Antes de darse una ducha –antes que nada- revisa la alacena de la casa,

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buscando el preciado tesoro: la yerba para preparar el mate. Luego, disfruta ante cada cebada, con la seguridad de quien sabe que cuando se termine ese paquete de medio kilo, sólo le hará falta caminar 25 metros hasta el almacén del barrio para conseguir otro. Parece una tontería y hasta puede sonar estúpido… no para alguien que lleva varios años lejos de todo, tendiendo un puente imaginario entre Indonesia y Vietnam. Si pudiera montarse a un caballo y enganchar las alpargatas en los estribos para participar de una carrera de sortijas, entre los alaridos de viejos gauchos un poco beodos, también lo haría. Quiere volver a ser el Matías de su casa, aquel que pateaba la pelota contra la pared durante horas, y que soñaba con reeditar la ‘Palomita’ de Aldo Pedro Poy(1) , pero esta vez, en el Gigante Arroyito, ante toda su gente. Sin embargo, el sendero que el fútbol le ha trazado parece empecinado en alejarlo de esas calles, del asado, el mate y los asuntos familiares que acontecen día tras día. En la Argentina pasó por cinco clubes en sólo seis temporadas: Atlético Uruguay (Concepción del Uruguay), Sportivo Italiano, Brown de Adrogué, Guaraní Antonio Franco (Misiones) y Flandria. Rubio, alto y potente, esta especie de He-Man vernáculo conquistó, a mediados de 2006, a los dirigentes del La Paz F.C. boliviano. Aquella fue la primera escala de un largo viaje, que se prolongó tal vez más de la cuenta. No por corta la experiencia resultó poco fructífera. Algunos goles aportó para su club, sí. Pero en la mente de Recio siempre perdurará su aventura boliviana porque fue justo allí en donde se cruzó con quien sería su compañera durante el resto de la travesía. Georgina, una menuda cordobesa, oriunda de Río Tercero, lo cautivó con su amplia sonrisa desde atrás de la barra del bar donde trabajaba como encargada. Ella anhelaba conocer el mundo; la expedición continuaría en Brasil y así a seguir su rumbo hacia el norte. Seguramente no esperaba que su hoja de ruta se alterara tanto. La relación iba en serio. Tanto que el día que a Matías le llegó la oportunidad de firmar para el Sport Cartaginés Sociedad Anónima Deportiva de Costa Rica, ella no lo dudó; preparó las valijas y se embarcó con el zurdo delantero en una nueva aventura. El comienzo de una sociedad que aún desconocía lo que estaba por venir. Con los Brumosos –así se apoda al Cartaginés- disputó dos temporadas, interrumpidas por una breve cesión a otro equipo de la provincia de Cartago, el modesto Paraíso Total, de la Segunda División, club con el cual consiguió marcar 26 goles en 30 partidos. Un registro sorprendente. (1)

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19/12/1971 Recordado gol de Rosario Central, marcado por Poy, para eliminar a Newell’s en las semifinales del Campeonato Nacional.

Jugar en aquel país centroamericano implica bañarse de sudor en cada entrenamiento, debido al calor y la humedad, y visitar algunas canchas en pésimo estado. Pese a tener que adaptarse a aquellas cuestiones y a quedar relegado durante gran parte de la primera temporada, Recio continuó fiel a su estilo, confiando en su enorme dosis de sacrificio y la fe que profesa en Dios. Logró ganarse el cariño de gran parte de los aficionados cartagineses y permaneció allí durante tres años, ininterrumpidos. Ni siquiera unas pequeñas vacaciones para visitar a sus familiares pudo permitirse. El fútbol le exigía esfuerzos y, además, junto a Georgina pusieron un restaurante que le demandaba atención en sus ratos libres. — El primer año en Costa Rica no fue nada bueno, al menos desde lo futbolístico. No entiendo porqué, pero desde que llegué al Cartaginés, casi no tuve oportunidades. Pasar a un equipo de Segunda fue un poco triste para mí, pero lo tomé como un impulso para dar el salto. En ese momento me aferré mucho a la fe y las cosas me salieron bastante bien. Ante todo soy un luchador y, para poder estar siempre activo en el fútbol, debés tener hambre. Si ante la primera mala te bajoneás, perdiste. Este pelilargo fortachón que envolvió por completo su brazo izquierdo con un tatuaje tribal, con porte de ropero y risa a flor de labios es, sin dudas, un tipo querible. Siempre intenta armar las charlas desde su costado bromista y medio gritón, pero parece disfrutar más de los escasos momentos de confesión, en los cuales mira a los ojos de quien lo escuche y descarga su congoja. Hasta allí, toda su experiencia se había forjado bajo el mismo idioma. Entonces llegó la propuesta del Persita Tangerang, de Indonesia. Todo un desafío. Ahora sí, Matías sufriría el desarraigo, se sentiría solo y bajo las normas que otras costumbres tan lejanas rigen. — Cuando salió lo de Indonesia yo no sabía qué pensar. Lo tuvimos que analizar bastante. Además, enseguida me puse a chequear donde quedaba el país, a dónde me iban a mandar a vivir. De repente se te cae la estantería. Una vez que pisé el suelo en el aeropuerto local, me temblaban las piernas, hasta el aire era diferente. El Persita es un club perteneciente a la localidad de Tangerang, en la provincia de Banten, y se sitúa 25 kilómetros al oeste de Yakarta, la capital nacional. La ciudad tiene más de un millón y medio de habitantes y el fútbol es uno de los pasatiempos que más los entretiene. Posee un estadio llamado Benteng, con capacidad para 20 mil espectadores, que luce repleto cada vez que el conjunto local, que viste de violeta, sale a la cancha. Además, entre sus simpatizantes, cuenta con dos grupos caracterizados; facciones, como se diría por aquí. Por un lado los Laskar Benteng Viola y por el otro el Viola Extrem. A

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pesar de lo que esas denominaciones puedan sugerir –probablemente, nada-, los hinchas del fútbol indonesio, en general, suelen prestar poca atención al juego y en algunos casos, festejan los goles de ambos equipos. — Me fui solo, para ver cómo era todo. Luego de cuatro meses por allá, me enfermé de tifus y malaria. Estuve internado, con pérdida de conocimiento, delirando. Poco más y me paso del otro lado. Cuando llegó Georgina, un 25 de diciembre, Matías la estaba pasando mal. Dos días después fue internado de urgencia, con 43 grados de fiebre. Dice Georgina, relatando su pesadilla: — Los médicos me informaban que creían que no iban a poder salvarlo. Y si salía vivo, le quedarían secuelas, como pérdida de vista, de conocimiento y hasta del habla. Perdió casi 15 kilos y en el peor momento deliraba. Me hablaba y se despedía de mí, como entregado. A nadie le deseo una situación así. Sin embargo, Recio no perdió ni el pelo, y salió de aquella situación tan delicada más fortalecido que nunca. Dos semanas después de haber sido dado de alta, volvió a ser parte del equipo titular del Persita. En sus dos primeros partidos descargó todo su sufrimiento con sendos hat-tricks; seis goles en sólo dos partidos. En total, nueve sobre diez juegos. Aquella performance cargada de goles, como debe ser por parte de un delantero rendidor, le abrió el crédito en otro país, no tan lejano, ubicado al noroeste de Indonesia. Así fue como desembarcó en Vietnam, luego de la breve gestión que Mauricio Giganti, un pampeano que logró prestigio allí como jugador y técnico, llevó a cabo con el SHB Da Nang, la nueva casa de Recio. — Cuando me ofrecieron ir a Vietnam pensé que iba a necesitar casco y un chaleco antibalas. Uno tiene la idea formada hacia este país, por las películas yankees y los documentales. Pero eso fue hace 35 años. Hoy acá no existen los robos y hay lugares paradisíacos que jamás pensé conocer. ¡Ma-tiií-as, Recio, Eduadooó! Escupía, a grito pelado, el castigado relator vietnamita, que llevaba a cabo su tarea desde una tarima improvisada, que lo exponía a los agresivos rayos del sol del crudo mediodía. Aquella fue una de las jornadas que Matías jamás olvidará cuando le pregunten, ya retirado, por su experiencia en el país de la guerra. El Da Nang venció como visitante al LS Thanh Hoa por 4 a 2 y él convirtió todos los goles de su equipo. Incluso, el segundo de ellos, con un espectacular remate de chilena que fue elegido como el mejor gol de la temporada liguera(1). — Ese día me salieron todas bien. De hecho, tuve un gran torneo, lo que me valió mantenerme en aquel club. Porque en Vietnam, el que no rinde no sigue. 34/

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El link para ver el gol: http://www.youtube.com/watch?v=Q8u7KfIdbFs

Te rompen el contrato en la cara si no marcás la diferencia en cada entrenamiento, en cada partido. Dejó su sello en Da Nang, con ocho goles en diez partidos, y pasó al competitivo T&T de Hanoi, la capital vietnamita. Allí se encontró con otro atacante argentino, Gonzalo Marronkle, quien formó pareja de ataque con Cristian Fabbiani en Lanús e integró el seleccionado Sub 17. Tuvo un año irregular, pero logró consagrarse campeón de la V-League (Primera División). Más allá de esa gran alegría, comenzaba a perder fuerzas y a contar los días que lo separaban de su regreso a Rosario, luego de dos años fuera de casa. Pensó que el telón de sus aventuras por el sudeste asiático debía bajarse. A mediados de 2011 consiguió otra posibilidad en el fútbol local, esa que tanto anhelaba. Sarmiento de Resistencia, Chaco, le abrió sus puertas para disputar el Torneo Argentino B y la Copa Argentina. A pesar de convertir tres de los cuatro goles que le dieron el triunfo ante Sportivo Patria, de Formosa (fue 4-1), y el avance en la Copa Argentina, el andar de Recio por el fútbol de su país no fue el esperado, y el 15 de noviembre recibió una nueva propuesta de Vietnam que lo motivó a rescindir su contrato con el equipo de la provincia norteña. Los motivos de su rauda salida no fueron sólo futbolísticos, claro está. “En la Argentina sufrimos demasiado la inseguridad. Nos asaltaron y a Matías le pusieron un arma en la cabeza. Eso apresuró nuestra salida, y la vuelta a Vietnam”, explicó su novia. De todas maneras, las condiciones pautadas para su nuevo contrato en el país asiático no se cumplieron y Matías Recio volvió a quedar en la ruta, con los sueños destrozados, realizando pruebas con equipos de Segunda División. Sobre el cierre de la edición de este material, volvió a llamar Georgina, exaltada, que aguardaba las noticias sobre Matías, en su gira de pruebas por el continente, buscando un nuevo destino. — ¡Matías firmó hace tres horas con el Army! ¡Nos vamos para Bangkok! El Army United es el equipo de las fuerzas armadas tailandesas y disputa el torneo de Primera División de aquel país. Tiene su sede en la paradisíaca capital, Bangkok. Se abre un nuevo capítulo en la historia de este tipo duro del fútbol, que entendió que todavía no es momento de regresar a casa.

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CAPITULO\ SIETE Nadie es profeta en su tierra

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Arriba. El grito de gol de cara a la cámara, con el Da Nang. Abajo. Las duras sesiones de entrenamientos en Vietnam.

Suele escucharse, de este y del otro lado de la frontera, que los argentinos pecamos de vanidosos. Particularmente, siempre rechacé con ahínco este tipo de reglas que engloban masas, por considerarlas simplistas y poco serias, debido a que el comportamiento individual de cada ser tiene miles de aristas analizables que se ubican antes de las influencias grupales como, en este caso, la nacionalidad. Ahora bien, si nos detenemos sobre el fútbol, algunas reglas generales pueden servir. Creemos que este deporte se juega como tal en Sudamérica, México y Europa. O acaso nadie escuchó jamás frases como: ¿Y esos cómo juegan, en patas y con un hueso en la cabeza? ¿Ahí bajan los centros con ametralladora? ¿Cómo hacen para ver la pelota con los ojos cerrados? Ese tono despectivo, muchas veces sin mala intención, debería comenzar a extinguirse, ya que no forma parte de ningún folklore y, como podemos corroborar con las historias que se incluyen en este material, muchos de nuestros compatriotas se alimentan gracias a los sueldos que les pagan esos tipos que bajan la pelota a tiros, juegan descalzos o tienen los ojos rasgados. Además, los últimos años nos indican que esos países lejanos y extraños para nosotros crecen –futbolísticamente hablando- de manera sostenida, sin mucho alarde ni fuegos de artificio. Mientras que aquí las directivas las dan barrabravas, mediocres y mafiosos. La pelota se pasa mal e impregnada de miedo y los últimos resultados a nivel internacional nos cuentan la verdad al oído.

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A Ruben Cecco todo eso lo desvela, lo llena de bronca e impotencia. Claro, como embajador del fútbol argentino fue recibido en Ecuador por un presidente borracho y disfrazado de Pitufo, pasó hambre en Bolivia, se sintió amenazado en Panamá, esquivó Murciélagos en Indonesia, esperó horas a que llegara el heredero al trono del sultanato de Brunei para comenzar un entrenamiento y se llenó de pulgas durmiendo debajo de las tribunas del club Bella Vista, en Uruguay. Luego de estas y tantas otras experiencias más, no entiende cómo cada vez que pidió por una oportunidad en su país, se burlaron de él y le negaron la chance, desmereciendo su esforzada carrera. — Cuando intento fichar en Argentina, los técnicos suelen preguntarme si en donde estuve se juega al fútbol. Yo me enciendo, porque no puede ser que piensen que acá, sólo acá, se juega al fútbol y bien. Se creen que es fácil jugar en Albania o Siria, como yo lo hice. Pero no se dan cuenta. Yo que jugué con hambre y que fui a canchas donde el público te recibía a piedrazos, no me voy a asustar por nada de lo que pase acá. Cecco nació en Berazategui en 1983 e hizo inferiores en Racing, Quilmes y Boca. Cuando tenía 18 años, y sin lugar en la Primera de Boca Juniors que comandaba el uruguayo Oscar Washington Tabárez, decidió tomar la propuesta de un intermediario que lo ubicó en Ecuador, con la promesa de ficharlo en el Olmedo, club con el cual disputaría la Copa Libertadores. Aquella palabra no se cumplió y antes de verse en el medio de la nada el veloz delantero decidió quedarse en otro equipo de aquel país. El modesto Deportivo Saquisilí, de la Primera División –actualmente en Tercera-, representante de la comunidad aborigen de la provincia de Cotopaxi, fue su nueva casa y las sorpresas comenzaron poco después de poner un pie en Latacunga, ciudad donde se hospedaría durante un año. — Llegamos con mi representante un 10 de enero, día de mi cumpleaños. Supuestamente el presidente del club nos esperaba para hacer la presentación y mostrarnos las instalaciones. Como en el estadio no había nadie a la hora señalada, cerca de las 8 de la mañana, decidimos ir a buscarlo hasta su casa. Tremenda sorpresa nos llevamos al verlo pintado de celeste, con corbata y gorrito blanco, disfrazado de Papá Pitufo y totalmente borracho. “Es que tuvimos un casamiento y aún no me acuesto”, dijo. Entonces, la presentación debió posponerse algunas horas, para cuando estuviera casi sobrio y vestido como una persona. De aquel club arrastró mucho crecimiento personal y casi nada de dinero, ya que jamás le pagaron lo estipulado en su contrato. En Latacunga se acostumbró a los movimientos sísmicos y rápidamente comenzó a dejar el adolescente atrás, dándole paso al hombre que poco a poco comenzaría a acumular millas.

Entre 2002 y 2004 vivió en Bolivia, disputando tres temporadas en diferentes instituciones. Entre el San José, Independiente y Francesa tampoco vio un peso, a pesar de convertir goles en todos los campeonatos y ponerse el equipo al hombro más de una vez, y a más de 4000 metros de altura. La situación comenzaba a desesperarlo; lloró sin derramar lágrimas, en soledad, más de una vez. — De Bolivia salí ya pasando los 20 años y apenas me daban para poder comer. No vi, hasta el día de hoy, un peso, y sigo esperando. Estaba mal, muy mal; cansado de tantas mentiras y promesas falsas. Después salió lo de Panamá. “Lo de Panamá”, como dice Ruben, fue su experiencia en el Plaza Amador, uno de los clubes más tradicionales y longevos dentro de la Liga Panameña. Con una hinchada entusiasta y varios títulos en su haber, esta sí parecía una buena oportunidad para Cecco, luego de tantos malos tragos. Poco después de aterrizar en la Ciudad de Panamá, capital del país, comprobó que los primeros detalles del contrato comenzaban a cumplirse. El departamento que le entregaron era amplio y moderno, además de bien ubicado y con una excelente vista. Descansó contento e ilusionado, esperando el primer entrenamiento con su nueva camiseta. El complejo donde habitualmente practica el Plaza Amador es conocido como El Maracaná. Se trata de una Plaza de Toros donde improvisaron una cancha de fútbol, sin pasto y sin alambrados, delimitada por edificios tipo monoblocks, que forman algo así como tribunas desde las cuales salen los inquilinos para ver los entrenamientos, en medio de aullidos y música reggaetón. — Sin saber de qué se trataba, llegué a ese primer entrenamiento en El Maracaná vestido con una chomba rosada, bermudas y alpargatas blancas, y un cinto de cuero. A los cinco minutos de estar ahí, comenzaron a rodearme los lugareños. Me inspeccionaban por ser el único blanco y por mi manera de vestirme. Decían “Beckham, es Beckham” y se reían, como amenazantes. Por suerte alguien me identificó como jugador del club y me salvé. A los pocos minutos comenzaron a llegar mis nuevos compañeros. Claro, aparecían en cueros, apenas con un pantaloncito de fútbol y los botines en la mano. Al día siguiente también yo me presenté así. Pasé de ser uno más en El Maracaná, a ganarme el cariño y el respeto de la gente. Me invitaban a fiestas donde bailaban a pleno, con el típico ritmo caribeño. También compartimos varios asados en la calle. Fue aún más querido y respetado cuando se convirtió en el estandarte del equipo que se consagró campeón en 2005. Goles y mucha entrega aportó en aquel país centroamericano. Tanto que al cerrar la temporada le llegó una oferta que le haría abandonar por primera vez el continente.

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Indonesia, cuando aún no se nutría de tantos futbolistas argentinos, fue su próximo punto en la hoja de ruta. Más allá del título y de la alegría que le deparó su experiencia panameña, la situación económica poco había mejorado. La del Persekabpas Pasuruan fue su nueva camiseta y la jugosa propuesta del presidente lo motivó a defenderla desde el principio, casi con hambre. — Cuando llegué a Indonesia seguía seco. Mientras arreglábamos el contrato, el presidente del club le manifestó al traductor que me pagaría 500 dólares por fuera de mi paga mensual si hacía un gol. Cuando me llegó el mensaje en castellano, emocionado, me puse a llorar de felicidad; estaba golpeado. El tipo, al verme, se asombró y el traductor le explicó lo que me sucedía. Se río y dobló la apuesta: serían otros 500 si ganábamos también el partido. En aquel partido metí un gol a falta de 15 minutos para el final, cuando estábamos 0 a 0. Lo grité como nunca; ya tenía la mitad del premio. Apenas sacaron del medio los rivales me fui a jugar de zaguero, para conseguir la otra mitad. La necesitaba, estaba hambriento, era capaz de cualquier cosa para no perder el partido. El entrenador me gritaba, se desvivía en gestos para que me vaya de ahí, pero no le di bola, estaba enceguecido. Despejaba pelotas del fondo y lloraba, como un chico. En el país insular también jugó para el Persma Manado, Persiraja Banda Aceh y el Persija Jakarta, todos de Primera División. Sin embargo, en medio de una estadía de cuatro años dejó Indonesia para representar al D.P.M.M., en el fastuoso sultanato de Brunei, al norte de la Isla de Borneo. Aquel club pertenece a Al-Muhtadee Billah que es, nada más y nada menos, que el hijo mayor y heredero del Sultán de Brunei, dueño de todo y de todos. El D.P.M.M. alterna entre las ligas de Malasia y Singapur, debido a que es el único conjunto profesional en su tierra. Brunei Darussalam, tal es su nombre completo en malayo, significa Estado de Brunei, Morada de la Paz. Tiene alrededor de 400 mil habitantes, con un PBI per Cápita de 50 mil dólares (el de Argentina no supera los 18 mil) y consiguió su soberanía del Reino Unido el 1º de enero de 1984, casi un año después de que naciera Ruben Cecco. Su forma de gobierno es una monarquía absolutista dominada por la misma dinastía desde el Siglo XIV. En la actualidad, la máxima autoridad es el sultán Muda Hassanal Bolkiak, cuya fortuna se calcula en los 20 mil millones de dólares. Adepto a las excentricidades, se hizo construir un palacio de 1500 habitaciones y posee una colección de más de 5000 autos de lujo, entre los que se cuentan 165 Rolls-Royce. Su primer hijo y heredero fue arquero del D.P.M.M. y hoy, como su dueño, presencia cada entrenamiento, regula los cambios y analiza las contrataciones. Todo lo hace de manera muy particular… y con toques de excentricismo, por supuesto. — En Brunei todos son ricos, pero sólo la familia del sultán tiene prioridades.

Cuando alguno de ellos está por pasar a 150 kilómetros por hora en un Lamborghini o un Rolls-Royce todos deben correrse para darles lugar y no molestarlos. De todas maneras, el hijo del sultán, que era nuestro presidente, técnico y lo que se te ocurra, siempre saludaba respetuosamente al equipo. Eso sí, los entrenamientos no podían comenzar antes de que él se hiciera presente. Muchas veces debíamos esperarlo en la cancha cinco o seis horas; hemos arrancado después de la medianoche por su demora. Una vez que llegaba se encerraba en un loft vidriado que tenía a pocos metros del campo de juego, se recostaba sobre su diván, sosteniendo su cabeza con una mano, y nos miraba. Creo que éramos una especie de terapia para él. Sin considerarse salvado económicamente ni mucho menos, pero sí más aliviado, Cecco sintió la necesidad de dejar el fútbol en evolución del sudeste asiático para volver a la competitividad de Sudamérica. Luego de una breve prueba, lo contrató el Club Bella Vista de Uruguay. — Me vine a ver si Uruguay podía servirme de envión para jugar en el fútbol europeo, que era mi anhelo en ese momento. El plan funcionó; a pesar de pasarla mal durante varios meses y ser presa fácil para las pulgas al dormir debajo de las tribunas del estadio durante un largo rato, el Dínamo Tirana de Albania vino por él. El fútbol de aquel país puede no ser el más reconocido de Europa, pero el anhelo de Ruben era realista y lógico. “No esperaba que me llamen del Manchester United”. Además, el Dínamo es uno de los clubes más populares de allí. Acumula 18 títulos en la liga local y eso le permite jugar frecuentemente las instancias previas de las competencias europeas, donde llega a codearse con los mejores equipos del mundo. La liga local se compone de 12 equipos y se mantiene en franco crecimiento, desde hace más de una década. Aunque aún cuenta con una gran falencia, un vicio difícil de erradicar: las apuestas y los sobornos. — En Albania me fue muy bien, pude convertir varios goles. El equipo estaba sólido y lideramos durante todo el torneo, de taquito. Yo estaba muy feliz, veía que nuevamente iba a salir campeón y eso me fortalecía. Inexplicablemente, perdimos las tres últimas fechas, ante equipos que venían muy por debajo en la tabla, infinitamente inferiores. Yo no voy a juzgar a nadie porque no sé bien cómo se manejan esos temas por allí, pero vi compañeros haciendo cosas muy extrañas, jugando horrible y sin ganas. Hablo desde acá, porque yo no escuché nada e ignoro las presiones a las que estaban sometidos. Eso de las apuestas es un problema muy grave en Albania y muchos peces gordos van prendidos. Un paso fugaz por San Telmo, en el ascenso argentino, donde casi no tuvo oportunidades, y una corta excursión en Sportivo Luqueño de Paraguay, le al-

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canzaron para convencerse de lo que pensaba desde hacía ya varios años. — En nuestro país y alrededores no se valora lo que uno hizo afuera, si no se jugó en un grande de Europa u otro país con tradición futbolística. En todos lados tuve que demostrar, volver a probarme, porque todo lo que no se hace aquí no cuenta. Se piensan que jugar en Indonesia o Albania es sencillo. Es difícil luchar contra eso, te da impotencia. Recuperado luego de ser tocado en el orgullo, Cecco renovó sus ilusiones de preparar la valija gruesa y antes de terminar su temporada en Paraguay se fue a Siria, convocado por un acaudalado ingeniero local, que estaba buscando un atacante argentino para el Al-Ittihad Aleppo, el club con más títulos (6) y mayor popularidad del país. Se lo cuenta entre los más grandes de Oriente Medio. El Estadio Internacional Aleppo, donde es local, tiene capacidad para 75 mil personas y se completa con asiduidad. Allí fue figura y disputó partidos con marcos que jamás imaginó en la Argentina, ante miles de voces que bramaban en lenguas indescifrables cuando alzaba los brazos para comenzar la carrera de su festejo, pero allí es donde el fútbol se congració con él; parece que esos destinos esconden su verdadero hábitat. Un viajero frecuente resultó ser Cecco, que también estuvo a punto de firmar para clubes de Brasil y Azerbaiyán. Por estos días (enero de 2011), se ilusiona desde Berazategui con la chance de abrochar su pase a un club de Jordania. Sí, Jordania; y sí, se ilusiona. Por ahí solían decir, aunque ya no se use tanto, que nadie es profeta en su tierra… Que le pregunten a Ruben Cecco, a ver qué les contesta.

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Arriba. El búnker desde donde el hijo del sultán presencia los entrenamientos, en Brunei.

Arriba. Con la ciudad de Aleppo (Halab, en árabe), Siria, de Fondo. Abajo. Con la indumentaria del Dínamo de Tirana, en una visita a Kosovo, para enfrentar al Prishtina.

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CAPITULO\ OCHO Hanoi je t’aime

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Acostumbrarse a vivir en Vietnam no es fácil, aunque la etapa de postguerra ya cuente más de 35 años. Las fantásticas evoluciones que se aprecian en Hanoi, sobre todo infraestructurales y tecnológicas, aún no se equiparan, bajo ningún punto de vista, con las culturales. Probablemente nunca lo hagan, claro, porque la cultura no evoluciona si se la analiza desde el lente occidental. Aún así, si la vida te lleva hasta allí, toleralo todo y sentite parte de una reestructuración. O, simplemente, ignorá lo que sucede a tu alrededor, si es que podés abstraerte de tan magnífico espectáculo. Ahora, ¿cuán tolerable resulta saltar personas que están almorzando o durmiendo la siesta dentro de un local de venta al público? desde afuera parece fácil. Vivirlo como parte del día a día puede generar malestares o abrir la cabeza, depende de lo adiestrada que cada quien tenga la mente. Lucas Cantoro nació en Ramos Mejía y aún no se acostumbra a tal espectáculo cada vez que intenta comprar algo en un almacén. Lo sufre, lo padece, pero entiende el juego; sabe que es él quien está fuera del círculo, lejos de casa. — Es lo que más aborrezco de Hanoi. Me molesta entrar y tener que andar esquivando gente, aún hoy. Pero ya no me mortifica, me acostumbro a que eso suceda cada día y, si se toma como algo normal, que sucede donde a uno le pagan por hacer lo que ama, se lo pasa mejor.

Para Cantoro, que debutó en la primera de Vélez que dirigía Eduardo Solari en 1998, con 18 años, no fue fácil adaptarse a las costumbres del país donde reside hace casi un año. Tampoco lo fue para Natascia, su esposa italiana, y sus tres hijos, Priscila (de 6 años), Jordán (5) y Brian (2), nacidos también en el país europeo donde Lucas vivió durante 10 años. — Mientras viajábamos del aeropuerto a nuestro nuevo hogar en Vietnam mi esposa comenzó a mirar a través de la ventanilla del taxi, se desesperó y lloraba desconsolada. Quería regresar al aeropuerto y tomar el primer avión con destino a Italia. Por suerte Hanoi le demostró su mejor cara en poco tiempo, y hoy todos estamos felices con nuestro presente. De hecho, tenemos la seguridad que queremos para nuestros hijos, cosa difícil de encontrar en la Argentina o Italia. En Hanoi existen los robos menores, ‘trabajos’ de ratero que, generalmente, llevan a cabo los niños en el centro de la ciudad. Pero lo más llamativo es que no se ven atracos a mano armada ni situaciones violentas, a pesar del ritmo frenético con el que se mueve esta capital y el país entero. Averiguando lo indispensable, se puede concluir en que las leyes penales en Vietnam son inflexibles, y que un delito mayor –como un asalto-, agravado por reincidencia, puede costar la cadena perpetua. Es extraño que, por otra parte, el Código Penal vietnamita imponga entre dos y siete años de prisión por tráfico de mujeres. A pesar de su debut en Villa Luro, la carrera profesional de Cantoro poco tiene que ver con la Argentina y casi todo con Italia, a donde arribó en 2001, contratado por el Monza, de la Serie C1. Luego pasó por Foggia, Isernia, Pádova, Paganese, Cosenza y Pisa. De este último equipo guarda recuerdos imborrables, para bien o para mal. — Nunca en mi vida sentí tanta presión como cuando jugaba para el Pisa. Tiene una hinchada enorme. Tan seguidora como amenazante; no nos dejaban en paz nunca. Por suerte logramos el ascenso… Si no, no sé que hubiera sucedido con nosotros. Su experiencia como juvenil en la Argentina y toda una década de aprendizaje en el competitivo fútbol de ascenso italiano parecían aportarle todo lo necesario para trotar el planeta de allí en más al calvo delantero. Sin embargo, la liga vietnamita lo esperaba con varias sorpresas de peso. Contactado por el pampeano Mauricio Gigante, fue a parar al ACB Hanoi, un equipo recientemente ascendido a la V-League. A primera vista, cuando visualizó el plantel con el cual enfrentaría la temporada, se dio cuenta de que no iba a ser un año fácil, precisamente. — Estaba repleto de juveniles, sin experiencia. Los extranjeros éramos pocos y se nos hacía muy cuesta arriba cada partido.

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Poco tiempo después, al final de la temporada, el ACB regresó a Segunda, sin pena ni gloria, naturalmente. Aunque para Lucas Cantoro no todo resultó tan malo, ya que convirtió 16 goles en 26 partidos, lo que lo posicionó tercero entre los máximos goleadores del certamen. Esa actuación destacada le permitió continuar en Primera, contratado por el T&T de la misma ciudad. A pesar de llevar casi un año en Vietnam, Lucas aún no tolera algunas actitudes dentro y fuera de la cancha, que son habituales en el fútbol profesional de allí. Por un lado, se queja, al igual que todos los extranjeros, del juego brusco –y poco penado- que se observa en cada partido. — Son chiquitos y muy veloces, pero pegan muy duro, de principio a fin. Los árbitros tienen que oler sangre para sancionar. Con la pelota saben bastante, tienen buena técnica, pero tácticamente son un desastre… No saben cómo defenderse, y atacan sin orden, a los ponchazos. Tampoco entiende mucho la cultura del aguante… un tanto peculiar por allá. — Cuando vamos a jugar como visitantes, los hinchas nos tiran piedras, nos quieren golpear. En este fútbol hay mucha corrupción de por medio y pasan cosas raras. No sé bien por qué, pero suelen agarrárselas con nosotros, los extranjeros. Hay un par de canchas muy jodidas, a las que pocos quieren ir. La semana previa a esos encuentros bravos estamos plagados de lesionados y enfermos. Todo lo contrario sucede cuando jugamos en casa, en Hanoi. A la gente no le importa si ganamos, perdemos o nos pasa por encima un tren. Les da igual, van a la cancha a comer y a divertirse. El vestuario también tiene sus características particulares, muy particulares. Los futbolistas nacionales casi no tienen trato con los extranjeros y, aunque viven también del fútbol, a los vietnamitas le da igual ganar o perder, y carecen del sacrificio mínimo a la hora de entrenarse. Además, en la semana fuman y beben en exceso. — En las concentraciones nos sentamos en mesas separadas; por un lado los extranjeros, por otro los nacionales. No tenemos nada contra ellos, pero algunas cosas nos hacen enloquecer a los que llegamos con otra idea incorporada del fútbol. Si en el entrenamiento se les pide que hagan abdominales pueden llegar a completar uno o dos movimientos; luego, se hacen los tontos y se alejan. Además, fuman antes y después del partido, sin esconderse de nadie. También chupan pocas horas antes de cada juego, sin medida. Eso sí, en el partido corren el doble que nosotros, que nos alimentamos a fruta y agua. Son un violín. El futuro de Cantoro lejos del fútbol plantea una incógnita importante, luego de la experiencia asiática. La familia con la que vivió la mitad de su vida se encuentra en Ramos Mejía; la que él formó durante la otra mitad, es italiana.

— A mi esposa le encanta la Argentina, pero nos asusta un poco la inseguridad, por los nenes, sobre todo. Nosotros ya estamos grandes. En Italia podemos vivir tranquilos en el pueblo de Natascia, pero aún ni siquiera lo pensamos. Sólo sé que volver a la Argentina me tira mucho, aunque las probabilidades estén más favorables a Italia. Asegura que piensa jugar cinco o seis años más, y que por ahora no planea su vida fuera del fútbol, aunque parece guardar un sueño, en un cofre a cuatro llaves. — Mi hermano Mauro(1) está haciendo el curso de técnico. Tal vez podamos hacer una dupla, no sé. Pero, dejémoslo para más adelante, que ahora quiero seguir disfrutando de tocar la pelota, che.

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Mauro Cantoro debutó en Vélez y se destacó en el Wisla de Cracovia, Polonia (2001/09). Foto izquierda. En Italia, con la camiseta del Cosenza. Foto derecha. Cantoro con Natascia (su esposa), Priscila y Jordán.

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CAPITULO\ NUEVE ¡Han cantado bingo en la sala, señores!

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Como arquero de fútbol no puedo dudar, porque si cometo ese gravísimo error es gol seguro. Así soy en mi vida también. Cuando un personaje entrega una frase, muchas veces ésta puede adherirse a su personalidad; por lógica, por decantación. Lucas Echenique* fue golpeado por el fútbol, tentado por el destino y, por valentía, la vida lo recompensó. Como un veloz pase de manos, mudó de trabajar en un bingo, entre puchos y cartones, a firmar con un club de la próspera Thai Premier League (Primera División Tailandesa), donde hace unos meses cumplió la hazaña de convertir un gol de cabeza sobre la hora. El sueño de cualquier arquero arriesgado y con el balero un poco loco. “Lucas, ya estas acá, ahora agarrate hasta con los dientes y nunca sueltes esta oportunidad”. Quizás fueron estas palabras de Alejandro Limia, su colega en el puesto e histórico guardavallas en Arsenal –el autóctono, el bonaerense-, las que impulsaron a Echenique a llegar donde llegó. Con sólo 17 años, cumplió con aquello que anhelaba desde que los guantes le quedaban grandes: ser profesional en su querido club. Pero tras un lustro en Sarandí y un breve paso por Comunicaciones, en donde cobrar el sueldo era toda una hazaña, Lucas quedó libre durante nueve meses; la pesadilla de cualquier futbolista con aspiraciones, la que libera todos los miedos. Por esto y porque recibió la noticia de que la familia se agrandaba tomó la decisión de

dejar de lado los tres palos para trabajar en un local de azar de la localidad de San Francisco Solano, en el corazón del Gran Buenos Aires. “Realmente me siento orgulloso de decir esto”, saca pecho Lucas. Tuve que salir a buscar trabajo porque la suerte de ese momento así me lo hacía saber. Era una realidad que nunca había pensado vivir. Siempre pensé en jugar al fútbol, porque para eso me había preparado, pero mi presente en ese momento era otro. Tenía una hija, Celeste, y otra que estaba en camino. Lo hice para que no les faltara nada. Metí personalidad, coraje y así emprendí nueve meses como laburante en el bingo, siempre deseando volver a jugar y trabajar de lo que mejor me sale: el fútbol. Y así es como la vida se divierte, le da rienda suelta a sus caprichos y se ríe de lo disparatadas que suelen ser sus salidas. Quién podría haber arriesgado que dentro de aquel bingo se encontraba el trampolín para que Lucas pegue el gran brinco y sea hoy considerado como un ídolo en Tailandia. — Mientras estaba en mi horario de trabajo me crucé con Elsa, la madre Gastón González, quien ya lleva tres años jugando en Bangkok(1) . Lucas recuerda la charla como si hubiera sucedido minutos atrás. No es para menos, aquel instante de quiebre torció su destino. — Saludé a Elsa y le pregunté si podía mostrarle un video mío a su hijo para que me ayudara con la gente de Tailandia. La respuesta de ella fue clara: “Quedate tranquilo que yo te voy a ayudar”. Y cumplió: en diciembre tenía mi primera prueba en Asia. Viajar tantos kilómetros, a un país del cual no conocía absolutamente nada, eran las preocupaciones de Echenique, pero sabía que no podía dejar pasar esta chance. Sobre su decisión de irse, Lucas cuenta que lo tomó como una oportunidad de crecer en lo futbolístico y en lo personal, ya que nunca había jugado en un club del exterior y menos en Asia. Sólo contaba con una experiencia en 2004, una participación en un torneo relámpago para Arsenal, en Italia, pero nada como ésto. Así fue como el 13 de diciembre emprendió viaje hacia Tailandia, con la expectativa de ver cómo eran las cosas por allá y con la ansiedad de saber si esta vez sí tendría la chance de demostrar su valía como arquero. Con los ojos vidriosos, pero con un dejo de humor recuerda que el momento de partir no fue fácil. — De ese día me acuerdo que miré a mis hijas y prometí que lo que hiciera en Tailandia sería para mejor futuro y bienestar de ellas. Cuando subí al avión me temblaban las manos, pero no por miedo a partir sino por el tremendo pánico que le tengo a los aviones… Después de trece horas llegamos a Alemania. Un viaje muy confortable, por suerte. Ahí esperé diez horas más para tomar el (1)

Capital y ciudad más poblada de Tailandia.

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vuelo a Bangkok, que duró once, así que pasé por tres estaciones climáticas en 30 horas: primavera en Argentina, invierno en Alemania y verano en Tailandia. Después de haber aterrizado en el aeropuerto de Bangkok me esperaba el secretario del club que me llevó, junto a Gastón (Aclaración, González, el hijo de Elsa), directamente al estadio de Sriracha, donde estaban jugando un partido amistoso. Me presentaron al plantel y directivos. El recibimiento fue muy agradable. Llegué un sábado por la tarde, así que tuve libre el domingo y esperé para comenzar mis entrenamientos el lunes. El Sriracha Football es un club joven de la provincia de Chonburi, que nació en 2005, luego de la fusión entre otras dos instituciones de la región, el Chonburi FC y el Pattaya United. Su sponsor más importante es la automotriz japonesa Suzuki, tanto es así que el equipo de Lucas Echenique hace de local en el Suzuki Stadium, con capacidad para albergar a poco más de 5000 personas. Su camiseta es azul y blanca a bastones y en su escudo se destaca la figura de un marlín (similar al pez espada), debido a que la zona donde se ubica la sede es netamente pesquera. Sus primeros días en Tailandia fueron duros. El idioma, la religión y la cultura distan enormemente de las costumbres argentinas. Cuando llegué al aeropuerto internacional me quede sorprendido con lo gigante que es. Se asimila a una gran casa china, con sus techos en caída. Me sorprendió ver algo así. Al salir del aeropuerto y yendo para Sriracha vi una majestuosa ciudad, era Bangkok, con rascacielos de más de 200 metros y las calles anchas, imponentes. Parecía que me había metido en Volver Al Futuro(1) ; había autopistas por doquier y encima de las autopistas vías de trenes. En el centro de la ciudad hay una avenida donde sólo hay shoppings. Salís de uno y te metés en otro; así hasta recorrer 17. Realmente me topé con un país muy desarrollado, ordenado, en el cual se respetan todas las normas de convivencia. Por ejemplo, aquí no se puede tirar ni un papelito al piso porque te multan y el tránsito es muy fluido. Se conduce del lado izquierdo y la primera vez que lo intenté me mande como de costumbre por la derecha y casi le pego a un tuk-tuk(2). Bien adaptado a los hábitos tailandeses luego de su año y poco más de residencia, ya se comunica con sus compañeros y con la gente que lo detiene en la calle para saludarlo, sin problemas. Su índice de popularidad tuvo su pico el 17 de diciembre de 2011; aquel día, Lucas Echenique tomó la decisión de ir a buscar el cabezazo al área rival, en el minuto 95, cuando su equipo caía por (1)

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Back to the Future, película dirigida por Robert Zemeckis y producida por Steven Spielberg (1985). También Ricksha, pequeños taxis de tres ruedas.

2 a 1 ante el Bangkok Glass y disponía de un tiro de esquina. Lo soñó durante toda su vida, ¿Qué arquero no lo hizo? El centro cayó llovido y como piedra en el punto penal; el pelilargo arquero argentino se elevó y conectó un frentazo que se coló manso y sin oposición junto al palo izquierdo del Glass. No había tiempo para mucho más. Los segundos restantes eran todo de Lucas, quien soltó una carrera frenética; primero con los brazos abiertos y varios compañeros colgados, intentando voltearlo. Luego, mirando al cielo, como agradeciéndole al destino las caricias que entrega en sus mil y una vueltas (3).

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Vale la pena verlo, y con el audio original: http://www.youtube.com/watch?v=zpXyQqhuKec Arriba. Lucas festeja luego de convertir de cabeza. *Lucas Echenique fue noticia en varios medios de nuestro país durante el mes de junio de 2012 –poco antes del cierre de esta publicación- por una denuncia por malos tratos efectuada por la madre de sus hijos, Gisela González, a través de internet. Luego del pedido de “rescate”, la mujer escapó hacia la Embajada de Tailandia, para regresar a nuestro país horas después. Echenique dijo al respecto: “Todo se está resolviendo con la justicia, como cualquier caso normal”.

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CAPITULO\ DIEZ Aún quedan tanques en Vietnam

Micaela se acerca a la computadora, luego corretea a toda velocidad y comienza a dar alaridos, como buscando una respuesta, presa de su desvelo. No piensa dormir, aunque en Hanoi, donde está su nuevo hogar, sea ya más de medianoche y la temperatura arañe los 10º. Además, la pequeñita aún no cumplió siquiera los dos años. Tampoco duerme Candela, la hermana menor, que llegó en noviembre de 2011, con un mes de vida, para acompañar a su padre Leonel Felice, un delantero de 28 años que espera dar el gran salto como jugador del club T&T, uno de los más importantes de la V-League. Detrás del Tanque de Sarandí(1) apresura sus pasos Florencia, la esposa, quien intenta calmar a las muchachas, apagando incendios, preparando mamaderas y chupetes. “Mi mujer y las dos nenas llegaron el 7 de noviembre del año pasado” dice Felice, que recuerda perfectamente la fecha, como un preso que recuperó su libertad, debido a que antes debió pasar tres meses de soledad en Vietnam, disputando siete partidos, en una especie de prueba que le realizó el club. Sus buenos rendimientos le proporcionaron un nuevo contrato, por toda una temporada. Sin embargo, como en la mayoría de los casos, el comienzo de esta aventura por tierras asiáticas tuvo un primer capítulo repleto de incertidumbres. — Vine a jugar por poco tiempo, imaginando lugares devastados por la guerra 52/

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Así lo apodan por su contextura (casi 1,90) y su origen.

y mucha pobreza. La idea era juntar la mayor cantidad de guita posible en esos tres meses y no volver nunca más por acá. Además, al principio entrenábamos en doble turno y yo no estaba acostumbrado a ese nivel de exigencia física. Tampoco me adaptaba a la comida, por lo que me sentía débil. Así recuerda el futbolista que maduró en las inferiores de Arsenal de Sarandí y luego deambuló por Atlético de Villa Gesell, Alianza de San Juan, Rivadavia de Lincoln y Estudiantes de San Luis, buscando lo que todos los que se incluyen en este material: ganarse la vida como futbolista, al precio que sea, por caro que se deba pagar ese sueño que arrastran desde niños. Leonel continúa con su relato vía Skype; parece un personaje alegre, de ésos que siempre amenizan las reuniones. “Nunca jugué en equipos importantes” dice, casi con timidez, mientras enumera los clubes que alimentaron su trayectoria. Eso no es un desmérito, sino una constante en cada uno de los futbolistas que hoy se destacan, sobre todo, en el sudeste asiático. En la valentía de atreverse al cambio, en la osadía de dejar todo por correr detrás de un balón y de un buen futuro para sus hijos radica el culto al sacrificio; y todo por ser profesional del fútbol, en el campo que sea. Pero, para ganarse la oportunidad de dar el salto, primero hay que tener condiciones y algún contacto eficiente. En el caso de Felice su gran aliado fue… Youtube, el canal que difunde todo tipo de videos por internet. — Me entrenaba con un grupo de libres hasta que alguien vio un par de videos que yo había colgado en Youtube, con mis jugadas y eso. Fui contactado por un agente holandés que recluta futbolistas para colocarlos en diferentes partes del mundo y terminé entrenando con el T&T. En ese momento me quería matar, todo me costaba mucho, las costumbres eran muy diferentes. Ahora estoy súper agradecido con lo que me toca; debo aprovechar este mercado, porque me pagan lo que no podría ganar en la Argentina. La vida de los Felice transcurre a una velocidad semejante a la de la motocicleta con la que Leonel surca las caóticas calles de Hanoi. El tránsito sigue siendo una de las grandes falencias organizativas de la capital de Vietnam, cuya población asciende a casi cuatro millones de habitantes y que está ubicada en la orilla derecha del Río Rojo. — En auto no llegás a ningún lado, es imposible; acá la moto es más práctica. Aunque, al principio, no me acostumbraba a que me toquen bocina todo el tiempo o me pasen casi por encima. Quería frenar y boxearlos a todos, pero entendí que es parte de sus costumbres a la hora de conducir. Debés adaptarte a ellos, y no al revés. Felice esquiva las balas del futuro, prefiere disfrutar el intenso presente, junto a Florencia, Candela y Micaela. Vive en un hermoso barrio privado, donde

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sus preciadas mujeres pueden pasear cerca de muchas comodidades (sala de juegos, piscina, etc.) y lejos de la inseguridad; ambos factores valen la importante cantidad de kilómetros que debe recorrer cada día rumbo al complejo donde se entrena el T&T. A tener en cuenta; en aquella torre donde alquila encontró a otro argentino bajo su misma condición, Lucas Cantoro(1) , quien fue su guía hasta que forjó el rumbo propio. — En Lucas encontré un pibe increíble, de barrio, con el que me identifico mucho. Por primera vez debí pasar las fiestas lejos de los míos y con los Cantoro pude hacerme una familia sustituta, para no sufrir tanto. Fueron fechas especiales, muy sentidas para todos, pero se pasaron bien. El adiestramiento que le dieron los innumerables estadios que conoció en su extensa trayectoria deportiva parece haberle sido útil a Felice al momento de adaptarse a las costumbres de su nuevo lugar de residencia, en las antípodas de su casa natal. En pocos meses aprendió a comer bien y no morir en el intento, comportarse en supermercados y ferias, conocer dónde debe comprar la ropa y hacer rendir su sueldo para regresar con un capital que le asegure una mejor calidad de vida. Se adaptó al clima, a los bocinazos e intenta no sufrir tanto con el idioma. A eso logró acomodarse, si. A pesar de su capacidad de tolerarlo casi todo, hay algo que lo indigna aún sabiendo que no lo podrá cambiar, “¡Son muy mala leche cuando juegan!”, se exalta. Luego baja un par de revoluciones. — Cuando ingresan los equipos, todos se saludan, se canta el himno y se despliega la bandera de Fair Play. Hasta ahí, todo lindo… Suena el silbato y la patada más baja te la pegan en la panza. Para ejemplo basta una anécdota. A pocos días de haber llegado a Vietnam, Felice visitó con su nuevo equipo el distrito de Quang Ninh, para enfrentar al conjunto local. Promediando la segunda etapa convirtió un gol, “con la mano, de manera alevosa”. Salió a festejarlo, parodiando a Maradona ante los ingleses en el Mundial 1986, y el árbitro validó el tanto, para desatar la rabia –aunque ya estaba un tanto desatada- de jugadores y simpatizantes contrarios. — Yo estaba feliz, a pesar del ambiente hostil. Un minuto después del gol, en la primera jugada en la que intervengo, me pegan un codazo que me abrió la frente. Además, la gente comenzó a arrojarnos piedras, todo al mismo tiempo. Y no termina ahí; cuando llegué al hospital el encargado de coserme era un oculista que poco conocía de suturas. Para retenerme, tuvieron que intervenir el médico de mi equipo, el taxista que nos trasladó hasta el lugar y una

enfermera. Estaba loco, desencajado. Salió todo bien. Subí al colectivo donde me esperaba el resto del plantel y nos escoltaron dos motos a piedrazo limpio, hasta que abandonamos la ciudad.

(1)

Arriba. Los Felice, en un típico paseo por las calles de Hanoi.

Lucas Cantoro, historia aparte (pág. 44).

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APARTADO \ Publicaciones en medios perĂ­odisticos


Diario “La Nación”, publicado el martes 8 de febrero de 2011.


Diario “La Nación”, publicado el sábado 23 de julio de 2011.


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