Sera el amor

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¿Será el amor? Era una noche poco cálida en la ciudad de Tepic y podría decirse que nada especial, los doctores y enfermeras corrían de un lado a otro, pues justo ese día había varias mujeres dando a luz en el Hospital General. De pronto, entre tanto ajetreo nocturno, en el cuarto 14 se oyó su llanto por primera vez con tanta potencia como si él dijera: he llegado mundo, ¡agárrate! Esa noche nació un niño poco ordinario a los demás pero muy esperado y amado por su familia. A medida que iba creciendo, sus cualidades crecían con él; a pesar de su corta edad tenía la admiración de las personas mayores pues hablaba con gran elocuencia de diversos temas, poseía una voz privilegiada que hacía que se estremeciera hasta el más duro oyente, y era capaz de capturar con una cámara desechable los momentos más preciados de la gente que lo rodeaba, Joshua era un niño extraordinario con grandes sueños y con deseos de encontrar nuevas aventuras. Así fue que cuando hubo cumplido 15 años de edad decidió comenzar a viajar por el mundo y ver qué había fuera; tomó una pequeña mochila, una vieja guitarra, una cámara, sus ahorros, se despidió de sus padres y comenzó su viaje. Durante sus viajes fue descubriendo que el mundo era más aterrador, frío y egoísta de lo que él podía imaginar, pero Joshua nunca se dio por vencido, con esa vieja guitarra cantaba por cada lugar en el que pasaba y la gente que le escuchaba volvía a sonreír y olvidaba sus preocupaciones. En cada sitio al que llegaba daba nuevas esperanzas a los habitantes de ahí; pero aún sentía que le hacía falta algo a su vida. Traía consigo ese sentimiento que no le dejaba avanzar, pensaba en qué sería aquello que le hacía falta encontrar. No lo sabía con seguridad, ¿sería acaso un tesoro? O tal vez ¿el camino a la luna?, o ¿sería acaso el amor? Continuó su camino, pensando, viajando de un lugar a otro, preguntando en cada esquina y rincón, buscando respuestas para ese vacío que sentía dentro de sí. Un día escuchó a ciertos muchachos hablar de un lugar donde podría hacer sus sueños realidad; trabajó muy duro para poder llegar ahí y al fin lo consiguió, era una ciudad pequeña pero parecía de ensueño, todos se veían felices en ese lugar; de pronto algo capturó su atención e hizo detener su respiración, ¿sería este el lugar en donde encontraría lo que tanto anhelaba? Por algunos días la alegría de los habitantes de aquel lugar logró contagiarlo, pudo olvidarse por unos momentos de su búsqueda y llegó a creer que al fin conseguiría descubrir qué era aquello que le hacía falta. Cierto día conoció a Danna, una chica extraordinaria que para su corta edad, compartía muchas de las historias y aventuras de Harley. Platicaron por un largo rato y conversaron sobre lugares lejanos en los cuales solo uno de los dos había podido estar. Ella le contaba sobre un lugar distante donde el viento llegaba


a cantar, desde ahí también se podía sentir el agua caer, era un paisaje hermoso sobre una montaña. Atónito él seguía cada una de la palabras que ella pronunciaba y con su imaginación intentaba dibujar ese hermoso lugar. ¡Ah! ¡Oh! Eran palabras que apenas conseguía balbucear. Al terminar ella de hablar, todavía soñando con aquel lugar, le preguntó si algún día podrían ellos juntos volar hacia allá. Mi querido amigo, le contestó, a ese paraíso es muy difícil llegar, solo con tu imaginación lo conseguirás. Un poco chasqueado, se despidió y prosiguió con su camino, no sin mantener las palabras que aquella simpática joven le dijera: “Solo con tu imaginación podrás viajar hasta allá”. Sintió que tal vez era aquello lo que necesitaba hacer para así llenar ese vacío que aún le afligía. Seguía impresionado con los habitantes de aquella ciudad. Al parecer no había en ella algún motivo para no ser feliz. De pronto escuchó una melodía salir de algún lugar. Con ese oído tan especial que tenía, como brújula logró llegar a esta cierta esquina de donde provenía dicha canción. Al llegar conoció a Mario, un joven intrépido y de un carácter espectacular. Aquel joven tenía una destreza magistral para arrancar de su flauta melodías que parecían hipnotizar a todo transeúnte que pasaba. Harley se acercó a Mario, comenzaron a charlar sobre diversos temas, pronto se dieron que cuenta que tenían mucho en común. Joshua sacó su vieja guitarra afinó y junto con Mario comenzó a tocar música hipnotizadora. Por un momento consiguió olvidar su búsqueda y de nuevo creyó haber encontrado aquello que con tantas ansias buscaba. Mario, le preguntó, ¿cómo es que tú consigues ser feliz?, ¿cómo es que las personas de este lugar nunca dejan de sonreír? Amigo, le contestó, eso es muy simple, la música lo es todo para mí, y mientras tenga mi flauta conmigo puedo ser eternamente feliz. La respuesta de Mario, lejos dar solución a las preocupaciones de Joshua, solo logró confundirlo un poco más. ¿Sería la música lo que él necesitaba? ¿Pero si él ya cantaba acompañado de su guitarra? Tenía la certeza de que había algo más, pues aún después de cantar con su vieja guitarra, aquel vacío no le dejaba escapar. Continuó con su camino. Ya estaba atardeciendo. Parecía que las respuestas que tanto buscaba, no se encontraban en esa ciudad. De pronto, sin darse cuenta, tropezó con la persona más curiosa que jamás hubiese conocido. De una gran sonrisa, de ojos chispeantes, llenos de curiosidad, -este, disculpa, no te vi venir- atinó a decir. Hola respondió ella, ¿cómo te llamas? Yo Joshua ¿y tú? Mmm…. Este… ah… perdón... mi nombre es Gaby. Un gusto Gaby, veo que estás muy entretenida, ¿qué haces? Ah… estoy pintando, no hay nada que me haga más feliz que expresar lo que siento a través de las siluetas, de los colores y de figuras diferentes. ¿Podrías enseñarme cómo es que consigues eso? Claro, con gusto es muy fácil. Joshua tomó bruscamente con sus manos un lápiz y comenzó a trazar algunas


líneas sobre el papel, creyendo estar realizando una obra de arte. De vez en cuando volteaba a ver a su nueva amiga, quien sonreía mientras plasmaba en su lienzo cosas que solo ella podía entender. Al final Joshua se dio cuenta que no conseguía dibujar nada llamativo, se sintió frustrado y lejos de apagar su sensación de vacío, esta creció un poco. Entendió que allí no estaba lo que buscaba. Se despidió de su nueva amiga y continuó su viaje, el día casi estaba terminando y no conseguía llenar su vacío y obtener la felicidad de que aquellos habitantes de esa ciudad. De pronto comenzó a sentir un poco de hambre, vio un pequeño lugar muy acogedor y pintoresco; decidió parar un momento ahí. En ese lugar conoció a Kelly, un chica encantadora, pero sobre todo con la habilidad de leer a las personas como si fueran un libro abierto. Disculpe la indiscreción, joven, pero le veo muy preocupado. ¿Qué es lo ocurre? Sumiéndose en el sofá, como si fuera a consultar a un médico, atinó a decir: estoy en busca de algo que desconozco, de un misterio que no logro descubrir. ¿Y qué podrá ser eso? Preguntó Kelly. No lo sé todo el día he estado dando vueltas intentando descubrirlo. Busco algo parecido a la felicidad, que me haga sentir satisfecho, pleno y dichoso. Ya busqué en el arte, en la música y en las aventuras, mas sigo sin conseguirlo. Aquella joven lo miro y le dijo: tal vez te haga falta buscar en el amor. ¿En el amor?, no lo creo eso es algo que no existe, es una utopía que nos permite existir con la esperanza de alguna vez encontrarle. Mi amigo, si no fuese el amor lo que tú buscas, entonces debo decirte que en verdad estás perdido. Habiendo satisfecho su hambre, Joshua se dirigió hacia la puerta de salida, le agradeció a Kelly el tiempo compartido y las palabras que le dirigiera. Entonces tomando su vieja guitarra, su pequeña maleta y aquella vieja cámara que a tantos lugares le hubiera acompañado emprendió su partida. Antes de tomar carretera, comenzó a pensar en las palabras que antes escuchara, -es amor, lo que tu necesitas, es amor. Agachó su cabeza y de su maleta tomó su cartera, del interior asomó una figura que le recordará la felicidad que al parecer buscaba. Ahí entre sus manos sostenía la fotografía de una joven que hacía algunos años conociera, era María, una hermosa dama de bellísimo aspecto con quien todas las noches soñaba. Con un suspiro, besó el retrato, lo guardó de nuevo y una pequeña lágrima rodó sobre su rostro. Tal vez sea amor, tal vez, se repetía, pero aún en su corazón se encontraba un gran vacío. Cansado continuó su viaje en el cual no consiguió encontrar aquello que tanto buscaba, aquello que pudiera su alma llenar. Y así, solitario se fue.


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