Energía mareomotriz: Corriente marina - Revista Capital

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VIERNES, 21 DICIEMBRE, 2012

Considerada como la fuente de “energía limpia del futuro”, el potencial de los océanos no sólo se ha comenzado a investigar, sino además hoy ya es objeto de experimentación. Es más, la academia y la industria escocesa, pionera en energía marina, admiten que tienen sus ojos puestos en la costa chilena. Por Constanza Hola, desde Reino Unido

Algo bueno tenía que tener esto de ser una larga y delgada franja de tierra de alrededor de 4.300 kilómetros. Y cómo no, si la barrera natural del occidente chileno que es el Océano Pacífico más que una fuente de disputas con los vecinos, es en realidad una inestimable reserva energética que promete a la larga aliviar muchos de los dolores de cabeza que hoy aquejan al país. “Chile es el país con mayor potencial para la energía marina del mundo”, asegura el profesor Ian Bryden, de la Universidad de Edimburgo, la casa de estudios europea que ha sido pionera en el desarrollo de este tipo de energía.


Y si hay alguien que sabe de la materia, ese es Bryden. Este académico ha dedicado 32 años de su vida a investigar el potencial del mar. Hoy es uno de los principales consejeros del proyecto Marinet, que se dedica a la investigación transnacional del recurso marino en la Eurozona y en el cual participan algunos países socios, como Brasil. Bryden ha estado tres veces en Chile y su diagnóstico es certero: no ha visto mejor área para aprovechar la energía del mar que el canal de Chacao.

Olas versus mareas A grandes rasgos, existen dos tipos de energía proveniente del mar. La primera, ligada a la fuerza de las olas, se desarrolla en sectores costeros. La segunda, desarrollada a través de las mareas y corrientes marinas, es la que en general se denomina como energía mareomotriz y se desarrolla en sectores con una profundidad mínima de 50 metros. En ambos tipos, Chile tiene un potencial de liderazgo a nivel mundial. En marzo de 2011 representantes de InvestChile –organismo encargado de atraer inversión extranjera, junto con ProChile–, fueron invitados a Edimburgo, donde se reunieron con expertos mundiales en el tema. Un año después el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) organizó en Santiago un seminario de Energías Marinas, al cual asistió una delegación escocesa. Y hace alrededor de un mes expertos y potenciales inversionistas chilenos visitaron Escocia para conocer y conversar sobre el tema. La potencialidad del recurso marino para el rubro energético en Chile ha sido tema desde embajadores hasta ministros. Durante la reunión Rio+20, la cumbre de desarrollo sustentable organizada por Naciones Unidas, la delegación escocesa contactó a la ministra chilena de Medio Ambiente, María Ignacia Benítez, para plantearle las ventajas de esta energía renovable y ofrecerle su apoyo si es que Chile decidía dar el gran paso. Y el tema también estuvo en la agenda de la reunión entre el embajador de Chile en Reino Unido, Tomás Müller, y el ministro principal de Escocia, Alex Salmond. Hoy, diversos organismos como la Corfo y el Centro de Energías Renovables tienen gente dedicada a investigar y evaluar las ventajas y oportunidades del recurso energético marino. ProChile también ha tenido un rol en el proceso. Cristián López, director de la oficina del organismo en Londres, comenta: “Hemos recibido con optimismo el interés de diversos actores importantes en el rubro. El desarrollo de la energía marítima es una muy buena oportunidad para Chile”.

Chile, el mar prometido Chile tiene además una ventaja que no tienen los países que actualmente desarrollan energía marina: una larga costa repleta de centros urbanos cercanos al mar. Las experiencias actuales que se realizan en Europa están concentradas en el Mar del Norte, bastante aisladas. “La mayoría de los centros de estudios están ubicados a una gran distancia del recurso. No es el mejor lugar para hacerlo. Chile ahí tiene una tremenda ventaja”, asegura Bryden.


Bryden no es el único que se dio cuenta del potencial chileno en la materia. “Hemos puesto el ojo en Chile, por sus tremendas condiciones: una costa larga, con recursos extremadamente buenos y muy buenas olas”, asegura Laura Carse, gerente de desarrollo de Pelamis, una de las empresas pioneras en desarrollar la maquinaria y tecnología necesaria para el funcionamiento de este tipo de energía. Hace unos cuatro años el Scottish Development International, entidad encargada de desarrollar lazos entre las empresas escocesas e inversionistas internacionales, les habló de las oportunidades de la costa del fin del mundo: Chile. En 2009, la conocida consultora internacional de energías renovables, Garrad Hassan, emitió un reporte sobre el potencial chileno y sus ventajas en la materia. En términos de olas, el estudio asegura que tomando como base los 4.270 kilómetros de costa en Chile, “el recurso energético en bruto de las olas costa afuera puede ser estimado en 164,9 GW, lo que muestra que incluso si un pequeño porcentaje de los recursos es utilizado, el impacto en la matriz energética chilena seguiría siendo muy importante”. Además, el estudio estimó que la zona más fructífera para energía proveniente de olas era la de Puerto Montt, con un clima promedio de las olas locales de 58 kW/m –el promedio de Chile es de 38,6 kW/m– y una producción estimada de 85,35 GWh por año, considerando un parque marítimo de 30 MW. El estudio demuestra que la parte más adecuada para el desarrollo de la energía mareomotriz es el Canal de Chacao, con una estimación de 101-152 GWh por año. “El Canal del Chacao tiene una serie de características geográficas únicas que dan lugar a la formación de una gran elevación de marea (cabeza) entre el mar interior chileno (Golfo de Ancud) y el Océano Pacífico”, asegura el informe. Y Bryden coincide con el informe: “Las corrientes en Chacao son altamente direccionales. Es el área más conveniente”. El reporte también establece como zonas potenciales el Golfo Corcovado y el Estrecho de Magallanes, aunque sugiere que este último tiene condiciones adversas por la falta de puertos, redes, y potenciales consumidores de energía, además de dificultades para la navegación. A lo anterior, se añade el poco dominio y conocimiento sobre el recurso que se tiene en la zona extrema austral. “El nivel de energía en una tormenta es enorme, no queremos absorber eso, sería un desastre”, explica Bryden. Para Pelamis el reporte fue la comprobación formal de que no estaban perdiendo el tiempo. Al contrario, dicen, “estamos especialmente interesados en el área de Punta Arenas”, explica Carse. Según la ejecutiva, han estado en contacto con autoridades chilenas y en conversaciones iniciales informales con potenciales inversionistas. Sin embargo, Carse es cauta: advierte que dadas las condiciones de la costa chilena, bastante distinta a la escocesa, recién a fines de esta década podría estar la tecnología adaptada y desarrollada.


Las turbulencias de la energía del mar No todo es mar en calma para la energía marina. Existen dos temas importantes a tomar en cuenta a la hora de pensar en instalar parques marinos en Chile. Como país sísmico, donde gran parte de los epicentros ocurren en la costa, Chile necesitaría una tecnología mucho más especializada que la que actualmente se desarrolla para las costas del norte europeo. “Un tsunami es para la energía marina lo que un accidente nuclear sería para este tipo de poder”, asegura Bryden. Frente a la posibilidad de un sismo o un tsunami, donde el mar se recoge y se forman olas gigantes incontrolables, pareciera que es la mareomotriz y no la de olas la energía marina más adecuada para el contexto chileno, ya que la tecnología no se vería mayormente afectada en caso de este tipo de desastre natural, por ubicarse en profundidad. Como sea, si se considera que el cable marino por el que se transporta la energía desde mar adentro hacia la costa cuesta alrededor de un millón de libras (unos 1,6 millones de dólares), la inversión en un país sísmico no sería menor. El segundo tema a considerar es la incompatibilidad que tiene este tipo de energía con una de las actividades principales del mar chileno: la pesca. La imposibilidad de desarrollar ambas actividades en el mismo espacio y la pérdida de ciertos accesos por parte de la industria pesquera en los sectores donde se desarrollan los parques marinos son las preocupaciones principales que ha mostrado el sector en esta primera etapa de investigación. Sin embargo, Bryden explica que los parques de olas se establecen en espacios acotados, que incluso pueden ser de siete kilómetros, por lo que no debiera afectar mayormente el acceso pesquero. Como sea, la mareomotriz de todas formas necesitaría una legislación y un acuerdo que considere (y delimite) su convivencia con la pesca. Bryden y Carse coinciden en un punto: vale la pena comenzar a investigar el recurso y esto debería ser prioritario en un país con un escenario energético tan polémico y aún muy basado en “energía sucia” como el chileno.

Sin capear la ola En una primera instancia, debieran ser el gobierno y las universidades los encargados de las investigaciones. Así se ha hecho en Escocia. Y así es como surgió el proyecto que actual y literalmente le quita el sueño por estos días a Bryden: el FloWave. Este tanque de 30 metros de diámetros y 5 de profundidad es el último chiche de la ingeniería escocesa, y su construcción costó unos 15,3 millones de dólares.


Esta piscina gigante podrá recrear las dos formas en las que se produce la energía marina: olas y corrientes, en una simetría de 360º que extrapola a cabalidad las condiciones reales del mar con olas de hasta 28 metros y corrientes de seis metros por segundo. Este es el tercer tanque que construye la Universidad de Edimburgo, que ya en 1977 se fijó en las bondades del mar como proveedor energético y construyó un primer y modesto tanque para comenzar a replicar las conductas marítimas. “Iba 10 años delante de la tecnología de su tiempo”, cuenta orgulloso el investigador. Dos décadas después se construyó un segundo tanque, que está actualmente en funcionamiento, a la espera del lanzamiento en julio del próximo año del FloWave. Un proyecto de esta magnitud permitirá replicar e investigar ampliamente el fenómeno, con miras a dar el gran paso siguiente: convertir la energía del mar en un recurso viable más allá de la investigación, para el consumo comercial. Tal como se hizo con la eólica hace un par de décadas. ¿Podría el mega-tanque replicarse en Chile, siguiendo los parámetros y requerimientos del recurso local? “¡¿Por qué no?!”, concluye entusiasmado el investigador. •••


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