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Síntomas de comer fragarias
from Alkymia 01: RUTAS
by Alkymia Zine
La poesía como movimiento y los objetos encarnados
De Tamara Fromm
Silvina Ocampo en su poema “Canto” escribe: “Soy todos los lugares que en mi vida he amado. (...) Soy todo, pero nada es mío”.
A veces creo que yo soy Silvina. A veces pienso en la pertenencia de las cosas, pienso en el cuarto en el que he vivido toda mi vida. La pertenencia de donde habito, de las calles, de los árboles que sacuden los nidos de aquellos visitantes temporales. La posesión que le tengo a mis libros, mis lunares y mis escritos. Me construyo a través de las relaciones que establezco con los objetos; muñequitas quita penas debajo de mi almohada, calcetines viejos y libros estancados en mis muebles. Estas interacciones con mis objetos inanimados me moldean, me hacen y me deshacen. Tal vez debería de ser más liviana con mis objetos, como Cristina Peri Rossi.
Ella escribe sobre su propio exilio, cuando tuvo que irse de Montevideo apenas medio año antes de que estallara el golpe militar de 1973. Sabemos y leemos sobre la pérdida, vivimos el duelo y co leccionamos recuerdos. La poesía se vuelve posesión del sentimiento y traspasa la experiencia del migrante, así anclándose en la profunda soledad.
La poesía es una lucha contra el olvido, destacando la importancia y responsabilidad de cada individuo en la historia. La poesía se revela con la emoción de quien descubre la expresión de diversas maneras. Los poemas son escritos como una resistencia ante el exterminio y la expulsión que persigue al migrante, es un mantener viva su existencia frente a la inmediatez y opresión que enfrentan.
El olvido, el recuerdo y la asociación. Borges perdona el olvido, asegurando que la vida y la literatura están marcadas tanto por lo que recordamos como por lo que olvidamos. Yo perdono la asociación a mis (según) pertenecías que guardo con tal aprehensión. La poesía perdona el recordar. Así, Peri Rossi abandona esos objetos inmortalizando el recuerdo de lo que alguna vez fue propio.
El arte de la pérdida (Elizabeth Bishop)
Poema de Cristina Peri Rossi
El exilio y sus innumerables pérdidas me hicieron muy liviana con los objetos poco posesiva
Ya no me interesa conservar una biblioteca numerosa (vanidad de vanidades) ni colecciono piedras botellas cuadros encendedores
plumas fuentes —así llamaban en mi infancia las codiciadas e inasequibles estilográficas
Parker y Mont Blanc— ni necesito un amplio salón para escribir al abrigo de los ruidos de la calle y de los ruidos interiores.
El exilio y sus innumerables pérdidas me hicieron dadivosa
Regalo lo que no tengo —dinero, poemas, orgasmos—
Quedé flotando —barco perdido en altamar— con las raíces al aire como un clavel sin tronco donde enlazarse.
El exilio y sus innumerables pérdidas me hicieron dadivosa
Regalo lo que no tengo —dinero, poemas, orgasmos— me dejó las raíces al aire como los nervios de un condenado Despojada desposeída dueña de mi tiempo
Y con él tampoco soy avara: sería ridículo pretender administrar un bien desconocido.
Pienso en lo propio, en lo que llamo mío y guardo como tal. Recuerdo el camino que recorremos y sostengo lo que conservamos. Yo sé que podría soltar aquellas cosas que guardo debajo de las uñas, que al final son el desesperado unísono de delirios ajenos a quien soy hoy.
Si fuera yo a dejar ir, las páginas de mis libros no habría de doblar. Si fuera yo a dejar ir, en mi frutero no habría fresas. Si fuera yo a dejar ir, despertaría llena de sangre y dormiría con la ventana abierta. Si fuera yo a dejar ir, la punta de mi lápiz no habría de rayar las palabras que cuelgan de mis pestañas. Si fuera yo a dejar ir, no encontraría las llanuras de mi íntimo recuerdo. Si fuera yo a dejar ir, sería mi propio exterminio.
Al yo soltar lo que llamo mío, caigo siempre en mi propia fiebre. ¿Al olvidar estamos constantemente recordando abandonar? Quiero pensar que no.