Cuatro cantones 32 Roque Nieto Peña

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ROQUE NIETO PEÑA

Larga madeja de caminos

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Roque Nieto Peña: (Palencia, 1910 – San Juan de Puerto Rico, 1991?). Abogado, periodista, escritor y poeta, debido a su militancia en Izquierda Republicana y su labor como Comisario del Ejército Republicano durante la Guerra Civil, hubo de exiliarse estableciendo su residencia en Puerto Rico tras pasar por Argentina y México y regresando a una España que nunca olvidó y a su Palencia natal, en viajes de ida y vuelta, a partir de los años 60. En Palencia entabló fraternal relación con los poetas de la tierra, en especial con los del grupo Rocamador y aquí publicó alguno de sus numerosos libros, en los que siempre manifiesta el amor a su añorada patria. Entre ellos se pueden destacar los siguientes: “Versos del camino” (1943), “Álbum de la victoria” (1943), “España es así. Tipos, paisajes y monumentos” (1949), “10 poemas a México de 10 poetas españoles” (1950), “10 poemas a España de 10 poetas mexicanos” (1950), “Los poemas de Palencia” (1951), “Poetas de Borinquen” (1953), “Soledad de España” (1953), “Más allá de la esperanza” (1960), “Sonetos de ambos mundos” (1962), “4 poetas palentinos y algunos más” (1963), “Cual un tenue clamor” (1965), “Retorno de Ariel” (1968), “Del Carrión al Caribe” (1973), “Corona mural” (1976), “El milagro de la primavera” (1979), “Palencia, ciudad abierta” (1977), “¡Ahora es cuándo!” (1978), “Mar de fondo” (1978), “Álbum de la democracia, 50 sonetos” (1980), “Palencia en el corazón” (1980), “Primero España” (1982), “7 vidas. Recuerdos para ganar el tiempo” (1983), “100 sonetos de España, el Caribe y México” (1984), “Memorias del sitio de Bilbao (1874)” (1984), “10 palentinos insignes! (1985), “Coplillas electorales” (1986), “Retablo español” (1986), “Todo es según el color” (1987), “Cartas al Rey Don Juan Carlos” (1988) y“Heraldos de la gloria” (1990).



ROQUE NIETO PEÑA

Larga madeja de caminos Selección e introducción de Julián Alonso Ilustraciones de Ángel Cuesta Calvo.

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Idea, diseño y dirección: Julián Alonso © los autores Imprime: Edición virtual de “Cero a la Izquierda” Ilustraciones de Ángel Cuesta Calvo Depósito legal:


¿Es buena la poesía de Roque Nieto Peña?: Si bien desde la óptica de un lector actual, gran parte de sus poemas pueden considerarse coyunturales y muchos de sus versos no han resistido el paso de los años y guardan un precario equilibrio en la cuerda floja de lo anacrónico, no por ello dejan de tener cierta calidad y una fuerza que a veces roza lo épico, de modo que leídos sin perder de vista el momento y la circunstancia personal e histórica en que fueron escritos, podrán ser apreciados en su justo valor. Nieto Peña es, ante todo, hijo de su época y del momento histórico que le tocó vivir, el cruento golpe de estado del 18 de julio de 1936 y la sangrienta guerra civil que desoló España y se llevó por delante lo mejor de su juventud y su intelectualidad. Fue, en ese acertado calificativo que acuñara León Felipe, uno de tantos españoles “del éxodo y del llanto”, que abandonaron físicamente a su pesar, la patria que los vio nacer, pero se la llevaron consigo en el corazón y jamás la olvidaron. Pero Roque se llevó también consigo algo connatural en él, una enorme vitalidad que le acompañó a lo largo de toda su vida. Cinco son los principales focos de interés en la poesía de Roque Nieto: la Guerra Civil y sus consecuencias, el amor a su país y a su patria chica, los amigos, la nostalgia y la loa, con frecuencia exagerada, a los grandes personales históricos, en especial de la conquista y colonización americana. Hijo de un tiempo convulso, gran parte de su obra podría pecar de excesiva, incluso de grandilocuente y retórica, sobre todo cuando habla de personajes históricos como ya he apuntado –léase, por ejemplo “Heraldos de la gloria”-, pero también alcanza en no pocas ocasiones cotas líricas realmente dignas de aprecio y es sin duda, un buen dominador de algunos metros clásicos y en especial el soneto y la décima. Un buen ejemplo de ello es par mi un romance que durante [3]


muchos años creí equivocadamente que pertenecía al gran José María Fernández Nieto. Es el dedicado a la palentina torre de San Miguel, tras el importante incendio que sufrió a mediados de los años sesenta del pasado siglo -¡Qué cicatriz te ha dejado / ese toro traicionero / que acribilló tu figura / con sus cornadas de fuego!-. Y entrañable resulta el soneto que dedica a un querido personaje de la intrahistoria palentina, el llamado “Manolo el giboso”, gitano fino donde los hubiera, muy apreciado por sus conciudadanos, que entre otras tareas de supervivencia, vendía “El Diario Palentino” en la calle Mayor, frente a la farmacia de don Agricio Herrero, al que él, socarrón y amigo de las paronomasias, llamaba “don Avaricio”, aludiendo así a su fama de hombre tacaño, del mismo modo que llamaba “don Inhumano” al arquitecto Unamuno, hijo del conocido don Miguel. Y hermosa la elegía que escribe para su amigo Manolo Polo. Y muy sentido el soneto que comienza: “Qué desolada soledad la mía…”. Y nostalgia y dolor, mucha nostalgia y mucho dolor, es lo que siente por el destino de su patria y su forzoso extrañamiento. Siguiendo la larga nómina de sus obras, se podría pensar que Roque Nieto Peña escribía mucho, pero no es así o al menos no tanto como parece, pues muchos de sus poemas fueron sometidos a un trasvase constante entre sus diferentes libros, pasando de uno a otro con frecuencia, por lo que algunos los podemos encontrar en al menos cinco publicaciones diferentes, pero así era él y no le importaba, es más, lo hacía como manera de resaltar los temas que le parecían más importantes y dignos de difusión. Este era Roque Nieto Peña, un poeta torrencial, acaso grandilocuente, apasionado, excesivo, enamorado sin duda de su tierra, de su país y de sus gentes. Julián Alonso

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Roque Nieto Peña

ESE PEQUEÑO MAPA I Hoy que miro ese mapa, la socarrada tierra palentina, siento mi corazón como de plomo, pesado como un monte, y una extraña visión alucinada me ha nublado los ojos. Estos ojos jinetes de lejanos caminos, que como niños huérfanos están siempre anhelando sus llanos y sus montes, el surco de sus ríos, hoy se han puesto a llorar. El bálsamo cordial de los recuerdos alivia mis pesares en la contemplación gozosa de ese mapa de mi tierra soñada. Ha pasado veloz sobre mis añoranzas un alado tropel, desfile fantasmal de antiguos caballeros, de escritores, artistas, paladines y próceres. Cual armonioso y lírico torrente, recios nombres ibéricos de inefable eufonía, de ciudades y aldeas, de lugares y pueblos, se desbordó en mis labios y una larga madeja de caminos mi mente ha recorrido desbocada.

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II Dicen que el mundo es grande; en mi peregrinar, países opulentos, urbes esplendorosas centellean y giran en la danza frenética de un raudo torbellino. Pero, ¡qué extraña fuerza tiene el pequeño mapa pegado a la pared! Tan sólo una pequeña parcela de la tierra y es como una cadena que me aprisiona el alma y la prende en las redes de su geografía, un imán embrujado que atrae el corazón inexorablemente.

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Roque Nieto Peña

III En tanta evocación me he sosegado: la cuna azul, la infancia en grises suaves, la juventud inquieta. Un infinito anhelo de volver a sentarme en esa vieja piedra debajo de una encina, de sentir deslizarse el silencioso río cual si fluyera lento por mis venas. Quisiera que mis versos sus alas levantaran hasta el viejo solar que mi nostalgia ansía después de tantos años y se trocara el mapa en una tierra viva. Porque no es de papel. ¡Ese mapa es un grito de mi sangre! De “Del Carrión al Caribe” (1973)

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LA TORRE DE SAN MIGUEL “La torre de San Miguel buena moza casadera, estuvo ardiendo una noche y amaneció con ojeras” ¡Ay, Torre de San Miguel, bien plantada y talle esbelto, tan erguida en la distancia como gallarda en el tiempo! ¡Qué cicatriz te ha dejado ese toro traicionero que acribilló tu figura con sus cornadas de fuego! El viejo río Carrión llora al mirarte en su espejo y cuida de tus heridas con amoroso desvelo. Como, según la leyenda ya cuidó en el siglo undécimo las del Cid y de Jimena que en el románico templo ardieron de amor el día en que sus vidas unieron. Armoniosa torre gótica indiferente al tormento, casta vestal de granito digna del pincel del Greco.

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Roque Nieto Peña

Blanca piedra enrojecida en la noche del incendio, ventanales que amanecen ojerosos de humo negro. Atalaya de Palencia que en sacrificio cruento llenas la ciudad dormida de resplandores siniestros. ¡Permanece siempre alerta cual centinela en su puesto, firme sobre tus entrañas, pues no hay un mejor cimiento, que estás clavada en Castilla en el alma y en el cuerpo! De “Del Carrión al Caribe” (1973)

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Larga madeja de caminos

REQUIEM POR UNA HUERTA (fragmento) De la vieja ciudad junto al recinto, un pedazo de tierra, oscura y esponjosa con la lluvia, con los rayos del sol áspera y seca. Los postes del teléfono tienen de un vía crucis la apariencia y dan a su contorno un aspecto indeleble de tristeza, sin árboles ni plantas que la adornen ni un cerco de verdor que la defienda. Después de tantos años de inexorable y dolorida ausencia, tal es el desolado panorama de la que en otros tiempos fue mi huerta, ayer fértil oasis sonriente, hoy una gris planicie polvorienta…. De “Del Carrión al Caribe” (1973)

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Roque Nieto Peña

MANOLO EL GITANO A Carlos Gusano Herrero Dos burlones relámpagos los ojos, El verbo fácil de zahorí gitano, Instancia pedigüeña cada mano Y las uñas igual que diez gorgojos. Cetrina faz, torcidos los hinojos, Boina en invierno, jipi en el verano, En cada pie una especie de aeroplano Y el andar de cangrejo entre rastrojos. El tórax capicúa entre jorobas Alcaloide de ingenio y picardía, Cónsul de la zalema; Cuasimodo En Castilla salero, por arrobas. Tal fue este faraón de Alejandría, Manolo el chepa dicho por apodo. De “Del Carrión al Caribe” (1973)

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LAMENTO POR LOS TRES PABLOS Mal año para genios este ha sido. Con nuestros grandes Pablos se ha llevado la mágica expresión, por triplicado, de la forma, el poema y el sonido. A Picasso y Casals hemos perdido y a Neruda, cual fruto más preciado del espíritu hispano, arrebatado por un loco destino subvertido Hado injusto, sostén de tiranías, Padrino de nefastas medianías En un mundo sin orden ni concierto. Paradoja que colma la medida, porque mata las glorias de la vida y permite vivir lo que está muerto. De “Del Carrión al Caribe” (1973)

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AUSENCIA ¡Qué desolada soledad la mía, Qué inútil este ardiente forcejeo En el que soy extraño a cuanto veo Y carece mi ser de lo que ansía! Ausente estás y cerca, todavía En tu grata presencia me recreo, Que si estás enardeces mi deseo Y si partes aumentas mi agonía. Rebosante de inéditas ternuras Vuelve a mí con anhelos de quererme Y bésame cual tú sabes besarme. Que si intento aliviar mis desventuras, No me salvo en el ansia de perderme, Mas me pierdo si trato de salvarme.

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A UNO QUE SE VA A ESPAÑA A España vas, me dicen, ya lo veo; Yo que en España vivo, en permanente Presencia de añoranzas, aunque ausente, No puedo censurarte tal deseo. Mas ya que me preguntas si yo creo Que ese viaje hay que hacerlo fatalmente, Te diré que es tu anhelo persistente De un sentimentalismo filisteo. Y como en el Anáuac, por fortuna, Sin volver a cruzar el Oceano, Tiene su lar la España peregrina, Me quedo entre volcán, lirio y laguna, Erguido en mi fervor republicano, Con mi orgullosa pena ultramarina.

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CENTINELA DE FUEGO A Luis y Elena Doporto El aire lleva un denso perfume de tristeza Por sierras y collados, llanuras y arboledas. El laurel, ofendido, se pudre por los sueños Y la vid es amarga y la encina cobarde. España no es España, es una inmensa fosa, Un vasto cementerio trenzado de cadenas, Sangre de un pueblo heroico los ríos, Los montes osamenta de un gigante que duerme. El viento es un cuchillo que rasga las entrañas, Que seca los jazmines y troncha los pinares; Herida emponzoñada que duele intensamente; Rencores escondidos en pupilas insomnes. Bizarras juventudes de ibérico coraje, Que ondearon con brío legítima bandera, Mantienen entre rejas su dignidad gallarda O trazan una ruta de audaces horizontes.

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Larga madeja de caminos

MACHADO Y LORCA A Manolo Méndez La muerte ha sido en Francia, en Granda fue el crimen; Ayer tenían duelo los viejos olivares Y hoy se visten de luto solemne y riguroso, Olmedos, serranías, arroyos y encinares. Andalucía llora doliente a Federico; Por Antonio Machado se acongoja Castilla, Que por Soria, la austera, noble madre del Duero, Abandonó el encanto de su alegre Sevilla. Soledades de España, entre espinas y flores, Alegrías y penas, constante caminar El poeta angustiado, junto a su pueblo exclama: ¡Señor, ya están a solas mi corazón y el mar! Maestros que esperabais hablar a Dios un día, Si en su misericordia Él os oyera al fin, Que la paz en la Tierra vuestro genio le implore Y que borre de España la sombra de Caín.

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DICTADORES (1975) No me mueve tan sólo a repudiaros el tener vuestras patrias humilladas y traicioneramente secuestradas, mientras llega el momento de juzgaros. Repugnancia me causa recordaros que merced al puñal, no a las espadas, conseguisteis victorias tan menguadas con la necia ambición de perpetuaros. Entre burdos alardes patrioteros más que simples soldados de fortuna caricaturas sois de Bonaparte. ¡Insolente tropel de aventuraros: tendréis otro ejemplar Fuenteovejuna, hijos de Monipodio y no de Marte! De “Corona mural” (1976)

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EL EXILIADO Sufrió en silencio sin mostrar quebranto la traición, la injusticia y el olvido, lo mismo que un quijote escarnecido, el español del éxodo y del llanto. Superó su dolor y desencanto y como más se quiere lo perdido brindó a su patria el fruto conseguido porque nadie como él la amaba tanto. Descubrió el Nuevo Mundo en su cultura a la nación que antaño descubriera sus plagas en histórica jornada. De California a Chile en su aventura pagó el trata cordial que recibiera la España perseguida y desterrada. De “El milagro de la primavera” (1977)

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Roque Nieto Peña

IN MEMORIAM A Manolo Polo Como no la temías la observabas llegar indiferente y no dijiste adiós porque hace tiempo que estabas despidiéndote. Sin miedo ni dolor, con la sonrisa que siempre aleteó bajo tu frente, la miraste a los ojos, resignada, apaciguadamente, alzaste el brazo en un postrero brindis y te fuiste con ella para siempre. Nunca albergó tu pecho ambición de riqueza ni laureles que dejaste escapar entre tus manos como el agua que fluye de una fuente, generoso y cordial con los humildes y con los poderosos displicente. El invierno es inhóspito y amargo, es ingrato y cruel este diciembre, el ritmo atormentado de las horas nostálgico y doliente, pues ya no brillará tu simpatía en los copos primeros de la nieve. Los chopos del Carrión, los soportales de la Calle Mayor, tristes se sienten al saber que te fuiste, aunque la imagen [19]


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de tu presencia impar firmes conserven. Pues desde que te has ido, de afectos puro y de rencor ausente, será imborrable huella en tu camino el fiel recuerdo de tu paso leve. ¡Que deja entre nosotros más envida que lástima tu muerte!. De “Palencia en el corazón” (1980)

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Roque Nieto Peña

EPÍSTOLA A MENIPO III Así, amigo Menipo, es la vida del hombre, una ruda milicia o una farsa. Tú eres como el remanso de una tranquila aceña pacífica y en calma, yo vengo de los altos ventisqueros por valles y barrancas, entre montes, jarales, parameras, en medio de un torrente de turbulentas aguas. Leves son tus arrugas, mis cicatrices hondas, cara y cruz de moneda al aire echada, porque al cabo es lo mismo, buen amigo Menipo, mi febril aeropuerto que el portal de tu casa si los odios no llegan a manchar nuestras frentes y el amor analtece nuestras almas. De “Palencia en el corazón” (1980)

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DEJADME CON LO MÍO IV Aquí están mi pasión y mis afanes, estos son mi placer y mis anhelos; ¡qué tranquilo se vive en el pasado! ¡qué dichoso se está con los recuerdos! Es tan triste el ejemplo de los vivos que prefiero la gloria de los muertos. Sólo quiero la miel de mis panales, los frutos sazonados de mi huerto, el paisaje natal de mi provincia, la canción campesina del jilguero. No me habléis de otros nuevos horizontes, de países radiantes cual luceros. Mi terruño conserva todavía muchos mundos de amor entre sus besos. De “Palencia en el corazón” (1980)

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Roque Nieto Peña

LA QUIETUD DE LA CHARCA (fragmentos) ……. ¡Ay, mi ciudad antigua donde mis buenas gentes el día menos pensado se morirán de nada, que a sus sencillas vidas tranquilas y monótonas parece que embrujara la quietud de la charca! …….. El tiburón del tiempo devora cruel los años; un día se desborda el río y corre el agua cubierta de amapolas debajo de los puentes como si por sus ojos llorasen rojas lágrimas. ……… De “Palencia en el corazón” (1980)

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LARGA MADEJA DE CAMINOS, de Roque Nieto Peña, se editó de manera virtual en mayo de 2018, como número 32 de la colección “CUATRO CANTONES”, colección de mini antologías de poetas palentinos, dirigida por Julián Alonso y editada por “Cero a la Izquierda”. Cuaderno número 11 de la edición virtual

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Títulos publicados: 1.- Tocad su corazón José María Fernández Nieto 2.- Árbol del paraíso Juan José Cuadros 3.- Una palabra menos Felipe Boso 4.- ¿Estás contenta? Cres Sanz Ruipérez 5.- In memoriam Santiago Amón 6.- Versos ocultos Juan Manuel Díaz-Caneja 7.- Paraíso y exilio Jesús Alonso Burgos 8.- Memorias y reincidencias Javier Villán 9.- Fechas retenidas Marcelino García Velasco 10.- Casi una vida - Versos e imágenes Antonio L. Bouza 11- Pasos contados Manuel Carrión Gútiez 12.- Cierta cantidad de silencio Joaquín Galán 13.- Campo a través Fernando Zamora 14.- Sonetos Gabino-Alejandro Carriedo 15.- Ecos del alma Carlos Urueña González 16.- Aire de un tiempo moderadamente vivo Manuel de la Puebla 17.- Palabra o claridad Manuel Bores Treceño 18.- De acá para allá Jesús Aparicio 19.- De niños. Poemas Esperanza Ortega

20.- Como un lento veneno Julián Alonso 21.- Exilio César Muñoz Arconada 22.- Señas de identidad Mariano Íñigo 23.- Micropoemas Ajo 24.- La voluntad del paso Julia Gallo Sanz 25.- Itinerarios Victorino Martínez 26.- En cuatro idiomas Gregorio San Juan 27.- Mientras dure la nieve Amalia Iglesias Serna 28.- Naturaleza accidental Jesús López Santamaría 29.- El desorden del aire Elpidio Ruiz Herrero 30.- Un poco de mi ausencia Pedro Quintanilla Buey 31.- Treciembre Andrés Quintanilla Buey 32.- Larga madeja de caminos Roque Nieto Peña


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