Cuatro poemas de carlos rodriguez

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CUATRO POEMAS

de

Carlos Rodrテュguez Ilustraciones de

テ]gel Cuesta


Qué lejos quedan los tiempos en qué solo, en mi habitación, con los ojos muy abiertos como búho al acecho de su presa, pasaba las tardes mirando la blanca pared del dormitorio. Cuántas historias veía reflejadas en el liso muro cuántos héroes imaginarios, rescataban a sus bellas doncellas, cuántos malvados sucumbían ante mis hombres buenos. Mi rostro reía y lloraba impulsado por mis historias, mis guiones se iban adaptando a mis ilusiones y caprichos y siempre tenían un final feliz para mi. Ahora cuando oigo a mis nietos preguntarme: ¿Qué hago abuelo?, me aburro y se revuelcan por el suelo, sin mirar a ninguna parte, me dan pena, mucha pena.



A MICHELE Gracias por los cincuenta años mejores de mi vida.

No es verdad que la vida sea corta ni que el tiempo pase deprisa. No es verdad que el amor se afogone, ni que el hábito se haga costumbre. No es verdad que nos hagamos viejos ni que nuestros corazones se endurezcan. No es verdad. Lo cierto, lo verdaderamente cierto, cuando se ha querido y se quiere de verdad, es que nuestro amor se hace mayor como nosotros mismos. Cuando uno lleva cincuenta años queriendo - queriendo de corazón-, se da cuenta de que su cuerpo envejece y su amor primero va cambiando, pero al tiempo va naciendo. con más fuerza y virulencia, un cariño verdadero.



A MIS NIETOS Os juro que no nací abuelo, que fui niño y jugaba y tenía sueños, que tuve padre, madre y hermanos, que en mi infancia me recubrían de besos. Luego me hice muchacho con mis novias y mis celos. Cuando llegue a ser hombre, me enamore con un solo beso. Cincuenta años de amor me han cambiado por completo. Michele ha sido mi vida y juntos creamos nuestro universo. Hemos sido pequeños Dioses de nuestro reino, por eso, cuando ahora veo que sólo me tratáis como abuelo, me revelo, pataleo, grito y exclamo hacia adentro y en voz baja, casi en silencio, os digo: también quiero jugar a vuestros juegos.



LA VIDA La vida no pasa deprisa, ni siquiera ella pasa. Nosotros no envejecemos ni el tiempo nos marca nada. Cuando llega la noche y nuestra alma se apaga, con ella desaparece esa parte de la vida que empezó por la mañana. Al llegar el nuevo día, al despertar nuestra alma debemos de gritar fuerte, muy fuerte, con las entrañas ¡He visto el sol, hoy es mi día un día feliz, pero menos que mañana!



“CUATRO POEMAS”, de Carlos Rodríguez, con ilustraciones de Ángel Cuesta, salió de imprenta15 de enero de 2014, como regalo y reconocimiento de sus amigos Gonzalo Blanco y Julián Alonso EJEMPLAR Nº: _____/60 EDICIÓN VIRTUAL


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