MARIANO テ催選GO
Seテアas de identidad
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Datos del autor: Mariano Íñigo. (Villarramiel, Palencia, 10 de julio de 1948 – Vitoria 8 de diciembre de 2012). Su vida transcurre entre Villarramiel, Santander, Lodosa (Navarra), Madrid, Alemania, Canarias y, sobre todo, Vitoria, su ciudad de adopción desde que llegó a ella en 1979 y el lugar donde desarrolló su vocación de poeta. Siguiendo lo que escribe Ángela Serna, amiga del poeta y gran estudiosa de su obra, un hecho que marcará a Mariano será su encuentro con Leopoldo María Panero en 1990, encuentro que le reafirmará en su propio estilo poético "radical", y en un “camino elegido por él desde 1979, momento en el que encuentra una voz propia. Nos encontramos -dice Ángela- con un hombre, en cierto modo, al margen; un hombre que ha decidido mostrar el lado oculto de la sociedad; un poeta al que su vida y sus gustos poéticos le llevaron, en su día, a cuestionar su papel en esta sociedad hasta el punto de caer en una baja autoestima que le tuvo al borde del suicidio. Como muchos otros poetas, sólo encontró una salida para salvarse de "su infierno" particular: escribir. Una vez más, el ser humano puede salvarse por la escritura, único reducto que le permite vomitar todo lo que lleva dentro aunque no sea políticamente correcto”. Nos encontramos pues ante un poeta bohemio, “maldito”, sincero, radical, desgarrado a veces, de una calidad poco usual y con una voz singular y propia dentro del variado panorama de la poesía española en general y de la de autor palentino en particular. Un hombre que escribía sin concesiones, porque era un apasionado de la literatura y una persona “amargamente vital”, como dice el título de uno de sus mejores libros. Creador inquieto, hizo también incursiones en la pintura con sus “moñoños” y una buena parte de su obra poética permanece aún inédita, habiendo publicado hasta la fecha los siguientes libros: “Bohemia interior” (1983), “Poemas existenciales” (1992), “Amargamente vital” (1993), “En una fosa de anhelos azules” (1995) “El desorden de la mano que mata” (1997) y “Noíra Rocelina” (2001).
MARIANO ÍÑIGO
Señas de identidad Selección de Julián Alonso Introducción de Ángela Serna Ilustración de Mariano Íñigo
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Idea, diseño y dirección: Julián Alonso © los autores Imprime: ZAMART Ilustración de portada: “Moñoño” de Mariano Íñigo Depósito Legal: P/2013
Mariano Íñigo
“Mariano Iñigo: poeta amargamente vital”
¿dónde estuve y para qué?
Ángela Serna
En El desorden de la mano que mata nuestro poeta se pregunta: ¿dónde estuve y para qué? Más allá de sus idas y venidas, Mariano Iñigo estuvo inmerso en la palabra: la única que él reconocía, ésa que lleva al poeta a “escribir con su sangre la desolación”; la que es “el lecho en que morir es mi deseo”. Mariano nunca fue un poeta al uso, tampoco fue un hombre políticamente correcto. Ya su aspecto físico1, más aún si cabe en los últimos tiempos, hacía de él un ser fuera de lo común. Mariano fue un “personaje” hecho a sí mismo. Tras haber degustado las mieles literarias de los clásicos; después de haber mamado del surrealismo y del simbolismo francés; una vez asimilada la producción de la generación del 27 español y de leer toda la poesía que caía en sus manos, Mariano se descubrió a sí mismo poeta y se dio permiso para serlo: un poeta maldito, tal y como se definió a sí mismo en una época2. Descubrí el primer libro de Mariano hace muchos años, en el rastro que los domingos se despliega en la Plaza Nueva de Vitoria-Gasteiz. En un primer momento no supe identificar la foto de la portada con aquel hombre menudo que solícitamente me vendió el libro. Más tarde, le reconocí, nos reconocimos, y llegamos a ser amigos y a aventurarnos en algún que otro proyecto poético3. Desde que le leí quedé fascinada por su poesía. Mucho después tuve la suerte de presentar en Vitoria-Gasteiz y en Palencia su poemario Amargamente vital, el libro de Mariano que
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considero más mío tal vez por ese requiebro oximorónico que le da título; por ese espacio-tiempo de soledad, amargura y desengaño que recorre sus páginas; por esa mirada a la vida desde el abismo o porque todo en él rezuma visceralidad y rebeldía al tiempo que una ternura encubierta; porque en sus versos Mariano, como Rilke, proclama su amor a la belleza en la medida en que es el inicio de lo terrible; o porque este libro deshoja, no la margarita, sino todas las flores del mal que nos rodean: la ruindad, el pecado… que “ocupan nuestras almas” y de cuyos “remordimientos nosotros nos nutrimos”. Este poemario, como todos los libros de Mariano Iñigo, invita a la reflexión y nos pone en contacto con las aristas de la existencia, con las fisuras de la vida: esas esquinas del llanto y del dolor que, desde la observación, han llevado al poeta a ser uno más de los seres que pueblan sus libros. Como lectora de su obra y amiga del poeta, nada me gustaría más que ver algún día reunidos sus versos en una antología para que quienes aman la poesía puedan disfrutar de ellos imaginando ser, como Mariano, “el terror que ahuyente a la jauría”. Seguro que, desde donde esté mi amigo, el poeta amargamente vital, sigue escudriñando la realidad con ojo crítico y certero, sosteniendo la máxima de Cioran que tanto amaba: “que nadie tema a la tristeza porque en la tristeza todo se vuelve alma.”4
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Menudo, con barba blanca y vestido con atuendos que le procuraban un cierto aire “descuidado”; con una voz fuerte y esa imposibilidad para callar cuanto le desagradaba.
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Algo que más tarde llegó a ser “un lastre”, ya que se veía en él más al personaje que a la persona.
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Coincidimos en Amilamia, en Texturas, en Haritza, en alguna radio y también en el manicomio de Mondragón para visitar a Panero.
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Ver mi ensayo La poesía no muerde.- poesía española contemporánea, La memoria de los libros (LML), Vitoria-Gasteiz, 2008 (ref. Arte activo Ediciones)
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OBREROS DURMIENDO
Cuando a medianoche las manecillas del tiempo estén abrazadas se reunirán las brujas para barrer las motas de hierro que tenéis en vuestros sueños siderometalúrgicos. Entonces comprenderéis que la vida no sólo es sueño sino también una macabra alucinación. (De “Bohemia interior”. 1983)
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“SEÑAS DE IDENTIDAD” (RECORDANDO A JUAN EDUARDO CIRLOT) Mi ser es un golpe atroz de melancolía, un frugal banquete en el cementerio. Mi ser es el polvo del heno en la aurora, un vómito en el abismo. Mi ser es un clavel ardiendo en las manos desamparadas del futuro, el rayo que exterminará la baldía oscuridad de las entrañas. Mi ser es este centro en ruinas, esa luz fatigada, aquel delirante trueno. Mi ser es una isla habitada por náufragos que se han olvidado de la música del mar. Mi ser son dos manos atadas al poste de la noche, la infancia austera y apaleada, el camino ignorado por los peregrinos, el pájaro que sobrevuela ciudades devastadas. Mi ser es el esclavo de todos los misterios,
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un río renacido en el ser de las estrellas, Mi ser es una lágrima en el silencio de las sombras, la sangre amarga y dulce y secreta que corre por mis venas. Mi ser tiene ojos de pantera y contempla, con goce de domingo, la ascensión de la hostia sagrada, el fantástico vuelo de la silente mujer del alba. Mi ser es el frío del acero y la angustia de los ocasos, el calor de la danza de los sueños. Mi ser es ese fuego que crepita, este azar sangriento, esta nada atormentada. Mi ser se ha quedado sin árboles, tiene tatuado un beso en el pecho, un beso azul-ceniza, un engaño no abolido, una enfermedad cruel. Mi ser es un paisaje desolado, un blanco lucero, olvidado en laberintos secretos. Mi ser es este pecho que sufre, este albergue que lunas y pájaros habitarán. (De “Amargamente vital”. 1993)
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LA TRISTEZA En el fondo, en lo más profundo y bello, la tristeza va dejando su melancólica huella, su silencio incesante, su negrísima bruma, su pulpa enajenada. En el fondo, en lo más profundo y altivo, es preciso mirar las estrellas para no quedarse sin ojos, y ocupar estas oquedades aunque sea con la sangre de los humillados.
(De “Amargamente vital”. 1993)
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LA NOCHE SE HA ADUEÑADO DE NOSOTROS Tú y yo hemos hablado del poder del viento, de la atroz mansedumbre de los mendigos, de la invasión de la niebla en lo cotidiano. Tú y yo hemos hablado de la soledad, de la negra soledad del hombre de hoy (a veces estamos tan solos que no estamos ni con nosotros [mismos), de lo difícil que es hacer versos si el día carece de arrebatos, del carné de identidad de los “normales”. También hemos hablado de la libertad -bella como una tribu de gitanos-, de todos los seres que caminan llevando en sus espaldas instantes vacíos, cenicientos. Tú y yo, recorriendo la ciudad, hemos hablado de la muerte; y nuestras palabras han tenido tanta música, que la noche se ha adueñado de nosotros.
(De “En una fosa de anhelos azules”. 1995)
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ESTE DESTINO DE SOMBRAS SUCESIVAS Este destino de sombras sucesivas, de vulnerado júbilo en la mañana de tus ojos negros, es la razón para pegarme un tiro o arrojarme al tren; mas el ebanista, mi amor, mi resuello, mi deseo, se ha cansado de hacer ataúdes en los ocasos fríos que vierten sangre olvidada. ¡Oh mi amor, mi umbral escarlata, mi aire humeante que amas el silencio porque te devuelve la memoria y la ternura! Me acerco al verso que la muerte me inspira, verso de los nervios dislocados, de las lágrimas del tedio. Verso hecho de surtidores de otoños ácidos, de corazones atormentados por la edad de la palabra funeraria y de pálidas leyendas de auroras desamparadas. ¡Oh tus manos! ¿Cómo escarban mi pecho! Mi pecho de niebla y muros fragantes. Gritaré al mundo cuánto te amo y cómo me impregno de tus sustancias; cómo me impregno inmensamente de ceniza.
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¡Oh mi amor, que amas el silencio porque te devuelve la memoria y la ternura! Estoy atónito. “Todo, mi amor, me da arcadas de espanto”. Me aproximo a la fecundidad del vientre de la inocencia sabia; mas el ebanista se ha cansado de hacer ataúdes.
(De “En una fosa de anhelos azules”. 1995)
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Componer una canción o visitar al médico mientras que de tu rostro se apodera la niebla y las lágrimas de los hombres inundan mi pecho.
(Inédito. 17-11-1995)
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TE ES IMPOSIBLE ESCAPAR Te es imposible escapar de esta cárcel. En esta rueda, que gira con el sentido que le da tu mano, estás condenado a vivir. La cárcel es tu peso, tu derrota, tu escalofrío, el gigantesco muro que te ha hecho débil pero jamás te arrodillas, Tú, que amas a los héroes sin nombre y detestas la estupidez humana, estás en tensión, hombre igual a pocos hombres, como un arco en que la flecha es afilada pesadilla.
(De “El desorden de la mano que mata”. 1997)
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EL DESORDEN DE LA MANO QUE MATA Desaparecerás en lo más bajo, sepultada en la ceniza de mis ingratas luchas. Violentamente, sin piedad, enloquecidos, los hombres te amenazan de muerte, relinchan como caballos asustados. Y yo, amor, te escupo. Sí, te escupo en el alma porque te amo, porque tiene el dolor el desorden de la Mano que Mata.
(De “El desorden de la mano que mata”. 1997)
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TÚ, POETA No tendrás nunca sosiego: has nacido para escribir con tu sangre la desolación, la ausencia y la presencia de los dioses, la deforme belleza de tus sueños. Has nacido para ver que las luces tienen el barro del deseo.
(De “El desorden de la mano que mata”. 1997)
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LOS CÁLIDOS VERSOS DE LA NIEVE Cuando todo sea nieve en mis manos arrojaré a los lobos los ratos de tus cielos, soñaré con Rimbaud el vidente. Todo será nieve. En mis manos tu mano será nieve, indicios de aventura, “iluminaciones”… Locos, en vuestras manos todo será nieve; donde yo esté no habrá más que nieve. En vuestros ojos, en vuestros corazones, en vuestra mente… en todo vuestro Ser sólo habrá nieve. Yo la veo, acaricio su bellísimo cuerpo de ébano, cierro sus ojos, azules como una mariposa, me mancho totalmente de su cálida sangre. ¡Sol, ulula como el viento antes de que todo lo que escriba tenga sentido!
(De “Noíra Rocelina”. 2001)
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RENACER Renacer para rugir muriendo, olvidados de todos los que nos silenciaron. Entraremos en los bares para emborracharnos de Poesía. Renacer para ver toda la belleza que en la otra vida –fue una época de ocasos deformes y de tristes amaneceresno pudimos ver. Renacer para volver a ver todos los subsuelos, todas las vidas miserables y oír las palabras de todos los profetas, olvidados por todos los que silenciaron nuestros nombres.
(De “Noíra Rocelina”. 2001)
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BUSCANDO LA FELICIDAD Yo viajo en busca del pan blanquísimo, del sexo fértil y la ternura, de azules sirenas de un mar lejano, del silencio esplendente de un tímido arrebato. Yo viajo y sudo y lloro por cuanto he vivido; porque no me basta el paisaje que veo para vivir, ni la luna arqueándose en tu sexo, tu sangriento sexo que ya no teme a Dios, mientras mi madre, mi afligida madre, a mis pies yace con temor a Dios. Yo viajo. Me voy lejos de las marionetas abrazadas al fantasma de un trágico pasado, lejos de los cuervos que agonizan entre los despojos del tedio. Yo viajo. El alba me facilita la huida.
(De “Noíra Rocelina”. 2001)
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NUESTRAS MISIONES Volar y volar, alto y seguro, es tu misión, Noíra Rocelina, la mía es escribir poemas para no perder la memoria, de noche, en el bosque de acero, en la ciudad desprotegida. Escribo, Noíra Rocelina, donde los sentimientos me los arrancan de cuajo, odiado siempre por los alacranes del sueño, intentando, con mis torpes palabras, atrapar tu vuelo.
(De “Noíra Rocelina”. 2001)
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AL LLEGA EL INVIERNO Madre, estoy triste como tu. Los pájaros ya no cantan en este jardín de dioses abolidos. Madre, vayámonos a disolvernos en la Eternidad.
(De “Noíra Rocelina”. 2001)
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A MI PADRE, IN MEMORIAM
A golpes existiendo, estoy amargo padre y quiero hablarte, aún sabiendo lo difícil que es hablar con los muertos. He de decirte tantas cosas… pero te lo repito: me es difícil hablarte, extender ante uno como muestra las pobres baratijas de la vida. He de decirte padre, ante todo, que cada día te comprendo más en la distancia y tiempo que nos desunieron, que el corazón me talla tu figura despacio, viva y perfecta. He de decirte más cosas padre, he de decirte que tú y yo tenemos la soledad por amante, qué dura compañera, terrible, devoradora y fría, nos ha tocado en suerte Tú bien lo sabías, padre, cómo es la soledad, más fuerte que el alcohol, más que la acción más que un amigo. Tú bien lo sabías, padre. Cuando la soledad aprieta,
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no hay más remedio que tumbarse, solitario y muy triste en la cama y agachar la cabeza junto al brazo, como un pájaro herido. Y no valen disfraces y sentir como si un resplandor, por un momento, destruyera todas nuestras sombras, que el cuerpo entero es corazón y sentir que el pensamiento entero es corazón y sentir que el alma toda es corazón y que al corazón no sirven cuerpo, alma y pensamiento. Yo llevo muchos años luchando contra esta vida, contra este mundo que se derrumba, contra esta pesadilla que crece más y más, a medida que los hombres nos empequeñecemos como las ratas del asfalto. Y al final he perdido, padre, he perdido porque soy débil, poca cosa, no soy domador de vida, no conduzco las horas cual caballos. Yo, padre, estoy hecho de algo inmensamente tierno. Soy poeta. (Poema leído por el autor, emitido en la Cadena Ser de Vitoria)
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TRES POEMAS INÉDITOS Solo estoy en la noche, Insomne como un condenado, Libre y dichoso como el amanecer, Victorioso como el sueño más puro, Irremediablemente asido Al aire irrespirable de mis pesadillas. Vitoria – 22-12-03
........ ABRE LA PUERTA Marca la vida
Abre la puerta Reivindica la crueldad de los dioses melancólicos Inventa un mundo propio Basado en el ajeno No renuncies a nada Oculto está el sol en la luna Inventa versos. Sueña que los ojos De Dios viajan contigo.
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Mis ojos son los sonámbulos arrabales del hastío, los ojos del rostro del invierno. 23
“SEÑAS DE IDENTIDAD”, de Mariano Íñigo, subió a la red el mes de mayo de 2014 como número 22 (número 1 virtual) de la colección “CUATRO CANTONES” que, dirigida por Julián Alonso, edita la “Fundacíón Díaz Caneja” de Palencia.