EfĂmera tu, veloz gacela, atravesando el sueĂąo de este desierto inmĂłvil.
Soy un wadi. Me sumo en ti, cuerpo de arena.
Soy un nómada. Planto mi tienda en ti, no sé por cuántas lunas; único oasis en la ciudad hostil, agua en que abrevan mis camellos, lugar seguro entre tanto desierto de cláxones y asfalto. Despierto en ti cada mañana provisional e intacto, abrigado a la sombra frutal de tus palmeras y me siento seguro. Soy un nómada. Un día partiré buscando nuevos pastos. Juntaré mis ganados, levantaré mis jaimas, te llevaré conmigo.
Ausencia. Todo es nada en la ciudad desierto. Han cerrado sus puertas los Ăşltimos oasis.
Gritan tu nombre los almu茅danos momentos antes de que salga el sol y toda la ciudad se despierta contigo, agua de vida entre tanta obsesi贸n de coches locos.
Ăšnico pozo de esta ciudad de arena, acudo a ti para calmar mi sed. Tu portal se ha poblado de palmeras.
SoĂąaba con oasis. DespertĂŠ en el desierto.
Rastreando las huellas de los hombres azules te he seguido. Por desiertos nocturnos, por la ciudad herida, te he seguido. SonĂĄmbulo, en el sueĂąo febril de la resaca te he seguido con el gesto impaciente de quien busca un recuerdo y no lo encuentra.
La ciudad, en invierno, es un desierto cegado por la nieve. Pasos que se confunden por las calles vacías con un extraño idioma sincopado, cacofonía infame de anónimos zapatos que pasaron urgentes hacia inciertos destinos.
Envenenaste todos los pozos de este desierto. Torpe venganza: tampoco tĂş podrĂĄs beber.
Curva de viento. Curva de agua. Curva.
Paisaje n贸mada. Ondulado vac铆o. A veces barcos.
Afuera llueve sobre la mar, sobre las calles, sobre el campo, sobre mí corazón. Afuera llueve. Brilla el asfalto para que yo lo pise. Afuera llueve. En el acantilado rompen olas. ……………………
Las olas se retiran para no despertarte. Te has dormido en la playa como un barco escorado y en tu brazo moreno llevas tatuado un nombre.
隆C贸mplice ola! Borras los pasos del suicida.
Eterna rueda del regreso a una cita imposible, el recuerdo se disolvi贸 en un agua que s贸lo sabe a sal. Como las l谩grimas.
Me abandono a la ola. Único pecio de mi propio naufragio. Estridencia en su acuoso paisaje. …………..
A romper en tu cuerpo vienen las olas. A romper en tu cuerpo cierta tarde de agosto con tormenta. Se fueron los ba帽istas huyendo de la lluvia. S贸lo las olas y tu sobre la arena.
Adornaba con versos la arena de la playa por gusto de lo efĂmero. Las olas los borraban tambiĂŠn de su memoria.
Con el viento, en el viento, furtivas llegar y retirarse entre hĂşmedas caricias.