ALTAmira 15

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AÑO 3 NÚMERO 15

PUBLICACIÓN TRIMESTRAL

OCTUBRE / DICIEMBRE 2016 TIJUANA, BAJA CALIFORNIA MÉXICO.

ISSN 2007 8854

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CONTENIDO 6. Intervenciones del psicólogo en el campo de la salud. Por Dr. Mario José Molina.

12. Habilidades interculturales para el trabajo comunitario. Por Dra. Blanca Estela Pelcastre Villafuerte.

18. Repensando críticamente la psicología en Latinoamérica. Por Dr. Bernardo Jiménez-Domínguez.

24. La Relación Problematización-Concientización y Cerebro. Por Dra. Maritza Montero.


DIRECTORIO Mtro. Jesús Ruiz Barraza Rector de la Universidad de Tijuana.

Mtra. Irma Jácome Acuña Vicerrectora Académica.

Mtra. Yeni Marmolejo Mariscal Vicerrectora de Operación y Recursos Financieros.

Mtra. Lorena Pulido Rios Directora de Posgrado e Investigación.

Julio Álvarez Ponce Coordinador Editorial.

EDITORIAL

Alejandra Moreno Acevedo

E

Braulio Lam

Diseño Editorial.

n este, su número 15, donde especialistas en la salud psicológica y mental abordan desde sus áreas de experiencia, un interesante enfoque académico. En “Repensando críticamente la psicología en Latinoamérica”, el doctor Bernardo Jiménez, se enfoca en el trabajo hecho desde la psicología y la aportación de ésta a diferentes disciplinas dentro de las ciencias sociales y como la psicología ha influenciado a ramas como la antropología y la sociología así como en disciplinas más recientes. Es una retrospectiva crítica a la psicología en América Latina, sin duda un trabajo fundamental en este 2016 que está por concluir. La doctora Pelcastre Villafuerte aborda uno de los temas más relevantes en este siglo, las “Habilidades interculturales para el trabajo comunitario”, donde se habla sobre la interculturalidad como una estrategia que apoya y enriquece el trabajo comunitario de prevención y promoción de la salud. Se aborda el desencuentro que tiene lugar entre los profesionales de la salud y la población, debido a obstáculos culturales y propone un desarrollo de habilidades interculturales como estrategia para afrontar los obstáculos y extender los beneficios de atención a un mayor número de personas. Fundamental leer este trabajo para entender los problemas que la globalización y los desplazamientos hacia las grandes ciudades latinoamericanas han puesto como reto a los profesionistas de la salud. Las “Intervenciones del psicólogo en el campo de la salud” del doctor Molina investiga a la psicología como ciencia y profesión en América Latina. Donde enfatiza lo que se requiere de un profesional comprometido y atento a las necesidades de la población con prácticas responsables e idóneas que aporten al buen vivir de la comunidad. Así, menciona el doctor Molina, “el psicólogo puede participar no solo en cómo se atiende el sufrimiento psíquico y sus secuelas, sino también en la promoción y prevención de la salud desde las necesidades colectivas”. La doctora Maritza Montero hace un aporte muy oportuno y relevante ante “La Relación Problematización-Concientización y Cerebro” un estudio de la conciencia y su significado para el trabajo comunitario. Montero desarrolla a lo largo de este trabajo, la neurología y la psicología en el trabajo cotidiano y su relación con un área de vida y de investigación en la comunidad. Señala la dificultad del concepto de conciencia y se presentan algunos aspectos novedosos que en la neurología y en las ciencias sociales se están trabajando, en relación con la conciencia y la posibilidad de generar un mayor conocimiento. Sin duda un número completo que dejará alta reflexión en ustedes.

Bienvenidos a ALTAmira 15.

Fotografías.

Articulistas. Dr. Mario José Molina Dra. Maritza Montero Dr. Bernardo Jiménez-Domínguez Dra. Blanca Estela Pelcastre Villafuerte

Comité Académico de Arbitraje. Mtro. Miguel Corral Mtro. Francisco Sillas

CONTACTO altamira.cut@gmail.com Versión online www.issuu.com/altamiracut www.cut.edu.mx DOI: 10.15418 LEGAL ALTAMIRA REVISTA ACADÉMICA. Año 3, No.15, octubrediciembre 2016, es una publicación trimestral editada y publicada por el Centro de Estudios Superiores de Baja California, S. C., avenida “J” No.1010, Colonia Altamira, Tijuana, Baja California, C.P. 22054, Tel (664) 687-9412, www.cut.edu.mx, juricut@gmail.com. Editor responsable: Julio Álvarez Ponce. Reserva de Derechos al uso exclusivo No. 04-2014-021719064000-203, ISSN 2007-8854, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Departamento Editorial de la Universidad de Tijuana, Alejandra Moreno Acevedo, avenida “J” No.1010, Colonia Altamira, Tijuana, Baja California, C.P. 22054, Fecha de última modificación, 14 de Octubre de 2014. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.

Julio Álvarez Ponce Editor.

Queda prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos o imágenes de la publicación sin previa autorización del Centro de Estudios Superiores de Baja California, S. C.


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Intervenciones del psicólogo en el campo de la salud

ALTAmira Revista Académica de la Universidad de Tijuana. No.15/3 octubre-diciembre, 6-11, 2016, ISSN: 2007-8854, DOI: 10.15418/ALTAMIRA1501 *Es supervisor de equipos Interdisciplinarios del Ministerio de Educación, provincia de Buenos Aires, Argentina. Mail: mjosemolina@gmail.com Fecha de envío: 16 de agosto de 2016. Fecha de aprobación: 8 de septiembre de 2016.


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Por Dr. Mario José Molina

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INTERVENCIONES

DEL PSICÓLOGO EN EL CAMPO DE LA SALUD. D R. M A R I O J O S É M O L I N A. * Resumen: La psicología como ciencia y profesión en América Latina requiere de un profesional comprometido y atento a las necesidades de la población, con prácticas responsables e idóneas que aporten al buen vivir de la comunidad. Hace falta para ello ampliar la mirada del padecimiento psíquico de un individuo hacia los componentes del proceso salud-enfermedad del grupo, comunidad o cuerpo social. Así el psicólogo puede participar no solo en cómo se atiende el sufrimiento psíquico y sus secuelas, sino también en la promoción y prevención de la salud desde las necesidades colectivas. Palabras clave: Psicología, práctica responsable, salud-enfermedad, campo profesional. Abstract: Psychology as a science and profession in Latin America requires a professional engagement and attentive to the needs of the population, with appropriate and responsible practices that contribute to the good living of the community. We need to extend the look of the psychological suffering of an individual towards the components of the process healthdisease of the group, community or social body. So the psychologist can participate not only in how serving the psychic suffering and its aftermath, but also in the promotion and prevention of health from the collective needs. Keywords: Psychology, responsible practice, health-disease, professional field.

L A C O M P L E J I DA D

Años atrás, en artículos emitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se manifestaba que la salud es la llave maestra que impulsa el desarrollo económico, tanto individual como social. También la Asociación Latinoamericana de Medicina Social (ALAMES, 2009) consideró a la miseria como la madre de las enfermedades. Por su parte la Comisión Económica para América Latina (CEPAL, 2015), ubica a la salud junto a educación y seguridad social, como los derechos del primer agrupamiento y cuando se refiere a América Latina enfatiza las consecuencias en el desarrollo de los pueblos que tienen las brechas existentes, entre ellas para el acceso a la salud. Hay coincidencia en que al subsanar las desigualdades económicas se logrará un beneficio en la situación sanitaria de los países de la región. Ahora bien, la salud es el derecho de las personas menos discutido en su condición de tal y son los Estados los que deben ofrecer las condiciones para el acceso con calidad y equidad. Concretamente, la salud es una resultante del intercambio entre los sujetos y el contexto sociocultural, político, económico y ambiental en el que se desarrollan sus vidas en comunidad. En Argentina, uno de los avances en salud que el gobierno progresista de Cristina Kirchner produjo en el 2010 fue la sanción de la Ley Nacional de Salud Mental número 26657, en cuyo artículo tercero define a la salud mental como “un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona”. La complejidad en el abordaje de la salud mental que introdujo esta Ley, fuertemente rechazada por la corporación

psiquiátrica, llevó a pronunciarse a que sin salud mental no hay salud dando cuenta de la fuerte sinergia y coincidencia entre ambos conceptos, que en definitiva, aluden a la salud en sentido amplio. Entender la salud como una construcción social supera el saber biomédico, fuertemente influenciado por el pensamiento positivista y da lugar a la propuesta de la interdisciplina como una posición necesaria, resultante de la articulación entre los saberes. Denise Najmanovich (2008) se refiere a la relación entre lo singular y lo común que se da desde el entramado entre los saberes, lo que facilita que no haya oposición pues, concluye, el pensamiento es creativo en la interdisciplina y no es lineal como el positivismo nos inculcó. ¿Cuál es el objeto de la práctica psicológica en el campo de la salud? Mario Testa (2006) refiere que la salud consolida su visión “a partir del saber biológico y de la práctica que ha sido caracterizada como médicohegemónica, justamente a fines del siglo pasado, coincidiendo con la aparición de Freud y los procesos que se desencadenan en torno a la institucionalización del psicoanálisis”. Hace referencia al significado que tuvo la irrupción del psicoanálisis en el pensamiento médico en la primera mitad del siglo pasado, y del impacto que produjo en el concepto de salud. Con la irrupción de la psicología y el psicoanálisis en el campo de la medicina, lo que cambia es el concepto del sujeto emisor de la demanda. Ya no es un cuerpo enfermo, sino que es un cuerpo y un inconsciente y esto va a desplazar a la medicina como la única ciencia que se ocupa de la salud, la descentra de su papel de control del sujeto.

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Es importante destacar que la psicología clínica y particularmente el psicoanálisis se ubicaron en la misma tendencia asistencial frente a la enfermedad creando paulatinamente su propio espacio de definiciones y estrategias de salud, y ofreciendo puntos de vista diferentes que crearon conflictos y debates aún vigentes con el discurso médico corporativo, en torno al dominio del campo. En Argentina, la psicología clínica se impuso rápidamente pasando a ser el área más demandada por los alumnos y la única ofrecida por las facultades de psicología durante años. Esto sucedió acorde con la popularidad que adquiría la clínica psicoanalítica y el alcance como ocupación laboral privilegiada del psicólogo. El psicoanálisis se instaló como matriz teórica única en las principales carreras de psicología de Buenos Aires, Rosario y La Plata. Aún hoy el psicoanálisis compite con la psiquiatría tradicional en el tratamiento del padecimiento mental, y las nacientes carreras de psicología en la década del 50 se prestaron como una vía regia a la difusión del psicoanálisis con el crecimiento de la población estudiantil, y la psicología profesional quedó subsumida a dicha teoría aún hasta nuestros días a pesar del crecimiento en la inserción profesional en otras áreas. “El psicoanálisis adquirió un ímpetu inusitado que se dirigió a abastecer la demanda explosiva de la clase alta urbana frente al confuso panorama que se enfrentaba en los aspectos sociales y políticos de la segunda postguerra. No obstante si una fracción del quehacer psicoanalítico prosiguió en su actitud de proveedor de una necesidad de la clase alta argentina, otros de sus representantes iniciaron un movimiento de enorme significación como crítica a las concepciones médicas de los procesos de salud-enfermedad” (Courel, 2005 p.33).

L A A RT I C U L AC I Ó N

La relación entre psicología y salud produjo en algunos países de América Latina en la década del 80, una especialidad denominada psicología de la salud como resultante del intercambio y articulación de investigaciones de la Psicología, la Medicina y las Neurociencias. En Argentina se denominó Psicología sanitaria y en Perú y España Psicología clínica y de la salud. En Brasil no hay esta división en el campo de la psicología clínica, al menos reconocida por el Conselho Federal da Psicologia. En Uruguay se denomina Psicología médica.

Intervenciones del psicólogo en el campo de la salud

La Psicología sanitaria en la formación de grado y postgrado entiende acerca de la acción del psicólogo en el campo de la salud colectiva incluyendo dentro de ésta a la salud mental. Entre las prácticas del psicólogo sanitario se encuentra la de analizar el proceso salud-enfermedad y sus determinantes políticos, sociales y económicos e intervenir en consecuencia. El Colegio Oficial de Psicólogos de España (2006) define a la Psicología clínica y de la salud como el campo especializado de la psicología para entender e intervenir en los procesos de salud y enfermedad en los distintos y variados contextos en los cuales pueda tener lugar dicho proceso. Acuerdo con que la diferencia entre prácticas y saberes se debe más a las dificultades que existen a veces para identificar el objeto de estudio de las teorías el cual debe ser analizado en la complejidad articulada de saber y práctica. Así, en el caso de la medicina dice este autor que “El cuerpo enfermo no es el único objeto de la práctica médica, también lo es el cuerpo sano en la medida en que esa práctica incorpora medidas preventivas que se conocen como promoción de la salud. Acerca de esto último ya no existe tanto acuerdo, ni entre médicos y no médicos, y ni siquiera en el grupo de los primeros. Este desacuerdo aparece cuando se redefine el objeto de trabajo de la medicina como el proceso de salud enfermedad, fórmula que tiene la ventaja de recuperar la unidad de ese proceso”(Testa, 1990, p. 38). Análogamente podemos afirmar que el objeto de dedicación de la práctica del psicólogo no deben ser solamente las cuestiones de conflicto intrapsíquico, sino que también podemos hacer acciones con las cuales nos anticipemos a una situación de no salud. Para que esto sea posible, debemos conocer los factores, indicadores y/o determinantes que producen o la alteran a efectos de intervenir preventivamente y adelantarnos a su ocurrencia. Es decir, una psicología que tenga en cuenta el contexto histórico social en el cual un sujeto se ha constituido. Entender a la salud como el resultado de un proceso e interacción de complejidades biológicas y ambientales en un contexto social, nos lleva a considerar la mirada colectiva. Saforcada (1988) postula que “salud es la situación de relativo bienestar psíquico, físico y social –el máximo posible en cada momento histórico y circunstancia social determinada– considerando que dicha situación es producto de la interacción permanente y recíprocamente transformadora entre el individuo (entidad bio-psico-socio-cultural) y su


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Por Dr. Mario José Molina

ambiente (entidad físico-química-psico-socio-cultural y económico-política)”. A diferencia de la OMS plantea este autor a la salud, no como un estado sino como un proceso dinámico no aislado del ambiente. Aquí tomo el concepto de salud pública o colectiva que dice: “El cuerpo social, formado por los cuerpos vivos de las personas en relación, es el verdadero objeto del trabajo médico. Este debe ser así porque, si la medicina cuida o restituye la salud de los cuerpos, ello implica el cuerpo vivo el cual no puede ser otro que el cuerpo en relación significativa con los demás. Dicha significación se alcanza superando la particularidad individual” (Testa 1990 p. 58). ¿Es viable intervenir para prevenir y promover un estado de salud individual separado o aislando el estado de morbilidad de la población?. La psicología fue considerada en Argentina por el Ministerio de Educación a fines del 2009 como una profesión de interés público significando con esa denominación, que su práctica alcanza a todos y que es una profesión de orden público. No podría haber una psicología que no se justifique sino es por el abordaje de muchos, de todos, y de allí su compromiso social y su compromiso con la realidad del contexto en el cual viven las personas que hacen sus demandas y expresan sus necesidades a las prácticas psicológicas. Por eso cuando el Estado ejerce la responsabilidad de facilitar el acceso de las comunidades a las prácticas de salud, lo hace a través de programas y leyes o normativas que garanticen el derecho. Los psicólogos, ¿Estamos formados para intervenir en el área de la salud colectiva? Según de Lellis (2006) “La sobreoferta de recursos profesionales, sumada a un bajo grado de capacitación formal genera efectos distorsivos e indirectamente afecta negativamente la calidad de las prestaciones” (p.297). En nuestro país al menos, no hay en la currícula de la formación de grado del psicólogo contenidos que le permitan una vez egresado, insertarse en las actividades que el campo de la salud colectiva podrían requerirle. Por el contrario, continúa siendo mayoritario el perfil de un profesional dedicado a la asistencia individual. La AMERICAN PSYCHOLOGY SOCIETY (APS) organizó la instalación en el sistema de salud la estrategia de atención primaria dirigida a toda la población como un camino seguro para garantizar el acceso a la salud que no siempre es bien instrumentado o no se lo dota de los recursos necesarios para una efectiva implementación.

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En esta línea, es interesante el aporte que hace Gastao Wagner de Sousa Campos (2001) con el concepto de Clínica ampliada, a la que considera como una corriente articuladora y de inclusión de los puntos de vista biomédico, social y psicológico que pone el acento en la autonomía del paciente a partir de su participación en el proceso terapéutico. Desde esta perspectiva, se viabiliza el trabajo interdisciplinar para intervenir en la complejidad del campo de la salud y se torna viable la consideración del caso individual en el contexto colectivo.

CONCLUYENDO

Dice Mirta Clara (2009) que “por interdisciplina entendemos el proceso de abordaje de problemáticas donde se construye en un espacio y tiempo, unidades de criterios teóricos situados entre las articulaciones desde donde se piensa la diversidad disciplinaria, constituyéndose así una ideología de reciprocidad e igualdad de consideraciones”. Agregando que ello significa la integralidad de la interpretación junto con el sujeto colectivo, en contexto. La salud tiene que ver con la distribución de poder dirá Mario Testa (1989), lo que lleva a un proceso de construcción de la posibilidad de autonomía de los actores intervinientes. La toma de decisiones participativas en la ejecución y en la evaluación de la gestión en salud, posiciona a usuarios y profesionales como sujetos de pleno derecho, define cuál es el espacio de poder disponible y ensancha los espacios donde están en juego derechos y deberes. Este movimiento produce derechos políticos, voz y voto, aunque se ocupen lugares distintos. (Clara, 2009 p.39). La propuesta de pensar la salud como un espacio de distribución de poder, se comprende mejor si la relacionamos con la noción de APS, única estrategia hasta ahora que involucra al conjunto profesional, técnico y administrativo, junto con los grupos sociales, considerando a todos como sujetos activos del proceso de salud de un sujeto colectivo. También permite que los actores se movilicen horizontalmente aunque no sean pares, verticalmente con el Estado ya sea éste municipal, provincial o nacional, y que produzcan acciones en defensa de sus reivindicaciones como sujetos constructores de la política en Salud. Mirta Clara (2009 p.85) concluye que con la APS es posible ligar los conjuntos institucionales y sectoriales con los movimientos políticos, o también ensamblar estos movimientos con las instituciones donde se está ejerciendo el gobierno de las políticas de salud.

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También en la Carta de Ottawa (2001) encontramos la referencia a la promoción de la salud diciendo que es “proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre la misma”. Plantea como requisito fundamental la existencia de un ecosistema estable, la conservación de los recursos, la justicia social y la equidad. Al ampliar la definición, la Carta de Ottawa señala que: “para alcanzar un estado adecuado de bienestar físico, mental y social un individuo o grupo debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de satisfacer sus necesidades, y de cambiar o adaptarse al medio ambiente”. En la Carta de Bangkok (2005), otra declaración promovida por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se complementan las estrategias de acción para el fomento de la salud establecidos en la de Ottawa. En ésta se establecen las medidas, los compromisos y las promesas necesarias para abordar los factores determinantes de la salud en un mundo globalizado, mediante la promoción de la salud. Las acciones de promoción deben partir de indicadores observables de la realidad que aporten información relevante y que no lleven a reducir las intervenciones al campo biomédico y/o psicológico, de manera aislada sino interdisciplinariamente como queda dicho. Es decir, es importante conocer y/o detectar los determinantes sociales, las condiciones en que viven y trabajan las personas a efectos de una intervención para la promoción de la salud por parte de los y las psicólogos. Son interesantes estas referencias a la participación e inclusión activa de las personas en la modificación de sus condiciones de vida, productoras de salud. Desde la psicología comunitaria podemos entender mejor este proceso ya que “si bien existe un consenso generalizado en cuanto a que la población debe definir sus necesidades y ser activa en sus demanda – intervención desde abajo -, también es cierto que muchas veces, las intervenciones son definidas por grupos de interés, por las decisiones tomadas en programas que responden a políticas públicas en salud, educación y desarrollo social, por Organizaciones No Gubernamentales (OGNs), u otros actores que en el mejor de los casos cuentan con un adecuado y certero diagnóstico, que corresponde a las necesidades sentidas de la población.” (Lapalma, 2009).

Intervenciones del psicólogo en el campo de la salud

Estoy refiriendo entonces, que la intervención del psicólogo en el campo de la salud puede conducir al incremento de la cultura de la salud desde “un enfoque basado en las fortalezas de las personas, los recursos interactivos que ellas poseen o pueden desarrollar, tras el gran objetivo de transferir poder a las personas (empoderarlas), para que asuman un rol protagónico en las propias tareas como parte de un colectivo que comparte desafíos comunes” (Zambrano, 2005). Esto que parece sencillo pero su puesta en marcha no lo es tanto ya que por ejemplo, no siempre los recursos para la implementación de estrategias como la APS logran efectivizarse políticamente. Ya hemos padecido en la segunda mitad de la década de los 90 los pueblos de la región por un liberalismo y neoliberalismo salvaje que convirtió a la salud en un gasto para el Estado y al trabajo profesional en una mercancía. Todo eso en medio de una profunda crisis del Estado, con la desaparición de la trama social y donde la pobreza apareció como un fenómeno irremediable, teñido de egoísmo y de un “darwinismo social” que actuó como un factor desintegrador de las sociedades. Lamentablemente estamos ahora con el retorno cruel de las políticas neoliberales en algunos países de la región como Argentina y la permanencia en otros. Sin políticas públicas que den contexto al esfuerzo individual, no puede haber crecimiento y desarrollo de los pueblos y eso no se logra con las políticas neoliberales. En los 90 y comienzos de los años 2000 el impacto en la salud y en la salud mental de las políticas de gobierno que privilegiaron el capital por sobre las personas, fue notorio. El aumento de depresiones y de patologías ligadas a la construcción temprana del yo produjo un estado de desubjetivización como efecto de la desocupación, la marginación y la cosificación (Bleichmar, 2005) unida a la fragmentación y a procesos severos de desindentificación, que tienen que ver con la pérdida de los modelos identificatorios al tener que abdicar de ellos para sobrevivir en función de una autoconservación y autopreservación del yo. Esta autora refiere que el psicoanálisis debía realizar un ejercicio de recomposición de su verdad interna para poder actuar frente a los nuevos modos de emergencia de la subjetividad, producto de las políticas de ajuste de los gobiernos de la región.


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Se hizo necesario que los psicólogos pensáramos intervenciones que por un lado reconstituyeran el proyecto de vida de la gente, y por el otro armarán redes solidarias internas, superando un asistencialismo individualista que colocara a la gente por fuera de todo proyecto colectivo. Fue imprescindible acercarse a ese “conocimiento empírico, práctico, de sentido común, que ha sido posesión cultural e ideológico ancestral de las gentes de las bases sociales, aquel que les ha permitido crear, trabajar, e interpretar predominantemente con los recursos directos que la naturaleza ofrece a la gente” (Fals, 1980 p.70). En esta perspectiva de intervención, el rol del psicólogo es el de un facilitador de procesos y la metodología es la de la investigación acción participativa. Sabemos que es la familia donde se produce la primera aproximación y aprehensión de la realidad, y es donde se despliegan los primeros entrecruzamientos de identificaciones. Es entonces el primer ámbito de promoción de la salud. Cuando su funcionamiento facilita el proceso de crecimiento de las capacidades y potencialidades individuales de sus integrantes, y genera el ejercicio de la autodeterminación, está favoreciendo como dice Isaac Prilleltensky (2006), las primeras experiencias subjetivas de bienestar, de salud. Sin duda, la población más desfavorecida o vulnerable va a requerir de un mayor énfasis en las campañas de asistencia, prevención y promoción ya que contienen los mayores índices de enfermedades, analfabetismo y fracaso escolar. La calidad de vida, el cuidado y promoción de la salud, la prevención, la rehabilitación, los problemas de salud y la muerte misma, suceden en el tejido social en el que transcurre la vida personal o individual. Si determinados comportamientos incrementan el riesgo de aparición de ciertas situaciones de no salud, los componentes y/o determinantes que confluyen son en si mismos un factor de riesgo. Entonces, la modificación de los mismos puede reducir la probabilidad de riesgo de determinados procesos de padecimientos psíquicos. “El paradigma de la promoción de la salud desde la perspectiva de la psicología social-comunitaria, promueve la participación ciudadana y la autosuficiencia de la comunidad como estrategia para el mejoramiento de la salud, añadiendo el elemento del esfuerzo colaborativo, con la inclusión de las empresas privadas y los gobiernos locales y estatales, en la tarea de mejorar la

calidad de vida de los individuos, las familias y las comunidades” (Balcázar, Montero, Newbrough, 2003). Para la OPS la promoción de la salud es un vehículo hacia una conciencia sanitaria que trascienda la preocupación por la cura e incluya la prevención, la información, el conocimiento para una vida saludable. La promoción de la salud es un proceso, no una solución fácil expresa este organismo internacional, y agrega que su propósito es lograr resultados concretos que comprenden la participación de los ciudadanos y la comunidad y contribuyen a mejorar la calidad de vida. Acordemos que la Universidad forma profesionales a los que les da herramientas conceptuales, técnicas y metodológicas para aplicar ante las demandas sociales que reciben. Los psicólogos y psicólogas en el campo de la salud colectiva van a hacerlo teniendo en cuenta los determinantes del proceso de salud enfermedad, encontrándose con otros actores, con otros saberes y/o disciplinas. Lo propiamente interdisciplinario, lleva a establecer relaciones rigurosas entre las partes o aspectos de la realidad que abordan, pues de lo contrario es suponer que la naturaleza es una sola. América Latina soporta todavía una serie de desajustes en el crecimiento y desarrollo, que desnudan los problemas y necesidades de la población en el campo específico de la salud, y requieren poner el énfasis en las dimensiones sociales a través de políticas públicas y planes de acción tendientes al desarrollo del buen vivir. La vigencia de las violencias sociales en todas sus formas, es un ejemplo de dichos desajustes que los y las psicólogos deberíamos atender desplegando e implementando estrategias propias compartidas interdisciplinariamente en el equipo de salud. La psicología puede aportar a este proceso, si los psicólogos ampliamos la mirada del padecimiento psíquico de un individuo hacia los componentes del proceso salud-enfermedad del grupo, comunidad o cuerpo social. Así el psicólogo puede participar no solo en cómo se atiende sufrimiento psíquico y sus secuelas, sino también en la promoción y prevención de la salud desde las necesidades colectivas, lo que implica participar en el fortalecimiento de las comunidades y sus integrantes. Sin lugar a dudas, un desafío para las intervenciones en el campo de la salud: ser protagonistas con compromiso social.

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Habilidades interculturales para el trabajo...

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HABILIDADES I N T E R C U LT U R A L E S

PARA EL TRABAJO COMUNITARIO. DRA. BLANCA ESTELA PELCASTRE VILLAFUERTE.* - ¿Qué hay, muchachos, les probaron las medicinas? El padre permaneció mudo, tratando de encontrar buenas palabras: -Sí, semos amejoraditos… -¿les quedan pastillas? –inquirí El hombrecito, por toda respuesta, separó el cuello de su camisa para mostrarnos un collar de comprimidos de quinina bermejos y brillantes (…) El mal ya no se nos acerca.- informó el hombre-, le tiene miedo al sartal de piedras milagrosas. (El cenzontle y la vereda) Fernando Rojas.

Resumen: Se habla sobre la interculturalidad como una estrategia que apoya y enriquece el trabajo comunitario de prevención y promoción de la salud. Para fundamentar esta propuesta se caracteriza la salud como un proceso social en cuya significación interviene la cultura, entendida como los usos, las costumbres, el lenguaje y las creencias que comparte un grupo social y que conforman una cosmovisión del mundo. Se aborda el desencuentro que tiene lugar entre los profesionales de la salud y la población, debido a obstáculos culturales y se propone desarrollar habilidades interculturales como estrategia para afrontar dichos obstáculos y extender los beneficios del modelo biomédico de atención a un mayor número de personas. Se enfatiza así la noción de subjetividad, como elemento clave para conocer la percepción de las personas acerca de la salud, la forma en la que la procuran y evitan la enfermedad; y se proponen algunas técnicas metodológicas para su comprensión. Palabras clave: Interculturalidad, salud, promoción, prevención, subjetividad. Abstract: It talks about interculturality as a strategy which supports and enriches the community work of prevention and health promotion. To substantiate this proposal it features health as a social process whose significance is culture, understood as the uses, customs, language and beliefs that share a social group and forming a worldview of the world. Deals with the clash that takes place between the health professionals and population, due to cultural obstacles and intends to develop intercultural skills as a strategy to deal with these obstacles and extend the benefits of the biomedical model of care to a greater number of people. It emphasizes the notion of subjectivity, as well as key element to study the perceptions of people about health, the way in which they seek and prevent disease; and propose some methodological techniques for their understanding. Keywords: Interculturality, health, promotion, prevention, subjectivity.

ALTAmira Revista Académica de la Universidad de Tijuana. No.15/3 octubre-diciembre, 12-17, 2016, ISSN: 2007-8854, DOI: 10.15418/ALTAMIRA1502 *Es investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública. Mail: blanca.pelcastre@insp.mx Fecha de envío: 16 de agosto de 2016. Fecha de aprobación: 8 de septiembre de 2016.


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Habilidades interculturales para el trabajo...

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l trabajo comunitario, desde el ámbito en el que éste se desarrolle, demanda un conjunto de habilidades, herramientas y conocimientos que contribuyen al cumplimiento de las metas establecidas. La promoción de la salud y la prevención de enfermedades son campos fértiles para la acción comunitaria, ya que el desarrollo comunitario, estrategia base de la promoción de la salud (Fawcett, Paine, Francisco y Vliet, 1993; OMS, 1978), se logra a través de la participación permanente y comprometida por parte de las personas. Este punto de vista parte de una noción amplia de participación (Cerqueira y Mato, 1998; De Keijzer, 1993), que no se limita al uso de programas y servicios, diseñados desde el nivel central del sector, sino que implica la participación activa de las comunidades en la identificación de prioridades, implementación de acciones, evaluación y seguimiento. Para dar voz a los actores que participan en este proceso, para escuchar a las personas, hombres y mujeres, que viven en las comunidades y saber acerca de sus padecimientos y preocupaciones relacionadas con la salud, debemos valernos de herramientas y habilidades que propicien la comunicación abierta y faciliten el cumplimiento de metas a través de la suma de esfuerzos. Estas herramientas deben ser sensibles a la subjetividad, pues es ésta la que expresa el sentir de quien habla, refleja valores y nociones culturales, que nos permiten entender por qué la gente hace lo que hace en relación al cuidado de su salud y nos permite diseñar acciones con sentido (significado) para las personas, de manera que al resultarles significativas, puedan comprometerse con los comportamientos que procurarán su salud. En otras palabras, partiendo del hecho de que en la sociedad nos conducimos con diferentes valores, lo que hace que construyamos diferentes nociones de salud y de enfermedad, debemos desarrollar habilidades interculturales que nos permitan acercarnos a los demás, de una forma incluyente y respetuosa para que las acciones de promoción y prevención tengan un impacto mayor sobre la población que queremos beneficiar.

LA SALUD COMO UN PRO CE SO M Á S QU E U N E STA D O F Í S I CO

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido la salud como el “estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”, de esta definición se ha dicho por un lado, que se trata más de un deseo que de una realidad, ya que el completo bienestar es difícilmente alcanzable y por otro lado, es una definición estática, ya que pueden existir diferentes grados de salud positiva (Salleras, 1988). La percepción de la salud tiene que ver con muchas cosas, no sólo con las condiciones físicas que cada persona presenta, es más, la misma condición física puede dar lugar a una percepción diferente del estado de salud. Lo anterior se debe a que las creencias, los valores culturales y el propio contexto de vida definen para las personas, lo que es estar sano y lo que es estar enfermo. La salud entonces se torna un concepto relativo a las circunstancias sociales y a lo que para cada persona resulta relevante o significativo. La noción de lo que es salud, se vuelve así una construcción social en la que participa de forma importante el sistema de creencias que un grupo comparte, este sistema de creencias se convierte en un cristal a través del cual se interpreta el mundo cotidiano y en cuestiones de salud, dice DiNicola (1994), es en gran medida responsable de la respuesta a los síntomas, la


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E L DE S E NC U E N T RO C U LT U R A L E N T R E US UA R I O S Y P R E S T A D O R E S D E S E RV I C I O S

El profesional de la salud (médicos, enfermeras, promotores) tiene múltiples formas de contacto con la población dependiendo del tipo de actividad y responsabilidades dentro de una institución académica o de salud. En el sistema de salud en México, la atención a la salud se brinda a través de la prestación de servicios en lugares específicos diseñados para tal fin (centros de salud, unidades móviles, hospitales, clínicas), a donde la población acude a recibir atención. La relación prestador de servicios-población no siempre se favorece por diversas razones de índole variada; factores económicos como el gasto de bolsillo; organizacionales como el horario de atención y los tiempos de espera; sociales como el soporte familiar y el género; geográficos como la distancia y culturales como la lengua y la cosmovisión sobre la salud y la enfermedad influyen de forma importante en este encuentro (Mendoza, 2001). Dentro de los factores culturales ubicamos el lenguaje de las personas; el lenguaje es el medio a través del cual expresamos nuestras ideas, nuestros afectos, nuestras necesidades, es el medio que nos permite comunicarnos con los otros. El lenguaje es el sistema simbólico más importante, a través del cual se conoce y comparte una realidad social (Berger y Luckman, 1991), es así que las expresiones verbales, al manifestar un conjunto de creencias, nos dan cuenta de los significados que las personas asignan a determinados eventos. Cuando el prestador de servicios de salud habla una lengua diferente a la de los usuarios, como ocurre en muchas regiones indígenas del país, se produce un desencuentro entre ambos, una brecha cultural se hace presente, dificultando y en ocasiones haciendo imposible, la comunicación entre ambos. Si a esto agregamos percepciones distintas sobre el proceso salud-enfermedad-atención, que incluye terapéuticas diferentes y acciones preventivas distintas, la brecha llega a ser tan profunda que se convierte en un obstáculo infranqueable para recibir atención en salud.

LA INTERCULTURALIDAD EN SALUD

utilización de servicios de salud y la adherencia al tratamiento. Por sistema de creencias, entiende este autor, el conjunto de valores, normas, conocimientos y comportamientos ligados explícitamente a la salud. Este conjunto no tiene necesariamente una fundamentación científica, lo que no significa que sea erróneo (íbid.). De manera que las creencias no tienen magnitud y algo muy importante, no pueden considerarse como falsas pues sería una contradicción, en tanto que creencias, son ciertas para la persona que las tiene. Una tradición de la cosmovisión indígena mesoamericana por ejemplo, se basa en la dualidad frío-caliente para construir la noción de la salud y la enfermedad, así el cuerpo humano sano mantiene cierto equilibrio entre ambas cualidades, cuando éste es perturbado se manifiesta una enfermedad; algunos alimentos y elementos naturales pueden contribuir a este desequilibrio (Almaguer y Mas, 2009; Biblioteca Digital, 2009; Díaz, Pérez, González y Simón, 2004). Detrás de esta noción se ubica la visión integral del cuerpo, cuyo concepto integra el cuerpo, la mente y el espíritu (Guzmán y Camacho, 1990). De esta cosmovisión se deriva toda una práctica terapéutica acorde con estos conceptos, así como también el modelo de atención en salud, bajo el cual se organizan los servicios actuales de atención a la salud se basa en una perspectiva biomédica, dos de cuyas características son la medicalización y el biologicismo técnico e ideológico (Menéndez, 2003).

Para hacer frente a obstáculos culturales como los que mencionamos, se requiere de una postura, política y operativa, flexible y que tome en consideración estas diferencias culturales para transformarlas en oportunidades para la acción conjunta. Esta postura es la que encontramos precisamente en la perspectiva intercultural. Para definir la interculturalidad partimos de que en este concepto se asume una relación entre grupos y personas de culturas distintas, aspecto que no necesariamente está presente en las nociones de multi y pluriculturalidad, que reconocen la presencia de diversas culturas en una sociedad pero no promueven en sí mismas la interacción. Así, la interculturalidad es algo más que la suma de culturas, asume una relación desde posiciones sociales iguales, encaminada al mutuo enriquecimiento de las culturas (Cunningham, 2002; Schmelkes, 2001). Decimos entonces que esta noción asume la diferencia entre las culturas y/o grupos sociales, pero con el fin de propiciar un intercambio, la interculturalidad implica entonces, aprender de las diferencias para remover las distancias culturales que dificultan la comunicación; aunque generalmente nos referimos a las poblaciones indígenas cuando hablamos de interculturalidad, esta noción no se limita a ellas, implica la interacción de grupos que comparten códigos culturales diferentes, pueden ser indígenas o no.En la sociedad en la que vivimos existen profundas asimetrías entre los grupos sociales, es decir, los vínculos entre unos y otros se establecen a partir de posiciones distintas de poder, hay unos grupos que están más desfavorecidos que otros, social, económica y políticamente hablando, entre ellos se encuentran por ejemplo minorías como los migrantes, los adultos mayores o los indígenas. Un enfoque intercultural implicaría entonces buscar estrategias que permitan la relación de migrantes y no migrantes, o de mestizos e indígenas, partiendo de una posición de igualdad, estas estrategias pueden darse desde ámbitos distintos, la educación y la salud son sólo algunos. En el ámbito de la salud la interculturalidad se define como el conjunto de acciones basadas, en primer lugar, en la toma de conciencia de la cultura del paciente o usuario de servicios de atención a la salud para poder, a partir de la comprensión, incorporarla en el proceso de atención de salud (Carreazo, 2004). Aunque existen diversos enfoques de interculturalidad en salud (Cunningham, 2002), en este documento no haremos énfasis en ninguno de ellos, nos referiremos más bien a las estrategias que el profesional de la salud puede desarrollar para promover un acercamiento intercultural con poblaciones con culturas diferentes.

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E L PA P E L D E L A S U B J E T I V I DA D PA R A PRO PI C I A R L A I N T E RC U LT U R A L I DA D E N E L T R A BA J O C O M U N I TA R I O

Las estadísticas en salud informan acerca de la magnitud de los problemas, cuántos casos nuevos se han presentado, cuántos decesos ha habido, cuál es el perfil epidemiológico de una comunidad. No obstante, los números no nos dicen nada acerca de lo que las personas hacen para procurar su salud y mucho menos sobre las razones que los motivan. Esto corresponde al ámbito de lo subjetivo, de lo personal que es también social. Explorar lo que las personas perciben en relación a la salud, nos ayuda a identificar prácticas que desde el modelo biomédico no se consideran como preventivas, cuando en realidad están jugando este papel entre la población, con ello me estoy refiriendo por ejemplo al uso de ojos de venado, listones rojos y otro tipo de objetos que en su papel de amuletos espantan las malas vibras y previenen la enfermedad. Así que para hacer un diagnóstico de salud comunitario, es tan importante revisar las estadísticas, como conocer la cultura del grupo (Castañeda, Langer y García, 1995), saber cuáles son sus problemas de salud, incluyendo aquellas enfermedades de filiación cultural que quedan fuera cuando utilizamos instrumentos normativos de registro. Las acciones de salud, y sobre todo las actividades de promoción y prevención a las que hacíamos referencia al inicio de este capítulo, desde una perspectiva intercultural implica la transformación del paradigma del modelo médico hegemónico que establece con la población una relación asimétrica (de hegemonía/subordinación) para incorporar la participación activa de ésta, a través de condiciones como las señaladas por Madariaga (2008), de diálogo, respeto y confianza, que incentiven esta participación, esta debería ser la logística del trabajo comunitario con enfoque intercultural. Un elemento fundamental que está presente en la definición de interculturalidad en salud es la toma de conciencia de la cultura del usuario. Muchas son las herramientas metodológicas que nos permiten conocer acerca de la cultura en relación a la salud, autores como González y Hersch (1993) propusieron explorar las plantas medicinales que una comunidad utiliza a través de un estudio etnobotánico y estableciendo una relación con el tipo de padecimiento al que suelen estar asociadas, contribuyeron a la construcción de lo que llamaron el perfil epidemiológico sociocultural de la comunidad, en este sentido, las plantas medicinales de uso en las localidades pueden ser utilizadas como indicadores indirectos de la morbilidad del lugar. Estrategias

Habilidades interculturales para el trabajo...

como estas nos permiten identificar situaciones de riesgo y enfermedad que epidemiológicamente no suelen definirse como necesidades de atención (ibíd.) y diseñar estrategias de intervención donde estas situaciones queden integradas. La entrevista es otra herramienta metodológica cuya información nos permite comprender la cultura de determinado grupo social. La entrevista cualitativa es un encuentro cara a cara entre la persona que la conduce y el informante, esta técnica de recolección de información se dirige “...hacia la comprensión de las perspectivas que tienen los informantes respecto de sus vidas, experiencias o situaciones, tal como las expresan con sus propias palabras...” (Taylor y Bogdan, 1986, p.101). Se basa en una guía temática que permite al entrevistador conducir al informante hacia aspectos relevantes o de interés para él, en ningún caso estamos hablando de una lista de preguntas que deban aplicarse de igual forma a todos los informantes, al tener claro los temas a explorar el entrevistador puede preguntar de diferentes maneras o generar preguntas a partir de lo que el informante está comentando y profundizar sobre ciertos aspectos, de manera que estamos hablando de un instrumento que se puede ir transformando en campo, ya que la flexibilidad es precisamente una de las principales características que definen el diseño cualitativo (Mendizábal, 2006). En el campo de la salud, esta técnica resulta de gran utilidad para saber qué piensan las personas sobre la enfermedad, los riesgos a la salud que identifican, las necesidades que expresan, la manera como resuelven sus problemas de salud; a partir de ello podemos comprender cómo se da el proceso salud-enfermedadatención. Vistas de esta forma, estas técnicas se convierten en instrumentos para desarrollar habilidades interculturales, pues a partir de la comprensión de estos aspectos culturales que hemos mencionado, se puede propiciar una mejor comunicación. En el caso de los pueblos originarios, uno de los principales obstáculos culturales que diversos autores han señalado (Almaguer y Mas, 2009) entre los prestadores de servicios de salud y la población, es la lengua. Los profesionales de la salud no suelen ser originarios de las comunidades donde prestan sus servicios y por tanto, lo común es que no hablen la lengua materna local; gran parte de la población indígena usuaria suele ser monolingüe, de manera que unos y otros encuentran problemas para comunicarse ya que no comparten el mismo código lingüístico, haciendo imposible la tarea diagnóstica y terapéutica.


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Para enfrentar éste y otros obstáculos culturales que dificultan el encuentro entre la población y el profesional de la salud, es necesario ir más allá del solo reconocimiento de la diversidad cultural. Para hablar de habilidades interculturales, la sensibilidad frente a las diferencias es necesaria pero no suficiente, nos debe conducir a conocer más acerca del “otro” que se presenta distinto a “mi”, esta sensibilidad parte del reconocimiento de que “lo que yo creo, lo que yo conozco, lo que yo hago”, responde a mi percepción de la realidad en la que se definen mis valores sobre la vida, de manera que mi visión no es de ninguna manera la única posible; existen otros puntos de vista que debo tomar en cuenta cuando deseo establecer una relación con alguien y sobre todo, debo tomarlo en cuenta si deseo hacer algo que le ayude a sentirse mejor, con la actitud de que puedo aprender de esa interacción. Esta idea queda expresada en el modelo de negociación intercultural que presentan Almaguer y Mas, (2009), donde ambos actores se benefician (ganar-ganar) del intercambio, como se observa en el siguiente esquema: GANAR

GANAR

Solución de un problema

Yo creo DIFERENTE a ti

Tú crees DIFERENTE

Escucha y enrequicimiento mutuo

a mí

Fuente: Almaguer, A., y Mas, J. (coord.). (2009). Interculturalidad en salud. Experiencias y aportes para el fortalecimiento de los servicios de salud. México, D.F.: UNAM/SSA.

Esta es la esencia de la perspectiva intercultural y la sensibilidad de la que se habla aquí, es parte de lo que algunos autores han llamado “competencia cultural” (Betancourt, 2006; Kleinman y Benson, 2006), que es precisamente la habilidad de comprender actitudes, creencias, valores y comportamientos de los pacientes, de manera que su integración en la práctica profesional se convierte en un medio para elevar la calidad de la atención. Esta competencia es la que todo profesional de la salud debe desarrollar para propiciar el encuentro y la comunicación, elementos por los que la perspectiva intercultural aboga. Si esto es cierto para la práctica clínica que tiene lugar en un espacio específico como son los servicios de salud, con mayor razón es una habilidad que se debería desarrollar para el trabajo en comunidad, ya que el contacto con la población es aún más estrecho en este último escenario. Si partimos del hecho de que México es una nación multicultural, la interculturalidad en salud es una estrategia tan útil como necesaria para derribar las barreras culturales que sistemáticamente ha impedido el intercambio práctico y de saberes entre la medicina biomédica y la tradicional. El profesional de la salud cuyo ámbito de acción se centra en el trabajo comunitario, incluyendo la Atención Primaria de la Salud, debe desarrollar habilidades de acercamiento con la población desde un enfoque intercultural, para lograr la participación activa y responsable de ésta, en el marco del respeto mutuo, la confianza y la reciprocidad. Sólo así se vencen las distancias culturales que se erigen, además de otras, como barreras para lograr la equidad en salud.

REFE RENCIAS. Almaguer, A., y Mas, J. (coord.). (2009). Interculturalidad en salud. Experiencias y aportes para el fortalecimiento de los servicios de salud. México, D.F.: UNAM/SSA. Betancourt, JR. (2006). Cultural competence and medical education: many names, many perspectives, one goal. Acad Med, 81(6), 499-501. Biblioteca Digital de la Medicina Tradicional Mexicana. (2009). Consultado el 12 de noviembre de 2010, de http://www.medicinatradicionalmexicana.unam.mx/termino.php?l=1&t=fr%C3%ADo-calor Carreazo, J. (2004). Salud Intercultural: Atisbos de un enfoque multidisciplinario. Paediatrica, 6(2), 101-107. Castañeda, X.; Langer, A. y García, C. (1995). Significados y significantes de la fertilidad. Pertinencias de la metodología cualitativa en salud pública. En G. Nigenda y A. Langer (eds.), Métodos cualitativos para la investigación en salud pública. Perspectivas en salud Nº 20. (pp. 79-98). México: INSP. Cerqueira, MT, y Mato, D. (1998). Evaluación participativa de los procesos de participación social en la promoción y el desarrollo de la salud. En JA. Haro y B. de Keijzer. (comp.). Participación comunitaria en salud: evaluación de experiencias y tareas para el futuro. (pp. 21-63). México: El Colegio de Sonora. Cunningham, M. (2002). Etnia, cultura y salud: La experiencia de la salud intercultural como una herramienta para la equidad en las Regiones Autónomas de Nicaragua. OPS/OMS, Washington, DC. De Keijzer, B. (1993). Participación popular en salud: logros, retos y perspectivas. En E. Menéndez y J. García de Alba. (comp.). Prácticas populares, ideología médica y participación social. (pp. 231-253). Guadalajara: U. de. G. y CIESAS. Di Incola, P. (1994). Las dimensiones socioculturales en las prácticas relativas a la salud. En P. Donati. Manual de sociología de la salud. (pp. 33-47). Madrid: Díaz de Santos, S.A. Díaz Mujica, A., Pérez Villalobos, MV.; González Parra, C. y Simón, JW. (2004). Conceptos de enfermedad y sanación en la cosmovisión mapuche e impacto de la cultura occidental [versión electrónica]. Cienc. enferm., 10(1), 9-16. Fawcett, S.B., Paine, A.L., Francisco, V.T., y Vliet, M. (1993). Promoting health through community development. En D. Glenwick y L.A. Jason. (eds.). Promoting health and mental health: Behavioral approaches to prevention. (pp. 233-255). Nueva York: Haworth Press.

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Repensando críticamente la psicología en Latinoamérica

ALTAmira Revista Académica de la Universidad de Tijuana. No.15/3 octubre-diciembre, 18-23, 2016, ISSN: 2007-8854, DOI: 10.15418/ALTAMIRA1503 *Es profesor-investigador del Centro de Estudios Urbanos-Universidad de Guadalajara México. Mail: bjimdom@hotmail.com Fecha de envío: 16 de agosto de 2016. Fecha de aprobación: 8 de septiembre de 2016.


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Por Dr. Bernardo Jiménez-Domínguez

REPENSANDO

CRÍTICAMENTE

L A P S I C O L O GÍ A

EN LATINOAMÉRICA . 1

D R. B E R N A R D O J I M É N E Z- D O M Í N G U E Z . *

Resumen: Este artículo aborda el trabajo hecho desde la psicología y la aportación de ésta a diferentes disciplinas dentro de las ciencias sociales. Como la psicología ha influencia a ramas como la antropología y la sociología y su incursión en disciplinas más recientes así como la intervención de la APA en la formación de nuevos psicólogos en las universidades y la influencia de una visión de la psicología en los colegios de psicólogos latinoamericanos. Más que nada, es una retrospectiva crítica a la psicología en América Latina. Palabras clave: APA, psicología, ciencias sociales, latinoamérica, educación. Abstract: This article approaches the work done from psychology and the contribution of this to different disciplines within the social sciences. As psychology has influence to branches like anthropology and sociology and its foray into more recent disciplines as well as the intervention of the APA in the formation of new psychologists at universities and the influence of a vision of psychology in the schools of Latin American psychologists. More than anything, is a critical retrospective to psychology in Latin America. Keywords: APA, psychology, social sciences, Latin America, education.

Conferencia Invitada PANEL CENTRAL 1: Formar psicólogos en el siglo XXI. Repensar la profesión del psicólogo en el contexto de las transformaciones socio económicas, políticas, científicas y culturales, I Congreso Internal., II Internal. Y III Regional de Psicología, 21-23 Octubre 2010, Rosario, Argentina. 1

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Repensando críticamente la psicología en Latinoamérica

CO N T E X TO DE L A PS I CO LO G Í A E N A M É R I CA L AT I NA

l proyecto considerado por Wilhelm Wundt, y su “Volkerpsychologie” o Psicología de los pueblos, conocida también como Psicología colectiva o Antropológica (1860) cuya premisa básica es la negación de entender el desarrollo de la civilización, la cultura y las características de la vida social que determinan a la persona en términos experimentales, sino que hay que hacerlo, a partir de una perspectiva antropológica y descriptiva. Wundt con su propuesta de dos vías; una psicología experimental, otra colectiva y el predominio del enfoque cientificista, con el paso del tiempo, se redujo a una sola. El denominado padre de la Psicología moderna por ende, es padre también de la Psicología experimental. Para Wundt las dos psicologías constituían las ramas principales de la psicología científica y lo que pretende con su proyecto, es describir el desarrollo mental colectivo a partir de una gran cantidad de material etnográfico, pero además y de forma avanzada interdisciplinaria y así, formar parte del campo de las ciencias sociales que es a donde pertenece. Wundt habla en su libro Elementos de la Psicología de los Pueblos, traducido al castellano en 1926, de cómo la intercomunicación entre los pueblos constituye un requisito para el fortalecimiento de la cultura. En este libro, se trazan las etapas históricas de la evolución psicológica desde la prehistoria hasta la modernidad. No se trata aquí de evaluar la calidad de su obra antropológica y psicosocial, sino de subrayar el hecho de que es a partir de su proyecto complementario que va a establecer que el desarrollo individual, depende de la concatenación

de múltiples efectos interindividuales y que su Psicología de los pueblos y la Psicología cultural son conceptos homólogos. Pero como sabemos, finalmente el modelo de las ciencias naturales se impone y el objetivismo individualista se hace dominante en el desarrollo de la psicología. Después, el conductismo, las teorías del aprendizaje y la psicología experimental, el duelo de poder con la clínica, sigue presente en la estructuración de los planes de estudio en las universidades y centros de estudio, no en el sentido de ser excluyentes, sino en el hecho de que resultan completamente dominantes. El problema que observamos, está mediado por el poder y su guardianes. Por los colegios invisibles y la casta burocrática que mantiene el circuito funcionando. Kvale (1992) señala que los análisis de Wundt, respecto a la cultura y el lenguaje terminarían influenciando a personajes de la historia paralela de la psicología, tales como Mead y Vigostsky. Pero fue en las ciencias sociales donde se desarrolló una antropología psicológica y en la sociología una psicosociología. Curiosamente, de manera similar a Wundt, pero casi un siglo más tarde, Jerome Bruner después de muchos años fructíferos haciendo psicología experimental terminó siendo uno de sus críticos más certeros desde su propia perspectiva cultural. Justamente a propósito de Wundt, Bruner, afirma: El propio Wundt en sus últimos años, reconoció hasta qué punto el nuevo estilo de laboratorio podía ser restrictivo y al proponer su “psicología cultural”, nos exhortó a abrazar un enfoque más histórico e interpretativo para entender los productos culturales del hombre (1991. P.12).

LAENSEÑANZAAPRENDIZAJE DE LA PSICOLOGÍA

acuerdo con Millán, por: 1. La irracional clasificación de conocimientos y contenidos por materias o asignaturas en áreas o departamentos arbitrarios. 2. El coloniaje teórico y metodológico. 3. La aplicación acrítica de técnicas y procedimientos diseñados para resolver problemas en contextos diferentes. 4. El predominio de intereses particulares de grupos docentes en los criterios para la elección de contenidos. 5. La Enseñanza predominantemente pasiva y contemplativa con el abuso del “monólogo con coro”. 6. Una pretendida y falsa neutralidad ideológica que fomenta un individualismo exacerbado. Los cambios ocurridos a partir de organizaciones como el Consejo Nacional para la Enseñanza e Investigación Psicológica A.C. (CNEIP) se reducen poniendo como ejemplo a la UNAM y su nomenclatura de asignaturas, la fusión o extensión y secuencia de sus cursos. Pero todo ello no altera la estructura básica del currículo, esto es, su clasificación arbitraria de contenidos y la formación de corte liberal, individualista y utilitaria, que es una herencia del modelo médico ejercido a través de los departamentos dominantes de psicología clínica. Dicha área se caracteriza por su ideología conservadora, el autoritarismo, su estrecha vinculación con los órganos de poder estatal y universitario, su estancamiento teórico, su dependencia del gremio médico y su nula contribución a la investigación. La crítica a la visión restringida del currículo, está respaldada por Jackson (1992) en el Handbook of Research Curriculum, al confirmar que los estudios de currículo se reducen a la selección y evaluación de cursos o contenidos en el plan curricular de una escuela o grupo de escuelas. La perspectiva presentada es una aplicación de los aportes de la pedagogía crítica, siendo Millán, uno de los primeros traductores en la misma UNAM de la obra de Apple Sociología del currículo e ideología, que inicia el proceso de análisis crítico para comparar el currículo real con el formal del discurso docente e institucional.

En el Campo académico, esto lleva, como bien lo señaló Millán (1982) a que la formación de los psicólogos no corresponde a las necesidades de la sociedad en su conjunto, ni al estado actual de la disciplina en sus diversas manifestaciones, sino que responde a los intereses particulares de los grupos docentes que transmiten sus preferencias ideológicas y teóricas en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Continuando con las Ideas de MIllán (1982), las diferencias se dan, de acuerdo a la relación entre factores objetivos inherentes al sistema social vigente, y subjetivos, inherentes a la profesión misma en su contexto local de desarrollo. Los pocos psicólogos que tienen empleo ejercen funciones subalternas en las que aportan su saber y sus técnicas: 1. Contribuyendo a la adaptación de los desadaptados sociales, a la selección de los adecuados a nivel laboral y escolar e institucional, a la sensibilización social de los programas oficiales y privados. 2. Contribuyendo con el aparato de coerción estatal en las cárceles, reclusorios y tribunales. El grado de desarrollo de la profesión dependerá del valor que se le atribuya a la necesidad que pretende satisfacer. En México, afirma Millán que la psicología no ha tomado riesgos como profesión, no ha demostrado su utilidad, no se conoce su posibilidad práctica a nivel institucional o empresarial. Son otros profesionales mejor posicionados los que terminan sustituyendo a los psicólogos: psiquiatras, economistas, administradores, ingenieros e incluso trabajadores sociales y pedagogos. La posibilidad de reubicar a la psicología, redirigirla hacia un nuevo horizonte está mediatizada, limitada por la misma formación y el funcionamiento deficiente de las escuelas de psicología públicas y privadas con una versión académica de piratería mercantil, lo cual, solo muestra que hay mercado a pesar del evidente desempleo. Dicha formación se caracteriza, de


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Por Dr. Bernardo Jiménez-Domínguez

La formación flexible se incorpora en México como política educativa nacional en el Programa de Desarrollo Educativo 1995-2000 y en el Programa Nacional de Educación 2001-2006 para los estudios de licenciatura. DÍaz Barriga (2005) afirma que hay diferentes acepciones de lo que es el currículo flexible, según se lo entienda como currículo abierto, diversificación de la oferta educativa, trayecto flexible en la trayectoria del alumno, combinación de determinado porcentaje de obligatoriedad-opcionalidad entre los cursos curriculares, revalidación de estudios con otras instituciones o amplio margen de libertad en la selección de contenidos y formas de enseñanza. Esta sería la acepción que llevaría la flexibilidad más lejos, porque supone, según Díaz-Barriga, la reducción sustancial o incluso, la eliminación del currículo obligatorio.

N U E VO S D E SA F Í O S E N L A PRO F E S I Ó N DE L PS I CÓ LO G O Y S U F O R M AC I Ó N : E L C O N T E X T O D E L A S T R A N S F O R M AC I O N E S S O C I O E C O N Ó M I CA S Y C U LT U R A L E S E N A M É R I C A L AT I N A .

La aplicación del concepto de currículo oculto que inició con Jackson en 1968 en su libro La vida en las aulas, quien resaltó el hecho de que los estudiantes realizan aprendizajes no explícitos en el plan de estudios, ni intencionales, pero sí altamente eficaces como resultado de la experiencia con lo que sería el currículum vivido. Son las verdades de pasillo, el conocimiento compartido y experienciado por los actores del proceso pero no necesariamente público. En la visión de Jackson se trata en realidad de un proceso de socialización y adaptación a la sociedad. En ese sentido el currículo no es neutral o reducible a los procesos formales que lo implementan. Hay diversas conceptualizaciones sobre lo que es el currículo oculto, pero tomemos aquí la de Giroux (1997) quien subraya que son aquellas creencias, valores y normas no declarados que son transmitidos a los estudiantes por reglas subyacentes que estructuran rutinas y relaciones sociales en la vida cotidiana de las aulas. Las discusiones críticas, evaluativas, cuantitativas y cualitativas posteriores llevaron con los años a que el campo de estudios del currículo se estableciera académicamente y es en los 90 cuando la misma OCDE recomienda el currículo flexible. Un ejemplo conocido es el programa “Aprender sirviendo” de Pacheco, Tullen y Seijo (2003), dirigido al servicio a comunidades excluidas. Además se encuentran también, los enfoques posmodernos-posestructuralistas cuyos discursos destacan el tema de la multiculturalidad, la problemática de género, la construcción de identidades, la vivencia educativa de los diversos actores, estudios cualitativos desde la visión de los participantes en el currículo (Díaz Barriga, 2005). En México, la psicología del desarrollo influencía el modelo psicopedagógico que se ubica en el campo del metacurrículo en el que se vincula el análisis de los contenidos y las experiencias del proceso de aprendizaje donde el modelo influyente e innovador es el Psicopedagógico crítico que intenta trascender al currículo por asignaturas donde su organización deductiva es a la estructura de la disciplina, desconociendo la estructura psicológica del conocimiento y la complejidad de los procesos de aprendizaje. Con autores como Piaget y el currículo de orientación cognitiva, el aprendizaje en espiral de Bruner y el aprendizaje significativo de Ausubel se incluyen también, los modelos del aprendizaje experiencial y la formación a través de las prácticas en escenarios reales.

En el ámbito universitario, hay dos corrientes derivadas de concepciones encontradas en la investigación y práctica del currículo. Una corriente crítica en la que se parte de referentes históricos, políticos, fenomenológicos e identitarios y que en la última década ha abordado el tema de la globalización desde el sur, la problemática ambiental en el campo educativo, el papel de los medios; las nuevas tecnologías, el problema de la diversidad, la multiculturalidad y la identidad en los proyectos curriculares. La crítica a las políticas de los organismos internacionales en el campo del currículo, la comprensión de proyectos unificados tipo currículo internacional a los que no se trata de llegar, sino de una comprensión del reconocimiento de la diversidad. Se critica la tendencia a la adopción irreflexiva de los productos, políticas económicas y culturales asociadas a la globalización en su modalidad corporativa multinacional y tecnocrática de pensamiento empresarial, la visión corporativista insertados en los proyectos de reforma educativa, conduciendo a las evaluaciones estandarizadas y los enfoques de rendición de cuentas, competencias y desempeño (Díaz Barriga, 2005). La necesidad de dar respuesta a las demandas de la sociedad del conocimiento y de entrar en una dinámica de internacionalización, es hoy el debate universitario que se toma desde diversas ópticas e intereses. Hay autores que cuestionan el desarrollo curricular a partir de aspectos situados como la inequidad en la calidad y oferta educativa, la masificación, las deficiencias en la formación de los estudiantes, la rigidez y desfase de los planes curriculares, la incapacidad de dar respuesta a las demandas del mercado laboral en la era del desempleo estructural, la falta de profesionalización docente, el desconocimiento de las prácticas reales en las aulas con respecto a las reformas curriculares. Esto crea un contraste entre la urgencia de los administradores para buscar soluciones cuya efectividad lleve al logro del financiamiento y la acreditación en el corto plazo y la deliberación crítica que tienen para lograrlo con la exigencia de calidad de las mismas políticas. Salmi (2000) iniciaba un texto invitándonos a imaginar una universidad sin edificios o aulas, e incluso sin biblioteca, una universidad a muchos miles de kilómetros de distancia, sin departamentos, ni exigencia de cursos, grados, títulos, una universidad abierta las 24hs de todos los días, que además otorga títulos únicos, con un catálogo de más de 5 mil cursos y dispuesta a reembolsar el dinero invertido si los graduados no encuentran trabajo en 6 meses. Una universidad cuyo sistema no se evalúa por la calidad de sus profesores, sino por la calidad de sus conexiones electrónicas y de internet, e imagina un país en el cual el mayor número de divisas proviene de la exportación de servicios de educación superior, que cobra según las tarifas de un mercado común para recuperar el costo de la educación superior. Esto como sabemos, dejó de ser ciencia ficción y los nuevos retos giran alrededor de tres componentes, globalización, conocimiento y comunicación. Solo en EEUU hay más de 4 mil universidades que ofrecen educación a distancia. A veces hay nodos formados por varias universidades que pueden ser además de varios países. El TEC de Monterrey en México, ofrece una gran cantidad de programas de especialización, diplomados y maestrías que varían de nombre y contenidos cíclicamente mediante teleconferencias e internet abarcando a toda la república y también América Latina. Pero aparte, las empresas multinacionales tienen sus propias universidades, como la IBM y Motorola con sedes tanto virtuales como físicas.

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La otra forma de competencia, son los nuevos empresarios virtuales que se especializan en vincular proveedores y consumidores de servicios educativos. Una de las ventajas de esta innovación educativa es que no reconfiguran los departamentos tradicionales, sino que reorganizan la investigación a través de la búsqueda de soluciones a problemas complejos en lugar de las prácticas puramente analíticas de las disciplinas académicas tradicionales. La enseñanza directa se sustituye por la formación asincrónica a través de clases online que pueden ser tanto programadas como diseñadas por los educandos y los profesores se convierten en facilitadores. Salmi (2000) también afirma, que una inadecuada planificación puede llevar a serios fracasos económicos y la lógica de los cambios tecnológicos y la globalización no bastan si no se aterrizan con un educación paralela en aquello de lo que carece la globalización unilateral, ciudadanía, reconocimiento de los derechos del otro, de ahí la necesidad de establecer los valores que guían el proyecto, la educación ciudadana y la responsabilidad social correspondiente en un contexto asimétrico. Es el complemento necesario de lo local, lo imprescindible de la cultura y los conocimientos locales. Oportuno es ahora retomar los nuevos desafíos en la formación de los psicólogos en el marco de la globalización y los nuevos problemas que deben confrontar críticamente. A manera de síntesis abordaremos desde los aportes de la Psicología crítica de Anthony Marsella (2009) y partir del concepto de Psicología global con el impacto psicosocial que ha producido el cambio global. Veamos ahora una visión crítica asumiendo que el problema no es la globalización como tal, sino la globalización hegemónica en su forma de monoculturalismo global que se extiende a los contenidos dominantes que se imponen en la definición de lo que se considera adecuado en la formación de los psicólogos profesionales, como lo plantea Marsella, presidente del grupo Psychologists for Social Responsibility, una minoría muy activa que ha tenido un impacto importante en la discusiones sobre el rumbo de la psicología al interior de la APA. La globalización es compresión del espacio temporal. Pero a su vez, es una profunda reorganización geográfica del capitalismo como lo plantea Harvey (1995) y el problema con EEUU es que actúa globlamente y piensa localmente. Pero Deleuze y Guattari ya lo habían planteado en 1972 en el Antiedipo, al señalar el proceso de territorialización y reterritorialización está en marcha. Harvey redefine la globalización como un proceso de producción de desarrollo desigual temporal y geográfico. Esa globalización hegemónica a la que alude Marsella, permite a un pequeño grupo de países dominantes imponer sus intereses económicos, políticos y culturales sobre otros sin que estos tengan la oportunidad de negociar las circunstancias ni las consecuencias de dichos esfuerzos. Reconocer que la psicología es ante todo una construcción cultural, que ha establecido un cuerpo de conocimientos y un espectro de prácticas que son científicamente cuestionables y profesionalmente perjudiciales. Kvale (1992) va más allá y plantea como problema en la posmodernidad postindustrial, que la psicología casi no exporta nada y si acumula lo ya pasado convirtiéndose en un almacén de cosas inútiles y en el caso de la psicología experimental, se convierte en un museo del pensamiento moderno. Por todo lo anterior, Marsella y su grupo de PsySR se une a quienes cuestionan el abuso y se plantean alternativas más acordes con nuestro tiempo. El abuso gira alrededor de: 1. El sesgo etnocéntrico en los servicios e intervenciones de salud mental. 2. La limitada aplicabilidad de dicha psicología a la vida cotidiana, circunstancias y desafíos de los países en desarrollo y el entrenamiento inapropiado de los psicólogos a nivel internacional. 3. La insuficiente atención a problemas urgentes, como la paz, el conflicto y la justicia asociados con la globalización hegemónica. 4. La supresión de las comunicaciones y debates críticos por las diferencias percibidas y experimentadas en relación con el poder. 5. La ambigüedad al asumir los determinantes políticos y económicos del pensamiento y la práctica. 6. La aceptación acrítica de la psicología estadounidense y europea como el estándar mundial en muchas organizaciones internacionales de servicio en el campo de la salud, como la Cruz Roja y la OMS. En ese sentido se considera a EEUU como el primer mundo de la psicología, otras sociedades industrializadas como el segundo mundo y los países en desarrollo como el tercer mundo, lo cual legaliza que la psicología se exporte en consecuencia con los intereses de la élite mundial y que la investigación con nativos busque validar sus resultados transculturalmente.

Repensando críticamente la psicología en Latinoamérica

Marsella propone algunas alternativas en el proceso de formación de psicólogos; reconocer que los diplomas no necesariamente implican la educación necesaria, es decir, la formación como práctica autónoma; precisar que los estudiantes comprendan cuál es la fuente y las consecuencias de sus acciones; la crítica de la cultura en la construcción de sus realidades. Si se quiere globalizar el currículum de la psicología hay que ir más allá de de la psicología tradicional que está enraizada en un currículum que no refleja las culturas ni la diversidad, sino los valores personales, epistemológicos, praxeologías y cultura de la élites del poder en la disciplina. El problema como lo plantea Sloan (1996), va más allá de las limitaciones teóricas de la psicología dominante. En tanto la psicología científica se naturaliza su función como mecanismo de estabilización política se hace más obvia y se incorpora en la cultura local reproduciendo la desigualdad social, el sexismo y el racismo. Ello se logra a través del individualismo psicologista y el cientificismo en detrimento de las comunidades en apoyo de las instituciones que mantienen las cosas como están, asimétricas e injustas. Pero los psicólogos viven en contextos específicos y están sometidos a relaciones de poder que buscan hacer a un lado, borrando en su práctica profesional las implicaciones morales, sociales y políticas. En el Monitor de la APA de mayo de 2010, Cynthia Belar, directora ejecutiva para educación, escribe sobre el creciente interés de los estudiantes por la psicología y como más de un millón de estudiantes toman al menos un curso de psicología y las instituciones educativas ofrecen más de 90 mil títulos de psicología al año. Pero no se analiza el fenómeno ni se busca una comprensión crítica sino un abordaje funcional. La APA ofrece además guías sobre la formación de calidad en psicología, guías para la carrera de psicología, que cualquiera puede bajar y usar, asumiendo que se acepta el criterio unilateral y universalista implícito.


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Por otro lado, las universidades anglosajonas, tienen políticas agresivas para captar clientes a nivel virtual por ende internacional en sus programas de formación de todos los niveles y en periodos sensiblemente más cortos que los tradicionales formando un mercado global. Según Belar, la internacionalización llegó para quedarse y de forma entusiasta. Ello abarca temas sensibles a nivel profesional como la atención psicológica en forma de lo que se denomina telepsicología como parte de la telesalud que incluye áreas aún no reguladas; video-consejería, comunicación electrónica, el uso de técnicas como Skype, reconocimiento de voz y software de traducción de lenguaje, que permite tener clientes/pacientes en cualquier parte. Pero la globalización implica también ventajas para el proceso alternativo pues con un clic se puede acceder a las cibersociedades que se acercan entre sí alrededor del mundo, ignorando fronteras nacionales y naturales, creando espacios autoorganizados, autogestionados de interacción a muchos niveles. Las nuevas reglas, símbolos y actividades constituyen una nueva subcultura que tiene un poderoso efecto socializador y en la construcción de identidades en espacios estructurados. A la globalización hegemónica se opone la internacionalización de las comunidades discursivas, lo cual exige a la vez, habitar un espacio cultural ampliado. En EEUU de acuerdo con Chamberlain (2010), sólo ocho estados tienen normas y políticas sobre prácticas de telesalud que incluyen a la psicología y solo la Ohio Psychological Association tiene guías sobre telepsicología para sus miembros y solo la Universidad de Texas en Austin, tiene un certificado de verano sobre tecnología de la información en salud. Esto se une al registro electrónico de expedientes en el cual el gobierno federal de EEUU ya ha iniciado una inversión de 50 billones de dólares para construir una infraestructura que deberá estar lista en 2015 para el uso de los profesionales de la salud. En el campo de la salud mental, ya se plantea la necesidad urgente de discutir las implicaciones de estas innovaciones en el campo de la preservación de la privacidad, los posibles abusos y delitos relacionados. Martin (2010) señala que hoy en día, los psicólogos deben estar conscientes de que en la era del E-mail, Facebook, Twitter etc. Éste tipo de comunicación implica riesgos éticos cuando su uso es profesional. Por eso resulta importante pensar la ética con una perspectiva procesual, de desarrollo, porque las innovaciones son continuas y cada vez aparecen más rápido junto con los problemas y riesgos correspondientes.

A su vez, el currículum debe ubicarse en un contexto multidisciplinario, multisectorial y multinacional en una perspectiva transdisciplinaria, en la que las confluencias disciplinares crean nuevos campos complementarios, como sucede con los estudios culturales, los estudios urbanos, los estudios sobre sostenibilidad, los estudios de género, derechos humanos, justicia social, ciudadanía, participación, etc. Hay que asumir además en ese marco transdisciplinario los giros que han transformado el panorama en ciencias sociales, el giro cultural, el giro discursivo, el giro cualitativo, el giro participativo y el giro la acción para transformar de forma flexible pero crítica y situada los nuevos programas y planes de la carrera de psicología. Los programas de formación debían incluir temas tales como psicología cultural, psicologías indígenas, psicologías críticas, relaciones internacionales, antropología cultural, sociología urbana, psicología comunitaria, salud pública, negocios internacionales, estudios sobre la paz, estudios sobre la macroeconomía, estudios ambientales, métodos de investigación cualitativa. La profesión del psicólogo, la neutralidad valorativa y el compromiso social, que mejor que retomar las palabras de Ignacio Martín Baró (1989), cuando decía que la sociología del conocimiento nos ha enseñado que toda razón está situada y que el lugar desde el que se conoce no solo determina como se conocen las cosas, sino también, y ahí está el quid de la cuestión, qué cosas se captan y cuáles no. En ese sentido si nos planteamos los retos de los psicólogos a nivel académico y profesional, lo que cada cual percibe como retos depende de su ubicación en el contexto social, de sus conocimientos y habilidades y de sus opciones axiológicas. Hay que plantearse el asunto desde tres preguntas: ¿La epistemológica, implica cuestionar los criterios de verdad? ¿La verdad social es siempre parcial y relativa dada la condición histórica del ser humano? y ¿Por eso no tiene sentido las pretensiones de universalidad de las teorías psicológicas tradicionales? Las preguntas conceptuales se derivan dada la especificidad histórica del latinoamericano, es ¿posible acaso captarlo desde las conceptualizaciones disponibles? Lo cual lleva a cuestionar el quehacer científico y profesional en función de los logros con respecto a los problemas de nuestros pueblos. Que lo que tienen de común, en realidad, más allá de la tan sobre estudiada herencia cultural común, es su situación de dependencia, opresión y creciente asimetría social. La supuesta neutralidad y la distancia del objetivismo es éticamente inaceptable. Martín Baró diferenciaba claramente entre su compromiso con la realidad social y el activismo político partidario que lo llevó a su asesinato en 1989 en San Salvador. En ese sentido, la objetividad no debe ser confundida con la imparcialidad. No se puede ser imparcial frente a la injusticia social. Incorporar estos aspectos supone ir más allá de “transversalizar el currículo”, no se trata de sumar más cursos, sino que como lo plantea Frida Díaz Barriga (2005), deberían atravesar todas las asignaturas del currículo. Se trata de impregnar la temática a lo largo del plan de estudios y de la normatividad de las asociaciones profesionales y/o científicas.

REFE RENCIAS. Belar, C. (2010). Redefining psychology education. APA Monitor on Psychology, Vol 41, 5. May. Bruner, J. (1991). Actos de significado. Madrid: Alianza. Chamberlain, J (2010). The digital shift. APA Monitor on Psychology, Vol 41, 5. Díaz-Barriga Arceo, F. (2005). Desarrollo del currículo e innovación: modelos e investigación en los noventa. Perfiles Educativos (UNAM), Vol 37, 107, pp. 57-84. Giroux, H. (1997). Teoría y resistencia en educación. México: Siglo XXI. Jackson,P. (1992). Handbook of Research in Curriculum. New York: McMillan. Jiménez, B. (2002). La trayectoria situada y los usos diversos del término cultura en Wundt, Vigotsky, Bruner y Sampson. En Flores, F. Senderos del pensamiento social. México: UNAM y Ediciones Coyoacán. Kvale, S. (1992). Psychology and Postmodernism. London: Sage. Marsella, A. (2007) Education and Training for a Global Psychology: Foundations, Issues and Actions. En Stevens, M. & Gielen, U. Toward a Global Psychology: Theory, Research, Intervention and Pedagogy. London: Lawrence Erlbaum Associates Publishers. Martín Baró, I. (1990) Retos y perspectivas de la psicología latinoamericana. En Pacheco, G. & Jiménez, B. Ignacio Martín Baró. Psicología de la liberación para América Latina. Guadalajara: UdG/ITESO. Martin, S. The Internet´s ethical challenge. APA Monitor on Psychology, Vol 41, 7. Millán, P. (1990). Crisis, psicología y curriculum: análisis de sus correspondencias y contradicciones. En Jiménez, B. aportes críticos a la psicología en Latinoamérica. Guadalajara: Editorial UdG. Pacheco, D., Tullen,M. y Seijo, J.C. (2003) Aprender sirviendo. Un paradigma de formación integral universitaria. México: Edit. Progreso. Salmi, J. (2000). La educación superior en un punto decisivo. Estudios del Hombre, Número 12. Sloan, T. (1996) Damaged Life: The Crisis of the Modern Psyche. New York: Routledge.

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LA RELACIÓN PROBLEMATIZACIÓNCONCIENTIZACIÓN Y CEREBRO. D R A. M A R I T Z A M O N T E R O. * Resumen: El estudio de la conciencia y su significado para el trabajo comunitario es un tema relativamente nuevo. La neurología y la psicología han trabajado ese campo, a la vez cotidiano y esquivo, en cuanto a su relación con un área de vida y de investigación tan amplia y compleja como es la comunidad. En esta conferencia se señala la importancia del concepto-método de la concientización, área necesaria para reconocer elementos y situaciones de vida en comunidades, a fin de lograr que en ellas se conozca el por qué y para qué se trabaja para mejorar las condiciones de vida. Se señala la dificultad del concepto de conciencia y se presentan algunos aspectos novedosos que en la neurología y en las ciencias sociales se están trabajando, en relación con la conciencia y la posibilidad de generar un mayor conocimiento al respecto. Palabras clave: Concientización, Conciencia, Neurología, Transformación social. Abstract: The study of consciousness and its meaning for community work is a relatively new topic. Neurology and psychology have worked in that field, at the same time mundane and elusive, in terms of its relationship with an area of life and research as broad and complex as it is the community. The Conference notes the importance of awareness to concept-method, area necessary to recognize elements and situations of life in communities, in order to achieve that in them to know the why and what it works to improve living conditions. It signals the difficulty of the concept of consciousness and presents some novel aspects that in neurology and in the social sciences are working on consciousness and the possibility of generating a greater knowledge on the subject. Keywords: Awareness, Consciousness, Neurology, Social transformation.

ALTAmira Revista Académica de la Universidad de Tijuana. No.15/3 octubre-diciembre, 24-31, 2016, ISSN: 2007-8854, DOI: 10.15418/ALTAMIRA1504 *Es catedrática en la Universidad de Venezuela, Magíster en Psicología por la Universidad Simón Bolívar y Doctora en Sociología por la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de la Universidad de París. Mail: mmonteroster@gmail.com Fecha de envío: 27 de septiembre de 2016. Fecha de aprobación: 17 de octubre de 2016.


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Por Dra. Maritza Montero

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INTRODUCCIÓN

l trabajo en comunidades, en general, y el de carácter psicológico-comunitario en particular, tienen una historia que se remonta al menos a treinta años antes de la generación de la Psicología Comunitaria (PC) en América Latina y a veinte años si se piensa en el inicio de esa rama de la psicología en los Estados Unidos, país donde se formalizó esta rama a partir por al menos cuatro disciplinas psicológicas. Esas disciplinas fueron: la rama Psicosocial, la rama de la Salud Mental, la rama Educativa y la rama Ecológico-Ambiental. Pero esa psicología que se presentó y fue aceptada en la American Psychological Association (APA). Nada tuvo que ver con la que una década después se desarrolló en América Latina. Una de las razones fue que se había seguido fielmente la forma más tradicional de la psicología, en la cual se leían (por aquellos que conocían las lenguas inglesa y/o francesa) a los autores tradicionales, y la creación de una psicología comunitaria era casi desconocida. En nuestro caso, las ideas nuevas vinieron de raíces tomadas de las ciencias sociales latinoamericanas. Habían pasado por una frustrada pero psicológicamente interesante teoría de la Dependencia. Así, en algunos de nuestros países se comenzaron a generar, al final de los años setenta, una psicología social crítica que llevó a la creación en 1979 de las primeras bases de una psicología comunitaria, con diferentes bases teóricas y con absoluta decisión de que se tenía que trabajar con la gente y no sólo para publicar en revistas o hacer clínica tradicional, según la moda en París o en Londres, sino directamente con aquellos que necesitaban de una psicología. Este argumento viene de ese ayer que descubrió y generó su propia psicología comunitaria, ahora conocida no sólo en nuestros países, sino también en los Estado Unidos, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, y con más precaución, pero con enorme curiosidad e interés, en el Reino Unido; en algunas Universidades españolas principalmente en Sevilla, Barcelona; en Italia recientemente (Milán y Caserta) y en Noruega. Así en 1965, de la reunión con apenas nueve personas en Swampscott, Massachussets Estados Unidos y con mucha precaución por parte de la Sociedad Interamericana de Psicología (SIP), iniciamos un modo de hacer una psicología no sólo social sino que ahora lo es también clínica, de salud, ambiental y política, todas las veces desde las comunidades. Entre los muchos y autores significativos que han trabajado desde la perspectiva participativa, liberadora e independiente, el primero y aún vigente es Paulo Freire, insigne pedagogo brasileño, también el trabajo de Orlando Fals Borda, insigne sociólogo colombiano. Freire fue un pedagogo cuya obra está en los cinco continentes y quizás fue el científico social más importante del siglo XX. Muchos de sus conceptos, desarrollos y aplicaciones han generado métodos y técnicas usados no sólo en la pedagogía, sino en las ciencias sociales alrededor del mundo. A Fals Borda le debemos la base fundamental de la psicología comunitaria. La participación como centro generador de transformaciones sociales a través del método generado a partir de ella; la Investigación-Acción Participativa de 1959, cuando publicó su primer libro, titulado “Acción comunal en una Vereda Colombiana”, donde al igual que en la obra de Freire, se encuentran bases fundamentales para el trabajo comunitario. Tanto la participación como la rica construcción de ideas y de prácticas llevadas a cabo por estos dos autores han dado un gran impulso a las ciencias sociales, no sólo en lo académico sino en la liberación de ideas y en su posibilidad de repercutir más allá de las fronteras de las distinciones sociales. La “Concientización” y su desarrollo es un concepto reconocido en las ciencias sociales y del cual se apoderó tempranamente la Psicología Comunitaria. Su magnitud trasciende a sus propias definiciones, y que para recordar a Freire, se ha desarrollado desde la acción-investigación.

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LOS ORÍGENES DE LA CONCIENTIZACIÓN COMO CONC E P T O Y C O MO MÉ TODO: LAS BASES FREIRIANAS

El primer teórico en hacer del sustantivo “Concientización” una acción y un método básico en las ciencias sociales, fue el autor brasileño amigo de Freire, Alvaro Vieira Pinto, quien en 1960 publicó un libro titulado Consciencia e Realidade Nacional. Allí Vieira Pinto, introdujo el concepto de Concientización, que él no continuó, pero fue desarrollado por Paulo Freire y por Julio Barreiro (alias de Carlos Rodríguez Grandao), también educador popular. Para Freire el concepto de Concientización es el complemento del concepto de “Problematización”. El cual, se considera base del acto pedagógico para generar problemas que lleven a la persona a recapacitar aspectos positivos y negativos de lo que necesite ser analizado por el individuo. Su inicio estaría dado por el diálogo. Es decir, que podría ser un gesto representativo, que inicie la comprensión crítica y por ende, el inicio de la concientización. Es importante señalar que el dialogo en esta propuesta es horizontal: en interacción educador-educando-educando-educador, ambos entes activos. Entonces toda problematización tiene que ser dialógica, nunca privativa, no es “Domesticación” (Freire, 1973/1988), además ocurre en el sí mismo igualmente problematizado. Freire lo explica a través de la dialéctica, hay un intercambio entre las partes. Por lo tanto ambas partes deben comprender “Los signos significativos de los significados” (Freire, 1973/1988, p. 95). Concientizar para Freire, es una “Toma de conciencia” que confronta a la persona “Con el mundo, con la realidad concreta, que se le presenta como una objetivación” (1973/1988, p. 88). Para lograr ese fin se necesita que las personas estén en un sistema de relaciones dentro de una totalidad. Esto es importante porque las partes pertenecen a diferentes totalidades y sería difícil una comunicación cercana e igualitaria. Según Freire, ese “Esfuerzo para alcanzar la concientización, que exige, siempre, la inserción crítica de alguien en una realidad que le comienza a desvelar, no puede ser de carácter individual, sino social” (1973/1988, p. 88).

EL IMPULSO DE JULIO BARREIRO

Barreiro presenta el concepto de “concientización” a partir de su trabajo con colectivos, desde una posición liberacionista y de la ideología del proletariado, asumiendo la definición demostrada por Freire. Presenta así a la concientización como “El descubrimiento del significado y de los valores que envuelven la idea de persona humana” y de “cómo está en su mundo”, indicando que es la persona la que construye su realidad. Eso ocurre en un individuo que se relaciona más allá de contactos, y que se integra en su grupo desarrollando una conciencia “De ser-para-si” en la cual, se unen el sujeto, el mundo como realidad, el Otro (como otra conciencia) y las circunstancias mediatizadoras en ese mundo (ver Barreiro, 1973/1988, p. 45-46.). A partir de allí Barreiro ofrece una idea de “Concientización” como conciencia histórica para la educación y la cultura populares.

LOS INICIOS DE LA PROBLEMATIZACIÓNCONCIENTIZACIÓN EN LA PSICOLOGÍA COMUNITARIA

Puede decirse que los conceptos de “problematización” y de “concientización” pasaron a la psicología social tanto crítica como comunitaria así como a otras disciplinas sociales en América Latina como motivo de preocupación. Eso parece ocurrir públicamente, desde los años sesenta en las obras de Fals Borda y de otros sociólogos latinoamericanos; se ve también en las obras de Ignacio Martín-Baró (1983-1989) como objeto de trabajo en la vida de la pobreza y en los efectos de la guerra. Y está también en la naciente psicología comunitaria en algunos artículos de revistas, (un ejemplo temprano fue la Revista de la AVEPSO en Venezuela), o en libros donde se describían las dificultades para trabajar con algunas comunidades o bien, se criticaba la superficialidad de los agentes externos a las comunidades. Cuando las respuestas positivas no concordaban con la vida cotidiana de las personas y que tener la comida de un día, era considerado como estar muy bien, nuestra respuesta fue trabajar desde la problematización y la concientización, en un proceso básico para el trabajo comunitario: el proceso de identificación de necesidades, unido a su vez al proceso de desideologización (Montero, 1991). En la práctica, encontrar el porqué de la disparidad entre necesidades normativas o comparadas y necesidades sentidas, así como la insatisfacción de las necesidades básicas y la dependencia en muchas comunidades de la acción de los agentes externos a la comunidad, es la motivación para trabajar con comunidades de tal manera que las decisiones como las ideas para tomarlas, fueran suyas (punto básico e inicial de la problematización-concientización. En la búsqueda de la concientización de los miembros de las comunidades con las cuales se trabaja, donde se logró hacer una psicología comunitaria donde las comunidades tienen voz, voto y veto. Comunidades en las cuales las personas aprenden que no basta percibir la necesidad sino que es necesario también sentirla, y además actuar sobre ella.


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Por Dra. Maritza Montero

A finales del siglo XX, en la década de los noventa, podemos decir que la tarea principal de la Piscología Comunitaria fue la de construirse a sí misma, a la vez que nuestra enseñanza consistía en lograr que las comunidades se organizaran, que sus voces fueran escuchadas por sus miembros y no por otros agentes externos. Necesitábamos que las decisiones fuesen de las comunidades claramente definidas y mantenidas. Para nosotros la problematización consistente en la discusión que lleva a una razón aceptable por todos, fue al mismo tiempo la creación de procesos como; la identificación de necesidades sentidas, la búsqueda de nuevos procesos de cambio, acordes con las fuerzas con las que se cuenta y con las que se podrían admitir y el sentido liberador y orientador que oriente los cambios en beneficio de las comunidades (Montero, 1991, p. 11). En el 2007, escribí en un libro publicado en Costa Rica a parir de artículos presentados en uno de los Congresos Internacionales de Psicología social de la Liberación. Un artículo dedicado al proceso de problematización que aún consideraba como el inicio del proceso que luego llevaría a la concientización a la manera freiriana. Antes, en Manchester, trabajé introduciendo ideas y problemas vividos, probados, practicados y definidos, a lo largo de más o menos 16 años de trabajo con comunidades. El título de ese capítulo fue: “La problematización como aspecto crítico en el proceso de liberación” (2007, p. 216-229). En él, presenté algunos aspectos que nos permiten comprender el fenómeno de la problematización. Ellos son en primer lugar, los objetos de ese fenómeno (2007, p. 221): específicamente acontecimientos, factores o modos de conocimiento que impiden la acción y el pensar que nos llevan a adoptar situaciones sociales negativas para nosotros y para las comunidades, los cuales mantienen los factores que los crean. Y además, que entre los sujetos de la problematización, está la gente con la cual trabajamos en las comunidades y también nosotros mismos, los investigadores, interventores, y demás agentes externos a la comunidad. Allí también señalo procedimientos problematizadores creados y organizados en la labor comunitaria, que se clasifican como: 1. El escuchar, ya trabajado por Freire; 2. Dialogar con la gente; 3. El cuidado de la forma de participar en el diálogo, esto es evitar el tono doctoral, modo de hablar y gestos condescendientes, p.e. 4. La comunicación que lleva al diálogo y que debe ser bilateral. 5. Humildad y respeto mutuo. Nadie es superior a nadie. 6. Crítica, no en el sentido de comentarios hirientes sino como análisis que lleva la denaturalización y desideologización. 7. El desarrollo ocurre en la conciencia de cada persona, a su ritmo y el silencio es su límite. 8. El proceso de problematización se refiere siempre a situaciones concretas. 9. La necesidad de la reflexión. 10. Relacionar con otras posibilidades de acción y comprensión. 11. Es una forma de intervención acción participativa. (Montero, 2007, p. 221-224). Llevar a cabo esa tarea junto con otras, me hizo reflexionar en el rol de la unión entre problematización y concientización. La primera abstracción se refiere a la relación integrada por ambos aspectos. En efecto, llevar a cabo un proceso de problematización exitoso terminará siempre en una forma de concientización y si no termina así, es porque no ha sido un proceso exitoso. Aparece entonces el problema y con él aparece también la conciencia del problema y la conciencia de su origen, de su peso y de sus efectos. Del 2000 en adelante, mis cuadernos de campo se llenaron de observaciones sobre cómo se comporta la gente cuando se está discutiendo un aspecto de interés comunitario: cómo se habla, quién habla, quién calla, cómo ocurren esos dos hechos, cómo se llega a una conclusión, como ciertas conclusiones no se convierten en acciones, por qué unas personas hablan más que otras y por qué otras no lo hacen, cómo se muestran los intereses. Cómo se llega a conclusiones. Esas notas, tomadas con mucha rapidez, llenas de puntos de interrogación, me fueron de gran ayuda. Para entender y dar este ejemplo de cuando se produce la concientización en una persona. En una reunión comunitaria, escuché como una persona afirmó quejándose no poder decir que había aportado algo positivo a la reunión porque era casi analfabeta. Sin embargo, durante la discusión, había dado muy buenas ideas. Cuando terminó de hablarme, le pedí al resto de las personas de la reunión, que dijesen si ellos habían aprendido algo de lo que ésta persona decía. La respuesta fue instantánea, hubo un gran murmullo y varias mujeres y otros tantos hombres inmediatamente indicaron lo que habían

aprendido de ella. Sonrió ampliamente diciendo: “¿Entonces yo enseñé todo eso?” En ese momento tuvo conciencia de sí mismo como actor importante. Y si empezamos por la concientización, al incluir la desideologización, o la denaturalización, o la desalienación, por usar sólo tres procesos que pueden usarse tanto en la problematización como la concientización, ellos comienzan por alguna forma de problematización. El primoroso arreglo que coloca primero lo problemático y luego a la conciencia y sus efectos, es más bien una especie de ourouboros, la serpiente que se come la cola. Pues una concientización puede producir poblematizaciones y una problematización termina con una concientización. Aprender no es sólo cosa de libros. En ese momento, muchas personas se dieron cuenta de lo que habían aprendido y de lo que habían enseñado. Otras veces he tenido la experiencia de hacer representaciones teatrales, explicaciones con figuras y textos, discusiones y después, esperar seis meses para que lo decidido fuese llevado a cabo. Como me dijeron las personas en ese caso: primero, no estaban seguras, no entendían del todo y además les daba miedo. Eso también me indicó que la concientización no es una respuesta inmediata a una problematización. Tampoco se da uniformemente entre las personas. Puede ser un proceso lento y dificultoso, pero también rápido y exultante. ¿Por qué ocurre así? ¿Cuál es el factor específico? ¿Por qué en unos va más rápido que en otros? ¿Cómo y dónde se produce el fenómeno de la concientización? Esta última pregunta es crucial. Es evidente que no es un proceso general, luego, se trata de un proceso individual, que puede darse simultáneamente para algunos, pero no para otros y cuya recepción puede producir diferentes reacciones. Problematización-conscientización son un solo método que puede darse en dos etapas o en una sola. Ellas son el principio y el fin de un proceso que nunca se cierra. Como tal es parte del paradigma de la complejidad, demostrado en los siguientes aspectos: 1. Va de la palabra o el hecho a la mente de las personas, produciendo respuestas y cambios relativos al asunto que se discuta u ocupe a la persona, manifestándose en las respuestas y/o cambios creativos que se producen en la persona. 2. Pasa de hábitos, creencias e ideología, como conjunto organizado de todo ello, al conocimiento fundamentado en razones verificadoras, convincentes respecto del hecho tratado que puede producirse en la mente, individualmente. 3. También puede pasar de la falsedad a la verdad fundamentada en hechos o palabras. Todo ello en la conciencia de cada persona. 4. Es ir de lo aprendido-recibido, a lo vivido conscientemente. Cada proceso ocurre en la mente de las persona. La concientización generada tanto en la PC como en cualquier otra circunstancia, es lo contrario a procesos de adoctrinamiento dirigidos a inculcar ideas específicas, caracterizados por la persuasión insistente o por la fuerza amenazante, aun la mentira. El método generado en la PC está caracterizado por la libertad de acción de cada participante, no hay un proceso igual para todas las personas y la razón de esto es muy sencilla: el desarrollo de la conciencia ocurre en la mente de cada persona, al ritmo que ella permite, por lo tanto no se debe esperar que todas las personas de un mismo grupo estén de acuerdo unánimemente. En este sentido el trabajo psicosocial comunitario necesita ser democrático y participativo, de manera que todos los participantes puedan manifestar sus ideas y toda acción haya sido discutida y decidida.

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¿CÓMO CONCIENTIZAR?

Para concientizar en la PC debe haber participación. La Acción y comprensión son necesarios y deben producirse al mismo tiempo. Quien dirige la concientización no debe olvidar que a la vez que se enseña y se aconseja que no sea unánimemente activa sino que sea con comunicación clara y eficiente. Las personas pueden ser concientizadas según su grado de atención e interés. Quien concientiza no es la única persona que produce efectos concientizadores; palabras y obras relacionadas con un problema o proyecto pueden producir ese efecto desde actos o palabras provenientes de diversas personas. Se debe entonces estar alerta en la observación tanto de palabras como de gestos en quienes participan, pues la concientización no se produce de manera pre-establecida, sino cuando hay señales, hechos, chistes o comentarios. Debe atenderse a lo que no se entiende o que se descarta sin razón, o es rechazado por alguien que se considera incapaz de participar por falta de confianza en sus palabras o deseos. La persona concientizadora debe entender que su propósito no es obligatorio para los grupos o para las personas con quienes se trabaja; por lo tanto los actos concientizadores deben estar a la par con las necesidades de cada comunidad, o de cada grupo en una comunidad. Y la concientización no es algo que los agentes externos puedan imponer. Tal cosa podría llevar al rechazo por parte de personas de la comunidad.

LA CONCIENCIA COMO UN CAMPO ONTOLÓGICO, ÉTICO Y POLÍTICO

Si bien la conciencia es palabra común, algo que todos, más o menos, tenemos y estamos conscientes de estar conscientes, y nos damos cuenta de ello, por lo cual se dice que la conciencia es el sentido de sí misma. La conciencia es un actor fundamental. Ahora bien ¿Qué es la conciencia en este campo y cómo actúa? Creo que debemos empezar por el principio y lo hago a partir del concepto. La primera respuesta sería ¿para qué definir lo que todos conocen? Y allí ya hay otra interrogación que nos lleva a la definición. Es sólo un hecho, del cual sabemos que puede ser crítica, que todos la tenemos, que puede comprender algo que pueda ser de otra manera, así como avanzar el conocimiento (también rechazarlo), que tiene la capacidad de reflejar, observar o de dar cuenta de las operaciones internas que ocurren en cada uno, así como adquirir ideas que generen estados mentales, y que incluye el percibir, pensar, dudar, razonar, conocer, aprender y estar dispuesta. Pero lo más importante es que la conciencia construye a la conciencia en un ejemplo de dialéctica en la naturaleza humana (Montero, 2014). Ya en 1694, John Locke decía que la conciencia es el estar consciente. La conciencia construye continuamente a la conciencia en un proceso hecho por la naturaleza, la sociedad y la persona. Y esa construcción ocurre en el cerebro. Searle (1997/ 1999) hizo una pregunta aun no respondida: ¿Cómo causa el cerebro, exactamente, a la conciencia? En el caso de la concientización se espera que ella sea movilizada mediante un proceso crítico de búsqueda de evidencias a través de la acción y la reflexión, así como por las contradicciones que se producen en la sociedad y en el propio mundo de vida. La conciencia produce nuevo conocimiento y nuevas perspectivas, generando nuevas visiones del mundo en que la persona vive y de su justicia e injusticia, de los derechos y de su cumplimiento y posiblemente de una visión diferente del sí mismo o, de los efectos sobre él. Partiendo del hecho que hace de la concientización un proceso-método cuya base es la praxis, acompañada de otros dos métodos: la dialéctica y la analéctica. Esta última es el método construido por E. Dussel (1985, 1989) como una extensión de la dialéctica que permite la inclusión de la diversidad, esto es, la inclusión de lo que es completamente diferente de lo que está a nuestro alrededor. La analéctica incluye a gente y a circunstancias no imaginadas dentro de la totalidad clásica hecha de tesis, antítesis y síntesis. Incluye a Otros diferentes, expandiendo así nuestra totalidad con aspectos que vienen de más allá de lo que consideramos como nuestra realidad habitual (Montero, 2016).

La Relación Problematización-Concientización...

¿CÓMO SE PRODUCE LA CONCIENTIZACIÓN EN LAS PERSONAS?

A partir de la última década del siglo XX y en lo que va de este siglo, los neurólogos han hecho muchos avances en este campo. Antonio Damasio (1999, 2010) es uno de los más relevantes en el estudio de la conciencia y sus capacidades, generando conocimientos que indican que la emoción y la razón no son funciones mutuamente excluyentes en el cerebro; y construyendo una teoría según la cual la emoción es esencial para la toma de decisiones. Asimismo sabemos que las emociones preceden a los sentimientos, ya que las primeras “están compuestas de reacciones que promueven la supervivencia del organismo” (Damasio, 2003, p. 30). Esto es importante porque como este neurólogo indica, a veces las decisiones se toman sin que haya una explicación consciente y eso ocurre porque se lo hace bajo la influencia de la emoción, inconscientemente, pero con una apariencia racional. Con lo cual nos engañamos. Esto nos lleva a indicar que todo trabajo concientizador debe ser hecho con mucho cuidado y de manera consciente. Lo que se busca con la concientización es generar en el cerebro de las personas patrones diferentes, romper con esas imágenes cerebrales, que son negativas o que mantienen a las personas encerradas en creencias negativas para su libertad o para ejercer su capacidad creativa. Para ellos se busca alertar de variadas maneras los bloques y diseños construidos en el cerebro. Tarea que sólo puede ser hecha por uno mismo. Esos cambios no son para toda la vida. La vida es un continuo cambio. O como decía Tales de Mileto, “todo corre, todo fluye”, pero modificando su famosa frase, no todo permanece. La imaginación unida al descubrimiento de una realidad negativa. O al descubrimiento de capacidades ignoradas, produce cambios en la conciencia. Más rápido lo segundo que lo primero ya que lo positivo se suele aceptar más rápido. Se busca atrapar en la memoria, lo que se ve, lo que se sospecha. Y eso depende de quién concientiza, pues debe colocar o señalar el punto álgido, pero no obligar al Otro. A su vez, el concientizado puede guardar esa memoria pero no ponerla en acción, sino hasta el momento que “Siente”, que debe cambiar de opinión, que debe ser de otra manera, que debe producir otro entorno, que debe buscar la libertad. Es el Sí Mismo el que centra su proceso mental y lo hace a su tiempo. La concientización actúa sobre el Sí Mismo autobiográfico, tocando recuerdos e ideas latentes que se activan en el momento en que la persona enfrenta una situación, o la presencia en su lenguaje de nuevas palabras, o en su modo de vivir o de conocer el mundo, cambiando así su modo de ser. Es la manera de relacionarse consigo mismo, con su ambiente, con la sociedad y con el mundo en que vive o que imagina. Roger Bartra, en su obra de 2014 (Pag. 4), al igual que lo hizo Locke, parte de una definición en la cual afirma que la conciencia es la conciencia de estar consciente, lo cual indica que estamos delante de una aporía; pero agrega algo muy interesante: Bartra dice que los neurólogos siguen buscando a la conciencia, con gran énfasis, en la estructura funcional del cerebro humano, cuando podría estar en otro lugar. Para ello cita a otro neurólogo: McGinn quien en 1999 (P. 11) señaló que podría haber en el organismo humano no sólo un cerebro dentro del cráneo, sino además la posibilidad de que ese cerebro estuviera distribuido fuera del cuerpo. Es decir, que habría un exocerebro compuesto por las funciones cerebrales en contacto con las situaciones en que se vive y en las condiciones del entorno y de la cultura a la cual se pertenece. Esto quiere decir que el cerebro tiene funciones dentro del cráneo, pero también las tiene fuera de él. Ese exocerebro podría ser la capacidad de responder y comunicarnos, sintiendo emociones que llevan a sentimientos y, produciendo ideas en la vida social. Así como poco a poco se fueron descubriendo las diversas áreas en las que está dividido el cerebro, y que tienen ciertas ocupaciones principales, también en el caso de la palabra y el lenguaje tienen procesos semánticos que están separados de los gramaticales, pero podemos manejar ambos sistemas al mismo tiempo, y generar no solo respuestas sino metáforas e inventar versos, insinuar algo y también dar la hora a alguien. Este interesante aspecto, me lleva a considerar que el exocerebro podría ser un sistema, no sólo externo, sino además social, participativo, creado junto con los Otros.


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La existencia de un exocerebro nos permite pensar que podemos producir una o varias hipótesis relacionadas con la capacidad de los circuitos cerebrales, de usar recursos simbólicos tales como signos y señales encontradas en el ambiente. Y que ellos pudiesen ser una extensión de los sistemas biológicos internos. A lo cual podemos agregar que la cultura, la creación humana en sus innúmeras posibilidades, a su vez, genera esos recursos respondiendo a los circuitos cerebrales, pero también estimulando en ellos nuevas posibilidades. Es decir que debemos aprovechar la plasticidad del cerebro humano, atendiendo a nuestros conocimientos y a aquellos que vendrán dados por parte de las comunidades con las cuales trabajamos. Como señala Bartra en la obra antes mencionada: “la conexión entre los circuitos neuronales internos y los circuitos culturales externos ayuda a construir un puente entre el cerebro y la conciencia” (Bartra, 2014, p. 19). Bartra a su vez presenta dos hipótesis: 1. “La existencia de un exocerebro lleva a la hipótesis de que los circuitos cerebrales tienen la capacidad de usar recursos simbólicos-. Cantar, señalar, encontrados en el medio ambiente- como si ellas fueran una extensión de los sistemas biológicos internos”. 2. “Ciertas regiones del cerebro humano adquieren genéticamente una dependencia neurofisiológica en el sistema de sustitución simbólica. Es como si el cerebro necesitase la energía de circuitos exteriores a fin de sintetizar y abrir sustancias simbólicas e imaginarias en un proceso anabólico catabólico” (2014, p. 7).

A su vez, Dawkins considera que la “existencia de una unidad de información (el meme-palabra que proviene de otra: la mimésis) y un mecanismo que produce su transmisión en la imitación. El meme no es una metáfora sino más bien una estructura particular del sistema nervioso de los individuos” (caso de los bebés). Los ejemplos dados suponen que su existencia estaría permitiendo que el cerebro reciba, catalogue y comprenda, acepte, rechace, organice y añadamos algo más: movilice la conciencia de cada día, desechando hábitos que nos condenan a repetir algunas cosas y que cierran el paso a nuevas ideas, así como repiten ciertas acciones, creencias y pensamientos hasta que lleguemos a considerarlos como naturales, como parte del ser de las cosas, repitiéndolas maquinalmente. Tal cerebro podría llegar a ser una puerta para la creatividad y para la independencia. No sabemos todavía cómo controlar eso, pero sin embargo por aquí o por allá, de repente una o varias personas logran abrir una de esas puertas. En ese sentido, nosotros deberíamos trabajar desde la perspectiva de la concientización. La neurología lo está intentando, la psicología comunitaria ha utilizado numerosas técnicas y juegos que llevan a las personas a entender cómo es posible trabajar con el Otro, participar democráticamente y, cómo respetar al Otro. Desde la perspectiva psicológica y en particular de una PC ética y comprometida con la equidad social, generamos métodos como la concientización y usamos palabras, cuyo poder es la herramienta más importante que tenemos y cuya organización ocurre en el cerebro. El proceso de la concientización busca llevar a pensar sobre otras posibilidades de vida y de ser en la vida; puede ampliar así la mente a partir de la convicción producida por la voz, la mirada y la aprobación, al igual que la incitación de los otros. La concientización acepta el pensar sobre algo diferente debido a esa convicción ya mencionada, que a su vez es producida por la sensibilidad de ese Otro, por el ejemplo y su análisis; el contraste con las vías negativas; la capacidad de escuchar, de ver, de sentir producida por las palabras y los gestos, las metáforas y las comparaciones. Así como la comprensión de los razonamientos; el sentimiento de poder hacer para transformar una condición de vida, o de trabajo, o de cambio. En nuestra tarea tenemos que estar atentos/a al momento en que la persona o las personas calla/n y al momento en que sus ojos brillan, o su voz nos señala la comprensión de otra forma de hacer las cosas, de verlas, de comprenderlas y de transformarlas. También eso podría ocurrir cuando ya no estamos con esas personas (incluir aquí el caso de las mujeres y la escuela), y cómo cada individuo es único, si bien en compañía se facilita la concientización, el tiempo en que el cerebro acepta las nuevas ideas puede variar según la persona. La concientización necesita de muchas señales a veces no entendidas o no advertidas, tales como: recuerdos, creencias, razonamientos, chistes, aquello que se admira y el porqué de la admiración. El entendimiento, la contrastación y la diferenciación, así como la inclusión y la comprensión y, finalmente, recordar que los seres humanos estamos constantemente cambiando. Y para ello es necesario que quien estudia psicología comunitaria reciba instrucción relativa a estos aspectos. No puede concientizar quien no tiene conciencia de quien es el Otro, y de quien es ella o él. Y para estar seguros de que ha ocurrido una concientización debemos estar atentos a los signos que indican transformaciones que se muestran en el ámbito de la persona que ha tomado consciencia: a la vez que debemos tratar de encontrar aquellos que excitan los puntos cerebrales que denotan cambios o impresiones que llevan a la conciencia de algo, o como indica Damasio (2010, p. 29) “la conciencia no sólo se ocupa de las imágenes presentes en la mente, sino que, como mínimo se ocupa de una organización de los contenidos mentales centrados en el organismo que produce y motiva contenidos”.

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CONCLUSIÓN

Esta presentación es sólo una parte de lo que creo que es un movimiento en las ciencias sociales, apenas en sus comienzos, que acorde con el paradigma de la complejidad ha buscado señalar cómo, ciencias respecto de las cuales parecía que estuviesen separadas por algo tan complejo como es, por una parte el estudio del cerebro y por otra parte trabajar con comunidades y, hacerlo de manera tal que haya una conciencia de lo que se hace, de porque se lo hace y de para qué y para quiénes se lo hace. Es decir de dos ámbitos que parecían estar completamente lejos el uno del otro. La concientización, de la cual tuvimos conciencia una vez que comenzamos a hacer en América Latina una psicología que al principio partió de la psicología social, pero que ya se ha subdividido en campos tan específicos como la psicología ambiental comunitaria, la psicología escolar comunitaria, la psicología clínica comunitaria también relacionada con la psicología de la salud comunitaria, pero que quería trabajar con la gente, y no sólo escribir e investigar desde lejos, o con mayor frecuencia, trabajar en un círculo en el cual se convierte en el centro de acciones repetitivas. El proceso de concientización como un concepto-método ha sido lento en ser sometido a investigaciones específicas. Ha pasado de la invisibilidad hasta la nominalidad, es decir, se le mencionaba pero no mucho más, pero al mismo tiempo, subterráneamente, ha estado presente en muchos trabajos comunitarios. Por eso creo que es necesario acercarnos más a su estudio y a su práctica y trabajar y fortalecer sus conexiones con la conciencia y sus acciones.

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