A posteriori

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a posteriori goyo valmorisco



a posteriori goyo valmorisco


Diseño: Goyo Valmorisco Edita: Blur Ediciones, S. L. Abtao, 25 Interior Nave C • 28007 Madrid • T 91 434 81 78 • F 91 434 10 27 © del texto: Laura Fernández Orgaz © de las fotografías: Goyo Valmorisco © de la traducción: Inge Kooij © de la presente edición: Blur Ediciones, S. L. Imprime: Punto Verde ISBN: 978-84-612-3203-1 Depósito Legal:


A mis padres A mis hijos


Caminar por la calle es un acto inevitable que, salvo que se padezca de agorafobia, casi todos realizamos como mínimo un par de veces al día y, seguramente, varios miles a lo largo de nuestra vida. Para muchos, la acción de recorrer la ciudad donde se vive –a pie, en coche, en autobús o en moto– es una insulsa o tediosa rutina para llegar al destino deseado; y, por eso, se ejecuta sin pensarla y sin apreciar la reiterada ruta. El paisaje urbano cotidiano pasa inadvertido y se convierte ante los ojos de cientos de urbanitas en un escenario sin mayor atractivo que la apertura o cierre de un negocio o, tal vez, las esperadas rebajas de la tienda de la esquina. Sin embargo, para las miradas inquietas, observadoras y con capacidad de sacar chispas a los elementos más insustanciales, recorrer la ciudad puede convertirse en una aventura lúdica y, por qué no, artística. La calle, sea monumental o cochambrosa, es a la vista de estos cazadores de sorpresas un enorme pozo sin fondo de posibilidades creativas. No han sido pocos los artistas contemporáneos que han tomado la calle como fuente de inspiración y, sobre todo, los restos que en ella se encuentran. El francés Raymond Hains, por ejemplo, logró hace cuatro décadas transformar el convencional acto de pasear por la calle en arte. Su intención fue la de integrar el arte y la vida y para ello se apropió de lo cotidiano, de lo que tenía más a mano en la ciudad de París y que habían hecho otros: los restos de la publicidad comercial. El interés por el azar, el anonimato, el paso del tiempo, y su oposición a la mercantilización del arte, animaron a Hains a apropiarse de pósters y vallas publicitarias degradadas por el tiempo. Su cámara encontró en la piel de la ciudad infinidad de huellas que le permitieron plasmar un singular retrato de la sociedad de consumo del momento y, a la vez, conseguir unas imágenes de gran belleza. Dando un salto en el tiempo, y con pretensiones muy diferentes a las del artista francés, Goyo Valmorisco también toma la ciudad y sus restos publicitarios como objeto de su atención. En los últimos cuatro años ha buscado, fotografiado y, finalmente, manipulado digitalmente pósters comerciales, pegados unos sobre otros, arrancados, alterados por manos anónimas, y envejecidos por el paso de los días. El autor manifiesta que no le mueve ninguna intención artística –aunque el resultado puede que sí lo sea–; lo que le guía a él es la seducción


por la imagen de la publicidad callejera y su pulso vital que, aunque se transforme por la acción humana o del tiempo, nunca pierde su capacidad evocadora hasta que se desintegra definitivamente. En el proceso, Goyo Valmorisco transforma el acto de recorrer las calles en un juego sin reglas, o mejor dicho, con reglas impuestas por él mismo. Porque la búsqueda de estas huellas gráficas se puede comparar a la caza de animales en peligro de extinción. La vida de estos pseudofósiles urbanos es corta, no hay muchos ejemplares, y por tanto, conviene agudizar la mirada, y ante el fortuito hallazgo lanzarse cámara en mano a toda prisa. Es cuestión de segundos. El resultado de esta experiencia se encuentra en las páginas de este libro. Como podrán ver sus lectores la imagen publicitaria se ha metamorfoseado de manera sorprendente; del cine, la música, o los espectáculos circenses solo queda un vago recuerdo, a veces casi imperceptible. Estas imágenes degradadas anónimamente basan su nueva existencia en el fragmento. ¿Tiene más relevancia el fragmento rasgado o el que permanece? Probablemente los dos, porque tanto la ausencia como la presencia de la imagen contribuyen a configurar el aspecto del nuevo póster. En este sentido, llama la atención el increíble efecto pictórico de muchos de ellos. Algunos llegan a parecer cuadros abstractos llenos de gestualidad y expresionismo; otros, más narrativos, resultan inquietantes por la presencia de ojos surreales y casi diabólicos, rostros enigmáticos que luchan por permanecer, o mensajes imposibles de descifrar… En cualquier caso, unos y otros tienen un atractivo especial, y su imperfecta belleza es casi magnética. Incita a mirarlos una y otra vez, incluso a elucubrar o inventar historias… A la vista de estas imágenes no hay duda de que la peculiar caza urbana de Goyo Valmorisco ha sido fructífera. Creo que no es necesario seguir escribiendo, todos sabemos que una imagen vale más de mil palabras y ya me voy acercando a esa cifra. Laura Fernández Orgaz Subdirectora Área Museística Artium. Centro Museo de Arte Contemporáneo de Vitoria-Gasteiz


Going outside and walking the streets is inevitable unless one suffers from agoraphobia. We all do it at least a few times a day and probably thousands of times during the course of our lives. For many crossing the city we live in –on foot, by car, bus or motorbike– is a dull or tedious routine we go through simply to reach our destination. Exactly for that reason we make our way unconsciously and we don’t pay attention to the repetitive route. The daily urban landscape goes unnoticed and for hundreds of urbanites it becomes a scene without special interest were it not for maybe the opening or closing of a business or the start of the sales in the shop on the corner. However, for the more restless eyes, observers with a talent for finding something of interest in even the most insubstantial, walking the streets can be something of a game like, maybe even artistic, adventure. The street –monumental or rundown– is, in the eyes of these hunters, a limitless fountain of creative possibilities. A good few contemporary artists were inspired by the street, above all they were so by the things they found on them. The Frenchman Raymond Hains for example, managed to, four decades ago, transform an ordinary walk on the street into art. His intention was to integrate art and life and to reach his objective he, as others had done before him, used his “everyday”, something that was all around him in Paris: the remains of advertisements. His interest for things happening by chance, anonymity, time passing and his opposition to the commercialisation of art, motivated Hains to use time-eaten posters and billboards. On the city’s skin his camera found countless traces that allowed him to make a singular portrait of the consumer society of those days. They were images of great beauty too. Leaping in time, and with entirely different intentions than the French artist, Goyo Valmorisco has also brought the city and its advertising remains to the focus of his attention. Over the last four years he has sought for, photographed, and finally digitally manipulated commercial posters that were stuck one on top of the other, or torn and altered by anonymous hands, and worn by time. The author states that he has no artistic pretensions –although the result might prove the contrary–; what moves him is the seduction of the stre-


et ad image, its vitality, material that although transformed by the passing of time or at the hands of people, never loses its evocative powers until it completely disintegrates. During the process Goyo Valmorisco transforms the act of walking the streets in a game without rules. Better said, he makes the rules. The search for these graphic traces could be compared to the hunt for animals in danger of extinction. The lifespan of these urban pseudo-fossils is short, they are scarce, and it is therefore convenient to sharpen the gaze and be ready, camera in hand, and shoot –in case of a fortuitous find–. One can find the result of this experience on the following pages. The reader will see that the advertisements have undergone a surprising metamorphosis; there’s only a faint memory of cinema, music or a circus act, sometimes even it is imperceptible. These anonymously degraded images base their new existence on fragments. Which is more relevant: the fragment that was scratched off or the one remaining? Probably both are relevant because the absence and presence of image contribute to the configuration of the aspect of the new poster. In this sense the pictorial effect of many of them is noteworthy. Some of them seem abstract paintings full of gesture and expressionism; others, more narrative, are haunting because of the presence of surreal almost diabolic eyes, they are enigmatic faces fighting for existence, or messages impossible to decode… In any case they all are peculiarly attractive images. Their imperfect beauty is almost magnetic and incites us to look at them again and again, lucubrate or invent stories about them… Seeing these images one can conclude that Goyo Valmorisco urban hunt has been successful. I believe it’s unnecessary to continue writing, we all know that a picture is worth a thousand words and I’m close to this number already. Laura Fernández Orgaz Assistant director Area of Museum Studies Artium. Museum Centre of Contemporary Art of Vitoria-Gasteiz
























































Este libro se acab贸 de imprimir en abril de 2008




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