CONDUCTAS ENVENENADAS POISONED WAYS Peio H. Ria単o
© de las imágenes y los textos: Peio H. Riaño © de la presente edición: Blur Ediciones, S.L. © de la traducción: Inge Kooij Imprime: tf. artes gráficas ISBN: 978-84-611-7853-7 Depósito Legal: Edita: Blur Ediciones, S.L.
Para mis otros dos corazones
LA PERVERSIÓN DE UNA CONDUCTA COTIDIANA es algo consabido en la historia política: alguien le ofrece al príncipe una copa de vino y el vino está envenenado. Eliot Weinberger, “Rastros kármicos”
CONDUCTAS ENVENENADAS Pol Pot fue gobernante invisible: a un tiempo el trono y el poder tras el trono. Un déspota que prefirió eliminar los monumentos a su persona cuando los mitos políticos promueven su visibilidad. El encumbramiento de su figura en los medios de comunicación legitima, favorece y afianza el poder que se le ha otorgado. Lo escultórico da paso a las portadas y a los avances informativos. Mucho más eficaces, pero mucho más efímeros. El alcance es absoluto. El poder lo tiene muy fácil: sólo debe procurar repetirse insistentemente, para paliar su transitoriedad. La presencia inadvertida de Pol Pot ha sido desestimada. La invisibilidad no rinde. La justificación del poder vive de los medios de comunicación, configurados como escenario circense, en el que poder demostrar que todo es posible. Que todo es creíble. Que, como el individuo se ha convertido en un sujeto escéptico respecto a todo lo que le rodea (publicidad y propaganda), hay que esforzarse por una nueva estrategia que evite lo magnificado para no despertar recelo. Lo imperfecto levanta pasiones y verdades. Lo próximo está en el gesto. Las conductas envenenadas que en estas páginas se recogen no cumplen con dicho objetivo. Son un vago intento desesperanzado por presentarse ante la sociedad como individuos circunspectos por su responsabilidad en el bien colectivo. Cariacontecidos. Ahí el fallo: no despiertan confianza. Son conductas derivadas del retraimiento, de la apretura, de lo cautivo, de la
contención, de la sobriedad, de la contrariedad, del hartazgo. Conductas encumbradas en el error de lo comedido, dispuestas a aniquilar lo único verdadero del ser humano: el animal. Lo demás, puro cascote. La pista está preparada, con los focos a punto. Bajad y bailad. El gobernante, y los poderosos, en el trono se han convertido en personajes tragicómicos, que se anuncian como seres cargados de responsabilidades adquiridas por motu propio, para que la masa incapacitada pueda atisbar su única responsabilidad, y tenga un porvenir confortable en los días más difíciles. En este acto político puramente preformativo de gestualidad integral, los titulares arropan y dan amparo al simulacro. Porque hay en la invisibilidad de Pol Pot y la publicidad de nuestros dirigentes notables coincidencias: la verdad sigue igualmente desorientada y el acontecimiento sólo sucede si ellos lo estiman oportuno. Dicen: “Estamos aquí para ocuparnos de tus miserias y deudas. Nosotros decidiremos por ti qué es lo mejor para tu vida. No te preocupes por nada, no te molestes más. Soy un tipo serio. Tengo muchas preocupaciones como puedes ver. Confía en mí”. ¿De qué color es la ponzoña? ¿Cómo se pinta una conducta envenenada? El tono más apropiado es el de la radiante invisibilidad, la escala de grises. El color quedó para los que no existen. Lo que importa es el gesto. Que se multiplica en blanco y negro. Queda claro: no se trata de desaparecer, como Pol Pot, hay que disfrazarse con la honorabilidad del necio y representarse amargo para ser incuestionable. Eso creen. La conducta envenenada permite decidir por uno mismo, campar a sus anchas. La conducta del gris todopoderoso tele-político (tele-empresario), está envenenada por la arrogancia de la aflicción. Confunden la necesidad que tiene el ciudadano de sentir que hay alguien al mando, con el menosprecio de la alegría. Están convencidos de que ésta es un lujo demasiado inmaduro, que se paga con la derrota. La cuestión de confianza tiene que ver con la empatía que es capaz de generar el pensamiento político (el carisma), así como
con el entusiasmo y la determinación. Confunden la seguridad con el padecimiento en público. Cada día quieren un poquito más y acuden a ese ritual de movimientos pesimistas, preocupantes y problemáticos para legitimar que, otro día más, el ciudadano debe agradecer haberle vuelto a salvar, un día más, del Apocalipsis. Tal y como dice Josep Ramoneda, “la política está hecha cada vez más de gestos para el consumo”. La política se reduce a la confesión pública. La visión de una sociedad buena y justa está ausente en el discurso. Importa la credibilidad, el gesto y el producto. Pero la farsa acaba cuando se descubre que bajo del semblante rígido y la mueca forzada, surge la del payaso en la pista central. Entonces todos se ven las caras, cuando no hay discursos imprescindibles para la supervivencia ni boletines que hacen moverse al mundo.
POISONED WAYS Pol Pot was an invisible ruler: simultaneously on and behind the throne. He was the kind of despot that preferred eliminating monuments honouring him while the myths of his politics provided him with visibility. The exaltation of his person in the media, legitimised, flattered and reinforced the power he was granted. Covers and newspaper headlines replace the sculptural. This is of course much more efficient yet also more ephemeral. The reach is total. Power’s discourse is simple: it only needs to repeat itself insistently to guarantee its transition. The somehow unnoticed presence of Pol Pot was underestimated. Invisibility does not easily give in. Power seeks justification through the press, and the press is as it were a circus stage, providing power with ample opportunities to demonstrate that anything is possible and everything acceptable. Then, as the individual, it becomes sceptical about everything that surrounds it (publicity and propaganda), and then an effort needs to be made to develop a new strategy to avoid exaggeration which could lead to mistrust. The imperfect awakens passion and truth. Proximity lies in a gesture. The bitter fruit exposed on the following pages doesn’t meet these requirements. It is a lazy and desperate attempt of people feigning to be cau-
tious individuals who show themselves to society as responsible citizens inclining towards the greater good. They are self-confident and that’s where they go wrong, they don’t inspire confidence. Their behaviour is a derivative of wariness, and poverty, these are the ways of the not free, the restrained, of sobriety, paradox and the jaded. It’s the adulation of self-restraint willing to annihilate the most important feature of the human being: the animal. The rest is nonsense. The music is playing, so let’s dance! The ruler and his court are clowns in a tragic comedy. They bend under a heavy burden of self-imposed responsibility to free the masses of their responsibilities and provide them with a comfortable future. In this purely figurative political act of false moves, the headlines provide the theatre with the chance to become real. Why is it that there are so many notable similarities between Pol Pot’s invisibility and our current political leaders’ publicity? The truth continues to be disorientated and still something only happens when politicians consider it to be opportune. They say: “We are here to take care of your worries and debts. We will decide for you because we know what is best. Do not worry about a thing. I am a serious guy. As you can see I am a troubled man. Have faith in me”. What colour is the poison? How does one paint a poisoned way? The most appropriate is that of the radiant scale of greys. Colour is for those who don’t exist. What is important is the gesture multiplied in black and white. It’s clear the idea is not to disappear like Pol Pot. The idea is to dress up like a fool and appear to be bitter to avoid doubts. That’s what they belief. This poisoned behaviour has its own ways. The behaviour of the almighty grey TV politician (TV business man), is poisoned with arrogance of affliction. They confuse the civilian’s need to feel that someone is running the show with contempt of happiness. They are convinced that happiness is an immature luxury, which will utterly be rewarded with defeat. Trust is related to the amount of empathy the politician is able to generate (charisma),
just like enthusiasm and determination they confuse security with suffering in public. Every day they want a little more. They resort to the ritual of pessimist, worrisome, and problematic activities only to legitimise, yet another day, in which the civilian ought to be grateful to be saved from apocalypse. As said by Josep Ramoneda, “Politics is increasingly made up of gestures for consumption�. Politics is reduced to a public confession. The vision of a good and just society is absent in its discourse. What is important is to be believed, the gesture and the product. However the circus ends when we discover that underneath the mocking face and confident appearance hides the face of a clown standing in the middle of the arena. That is when all becomes visible, when there are no more indispensable discourses of survival or headlines that move the world.
Este libro se acab贸 de imprimir en agosto de 2007 This book was printed in august 2007