GALERÍA URBANA FOTOGRAFÍAS DE FERNANDO MAQUIEIRA
Diseño: Herederos de Juan Palomo Edita: Blur Ediciones, S.L. © de las fotografías Julio López Saguar © de los textos Eduardo Bravo © de la presente edición Blur Ediciones, S.L. Imprime: Imprimex Fotomecánica: Lucam ISBN: 84-609-6244-X Depósito Legal: Este libro ha sido impreso en Estucado Arte JOB Semi-Mate de 135 gr. y de 300 gr. fabricado por SCHEUFELEN y Distribuido en Exclusiva por
JULIO LÓPEZ SAGUAR Fotografismos “My future is my past…”(1) Existen. Sin lugar a duda, las cápsulas del tiempo existen y su presencia entre nosotros resulta más habitual de lo que pudiera parecer en un primer momento. Nuestra incapacidad para reconocerlas responde, únicamente, a que al observarlas con una mirada modelada por las novelas de anticipación y películas de ciencia ficción, buscamos en ellas una complejidad tecnológica de la que carecen por completo. En realidad esas cápsulas son tremendamente sencillas, casi rudimentarias. Nada tienen que ver con marcianos, alienígenas o morlocks y no por ello dejan de conectar diferentes dimensiones temporales. De hecho se emplean desde hace siglos con diferentes denominaciones para, por ejemplo, fechar la construcción de edificios, obras civiles o religiosas, al colocar en el interior de la piedra fundacional, monedas, periódicos, escritos, y otros documentos que pretenden explicar a generaciones futuras la razón de esa edificación. A pesar de su robustez, arquitectos y aparejadores saben con certeza que será esa piedra y el tiempo que contiene, lo que sobrevivirá a la construcción. Además de éstas, hay otras modalidades menos solemnes, huérfanas de liturgias y, en ocasiones, involuntarias, accidentales, pero igualmente efectivas. Cápsulas que en origen fueron simples cajas que quedaron relegadas en un guardamuebles tras un cambio de estación o una mudanza y que, como les sucede a las orugas que devienen mariposas, adquieren su plena condición cuando alguien descubre en su interior juguetes, libros, revistas, discos o zapatos, elementos, en definitiva, que nos explican como individuos porque, indudablemente, buena parte de lo que somos es aquello que ya fuimos. (1) “Lost Mind” de Percy Mayfield interpretada por Mose Allison. “Local Colour”, Prestige Records, (1958).
“… It’s memory will last…” Las fotografías son tal vez la modalidad más extendida de esos artefactos. Las cámaras son máquinas que atrapan instantes y los conservan hasta que el ojo de un observador cualquiera los rescata y les devuelve su actualidad. Esto, intrínseco a la naturaleza misma del arte fotográfico, se hace más evidente por lo que tiene de premeditado, en el trabajo de Julio López Saguar. Deudor de maestros clásicos como Walker Evans, Egglestone o Shore, López Saguar disecciona lo cotidiano al retratar con su Hasselblad y a todo color –“porque la vida es en colores” aclara–, carteles, rótulos, graffitis y publicidad, extrayendo de ellos todo ese valor estético, primero, su valor documental, después, y comprobando cómo el tiempo añade al ya de por sí impecable acto fotográfico, un valor histórico y sociológico que lo enriquece aportándole una dimensión de la que carecía o permanecía latente. A pesar de su naturaleza, los “fotografismos” de López Saguar no nacen de la nostalgia ni la persiguen conscientemente. En realidad procuran ser plenamente actuales pero como él mismo explica, “resulta inevitable tener presente su posible evolución y cómo los años pueden hacer que este trabajo se convierta en un pequeño catálogo de nuestra forma de vida. Películas, vestidos, lugares, marcas o precios de productos que ahora nos parecen triviales, pasados unos años nos harán esbozar más de una sonrisa, y no te quiero decir nada si esos precios están en pesetas”. Como sucede con las de esos clásicos de los que es heredero, la virtud de las fotografías de López Saguar radica en el hecho de no agotarse en una única lectura. Sus imágenes se enriquecen con la observación y recuerdos de cada uno de sus destinatarios y consiguen lo que sólo los grandes fotógrafos logran: hacer de algo tan efímero como los rótulos, los carteles, la publicidad e incluso las personas, una obra sólida capaz no sólo de soportar el paso del tiempo sino de rentabilizarlo su favor.
FOTOGRAFíAS
JULIO LOPEZ SAGUAR Photographics “My future is my past…” They exist. Without a doubt time capsules exist and their presence amongst us is more common than we might think. We do not see them because our vision is conditioned. We ascribe complex technological features derived from science fiction films and suspense novels to the time capsule – features of which it has none. The truth is that time capsules are incredibly simple, almost basic. They have absolutely nothing to do with men from Mars, aliens or morlocks but they do however connect different dimensions in time. The fact is that they have been used for centuries with diverse designations. They were for example used to date buildings, civil and religious works. Culture related items were deposited in cornerstones, things like coins and newspapers, writing or other documents that could explain future generations why the building was constructed. Despite a building’s robustness architects and engineers know perfectly well that this stone and the time it contains will survive the building. Apart from these there are other time capsules, they are less solemn, orphaned of liturgy and sometimes involuntary and accidental but equally effective. Capsules that were originally simple boxes left to oblivion in furniture storages after a change in season or moving house. These boxes are like cocoons from which butterflies appear they come into full existence when someone discovers that in its interior there are toys, books, magazines, records or shoes. Things that all in all explain to us, individuals, that without a doubt, a great deal of who we are today is who we were before.
“…It’s memory will last…” Photographs are perhaps the most common type of these artefacts. Cameras are machines that catch and preserve moments until the eye of an observer returns them to the present - day. This, intrinsic to the nature of photographic art, becomes more evident when considering the pre meditation of Julio López Saguar´s work. Disciple of classics as Walker Evans, Egglestone or Shore, López Saguar dissects the mundane portraying, with his Hasselblad, and in full colour –“because life comes in colour” he explains-, posters, signs, graffiti and advertising. First abstracting their aesthetic worth, then their value as documents, verifying how time adds, to this already impeccable photographic act, a historic and sociological value that enriches it, revealing a previously concealed dimension. Despite their nature López Saguar´s photo graphics do nor rise from or consciously seek nostalgia. They actually intend to be unmistakably contemporary “but it is difficult –he explains–, to close your eyes to their possible evolution and potential as small future catalogues of our ways of living. Trivialities like films, dresses, places or product prices, will, in a few years, evoke a nostalgic smile, particularly if those prices are in pesetas”. Similar to what occurs with the work of those classics to whom he owes so much, the virtue of López Saguar´s work lies in that it offers more than a single reading. His images become richer with the observation and memories of the beholder. They attain what only the great achieve: to turn ephemeral things as signs, posters, advertising and even people, into solid work that withstands the test of time, moreover uses it to its advantage.
Este libro se termin贸 de imprimir en noviembre de 2005
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