Myself when I am real by Mike Steel

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MYSELF WHEN I AM REAL FOTOGRAFÍAS DE MIKE STEEL





MYSELF WHEN I AM REAL FOTOGRAFÍAS DE MIKE STEEL


Diseño: Herederos de Juan Palomo Edita: Blur Ediciones, S.L. © de las fotografías: Mike Steel © del texto: Luis Baylón © de la presente edición Blur Ediciones, S.L. Imprime: tf. artes gráficas Fotomecánica: Lucam ISBN-13: 978-84-611-4798-4 Depósito Legal:



UNA CANCIÓN DE MIKE Veo un autorretrato de Mike en el niño que camina por el pasillo oscuro hacia la luz. ¿Verdad que sí, que al fondo hay luz? Es la esperanza. El icono de la chica pintándose los labios sobre una puerta entornada, tiene las letras SER... escritas arriba ...VICIO debe ser la continuación de la palabra, pues es la puerta del baño de mujeres, que nos invita a que traspasemos el umbral, muy sugerente. Es la picardía. Hay una sombra liviana sobre una chapa metálica de una tienda que proyecta la silueta de un caballito blanco torcido y, encima del marco, el fotógrafo ha hecho un encuadre deliberado en el que se leen dos sílabas sueltas y separadas: LO... y ...CO, final y principio de dos palabras, así pues resulta del jeroglífico: loco caballo blanco... o es una secreta analogía, o me delata el subconsciente. ¿A que sí, colega? Es la malicia. Sana y perversa a la vez, que escoja el espectador. Un enjambre de antenas de TV contra un desnudo cielo y a su lado otra foto de un gran corazón de fino alambre atravesado por una flecha se inclinan como atrayéndose ambas, como en una imposible y eterna historia de amor, se buscan... Es el anhelo. Es el deseo. En las fotos de Mike están sus sentimientos escritos, claramente expresados, sin titubeos, con parábolas. Por activa y por pasiva. Deja que cada cual descubra por sí mismo el sentido de sus imágenes, o que deje correr su imaginación, somos libres, que cada uno piense y sienta lo que quiera.


Sus fotos también nos hablan de sus gustos, a veces evidentes, otras velados, insinuados. Como ese viejo muro de ladrillo que tiene pintado unas grandes letras ya desvaídas, que anuncian BEER... más claro agua. Y al lado otra foto de un letrero de enorme tipografía pone: FUMA... y debajo una plantilla de pequeñas letras avisa: “Carteles no”, vaya ¿Cómo se come? Es el humor. Es muy importante tener sentido del humor en esta vida, para no morirse de asco o de pena, nos ayuda, nos une, nos hace falta, nos hace cómplices. Por ejemplo, ese enorme cartel publicitario proclama: HOME... ante un agobiante paisaje de impersonales y asépticos rascacielos de anodinas oficinas... ¡qué locura! Es el sarcasmo. O como esa gran foto de una pareja de espaldas mirando un abierto y noble paisaje, que está encerrado en un patio de humildes vecinos, y reza: CON VISTAS... Es la ironía. A Mike le gusta viajar, de siempre, le gustan los sitios, unos más que otros, me dice, unos le inspiran y otros no, sin saber por qué. Yo intuyo que los que más le gustan son los interiores, los intemporales. Ya no nos gustan aquellas postalitas del National Geographic que antaño nos deslumbraban y que ansiábamos emular, pues descubrimos la farsa andando por el mundo, ¿verdad compañero? Ahora nos interesa desenmascarar esas mentiras. Por eso, has escogido el blanco y negro para expresar tus emociones, para mostrar la verdad que no necesita de adornos técnicos ni bonitos titulares de palabras huecas... Tus fotos no tienen un reclamo, ni un dónde, ni un cuándo, son atmósferas, o sensaciones. Son universales. Sin artificios. Un solitario 2, o una esquinada Z, o dos grandes ventanas con unas letras AX, o un gigantesco mural cortado con las letras


ION, son fotos que dicen lo mismo en todos los idiomas, no quieren decir nada, Mike tampoco, sólo nos lo muestra y que decidamos que nos hacen sentir, ¿qué más da? ¿O acaso pretendemos descifrar lo que dicen los pájaros cuando cantan? No, sólo es el puro deleite lo que nos seduce. A él le sale así, de puro guapo, como los ruiseñores, pájaro de buen agüero. Adoro esta foto, una pared de una casa abandonada con una puerta vacía que se asoma a las rocas, al mar y al cielo luminoso y tranquilo, y arriba en el marco está escrito: “porte ouverte a tous”. ¿No es maravilloso?, ¡qué alegría! Es poesía. Gracias por esta invitación, mágica, certera, que acepto sin pensarlo dos veces. Hay una puerta abierta para todos los que se molesten en mirar en su interior. Sí, amigo, a veces eres rotundo, claro y contundente y otras trazas parábolas que a todos nos incumben, que hay que descubrir irremediablemente. Porque la vida es sagrada. “Me gusta lo minimal”, continúas y salta a la vista, pero que mucho, como esa barquita menuda flotando en un agua en calma, (¿será un lago, o un río, o un estanque, o acaso el mar?) y a su lado otra foto de una solitaria caseta en medio de la nada en un ignoto desierto. Estas imágenes me desconciertan y a la vez me deleitan. Son sensaciones contrapuestas pero complementarias dentro de un mismo círculo, como el yin y el yang que tanto admiras, tu gusto por lo oriental, por el TAO. Así nos lo corroboras en sendos dípticos de este libro. Yo estaba con él cuando hizo las fotos del aspa que indica el cruce de vías del tren. La primera la hizo en una siberiana noche, con trípode (él es un profesional) iluminada por los faros del coche, y la otra a la mañana siguiente cuando nos estába-


mos marchando. Quería completar su círculo: lo oscuro y lo luminoso. Mike nos da pistas continuamente de su naturaleza, de su personalidad; sigo mirando la maqueta que me ha traído de sus fotos, también mínimas, por cierto, 7x5 cms., que no me quejo, que me gusta, pues me agrada abarcarlas todas en mis manos. La sensación de tener imágenes de momentos únicos e íntimos de un apasionado viajero contemporáneo y moderno a la vez, mola. Me produce un repentino desasosiego la foto del retrovisor del coche en medio del desierto, un infinito camino por detrás y un desolador horizonte por delante... lo contrario me hace sentir esa otra del camino que lleva al diminuto faro del fondo, me relaja, me serena. Me despiertan los sentidos. “Según el día ves de una manera o de otra, o hago fotos o no”, dice, “en esta serie he pretendido juntar estados de ánimo, que tengan el mismo feelling”. Y lo consigues, tronco, porque eres sincero, hay verdad en tus fotos, no intentas deslumbrar, ni necesitas ser espectacular, no maquillas. Te salen con el corazón y desde el conocimiento, con oficio y con placer, porque te gusta. También sé que no te gusta fotografiar gente, por educación, por respeto, porque tú mismo eres muy celoso de tu intimidad que no quieres meterte en la de los demás, y esto habla muy bien de ti, de tu talante, aunque muy bien sabemos que lo cortés no quita lo valiente, y si la coyuntura lo requiere, enseñas hasta la polla, con perdón. “Si hay personas es porque ayudan a la composición” zanjas. Así sea. “No sé que quiero transmitir, pero que transmita”, continúas, “he querido hacer una serie que tenga humor, que sea graciosa, divertida, que el espectador participe, que lo sienta...”.


Ética y estética. Dos claves para un buen fotógrafo que se precie. Talento y perseverancia dos cualidades ineludibles para sus resultados. Tú los tienes y los sabes administrar. Te mueves con la misma soltura en el campo o en la urbe, igual nos muestras el Orden que el Caos; espacios abiertos o muros ciegos, porque todo tiene su propia pulsión y tú tienes su melodía en cada momento, son piezas sueltas que conforman una gran obra coherente y armónica. Tus fotos son musicales. Para que sientan los sentidos o padezca el corazón, que nos alegren o nos entristezcan, para comprender o para ponernos en conflicto... para aseverar o intrigar... so mamón, porque quieres hacernos soñar... una vez más... como a mí me pasa con esa joyita de foto, tan simple como un arroyuelo de agua fresca corriendo ligera entre las piedras del lecho fluvial. Se me antoja imaginar el pubis de una ninfa celestial que se ofrece para saciar mi sed, en todos los sentidos... ¡aaahhhh! Cuando llego a la última foto, me corrobora de nuevo tu gusto por lo ZEN, quieres cerrar el círculo donde todo comenzó... Ese muro oscuro de piedra negra dibuja un hueco que se me asemeja a un útero y, a través del cielo, ilumina la escena, al final también la luz, Mike ¡qué maravillosa metáfora! Tú no eres un músico frustrado como me querías hacer creer, eres un gran músico de cámara oscura-luminosa, querido hermano. Lo supe cuando te pregunté como llamarías a esta exquisita serie fotográfica; casi instantáneamente me respondiste: “Hay un tema de Mingus... Yo, cuando soy yo mismo”. Luis Baylón


MIKE’S SONG I can see a self-portrait of Mike in the child walking down the dark corridor towards the light. It’s true, isn’t it? There is light at the end. Hope. The image of the girl, on the half-open door, painting her lips, has the word SER written above it; VICIO1 is missing. It’s the door of the women’s toilet, inviting us to cross the threshold… very suggestive, very mischievous. A light shadow above the metal door of a shop casts the silhouette of a distorted white horse; above it, the photographer has deliberately framed two single and separate syllables: LO and CO2 beggining and end of different words, at the end we have the solution to the riddle: “crazy white horse”. It’s either a secret analogy, or my imagination is playing tricks on me. It’s true though, isn’t it? Mischief. Healthy and perverse at the same time; it’s up to the audience to decide. A cluster of tv aerials against a naked sky; next to it, a second photograph of a large heart made of thin wire, pierced by an arrow. They lean towards each other as if mutually attracted; like an impossible and eternal love story, they seek each other. Yearning. Desire. Mike’s emotions are revealed in his pictures; clearly expressed, without hesitation, full of allusions/meaning/whatever. He simply lets each one of us discover for ourselves the meaning in his

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ser: to be; vício: vice; servicio: toilette lo-co: crazy


images, or let loose our imagination; we are free to do as we please. We can all think and feel what we want to. His pictures also tell us about his tastes; sometimes unmistakeable, sometimes veiled, implied. Take the old brick wall, painted with large letters that are now beginning to fade. They are advertising BEER… crystal clear. Beside it, another photograph reads FUMA3 in huge letters; beneath it, in small letters: “no advertising”. What a contradiction… How are you going to make up your mind? Humour –and it’s very important to have a sense of humour in this life. It keeps us sane, it unites us, we need it, it makes us accomplices–. Take for example, the huge poster proclaiming HOME; behind it, a claustrophobic landscape of aseptic office blocks. Madness! Now there’s irony. Or that great shot of the couple looking out over an open and majestic landscape, enclosed in a humble courtyard where we can read CON VISTAS4. More irony. Mike has always liked to travel. He tells me that he likes some places more than others. Some inspire him, others don’t –for no apparent reason–. I suspect that the places he likes best are the inner, timeless journeys. We no longer like those National Geographic ‘postcards’ that dazzled us once, because we discovered, while walking the world, that they are no more than farce. We are now interested in uncovering those lies. That’s why you chose B/W to express your emotions, to show a truth that has no need of adornment or beautiful, yet empty, words. Your photographs don’t make any claims, it doesn’t matter where or

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fuma: smoke con vistas: with a view


when; they simply create an atmosphere or a mood. They are universal; without pretension. An isolated 2; a cornered in Z; two windows with the letters AX painted, an enormous mural where you can read the letters ION –they are all images that mean the same in any language; they don’t mean anything at all–. Mike doesn’t either. He simply shows us, and then leaves us to decide how we feel. What difference does it make? Do we attempt to interpret what birds are saying when they sing? No, we don’t. We are seduced by pure delight alone. That’s what it is: pure beauty –like the nightingale’s song; a good omen–. I love this photograph. The wall of an abandoned house with an empty doorframe looking out over the rocks, the sea and a luminous, calm sky; above it, written on the frame: “Porte ouverte a tous”. Isn’t it brilliant? What a delight! Pure poetry. Thank you for this magical and kind invitation. I accept without a second thought. There’s an open door for anyone who cares to look inside. Yes, my friend, sometimes you are unambiguous, clear, conclusive; at others, you allude to matters that concern us all, that we inevitably have to discover. Because life is sacred. “I like minimalism”, you continue. That much is obvious. You can see it in the tiny boat floating on calm waters (it might be a lake, a river, or maybe the sea?); beside it, another photograph of a solitary bus-stop in an unknown desert. These images both unsettle and delight me. They evoke contrasting, yet complementary, emotions within the same circle. Like the Yin and Yang you admire so much, your respect for the East and for the Tao. You show us this every time you pair photographs together.


I was with Mike when he took the pictures of the railway crossing sign. He took the first one on a piercingly cold night, lit by the headlights of a car, and using a tripod (he’s a professional, after all!); the other one, the following morning before we left. He wanted to complete the circle: darkness and light. He’s always giving us clues to his nature, to his personality. I keep going back to the photos he brought round –which, by the way, are also minimal: 7x5 cms, not that I’m criticising; I like them like that– being able to hold all of them in my hands –the feeling of having images of unique and intimate moments of a passionate, modern and contemporary traveller feels great–. The photo of the rearview mirror in the middle of the desert fills me with a sense of sudden unease: an endless road behind it, a desolate horizon ahead. I feel totally different when I look at the photo of the road leading to the tiny lighthouse; I feel relaxed, calm. Both wake up my senses. “Depending on the day, you see things one way or another; I either do take pictures, or I don’t”, you say. “In this series of photographs, I have tried to put together states of mind that reflect similar moods”. Well, I’d say that you have achieved it because you are sincere, there’s truth in your photos. You don’t try to impress, you don’t try to be spectacular, you have no need for cosmetics. Your work comes from the heart, and from experience; a vocation and a pleasure –done simply because you like to–. I also know that you don’t like photographing people, out of respect; but also because you jealously guard your own privacy, and don’t want to disturb the privacy of others. This speaks well of you, of your discretion. Not that you let politeness get in the way of the facts. If the situation demands it, you’ll even put your


dick on display (no offence intended)! You claim, “If people are there, it’s because they are part of the composition”. Fine. “I don’t really know what I’m trying to get across”, you continue, “I just know that something will. I’ve tried to put together a series that has humour, that is fun and entertaining, something that will make the audience participate, make them feel something…”. Ethics and aesthetics –key requirements in any serious photographer–. Talent and perseverance –two essential qualities to ensure an outcome–. You have them both, and you know how to use them. You are as much at home out in the country as you are in the city; you show us both order and chaos; open spaces and encumbering walls; everything has its impulse, and you find an incentive in every moment. They are all separate parts of a coherent and harmonious whole. There’s music in your images. Whether they are waking up our senses, or breaking our heart; making us happy, or sad; helping us to understand, or creating conflict; asserting or intriguing, you want to make us dream… once more… the way I do when I see that jewel of a photo –so simple, a stream flowing over a stony river bank–. It reminds me of the pubis of a celestial nymph, offering to quench all my thirsts. When I get to the last photo, it reconfirms the appeal of Zen. You want to complete the circle where it all began. That dark wall of black stone is reminiscent of the womb; behind it, the sky lights up the scene. At the end, there’s light again. What a wonderful metaphor, Mike! You’re not a frustrated musician as you would have me believe. You are a great musician of light and dark. I knew as soon as I asked you what you were going to call this exquisite series of photographs. You answered almost immediately, “There’s a Mingus song... Myself when I am real”. Luis Baylón



FOTOGRAFÍAS



La Habana, 1998


La Barraca, 2001


Valencia, 2001


Valencia, 2002


Club Venus N-332, 2006


St. Aldans, 2003


Mislata, 2002


Sidi Ifni, 2004


Gerona, 1996


Playa as Catedrais, 2002


Favaritx, 2003


Sydenham, 2003


Sidi Ifni, 2002


Larache, 2004


Prat de Cabanes, 2001


Cervera de la Ca単ada (Zaragoza), 2002


Cervera de la Ca単ada (Zaragoza), 2002


Isla de Ngor, 2005


C/ San Bernardo, 2003


La Malvarosa, 2001


Londres, 2003


Portugal, 1998


La Habana, 1998


Valencia, 2001


PalmerĂ­n, 2005


Barcelona, 2005


Londres, 1988


Joal, 2005


Cerca de Akka, 2004


Cerca de Tamegroute, 2004


Menorca, 2003


C/ Mancebos, 2001


Ngor, 2006


Madrid, 2005


Sidi Ifni, 2004


Joal-Fadioud, 2005


Sueca, 2002


C/ Mancebos, 2003


Soria, 2004


Cambridge, 2003


Benidorm, 2001


Sidi Ifni, 2003


Tamegroute, 2004



Este libro se termin贸 de imprimir en mayo de 2007





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