Portraits by Fernando Vicente

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© De la presente edición: Blur Ediciones, S.L. © Texto: Arnal Ballester © Ilustraciones: Fernando Vicente (www.fernandovicente.es • http://fernandovicenteblog.blogspot.com) Edita: Blur Ediciones, S.L. Abtao, 25. Interior. Nave C. 28007 Madrid T 91 434 81 78

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Portraits Fernando Vicente



Supe de Fernando Vicente cuando empezaron a aparecer sus historietas en la revista Madriz a mediados de los 80. Desde entonces han pasado muchas cosas. Por ejemplo que dejó de existir esa publicación fundada por Felipe Hernández Cava, que tanto contribuyó a revolucionar la creación gráfica en nuestro país, y que hoy nos parece impensable el surgimiento de algo equivalente. O que la historieta ya no se llama historieta sino –¡vaya por Dios!– novela gráfica. Y también que la ilustración se ha convertido en un enorme cajón en el que conviven en harmonía narradores de pura cepa y gente con buena mano pero muy poco que decir. En ese tiempo Fernando ha hecho un largo viaje sin dejar de pertenecer al bando de los primeros. Como joven historietista, pagó el natural peaje a las fascinaciones del momento. Sus protagonistas eran héroes melancólicos y perdedores, vestidos con americanas de anchas hombreras, o mujeres estilizadas, fatales o lánguidas, de larga melena ondulada. Hacían honor a la idea de que siempre es mejor el recuerdo de tiempos no vividos. Pero Fernando aportaba un notable dominio del dibujo y mostraba un buen sentido de la narración, cuando tantos de sus colegas se limitaban a administrar un sucinto conocimiento del imaginario vintage y de las películas de serie B. Después del cierre de Madriz le perdí la pista durante mucho tiempo hasta que inició su larga colaboración con Babelia, el suplemento de libros de El País. Era otro Fernando Vicente, que conservaba lo mejor del anterior. En ese nuevo personaje la ingenuidad retro se había convertido en un uso inteligente del archivo visual y la mano, que seguía siendo segura y elegante, era ahora sabia y versátil. Pero lo que más me interesó de sus ilustraciones fue su capacidad de ganar la espalda a los artículos, como hacen los buenos delanteros con los defensas contrarios. Todo ilustrador que haya colaborado con suplementos culturales sabe lo difícil que es enfrentarse una vez sí y otra también a textos romos y rutinarios, pero con aires de trascendencia erudita. La tentación de pasar de todo y limitarse a decorar la página es


enorme, pero los mejores, como Fernando, sacan ideas de donde no las hay y toda su sabiduría gráfica y domino técnico se combinan para llevarnos a las entretelas del tema aunque sea a pesar del autor del texto. Así era y así es con él. Y todavía hay otra característica que le hace singular: su generosidad. El trabajo de un ilustrador en prensa suele ser rápido, incluso cuando su destino es un suplemento semanal o mensual. Pero con Fernando no parece ser así. En la prensa ha ganado terreno la forma de representación más sintética, no sólo como un hecho estilístico sino como un imperativo laboral. Y aunque lleva mucho tiempo armar un sistema expresivo a base de formas o recursos simples pero ricos en significados, cuando se logra, es muy cómodo y adecuado para afrontar las urgencias de las publicaciones periódicas. Sin embargo, el trabajo de Fernando, como el de los buenos clásicos ilustradores norteamericanos, se vale de la lentitud de lo pictórico. Y si en algunos exhibir el oficio es un modo de maquillar la falta de ideas, en Fernando es el medio más lógico de acompañar lo pausado de una buena lectura.Tal vez por esto me resulta difícil pensar en alguien más capaz de establecer una simbiosis con lo literario. Literatura ilustrada es el título de un libro reciente que recopila sus ilustraciones. Es un título especialmente veraz. Tanto como los retratos que se recogen en éste.

Arnal Ballester


I know of Fernando Vicente’s existence since his comic strips began to appear in Madriz magazine in the mid eighties. Many things have happened since. For example Madriz, founded by Felipe Hernández Cava, a publication that revolutionized graphic creation in Spain, disappeared. Today it seems unimaginable for something equivalent to emerge, or that the comic is no longer called a comic but –good God!– Graphic novel. And also that illustration has become a huge container in which through and through storytellers and people with a fine hand but with little to say coexist harmoniously. During this time Fernando has journeyed far but always belonging to that group of fine storytellers. As a young illustrator, he paid toll to the fascination of the era. His protagonists, heroes, were melancholic losers, dressed in jackets with wide shoulders. Women were stylized, fatal or languid with long wavy hair. They did honour to the idea that best are memories of times not lived. But Fernando showed remarkable mastery of drawing and a good sense of narrative, when many of his colleagues limited themselves at administering concise knowledge of imagery vintage and B film series. After the closing of Madriz I lost track of him for a long time until he began his long collaboration with Babelia, the literary supplement of El País. The changed Fernando Vicente, conserved the best of the anterior. In the new character the retro ingenuity of the old had converted into the intelligent use of a visual archive, and his hand that continued to be secure and elegant, was now wise and versatile. But what interested me most of his illustrations was his capacity to gain advantage on the articles, the way a good centre-forward would do with the rival’s defence. Any illustrator that has collaborated on literary supplements knows how difficult it is to time after time having to face dull and unadventurous texts, with an erudite transcendent air. The temptation to not care less and just illustrate the page is enormous, but the best, like Fernando, find ideas where there aren’t any. His entire graphic know- how and technical skills team up to take us to the crux of the matter, sometimes in spite of the text’s author.


That’s how it works and how he does it. Still there is another characteristic that makes him unique: his generosity. The work of a press illustrator tends to be hasty, even when it concerns a weekly or monthly supplement. But Fernando’s work does not show the rush. In the press synthetic representation has won ground, and not only as a style but as a professional imperative. Although it takes a long time to develop an expressive system based on form or simple resources rich in meaning, when one succeeds it is very comfortable and a fit solution to face periodical publishing pressure. However, Fernando’s work truly comes to light, as is the case with classic North American illustrators, with pictorial slowth. And if some use skill to disguise the lack of ideas, Fernando is the logical companion to the tranquillity of a good read. It may be for this reason that I find it hard to think of anyone better fit to reach symbiosis with the literary. Illustrated literature is the title of a recent recompilation of his illustrations. It is particularly accurate, as the portraits in it.

Arnal Ballester


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