Vitálica para web

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VITÁLICA EDICIÓN 01



indice

Canto para enamorar el agua

Página 4

La otra cara del Río Bogotá Página 7

La desgracia de vivir con sed Página 10

La biblioteca del agua Página 16

Por qué el agua embotellada es una locura Página 19

OOHO Página 24

No te adelgaza pero te hace feliz Página 27

Ser flexitariano Página 29



Canto para enamorar al agua A través de 'Conéctor', su proyecto independiente, quiere reivindicar el valor del líquido vital.

De pequeño, Héctor Buitrago no entendía por qué los residentes del barrio Restrepo acudían al canal del río Fucha para arrojar basuras y no para jugar y disfrutar del agua, como lo hacían él y sus amigos. Desde ese momento surgió en el músico una profunda conexión con el agua y la necesidad de generar conciencia en torno a su cuidado. “Tres años atrás navegué por las aguas del río Bogotá y tengo que reconocer que fue una experiencia fuerte y dolorosa confrontar esa realidad: ver un río que en varios tramos parece de metal por su avanzada contaminación; ahí con rmé que hemos sido indiferentes a su agonía”, recuerda. Así surgió Conéctor, un proyecto independiente que a través de la música busca despertar en la gente una conciencia renovada por el cuidado de la naturaleza. El pasado viernes este colectivo se presentó en la biblioteca Servitá, donde los residentes de la localidad tuvieron la posibilidad de vivir una experiencia musical diferente. Con instrumentos traídos de todas las latitudes como el yembe africano, la campana tibetana o el pandero brasilero y cantos inter pretados en lenguas aborígenes o ritmos caribeños de cantaoras, el

público se trasladó a entornos naturales que invitaban a la meditación, pero también a la alegría y el jolgorio. “Con nuestra música queremos reivindicar los sonidos ancestrales que durante siglos se han usado en ceremonias rituales en todo el mundo; también queremos volver a las sonoridades de la montaña, de la selva viva donde el agua brota en abundancia y los animales se hacen sentir”, anota Buitrago. Esa conciencia ambiental que también ha estado muy presente en la propuesta musical de la banda Aterciopelados, integrada por Buitrago, ha llevado a este bogotano a convertirse en un activista, desde la defensa de causas como el Referendo por el agua, o su participación en conversatorios en defensa del medio ambiente, y desde el 2010, en los rituales de canto al agua. Pero esa lucha por convencer a las nuevas generaciones de que los recursos naturales se pueden agotar, también la libra en su entorno más íntimo. Desde su apartamento en Cedritos, incentiva en sus hijos Saramitu y Balan a actividades como el reciclaje y la siembra de árboles. “El cambio es evidente y eso me hace feliz, porque su relación con la naturaleza está basada en el amor y el respeto y fue algo que en mi generación no era tan común”, concluye satisfecho.



La biblioteca del agua Tomado de: Critica Latinoamericana (cl.enovum.net)

Como parte de la exposición Agua: un patrimonio que circula de mano en mano el Banco de la República presentará la Biblioteca del Agua, un proyecto del artista Felipe Arturo que propone etiquetar y organizar diferentes tipos de “aguas” que evidencien la apropiación cultural que se tiene de este líquido. Agua de jamaica, agua medicinal, agua de limón, agua de panela, agua bendita, entre otras, son algunas de las denominaciones que tenemos para nombrar el agua de acuerdo con su color, sabor, utilidad, origen, uso o signi cado. La Biblioteca del Agua estará organizada en varios módulos, el primero de ellos es resultado de la recolección por parte del artista de diferentes tipos de agua, que fueron organizadas en frascos de vidrio –a manera de libros de agua-, etiquetadas y catalogadas según las relaciones que se tienen con el recurso hídrico. En efecto, entender las líneas de continuidad entre territorio y cultura es el motor que impulsa las instalaciones y, en general, el proyecto del artista Felipe Arturo (Bogotá, 1979). Por ejemplo, en “Biblioteca del Agua” (2011), reciente exposición suya en la Biblioteca Luis Angel Arango de Bogotá y que hace parte de una exposición mayor Agua: un patrimonio que circula de mano en mano , el artista construye un archivo a la vez uido y estático, uno

que da cuenta de las diferentes aguas: agua de yerbabuena, agua de panela, agua del río Chicú, agua de coca, etcétera. Ese etcétera, precisamente, es un ejercicio interpretativo que, como toda lectura, pone nombres en sucesión, organiza signi cantes para arrojar diferentes signi cados. El premeditado azar de poner “agua de panela” al lado “agua del río Chicú” apareja el producto cultural del agua de panela —el agua nacional, si en Colombia tenemos una— con un producto que nunca se considera como tal, como “producto”: el agua de un río. Una al lado de la otra —como ocur re con var ias de las líneas de organización de Arturo— propone al río como una construcción cultural y —por ello mismo— como un producto que a la vez produce y es producido por algo así como “la cultura nacional”. Las consecuencias políticas de concebir un río como un producto cultural —el resultado de las interacciones inextricables entre el ambiente y las personas— nos lleva a darle su adecuado grosor a trilladas fórmulas del estilo “estamos hechos de agua” o “el agua es la vida”. Pensar que el agua del río Chicú es tan historizable como el agua de panela es darle un peso especí co que lo convierte en un agente, con el cual, a futuro, será más difícil —o más productivo, depende de las intenciones— maniobrar: o bien para explotarlo, redireccionarlo, desecarlo o preservarlo.


LA DESGRACIA de vivir con sed Fotografías: Alvaro Argüello


No es el fenómeno del Niño ni la sequía. Los niños indígenas de la Guajira se están muriendo de hambre porque la corrupción, la desidia y el olvido han despojado históricamente a estas comunidades del derecho a tener agua. ESPERAR —Doctora, ¿me atiende a mí primero? Mire que mi hijo tiene ebre —dice Patricia Epiayú Ipuana, con el menor de sus tres hijos en brazos. Ella cree que por n llegó un doctor a su ranchería y que voy revisar a su bebé que respira con di cultad y llora sin parar. El niño tiene diecisiete meses y pesa nueve kilos, me dice Dalcia, la líder de Wayabital, una ranchería a veinte minutos de Riohacha, cerca de la carretera que conduce a Santa Marta. _ No soy doctora —le con eso avergonzada—. Solo recojo sus testimonios para ver si les mandan un médico. La cara de esta jovencita –tiene 24 pero aparenta muchos más– deja caer una mueca de desilusión. Pero, acostumbrada como está a esperar, se hace a un lado con su niño en un brazo y una carpeta rosada en el otro. Sigo conversando con Dalcia, la líder. Tiene treinta años y cuatro hijos, todos bajos de peso y con signos de desnutrición. Cuenta que en su comunidad viven unas cien personas, de las cuales sesenta son niños entre cero y doce años. «La mayoría están bajos de peso», dice con certeza. Lo sabe porque hace dos semanas se lo dijeron en una brigada (llevada por la Fundación Juan Felipe Gómez, la Patrulla Aérea Colombiana y varias empresas privadas) que llegó a Riohacha. Ese día subieron a madres e hijos en buses y luego de hacer largas las los revisaron, los midieron y pesaron, les dieron kits nutricionales y les prometieron que alguien los visitaría en sus rancherías para hacerles seguimiento.

Y pensaron que esos éramos nosotros, arijunas (mestizos) que llegaban en camionetas 4X4, con aparatos y cuadernos de apuntes a preguntar por los niños. Y pensaron también que de la camioneta que nos transportó saldrían paquetes con leche, comida, agua y ropa. Tenían la esperanza de que, por n, alguien les cumpliría una promesa. Pero a pesar de la decepción, las pocas mujeres que se enteraron del malentendido se quedaron ahí, resguardándose del sol al medio día debajo de una enr ramada con su recuade muchachitos. Como el día que los llevaron a la br igada y soportaron un día de trajín y muchos de los niños vomitaron porque nunca se habían subido a un bus. Y algunos pasaron el día sin comer, porque no alcanzaron al refrigerio. Para estas mujeres, la vida se ha convertido en una larga espera. Esperar a que llegue un paquete de ayuda; esperar en una larga la en las o cinas de los bancos para reclamar el subsidio de Familias en Acción –$140.000 por cada niño que lleven a control de crecimiento y desarrollo–; esperar –diez días, si están de suerte– a que llegue un carrotanque con agua potable; esperar a que llueva después de año y medio de no ver una gota de agua para volver a sembrar; esperar a que alguien les construya un pozo y un acueducto; esperar a que sus maridos consigan un trabajo; esperar a vender las pocas mochilas que alcanzaron a tejer en medio del ajetreo de cuidar una docena de hijos. Esperar. Con esa misma resignación Patricia esperó, sentada en una silla plástica que alguna vez fue blanca y que


amenaza con dejarla ahí tirada en el piso. Mientras tanto, Dalcia cuenta que solo tiene en control a sus dos hijos menores y que varias veces los ha llevado al médico a Riohacha por diarrea, ebre, infección urinaria o problemas en los pulmones; dijo que algunas veces los tuvo que dejar hospitalizados, pero que es difícil hacerlo porque no tiene plata para los pasajes y la comida. Su español no es muy uido, pero entre el grupo es la que mejor lo habla y ejerce como traductora. «El año pasado no alcanzamos a quedar en el listado del PAN», se queja. Se re ere al Plan de Alimentación y Nutrición de la Guajira, un programa de la gobernación durante el mandato del hoy encarcelado Francisco Gómez, acusado de homicidio y de tener vínculos con bandas cr iminales de narcotrá co y contrabando de gasolina, y que entregaba paquetes alimenticios de cincuenta kilos a 10 300 familias por un año. Un programa que costó 34 000 millones de pesos, y que no alcanzó a llegar a esta ranchería.

un pozo natural del que solían abastecerse y que no existe ya por la larga sequía. Otras, que confían en el Piachi (médico tradicional), creían que se debía al espíritu que se lleva a los niños. Cuando eso sucede, las madres empiezan un trasegar de casa en casa para evitar que sus hijos mueran, pero no siempre logran ponerlos a salvo. Ellas nunca pensaron que la ración diaria de chicha de maíz (en realidad una juagadura hervida del grano) y una única comida, compuesta por arroz y lenteja o fríjol, fuera insu ciente para los niños. Estaban convencidas que eso de comer una sola vez al día, obligados por la falta de alimentos y de agua, era normal. Al n y al cabo, hombres, mujeres, ancianos y niños, viven así hace varios años. Ellos no lo saben pero las cifras o ciales muestran que por cada niño menor de cuatro años que muere por desnutrición, fallece también un anciano.

“Nadie hizo nada. Un diagnóstico de la Defensoría del pueblo en 147 rancherías identificó a 500 niños desnutridos.

El bebé de Patricia vuelve a llorar. Le está suministrando acetaminofén hace tres días. No lo ha llevado al médico, pre ere esperar, como hacen todas las madres. Sacar un niño de esta u otra ranchería requiere de un permiso de la autoridad ancestral y del padre del menor, y además de tener dinero hay que hablar español. Más del 80 % de la población es analfabeta y hay un fuerte choque cultural con médicos que no hablan wayunaiki. Una veintena de niños revolotea, corre, salta. ¿Cómo esos cuerpos tan frágiles pueden soportar 42 grados centígrados? Están extremadamente delgados, sus barrigas protuberantes, la piel reseca y brotada, el pelo ralo y de un rojizo impropio para esta raza de cabellos negrísimos. No hay duda, no hay que ser médico para saber que están desnutridos. Pero ni Patricia ni Delcia, ni Carmen, ninguna de las mujeres de esta comunidad tenía idea del asunto. Veían a sus hijos enfermarse y creían, con mucha razón, que se debía al agua que tomaban del jagüey,

EXIGIR Para llegar a Ichien hay que recorrer veinte minutos desde el casco urbano de Manaure. Una vez deja la carretera asfaltada, el carro debe desviar y buscar una trocha entre el desierto. Es un laberinto intrincado de caminos que solo los wayuu conocen. Por aquí no vienen los funcionarios, dicen nuestros guías. «Las comunidades están tan dispersas que muchas ni se sabe que existen». Hoy, ninguna entidad ha hecho un censo, no se sabe cuántos wayuu hay. Llegamos a la casa de Francisco, la autoridad de la ranchería. Nos atiende Élida Epinayú Uriana, una de las tres mujeres con las que tuvo 32 hijos. Aquí las mujeres paren hasta 18. Los chivos corretean buscando agua. El día anterior a nuestra visita vino el carrotanque que la empresa de acueducto de Manaure les envía cada diez días, si no se va la luz en el pueblo. Antes, hace como un año, la entidad les cobraba hasta $80.000 por un carrotanque de agua, sin contar el ete de $60.000.Y como no tenían recursos, tuvieron que recurrir a


a que Unicef y la Fundación Caminos de Identidad, Fucai, le giraran la plata directamente a la empresa municipal. Cansados de estar pidiendo la plata regalada, las autoridades de once comunidades vecinas se unieron. Algunos viajaron a Bogotá y con la asesoría de Fucai log raron que una comisión del viceministerio de Agua los visitara y viera los jagüeys secos y los pozos sucios de donde, sin distingo, tomaban agua chivos, vacas e indígenas. De tantas reuniones y de tanto presionar, obtuvieron el derecho a tener 7000 litros de agua de manera gratuita. Élida es una de las mujeres que recibió capacitación. Ellas ahora se organizan para saber cuántos niños están enfermos, cuántos sin identi car, cuántas mujeres están embarazadas y cuántos niños están bajos de peso. Hace más de un año, aquí no hay niños desnutridos. Fucai y Unicef hacen visitas periódicas, los pesan y los miden. Esas entidades lograron en esta zona de Manaure lo que no pudo el ICBF con más de ocho mil millones de pesos destinados a programas de nutrición, que según sus estadísticas han cobijado a 37 130 bene ciarios. Ninguno de ellos, al parecer, estaba por estos lados. «Ellos son nuestra semilla. Debemos cuidarlos, son nuestros», dice Élida en un susurro que se pierde con el viento que amenaza con traer unas nubes desde el sur. Mientras teje una mochila, nos cuenta que antes llovía un poco en mayo, que septiembre traía huracanes, y que esas lluvias duraban hasta mediados de diciembre. La comida no faltaba. Ahora se la exigen a las autoridades.

TRABAJAR Matilde no sale de su casa en Riohacha. No quiso acompañarnos por las rancherías a pesar de ser una de las líderes más batalladoras y reconocidas de los wayuu. Teme por su vida. El solo hecho de salir en televisión denunciando que la corrupción y la desidia han impedido que su pueblo tenga algo tan elemental como agua y comida, la ha convertido en un ser incómodo, indeseable. —¿Para quién? —le pregunto. —Hay muchos intereses. Hay mucha gente que no quiere que el indio se organice, que el indio

reclame.


ESPERAR —Doctora, ¿me atiende a mí primero? Mire que mi hijo tiene ebre —dice Patricia Epiayú Ipuana, con el menor de sus tres hijos en brazos. Ella cree que por n llegó un doctor a su ranchería y que voy revisar a su bebé que respira con di cultad y llora sin parar. El niño tiene diecisiete meses y pesa nueve kilos, me dice Dalcia, la líder de Wayabital, una ranchería a veinte minutos de Riohacha, cerca de la carretera que conduce a Santa Marta. _ No soy doctora —le con eso avergonzada—. Solo recojo sus testimonios para ver si les mandan un médico. La cara de esta jovencita –tiene 24 pero aparenta muchos más– deja caer una mueca de desilusión. Pero, acostumbrada como está a esperar, se hace a un lado con su niño en un brazo y una carpeta rosada en el otro. Sigo conversando con Dalcia, la líder. Tiene treinta años y cuatro hijos, todos bajos de peso y con signos de desnutrición. Cuenta que en su comunidad viven unas cien personas, de las cuales sesenta son niños entre cero y doce años. «La mayoría están bajos de peso», dice con certeza. Lo sabe porque hace dos semanas se lo dijeron en una brigada (llevada por la Fundación Juan Felipe Gómez, la Patrulla Aérea Colombiana y varias empresas privadas) que llegó a Riohacha. Ese día subieron a madres e hijos en buses y luego de hacer largas las los revisaron, los midieron y pesaron, les dieron kits nutricionales y les prometieron que alguien los visitaría en sus rancherías para hacerles seguimiento.


é que respira con di cultad y llora sin parar. El niño tiene diecisiete meses y pesa nueve kilos, me dice Dalcia, la líder de Wayabital, una ranchería a veinte minutos de Riohacha, cerca de la carretera que conduce a Santa Marta. —No soy doctora —le con eso avergonzada—. Solo recojo sus testimonios para ver si les mandan un médico. La cara de esta jovencita –tiene 24 pero aparenta muchos más– deja caer una mueca de desilusión. Pero, acostumbrada como está a esperar, se hace a un lado con su niño en un brazo y una carpeta rosada en el otro. Sigo conversando con Dalcia, la líder. Tiene treinta años y cuatro hijos, todos bajos de peso y con signos de desnutrición. Cuenta que en su comunidad viven unas cien personas, de las cuales sesenta son niños entre cero y doce años. «La mayoría están bajos de peso», dice con certeza. Lo sabe porque hace dos semanas se lo dijeron en una brigada (llevada por la Fundación Juan Felipe Gómez, la Patrulla Aérea Colombiana y var ias empresas privadas) que llegó a Riohacha. Ese día subieron a madres e hijos en buses y luego de hacer largas las los revisaron, los midieron y pesaron, les dieron kits nutricionales y les prometieron que alguien los visitaría en sus rancherías para hacerles seguimiento. Y pensaron que esos éramos nosotros, ar ijunas (mestizos) que llegaban en camionetas 4X4, con aparatos y cuadernos de apuntes a preguntar por los niños. Y pensaron también que de la camioneta que nos transportó



OOHO La botella comestible

Los plásticos, muchos de los cuales son botellas de plástico para jugos, gaseosas y sobre todo botellas de agua, han creado un enorme problema de acumulación de desechos en el planeta. Los americanos usan un estimado de 50 billones de botellas desechables anualmente. Estas, a su vez, están hechas de alrededor de 1.5 millones galones de petróleo crudo cada año.

materiales tóxicos que amenazan la biodiversidad de la vida marina del océano. Existen muchos desechos en el fondo océano, y la gran mayoría son plásticos. Como si los desechos en el la super cie no fuesen su cientemente malos.

De un reporte del 2006 del “Programa Ambiental de las Naciones Unidas” (UNEP): Hoy en día, más de 46,000 piezas d e basura plástica se encuentra otando por cada milla cuadrada en el océano. En el océano Pací co se encuentran hasta 6 libras de desechos marinos por cada libra de plancton.

“¿Qué hacer al respecto?” es lo que muchos se preguntan al informarse de las consecuencias causadas por los desechos de plástico y el terrible estado del océano a causa de estos. Pues bien, un reciente invento que consiguió los titulares de publicaciones cientí cas fue una extraña “botella” de agua comestible. Este invento tiene un largo camino que recorrer antes de que pueda ser considerado una solución comercial viable, pero está en proceso.

Por supuesto, estos desechos se encuentran en pequeños pedazos, ya que estos de van descomponiendo. Algunas veces es incluso difícil notarlos desde un barco o un bote. Pero estos pequeños pedazos están compresos de

Actualmente, este invento se encuentra limitado en tamaño y forma — que no tienen forma de botella para nada—, y aún debe resolver la mecánica de sellamiento con algún tipo de tapa o taco


Hasta ahora, las personas que han utilizado el invento han tenido diferentes reacciones. Algunos dicen que es como sostener una medusa, y otros han dicho que les recuerdan implantes de silicona para senos. Suena un poco complicado tomar un sorbo mientras se conduce o monta en cicla, ¿verdad? El contenedor en si es fácilmente comestible e insaborizado. Este fue inspirado por un modelo anterior de contenedores comestibles realizado por un proceso llamado “esferi cación”, una técnica culinaria utilizada por los renombrados chefs españoles Albert y Ferran Adriá. Un grupo de diseñadores liderados por Rodrigo Garcia Gonzales en la Universidad Imperial de Londres han desarrollado lo que ellos llaman la “El contenedor de agua Ooho”, utilizando la “esferi cación” para conseguirlo. En lugar de tomar una botella y después llenarla de agua, Gonzales utiliza un proceso que permite que la botella tome forma a medida que se incorpora alrededor del líquido.

Gonzales y su equipo empezaron con una esfera de agua congelada, después la introdujeron en solución de cloruro de calcio, creando una capa gelatinosa. Después la esfera fue empapada en otra solución hecha de extracto de algas pardas, encapsulando el hielo en una segunda membrana blandita para reforzar la estructura. Entre más tiempo el agua dure dentro de la solución de extracto de alga, más resistente y gruesa se volverá la estructura. Gonzalez señala que “el punto principal de manipular el agua como un sólido [hielo] durante la encapsulación es para lograr conseguir esferas más grandes y permitir que el calcio y el alga se localicen exclusivamente en la membrana”. Finamente, la idea principal de Ooho “es que todos puedan fabr icarlo en sus cocinas, eliminando así el uso permanente de botellas plásticas.” PF, Louis, “Edible water bottles could reduce plastic waste” en http://www.naturalnews.com/045131_plastic_waste_edible_wat er_bottles_pollution.htm (15 mayo 2014)


Por quĂŠ tomar agua embotellada es una locura Por Michael Byrne para Vice Magazine


Si tiene más de 30 años, seguro recuerdas una época sin agua embotellada. El agua embotellada como concepto ha sido visible durante largo tiempo, y muchas historias sobre este fenómeno marcan la introducción de Perrier en 1976 como el génesis de la botella de agua moderna. Sin embargo, no fue sino hasta mediados de los noventa que el agua embotellada se volvió algo de todos los días para el público en general. Aquellos de nosotros que recordamos este periodo tuvimos la suerte de presenciar uno de los eventos más insólitos en la historia del consumidor, cuando la industr ia refresquera entendió cómo vender de forma embotellada algo que la gente ya recibía de modo entubado en sus casas.

Esa última, Evian, es quizá la única de estas marcas signi cativamente distinta al agua de grifo. Y esa diferencia está sólo en el sabor, porque esa es la única diferencia real entre la mayoría de esta agua (el sabor proviene de cantidades casi insigni cantes de minerales/químicos). El agua (dos partes hidrógeno, una parte oxígeno), no cambia mucho mientras siga siendo agua. El agua es agua. En otras palabras, no hay mejor o peor agua, si de lo que estamos hablando es de agua. A menos que bebas del Gran Lago Salado, la composición del agua no varía mucho en términos de lo que el agua hace por tu cuerpo.

No importa si la tomas en una taza de café, un refresco, directamente de un río, o con todo ese uoruro y cloro del suministro municipal; tu cuerpo le Mientras que una botella de sacará provecho en todas sus agua embotellada en EU cuesta presentaciones. De hecho, 1.79 dólares (unos 20 pesos), la un alto porcentaje del agua misma cantidad de agua en el grifo (la cual, al menos en EU, En este caso, el Marketing es igual al que necesitas proviene de tu es de la misma calidad que el flujo interminable de camiones de la comida. Incluso es probable que consumas más agua de agua embotellada) cuesta unos embotelladora en DENVER. la que necesitas, no menos, $ . 0 0 0 6 3 (un centavo suponiendo que tu dieta no consiste de Fritos y mexicano).Y ese es el límite alto del costo por el agua carne seca. municipal. El agua en tu Coca o el agua del río más virgen de una montaña tiene el mismo efecto siológico. Esto Es difícil conocer el momento preciso cuando el ya lo sabes, o deberías, pero la diferencia está en el agua potable regular empezó a competir consigo marketing. Esa es la diferencia en muchas de las cosas misma, pero algunos dicen que fue con la llegada que consumimos, pero alcanza niveles realmente de Aqua na, el gran debut de PepsiCo en el absurdos cuando se trata de vender agua. Existe una mundo del agua embotellada, en 1994. Poco diferencia de 280 mil por ciento entre tu botellita y tiempo después, llegó Dasani, la competencia de el agua del grifo. Coca-Cola, y el agua potable pasó de pozo, a reserva, a artículo de lujo, a una comodidad; También está Nestlé, en el extremo económico del símbolo cultural, artículo de o cina, restaurador mercado de agua embotellada “100% natural”, y que omnipotente de la salud. Después de todo, es el ayuda a ilustrar lo ridículo del agua embotellada en líquido de la vida. Colorado. En este caso, el marketing es igual a un ujo interminable de camiones que se mueven entre Me detuve en el estacionamiento/tienda la otra una serie de pozos y una planta embotelladora en noche, en parte para abastecerme de sus ofertas Denver, a unas tres horas de distancia. Un camión potables. Había una media docena de marcas, y otra llega, carga todo lo que puede, y sigue su camino, media docena de variaciones dentro de esas marcas; remplazado inmediatamente por otro camión vacío, desde la omnipresente Aqua na y Dasani hasta y así constantemente. En el proceso, están drenando Fuji, incluso la vieja Evian. Estas representaban una uno de los acuíferos que alimenta al río Arkansas. tercera parte de las bebidas frías en exhibición.


Nestlé compró los derechos a esta agua del municipio de Aurora, Colorado, un suburbio en Denver. El agua que Nestlé toma del Arkansas es remplazada por el suministro de agua de Aurora, y bombeada hacia el cuerpo de agua, río arriba de los pozos de Nestlé. Entonces, Nestlé toma agua del Arkansas, la transporta, la embotella y la transporta de nuevo a las tiendas. Mientras tanto, devuelve la misma cantidad de agua de un modo menos comercial al río. Tener tierra en el río Arkansas no le da a Nestlé el derecho a extraer millones y millones de litros de él, aunque la tierra esté repleto de acuíferos. Pero la compañía puede comprar millones y millones de litros para reinsertar en el río desde Aurora, el cual, igual que gran parte de Denver, obtiene su agua de una gigantesco proyecto de desviación en las montañas que recolecta agua que de lo contrario acabaría río abajo en el Colorado, y la envía a la ciudad por medio de un acueducto. ¿Adivina qué alimentar al río Colorado? Lo mismo que llena al Arkansas y a sus acuíferos vecinos, así como tu botella de Arrowhead Springs: nieve derretida de precipitación que se origina en algún lugar del pací co. El proceso es éste: la nieve se acumula, se derrite, y cae a través de arroyos y riachuelos; o encuentra un punto suave y permeable, y viaja tierra adentro

hasta caer en un acuífero (básicamente una reserva natural subterránea). La opción del acuífero es enorme en un lugar como Colorado, conocido por poder almacenar agua durante la época de sequías. Extraer agua de un acuífero es un poco peor que insertar un tubo en un río, pues es agotar una fuente de agua, posiblemente nita, de nitivamente local. Este, amigos, es el poder del marketing: esa ilusión de un agua mejorada, a costa de un río semiagotado, desviaciones, excavaciones, y, eventualmente, etiquetas que dicen “pura”. No hace falta decir que un gran número de personas que viven alrededor del pozo de Nestlé no están muy contentos con la idea. Pero la trama se complica. Después de que la ciudad de Aurora remplaza el agua que Nestlé extrae (desviando el agua de otro río que tiene una fuente prácticamente idéntica, sólo que en un punto distinto), esa agua uye unos 230 kilómetros a través del cañón Bighorn Sheep yel Royal Gorge. Eventualmente, se encuentra con la primera parte del segundo proyecto de desviación más grande del estado, el cual recolecta y envía agua a los centros urbanos al sur de Colorado, como Colorado Springs y Pueblo, junto con las granjas y plantas de engordadoras en las planicies al este del estado. En Colorado Springs pasé buena parte de mi infancia tomando el agua pura de Nestlé por un diminuta fracción del costo actual.


El ujo actual del río, uno de los más importante para la supervivencia del estado, no debería ser perturbado con la extracción del acuífero (al que Nestlé insiste en referirse como manantial, aunque tendría que ser un manantial de proporciones inmensas; hay un manantial involucrado, pero Nestlé recibe mucha ayuda para mover el agua río arriba). Como Sarah Olson, productora del documental “Tapped” señala, Nestlé tiene una historia de bombear más agua de la que sus permisos condonan. “Cada situación es diferente, pero muchas de las cosas en los acuerdos entre Nestlé y cualquier comunidad son difíciles de monitorear para la comunidad”, dijo al Colorado Independent. "Una vez que se rman los acuerdos y Nestlé comienza a bombear agua, es muy fácil que Nestlé se aproveche de la gente y es muy difícil detenerlo”. Una vocera de Nestlé, Catherine Herter dijo al Independent que la compañía goza de una buena relación con la comunidad del condado de Chaffee. La semana pasada la compañía, la cual aceptó 44 condiciones como parte de su permiso, emitió su reporte 2013 "Crear Valor Compartido", el cual se enfoca en la e ciencia hídrica y “prácticas de manejo sustentable del agua”. Como una compañía de recursos naturales, nuestro negocio depende de nuestro compromiso con la conservación ambiental”, dijo Heidi Paul, vicepresidente ejecutiva de Asuntos Corporativos de Nestlé. En enero de 2009, un reporte del condado nanciado por Nestlé como parte del proceso para sus permisos, encontró que la a rmación de Nestlé de que el proyecto no tendría “ningún impacto dañino” en los animales y plantas terrestres y acuáticos no estaba respaldada por la ciencia. En julio de ese año, el autor del reporte, la ecólogo de la Universidad del Estado de Colorado, Delia Malone, escribió una carta pública a la compañía, argumentando que, contrario a lo que decía Nestlé, la extracción de agua durante una sequía podría agotar el acuífero y secar los pozos aledaños. También criticó a la compañía por no considerar las tendencias del cambio climático al estudiar la fauna, los humedales y le ecología de largo plazo del acuífero. Nestlé desestimó el reporte como “no basado en evidencia cientí ca”.

Si la operación de Nestlé en Colorado no te parece completamente absurda, ya puedes dejar de leer. De lo contrario, toma en cuenta que el CEO de Nestlé, Paul Bulcke, es la persona que alguna vez dijera que el agua no es un derecho humano esencial, y que debería ser privatizada. (Para ser justo, esa es una declaración de hace ocho años que


Bulcke y Nestlé han refutado fervientemente). Es una idea mucha más extraña y repulsiva que cualquiera de las que Monsanto ha hecho sobre la propiedad de las semillas. Dos hidrógenos y un oxígeno. Los embotelladores de agua realmente quieren que pienses que se trata de un compuesto especial, hecho con piedras mágicas, y no el resultado de una red global de ciclos que mueven el agua del mar al cielo al suelo al mar, y así una y otra vez, con algunos puntos de descanso en acuíferos subterráneos y congeladores del 7eleven. (También quieren hacerte pensar que el agua de tu grifo debe ser asqueroso porque es prácticamente gratis, pero dejemos eso para otro día). El agua del grifo es tratada usando prácticamente el mismo proceso de ltración que usan las embotelladoras; se agrega cloro para matar las bacterias. A menos que seas una bacteria, este cloro no te hará ningún daño, al menos no en las cantidades usadas en el agua potable, pero si eres súper paranoico y crees que las grandes clorinadoras están coludidas con el gobierno para producirte algún tipo de cáncer, entonces puedes deshacerte de él usando un simple ltro. La ubicación especí ca de los acuíferos en las montañas de Colorado no tiene mucho que ver con el método para eliminar las bacterias en tu agua, ya sea con luz ultravioleta o, a la antigua, con un coctel de químicos. Idealmente, no tendríamos porque preocuparnos por las bacterias en nuestra agua, pero hay demasiada caca en el mundo. El hecho de que sea uno de los ingredientes clave para la vida en la Tierra me parece razón su ciente para llamar a esos dos hidrógenos y un oxígeno un derecho. Pero Bulcke ni siquiera tiene que argumentar que el agua debería ser privatizada. En cierto modo, los consumidores se han encargado de justi carlo, permitiendo que el agua se convierta en un fenómeno global para una clase consumidora sedienta, con sus mostradores uorescentes en las tiendas de cualquier lugar. Mientras tanto, los acuíferos se están secando, rápido; en EU, los niveles del agua subterránea caen más rápido que en cualquier otro momento del último siglo. La contaminación afecta nuestras fuentes naturales. En otros lugares, las peleas por el agua pueden parecer mucho más brutales que un intercambio de palabras altisonantes en el ayuntamiento. Ganar la guerra por el agua, la cual será entre países pero, aún más, contra las ganancias, involucrará empezar desde la simple y absurda suposición de que el agua es algo por lo que debemos pagar, y no sólo con dinero. michaelb@motherboard.tv


LA OTRA CARA DEL RIO BOGOTÁ fOTOGRAFía: Sebastián Restrepo Calle y Luis Alejandro Bernal Romero



Alejese por un momento del sueño rolo de las vacaciones en Cartagena, este increíble lugar cosmogónico lo invita a conocer el nacimiento del agua viviendo una experiencia llena de eso... Vida. En medio del silencio y del verde de las montañas del municipio de Villapinzón se esconde, temeroso, el nacimiento del río Bogotá, pues tan solo a 12 kilómetros sus aguas se empiezan a contaminar. Alrededor de esta fábrica de agua lo único que se escucha es el rugir de los vientos gélidos del páramo de la laguna de 'Guacheneque', en donde el agua alcanza una pureza del 91 por ciento, según estudios de la Universidad Distrital. Uno de ellos son las cristalinas aguas del pozo de 'La Nutria', en el que los más entusiastas se sumergen y se empapan de alegría. Y es que no es para menos, pues la cascada tiene al menos 10 metros de altura, lo que enaltece el paisaje. A esta maravilla se le suma una laguna que tiene la forma del mapa de Colombia, la cual cautiva la atención de los visitantes.

El camino sólo se puede realizar con previa autorización de ingreso en la reserva natural de Guacheneque. Se debe reservar un guía local o ir allí como parte de un tour organizado. El lugar se encuentra a poco menos de 1 hora y 30 minutos minutos de Bogotá, así que puede llevar un día completo ir y volver. Parte del viaje podría incluir una parada para desayunar en Briceño, en Tocancipá, o un almuerzo en Villapinzón. La caminata hacia el nacimiento del río es relativamente fácil, sólo relativamente ya que se lleva a cabo a 2.500 metros sobre el nivel del mar. La subida hasta el Pozo Nutria es más complicada y arriesgada, por lo que aquellos que no se sientan con energías después de la caminata inicial o le tengan miedo a las alturas podrían pasarla por alto.

¿Cómo llegar? El recorrido para esta caminata (aproximadamente 2 horas y media de duración) se inicia en el municipio de Villapinzón, a casi dos horas de Bogotá. Donde se halla este letrero se inicia el recorrido, que nos indica que nos faltan 16 kilómetros para llegar a nuestro destino, llamado comúnmente la Laguna del Mapa. El letrero. Justo en su posición se ubica el inicio del camino. Una vez en el camino el recorrido es sencillo. Se trata de seguir siempre el camino principal, excepto por un atajo que, si se quiere, se puede tomar para ahorrar tiempo. Si no, seguir el camino principal. Habrá algunos caminos que parecerían ser principales pero se trata de caminos que llevan a ncas. Eso es detectable fácilmente.


Precios La entrada al Parque es de 4.700 pesos por persona. El precio del guía es de 35.000 pesos por el día. La caminata por el páramo en la reserva natural de Guacheneque es una experiencia deslumbrante en la cual se puede disfrutar de un singular ecosistema y hermosos paisajes, sin embargo, no todo es ‘color de rosa’, pues las transparentes aguas del nacimiento se oscurecen a través de los 380 kilómetros que tiene el a uente emblema de la capital. El río posee una longitud total de 380km y una super cie de cuenca de 6.000 km2 con un caudal promedio de 27 m3/s. En la cuenca alta el río Bogotá tiene un caudal de 10 m3/s y recorre las provincias de Almeidas y Sabana Centro. Su cauce atraviesa los municipios de Villapinzón, Chocontá, Suesca, Sesquilé, Gachancipá, Tocancipá, Cajicá y Chía. Desde su nacimiento el río Bogotá recibe la descarga de contaminantes orgánicos y químicos resultado de la ocupación humana , de los vertimientos industr iales y de la sobre explotación agricola y pecuaria de la Sabana. En la cuenca media el río Bogotá registra un caudal de 22 m3/s y tiene como principales a uentes al rio Juan amarillo (salitre),Fucha y Tunjuelito. Después de cruzar el Distrito Capital, el rio Bogotá presenta considerables niveles de contaminación por descargas de aguas negras e industriales. La

cuenca baja del río Bogotá pasa por los municipios de San Antonio del Tequendama, Tena, La Mesa, El Colegio, Anapoima, Tocaima, Agua de Dios, Ricaurte y Girardot. El río Bogotá desemboca a la altura de este último a 289 m.s.n.m en el río Magdalena y es su pr incipal fuente de contaminación. Sus niveles de contaminación principalmente en materiales sólidos pueden alcanzar hasta los 400mg/L y existe una alta presencia de metales pesados como el Cadmio, Cromo, Mercurio, Zinc, Arsénico y Plomo, entre otros. El río Bogotá es la fuente hídrica de la sabana de Bogotá y recibe desechos humanos de los habitantes de Bogotá y los municipios de la Sabana, aparte de los creados por las curtiembres. Las intervenciones antrópicas han causado que el río sea un problema para los habitantes aledaños al río ya que este causa malos olores y inunda las tierras del cultivos lo cual causa millonarias pérdidas. Además los pueblos dependientes del río tienen poblaciones no informadas de su nivel de contaminación. Esta contaminación vuelve inútil el agua para labores económicas y personales (tales cuales como higiene personal y consumo). Las aguas residuales producen desoxigenación. La creciente actividad industrial de los municipios de la Sabana introduce una alta cuota de contaminación y en su paso por Bogotá recibe los desechos orgánicos. Desde la desembocadura de Juan Amarillo hasta el salto de Tequendama el río es un río muerto pues no posee vida macrobiótica.




“El río Bogotá nace y muere en Villapinzón”, dijo Vidal González, guardabosques de la reserva. Frente a este panorama, biólogos de la Universidad del Bosque adelantan jornadas de sensibilización en el municipio de Chocontá para que los habitantes conserven el a uente De acuerdo con Clara Santafé, directora del programa de biología, con las capacitaciones ha disminuido el vertimiento de productos químicos en los cultivos y ha aumentado el uso de pozos sépticos, con el n de que las contaminadas aguas no terminen en el río Bogotá.

Más fotos en: flickr.com

Hace 50 años había nutrias y venados de cola blanca en los alrededores del nacimiento del río Bogotá. Sin embargo, la contaminación y las actividades agropecuarias fueron disminuyendo la fauna y la ora en el sector. Al parecer, lo mismo está ocurriendo en la quebrada el Tejar, del municipio de Chocontá. De acuerdo con biólogos de la Universidad del Bosque en la quebrada hay peces pero a tan solo dos kilómetros estas especies desaparecen por la contaminación que ocasionan las curtiembres.


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