Autor: DESHECHO URBANO
Lima, Perú octubre del 2016
EL CASO DE LAS PINTAS AL MONUMENTO DE CRISTÓBAL COLÓN EN LIMA Reflexiones sobre el espacio público y la responsabilidad de los actores urbanos
La semana que coincidió con la conmemoración por el denominado “Día de los Pueblos originarios y del diálogo Intercultural”, medios de prensa escrita denunciaron la existencia de unas pintas hechas en el monumento al navegante genovés, ubicado en Paseo Colón. El hecho, como era de esperarse, generó indignación entre muchos y conllevó a plantear hipótesis sobre lo acontecido, así como a ensayar discursos, algunos mejor fundados que otros. Por otro lado, pese a que en primera instancia el hecho parece reducirse a un mero acto vandálico, nos resulta pertinente para debatir sobre conceptos fundamentales ligados a la vida en la ciudad. No es, evidentemente, la primera vez que ocurren actos semejantes en la ciudad1. Tampoco es que nos suceda por nuestra condición de latinoamericanos, como alguien podría argumentar; por ejemplo, en mayo del 2015 Jan Eliasson (vicesecretario general de la Unesco), refiriéndose al caso de Irak, denunciaba la destrucción deliberada del patrimonio como una manifestación sin sentido de extremismo violento2. Una lectura aparente de los hechos nos puede sugerir que al citar el caso iraquí estamos cayendo en una exageración; sin embargo, además de las razones políticas y económicas específicas que motivan el conflicto en esa parte de mundo, podemos señalar que en cualquier caso hay que buscar las causas de la acción o inacción sobre el entorno material en la política. La arquitectura, así como el atentado contra ésta, termina siendo reflejo de motivaciones aún más generales y profundas que los objetos arquitectónicos en sí mismos. Podría resultar improductivo e impreciso referirnos a la dimensión política de los hechos, considerando que, por nuestra condición de arquitectos, estudiantes o interesados en el quehacer y la disciplina, estamos más deliberadamente involucrados con la dimensión material, concreta y tangible de las cosas. Lo anterior es más un mito que una necesaria delimitación de los objetos de estudio en las disciplinas que construyen el saber universal. Caemos en cuenta de nuestra inevitable relación con la política cuando entendemos que ésta es el arte de afrontar o bien rehuir los problemas sociales, vale decir los problemas que exceden las dificultades puramente personales.3 Lo sucedido hace unas semanas con el monumento a Cristóbal Colón, si bien se ha dado en un contexto específico, nos sirve para dilucidar sobre el hecho en sí mismo y sobre las connotaciones e ideas que se le pueden asociar:
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Sobre las evidencias de los sistemáticos atentados contra el ornamento público se recomienda visitar la página: http://alertapatrimonio.blogspot.pe/ o simplemente salir a caminar en busca de evidencias, lamentablemente no tardaremos en hallarlas. 2 Fuente: Centro de Investigaciones de la ONU (www.un.org) 3 BUNGE, Mario (2009) Filosofía Política. Solidaridad, cooperación y democracia integral. Barcelona: Gedisa. (p.24)
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1) El uso del espacio público, así como de los elementos que lo conforman, implica derechos y deberes entre quienes lo usan y entre éstos y el espacio público. En pocas palabras, el derecho a hacer uso del espacio va asociado al deber de protegerlo4. El deber mencionado, lejos de ser una responsabilidad exclusiva de las autoridades (Municipalidad de Lima) es un compromiso de todos los que hacemos uso del espacio. 2) El valor de los elementos que conforman la ciudad está asociado a su poder para fortalecer la identidad del colectivo en torno a principios que hagan posible la vida en la ciudad; en tal sentido ¿qué valor tienen actualmente los monumentos en la ciudad? ¿son únicamente piezas artísticas que carecen de valor? 3) Existen diversas formas de atentar contra el espacio público, las cuales dependen de la acción o inacción de los actores urbanos. Realizar pintas sobre un objeto en particular constituye tan solo un ejemplo. 4) Si bien a cada generación le compete darle un significado a su entorno y, en efecto, lo hace ¿es pertinente que, puesto que nunca existe una idea general que abarque todas las opiniones particulares, un grupo en particular y sin ningún tipo de consenso atente contra el espacio público o alguno de sus elementos? ¿las ideas de quién o quiénes deben prevalecer en la construcción (o destrucción) del espacio público? 5) Considerando las posibles causas que motivaron a quienes hicieron las pintas: expresar inconformidad y rechazo hacia lo que significó la llegada de los españoles y la posterior conquista ¿Cuán útil resulta hacer pintas en un objeto para las causas propuestas? El espacio público Lo que define a un espacio es la naturaleza de su uso, vale decir su accesibilidad. En resumidas cuentas, si para hacer uso de un espacio es necesario pagar o tener el consentimiento de alguien más o si dicho espacio tiene horarios restringidos de acceso, estamos hablando de un espacio privado5. Aquí deshacemos el mito de lo semipúblico y lo semiprivado, precisamente porque lo consideramos un obstáculo para el entendimiento real de las responsabilidades y sobre quienes recaen éstas cuando nos referimos a un espacio en particular6.
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Nótese que se ha preferido el verbo protegerlo y no el verbo conservarlo, ello porque entendemos el segundo como un verbo que podría implicar una posición estática que considera que el espacio público es una cosa acabada e inmutable que es necesario únicamente conservar y quizás ya no tanto intervenir. Por otro lado, el primer verbo sugiere que el espacio público, por su condición de que debe ser útil para el colectivo, debe ser un espacio dinámico, receptivo a intervenciones y trasformaciones pertinentes. 5 El acceso al espacio está determinado por el contexto socioeconómico [revisar BORIE, Alain; MICHELONI, Pierre y PINON, Pierre. (2008) Forma y deformación de los objetos arquitectónicos y urbanos. Traducción José Ramón Alonso Pereira. Barcelona: Editorial Reverté SA. (p.23)] y por el contexto político [revisar RODRIGUES, Jacinto (1979) Urbanismo y revolución. Versión castellana de José Ignacio Allendesalazar Ormaechea. Madrid: Editorial H. Blume (p.11)] 6 El gran problema que suscitan los conceptos mencionados es que crean una confusión sobre los deberes y derechos de los actores urbanos respecto a la ciudad. Estos espacios híbridos, puesto que tienen un acceso controlado y no puede ser usados por todos por igual, establecen de saque su condición de exclusividad. El acceso público es tan solo aparente.
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En lo anterior queda esbozado el derecho al uso como lo fundamental en el espacio público; sin embargo, falta aún señalar la dimensión deontológica que conlleva tal derecho: el deber de proteger el espacio. Definitivamente cualquier cosa de la que hagamos un uso constante sin prever su cuidado terminará por echarse a perder; por lo tanto, es necesario indicar no solo el derecho que supone el acceso a los espacios públicos sino también los deberes que tal derecho supone. Las responsabilidades La responsabilidad que se suscita en cualquier espacio público (EP) es dual: es para con los otros individuos que hacen uso del mismo y hacia los elementos que conforman el espacio. La primera podría resultar más evidente que la segunda, porque su incumplimiento sugiere violentar directamente contra otro ser humano, mientras que la segunda consiste en atentar también contra otros individuos, aunque de manera indirecta. Alguien podría preguntarse de qué manera quitar los pernos de una banca o robar los focos de una farola pueden afectar a otro, la respuesta es sencilla en ambos casos. Hablando en términos cuantificables, se trata de atentar contra la comodidad de los usuarios, reduciendo la resistencia física de la banca en el primer caso y la cantidad de lúmenes en el segundo. En los espacios públicos hay, también, en términos generales, dos tipos de actores urbanos: los que hacen uso del espacio (UP) y los que lo han puesto a disposición el público (DP). Las responsabilidades de los primeros han quedado definidas en el párrafo anterior; ahora, las responsabilidades de los segundos, debido a que son quienes disponen de medios concretos para la intervención (equipo de técnicos y planificadores, herramientas y maquinarias, contacto directo con empresas proveedoras), deberían estar destinadas a proteger, construir o destruir, según sea el caso. Es así que, la gran diferencia entre estos dos tipos de actores que hemos definido radica en la magnitud de su intervención. Por ejemplo: Los UP pueden y deben preocuparse por mantener limpio el EP, denunciar el olvido de los DP y hasta proponer intervenciones en el EP; por otro lado los DP deben proveer de equipamiento urbano adecuado y en óptimas condiciones, recoger las sugerencias de los UP y canalizar debidamente los recursos económicos. La calidad de un espacio público radica, en última instancia, en el compromiso entre los actores urbanos, dispuestos cada uno a asumir su responsabilidad (deber) para hacer uso del espacio público (derecho). La identidad “Los usuarios aunque estén contentos con su vivienda, con frecuencia no se identifican con el lugar en que viven, por lo que no lo cuidan, lo vandalizan y lo van deteriorando hasta convertirlo en un basurero”7.
Lo fundamental para el cumplimiento de las responsabilidades es la identificación de los actores urbanos con el EP. Los actores urbanos se comprometen más en los proyectos
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BAZANT, Jan (1995) Manual de criterios de diseño urbano. México: Editorial Trillas. (p.31)
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con los que se sienten más identificados y en los que consideran que está en juego algo que consideran como propio8. Po otro lado, para evitar que los proyectos urbanos, específicamente los abocados a la construcción de espacios públicos, terminen siendo destruidos por los mismos usuarios, el profesor Jan Bazant sugiere que se estudien antes los patrones de interacción social de los usuarios9. Es preciso señalar que la relación consiste más en una osmosis mutuamente determinante que en una condición unidireccional; a saber, los actores urbanos confieren valor al espacio público con el que se identifican, así como los elementos10 del mismo ayudan a mantener la identidad o a construir nuevas identidades en los grupos sociales11. La actitud contestataria Frente al espacio público y ante cualquier hecho pueden surgir tres tipos de respuesta, dos de ellas vinculadas a la acción: el rechazo (a través de: posiciones críticas abiertas al debate, actos que atentan contra la integridad de un espacio determinado o de una suma de ambos), la aprobación (a través de la defensa y protección de los espacios y las propuestas que se consideran apropiadas) y otra vinculada a la inacción (la indiferencia frente a cualquier acontecimiento que tome lugar en el EP)12. En los dos primeros casos podemos advertir que aún existe una vinculación con la idea de identidad, en el primer caso se puede tratar de un rechazo que señala la posibilidad de que se construyan espacios más coherente con las necesidades de los actores urbanos (el rechazo debería estar fundado en el conocimiento de lo que sí sería apropiado, el rechazo por el rechazo es tan vacuo e inútil como la inacción), mientras que, en el segundo caso, podemos hablar de una aprobación basada en la creencia fundada de que para la construcción de un determinado espacio se han estudiado debidamente los patrones de interacción social y, por tanto, es coherente con las necesidades de los actores urbanos. Por otro lado, en el tercer caso (la inacción) no podemos hablar de una identidad consciente o manifiesta, debido a que se caracteriza por el abandono de compromisos, A pesar de lo que en economía se conoce como “La tragedia de los comunes”, el sentido de pertenencia y de identificación con los espacios públicos es capaz de trascender el puro egoísmo y la indiferencia. Al respecto revisar BUNGE, Mario. Ob. Cit. (p.154-155) 9 BAZANT, Jan. (Ob. Cit.) 10 Dentro de los elementos formales del espacio urbano tenemos: el pavimento, el cielo y las edificaciones envolventes. Bazant, Jan. Espacios urbanos: Historia, teoría y diseño. Editorial Limusa, México ,2008. (p.61) 11 Sobre cómo pueden los elementos del espacio público influir en la identidad de los grupos sociales, leer SOROKIN, Pitirim (1969) Sociedad, cultura y personalidad. Su estructura y su dinámica. Traducción de Aníbal Del Campo. Madrid: Editorial Aguilar. 12 Sin embargo, en los tres casos, los actores urbanos no dejan de ser partícipes de la construcción del EP. “Un ser humano no tiene el espacio ante y alrededor de él-el espacio de su sociedad-como un cuadro, un espectáculo o un espejo. Sabe que tiene un espacio y que está en ese espacio. No disfruta solo de una visión, de una contemplación o de un espectáculo: actúa y se sitúa en el espacio como partícipe activo.” LEFEBVRE, Henri (2013) La producción del espacio. Madrid: Capitán Swing (p.331) 8
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o su transferencia a terceros. Suele ser una resignación que enajena al hombre de su fuerza para transformar su entorno. La actitud contestataria de los actores urbanos hacia los elementos de un espacio público estaría dentro del primer tipo de respuesta, porque cuestiona y pone en crisis el valor de un EP específico. Al respecto, cabe reincidir en la diferencia que existe entre tener una posición crítica frente a los valores o la historia que evoca un determinado EP y consumar la misma con actos vandálicos. Los actos vandálicos Los actos que aquí se consideran como vandálicos, son aquellos que atentan contra la integridad del espacio público de manera concreta en acciones como: la apropiación ilícita de cualquier elemento, la destrucción o alteración (parcial o total) de los mismos y la agresión de un individuo o grupo de individuos contra otro u otros individuos. Estos actos pueden ser considerados como una respuesta en forma de rechazo hacia las connotaciones que promueve algún espacio público determinado o hacia el estado actual de la sociedad; sin embargo, a diferencia de la respuesta que parte de una posición crítica fundada, ésta es muchas veces producto de un comportamiento antisocial más que de otra cosa. Por otro lado, tampoco queremos defender los actos vandálicos que aparentemente son consumados bajo una reflexión o una ideología13. La posición crítica no tendría por qué devenir en acciones violentas, puesto que son precisamente este tipo de acciones las que muchas de aquellas ideologías condenan. La reflexión únicamente es útil cuando tiene fines pro-sociales, aquéllas que sirven para hacer apología a actos violentos son, ciertamente, repudiables, engañosas y hasta inconsecuentes14. Las pintas como medio de expresión Las pintas son un medio de expresión y no siempre constituyen un acto vandálico, en el sentido que no siempre perjudican directa o indirectamente a los actores urbanos. En algunos casos se trata de gráficos o frases que hacen un llamado a la reflexión. Además, la práctica de éstas siempre tendrá una aprobación mayor cuando se realice previa consulta con aquellos a los que le pertenecen los paramentos sobre los que se tiene pensado hacer la pinta15. Así mismo, es posible establecer una clasificación entre las pintas que se ven en nuestras calles, de acuerdo a su mensaje y los medios que utiliza16. Tenemos las pintas en las que únicamente se hacen trazos al azar, pintas en las que se resalta alguna frase y las intervenciones artísticas.
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Respecto al tema de la ideología, revisar BUNGE, Mario. Ob. Cit. (Cap. 4 p.201-256) “Los realistas deben proponerse un objetivo más modesto: contener las acciones antisociales. (…) una acción es socialmente aceptable si beneficia a la mayoría de las personas, aun cuando incomode a los individuos o grupos antisociales”. BUNGE, Mario. Ob. Cit. (p.81). 15 Evidentemente, en muchos casos, gran parte de la práctica de las pintas parece tener que darse en una atmósfera ilícita, buscando de tal modo que el impacto sea aún mayor. 16 Aquí únicamente se han considerado aquellas que se han hecho en beneficio o detrimento de un interés colectivo. No se han tomado en cuenta las pintas que evidencian intereses personales o de una pareja de individuos. 14
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Trazos al azar En este tipo de pintas no se destaca ningún elemento en particular, se trata en la mayoría de las veces de trazos que resultan ilegibles y carentes de algún significado inmediato y autónomo. Resultan más o menos definidas cuando van asociadas a alguna otra imagen o referencia material.
Fotografía 1: Pinta sobre mosaico de Chabuca Granda. Lima. Fuente: mperu21.pe (febrero 2014)
Fotografía 2: Pintas en Edificio Colón. Lima. Fuente: canaln.pe (2015)
Frase Se caracteriza por un mensaje explícito y directo. Podemos considerar aquí las pintas que suelen hacer los partidos políticos para las campañas electorales y aquellas que realizan agrupaciones independientes o individuos particulares para hacer llamados referidos a temas diversos como: nuestra condición política, la desaprobación de una gestión municipal, en contra de la discriminación o en contra de algún tratado económico como el TPP, por ejemplo.
Fotografía 4: Pinta contra el borrado de murales. Lima. Fuente: elcomercio.pe (2015)
Fotografía 3: Pintas del partido Alianza para el Progreso. V.M.T. Fuente: www.americatv.com.pe (2016)
Fotografía 5: Frase poética. Fuente: Facebook de Acción Poética Lima
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Intervenciones artísticas Son también conocidas como murales. En este tipo de pintas se destaca un valor artístico, identificado por la variedad de colores y formas, así como por su alusión a un tema específico y reconocible.
Fotografía 6: Joven. Autor: JADE. Barranco. Fuente: streetartnews.net (2015)
Fotografía 7: Chabuca Granda. Autor: Elliot Túpac. Lima. Fuente: Larepublica.pe (2015)
El caso específico de las pintas en el monumento a Colón
Fotografía 8: Pintas en monumento a Cristóbal Colón. Fuente: exitosanoticias.pe (15 de octubre del 2016)
El caso en cuestión no se caracteriza tanto por la pinta propiamente dicha como por la connotación que mantiene. Siendo objetivos, lo que se puede identificar en el monumento son unas manchas de color rojo, que, de no haber sido realizadas días cercanos al 12 de octubre, posiblemente no tendrían un sustrato más trascendental que el ligado al vandalismo. La relación que el suceso guarda con la fecha mencionada sugiere que el mismo pudo llevarse a cabo por motivos políticos, en rechazo de la conmemoración de un hecho que se considera deleznable. Si asumimos lo anterior, podemos, además, pensar que las 7
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pintas son realmente manchas que hacen alusión a la violencia que todo el proceso de colonización trajo consigo, para que, finalmente, se impongan la corona española en estas tierras. Siendo rigurosos, mientras no exista una manifestación de los involucrados en el acto acerca de sus motivaciones reales, únicamente nos queda establecer hipótesis. Adoptar una posición de rechazo y crítica del hecho histórico que se ha mencionado es totalmente válido17. Existen razones diversas para sostener que el proceso de colonización significó la llegada de males endémicos de los que aún sufrimos sus estragos, entre ellos: la transformación de una economía socialista en una de tipo feudal, el sistema abrumador de trabajos forzados, el estado de servidumbre, la pérdida de tierras como causa de la disolución material y moral del indio, etc.18 Por otro lado, una negación radical del pasado19 nos conduciría a negarnos a nosotros mismos, puesto que somos fruto del mestizaje entre la cultura española y la indígena. Así como existen razones para renegar del sometimiento español, tenemos razones para reconocer que dicho proceso nos ha permitido una mayor integración con el mundo. Si bien es cierto, no hemos podido estar a la vanguardia, aquello es más por malos manejos de los que han tenido la oportunidad de planificar la ciudad y el país en general, así como por los intereses económicos y políticos disfrazados con asistencialismo, conservadurismo y lucha contra el terror. Debemos recordar, además, que los hechos del presente pueden únicamente incidir en el presente o, en el mejor de los casos, transformar lo que podría ser una futura hecatombe. En ningún caso, bajo ninguna circunstancia, los hechos del presente podrán corregir los hechos del pasado20.
Fotografía 9: Monumento con pintas. Fuente: peru21.pe (octubre 2016)
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Al respecto RODRIGUES, Jacinto (Ob. Cit.) ha señalado que los países de economía dominada (en vías de desarrollo) “son los que teóricamente han tenido las mejores oportunidades-fundamentalmente por el hecho de tener un menor “patrimonio” que reconvertirpara poder comprometerse en una estrategia de desarrollo radicalmente diferente (…)” (p.15) 18 MARIÁTEGUI, José Carlos (1928) Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Amauta. (p. 14, 45-47) 19 Precisamente, la ONU ha denunciado la destrucción deliberada del patrimonio histórico en Irak como un “extremismo violento que intenta destruir el presente, el pasado y el futuro de la civilización” (Jan Eliasson-Vicesecretario general de la ONU). Definitivamente existe una distancia que debemos salvar entre el caso limeño aquí tratado con lo que ocurre en la cuna de la civilización de Mesopotamia; sin embargo, si, como parece, el acto está motivado por un rechazo hacia el pasado, entonces es posible establecer un vínculo entre ambos hechos, naturalmente no tanto en la magnitud de los mismos, como en la causa que los motivan. 20
Sobre la inevitable construcción del futuro teniendo como base el pasado y, más aún, el presente consultar KORSHUNOVA & KIRILENKO (2008) Filosofía, conocimiento y educación. Traducción de Luis Castro K. Lima: Editorial Educap.
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Con esto no queremos hacer apología de la conquista como acontecimiento plausible y paradigmático, simplemente, queremos señalar que se trata de un proceso que ha condicionado y condiciona nuestro modo de entender las cosas. Las pintas en el monumento a Colón son pruebas de ello. A continuación, revisaremos los distintos valores que posee el monumento, con la finalidad de tener un conocimiento más amplio y real de su condición. Acerca del valor histórico del monumento El monumento fue encargado en 1853 durante el gobierno de José Rufino Echenique, en 1855 fue terminado, en 1857 fue embarcado a Lima y, finalmente, fue inaugurado en Lima en 1860, durante el gobierno de Ramón Castilla. Por las figuras que se destacan en el monumento y la expresión de las mismas, se puede deducir que con él se buscó acreditar la llegada de los españoles y su posterior conquista de estas tierras, como un acontecimiento donde resaltan los conquistadores como protectores y evangelizadores, mientras que a los conquistados se les coloca en una posición sumisa21. Definitivamente este valor es el más cuestionable de todos, en cuanto su alabanza supondría la aceptación de la rendición de nuestros antepasados ante el yugo español, sobre todo cuando sabemos que ésta no fue ni pacífica ni contó con la sumisión instantánea de los mismos.
Fotografía 10: Inauguración del monumento en la Alameda Acho (3 de agosto de 1860). Fuente: limalaunica.blogspot.pe
“(…) lo nuevo no rechaza simplemente a lo viejo, sino que crece sobre su base, mantiene sus rasgos positivos y continúa el desarrollo en un peldaño más alto. Esto ocurre en todos los ámbitos de la realidad objetiva: los organismos vivos superiores niegan a los inferiores, pero conservan la estructura celular, el nuevo régimen social niega el viejo régimen, pero conserva sus fuerzas productivas y los adelantos de la ciencia y la cultura; las nuevas teorías científicas niegan a las viejas en tanto constituyen una penetración más profunda en el conocimiento de un determinado sector de la realidad…” (p.93) 21 GUTIÉRREZ, Rodrigo (2004) Monumento conmemorativo y espacio público en Iberoamérica. Madrid: Cátedra. (p.395). “(…) la representación de Colón en el acto del Descubrimiento, en la que se le veía junto a una india desnuda que aparecía sentada en actitud sumisa, con una cruz en una de sus manos y desdeñando una flecha con la otra, simbolizando la aceptación del evangelio”
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Acerca del valor estético del monumento La obra fue realizada por el escultor italiano Salvatore Revelli; diseñada y construida dentro de los cánones de lo que se conoce como arte neoclásico, caracterizado por la limpieza de la excesiva ornamentación del Barroco. El monumento ha sido organizado en tres partes claramente divisibles: 1) la base (estructura en apariencia monolítica, carente de ornamentación y escalonada) 2) el fuste (ornamentado con frisos, formas alegóricas y 4 jarrones dispuestos simétricamente) y 3) la estatua de Colón y la india (trabajo de relieves y uso de elementos icónicos como la cruz y la flecha). Respecto a su importancia (Gutiérrez: 2004) ha destacado la obra como “el primer gran monumento al navegante en Iberoamérica”, por encima del busto a Colón integrado en el Templete de la Plaza de Armas de la Habana (1828) y la estatua en Nassau, Bahamas (1830).
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Fotografía 11: Monumento a Colón (1860) Lima. Fuente: Gutiérrez, Rodrigo. Monumento conmemorativo y espacio público en Iberoamérica.
Acerca del valor urbano del monumento El monumento estuvo colocado hasta en cuatro lugares distintos: la Alameda Acho (1860), la Plazuela de Santa Ana (1868) el Parque de la Exposición (1872) y el Paseo Colón (desde 1910 a la fecha)22.Su desplazamiento nos da una idea del desarrollo de los espacios públicos en Lima, debido a que parece que al monumento se le buscaba siempre un lugar privilegiado, por lo tanto, su colocación en un lugar u otro sugiere la importancia que un espacio tenía por sobre los demás en un momento determinado. Crítica al caso en cuestión 1) El medio utilizado no posee claridad expositiva. Debido a que el monumento se encuentra en un espacio público, atentar contra su integridad es una búsqueda explícita de atención; sin embargo, puesto que el medio para alcanzar dicha finalidad no es ni una intervención artística ni mediante una frase, la polémica hay que buscarla en las connotaciones circunstanciales. Lo anterior reduce ampliamente el impacto que quien o quienes hicieron las pintas han pretendido alcanzar, puesto que para entender, o sospechar al menos, algo sobre la motivación real que produjo el acto, es necesario asociar otros hechos. 2) Las ideas que motivaron el acto son relegadas por aquellas que suscita el atentado a un monumento con más valores que el histórico. Yendo directamente a las causas que han podido motivar dichas pintas, consideramos que bien pudieron utilizarse otros medios más contundentes para
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GUTIÉRREZ, Rodrigo (Ob. Cit.)
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expresar la posición de rechazo que se ha querido mostrar. El atentado contra el monumento (por afectar directamente a un elemento de valor histórico en un espacio público) termina siendo una distracción que pone en segundo lugar las causas iniciales: rechazo por el 12 de octubre y todo lo que se piensa que ello significa para América. Lo que se percibe de antemano es el daño a un monumento y no tanto la manifestación de una idea concreta. 3) La polémica se da en un círculo cerrado de interesados. La polémica, en los términos que inicialmente se han deseado tratar, tan solo se da en un círculo cerrado de intelectuales interesados o todos aquellos que estén dispuesto a hacer un esfuerzo por interpretar las pintas. Por lo tanto, el impacto real abarca a un número reducido de personas y, como se ha dicho, pierde influencia en los actores urbanos. 4) El acto sugiere una posición sesgada del valor real del monumento. El valor de los objetos que conforman el espacio urbano, tales como las esculturas, las farolas y las bancas, si bien inicialmente puede haber sido medido en base al beneficio social para el colectivo (como elementos que, en unidad a otros, permiten la formación de espacios apropiados para la interacción social), con el paso del tiempo adquieren valores de otro tipo, tales como el histórico, el urbano y el estético. Para el caso en cuestión, parece que se ha tenido en cuenta únicamente el valor histórico del monumento. Dicha consideración sesgada ignora los otros tipos de valores que posee el objeto y atenta contra los mismos. Comentario final Lo que más se destaca del caso en cuestión es que posee una potencialidad para establecer un debate respecto al valor de los monumentos en las ciudades, las relaciones entre actores urbanos y entre éstos y los elementos del espacio público. El caso plantea, además, el problema de los medios pertinentes que los actores urbanos tienen para expresarse en la ciudad; así como el problema de la intolerancia, los comportamientos antisociales en el espacio urbano y la identidad de los actores urbanos con el espacio urbano. Nuestro interés no ha sido tanto defender el acto como discutir sobre las responsabilidades y los medios de expresión que poseen los actores urbanos en un espacio público determinado. Las contradicciones son inevitables y, cuando proponen alternativas viables y se dan sin usar la violencia (ya sea como medio o como fin), son síntoma de un ejercicio real de la participación ciudadana en los problemas sociales, en la política urbana.
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