REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA, ARTE Y LITERATURA
Año 6
N°17
Mayo-Agosto 2017
REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA
El contenido de los artículos y opiniones Editores
expresadas en Antilha son responsabili-
América Malbrán Porto
dad exclusiva de sus autores.
Ana Igareta
Antilha es una publicación cuatrimestral
Enrique Méndez Torres
editada y publicada por el Centro de Es-
tudios Sociales y Universitarios Americanos S.C.
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trámite ) .
Portada, cenefa y viñeta: Tabla V, Andrea Cellario, Orbium planetarum terram complectentium scenographia.. Harmonia macrocosmica seu atlas universalis et novus, totius universi creati cosmographiam generalem, et novam exhibens, in quâ omnium totius mundi orbium harmonica constructio, secundum diversas diversorum authorum opiniones, ut & Vranometria… Amstelodami Apud Joannem Janssonium, 1661. 3
REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA
Comité Editorial Dr. Jorge Angulo Villaseñor
DEA-INAH, México.
Dra. María Elena Ruiz Gallut
IIE-UNAM, México.
Dr. Enrique Tovar Esquivel
INAH, México.
Dra. Lourdes Budar Jiménez
Universidad Veracruzana, México
Dr. Daniel Schávelzon
CAU-UBA, Argentina
Dra. Ana Igareta
UNLP, Argentina.
Mtra. América Malbrán Porto
FFyL-UNAM, México.
Mtro. Alfredo Feria Cuevas
INAH-México.
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INAH, México.
Lic. Enrique Méndez Torres
ENAH, México.
Lic. Ivon Cristina Encinas Hernández
Universidad del Tepeyac A.C.
4
REVISTA LATINOAMERICANA DE HISTORIA ARTE Y LITERATURA
CONTENIDO Editorial
P. 7
Algunas lecturas de los códices del Grupo Borgia en el trabajo de Elżbieta Šiarkiewicz Ofelia Márquez Huitzil P. 9 Al Sur del Río Grande: Helmut de Terra y su trabajo en Tepexpan Daniel Schávelzon y Ana Igareta
P. 26
América, alegoría de una conquista América Malbrán Porto
P. 42
5
AMÉRICA, ALEGORÍA DE UNA CONQUISTA América Malbrán Porto1 …la que huele a caña, tabaco y brea
eres la perezosa la de piel dorada, la marinera… Juan Carlos Calderón, 1976
Fig.1. Las alegorías de los continentes, Superior: América, África. Inferior: Europa y Asia. Marten de Vos Amsterdam. Collaert, 1588-89.
1 Docente Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México. Directora del Centro de Estudios Sociales y Universitarios Americanos S.C. (CESUA) 42
Tras los viajes de descubrimiento de Co-
«…junto con la dicha isleta están
lón y las invasiones españolas al Nuevo
huertas de árboles las más hermosas
Continente, el saqueo sistemático de sus
que yo ví, é tan verdes y con sus ho-
riquezas y las exploraciones de las nue-
jas como las de Castilla en el mes de
vas tierras comenzaron, con ellas resur-
Abril y de Mayo, y mucha agua. Yo
gieron los mitos medievales en los que
miré todo aquel puerto, y después
se resignificaron amazonas, seres fan-
me volví á la nao y di la vela, y vide
tásticos o “El Dorado”, meta de riquezas
tantas islas que yo no sabía determi-
por todos buscada. América se comienza
narme á cuál iría primero, y aquellos
a representar, no sólo en las cartas y
hombres que yo tenía tornado me
mapas sino también de forma alegórica,
decían por señas que eran tantas y
la América indígena, cobriza, la que hue-
tantas que no había número, y anom-
le a caña, la ingenua, la salvaje, la rebo-
braron por su nombre más de ciento.
sante de plata, cobrará forma y se suma-
Por ende yo miré por la más grande,
rá tímidamente a sus hermanas repre-
y aquella determiné andar, y así hago
sentadas por las alegorías de los otros
y será lejos desta de San Salvador,
continentes (Fig.1).
cinco leguas y las otras dellas mas,
Creada en el siglo XVI y divulgada a tra-
dellas menos: todas son muy llanas,
vés de todo tipo de obras de arte, la re-
sin montañas y muy fértiles, y todas
presentación simbólica de América como
pobladas, y se hacen guerra la una á
una mujer es frecuente desde 1575. Su
la otra, aunque estos son muy simpli-
imagen se forma a partir de la difusión en
ces y muy lindos cuerpos de hom-
Europa de las primeras noticias que pro-
bres» (Colón, 1892:28).
porcionaron cronistas, viajeros y conquis-
El panorama de bondad e ingenuidad
tadores, sobre sus habitantes y su en-
cambiará ya en ese primer viaje y se
torno físico.
confirmará con los siguientes, cuando
La primera de estas relaciones nos la da
Colón relata el temor que le tenían las
Colón en su diario del primer viaje en el
demás tribus a los caribes:
que nos refiere:
«…la cual decían que era muy 43
grande y que había en ella gente
las fieras con violencia y con tram-
que tenía un ojo en la frente; y otros
pas. A los niños que coge, los cas-
que se llamaban Caníbales, á quien
tran como nosotros a los pollos o cer-
mostraban tener gran miedo. Y des-
dillos que queremos criar más gordos
que vieron que lleva este camino, diz
y tiernos para comerlos; cuando se
que no podían hablar porque los co-
han hecho grandes y gordos, se los
mían, y que son gente muy armada
comen; pero a los de edad madura,
(Íbid.:72).
cuando caen en sus manos, los ma-
Sobre este tema ahonda Pedro Mártir de
tan y los parten; los intestinos y las
Anglería, cuando retoma algunas noticias
extremidades de los miembros se las
sobre el primer viaje de Colón, y refiere
comen frescas, y los miembros los
que:
guardan para otro tiempo, salados,
«…no lejos de aquellas islas había
como nosotros los perniles de cerdo.
otras de ciertos hombres feroces que
El comerse las mujeres es entre ellos
se comen la carne humana, y conta-
ilícito y obsceno; pero si cogen algu-
ron después que esa era la causa de
nas jóvenes las cuidan y conservan
que tan temerosos huyeran de los
para la procreación, no de otra mane-
nuestros cuando se acercaron a sus
ra que nosotros las gallinas, ovejas,
tierras, pensando que serían caníba-
terneras
les; así llaman a aquellos feroces, o
les” (Anglería, 1944:7).
y
demás
anima-
caribes.
Otro autor socorrido durante la época va
Dejaron al lado del Mediodía las is-
a ser Américo Vespucio quien también
las de estos obscenos, casi a mitad
nos va a dejar una descripción minuciosa
de camino de estas islas. Estos pací-
sobre este tema:
ficos se quejan de que los caníbales
«Y encontramos que eran de una
asaltan perpetuamente sus islas pa-
generación
ra robarlos con continuas acometi-
“caníbales”, y que casi la mayor
das, no de otro modo que en los
parte de esta generación, o todos,
bosques los cazadores persiguen a
viven de carne humana; y esto tén44
que
se
dicen
galo por cierto Vuestra Magnificen-
rio de los europeos, se generalizó la idea
cia. No se comen entre ellos, sino
de que el Nuevo Mundo estaba ocupado
que navegan en ciertas embarcacio-
por individuos que vivían desnudos,
nes que tienen, que se llaman
practicaban la antropofagia, se adorna-
“canoas”, y van a traer presa de las
ban con plumas y usaban el arco y las
islas o tierras comarcanas, de una
flechas como armas principales (Fig.2).
generación enemiga de ellos y de
Estos datos, que sólo son ciertos en el
otra generación que no es la suya.
caso de algunas poblaciones indígenas,
No comen mujer ninguna, salvo que
se convirtieron con gran rapidez en los
las tengan como esclavas, y de esto
estereotipos de todo el continente ameri-
tuvimos la certeza en muchas partes
cano, dificultando el conocimiento indivi-
donde encontramos tal gente, por-
dualizado de sus culturas.
que nos ocurrió muchas veces ver
A ello se le sumó el hecho de que a par-
los huesos y cabezas de algunos
tir del descubrimiento de América resur-
que se habían comido, y ellos no lo
gió la idea medieval respecto a la exis-
niegan, y además lo afirmaban sus
tencia de antiguos seres monstruosos,
enemigos, que están continuamente
que en las nuevas tierras sí se encontra-
atemorizados por ellos. Son gente
ban, ya que no se habían visto jamás en
de gentil disposición y de buena es-
las tierras conocidas, Surgió entonces
tatura: van del todo desnudos; sus
una pléyade de seres monstruosos y di-
armas son arcos con saetas, y éstas
ferentes a todo lo conocido, éstos algu-
tiran, y rodelas, y son gente esforza-
nas veces tenían un solo ojo, grandes
da y de grande ánimo; son grandísi-
orejas, eran gigantes, a veces con cabe-
mos
zas de perro, también caníbales (Fig.3) y
flecheros…»
(Vespucio,
2000:5).
de los cuales dio noticia el mismo Colón,
Es gracias a este tipo de relatos, de los
todos ellos se referían al otro, al desco-
cuales Theodor de Bry y otros autores
nocido, al salvaje.
nos van a dejar vívidos retratos que que-
«…lejos de allí había hombres de un
daron impresos en la mente y el imagina-
ojo, y otros con hocicos de perros, 45
Fig.2. Tribu de antropófagos en Sudamérica. llustración de Theodor de Bry en Hans, 1592:179.
que comían los hombres, y que en
sus habitantes fueron incluidos dentro de
tomando tino lo degollaban y le be-
las razas monstruosas (Flores de la Flor:
bían su sangre, y le cortaban su na-
2011:41). «Los europeos sabían algo, desde
tura» (Colón, óp.cit.:53). El monstruo no sólo era el que se salía
luego vago y disperso de África y
de lo normal en cuanto al físico sino tam-
de Asia; pero de América y de sus
bién en cuanto a costumbres sociales y
habitantes no sabían nada. Esto
culturales diferentes a las de los euro-
era lo que diferenciaba la actitud de
peos (Wilson, 1993). Es por ello que
los europeos del siglo XVI con res
cuando el Nuevo Mundo fue descubierto,
pecto a América de la de los portu 46
Fig.3. Seres monstruosos heredados del imaginario medieval. Tomado de Münster, 1544:628
gueses del siglo XV con respecto a
habitaban la Guayana (Fig.4) o Cinocéfa-
África. La naturaleza de los africa
los o canefalles que comen carne huma-
nos era conocida, al menos en sus
na, que se ajustaban más a la idea del
líneas generales. La de los ameri
caníbal (Fig.5). Esta reacción se explica-
canos, no» (Elliot, 1984:21)
ría ya que, en su mayoría, los conquista-
Esto hizo resurgir a una gama de mons-
dores y demás europeos estaban familia-
truos que habían quedado encerrados en
rizados con libros como el de las maravi-
las páginas de los libros de la Europa
llas del mundo de Sir. John Mandeville
medieval. Hombres acéfalos o blemmias,
(1524) aparecido en 1356 del que se hi-
también llamados Ewaipanoma por sir
cieron varias ediciones en distintos idio-
Walter Raleigh (1599) que teóricamente
mas, en él que se describen lugares co47
Fig.4. Hombres acéfalos o blemmias habitantes de la Guayana. Tomado de Raleigh, 1599: Lámina 15.
Fig.5. Cinocéfalos o canefalles que comen carne humana. Tomado de Fries, 1525. 48
mo Egipto, y diferentes partes de Asia y
guas y si parían niño enviábanlo a
China. Obra que evidentemente se basa
la isla de los hombres, y si niña,
en el famoso “Libro de las maravi-
dejábanla
llas” de Marco Polo (2002), estos relatos
óp.cit.:153).
consigo»
(Colón,
ya les había proporcionado a los euro-
Por su parte Gaspar de Carvajal, cronis-
peos un prototipo de monstruo, mismos
ta de Orellana relata en uno de sus pa-
que encontraron un espacio propicio en
sajes su encuentro, bastante violento
el Nuevo Mundo.
con las coniupuyara o amazonas, como
A partir de este punto va a ser entonces
él las llama, mujeres guerreras, sobre las
frecuente la asociación de las tierras re-
que dijo:
cientemente descubiertas con otro tipo
«Quiero que sepan cuál fue la cabsa
de monstruo: las Amazonas a las que se
por que estos indios se defendían de
refiere también Colón en el diario del Pri-
tal manera. Han de saber que ellos
mer Viaje. En su entrada del 16 de enero
son sujetos y tributarios de las Ama-
de 1493 en que escribe:
zonas, y sabida nuestra venida, les
«Dijéronle los indios que por aquella
van a pedir socorro y vinieron hasta
vía hallaría la isla de Matinino, que
diez o doce, que éstas vimos noso-
diz era poblada de mujeres sin hom-
tros, que andaban peleando delante
bres, lo cual el Almirante mucho qui-
de todos los indios como capitanas,
siera (ver) por llevar diz que a los
y peleaban ellas tan animosamente
Reyes cinco o seis de ellas; pero
que los indios no osaban volver las
dudaba que los indios supiesen bien
espaldas, y al que las volvía delante
la derrota, y él no se podía detener
de nosotros le mataban a palos, y
por el peligro del agua que cogían
esta es la cabsa por donde los indios
las carabelas, mas diz que era cierto
se defendían tanto. Estas mujeres
que las había y que a cierto tiempo
son muy blancas y altas, y tienen
del año venían los hombres a ellas
muy largo el cabello y entrenzado y
de la dicha isla de Caribe, que diz
revuelto a la cabeza, y son muy
que estaba de ellas diez o doce le-
membrudas y andan desnudas en 49
cueros tapadas sus vergüenzas, con
siguientes términos (Fig.6):
sus arcos y flechas en las manos,
«…Mujer desnuda y de color oscu-
haciendo tanta guerra como diez in-
ro, mezclado de amarillo. Será fiera
dios; y en verdad que hubo mujer de
de rostro, y ha de llevar un velo jas-
éstas que metió un palmo de flecha
peado de diver-sos colores que le
por uno de los bergantines, y otras
cae de los hombros cruzándole to-
que menos, que parecían nuestros
do el cuerpo, hasta cubrirle entera-
bergantines puerco espín» (Carvajal,
mente las vergüenzas. Sus cabellos
1894:59-60).
han de aparecer revueltos y espar-
A raíz de estos relatos la configuración
cidos, poniéndosele alrededor de
de América en el imaginario europeo va
todo su cuerpo un bello y artificioso
a cobrar características particulares. A lo
ornamento, todo él hecho de plu-
largo del Barroco y el Renacimiento cada
mas de muy diversos colores. Con
continente, incluso cada país, era perso-
la izquierda ha de sostener un arco,
nificado mediante una matrona o mujer
y una flecha con la diestra, ponién-
acompañada de ciertos atributos caracte-
do-sele al costado una bolsa o car-
rísticos de su territorio. Estos atributos
caj bien provista de flechas, así co-
podían ser flores, frutos, animales, obje-
mo bajo sus pies una cabeza huma-
tos e incluso personas que se muestran
na traspasada por alguna de las
vestidas de acuerdo con sus costumbres
saetas que digo. En tierra y al otro
regionales, o las que los conquistadores
lado se pintará algún lagarto o un
les atribuían. A finales del siglo XVI, el
caimán de desmesurado tamaño…
italiano Cesare Ripa cifró la manera de
El cráneo humano que aplasta con
pintar estas alegorías en su famo-
los pies muestra bien a las claras
so Tratado de Iconología de 1593. Años
cómo aquellas gentes, dadas a la
después, en 1603, la obra saldría acom-
barbarie, acostumbran generalmen-
pañada de xilograbados, en este libro se
te a alimentarse de carne humana,
describen los cuatro continentes. Ripa se
comiéndose a aquellos hombres
refiriere a la cuarta parte, América, en los
que han vencido en la guerra, así 50
como a los esclavos que compran y
zona. Mientras que sus hermanas se cu-
otras diversas víctimas, según las
brirán con largos vestidos (Fig.7), ella se
ocasiones. En cuanto al Lagarto o
verá obligada a deambular semidesnuda
Caimán es un animal muy notable y
a lo largo de la historia. Todas estarán
abundante en esta parte del Mundo,
acompañadas por animales y frutos de
siendo tan grandes y fieros que de-
propios de cada región.
voran a los restantes animales y
Otra descripción similar de la imagen la
aún a los hombres en ciertas oca-
proporcionan Hubert-François Bourguig-
siones…» (Ripa, 2002:108-109).
non y Charles-Nicolas Cochin, quienes
A partir de este momento América será
en su tratado de alegorías
vista como una mujer salvaje, una ama-
(Fig.8):
Fig.6. Alegoría de América. Tomado de Iconología Tomo II, 1613. Ripa, 2002:108. 51
refieren
Fig.7. «Alegoría de los continentes» en la Plaza de Armas de la ciudad de Angol, en la provincia de Malleco, de la IX Región de la Araucanía, Chile, realizada por el escultor Virginio Arias, basándose en las alegorías de Cesare Ripa.
«La América se representa por una
vé en la parte inferior del dibujo, es-
mujer de color aceitunado, cubierta
presa la inhumanidad de los habitan-
la cabeza y parte del cuerpo con plu-
tes de esta parte del mundo. La pipa
mas, adorno peculiar de los pueblos
adornada de los salvajes que está
de este continente. El arco y las fle-
colocada á su lado, es entre estos
chas son las armas con que, no so-
pueblos el símbolo de la paz; por es-
lamente los hombres, sino las muje-
ta razón se le han agregado las alas
res, van á combatir á sus enemigos.
del caduceo de Mercurio que simbo-
La cabeza separada del tronco y
lizan también la paz. La pesca y la
atravesada con una flecha, que se
caza, que son el alimento de estos 52
pueblos y constituyen su principal
ocupación, se representan por dos niños, cargado el uno de peces y el otro de animales de caza. El cai-
mán, especie de cocodrilo, y el árbol de plátano, contribuyen á caracterizar el nuevo mundo, que á pesar de haber duplicado las riquezas del antiguo, no lo ha hecho por esto más feliz» (Bourguignon y Cochin, 1866:17-19). A veces perezosa y recostada en una hamaca, como en la alegoría del descubrimiento de América, de Teodoro de Galle, (ca. 1588-1612) (Fig.9) todas estas imágenes tendrán elementos comunes. América será ante todo una mujer salvaje ataviada con plumas y apenas Fig.8. Alegoría de América de Bourguignon y Cochin, 1866.
cubierta, llevará el arco y carcaj sinónimo de su barbarie (Fig.10), aunado a la práctica del canibalismo, representado
por la cabeza de un cautivo o miembros
animales extraños a los europeos como
cercenados y a medio comer, que una
el caimán, el armadillo, el perezoso, las
América de rostro inocente llevará consi-
distintas especies de aves, guacamayas
go de manera despreocupada (Fig.11);
y pericos, o la llama, que a veces se pa-
por otro lado serán frecuentes las ilustra-
rece más a un caballo o a un perro que a
ciones relacionadas con las riquezas de
un camélido.
la tierra (Fig.12), sus vegetación exótica
Más de una vez se podrá encontrar una
y exuberante así como la presencia de
imagen de América sentada en un arma53
Fig.9. Alegoría del descubrimiento de América, de Teodoro de Galle, (ca. 1588-1612) donde se ve en primer plano a la izquierda, a Américo Vespucio, sosteniendo un astrolabio y un estandarte con la cruz, símbolo de la cristiandad, se dirige a una mujer desnuda con un sombrero de plumas, que representa a América, ésta parece sorprendida al ser descubierta, al tiempo que se incorpora de una hamaca; en el fondo a la izquierda, una nao, otro barco apenas visible a la orilla; más allá, un grupo de caníbales en torno a una fogata, animales salvajes recorren el paisaje circundante, la mayoría de ellos irreconocibles, salvo el que pareciera ser un oso hormiguero en el extremo derecho.
54
Fig.10. América como una amazona, con plumas y sosteniendo un arco y un carcaj lleno de flechas. Complementan la escena animales de América como una tortuga y un castor. Grasset de Saint-Sauveur, 1796 :132.
Fig.11. América representada como una bella mujer lleva un arco en la mano derecha, un carcaj con flechas a la espalda, y una pierna humana cortada en la otra mano, evidencia de su salvajismo y canibalismo, así como el de sus habitantes que se observan en un segundo plano, cazando y cortando miembros humanos para asarlos en una fogata. Sólo dos animales exóticos, un armadillo y un perico. de la series los Cuatro Continentes, Stafford, 1634. 55
Fig.12. En un paisaje de gran exuberancia vegetal en el que sobresalen piñas, granos, papayas, plátanos y demás árboles frutales, se observa al centro una mujer con los pechos descubiertos, tocado y falda de plumas, sostiene sobre su mano derecha un pajarillo y apoya sus pies sobre un recipiente lleno de monedas de oro que se encuentra junto a un pequeño arcón, también rebosante de oro, tras éstos un atado de cañas de azúcar. EN su espalda lleva un carcaj. LA figura se encuentra rodeada de animales exóticos, aves, serpientes, un perezoso del lado izquierdo y el temible cocodrilo escondido entre la maleza del lado derecho. José Teófilo de Jesús, América, Museu de Arte da Bahia, Brasil. Araujo, 1998.
56
dillo, como es el caso del grabado de
Marten de Vos y Adriaen Collaert, publicado en Amsterdam hacia 1600 en Las alegorías de los continentes (Fig.1). O
bien en una carreta conducida por dos armadillos desproporcionadamente grandes (Fig.13). Es excepcional, y hasta el momento hemos encontrado sólo un caso, el grabado de Julius Goltzius (ca.1595) en el que esta carreta es llevada por dos unicornios (Fig.14), tan fantásticos como el conjunto del relato. Así como los otros prodigios no encontrados en Europa, pudieron refugiarse en América, el unicornio también migrará a este nuevo paraíso exuberante. Una imagen similar la hallamos en la ciudad de Puebla, en la Casa del Dean,
donde se representa el triunfo de la Castidad de Petrarca (Fig.15); se ha supues-
Fig. 13. América, “la cuarta parte del mundo”
to que estas imágenes fueran copiadas
se observa una figura femenina sentada en
de alguna edición de Petrarca entre 1580
una carroza tirada por dos armadillos; lleva un tocado exótico de plumas. Se trata de
y 1590 (Arellano, 1996:34-35), lo cierto
una carta de un paquete de 52 cartas de jue-
es que es evidente que este tipo de ale-
go, del juego de la Geografía realizado por
goría, ya sea en la poesía de Petrarca o
Stefano Della Bella hacia 1644, para Luis
en la representación de América, eran
XIV.
más comunes de lo que se podría supo-
ner y factibles de ser intercambiadas y utilizadas para diversos propósitos. 57
Fig. 14. Alegoría de América, en el que su carreta es llevada por dos unicornios, de la serie los Cuatro Continentes de Julius Goltzius (ca.-1595)
Fig. 15. “El triunfo de la castidad” en el que se aprecia la similitud con la figura anterior donde se observa una mujer en una carroza tirada por dos unicornios. Casa de Dean, Puebla, México. Foto América Malbrán. 58
Esta forma de imaginar a América preva-
ras femeninas a lo largo del grabado, al-
lecerá a lo largo de los siglos, aunque
gunas en la orilla del mar sacan con-
con ciertas variantes, como la desapari-
chas y otras llevan pájaros exóticos, que
ción paulatina de los elementos que la
las identifican con los mitificados habi-
relacionaban con los caníbales.
tantes de aquellas tierras, además unos
Es elocuente la alegoría de América pin-
niños dan caza a un extraño cocodrilo o
tada por Lucas Jordan y grabada
juegan
Juan Antonio Salvador Carmona,
por
con
las
aves. Por
último
hacia
la alegoría de España personificada en
1786, que se conserva en el Museo de
una figura femenina con cetro y corona,
Bellas Artes de Granada, en el que se
acompañada por un león, y recostada
aprecia a una América personificada en
sobre nubes parece tutelar el desarrollo
la figura central de una joven amazona,
del Continente (Real Academia de Bellas
que sigue las pautas establecidas por
Artes
Cesare Ripa en el siglo XVI, va tocada
(Fig.16).
por un adorno de plumas, una túnica que
Otro ejemplo más tardío lo encontramos
apenas la cubre, sostiene un arco en una
en la obra de Giulio Ferrario il costume
mano mientras con la otra remata a un
antico e moderno, editada en Milán en
personaje al que había herido con una
1820. Donde representa a América como
flecha, posible alusión a las considera-
una india desnuda, con los cabellos tren-
das bárbaras costumbres de los indíge-
zados. Se inclina de manera adormilada
nas; a pesar del tiempo, América sigue
y apoya en su mano derecha la cabeza.
siendo salvaje e indomable. La escena
Lleva ornamentos de plumas de diversos
se desarrolla en un paisaje con abundan-
colores, similares a los que confecciona-
te vegetación y montañas de fondo, y
ban muchas culturas precolombinas del
junto al mar, alusiones a la topografía del
Amazonas, y va armada con un arco y
Continente. Al fondo aparecen dos ga-
una flecha. A sus pies se encuentra una
leones de los que desembarcar belicosos
cabeza humana atravesada por otra fle-
guerreros europeos, clara alusión a la
cha, lo que alude nuevamente a su afi-
conquista. Hay además numerosas figu-
ción al canibalismo. En el piso yacen 59
de
San
Fernando,
1987:45)
Fig.16. Alegoría de América pintada por Lucas Jordan y grabada por Juan Antonio Salvador Carmona, hacia 1786, Museo de Bellas Artes de Granada, Nº inv. 30774 60
muertos un extraño lagarto de grandes
una, ahora se bifurcará por distintos ca-
dimensiones, un ciervo, un ave, una tor-
minos que buscan lo mismo, sacudirse el
tuga y peces que evidentemente fueron
yugo de una España dominante, pero
cazados por la amazona. Mientras que
siguiendo el derrotero del discurso euro-
detrás de ella se asoma una llama y la
peo de igualdad y fraternidad. La nueva
observa, quizás para asegurar su escape
imagen irá cambiando, a lo largo del si-
tras la masacre. Todos ellos representan
glo XIX y se irá convirtiendo en el emble-
la fauna característica y exótica del Con-
ma inseparable de la libertad, ya en el
tinente (Fig.17). El paisaje montañoso
XX su representación e importancia em-
sobre el cual se destaca el cuerpo de la
pezará a ser menos frecuente hasta caer
mujer está inspirado en una de las ilus-
en un letargo causado por el desuso y el
traciones de la obra de A. Von Humboldt
olvido… aunque algunos no perdemos la
Vues des Cordillères et monumenys des
esperanza de que despierte y demande
peuples de l'Amérique, Atlas Pittoresque
todos los ultrajes de que de que ha sido
(1816: plancha V) (Fig.18).
y es objeto.
La imagen alegórica de América se mantendrá hasta las luchas independentistas
Bibliografía
que tuvieron lugar a lo largo del Conti-
Anglería, Pedro Mártir de
nente en el siglo XIX. En este momento
1944 Décadas del Nuevo Mundo,
esta imagen cobrará un nuevo sentido
Ed.
Bajel. Buenos Aires, Argentina.
transformándose, con sus mismos atribu-
tos, en alegoría de la patria liberada
Araújo, Emanoel (curador)
(Chicangana-Bayona,
1998
2010:153).
La
O Universo Mágico do Barroco
América india, desnuda y salvaje se re-
Brasileiro. Ed. SESI, São Paulo,
presentará “civilizada”, vestida y se tor-
Brasil.
nará mestiza (Fig.19). No son pocos los países americanos que
Arellano, Alfonso
adoptarán y le darán nuevo sentido a la
1986
representación de la alegoría, ya no será
La casa del Dean. Un ejemplo de pintura mural civil del siglo XVI en
61
Fig.17. Representación de América por Giulio Ferrario, Il costume antico e moderno… Vol.1, 1826.
Fig.18. Paso del Quindío, en la cordillera de los Andes, donde se aprecia un pico nevado en el que evidentemente se inspiró Giulio Ferrario, Humboldt, 1816:lam.V. 62
Fig.19. Resurrección política de América, se la representa caída, vestida al estilo imperio pero con penacho de plumas en la cabeza, sobre ella sobrevuela el águila imperial y a la derecha se encuentra Iturbide, quien sostiene la corona imperial en la mano derecha al tiempo que le extiende la otra para auxiliarla a levantarse. Grabado anónimo. Tomado de Soler, 2000:138.
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